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LA PROMESA DEL PADRE: EL ESPÍRITU SANTO

Día 1

Durante muchos siglos, los profetas han anunciado la llegada de un día en que Dios daría con
abundancia su Espíritu a todos los hombres. Quienes se acercan a Dios y reciben su Espíritu,
quedan transformados. Son personas nuevas, con una vida nueva. Así dice el Señor:

“Os rociaré con agua pura que os purificará, de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he
de purificar. Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra
carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu y haré que
caminéis según mis preceptos y que pongáis por obra mis mandamientos.” (Ez 36,25-28)

Otras lecturas para meditar: Jl 3

Día 2

Dios Padre ha prometido un pacto nuevo con su pueblo. Él quiere que seamos un pueblo
separado en santidad para Él y como nos conoce, sabe de nuestras infidelidades y debilidades.
Él nos ayuda con una nueva alianza.

“Éste será el pacto que haré con Israel en aquel tiempo: pondré mi ley en su corazón y la
escribiré en su mente. Yo seré su dios y ellos serán mi pueblo. Yo el Señor, lo afirmo”.
(Jr 31,33)

Otras lecturas para meditar: Ez 11, 19-20

Día 3

Jesús, antes de morir anunció que enviaría el don prometido por su Padre, el Espíritu Santo.
Esta promesa es para todos, para que podamos alcanzar una vida nueva y plena. Él nos dice
en su palabra

“Si me amáis, guardaréis los mandamientos míos, y entonces yo le pediré al Padre que os dé
otro abogado que esté siempre con vosotros: El Espíritu de la verdad. El mundo no puede
recibirlo, porque no lo percibe ni lo conoce; vosotros en cambio, lo conocéis, porque vive ya
con vosotros y está entre vosotros”. (Jn 14, 15-17)

Otras lecturas para meditar: Lc 24, 49

Día 4

La acción del Espíritu Santo no solamente nos renueva, sino que crea una conexión espiritual
entre Dios Padre, Cristo y nosotros; se convierte en nuestro abogado, en nuestro defensor. Al
recibir su Espíritu, Dios nos inserta en el cuerpo de Cristo, la iglesia, la comunidad cristiana.
La vida en el Espíritu es una vida de unión con todos.

“Pero vosotros ya no vivís conforme a tales deseos, sino conforme al Espíritu, si es que
realmente el Espíritu de Dios vive en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de
Cristo. Pero si Cristo vive en vosotros, el espíritu vive porque Dios os ha librado de culpa, aún
cuando el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del pecado. Y si el Espíritu de aquel que
resucitó a Jesús vive en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a vuestros
cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en vosotros”. (Rm 8, 9-11)

Otras lecturas para meditar: Ef 2, 19-22

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Día 5

El día de Pentecostés, los discípulos de Jesús estaban reunidos, orando, y el Espíritu Santo que
Jesús había prometido bajó sobre ellos. Desde ese momento su vida cambió, eran hombres
nuevos.

“Cuando llegó la fiesta de Pentecostés, todos los creyentes se encontraban reunidos en un


mismo lugar. De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó
en toda la casa donde estaban. Y se les aparecieron lenguas como de fuego, repartidas sobre
cada uno de ellos. Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo”. (Hch 2, 1-4)

Día 6

Tu puedes experimentar el Espíritu Santo del mismo modo que lo hicieron los primeros
discípulos. No importa si eres cristiano desde hace tiempo, o si hasta ahora nunca habéis
creído en Cristo. Tú puedes experimentar esta libertad del Espíritu actuando en ti. Lo que
sucedió a los discípulos de Éfeso también puede sucederte a ti.

“Al oír esto se bautizaron, consagrándose al Señor Jesús, y al imponerles Pablo las manos,
bajó sobre ellos el Espíritu Santo, y empezaron a hablar en lenguas y comunicaban mensajes
recibidos de Dios. Eran en total unos doce hombres”. (Hch 19, 5-7)

Otras lecturas para meditar: Hch, 2, 38-39

Día 7

Para recibir el Espíritu Santo basta pedirlo con fe. La comunidad de hermanos rogará para que
Dios derrame con fuerza su Espíritu y Él es fiel a la promesa que nos ha dado.

“¿Acaso algún padre, entre vosotros, sería capaz de dar a su hijo una culebra cuando le pide
pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que sois malos,
sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el
Espíritu Santo a quienes se lo pidan!”. (Lc 11, 11-13)

PREPARACIÓN PARA RECIBIR UNA NUEVA EFUSIÓN DEL ESPÍRITU

“Quien tenga sed, que se acerque a mi; quien crea en mí, que beba. Como
dice la Escritura: De su entraña manarán ríos de agua viva”. (Jn 7: 38)

Hermano:

El Señor te quiere preparar personalmente para algo muy importante en tu vida. No tengas
miedo ni te preocupes. No te preguntes cómo puedes prepararte. Pídele solamente que sea Él
mismo quien lo haga. Él te ama y lo hará.

Deja que la Sagrada Escritura te hable. La Palabra de Dios te preparará. No dejes que nadie te
confunda. Si tienes alguna duda, confusión o ansiedad, aléjala como una tentación y pon tu
confianza en Dios.

Él te ama y Quiere darte una vida llena del Espíritu Santo. Ha prometido que dará su Espíritu a
quienes se lo pidan. Pídelo sencillamente, con confianza.

Te vendrá a la cabeza que tú no mereces recibir una nueva efusión del Espíritu; que no eres
digno. Y es cierto, nadie es digno. Pero Dios no va a derramar sobre ti su Espíritu porque te lo
merezcas, sino porque te ama. Dios lo hará porque Jesús murió por ti.

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Jesús cambiará tu vida cuando tú se la entregues y comenzará para ti una nueva vida en el
Espíritu. Puedes estar seguro. Sólo tienes que confiar en Dios.

No busques una experiencia extraordinaria. Algunas personas tienen una fuerte experiencia en
el mismo momento en que se ora por ellas, otras no experimentan nada. Lo que tú buscas es
el Espíritu Santo y no una experiencia. Cuando hayas recibido esta nueva efusión, notarás la
presencia del Espíritu de un modo nuevo. Lo verás actuar en tu vida de un modo distinto.

Pídele al Señor el don de orar libremente, oración en lenguas. Es un don de Dios, que al
aceptarlo, al recibirlo como un regalo, descubrirás el gozo de una forma nueva de comunicarte
con Él. El Espíritu Santo orará, cantará y se gozará a través de ti si tú se lo permites.

Puedes considerarlo como el aprendizaje de un idioma nuevo, uno que nunca comprenderás.
Pero Dios sí lo comprende, y ¡eso es lo maravilloso! Igual que un bebé no daría una lección
magistral cuando aprende su primera palabra, tú tampoco te preocupes cuando empieces a
balbucear en lenguas. Puedes dar tus primeros pasos el mismo día de la efusión, en el grupo
de oración, o a solas; cuando el Espíritu te mueva. Durante esta semana, lee a menudo estas
palabras. Te ayudarán a prepararte a la nueva efusión en el Espíritu.

Nosotros confiamos en el Señor:


¡Él nos ayuda y nos protege!
Nuestro corazón se alegra en el Señor;
confiamos plenamente en su santo nombre.
¡Que tu amor, Señor, nos acompañe,
tal como esperamos de ti!
(Sal 33, 20-22)

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