Sei sulla pagina 1di 22

Devocionario de Hebreos

Pastor Alex Donnelly

EL LIBRO DE HEBREOS

La epístola a los Hebreos es uno de los libros más importantes del Nuevo
Testamento. Nos abre la puerta al Antiguo Testamento, para saber cómo
interpretarlo; y nos muestra mucho de la gloria de Cristo.

No sabemos quién escribió la carta, pero sí sabemos que fue dirigida a creyentes
judíos. Ellos estaban pasando por un tiempo muy difícil. Habían experimentado
mucha persecución (Heb 10:32-34), y ahora estaban enfrentando el desaliento
espiritual, y la tentación de volver al judaísmo. El autor, quien quiera que haya sido,
escribe a esos creyentes para recordarles que la fe judía (basada en el Antiguo
Testamento), era provisional, y apuntaba a la venida del Mesías. Por consiguiente,
volver al judaísmo era volver al pasado, y pretender que Cristo no había venido.

La epístola a los Hebreos contiene una serie de enseñanzas acerca de la Persona de


Cristo, mostrando Su superioridad a todo el sistema del Antiguo Testamento. Él es
superior a los ángeles (Heb 1), a Moisés (Heb 3), a Josué (Heb 4), al Sumo
Sacerdote (Heb 5), a Melquisedec (Heb 7), al Antiguo Pacto (Heb 8), al tabernáculo
(Heb 9), y a todos los sacrificios del Antiguo Testamento (Heb 10). Él es quien ha
logrado el acceso al Padre, y nos anima a acercarnos a Él (Heb 10:19-25).

A lo largo de la carta, el autor emite una serie de exhortaciones y advertencias (Heb


2:1-4; 3:12-13; 4:14-16; 6:1-12; 10:19-36), culminando con una lista de los héroes
de la fe del Antiguo Testamento (Heb 11), y animando a los creyentes a correr la
carrera cristiana, puestos los ojos en Cristo (Heb 12:1-2).

De todas las cosas que el autor enseña en esta carta, la más importante tiene que
ver con la muerte de Cristo. Esa muerte sacrificial, hecha “una vez para siempre”
(Heb 9:12, 26, 28; 10:10, 12 y 14), logra muchas cosas:

- obtiene una redención eterna (Heb 9:12).


- quita el pecado (Heb 9:26).
- limpia nuestras conciencias (Heb 9:14).
- purifica “las cosas celestiales” (Heb 9:23).
- nos santifica (Heb 10:10).
- nos hace perfectos (Heb 10:14).
- abre el camino a la presencia de Dios (Heb 10:19-20).

La carta a los Hebreos es un gran antídoto a las enseñanzas y prácticas erróneas de


la Iglesia Católica. Niega la doctrina de la misa – Cristo NO necesita ser ofrecido
repetidas veces; niega la necesidad de tener sacerdotes, porque Cristo es el único y
suficiente Sumo Sacerdote; niega el papel de María, porque Cristo es el único y
suficiente mediador entre Dios y los hombres; niega la intercesión de los santos – los
creyentes de antaño sirven sólo como ejemplo y modelo a seguir (Heb 11).

¡Qué se cumpla en nosotros la oración del autor (Heb 13:20-21)!

1
1 de Octubre (Heb 1:1-4) ‘Cristo: La Máxima Revelación de Dios’

El autor introduce esta carta con un resumen de la grandeza de Cristo. Son cuatro
versos repletos de enseñanza espiritual, que haríamos bien en meditar.

1. Cristo es superior a la revelación dada en el Antiguo Testamento (v.1).


A lo largo del Antiguo Testamento (escrito, durante un período de más de
1000 años), Dios se había revelado “muchas veces y de muchas maneras…
por los profetas”. Los profetas fueron grandes hombres de Dios, y los libros
que escribieron son de gran valor. Sin embargo, las muchas revelaciones de
Dios evidencian que eran incompletas; algo faltaba.

2. Cristo es la revelación final de Dios (v.2a). En la persona de Cristo, Dios


nos ha hablado una vez y para siempre. Eso es lo que el texto original (en
griego) significa. Cristo es la revelación final de Dios, porque Él es “Hijo” (ver
Juan 1:14 y 18). Recordemos la parábola de los labradores malvados, en Mat
21:33-46. En esa parábola, hay un contraste entre los “siervos” del Padre de
familia (v.34-36), que representan a los profetas del Antiguo Testamento, y el
“hijo” (v.37-39).

3. Cristo es la revelación perfecta de Dios (v.3a). Él es “el resplandor de su


gloria, y la imagen misma de su sustancia”. Ver a Cristo significa ver al Padre
(Juan 14:9), al igual que ver la luz del sol equivale a ver al mismo sol. En el
idioma original (griego), la palabra traducida “imagen” (‘carakter’) significa
‘la representación exacta de’. Es como la marca que deja un sello – es
exactamente igual al sello.

4. Cristo es el Creador (v.2b, 3b). Fue por medio de Cristo, que Dios el Padre
hizo todas las cosas (v.2b). Si Dios el Padre es el Arquitecto, entonces Cristo
es el gran Maestro de Obras; Él implementa y efectúa todo lo que el Padre ha
planeado hacer. No sólo eso, sino que Cristo es quien sostiene todo el
universo, y lo lleva hacia su destino final; Él es Aquel que “sustenta todas las
cosas con la palabra de su poder” (v.3b). ¡Qué maravilloso es Cristo!

5. Cristo es el Salvador Exaltado (v.3c-4). Él ha “efectuado la purificación de


nuestros pecados” y se ha sentado “a la diestra de la Majestad en las alturas”
(v.3b). Por eso Cristo tiene un nombre que es sobre todo nombre (v.4; ver
Fil 2:9-11). ¡Él merece toda nuestra adoración!

REFLEXIÓN: ¿Reconocemos la grandeza de Cristo? ¿Estamos dispuestos a rendirle


culto exclusivamente a Él? ¿Estamos dispuestos a someternos a Él en
cada área de nuestras vidas?

ADORACIÓN: Aquí hay unas canciones que nos ayudarán a adorar al Señor.

“Jesús, Señor de la Creación” (http://www.youtube.com/watch?v=DM2mRqREeWk).


“Sólo Cristo” (http://www.youtube.com/watch?v=93zl6c5k2Ac&feature=related).
“Al Estar Ante Ti”
(http://www.youtube.com/watch?v=C6lLd-RSSGY&feature=related)

2
2 de Octubre (Heb 1:5-14) ‘Cristo es Superior a los Ángeles’

Habiendo declarado la superioridad de Cristo sobre los ángeles (v.4), el autor


sustenta esa afirmación con base bíblica. Los judíos tenían un gran respeto por los
ángeles, considerando que fue por medio de ellos que Dios dio la ley a Moisés (ver
Hch 7:53; Gál 3:19). Los tenían tan en alto, que a veces corrían el riesgo de
venerarlos (Col 2:18).

Los creyentes judíos estaban siendo tentados a dejar el evangelio, para volver al
judaísmo. Uno de los factores era la aparente debilidad del origen del evangelio.
Comenzó con la simple predicación de un carpintero de Nazaret (Jesús), a diferencia
del judaísmo, que comenzó con el tremendo ministerio de Moisés, y el otorgamiento
de la ley por medio de los poderosos seres angelicales.

Ante este razonamiento, el autor se propone comprobar, a la luz de las Escrituras del
Antiguo Testamento, que Cristo (a pesar de Su aparente debilidad humana) es
superior a los gloriosos ángeles. Lo hace, usando CINCO argumentos.

1. Los ángeles son seres creados; Cristo es el Hijo de Dios – “engendrado”


(v.5), no creado. Por consiguiente, Cristo comparte la naturaleza divina; cosa
que no es cierta de los ángeles.

1
2. Los ángeles adoran a Cristo (v.6), no vise versa .

3. Los ángeles son “ministros”, mensajeros de Dios (v.7); Cristo es el Rey – el


Ungido de Dios (v.8-9).

4. Los ángeles comparten la transitoriedad propia de toda la creación (v.10-


12a); mientras que Cristo es eterno (v.11a, 12b). El razonamiento del autor
es el siguiente. Los cielos y la tierra son creados por Dios, y no son eternos.
Dado a que los ángeles también son seres creados, comparten la misma
naturaleza de los cielos y la tierra. ¡No son eternos! Eso NO quiere decir que
los ángeles van a morir. Lo que el autor desea afirmar es que la inmortalidad
de los ángeles no es algo inherente en ellos (parte de su naturaleza propia),
sino es un don de Dios.

5. Los ángeles no sólo sirven a Dios, sino también a los creyentes (v.14); pero
Cristo reina a la diestra del Padre (v.13).

REFLEXIÓN: ¿Valoramos la grandeza de Cristo? ¿Meditamos suficientemente sobre


todo lo que Él es? Debemos leer y estudiar más el Antiguo Testamento,
para ver lo que nos enseña acerca de Cristo, el eterno Hijo de Dios.

3 de Octubre (Heb 2:1-4) ‘Cuidando Nuestra Salvación’

Los creyentes judíos enfrentaban dos grandes peligros – el ‘deslizamiento’ espiritual


(v.1), y el descuido de su salvación (v.3). ¡Fue lo segundo que estaba dando lugar a
lo primero! Cuando nos descuidamos, como creyentes, corremos el riesgo de
‘deslizarnos’ espiritualmente. En el idioma original, la expresión: “nos deslicemos”

1
Debemos notar aquí que el autor está citando de Deut 32:43, pero usando el texto de la Septuaginta (la
versión del Antiguo Testamento en griego).

3
(v.1b), viene de un verbo que significa ‘fluir’. Se usa para aguas que fluyen (ver
Juan 7:38). Lo que el autor tiene en mente es que nuestras vidas son como un
barco, movido por las corrientes del mar. Si nos descuidamos espiritualmente, las
corrientes del ‘mundo’ nos arrastrarán lejos del ‘puerto’ seguro de nuestra salvación.
Para evitar ese peligro, debemos preocuparnos por nuestra salvación (Fil 2:12), y no
descuidarnos de ella.

¿Cómo lo hacemos? El autor de Hebreos usa tres métodos para animar a los
creyentes judíos a ocuparse de su salvación:

1. Una Exhortación (v.1). Es imprescindible que el creyente preste bastante


atención al mensaje del evangelio. Si nos olvidamos de los fundamentos del
evangelio, nos descuidaremos espiritualmente. Ese fue el peligro para los creyentes
en Galacia. Por eso Pablo los animó a volver a meditar sobre la verdad que habían
escuchado de sus labios (Gál 1:6-7, 11-12; 3:1; 5:1).

2. Una Advertencia (v.2-3a). En el Antiguo Testamento, toda desobediencia a la ley


de Moisés recibía su debido castigo (v.2b). Si eso era cierto de una ley dada por
intermedio de los ángeles (v.2a), ¡cuánto más no sería cierto del evangelio, que fue
comunicado por el Señor de la gloria (v.3b; ver Heb 1:2-4)!

3. Un Incentivo (v.3b-4). Para animar a los creyentes a una mayor diligencia en


cuanto a su salvación, el autor destaca tres cosas:

i. El mensaje del evangelio fue anunciado primeramente por el eterno Hijo


de Dios (v.3b).

ii. El mensaje del evangelio luego fue confirmado por testigos presenciales
(v.3c).

iii. El mensaje del evangelio fue ratificado por Dios el Padre, por medio de
“señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu
Santo” (v.4). Ver Hch 2:2-4; 3:6-10; 5:12-16; 8:4-8; etc.

REFLEXIÓN: ¿Nos estamos ocupando de nuestra salvación (Fil 2:12)? ¿Estamos


poniendo de nuestra parte para crecer y madurar espiritualmente (2 Ped
1:5-11)? Si no lo hacemos, no nos sorprendamos si nos ‘deslizamos’
espiritualmente.

4 de Octubre (Heb 2:5-9) ‘Hecho un Poco Menor que los Ángeles’

El autor continúa su presentación de la superioridad de Cristo sobre los ángeles,


declarando que “el mundo venidero” no fue sujeto a los ángeles, sino a Cristo (v.5).
El mundo actual ha sido puesto bajo la autoridad de los seres humanos (ver Gén
1:28-30). David recalca eso en Sal 8:6-8. Pero el ‘mundo venidero’ (es decir, el
cielo nuevo y la tierra nueva, de Apo 21:1) ha sido puesto bajo la autoridad de Cristo
(Apo 11:15).

En los versos 6-8, el autor de Hebreos cita el Sal 8:4-6. En ese pasaje, David
declara que el ser humano fue creado un poco inferior a los ángeles (“Le hiciste un
poco menor que los ángeles”). Menor en poder y conocimiento. Sin embargo, a

4
pesar de eso, Dios coronó a la raza humana “de gloria y de honra” (v.7b), colocando
todas las cosas “bajo sus pies” (v.8a).

El autor de Hebreos, toma estas palabras de David, y las reinterpreta, aplicándolas a


Cristo – el Hombre ideal. Todas las cosas fueron sujetas a la autoridad del primer
Adán, en anticipación de la autoridad que estaba destinada para el Segundo Adán
(Cristo). Sin embargo, al momento no se percibe esa plena autoridad de Cristo.
Como dice el autor, “todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas” (v.8b).

Es cierto que cuando entró al mundo, Cristo fue adorado por los ángeles (Heb 1:6);
sin embargo, al tomar la naturaleza humana, Él “fue hecho un poco menor que los
ángeles” (v.9). En los siguientes versos (v.10-18), el autor va a explicar que eso fue
necesario por la obra redentora de Cristo. De no haber sido hecho “ un poco menor
que los ángeles”, Cristo no podría haber muerto en la cruz por nosotros.

Debemos notar el uso del nombre, “Jesús”, en el v.9. ‘Cristo’, significa ‘ungido’ (es
equivalente a ‘Mesías’); es el nombre que apunta a Su divinidad. ‘Jesús’, significa
‘salvador’; es el nombre propio del Señor, que señala Su humanidad. Nuestro Señor
sufrió como hombre, y como hombre fue exaltado a la diestra del Padre. Él sufrió la
muerte, como el Segundo Adán, redimiendo el pecado causado por el primer Adán; y
luego llevó la naturaleza del primer Adán a la gloria. ¡Qué tremendo Salvador!

REFLEXIÓN: La experiencia de Cristo es análoga (parecida) a la nuestra. Como


dijera Pablo, “Si sufrimos, también reinaremos con él” (2 Tim 2:12a).
Hoy en día, todos quieren ‘reinar’, pero no todos quieren sufrir. Sin
embargo, lo uno no es posible sin lo otro. ¿Estamos dispuestos a sufrir
(ser humillados), antes de reinar (ver Fil 2:5-9)?

5 de Octubre (Heb 2:10-18) ‘La Encarnación del Eterno Hijo de Dios’

Pablo reconoce que para los judíos, el mensaje de un Mesías (Cristo) crucificado, era
un escándalo (1 Cor 1:23). Pero, el autor de la carta a los Hebreos dice que los
sufrimientos de Cristo fueron enteramente apropiados (“convenía…”, v.10). Aunque
en Su naturaleza divina, era mucho mayor que los ángeles (Heb 1:5-14), la
humillación que experimentó en la encarnación y la muerte en la cruz era apropiada,
porque estaba llevando “muchos hijos a la gloria”. Los creyentes, siendo ‘hijos de
Dios’, son ‘hermanos’ de Cristo; como dice el autor, “de uno [Dios el Padre] son
todos” (v.11).

Porque Cristo iba a salvar personas “de carne y sangre” (v.14), se hizo igual a ellos.
La encarnación tuvo dos propósitos:

i. Derrotar a Satanás (v.14b).


ii. Librar a los que estaban esclavizados al pecado (v.15).

El autor afirma categóricamente: Cristo no salva a los ángeles, sino a los seres
humanos (v.16). Por eso fue necesario (por un tiempo) que el eterno Hijo de Dios se
hiciera hombre, asumiendo una naturaleza menor que la de los ángeles.

Al encarnarse, Cristo vino a ser “en todo semejante a sus hermanos” (v.17a). Lo
hizo, por CUATRO razones principales, que el autor resalta:

5
i. Para ser misericordioso. Él entiende ahora, lo que significa ser un hombre
de carne y hueso (v.17b). Ver Heb 4:15-16.

ii. Para ser un “fiel sumo sacerdote” (ver Heb 5:1-2).

iii. Para “expiar los pecados del pueblo” (v.17c). Sin un cuerpo humano, el
Señor no podría derramar Su sangre; y es la sangre que expía el pecado
(Heb 9:22b).

iv. Para poder ahora “socorrer a los que son tentados” (v.18). Ver Heb 4:15-
16.

REFLEXIÓN: Debemos meditar profundamente sobre la encarnación del Hijo de Dios,


para entender la inmensidad de la obra de salvación. Si Cristo estuvo
dispuesto a hacer todo esto, ¡cuánto más nosotros no debemos estar
dispuestos a sufrir por nuestra salvación!

6 de Octubre (Heb 3:1-6) ‘Cristo es Superior a Moisés’

Habiendo establecido que Cristo es mayor que los ángeles, el autor procede a
declarar que Cristo es también mayor que Moisés, el gran profeta y mediador del
primer pacto. Al introducir este tema, el autor enaltece a sus lectores, llamándolos
“hermanos santos”, y describiéndolos como “participantes del llamamiento celestial”
(v.1a). Él quiere establecer que los cristianos no son cualquier cosa. Ellos no se
deben dejar menospreciar por los judíos.

De igual modo, habla bien de Cristo. Lo llama, el “apóstol y sumo sacerdote de


nuestra profesión” (v.1b). La palabra, “profesión”, no debe entenderse en el sentido
de ‘carrera’ (profesional), sino como en la frase, ‘nuestra profesión de fe’. Cristo es
“apóstol”, en el sentido de ser un mensajero oficial, enviado por Dios el Padre a la
tierra.

El autor compara la fidelidad de Cristo con la de Moisés (v.2). Ambos fueron fieles a
Dios. ¡El autor no tiene la intención de menospreciar a Moisés! Sin embargo, la
superioridad de Cristo sobre Moisés se nota cuando observamos TRES cosas:

i. Moisés hizo el tabernáculo (la “casa” de Dios; v.3). Pero Cristo ES el


‘tabernáculo’ (ver Juan 1:14, donde el verbo, “habitó”, podría ser
traducido, ‘tabernaculó’). Él es la morada de Dios (Col 2:9).

ii. La Persona que hizo la verdadera ‘casa’ celestial (el Eterno Hijo de Dios)
tiene mayor gloria y prestigio que la casa terrenal que se hizo (el
tabernáculo), siguiendo el modelo o la maqueta de la ‘casa’ celestial (ver
Heb 8:5).

iii. Moisés fue fiel en calidad de “siervo” (v.5); Cristo fue fiel en calidad de
“hijo” (v.6a). Debemos recordar lo que el autor declaró en Heb 1:2-4.

El autor termina esta sección con una advertencia (v.6b). ‘Los verdaderos
creyentes somos la casa de Dios, “si retenemos firme hasta el fin la confianza y el
gloriarnos en la esperanza”’. Los creyentes judíos, a quienes esta carta fue dirigida
originalmente, estaban siendo tentados a dejar la fe cristiana, y a volver al judaísmo.

6
‘Si lo hacen’, advierte el autor, ‘no serán la casa de Dios; el templo del Espíritu
Santo’. Porque la marca del verdadero creyente es que persevera en su fe hasta el
final.

REFLEXIÓN: Meditemos sobre la frase, “participantes del llamamiento celestial”


(v.1). Dios nos llama a participar de la gran salvación que Él ha obrado a
favor de los pecadores (Heb 2:3). No debemos mirar atrás, ni por un
segundo. Debemos retener firmemente la fe en nuestra salvación.

7 de Octubre (Heb 3:7-19) ‘El Peligro de la Incredulidad’

Una de las tristes realidades del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento fue la
dureza de su corazón. A pesar de haber sido testigos del poder de Dios, y habiendo
experimentado Su gracia, muchos judíos se endurecieron espiritualmente (v.7-11).
Como consecuencia, no entraron en el “reposo” del pueblo de Dios (v.12). Para el
pueblo que salió de Egipto, ese “reposo” iba a ser la Tierra Prometida. El autor de
Hebreos usa la tierra de Canaán como una figura de la salvación espiritual.

A la luz de los que pasó con la primera generación que salió de Egipto (v.10-11), el
autor exhorta a los creyentes judíos del primer siglo a no cometer el mismo error;
es decir, a no volver atrás, simplemente por encontrar dificultades en el camino
(v.12). El antídoto contra la apostasía espiritual es la exhortación mutua (v.13a).

En particular, el autor anima a los creyentes a tener mucho cuidado con el “engaño
del pecado” (v.13b). El pecado engaña, porque promete felicidad, pero no cumple lo
que promete. Y el peligro de eso es que insistimos en ir tras el pecado (queriendo
alcanzar la felicidad), hasta tal punto que nos volvemos insensibles a Dios. Eso lleva
al endurecimiento espiritual.

La salvación consiste en ser “participantes de Cristo” (v.14a). Eso habla de la ‘unión


con Cristo’ (Juan 15:4-5; Rom 6:3-4; Efe 2:4-6). Dicha unión se establece por fe.
Cuando creemos en Cristo, Dios el Padre nos une a Él, por medio del Espíritu Santo
(1 Cor 12:13). Pero, esa fe tiene que manifestarse en perseverancia (v.14b). Si no
hay perseverancia, entonces la ‘fe’ que tenemos no es más que una ‘creencia’; y eso
no nos salva.

La generación que salió de Egipto no llegó a entrar a la Tierra Prometida, porque


rehusaron creer en Dios (v.16-19). Su incredulidad se manifestó cuando los doce
espías retornaron de Canaán con un informe negativo (Núm 13-14). El poder militar
de los habitantes, y el tamaño de sus ciudades, hizo que el pueblo se desanimara
(Núm 13:27-29, 31-33), y deseara volver a Egipto (Núm 14:1-4).

Ese era precisamente el problema con los creyentes judíos del primer siglo, a
quienes el autor dirige esta carta. Habían dejado el judaísmo (su ‘Egipto’ espiritual),
y habían abrazado la salvación en Cristo (su ‘Moisés’ espiritual). Sin embargo, las
dificultades en el camino (ver Heb 10:32-34) los estaban desanimando, y
exponiendo a la tentación de volver al judaísmo. El autor les advierte del peligro que
corren, usando el ejemplo de la primera generación de judíos que salió de Egipto.

REFLEXIÓN: Examina tu vida para ver si hay algún indicio del “engaño del pecado”
(v.13), producto de un “corazón malo” (v.12). ¿Estás perseverando en
la vida cristiana, o estás en peligro de dar marcha atrás?

7
8 de Octubre (Heb 4:1-13) ‘El Verdadero Reposo de Dios’

En el pasaje anterior, el autor habló del “reposo” que Dios prometió a Israel, y que
ellos iban a experimentar en la Tierra Prometida (Heb 3:18), luego de la esclavitud
en Egipto, y la dura marcha por el desierto. Ahora, en el v.1, el autor habla de otro
“reposo”; el ‘reposo’ de la salvación espiritual, por fe en Cristo. Es el ‘reposo’
espiritual, que viene luego de la esclavitud al pecado, y el duro yugo de la ley (que
imponía el cumplimiento de las buenas obras para ser salvo).

El autor de Hebreos hace un paralelo entre la experiencia de los hijos de Israel


durante el éxodo, y los creyentes judíos. Tal como los hijos de Israel rechazaron la
‘buena nueva” del reposo en la Tierra Prometida, por su incredulidad (v.2a), así
también los creyentes judíos estaban corriendo el riesgo de rechazar el evangelio por
la falta de fe y perseverancia en ella (v.2b). La fe es lo que hace la diferencia entre
el ‘trabajo’ y el ‘reposo’ (v.3).

Uno de los grandes ejemplos o ilustraciones del ‘reposo’ de las obras, es el ‘reposo’
que Dios experimentó luego de haber creado al mundo material (v.4). Ese es Su
‘reposo’. La muerte de toda una generación en el desierto, por incredulidad, fue
simbólica de la manera en que a lo largo del Antiguo Testamento, el pueblo de Israel
no logró hallar su verdadero ‘reposo’ espiritual (v.6). Aunque Josué logró conquistar
la Tierra Prometida, no logró dar a Israel el verdadero ‘reposo’ (v.8).

Cristo ofrece lo que Josué no pudo ofrecer – la salvación espiritual.


Lamentablemente, los judíos del primer siglo rechazaron Su evangelio, y lo
crucificaron, por su incredulidad. Y aunque personas como Pablo seguían predicando
a los judíos, ellos rehusaron creer las buenas nuevas. Por eso el autor de Hebreos
afirma: “aun queda un reposo para el pueblo de Israel” (v.9); un ‘reposo’ que sólo se
obtiene por medio de la fe en Cristo.

A la luz de la triste experiencia del pueblo de Israel, el autor de esta carta exhorta a
los creyentes hebreos a entrar en su ‘reposo’ espiritual (v.11). Eso requería la
disposición de dejar el judaísmo (una religión humana, que ofrecía la salvación por
las obras de la ley), y abrazar firmemente el cristianismo (el mensaje divino, que
ofrece la justificación por la fe). En ese contexto tenemos la tremenda afirmación
del v.12, acerca de la palabra de Dios.

REFLEXIÓN: ¿Estamos experimentando un verdadero ‘reposo’ espiritual? ¿En qué


estamos confiando para la salvación?

9 de Octubre (Heb 4:14 – 5:10) ‘Nuestro Gran Sumo Sacerdote’

Habiendo declarado que Cristo es mayor que los ángeles, Moisés y Josué, el autor
introduce el tema de Cristo como el gran Sumo Sacerdote (v.14; ver Heb 3:1). Este
es un tema que desarrollará más adelante, en el capítulo 7.

Uno de los privilegios del sumo sacerdote judío es que podía pasar por el velo, y
entrar al Lugar Santísimo (Heb 9:7). Pero nuestro Sumo Sacerdote (Cristo)
“traspasó los cielos” (v.14b; ver Heb 9:24). A pesar de Su grandeza, Cristo no es
insensible a nuestras luchas. Cuando luchamos contra el pecado, Él nos puede
entender, porque Cristo “fue tentado en todo según nuestra semejanza” (v.15).

8
A la luz de esto, el autor hace dos exhortaciones:

i. “retengamos nuestra profesión” (v.14b); es decir, ‘nuestra profesión de


fe’. ‘¿Cómo pueden pensar volver al judaísmo’, pregunta el autor, ‘si
tenemos en Cristo alguien tan especial?’

ii. “Acerquémonos…confiadamente al trono de la gracia” (v.15a). La razón


es clara. Si Cristo es nuestro Sumo Sacerdote, y Él ya está en la
presencia de Dios, tenemos todo el derecho de acercarnos a Dios, para
encontrar en Él una ayuda celestial en las luchas contra las pruebas y las
tentaciones terrenales.

Para ayudarnos a entender mejor el ministerio de Cristo como Mediador entre Dios y
los hombres, el escritor describe el ministerio del sumo sacerdote en el Antiguo
Testamento (Heb 5:1-4). Resalta TRES cosas: el sumo sacerdote es llamado por
Dios (v.4); es débil (v.2); y presenta ofrendas por el pecado (v.1, 3). ¡Así es Cristo
(v.5-10)! Fue llamado por Dios (v.5-6); era débil (v.7-8); y se presentó a Sí mismo
como ofrenda por el pecado (v.9). Por eso, “fue declarado por Dios sumo sacerdote
según el orden de Melquisedec” (v.10).

La ‘perfección’ de la cual el autor habla (v.9), fue la obediencia a Dios, en medio del
sufrimiento (v.8). Por medio de dicha obediencia, Cristo vino a ser un ‘perfecto’ (en
el sentido de, ‘completo’) Sumo Sacerdote para nosotros (ver Heb 2:17-18).

REFLEXIÓN: Debemos meditar más sobre la Persona de Cristo como nuestro Sumo
Sacerdote. Nos animaría mucho en la vida cristiana, especialmente
cuando enfrentamos momentos de luchas y pruebas.

10 de Octubre (Heb 5:11 – 6:20) ‘Avanzando Hacia la Madurez Espiritual’

La afirmación que hizo en Heb 5:10, acerca del sacerdocio de Cristo, trajo a la mente
del autor muchas cosas que quería decir a los creyentes hebreos. Sin embargo, era
difícil explicarlas, por su inmadurez espiritual (Heb 5:11). Lejos de estar en
condiciones de enseñar a otros, ellos seguían en la necesidad de aprender cosas
básicas (Heb 5:12). Su falta de entendimiento no se debió a un problema intelectual,
sino a una deficiencia espiritual y moral. No tenían “los sentidos ejercitados en el
discernimiento del bien y del mal” (Heb 5:14).

El autor les anima a preocuparse por su crecimiento espiritual (Heb 6:1-3). Les
advierte del grave peligro de volver atrás (Heb 6:4-6). El asunto no es si se pierde o
no la salvación, sino qué clase de ‘tierra’ somos (Heb 6:7-8). El autor sabe que
estos creyentes son ‘buena tierra’ (Heb 6:9), por los frutos que han dado (Heb
6:10). Sin embargo, les desafía a cumplir con la responsabilidad de permanecer y
crecer en la vida cristiana (Heb 6:11-12). La perseverancia en la fe tiene dos
grandes beneficios: una mayor seguridad de la salvación (v.11b), y la formación de
una vida semejante a la de los grandes héroes de la fe (v.12), mencionados en Heb
11.

Un ejemplo de dicha perseverancia es Abraham (v.13-18; especialmente el v.15).


Las “dos cosas inmutables”, mencionadas en el v.18, son el consejo eterno de Dios
(v.17), y Su palabra de promesa, con “juramento” (Heb 6:13, 16). Para todo

9
verdadero creyente, el consejo eterno de Dios es la elección (Rom 8:29-30), y la
promesa divina es que nada nos separará del amor de Dios (Rom 8:31-39).

Aunque Dios no nos haya dado una promesa personal, con juramento, tenemos una
gran esperanza en el evangelio (v.18b). Esa esperanza sirve como un ancla para el
creyente, que mantiene segura la ‘barca’ de nuestra alma, en medio de las
tormentas de la vida (v.19).

REFLEXIÓN: ¿Entendemos bien la doctrina cristiana y la enseñanza de la Biblia? Si


no, ¿por qué no? ¿Será que tenemos algún problema moral que está
estorbando nuestro crecimiento espiritual?

11 de Octubre (Heb 7:1-10) ‘La Grandeza de Melquisedec’

En Heb 4:14, el autor presenta a Jesús como el gran Sumo Sacerdote. Lo compara
primero con Aarón (Heb 5:1-5), y luego con Melquisedec (Heb 5:6, 10). Después de
un paréntesis, en el cual el autor exhorta a los creyentes hebreos (Heb 5:11 – 6:20),
él vuelve otra vez al tema de Melquisedec. Él trata asuntos difíciles de entender (ver
Heb 5:11), así que debemos estar preparados para escuchar cosas profundas.

El autor comienza presentando a Melquisedec (v.1-3), tomando como referencia Gén


14:17-20. Él era “sacerdote del Dios Altísimo” (v.1). Su nombre significa, “Rey de
justicia” (v.2a); y la ciudad donde vivía (“Salem”), significa ‘paz’ (v.2b). Ambos
títulos hablan de lo que Cristo hizo en la cruz (Rom 5:1).

El hecho que Moisés presentara a Melquisedec, en Gén 14, sin mencionar ni su


genealogía ni su muerte, lleva al autor de Hebreos a describirlo como “sin padre, sin
madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida” (v.3a). Algunos
toman esto literalmente, y concluyen que Melquisedec fue una suerte de teofanía –
una manifestación de Dios en forma humana. Pero eso no es cierto. Melquisedec
fue un hombre de carne y hueso; no hay evidencia alguna de que haya sido una
manifestación de Cristo. El escritor confirma esto cuando dice, “hecho semejante al
Hijo de Dios” (v.3b). Si es semejante al Hijo de Dios no puede ser el Hijo de Dios.

Al no presentar el momento de su muerte, Moisés da la impresión que Melquisedec


continuó siendo “sacerdote para siempre” (v.3c). Sin embargo, esta frase viene del
Sal 110:4, y tiene referencia al Mesías, no a Melquisedec (ver Heb 7:21-24).

Lo interesante de Melquisedec fue que Abraham le dio sus diezmos (v.4). El autor
de Hebreos deduce dos cosas importantes de este hecho:

i. Melquisedec era mayor que Abraham (v.4). Por lo tanto, Cristo (a quien
Melquisedec prefiguraba) es mayor que Abraham.

ii. Los levitas y sacerdotes del Antiguo Testamento dieron sus diezmos a
Melquisedec, por medio de Abraham, su ancestro (v.5, 9-10). Por
consiguiente, Melquisedec, el sacerdote del Dios Altísimo, es superior a los
sacerdotes aarónicos.

Todos estos detalles preparan el camino para la gran afirmación que el autor de
Hebreos va a hacer en los siguientes versos; que Cristo tiene un sacerdocio eterno,
superior al sacerdocio de los levitas (v.11-28).

10
REFLEXIÓN: Con qué detenimiento el autor de Hebreos habrá estudiado Gén 14:17-
20, para sacar todas estas enseñanzas. ¿Estudiamos la Biblia así
nosotros? Debemos desafiarnos a dejar la ‘leche’ espiritual, y avanzar a
la ‘carne’ de la Palabra de Dios (Heb 5:12-14).

12 de Octubre (Heb 7:11-28) ‘Un Gran Salvador’

El Sal 110:4, que el autor de Hebreos cita frecuentemente en este pasaje (v.17, 21),
predice la venida de un nuevo sacerdote. La explicación es que el sacerdocio antiguo
(el de los hijos de Aarón) no era perfecto (v.11); es decir, no cumplía el propósito de
quitar el pecado (ver Heb 10:1-3). El nuevo sacerdote (Cristo) era de la tribu de
Judá (v.14); por consiguiente, si Él iba a ser sacerdote, era necesario un “cambio de
ley” (v.12-13).

Los sacerdotes antiguos tenían el derecho de ejercer el sacerdocio porque eran


descendientes de Leví (v.16a). Lo que dio a Cristo el derecho de ser un sacerdote no
era Su línea ancestral (Él era de la tribu de Judá), sino “el poder de una vida
indestructible” (v.16b). En ese sentido, Cristo era un sacerdote “Según el orden de
Melquisedec”, porque los dos eran (aparentemente) eternos. Cristo lo era en
verdad; por eso el salmista afirma, “Tú eres sacerdote para siempre” (v.17a).
Melquisedec era eterno, sólo en el sentido que la Biblia no narra su muerte (ver v.3).

Al citar el Sal 110, el autor de Hebreos hace una afirmación importante. El


nombramiento de Cristo como Sumo Sacerdote, indica que Dios el Padre estaba
abrogando el antiguo pacto (v.18). La ley de Moisés fue cambiada, no por otra LEY,
sino por un mensaje de esperanza (v.19b); ver Juan 1:17. La “mejor esperanza”
del evangelio es que el sacrificio de Cristo realmente quita el pecado (Heb 10:10-
14), y por lo tanto abre el camino a la presencia de Dios (v.19c); ver Heb 10:19-22.

La conclusión a la cual el autor llega es que “Jesús es hecho fiador de un mejor


pacto” (v.22). Cristo no es sólo mejor que todas grandes figuras del Antiguo
Testamento, sino que la salvación que Él trae es mejor que cualquier otra ‘salvación’.
La palabra, “fiador”, debe ser traducida, ‘garante’. La superioridad de Cristo, sobre
los sacerdotes aarónicos, radica en Su eternidad (v.23-24); ésta lo permite “salvar
perpetuamente [= ‘completamente’] a los que por Él se acercan a Dios” (v.25a). El
éxito de Su ministerio sacerdotal radica no sólo en que Su sacrificio es mejor que los
sacrificios que ofrecían los sacerdotes del Antiguo Testamento, sino en que Él
intercede constantemente por los que creen en Él (v.25b). ¡Qué tremendo Salvador!

La perfección de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote (v.28b) es el tema de los


últimos versos de Heb 7 (v.26-28). Él fue perfecto en Su vida terrenal (v.26a); y es
ahora perfecto en el cielo (v.26b). No necesita ofrecer sacrificios diarios, porque se
ofreció a Sí mismo “una vez para siempre” (v.27b). ¡Su perfección nos hace
‘perfectos’ (Heb 10:14)!

REFLEXIÓN: Un gran Salvador, obra una gran salvación, para personas que deben
estar tremendamente agradecidas por Su gracia y misericordia.

11
13 de Octubre (Heb 8:1-13) ‘La Superioridad del Nuevo Pacto’

El tema principal que el autor viene desarrollando desde Heb 5:14 (aunque lo
mencionó en Heb 3:1) es la grandeza de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote (v.1).
En el Antiguo Testamento, nunca leemos de un sumo sacerdote sentado; siempre
estaba de pie, ministrando en el santuario. Pero Cristo está sentado (v.1b),
indicando que Su ministerio ha concluido – al menos, Su ministerio de expiación (ver
Heb 1:3b; 9:23-26).

El sumo sacerdote aarónico ministraba en el tabernáculo erigido por Moisés (v.5);


Cristo ministra en el “verdadero tabernáculo” que Dios mismo levantó (v.2). Ambos
presentan ofrendas y sacrificios. El sumo sacerdote aarónico presenta las ofrendas
estipuladas por la ley del antiguo pacto (v.4b). Cristo presentó una ofrenda, dentro
del marco de la gracia de Dios (Juan 1:17) expresada en un nuevo y mejor pacto
(v.6).

La superioridad del nuevo pacto establecido por Cristo, es evidenciada por dos cosas,
según el autor:

1. El tabernáculo en el cual Cristo ministra es el original (v.2); el tabernáculo en


el cual el sacerdote aarónico ministraba era sólo una copia de éste (v.5).

2. El nuevo pacto inaugurado por Cristo está establecido sobre “mejores


promesas” (v.6). Las promesas predichas en Jer 31:33-34, citadas por el
autor en v.10-12.

Aunque el antiguo pacto fue establecido por Dios, no era perfecto; tenía “defecto”
(v.7). Pero si Dios era su autor, ¿cómo podía ser defectuoso? Pablo lo explica en
Rom 8:3. La ley “era débil por la carne”; es decir, por nuestra naturaleza
pecaminosa. Fue la naturaleza pecaminosa que no permitió a Israel guardar la ley
de Dios. Los judíos “no permanecieron en mi pacto”, dice Dios (v.9), porque no
podían vivir en obediencia al Señor. El pacto antiguo no sabía nada del nuevo
nacimiento; no incluía la provisión del Espíritu Santo; no quitaba el pecado. Por eso
era necesario un “segundo” (v.7) y “mejor pacto” (v.6).

El segundo pacto es llamado “nuevo” (v.8), dando a entender que el primer pacto
era “viejo” (v.13); es decir, débil, en camino a la ‘vejez’, y pronto a desaparecer
(v.13). ‘Ante esta gran verdad’, argumenta el autor de Hebreos, ‘¿cómo pueden
ustedes, los creyentes judíos, estar pensando en dejar a Cristo para volver a Moisés?
¿Cómo van a dejar lo ‘nuevo’, y lo ‘mejor’, para volver a lo ‘viejo’ y lo ‘defectuoso’?
Simplemente no tiene sentido’.

REFLEXIÓN: Cuán importante es valorar la gran salvación que tenemos en Cristo, y


no distraernos con las cosas superficiales que nos rodean – sean las
cosas del ‘mundo’ o de la religiosidad popular (aun de la religiosidad
popular ‘evangélica’).

14 de Octubre (Heb 9:1-10) ‘La Gloria Imperfecta del Antiguo Pacto’

El antiguo pacto (‘la ley de Moisés’) no era perfecto (Heb 8:7), pero sí tenía
elementos de gloria (2 Cor 3:7, 9, 11). Parte de esa gloria era lo que el autor de
Hebreos llama “ordenanzas de culto y un santuario terrenal” (v.1). Él procede a

12
describir el tabernáculo y su mobiliario (v.2-5). El autor habla con evidente
emoción. ¡Eran cosas sagradas para él! Notemos el énfasis sobre “oro” (v.4) y
“gloria” (v.5). Él tenía ganas de describir cada elemento, explicando su significado
espiritual; pero le faltaba tiempo (v.5b). ¡Qué lastima! ¡Cuánto habríamos
aprovechado de su enseñanza!

Luego, el autor procede a describir el culto que se ofrecía en el tabernáculo (v.6-


10); el trabajo de los sacerdotes (v.6), y el ministerio del sumo sacerdote (v.7). El
escritor hace recordar a sus lectores que el sumo sacerdote sólo podía ingresar al
Lugar Santísimo una vez al año (v.7), y saca la lección espiritual: “dando el Espíritu
Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar
Santísimo” (v.8); es decir, a la misma presencia de Dios. ¿Por qué no? Porque como
él mismo afirma, las ofrendas y los sacrificios del antiguo pacto “no pueden hacer
perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto” (v.9). Es decir, ¡no
quitaban el pecado (ver Heb 10:1-4)! La persona que hacía el sacrificio no se sentía
perdonado por Dios. Todas las leyes ceremoniales del Antiguo Testamento eran
provisionales; fueron “impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas” (v.10).

Ese tiempo había llegado con la manifestación de Cristo (v.11). Él iba a hacer lo que
todo el culto del Antiguo Testamento no podía hacer – reconciliar al pecador con
Dios. Este es el tema de la siguiente sección del libro de Hebreos (Heb 9:11-22).

REFLEXIÓN: Valdría la pena dar una mirada a los detalles del tabernáculo, tal como
están descritos en Éxodo 25-27, y considerar el significado simbólico de
cada elemento que se encuentra allí.

15 de Octubre (Heb 9:11-22) ‘La Superioridad del Nuevo Pacto’

En este pasaje tenemos uno de los grandes, “Pero” s, de la Biblia (v.11; ver Rom
3:21; Gál 3:25; Efe 2:4). El contraste es entre la dispensación del Antiguo
Testamento, que miraba hacia el futuro, esperando la llegada del “tiempo de
reformar las cosas” (v.10), y la venida de Cristo, el “sumo sacerdote de los bienes
venideros” (v.11a).

En los v.11-15, el autor hace el contraste entre las dos dispensaciones, resaltando la
superioridad de Cristo como “mediador del nuevo pacto” (v.15). Notemos los
contrastes principales:

i. El tabernáculo donde ministraba el sumo sacerdote del Antiguo


Testamento era pequeño; Cristo ministra en “el más amplio y más
perfecto tabernáculo” (v.11b).

ii. El tabernáculo donde ministraba el sumo sacerdote del Antiguo


Testamento fue hecho por los hombres; Cristo ministra en un tabernáculo
“no hecho de manos…no de esta creación” (v.11c).

iii. El sumo sacerdote del Antiguo Testamento entraba al Lugar Santísimo


cada año, por unos breves momentos; Cristo entró al Lugar Santísimo una
vez para siempre (v.12).

iv. El sumo sacerdote entraba llevando la sangre de animales; Cristo entró


llevando Su propia sangre (v.12).

13
v. El sumo sacerdote solo obtenía una limpieza provisional, ceremonial
(v.13); Cristo obtuvo “eterna redención” (v.12).

vi. El sumo sacerdote ofrecía sacrificios con sus propios esfuerzos – muchas
veces en forma rutinaria, mecánica; sin mucho sentido. Cristo se ofreció
a Sí mismo “mediante el Espíritu eterno” (v.14a).

vii. El sumo sacerdote tenía que ofrecer sacrificios primero por sus propios
pecados (Heb 5:3); Cristo era sin pecado y “sin mancha” (v.14b).

viii. El sumo sacerdote del Antiguo Testamento era un ministro de la ley;


presidía sobre un “ministerio de muerte”, como dice Pablo en 2 Cor 3:7.
Cristo tiene un ministerio de gracia, por lo que se recibe “la promesa de
vida eterna” (v.15).

En ambos testamentos había muerte, porque “sin derramamiento de sangre no se


hace remisión” de pecados (v.22). La gran diferencia es que el sumo sacerdote
ofrecía la sangre de animales (v.19), mientras que Cristo ofrece la sangre del eterno
Hijo de Dios, hecho hombre.

REFLEXIÓN: Una vez más tenemos que hacernos la pregunta: ‘¿Valoramos nuestra
salvación? ¿Entendemos la grandeza de ella?’

16 de Octubre (Heb 9:23-28) ‘Hoy es el Día de Salvación’

El escritor sigue comparando los dos pactos, resaltando la superioridad del Nuevo.
El tabernáculo terrenal, que era una copia (“figuras”) de las realidades celestiales,
fue purificado (ceremonialmente) por medio de la sangre de los animales sacrificados
(v.23a); pero “las cosas celestiales” requerían un mejor sacrificio (v.23b). Estas
“cosas celestiales” (¿espirituales?) no pueden ser el cielo, porque eso es perfecto.
Debe ser una referencia al mobiliario del tabernáculo (ver Heb 9:2-5), que tenía un
simbolismo espiritual. En esa manera, podemos decir que nuestras oraciones (= “el
incensario de oro”) tienen que ser purificados por la sangre de Cristo.

Lo que el autor enfatiza es que Cristo, nuestro Sumo Sacerdote entró al cielo “para
presentarse ahora por nosotros ante Dios” (v.24; ver v.12). Y a diferencia del sumo
sacerdote terrenal, no lo hizo muchas veces (v.25), sino “una vez para siempre”
(v.26). ¡Con qué avidez el escritor desea recalcar el hecho que el sacrificio de Cristo
es lo que realmente quita el pecado! Obviamente había meditado mucho sobre este
tema.

Los sacrificios del Antiguo Testamento expiaban pecados particulares; por eso se usa
la palabra, “pecados”, en plural (Heb 10:3-4). Pero la muerte de Cristo trata en
forma general con el pecado; por eso se usa la palabra, “pecado”, en singular
(v.26c). Si el sacrificio de Cristo no hubiera sido adecuado, Él hubiera tenido que
sufrir “desde el principio del mundo” (v.26a), cuando entró el pecado. Pero, dada la
suficiencia de la muerte de Cristo, Él sólo tuvo que sufrir una vez; y lo hizo, “en la
consumación de los siglos” (v.26b; ver 1:2a). La muerte de Cristo marcó el fin de la
antigua dispensación (que comenzó con el pecado de Adán), y el comienzo de los
‘últimos tiempos’.

14
Los ‘últimos tiempos’ se acabarán cuando Cristo venga “por segunda vez” (v.28). El
tiempo de la gracia durará hasta esa fecha. A lo largo de esta época, podemos
arrepentirnos y aceptar la salvación en Cristo. No hacerlo es correr un enorme
peligro, porque como dice el autor de Hebreos, “está establecido para los hombres
que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (v.27). No someterse a
Cristo, como el salvador del mundo, es marchar en forma inexorable hacia el juicio
eterno (Heb 10:27).

REFLEXIÓN: Cuán importante es hacer caso a las palabras de Pablo: “En tiempo
aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí
ahora es el tiempo aceptable; he aquí ahora es el día de salvación” (2
Cor 6:2-3).

17 de Octubre (Heb 10:1-14) ‘El Sacrificio que Quita el Pecado’

Aunque los judíos valoraban tremendamente la ley de Moisés, y la consideraban


como la máxima expresión del amor de Dios para con ellos, la verdad es que la ley
sólo tenía “la sombra de los bienes venideros” (v.1). Eso explica por qué los
sacrificios que Dios mismo instituyó no podían “hacer perfectos” a los que se
acercaban a Dios por medio de ellos (v.1b). De haber sido eficaces, habrían limpiado
la conciencia de los pecadores, y se hubieran dejado de ofrecer (v.2). Pero no era
así. Por eso, lo que estos sacrificios hacían era simplemente recordar al pueblo de
Israel que eran pecadores (v.3).

La frase, “cada año” (v.1 y 3), indica que el autor tiene en mente principalmente los
sacrificios que el sumo sacerdote ofrecía el día de la expiación, que era una ofrenda
anual (Lev 16). Con casi brutal franqueza, el autor de Hebreos declara que, a pesar
de todo el ritual tan significativo que se desarrollaba ese día, la sangre derramada
sobre el propiciatorio (en el Lugar Santísimo), no podía quitar el pecado (v.4).

Esta triste verdad hizo necesario un mejor sacrificio, y ese es el tema de los v.5-14.
En los v.5-7, el autor cita Sal 40:6-8, donde el salmista hace un contraste entre los
sacrificios exigidos por la ley (“Sacrificios y ofrenda…Holocaustos y expiaciones…”,
2
v.5-6) y la encarnación del Hijo de Dios (“me preparaste cuerpo”) . Por medio de la
encarnación de Cristo, el Padre preparó al Hijo para ser el sacrificio por los pecados
del mundo (ver Heb 2:14-17).

La expresión, “quita la primero” (v.9), se refiere a todo el sistema de sacrificios del


Antiguo Testamento. Todo ese sistema fue reemplazado por el sacrificio de Cristo,
quien vino para hacer la voluntad de Dios el Padre. La voluntad de Dios era que los
pecadores que crean en Cristo, sean verdaderamente purificados del pecado
(“santificados”, v.10a), “mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez
para siempre” (v.10b).

En el resto del pasaje (v.11-14), el autor simplemente recalca esa verdad, haciendo
el contraste ahora entre los sacrificios que los sacerdotes hacían diariamente
(v.11a), con el sacrificio que Cristo hizo “una vez para siempre” (v.12, 14).

2
Debemos notar que en Sal 40:6, en lugar de la frase, “Mas me preparaste cuerpo” (Heb 10:5), leemos,
“Has abierto mis oídos”. El autor de Hebreos cita el Sal 40, usando el texto de la Septuaginta (la versión
del Antiguo Testamento en griego). No estamos seguros porque hay una diferencia tan grande entre lo que
dice el texto en hebreo (Sal 40:6), y la traducción al griego, que es lo que el autor cita en Heb 10:5.

15
REFLEXIÓN: Si los judíos valoraban tanto los sacrificios ineficaces del Antiguo
Testamento, cuánto más no debiéramos nosotros, los cristianos, valorar
el sacrificio eficaz de Cristo. ¡La Semana Santa y la Santa Cena deben
ser de gran importancia para nosotros!

18 de Octubre (Heb 10:15-25) ‘El Privilegio del Creyente’

El autor está llegando al fin de su argumentación. Habiendo afirmado que el


sacrificio de Cristo hace “perfectos para siempre a los santificados” (v.14), el autor lo
confirma citando otra vez Jer 31:33-34 (v.16-17; ver Heb 8:10-12). La declaración
importante está en el v.17 (“nunca más me acordaré de sus pecados”). Esa
hermosa promesa indica que el sacrificio de Cristo realmente quita el pecado (v.18;
comparar el v.3).

Habiendo culminado su presentación de la superioridad del sacrificio de Cristo, y de


Su obra como Sumo Sacerdote, el autor comienza a aplicar su enseñanza a los
creyentes hebreos (v.19-25). Les hace recordar el tremendo privilegio que tenían de
entrar al Lugar Santísimo (v.19). Podían hacerlo por tres razones:

i. Porque la sangre de Cristo los limpia de todo pecado (v.19b).


ii. Porque están ‘en Cristo’, y Cristo abrió el camino para ellos (v.20).
iii. Porque en Cristo tienen “un gran sacerdote sobre la casa de Dios” (v.21).

Pero, al acercarse a Dios, tenían que tener en cuenta algunas cosas (v.22):

- la importancia de ser honestos (“con corazón sincero”).


- la necesidad de tener una plena confianza en Cristo (“plena certidumbre de
fe”); ver Sant 1:6.
- la necesidad de tener un corazón limpio y cuerpos puros.

No sólo era importante mantener su propia firmeza espiritual (v.23), sino también
animar a otros en la fe (v.24). La vida cristiana no es individualizada, sino
compartida con todo el cuerpo de Cristo. Por eso es importante reunirnos siempre
con nuestros hermanos en la fe (v.25). Si era importante hace 2,000 años, ¡cuánto
más ahora!

REFLEXIÓN: ¿Cuánto tiempo pasamos en el Lugar Santísimo?

19 de Octubre (Heb 10:26-39) ‘El Peligro de la Apostasía’

En el Antiguo Testamento, Dios hizo provisión por los pecados cometidos “por yerro”
(Lev 4:2, 13, 22, etc.); es decir, cometidos por equivocación o por ignorancia. Pero,
¿qué de aquellos pecados cometidos adrede? Para dichos pecados el castigo era la
pena de muerte (Núm 15:30-31). Eso parece ser lo que el autor tiene en mente al
decir: “si pecáremos voluntariamente” (v.26). En un sentido, todo pecado es
voluntario (¡o al menos, la mayoría de ellos!). Pero hay pecados que se cometen con
soberbia; en franca y abierta rebeldía contra Dios. Para dichos pecados, advierte el
autor, “no queda más sacrificio…sino una horrenda expectación de juicio” (v.26b-
27a). Porque tal pecado constituye un acto de soberbia. Significa ‘pisotear’ al Hijo
de Dios, y menospreciar la sangre de Cristo (v.29).

16
Cometer tal pecado sería totalmente insensato. Constituiría una afrenta al Espíritu
Santo, quien nos convence de pecado (v.29b), y nos expondría a la ira del Juez de
toda la tierra (v.30-31).

Felizmente, el autor no cree que los creyentes a quienes escribe esta carta harían tal
cosa, porque se acuerda de cómo habían sido en sus primeros días de creyentes.
Les anima a recordar las cosas que hicieron cuando sentían ese ‘primer amor’ (v.32-
34; ver Apo 2:4-5). Luego les exhorta a no perder la esperanza (v.35), sino tener
paciencia o perseverancia (v.36a); soportando el sufrimiento hasta recibir la
recompensa divina (v.36b).

Finalmente, les anima con su propia afirmación de fe. “Nosotros no somos de los
que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma”
(v.39). Dicha afirmación nos hace recordar las palabras que Josué dirigió al pueblo
de Israel, en Josué 24:14-15. ¡Cuán importante es el estímulo espiritual de un gran
siervo de Dios!

REFLEXIÓN: ¿Somos “de los que retroceden”, o de los que perseveran en la fe?
¿Cómo lo sabemos?

20 de Octubre (Heb 11:1-7) ‘La Importancia de la Fe’

Para evitar la apostasía, es importante mantener la fe (Heb 10:38-39). Pero, ¿qué es


la fe? En este pasaje, el autor nos dice varias cosas que señalan la importancia de la
fe.

1. La fe tiene la característica de certeza, de convicción (v.1); por eso, el


que cree no retrocede (Heb 10:38-39), sino persevera.

2. La fe agrada a Dios (v.6); es decir, nos ayuda a desarrollar una vida


que es agradable ante Sus ojos. Lo que Dios más quiere de nosotros
es que le creamos; que confiemos en Él.

3. La fe nos permite tener un buen testimonio, ante Dios y los hombres


(v.2).

4. La fe nos lleva a confiar en lo que Dios ha dicho, comenzando con la


creación del mundo (v.3). Los que creen en la teoría de la evolución,
lo hacen, no tanto por la evidencia científica al respecto, sino por su
falta de fe en Dios y en Su palabra. ¡Ese es el problema fundamental!

Habiendo enfatizado estos puntos, el autor los ilustra, con tres ejemplos de los
antediluvianos (personas que vivieron antes del diluvio).

ABEL (v.4). Dios aceptó su ofrenda, no por la naturaleza de ella (un animal, Gén
4:3-5), sino por cómo se acercó a Dios. Abel creyó en Dios; por eso fue declarado
justo (v.4b). Y siendo ‘justo’, su ofrenda fue aceptada ante Dios. El “testimonio” de
Dios (v.4c) es que la ofrenda que Abel presentó ante Él (los primogénitos de los
corderos, Gén 4:4) anticipó la muerte de Cristo – el Cordero de Dios; el Unigénito
Hijo.

17
ENOC (v.5-6). Este hombre tuvo la extraña experiencia de no morir, sino de ser
llevado al cielo en cuerpo. Un día él simplemente desapareció (Gén 5:24b). ¿Por
qué? Moisés declara, “Caminó… con Dios” (Gén 5:24a). El autor de Hebreos lo
interpreta en el sentido de ‘agradó a Dios’ (v.5b), y explica su interpretación en el
v.6. Enoc agradó a Dios, porque fue un hombre de fe.

NOE (v.7). En el caso de Noé, la fe se manifestó en obediencia a la Palabra de Dios.


Las “cosas que aún no se veían” eran la lluvia y el juicio universal de Dios. Al
construir el arca, Noé salvó “su casa”; es decir, su familia (esposa, hijos y nueras).
Su fe “condenó al mundo” porque evidenció que era posible creer en Dios, y que esa
fe salvaba. Los que no creyeron la Palabra de Dios fueron destruidos. Su falta de fe
los condenó.

REFLEXIÓN: ¿Tenemos fe en Dios? ¿Cómo lo manifestamos?

21 de Octubre (Heb 11:8-19) ‘La Fe de Abraham’

Abraham es conocido como el ‘padre de la fe’ (Rom 4:16b). Al describir su fe, el


autor de Hebreos narra, no sólo la obediencia de Abraham, sino la manera en que él
obedeció a Dios.

1. Por fe, Abraham obedeció el llamado de Dios, y salió de su tierra natal (Ur de
los caldeos) “sin saber a dónde iba” (v.). ¡Eso es impresionante! Estaba
dispuesto a vivir un día a la vez, confiando que Dios lo iba a guiar.

2. Por fe, Abraham vivió en la tierra prometida, pero lo hizo “morando en


tiendas” (v.9). En esta manera, mostró que estaba esperando una ‘ciudad’
celestial (v.10). Era un hombre muy rico, pero nunca se construyó una casa
en Canaán, porque quería mostrar que su corazón no latía por las cosas de
este mundo, sino que anhelaba la ‘nueva Jerusalén’ (v.16a).

3. Por fe, Abraham murió “sin haber recibido lo prometido” (v.13a). Él vivió
por fe, respondiendo a la promesa de Dios en tres maneras: creyendo en ella,
mirándola de lejos, y saludándola (como un viajero que se acerca al fin de su
viaje, ve la orilla a la distancia, alza su mano a manera de saludo, y luego
muere antes de bajar de la embarcación). De este modo confesó que era un
peregrino espiritual (v.13b).

4. Por fe, Abraham estaba dispuesto a ofrecer a Isaac “pensando que Dios es
poderoso para levantar aun de entre los muertos” (v.17-19). Abraham
tuvo plena fe en la declaración de Dios, “En Isaac te será llamada
descendencia” (v.18).

¿Cómo responde Dios ante una fe como la de Abraham? El v.16b nos da la


respuesta, “Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos”. Jehová es el Dios de
aquellos que viven tranquilos, aunque no reciben en esta vida lo que tanto anhelan
(siempre y cuando no sean conformistas, sino que tienen su mirada puesta en las
cosas celestiales, y se someten a la voluntad de Dios).

REFLEXIÓN: En este tiempo, muchos creyentes y predicadores afirman que la única


evidencia de tener fe es recibir lo que pides de Dios. La vida de
Abraham indica que eso no es cierto. Él recibió un hijo (Isaac), pero NO

18
recibió la tierra prometida. Es DIOS quien decide qué nos da y cuando,
no nosotros (o nuestra fe).

22 de Octubre (Heb 11:20-31) ‘La Fe Produce una Vida Sorprendente’

La fe hace cosas sorprendentes. Por fe, Isaac bendijo no sólo a Jacob, sino también
a Esaú (v.20), a pesar de que Dios había dicho que el mayor (Esaú) serviría al menor
(Jacob); ver Gén 25:23. La bendición de Esaú se encuentra en Gén 27:39-40.

Por fe, Jacob bendijo a los dos hijos de José (v.21); pero lo hizo en forma
sorprendente, como leemos en Gén 48:8-20. Concedió al hijo menor la mayor
bendición, invirtiendo el orden natural (v.14 y 19).

Por fe, José “mencionó la salida [de Egipto] de los hijos de Israel” (v.22). Eso era
sorprendente, porque recién se habían estableciendo en Egipto, y contaban con
muchas bendiciones materiales. ¡Por qué aludir a un futuro triste, cuando todo
andaba tan bien!

Por fe, Moisés dio las espaldas a una vida de opulencia en la corte de Faraón, e hizo
algo tan extraño como escoger ser maltratado con el pueblo de Dios, antes de gozar
los deleites temporales del pecado (v.24-25). Su mirada estaba puesta en el
galardón celestial (v.26b), y eso le permitió decir ‘NO’ a las cosas de este mundo.

NOTA: La fe de Moisés lo llevó a hacer otras cosas sorprendentes: dejar a Egipto


(v.27), celebrar la fiesta de la pascua (v.28), y pasar por el Mar Rojo (v.29).

Por fe, Josué vio caer los muros de Jericó en manera sorprendente (v.30); y por la
misma fe, Rahab no murió cuando cayeron los muros de la ciudad (v.31), a pesar
de que su casa estaba en ese muro (Josué 2:15).

REFLEXIÓN: ¿Qué cosas sorprendentes hay en tu fe? Dios no nos llama a imitar lo
que otros hacen, sino a ser guiados por Él, personalmente. Esa
dirección personal resultará en cosas sorprendentes, porque a Dios le
encanta ser creativo, y hacer cosas nuevas y diferentes en la vida de
cada uno de Sus hijos.

23 de Octubre (Heb 11:32-40) ‘La Vida de Fe’

El autor pudo haber añadido otros testimonios de hombres y mujeres de fe; sin
embargo se detiene por falta de tiempo (v.32). Se limita a hacer una lista general
de las hazañas de los héroes espirituales del Antiguo Testamento (v.33-35a).
Menciona DIEZ cosas que ellos lograron, por medio de la fe. Sería interesante
analizar cada una de ellas, citando casos específicos de la historia del Antiguo
Testamento. Por ejemplo: “conquistaron reinos” (David); “hicieron justicia”
(Samuel); “alcanzaron promesas” (los patriarcas); “taparon bocas de leones”
(Daniel); etc.

Sin embargo, el autor no es ‘triunfalista’. Reconoce que en muchos casos, la fe no


salvó a los héroes de todo dolor y sufrimiento. En los v.35b-37, el escritor sagrado
menciona DIEZ ejemplos de persecución y angustia, culminando con la triada:
“pobres, angustiados, maltratados” (v.37). Lo que el autor dice en estos versos

19
pone en tela de juicio la doctrina de la secta, ‘Pare de Sufrir’, y los énfasis de los que
promueven ‘la doctrina de la prosperidad’.

Aunque los héroes de la fe creyeron en Dios, y “alcanzaron buen testimonio


mediante le fe” (v.39a), ellos “no recibieron lo prometido” (v.39b). ¿Por qué no?
Por lo que el autor explica en el v.40. En los planes y propósitos de Dios, los
creyentes del Antiguo Testamento no superan a los creyentes del Nuevo Testamento.
Más bien, Dios ha provisto para nosotros, los miembros de la Iglesia de Cristo, algo
mejor (v.40). Nosotros hemos conocido y recibido al Mesías.

La frase, “para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros” (v.40b),


significa, ‘para que ellos no estuviesen completo sin nosotros’. Los creyentes del
Antiguo Testamento recibieron las promesas de la venida del Mesías, pero murieron
sin ver el cumplimiento de ellas. Uno que lo vio fue el anciano Simeón (Lucas 2:25-
32), quien representa (en cierta manera) a todos los creyentes de la antigua
dispensación. Sin embargo, el menor miembro de la Iglesia del Nuevo Testamento
tiene una gran ventaja sobre todos esos creyentes del Antiguo Pacto, porque ha
conocido al Mesías, y sabe cómo las profecías del Antiguo Testamento se cumplieron
en Él.

REFLEXIÓN: ¿Eres un héroe más de la fe? ¿Qué has logrado por medio de la fe, en
tu vida personal? ¿Qué cosas has tenido que sufrir, a pesar de (o a
causa de) tu fe?

24 de Octubre (Heb 12:1-11) ‘La Carrera Cristiana’

El autor está llegando al fin de la carta, y comienza a concluir (“Por tanto…”, v.1a).
Lo hace, exhortando a los creyentes hebreos a continuar en la ‘carrera’ cristiana
(v.1). La “nube de testigos” ha de ser los creyentes que ya habían participado en la
‘carrera’, dando testimonio de su fe en Dios (Heb 11). En los v.1-4, el escritor indica
cómo se debe participar en la ‘carrera’ cristiana:

i. Hay que despojarse, no sólo del pecado, sino también de “todo peso”
(cosas que no son pecado, pero que nos estorban en la vida cristiana).

ii. Hay que correr “con paciencia”; es decir, con perseverancia. Se trata de
un ‘maratón’ espiritual, y no una carrera de 100 metros.

iii. Hay que poner la mirada en Cristo (v.2-3).

iv. Hay que resistir la tentación hasta el punto de morir (v.4).

En los v.5-11, el autor trata el tema de la disciplina. Cita Prov 3:11-12 (ver también
Job 5:17), y luego afirma que la disciplina es una parte normal de la vida cristiana
(v.7-8). La disciplina tiene varias ventajas (razones de ser):

i. Confirma que somos verdaderos hijos de Dios (v.7-8), afirmando Su amor


por nosotros (v.6).
ii. Como viene de Dios, sabemos que será administrada en forma provechosa
(v.10), no caprichosa.
iii. El propósito de la disciplina es promover la santificación en nuestras vidas
(v.10).

20
iv. La disciplina produce un “fruto apacible de justicia” (v.11). Es decir, al
promover nuestra santidad (“justicia”), aumenta el sentir de paz que
disfrutamos en nuestro andar con Dios.

A la luz de todo esto, debemos reaccionar a la disciplina de Dios con reverencia,


venerando a Dios como nuestro Padre Celestial (v.9).

REFLEXIÓN: Si una persona vive en pecado, y no experimenta la disciplina de Dios


en su vida, ¿a qué conclusión debemos llegar? Lea el Sal 73
(especialmente v.4-9 y 17-19, 27).

25 de Octubre (Heb 12:12-29) ‘Una Exhortación a la Perseverancia’

Lamentablemente, las luchas por las que los creyentes hebreos habían pasado –
tanto la persecución humana (Heb 10:32-34), como la disciplina divina (Heb 12:5-
11), lejos de hacerles correr bien la carrera cristiana (v.1), les había dejado con “las
manos caídas y las rodillas paralizadas” (v.12). El autor tiene que animar a los
creyentes judíos a hacer un nuevo esfuerzo por vivir la vida cristiana (v.12a), y
enderezar su camino (v.13a). Les da ciertas exhortaciones específicas:

i. Vivan en paz unos con otros (v.14a).


ii. Procuren una vida de santidad (v.14b).
iii. No permitan que el resentimiento (contra Dios o los hombres) produzca
en ellos una “raíz de amargura” (v.15).
iv. Dejen las cosas de la ‘carne’ – sea la fornicación sexual o la glotonería
(v.16-17).

Los creyentes a quienes esta carta fue dirigida originalmente, estaban siendo
tentados a dejar el cristianismo, y volver al judaísmo. Por eso el autor hace un
contraste dramático entre la experiencia del pueblo de Israel, al pie del monte Sinaí
(v.18-21), y la experiencia de la Iglesia, representada por el monte Sion, la Nueva
Jerusalén (v.22-24). Ver Gál 4:21-31. La revelación de Dios dada a Moisés
asustaba y amenazaba con muerte; la revelación en Cristo alegra y promete vida
eterna. Sin embargo, si rechazamos el evangelio de Cristo, sólo nos queda una cosa
– el juicio devastador de Dios (v.25-29).

Por eso, el autor anima a los creyentes hebreos (¡y a nosotros!) a hacer ciertas cosas
específicas:

- Tener un corazón agradecido a Dios (v.28).


- Servir a Dios (v.28).
- Agradar a Dios “con temor y reverencia” (v.28).

REFLEXIÓN: Si la disciplina de Dios tiene como meta producir el “fruto apacible de


justicia” (v.11), ¿por qué en este caso, había producido una parálisis
espiritual (v.12), y estaba amenazando con desviar a los creyentes del
camino correcto (v.13), generando una raíz de amargura en ellos
(v.15)? ¿Tendrá algo que ver con lo que leemos en el v.25? La
disciplina de Dios sólo nos ayuda si es que nos sometemos a ella, y
aprendemos a ser “ejercitados” por ella (v.11b). Si la resistimos
(‘desechamos’, v.25), entonces no nos beneficiará espiritualmente.

21
26 de Octubre (Heb 13:1-25) ‘Deberes Cristianos’

El autor termina su carta con una serie de exhortaciones acerca de los deberes de un
creyente; exhortaciones pertinentes al contexto de los creyentes hebreos, pero de
validez universal.

i. Ámense los unos a los otros (v.1), practiquen la hospitalidad (v.2), y


visiten a los creyentes encarcelados (v.3). En otras palabras, ‘vuelvan al
primer amor’ (Apo 2:4-5), porque antes hacían estas cosas (ver Heb
10:24-25 y 33b-34).

ii. Honren el matrimonio (v.4a), dejen todo pecado sexual (v.4b, y apártanse
de la avaricia (v.5).

iii. Traten bien a sus líderes (“pastores”) – honrándolos (v.7a), siguiendo su


ejemplo (v.7b), y sometiéndose a ellos (v.17).

iv. No se dejen desviar por enseñanzas falsas (v.9), especialmente del


judaísmo (v.10-11). Más bien, deben estar dispuestos a dejar el
judaísmo, como Cristo lo hizo (simbólicamente) cuando salió de la ciudad
de Jerusalén para salvar a Su pueblo (v.12-14).

v. Ofrezcan a Dios constantemente un sacrificio de alabanza (v.15). Ese


sacrificio debe ser de labios (v.15b) y de buenas acciones (v.16).

Aunque el autor les exhorta a hacer todas estas cosas, él mismo sabe que solos no lo
pueden hacer; necesitan la ayuda de Dios. Por eso concluye con una doxología (una
alabanza a Dios), en la cual pide a Dios que los “haga aptos en toda buena obra…
haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él…” (v.21). De esta
manera Dios recibirá toda la gloria (v.21b).

El escritor pide sus oraciones (v.18), y también que lean la carta con paciencia
(v.22). Aunque no sabemos quién fue el autor de la carta a los Hebreos, es obvio
que conocía a Timoteo (v.23), y que escribe desde Italia (v.24b).

REFLEXIÓN: Si algún gran líder cristiano nos estuviera escribiendo, ¿qué cosas nos
exhortaría hacer? ¿Cuáles son nuestros puntos débiles en la vida
cristiana? Pidamos al “gran pastor de las ovejas” (v.20) que nos
‘pastoree’ personalmente, y que nos conduzca por ese buen camino
hacia la santidad.

22

Potrebbero piacerti anche