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INFORME ESPECIAL
La pérdida del tejido óseo afecta principalmente a las mujeres en período menopáusico
provocando un mayor riesgo de fracturas y aplastamientos vertebrales. Al no presentar
síntomas es fundamental consultar al médico para establecer un diagnóstico preciso y llevar
adelante el tratamiento preventivo o correctivo necesario.
Esta enfermedad se caracteriza por la pérdida de la masa ósea, no sólo del mineral sino
también de la estructura que lo contiene. De esta manera el hueso se vuelve más poroso,
aumentando el número y la amplitud de las cavidades que existen en su interior, provocando
una mayor fragilidad en los huesos y una menor resistencia a las fracturas. La pérdida de
estos dos elementos se denomina osteopenia y cuando pasa ciertos límites densitométricos se
convierte en osteoporosis, siendo mayor el riesgo de fracturas.
A la osteoporosis se la clasifica en “primaria” y “secundaria”. La secundaria es aquella en
donde otra enfermedad, como puede ser problemas de tiroides, artritis reumatoidea, o la
ingesta de alguna medicación determinada, predisponen la pérdida de masa ósea.
En la osteoporosis primaria, en cambio, no se conoce la causa que la desencadena ni tampoco
existen factores de riesgo predominantes. Sin embargo existen algunos factores comunes a
toda la población que aumentan las posibilidades de que la persona desarrolle esta
enfermedad: raza blanca, sexo femenino, contextura delgada, antecedentes hereditarios,
sedentarismo, un mal aporte de calcio, el hábito de fumar y un alto consumo de café.
Alfredo Arturi, jefe de sala del Servicio de Reumatología del Hospital San Martín de La Plata
explica que “uno de los factores más importantes es cuando la mujer entra en la etapa
menopáusica, debido a que deja de producir estrógenos, hormonas que cumplen un rol
preponderante en la renovación y el mantenimiento del tejido óseo. Por lo tanto –agrega- , si
a este factor se le suma alguno de los otros, esta mujer tiene mayor riesgo de tener
osteoporosis que otras. De las mujeres que entran en este período sólo un 30 por ciento
desarrolla la enfermedad. Lo importante en todos los casos es determinarla y tratarla, pero
sobre todo prevenirla”.
El máximo desarrollo de masa ósea se logra alrededor de los 25 años. A partir de esa edad
empieza a decaer, acelerándose en la etapa menopáusica en la mujer que, por lo general, es
entre los 50 y 60 años. “Si la mujer tiene una menopausia precoz, alrededor de los 40, tiene
mayor riesgo de desarrollar la enfermedad que aquella que entra en ese período normalmente
debido a que le faltarán estrógenos por lo menos diez años antes”.
En los hombres es más difícil que se desarrolle esta enfermedad. “De cada diez casos de
osteoporosis, ocho y medio son mujeres”, explica Arturi. “Se trata, por lo general de la
osteoporosis secundaria, que se desencadena a partir de otras enfermedades como
intestinales, que provocan una mala absorción del calcio o del uso de determinadas drogas,
como los corticoides o al alcoholismo crónico”.
Un estudio realizado en 1993 por un grupo de médicos del Hospital Italiano de Capital
Federal, encabezado por Carlos Mautalen, y que contó con la colaboración de la Mercedes
García del servicio de reumatología del Hospital San Martín, reveló en la ciudad de La Plata
una incidencia de 380 fracturas por cada 100 mil mujeres de 50 años, y de 101 fracturas por
cada 100 mil varones.
Consecuencias
La mayor consecuencia de esta enfermedad es que al tener una masa ósea de baja calidad, los
enfermos, sobre todo la gente mayor, se ven expuestos a sufrir fracturas de muñecas, codos,
vértebras y caderas.
Alfredo Arturi explica que “existen dos tipos de huesos, uno trabecular o esponjoso (columna
lumbar), que es el que desaparece primero; y otro compacto, que constituye el 80 por ciento
de toda la masa ósea y va a decaer con el tiempo.
Por ello –remarca- es importante determinar la pérdida de hueso esponjoso y hacer
tratamiento preventivo de la pérdida del compacto”. Cuando aparece la pérdida del hueso
trabecular, las vértebras se van achicando y la mujer va tomando una posición en donde su
columna se va doblando hacia delante (sifosis), acompañado de dolor y pérdida de varios
centímetros en la estatura.
Aún en pleno auge de chequeos de rutina, la población tiende a ignorar el estado de sus
huesos, tal vez porque no dan señales, salvo cuando ya es tarde. “Lamentablemente, muchas
de las consultas se realizan cuando las pacientes ya padecen aplastamientos vertebrales”,
alerta Arturi. “Por eso es fundamental determinar cuándo hay osteoporosis u osteopenia antes
de que ocurra ese aplastamiento vertebral. Y para eso se utilizan métodos de diagnóstico que
son la densitometría y algunos parámetros de laboratorio”.
La densitometría ósea mide la cantidad de mineral que posee el hueso y marca cuán por
debajo está tomando como indicador máximo la masa ósea a los 25 años de edad. “Los
valores normales son hasta –1; ya cuando van desde –1 hasta –2,5 se denomina osteopenia, y
si supera el límite de –2,5 se trata de osteoporosis.
Si además de superar ese valor la persona tiene antecedentes de fracturas, entonces padece
osteoporosis severa. En base a qué rango se encuentre la mujer en cada caso, habrá que ver
qué tipo de tratamiento habrá que hacer”.
Además existen diferentes análisis de laboratorio que permiten conocer si el calcio que se
ingiere se absorbe bien y si la concentración de vitamina D es adecuada. “Realizar estos
estudios es muy importante para establecer el diagnóstico preciso y realizar el tratamiento
preventivo o correctivo de la osteoporosis”.
Cómo se previene
“No hay enfermedades sino enfermos –aclara el especialista-. El médico tiene que explicarle
a cada paciente, de acuerdo a sus factores de riesgo, qué medidas debe llevar adelante y, a
partir de ahí, el paciente tiene el compromiso de llevarlas a cabo”.
Existen varios recursos para la prevención de la osteoporosis, que evitan la pérdida de tejido
óseo. Sin embargo, una vez establecida la enfermedad, el tratamiento es correctivo.
“Si los valores de la densitometría son menores a –1, es decir que la persona no padece ni
osteoporosis ni osteopenia, lo importante es tener una buena nutrición que permitan
desarrollar huesos sanos consumiendo suficiente cantidad de lácteos. Además es conveniente
realizar actividad física moderada y evitar el cigarrillo”, destacó el especialista.
En el equilibrio de la alimentación es fundamental la ingesta de calcio. Se estima que la dosis
diaria es de 1000 a 1500 mg. Si una persona no tiene un buen aporte de calcio hasta los 25
años y no llega al máximo desarrollo de masa ósea, a partir de ahí empieza a reducirla.
“Si el paciente ya tiene osteopenia -aclaró Arturi-, además de llevar adelante lo mencionado
anteriormente para que no se siga perdiendo masa ósea, se acompaña el tratamiento con
algunos medicamentos que hacen que las células formen tejido óseo. Entre ellos se
encuentran el tratamiento de reemplazo hormonal (TRH), la calcitonina, los suplementos de
calcio, vitamina D y flúor y los bifosfonatos.”
Otro factor importante para prevenir la pérdida de masa ósea es la exposición regular a la luz
del sol. “De esta manera el organismo fabrica su propia vitamina D, que va a permitir que el
calcio, cuando llegue al intestino pueda entrar al organismo”.
Ø raza blanca
Ø sexo femenino
Ø contextura delgada
Ø antecedentes hereditarios
Ø sedentarismo
Ø mal aporte de calcio
Ø cigarrillo
Ø café
Ø menopausia
Recomendaciones:
3. Ecológicamente (eje del frente al fondo), las interacciones del ambiente humoral
y el uso mecánico que a cada
instante se ejercen sobre el
esqueleto modifican
constantemente la expresión de
los genes que determinan su
estructura. Esto explica, por
ejemplo, que los huesos de una
persona no puedan ser iguales a
los de ninguna otra, aun de su
misma edad, así fuera su
hermano gemelo idéntico
(tampoco se podría fotografiar un
mismo esqueleto ni siquiera a
una fracción de segundo de una
foto a la otra), y también que la
estructura ósea responda al uso mecánico del esqueleto, y que pueda afectarse por
factores endócrino-metabólicos o farmacológicos.
Determinación de los balances (independientes) de masa y de resistencia ósea (y) por la estimulación mecánica
(vehiculizada por las deformaciones locales cotidianas que el uso imprime reversiblemente a cada región del
esqueleto, medidas en "microstrains", x). Esos balances resultan de la modulación direccional de la modelación
(en verde) y de la remodelación (en rojo) óseas en respuesta a esas deformaciones. El esquema presupone,
didácticamente, la ausencia de toda otra clase de influencia (genética, endocrina, senil, etc.) sobre el esqueleto.
Relación lineal entre la resistencia del radio distral humano (determinada indirectamente mediante un indicador
tomográfico no-invasivo) y la fuerza muscular del antebrazo (determinada diamométricamente), que muestre una
pendiente única para hombres y mujeres pre- menopáusicas. La asociación indica que tanto como el 85% de la
resistencia ósea (R2=0.85) está directamente determinado en Homo sapiens por la fuerza de la musculatura
regional, sin distinción de sexos, en condiciones de normalidad endocrina.
El "MECANOSTATO" no es todo!!
Fragilidad esquelética
La fragilidad esquelética (desbalance mecanostático de calidad mecánica ósea) sólo
puede aumentar por tres mecanismos patogénicos fundamentales, aislados o
combinados:
1. Una alteración primaria (genética, senil) de los sensores y efectores del
mecanostato, que les impida integrarse normalmente al control de la eficiencia
mecánica de la estructura ósea, por perturbar su capacidad de producir un material
adecuado en calidad y/o en cantidad, y/o de optimizar su disposición arquitectónica
(osteopatías fragilizantes primarias).
2. Una reducción de la estimulación mecánica esquelética (defecto del input), que
dejaría de aportar al sistema la información necesaria (deformaciones cotidianas) para
optimizar la arquitectura ósea orientando la modelación y la remodelación en la región
afectada (osteopatías fragilizantes por desuso).
3. Una perturbación del entorno endocrino-metabólico, suficiente para modificar el
setpoint del sistema, afectando su capacidad para optimizar la rigidez de la estructura
ósea en ciertas regiones críticas (osteopatías fragilizantes secundarias al factor
causal).
Importante:
- La fragilidad ósea es independiente de la masa mineralizada. Puede ocurrir fragilidad
esquelética con masa ósea baja, normal, o incluso aumentada (osteopetrosis).
- Fragilidad ósea no implica necesariamente osteopenia, ni osteoporosis.
Osteopenia
Si esas alteraciones son suficientes para reducir el balance de masa ósea que provee el
mecanostato, independientemente de lo que ocurra con la fragilidad esquelética,
tendrá lugar una osteopenia ("falta de hueso en los huesos", con calidad normal del
material remanente).
En el primer caso se producirá una osteopenia "primaria" (genética, senil); en el
segundo, una osteopenia "por desuso" (con calidad ósea normal para la actividad
habitual del portador), y en el tercero, una osteopenia "secundaria, o sintomática" del
trastorno endocrino-metabólico causal. Para todas estas formas de osteopenia, la
densitometría estándar (SPA, DPA, DXA) constituye el método diagnóstico de elección,
aunque no para distinguir su diferente origen etiológico.
De todos modos, cualquiera de esas formas de osteopenia puede ocurrir (y aun ser
intensa) sin que aumente la fragilidad ósea (osteopenia simple).
Importante:
- Osteopenia no implica necesariamente fragilidad esquelética, ni osteoporosis,
independientemente de su intensidad.
Osteoporosis
Si las alteraciones mencionadas son suficientes para alterar el balance de masa
(osteopenia), y sólo si esa osteopenia implica al mismo tiempo un desarreglo
arquitectónico de la macro-estructura ósea (trama trabecular, diseño cortical),
suficiente para provocar un desbalance de calidad mecánica en alguna región del
esqueleto, entonces tendrá lugar en ella un aumento osteopénico de la fragilidad ósea
con normalidad mecánica del material remanente. Sólo en esas condiciones
corresponde establecer el diagnóstico de osteoporosis de esa región (Figura 3-1).
Importante:
- No existe osteoporosis sin osteopenia, pero tampoco la hay si no se verifica que esa
osteopenia haya originado una hiperfragilidad ósea por desarreglo macro-
arquitectónico de la estructura, con normalidad mecánica del material remanente.
- Osteoporosis no implica "osteopenia intensa", sino "osteopenia con consecuencias
biomecánicas", independientemente de su intensidad.
- No corresponde diagnosticar una osteoporosis a partir de la simple detección de una
masa mineral ósea baja (osteopenia, osteomalacia), por reducida que se la encuentre.
La aplicación del criterio puramente densitométrico de la OMS para el diagnóstico
cuantitativo de "osteoporosis" a partir de "t-scores" de densidad mineral ósea de
proyección (DMO), en oposición a esta concepción, resulta inadecuada, porque lleva a
las incongruencias señaladas en la Figura 3-4.
- Tampoco corresponde reportar una "mejora de la condición osteoporótica" a partir de
la simple detección de un aumento de la masa mineral ósea.
- Exceptuando el desuso, o la declinación senil del mecanostato, todas las osteoporosis
(incluyendo la post-menopáusica) son "secundarias", fundamentalmente a trastornos
endocrino-metabólicos.
- Las osteoporosis pueden reconocer una etiología sistémica, pero sus manifestaciones
son prácticamente siempre regionales, no generales: siempre tienen lugar en sitios
esqueléticos con presencia de médula roja, proveedora de precursores celulares
necesarios para la remodelación.
- Por esa razón, las manifestaciones osteoporóticas son también biomecánicamente
independientes para cada región esquelética, de modo que no tiene sentido analizar
correlaciones interregionales, ni diagnósticas ni terapéuticas.
¿Es la osteoporosis realmente una enfermedad?
Tal como se la definió arriba, exceptuando los casos por desuso, la osteoporosis es una
enfermedad de la adaptación regional de la estructura ósea al uso mecánico del
esqueleto.
En el sentido epidemiológico del término, un enfermo es un individuo que necesita
modificar el funcionamiento de su organismo para asimilar su calidad de vida a la de
los demás. Desde estos puntos de vista, un osteoporótico es un enfermo que requiere
atención inmediata, y la enfermedad osteoporótica constituye un problema con
importancia y costo social rápidamente crecientes.
Estas consideraciones tornan crítico el diagnóstico biomecánico de la osteoporosis de
cualquier origen, a efectos preventivos. La correcta selección de casos a tratar eludirá
el riesgo de alterar la modelación y/o la remodelación ósea en quienes las tienen
normales, así como de tratar a alto costo números muy grandes de pacientes para
reducir la incidencia de eventos relativamente poco frecuentes, como ciertas fracturas,
y que también reconocen causas extraesqueléticas en su mecanismo de producción,
como los traumatismos.
(*) - Sun Valley (Idaho) Workshops on Hard Tissue Biology. Reuniones anuales. - International Congresses on Bone
Morphometry. Reuniones bi-anuales. - International Society of Musculoskeletal & Neuronal Interactions. Reuniones
bi-anuales.
Recursos terapéuticos para las osteopenias metabólicas.
Los trastornos metabólicos que determinan estados osteopénicos sólo lo hacen
produciendo una o más de las siguientes tres condiciones:
1. una modelación ósea deficiente (bajo turnover óseo, con escasa formación de
material de composición normal),
2. una mineralización retrasada del osteoide (raquitismo, osteomalacia), y/o
3. una excesiva remodelación (alto turnover, con excesiva reabsorción y reposición
insuficiente de material normal).
Aunque intuitivamente parezca verdad lo contrario, el esqueleto no se "descalcifica", ni
puede "recalcificarse". Sólo se puede aumentar su tasa de modelación, reducir su tasa
de remodelación, y/o acelerar la tasa de mineralización retrasada del osteoide (Figura
4-1).
Como se verá luego, el papel de la calcioterapia no es ³calcificar los huesos² como
algunos creen, sino asegurar el abastecimiento de calcio en los momentos en que el
esqueleto recambia el viejo tejido mineralizado por otro nuevo.
Estas condiciones restringen las instancias terapéuticas para los estados osteopénicos.
Los recursos genuinos se reducen en general a los siguientes.
Medidas higiénico-dietéticas
Aparte de evitar el exceso de alcohol, de tabaco, y de sal y proteínas en la dieta, los
recursos más importantes son los siguientes:
1. Ingesta de calcio. El aporte dietario de calcio puede resultar insuficiente para
neutralizar situaciones deficitarias perniciosas para el esqueleto, especialmente en las
siguientes instancias:
a. Alto requerimiento cálcico: crecimiento, embarazo, lactancia, recambio óseo acelera
do (menopausia), actividad reparativa intensa (fracturas o aplastamientos vertebrales),
osteoporosis de alto turnover.
b. Reducción de la absorción intestinal neta de Ca: deficiencia de calciferoles,
enteropatías, postmenopausia inmediata, corticoterapia, edad avanzada.
c. Hipercalciuria importante.
d. Hipoparatiroidismo. En los 3 primeros casos, estas situaciones pueden determinar
una tendencia a la hipocalcemia, con reacción hiperparatiroidea crónica, aumento del
turnover óseo, y balance esquelético negativo de calcio por excesiva destrucción.
En todos los casos, y en general siempre que su aporte con las comidas sea
insuficiente, un suplemento dietario de calcio con biodisponibilidad adecuada (sales de
buena solubilidad: citrato, gluconato, lactobionato, etc.) puede contribuir a reducir o
anular el futuro exceso de destrucción ósea.
Es importante distinguir entre el aporte de calcio y su absorción neta. Entre los
alimentos, los productos lácteos son los que proveen mayor aporte y absorción neta.
Las preparaciones farmacéuticas presentan casi todas el mismo aporte de calcio (dosis
diarias), pero la variación de su absorción es muy grande. El citrato de calcio provee el
mejor aporte de calcio al organismo debido a que tiene un doble mecanismo de
absorción, independiente del grado de acidez estomacal.
El fraccionamiento de la dosis diaria de calcio es siempre conveniente. Las cantidades
absorbidas de calcio están limitadas por la capacidad de las proteínas intestinales de
transporte. Esta capacidad presenta variaciones inte-individuales, y suele estar reducida
en diversas situaciones clínicas, como la postmenopausia inmediata y la senilidad.
El suplemento cálcico resulta inefectivo cuando la homeostasis mineral está en orden,
porque ni la tasa de mineralización ósea normal, ni la de formación ósea en cualquier
instancia, pueden acelerarse por exceso de aporte.
Hormonoterapias sustitutivas
1. Estrógenoterapia de reemplazo. Los estrógenos son los principales protectores de
la masa ósea trabecular, especialmente en las zonas yuxtamedulares (mecánicamente
poco relevantes) de las regiones esqueléticas críticas para el desarrollo de osteoporosis
(columna y metáfisis de huesos largos), que son también las más afectadas
mecánicamente por el proceso evolutivo a partir de la adquisición de la bipedestación.
Desde la pubertad hasta la menopausia, las mujeres acumulan hueso trabecular en
esas regiones (relativamente a salvo de su remoción por el mecanostato óseo), con
evidentes ventajas a efectos reproductivos (embarazo y lactancia), para perderlo
rápidamente luego del cese de la función ovárica. Aparentemente, los estrógenos
protegen a ese tejido contra su remoción por el mecanostato, bajando el umbral de
estimulación mecánica necesario para el disparo de la remodelación en modo "desuso"
(con balance negativo de los pozos) por el sistema (Figura 4-2). Gracias a ese efecto,
los huesos de las mujeres menstruantes son menos sensibles a la baja estimulación
mecánica que los de hombres de edades comparables.
Los estrógenos son inefectivos en mujeres con función ovárica normal, pero
inmediatamente luego de la menopausia son muy eficaces para mantener la masa
trabecular, siempre que se procure una razonable estimulación mecánica de las
regiones a proteger mediante un adecuado régimen de actividad física. No puede
esperarse que aumenten mucho la masa ósea, pero sí que eviten la pérdida rápida de
hueso y el natural incremento de la tasa de fracturas que tienen lugar durante los
primeros 5-10 años de post-menopausia. La eficacia de agentes de origen vegetal
(ipriflavona) está en estudio.
Efectos de la actividad física, expresados en función de las deformaciones que las cargas
provocan sobre la estructura, en unidades ad-hoc (eje x), sobre el balance de masa
mineral o de resistencia mecánica ósea (eje y), suponiendo la normalidad endocrino-
metabólica. Altas tasas de deformación activan la modelación, con balance positivo.
Tasas demasiado altas o muy bajas de deformación disparan la remodelación en modo
³desuso², con balance negativo (mecanismo causal de todas las osteoporosis
conocidas). El efecto de los estrógenos se muestra en función del desplazamiento a la
izquierda del umbral de deformación necesario para el disparo de la remodelación en
modo ³desuso².
Inhibición de la remodelación
inhibidores remodelatorios son los tratamientos más empleados para la osteoporosis.
Parecen tolerables por largos períodos, y han demostrado eficacia protectora doble,
contra la pérdida de masa ósea y contra la incidencia de nuevas fracturas.
Colofón
Todos sabemos que el mejor recurso para optimizar el rendimiento de un equipo de
fútbol no es la incorporación de delanteros o defensores eficaces, sino la labor de un
buen técnico que oriente el funcionamiento del conjunto frente a cada rival. Del mismo
modo, el tratamiento ideal para todas las osteopatías fragilizantes debería ser un
agente que, antes que promover la modelación o inhibir la remodelación
sistémicamente, "a ciegas", en cualquier parte del esqueleto, interactuara
positivamente con el mecanostato, contribuyendo a orientar esos dos procesos de
forma que se optimice la resistencia a la deformación de las regiones que interese
proteger, sin afectar indeseablemente otros sitios.
Lamentablemente, aun se carece de semejante recurso. En tanto, deberemos
seleccionar entre las anteriores, las opciones terapéuticas más adecuadas a la
presentación de cada caso.
Es una entre tantas enfermedades "silenciosas", que se instalan sin producir síntomas y
pueden avanzar hasta niveles riesgosos si no se trata a tiempo. La osteopenia, una
disminución de la masa ósea relativamente leve, es en algunos casos el camino hacia la
osteoporosis. Pero si se detecta en forma temprana es casi siempre controlable y muchas
veces puede revertirse.
EPIDEMIOLOGÍA
DEFINICIÓN
Normal hasta - 1
INDICACIONES DE DMO
Se recomienda efectuar una densitometría en :
Mujeres mayores de 65 años, mujeres menores de 65 con presencia de
por lo menos un factor de riesgo (ver Tabla 2 ), adultos con una fractura
por fragilidad, adultos con enfermedades o condiciones asociadas a baja
masa ósea o pérdida ósea, hombres mayores de 70 años. Asimismo
debe efectuarse el estudio en todo paciente que necesite ser tratado,
como también es conveniente hacerlo en el paciente en tratamiento
para monitorear resultados, con mediciones periódicas dependiendo del
caso. Es de destacar que hay numerosos trabajos científicos que
demuestran la presencia de osteopenia (hasta un 50%) y de
osteoporosis (hasta un 30%) en pacientes que no tienen factores de
riesgo.
Sitios a medir por DXA :
Columna anteroposterior (columna AP) y fémur, en todos los pacientes.
Se recomienda medir el antebrazo no dominante cuando la columna AP
y fémur no puedan medirse o interpretarse, en los pacientes con
hiperparatiroidismo y en los pacientes muy obesos.
Las regiones de interés recomendadas para la medición de columna son
L1-L4 para columna AP, midiendo todas las vértebras, excluyendo
solamente las afectadas por cambios estructurales o artefactos. La
medición de columna lateral no debe utilizarse para diagnóstico ni para
seguimiento.
En fémur se puede medir cuello femoral, trocánter o fémur proximal
total; se debe elegir para el diagnóstico la zona de menor valor,
excluyendo el triángulo de Ward.
La DMO puede medirse en ambos fémures, pero no hay datos
suficientes para usar el promedio de T-Scores como diagnóstico. Varios
trabajos recientes, algunos realizados en la Argentina, encontraron que
un alto porcentaje de sujetos tienen hasta 10% de diferencia en DMO
entre uno y otro lado, por lo que se recomienda incluir ambos fémures
proximales en la evaluación inicial. Para el seguimiento, igual que para
el diagnóstico, se debe usar el fémur con menor valor .
La clasificación de la OMS para diagnóstico de osteopenia y osteoporosis
no debe ser utilizada con mediciones periféricas, salvo la medición de la
DMO en radio 33% (también llamada radio 1/3).
Cuando hay medición de más de un sitio anatómico, el diagnóstico
deberá basarse en el área de menor valor.
Trasplante de órganos
PREVENCIÓN DE OSTEOPOROSIS
La disminución de la DMO no presenta síntomas específicos que
ocasionen una alarma al paciente como para llevarlo a realizar una
consulta médica. Solamente una historia clínica completa con un
interrogatorio dirigido a buscar factores de riesgo que influyan sobre la
masa ósea permite seleccionar a la población que merece ser estudiada
para descartar osteopenia y/o osteoporosis.
Cuando se habla de prevención de osteoporosis generalmente se hace
referencia a una población de mediana edad y compuesta en su gran
mayoría por mujeres, aunque los hombres mayores de 70 años también
están involucrados.
A medida que la información sobre osteoporosis se difunde en medios
científicos y de información general la población toma una mayor
conciencia del problema y se preocupa por realizar consultas para
descartar dicha enfermedad o para realizar tratamientos preventivos.
FACTORES DE RIESGO
Cuando se evalúa a sujetos para descartar osteoporosis hay que
considerar ciertos factores de riesgo que han sido ampliamente
estudiados. Es importante tener presentes dichos factores, como así
también enfermedades y medicamentos que causan secundariamente
osteoporosis. La existencia de factores de riesgo surge de la información
recabada en un buen interrogatorio y un examen físico completo
realizado durante la consulta médica.
Los factores de riesgo se enumeran en la Tabla 2; los más importantes
se describen a continuación:
Sexo, edad y raza: la incidencia de fracturas osteoporóticas es mayor
en las mujeres postmenopáusicas de raza blanca. La mayor parte de las
investigaciones se ha realizado en estas poblaciones; de todas formas
no se descarta que mujeres y hombres de otras edades y razas se vean
afectados por la enfermedad.
Ciertas fracturas, como la fractura de cadera, que es la que presenta
mayor morbimortalidad, se producen en edad avanzada. En nuestro
país, el promedio de edad de los pacientes con este tipo de fractura
ronda los 80 años en ambos sexos.
Menopausia precoz y deficiencia de estrógenos en la
premenopausia: el cese de la secreción estrogénica, cuando se
produce en forma precoz (antes de los 40 años), y más aún cuando es
abrupta, como sucede en la ooforectomía bilateral, lleva aparejada una
pérdida importante de masa ósea. En estas circunstancias, está indicado
un tratamiento preventivo con terapia hormonal de reemplazo hasta la
edad fisiológica de la menopausia, para prevenir osteoporosis.
Las amenorreas prolongadas no hiperandrogénicas previas a la
menopausia también producen un deterioro óseo que debe ser
diagnosticado; el tratamiento de la enfermedad que causa el
hipoestrogenismo beneficiará al hueso.
Delgadez: hay que tener en cuenta el adelgazamiento extremo. Se
considera que cuando el índice de masa corporal (IMC: kg/m 2 ) es
inferior o igual a 20, el sujeto es delgado y tiene un factor de riesgo para
desarrollar osteoporosis; también puede considerarse como delgadez al
peso corporal inferior a 57 kg. El interrogatorio debe abarcar los
antecedentes de trastornos de la conducta alimentaria, ya que los
pacientes con estas enfermedades no sólo presentan delgadez extrema
sino que también suelen tener hipoestrogenismo u otros trastornos
hormonales, y disminución de la absorción de nutrientes que pueden
afectar al hueso.
Historia de fracturas previas por traumas leves: las personas con
antecedente de fracturas por traumas leves (osteoporóticas) tienen un
riesgo mayor de sufrir nuevas fracturas osteoporóticas en el futuro.
Estas pacientes posiblemente ya padecen la enfermedad sin
diagnóstico. La disminución de 3 ó más centímetros en la talla del sujeto
y/o el aumento de la cifosis dorsal pueden orientar al médico hacia la
presencia de aplastamientos vertebrales.
Antecedentes familiares: las pacientes cuyos familiares directos
( como la madre o la abuela) han sufrido fracturas, principalmente de
cadera, vertebrales o de muñeca, tienen un riesgo aumentado de
padecer osteoporosis.
Sedentarismo: el sedentarismo debe ser evitado. Se debe incentivar el
ejercicio ya que el mismo influye en forma positiva durante la etapa de
crecimiento para aumentar la masa ósea; en la vida adulta favorece su
mantenimiento. Es importante para mantener un tono muscular
adecuado y mejorar los reflejos, factores que disminuyen la incidencia
de caídas que predisponen a fracturas.
Tabaco: el riesgo de osteoporosis está aumentado en los fumadores.
Esta población suele ser más delgada y tener menor actividad física,
motivos que influyen negativamente sobre la masa ósea. También el
tabaco actúa negativamente por múltiples mecanismos patogénicos .
Alto recambio óseo: Niveles elevados de marcadores del recambio
óseo constituyen un indicador de riesgo aumentado de fracturas,
independientemente del valor de la DMO.
Corticoides: El uso de corticoides supone un sustancial riesgo para
futuras fracturas, y este riesgo es en gran parte independiente de la
DMO. El riesgo relativo (RR) para fractura vertebral es de 5,2 con dosis >
7,5 mg de prednisona por día o equivalente, mientras que con dosis
menores a ese valor umbral el RR es < 5. Sin embargo, dosis tan bajas
como 2,5 mg de prednisona aumentan el RR cuando los sujetos tratados
se comparan con una población que no recibe glucocorticoides. El
aumento del RR es dependiente de la dosis y del tiempo de
administración, y disminuye progresivamente cuanto más tiempo pasa
desde la interrupción del glucocorticoide, aunque los pacientes que han
tomado corticoides alguna vez siempre tienen un aumento del RR
cuando se comparan con aquéllos que nunca los han recibido.
Osteomalacia
Hiperparatiroidismo
Hipertiroidismo
Hipogonadismo
Síndrome de Cushing
Enfermedad celíaca
Gastrectomía
Mieloma múltiple
Neoplasias hematológicas
Diabetes tipo 1
Osteogénesis imperfecta
Alcoholismo
Neoplasias en general
Análogos de la GnRH
Antiandrógenos
Inhibidores de la aromatasa
Anticonvulsivantes
Anticoagulantes
Furosemida
MÉTODOS DIAGNÓSTICOS EN OSTEOPOROSIS
Radiografías: Las radiografías de columna dorsal y lumbar, en frente y
en perfil, son indispensables para diagnosticar aplastamientos
vertebrales y otras patologías. Además sirven para ubicar posibles
factores de error en los informes densitométricos (espondilosis,
ateromatosis aórtica).
Densitometría: La densitometría central (también llamada axial) brinda
información sobre el estado de la densidad ósea del sujeto en estudio.
Las áreas óseas a investigar son la columna lumbar (en posición
anteroposterior) y el fémur proximal. Hay que descartar la medición de
la columna lumbar en los casos de escoliosis y osteoartrosis severas,
piezas metálicas, múltiples aplastamientos vertebrales o cualquier otro
artefacto que invalide la medición. En estos casos se recomienda la
evaluación de ambas caderas.
Laboratorio: el completo interrogatorio y examen físico realizado al
paciente orientará al profesional a solicitar estudios de laboratorio
general y otros específicos para efectuar el diagnóstico diferencial entre
diversas enfermedades sistémicas que pueden afectar al hueso (ver
Tabla 3 ).
Laboratorio de metabolismo mineral: comprende las siguientes
determinaciones mediante las cuales se descartarán enfermedades
específicas del hueso (p. ej.: hiperparatiroidismo, osteomalacia, etc.):
calcemia, fosfatemia, creatininemia, reabsorción tubular de fósforo,
magnesemia, calciuria, magnesuria. El dosaje de PTH y de 25-
hidroxivitamina D se ordena en base a los datos bioquímicos iniciales y a
la situación específica del paciente.
Laboratorio de remodelamiento óseo: indica el grado de recambio
del hueso. Como marcador de formación ósea se puede solicitar la
fosfatasa alcalina o su isoenzima ósea, o la osteocalcina; como marcador
de resorción ósea, la desoxipiridinolina o los telopéptidos del colágeno
tipo I –el C-terminal (crosslaps) o el N- terminal (NTX)–. En la Tabla 5 se
esquematizan los estudios de laboratorio.
Laboratorio general
Hemograma
Eritrosedimentación
Uremia
Glucemia
Proteinograma electroforético
Hepatograma
Orina completo
Laboratorio específico*
Tirotrofina
Calcemia
Fosfatemia
Creatininemia
Magnesemia
Calciuria
Creatininuria
Magnesuria
PTH sérica*
25-hidroxivitamina D sérica*
Formación ósea :
Osteocalcina
Resorción ósea :
Desoxipiridinolina
Crosslaps
NTX o CTX
Notas :
* Se solicitan según criterio clínico, para diagnóstico diferencial entre
osteoporosis primaria y secundaria.
** Generalmente se solicita solamente un marcador de formación y uno
de resorción.
Prevención de caídas:
Bifosfonatos
Los bifosfonatos, especialmente alendronato y risedronato, son la
primera línea de tratamiento en las mujeres postmenopáusicas con
osteoporosis densitométrica especialmente si tienen fracturas
preexistentes. Los bifosfonatos alendronato y risedronato son la primera
línea de tratamiento en la osteoporosis inducida por corticoides y la
osteoporosis del varón. El uso de bifosfonatos para el tratamiento de la
osteoporosis en mujeres premenopáusicas, cuando no se han
identificado causas secundarias, no puede recomendarse todavía,
aunque puede ser considerado.
El alendronato a la dosis de 10 mg por día (ó 70 mg semanales),
administrado por 3 años, reduce la incidencia de fracturas vertebrales,
de cadera y de muñeca en alrededor del 50% en pacientes con una
fractura vertebral previa; el número de pacientes que es necesario tratar
(NNT) es de alrededor de 45 para evitar una fractura vertebral por año, y
de alrededor de 270 para evitar una fractura de cadera. El alendronato
reduce la incidencia de fracturas vertebrales en un 48% a lo largo de 3
años en pacientes sin fracturas vertebrales previas (el NNT es
aproximadamente 250 ) .
El risedronato a la dosis de 5 mg por día (ó 35 mg semanales),
administrado por 3 años, reduce la incidencia de fracturas vertebrales
en un 45%, y la de fracturas no vertebrales en un 36% en pacientes sin
una fractura vertebral previa. A pesar de que también en la población
añosa se mantiene la relación inversa entre la DMO y el riesgo de
fractura de cadera, el risedronato no redujo la incidencia de este tipo de
fractura en pacientes mayores de 80 años no seleccionadas en base a su
DMO.
La asociación de alendronato y terapia de reemplazo hormonal produce
mayor ganancia de DMO que cada tratamiento en forma aislada, a pesar
de que no hay evidencia directa de mayor reducción en la tasa de
fracturas con dicha asociación.
Los bifosfonatos administrados por vía intravenosa (pamidronato e
ibandronato) deben considerarse como segunda línea de tratamiento de
la osteoporosis postmenopáusica en mujeres intolerantes a bifosfonatos
orales, o que no puedan recibir otras terapéuticas de primera línea.
Calcitonina
Sólo un estudio (el PROOF ) ha mostrado que la calcitonina de salmón
por vía nasal a la dosis diaria de 200 UI reduce significativamente las
fracturas vertebrales. Debido a la ausencia de una clara dosis/respuesta
(no hubo reducción significativa de fracturas con la dosis de 400 UI), se
recomienda considerar a la calcitonina nasal como tratamiento de
segunda línea en la osteoporosis postmenopáusica. La calcitonina nasal
no puede ser recomendada, aunque sí puede ser considerada en el
tratamiento de la osteoporosis del varón y de la mujer premenopáusica,
así como en la osteoporosis por corticoides. La calcitonina nasal o
parenteral es la primera línea de tratamiento del dolor asociado a
fractura vertebral aguda. Una reciente revisión del trabajo PROOF
verificó su utilidad en la población de mujeres mayores de 70 años: se
comprobó una disminución del RR de fracturas vertebrales del 55 y 50%
en mujeres de 70 y 75 años, respectivamente.
• Sindrome climatérico
• Atrofia genitourinaria
Flúor
El ion flúor (administrado como fluoruro de sodio o como
monofluorofosfato sódico, MFP) actúa como un amplificador de señales
anabólicas a nivel de los osteoblastos y puede inducir aumento de la
masa ósea trabecular. Este efecto se da en 60% de los sujetos tratados
por tiempo prolongado (6-12 meses), y su magnitud a nivel lumbar al
año de tratamiento es de 4-10%. Dado que no se ha comprobado su
efecto sobre la densidad mineral de la cadera, no debería administrarse
en pacientes con fracturas de cadera previas o disminución acentuada
de la DMO femoral. No debe indicarse en ancianos. No ha habido una
demostración indudable de su efecto antifractura.
Parathormona recombinante
La PTHrh 1-34 (los primeros 34 aminoácidos de la PTH humana
obtenidos por técnica recombinante ) ha mostrado ser eficaz en la
prevención de fracturas tanto vertebrales como no vertebrales en
mujeres postmenopáusicas con osteoporosis severa. No debe usarse en
forma combinada con bifosfonatos, ya que la respuesta terapéutica es
menor. La PTH 1-34 a la dosis de 20 µg por día reduce el riesgo de
fracturas vertebrales en un 65%, y el de las no vertebrales (no de
cadera) en un 53% en pacientes con osteoporosis, luego de un promedio
de 18 meses de tratamiento.
Calcio y vitamina D
Los niveles bajos de 25-hidroxivitamina D son comunes en la población
que envejece, y una significativa reducción de fracturas no vertebrales y
de cadera se han observado en estudios prospectivos de poblaciones
añosas tratadas únicamente con calcio y vitamina D 3 . A pesar de ello,
el calcio y vitamina D no deben ser usados como único tratamiento de la
osteoporosis. El calcio y la vitamina D, ya sea a través de la dieta o de
suplementos, son una terapia adjuvante esencial en el tratamiento de la
osteoporosis. Para mujeres postmenopáusicas y hombres mayores de 50
años se recomiendan 1.500 mg de calcio elemento y 800 UI (= 20 µ g)
de vitamina D por día, preferentemente como vitamina D 3
(colecalciferol). La medición de vitamina D sérica permite, en caso de
ser necesario, incrementar la dosis administrada hasta llegar a un nivel
adecuado.
Pacientes que reciben glucocorticoides
Todos los pacientes que reciben glucocorticoides deben tomar calcio y
vitamina D como prevención primaria, previa determinación de la
calciuria de 24 horas. En mayores de 65 años de ambos sexos y en los
que tienen fracturas previas se recomienda iniciar tratamiento con un
bifosfonato u otra droga anti-antiosteoporótica, independientemente del
valor de T.