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NOTAS P A R A UN ESTUDIO D E LOS FONDOS RELATIVOS

A AMERICA E N LA BIBLIOTECA NACIONAL

POR FRANCISCO ESTEVE BARBA

Nunca sería posible hacer en las breves páginas de un artículo


un estudio exhaustivo de lo que acerca de un tema tan extenso como
el de América contiene una tan copiosa Biblioteca como la Nacio-
nal de Madrid. Para quien así lo quiera, ahí están el Catálogo de
manuscritos de América de Julián Paz y, en fin de cuentas, el ín-
dice especial de la Sección correspondiente. Ni aun con eso podría
agotarse la materia. Por nuestra parte sólo intentamos referirnos
a algunas de las obras fundamentales que en esta Biblioteca se
guardan relativas a América, ya en sus originales o, a lo sumo, en
sus muy raras y primeras ediciones.
Abre la marcha el Diario del primer viaje de Colón en su resu-
men hecho por la propia mano de Bartolomé de las Casas. Perdido
el original del Diario y aun todas las posibles copias, la verdad es
que el primer testimonio del gran hecho, la reliquia elemental de
América, pertenece a la Biblioteca Nacional de Madrid, a su lado,
también en ella, como la mejior expresión del alma de la empresa,
recordemos el párrafo de la Reina Isabel situado en su codicilo unas
líneas más arriba de la última ñrma que trazó su m a n o :

... por ende, suplico al Rey mi señor muy afectuosamente y en-


cargo y mando a la dicha Princesa mi hija e al dicho Príncipe su
marido, que ansí lo fagan e cumplan, e que este sea su principal
fin, e que en ello pongan mucha diligencia, e que no consientan ni
den lugar que los indios vecinos e moradores de las dichas Indias e
Tierra Firme ganadas e por ganar, rescivan agravio en sus personas
ni bienes, mas anden que sean bien e justamente tratados, e si al-
gund agravio han rescevido lo remedien e provean, jwr manera que
no se exceda en cosa alguna lo que con las letras apostólicas de la
dicha concesión nos es infungido y mandado.
246 Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos

Citado quedó desde el primer momento fray Bartolomé de las


Casas, Protector de los indios, encargado por tanto de que se cum-
pliese la voluntad de la Reina Isabel. Cuando Las Casas murió en
1556, entre muchos papeles y escritos originales, dejaba en su cel-
da del Monasterio de San Gregorio de Valladolid la historia escrita
de su puño y letra, la que le había acompañado a sus viajes y había
ido creciendo trabajosamente durante cerca de cuarenta años. Son
tres tomos escritos con letra apretada y líneas compactas sobre pá-
ginas pasadas y repasadas por el autor que añadió al margen al
correr de los días todo cuanto iba oyendo o conociendo digno de
ser además consignado. Por una carta inserta al principio legaba
el manuscrito al monasterio y fijaba en cuarenta años por lo menos
el plazo inicial de su publicación. Plazo rebasado por cierto con
creces, pues pasados trescientos aún no se había publicado. Lleva-
do en 1571 a Madrid a petición de J u a n de Ovando, fue entregado
a J u a n López de Velasco, Cosmógrafo-Cronista, para consulta del
Consejo de Indias y utilizado después ampliamente por Antonio de
Herrera ; pero a partir de ese momento se perdió su rastro hasta
verlo reaparecer al ser adquirido en 1904 por la Biblioteca Nacional
donde se guardaba con la signatura Ms. Res. 21-23. Veintinueve años
antes se había publicado la Historia de las Indias de Las Casas en
la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España a
base de una copia, valorada con notas marginales de mano del
autor, hallada por Muñoz en San Gregorio de Valladolid y utilizada
por Zarco del Valle y Sancho Rayón en la edición primera, de 1875.
Pero el manuscrito original, que es el de nuestra Biblioteca, no ve-
ría la luz hasta ser transcrito por Millares Cario para la edición de
Méjico de 1951.
Aun cuando todas sus obras, en realidad, participan en mayor
o menor medida del carácter polémico del autor, los escritos ver-
daderamente combativos de fray Bartolomé se centran en los siete
célebres tratados impresos en Sevilla en 1552 a cuyo frente suele
colocarse la Breve relación de la destruyción de las Indias. No sólo
todos ellos —uno por uno— se guardan en la Biblioteca Nacional,
sino que puede seguirse en ella en sus piezas originales o primeras
ediciones toda la historia de la polémica que les dio origen.
Toda ella parte en el fondo de la defensa hecha por J u a n Ginés
de Sepúlveda de la guerra justa en el diálogo «qui inscribitur De-

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