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Canadian Association of Latin American and Caribbean Studies

LA GRANJA: UNA PROPUESTA ALTERNATIVA DE COYUNTURA PARA EL AGRO


ARGENTINO (1910-1930)
Author(s): NOEMI M. GIRBAL DE BLACHA
Source: Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies / Revue canadienne des
études latino-américaines et caraïbes, Vol. 14, No. 28 (1989), pp. 71-115
Published by: Taylor & Francis, Ltd. on behalf of Canadian Association of Latin American
and Caribbean Studies
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/41799694
Accessed: 29-11-2017 15:41 UTC

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LA GRANJA: UNA PROPUESTA ALTERNATIVA
DE COYUNTURA PARA EL AGRO ARGENTINO
(1910-1930)*

NOEMI M. GIRBAL DE BLACHA


CONICET
Universidad Nacional de la Plata
Argentina

Resumen. Hacia mediados de la década de 1910 -período de apertura política y


malestar social en la Argentina- la economía agroexportadora local sufre desajustes,
producto de la Primera Guerra Mundial, las limitaciones de la expansión horizontal
agraria, el deterioro en los rindes, los altos costos de producción y desde fines de los
años 1920 el descenso sostenido en los precios graneros. El régimen de propiedad y el
sistema de tenencia de la tierra junto con la diversificación productiva para minimizar el
riesgo de la actividad rural son revisados entre 1919-1930. En ese período, la granja se
presenta como una alternativa consensual, como la unidad de producción más apta
para la región pampeana, que asentada sobre bases tradicionales -coexistiendo con el
latifundio- reúne las condiciones de modernización imprescindibles para permitir el
reacomodamiento sectorial a esas nuevas condiciones; al tiempo que persigue un efecto
de control social y la descongestión del proceso de urbanización. A estudiar las
características, grado de aplicación y condicionamientos de esta propuesta de
coyuntura para el campo argentino, que reflejan el grado de dinamismo del sector
agrario, se orientan los objetivos de este artículo.

Abstract. Halfway through the decade of 1910, the local agro export economy suffered
a number of difficulties which included limitations on agricultural expansion,
deterioration in yields and high costs of production, and, from the end of 1920, a steady
decline in grain prices. Between 1910 and 1930, changes occured in the system of
landholding and production was diversified. In this period, the family farm emerges as
a recognized alternative, as the unit of production most appropriate for the region of
the pampas. The family farm was presented as a form of agricultural organization with
roots in tradition- coexisting with the latifundia- and as capable of bringing together
indispensible requirements of modernization which would permit the accommodation
to new conditions, while producing effective social control and a slow down in the rate
of urbanization. The objective of this article is to examine the characteristics,
application and adjustments in this opportune proposal for the Argentine countryside.

Revue canadienne des études latino-américaines et caraïbes, vol.14, No.28: 71-115.

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Introducción

Hacia la década de 1880 la Argentina comienza a desdibujar su perfil


criollo, pecuario, pastoril, para dar paso a una Argentina moderna,
agropecuaria, «aluvional» -al decir de José Luis Romero- que
conforma su mercado nacional y se inserta en el ámbito internacional
como país proveedor de materias primas agrarias.
Varios factores internos y externos se conjugan para activar dicha
transformación. La tierra, símbolo de prestigio social y de poder
político, es el factor de producción que junto con la inmigración
masiva (agente de transformación socioeconomica por excelencia) y el
ferrocarril amplían la frontera agropecuaria al finalizar, en 1880, la
conquista del desierto encabezada por el general y futuro presidente
de la República Julio A. Roca. También por entonces (1882) se instalan
los frigoríficos por obra del capital británico, una industria que, unida
a los otros factores renueva la típica estancia pampeana de la primera
mitad del siglo XIX, consolida un alineamiento interno en el sector
ganadero (criadores e invernadores) y atrae desde principios del siglo
XX la inversión norteamericana en la industria de carne enfriada.

Estos efectos se suman a la extensión de la red ferroviaria


convergente hacia las ciudades portuarias de Buenos Aires y Rosario
y traen consigo la expansión de la agricultura cerealera, surgida
principio como subsidiaria de la ganadería. Completa el cuadro
esta situación un proceso colonizador poco exitoso e independien
del de la conquista de tierras en poder del indígena, que redunda
un fortalecimiento del latifundio, da origen a una agricultu
extensiva granera y forrajera asentada en el arriendo costoso
dinero y especies) y precario de la tierra, tornando vulnerable a un
de las bases de la economía argentina. Al mismo tiempo, la
inestabilidad del habitante rural contribuye a promover un
urbanización creciente y conflictiva1.
La consolidación del poder político, ya resuelto el antiguo problem
de la federalización de Buenos Aires (1880) y constituída a expen
de las autonomías provinciales una estructura electoral centraliz
de alcances nacionales (el Partido Autonomista Nacional), da
consistencia a la "paz y administración" positivistas sustentadas
el presidente Julio A. Roca y sus partidarios. Al amparo de un
coyuntura internacional favorable se produce una creciente inversi
del capital extranjero (en ferrocarriles, puertos, frigoríficos, etc.) y
activo comercio ultramarino vinculado a la demanda externa granif
y pecuaria, que sustenta la economía agroexportadora argentina

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medio de un sustancial descenso de los fletes marítimos.

Estos puntales del extraordinario crecimiento agropecuario en una


economía abierta elevan la extensión cultivada de 2.459.120 hectáreas
en 1888 a 26.676.003 hectáreas en 1930, pero muestran sus primeras
limitaciones hacia mediados de la década de 1910. Por entonces a los
efectos del estallido de la Primera Guerra Mundial que retrae el flujo
inmigratorio y de capitales y dificulta el embarque de cereales, por
falta de bodegas y debido a una ventajosa competencia canadiense y
de los Estados Unidos, se agregan otros condicionantes de índole
interna. Entre ellos merecen citarse: el límite de la expansión
horizontal agraria en la región de los cereales, los altos costos de
producción, los rendimientos fluctuantes, el progresivo malestar
social urbano-rural, la aguda crisis ganadera de posguerra y el
descenso sostenido en los precios de los cereales; los del trigo desde
1926 y un par de años más tarde los del maíz.
Estos factores producen, en conjunto, una retracción en las
ventajas comparativas de que gozara la cerealicultura argentina en su
etapa de expansión. Coincide con la apertura política que, con la
aplicación de la reforma electoral de Roque Sáenz Peña (1911-12),
conduce al frente del gobierno nacional, en 1916, a un partido político
de oposición al "régimen" y partidario de la pureza del sufragio. Este
partido, la Unión Cívica Radical (U.C.R.) que hasta 1916 había
favorecido la abstención, la intransigencia y la revolución, era
presidida en esos momentos por Hipólito Yrigoyen2 y representaba a
los sectores medios urbanos.

En torno al estado de la cuestión

Estos desajustes y tensiones que sufren la economía y la sociedad


argentinas merecieron y merecen la consideración de estudiosos
locales y extranjeros. A fines de la década de 1960, con reflejos de la
postura estructuralista cepalina (Comisión Económica para América
Latina) de los años de 1950, la pregunta nodal formulada por Roberto
Cortés Conde sobre el tema, gira en torno a si el "boom"
agroexportador no había sido "una oportunidad desperdiciada",
toda vez que no se previeron los mecanismos de diversificación
productiva ni la reinversión en el area industrial para asegurar un
crecimiento sostenido3.

En los años de 1970 dos economistas argentinos, Guido Di Telia y


Manuel Zymelman, prosiguiendo su planteo original de 1966 a partir
del esquema cíclico de W.W. Rosto w, califican y definen a la etapa

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1914-1933, como un ciclo de "demora" que "sufrió el proceso de
industrialización cuando el país parecía reunir ya todos los requisitos
económicos previos para el mismo"4. Este proceso ha sido
considerado sustancial en la intensidad del desajuste estructural
padecido por la economía de la República Argentina. Sin embargo los
autores no priorizan en su evaluación la dificultad o conveniencia
para reasignar recursos de la actividad agropecuaria, todavía en
proceso de modernización, hacia el aún incierto rubro industrial, sus
consecuencias indirectas de tenor sectorial frente a un mercado
interno limitado y su relación con las transacciones externas.
En esa misma década de 1970 también con perfiles económicos, no
tarda en surgir el planteo de Carlos Díaz Alejandro que pone en duda
la tesis de la "gran demora" para inclinarse por la definición de un
proceso de desaceleración del crecimiento en la Argentina entre 1914
y 1920. Este autor divide la etapa en dos subperíodos: uno de
depresión iniciado inmediatamente antes de la Primera Guerra
Mundial y otro de rápida recuperación y expansión entre 1917 y 1929.
Esta periodización se tratará de reformular y acotar en el presente
artículo, en lo atinente a la situación agropecuaria. La discusión se
extenderá a la explicación causal dada por este autor, quien
acertadamente sostiene que "1914-29 constituyó una oportunidad
desperdiciada por la política económica", atribuyendo su causa a que
"las autoridades no se dieron cuenta de que estaba llegando a su fin
una era"5. Una afirmación general que en el caso que nos ocupa no
contempla las denuncias y propuestas referidas a ese deterioro por
reconocidos protagonistas de la época, quienes si bien no se
pronuncian por un tiempo estimado de duración del mismo, sí
advierten sobre las limitaciones que presenta la agricultura extensiva
y sus efectos socioeconómicos, como se estudiará más adelante6.
La teoría de la dependencia, que gana terreno a fines de los años
1960 en respuesta a la deficiencias de la teoría de la modernización,
impregna con su análisis sociopolítico algunas de las respuestas de
esa década y de la de 1970, sometiendo a análisis un tiempo histórico
más amplio: 1880-1930. En algunos casos, respáldandose en ella se
evaluán, como lo hace Alfredo Pucciarelli, los efectos del capitalismo
agrario pampeano en la formación de una nueva estructura de clases
en la Argentina moderna7. En otros se la confronta con la realidad
interna y los factores locales condicionantes de la misma. Así lo
estudia Carl Solberg8. Por su parte Marc Blain realiza el estudio
comparado entre Canadá y Argentina, analizados como "fenómenos

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sincrónicos". Esta última tesis considera los efectos de la
dependencia externa y la vulnerabilidad que ella gener
economía triguera de estos dos países agroexportadores en su "r
regiones fronterizas del Viejo Continente"9. Pero, sustancial
se destacan las diferencias internas profundas que comprom
ambas sociedades y que son capaces de engendrar dos fenóm
intensidad comparable en tanto economías cerealeras de expo
de alto dinamismo, más allá de las analogías cuantitativa
similitudes de coyunturas. Esas diferencias se centran,
hábilmente refiere Blain, en los sistemas de comercialización y
especialmente en el rol diferenciado que juegan las clases dir
en uno y otro país, capaces de generar un "paisaje social" di
Una afirmación que lleva al autor a concluir que la olig
terrateniente y ganadera argentina, poco comprometida
actividad agrícola y en complicidad con el Estado no buscó en
optimizar la economía triguera, ni tampoco se preocupó por per
el acceso de los chacareros a la propiedad de la tierra, cerrándol
ello, el camino al poder político y económico y conspirando
una sólida organización de los agricultores. Esta evaluaci
compartida en su esencia para todo el período, exige una
diferenciación para los años 1920, una mayor precisión del espectro
socio-rural pampeano y del papel jugado desde 1912 por la
Federación Agraria Argentina, institución representativa de las
aspiraciones chacareras en el sector agrario local.
Con menor frecuencia, algunos estudios aparecidos en los inicios
del decenio de 1980, como los de Platt, D.M.C.10, presentan una
visión internista y urbana del crecimiento económico argentino, fijan
su atención en la etapa del "boom" agropecuario (1880-1914),
reevalúan el rol del capital nacional en dicha expansión y
interpretación y explicación del desarrollo económico de America
Latina en el siglo XIX. Esta afirmación dará origen a un ilustrativo
debate en el transcurso de ese mismo año de 198011.

En otros casos más recientes, el centro de interés gira en torno al


conjunto de opiniones relevantes de protagonistas del período de
expansión agropecuaria argentina. En tal sentido Tulio Halperin
Donghi postula las limitaciones y aún la crisis de la agricultura a partir
de 1894 y enuncia "una suerte de teoría contestataria del progreso
indefinido"12, hablando de un deterioro en la economía argentina que
se torna crítico en tiempos de acotamiento para los cultivos extensivos
tradicionales de la pampa húmeda. Los cambios en la economía y el

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comercio mundiales en la década de 1920 como producto de la
Primera Guerra Mundial, refuerzan el proteccionismo y constituyen
para otros analistas del tema, asuntos de gravitación directa en la
determinación de las políticas internas para economías abiertas, como
el caso de la Argentina. Arturo O'Connell13 es uno de los
representantes de este enfoque externalista del problema, que se
contrapone a otro de última aparición, donde se privilegian períodos
de tiempo más prolongados para explicar ese proceso de la economía
local a partir de la formación y caracterización de la clase dominante.
En este caso se brinda, como hace Jorge Sàbato14, una interpretación
sustancialmente internista del asunto.

Estas explicaciones reseñadas, con matices que privilegian variables


de análisis internas o externas según los casos, no siempre se
detienen a estudiar con especificidad si más allá de los guarismos
económicos generales determinantes del crecimiento global para el
período 1910-1930, la "gran demora" (incluidos sus perfiles
sociopolíticos) alcanza su expresión más nítida dentro del propio
sector agropecuario. Esta consideración es importante ya que a nivel
microeconómico, éste es caratulado como núcleo importante de
estrangulamiento de la economía. Se estima que los precios relativos
de sus productos son ineficaces para promover la reasignación de
recursos en relación con una tenencia concentrada de tierra y un bajo
nivel tecnológico, frente a una mano de obra barata y de alta
movilidad15. Es preciso asumir ese planteamiento y preguntarse por
aquellas razones que brinden una respuesta alternativa y capaz de
ampliar las explicaciones aqui consideradas. Es conveniente conocer
si se presentan o no propuestas formales desde la órbita del "poder"
agropecuario para aumentar su eficiencia y superar el deterioro en el
campo, y, en caso de obtener una respuesta afirmativa, conocer de
qué tipo y en qué grado se aplican esas proposiciones. Es necesario,
en consecuencia, reflexionar acerca de las motivaciones de la actitud
asumida por los actores sociales del agro pampeano y, por extensión,
insistir en un planteo que se encuentra todavía en discusión: el grado
de dinamismo del sector agrario argentino.

Planteo de la problemática
En su obra postuma sobre las praderas y las pampas, un estudio
comparativo de la política agrícola en Canadá y Argentina entre 1880
y 1930, el historiador Carl Solberg16 al referirse a los patrones o
modelos de la misma durante los primeros treinta años de este siglo,

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define a la década del veinte como una etapa enmarcada por la
tradición y la innovación en países exportadores de productos
agropecuarios, como lo son los que aquí se mencionan.
La readecuación en los roles protagonistas de la expansión agraria
argentina: Estado, chacareros y terratenientes17, para ajustarse a las
nuevas condiciones ya enunciadas, presenta bases tradicionales
conjugadas con matices nuevos. Además de aquellos que Solberg
considera18, la granja parece presentarse como el más nítido
exponente de esa realidad agraria pampeana desde mediados del
decenio del Centenario.

El presente estudio centra el análisis histórico en dicha propuesta,


que en la región cerealera sintetiza aquellos perfiles y en principio
alcanza el consenso necesario de parte de todos los sectores
vinculados a la actividad rural, como para convertirla en el prototipo
de la nueva realidad agrícola de los años de 1920. La granja se anuncia
como una alternativa que sin renegar de la bases tradicionales, es
decir, las de la agricultura extensiva de los años de 1880, reúne las
cualidades de renovación imprescindibles para permitir el
reacomodamiento sectorial a las nuevas condiciones coyunturales del
sistema económico y de la realidad agropecuaria regional.
La promoción de la granja, unida a un replanteo del rol de la mujer
en el medio rural y a un mayor confort del hogar agrícola, es
presentada como la unidad de producción más adecuada para
minimizar el riesgo de la empresa agraria. Una reforma que era
necesaria para aumentar la diversificación productiva, arraigar la
población en el campo, convertir al agricultor en propietario en áreas
cercanas a los centros urbanos y, en coexistencia con el latifundio
predominante, desactivar la cuestión social y mejorar las prácticas
culturales para lograr un incremento en los rindes cerealeros y reducir
los costos de producción. Estas dos últimas se estiman condiciones
necesarias para competir ventajosamente en un mercado externo
retraído durante la Guerra y con oscilantes precios graneros,
especialmente, al promediar la década de 1920.
La hipótesis de trabajo a confrontar sostiene, en consecuencia, que
la granja, aún con sus limitaciones de arraigo en el campo argentino,
resulta la expresión más genuina y consensual a nivel regional, del
compendio entre tradición e innovación al que se refiere Solberg. Una
alternativa que concilia intereses diversos, viejos y nuevos principios
de la economía y de la sociedad agraria argentina. Una manifestación
concreta, que augura una posibilidad cierta acerca de la adaptación a

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las condiciones socioeconómicas vigentes y de la capacidad
empresaria de los grandes productores rurales, que implica al aparato
estatal y que intentarán imitar los pequeños y medianos
productores19. La enunciación de las condiciones agrícolas de esta
región cerealera-ganadera a partir de los años de 1910, una evaluación
de la evolución temporal y de las características de las diversas
propuestas emergentes en torno a la granja y una abundante
literatura de época sobre el tema, brindarán el material instrumental
básico para abordar la problemática en estudio.

La realidad agrícola
El sistema de tenencia de la tierra con notable predominio del
arrendamiento en la región de la pampa húmeda (véase él Cuadro 1), la
agitación social rural que, en relación con los altos cánones de
arriendo tanto como con la inestabilidad de la permanencia en la
tierra arrendada, se desata en 1912 en Alcorta (Santa Fe) y, unido a
ambas, el aumento progresivo en los costos de producción, el
deterioro en los rindes y más tarde, la baja internacional sostenida en
los precios de los granos, conforman en conjunto y a grandes rasgos
las características esenciales de la realidad agrícola de la pampa
húmeda entre 1910 y 1930.
En la región cerealera y pecuaria argentina por excelencia, donde el
proceso de conquista de la tierra en poder del indígena es
independiente de la colonización posterior, los valores de la tierra
apta para la producción agropecuaria son altos. Al promediar la
década de 1880, en tiempos de "apogeo y crisis del liberalismo"
resultan directamente influidos por la especulación20. No es difícil
comprender, entonces, porqué la inmigración que llega masivamente
al país, como mano de obra abundante y barata operando la
transformación socioeconómica argentina encuentra dificultades para
convertirse en proprietaria de la tierra que trabaja. La mestización y
diversificación ganadera que cobra auge a partir de los años de 1880,
con destino principal al frigorífico obliga a mejorar las pasturas y
expande la invernada. Esta situación y la renta diferencial del suelo
generalizan el sistema de arrendamientos como base de la expansión
agraria que organiza la producción a partir del uso extensivo de la
tierra.

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Cuadro I. Tendencia de la tierra, región pampeana (1899-1911)

Buenos Aires Santa Fe Entre Ríos Cordoba Pampa Central


(Sobre Total 1899/ 1910/ 1899/ 1910/ 1899/ 1910/ 1899/ 1910/ 1899/ 1910/
de chacras) 1900 1911 1900 1911 1900 1911 1900 1911 1900 1911
% propietarios 39,08 28,92 29,31 35,64 61,44 42,46 39,25 28,66 - 25,43
% arrendatarios 51,52 59,36 41,89 54,59 25,70 42,19 36,35 57,39 - 62,08
% medianeros 8,50 11,72 18,80 9,77 12,86 15,35 24,40 13,95 - 12,49

Fuentes: Lahitte, Emilio, Datos estadísticos. Cosecha 1899-1900, Buenos Aires, 1900, p.V.
Ministerio de Agricultura de la República Argentina. Dirección de Estadística Agrícola
y Economía Rural, Estadística agrícola 1910-1911, Buenos Aires, 1911, p.28 a 30.

Las tierras más productivas, de alta rentabilidad agrícola y


destinadas a ganadería de invernada, son las que registran una mayor
consolidación del arrendamiento en especie (aparcería), en efectivo o
mixto. Las condiciones son onerosas para el colono agricultor y la
duración de los contratos es breve. Este sector agrario en sus distintas
categorías, activo agente del "progreso" agropecuario de la región
pampeana pero no siempre partícipe pleno de sus beneficios, es el
que protagoniza en 1912 el ya mencionado "Grito de Alcorta" en
Santa Fe, con ramificaciones en provincias vecinas. El momento es
propicio porque se da el fracaso de la cosecha de maíz en el año
agrícola 1910-11 y la baja en el precio de este grano, factores que
actuán como los detonantes del movimiento que se propaga en una
zona de alta difusión del arrendamiento, maicera, donde por las
características de sus agricultores con escasos recursos, resulta difícil
cumplir con las condiciones estipuladas en las cláusulas
contractuales. Disminución del canon de arriendo y mayor duración
de los contratos para asegurar sus condiciones de arraigo, son los
reclamos principales de los arrendatarios movilizados, quienes desde
entonces expresarán sus reclamos e intentarán ampliar su ingerencia
en la toma de decisiones a través de la organización que los nuclea: la
Federación Agraria Argentina21.
A este conflicto entre propietarios y arrendatarios, se añade desde
mediados de la década de 1910 y en coincidencia con el estallido de la
conflagración mundial un estancamiento en la superficie sembrada, la
cual se sitúa hasta mediados de los años 20 en torno a los 22 millones
de hectáreas. A estas restricciones se añaden las oscilaciones con
tendencia al descenso en la superficie correspondiente a cereales, un
producción oscilante de granos durante la guerra con su tope m
bajo en 1916-17, un aumento progresivo en el cultivo de alfalfa
alcanza su tope máximo en 1921 siguiendo la evolución ganader
vacuna y un considerable descenso en los volúmenes de gran

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exportados ante la falta de bodegas y la inseguridad generada por la
coyuntura bélica. Esta situación se suma a una eficiente competencia
de Canadá y los Estados Unidos en el mercado granero y complica las
limitaciones internas. ( Véase el Cuadro 2.)

Cuadro 2. Porcentual sobre el área total sembrada de cereales, lino, alfalfa y forrajera
(1910-1930)

Cereales y lino Alfalfa y otras forrajeras

Año Hectáreas % Hectáreas %


1910/11 11.889.626 65^0 5.400.580 29^5
1911/12 13.101.133 66,1 5.630.100 28,4
1912/13 14.010.073 67,1 5.834.330 27,9
1913/14 14.093.970 64,3 6.635.450 30,7
1914/15 13.626.315 61,4 7.373.400 33,3
1915/16 13.605.995 61,0 7.525.250 33,7
1916/17 12.708.035 59,7 7.619.000 35,5
1917/18 13.732.390 59,7 8.052.805 35,1
1918/19 13.185.715 58,8 8.073.270 36,0
1919/20 13.452.815 58,5 8.366.850 36,4
1920/21 12.483.570 56,3 8.443.500 38,2
1921/22 11.537.875 54,4 8.502.300 40,1
1922/23 12.971.690 58,8 7.924.734 35,9
1923/24 14.138.167 60,7 7.951.270 34,1
1924/25 15.056.075 66,6 6.135.800 27,2
1925/26 16.474.419 68,9 6.021.500 25,2
1926/27 16.968.011 70,7 5.596.543 23,3
1927/28 17.737.451 72,0 5.449.700 22,1
1928/29 19.338.854 72,8 5.841.013 21,9
1929/30 19.449.625 72,8 5.755.150 21,6

Fuente: COMITE NACIONAL DE GEOGRAFIA (1914), An


Buenos Aires, Pubi. Oficial, p. 207.

Durante la posguerra y hasta el fin de la déca


de las exportaciones de trigo se mantiene os
hasta 1924 y en ascenso hasta el final del decen
un progresivo descenso, primero para el tri
del promedio anual más alto de 1920: $ 22,17 lo
para el maíz (después del promedio anual m
1917: $ 10,07 los 100 kg.) ( Véase Cuadros 3 y 4)
suman los rindes ondulantes con tendencia
los comienzos del siglo XX, y un aumento en l
relacionado con la vigencia de guarismos sost
después del alza acaecida durante el conflicto. L
registran el ejemplo más acabado y es e
promueve desde el sector de los productores ag

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Cuadro 3. Trigo

Producción Rendimiento Precio (año calendario)


Año (Ton.) (Kg. por hect. (m$n por 100 Kg.)
sembrada)

1910/11 3.974.520 636 8,27


1913/14 2.850.123 434 8,83
1916/17 2.289.421 352 16,13
1919/20 5.904.575 838 22,17
1920/21 4.249.287 699 16,72
1921/22 5.198.556 902 12,23
1922/23 5.329.995 810 11,71
1923/24 6.744.276 970 12,80
1924/25 5.201.979 722 14,31
1925/26 5.202.062 670 12,20
1926/27 6.261.624 803 11,31
1927/28 7.683.000 918 10,50
1928/29 9.449.716 1.030 9,68
1929/30 4.424.628 534 8,79
1930/31 6.321.836 734 5,56

Fuente : COMITE NACIONAL DE GEOG

CUADRO 4. Maíz

Producción Rendimiento Precio (año calendario)


Año (Ton.) (Kg. por hect. (m$n por 100 kg.)
sembada)

1910/11 703.000 219 5,02


1913/14 6.684.000 1.610 5,07
1916/17 1.494.600 412 10,07
1919/20 6.571.000 1.984 9,01
1920/21 5.853.000 1.788 8,64
1921/22 4.475.000 1.506 8,10
1922/23 4.473.260 1.408 8,82
1923/24 7.030.000 2.046 9,51
1924/25 4.732.000 1.276 9,23
1925/26 8.170.000 1.901 6,46
1926/27 8.150.000 1.900 6,45
1927/28 7.915.000 1.821 8,53
1928/29 6.411.529 1.339 8,11
1929/30 7.128.068 1.262 5,61
1930/31 10.660.000 1.912 3,94

Fuente : COMITE NACIONAL DE GEOGRAFIA

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CUADRO 5. Cereales-costos. Aumento en el precio del transporte de granos por
ferrocarril

( 1913-30 ) (promedio por ton., por 200 km.) (m$n)

Especie 1913 1930 % de aumento


trigo 5,49 8,63 57
lino 6,40 11,19 74
maíz 4,64 7,21 55

Costo medio de la maquinaria e

Elemento 1913 1930 % de aumento

arado 2 rejas
4 pulgadas 160 335 109
semb. trigo 320 800 150
espigadora 800 1.500 87,5
varios 1.600 3.000 87,5
rodados 1.100 2.000 81

Fuente : FEDERACION AGRARIA


subcomisión de producción, Rosario,

Frente a esta compleja situa


productores se promueven co
siembra y recolección, en la
envase, en el sistema de venta
Mientras tanto el malestar
agudiza. El año 1919, que regi
urbano22, es prolífico en hue
que pone en guardia a la élit
argentino para contrarrest
proceso de urbanización crecie
La propuesta de la gran burg
organización y orientación d
cultivos, a la mejora y adec
minimizar los riesgos de la em
promotora del agricultor pr
urbanos y estaciones de ferroc
de los medios que tiendan a brindar mejores condiciones
habitacionales al productor rural. Estas son las proposiciones a las
cuales visualiza como medios para arraigar la población en el campo y
desactivar huelgas y agitaciones urbano-rurales, asegurando al
mismo tiempo la mano de obra necesaria para hacer realidad el lema
ruralista: "cultivar el suelo es servir a la patria". Para lograrlo habrá
de emprender una activa campaña en favor de la granja, unidad de
producción ideal para los fines que se pretenden, sin modificar

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sustancialmente el sistema vigente de tenencia de la tierra. Con ella
da muestras de la evolución ocurrida en la estancia pampeana
respecto de la de mediados del siglo XIX y que los factores influyentes
en el éxito de la empresa agraria no se vinculan ya, necesariamente,
con el aumento en la extensión de la superficie productiva25.
En la propuesta del sector quedan comprometidos el Estado, los
chacareros y los más importantes sectores de opinión vinculados a la
ciencia agraria. Las características de la granja que se pretende alentar
en la región cerealera, las ventajas que cada uno de los actores
mencionados advierte en su difusión, el rol que debe desempeñar la
mujer para asegurar el éxito del proyecto y la necesidad de que esta
suma de factores redunde en mejores condiciones para el habitat del
productor rural en procura de su arraigo al campo, son los asuntos
nodales que se analizan a continuación.

La granja: una propuesta conciliadora de intereses


Características de la granja
La caracterización de la granja admite una definición lo
suficientemente amplia como para resguardar las bases
tradicionalmente imperantes en la cerealicultura pampeana. Se
adecúa a las nuevas circunstancias internas e internacionales con la
cual se torna admisible para los distintos sectores sociales
relacionados con la producción agraria.
En 1902, siguiendo los propósitos de la investigación parlamentaria
nacional de 1896, se resuelve elaborar un diagnóstico agrario a nivel
nacional, con la colaboración de especialistas, cuya coordinación
compete al ingeniero Carlos D. Giróla. La publicación parcial de sus
resultados en 1904 parece coincidir, en cuanto a la organización de la
agricultura de la region pampeana como predominantemente
especializada. Si bien se acepta, entonces, que la especialización es
una práctica racional26, se duda de que pueda tener éxito generalizado
y por lapsos prolongados. Más allá de reconocer la necesidad de la
explotación mixta, desde fines del siglo XIX la crítica principal al
sistema monoproductor está referida a la mengua de utilidades
vinculada al agotamiento del suelo y a la suerte de la cosecha. Estos
factores se estiman como los agentes directos de la precaria situación
del chacarero. La rotación de cultivos en la chacra (100 hects.), por
razones culturales y de economía surge como una necesidad
impostergable.

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El ingeniero agrónomo Hugo Miatello, a cargo de esta investigación
agrícola en Santa Fe, destaca y difunde las ventajas de la chacra
mixta. Adjunta balances comparativos para una unidad de
producción de 100 hectáreas cultivada solo con trigo y lino, y otra con
éstos, maíz, papas y alfalfa, ya sean explotados por propietario,
arrendatario o mediero. En los dos primeros casos las utilidades
aumentan alrededor de un 100% en el caso del mediero evita las
frecuentes pérdidas que agobian su presupuesto.
Ya entonces Miatello vislumbra esta transformación de la chacra,
como un paso previo para su conversión "en una granja propiamente
dicha, con todos sus detalles y anexos"¿ Cómo define a esta unidad
de producción? Aquella donde se dedique parte de sus actividades a
la cría de ganado, para que pueda tener buenos animales para el
laboreo y para vender todos los años de novillos gordos sus lecheras
para la fabricación de queso y manteca". Espera, además, que el
agricultor críe algunos cerdos, que tenga corral, plante frutales,
verduras, legumbres, árboles de sombra y para leña, con destino al
autoabastecimiento y la provisión al mercado local de consumo27.
La combinación racional y práctica de la agricultura con la
explotación ganadera a través de la granja y como un medio para
modernizar la estancia, intenta resolver paulatinamente los
problemas del cultivo sin abono, del fraccionamiento del latifundio y
"el otro gran problema, que es el de poblar los campos sin formar pueblos
de la manera más sólida"28. Una doble misión socioeconómica que
debe cumplir la granja y que se presenta como un férreo argumento
para contrarrestar el malestar social y sus efectos.
Al amparo de estas nuevas propuestas para el agro se impulsa, aún
privadamente, la difusión de la enseñanza agropecuaria. "La granja
es una escuela y al mismo tiempo una gran industria extractiva y
transformadora", se afirma desde el Ministerio de Agricultura de la
Nación durante la Asamblea General de delegados de la Asociación
de Maestros Bonaerenses en diciembre de 1914. Es un intento por
impulsar la formación del agricultor y su familia para incrementar el
"coeficiente económico" de su educación e instrucción con sentido
rural, dice el agrónomo regional y profesor Sebastián Godoy29.
En 1916 es el ingeniero e inspector de investigaciones agrícolas
Roberto Campolieti, quien hace afirmaciones más terminantes. Se
refiere a "la pobreza de la vida rural" en sus diversos aspectos
(técnica, ideológica, financiera, etc.) como una traba al "progreso de
la agricultura nacional" y a la "fatal necesidad" de procurar la

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promoción de la chacra mixta con su "influencia social en la
colonización"30.

En julio de 1918 como una contribución a la solución de los


problemas surgidos frente a la Guerra y la "necesidad de una
agricultura racionalmente conducida", surge la publicación mensual
"La Granja ". Desde sus páginas colaboran en el tratamiento del tema
central varios ingenieros agrónomos que desempeñan la función
pública (Arturo Pimentel, Juan F. Baldassarre, José M. Huergo,
Conrado M. Uzal, A.C. Tonnelier, entre otros). Desde aquí
promueven la explotación mixta como un paso previo a la
generalización de la granja sobre la base del colono propietario que
incentive la radicación efectiva de la población rural31. Por entonces
Hugo Miatello (h) insiste en la necesidad de reorganizar la agricultura
y dar estabilidad al agricultor que debe ser propietario. Su propuesta
es que una parte, aunque sea mínima, de la chacra sea transformada
en granja para que el pequeño productor rural vea "asegurado y
remunerado su trabajo y tranquilizado su espíritu. Adjunta entonces
un proyecto de organización granjera que se adapta a la capacidad
financiera del chacarero, a sus conocimientos y a sus iniciativa32.
Minimizar el riesgo de la empresa agrícola, obtener el máximo de
rendimiento diversificando los cultivos y asociándolos más
íntimamente con la explotación ganadera, es la consigna en esta etapa
crítica para la producción agraria extensiva.
Los propietarios de tierras, interesados en la propagación de la
granja también aportan sus ideas y proyectos para distintas
superficies: en 120 hects., donde las cosechas que se levantan son
destinadas a la alimentación y engorde de los animales que se venden
en breve plazo; en 30 hects., explotación basada esencialmente en la
produccción de leche, huevos, aves, muy cercana a un centro de
población para comercializar diariamente sus productos; en 4 hects.;
ubicada en condiciones similares a la anterior y dedicada
preferentemente a la producción hortícola y avícola33. A partir de los
años veinte, la necesidad de transformar las chacras en granjas para el
agricultor es una idea bastante generalizada en las distintas áreas de
los sectores público y privado. Se procura con ello convertir en
realidad los objetivos enunciados.
En mayo de 1923, después del crítico año de 1919 y en medio de la
crisis ganadera de posguerra, el socio y ex presidente de la Sociedad
Rural Argentina y primer Ministro de Agricultura de la Nación,
doctor Emilio Frers, y el ingeniero agrónomo y Director Honorario del

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Museo Agrícola de la Sociedad Rural Argentina, Carlos D. Giróla,
coinciden en definir a la granja como sinónimo de la chacra que debe
predominar en el campo argentino como "institución agrícola
independiente". Le asignan una importante función socioeconómica
en la resolución de la crisis agraria. Al decir de Frers y de la Sociedad
Rural Argentina, "la granja es una casa de campo con huerta, caserío
y establo", con "industrias menores" anexas: horticultura,
fruticultura, cría de aves, abejas, conejos, cerdos y lechería34. Para los
ingenieros Giróla y Pedro Pagés (criador y socio de la S.R.A.) la
"chacra-granja", como la llaman, es el medio más eficaz para
aumentar el rinde del trigo y valorizar la propiedad. Traen a colación
el ejemplo canadiense para avalar la prédica. Pedro Pagés ve en la
granja un campo de experimentación del cultivo intensivo, de la
selección biológica de semillas y un medio para que el estímulo oficial
se canalice hacia el productor35.
La granja es "una explotación compleja que dedica su terreno a la
producción más intensiva posible, efectuando cultivos, explotando
ganados y transformando industrialmente sus productos vegetales y
animales cada vez que así convenga para aumentar sus beneficios"36.
La venta directa del producto, una contabilidad prolija para una
buena dirección financiera del establecimiento y el conocimiento de
las tareas que la caracterizan, son los elementos que tornan
necesariamente complementaria la función del agrónomo y la
instrucción de la mujer para acompañar al granjero. Una
manifestación de que factores diversos a los de la etapa del "boom"
agrícola influyen ahora en la empresa agraria de la región pampeana y
que se tiene conocimiento de las limitaciones agrícolas por parte de
los protagonistas que actuán en el campo argentino.
En la segunda mitad de esta década, cuando a los factores internos
mencionados se suma el descenso sostenido en los precios
internacionales de los granos, la "granja o chacra mixta es vista como
la práctica obligada para dar mayor seguridad al productor mediante
la policultura. Una solución posible frente a "una serie de problemas
que el país necesita resolver: población de la campaña, latifundios,
caminos, etc37. Sólo con la explotación mixta que representa la granja
es posible producir barato, condición necesaria para que nuestros
granos puedan competir ventajosamente en el mercado externo. Más
allá del agricultor propietario o arrendatario, se piensa entonces que
los conocimientos emanados de la ciencia agronómica deben primar
en la empresa rural como un medio de reacción contra las prácticas
rutinarias38.

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Con el paso del tiempo las precisiones respecto de la granja son
mayores y su conceptualización se impregna de un fuerte tinte
político. No sólo se la compara con un establecimiento
agrícola-ganadero modelo dirigido técnicamente y se la identifica con
"una extensión de campo más bien reducida" sino que se la define
como una práctica correctiva del empirismo y la rutina característicos
de la agricultura local. Se la define como toda una "organización
social", ubicada en las proximidades de las grandes ciudades donde,
se sostiene, deben desaparecer los latifundios. Se la estima como uno
de los modelos más idóneos para hacer producir los campos que no
sean necesarios para la ganadería y hay quienes la evalúan como
imprescindible para afrontar, a la manera italiana, la "gran batalla del
grano"39.

La propuesta de terratenientes y chacareros


La agudización de los conflictos sociales urbano-rurales durante 1919
como una complejización de los ocurridos en tiempos del Centenario,
el caracter anárquico atribuído a los mismos, los desajustes internos
de la producción agraria, las alternativas derivadas de la Primera
Guerra Mundial y, luego, la crisis ganadera de posguerra, actúan
como factores que promueven dentro de la Sociedad Rural Argentina
(entidad que nuclea a los terratenientes y grandes ganaderos) la
prédica en favor de: la organización y orientación agrícola, la
selección de semillas, la explotación mixta a través de la granja, la
mejora en las prácticas culturales. El objectivo es aumentar los
rendimientos cerealeros al tiempo que se reducen los costos de
producción, se fomenta la horticultura, y se procura generalizar la
enseñanza en el hogar agrícola para mujeres y la difusión del
agricultor pequeño propietario en coexistencia con el latifundio. Estas
propuestas encuentran eco en el conjunto del empresariado argentino
durante la Primera Conferencia Económica Nacional que se celebra en
Buenos Aires para analizar los efectos del fin de la situación bélica
mundial40. El régimen de arrendamientos y de la gran propiedad
generalizados se ponen en tela de juicio. Se los considera válidos para
un período de expansión de la agricultura extensiva pero impropios
para tiempos de desajustes económicos, se dice que limitar la
producción (cuando la calidad se impone a la cantidad) y que acerrca
tensión social41. El sector retoma algunas de las propuestas que varios
de sus miembros sostuvieran en los albores de la década de 1910,
individualmente y a nivel institucional, desde un grupo de opinión
no partidario: el Museo Social Argentino42.

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La granja es sinónimo de explotación mixta especializada, aunque
algunos grandes propietarios la utilicen ocasionalmente para burlar la
ley de arrendamientos 11.170 de 192143. Esta concepción del problema
agrario también es aceptada por los chacareros nucleados en la
Federación Agraria Argentina. Durante los años 20 y para abaratar
costos, aumentar rindes e incrementar beneficios, éstos promueven,
junto con sus reclamos por una ley contractual agraria y la posesión
de la tierra para quien la ocupa y la trabaja, la reducción en la
extensión de la chacra, unida a la cooperación y al mutualismo. Se
pronuncian en favor de la "chacra mixta" para minimizar el riesgo
del productor44 y evitar el éxodo de los agricultores hacia la ciudad
con los "peligros gravísimos de orden social y económico" que
entraña el proceso de urbanización creciente45.
La culminación de la renovada prédica de los grandes propietarios
agropecuarios alcanza su punto más destacado en 1923. Se vive
entonces en plena crisis ganadera. En la Sociedad Rural Argentina la
gestión del criador Pedro Pagés patrocina la granja y su función
social. Es el 7 de mayo de ese año, en la conferencia pronunciada por
el ganadero, ex presidente ruralista, ex funcionario y miembro del
Museo Social Argentino: doctor Emilio Frers, al celebrarse la Primera
Exposición de Granja y Anexos organizada por la Sociedad Rural
Argentina, cuando se precisa y conjuga con más claridad la
concepción de este sector socioeconómico sobre las ventajas para
difundir la granja como unidad de producción más adecuada a la
economía agroexportadora argentina "sin caer en el parcelamiento
excesivo".

Tres son las funciones esenciales que aquélla cumple, al decir de


disertante y vocero de la entidad: político-social, económica
éticosocial. En el primer aspecto la granja resulta la expresión típi
de la pequeña propiedad (no más de 100 hects.), del trabajo libre
cumple en tal sentido una función democrática, en tanto asegura
propiedad individual mediante la "democratización del suelo" com
se ha hecho en los Estados Unidos. Al mismo tiempo contrarresta "la
socialización comunista de la tierra", aún si se asienta sobre tierra
arrendada, siendo el ejemplo más típico aquí citado la "farm"
inglesa. El objetivo es estabilizar, se dice, a 50.000 arrendatarios
agricultores de cereales que se calcula existen en el país y que
producen por valor de $ 400.000.000 anuales, término medio.
La prédica contra el latifundio "aliado del desierto" y "enemigo a
su vez de la población" completa la idea de renovación y racionalidad

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frente a las nuevas condiciones imperantes. La misma es suscripta
por la entidad representante de la gran burguesía agraria y coincide,
aunque por motivaciones diferentes pero no opuestas, con el discurso
de la Federación Agraria Argentina46.
Desde el punto de vista económico el latifundio es visto, ahora,
como un obstáculo al "progreso agrario", sobre todo cuando es
improductivo. Se lo define como una rémora que debe ser combatida
legal e impositivamente, pero fundamentalmente, arraigando
población, mediante la "colonización pobladora" que asegure la
expansión granjera. Desde el punto de vista ético-social, la granja
simboliza "la domesticidad del trabajador rural", es "el seguro de la
civilización" y representa el buscado arraigo a la tierra sin generar
contradicción con los principios esenciales tradicionalmente
sostenidos por el sector47.
La acción en favor del proyecto granjero no significa en todos los
casos renegar de la gran propiedad, como lo es para el sector
nucleado en la Federación Agraria Argentina. Tampoco implica
admitir el derecho de expropiación. Así lo prueba el rechazo al
proyecto Tomás Le Breton de 1924. Ademas, se estima que donde se
admita la explotación extensiva se requiere de capital considerable. La
Sociedad Rural Argentina se pronuncia a favor de los préstamos de
colonización del Banco Hipotecario Nacional y admite la posibilidad
de reservar al pequeño propietario zonas ya explotadas, cercanas a los
centros urbanos, como un medio para arrancar al inmigrante del
"foco infeccioso de las urbes". Como lo expresa uno de los
representantes más conspicuos de la entidad, retomando en parte los
principios del proyecto colonizador de 1902 presentado por el
ministro del ramo Wenceslao Escalante: fomentar las actividades
rurales en torno a las ciudades, las estaciones de ferrocaril, los
puertos de la República, especialmente en la región de los cereales,
"desmenuzar ahí el latifundio, es hacer "obra buena de gobierno48".
Es, al mismo tiempo, una referencia directa de apoyo al proyecto del
diputado radical antipersonalista por Entre Ríos Herminio J. Quirós,
en defensa de la habilitación económica de la tierra y del colono a
través de la promoción de la granja49, para que el suelo produzca más
y mejor, para elevar el nivel de vida y la seguridad del chacarero. El
objetivo primordial es contrarrestar los efectos socioeconómicos del
malestar social. Para ello es preciso elevar el número de granjas que
según cálculos estimativos representan menos de la décima parte de
la superficie cultivada y son explotadas de manera rudimentaria50.

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Estas inquietudes son recogidas en el temario de la Segunda
Conferencia Económica Nacional reunida entre el 6 de agosto y el 3 de
setiembre de 1923, y de la cual forma parte la Sociedad Rural
Argentina51. El propósito es estudiar la situación de posguerra, la
crisis pecuaria y las medidas a adoptar en beneficio de la economía
nacional. Estímulo a la pequeña propiedad rural, colonización oficial
y privada, standardización de cereales, abaratamiento de los costos
de producción agrícola y aumento de la producción, figuran entre los
temas centrales que aborda la comisíon de agricultura respectiva,
cuyas conclusiones finales no varían en esencia de las ya enunciadas.
Por su parte los chacareros federados sostienen la necesidad de
"subdividir los latifundios antes de poblar el desierto" y prestan su
decidido concurso al proyecto de colonización estatal informado por
Le Breton, aunque la propuesta se diluya ante el cerealero52. Esa
mejora en los precios graneros y los efectos de la crisis ganadera
parecen alentar un proceso que permite a un no despreciable
porcentual de arrendatarios convertirse en propietarios. ( Véase
Cuadros 6 y 7). Esta situación desactiva temporariamente los reclamos
chacareros. Pero los efectos negativos del "crack" de 1929 en la
economía les impedirá, a la postre, saldar sus deudas y originará un
retroceso de aquella tendencia.

Cuadro 6. Propietarios y arrendatarios en la región pampeana: 1909/10-1925/26


1909' 1910 1925-1926

Propietarios Arrendatarios Proprietários A


Buenos Aires 8.011 19.690 19.022 29.744
% 28,91 71,09 39,01 60,99

Santa Fe 5.914 10.681 10.952 18.697


% 53,64 64,36 36,94 63,06

Cordoba 3.757 9.352 7.091 11.543


% 28,66 71,34 38,06 61,94

Entre Ríos 3.095 4.194 7.551 8.907


% 42,47 57,53 45,89 54,11

La Pampa 560 1.642 3.217 5.723


% 25,44 74,56 35,99 64,01

Fuente: NEMIROVSKY, Lazaro (1933), Estru


agricultura en la República Argentina, Bue

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Cuadro 7: Numéro de explotaciones sembrades en la zona de cereales y lino (excluido el
maiz) clasificadas por escala de extensiones (hects.)

Hasta 10 hectareas

Anos Buenos Aires Sta. Fe Cordoba Entre Rios La Pampa


1912/13 2.289 1,031 75 1,054 64
1924/25 4,422 3,573 350 1,939 69
Aum. % 93,18 246,55 366,66 83,96 7,81

De 11 a 25 hectareas
1912/13 7,279 3,828 591 2,575 112
1924/25 11,111 9,307 1,614 4,163 353
Aum. % 52,64 143,12 173,09 61,66 215,17

De 26 a 50 hectareas
1912/13 6,582 3,860 1,000 2,760 222
1924/25 8,902 7,385 2,667 5,197 730
Aum. % 35,24 91,32 166,70 88,29 228,82

De 51 a 100 hectareas
1912/13 7,782 4,858 2,515 3,830 825
1924/25 7,901 7,085 5,525 5,775 1,668
Aum. % 1,52 45,84 119,68 50,78 102,18

De 101 a 200 hectareas


1912/13 5,462 4,687 5,950 1,849 1,474
1924/25 5,347 6,353 11,119 3,092 2,517
Aum. % -2,10 35,54 86,87 67,22 70,75

De 201 a 300 hectareas


1912/13 2,134 931 3,068 262 1,018
1924/25 2,277 1,065 3,551 595 931
Aum. % 6,70 14,39 15,74 127,09 -8,54

De 201 a 300 hectareas


1912/13 1,535 218 1,264 84 598
1924/25 1,473 202 913 176 318
Aum. % -4,03 -7,33 -27,76 109,52 -46,82

De 651 a 1000 hectareas


1912/13 190 12 41 5 40
1924/25 192 6 31 11 10
Aum. % 1,05 -50,00 -24,39 120,00 -75,00

De mas de 1000 hectareas


1912/13 97 4 9 1 11
1924/25 92 2 4 2 2
Aum. % -5,15 -50,00 -55,55 100,00 81,81

Fuente: Nemirowsky, Lázaro (1933): Estructura econ

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Tal como lo propusiera el Museo Social Argentino a través del
Hogar Agrícola y unida a la propuesta ruralista impulsora de la
granja, se encuentra el rol participativo que debe desempeñar la
mujer, hasta hacerla responsable del éxito o fracaso de la explotación
granjera. Terratenientes y chacareros bregan por la educación e
instrucción de la mujer de campo, "para colocarla en condiciones de
ser la colaboradora eficaz del granjero", para que logre con su
accionar irradiar el convencimiento de hacer permanecer a su familia
en el campo, a través de la reducción de los gastos y el aumento de las
entradas y beneficios53. Un principio que junto con la construcción de
una vivienda rural confortable e higiénica, también alientan las
organizaciones dedicadas a la comercialización de granos.
En tal sentido, los Anales de la Sociedad Rural Argentina se hacen
eco de las propuestas internacionales que sobre la familia campesina
moderna, la enseñanza de la economía doméstica agrícola y la misión
de la mujer como madre y "como dueña hacendosa de su hogar",
son consideradas por organizaciones particulares, por los gobiernos
europeos y estudiosos del problema como Paul de Vuyst. En tal
sentido, esas ideas son resumidas y citadas con frecuencia. Por su
parte, desde la Federación Agraria Argentina donde se alienta la
función que en pro de la solidaridad de los federados debe cumplir la
familia agraria, la mujer también es vista como un agente dispuesto a
desempeñar una importante acción proselitista y de concientización
entre sus pares sobre los problemas rurales. Se procura con ello lograr
el fortalecimiento de la institución, secundando la labor de los jefes de
familia agremiados y presentándose ellas mismas como responsables
de convencer a sus esposos de la conveniencia de federarse54.
La necesidad de contar con una política agrícola definida,
coherente, que tienda a aplicar adecuadamente los conocimientos
técnicocientíficos para salir de la encrucijada agraria que deteriora los
términos de nuestra economía, resulta impostergable, sobre todo en
un marco de precios internacionales en descenso. Por estas razones
desde 1927, recobra el asunto interés esencial para el sector nucleado
en la Sociedad Rural Argentina y para el empresariado nacional en su
conjunto. Se retoma, entonces, la propuesta que en ese aspecto
orientara la gestion Tomás Le Breton al frente del Ministerio de
Agricultura de la Nación. Toda vez que el reordenamiento de esta
rama de la Administración pública y la acción de técnicos extranjeros
en pro de una eficaz estadística agraria, son los ejemplos más

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acabados del paso del ministro por esa cartera, se reclama su
reactivación a modo de medidas eficaces exigidas por la agricultura
moderna.

En estos momentos y cada vez con más frecuencia al acercarnos a


los años 30, se suma a la prédica en favor de la reducción de gastos,
del aumento en los rindes por hectárea, del crédito para todo
ganadero con granja, del auxilio estatal para incentivar estas
proposiciones y de la explotación de campos en gran escala en
regiones alejadas (como la Patagonia), la clara conciencia del estado
de incertidumbre por la que pasa el agro. Crece la complejidad de la
situación económico-financiera externa y en respuesta se promociona
el lema ruralista "comprar a quien nos compra", verdadera
reafirmación de una vieja alineación tras el mercado británico. Al
mismo tiempo, el sector exige del gobierno nacional la derogación de
los derechos a la exportación de granos vigente desde 1918, la
revisión del régimen impositivo en su conjunto y la agilización en la
promoción de un sistema adecuado de elevadores de granos55.
Por su parte, los chacareros siguen mostrando su preocupación por
los altos costos de producción, por la influencia en ellos del valor de
los arrendamientos, por la necesidad de seleccionar las semillas, por
aplicar buenos métodos culturales y por el fracaso del proyecto de
colonización Alvear-Le Breton, rápidamente reemplazado por otro
que debía llevar a cabo un consorcio ferroviario, virtualmente
descalificado por la Federación Agraria Argentina. Estos temas se
constituyen en asuntos de tratamiento prioritario para el Congreso
Agrario asuntos de tratamiento prioritario para el Congreso Agrario
de 192856. La entidad chacarera es copartícipe con los grandes
propietarios del rol que debe desempeñar la mujer en el campo y de la
conveniencia de brindar instrucción agraria a los chacareros. También
es conciente del problema de la emigración a las ciudades y por estas
razones desde 1928 suma a las propuestas enunciadas, la necesidad
de organizar y formar a la juventud campesina (a la manera de las
experiencias italiana y alemana) para lograr su permanencia en las
tareas rurales, para que la defensa de la producción agrícola sea obra
de los mismos productores y para que la agricultura merezca ser
considerada como "un problema nacional". La Federación no duda
en afirmar la necesidad de aplicar "remedios radicales" para revertir
la situación descripta57. Aparece, al mismo tiempo, una publicación
agrotécnica editada por la entidad: "EZ Agrónomo Argentino" , desde
donde se estudian los problemas específicos que afectan a los cultivos

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y se difunden los conocimientos para superarlos: genética agrícola,
experimentación, vulgarización en los centros productores y
sugerencias prácticas al productor.
Aunque inspirados en motivos e intereses diversos, la crisis
agrícola con sus problemas intrínsecos, presenta a terratenientes y
charareros de la región cerealera auspiciando, con matices
diferenciales pero inspirados en causas que trascienden los intereses
sectoriales respectivos, la propuesta de la granja como unidad de
producción adecuada para los nuevos tiempos de agotamiento de la
agricultura extensiva. Ambos revelan tener conciencia del problema
existente y tratarán de interesar al Estado en la proposición
mencionada, aunque cada uno y la propia administración central
busquen la implementación de los medios adecuados para
salvaguardar los intereses que representan.

La propuesta del Estado


Las limitaciones internas impuestas a la agricultura extensiva
pampeana, las nuevas condiciones socioeconómicas internacionales
vinculadas al estallido de la Primera Guerra Mundial y, desde 1916, la
apertura política indentificada con el ascenso del radicalismo a la
cúpula del gobierno nacional, muestran una inclinación no nueva
pero sí cada vez más frecuente, a beneficiar la explotación mixta y la
"agricultura previsora"58. El frustrado proyecto de colonización
oficial agrícola-ganadera de diciembre de 1916, reiterado en 1919 sin
éxito en procura del "desenvolvimiento armónico de las actividades
rurales"59 y los presentados por las diferentes bancadas partidarias en
el Congreso Nacional, muestran claramente la existencia de un
consenso generalizado en favor de la diversificación en la producción
agropecuaria. Los lemas oficiales tales como "mejoremos la
producción y engrandeceremos la patria", acentúan la connotación
política de la crisis agraria60.
Es el 10 de setiembre de 1918 cuando el diputado radical de
tendencia alvearista, Tomás Le Breton formula un verdadero plan
agrario: colonización granjera, cooperativas agrícolas, pequeño
crédito rural, educación de adolescentes y fomento agrícola, forman
parte de sus proyectos para superar la crisis del agro que marcha
unida a la despoblación rural, la urbanización creciente y aumento de
la desocupación. El objetivo que guía la iniciativa Le Breton es
provocar la vuelta a la tierra del inmigrante o nativo, estimulando al
pequeño agricultor. Ese propósito es el que se formaliza en su

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proyecto de colonización granjera por medio del Banco Hipotecario
Nacional, con participación de las cooperativas creadas al efecto y en
tierras aptas para la agricultura en zonas próximas a estaciones
ferroviarias o puertos, con acceso fácil a los centros de consumo61.
Desde la provincia de Buenos Aires es el hacendado y gobernador
radical José Camilo Crotto, quien en su búsqueda de consenso
político y para afrontar los problemas socioeconómicos provinciales,
propone que se autorice al Poder Ejecutivo a emitir hasta m$n
60.000.000, en bonos de fomento agropecuario para incentivar "la
formación rápida, por medios ingeniosos y sencillos, de una clase
rural propietaria, estable, próspera, que servirá de contrapeso a todo
desequilibrio social y que regulará con su trabajo remunerador y
natural, las corrientes inquietas y artificiales de nuestra economía"62.
La granja es, también en este caso, la unidad de producción que se
promociona para imitar la organización de la agricultura canadiense
para contrarrestar la agitación chacarera y para responder, al mismo
tiempo, a los reclamos formulados desde el Congreso Agrario de Río
Cuarto (Córdoba) en torno a complejos temas: tierra, crédito,
cooperación e instrucción.
El fin de la conflagración mundial, las disidencias internas del
partido gobernante, la mejora en la comercialización de granos y poco
después, la crisis ganadera que retrae el apoyo de los grandes
propietarios, postergan estas propuestas. Las mismas no saldrán de
la comisión de agricultura para su tratamiento, a la espera de una
evolución gradual, no inducida, de la chacra existente hacia la granja.
Los proyectos nacionales alternativos se presentan ante el
parlamento desde 1919 y hasta mediados de la década del 20, con
participación de radicales y conservadores, vinculados algunos de
ellos a empresas colonizadoras, pero son sólo paliativos que intentan
acordar "estímulos, premios y recompensas a los mejores granjeros
teórico-prácticos". En otros casos, procuran establecer escuelas
granjas (en Entre Ríos, Buenos Aires, Santa Fe y Corrientes) o buscan
la habilitación económica del colono y de la tierra en áreas cercanas a
centros urbanos y estaciones ferroviarias, pero excepcionalmente
sugieren los medios para convertir al colono en propietario (ej. :
proyecto H.J. Quirós)63. Mientras tanto el malestar social agrario
encuentra un principio de solución imperfecta y transitoria en la ley
11.170 de arrendamientos agrícolas. Los ganaderos, por su parte,
procuran alentar una legislación que mejore la fertilización en tierras
aridas y semiáridas (1922: proyecto Edgardo J. Miguez-Matías
Sánchez Sorondo).

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Desde el Ministerio de Agricultura de la Nación el mejoramiento
del trigo, el fomento de la buena trilla, la clasificación de granos, la
preparación racional de la tierra para el cultivo, las investigaciones
agrícolas orientadas al estudio de la condiciones agronómicas,
económicas y comerciales regionales para mejorar la producción, se
convierten en preocupaciones de primer orden a partir de 1914. En
1917/18 la agudización de las dificultades que, por las causas internas
y externas apuntadas, padece la economía cerealera, llevan al
profundo conflicto social agrario. Se alienta desde esta rama de la
administración pública con apoyo del Poder Ejecutivo Nacional, una
legislación previsora que evite la venta premiosa y depreciada de la
producción de los chacareros y facilite al agricultor el acceso a la
propiedad de la tierra o al arriendo a largo plazo. Una propuesta
hecha en beneficio de la economía nacional, al decir del ministro
ingeniero Alfredo Demarchi y que se enlaza, a pesar de las
limitaciones presupuestarias, con una campaña dirigida al agricultor
en procura de acotar la superficie cultivada, alentando la policultura.
El interés es reducir los riesgos, alentar la radicación poblacional, el
descenso en el costo de producción y una explotación más racional
del suelo64.

El técnico cerealista Guillermo Backhouse, contratado por el


Ministerio del ramo para realizar ensayos de aclimatación, selección,
métodos de cultivo, creación de variedades, inicia sus funciones
desde la estación experimental de Pergamino en 1913. El propósito es
obtener el mejoramiento de los trigos argentinos, complementando la
acción oficial enunciada, para contrarrestar las causas internas de la
crítica situación por la que pasa la cerealicultura de la pampa
húmeda65. Ciencia y agricultura aparecen como términos de un
binomio inseparable desde mediados de la década de 1910. Las
páginas del Boletín del Ministerio de Agricultura de la Nación
registran la afirmación.
Los estudios agropecuarios para el fomento de la granja cobran
importancia oficialmente en 1918, bajo la supervisión del ingeniero
agrónomo y Jefe de la Dirección de Agricultura y Defensa Agrícola
nacional Juan F. Baldassarre. El objetivo prioritario es difundir la
granja en aquellas zonas donde "la subdivisión de la tierra exige una
aplicación intensa e inteligente de los preceptos económicos", según
las pautas del modelo estadounidense e incorporando a la mujer a
través de cursos temporarios que la preparen para sus tareas en el
hogar agrícola. Se programan, en consecuencia, cursos completos

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aún en los radios urbanos. En este último caso, para adultos (desde
los 15 años) a través de las clases impartidas en la Universidad
Popular de la Boca (creada por Le Breton como una derivación de su
concepción sobre cuestiones agrarias, en 1916) y para menores desde
el Patronato de la Infancia: entidad de "protección a la infancia
desvalida"66.

En el primer caso uno de los fines es educar acerca de las


"conveniencias que hay para la clase media de la sociedad que habita
nuestra capital y otros grandes centros poblados, de ir a radicarse y
desarrollar sus actividades en los distritos rurales"67. Por su parte las
Escuelas Patrias dependientes del Patronato de la Infancia presidido,
entonces, por el doctor Ramón J. Cárcano y bajo la dirección del
ingeniero agrónomo Arturo Pimentel, auspician la formación de los
niños y jóvenes para que se dediquen a las tareas de la tierra como
"granjeros competentes"68. En 1924 uno de sus anuncios rotulado:
"Buenas ideas a los padres", expresa todo un mensaje socioeconómico:
"¿Quiere Ud. que sus hijos sean un factor social útil a sí mismos y a la
comunidad, labrando el provenir y la prosperidad de la nación con un
trabajo productivo e inexplotado aún en el país?"
"¿Dedíquelos a las tareas de la tierra, hágalos granjeros competentes, que
usted los habilitará no sólo para manejar negocios de nuestras industrias
madres, sino que adquirirán aptitudes hasta para ser hombres de Estado
u hombres de bien, por lo menos para sí y los suyos."
"¿No olvide que las industrias de la granja pueden cambiar centenares de
vidas sin horizontes, en dulces horas de prosperidad y bienestar, con la
dignificación del trabajo inteligentemente realizado."69.

Una vez más, ahora en su carácter de ministro del ramo de


agricultura de la gestión Alvear y dispuesto a superar el
estancamiento agropecuario que afecta a la región pampeana
mediante la renovación del sistema de explotación vigente, Tomás Le
Breton retoma algunas de sus iniciativas frustradas de 1918 y da su
firme impulso a la difusión de la granja en zonas fértiles de fácil
acceso70. El 21 de agosto de 1924 eleva al Congreso Nacional su
proyecto de ley de colonización, por el cual haciendo uso del derecho
de expropriación si corresponde, el Poder Ejecutivo Nacional
directamente, con asociados o mediante empresas ferroviarias, se
propone incentivar la producción agropecuaria en torno a las
estaciones ferroviarias en pro de rendimientos económicos óptimos.
La base de la iniciativa es el agricultor propietario que promueva el
desarrollo de la granja asentándose en el medio rural. Un "elemento
básico de la producción agrícola metódicamente organizada"71, que
reclaman por igual chacareros, terratenientes y agrónomos.

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Esta proposición colonizadora es acompañada por una acción
eficiente del Ministerio de Agricultura. La sintetiza su titular en la
conveniencia de seleccionar semillas para mejorar los rindes
graneros, difusión de la experimentación genética, acción eficaz de
los agrónomos, diversificación de la producción, impulso a las
industrias rurales, vulgarización del cooperativismo y reorganización
de la estadística agrícola (a cargo de León M. Estabrook). Pero el
ejercicio del derecho de expropiación por parte del estado, la mejora
en los precios internacionales de los cereales, la consecuente
estabilidad de un significativo número de arrendatarios en calidad de
propietarios de medianas extensiones de tierra, el alejamiento de Le
Breton de esta función pública y el carácter oficial de la colonización
pensada esencialmente para atraer inmigración seleccionada y no
directamente para arraigar al chacarero, postergan una decisión
favorable sobre el asunto, a pesar de los reclamos del Presidente
Alvear. El proyecto colonizador no sale de las comisiones de negocios
constitucionales y legislación agraria de la Cámara de Diputados de la
Nación adonde es remitido.

Desde entonces, alejado ya Le Breton de su cargo reciben la


atención prioritaria del Ministerio de Agricultura de la Nación, los
siguientes temas: el fomento de la enseñanza agrícola práctica para
alentar la difusión de la granja a través de chacras experimentales,
viveros, agrónomos regionales y la instrucción de la mujer campesina
por medio del Hogar Agrícola "para ayudar al bienestar económico
de los trabajadores del campo", como lo expresa el Jefe de la
Dirección General de Enseñanza Agrícola ingeniero Alejandro
Botto72. Junto a estos asuntos se despliega un renovado y creciente
interés en favor de una adecuada comercialización cerealera mediante
un eficaz sistema de elevadores de granos que la sustente. Guía esta
iniciativa la necesidad de competir convenientemente en un
disputado mercado internacional de cereales, una causa que también
renueva las exigencias de los grandes productores para con el Estado
en procura de la supresión del derecho a la exportación que
circunstancialmente grava a estos productos primarios.

La propuesta de los ingenieros agrónomos


Frente a las limitaciones internas y externas que padece la economía
agraria, cabe preguntarse cuál es el rol que desempeñan quienes se
forman para ejercer la ciencia agronómica aplicada, cómo evalúan la
situación, cuáles son sus propuestas, su grado de ingerencia en los

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proyectos y toma de decisiones (oficiales y privadas), toda vez que
muchos de ellos son funcionarios o miembros de organismos o
entidades vinculadas al agro, y si existe repercusión alguna de la crisis
agraria o de las propuestas para salir de ellas que incidan en la
orientación de su formación profesional.
Es importante la misión individual desempeñada por los
agrónomos en investigaciones agrícolas, como funcionarios del
departemento del ramo, como responsables en: las escuelas prácticas
agrícolas, la enseñanza extensiva, las escuelas de mecánica agrícola,
los viveros, las cátedras ambulantes y en instituciones privadas,
cumplidas durante la etapa del "boom" agropecuario pampeano. Se
suma a ella la que desarrollan de modo específico desde los albores de
la década de 1910. Es entonces cuando a nivel institucional el
jurisconsulto e ingeniero agrónomo Tomás Amadeo, graduado en
1904 en la Universidad de la Plata, proyecta y lleva a la práctica, en
1911, la creación a la manera de sus similares europeo y
estadounidense, del Museo Social Argentino73. Esta entidad, bajo la
presidencia del doctor Emilio Frers, se constituye como un sector de
opinión, que actúa en ocasiones como grupo de presión. Es altamente
representativa del núcleo más conspicuo de la élite dirigente. Como
institución no partidaria imbuida de "un espíritu racionalmente
nacionalista"74, aglutina temporalmente a representantes de variadas
filiaciones políticas.
Su función esencial se ejerce en dos planos: una tarea de
esclarecimiento dirigida a la sociedad nacional en su conjunto y, al
mismo tiempo, procura influir en la acción del Estado a través de
propuestas concretas.
En el asunto que nos ocupa, el aspecto nodal de la propuesta de
Amadeo desde el Museo, desde la Subdirección General de
Enseñanza Agrícola del Ministerio de Agricultura y desde la cátedra
de Economía y Legislación Agrarias que desempeña en las Facultades
de Agronomía de las Universidades de La Plata y Buenos Aires, gira
en torno al problema de la concentración urbana, la consecuente
despoblación del campo y su ingerencia en la "cuestión social" tanto
como en el deterioro de la economía agrícola. La preocupación no es
ociosa si se consideran el malestar social de tiempos del Centenario y
la crítica situación agrícola de 1911 que desemboca al año siguiente en
el mencionado Grito de Alcorta (Sante Fe).
El patrocinio de un estudio especial sobre este conflicto rural a
cargo de Silvio Spangemberg, artículos y encuestas organizadas por

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el Museo Social Argentino, la prédica en favor de la mutualidad y la
cooperación, son sólo algunas muestras de esa preocupación. Pero es
la fundación, por decreto del 8 de mayo de 1915, de la Escuela Hogar
Agrícola Ramón Santamarina en Tandil (prov. de Buenos Aires) para
mujeres, con el objeto de que éstas desempeñen un rol activo en las
unidades de producción agraria y en la radicación del poblador rural,
la que muestra más acabadamente su interés por la divulgación
temprana de la granja. El plan de estudios es de un año, para mayores
de 17 años con sexto grado aprobado. Comprende la enseñanza
práctica y teórica de arboricultura, horticultura, lechería, cría e
industria del cerdo, avicultura, agricultura general y especial, higiene
rural y economía doméstica.
En sus consideraciones se admite la urgencia que existe por formar
maestras rurales que difundan estas prácticas entre las mujeres del
campo75. Es éste un antecedente directo de la acción que en la década
de 1940 promoverá la explotación de la granja de manera más
completa y específica, a través de A.F.A.R. (Asociación Femenina de
Acción Rural) dependiente del Museo.
En la resolución de la crítica situación agraria argentina la entonces
revalorizada función social y económica del agrónomo se estima
fundamental, no sólo para superar las limitaciones agrícolas sino para
"difundir la instrucción en las clases rurales". Se establece desde esta
época una nítida redefinición de la función del agrónomo, que se
enlaza a la presencia de fuguras claves como las de Tomás Amadeo y
Emilio A. Coni. Las palabras pronunciadas por Amadeo en nombre
del Centro de Ingenieros Agrónomos de la Nación, el 6 de agosto de
1917 en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Plata (de la
cual es Decano), al celebrarse el 34o aniversario de la creación del
Instituto Agrícola de Santa Catalina (prov. de Buenos Aires),
confirman esa apreciación. La activa participación de los agrónomos
en la organización de los institutos y oficinas de instrucción y
experimentación agrícolas con que cuenta el país, en altos cargos de la
administración pública, en la legislatura, en estancias y empresas
colonizadoras, contribuyen a explicar la revalorización de la profesión
agronómica, en una época en que se desarrollan "otras formas de
fomento y educación rurales".
La función economica del agrónomo aparece relacionada
íntimamente con las industrias madres de la República y la difusión
de conocimientos agrícolas que permitan su continuo avance.
También se la vincula a la función social que el mismo debe cumplir

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para que se superen las deficiencias del hogar agrícola, el éxodo rural,
la falta de solidaridad en cualquiera de sus formas, la inconveniencia
de ciertos impuestos y la defectuosa colocación de los productos, la
ignorancia, la ausencia de "un sentimiento agrario colectivo que
anime a la masa rural hacia la conquista de mejoras, por medios
pacíficos y legales". Son éstos asuntos fundamentales los que dan un
sentido multilateral a la función de la ciencia agronómica. Sus
representantes están destinados a formar "una élite en el sentido
agrícola" para mostrar "al agricultor lo que más le conviene", en un
régimen de evolución hacia la agricultura intensiva que busca obtener
un máximo de rendimiento de cada unidad de superficie. Estos
conceptos son los que en esencia reiterara el doctor Cárcano en marzo
de 1922, al inaugurar en calidad de Decano los cursos de ese año en la
Facultad de Agronomía porteña. Allí señala la necesidad que tiene el
país de formar un "grupo superior de hombres de ciencia"76. Recrea,
con este planteo sociopolítico que trasciende las meras definiciones
económicas, los principios vertidos por Tomás Amadeo en los
Estatutos de creación del Museo Social Argentino y redefine, asi, la
misión del ingeniero agrónomo77.
El Centro Nacional de Ingenieros Agrónomos presidido por el
agrónomo, ganadero y miembro de la Sociedad Rural Argentina
Saturnino Zemborain, realiza en el convulsionado año de 1919 una
encuesta relacionada con el tema. El propósito es evaluar la
orientación que debe darse a la enseñanza agronómica en en país,
vista ésta como un factor decisivo para el impulso de la agricultura
nacional y sus industrias derivadas. Las respuestas recibidas, en su
mayoría de ingenieros que desempeñan la función pública, refrendan
la posición en pro de la excelencia y practicidad en la formación
profesional universitaria, que no debe confundirse, dicen, con la de
los institutos agronómicos superiores. Es, sin duda, una reafirmación
de la concepción elitista a la que hiciera referencia Tomás Amadeo78.
Son estas propuestas las que orientan el nuevo plan de estudios de
la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Buenos
Aires, aprobado el 26 de octubre de 1920 durante la gestión de
Joaquín S. de Anchorena, miembro de la Sociedad Rural Argentina y
presidente de la Asociación del Trabajo. En el mismo se incorpora un
año preparatorio a los cuatro de la carrera y se intensifican los
estudios de la especialidad. Entre ellos se destaca la incorporación de
la cátedra de "Industrias de la Granja", esencialmente práctica y
dirigida a poner de relieve su importancia como "el prototipo de
explotación rural a que debe tenderse en el país"79.

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Los conceptos vertidos por el ingeniero Tomás Amadeo parecen
cobrar fuerza trascendente entonces. La palabra de sus pares,
habitualmente restringida a memorias oficiales, publicaciones
especializadas y, circunstancialmente, algún artículo periodístico, se
inscribe en folletos y cartillas de difusión, publicaciones específicas de
mayor tiraje y a través de la enseñanza práctica para sectores medios
y bajos de los centros urbanos y rurales. En 1918 y 1919 su accionar en
favor de la granja para influir "en la masa rural", considerada en sus
"distintos rangos", queda registrada en la reedición actualizada de
obras agronómicas, en los cursos de las Escuelas Patrias y de la
Universidad Popular de La Boca, en la organización, evaluación y
divulgación de encuestas. También es permanente su colaboración en
una publicación especializada mensual y otra bimensual que apoya
decididamente la gestión Le Breton, tituladas: "La Granja " aparecidas
en julio de 1918 y marzo de 1919 respectivamente, con el objeto de
difundir la propuesta que su título indica. Se destaca como faceta del
mismo asunto, la ya mencionada reforma de los planes de estudio de
la carrera en la universidad capitalina y el alto porcentual de tesis de
grado80 que en la década de 1920 se dedican al estudio de esta unidad
de producción con sus actividades derivadas, como la opción más
viable para superar la crítica situación agraria.
La explotación racional de la estancia para paliar los efectos de la
crisis ganadera de posguerra, la "democratización" del suelo como
expresión de "sano y generoso nacionalismo" y para destacar la
"fuerza social que en sí encierra la propiedad individual, pretenden
oponerse a la prédica que en su contra llevan adelante "comunistas,
colectivistas, socialistas agrarios y las teorías de Henry George". Esta
nueva manifestación del "orden y progreso" es la que predomina en
las temáticas de frecuente interés en las tesis de los flamantes
profesionales agrónomos81.
Desde setiembre de 1924 la Facultad de Agronomía de la
Universidad de Buenos Aires, por impulso de su Decano el doctor
Ramón J. Cárcano, establece los cursos populares de extensión
universitaria como complemento de la instrucción superior. Entre
ellos, uno está referido a las industrias de la granja. Al mismo tiempo
se ponen en práctica los cursos de seminario para "orientar a los
alumnos en el estudio de los problemas de actualidad en el país",
investigar sus causas y contribuir al análisis y posibles soluciones de
la cuestiones socioeconómicas vinculadas con el quehacer
agropecuario82. Una expresión acabada del desdoblamiento de las
funciones agronómicas, cada vez más complejas.

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Son los ingenieros agrónomos quienes privadamente o desde la
función pública (como Juan F. Baldassarre o Conrado Martín Uzal,
funcionarios del Ministerio de Agricultura) alientan la inclusión de la
enseñanza agrícola obligatoria en las escuelas primarias. El objetivo es
formar al hijo del agricultor con auténtico amor a la tierra, como un
buen granjero, y a la mujer de campo para que lo secunde e impida la
emigración a las ciudades83, preocupación que está latente en los
otros componentes del poder ya estudiados.
Esta instrucción para lograr la vulgarización de la granja también es
vista como un principio de solución frente a la crisis ganadera de
posguerra. En 1922 da origen a la organización de la Primera
Exposición de Productos de Granja celebrada en la Plata, con amplio
apoyo de los hacendados84. La propuesta de Baldassarre, respaldada
parcialmente en los conceptos que por entonces vertieran Emilio Frers
y Carlos D. Giróla con el aval de la Sociedad Rural Argentina, se
encuadra más directamente en la concepción sociopolitica de Amadeo
y del Museo Social Argentino. Pero, además, aparece explícitamente
expuesta una aleccionadora y unilateral concepción ética del trabajo
manual. Para expresarlo con sus palabras: "necesitamos demostrar
que la vida del campo que todo lo purifica, es una vida reposada,
noble, llena de encantos, de satisfacción, puesta que los productos
que se obtienen vienen directamente de la madre tierra", más
específicamente dicho "que por la glorificación del trabajo del campo
se acerca uno a Dios."85

La iniciativa para poner en contacto a quienes estudian los


problemas y características de la tierra con quienes la trabajan, e
decir, al técnico con el trabajador del campo aparece como un
condición indispensable para emprender "una enseñanza
verdaderamente nacionalista" y una buena producción regida por
principios científicos. La misma cree expresarse en el Seminario de
Economía que dirige el ingeniero Emilio A. Coni, cuando en julio de
1919, se organiza una encuesta entre los chacareros no propietarios de
la región cerealera. Sus alcances son limitados ya que la carta-circular
de presentación y el cuestionario se dan a conocer por medio de los
periódicos a las Asociaciones Agrícolas para que éstas soliciten los
formularios. Se intenta avanzar sobre una preocupante disyuntiva:
¿arrendamiento o propiedad? de la tierra para el agricultor. Las
respuestas proceden, como lo refiere Coni, casi exclusivamente del
sudoeste de la provincia de Buenos Aires y sudeste de La Pampa,
zonas de alta mestización ganadera con predominio del

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arrendamiento y muestran la necesidad de cambiar esta situación.
Tras la formulación y evaluación de la encuesta se encubre una
encendida defensa de la legitimidad y utilidad social de la propiedad
privada frente a "la coraza colectivista" a la cual se identifica con
georgistas, socialistas y comunistas de raigambre urbana86.
En el círculo de los ingenieros agrónomos es donde con más
claridad cobra relieve ideológico y nítido perfil político la difusión de
la pequeña propiedad en torno a los centros urbanos. Se asocia a ésta
con la cooperación rural, propuesta entonces por la Sociedad Rural
Argentina y por algunos sectores oficialistas. Aquí también está
presente el accionar de estos profesionales.
Desde mediados de la década de 1920, "la mejor agricultura para
obtener la mayor producción", es uno de los principios que guía a los
agrónomos que ejercen la función pública. El lema se propone
contrarrestar el "fantasma ruso", los créditos agrarios alemanes, los
decretos protectores españoles, la acción política en favor de los
agricultores ingleses, los estímulos agrícolas de Francia y la "batalla
del trigo" en Italia87. Los agrónomos recién graduados coinciden en
destacar en sus tesis los principios de economía rural que encierra la
divulgación de la explotación granjera, aún para la zona ribereña del
conurbano y el delta del Parana (Cuenca del Río de la Plata)88.
Desde el Centro Nacional de Ingenieros Agrónomos, participante
del Congreso Rioplatense de Ingeniería Agronómica reunido en
Montevideo entre el 25 y el 29 de agosto de 1927, se alienta aquel
precepto como base primordial de nuestra "independencia
económica". A partir del principio de autoridad que respalda a los
profesionales de esta ciencia y de un diagnóstico de situación de la
crisis agropecuaria se vuelven a pronunciar en favor de la instrucción
agrícola en todas sus formas. Lo hacen a través de la escuelas de
mayordomos, agricultores, avicultores, lechería y del hogar agrícola
para que la mujer secunde y apoye al hombre en su trabajo. Otra
proposición que, por motivos diferentes pero convergentes, alientan
también estancieros, chacareros y miembros del gobierno, en su
búsqueda por poblar el campo con la radicación de los arrendatarios
existentes. "Organizar la explotación rural, con tendencia a la
granja" es la consigna renovada por el sector. A ella se suma, su
adhesión a la propuesta del doctor Cárcano en favor de la formación
de un Consejo Consultivo Agrario, autonomo, encargado de asesorar
a los poderes públicos89.

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Por entonces algunos agrónomos, encabezados por el ingeniero
Emilio A. Coni, dirigen sus expectativas hacia la temprana promoción
del mercado interno y hacia la necesidad de asentar jóvenes en el
medio rural (ocupándose específicamente de ellos) como condición
necesaria para "plasmar nuestra argentinidad". Equilibrar la
población urbana con la rural y la producción agrícola con la
manufacturera, de modo ármonico, se consideran como "dos
aspectos de un solo problema90 al que hay que conjurar para salir de
"la crisis del bienestar"91, que reconoce su causa fundamental en el
latifundio.

Conclusiones

Las limitaciones de la agricultura extensiva se vinculan con: rindes


cerealeros decrecientes, altos costos de producción, la dependencia
ganadera unilateral del frigorífico, las nuevas condiciones impuestas
por la conflagración mundial que deteriora los embarques graneros, la
crisis ganadera de posguerra y, más tarde, los deprimidos precios a
los sectores sociales vinculados a la actividad agropecuaria y al
Estado, cuyo concurso se reclama cada vez más asiduamente en
tiempos de crisis, a intentar una renovación en sus tradicionales
estrategias operativas. Razones sociopolíticas y económicas orientan
esas iniciativas. En ese último perfil se tratan de conservar las bases
que hicieran fuertes a la economía agrícola extensiva, superando el
deterioro de las ventajas comparativas que esa compleja situación
genera para la Argentina.
La promoción de la explotación mixta procura minimizar los riesgos
de la empresa agraria, mejorar las prácticas culturales y la selección de
semillas para aumentar los rendimientos. Se denuncia la necesidad
de radicar población en el medio rural para desactivar la "cuestión
social", disponer de agricultores y contrarrestar el fenómeno de
urbanización creciente, cuando los sectores medios urbanos
encuentran representatividad en el gobierno nacional yrigoyenista.
Estos elementos sumados generan una corriente de promoción hacia
la granja próxima a los centros urbanos, puertos y estaciones
ferroviarias, sobre la base del agricultor pequeño propietario. Una
propuesta que, junto con la participación de la mujer y la mejora de la
vivienda rural, admite: la descongestión de las ciudades, la
coexistencia con la gran propiedad y el incremento poblacional en el
campo. Estas condiciones se estiman imprescincibles para reajustar
internamente la economía agropecuaria argentina.

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Para los grandes productores nucleados en la Sociedad Rural
Argentina la defensa del agricultor propietario a través de la granja,
ofrece ventajas acordes a la nueva realidad del agro pampeano,
donde prima la limitación en el uso extensivo de la tierra y cuando la
estrategia empresaria busca maximizar beneficios, diversificando
riesgos a través de la explotación mixta. Pero además, junto con el
auspicio de la cooperación agrícola como fuente de crédito, la granja
se presenta como un instrumento destinado a cumplir una función
social. Aparece como un ideal para revalorizar las bondades de la
propiedad privada frente al "fantasma ruso" y la prédica colectivista
tan temida, cuando se evalúan los riesgos que pueden deparar los
coletazos de la revolución rusa de 1917. El momento es crítico en el
país porque el malestar social arrecia y porque la élite dirigente lo
asocia con el anarquismo y el Partido Socialista Argentino, cuando
éste sufre su primera escisión (1918) y nace el Partido Comunista en la
República (1920).
Los chacareros, nucleados en la Federación Agraria Argentina que
a partir de 1918-19 comienzan a exigir la tierra para quien la ocupa y la
trabaja amplían su demanda a fines de la década de 1920 y expresan la
necesidad de arraigar a los jóvenes y a la familia campesina a la tierra
en la que trabajaran sus mayores. También ellos ven en la granja una
unidad de producción conveniente para estos nuevos tiempos, por
sus dimensiones, diversificación productiva y posibilidades de
introducir mejoras que acerquen la vida rural a las condiciones
urbanas. La prédica en favor de esta proposición se posterga, frente al
imperfecto sustituto que ofrece la ley de arrendamientos de 1921, los
mejores precios graneros y la consecuente transformación de un
considerable porcentual de arrendatarios en propietarios hacia
mediados del decenio de 1920, en medio de la crisis ganadera de
posguerra. La iniciativa es retomada por esta corporación ante el
fracaso de la legislación mencionada, el cambio en las condiciones
expuestas y como complemento de la estrategia chacarera encauzada
a través de la colonización, la cooperación y los Clubes Juventud
Agraria. Estas coincidencias mínimas enunciadas son las que
permiten, primigeniamente, el consenso de chacareros y
terratenientes en favor de la granja.
Desde la órbita estatal y expresamente a través de los
representantes del ala antipersonalista de la U.C.R., también se
alienta la colonización granjera, la experimentación y la enseñanza
agrícolas, orientadas a idénticos fines. Pero son los medios que se

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instrumentan para llevar a la práctica ese tipo de explotación agrícola
(por ej. expropiación de la tierra por el Estado), los que marcan las
diferencias con los grandes propietarios de la pampa húmeda y le
quitan su decisivo e influyente apoyo. Estas diferencias y la mejora en
las condiciones internacionales para comercializar nuestros productos
agropecuarios, son motivos suficientes para relegar los proyectos
legislativos presentados hasta mediados de los años 20. El deterioro
sostenido en los precios graneros (trigo) desde 1926, enfrenta al sector
con una realidad externa que no puede revertir y sus esfuerzos se
dirigen desde entonces a mejorar los métodos de comercialización y
formalizar acuerdos con el exterior (Gran Bretaña) con apoyo del
Estado. En consecuencia se postergan las medidas de reajuste interno
de la economía agroexportadora en el área productiva. Una
"demora" con prolongadas y negativas consecuencias para el sector
y, por extensión, para toda la economía argetina.
La fundamentación agroeconómica e ideológica que avala la
difusión de la granja surge con claridad del discurso que emana de los
ingenieros agrónomos y sus entidades representativas. La
revalorización de su función profesional y sociopolitica, desde los
años de 1910, además de su tradicional rol económico, así como su
presencia cada vez más tangible en calidad de funcionarios públicos y
miembros o asesores de las más importantes entidades provadas
agropecuarias, permite reconocer la influencia ejercida en los
aspectos mencionados por esta "élite en el sentido agrícola". A ella
hace frecuente referencia uno de sus miembros más conspicuos: el
ingeniero y jurisconsulto Tomás Amadeo, que es en este grupo uno
de los primeros en advertir los riesgos del malestar social, las
limitaciones de la producción agraria argentina y en organizarse
institucionalmente. Lo hace junto con representantes del sector
dirigente, en una entidad no partidaria de multiple acción: el Museo
Social Argentino. Desde aquí ejercen una tarea de estudio,
investigación, información, difusión y concientización acerca de estas
cuestiones, con destino a la sociedad local en su conjunto. Son los
ingenieros agrónomos quienes emprenden, aún en los centros
urbanos, una amplia tarea educativa, haciendo de ella el núcleo de su
prédica. El propósito es enaltecer "las virtudes" del trabajo manual,
la vida rural, el rol que el joven y la mujer deben desempeñar en
beneficio de la familia campesina y la divulgación de la granja.
La revisión permanente de su formación profesional busca un alto
nivel de excelencia y especialización, para ubicarse a la vanguardia de

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la ciencia agronómica. El objetivo es contrarrestar las limitaciones que
impone la crisis del agro y formalizar la diversificación en la función
de sus miembros para atender los reclamos de la gran burguesía rural,
sin descuidar una tarea de instrucción y vulgarización dirigida al
chacarero. Estos componentes de su accionar los colocan en una
situación de privilegio para evaluar el estado de la economía agraria y
proceder en consecuencia.
La granja es vista como el prototipo de la unidad de producción
óptima para el agro argentino de los años de 1920, por su identidad
con los principios que hacen próspera a la Argentina agroexportadora
y por sus visos de renovación a la manera canadiense o
estadounidense. La presentan como una propuesta de coyuntura
viable por los efectos que ela tiene para conformar sustancialmente al
espectro social agrario pampeano.
La estadística censal de 1937, aunque anula el mayor porcentaje de
propietarios existente en el decenio de 1920 a raíz de los efectos de la
crisis de 1929, muestra un aumento porcentual para la región
pampeana si se la confronta con la de 1914. El número de las
explotaciones de 26 a 100 hectáreas es de un 4,22% y de un 1,01% para
las de 101 a 500 hectáreas. Por otra parte, una comparación para el
mismo ámbito regional, de acuerdo al régimen de tenencia de la tierra
en las explotaciones agropecuarias, indica que sobre el total de las
censadas un 51,05% en 194 y en 1937 un 35,50% está en manos de
propietarios. El porcentual de arrendatarios se eleva de un 45,49% en
1914 a un 58,62% en 193792. Estos cálculos resultan muy generales e
insuficientes para evaluar los efectos reales de la difusión granjera y
su grado de influencia en la subdivisión de la propiedad raíz y en el
régimen de tenencia de la tierra. Sólo con un estudio de casos
específicos se podría arrojar más luz sobre el asunto. Pero sí es posible
afirmar que el "proyecto granjero" se posterga en su ejecución por la
sujeción de la producción primaria local y de una parcialidad
significativa de su dirigencia a las fluctuaciones del mercado externo y
por el temido intervencionismo estatal en la expropiación de la tierra.
El asunto se torna más complejo en una etapa en que sin desconocer
la influencia directa ejercida por la evolución de los guarismos
económicos, la "gran demora", la añoranza de los beneficios
obtenidos durante la etapa del "boom" agropecuario, por las causas
analizadas, está latente en el ánimo y en las decisiones inherentes al
sector agrario, es decir, en los protagonistas de la Argentina
agroexportadora .

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No obstante los efectos de la crisis de 1930, aún para noviembre de
1940 cuando se proyecta el Plan Pinedo de reactivación economica,
son los actores sociales agrarios quienes siguen esperando "la vuelta
a la normalidad" en las condiciones productivas tradicionales y de
mercado. Es este fallido plan oficial el que, a pesar de promover la
industria y el mercado interno como una expresión postrera de lo
expuesto, todavía sustenta a las actividades agropecuarias como "la
gran rueda" de la economía argentina93.

NOTAS

(*) Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en las IX Jornadas Nacion
de Historia Económica, Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad de Buenos Aires y Asociación Argentina de Historia Económica, 20 al 22
de octubre de 1988.

1. Una interpretación del proceso descripto en Scobie, James R. (1868), Revolución en


las pampas. Historia social del trigo argentino, 1860-1910, Buenos Aires: Ed. Solar /Hachette.

2. Sobre sus orígenes, evolución y acción hasta 1930, Rock, David (1975), Politics in
Argentina, 1890-1930: The Rise and Fall of Radicalism, London: Cambridge University
Press (hay edición castellana, 1977).

3. Cortés Conde, Roberto (1969): "El "boom" argentino ¿una oportunidad


desperdiciada?, en Di Telia, T.S. y Halperín Donghi, T. (comp.), Los fragmentos del
poder, Buenos Aires, Ed. Jorge Alvarez, p. 217-241.

4. Di Telia, Guido y Zymelman, Manuel (1972), Las etapas del desarrollo económico
argentino, Buenos Aires, EUDEBA, 2a, edic., p. 71.

5. Díaz Alejandro, Carlos (1970), Essays on the Economic History of the Argentine
Republic, New Haven, Yale University Press (hay edic. castellana, Amorrortu Ed.,
1975), p. 357.

6. Sólo a modo de ejemplo -y por ser uno de los más completos- podría citarse el
diagnóstico que sobre el problema agrícola nacional y los factores que deprimen el valor
de la producción realiza en 1927 el gerente de sucursales del Banco de la Nación
Argentina y autor de varias obras sobre el tema, Lestard, Gastón H. en, Revista del
Centro Vitivinícola Nacional, Buenos Aires, setiembre de 1927, No. 265, p. 535-541.

7. Pucciarelli, Alfredo (1986), El capitalismo agrario pampeano 1880-1930, Buenos Aires,


Hyspamérica (tesis original, 1974).

8. Solberg, Cari (1971), "Rural Unrest and Agrarian Policy in Argentina, 1912-1930",
Journal of Inter-American Studies and World Affairs, No. 1, vol. 13, enero, p. 18-52.

9. Blain, Marc M. (1972), "Le rôle de la dépendance externe et des structures sociales
dans l'économie frumentaire du Canada et de l'Argentine (1880-1930)", Revue
d'Histoire de l'Amérique Française, No. 2, vol. 26, sept., pp. 239-270.

10. Platt, D.M.C. (1981-87): "Domestic Finance in the Growth of Buenos Aires,
1880-1914", en: Di Telia, G. y Platt, D.M.C, (eds), Oxford: St. Antony's
College/MacMillan, p. 1-14.

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11. Platt, D.C. M. (1980), "Objeciones de un historiardor a la teoría de la dependencia
en América Latina en siglo XIX", Desarrollo Económico 76, vol. 19, enero-marzo. Para
completar el análisis puede leerse el comentario de S. Stein y B. Stein y la respuesta de
Platt, Latin American Research Review, vol. XV, No.l, 1980, p. 113 y ss.

12. Halperín Donghi, Tulio (1984): "Canción de otoño en primavera: previsiones


sobre la crisis de la agricultura cerealera argentina (1894-1930)", Desarrollo Econòmico 95,
vol. 24, oct.-dic., p. 386.

13. O'Connell, Arturo (1981/87), "Free Trade in One (Primary Producing) Country:
the case of Argentina in the 1920s", en Di Telia, Guido y Platt, D.C. M. (eds.), The
Political Economy... op.cit., p. 74-94.

14. Sàbato, Jorge F. (1988), La clase dominante en la Argentina Moderna. Formación y


características, Buenos Aires, CISEA/Grupo Editor Latinoamericano.

15. Fishlow, Albert (1985), "El Estado de la Teoría Económica en América Latina",
H1SLA. Revista Latinoamericana de Historia Economica y Social 5, 1er. semestre, pp. 31-53.

16. Solberg, Carl E. (1987), The Prairies and the Pampas. Agrarian Policy in Canada and
Argentina, 1880-1930, Stanford, CA.: Stanford University Press.

17. La estructura productiva pampeana es compleja y heterogénea, más datos en:


Girbal de Blacha, Noemi M. (1988), Estado, chacareros y terratenientes (1916-1930), Buenos
Aires, CE AL, Colee. Biblioteca Política Argentina No. 211.

18. Solberg, Carl E. (1987), The Prairies... op. cit., Part. III, p. 206-224.

19. Una conducta posible sugerida en su crítica a la obra de Alfredo Pucciarelli, por:
Sàbato, Hilda (1987), "La cuestión agraria pampeana: un debate inconcluso",
Desarrollo Económico 106, vol. 27, julio-setiembre, p. 291-301.

20. Ferrari, Gustavo (1978), Apogeo y crisis del liberalismo 1886-1890, Buenos Aires, Ed.
La Bastilla, Colee. Memorial de la Patria.

21. Para ampliar el tema, pueden consultarse, Solberg, Cari (1975), "Descontento
rural y política agraria en la Argentina, 1912-1930", en Giménez Zapiola, Marcos, El
régimen oligárquico. Materiales para el estudio de la realidad argentina (hasta 1930), Buenos
Aires, Amorrortu Editores. Arcondo, Anibal (1980), "El conflicto agrario argentino de
1912. Ensayo de interpretación", Desarrollo Económico 79, vol. 20, oct.- die., pp. 351-
381. Bonaudo, Marta y Godoy, Cristina (1985), "Una corporación y su inserción en el
proyecto agroexportador: la Federación Agraria Argentina (1912-1933)" en Anuario,
Facultad de Humanidades y Artes, Escuela de Historia, Universidad Nacional de
Rosario, 2a. época, No. 11, p. 151-216.

22. Detalle de la situación en, Rock, David (1977), El radicalismo argentino 1890-1930,
Buenos Aires, Amorrortu Editores, cap. 1, 6, 7 y 8.

23. Sociedad Rural Argentina, Anales, abril 1919, No. 5, p. 197-201; die. 1919, No. 21,
p. 1017. Lestard, Gastón H. (1927), "El problema agrícola nacional, en Revista... op. cit.

24. Sociedad Rural Argentina, Anales, enero 1919, No. 1, p. 3-5; número
extraordinario 1920, p. 61-62.

25. Barsky, Osvaldo y Murmis, Miguel (1986), Elementos para el análisis de las
transformaciones en la región pampeana, Buenos Aires, CIDE A.

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26. Miatello, Hugo (1905), La chacra santafesina en 1905, Buenos Aires, s.d. t., p. 267.

27. Ibidem , p. 276-278.

28. Berenadi, Jorge (1918), La granja argentina, Combinación racional y práctica de la


agricultura con la explotación de la ganadería en general, Buenos Aires, s.d.t., p. 35-36
(Primera edición 1908).

29. Martínez, Roberto P. (1910), La granja Lincoln, La Plata (folleto). Godoy, Sebastián
(1915), La granja por la educación. Discurso en la Asamblea General de Delegados de la
Asociación de Maetros de la Provincia de Buenos Aires, el 15 de diciembre de 1914, la Plata,
Ministerio de Agricultura, p. 12.

30. Campolieti, Roberto (1916), La ciencia y el arte de la colonización. El libro del agricultor
argentino, Buenos Aires, Prudent y Moetzel Ed., p. 7-11.

31. La Granja, publicación mensual, Buenos Aires, julio de 1918, año I, No. 1, p. 23-25.

32. La Granja, publicación mensual, Buenos Aires, marzo de 1919, año II, No. 3, p. 34.
Sociedad Rural Argentina, Anales, 15 de mayo de 1923, No. 10 (especial), p. 12-13.

33. Castro, L.H. de (1918), El futuro granjero. Cosas útiles que debe saber, Buenos Aires:
Universidad Popular de la Boca, pp. 29-60. (El autor posee una granja modelo).

34. Sociedad Rural Argentina, Anales, 15 de mayo de 1923, No. 10 (especial), p. 12-13.

35. La Granja. Periódico dedicado a la industria lechera, ganadera, agrícola y anexos


(editado por "La Granja" S.A.), Buenos Aires, 2 de marzo 1922, No. 71, p.1-2; 2 de
nov. 1922, No. 87, p.2; 17 de mayo 1923, No. 100, p.3. Museo Agrícola de La Sociedad
Rural Argentina (1923): Publicación No. 36, Buenos Aires (folleto).

36. La granja. Periódico... op. cit., 17 de abril 1923, No. 98, p.4.

37. Revista del Centro Vitivinícola Nacional, Buenos Aires, 25 de abril 1926, No. 248, p.
176-183, 25 de mayo 1926, No. 249, p. 233-238.

38. Ibidem, mayo de 1929, No. 285, p. 263-265.

39. La Granja. Periódico... op.cit., febrero 2, 1928, No. 213, p.6-7; die. 2 de 1928, No.
233, p. 5-6; enero 2 de 1929, No. 235, p.l; enero 17 de 1930, No. 260, p. 1. Itzcovich,
Benjamín (1929), La granja argentina, La Plata, Facultad de Agronomía de la Universidad
Nacional de La Plata (tesis inédita).

40. Confederación Argentina del Comercia, de la Producción (s/f): Primera Conferencia


Económica Nacional celebrada en Buenos Aires en el año 1919 auspiciada por la C.A.C.I.P. ,
Buenos Aires, p. 22, 42-47 y 54-55.

41. Cárcano, Miguel Angel (1918), Organización de la producción. La pequeña propiedad y


el crédito agrícola, Buenos Aires, s.d.t. p. 55-56.

42. Halperín Donghi, Tulio (1984), "Canción de otoño en primavera: previsiones


sobre la crisis de la agricultura cerealera argentina (1894-1930)", Desarrollo Económico
95..., op. cit. Girbal de Blacha, Noemi M. y Ospital, Maria Silvia (1988), "Sectores de
opinion y trabajo femenino: la experiencia del Museo Social Argentino (1911-1930)", III
Jornadas de Historia de la ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, Instituto Histórico de la
Minicipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, p. 187-209.

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43. Diecidue, Antonio (sii), Apuntes para una historia de la Federación Agraria Argentina ,
Rosario, inèdito, p. 966-969 (Cartas intercambiadas entre Julián Frers y Esteban
Piacenza en Octubre de 1921).

44. La Tierra, Rosario, febrero 28 de 1919, No. 319, p.1-2: junio 6 de 1919, No. 333,
p.1-2; agosto 29 de 1919, No. 344, p.l; set. 19 de 1919, No. 347, p.l; enero 21 de 1921,
No. 430, p.l; marzo 25 de 1921, No. 447, p.l.

45. La Tierra, Rosario, enero 27 de 1923, No. 636, p.l.

46. La Tierra, Rosario, marzo 31 de 1922, No. 550, p.l; abril 18 de 1922, No. 555, p.2.

47. Sociedad Rural Argentina: Anales, 15 de mayo 1923, No. 10 especial, p. 11-14.

48. Ezcurra, Mariano de (1923), Cuestión social, cuestión rural, Buenos Aires, Prudent y
Cia., p. 127 y 443-444. Sociedad Rural Argentina, Anales, 10 de agosto 1925, No. 15, p.773.

49. Sociedad Rural Argentina, Anales, junio de 1923, No. 11, p. 435-437.

50. Giróla, Carlos D. (1923), "La granja y su explotación. Medios para aumentar el
rinde del trigo", en Museo Agrícola de La Sociedad Rural Argentina, Publicación 36, p.3.

51. Confederación Argentina del Comercio, de la Producción (1924): Actas de la


Segunda Conferencia Económica Nacional (agosta 6-setiembre 3 de 1923), Buenos Aires,
Estudio de los Problemas Nacionales 19.

52. La Tierra, Rosario, diciembre 20 de 1923, No. 774, p.l; agosto 26 de 1924, No. 8 77,
p.l.

53. Giróla, Carlos D. (1923), "La granja... op. cit. La Tierra, Rosario, diciembre 9 de
1921, No. 520, p.l; enero 30 de 1923, No. 637, p.2.

54. Diecidue, Antonio (s/f), Apuntes para una historia... op. cit. pp. 1873-1875
(manifiesto de las mujeres chacareras fechado en mayo de 1930 y reproducido por La
Tierra el 16 de ese mes y año).

55. Sociedad Rural Argentina, Anales, enero 10 de 1927, No.l, p.7-12; febrero 10 de
1927, No. 3, p. 115-117; febrero 15 de 1927, No. 4, p. 159; junio 15 de 1929, No. 12,
p. 471-472; julio 10 de 1929, No. 13, p. 519-525; agosto 10 de 1930, No. 15, p. 605-608.
PAGES, Pedro T. (1928), Defensa de la producción agropecuaria, La Plata, Universidad
Nacional de La Plata, Extensión Universitaria, p. 7-11 y 88-90. Confederación Argentina
del Comercio, de la Producción (1928), Actas de la Tercera Conferencia Económica Nacional
(2-12 julio), Buenos Aires, Estudio de los Problemas Nacionales 29, p. 13-16.

56. La Tierra, Rosario, junio 23 de 1927, No. 1305, p.l; junio 14 de 1928, No. 1453, p.l;
junio 21 de 1928, No. 1461, p.l; julio 3 de 1928, No. 1465, p.l; junio 6 de 1929, No. 1607,
p.l.

57. La Tierra, Rosario, noviembre 17 de 1928, No. 1522, p.l; die. 15 de 1928, No. 1534,
p.l; marzo 12 de 1929, No. 1571, p.l, junio 29 de 1929, No. 1617, p.l; julio 30 de 1929,
No. 1630, p.l; set. 12 de 1929, No. 1652, p.l; oct. 19 de 1929, No. 1668, p.l; oct. 22 de
1929, No. 1669, p.l. Sobre los Clubes Juventud Agraria puede consultarse: GARCIA
Serrano, Tomás (1967), Esteban Piacenza. Apuntes biográficos, Rosario, Ed. Ruiz, 2a. edic.,
p. 287-295.

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58. Boletín del Ministerio de Agricultura de la República Argentina, Buenos Aires, set. a
die. 1916, No. 9 a 12, t. XX, p. 729-730.

59. Cámara de Diputados de la Nación, Diario de Sesiones, 1916, t.IV, p. 2789. Análisis
detallado de la cuestión tierras y colonización en Girbal de Blacha, Noemi M. (1988):
Estado, chacareros,... op. cit.

60. Dirección de Agricultura del Ministerio de Gobierno de Entre Ríos (1916), El


ensilaje del maíz. Medio para obtener siempre forraje fresco y nutritivo, Paraná, s.d.t. (folleto).

61. Cámara de Diputados de la Nación, Diario de Sesiones, 1918, t.IV, pp. 152-153 y
158160.

62. Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires (1919), Proyectos agrarios a


estudio de la Comisión Especial, la Plata, p. 64-65.

63. Cámara de Diputados de la Nación, Diario de Sesiones, 1919, t. II, p. 838-840; año
1922, t.V, p. 226-230. (Los proyectos se reiteran sin éxito cada bienio hasta 1928).

64. Ministerio de Agricultura de la Nación (1920), Memoria presentada al Congreso de la


Nación por el Ministro de Agricultura Ing. Alfredo Demarchi-1918, Buenos Aires, p. 3 y 145;
(1920): Memoria... op.cit. 1919, p.3.

65. Backhouse, Guillermo C. (1917), Mejoramiento de trigos. Orientación general -


Primeros resultados, Buenos Aires, Sec. Estaciones Experimentales de la Dirección
General de Enseñanza e Investigaciones Agrícolas del Ministerio de Agricultura, No. 73.

66. Ministerio de Agricultura de la Nación (1920): Memoria... op. cit. 1919, p. 41-42:
(1921): Memoria ... op.cit. 1919, p. 41-42: (1921): Memoria... op. cit. 1920, p. 35-36.

67. Castro, L.H. de (1918): El futuro granjero... op. cit., p. 61.

68. Patronato de la Infancia. Escuelas Patrias (1920?), Industrias de la granja, Buenos


Aires, PADELAI (folleto). La Granja. Periódico... op.cit., abril 2 de 1920, año III, No. 25,
p.6.

69. Patronato de la Infancia. Fundado pro decreto municipal, 15 de mayo 1892, Buenos Aires,
s.d.t., p. 14 (folleto).

70. La Granja. Periódico... op. cit., mayo 17 de 1923, No. 100, p. 3.

71. Cámara de Diputados de la Nación: Diario de Sesiones, 1924, t.III, p.477. Una
interpretación complementaria sobre el asunto en, Ospital, María Silvia (1988): Estado e
inmigración en la década del 20. La política inmigratoria de los gobiernos radicales, Buenos
Aires, CEAL, Conflictos y Procesos en la Historia Argentina Contemporánea No. 13.

72. Ministerio de Agricultura de la Nación (1926), Memoria correspondiente al ejercicio de


1925 presentada al Congreso de la Nación por el Ministro de Agricultura Emilio Mihura,
Buenos Aires, p. 85; (1929): Memoria... op. cit. 1928, p. 21-25.

73. Un análisis específico de la institución, sus componentes y accionar en: GIRBAL


de Blacha, Noemi M. y OSPITAL, María Silvia (1986), "Elite, cuestión social y apertura
política en la Argentina (1910-1930)", Revista de Índias 178, vol XLVI, julio-dic., p. 609-625.

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74. Amadeo, Tomás (1911), Museo Social Argentino. Orientaciones y explicación de sus
estatutos. Informe presentado en representación de la comisión que proyectó los estatutos ante la
primer asamblea constitutiva celebrada en el local de la Sociedad Científica Argentina el 29 de
julio de 1911, Buenos Aires, s.d.t., p .7.

75. Boletín del Centro Vitivinícola Nacional , Buenos Aires, agosto 15 de 1916, No. 133, p.
453 y 455.

76. Cárcano, Ramon J. (1924), Facultad de Agronomía y Veterinaria. Decanato 1921-1924,


Buenos Aires, Impr. U.B.A., p. 312.

77. Sociedad Rural Argentina, Anales, agosto 1917, No. 6, p. 462-468.

78. Revista del Centro Vitivinícola Nacional, Buenos Aires, 25 de abril 1919, No. 164, p.
554-557; 25 mayo 1919, No. 165, p. 594-596.

79. Universidad Nacional de Buenos Aires (1921), Nuevo Plan de Estudio de la Facultad
de Agronomía y Veterinaria, s.d.t. (folleto). Universidad Nacional de Buenos Aires.
Facultad de Agronomía y Veterinaria (1922), Anteproyecto de Plan de Estudios, Buenos
Aires, U.B.A., p.6.

80. De las 79 tesis presentadas en la década de 1920 en la facultad de Agronomía de la


Universidad de la Plata, 34 están dedicadas al estudio de la granja y sus industrias
derivadas. U.N.L.P., Facultad de Agronomía (1930), La ingeniería agronómica, La Plata,
U.N.L.P., p. 120-132.

81. Tenebaum, Juan Luis (1922), Explotación racional de estancias. Su tranformación en


colonias agrícolas, La Plata, Facultad de Agronomía, U.N.L.P. (tesis inédita). Ortelli,
Luis Carlos (1923), Democracia rural, La Plata, Facultad de Agronomía, U.N.L.P. (tesis
inédita), p. 4, 6, y 16.

82. Cárcano, Ramon J. (1924), Facultad de Agronomía... op.cit., p. 243-5.

83. La Granja. Publicación mensual, Buenos Aires, agosto de 1920, año HI, No. 8, p.
31; mayo de 1921, año IV, p. 13-16.

84. La Granja. Periódico ...op. cit., Buenos Aires, 2 marzo 1922, No. 71, p. 1-2; 2 nov.
1922, No. 87, p.2; 2 die. 1922, No. 89, p.3-5. Desde 1921 en las portadas de la
publicación aparece con invariable frecuencia la mujer incorporada a las tareas rurales.

85. La Granja, Buenos Aires, mayo de 1921, año IV, No. 5, p. 14.

86. Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Agronomía y Veterinaria (1920):


¿Arrendamiento o propiedad? (Encuesta, La Plata, s.d.t. (folleto).

87. Botto, Alejandro (1926), Discurso inaugural del Delegado del Ministerio de Agricultura
de la Nación. Director General de Enseñanza Agrícola en la Asamblea del Trigo realizada en la
ciudad de Rosario, los das 8, 9 y 10 de febrero de 1926, Buenos Aires, Ministerio de
Agricultura, Sección Propaganda e Informes, Circular No. 584, p.2.

88. Protogino, Juan (1925), Trabajo de granja en la ribera de Quilmes, F.C.S., La Plata,
Facultad de Agronomía, U.N.L.P. (tesis inédita). Tomasello, Juan F. (1924), La granja,
La Plata, Facultad de Agronomia, U.N.L.P. (tesis inédita).

89. Sociedad Rural Argentina, Anales, 15 die. 1927, No. 24, p. 1297 y 1299.

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90. Revista del Centro Vitivinícola Nacional, Buenos Aires, enero de 1928, No. 269, p.69.

91. Un discípulo de Tomás Amadeo acuñó la expresión en los años 30, Hey sen, Luis
(1933): Presente y porvenir del agro argentino, Lima (Peru): Editorial Librería Peruana.

92. Cálculos de Flichman, Guillermo (1982), La renta del suelo y el desarrollo agrario
argentino, Buenos Aires, Siglo XXI Edit., 2a edic., p. 212 y 228.

93. "El Plan de Reactivación Económica ante el H. Senado", en Desarrollo Económico


75, vol. 19, oct.-dic. 1979, documentos p. 403-426.

Nota: s.d.t. (sin datos tipográficos)

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