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Enseñanza central
Nuestra buena relación con Dios es confirmada tanto por el Espíritu Santo como por la
experiencia personal de la nueva vida en Jesucristo.
Objetivos
Al finalizar esta lección, el alumno estará en capacidad de:
& Redactar con sus propias palabras la & Valorar la presencia y la acción del
enseñanza central de 1 Juan 4:13-16a. Espíritu Santo en su vida cristiana.
& Argumentar la afirmación: Dios envió & Escribir dos principios derivados de 1
a su Hijo para ser el salvador del mun- Juan 4:13-16a.
do. & Sugerir dos maneras como se pueden
& Evaluar el testimonio de su fe en me- aplicar a su vida los principios deriva-
dio de la comunidad que le rodea. dos de 1 Juan 4:13-16a.
Desarrollo Cristiano Bíblico. Nivel 3. 1 Juan. Estudio Bíblico 18: 1 Juan 4:13-16a ©2011 Página 1 de 7
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reconoce que Jesús es el Hijo Jesús es el Hijo de Dios, Dios Cualquiera que reconoce
de Dios, Dios permanece en permanece en él, y él en que Jesús es el Hijo de
él, y él en Dios. 16Y nosotros Dios. 16Y nosotros hemos Dios, vive en Dios y Dios en
hemos llegado a saber y creer conocido y creído el amor él.
16
que Dios nos ama. que Dios tiene para con no- Así hemos llegado a
sotros. saber y creer que Dios nos
ama…
En el párrafo siguiente (4:7-12) el apóstol retoma el tema del amor y exhorta a los creyentes a
que se amen los unos a los otros. En este caso, Juan toma como ejemplo el amor de Dios de-
mostrado en el sacrificio de Jesucristo y exhorta a los creyentes para que haya continuidad de
ese amor: Hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los
unos a los otros (4:11).
En 4:13-21 Juan sigue tratando el tema del amor, pero ahora incluye la confesión: hemos visto y
declaramos que el Padre envió a su Hijo para ser el salvador del mundo (v. 14) y hemos llegado
a saber y creer que Dios nos ama. De esta manera, el apóstol afirma que tenemos una buena
relación con Dios porque Él ha tomado la iniciativa y ha expresado su amor hacia nosotros. En
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estos versículos se incluye también el concepto que la manera de mostrar que amamos a Dios
es mediante el amor a nuestros hermanos (v. 21). En el desarrollo del argumento, se presentan
entrelazadas dos grandes dimensiones de nuestra fe: Por una parte muestra que el creyente
tiene buena relación con Dios, la cual se evidencia por el testimonio del Espíritu (vv. 13-16a) y
por la otra hace hincapié en la buena relación entre los creyentes, la cual se evidencia por las
relaciones de amor fraternal (vv. 16b-21). En esta lección debemos examinar la primera parte
del argumento (vv. 13-16a) que trata acerca de nuestra confesión básica de fe, mediante el tes-
timonio del Espíritu Santo que mora en nosotros.1
Los vv. 13-16a tratan básicamente acerca de nuestra confesión de fe respecto a nuestra buena
relación con Dios. De acuerdo con la NVI, este párrafo tiene cinco oraciones.2 Pero todo el texto
se puede resumir en las cuatro afirmaciones siguientes:
1. Sabemos que tenemos una buena relación con Dios por el Espíritu que nos ha dado (v.
13).
2. Testificamos y afirmamos que Dios envió a su Hijo para ser el salvador del mundo (v. 14).
3. Dios permanece en el que reconoce a Jesucristo como el Hijo de Dios (v. 15).
4. Sabemos y creemos que Dios nos ama (v. 16a).
La idea principal está en el v. 13 y puede expresarse como una sola afirmación así: Sabemos
que tenemos buena relación con Dios porque nos ha dado de su Espíritu. Por el Espíritu Santo
confesamos que Jesús es el Hijo de Dios, el Salvador del mundo (v. 14); y confesamos también
que Dios nos ama (v. 16a). El mensaje de este párrafo es que por el poder del Espíritu, el
creyente testifica de la buena relación con Dios sobre la base de su fe en Jesucristo.
3. El testimonio de los creyentes habla de su buena relación con Dios (4:15, 16a)
Como se puede notar en el bosquejo, estos versículos dan testimonio de las buenas relaciones
entre Dios y el creyente, y entre el creyente y Dios.3 La buena elación con Dios no es una remo-
ta posibilidad, sino una realidad presente, experimentada, sobre la base de lo que Dios ha
hecho (v. 12 su amor se ha perfeccionado en nosotros). Juan está plenamente convencido de la
mutua relación entre Dios y el creyente, y repite una y otra vez la misma verdad. Tres veces
declara, en este párrafo, que el creyente permanece en Dios y Dios permanece en el creyente
(vv. 13, 15, 16).
1
El hincapié de estos versículos (4:13-21) está en que no es posible amar a Dios [permanecer en él] y a la vez no
amar al hermano (v. 21). El texto habla tanto de nuestras convicciones como de nuestras relaciones, respecto a la
fe que profesamos.
2
V. 13a; v. 13b; v. 14; v. 15; v. 16a.
3
En estos versículos hay varias afirmaciones que se presentan como evidencia de nuestra buena relación con
Dios. En el v. 12 comp. v. 16, la evidencia es el amor fraternal; en el v. 13 la evidencia es la permanencia de su Espí-
ritu en nosotros; y en el v. 15 la evidencia es nuestra confesión de fe en Jesucristo.
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Sobre la base del testimonio del Espíritu, que evidencia la buena relación del creyente con Dios,
Juan establece dos conclusiones alrededor de las cuales gira el argumento del párrafo: Que el
Padre envió al Hijo para ser el Salvador del mundo y que Dios nos ama. Sin embargo, en el
desarrollo de su argumento presenta pruebas que pueden ser calificadas tanto objetivas como
subjetivas en tres niveles. Presenta el testimonio del Espíritu Santo (v. 13), el testimonio de los
apóstoles (vv. 14, 16) y el testimonio de la profesión de fe de cada creyente (v. 15).
El apóstol afirma que sabemos que permanecemos en él y él en nosotros, porque nos ha dado
de su Espíritu (comp. Juan 14:17; 16:13, 14). Por el Espíritu, Dios está presente en nuestra vida
y esa presencia se manifiesta a través del amor a nuestros hermanos. En el v. 12 Juan declaró
que si nos amamos unos a otros Dios permanece en nosotros. El v. 13 añade que nos ha dado
de su Espíritu4 y por esto sabemos con certeza que tenemos una buena relación con Dios. La
versión DHH traduce el texto así: La prueba de que nosotros vivimos en Dios y de que él vive
en nosotros, es que nos ha dado su Espíritu. La presencia del Espíritu en la vida del creyente
testifica de su buena relación con Dios.
La afirmación del v. 13 referente a la dádiva del Espíritu Santo (comp. 3:24) es la respuesta a la
pregunta ¿cómo sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros?5 El Espí-
ritu da testimonio de nuestra relación con Dios.6 Juan da por sentada la acción del Espíritu en el
creyente y no se preocupa por dar explicaciones. Sencillamente, el Espíritu en nosotros es un
testimonio de la buena relación con Dios. Y si el Espíritu testifica, ¿quién puede negarlo? En
realidad, es por el Espíritu que testificamos que Jesucristo ha venido en cuerpo humano, como
el salvador del mundo; y es por el Espíritu también que expresamos amor a nuestros hermanos.
Para ampliar la prueba del argumento con respecto a la buena relación entre Dios y el creyente,
el apóstol recurre al hecho histórico: Dios se acercó a los seres humanos en la persona de su
Hijo Jesucristo. Juan, junto con los demás apóstoles, está plenamente autorizado para hablar al
respecto, ya que él mismo fue testigo ocular, como lo afirma: hemos visto y testificamos7 (comp.
1:1; 3:5, 8; 4:9, 10).
Juan da testimonio acerca del propósito de la venida de Cristo y afirma que el Padre envió a su
Hijo para ser el Salvador del mundo.8 Este fue el mensaje apostólico y ha sido el mensaje de la
iglesia fiel a Jesucristo en toda su historia. El v. 16a añade que hemos llegado a saber y creer
que Dios nos ama. Es sólo sobre la base del acontecimiento de la cruz que ha sido posible la
buena relación entre Dios y los seres humanos, y de un modo específico entre Dios y aquellos
que creen en el nombre de su Hijo Jesucristo (comp. 3:23). El Nuevo Testamento registra el
4
En 3:24 dice que él nos ha dado su Espíritu y en 4:13 dice que nos ha dado de su Espíritu. Pareciera esto una
contradicción. ¿Tenemos el Espíritu de Dios o tenemos parte del Espíritu de Dios? No es que él nos da parte del
Espíritu, pues él no da el Espíritu por medida (Juan 3:34), sino que nos da dones del Espíritu y nos da el fruto del
Espíritu que incluye el amor (comp. 1 Corintios 12:4-11; Gálatas 5:22).
5
La RVA traduce el v. 13 como una afirmación: En esto sabemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en
que nos ha dado de su Espíritu. Igualmente lo hace la Biblia de las Américas y la Biblia de Jerusalén.
6
Esta afirmación del apóstol nos recuerda el cumplimiento de la promesa de Jesús a sus discípulos (Juan 16:13, 14).
7
El verbo testificar es muy usado por el apóstol Juan. En esta pequeña carta lo usa por lo menos 6 veces (1:2;
4:14; 5:6, 7, 9, 10). En la forma de sustantivo la misma palabra aparece 6 veces en el capítulo cinco (5:9, 10, 11).
8
La frase salvador del mundo aparece también en Juan 4:42. Este texto no aboga por un universalismo, pues el v.
15 exige la confesión que Jesús es el Hijo de Dios (comp. 3:16-19).
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testimonio apostólico acerca de esta gran verdad y en ese sentido hay testimonio objetivo. El
mensaje anunciado había sido experimentado por los apóstoles y dejaron testimonio de esta
experiencia que está escrita en la Palabra de Dios. Así que, el testimonio es tanto objetivo como
subjetivo; Jesucristo fue manifestado en cuerpo humano y los apóstoles fueron testigos ocula-
res de tan singular acontecimiento. Los apóstoles declararon lo que oyeron, vieron y experimen-
taron acerca de Jesucristo. Ellos no inventaron un mensaje, sencillamente testificaron acerca de
aquello que experimentaron.
3. El testimonio de los creyentes habla de su buena relación con Dios (4:15, 16a)
En estos versículos se afirman dos cosas. Primero, la confesión (el que confiesa) que Jesús es
el Hijo de Dios evidencia la buena relación con él (v. 15). Pero esta confesión no es meramente
una afirmación intelectual, es más bien aquello que ha sido experimentado. La confesión de la
cual habla el texto se expresa a través del estilo de vida del creyente, y éste es posible sólo por
la acción del Espíritu en la vida del creyente. En su vida se hace evidente que Dios permanece
en él, y él en Dios.
El segundo asunto que se plantea gira en torno a la convicción de haber experimentado el amor
de Dios (v. 16).9 El apóstol vuelve al pensamiento expresado en los vv. 9 y 10, donde habla de
la manera como Dios demostró su amor. Juan afirma que hemos llegado a saber y creer que
Dios nos ama. Esto es también obra del Espíritu de Dios en el creyente, pues la sola razón
humana es incapaz de conocer y creer a Dios.
Sabemos, pues, que Dios permanece en nosotros y nosotros permanecemos en él. Porque te-
nemos el testimonio del Espíritu que mora en nosotros, tenemos el testimonio apostólico regis-
trado en el Nuevo Testamento y tenemos el testimonio de nuestra propia vida que refleja una
vida diferente a aquellos que no conocen a Dios.
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No es claro si nosotros se refiere sólo a los apóstoles o si incluye a todos los creyentes a quienes Juan está es-
cribiendo, pero la experiencia total expresada en el versículo los incluye a ambos.
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En el párrafo siguiente (vv. 7-12) el apóstol retoma el tema del amor y exhorta a los creyentes a
que se amen los unos a los otros. En este caso Juan toma como ejemplo el amor de Dios de-
mostrado en el sacrificio de Jesucristo y exhorta a la continuidad de este amor: Hermanos, ya
que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.
Sobre la base del testimonio del Espíritu, que evidencia la buena relación del creyente con Dios,
Juan establece dos conclusiones alrededor de las cuales gira el argumento del párrafo: Que el
Padre envió al Hijo para ser el Salvador del mundo y que Dios nos ama. Sin embargo, en el
desarrollo de su argumento presenta pruebas que pueden ser calificadas tanto objetivas como
subjetivas en tres niveles. Presenta el testimonio del Espíritu Santo (v. 13), el testimonio de los
apóstoles (vv. 14, 16) y el testimonio de la profesión de fe de cada creyente (v. 15).
La idea principal está en el v. 13 y puede expresarse como una sola afirmación así: Sabemos
que tenemos buena relación con Dios porque nos ha dado de su Espíritu. Por el Espíritu Santo
confesamos que Jesús es el Hijo de Dios, el Salvador del mundo (v. 14); y confesamos también
que Dios nos ama (v. 16a). El mensaje de este párrafo es que por el poder del Espíritu, el
creyente testifica de la buena relación con Dios sobre la base de su fe en Jesucristo.
2. El mensaje de la Biblia testifica de nuestra buena relación con Dios a través de Jesu-
cristo. Dios se acercó a los seres humanos en la persona de su Hijo Jesucristo. Este hecho
histórico testifica de la posibilidad de la buena relación entre Dios y los seres humanos. Los
apóstoles fueron testigos oculares de este extraordinario acontecimiento y anunciaron lo que
experimentaron de él. Bien podemos decir que el testimonio escrito de los apóstoles y otros
escritores del Nuevo Testamento se mantiene como testimonio viviente de la base de nuestra
fe. Ciertamente, los creyentes hoy no somos testigos oculares; pero sí somos testigos de la
experiencia de haber sido transformados, nacidos de nuevo, por el poder de ese Jesucristo.
Cuando una persona está en Cristo, es nueva criatura de modo que puede dar testimonio vi-
viente de su nueva vida.
3. El estilo de vida del creyente testifica de su buena relación con Dios. El cristiano no sólo
cree y confiesa que Jesús es el Hijo de Dios venido en cuerpo humano; también expresa su fe a
través de su estilo de vida, la cual es posible sólo por la acción del Espíritu. En su vida se hace
evidente que Dios permanece en él, y él en Dios.
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evidencian nuestro amor a los hermanos. Por ejemplo, cuándo fue la última vez que hicimos
una obra como expresión de nuestro amor a un hermano. ¿Qué ocurrió en esa ocasión? De
esta manera se manifiesta el testimonio del Espíritu en nuestra vida, lo cual comprueba nuestra
buena relación con Dios.
2. Los cristianos somos testigos de las obras de Dios en nuestra vida. No somos testigos ocula-
res, como los apóstoles; pero sí somos testigos de la experiencia de haber nacido de nuevo;
hemos sido transformados por el poder de Jesucristo. Nuestra vida diaria refleja si estamos o no
estamos viviendo en buena relación con Dios. Las personas a quienes les testificamos de nues-
tra fe en Jesús deben ver que nosotros mismos hemos experimentado verdaderamente un en-
cuentro con él que nos han cambiado. ¿Cuáles son algunos cambios en su vida mediante los
cuales usted está testificando de su encuentro con Jesucristo?
3. Nuestro estilo de vida habla más que nuestras palabras. Confesamos con autoridad lo que
reconocemos como verdadero. Los cristianos reconocemos que Dios se ha acercado a nosotros
a través de Jesucristo y que vive en nuestra vida; reconocemos también que Dios nos ama ver-
daderamente y ha puesto su amor en nosotros. Estas cosas testifican de nuestra buena relación
con Dios. Nuestro hablar y nuestro vivir deben dar evidencia continua de nuestra relación con
Dios. El dicho popular: dime con quien andas y te diré quien eres, tiene sentido aún para la vida
cristiana. Si estamos en buena relación con Dios a través de Jesucristo, reflejaremos su carác-
ter en nuestra vida. Haga una auto evaluación de su vida: ¿En cuáles aspectos de su vida refle-
ja su vida a Jesucristo? Mencione dos aspectos de su vida que todavía no reflejan el carácter
de Jesucristo y que por lo tanto deben mejorar. ¿Cuáles pasos dará usted para mejorar estos
dos asuntos?
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