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FACULTAD DE TEOLOGÍA
Maestría en Teología
Métodos de Interpretación bíblica II
Docente: José Alfredo Noratto Gutiérrez
Alumno: Jaime Barrera Cuesta
El Padre Nuestro
Sabemos bien que un mismo horizonte nos convoca como Iglesia: vivir y sentirnos
hijos de Dios. La paternidad es una verdad en la que Cristo nos sumerge, como
realidad que nos salva de la profunda soledad en la que vive el mundo actual.
Ciertamente, si algo aprendemos de la mú sica, es que para que exista melodía, ritmo y
armonía, debe haber unidad que se produce al ordenar un conjunto de sonidos con su
diferentes alturas, timbres y características. Jesú s nos manifiesta que el Padre es
nuestro, y que aunque somos tan diferentes, É l nos une como sus hijos en la
fraternidad que debe caracterizar la filiació n de este Padre comú n.
Precisamente, la unidad se da como fruto del encuentro con Dios en la oració n. Sin
embargo, muchas veces nos ocurre como a los discípulos en la época de Cristo, que no
sabemos orar, y que nuestras prá cticas religiosas se convierten en palabrerías que nos
impiden relacionarnos adecuadamente con Dios y con nuestro pró jimo. El Padre
Nuestro puede ser para nosotros una fuente inagotable de experiencia de fe, que nos
ayude a tener un vivo encuentro con el Padre Celestial, y a mejorar nuestras
relaciones fraternas.
El Padre Nuestro no es simplemente un modelo oració n, o una formula litú rgica que
debemos repetir. Podemos decir que en el corazó n de Cristo se encuentra el amor
ú nico hacia el Padre, y que su oració n en su vida terrena, siempre estaba orientada en
la relació n con el Padre Celestial. Por esta razó n, podemos ver el Padre Nuestro como
un unirnos a la misma oració n de Jesú s; es decir, con el Padre Nuestro podemos orar a
Dios con el corazó n de Cristo, ya que el mismo Espíritu que habitaba en Jesú s, es el
que ahora nos hace decirle a Dios: Abbá .