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SER EN DE LA SALLE: ORÍGENES Y ÉXODOS

Identidad, Espiritualidad ¿y Futuro?

I. Nuestra identidad: ¿Qué es ser lasallista?

José Luis Esquibel, fsc

Nunca aprendo tanto, como cuando estudio para enseñar lo que aprendo. Este año, después de dos
años de vivir fuera de las fronteras De La Salle, tomé el reto de colaborar en la formación permanente
de un grupo de coordinadores, maestros, administrativos, padres de familia y alumnos lasallistas. Sobre
todo, el diplomado “Iniciación al lasallismo: raíces, perspectivas y escenarios”, impartido por un grupo
de Hermanos para los queridos seglares, que hoy por hoy, comparten con nosotros esta misión.

¿Tenemos un estilo educativo? ¿Cuáles son los rasgos más distintivos de nuestra pedagogía, que
apodamos con el adjetivo ‘lasallista’, tan llevado y traído en camisas, folletos, documentos… con el riesgo
de volverlo trivial, vacío, barato? ¿Tenemos un estilo que podemos evocar a De La Salle, como una
marca, para darnos más o menos el prestigio que nuestros antecesores, a veces con verdadero
heroísmo, han llevado por los siglos? En no pocas ocasiones, en nuestra historia, el barco de la
comunidad lasallista ha estado a punto del naufragio; en otras tantas, quien ha leído sobre la historia
del Instituto de los FSC, se queda boquiabierta al ver aquellos humildes y complejos comienzos, en
donde el Fundador se las tuvo que ver con los deseos internos y los jalones externos. Fue sensible.

Más adelante, impresiona ver el Instituto fuertemente amenazado por la casi aniquiladora tormenta de
la Revolución francesa, donde quedamos reducidos unas cuantas obras extendidas fuera de la cuna
donde nacimos en Francia. Veremos algunos otros como botones-muestra de esta tricentenaria historia
de la “nube de testigos”, que nos han precedido. En la primera parte, sólo Hermanos; en la segunda,
hombres y mujeres que también han sido tocados por este carisma, esta vocación y misión.

Este breve escrito se inspira en el estudio: “Que la Escuela vaya siempre bien: Aproximación al modelo
pedagógico lasallista”, de un equipo internacional de hermanos, todos ellos, en mayor o menor medida,
expertos en la investigación lasallista que, en su ardua y paciente labor de investigadores, han
desempolvado, profundizado y actualizado, con su loable esfuerzo, esta historia, esta tradición y esta
misión que está llena de vida, gracias a la entrega, alimentada de fe, pasión y compromiso profesional
de “miembros vivos”, como los califica De La Salle, a quienes no han perdido el sentido de ser llamados-
vocación; y enviados-misión al mundo de la educación, con toda su complejidad; sin negar las amenazas
y los signos de muerte, que también nos acompañan, por la rutina vacía, por la negación al cambio, por
un compromiso superficial con nuestra obra lasallista.

Nuestro estudio se centra en tres ejes fundamentales para comprender nuestra pedagogía, nuestro
estilo particular, para comprender lo que significa el calificativo ‘lasallista’: en la primera parte,
volveremos la mirada en nuestros orígenes, ¿cómo nació esta obra? En la segunda parte, fijaremos la
mirada en algunos movimientos sociales y culturales ¿Cómo respondió nuestro Instituto? Y, por último,
nuestra mirada consciente, propositiva, responsables para actualizar nuestra tradición hoy. Nuestra
identidad responde a la pregunta fundante: ¿quiénes somos? Nuestra espiritualidad responde a la
cuestión: ¿qué espiritualidad nos caracteriza? Nuestra historia responde a ¿de dónde venimos? Y nuestra
tradición ¿qué debemos hacer para tener futuro?

Actividad

¿Qué signica para el equipo ser lasallista? ¿Qué rasgos específicos caracterizan la
Hagan una frase que reuna cada una de las pedagogía lasallista? Esriban 3
impresiones de la mesa.

¿Quiénes somos? Escriban el nombre de cada uno de los integrantes del equipo y anoten cómo
llegaron a la salle o cuáles eran sus espectativas al ingresar a la institución. Brevemente.

¿Cómo era antes el instituto? ¿Quiénes ¿Cómo es hoy? ¿Quiénes participan? ¿Cuál es la
participaban? visión de escuela que tenemos en el presente?

¿Cuáles son los signos de muerte-


amenzas?

¿Cómo podemos superarlas?


II. Nuestra espiritualidad.

José Luis Esquibel, fsc

“El espíritu de fe es el que debe animar todas sus obras, el móvil de toda su conducta. Los que no lo
tienen o lo han perdido, deben ser considerados y considerarse a sí mismos como miembros muertos,
porque se hallan privados de la gracia de su estado” (De La Salle RC, 2.1)

Fortísimas estas afirmaciones del Fundador. Desde que era aspirante, me impresionaba este lenguaje
tajante, radical y sin tapujos. Sentía miedo a ser considerado o, peor aún, considerarme yo mismo, en
conciencia, miembro muerto de esta comunidad que quiero y de la que soy parte y responsable. Miembro
muerto por carecer del espíritu que es propio de nuestro Instituto.

El pequeño y significativo estudio “El carisma De La Salle en América Latina”, escrita por un equipo de
hermanos latinoamericanos, liderados por el H. Zevallos, captan con profundidad cómo para un lasallista,
lo más profundo parte de la formación, agudización, sensibilización de la mirada. Mirar, no sólo ver. No
“viendo los toros desde la barrera”, sino bajarse a torear, a enfrentar la realidad con todo lo que
implique. Una vez mirado, permanecer indiferente, es pecado, el peligroso pecado del instalado, del
indiferente, del domesticado, el convencido a base de amargura y frustración, que las cosas así son y
no pueden cambiar, tan a flor de piel ahora en estos tiempos electorales, donde tanto hartazgo y
desesperanza convencen a tantos de que votar no vale para nada, una burla descarada.

De La Salle sintetiza nuestro espíritu en una fórmula con tres elementos, repleta de sentido. La formuló
en negativo, en su obrita ‘Colección de varios trataditos’: “No mirar nada sino con los ojos de la fe; no
hacer nada sino con la mirada puesta en Dios; y atribuirlo todo a Dios” (Colección 11, 2). El primer paso
para ser un lasallista es ser ‘contemplativo/a’, alguien que mira a Dios en su historia en la historia que
le ha tocado vivir. Que vive a Dios no como un ser lejano, como una idea, sino como una persona viva
que va caminando en su historia. No el ‘dios de los filósofos’, una gran idea, sino el ‘Dios de Jesucristo’,
mantenía con firmeza el filósofo Pascal, en medio de las incertidumbres de su tiempo, donde la razón
pretendía imponerse contra la fe que, según estaban convencidos muchos de los filósofos
contemporáneos tuyos, estaba condenada a desaparecer, a superarse como un mito, como una ceguera
sin sentido. Eso nos marca desde dentro, contemplar a Dios caminando a nuestro lado.

Primero es ‘evangelizar la mirada’; el segundo paso es ‘discernir la voluntad de Dios’, sus deseos, sus
llamados que nos lanza en el hoy concreto, desafiante y exigente que vivimos. Ni melancólicos que no
dejan de lamentarse con tristeza, porque “ya no hay valores; ya no hay temor de Dios; ya no es como
antes; ya no…”. Renunciamos a la queja barata sin compromiso para transformar el presente. No
pensamos perder nuestra oportunidad de ser en el ‘aquí y ahora’, nuestro único tiempo que tenemos,
‘sal y luz’ de nuestras tierras concretas, ahí donde Dios nos ha puesto, abonarnos, limpiarnos, florecer
y dar nuestros mejores frutos. El segundo movimiento nos urge a discernir Su voluntad hoy.

El tercer paso que necesitamos dar, para ser lasallistas, ‘atribuirlo todo a Dios’, implica caminar no como
gente sin Dios, a-teos prácticos, que divorcian la fe de la vida, marcados más por la indiferencia, la
inconsciencia, la irresponsabilidad como si Dios no existiera, reduciéndolo a unos sentimientos intimistas,
en donde Dios no se niega a Dios, pero tiene poco impacto en lo práctico, en lo real, en lo concreto. O
utilizar a Dios como ‘máquina expendedora de necesidades’, donde se cree en Él por conveniencia, se
le ‘utiliza’ para los momentos duros de la vida. Ser De La Salle implica vivir a Dios en mi historia, en
nuestra historia. No separar mi salvación personal de la salvación de mis alumnos y compañeros de
camino. No separa la historia universal de la historia de salvación, en donde Dios va inspirándome,
sosteniéndome; inspirándonos y sosteniéndonos con su Espíritu.

Actividad

¿Cuáles son los pecados lasallistas?

¿Cuál es la imagen de Dios propuesta por De La


Salle?

¿Cuáles con los pasos para fortalecer el espíritu de fe?

Anoten el nombre de cada uno de los miembros del equipo y escriban


una característica sobre la imagen de Dios que les llame la atención de
la lectura.

El espíritu de fe para el equipo consiste…


Características de los ateos prácticos realicen una síntesis de las ideas del grupo
III. Nudos históricos y respuestas pedagógicas.

José Luis Esquibel, fsc

Si bien es cierto, la pedagogía lasallista, es hija de su tiempo. Nació en el tiempo, pero no se ha quedado
reducido a una sola época. Ha sabido caminar con la historia, evolucionar con ella, manteniendo siempre
una reserva crítica, que le permite no enfrascarse, no dejarse enredar por los vaivenes de la moda. Creo
que nos ha caracterizado un cierto límite ante lo novedoso, de principio; no sin antes discernir al estilo
que nos legó De La Salle: “no hacer nada sino con la mira puesta en Dios”, ha marcado y marca, como
punto de partida, el estilo de lo que podemos llamar ‘discernimiento lasallista’. Que nuestra acción,
nuestra práctica, sea constantemente evaluada, revisada, discernida a la mirada de Dios. A De La Salle
y a sus primeros FSC no se les puede tachar ni de conservadores, cerrados a todo cambio; ni de
innovadores a ultranza. Como dice el biógrafo L. Salm, hermano norteamericano: “Era lento para decidir,
pero una vez decidido, era casi intransigente”.

Ese talante lo heredamos del Fundador. El Instituto nace en una época marcada por movimientos
culturales y eclesiales. Europa venía del Renacimiento y el Barroco, que implicó un cambio significativo
de mentalidad, que poco a poco, alcanzó a impregnar en la forma de pensar a grandes masas de
población; primero en las clases sociales altas, partiendo como una cascada, de los pensadores y
filósofos, a las clases cultas y descendieron después a las capas bajas de la sociedad, a los pobres, a
los últimos. Donde el pensamiento medieval centraba la vida, la existencia de todo en Dios, siendo la
religión el enfoque desde donde se interpretaba todo; el renacimiento y el barroco, va dando un giro a
la mentalidad, ahora es el hombre por el hombre el centro, el fundamento desde donde se interpretaba
todo; dejando a Dios en un segundo plano. La Iglesia estaba marcada por la crisis de la Reforma y
Contrarreforma. Vivía la crisis dolorosa de la ruptura del protestantismo con el catolicismo. Había un
movimiento de misión, de volver a evangelizar las clases bajas, las mayorías empobrecidas. Francia, la
cuna donde nacimos los lasallistas, era un hervidero de movimientos que provocaban olas de caridad,
como el de Luisa de Marillac y Vicente de Paúl; de una espiritualidad nueva, que refrescara los
fundamentos de la vivencia de la fe, la llamada ‘espiritualidad francesa’.

Los lasallistas tenemos, desde nuestros inicios, una orientación más práctica, pero siempre de la mano
con una formación esmerada, un entrenamiento de los miembros nuevos y una actualización
permanente de todos. A De La Salle le queda claro, desde muy pronto, que la clave del éxito, lo fructífero
de lo que logremos ser, vendrá por la vivencia espiritual de los miembros del Instituto, en primer lugar,
para no llegar a ser ‘miembros muertos’, que produzcan muerte a su alrededor, en su comunidad y en
su escuela; a la par del plano espiritual, está la capacitación pedagógica. Era común ver a los primeros
lasallistas con una vida muy estructurada, centrada en la oración, en el estudio y en la práctica educativa.
Eran los ejes que regían su vivir.

Ante la modernidad y la ilustración, que separan cada vez más la Iglesia de los estados; se mira con
desconfianza la religión, creyendo casi fervorosamente en la razón. En las sociedades se va extendiendo
el dominio de lo secular, lo laico; relegando lo religioso y lo eclesial a la esfera de lo privado, provocando
un cristianismo, una fe descalcificada, descafeinada, romanticona, dulzona, emocional, que haga sentir
paz; pero que no se comprometa con la transformación social, que no critique. Reducida a prácticas
piadosas, pero sin contenido social. En el galope del caballo de la historia, estudios como los del H.
Bruno Alpago, argentino: “El Instituto al servicio educativo de los pobres”, pone de manifiesto cómo
costó el huracán casi aniquilador de la Revolución francesa; que nos dejó reducidos casi al mínimo. La
lucha a brazo partido por conservar el servicio educativo de los pobres, como parte de nuestra finalidad
fundacional; la privatización y laicización de las escuelas en el mundo occidental; la reducción y
envejecimiento del Instituto, hoy nos desafían, nos ponen en el dilema de lamentarnos y perdernos; o
de reconocer la grandeza de nuestro laicado y, desde aquí, relanzarnos.

Actividad

¿Cuáles eran los movimientos ¿Qué cambios produjó en la


sociales qué fueron marcando al pedagogía lasallista de su tiempo?
Instituto?

¿Quiénes estamos en el equipo? Anoten los


¿Cuál era la clave del éxito de De La Salle?
nombres de los de la mesa

¿Qué quiere decir para nosotros que nuestra


práctica sea constantemente evaluada, revisada,
dicernida a la mirada de Dios? Anoten la lluvia de
ideas con lo que cada quien se exprese.

¿Cuáles son los movimientos ¿Qué cambios deberíamos producir


sociales qué están influyendo en la para atender desde pedagogía
educación? lasallista a las necesidades actuales?
IV. ¿Tenemos futuro las y los lasallistas?
José Luis Esquibel, fsc

“La finalidad del Instituto no radica en tener escuelas por ellas mismas; sino dedicarse al apostolado
de la educación, utilizando el medio privilegiado de la escuela” (Declaración 49, 3).

Los lasallistas nacen y crecen en la Francia del s. XVII. Nosotros estamos en el México del s. XXI.
Aquellos primeros lasallistas estaban liderados primero por la figura original, por su humanismo cristiano
y por su profunda espiritualidad, junto con hombres que comparten la misión, la visión, los valores del
Fundador. Cada vez nos queda más claro el papel fundamental que jugaron los Primeros hermanos de
nuestros orígenes que, injustamente quedaron oscurecidos por la figura de JB De La Salle. Estudios
como el del H. Augustine Loust: “Los primeros Hermanos De La Salle”, ponen de manifiesto la grandeza
de sus vidas, sus dudas, sus certezas, sus liderazgos, su superación, su brillo espiritual, su talante
pedagógico, la resistencia de sus vidas tan abocadas a lo espiritual, en el cuidado del clima de lo
comunitario; y lanzadas a los educativo.

Estos son los tres ejes que sostienen la espiritualidad, con diferentes ritmos, modalidades y particulares
formas que ayer como hoy, siguen siendo céntricas, para lograr ser fecundos y significativos en nuestras
obras: una espiritualidad firme, que se apoya en la oración común, pero que lo supera, que va más allá
de la oración establecida, pues son medios, no fines en sí. Los fines son una vida centrada en Dios, con
Dios como base y fundamento de lo que somos y lo que hacemos.

Otro círculo concéntrico es la comunidad, esos grupos donde nos movemos y, si los descuidamos,
permitimos la atomización, donde cada uno está cerrado en sus propios intereses, en su propio bien,
desconectado, no-identificado de verdad con la obra, nos debilitamos de manera decisiva. O si
permitimos climas de trabajo tan lejos e incongruente con lo comunitario, como sería el hecho de caer
en la crítica fatalista, el miembro del grupo en que está ahí pero como si no le quedara de otra, cargando
y lanzando una amargura tremenda. En fin, cuidar los climas de la comunidad, siempre una meta por
alcanzarse; una estrella lejana que está ahí para inspirarnos a caminar, aunque sabemos que no la
alcanzaremos nunca.

Otro círculo es el apostolado de lo educativo, la misión que nos convoca. Es el tercer círculo, según esta
analogía, esta parábola que voy utilizando, pero es al mismo tiempo, el primero. Llegamos a De La Salle
a buscar un trabajo, a desempeñar una profesión. Pero pronto nos topamos con que, en la visión
espiritual del Fundador, no estamos aquí por casualidad, por destino, por pura necesidad. Porque “no
somos fruto de la casualidad y el destino. Cada uno es un pensamiento, un proyecto encarnado de
Dios”, expresa bellamente Benedicto XVI. Dios nos llama de manera particular, ahí en las circunstancias,
en la realidad concreta de cada uno de nosotros/as. Luego nos topamos con otros/as, para una misión
en particular, la de educar. Y, ello visto a la luz de la fe, implica una profundidad mucho mayor que sólo
estar en La Salle, sino ser lasallista: un creyente, miembro vivo, llamado por Dios-vocación, a colaborar
como misionero, enviado, a desempeñar una misión común, la de educar a los niños y jóvenes, con sus
antiguas y nuevas pobrezas.
La educación vista como una magna empresa humanizadora y evangelizadora, que tiene como meta
nada más y nada menos que formar una persona, que construye y encuentra su camino particularísimo;
y al creyente, abierto al proyecto, al sueño de Dios, “convocado y provocado para llegar a ser lo que
mejor que puede llegar a ser, en su ser único e irrepetible”, dice el agudo teólogo alemán Karl Ranher,
en su estudio: “Oyentes de la palabra, filosofía de la religión”. Nosotros asumimos ese gran reto que
nos lanza, que nos provoca, que nos inspira, que nos sacude, que nos lleva más allá de nuestro
funcionamiento mecánico y que llega a ser infecundo. Y eso no se vale: ser infecundos, sal que pierde
sabor, luz que se extingue. Miembros muertos…

Actividad

Escriban tres características del México del s.XXI

Sinteticen cada uno de los círculos concéntricos de la pedagogía lasallista:


Espiritualidad, comunidad, misión.

¿Cómo se forma a la
persona desde la
pedagogía lasallista? ¿A
dónde se pretende llegar?
¿Cuáles son nuestras?
Anoten sus ideas
Dudas

Certezas

Resistencias

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