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La vida humana

En este ensayo, más que un juego lingüístico de términos y expresiones, se tratara de enfatizar
los términos vida humana y persona humana, como estos de la simple sinonimia en la
conversación habitual, han sido trastocados en sofisticado instrumento jurídico, al concluir en
Costa Rica la Sala Constitucional, por quien sabe que ciencia infusa, que el embrión recién
fecundado ya es persona.

Por tanto se enfatiza con fuerza el contrasentido de aseverar que el principio y el producto son
lo mismo, entendiendo que la semilla es diferente al fruto, citando a Savater, cuando dijo que
el que come un huevo no ha comido pollo. El embrión recién fecundado o pre-embrión, es
principio, semilla, potencia, quizás un día sea persona, de ahí la conclusión de que no toda vida
humana es persona humana.

Palabras Claves

Embrión, pre-embrión, vida humana, persona humana, Sala Constitucional, individualidad,


proyecto genoma humano, clonación.

Summary

In this essay, more than a linguistic game of terms and expressions, we treat the meanings of
human life and the human person, and how this simooms in the habitual language, have been
to changed into a sophisticated judicial tool, by the conclusion of the Costa Rican
Constitutional Court, who using a mysterious science, has said that once the ovule has been
fecund, it is a human being.

For that reason we emphasize the contra sense to sever that the beginning is the same than
the product, understanding that the seed is different than the fruit, referring to Savater, when
he said, when you eat an egg you are not eat chicken. The embryo recently fecund or pre-
embryo is beginning, seed, potency, maybe one day it will be a human person, from there the
conclusion that not all human life is a human person.

Key words

Embryo, pre-embryo, human life, human person, Constitutional Court, individuality, human
genome project, clonation.
Vida humana y persona

En esta conferencia vamos a partir de los siguientes supuestos lingüísticos, a saber, los
términos o expresiones "ser humano" "sujeto humano", "individuo humano", "hombre"
(incluyendo tanto al varón como a la hembra) los tomamos y los tomaremos como
equivalentes y homologables a persona. Yo sé que en el lenguaje ordinario - en nuestras
conversaciones habituales- también las expresiones "vida humana" y "persona" se toman
como sinónimos, es decir, se pueden intercambiar, puesto que parecen implicarse
mutuamente, en el sentido de que una persona humana, si es tal, necesariamente ha de estar
viva o ha de tener vida humana, y también, aparentemente, todo lo que tiene vida humana
por fuerza ha de ser persona.

Pues bien, mi modesta participación en este Congreso va a ir parcialmente en dirección


contraria a este último supuesto, es decir, voy a sostener y a argumentar que, efectivamente,
toda persona (ser humano, individuo, sujeto, hombre, etc.) tiene vida humana, pero no
viceversa, es decir, no todo lo que tenga vida humana ha de ser, eo ipso, necesariamente
persona.

Algunos de ustedes eventualmente pueden arrugar el ceño o esbozar una incipiente sonrisa de
conmiseración. "Vaya -se dirán- han invitado a este Congreso de Médicos a un filósofo para
que haga juegos malabares con las palabras, para que nos entretenga proponiendo meros
cambios de significado en significantes de uso cotidiano, etc.".

Nada más lejos de mi intención. No pretendo solucionar problemas muy serios y reales
manipulando, simple y arbitrariamente, las palabras o el significado de las palabras.

El problema que intento abordar y, en cierto sentido, esclarecer -qué es una persona- es grave,
complicado y no me lo invento yo ni los que han organizado este Congreso. Está ahí, delante
de nosotros, y a la base de las muchas posibilidades o situaciones planteadas por las nuevas
tecnologías médicas: fecundación in vitro, clonación humana, etc. ¿Un óvulo recién fecundado
es ya una persona? Un enfermo con muerte cerebral, pero que sigue respirando aunque sea
con la ayuda de un respirador artificial- ¿sigue siendo persona? Por más que queramos eludir o
esquivar este tema -qué es una persona- casi siempre vuelve a aparecer, a revertir y está a la
base de los grandes dilemas de la medicina moderna.

En Costa Rica, por ejemplo, hoy por hoy, y según dictamen de mayoría de la Sala IV -cito
textualmente- "el embrión humano es persona desde el momento de la concepción". Es decir,
en Costa Rica, al menos por ahora y desde el punto de vista jurídico, ya se ha definido o
acotado de manera muy precisa lo que es persona. Y sostener lo contrario, de nuevo desde el
punto de vista jurídico, puede ser peligroso, temerario e incluso condenable. Pero, uno, por
muy ignorante que sea, no puede por menos de preguntarse: ¿Cómo saben los señores
magistrados que un embrión recién fecundado es persona? ¿Es que ellos disponen de alguna
ciencia infusa, humana o divina, que no está al alcance de los demás mortales? ¿En qué
argumentos sólidos, irrebatibles y comprensibles racionalmente, se han basado para sostener
tamaña afirmación? Aquí, como ustedes pueden advertirlo, las cosas comienzan a complicarse.

En la historia de la filosofía -y más en general en la historia del pensamiento humano- siempre


se ha sostenido que para que una discusión o una polémica tengan sentido y eventualmente
puedan llegar a buen término y desembocar en algún compromiso, lo primero que hay que
hacer es ponerse de acuerdo sobre el significado de las palabras. Es lo que los antiguos
llamaban, antes de analizar en profundidad una tesis, la "explicatio terminorum", la explicación
de los términos. Si no comenzamos por ahí, discutiremos inútilmente y no solo no llegaremos a
ningún acuerdo sino que ni siquiera nos haremos entender.

Y concretamente, cuanto más confusa y complicada es una cuestión, se impone una mayor
exigencia conceptual y una mayor concreción en el significado de las palabras. De otro modo,
caeremos en ambigüedades y daremos pie a interpretaciones equivocadas e incluso a
tergiversaciones interesadas.

En nuestro caso se hace necesario, pues, aclarar o profundizar en conceptos tales como "vida
humana", "persona", "personalización", "individualización", "embriogénesis" o procesos que
van desde la fecundación al embrión y desde el embrión al feto. Son los biólogos, los
ginecólogos y los médicos en general -y no los filósofos- los que han inventado términos como
gametos, zigoto, blastocistos, mórula, preembrión o embrión preimplantatorio, embrión, feto,
feto no viable, feto viable, etc. Obviamente, hay que suponer -es lo mínimo que podemos
hacer- que esta diversidad de términos no se aplican a una misma realidad porque sería
complicamos la vida y el lenguaje inútilmente- sino a realidades distintas, o, en todo caso, a
una realidad en estadios de desarrollo y de evolución netamente distintos.

Aclaro, por si fuera necesario, que decidir si el zigoto, pre-embrión, embrión, etc. son personas
humanas no es competencia exclusiva, por separado, del biólogo, ni del ginecólogo, ni del
médico en general, ni del jurista, ni del teólogo, ni, por supuesto, tampoco del filósofo. Sin
embargo todos estos profesionales que acabo de nombrar tienen algo que decir, algo que
aportar a la discusión sobre qué características ha de tener un ente para que pueda llamarse y
ser verdaderamente una persona humana.

Si ustedes tienen la curiosidad de consultar al Diccionario de la Real Academia Española, el


término persona, en lo atinente a nuestro caso, tiene las siguientes significaciones: "individuo
de la especie humana", "cualquier individuo de la especie humana", "sujeto de derecho", etc.
(Aclaro también que dentro de la teología y de la tradición cristiana en general, no solo hay
personas humanas, sino personas divinas -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, según se nos
enseñaba en los viejos catecismos- y que los ángeles, si es que existen, también son personas).
Pues bien, a partir de la definición de persona como individuo humano, de entrada habrá que
excluir ya taxativamente que los pre-embriones o embriones de menos de catorce días puedan
ser personas, ya que una de las características esenciales de la persona es la individualidad, el
ser un individuo, o, si se prefiere la indivisibilidad, características de las que carece el embrión
de menos de catorce días, puesto que, como sabe todo el mundo, hasta dos semanas después
de la fecundación, el óvulo puede dividirse en dos o más gemelos, y dos indicios de embrión
pueden fundirse para producir un solo individuo. Por tanto, el pre-embrión, al no ser un
individuo, es decir, al no ser indivisible, no puede ser persona. Tan simple como esto.

Quiero dejar bien claro que hoy ninguna persona honesta, medianamente informada de los
últimos descubrimientos biológicos, el ADN, el Proyecto Genoma Humano, etc., puede negar
que hay vida, y vida específicamente humana, en el zigoto o embrión recién fecundado. En
efecto, los conocimientos biológicos actuales nos enseñan que la pertenencia de un ser vivo a
una especie viene dada por su genoma, y éste queda fijado desde la penetración del
espermatozoide en el óvulo. Y dado que cada embrión humano posee un genoma que es
idéntico al del adulto que está llamado a devenir, es obvio que pertenece, tanto como el
adulto, a la especie humana. De hecho, ningún embrión podría devenir en humano en el curso
de su desarrollo si no lo fuera ya desde el principio. Hay un proceso de continuidad, y no de
ruptura, entre el embrión, el feto y el recién nacido. En conclusión, el embrión, o si se prefiere,
el pre-embrión es algo vivo, y tiene el ADN específicamente humano, lo cual quiere decir
sencillamente que pertenece a la especie humana.

Todo esto son datos científicos elementales y, hoy por hoy, indiscutibles. Hasta aquí todo
parece estar claro. Lo que no esta claro, por más afirmaciones que se hagan al respecto, es que
el embrión sea además, y desde el principio, una persona humana. Jamás la biología, la
embriología, etc. han afirmado tal cosa ni lo podrían hacer, por la sencilla razón de que ésta
categoría -persona humana- no es una categoría biológica, sino filosófica-teológica. Dicho de
otra manera, el concepto de "persona" no pertenece a la biología, sino que es un constructo
filosófico-teológico-jurídico. Como escribe con razón un autor actual: "Los datos biológicos nos
muestran que, desde el comienzo, el embrión es humano. Pero ellos no nos pueden decir sí es
una persona, ya que esta noción pertenece al ámbito filosófico. El biólogo no está habilitado
para decimos desde cuándo el nuevo ser está dotado de un espíritu, porque este aspecto
inmaterial de la persona escapa por su naturaleza al objeto de la ciencia" (1 ).

Quiero enfatizar con más fuerza, si cabe. que se comete un evidente paralogismo, una enorme
falacia, cuando se quiere concluir inmediatamente que, por el hecho de que el preembrión
tiene vida humana desde el principio, también desde el principio es, tiene que ser, persona
humana. Del hecho -por lo demás altamente improbable en términos meramente estadísticos-
de que un zigoto o un embrión recién fecundado pueda convertirse en persona humana, de
ninguna manera se sigue que el zigoto sea ya persona humana. Como afirmaba recientemente
el científico español Federico Mayor Zaragoza, Director durante muchos años de la UNESCO,
"en el proceso de la embriogenesís no tiene sentido aseverar que el principio y el producto son
los mismos, que la semilla es igual al fruto, que la potencia es igual a la realidad" (2 ). Dicho de
otra manera, el preembrión es un principio, una semilla y una potencia que se convertirá, si los
dioses y las circunstancias le son sumamente favorables, en un individuo humano, en una
persona. Pero aún no es persona. Para ello tiene que atravesar todavía muchos Rubicones.

Al obvio sofisma de confundir el principio con el fin, la semilla con el fruto y la potencia con la
realidad, otro brillante intelectual español, Fernando Savater, responde en forma brutal y
provocativa: "Resulta evidente que un embrión o un feto no son un niño, por lo mismo que un
huevo no es un pollo. Decir que el aborto es 'el asesinato de un niño' me parece tan
extravagante como asegurar que uno acaba de comerse una tortilla de dos pollos" ( 3 ). En
otras palabras, del hecho de que el huevo pueda convertirse en pollo -tenga potencia para
ello- no se sigue que ya lo sea.

Anticipándose a las actuales y, a veces, ácidas discusiones en tomo a éste tópico, hace ya
bastante años, el preclaro humanista y genial médico Pedro Laín Entralgo escribió lo que sigue,
hablando de la evolución del zigoto: "El zigoto humano no es todavía hombre; la condición
humana solo puede ser atribuida al naciente embrión cuando sus diversas partes se han
constituido en esbozos unívocamente determinados a la morfogénesis de los aparatos y
órganos del individuo adulto, lo cual comienza a ocurrir... con la aparición de la llamada cresta
neural... En suma: el zigoto humano no es un hombre, un hombre en acto, y solo de manera
incierta y presuntiva puede llegar a ser un individuo humano" (4 ).

Insisto una vez más, usque ad nauseam, hasta el aburrimiento, en que del hecho de que haya
vida humana en el pre-embrión no se sigue que éste sea ya persona. Hoy sabemos que hay
vida humana en la raíz de un cabello o de una uña, en un pequeño trozo de nuestra piel, en
una muestra de nuestra sangre, etc. Todos estos elementos son portadores del genoma
humano y contienen un código genético humano individual e inconfundible. Pero, obviamente,
ninguno de éstos elementos es una persona. Así de sencillo y elemental. Por tanto, vida
humana no es igual, sin más, a persona. Decir que un embrión recién fecundado es o tiene vida
humana no es más que decir que también hay vida humana en ciertos órganos cuyo
transplante se admite. Por ejemplo, un corazón, para poder ser trasplantado con alguna
esperanza de éxito, en algún sentido tiene que estar vivo, pero, no por ello, un corazón
humano es una persona.

Del famoso voto de la Sala IV sobre la FIVTE se sigue que en Costa Rica "persona es un embrión
de menos de catorce días". Sin embargo, a la mayoría de los costarricenses nos resulta difícil
de creer -digo bien creer, porque no lo podemos ver ni comprender- cómo puede ser ya
realmente una persona algo que no tiene, no digamos ya desarrollado el cerebro, sino ni tan
siquiera el más mínimo esbozo o rudimento del sistema nervioso, y, por consiguiente, no solo
es incapaz de albergar cualquier idea, sino ni tan siquiera de experimentar ningún tipo de
sensibilidad. Como se sabe, es a partir del día catorce, momento aproximado de la
implantación, que aparecerá la llamada "línea primitiva", primer esbozo del sistema nervioso.
A decir verdad, la Sala IV nos exige a todos los costarricenses un verdadero acto de fe para
poder aceptar su dictamen.
Quiero argumentar ahora, en contra de la identificación zigoto = persona, partiendo
precisamente del nuevo panorama -casi estoy tentado a decir nuevo paradigma- abierto por la
clonación de la famosa oveja Dolly en 1997.

En efecto, lo que, en definitiva, los creadores de la oveja Dolly demostraron es que el núcleo
de una célula adulta puede ser reprogramado cuando se transfiere a un óvulo de la misma
especie al que se le ha quitado previamente su núcleo. Este descubrimiento implica que nos
hallamos ante una situación totalmente novedosa y de consecuencias incalculables. Es decir,
se ha demostrado ya que, en principio, en el núcleo de cualquier célula adulta se encuentra el
programa genético para el desarrollo de un nuevo individuo. De forma equivalente, se ha
demostrado ya experimentalmente que es falso que la aparición de un nuevo ser humano -una
nueva persona- tenga que comenzar necesariamente por la fecundación o unión del óvulo con
el espermatozoide. En efecto, en la clonación, por definición, se prescinde del elemento
espermatozoide y sería totalmente insensato sostener, si la clonación humana se llegase a
realizar, que el clonado no sería una nueva persona.

En otras palabras, después de Dolly, nos encontramos ante la siguiente tesitura: quienes
defendían, y aún hoy siguen defendiendo, que un embrión recién fecundado es un ser
humano, porque en su interior ya se encuentra el programa genético que determinará todo su
desarrollo posterior, tendrán que buscar otra argumentación más convincente, ya que hoy,
después de Dolly, se sabe que ese programa genético se encuentra, en principio, en el núcleo
de cualquier célula adulta. Y tampoco se puede argumentar que cualquier ser humano es único
e irrepetible aduciendo que lo que le confiere tales características es precisamente su
programa genético único e irrepetible. Hace ya tiempo que se sabe que los gemelos
monozigóticos o univitelinos poseen el mismo código o programa genético, y, no por eso, son
la misma persona, ni se les va a dar, eventualmente, el mismo pasaporte. Lo que hace único e
irrepetible a cada ser humano es su propia individualidad, y ésta es producto no solo de su
programa genético, sino también de toda una serie de factores: en primer lugar, de las
influencias maternal, alimentaria, familiar, ambiental, social, etc., y, en segundo lugar, de las
propias decisiones que el interesado vaya tomando en el transcurso de su vida (5 ).

Quiero ir concluyendo esta pequeña disertación aclarando algunas cuestiones que


eventualmente habrán quedado oscuras y respondiendo a alguno de los muchos interrogantes
a los que mis palabras posiblemente habrán dado lugar.

En concreto, quiero hacer constar que del hecho de que yo defienda que el pre-embrión,
aunque tenga vida humana, no es propiamente persona, de ahí no se sigue que el pre-embrión
sea una simple cosa o un objeto que pueda ser objeto de cualquier manipulación o
experimentación sin ningún control. Al contrario, nada se opone a que goce de protección
legal, por cuanto ya tiene real y actualmente vida humana. A este respecto, la tesis más común
en nuestro medio costarricense es que "el ser en gestación" no tiene propiamente
personalidad, pues ésta se adquiere con el nacimiento. Y en caso de no llegar a nacer vivo,
para el derecho es como si nunca hubiera existido. No obstante, aún antes de nacer puede ser
sujeto de ciertos derechos y puede y debe ser protegido por la ley. Y ello por cuanto, como
bien razona el profesor Víctor Pérez, "todos los efectos que la ley atribuye al concebido son
una muestra de la tendencia del ser humano a proyectarse en el futuro, lo cual ha movido al
legislador a considerar como ya venido al mundo a aquel cuyo nacimiento se espera, en
función de los futuros intereses de que podrá ser portador" (6 ). En suma, el preembrión, el
embrión, precisamente por ser vida humana, exigen ser tratados con todo respeto y
circunspección, pero pretender que tengan exactamente los mismos derechos que una
persona hecha y derecha es una evidente hipérbole y una extrapolación ilegítima.

En segundo lugar, creo que el interrogante obvio e inevitable que atraviesa y subyace a toda
mi exposición es el siguiente: Entonces ¿desde cuándo comienza a existir propiamente la
persona humana? Por favor, me dirán, aclárenos este asunto. Pues, en principio, no se lo voy a
aclarar. Se lo aclararía si, aceptando ustedes como creo que la mayoría de ustedes la
aceptarán- la teoría científica de la evolución del hombre, que propuso Charles Darwin allá por
1859, ustedes previamente me aclaran a mí en qué momento preciso el prehomínido dejó de
ser tal para convertirse, cuasi milagrosamente, en un hombre, en todo un ser humano perfecto
y acabado. Evidentemente estamos ante un proceso continuo e ininterrumpido, donde no se
puede señalar un instante mágico en que se hubiera pasado del estado prehumano al humano.
Algo parecido ocurre, creo, a nivel individual. Lo que comienza siendo un pre-embrión, en
algunos pocos casos terminará siendo una persona. Yo no puedo señalar en qué momento
exacto ocurre esa transformación, precisamente porque se trata de un proceso continuo e
ininterrumpido. Es la sociedad la que decide, la que tiene que decidir -partiendo no de una
definición arbitraria y caprichosa de persona sino de una definición sensata y consensuada de
la misma- desde qué momento el embrión y el feto se convierten en personas y se les deberá
tratar como a tales.

En realidad, la tesis que propugno -a saber que la persona no es una realidad que aparezca ya
completa y de una vez, instantáneamente, sino que se va formando gradualmente a medida
que se desarrolla la potencialidad humana inscrita en el embrión- no es algo original ni
novedoso. Está en perfecto acuerdo y sintonía con la clásica teoría hilemórfica de Aristóteles
aplicada al ser humano. Es decir, hay una continuidad de la vida que va ascendiendo a estratos
cada vez más altos: vida vegetativa, vida sensitiva y vida intelectiva. Mi tesis calza también
perfectamente con ciertas ceremonias simbólicas, presentes en todas las culturas
tradicionales, que celebran el embarazo, el nacimiento, la imposición del nombre, la entrada
en la pubertad, etc., como eventos o hitos significativos que señalan el acceso paulatino y
progresivo del ser en gestación al pleno status de persona. Las mismas leyes en general -y sin
entrar por ahora en casos particulares- conceden una protección creciente al ser humano a
medida que éste va creciendo y desarrollándose. Antes de la anidación el embrión
prácticamente carece de protección legal. Después es protegido débilmente en la medida en
que gran parte de las legislaciones actuales permiten la interrupción del embarazo por causas
múltiples.

A partir de los tres meses el feto goza ya de una protección legal mucho más eficaz en cuanto
que las leyes, para permitir la interrupción del embarazo exigen razones mucho más graves y
ponderadas. Por supuesto, el recién nacido, aún prematuro, es considerado persona para
todos los efectos legales y amparado como tal por las leyes.

Parece, pues, innegable que se da un acceso progresivo, gradual, desde el pre-embrión hacia el
ser personal. En este proceso de humanización o personalización creciente hay ciertos
umbrales de desarrollo especialmente significativos. Suele decirse que todo comienza con la
fecundación (unión del óvulo y el espermatozoide), pero esto no es del todo exacto: por una
parte, como ya se vio, con la clonación puede aparecer un nuevo ser humano sin fecundación,
y, por otra, la misma concepción o fecundación no es el comienzo de la vida: los gametos
deben estar ellos mismos vivos para que, a partir de ellos, pueda surgir una nueva vida.
Después, los hitos o umbrales más significativos serían la anidación (antes no habría
propiamente individuación, puesto que el pre-embrión podría dar lugar a dos individuos por
división gemelar), la aparición de la capacidad sensitiva en el embrión (lo que supone el esbozo
de un sistema nervioso), el momento de la viabilidad del feto (lo que implica que se ha
convertido en un organismo capaz de vida relativamente independiente) y, finalmente, la
aparición de la razón y de la conciencia.

En una palabra, la persona humana, el ser más complejo del planeta Tierra, no aparece ya
hecho y acabado -como, al parecer, surgió la diosa Palas Atenea con todas sus armas y arreos
de la cabeza de Zeus- sino que es el resultado final de un proceso vital maravilloso, continuo e
ininterrumpido: "omne vivum ex vivo" (toda vida viene de la vida).

Notas y referencias

1. Andorno, R., Bioética y dignidad humana. Madrid: Tecnos, 1997, [ Links ] pp. 95-96.

2. F. Mayor Zaragoza, Gen - Ética, en "El País" (Madrid), 05-07-2002.

3. F. Savater, Política para Amador, Barcelona: Ariel, 1998, p. 216.

4. P. Laín Entralgo, El Cuerpo Humano; citado por F. Mayor Zaragoza, art. cit. en "El País", 05-
07-2002.

5. Ver Bernat Soria y Verónica Juan, Células madre, embriones y clonación, en "El País".
(Madrid), 16-01-2002, p. 22.
6. Citado por María Carolina Elizondo Ugalde, Implicaciones éticas y jurídicas de la fecundación
in vitro. Tesis de Licenciatura en Derecho. San José, Universidad de Costa Rica, 1988, pp. 131-
132.

Bibliografía básica

1- Andorno, R., Bioética y dignidad humana. Madrid: Tecnos, 1997.

2- Beauchamp, T. L. - Childress, J. F., Principles of Biomedical Ethics, Oxford: Oxford U. P., 1989.
[ Links ]

3- Charlesworth, M., La bioética en una sociedad liberal. Gran Bretaña: Cambridge University
Press, 1996. [ Links ]

4- Elizari, F., Bioética. Madrid: Paulinas, 1991. [ Links ]

5- Engelhardt, H. T., Los fundamentos de la bioética. Barcelona: Piadós, 1995. [ Links ]

6- Fagot - Largeault, A. - Delaisi de Parseval, "Qu 'est-ce qu'un embrión? Panorama des
positions philosophiques actuelles", en Esprit, Núm. 151, juin, 1989, pp. 86-120. [ Links ]

7- Gafo, J., 10 Palabras clave en bioética. Estella: Verbo Divino, 1994. [ Links ]

8- Jonas, H., Técnica, Medicina y Ética. La práctica del principio de responsabilidad. Barcelona:
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9- Marlasca A. Introducción a la Bioética. Heredia: Departamento de Filosofia, Universidad


Nacional, 2001. [ Links ]

10- Palacios, M., (Coord.). Bioética 2000. Gijón: Edít. Nóbel, 2000. [ Links ]

11- Polaino - Lorente, A., Manual de Bioética general. Madrid: Rialp, 1994. [ Links ]

12- Singer, P., Ética Práctica. Barcelona: Ariel, 1988. [ Links ]

13- Varga, A. C., La bioética. Bogotá: Paulinas, 1988. [ Links ]

14- Vidal, M., Bioética. Estudios de bioética racional. Madrid: Tecnos, 1994.

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