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358 Alejandro Viveros Espinosa

Aquí es necesario aceptar a las crónicas mestizas releva problemas filosóficos importantes como: la
como “textos culturales” (Bachmann-Medick 2006), esclavitud natural, las reflexiones respecto de la
precisamente porque permite –en términos meto- condición humana del indio, o bien en el modelo
dológicos– interpretar textos escritos (alfabéticos) explicativo relacionado con la historia natural
no solo como narraciones histórico literarias, sino (Martínez 2007; Pagden 1989). Aquí la etnificación
también relevando los modos de acercamiento e (desde la semejanza o la diferencia) profundiza un
interpretación que tensionan y resignifican sus ejercicio descriptivo que afecta a la clasificación
contenidos mediante movimientos vectoriales de lo indio acontecida en los Andes coloniales.
(Ette 2013). Acerca de ello, y desde una comprensión teórica,
Sin embargo, el objetivo es analizar y proble- podemos atender la siguiente indicación:
matizar aquello que nombramos como contenido
filosófico político de un concepto complejo y difí- Si, por un lado, estos procedimientos son
cil, a saber, la noción de indio en su construcción interesantes para entender ciertos meca-
andina colonial. Los caminos para cuestionar la nismos de semantización y etnificación,
construcción discursiva respecto del indio son varios no se puede dejar de lado otro aspecto: el
y distintos. Destacamos el esquema que propone que cualquiera sean las discursividades a
Martínez (2007) a propósito de la categoría2 de las que se acuda, todas ellas utilizaron las
indio en los Andes coloniales (siglo XVI), particu- mismas prácticas culturales de los otros (un
larmente porque aclara los modos de descripción e conjunto de signos relativamente reducido)
interpretación que fueron utilizados en el contexto para etnificarlos. El etnocentrismo implica
histórico cultural colonial latinoamericano. Los ya imponer, de todas maneras, sus propias
clásicos estereotipos del salvaje, bestia, bárbaro, marcas significantes (visuales, auditivos,
infiel, pagano, oliváceo, etíope y similitudine ho- olfativos) y abarcar cualquier práctica
mines en tanto que vehículos interpretativos de la cultural: instituciones sociales, prácticas
naturaleza del indio, de su capacidad intelectiva y políticas o sociales, uso de objetos y em-
sus costumbres, se explican dentro de un proceso blemas, etc. La significación está dada por
de jerarquización y homogeneización de la alteri- una operación simple: es la sociedad que
dad (heterogeneidad) de los seres humanos en el etnifica quien toma significante cualquiera
imaginario clasificatorio europeo del siglo XVI de esas prácticas y lo hace por una operación
(Martínez 2007: 23-25). Recordemos que la cla- de presencia-ausencia.
sificación (denominación, definición) de seres La performatividad de todos estos discursos
humanos es un ejercicio de poder que configura y sus varias discursividades es evidente: a
discursivamente nuevos sujetos o subjetividades, lo largo del siglo XVI se construyó, efectiva
en este caso, por medio de la categoría de indio. En y eficazmente, ese nuevo sujeto social y
consecuencia, el ejercicio de invención del indio cultural: el indio, con un rasgo esencial:
como concepto e identidad cultural es equivalente que bajo condiciones de coacción o de
al ejercicio de invención hecho sobre América y lo asimilación, de desestructuración o de
americano (O’Gorman 2001). Bien sabemos que la readecuaciones, fueron muchas las socie-
categoría o noción de indio llega a los Andes como dades indígenas que aceptaron esa nueva
una subjetividad ya creada3; en ella se distinguen condición y la incorporaron a un nuevo
algunos “momentos” de construcción discursiva proceso de construcciones identitarias, así
referente a los indios y se reconocen dos tipos de como otras siguieron manejando sus anti-
discursividades concordantes con dos paradigmas guas denominaciones (Martínez 2007: 34).
culturales, uno devenido de la “semejanza” y
otro de la “diferencia”, y que posicionan el “gran Siguiendo a Martínez, el gesto de construcción
modelo intelectual epistémico de Occidente” identitaria y los avatares del etnocentrismo abren
(Martínez 2007: 32). Hablamos de un conjunto de lugar para la articulación de procesos de etnifica-
maneras de referir y construir una estructura de ción y construcción discursiva colonial llevada a
significación fundamental donde se distingue un cabo con las otras subjetividades en estas tierras.
“nosotros” y un “otro” (alteridad). En este sentido, En este contexto, son las prácticas culturales (y su
el concepto de “etnificación” (Martínez 2007: 23) performatividad) aquello que permite reflexionar
Aproximaciones al contenido filosófico político de la noción de indio en Diego de Castro… 359

acerca de nuevos horizontes de pregunta en los que bien como un “estado de código” –como
“la semejanza y la diferencia” operan tensionados. una peculiar configuración transitoria
Para ello tenemos que considerar que los cues- de la subcodificación que vuelve usable,
tionamientos y sus grados de problematicidad no “hablable”, dicho código–, entonces, esa
poseen un carácter definitivo, sino que una y otra “identidad” puede mostrarse también
vez van a ser puestos en movimiento desplegando como una realidad evanescente, como una
una filología polilógica4 (Ette 2013) que, para entidad histórica que, al mismo tiempo
nuestros intereses, entrega sentido a una reflexión que determina los comportamientos de los
filosófica política en ningún caso definitiva ni sujetos que la usan o “hablan”, está siendo
absoluta. Luego, y a la luz de un cuestionamiento hecha, transformada, modificada por ellos
por los espacios de producción y circulación de (Echeverría 2005: 31).
conocimientos en tiempos coloniales, remarcamos
la idea de “espacios de movimiento” (Ette 2005, En consecuencia, la construcción de la noción
2010) en cuanto nodos de encuentro-choque y de indio como “estado de código” compone una
vectorización, que pueden ser utilizados en la subjetividad “evanescente”. El indio como iden-
pregunta por la noción de indio. tidad cultural (como código cultural) se forja en
Así también, es plausible integrar las propuestas sus posibilidades para devorar y ser devorado. El
filosóficas que consideramos consistentes y aplicables abandono de una perspectiva sustancialista (en favor
a una problematización relativo a la construcción de una lectura semiótica) aleja a Echeverría del
de la noción de indio en América colonial. Nos esencialismo culturalista latinoamericano. Luego,
referimos, especialmente, a los conceptos de “có- la “realidad evanescente” es parte de la transforma-
digofagia” y “mestizaje cultural” (Echeverría 2001, ción en donde lo indio está siendo constantemente
2005). Veamos esto: reconstruido en tanto código cultural en la medida
en que lo “usan y hablan”.
El mestizaje cultural ha consistido en una Acerca de este punto es prudente reconocer que
“códigofagia” practicada por el código cul- no son equivalentes todas aquellas subjetividades
tural de los dominadores sobre los restos del nombradas como indios, en consecuencia queremos
código cultural de los dominados. Ha sido distinguir un particular tipo de construcción discursiva
un proceso en que el devorador ha debido dentro de lo indio, a saber, sus élites. Referencias
muchas veces transformarse radicalmente pertinentes a las élites de indios son numerosas. No
para absorber de manera adecuada la subs- obstante, quisiéramos considerar particularmente
tancia devorada; en el que la identidad de aquellas relacionadas con la educación de los indios
los vencedores ha tenido que jugarse su de élite en el contexto andino colonial. En estos
propia existencia intentando apropiarse de estudios críticos denotamos certeras premisas hacia
la de los vencidos (Echeverría 2001: 63). la construcción de textos culturales desde enfoques
historiográficos, lingüísticos y antropológicos.
La cita posiciona claramente ambas nociones en Destacamos el análisis de los espacios y los modos
tanto que un ejercicio de devorar códigos culturales. de enseñanza-aprendizaje del español en términos
Es ahí donde de forma codigofágica se construye de los conocimientos entre los cuales circulan los
un tipo de subjetividad limítrofe, fronteriza, en indios de élite (kurakas) en la zona andina colonial
movimiento. Hablamos de una subjetividad que no (Alaperrine-Bouyer 2002, 2005, 2007; Martínez
encaja con el indio “en su sentido estricto” (etno- 2011). Retomamos también las lectura en las que
centrado), sino que apropia, agencia y redirecciona este tipo de subjetividades han sido identificadas
“en sentido amplio” los horizontes de comprensión como ladinas (Adorno 1989, 1992, 2007; Bernand
identitarios y culturales de la conceptualización 2001; Cornejo Polar 1994; Pratt 1991, 1997); o bien
llamada: el indio. Esto último implica plantear como passeurs (Estenssoro 2000; Gruzinski 2004,
nuevamente la pregunta por la identidad cultural. 2005; O’Phelan y Salazar 2005). Estas teorizaciones
Frente a ello podemos seguir estas indicaciones: colaboran en la comprensión de los procesos de
construcción de discursividades y subjetividades
Si la identidad cultural deja de ser conce- en las cuales los indios de élite procuran comunicar
bida como una sustancia y es vista más y posicionar sus pareceres escribiendo acerca de

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