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En E. Narvaja de Arnoux y Ma. P. Roca (eds.

) Del español y el portugués: lenguas, discurso y


enseñanza. João Pessoa: Editoria UFPB, 2013. ISBN: 978-85-237-0826-9.

El adverbio: una palabra con clase


Mabel Giammatteo
Universidad de Buenos Aires

1. Introducción
Si en la historia de la lingüística ha habido una clase de palabra poco comprendida, esa ha sido la
de los adverbios. Bosque (1990, p. 127) la calificó como “la peor definida en las gramáticas”.
Más recientemente, Carnie (2008, p. 258) se refirió a los adverbios como “the poor cousins” (lit.
los primos pobres) en el análisis sintáctico. Otros hacen mención a la categoría como a un típico
“cajón de sastre” donde se supone que va a parar toda clase de objetos, muchas veces
inclasificables. Ironizando con estos planteos, Gutiérrez Rodríguez (2012, p. 184) se refiere a la
clase como “un cajón desastre” y sostiene que tanto la distribución como la semántica de los
adverbios es tan diferente que
“habrá que plantearse si desde un punto de vista gramatical resulta explicativo disponer de una clase de
palabras que agrupe a elementos tan diversos, que solo tienen en común el hecho de ser invariables”.
En este artículo hago una breve revisión del tratamiento del adverbio dentro de las clases de
palabras (1.1) y en relación con su aparición en las gramáticas y obras especializadas dedicadas al
tema (1.2). Me interesa plantear, en primer lugar, la cuestión categorial y considerar las
posibilidades de delimitación respecto de otras clases de palabras más nítidamente definidas en la
literatura. Por eso, también esbozo sus puntos de contacto y diferencias con otras clases, como los
sustantivos (2.1), los adjetivos (2.2.), la preposición (2.3) y la conjunción (2.4). Deslindada la
clase, en segundo lugar, me centro en la serie de pruebas establecida (HERNANZ; BRUCART,
1987; RAMALLE, 2003) que permite distinguir las dos subclases mayores de adverbios, a las
que me referiré, respectivamente, como nucleares –internos al SV y que califican al evento- y
periféricos –con alcance oracional y vinculados con la modalidad del enunciado o con la
enunciación-, dentro de las cuales iré distinguiendo los principales subtipos. En todos los casos,
me importa establecer correlaciones entre el funcionamiento sintáctico y los aspectos semánticos
que sustentan las distinciones.

1.1.El adverbio entre las clases de palabras


Como plantean Bosque y Gutiérrez Rexach (2009, p. 101), «las primeras unidades de la sintaxis
son las clases de palabras». Sin embargo, desde la antigüedad hasta hoy día, uno de los
problemas más vivos de la lingüística es el reparto de las palabras en clases. En las distintas
épocas y dentro de los más diversos paradigmas teóricos, estudiosos y especialistas han realizado
las más variadas propuestas de agrupamiento de las denominadas “partes del discurso”,
“categorías” o “clases de palabras”. No obstante, si bien se ha avanzado sustancialmente en la
caracterización, aún restan múltiples cuestiones para resolver que vienen de vieja data, como la
de las propiedades compartidas por varias clases que hacen difícil establecer límites entre ellas.
Asimismo, los nuevos enfoques llevan a reinterpretaciones de algunas categorías consagradas, así
como también a que surjan otras nuevas, que hacen posible establecer relaciones entre piezas
léxicas tradicionalmente no vinculadas. Al respecto, según Bosque y Gutiérrez Rexach (2009), se

1
reconocen tres situaciones: 1) las clases que se remontan a las primeras reflexiones sobre el
lenguaje, como sustantivos, verbos y adjetivos; 2) las categorías clásicas, que se reinterpretan de
modo diferente en la actualidad, como la de los adjetivos en la que, junto con la clase focal de los
calificativos, se incluían palabras como mucho o bastante, que hoy en día se consideran en una
clase aparte: la de los cuantificadores; 3) las nuevas clases, como la ya mencionada de los
cuantificadores, que permite agrupar el antiguo adjetivo mucho con el adverbio muy; o la de los
focalizadores, que reúne antiguos adverbios caracterizados como palabras con “selección
categorial múltiple”, que pueden incidir sobre prácticamente cualquier categoría -también Juan
(SN), también enfermo (SA), también en casa (SP), también come (SV), también así (SAdv),
también cuando duerme (SComp)1-, siempre que esta posea el rasgo [+Foco] (GIAMMATTEO;
FERRARI; ALBANO, 2012).
Dentro de este paradigma, el adverbio, por un lado, resulta una clase reconocida desde las
primeras clasificaciones de las gramáticas alejandrinas pero, por el otro, nunca ha terminado de
adquirir el estatus de clase bien constituida, y sobre todo, bien delimitada.

1.2. El adverbio en la tradición gramatical


La tradición atribuye al sofista Protágoras de Abdera (s. IV a.C) el haber identificado las dos
clases de palabras fundamentales, al distinguir entre las que manifestaban género, como los
nombres, y las que expresaban tiempo, o verbos. Después de este reconocimiento inicial sobre la
base de la morfología de ambas clases, Platón también las diferencia, pero a partir de la función
que cada una de ellas desempeña en el juicio lógico: el nombre se refería a la sustancia, categoría
primera y fundamental, de la cual el verbo predicaba. Luego, su discípulo Aristóteles introdujo
una tercera clase, los syndesmoi o partículas de enlace, que los estoicos dividieron en dos,
separando la conjunción del artículo y llevando el sistema a cuatro clases.
El reconocimiento del adverbio como clase independiente recién llegó en el s. II d.C con la
gramática de Dionisio el Tracio, que además añadió otras clases y subdividió algunas de las ya
existentes estableciendo un canon de ocho clases: nombre, verbo, participio, preposición,
conjunción, artículo, adverbio y pronombre. Más allá de las variaciones, el adverbio logró
mantenerse en la lista ampliada de diez clases que la gramática antigua le pasó a la medieval y
ésta, a las primeras gramáticas de las lenguas europeas, constituyendo así el sistema canónico de
las “partes de la oración” de la tradición gramatical occidental. Para el español, la primera
clasificación está en la de Nebrija (1492), quien incluye diez clases: nombre, pronombre, artículo,
verbo, participio, gerundio, nombre participial infinito (el participio invariable de los tiempos
compuestos), preposición, adverbio (incluida la interjección) y conjunción.
Sin embargo, así como el sustantivo y el adjetivo siempre se han vinculado en la clase mayor
de los nombres, el adverbio ha quedado como integrante del grupo de las denominadas partículas,
tal como se refleja, por ejemplo, en la Gramática Descriptiva editada por Bosque y Demonte
(1999), en la que Pavón Lucero (1999) estudia al adverbio junto con la preposición y la
conjunción. La mencionada autora fundamenta el agrupamiento diciendo que:
La preposición, el adverbio y la conjunción presentan una serie de características comunes que han
llevado a incluirlos tradicionalmente en una misma metaclase: la de las partículas (1999, §9.1).
Las características compartidas por las partículas, que describe esta autora, son: a) se trata de
palabras invariables; b) establecen relaciones entre oraciones o partes de oraciones; c)
1
SN = Sintagma Nominal; SA = S Adjetivo; SP = S Preposicional, SV = S Verbal; SAdv = S Adverbial y SComp =
S Complementante. Este último se refiere a la proyección máxima de la oración (cf. infr. nota 11).
2
generalmente encabezan o nuclean complementos circunstanciales (Ocurrió a las cuatro/
entonces/ mientras estábamos de viaje).
Retomando los planteos tradicionales, Sasse (1995) sostiene que el adverbio es la cuarta
palabra en aparecer en las lenguas, después de N, V y A. Sin embargo, advierte que, aun en
lenguas como las indoeuropeas, donde la clase es prominente, resulta difícil de definir. La palabra
latina adverbium es traducción literal de la griega epirrhēma, y ambas se pueden entender en
referencia a una función modificadora sobre el verbo (rhēma). En este sentido, ya Dionisio había
definido al adverbio como una parte indeclinable de la oración, referida al verbo, al que se
agrega. Si bien el Tracio lo distinguió así de preposiciones y conjunciones, lo mantiene unido a la
interjección, y así lo incluye Nebrija (1492) en su gramática. Sánchez de la Brozas (1587), por su
parte, señala su función en relación al verbo, indicando cualidad (mal) o tiempo (ahora). En
cuanto a la RAE, hasta 1870 recoge los planteos de Nebrija, y luego extiende la función del
adverbio a las palabras con sentido calificativo. Para Salvá (1930), el adverbio modifica cualquier
otra parte de la oración, excepto conjunciones e interjecciones. Tanto en la teoría de Bello (1847)
como en la de los tres rangos de Jespersen (1924), el adverbio es una palabra de tercer orden, que
modifica a los modificadores del nombre –palabra de primer orden- como el adjetivo y el verbo –
palabras de segundo orden, así como a otro adverbio y al complemento. A partir del s.XIX,
gramáticos europeos de distintas nacionalidades amplían las funciones adverbiales incluyendo
entre ellas la de modificar a toda la oración y haciendo referencia a los adverbios en esta función
como ‘modificadores de oración’ (SWEET, 1892; MATZNER, 1843); ‘de modalidad’
(BRUNOT, 1922); o ‘modales’ (LENZ, 1935).
Según se advierte, por un lado, el adverbio aparece fuertemente entremezclado con otras
clases de palabras respecto de las cuales no resulta sencillo deslindarlo y, por el otro, sus
funciones también son poco discriminadas, ya que prácticamente puede modificar a cualquier
constituyente, incluida la oración y su modalidad. En los apartados que siguen, me ocupo,
sucesivamente, de ambas cuestiones.

2. Hacia la delimitación de la clase adverbial

2.1. Adverbio & Nombre


Si bien desde antiguo estas dos clases se han concebido como disjuntas, en el período
estructuralista, Hjelmslev (1928) planteó una distinción binaria de las palabras: los nombres, que
pueden llevar caso, por un lado, y los verbos, que no pueden hacerlo, por el otro; y dentro de los
primeros incluyó también a los adjetivos y adverbios, pudiendo existir cierta alternancia entre las
funciones que las tres clases desempeñan. Su discípulo Alarcos (1970) adaptó esta postura al
español y sostuvo que ciertos adverbios están incluidos en la clase nominal dentro de la que
representan la forma correspondiente al ablativo latino: de modo que ahora se corresponde con
“en este momento” y allí con “en ese lugar”. En palabras de Alarcos “estas unidades [los
adverbios] serían formas de expresión particulares de ciertos nombres cuando estos aparecen en
función de aditamento2” (∼ circunstancial). Este autor observa que esta función, además de los

2
“[…] los segmentos de una oración cuya presencia o ausencia no afecta la estructura esencial de aquélla, y que
además gozan de cierta movilidad de situación. Son elementos relativamente marginales, que añaden, adicionan al
contenido global manifestado, sin perturbar la estructura de la oración ni la de sus elementos esenciales, o sea, el
sujeto y el predicado. La función de aditamento puede ser desempeñada por unidades autónomas y mínimas (que
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verdaderos adverbios, la pueden realizar los nombres: Llegó ayer/ el sábado. Asimismo, también
sugiere no distinguir entre formas como Llegó pronto (invariable)/ Llegaron prontos (variable)
mas que porque la forma invariable cumple la función adverbial de aditamento y la variable es
adjetivo en función de atributo. Otro caso de contacto se da también con formas como bien/ mal,
que pueden ser sustantivos: El bien; atributos adjetivos: Está bien; adverbios modificadores de
adjetivos: Está bien loco, o de verbo: Llegó bien. Por último, Alarcos sostiene que algunos
adverbios temporales y locativos admiten aposiciones nominales: Hoy martes, Aquí dentro;
oraciones de relativo: Hoy que llueve, Mañana cuando vengas, Aquí donde vivo; y oraciones
traspuestas mediante preposición: Antes de que se vayan; así como también admiten funcionar
como términos (o complementos de preposición): Desde ayer, por aquí; e incluso pueden estar
directamente formados por preposición más nombre: a-hora, en-frente, a-bajo, de-bajo.
Alarcos delinea una zona difusa entre tres “clases” que comparten aspectos semánticos y
funcionales, y extrae como consecuencia que
“…algunos de estos llamados adverbios son en realidad una subclase del nombre, utilizados sólo en la
función de aditamento, pero con la misma capacidad de ser determinados por términos adyacentes
traspuestos con /que/” (l.c., p. 242).
Se trataría, pues, de “una subespecie de nombres limitados a una sola función en principio y
no susceptibles de variación numérica y genérica” (l.c., p. 251). Esta función limitada de
aditamento le permitiría a Alarcos incluir también en su planteo a las formas en –mente, para las
que el transpositor funcional, de adjetivo a adverbio, sería el sufijo, si bien en su mayoría no
responden a las pruebas de equivalencia con la clase nominal presentadas.

2.2. Adverbio & Adjetivo


Como es bien sabido, una gran parte de los adverbios proviene de adjetivos: clara-mente (‘con
mente clara’), rápida-mente (‘con mente rápida’), ágil-mente (‘con mente ágil’). En su origen se
trató de compuestos formados por el sustantivo –mente y un adjetivo concordado, lo que explica
la presencia de –a en el caso de adjetivos de dos terminaciones. Un proceso de gramaticalización
fue debilitando el significado compositivo en la medida en que –mente pasó a unirse con
adjetivos como elegante o invariable, con los que pasó a interpretarse más laxamente como ‘en
forma elegante o invariable’, hasta que finalmente se unió a otros como ulterior o interior en los
que ninguna de las dos interpretaciones de –mente son posibles, por lo que la terminación -mente
pasó a funcionar como un sufijo adverbializador. En las lenguas romances, este es un
procedimiento común: ital., esp. y port. digna-mente; fr. digne-ment; cat. digna-ment, salvo en
rumano en el que se utiliza el sufijo –este: frateste (fraternalmente). Procesos derivativos
similares se registran en múltiples lenguas, como el caso de –ly en inglés, proveniente de lice, a
su vez derivado de lic (apariencia): smartly (inteligentemente), properly (correctamente). Otras
lenguas prefieren recurrir a procesos flexivos: así en alemán, persa o chino se utilizan las formas
del adjetivo sin flexión de género, número o caso; mientras que el sueco y el danés seleccionan
las formas neutras; y el ruso y el sánscrito se inclinan por el nominativo-acusativo singular.
Dado que la transformación (por derivación o flexión) o conversión (sin ningún elemento que
lo manifieste) de los adjetivos en adverbios parece ser una característica extendida en las lenguas,
es claro que se trata de clases de palabras distintas a cada una de las cuales le cabe una función
específica: el adjetivo es básicamente el modificador del nombre y el adverbio se desenvuelve en

serían los verdaderos adverbios) o bien por cualquier sintagma o grupo sintagmático conmutable con aquéllas (en
ocasiones acompañado por ciertos indicios funcionales)” (1970, p. 221).
4
la esfera verbal u oracional, en el caso de los periféricos. No obstante, sin pretender agotar la
compleja red de intersecciones entre ambas categorías, en el apartado siguiente me voy a detener
en dos especies híbridas: los adverbios adjetivales y los adjetivos adverbiales que, una vez más,
ponen de relieve el carácter difuso de los límites categoriales del adverbio.

2.2.1. Dos especies mixtas: adverbios adjetivales y adjetivos adverbiales


La denominación de adverbios adjetivales (también “desnudos” o “cortos”) se emplea para
referirse a aquellas formas adjetivas, como alto, recio o fino que, sin ninguna modificación,
pueden ser utilizadas con valor adverbial, volar alto, hablar recio o hilar fino. En español son
numerosas y su estatus se comprueba por la falta de concordancia: Estela expuso tranquila
(adjetivo)/ claro (*clara/ claramente) (adverbio). Según sus posibilidades combinatorias, Bosque
(1990) distingue los siguientes grupos:
ii El primero es reducido, pero tiene posibilidades combinatorias amplias y está integrado
por formas como primero, rápido, pronto.
iii Un segundo grupo está formado por los que son solo combinables con verbos de un
campo semántico determinado, p.ej., con verbos de habla se usan: claro, alto, fuerte, bajo,
recio, quedo; y con verbos de movimiento direccional se emplean: alto, bajo y recto.
iiii Un tercer grupo lo constituyen formas que presentan una combinatoria sumamente
restringida e incluso única: alegrarse o celebrar infinito; pisar firme, jugar limpio, etc.
iiv Algunos solo se reconocen en el español de América: breve (= pronto), sabroso, (oler)
lindo/ rico, (equivocarse) feo/fiero; mientras que otros se ubican en el registro peninsular:
(sentar algo) fatal, (saberse algo) fenomenal.
Atendiendo a sus propiedades sintácticas, Bosque reconoce dos grupos:
A. Los que forman una unidad léxica con el verbo y no pueden separarse de él:
1. a. Hay que pisar firmemente/ firme.
b. Hay que pisar el suelo firmemente/*firme.
c. Para pisar hay que hacerlo firmemente/*firme.
B. Los que tienen una sintaxis más típicamente adverbial, es decir que admiten
desplazamiento respecto del verbo y un complemento entre ambos.
2. a. Hay que cantar fuertemente/ fuerte.
b. Hay que cantar esas canciones fuertemente/ fuerte.
c. Para cantar hay que hacerlo fuertemente/ fuerte.
En cuanto a los adjetivos adverbiales, constituyen para Demonte (1999) un tercer tipo de
adjetivos, además de la clase focal de los calificativos (lindo, grande) y de los relacionales
(japonés, industrial, educativo). Se trata de adjetivos que están vinculados con algún adverbio de
frecuencia – frecuente, raro, esporádico – o temporal –primero, antiguo, anterior- y solo pueden
ir antepuestos al nombre al que modifican.
3. El actual presidente del Directorio está de licencia ≠ El presidente es actual.
4. Sus frecuentes quejas la molestaban ≠ Sus quejas son frecuentes.
5. El antiguo palacio se convirtió en un hotel ≠ El palacio es antiguo.

2.3. Adverbio & Preposición: La teoría generativa clásica


En la clasificación de la gramática generativa, los adverbios no constituyen una categoría
independiente dentro de las clases léxicas mayores, que la teoría restringe a verbos, nombres,

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adjetivos y preposiciones, y a las que define sobre la base de los rasgos binarios: [+/- V] y [+/-
N]. En esa clasificación, el adverbio no forma una clase independiente de la preposición, con la
que comparte la especificación negativa para ambos rasgos [-V] y [-N]. Según plantean Lorenzo
y Longa (1996: 57) “Desde un punto de vista paradigmático, la naturalidad de su alternancia los
denuncia claramente como parientes”, de modo que tendríamos:
6. Vive [SP en [Compl esta casa]] = [SP aquí].
7. Lo hizo [SP con [Compl rapidez]] = [SP rápidamente]3.
Esta misma alternancia también sería posible, según observan Mújica y Solana (1989, 103)
cuando el adverbio se encuentra en función periférica, como en:
8. [Francamente], nadie te lo creerá. = b. [Con franqueza].
En este enfoque las diferencias se reducen a dos cuestiones. Por un lado, la morfología, ya que
muchos adverbios léxicos se forman mediante sufijos adverbializadores específicos, como el
español –mente o -ly, para el inglés; además, en español, muchos aceptan diminutivos –ahorita- y
superlativos –rapidísimo-; mientras que la preposición es siempre invariable. Por el otro, a
diferencia de la preposición, que es inherentemente transitiva y requiere obligatoriamente un
complemento, el adverbio, en cambio, puede utilizarse solo, sin complemento alguno, por lo que,
como ha planteado Jackendoff (1977) se trataría de una preposición intransitiva:
9. Permanece [SP adentro ∅] ∼ [SP en el interior (de la casa)].
No obstante, es claro que la diferencia no es trivial y, en la práctica, dentro de esta misma
teoría, muchos estudiosos le han restituido al adverbio su carácter autónomo como clase de
palabra independiente. Pero antes de avanzar en esta perspectiva, me voy a ocupar de la clase de
los adverbios más cercana a la preposición, aunque también se trata de unidades que presentan
características que las acercan a los nombres.
2.3.1. Los adverbios transitivos o preposicionales
Se trata de un grupo de adverbios que expresan relaciones temporales –antes, después– y, sobre
todo, locativas –encima, atrás, cerca, lejos, fuera, alrededor, etc.-. Dentro de los espaciales, la
mayoría deriva de nombres, de ahí su denominación de “adverbios nominales” (PAVÓN
LUCERO, 1999) y, semánticamente, son equivalentes a preposiciones espaciales:
10. En-cima/ sobre; de-bajo/ bajo; del-ante/ ante; detrás/ tras; en-frente/ frent e; a-dentro/ dentro.
La particularidad de estos adverbios, por la que aquí preferimos llamarlos “transitivos”, es que
al igual que las preposiciones, y a diferencia de otros adverbios, tienen complemento:
11. Tiene un compromiso [SAdv ahora] / [SAdv antes [SP/Compl de la cena]].
12. Pusieron un cerco [SAdv aquí] / [SAdv alrededor [SP/ Compl de la pileta]].
La relación del adverbio con su término es más laxa que la que mantiene una preposición, con
la que el complemento no es omisible, mientras que con el adverbio puede quedar implícito:
13. A esta mujer no me la puedo sacar de [SAdv encima.]
14. No sé lo que pasó [SAdv después] porque no me pude quedar.
Respecto de este contraste, Alarcos (1994) propone atribuir a estas palabras una doble
categoría: adverbial cuando van solos y preposicional, si llevan complemento. Pavón (1999) en
cambio, excluye este planteo puesto que considera que ambas posibilidades, con y sin

3
Ejemplos tomados de Lorenzo y Longa (op.cit.).
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complemento: 1) alternan en la misma función sin cambio de significado –Ponélo detrás/ detrás
de la mesa; 2) el adverbio y el complemento pueden ir separados por una conjunción –Viene
antes o después de la cena- o por un modificador -Estaba parado delante de su oponente-.

2.4. Adverbio & Conjunción


El punto de contacto entre estas dos clases de palabras se encuentra en que ambas integran la
denominada macroclase de las partículas (PAVON LUCERO, 1999, §9.1). Sin embargo, en este
caso, la diferencia es más amplia puesto que el adverbio es una clase léxica, con contenido
descriptivo inherente y funciones sintácticas oracionales propias, mientras que las conjunciones
son palabras funcionales, que transmiten información sobre las propiedades categoriales de otras
palabras (género, número, persona, etc.) o establecen conexiones sintácticas entre ellas
(GIAMMATTEO; ALBANO, 2006). Sin embargo, una posible conexión entre estas dos clases
se da a través de los denominados “adverbios relativos”, cuya función se suele ver como
equivalente a la de las conjunciones subordinantes, puesto que introducen una oración
subordinada o incluida dentro de otra considerada matriz o principal. En esta perspectiva, los
adverbios relativos establecen dependencias entre unidades sintácticas mayores, al modo de las
conjunciones subordinantes típicas –que, si-, sin embargo, a diferencia de las conjunciones, y
debido a su naturaleza relativa, tienen función anafórica, remiten a un antecedente fuera de la
subordinada y desempeñan en ella la función sintáctica que le correspondería al antecedente:
15. El día [cuando (= ‘día’) lo conocí], no podía creer que eso me estaba pasando a mí.
En relación con estas palabras, Bosque (1990) señala que existe una tendencia en las
gramáticas a considerar ciertos adverbios, los pertenecientes al tipo transitivo considerados en el
apartado precedente (cf.§ 2.3.1 supr.), como tales, cuando van solos o seguidos de complemento,
pero a reclasificarlos como conjunciones, o más bien como locuciones conjuntivas, cuando lo que
les sigue es una subordinada introducida por que:
16. [SAdv.[Adv/ Nº Antes] yo no lo sabía.
17. [SAdv Antes [SP/ Compl de [O mencionarlo]/ [SN su mención], yo no lo sabía.
18. [SConj Antes de que [O lo mencionaran] yo no lo sabía.
En (16), el adverbio nominal antes está solo y funciona como núcleo de un SAdv; en (17),
antes tiene un complemento encabezado por la preposición de, que a su vez lleva su propio
complemento: ya sea un SN –su mención- o una subordinada de verbo no finito –mencionarlo-,
ya que la preposición de no puede ir seguida directamente por un verbo flexionado; por último,
en (18), antes es generalmente analizado junto con de que, como una locución conjuntiva
compuesta, cuya función es la de introducir a la subordinada de verbo finito –lo mencionaran-.
Sin embargo, en opinión de Bosque, parece difícil pensar estas “recategorizaciones sucesivas” de
la misma palabra, por lo que plantea que “las diferencias no están en las partículas consideradas,
sino en la estructura sintáctica de tales categorías sintagmáticas” (l.c, p. 212). De este modo,
concluye que parece más sensato pensar que antes sea siempre un adverbio y que lo que varía es
su posibilidad y tipo de complementación.
Otro punto de contacto, entre adverbios y conjunciones, es el que plantea Kovacci (1999),
quien reconoce una subclase a la que denomina adverbios conjuntivos, que se comportan como
clases de conectores porque “establecen o explicitan un nexo semántico entre constituyentes
coordinados o subordinados” (l.c, p. 769). En esta función conjuntiva, Kovacci ubica a los que
denomina reforzadores o matizadores de la coordinación, como consecuentemente, entonces,

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también, que siguen a un coordinante, pero que, como poseen unidad melódica propia, tienen
libertad de colocación dentro del segundo constituyente.
19. a. No me dijeron nada; así que, consecuentemente, salí airoso de esa ocasión.
b. No me dijeron nada, así que salí airoso de esa ocasión, consecuentemente.

3. ¿Pero, qué es realmente un adverbio?


Según vengo planteando, es claro que, como sostiene Schachter (1985, p .20)
[…] la etiqueta adverbio a menudo se aplica a diferentes grupos de palabras en una lengua, grupos que
no necesariamente tienen mucho en común entre sí, ya sea nocional o gramaticalmente, como, por
ejemplo, las subclases de los nombres o verbos que pueden existir en el lenguaje [La trad. es mía].
El citado autor (l.c.) ejemplifica su afirmación con un ejemplo del inglés (20), similar a
otro para el español que presenta Bosque (1990, p. 25) (21):
20. Unfortunately, John walked home extremely slowly yesterday.
(Desgraciadamente, Juan caminó a su casa con extremada lentitud ayer).
21. También ayer caminaba muy lentamente incluso mucho más despacio.
En ambos ejemplos (20) y (21), todas las formas en itálica, más allá de sus diferencias de
formación y, sobre todo de comportamiento sintáctico, serían usualmente incluidas con los
adverbios. Al respecto, Sasse propone distinguir entre la clase de los adverbios propiamente
dichos y otra más amplia, que incluya las expresiones adverbiales y, aunque no lo especifica, es
de suponer que esta incluiría elementos como home (a casa) en inglés, aruite (a pie) en japonés e
incluso locuciones como a escondidas o en un santiamén, para el español.
Según Sasse (1995), el adverbio, más que ninguna otra clase de palabras, debe su
caracterización a cuestiones de funcionamiento sintáctico. En el sentido morfológico, al ser una
palabra invariable, ofrece menos pistas de identificación que otras clases, excepto en el caso de
los que tienen una desinencia específica, como las ya mencionadas (cf. supr. §2.2) –mente para el
español o –ly para el inglés; lo que, sin embargo, en ningún caso abarca a todos los ejemplares,
ya que aunque no tengan marcas formales, también son adverbios aquí y ahora, en español o
here and now, en inglés, a los que, por consiguiente, tenemos que reconocer a partir de su
ocurrencia en posiciones adverbiales, o sea, por su funcionamiento sintáctico. En esta misma
línea, Sasse (1995) adopta al respecto una postura muy amplia y sostiene que la función
sintáctica de los adverbios es la de ‘modificadores de constituyentes que no sean sustantivos’, ya
que considera que casos como una mujer así o niño bien son claramente periféricos.
Para explicar la heterogeneidad de la clase, Sasse propone tener en cuenta tres diferencias: i)
de alcance, ii) en cuanto a los posibles núcleos a los que modifican; iii) de significado.
i) En relación con el alcance, algunos adverbios, como unfortunately en (20), que admiten la
paráfrasis: Es una desgracia que Juan… , tienen alcance sobre toda la oración, mientras que
otros, como lentamente o despacio en (21), están confinados al ámbito del predicado. Según
Sasse, los adverbios del tipo de unfortunately, que reciben la denominación de
“oracionales”, tienen la función pragmática de establecer un “marco de referencia” que,
como en el caso de (19), puede ser modal, pero también temporal (22) o espacial (23),
respecto del contenido proposicional de la oración.
22. Nocturnamente/ De noche, vuelven los fantasmas a merodear por la casa.
23. En Berlín/Allí, se desarrolla un festival de cine muy importante.

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ii) En relación con la selección de núcleo, además del verbo y la oración entera, como
ejemplificaron los casos de (20-23), tradicionalmente se planteaba que el adverbio podía
modificar también al adjetivo –bastante alto – o a otro adverbio –bastante alegremente-. No
obstante, hoy día se considera que palabras como muy, poco, bastante o demasiado
constituyen una clase aparte, “que agrupa a las palabras que expresan cantidad o medida”
(BOSQUE; GUTIÉRREZ REXACH, 2009, p.105). Este nueva asociación ha permitido
vincular palabras como mucho en mucho calor y muy en muy caluroso en una misma clase:
la de los cuantificadores, palabras funcionales como los determinativos4, pero con un
alcance amplio, ya que inciden sobre individuos -cualquier hombre-, sobre grados de
propiedades –muy alto – y también sobre eventos –hablas demasiado-, formando sintagmas
cuantificacionales de los que son núcleo. Los cuantificadores constituyen un conjunto de
palabras con miembros acotados5, que quedan así excluidos de la clase de los adverbios. Sin
embargo, volveré sobre este tema al tratar de las subclases de adverbios (cf. §4.2.1.1 infr.)
iii) En relación con el significado, ha sido tradicional clasificar a los adverbios internos al
predicado en vinculación con valores de tipo “circunstancial”, tales como lugar, tiempo,
modo, causa, cantidad, etc. Por otra parte, en relación con los que ocupan posiciones más
externas o periféricas, como los de frecuencia en función de marco (24) y los de punto de
vista (25)6, para describir su significado suele decirse que establecen un “escenario” o
“marco” de referencia para la oración. En este sentido se plantea que los adverbios hacen
referencia o introducen características opcionales del estado de situación descripto por el
evento, las cuales están fuera de la estructura argumental del verbo, que típicamente incluye
a los argumentos que éste selecciona.
24. Habitualmente viajo en subte a mi trabajo.
25. Políticamente, mi marido y yo no concordamos.
Además de los adverbios que enmarcan la oración, encontramos en posición periférica otros
usos, generalmente etiquetadas bajo el rótulo común de “modales” o “modalizadores”, del tipo
de los que figuran en los ejemplos de (26) a (28):
26. Lamentablemente, hoy hubo un accidente en la carretera.
27. Posiblemente, reciban una sorpresa hoy.
28. Sinceramente, no creo que esto funcione.
Pero examinar más pormenorizadamente la correlación entre los significados transmitidos por
los adverbios y las funciones que cumplen en la oración, nos lleva a la próxima sección de este
artículo, dedicada a las subclases adverbiales.

4
Según Leonetti (2007, p. 16)
A diferencia de otros elementos lingüísticos que expresan instrucciones para la deixis y la referencia (típicamente,
los determinantes definidos o identificadores), los cc [cuantificadores] no contribuyen necesariamente, o de forma
directa, a la identificación de determinados referentes, sino que se limitan a indicar la cantidad de entidades que se
deben tomar en consideración dentro de una clase.
5
Leonetti (2007, p. 16) incluye en la clase de los cuantificadores, que para este autor es básicamente semántica, a los
numerales, los indefinidos, los gradativos o escalares, los comparativos (menos, más, tanto), los interrogativos/
exclamativos y relativos (qué, cuanto), los frecuentativos y los focales o presuposicionales (también, solo, incluso).
En relación con estos últimos, dadas sus particularidades combinatorias y semánticas, en Giammatteo; Ferrari;
Albano (en prensa), se plantea que constituyen una clase funcional aparte.
6
Estas nociones se estudian más adelante, con las subclases de adverbios periféricos (cf. infr.§ 4.2.2)
9
3.1. Las subclases de adverbios
Hasta ahora hemos estado dando por sentado, sin precisar demasiado, la existencia de dos
grandes subclases de adverbios: los nucleares o internos al SV, referidos al evento, y los externos
o periféricos, de alcance oracional que, para Rodríguez Ramalle (2003), son operadores con
distinto alcance, según la posición oracional en la que se generan. A continuación, iremos viendo
las principales distinciones propuestas dentro de la clase y las pruebas para distinguirlas.
3.1.1. Adverbios nucleares y periféricos: criterios de distinción
Entre las clasificaciones más conocidas que han distinguido entre dos grupos principales de
adverbios se encuentra la de Greenbaum (1969), quien para el inglés diferenció entre ‘adjuntos’
o modificadores del verbo y ‘disjuntos’ o adverbios con alcance sobre toda la oración. Estos
últimos no se incluyen en la estructura sintáctica y se consideran marginales en la oración, dado
que, habitualmente, están separados del resto por pausas entonacionales (reproducidas por las
comas en la escritura) (cf. supr. (20), (22)-(28)). Una de las características destacadas de los
disjuntos es la movilidad. Así, por ejemplo, para (27) (reformulada como (29)) podemos tener:
29. a Lamentablemente, hoy hubo un accidente en la carretera.
b. Hoy hubo, lamentablemente, un accidente en la carretera.
c. Hoy hubo un accidente en la carretera, lamentablemente.
A diferencia de los anteriores, los adjuntos o modificadores del verbo no permiten
desplazamientos ni suelen presentarse separados por pausas del resto de la oración.
30. a. María trabaja duramente.
b. *María trabaja, duramente.
c. *Duramente, María trabaja.
d. *María, duramente, trabaja.7
Numerosos autores han continuado esta misma línea, muchas veces cambiando
denominaciones o precisando términos y criterios para refinar la distinción. En el ámbito de la
gramática del español, también Alarcos (1969) reconoció dentro de los “aditamentos”8, dos
subclases, según su relación con la oración: 1) los “aditamentos propiamente dichos”, que
representan a los verdaderos circunstanciales; y 2) los que denomina “atributos oracionales”, que
pueden convertirse en el atributo de una oración copulativa. Así, respecto de (29), es posible la
paráfrasis: Es lamentable que hoy haya habido un accidente en la carretera, mientras respecto
de (30) no resulta aceptable: *Es duramente como María trabaja. De modo semejante también
Seco (1972) reconoce ambas clases: 1) los que denotan circunstancias de lugar, tiempo, modo,
etc.; y 2) los externos al predicado, que refieren a toda la oración.
Retomando esta tradición, Hernanz y Brucart (1987: 269) aportan una serie de pruebas que se
suman a la de la pausa entonacional y a la de la movilidad anteriormente descriptas (cf. supr.
(28) y (29)), para discriminar entre ambas clases de adverbios. En primer lugar, mientras los
circunstanciales pueden ser foco de la negación (31) e interrogación (33), los adverbios en
función periférica, quedan fuera del ámbito de ambas (32) y (34):
31. Marina no estudia felizmente (→estudia no felizmente), sino contra su voluntad/ *sino que se recibió.
32. Felizmente, Marina no estudia sino que ya se recibió/ *sino contra su voluntad.
33. ¿Nuestros amigos volverán de su viaje hoy?
34. *¿Probablemente volverán de su viaje nuestros amigos?

7
Ej. adaptado de Hernanz y Brucart (1987: p. 269, (189))
8
V. nota 2 supr.
10
Este desligamiento respecto del contenido proposicional de la oración también implica que, a
diferencia de los modales internos al SV, que son incompatibles con los verbos de estado (35),
los adverbios oracionales no presenten esta restricción (36):
31. *Tengo un seguro contra todo riesgo cuidadosamente.
32. Afortunadamente, tengo un seguro contra todo riesgo.
En relación con el carácter periférico de los adverbios oracionales, Hernanz y Brucart
destacan que éstos, pero no los internos, pueden preceder a un sintagma tematizado:
33. Posiblemente, a María la vea mañana en el hospital.
34. *Prolijamente, el material lo examinaremos mañana.
Presentadas las pruebas, los citados autores plantean que los adverbios periféricos “son
elementos relacionados con la modalidad más que con el dictum”, lo que refuerzan mediante la
siguiente cita de Espinal (1985: 294):
Dan información sobre el acto de la comunicación, comentan la forma en que se afirma alguna cosa,
indican la relación entre el hablante-oyente y el enunciado. Son interpolaciones en el habla, modifican
un verbo no expresado (por ejemplo “hablando”, observando” “concluyendo”, etc.).
Así finalmente concluyen que “parece lógico generarlos por encima del nudo O (que
representaría el dictum9), dominados por la expansión máxima de la oración” (HERNANZ;
BRUCART, op. cit, p. 271). Siguiendo en esta misma línea de razonamiento, Rodríguez Ramalle
(2003) sostiene que son adjuntos10 a dicha proyección máxima, conocida como SComp
(Sintagma de Complementante)11.
3.1.2. Un nuevo criterio de identificación: La posición oracional de los adverbios.
Consecuente con su planteo predominantemente sintáctico, la gramática generativa se ha ocupado
sobre todo de la posición oracional de los adverbios. Frente al reconocimiento generalizado de la
existencia de posiciones canónicas tanto para el sujeto (preverbal, inicial) como para ambos
complementos del verbo (postverbal para el COD y postobjectual para el COI), por lo general, en
análisis típicos como Haegeman (1991) o Ouhalla (1994), se asumía, a partir de ejemplos como

9
Los términos dictum y modus son tradicionales en la lingüística. El dictum se refiere al contenido proposicional de
la oración, mientras que modus hace mención a la modalidad. Por tanto, dos oraciones como Llueve y ¿Llueve?,
comparten el dictum, pero varían en modus, puesto que la primera es aseverativa y la segunda, interrogativa. Para la
NGRAE (2009:§42.1b), la distinción tradicional entre modus y dictum es equivalente a la que existe entre
enunciado y enunciación, aunque no hay coincidencia entre los gramáticos.
10
Dentro de la estructura sintagmática, la teoría de la X con Barra propuesta por Chomsky en el modelo de
principios y parámetros, reconoce, además del núcleo, dos posiciones estructurales específicas: la del Complemento,
correspondiente al elemento seleccionado semánticamente por el núcleo, que se encuentra en posición de adyacencia
a él, si bien, según las lenguas, puede estar situado a derecha o izquierda del núcleo; y la de Especificador, que,
desde una posición más externa, modifica conjuntamente al núcleo y a su(s) complemento(s). Frente a estos, el
Adjunto es un modificador no exigido pero compatible con el núcleo, como, p. ej., el adjetivo simpático en el SN el
simpático hijo de Pedro, o el circunstancial en la cocina, en el SV Comer pizza en la cocina.
11
Según el denominado enfoque cartográfico (Carnie 2008, p. 219), la oración tiene una estructura tripartita formada
por “[…] una predicación central, que se encuentra dentro de una estructura de operadores que ubican esa
predicación en tiempo y espacio respecto del tiempo de emisión, y que finalmente se cierra con una estructura que
relaciona la proposición con la perspectiva del hablante”. El primer nivel, correspondiente a la predicación, es el del
SV, el segundo, en que la predicación se temporaliza, le corresponde al SF(Sintagma de Flexión) y el tercero, en que
la predicación temporalizada incluye la información acerca de la modalidad y la posición que adopta el hablante ante
lo que dice, es el del SComp (Sintagma Complementante), que constituye así la máxima expansión de la O.
11
(39), que los adverbios, generados en la posición de adjuntos, eran más libres, podían iterarse y
alterar su orden relativo sin problemas:
39. a. Juan comió una pizza (cerca de su casa) (rápidamente) (ayer a la noche).
b. Juan comió una pizza (rápidamente) (ayer a la noche) (cerca de su casa).
c. Juan comió una pizza (ayer a la noche) (rápidamente) (cerca de su casa).
Sin embargo, como plantea Rodríguez Ramalle (2003), esta situación no es real, ya que
existen posiciones específicas para los distintos tipos de adverbios. En principio, como ya se
mostró con el ejemplo de Hernanz y Brucart (cf. supr. (30)), no todos los adverbios aceptan
cualquier lugar en la oración. Así, ni (40) ni (41) son completamente aceptables para el español12:
40. *María completamente está loca.
41. *Fragmentariamente, el estudio presenta los resultados.
En segundo lugar, el cambio de posición puede conllevar un cambio se significado vinculado
con el distinto alcance que toma el adverbio; p. ej. en (42), la negación tiene alcance sobre
astutamente (→ ‘no astutamente, sino ingenuamente’), pero no así en (43):
42. La interpelada no respondió astutamente a las preguntas, sino ingenuamente.
43. La interpelada, astutamente, no respondió a las preguntas, sino que permaneció callada.
Por, último, para Rodríguez Ramalle (2003: 23), sí existen restricciones de coocurrencia
cuando se trata de adverbios de la misma subclase:
“si tomamos dos SSPP locativos predicados del verbo, dos adverbios de manera verbal o dos adverbios
de manera orientados al sujeto y los insertamos en la misma oración-, esta se torna agramatical,….:
Así, vemos que no es posible la aparición conjunta de adverbios o construcciones equivalentes
del mismo subtipo (45) (46), excepto que tengan distinto alcance (46):
44. *Los invitados llegan hoy mañana.
45. *Prudentemente el nuevo director tontamente consultó a su predecesor acerca del problema.
46. En París prefiero desayunar en los cafés del centro13.
Siguiendo el planteo pionero de Emonds (1976), Koopman (1984) primero, y Pollock (1989)
y Chomsky (1989) después, se ocupan de las diferencias en la posición relativa de la negación y
de algunos adverbios respecto del verbo en distintas lenguas, como p. ej. el francés y el inglés:
47. I (often) eat (*often) apples.
48. J’ai (*souvent) mange (souvent) des pommes.
Según se observa, mientras que en inglés el adverbio tiene posición preverbal obligatoria, el
francés lo coloca después del verbo. Esto se explica porque en inglés la flexión es débil o
morfológicamente pobre, por lo que no atrae al verbo a cotejar sus rasgos y éste permanece en su
lugar. En francés, en cambio, la flexión es fuerte o morfológicamente rica y atrae al verbo, que
tiene que desplazarse hasta allí, dejando al adverbio detrás.
Ahora bien, el español, al igual que otras lenguas romances, como el portugués y el italiano,
no se adapta ni al esquema del francés ni al del inglés, ya que los adverbios de frecuencia, que
son los que se están examinando, pueden situarse tanto pre como postverbalmente:
12
Ambas oraciones podrían ser aceptables con el adverbio separado por una pauta entonacional propia y pronunciado
enfáticamente.
13
En (46), mientras en los cafés del centro es un circunstancial interno que modifica al SV, en París, que se ubica al
inicio, ocupa una posición superior con alcance oracional: se trata de una “construcción de marco” (cf. infr. nota 20).
12
49. Juan (frecuentemente) come (frecuentemente) manzanas.
En cuanto a esta doble posibilidad posicional de que disponen estos adverbios en español,
Ramalle (2005) plantea que los de frecuencia son operadores que disponen de dos posiciones
desde las que pueden cuantificar al evento. Cuando se ubican bajo el SV, ocupan la posición
posverbal (50) y cuantifican al V y a sus argumentos; en cambio, si se anteponen al verbo (51),
ocupan la posición preverbal y cuantifican la realización del proceso. En uno y otro caso, la
interpretación varía ligeramente, como se muestra en el contraste entre (50) y (51):
50. Juan fuma frecuentemente habanos, pero como la importación está cerrada, ahora está fumando cigarrillos.
51. Juan frecuentemente fuma habanos, pero cuando está de vacaciones deja de hacerlo y limpia sus pulmones.
3.1.3. Adverbios, núcleos funcionales y jerarquía universal
Planteos como los anteriores respecto de los adverbios de frecuencia, han llevado a reveer la
cuestión de la libertad posicional de los adverbios y a tratar de establecer posiciones fijas dentro
de la oración para los distintos subtipos. En esta línea de razonamiento, sin duda la propuesta más
relevante es la de Cinque (1999), que parte de vincular las posiciones adverbiales con los núcleos
o categorías funcionales desarrollados en la gramática generativa. Dentro de esta corriente,
actualmente se distingue entre las categorías con contenido descriptivo o léxico, como el N, V, A,
Adv y P (cf. supr. § 2.3) y las funcionales14, que expresan contenidos gramaticales, como el
T(iempo), el M(odo), el Asp(ecto) o la N(egación), entre otras. Lo que el mencionado autor se
propone demostrar es, en primer lugar, que ciertos adverbios15, con valores modales, aspectuales
y temporales específicos, a los que denomina “propios”16, se generan en la posición de
especificador17 de una serie de núcleos funcionales superiores, pertenecientes a ‘capas’ (ingl.
‘shells’) externas al SV y, en segundo lugar, que la posición en que aparecen sus respectivas
proyecciones funcionales responde a un orden o jerarquía universal18. Para apoyar estas
afirmaciones, Cinque se basa en la evidencia empírica proporcionada por la disposición relativa
de sufijos no terminales, sufijos flexionales terminales, auxiliares, partículas y combinaciones de
dichos elementos en numerosas lenguas de familias no relacionadas genéticamente. Las
excepciones a este orden universal que presenta (cf. infra), son adjudicadas a la mezcla de
adverbios de distintos ámbitos, o a la presencia de “adverbios circunstanciales” (de lugar, tiempo,
modo, medio, compañía, causa, fin, etc.); ya que, siguiendo a Chomsky (1995), Cinque plantea
que los circunstanciales no están ordenados entre sí (cf. supr. (39)). Además, los circunstanciales
quedan excluidos de la clase de “adverbios propios”19 porque, al estar referidos al contenido
léxico del verbo, su ámbito de modificación es interno y no pueden considerarse como generados
en el especificador de los núcleos superiores vinculados con las categorías funcionales.

14
“A este tipo de categorías en principio abstractas, en el sentido de que son antes entramados de rasgos que piezas
léxicas con un contenido más o menos descriptivo, se las denomina categorías funcionales, por oposición a las
categorías léxicas.” (LORENZO; LONGA, 1996, p. 63)
15
Aunque se utilice la etiqueta categorial “adverbio”, en realidad la propuesta también abarca todas las
construcciones que transmitan valores de adverbiales y puedan cumplir las funciones de esta clase de palabras.
16
A diferencia de los circunstanciales que, según Davidson (1967) son “modificadores que se predican de una
variable de evento subyacente”, los adverbios “propios” son “operadores (funcionan correlacionando proposiciones
con proposiciones o predicados con predicados) (Cinque op.cit.: §1.6. Las traducciones de este texto son mías.
17
Cf. supr. nota 10.
18
Una propuesta semejante respecto del orden de concurrencia de las distintas perífrasis verbales del español es
Giammatteo y Marcovecchio (2009 y 2010)
19
Para una presentación más detallada de las diferencias entre “adverbios propios” y circunstanciales, cf. Cinque, op.
cit., §1.6.
13
Luego de separar los circunstanciales, como paso previo a la determinación de la jerarquía
universal, Cinque distingue, dentro de los adverbios “propios”, dos grupos ordenados entre sí, a
los que denomina, respectivamente, “superiores” e “inferiores”. Los primeros, como francamente
y posiblemente, preceden siempre a los “inferiores”, como ahora, y a menudo (52), excepto
cuando éstos se encuentran en posición inicial absoluta, o “de marco”20 (53).
52. a. Posiblemente ahora vaya a misa a menudo.
b.*A menudo posiblemente vaya a misa ahora.21
53. Ahora posiblemente ha dejado de ir a misa.
Los dos grupos a los que Cinque denomina adverbios “propios” son:
a) Los adverbios superiores (oracionales), externos al SV y con un orden fijo de colocación
sintagmática entre ellos, que tienen que ver con valores modales, relacionados, en otras
perspectivas teóricas, ya sea con la enunciación o con el enunciado.
54. a.Francamente, Juan astutamente no aceptó la oferta.
b.*Astutamente, Juan francamente no aceptó la oferta.
b) Los adverbios inferiores, que manifiestan valores temporales –anterioridad, simultaneidad,
prospectividad, etc.- y aspectuales –habitualidad, completitud, progresividad, etc. –, entre
otros. Pueden aparecer delante del SV (55a) o detrás, precediendo (55b) o siguiendo (55c) al
complemento, caso, este último, en que se consideran en posición desplazada y reciben acento
focal. Además, si varios concurren, su presencia debe respetar un cierto orden, tal como se
muestra en (56 a, b y c)22.
55. a. Gracias al insecticida, las hormigas ya/ pronto/ rápidamente23 desaparecieron del jardín.
b. Gracias al insecticida, las hormigas desaparecieron completamente/ ya/ rápidamente del jardín.
c. Gracias al insecticida, las hormigas desaparecieron del jardín comPLÉtamente/ RÁpidamente.
56. a. Pedro generalmente gana siempre fácilmente sus partidos de tenis.
b.*Pedro siempre fácilmente generalmente gana sus partidos de tenis.
c.*Pedro siempre generalmente gana sus partidos de tenis fácilmente.24
Cinque (1997, §1.4.) resume, el “ordenamiento total de los adverbios” diciendo que:
Una secuencia ordenada de adverbios “superiores” (oracionales) precede a una secuencia de adverbios
“inferiores” que pueden aparecer en frente del SV, o en el mismo final del SV con acento nuclear (o

20
Cinque (op.cit.,§1.6) se refiere a los adverbios en posición inicial absoluta, como a “adverbios de marco”
(‘adverbs of setting’) y a su posición estructural, como ‘topic-like’ (‘semejante a un tópico’). Estos adverbios, se
comportan como tópicos, que pueden relativizar el contenido oracional: En la cocina, no quiero trabajar; De noche,
todos los gatos son pardos. Su posición es coincidente con la de Kovacci, presentada más adelante, en §4.1.
21
Una oración como esta sería posible con una entonación que marcara el foco entonacional en a menudo, seguido,
además, de pausa: A MENÚDO, posiblemente vaya a misa ahora.
22
Dado que el español es una lengua de orden más bien libre, no es posible pensar una única colocación aceptable
para cada tipo de adverbio, sino mejor considerar órdenes preferidos, que van variando sus rangos de aceptabilidad
en función de registros y clases textuales. No obstante, un tratamiento más pormenorizado de este tema excede el
marco general del presente trabajo, que aún dentro del nivel oracional se circunscribe a casos básicos o prototípicos.
23
Sobre la base de la evidencia morfológica o léxica (partículas) de varias lenguas, pronto y rápidamente, serían
considerados aquí, por Cinque, no como circunstanciales, sino como manifestación del aspecto proximativo y
celerativo, respectivamente. En estos casos, al menos para el español, se desdibuja la diferenciación entre “adverbios
inferiores” y circunstanciales. Más difuso aún resulta el tratamiento de los temporales, cuyas posibilidades
posicionales son tan variadas que pueden ocupar tanto el inicio de la oración como “adverbios de marco”, ubicarse
dentro de SV como circunstanciales y, también funcionar, como adverbios “inferiores”. Resta, por tanto, un estudio
más detallado que permita más particularizadamente los diferentes usos.
24
Los casos de (56b y c) son compatibles con un uso parentético de generalmente, separado por juntura del resto.
14
foco). Además de estas clases, observamos la existencia de varios adverbiales post-complemento,
internos al SV, que no están ordenados entre sí y preceden a los SAdvs “inferiores”, en posición final
del SV (o los siguen, si están desacentuados – del mismo modo que cualquier otro tipo de material
desacentuado, incluso los SAdvs “superiores”):
[…] “SAdvs. “superiores” (oracionales) > SAdvs. “inferiores” > (SDsubj25) (V) complementos >
Adverbiales de lugar, tiempo, modo, etc. > SAdvs. “inferiores”(focalizados) > material desacentuado .
La jerarquía universal de núcleos funcionales, que indica el orden respectivo entre adverbios
“superiores” e “inferiores”, presentada por el autor es la siguiente (1997, §4.30)26:
[francamente Modoacto de habla [afortunadamente Modoevaluativo [según Modoevidencial
[probablemente Modepistémica [una vez T(Pasado) [luego T(Futuro) [quizás Modoirreal
[necesariamente Modnecesidad [posiblemente Modposibilidad [voluntariamente Modvolitiva
[inevitablemente Modoblig [inteligentemente Modhabilidad/permiso [usualmente Asphabitual
[de nuevo Asprepet(I) [a menudo Aspfrecuent(I) [rápidamente Aspcelerat(I) [ya T(Anterior )
[ya no Aspterminat.[todavía Aspcontinuativo [siempre Aspperfecto(?) [(ingl.) just27Aspretrospect.
[pronto Aspproximativo [brevemente Aspdurat [característicamente (?) Aspgenérico/progresivo
[casi Aspprospect [completamente AspSg.completivo(I) [(ital.)tutto 28AspPl.completivo [bien Voz
[rápido/ temprano Aspcelerativo(I) [completamente AspSg completivo(II) [de nuevoAsprepet(II)
[a menudo Aspfrecuentat(II)...

4. Las clases de adverbios en el ámbito de la gramática del español


4.1. La perspectiva funcional
Desde una perspectiva que contempla a los adverbios como clases funcionales, en un artículo
monográfico dedicado al adverbio, también Kovacci (1999) propone centrarse en “la diversidad
de comportamientos sintácticos” de esta clase de palabras, ya que también reconoce que “los
adverbios funcionan en varios niveles de estructuración, a partir de la oración” (1999: p. 724).
Utilizando la fórmula de relieve con ser y relativo para distinguir entre adverbios que cumplen
funciones nucleares (Tocó magistralmente > Es magistralmente como tocó) y los que realizan
funciones periféricas (Probablemente vendrá hoy > *Es probablemente como ...), esta autora
separa los circunstanciales que, junto con los adverbios que modifican a sintagmas adjetivos y
adverbiales y con los de marco29 constituyen los que denomina adverbios nucleares o de
predicado, de los restantes, externos al dictum o periféricos, que son los se corresponden con los
“adverbios propios” de Cinque (cf. supr. §3.1.3).
En el esquema de Kovacci, los adverbios de modo, lugar, tiempo y cantidad funcionan como
circunstanciales, por lo general facultativos -Llegó temprano/ Llegó-, aunque en algunos casos
pueden estar exigidos por la estructura argumental -Me trató bien/ mal– o por una acepción
determinada del verbo -Mi abuelo vive aquí ≠ Mi abuelo vive-. Dentro de los facultativos de
modo, esta autora presenta una interesante distinción entre adverbios:

25
SDsuj = Sintagma Determinante en función Sujeto.
26
Cinque la presenta como una primera versión en proceso (cf. l.c.).
27
Dejamos en inglés el adverbio just, cuya traducción al español con el valor de Asp retrospectivo exigiría usar una
PV -p. ej. he has just retired = acaba de retirarse.
28
En italiano, en el original.
29
Cf. nota 20 supr.
15
a) ‘de acción y agente’, que califican ya sea a la acción en desarrollo o al agente -tristemente,
cordialmente-;
57. Me saludó cordialmente→ Fue cordial al saludarme.
b) ‘de acción’, que tienen un comportamiento semejante a los anteriores, pero en los que el
adjetivo correspondiente no resulta aplicable al agente -arduamente, difícilmente;
58. Lo resolvió fácilmente. → *Fue fácil al resolverlo.
c)‘resultativos’, que califican una acción, proceso o estado globalmente considerados y cuyo
resultado puede afectar a un paciente, experimentante o complementante -(herir) gravemente,
(saber) perfectamente)-.
59. Lo hirieron gravemente en el combate.→ Quedó gravemente herido/ Su herida es/ resultó grave.
En cuanto a los adverbios ‘de marco’, que la autora también considera nucleares,
generalmente funcionan como “...circunstanciales, externos al predicado si están en posiciones
preverbales” (op.cit.: 737), aunque, como puede acompañarlos una unidad melódica, también
pueden ocupar tanto la posición inicial como otras parentéticas. Desde el punto de vista
semántico, estos adverbios “...establecen un marco espacial o temporal respecto de la predicación
entera y se hallan fuera del ámbito de la interrogación y de la negación” (l. c).
El grupo de los adverbios periféricos también se escinde en dos: los externos al dictum y los
del modus30. Los primeros modifican a las funciones nucleares en su conjunto. Dentro de este
grupo, Kovacci ubica a los adverbios de frecuencia indeterminada -habitualmente,
frecuentemente- y determinada -diariamente, quincenalmente-, y a los nocionales o ‘de punto de
vista’, a los que añade los evaluativos. Los primeros dos tipos - de frecuencia y nocionales - no
son omisibles porque su eliminación altera el valor de verdad de la oración.
60. Habitualmente/ Diariamente no come en su casa. ≠ No come en su casa.
61. Culinariamente, sigue los consejos de su madre ≠ Sigue los consejos de su madre.
Los evaluativos, en cambio, resultan omisibles y se subdividen en numerosos grupos que se
distinguen por las posiciones que pueden ocupar y por las paráfrasis que aceptan. Así
encontramos los emotivos, con los que el emisor evalúa el dictum -lamentablemente,
curiosamente-; los de conocimiento y percepción, que ofrecen una base evaluativa comprobable
respecto al valor de verdad -notoriamente, visiblemente-; los epistémicos, con los que el emisor
evalúa subjetivamente el valor de verdad de la proposición -correctamente, equivocadamente-;
los de necesidad y obligación respecto de la ocurrencia del dictum -forzosamente,
inevitablemente-; los evaluativos de la actuación del sujeto -inteligentemente, prudentemente-, y
los de voluntad y sus opuestos -voluntariamente, premeditadamente-.
Dentro de los adverbios del modus, también reconoce dos grupos principales: los
relacionados con la modalidad y los de enunciación. Con los de modalidad, la autora ubica a los
indicadores y reforzadores de actitud, que constituyen marcas de modalidad dubitativa -quizás,
probablemente-; los restrictivos del valor de verdad de la aserción, que indican apariencia o
suposición -supuestamente, aparentemente-; y los reforzadores de la verdad de la aserción -
indiscutiblemente, evidentemente-. Los adverbios de enunciación presentan dos subtipos: los
orientados hacia el emisor o receptor -francamente, honradamente- y los de función
metalingüística orientados hacia el código, con los que el emisor reorienta la interpretación de un

30
Para la distinción entre dictum y modus, cf. supr. nota 9.
16
segmento y pueden ser reformuladores rectificativos y aclaratorios –incidentalmente-, de
equivalencia –literalmente-, recapitulativos –sumariamente- u ordenadores –primero-.

4.2. La clasificación sintáctico-semántica


4.2.1. Las dos subclases mayores: periféricos y nucleares
En lo que sigue, voy a esbozar un esquema de las distintas posiciones adverbiales en la oración
que, retoma aspectos de la propuesta de Ramalle (2003 y 2005), pero también recupera los
aportes de Kovacci (1999) y de otros autores que se han ocupado del tema, y a la que también
añado cuestiones vinculadas con mi investigación personal en el tema.
En principio, es posible afirmar que, hoy día, y después de los planteos que hemos venido
revisando, hay un acuerdo generalizado en distinguir dos clases principales de adverbios:
a) Los adverbios nucleares o internos, cuyas posiciones canónicas o “naturales” son la posverbal
y la final, que están dentro del dominio del SV (62), pueden ser foco de la negación y la
interrogación (63) y son sensibles a la clase de acción verbal (Aktionsart o aspecto léxico31), por
lo que, p.ej. en (64), los adverbios no pueden coaparecer con un predicado de estado.
62. a.María escribió (completamente/ rápidamente) su tesis (completamente/ rápidamente).
b.(*Completamente/Rápidamente) María (*completamente/ rápidamente) escribió su tesis.
63. a.El problema no se ha resuelto completamente, sino en parte.
b.¿Se ha resuelto completamente el problema?
64. *Maria tiene sed completamente/ rápidamente.
b) Los adverbios periféricos o de alcance oracional, para los que, si bien su posición canónica es
la inicial absoluta, por su carácter desligado del contenido proposicional de la oración,
constituyen una unidad fónica independiente, que les permite mayor libertad posicional (65) (que
reformula (29)), están fuera de la negación e interrogación oracional (66), y no se ven afectados
por el tipo eventivo del predicado.
65. Lamentablemente, hoy (,lamentablemente,) hubo (,lamentablemente,) un accidente en la carretera
(,lamentablemente,).
66. a. Las entrevistas a los postulantes no concluyeron hoy, lamentablemente, sino que continúan mañana.
b.*¿Lamentablemente, concluyeron hoy las entrevistas?
67. María tiene sed, lamentablemente.
Además de las anteriores, la prueba más definitoria de que son clases disjuntas, está dada por
el hecho de que pueden coaparecer en posiciones diferentes:
68. Posiblemente, no tendremos clases hoy
Esto también nos muestra que, aunque hoy y a la tarde se refieren al tiempo (69) y
frecuentemente y a veces, a la frecuencia (70), dado que coaparecen en sus respectivas oraciones
y tienen distinta posición, pertenecen a subtipos diferentes: hoy y frecuentemente tienen alcance
oracional y son periféricos, mientras que a la tarde y varias veces se interpretan dentro del SV.
69. Hoy no iré a la clase a la tarde.
70. Frecuentemente interrumpe al profesor varias veces.

31
El aspecto léxico, también denominado modo de acción o Aktionsart hace referencia al contenido semántico
transmitido por el predicado (es decir, por el verbo y muchas veces también sus complementos y modificadores)
respecto del tipo de evento involucrado: de estado, de acción, de proceso, durativo, puntual, etc.
17
Ahora bien, según cómo respondan a las pruebas presentadas, los distintos tipos de
adverbios pertenecerán a una u otra de las dos clases mayores. A continuación, dedicaremos un
apartado a cada uno de los dos grupos, siguiendo el siguiente esquema:
A. La clase de los adverbios nucleares está integrada por los a) locativos; b) de manera y c)
aspectuales. Además, dado que responden positivamente a las pruebas propias de este
subgrupo, incluyo aquí también a los temporales, si bien no dependen del SV, sino que se
ubican en un nivel superior, el de la Flexión, con cuyos rasgos temporales deben
concordar. Por último, apenas mencionaremos a los adverbios de expresión de grado
(Ramalle: 2003), que presentan un estatus mixto entre adverbios y cuantificadores.
B. La clase de los adverbios periféricos está conformada por a) los adverbios del enunciado;
b) los de marco o tópico; c) los de la manera de decir o de la enunciación.
4. 2. 1. 1. Subtipos de adverbios nucleares
Desde el punto de vista semántico, dentro del SV podemos reconocer distintos tipos de adverbios:
locativos –aquí, enfrente-, de modo o manera –bien, cuidadosamente-, que pueden estar
orientados al predicado o al sujeto de la oración; aspectuales –ya, completamente– y de
frecuencia –a menudo, frecuentemente-.
Los locativos y modales pueden ser exigidos por el verbo, es decir argumentales –Vive cerca;
La trata mal– o circunstanciales opcionales –Come aquí esta noche; Dobló el mantel muy bien-.
Dentro de los de manera, los orientados al sujeto, según Ramalle (2003, p. 290) “se
caracterizan por poner en relación al sujeto agente con la acción que realiza, […]”, es decir que
equivalen a los de “acción y agente” de Kovacci (cf. supr. §4.1). Las dos características que
distinguen a estos adverbios son que, admiten cómodamente tanto la posición preverbal como la
posverbal (71), y solo se predican de verbos de acción, por lo que exigen un sujeto agente (72)
71. Esteban (cuidadosamente) limpió (cuidadosamente) la araña del comedor.
72. *Juan murió/vio pasar los aviones cuidadosamente.
Los de manera orientados al predicado, no presentan restricciones en cuanto al sujeto, pero
son sensibles al tipo eventivo del predicado, de modo que se distingue, teniendo en cuenta la
clasificación de Vendler (1967)32, entre los orientados al desarrollo, que se combinan con
actividades (los de ‘acción’ para Kovacci) (73), los orientados a la finalización, que exigen
eventos télicos (realizaciones y logros) (74), con los que se incluyen los resultativos de Kovacci,
y un tercer subgrupo que no presenta estas restricciones (75):
73. El detective busca denodadamente (*casualmente) los datos.
74. El detective encontró (*cuidadosamente) casualmente al culpable.
75. a.El detective desarrolló magníficamente su investigación.
b.El detective alcanzó magníficamente su objetivo.

32
La clasificación de Vendler (1967) reconoce cuatro subtipos eventivos principales: estados, actividades,
realizaciones y logros. Los estados son sucesos que se presentan sin cambio, por lo tanto son durativos y no
presentan fases de realización (son homogéneos): María tiene hambre; Luis es alto. El resto de los eventos, son
dinámicos, es decir, suponen un cambio. Mientras las actividades, como Los chicos corrieron alrededor de la plaza,
son eventos que duran, pero que no implican un “telos” o término natural, las realizaciones son eventos acotados que
implican necesariamente un fin. Podríamos ejemplificar la diferencia entre actividades y realizaciones con comer
(actividad) y comer una manzana (realización). El gran acotador del verbo por lo general es el objeto directo o puede
serlo también un término (Tenny: 1994), como en Corrieron hasta la plaza. Por último, los logros son las acciones
puntuales, que no tienen un desarrollo y se suele decir que su duración es despreciable.
18
En relación con los adverbios aspectuales, es necesario partir de la distinción, ya reconocida
en De Miguel (1999, p.3009), entre aspecto cualitativo y cuantitativo. En esta misma línea, en
Giammatteo (2004 y 2010) se distingue entre a) el aspecto referido al desarrollo interno del
evento, que se vincula con la oposición perfectivo (evento delimitado)/ imperfectivo (evento no
delimitado, en proceso); y b) el aspecto referido al desenvolvimiento temporal o desarrollo
externo del evento, que se relaciona con la oposición continuo (evento homogéneo y no
segmentable)/ discontinuo (evento discreto, segmentable y que puede repetirse). A partir de estas
distinciones también se reconocen dos subtipos de adverbios vinculados al aspecto interno a) los
de fase (García Fernández 1999), como ya y todavía; y b) los de completamiento (Cinque
1997)33, como completamente, fragmentariamente, y un tercer subtipo, relacionado con el
aspecto externo: c) los de frecuencia, como a menudo y frecuentemente34.
Los adverbios de fase, referidos al aspecto interno, como ya y todavía “indican diferentes
fases en el desarrollo de un evento” (GARCÍA FERNÁNDEZ, 1999, §48.1.2). García Fernández
ejemplifica con El arroz ya está cocido, en que interpretamos que en una fase anterior “el arroz
no estaba cocido” y plantea que todavía, ya y sus respectivas negaciones “presuponen una fase
anterior al período focalizado o enfocado por el aspecto y han de permitir una posible (pero no
obligatoria) fase sucesiva”. Estos adverbios son sensibles a la oposición perfectivo/ imperfectivo:
ya exige un evento delimitado (perfectivo) (76), mientras que todavía supone uno en desarrollo
(imperfectivo) (77):
76. Ya llegó/ *Ya duerme. (Cf. Ya se durmió.)
77. *Todavía llegó/ Todavía duerme.
En cuanto a adverbios como completamente, fragmentariamente, perfectamente, a los que
Ramalle incluye con los de la manera verbal, los ubico con los aspectuales bajo la denominación
de adverbios de (grado) de completamiento, puesto que tanto por su valor semántico relacionado
con el valor que Cinque (1999) denomina aspecto completivo, relacionado con el aspecto
perfecto35, como por su posición limitada a la ubicación postverbal, constituyen un grupo aparte,
que da cuenta del completamiento del evento.
78. Juan (*completamente) entendió completamente el tema.
Los adverbios de frecuencia –a menudo, frecuentemente-, actúan como cuantificadores del
evento y son sensibles al modo de acción. Según Ramalle (2005), refieren una actividad no
delimitada, como fumar en (79), o una realización acotada por el COD, como fumar un cigarro,
en (80), pero son incompatibles con los estados (81) y los logros (82):
79. Pedro fuma a menudo (actividad).
80. Pedro fuma un cigarro muy a menudo (realización).
81. *Pedro es alto a menudo (estado).
82. *La bomba estalló a menudo (logro).

33
Para ver la posición de estos adverbios en la jerarquía universal propuesta por Cinque, cf. supr. §3.1.3.
34
Desde una perspectiva sintáctica, que tiene en cuenta la posición de unos y otros dentro de la estructura oracional,
Rodríguez Ramalle también reconoce ambos tipos aspectuales, pero utiliza la denominación de aspecto interno para
referirse al tipo de evento al que cuantifican los adverbios de frecuencia y, la de aspecto externo, para ya y todavía.
35
La oposición entre perfecto e imperfecto tiene que ver con el ‘completamiento’ del evento (Giammatteo, 2004)
19
Sin embargo, como muestran los casos de (83) y (84), estas compatibilidades e
incompatibilidades no son absolutas, ya que (82) es una realización y sin embargo no admite el
modificador de frecuencia y, por el contrario, el estado manifestado en (83), si lo permite:
83. *Pedro fuma el/este cigarro a menudo (realización).
84. Pedro a menudo está enfermo (estado).
Refinando el planteo de Ramalle, es posible afirmar que lo que en realidad sucede en estos
casos es que los adverbios de frecuencia necesitan ligarse con eventos que puedan cuantificarse,
de ahí su incompatibilidad con los sucesos únicos (semelfactivos) (85), pero también con los que
se presentan como acabados (aspecto perfectivo) e irrepetibles, ya sean realizaciones (83) y (87),
actividades (86) o logros (88), y con los estados de nivel individual36, que no tienen término
(aspecto continuo) (81). Por el contrario, tales restricciones no existen respecto de los eventos
que aceptan repetición (aspecto imperfectivo), ya sean actividades (79), realizaciones (80) y (89),
pero también logros (90) y estados episódicos (84) y (91):
85. *Juan a menudo nació/ nace/ nacía en enero (evento semelfactivo).
86. *Juan en su juventud frecuentemente *fumó (actividad, aspecto perfectivo).
87. *Juan a menudo *fumó un cigarrillo después del almuerzo (realización, aspecto perfectivo)37.
88. *Juan encontró el libro muy a menudo (logro, aspecto perfectivo).
89. Juan a menudo fumaba un cigarrillo después del almuerzo (realización, aspecto imperfectivo).
90. Juan a menudo encuentra/encontraba a su perro en su cama al volver del trabajo (logro, aspecto
imperfectivo).
91. Juan cada dos por tres está nervioso (estado episódico).
Por último, se incluye en este mismo apartado los adverbios de tiempo, aunque no dependen
del SV, sino del nivel superior, correspondiente al SF. No obstante, estos adverbios responden
positivamente a las pruebas correspondientes a los adverbios nucleares. Por su posición sintáctica
superior, estos adverbios tienen alcance sobre todos los situados en el ámbito más interno
correspondiente al predicado, como los aspectuales de fase (92) y los de frecuencia (93). Estos
últimos, cuando se anteponen a los de tiempo, se interpretan con alcance oracional.
92. a. Ahora ya ni me mira.
b.*Ya ahora ni me mira38.
93. a. Antes siempre cenaba en casa.
b.*Siempre antes cena en casa.
En cuanto a las restricciones seleccionales, los adverbios de tiempo deben concordar con los
rasgos presentes en el núcleo funcional Tiempo del que dependen, lo que explica la
agramaticalidad de oraciones como (94) y (95):
94. *Ayer iré al cine.
36
Carlson (1977), retomado por Kratzer (1995), establece una distinción entre los predicados de nivel individual
(individual level predicates) y los episódicos (stage level). Los primeros son los estados permanentes como ser alto
o tener los brazos largos, los segundos, son los transitorios como estar parado o tener dolor de cabeza.
37
No obstante, la combinación con expresiones de frecuencia puede promover una lectura de ‘repetición ocasional’
(no habitual) del perfecto simple y compuesto: Pedro en ciertas ocasiones/ más de una vez fumó/ ha fumado. Yo lo
vi. (= Repitió la acción de fumar).
38
Ambas oraciones serían aceptables con el adverbio temporal separado por una pausa entonacional y con acento
focal. La interpretación es contrastiva: Ya, AHÓRA, ni me mira, ANTES, sí; Siempre, ÁNTES, cenaba en casa;
AHORA, (ya) no.

20
95. *Mañana regresaron los viajeros.
La compatibilidad más amplia con el presente (96) y (97) tiene que ver por el valor no
marcado de este tiempo, que reorienta su valor según el del modificador que lo acompañe:
96. En 1492, Colón descubre América (presente histórico o presente pro pasado).
97. El mes que viene viajamos a Europa (presente pro futuro).
Ramalle (2003) también considera dentro de los nucleares a adverbios como terriblemente,
extremadamente, enormemente, a los que denomina de expresión del grado “que, a pesar de ser
formalmente idénticos a los modificadores de manera, no tienen, a diferencia de estos, ninguna
relación con el evento verbal” (l.c , p. 94). Según la autora, estos adverbios se legitiman de
manera semejante a los adjetivos de los que proceden y requieren la presencia de un verbo
graduable que denote estado o proceso, pero rechazan los que señalan resultado:
98. Griselda ama terriblemente a su perro.
99. El precio del pescado sube enormemente en Pascua.
100. *El estudiante aprobó extraordinariamente el examen.
La alternancia que estos adverbios presentan con cuantificadores como mucho/ bastante/ poco/
demasiado les adjudica un estatus mixto entre ambas clases de palabras. Un desarrollo más
pormenorizado de esta cuestión excede el marco más acotado de este trabajo.
4.2.2.Subtipos de Adverbios periféricos
Antes de comenzar a analizar los subtipos, recordemos que, en general, los periféricos se
caracterizan por presentar mayor libertad posicional, debida a la posibilidad de entonación
desligada del resto de la oración, estar situados fuera del alcance de la negación e interrogación, y
no verse afectados por restricciones respecto de la clase eventiva del predicado.
Recordemos también que, según habían propuesto Hernanz y Brucart (1987) (cf. supr.§ 3.1.1),
los adverbios oracionales se generan por encima del nudo O, equivalente en el enfoque
cartográfico (cf. supr. nota 11) al SF, y quedan bajo el dominio de la expansión máxima de la
oración. Ramalle (2003) identifica esta proyección con el SComp (Sintagma de
Complementante), que tiene rasgos modales con los que los adverbios allí alojados deben
concordar. Asimismo, es desde esta posición jerárquicamente superior, de la que todos los
adverbios periféricos derivan su alcance, tanto sobre los temporales, alojados en la Flexión, como
sobre el resto de los nucleares, ubicados en el SV.
En esta perspectiva, la posición relativa que ocupan los diferentes adverbios oracionales,
puede vincularse con los planteos de Rizzi (1997: 293) respecto del ordenamiento de núcleos
funcionales en el margen izquierdo de la oración. Este autor propuso «pensar el sistema
complementizador como la interfaz entre el contenido proposicional (expresado por el SF) y la
estructura superordinada (una cláusula más alta o, posiblemente, la articulación del discurso si se
considera una cláusula raíz)» (Las traducciones de este texto son mías). Por lo tanto, reconoce
que el sistema Compl expresa al menos dos tipos de información, una orientada al exterior,
vinculada a aspectos pragmáticos, denominada Fuerza, y otra volcada al interior, o contenido
proposicional de la oración, conocida como Finitud. Fuerza, que puede vincularse con la fuerza
ilocutiva del hablante, expresa «el hecho de que la oración es interrogativa, declarativa,
exclamativa, relativa, comparativa, adverbial de cierta clase, etcétera, …» (Rizzi l.c.). En cuanto
a Finitud, se relaciona con el contenido de la oración, o sea con el SF incluido por debajo de
Comp y «refleja ciertas propiedades del sistema verbal de la cláusula» (Rizzi l.c.), p. ej., en

21
inglés, la ocurrencia de that con verbo conjugado y la de for, con el no finito. Entre los dos
núcleos anteriores, Rizzi plantea la existencia de otros tres núcleos también ligados a la estructura
informativa de la oración: así, entre dos posiciones asociadas con la información conocida o
STópico, ubica, en el medio, la posición de Foco, asociada con la información nueva.
En función de la estructura propuesta, dentro de los adverbios oracionales es posible reconocer
tres subgrupos principales: los más internos, del enunciado, que dependen de Finitud y están
referidos al enunciado o contenido proposicional de la oración (el dictum de Kovacci); los de
dominio o marco, que establecen las coordenadas espacio-temporales de referencia oracional y se
vinculan con el STóp(ico) (Cinque 1997; Kovacci 1999); y finalmente, los más externos, de la
enunciación, alojados en el SFuerza, referidos al acto mismo de decir.
En cuanto a los adverbios oracionales más internos, los del enunciado, teniendo en cuenta la
posición en que se generan, voy a distinguir tres subgrupos principales: a) los volitivos, que
incluyen a los los deónticos –necesariamente, deliberadamente-, vinculados con contenidos
como la obligación y la necesidad, y a los actitudinales –voluntariamente, deliberadamente-, que
no están totalmente desligados del contenido proposicional y son sensibles, como muchos de los
nucleares estudiados anteriormente, al tipo eventivo del predicado; b) los epistémicos
–posiblemente, quizás-, que son obligatorios porque cambian la modalidad oracional; y c) los de
juicio, con los que el hablante establece su posición respecto del contenido que transmite, ya sea
expresando una valoración, como en el caso de los evaluativos –lamentablemente,
afortunadamente-, o aportando la evidencia de que dispone para dar credibilidad a su enunciado,
como sucede con los evidenciales, – evidentemente, lógicamente, naturalmente-.
Dentro de los volitivos, los deónticos o adverbios de la modalidad radical están referidos a
conceptos vinculados a la esfera de la voluntad del sujeto, como la necesidad, la capacidad, la
obligación o el permiso. Además de adverbios propiamente deónticos como necesariamente y
obligatoriamente, Ramalle (2003) ubica aquí a los denominados adverbios de actitud, del tipo de
voluntariamente, deliberadamente que, a pesar de pertenecer al grupo de los oracionales, resultan
sensibles, al igual que los nucleares orientados al sujeto (cf. supr.§4.2.1.1), al tipo eventivo del
predicado, ya que exigen un verbo de acción con un sujeto agente. No obstante, la prueba de la
negación permite distinguir entre unos y otros, puesto que los adverbios de manera orientados al
sujeto no se pueden negar independientemente de la negación oracional y son, por tanto,
nucleares (101), en cambio, los de actitud, sí aceptan una negación independiente, lo que prueba
que tienen ámbito sobre toda la oración (102):
101. a. Esteban (*no) limpió no muy cuidadosamente la araña del comedor.
b. ¿Limpió Esteban cuidadosamente la araña del comedor?
102. a. Esteban, no muy inteligentemente, aceptó el trabajo que le ofrecieron.
b.*¿Inteligentemente, Esteban aceptó el trabajo que le ofrecieron?
En este sentido, dado que Ramalle (2003) plantea que los adverbios oracionales están libres de
restricciones relativas a la clase de la acción verbal y el tipo de sujeto involucrado, respecto de
los de actitud, debe admitir que difieren del resto, puesto que comparten con los de manera
orientados al sujeto, que claramente son internos al SV, la exigencia de un sujeto agente:
103. Voluntariamente, mi prima renunció a su cargo.
104. *Voluntariamente, Emilia mide un metro setenta.
Como consecuencia de lo expuesto, Ramalle no ubica a los deónticos en el nivel del SComp,
donde se aloja el resto de los adverbios oracionales, sino como adjuntos del SV. La autora
argumenta comparando el comportamiento de estos adverbios con el de las perífrasis
22
correspondientes, y sostiene que, a diferencia de poder y deber epistémicos, que carecen de
contenido semántico, cuando funcionan como deónticos actúan como verbos léxicos, que asignan
papel temático a su sujeto. El estudio realizado por Giammatteo y Marcovecchio (2009 y 2010)
que, en la línea de Cinque (1999), indaga acerca del orden relativo de las perífrasis verbales del
español, también corrobora los datos de Ramalle, puesto que las pruebas aplicadas muestran que
las deónticas se ubican dentro del SV, en posición más baja que las temporales, alojadas en el SF,
y que las epistémicas, a las que corresponde una posición más alta, en el SModo.
105. [EPIST Pueden [TEMP haber [DEÓNT podido [ASP (II) estar preparando]]]] una invasión.
(Es posible que hubieran tenido la capacidad de …) (Ej. (27) de Giammatteo y Marcovecchio 2010).
Desde esta perspectiva, los deónticos, dado que ocupan la misma posición estructural bajo el
SV que las perífrasis homónimas, no pueden coaparecer con ellas:
106. *Voluntariamente todos deben presentarse temprano mañana.
Dentro de los que he denominado adverbios de juicio, los evaluativos se caracterizan porque
indican una apreciación del hablante respecto de la proposición, mientras que el otro subtipo, los
evidenciales, denotan el grado de compromiso respecto de la verdad de aquello que se comunica.
Ambos subtipos son factivos porque son incompatibles con la interrogación, ya que resulta
contradictorio interrogar en el mismo enunciado respecto de aquello que es afirmado:
107. *¿Desgraciadamente, tu equipaje se perdió en el aeropuerto?
108. *Evidentemente ¿te parece que vendrá?
Los evidenciales, además, también rechazan el subjuntivo
109. Obviamente, Juan no está/*esté de acuerdo.
Aunque los evidenciales han sido ubicados muchas veces con los epistémicos, a diferencia de
estos son omisibles (110).
110. (Aparentemente) el asunto está solucionado.
Semánticamente, no solo afirman la verdad de la proposición, sino que la presentan al oyente
desde puntos de vista diferente, según el tipo de evidencia que en que el hablante basa su
afirmación, ya sea como evidencia de orden general –evidentemente, indudablemente-, de orden
natural –naturalmente-, o como deducción lógica –lógicamente-.
En cuanto a los epistémicos, a diferencia de los de juicio, su omisibilidad altera la modalidad
de la oración (111) (Kovacci: 1999) y, además, aceptan la interrogación (122):
111. Quizás viene esta tarde ≠ Viene esta tarde.
112. ¿Posiblemente vendrás a casa mañana?
Rodríguez Ramalle propone dos posiciones diferentes para los adverbios epistémicos y los de
juicio: los primeros se ubican en el especificador del SModo, mientras que, por su
incompatibilidad con la interrogación, a los de juicio les corresponde una posición más alta: la
misma que los operadores interrogativos, con los que en consecuencia no pueden coaparecer, en
el especificador del SComp. Según la autora, mientras los operadores interrogativos exigen un
núcleo Comp con el rasgo [+QU] de interrogación, en el caso de evaluativos y evidenciales, el
núcleo debe estar específicado negativamente respecto de dicho rasgo [-QU]. Asimismo, dado
que presuponen la verdad de lo que dicen, también los volitivos actitudinales son factivos e
incompatibles con la interrogación; lo que lleva a Ramalle a plantear que, aunque se originan en

23
el SV y son sensibles al tipo eventivo del predicado, estos adverbios deben desplazarse a un
SComp con rasgo [-QU], lo que explica su incompatibilidad con la interrogación39
113. *¿Deliberadamente, todos vendrán mañana temprano?
Asimismo, de igual manera que los adverbios temporales entran en concordancia con los rasgos
de Tiempo del núcleo funcional del que dependen, los epistémicos establecen correlaciones con
el rasgo modal, manifestado por el modo gramatical de su núcleo. Así, un adverbio como
seguramente, más cercano a la certeza, rige indicativo (114), mientras que difícilmente,
selecciona subjuntivo (115). Otros adverbios, como tal vez, quizás y posiblemente (116), eligen
combinarse con uno u otro modo, según el grado de duda o certeza que expresen:
114. Seguramente viene/*venga hoy.
115. Difícilmente *viene/venga hoy.
116. Quizás/Posiblemente viene/venga hoy.
En cuanto a sus posibilidades de coaparición, los evidenciales (117) y evaluativos (118)
preceden a los epistémicos, que a su vez anteceden a los volitivos (119):
117. Evidentemente, quizás no te guste lo que te voy a decir.
118. Lamentablemente, tal vez mañana no pueda asistir.
119. a. Probablemente, mis amigos obligatoriamente tendrán que ayudarme.
b.*Obligatoriamente, mis amigos probablemente tendrán que ayudarme.
El segundo gran grupo de los periféricos, incluye a los denominados adverbios
limitadores nocionales (Kovacci 1986) o de dominio, a los que Kovacci (1999) ubicó con los
nucleares, junto con los circunstanciales, no obstante reconocer que quedan fuera del alcance
de la negación y la interrogación, además de que también responden positivamente al resto de
las pruebas de los periféricos. Para Ramalle (2003), estos adverbios plantean un dilema entre
considerarlos del enunciado o de la enunciación. En principio, quedan fuera del alcance de la
modalidad de la oración, por lo que parecerían comportarse como adverbios de habla
120. Ortográficamente, ¿cómo ves el escrito?
Sin embargo, desde el punto de vista semántico, claramente actúan como marco que
condiciona la interpretación del contenido proposicional, con lo que correspondería incluirlos con
los del enunciado. Igual comportamiento presentan los adverbios locativos, aspectuales y
temporales que enmarcan la predicación y están, por tanto, fuera del ámbito del SV
121. Generalmente ¿tiene Ud. problemas para dormir?
122. En el exterior, ¿extraña las costumbres de su país?
En líneas generales hay acuerdo (Kovacci 1986 y 1999, Ramalle 2003) en que se trata
de una clase aparte, que comparte con los de enunciación, la posición inicial anterior a una
interrogación, aunque, no se refieren al acto de habla, sino que aportan las condiciones de validez
relativas a la interpretación o alcance del enunciado. Retomando planteos anteriores de Gutiérrez
Ordóñez (1997), Ramalle sostiene que el orden relativo entre ambos tipos de adverbios establece
que los de enunciación preceden a los de dominio:
123. Francamente, políticamente, esto es inadmisible.

39
. Sin embargo, se trata de un movimiento encubierto, que se produce en FL (Forma Lógica), es decir, no en la
sintaxis.
24
124. *Políticamente, francamente, esto es inadmisible.
La autora destaca que estos adverbios comparten características con los tópicos, por lo que
ocupan la posición de especificador en dicho sintagma y, al igual que los tópicos, resultan
recursivos y pueden iterarse.
125. Políticamente, a tu hermano, ya nadie lo soporta
126. Generalmente, allí/en esa casa, pasan cosas extrañas.
Respecto de los denominados adverbios de habla o de la enunciación, Ramalle (2003) aporta
pruebas para distinguirlos de los del enunciado: mientras que los primeros no pueden preceder a
la interrogación, la exclamación o los imperativos (127) y (129), los segundos, en posición
inicial, sí pueden hacerlo (128) y (130):
127. *¿Probablemente, vuelve hoy Juan?
128. Francamente, ¿te gustó el libro que te presté?
129. *Lamentablemente, siente vergüenza/ ¡qué vergüenza!
130. Sinceramente, discúlpate ya mismo/ ¡mil perdones!
Según vemos, pues, la incompatibilidad de los adverbios del enunciado con las distintas
modalidades, pone de relieve su pertenencia al mismo dominio oracional que el resto de los
indicadores modales con los que, dado que comparten el mismo espacio, no pueden coaparecer.
En cambio, así como vimos que los adverbios oracionales están fuera del alcance de la negación
oracional, los de la enunciación, están, además, fuera del alcance de la modalidad, ya que se
ubican en el ámbito más externo, correspondiente al SFuerza.
Dado, pues que la gramaticalidad de la oración, depende de la correcta ubicación respectiva de
los distintos adverbios, resulta evidente que los de la enunciación deben siempre preceder a los
del contenido proposicional:
131.Honestamente/ sintéticamente, tu respuesta necesariamente/ probablemente tiene que ser más clara.
132.*Necesariamente/ probablemente tu respuesta honestamente/ sintéticamente tiene que ser más clara.
Por último, en relación con los denominados adverbios de habla o de la enunciación, se
reconocen tres orientaciones: hacia el hablante (107), hacia el oyente (108) y hacia el acto
mismo del decir (109):
133. Francamente, no estoy de acuerdo. →Soy franco al decirte…
134. Francamente, qué te pareció lo que dije?→ Sé franco al responderme..
135. Sintéticamente, terminemos ya. → Dicho de modo sintético…

5. Conclusiones
El recorrido emprendido en estas páginas, tanto a través de gramáticas y textos tradicionales,
como en publicaciones más recientes sobre el tema, ha tenido entre sus objetivos mostrar la
complejidad que encierra toda clasificación de las palabras, dentro de las cuales el adverbio se
presenta como particularmente “rebelde” a las categorizaciones. Los denodados esfuerzos de
lingüistas de los más variados enfoques ponen de relieve, una y otra vez, que se trata de una
palabra con múltiples aristas, en parte inabarcable, por lo que también su estudio se presenta
como sumamente apasionante. El adverbio, más que ninguna otra clase de palabra funciona en
diferentes niveles de la estructura oracional y se muestra sensible, tanto a la combinatoria con
25
otras categorías léxicas, como a la vinculación con las categorías funcionales, como el Aspecto,
el Modo o el Tiempo. Más aún, los adverbios miran hacia adentro del predicado para interactuar
y modificar a distintos elementos internos, pero desde una perspectiva que abarca a toda la
oración, sirven para evaluar de diferentes maneras el contenido en ella transmitido, y en el nivel
más alto, en el que la oración se toca con el discurso, los adverbios cumplen la delicada función
de introducir al hablante e incluso presentarlo “dialogando” con el oyente y con el texto mismo.

Referencias
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gramática funcional del español. Madrid: Gredos. p. 219-253.
-----. Gramática de la lengua española, Real Academia Española. Colección Nebrija y Bello,
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BELLO, A. Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. 23ra ed. Paris:
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