Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Sin lugar a dudas, la mula fue un animal trascendental para el desarrollo de las
poblaciones hispano-coloniales y sus economías. Desde los primeros años a partir de las
fundaciones, los españoles intentaron implantar sus tradiciones agrícolas, como por
ejemplo la producción tanto de alimentos como excedentes con fines comerciales[1].
Empero, como se intentará exponer en este ensayo, no fue útil únicamente para los
trabajos agrícolas (desde épocas muy tempranas, estos animales sirvieron en el arado, la
trilla, la carga y el transporte, junto a otras especies características de la tradición
agrícola hispana, como el buey)[2].
‘‘Este espacio, que abarcaba desde Quito hasta el Río de la Plata, estaba articulado por
el capital mercantil generado en esos centros, sobre todo por la minería potosina. La
demanda de mercancías por parte de Lima y Potosí generaba una especialización
regional de la producción de las diferentes subregiones dentro del espacio peruano. La
consecuencia fundamental fue la formación de un mercado interno de mercancías
provistas por las diferentes regiones y consumidas dentro del espacio peruano, en
particular en los dos centros de desarrollo’’[4].
En primer término, hay que tener en cuenta que no todos los puntos del espacio peruano
se vincularon de la misma manera a este comercio y a las demandas del norte minero.
Por ejemplo Córdoba, desde comienzos del siglo XVII, se amoldó a la necesidad de
carga y transporte del Alto Perú, promediando envíos anuales de 12.000 animales desde
las décadas de 1610-1620, número que fue creciendo toda la centuria[8]. Pese a esta
especialización, dicha jurisdicción complementó ese tráfico con el de esclavos y
‘‘efectos de Castilla’’, además de exportar vacas, cabras y ovejas, más productos
derivados de éstas últimas, como lana y tejidos artesanales, que no solamente llegaban
al norte, sino también al litoral y hasta el Brasil[9]. Por otra parte, como demostró Ana
Inés Ferreyra, los mercados para la mula se fueron reorientando, a medida que iba en
decadencia la producción de plata en el Potosí, consolidándose ya en el siglo XIX como
bestias de trabajo y transporte en las estancias y demás unidades productivas, que se
enfocaron cada vez más en la cría de bovinos y ovinos, además de la producción de
trigo y harinas, tanto para el abasto local como para los intercambios con otras
regiones[10].
Mula usada para cargar, en Tierra del Fuego, Argentina. Gracias a sus cualidades
físicas, este híbrido puede cargar mucho peso y transportarlo con facilidad, incluso en
zonas montañosas y de altura. Fuente de la imagen: Wikimedia
En otros puntos, como Salta, la cría de estos híbridos estuvo directamente vinculada a
los principales grupos de poder local, como las élites diversificadas que ocuparon
durante mucho tiempo los principales puestos en la administración pública (cabildo).
Estos comerciantes-hacendados se orientaron claramente a la cría, el engorde
(invernadores) y los envíos (arrieros) de mulas hacia el Alto Perú y el Perú,
complementando dichas actividades con otras como la cría de vacunos, la reventa de
productos europeos y españoles (Salta funcionó como punto de redistribución mercantil
en la región), el arrendamiento del cobro del diezmo, etc. Simultáneamente, necesitaron
consolidar su poder económico con la formación de redes sociales y políticas, que
generalmente nacían con alianzas matrimoniales entre familias beneméritas, y que
continuaban con la compra de cargos en el ayuntamiento, la acumulación de tierras y la
diversificación de los negocios, en donde la rama de la economía estudiada para este
escrito tuvo mucho que ver. Dentro de dicha ciudad fueron famosas las grandes ferias
del Valle de Lerma, en donde se reunían anualmente todo tipo de criadores,
invernadores, arrieros, carreteros y mercaderes, todos vinculados al comercio
interregional y principalmente con el norte argentífero[11]. En Catamarca, región
analizada por varios especialistas desde finales del siglo XVII, se ha demostrado que la
posesión de mulares estuvo relacionada no solamente a la arriería y el comercio en
carretas, sino también a la ganadería diversificada y a la conformación de las élites,
junto a instrumentos como el matrimonio, la dote y las mercedes de tierras[12].
Otro punto importante para lo que me interesa en este trabajo fue la ciudad de San
Miguel de Tucumán, ‘‘ubicada en el camino de los productos europeos y la plata
potosina, caracterizada por la producción doméstica diversificada en productos
requeridos en el puerto y en los centros mineros, y especializada en el servicio de
transportes de las mercancías que circulaban desde Buenos Aires a Jujuy’’[13]. A
diferencia de los puntos mencionados anteriormente, en Tucumán la producción mular
se daba en pequeñas cantidades, pese a su rol destacado para las demandas altoperuanas,
y más bien se especializó como punto de invernada y posterior traslado de animales que
llegaban desde Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires[14].
En este último punto tuvieron mucho que ver los arrieros y carreteros, sobre los cuales
algunos historiadores hicieron interesantes aportes. Estos actores fueron fundamentales
en las regiones con mayores problemas de comunicación, como Chile y Cuyo, puesto
que sirvieron para conectar los mercados ubicados entre el Atlántico y el Pacífico,
además de trasladar todo tipo de efectos desde y hacia distintos puntos del espacio
peruano. Asimismo, supieron hacer considerables ganancias económicas en torno al
traslado de ganado en pie, ya que su función era la de trasladar las recuas desde un
punto a otro, comprando los animales a un determinado precio para venderlos a otro
más elevado, aunque es preciso tener en cuenta que se trató de una actividad muy
riesgosa (no todos los mulares y vacunos llegaban a destino), y que requería de
inversiones (pago y productos de consumo para los peones, abrigos, herramientas, etc.).
Parándonos desde el Reino de Chile y sus diversas subregiones, las entradas y partidas
de mulas y carretas fueron indispensables para comunicar distintos mercados (por
ejemplo, esta jurisdicción importaba yerba mate del Paraguay y las Misiones, ganado,
productos castellanos y europeos que llegaban desde Buenos Aires, vinos y aguardientes
de Mendoza y San Juan, suelas y carretas del Tucumán, entre otras cosas, y además
exportaba trigo y harinas hacia diversos puntos, junto a otros géneros como las frutas
secas, bebidas alcohólicas, etc.). En definitiva, este tipo de comercio involucraba a todo
tipo de productores y actores sociales de una forma u otra. Por otra parte, en toda la
región, los arrieros tendieron a diversificar sus empresas: cría y engorde de mulas,
envíos de ganado bovino en pie, arrendamiento de tierras, producción de cereales y
panificados, comercio en carretas, tráfico negrero, operaciones inmobiliarias, y
demás[15].
En lo que respecta a Buenos Aires y el Río de la Plata, hay que decir que la importancia
de las mulas y sus mercados ha sido analizada mayoritariamente a partir de la
descripción de las unidades productivas y de la producción pecuaria, desde distintos
objetos de estudio, problemas, fuentes y metodologías. Carlos Birocco, por ejemplo,
sostuvo la importancia de este tema en relación al latifundio rioplatense y sus
características, tras desarrollar un estudio de caso, el de don Miguel de Riblos y sus
descendientes (estancieros del pago de Areco, Buenos Aires), que estuvieron
relacionados principalmente a la ganadería equina y mular, y como consecuencia a las
compañías comerciales de mulas, además de tener contactos con miembros de la élite
política y mercantil[16]. Por su parte, Juan Carlos Garavaglia, quien también abordó la
temática, demostró la existencia de distintos mercados para la ganadería, haciendo
hincapié en los vacunos y las mulas: abasto de carne local (novillos), piezas de sebo y
grasa para los mercados locales y regionales, los cueros de exportación y los envíos de
animales en pie hacia las ferias del norte y el Alto Perú[17]. Por otra parte, en base al
análisis de inventarios de estancias bonaerenses para el período 1750-1815, el autor
elaboró un modelo de análisis que permite apreciar los rasgos principales de la
ganadería en aquella época, al cual denominó ‘‘establecimiento típico’’, el cual estaba
conformado por 790 vacunos, 490 ovinos, 300 equinos, 40 mulares y 12 bueyes,
demostrando así la existencia de una economía pecuaria notoriamente diversificada[18].
Dicha postura fue confirmada, tomando fuentes, recortes cronológicos y análisis
similares, por otros autores como Carlos Mayo y Ángela Fernández, para quienes el
mular estaba difundido en todas las subregiones de Buenos Aires, todavía hacia
comienzos del siglo XIX, criándose en establecimientos productivos generalmente junto
a otras especies como vacunos y caballos, respondiendo de esta manera a los múltiples
mercados coloniales señalados[19]. Tulio Halperín Donghi tomó un recorte cronológico
más específico y el estudio de las fuentes (libros de cuentas, registros de compras y
ventas, etc.) de un establecimiento en concreto: la estancia betlemita de Fontezuela
(1753-1809), para sostener la misma idea: la tendencia a la diversificación ganadera, y
la relación entre los establecimientos que criaban mulas y diversas alternativas
mercantiles[20].
Por mi parte, gracias al análisis de padrones rurales y sucesiones de vecinos criadores,
pude cuantificar y describir el peso de esta rama de la ganadería y la diversificación
agrícola-ganadera en Buenos Aires durante la primera mitad del siglo XVIII[21],
además de hacer una descripción de las intervenciones del cabildo, orientadas (tanto en
Buenos Aires como en Santa Fe), a los impuestos sobre las mulas, y al control sobre los
criadores, arrieros y carreteros, entendidos como actores sociales de gran importancia
para las transacciones en sí y para la conexión con los distintos mercados locales y
regionales[22].
Desde el punto de vista de los actores y grupos sociales de la campaña, resulta lo más
convincente lo planteado desde hace algunas décadas por Carlos Mayo, para quien el
fácil acceso a los medios de producción (tierra y ganado), más la poca capacidad de
control por parte de las autoridades sobre las zonas rurales, la existencia de circuitos
clandestinos de comercialización, y de una frontera abierta con las facciones indígenas,
entre otras, hicieron posible que prácticamente todos los campesinos bonaerenses y
rioplatenses pudieran constituirse como pequeños y medianos pastores y labradores, los
cuales representaron una mayoría sobre el total de la población rural a lo largo de todo
el período[23]. Uno de los principales problemas que tuvieron los hacendados, y entre
ellos los que se especializaron en la cría y el comercio de mulas, fue justamente
asegurarse mano de obra permanente, lugar que tuvieron que ocupar los esclavos
africanos[24], los cuales nunca se vieron en cantidades demasiado grandes dentro de los
establecimientos de la región. Tanto los esclavos como los campesinos que entraban en
relaciones de dependencia con los estancieros y chacareros para acceder a la tierra,
supieron desempeñarse en todo tipo de trabajos agrícolas y ganaderos, donde la cría de
mulas ocupó un lugar de privilegio.
Tanto los mulares como los carreteros y arrieros fueron fundamentales para la conexión
de los distintos mercados locales y regionales del espacio peruano, y miembros de los
más diversos sectores y estratos participaban de la cría, el engorde y el tráfico. Fuente:
Wikimedia
Sería interesante complementar estudios como los expuestos en este ensayo con análisis
cualitativos y cuantitativos elaborados en base a datos de diversas fuentes, tomando
distintos objetos de estudio, problemáticas y regiones, para poder apreciar, entre otras
cosas, la relación entre los niveles de producción de plata y el volumen del tráfico de
mulas. En cuanto a las conclusiones del presente trabajo, podríamos resaltar que dicho
tráfico, como especialización regional para varios puntos ubicados entre Buenos Aires y
el Perú, involucró a múltiples actores sociales, integró a distintas actividades
productivas y mercados regionales, y sirvió para la conformación de oligarquías locales
con poder económico y político.
Créditos:
La primera y segunda imágenes provienen de Wikimedia.
………..
Notas:
[1]. Cruz-León, Artemio, Martínez-Saldaña, Tomás y Damián-Huato, Miguel Ángel
(2010). ‘‘Las mulas olvidadas por la historia agrícola colonial: una restitución’’,
en Colegio de Postgrados, Universidad Autónoma Chapingo, p. 221
[3]. Aizpurúa, Ramón (1988). ‘‘Las mulas venezolanas y el Caribe oriental del siglo
XVIII: datos para una historia olvidada’’, en Boletín Americanista, Nº 33, pp. 5-6. Una
primera versión de este pequeño trabajo fue presentada en el II Coloquio de Historia
Regional Falconiana, celebrado en Coro entre el 23 y el 26 de marzo de 1988
[7]. Mijares Ramírez, Ivonne (2009). ‘‘La mula en la vida cotidiana del siglo XVI’’, en
Long Towell, Janet y Attolini Lecón, Amalia (coordinadoras). Caminos y mercados de
México. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Universidad Nacional
Autónoma de México, pp. 291-310.
[15]. Lacoste, Pablo (2008). ‘‘El arriero y el transporte terrestre en el Cono Sur
(Mendoza, 1780-1800)’’, en Revista de Indias, Vol. LXVIII, Nº 244, pp. 35-66.
[16]. Birocco, Carlos María (1996). ‘‘Historia de un latifundio rioplatense: las estancias
de Riblos en Areco, 1713-1813’’, en Anuario de Estudios Americanos, Tomo LIII, I, pp.
73-99.
[17]. Garavaglia, Juan Carlos (1999). Pastores y labradores de Buenos Aires. Una
historia agraria de la campaña bonaerense 1700-1830. Buenos Aires, Ediciones de la
flor, pp. 216-218.
[18]. Garavaglia, Juan Carlos (1993). ‘‘Las ‘estancias’ en la campaña de Buenos Aires.
Los medios de producción (1750-1850) ’’, en Fradkin, Raúl (Comp.). La historia
agraria del Río de la Plata colonial. Los establecimientos productivos (II). Buenos
Aires, Centro Editor de América Latina, p. 129.
[20]. Halperín Donghi, Tulio (1993). ‘‘Una estancia en la campaña de Buenos Aires,
Fontezuela, 1753-1809’’, en Fradkin, Raúl (Comp.). La historia agraria del Río de la
Plata colonial. Los establecimientos productivos (I). Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina, p. 60.
[21]. Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2015). »La ganadería colonial rioplatense en un
período transición: de las vaquerías tradicionales a las estancias de cría. Una
caracterización de las prácticas y los establecimientos productivos desde la década de
1720», en II Jornadas de estudiantes y graduados de Historia, Universidad Nacional de
General Sarmiento, 27 de agosto de 2015; Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2015). »El
desarrollo de la ganadería en Buenos Aires Colonial. Faenas, unidades productivas y
alternativas mercantiles a comienzos del Siglo XVIII», en III Encuentro de
Investigación »Dr. Rogelio C. Paredes’‘, Universidad de Morón, 14 de noviembre de
2015; Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2016). »El latifundio y los pequeños productores
rurales en Buenos Aires colonial del siglo XVIII: análisis, fuentes y discusiones», en
Revista Raíces, Uruguay, Nº 190, agosto de 2016; Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2016).
»Ganadería y unidades productivas mixtas en Buenos Aires colonial, 1726-1759», en
Revista Historia y Geografía, Nº 34, Universidad Católica Silva Henríquez, Chile, pp.
43-65.
[22]. Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2014). »El Cabildo de Buenos Aires y la
administración del mercado local, 1700- 1750», en II Jornadas de Investigación
»Rogelio C. Paredes», Universidad de Morón, 14 de noviembre de 2014; Pelozatto
Reilly, Mauro Luis (2015). »El Cabildo de Buenos Aires y la economía rural: las
recogidas de ganado y el abasto dentro de su jurisdicción, 1723-1750», en Carta
informativa XXXVII de la Junta de Estudios Históricos del Partido de La Matanza,
Universidad Nacional de La Matanza, Julio de 2015, pp. 7-42; Pelozatto Reilly, Mauro
Luis (2016). »Administración pública del ganado y sus alternativas comerciales en la
jurisdicción del cabildo de Santa Fe de la Vera Cruz, Gobernación del Río de la Plata
(1576-1627) », en Revista Estudios Digital, IIHAA, Universidad de San Carlos,
Guatemala, Año 4, Nº 9, agosto de 2016.
[24]. Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2015). »La esclavitud en el litoral rioplatense
durante la primera mitad del siglo XVIII: entre las obras públicas y las diferentes
realidades en el contexto rural», en V Encuentro de discusión de avances de
investigación sobre diversidad cultural, Universidad Nacional de Rosario, 13 de agosto
de 2015.
[26]. Fradkin, Raúl (1995). ‘‘Según la costumbre del pays’: costumbre y arriendo en
Buenos Aires durante el siglo XVIII’’, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y
Americana ‘‘Dr. E. Ravignani’’, Tercera Serie, Nº 11, pp. 39-64.
[27]. Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2016). ‘‘Ganadería y unidades productivas…’’, Op.
Cit., Ibídem, Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2016). »Mano de obra y explotaciones
rurales en Buenos Aires colonial (1726-1756)», en Revista Diálogos, Escuela de
Historia, Universidad de Costa Rica, Volumen 17 especial, octubre de 2016, pp. 217-
240.
Esta entrada se publicó en Mauro Luis Pelozatto Reilly y está etiquetada con Ganadería
y sociedad colonial, Grupos sociales y mercados coloniales, Historiografía colonial
rioplatense, Prácticas y establecimientos productivos en 24/11/2016.
Navegación de entradas
← Los grandes temas de la historia social indiana Presentación del libro de Arrelucea y
Cosamalón, «La presencia afrodescendiente en el Perú» →
Deja un comentario
Nombre *
Correo electrónico *
Web
Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus
comentarios.
Buscar:
Entradas recientes
Comentarios
Temas
Afrodescendientes
ALIHS
Artesanos
Bibliografías
Chiapas
Congresos de Historia
Convocatorias
Cuba
Curas párrocos
Ensayos
Esclavos
Filipinas
Ganadería y sociedad colonial
Grupos sociales y mercados coloniales
Haciendas
Historia de la medicina
Historia del trabajo
Historiadores sociales
Historia social
Historiografía
Historiografía colonial rioplatense
Historiografía de Nueva Granada
Historiografía laboral
Jueces
Marineros
Mayas
Milicias
Minería
Mujeres
Nueva Granada
Oficios
Oficios públicos
Perfiles
Perú
Proyecto Oficios
Prácticas y establecimientos productivos
Pueblos de indios
Quito
Real Audiencia
Reseñas
Revistas académicas
Seminario
Sociedad rural
Textiles
Yucatán
Autores
Adela M. Salas
Admins
o Entradas
ALIHS
Álvaro Alcántara
Brígida von Mentz
Carlos Ciriza-Mendívil
Carolina González Undurraga
Christoph Rosenmüller
Citlalli Domínguez Domínguez
Claudia Marcela Vanegas Durán
David Navarrete
Diana Roselly Pérez
Eduardo França Paiva
Elisa Frühauf Garcia
Enriqueta Quiroz
Estela S. Noli
Felipe Castro Gutiérrez
Flor Trejo Rivera
Francisco Miguel Martín Blázquez
Gerardo Martínez Hernández
Guadalupe Pinzón Ríos
Guillaume Gaudin
Hannah Abrahamson
Hemerografía
Isabel Povea
Jaime Valenzuela Márquez
Jorge Gamboa
José Luis Caño Ortigosa
José Nieto Sánchez
Lidia E. Gómez García
Lilyam Padrón Reyes
Ma del Carmen Vázquez Mantecón
Margarita Vargas-Betancourt
María Teresa Álvarez Icaza Longoria
Maribel Arrelucea
Marta Martín Gabaldón
Mauro Luis Pelozatto Reilly
Mónica Velázquez
Natalia Silva Prada
Rafael Castañeda García
Raquel E. Güereca Durán
Rodolfo Aguirre
Sarah Albiez-Wieck
Soizic Croguennec
Sonya Lipsett-Rivera
Tomás Jalpa Flores
Víctor Gayol
Yasir Huerta
Archivo
Archivo
Un blog propuesto por Hypotheses - Ver este blog en el cátalogo de OpenEdition -
Política de Privacidad
Syndication Feed - Créditos - ISSN: 2530-4372
Creado con WordPress
OpenEdition
OpenEdition Books
OpenEdition Journals
Calenda
Hypotheses
Boletines
OpenEdition Freemium
https://socindiana.hypotheses.org/802