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Introducción.
Para dar respuesta a la pregunta en la cual se va centrar este ensayo, es necesario seguir
una ruta de pasos para poder responderle de forma lógica y ordenada.
Primero es necesario entender si la política en efecto tuvo un proceso de barbarización con
las dinámicas que nos describe Baricco en su texto; en segundo lugar es necesario
entender cómo la política se constituye como un bien de consumo y en tercer y último lugar
si en dado caso la política se barbarizo o no, cómo esto afectó la noción de política y las
dinámicas actuales con la que un ciudadano-espectador- consumidor (como lo define Sneth
en el texto), consume, percibe y actúa en la política.
Esto anterior con el fin de entender plenamente el proceso de barbarización en la política
entiendo esta como un bien de consumo y como se constituyó como tal.
Consumidor político .
en este aspecto y a forma de conclusión para este ensayo es importante entender cómo se
relaciona el ciudadano-espectador- consumidor, frente a todas estas dinámicas de
consumo político y ver cómo esto ha afectado profundamente a los gobiernos y en un caso
más concreto; aquellos que se fundamentan en el progresismo y como dichas dinámicas de
consumo generan una mala perspectiva de un gobierno progresista, que si bien cumple con
los objetivos estos no generan la satisfacción al electorado. Frente a las dinámicas del
ciudadano-espectador- consumidor vemos que se configuran de una forma en la que esté
se efectúa como un consumo pasional; nunca se está satisfecho siempre tiene que haber
un problema del cual la más pequeña diferenciación el dorado va a entrar resolver y esta
misma relación hace muy dificil el apoyo de la nación hacia el estado, cuando la relación
entre estos se da de una forma totalmente vertical e impositiva; además del constante
cambio en las leyes lo cual genera la creciente sensación de que el producto político
adquirido fue defectuoso por consiguiente hay que buscar uno más apto o lo
suficientemente diferente para que logre representar un interés particular sobre uno
colectivo. Esto exponiendo de forma tácita la clara problemática que el consumo político de
esta forma anteriormente descrita es algo sumamente contraproducente para las
democracias.