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Sociedad indiana

Historia social de los mundos indianos – ISSN 2530-


4372
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Pelozatto Reilly: La cría y el comercio de


mulas entre el Río de la Plata y el Perú
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La cría y el comercio de mulas entre el Río de la Plata y el Perú: mercados


regionales, actores y grupos sociales (siglos XVI al XIX)

Mauro Luis Pelozatto Reilly

Sin lugar a dudas, la mula fue un animal trascendental para el desarrollo de las
poblaciones hispano-coloniales y sus economías. Desde los primeros años a partir de las
fundaciones, los españoles intentaron implantar sus tradiciones agrícolas, como por
ejemplo la producción tanto de alimentos como excedentes con fines comerciales[1].
Empero, como se intentará exponer en este ensayo, no fue útil únicamente para los
trabajos agrícolas (desde épocas muy tempranas, estos animales sirvieron en el arado, la
trilla, la carga y el transporte, junto a otras especies características de la tradición
agrícola hispana, como el buey)[2].

Parto de la hipótesis de que los mulares fueron híbridos fundamentales, y no solamente


como herramientas de trabajo rurales o como bestias de carga y transporte, sino también
como articuladores de mercados locales y regionales, lo cual dio origen a otras
actividades productivas, y con éstas a ciertos actores y grupos sociales vinculados de
alguna forma u otra a la cría y comercialización de mulas.

Cierto es que su importancia también estuvo condicionada por las características


geográficas y la especialización productiva de cada región. Por ejemplo, en Venezuela
colonial, se las solía exportar hacia otras regiones como Santo Domingo, que las
demandaba para las explotaciones azucareras[3]. La diversidad característica de la
América española hacen necesario por lo menos un recorte geográfico, y es por eso que
para esta oportunidad me he detenido en la caracterización de la cría y comercialización
de mulas en el sur del Virreinato del Perú (lo que luego pasaría a formar parte del
Virreinato del Río de la Plata, desde 1776), en el marco de lo que Carlos Sempat
Assadourian planteó como ‘‘espacio peruano’’, que giraba en torno a Lima y Potosí,
desde fines del siglo XVI.

‘‘Este espacio, que abarcaba desde Quito hasta el Río de la Plata, estaba articulado por
el capital mercantil generado en esos centros, sobre todo por la minería potosina. La
demanda de mercancías por parte de Lima y Potosí generaba una especialización
regional de la producción de las diferentes subregiones dentro del espacio peruano. La
consecuencia fundamental fue la formación de un mercado interno de mercancías
provistas por las diferentes regiones y consumidas dentro del espacio peruano, en
particular en los dos centros de desarrollo’’[4].

La importancia de las mulas radicaba, en primer lugar, en su relación directa con la


producción de plata, que sin dudas fue la actividad más relevante. Por ejemplo, hasta
fines del siglo XVIII, este metal representaba todavía cerca de un 80% de las
exportaciones totales que salían desde el puerto de Buenos Aires[5]. Como bien señala
Gustavo Paz, ‘‘en el caso del Río de la Plata, una de esas especializaciones regionales se
produjo en torno de una mercancía en particular: las mulas. La circulación de mulas
articuló un espacio económico entre Buenos Aires y el Perú desde comienzos del siglo
XVII que perduró hasta fines del siglo XVIII’’[6].

Lo que me propongo para este artículo es, justamente, caracterizar la importancia de la


cría y comercialización de mulares en dicho espacio, entendiéndola como una
especialización económica que generó mercados, unió otros y dio origen tanto a ciertos
actores socio-económicos como a grupos de poder. A su vez, me gustaría remarcar, más
allá del espacio peruano, que estos cuadrúpedos tuvieron múltiples utilidades para todos
los escalafones de la sociedad colonial, tanto en la región estudiada como en otros
puntos muy importantes, como Nueva España: servían como medio de transporte de
personas y todo tipo de mercaderías, como animal de tiro y montura, para los trabajos
agrícolas, para brindar servicios básicos como el reparto de agua en las ciudades, entre
otras cosas[7].

En primer término, hay que tener en cuenta que no todos los puntos del espacio peruano
se vincularon de la misma manera a este comercio y a las demandas del norte minero.
Por ejemplo Córdoba, desde comienzos del siglo XVII, se amoldó a la necesidad de
carga y transporte del Alto Perú, promediando envíos anuales de 12.000 animales desde
las décadas de 1610-1620, número que fue creciendo toda la centuria[8]. Pese a esta
especialización, dicha jurisdicción complementó ese tráfico con el de esclavos y
‘‘efectos de Castilla’’, además de exportar vacas, cabras y ovejas, más productos
derivados de éstas últimas, como lana y tejidos artesanales, que no solamente llegaban
al norte, sino también al litoral y hasta el Brasil[9]. Por otra parte, como demostró Ana
Inés Ferreyra, los mercados para la mula se fueron reorientando, a medida que iba en
decadencia la producción de plata en el Potosí, consolidándose ya en el siglo XIX como
bestias de trabajo y transporte en las estancias y demás unidades productivas, que se
enfocaron cada vez más en la cría de bovinos y ovinos, además de la producción de
trigo y harinas, tanto para el abasto local como para los intercambios con otras
regiones[10].
Mula usada para cargar, en Tierra del Fuego, Argentina. Gracias a sus cualidades
físicas, este híbrido puede cargar mucho peso y transportarlo con facilidad, incluso en
zonas montañosas y de altura. Fuente de la imagen: Wikimedia

En otros puntos, como Salta, la cría de estos híbridos estuvo directamente vinculada a
los principales grupos de poder local, como las élites diversificadas que ocuparon
durante mucho tiempo los principales puestos en la administración pública (cabildo).
Estos comerciantes-hacendados se orientaron claramente a la cría, el engorde
(invernadores) y los envíos (arrieros) de mulas hacia el Alto Perú y el Perú,
complementando dichas actividades con otras como la cría de vacunos, la reventa de
productos europeos y españoles (Salta funcionó como punto de redistribución mercantil
en la región), el arrendamiento del cobro del diezmo, etc. Simultáneamente, necesitaron
consolidar su poder económico con la formación de redes sociales y políticas, que
generalmente nacían con alianzas matrimoniales entre familias beneméritas, y que
continuaban con la compra de cargos en el ayuntamiento, la acumulación de tierras y la
diversificación de los negocios, en donde la rama de la economía estudiada para este
escrito tuvo mucho que ver. Dentro de dicha ciudad fueron famosas las grandes ferias
del Valle de Lerma, en donde se reunían anualmente todo tipo de criadores,
invernadores, arrieros, carreteros y mercaderes, todos vinculados al comercio
interregional y principalmente con el norte argentífero[11]. En Catamarca, región
analizada por varios especialistas desde finales del siglo XVII, se ha demostrado que la
posesión de mulares estuvo relacionada no solamente a la arriería y el comercio en
carretas, sino también a la ganadería diversificada y a la conformación de las élites,
junto a instrumentos como el matrimonio, la dote y las mercedes de tierras[12].

Otro punto importante para lo que me interesa en este trabajo fue la ciudad de San
Miguel de Tucumán, ‘‘ubicada en el camino de los productos europeos y la plata
potosina, caracterizada por la producción doméstica diversificada en productos
requeridos en el puerto y en los centros mineros, y especializada en el servicio de
transportes de las mercancías que circulaban desde Buenos Aires a Jujuy’’[13]. A
diferencia de los puntos mencionados anteriormente, en Tucumán la producción mular
se daba en pequeñas cantidades, pese a su rol destacado para las demandas altoperuanas,
y más bien se especializó como punto de invernada y posterior traslado de animales que
llegaban desde Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires[14].

En este último punto tuvieron mucho que ver los arrieros y carreteros, sobre los cuales
algunos historiadores hicieron interesantes aportes. Estos actores fueron fundamentales
en las regiones con mayores problemas de comunicación, como Chile y Cuyo, puesto
que sirvieron para conectar los mercados ubicados entre el Atlántico y el Pacífico,
además de trasladar todo tipo de efectos desde y hacia distintos puntos del espacio
peruano. Asimismo, supieron hacer considerables ganancias económicas en torno al
traslado de ganado en pie, ya que su función era la de trasladar las recuas desde un
punto a otro, comprando los animales a un determinado precio para venderlos a otro
más elevado, aunque es preciso tener en cuenta que se trató de una actividad muy
riesgosa (no todos los mulares y vacunos llegaban a destino), y que requería de
inversiones (pago y productos de consumo para los peones, abrigos, herramientas, etc.).
Parándonos desde el Reino de Chile y sus diversas subregiones, las entradas y partidas
de mulas y carretas fueron indispensables para comunicar distintos mercados (por
ejemplo, esta jurisdicción importaba yerba mate del Paraguay y las Misiones, ganado,
productos castellanos y europeos que llegaban desde Buenos Aires, vinos y aguardientes
de Mendoza y San Juan, suelas y carretas del Tucumán, entre otras cosas, y además
exportaba trigo y harinas hacia diversos puntos, junto a otros géneros como las frutas
secas, bebidas alcohólicas, etc.). En definitiva, este tipo de comercio involucraba a todo
tipo de productores y actores sociales de una forma u otra. Por otra parte, en toda la
región, los arrieros tendieron a diversificar sus empresas: cría y engorde de mulas,
envíos de ganado bovino en pie, arrendamiento de tierras, producción de cereales y
panificados, comercio en carretas, tráfico negrero, operaciones inmobiliarias, y
demás[15].

En lo que respecta a Buenos Aires y el Río de la Plata, hay que decir que la importancia
de las mulas y sus mercados ha sido analizada mayoritariamente a partir de la
descripción de las unidades productivas y de la producción pecuaria, desde distintos
objetos de estudio, problemas, fuentes y metodologías. Carlos Birocco, por ejemplo,
sostuvo la importancia de este tema en relación al latifundio rioplatense y sus
características, tras desarrollar un estudio de caso, el de don Miguel de Riblos y sus
descendientes (estancieros del pago de Areco, Buenos Aires), que estuvieron
relacionados principalmente a la ganadería equina y mular, y como consecuencia a las
compañías comerciales de mulas, además de tener contactos con miembros de la élite
política y mercantil[16]. Por su parte, Juan Carlos Garavaglia, quien también abordó la
temática, demostró la existencia de distintos mercados para la ganadería, haciendo
hincapié en los vacunos y las mulas: abasto de carne local (novillos), piezas de sebo y
grasa para los mercados locales y regionales, los cueros de exportación y los envíos de
animales en pie hacia las ferias del norte y el Alto Perú[17]. Por otra parte, en base al
análisis de inventarios de estancias bonaerenses para el período 1750-1815, el autor
elaboró un modelo de análisis que permite apreciar los rasgos principales de la
ganadería en aquella época, al cual denominó ‘‘establecimiento típico’’, el cual estaba
conformado por 790 vacunos, 490 ovinos, 300 equinos, 40 mulares y 12 bueyes,
demostrando así la existencia de una economía pecuaria notoriamente diversificada[18].
Dicha postura fue confirmada, tomando fuentes, recortes cronológicos y análisis
similares, por otros autores como Carlos Mayo y Ángela Fernández, para quienes el
mular estaba difundido en todas las subregiones de Buenos Aires, todavía hacia
comienzos del siglo XIX, criándose en establecimientos productivos generalmente junto
a otras especies como vacunos y caballos, respondiendo de esta manera a los múltiples
mercados coloniales señalados[19]. Tulio Halperín Donghi tomó un recorte cronológico
más específico y el estudio de las fuentes (libros de cuentas, registros de compras y
ventas, etc.) de un establecimiento en concreto: la estancia betlemita de Fontezuela
(1753-1809), para sostener la misma idea: la tendencia a la diversificación ganadera, y
la relación entre los establecimientos que criaban mulas y diversas alternativas
mercantiles[20].
Por mi parte, gracias al análisis de padrones rurales y sucesiones de vecinos criadores,
pude cuantificar y describir el peso de esta rama de la ganadería y la diversificación
agrícola-ganadera en Buenos Aires durante la primera mitad del siglo XVIII[21],
además de hacer una descripción de las intervenciones del cabildo, orientadas (tanto en
Buenos Aires como en Santa Fe), a los impuestos sobre las mulas, y al control sobre los
criadores, arrieros y carreteros, entendidos como actores sociales de gran importancia
para las transacciones en sí y para la conexión con los distintos mercados locales y
regionales[22].

Desde el punto de vista de los actores y grupos sociales de la campaña, resulta lo más
convincente lo planteado desde hace algunas décadas por Carlos Mayo, para quien el
fácil acceso a los medios de producción (tierra y ganado), más la poca capacidad de
control por parte de las autoridades sobre las zonas rurales, la existencia de circuitos
clandestinos de comercialización, y de una frontera abierta con las facciones indígenas,
entre otras, hicieron posible que prácticamente todos los campesinos bonaerenses y
rioplatenses pudieran constituirse como pequeños y medianos pastores y labradores, los
cuales representaron una mayoría sobre el total de la población rural a lo largo de todo
el período[23]. Uno de los principales problemas que tuvieron los hacendados, y entre
ellos los que se especializaron en la cría y el comercio de mulas, fue justamente
asegurarse mano de obra permanente, lugar que tuvieron que ocupar los esclavos
africanos[24], los cuales nunca se vieron en cantidades demasiado grandes dentro de los
establecimientos de la región. Tanto los esclavos como los campesinos que entraban en
relaciones de dependencia con los estancieros y chacareros para acceder a la tierra,
supieron desempeñarse en todo tipo de trabajos agrícolas y ganaderos, donde la cría de
mulas ocupó un lugar de privilegio.

Tanto los mulares como los carreteros y arrieros fueron fundamentales para la conexión
de los distintos mercados locales y regionales del espacio peruano, y miembros de los
más diversos sectores y estratos participaban de la cría, el engorde y el tráfico. Fuente:
Wikimedia

Entre las relaciones consuetudinarias que se desarrollaron entre propietarios y no


propietarios se destacaron la agregación y el arrendamiento. La primera consistía,
básicamente, en la concesión de la posibilidad de usufructo de una parcela para el
campesino o familia campesina, quienes debían cumplir con determinados trabajos en
las tierras del estanciero[25]. La segunda, en líneas generales, era similar a la anterior,
con la diferencia de que implicaba el pago de una renta[26], mayormente pagada en
‘‘efectos de la tierra’’ (productos agrícolas y pecuarios), y en menor medida en plata
amonedada. En algunos de mis trabajos, he demostrado la importancia demográfica de
estos campesinos, los cuales también podían ser peones en algunos momentos del año, y
que además, se desempeñaron como productores ganaderos diversificados, muchos de
ellos incluso con mulas entre sus haciendas[27]. En definitiva, la actividad analizada
para este ensayo no era algo exclusivo de las élites, si bien hemos repasado su
importancia para los grupos sociales dominantes en distintos puntos del espacio
peruano, sino que más bien existieron diversos sectores vinculados a estos mercados,
desde grandes estancieros hasta pequeños campesinos que ni siquiera eran propietarios
de las tierras que ocupaban y trabajaban.

Sería interesante complementar estudios como los expuestos en este ensayo con análisis
cualitativos y cuantitativos elaborados en base a datos de diversas fuentes, tomando
distintos objetos de estudio, problemáticas y regiones, para poder apreciar, entre otras
cosas, la relación entre los niveles de producción de plata y el volumen del tráfico de
mulas. En cuanto a las conclusiones del presente trabajo, podríamos resaltar que dicho
tráfico, como especialización regional para varios puntos ubicados entre Buenos Aires y
el Perú, involucró a múltiples actores sociales, integró a distintas actividades
productivas y mercados regionales, y sirvió para la conformación de oligarquías locales
con poder económico y político.

El Cabildo de la Ciudad de Salta funcionó como una institución representante de los


intereses de las élites locales, cuyos miembros, en su mayoría, estaban vinculados a las
mulas como productores, invernadores y comerciantes en función de las demandas del
Alto Perú Minero.
Fotografía tomada por el autor

Cite este artículo como


Mauro Luis Pelozatto Reilly «La cría y el comercio de mulas entre el Río de la Plata y
el Perú: mercados regionales, actores y grupos sociales (siglos XVI al XIX),» en
Sociedad indiana, publicado el 24 de noviembre de 2016,
https://socindiana.hypotheses.org/802

Créditos:
La primera y segunda imágenes provienen de Wikimedia.

………..
Notas:
[1]. Cruz-León, Artemio, Martínez-Saldaña, Tomás y Damián-Huato, Miguel Ángel
(2010). ‘‘Las mulas olvidadas por la historia agrícola colonial: una restitución’’,
en Colegio de Postgrados, Universidad Autónoma Chapingo, p. 221

[2]. Ibídem, pp. 222-228.

[3]. Aizpurúa, Ramón (1988). ‘‘Las mulas venezolanas y el Caribe oriental del siglo
XVIII: datos para una historia olvidada’’, en Boletín Americanista, Nº 33, pp. 5-6. Una
primera versión de este pequeño trabajo fue presentada en el II Coloquio de Historia
Regional Falconiana, celebrado en Coro entre el 23 y el 26 de marzo de 1988

[4]. Assadourian, Carlos Sempat (1983). El sistema de la economía colonial. Mercado


interior, regiones y espacio económico. México, Nueva Imagen, pp. 129-134 y 270-
273; Paz, Gustavo (1999). ‘‘A la sombra del Perú: mulas, repartos y negocios en el
Norte argentino a fines de la colonia’’, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y
Americana ‘‘Dr. E. Ravignani’’, Tercera Serie, Nº 20, p. 45; Fradkin, Raúl y
Garavaglia, Juan Carlos (2009). La Argentina colonial. El Río de la Plata entre los
siglos XVI y XIX. Buenos Aires, Siglo XXI Editores, p. 95.

[5]. Halperín Donghi, Tulio (2010). Historia contemporánea de América Latina.


Buenos Aires, Alianza Editorial, p. 40.

[6]. Paz, Gustavo. Op. Cit., pp. 45-46.

[7]. Mijares Ramírez, Ivonne (2009). ‘‘La mula en la vida cotidiana del siglo XVI’’, en
Long Towell, Janet y Attolini Lecón, Amalia (coordinadoras). Caminos y mercados de
México. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Universidad Nacional
Autónoma de México, pp. 291-310.

[8]. Paz, Gustavo (1999). Op. Cit., p. 47.

[9]. Ferreyra, Ana Inés (2013). ‘‘Patrimonio, producción y trabajo en la campaña de la


Provincia de Córdoba, 1800-1860’’, en Revista Pilquen, Sección Ciencias Sociales, Año
XV, Nº 1, p. 2.

[10]. Ibídem, pp. 10-11.

[11]. Marchionni, Marcelo Daniel (2000). ‘‘Acceso y permanencia de las elites en el


poder político local. El Cabildo de Salta a fines del período colonial’’, en Cuadernos,
Nº 13, Facultad de Humanidadess y Ciencias Sociales-UNJu, pp. 286-299.

[12]. De la Orden de Peracca, Gabriela, Gershanis, Marcelo Ariel, Roldán, Vilma


Karina y Moreno, Alicia del Carmen (2001). ‘‘Conformación y consolidación de la élite
colonial de Catamarca. Siglo XVII y primera mitad del siglo XVIII’’, en Revista de
Ciencia y Técnica, Vol. VII, Nº 10, Año 7, pp. 139-145.

[13]. López de Albornoz, Cristina (2002). ‘‘Tiempos de cambio: producción y comercio


en Tucumán (1770-1820) ’’, en Revista Andes, Universidad Nacional de Salta, Nº 13, p.
1.
[14]. Ibídem, p. 16.

[15]. Lacoste, Pablo (2008). ‘‘El arriero y el transporte terrestre en el Cono Sur
(Mendoza, 1780-1800)’’, en Revista de Indias, Vol. LXVIII, Nº 244, pp. 35-66.

[16]. Birocco, Carlos María (1996). ‘‘Historia de un latifundio rioplatense: las estancias
de Riblos en Areco, 1713-1813’’, en Anuario de Estudios Americanos, Tomo LIII, I, pp.
73-99.

[17]. Garavaglia, Juan Carlos (1999). Pastores y labradores de Buenos Aires. Una
historia agraria de la campaña bonaerense 1700-1830. Buenos Aires, Ediciones de la
flor, pp. 216-218.

[18]. Garavaglia, Juan Carlos (1993). ‘‘Las ‘estancias’ en la campaña de Buenos Aires.
Los medios de producción (1750-1850) ’’, en Fradkin, Raúl (Comp.). La historia
agraria del Río de la Plata colonial. Los establecimientos productivos (II). Buenos
Aires, Centro Editor de América Latina, p. 129.

[19]. Mayo, Carlos y Fernández, Ángela (1993). ‘‘Anatomía de la estancia colonial


bonaerense (1750-1810) ’’, en Fradkin, Raúl (Comp.). La historia agraria del Río de la
Plata colonial. Los establecimientos productivos (I). Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina, p. 68; Mayo, Carlos (2004). Estancia y sociedad en la pampa (1740-
1820). Buenos Aires, Editorial Biblos.

[20]. Halperín Donghi, Tulio (1993). ‘‘Una estancia en la campaña de Buenos Aires,
Fontezuela, 1753-1809’’, en Fradkin, Raúl (Comp.). La historia agraria del Río de la
Plata colonial. Los establecimientos productivos (I). Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina, p. 60.

[21]. Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2015). »La ganadería colonial rioplatense en un
período transición: de las vaquerías tradicionales a las estancias de cría. Una
caracterización de las prácticas y los establecimientos productivos desde la década de
1720», en II Jornadas de estudiantes y graduados de Historia, Universidad Nacional de
General Sarmiento, 27 de agosto de 2015; Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2015). »El
desarrollo de la ganadería en Buenos Aires Colonial. Faenas, unidades productivas y
alternativas mercantiles a comienzos del Siglo XVIII», en III Encuentro de
Investigación »Dr. Rogelio C. Paredes’‘, Universidad de Morón, 14 de noviembre de
2015; Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2016). »El latifundio y los pequeños productores
rurales en Buenos Aires colonial del siglo XVIII: análisis, fuentes y discusiones», en
Revista Raíces, Uruguay, Nº 190, agosto de 2016; Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2016).
»Ganadería y unidades productivas mixtas en Buenos Aires colonial, 1726-1759», en
Revista Historia y Geografía, Nº 34, Universidad Católica Silva Henríquez, Chile, pp.
43-65.

[22]. Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2014). »El Cabildo de Buenos Aires y la
administración del mercado local, 1700- 1750», en II Jornadas de Investigación
»Rogelio C. Paredes», Universidad de Morón, 14 de noviembre de 2014; Pelozatto
Reilly, Mauro Luis (2015). »El Cabildo de Buenos Aires y la economía rural: las
recogidas de ganado y el abasto dentro de su jurisdicción, 1723-1750», en Carta
informativa XXXVII de la Junta de Estudios Históricos del Partido de La Matanza,
Universidad Nacional de La Matanza, Julio de 2015, pp. 7-42; Pelozatto Reilly, Mauro
Luis (2016). »Administración pública del ganado y sus alternativas comerciales en la
jurisdicción del cabildo de Santa Fe de la Vera Cruz, Gobernación del Río de la Plata
(1576-1627) », en Revista Estudios Digital, IIHAA, Universidad de San Carlos,
Guatemala, Año 4, Nº 9, agosto de 2016.

[23]. Mayo, Carlos (1987). ‘‘Sobre peones, vagos y malentretenidos: el dilema de la


economía rural rioplatense durante la época colonial’’, en Mayo, Carlos y otros
(Debate). Gauchos, campesinos y fuerza de trabajo en la campaña rioplatense. Anuario
del IEHS, Nº 2, pp. 25-32; Garavaglia, Juan Carlos (1993). Op. Cit., pp. 162-184.

[24]. Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2015). »La esclavitud en el litoral rioplatense
durante la primera mitad del siglo XVIII: entre las obras públicas y las diferentes
realidades en el contexto rural», en V Encuentro de discusión de avances de
investigación sobre diversidad cultural, Universidad Nacional de Rosario, 13 de agosto
de 2015.

[25]. Mayo, Carlos (2004). Op. Cit., pp. 73-74.

[26]. Fradkin, Raúl (1995). ‘‘Según la costumbre del pays’: costumbre y arriendo en
Buenos Aires durante el siglo XVIII’’, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y
Americana ‘‘Dr. E. Ravignani’’, Tercera Serie, Nº 11, pp. 39-64.

[27]. Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2016). ‘‘Ganadería y unidades productivas…’’, Op.
Cit., Ibídem, Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2016). »Mano de obra y explotaciones
rurales en Buenos Aires colonial (1726-1756)», en Revista Diálogos, Escuela de
Historia, Universidad de Costa Rica, Volumen 17 especial, octubre de 2016, pp. 217-
240. 



Esta entrada se publicó en Mauro Luis Pelozatto Reilly y está etiquetada con Ganadería
y sociedad colonial, Grupos sociales y mercados coloniales, Historiografía colonial
rioplatense, Prácticas y establecimientos productivos en 24/11/2016.

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