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Son dos tipos de dilemas distintos. Los económicos, que venían de antes,
y los políticos, que se presentan en medio de catástrofes como ésta,
montados sobre miedos que también florecen ante lo desconocido.
¿No es hora de que se abran esas habitaciones -sin pago- para organizar
a las personas afectadas, atendiendo a sus necesidades según los niveles
de riesgo que presenten? ¿No es urgente transformarlos en viviendas
transitorias para las 40 mil personas sin techo que hay en todo el Estado
español?
Ante todo este desastre que nos transmiten por televisión y compartimos
por redes sociales, desde nuestros confinamientos, las fronteras
demuestran más que nunca que, más que la solución, son parte del
problema. La pandemia se propaga con las fronteras cerradas y los
vuelos cancelados,
Como en un loop de pesadilla, en la Unión Europea vemos los mismos
acontecimientos suceder en cada país, con apenas días de diferencia. Y
ahora, vemos cómo ingresan en esta espiral macabra, los países de
América Latina. ¿Qué sucederá en ese continente, con millones de
personas sumergidas en la pobreza más extrema, con su sistema
inmunitario deprimido por la desnutrición y las condiciones precarias de
vida? ¿Cuánto falta para que se repita este mal sueño en África, donde
más de 25 millones de personas viven con VIH, lo que las convierte en
población de riesgo? A esos grupos de la población, el coronavirus
afectará sin preguntar edades y las tasas de mortalidad podrían dispararse
brutalmente.
Como se ve, son muchas y disímiles las tareas para hacer frente a la
pandemia. Pero tienen algo en común: para fabricar tests de coronavirus,
mascarillas, camas hospitalarias, respiradores artificiales o nuevos
hospitales se necesitan trabajadoras y trabajadores que no estén
confinados en su domicilio, como hoy mismo no lo está el personal
sanitario ni el de otros sectores esenciales.
Crisi 2008, Con la ventaja del tiempo transcurrido hoy se puede afirmar
que aquella crisis exhibió el agotamiento del neoliberalismo, la gran
empresa en la que se embarcó el capitalismo mundial hace cuarenta
años: salto en la mundialización del capital; restauración capitalista en
las áreas bajo la influencia “socialista”, como en China; ataque a los
derechos de los trabajadores a escala global; privatizaciones.
Los Estados que corrieron a salvar a los grandes bancos se quedaron “sin
recursos” para atender la salud de millones de personas. Esa opción
política impone hoy la espantosa y condenable decisión de quien vive y
quien muere.
Hoy meten preso a un ciudadano que rompe la cuarentena y existen todo tipo de
instrumentos legales apwra tal fin, pero no existen instrumentos para deponer de
libertad a los macri, peña brawn o grupo clarín que habrían dejado por el lapso de dos
años al país sin ministerio de salud.
Y nos piden que miremos para adelante y no para atrás, pero es que hay que ver para
atrás para saber y entender la incertidumbre que hay por delante. Entonces la pregunta
es, el estado, y si el estado somos todos, ¿vamos a salvar vidas? O ¿vamos a salvar a los
grandes bancos y empresas golpeadas por la crisis? ¿vamos a tomar con nuestras manos
nuestro destino como trabajadores y como pueblo?