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NOTA: Solo debe enviar las preguntas con sus respuestas, no debe enviar el texto.
CONCEPTUALIZACIÓN
EL ENSAYO
Los textos argumentativos constituyen una clase especial del discurso. En ellos, el autor
busca convencer a sus lectores sobre la validez de la tesis, apoyándose en unos
argumentos que presenta de forma ordenada.
• Estructura libre. El autor adopta la estructura que le permite desarrollar el tema que
va a tratar de modo persuasivo y ameno.
• Estilo personal. El texto revela el tono y la postura de su autor. En él se pueden
combinar tonos retóricos, humorísticos, irónicos e, incluso, líricos.
• Variedad de temas. Existe cierta preferencia por las ciencias humanas, sin
embargo, es un tipo de texto apto para abordar temas científicos y técnicos.
• Brevedad. Las ideas se exponen con la mayor claridad y concisión posibles,
aunque la extensión de cada ensayo está sujeta a la temática que aborda y a las
intenciones de su autor.
En cuanto a la estructura del texto, esta depende del efecto que el autor quiera lograr.
Entonces, un texto argumentativo puede organizarse así:
Existen diversas formas de ubicar una tesis y presentar sus argumentos; las más
empleadas son: argumentación deductiva y argumentación inductiva.
https://www.youtube.com/watch?v=28dnYOF-GJo
TEATRO: Es una forma de expresión artística en la que se representa una historia por
medio de actores en vivo (en directo). Se relatan historias mediante la actuación,
diálogos, gestos y sonidos. El teatro no solo puede verse en un escenario, sino que
también se puede leer en forma escrita.
1. ACTOS: Son las partes en las que se divide la obra de teatro se deduciría
que los actos son como los capítulos de un libro. Obligatoriamente en una
obra de teatro debe haber al menos un acto.
https://www.youtube.com/watch?v=tXWk5TcEAAc
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GÉNERO DRAMÁTICO: Son textos destinados a ser representados en escenario.
Frente a un público, la historia a contar se desarrolla a través de diálogos.
CARACTERISITICAS
ELEMENTOS
BÁSICOS
ELEMETOS
TÉCNICOS
4. Sonido.
5. Vestuario
6. Maquillaje
PRÁCTICA
Sobre el teatro
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Cuando el público toma acomodo en sus butacas, podemos decir que se cumple la
primera premisa para que el teatro exista. Si no hay público no hay acto dramático, por
una razón muy simple: en escena ha de operarse una metamorfosis, un travestismo, y
para que tal ocurra alguien ha de creérselo. Un actor puede disfrazarse de Hamlet y
considerar que por ello ha encarnado en él al príncipe de Dinamarca. Puede incluso
recitar, en la soledad de su camerino, largas parrafadas escritas por Shakespeare. Pero
él no será ese personaje hasta que alguien lo contemple y lo escuche convencido de
que es Hamlet quien ha cobrado vida, quien se mueve y gesticula sobre un tablado.
Se ha dicho que existe una diferencia capital entre el espectador teatral y el testigo
ocular. Este último puede presenciar un accidente callejero o una escena de violencia
doméstica a través de una ventana sin persianas ni cortinas: lo que ha visto ha existido,
aunque él no esté. En teatro, sin embargo, un personaje muere en escena y sólo muere
porque lo espectadores hemos hecho acto de presencia para creer que ha muerto -no
como `testigos presenciales", sino como testigos de fe—, y en función de nuestra
creencia se produce esa muerte, que de otro modo no existirá, o consistiría sólo en una
burla, una simulación, una engañifa.
La complicidad del espectador es, pues, fundamental para que el acto teatral exista. El
espectador ha entrado en una sala determinada, que deja de ser una sala determinada
para convertirse en un lugar alejado en el tiempo y en el espacio, merced a una serie de
transformaciones que se han operado en él escenario —y de las que hablaremos luego
—, pero merced sobre a su adhesión y credulidad. Pues si él, en vez de entrar en
buena disposición para aceptar los sucesos, milagros, aventuras, experimentos que se
producen en escena, entra aferrado a un escepticismo total, nada ni nadie conseguirá
que el artilugio montado para hacerlos creíbles se mantenga en pie.
Algunos autores han hablado de comunión o participación del público, como en mayor o
menor medida ocurría en el teatro griego o en las representaciones religiosas
medievales. Pero otros han visto un peligro en esa comunión o participación: la
fanatización religiosa o políticas de las masas. Si el público se identifica plenamente
con lo que se está presentando puede caer en un estado de enajenación. Los actores
no están allí para enardecer a los espectadores. sino para mostrarles cómo es el ser
humano: el actor un representante de los otros hombres, y, en consecuencia, de los
espectadores, que han delegado en él la misión de dar una explicación verosímil a las
inquietudes y misterios que perturba la conciencia individual y la colectiva. Los
conflictos que aparece, en escena son Ios mismos que anidar: en nuestra alma
contradictoria, balanceándose entre atracciones y rechazos: compartir la situación
dramática es una forma de encontrarnos con nosotros mismos.
Por eso el espectador "va al encuentro" de una puesta en escena con el ánimo
confiado, dispuesto a aceptar los convencionalismos de los actores y del montaje, y de
ahí, de su colaboración, nace el elemento básico del fenómeno teatral.
Al público se dirigía antes quien representaba una obra llamándole "respetable" (Larra
enumera otros calificativos habituales en su época, como "indulgente", "imparcial' e
"ilustrado", para preguntarse luego: ¿por qué?). A pesar de los sarcasmos de Larra: y a
pesar de que el adjetivo nació. de un sentido adulador y mercantilista, hay en ese
"respetable" una raíz conceptual que coincide con cuanto acabamos de escribir. El que
merece respeto, lo merece porque va a consentir que la representación teatral se arme
corno un prodigio arquitectónico. Y cuando, en las comedias del Siglo de oro, daban las
gracias al final con unas cuartetas ad hoc, o en nuestros días saluda la compañía con
grandes reverencias, lo que en el fondo se está agradeciendo no es sólo la aportación
económica o Ios aplausos, sino el haber hecho realidad la ensoñación de un actor
iluminado y unos extravagantes hombres y mujeres que huyen pertinazmente de sí
mismos.
Pero para que una ficción sea creíble no basta con que el espectador esté dispuesto a
creérsela. Hace falta que se la muestren en el más alto grado de verosimilitud, tanto por
parte del texto como de la interpretación, la escenografía, etc.
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Lo primero es el texto, aunque como se verá a lo largo de este libro, quizá no sea el
elemento fundamental del arte escénico, tal corno se concibe hoy en día. ¿Qué hace
que un texto sea un texto dramático? A simple vista, la forma dialogada y las
acotaciones (descripción del lugar donde se desarrolla la acción, descripción de los
personajes, entradas, salidas, efectos especiales de luz o sonido. ere.). Pero el teatro
no hablado, como el que practica el Teatro Negro de Praga, o el del grupo Scena
Plastyczna de Lublin, Polonia (ese fuerce la danza ritual o el mismo: la cuna del teatro,
como la cuna de un recién nacido, disponía, si acaso, de música, pero no de palabras),
y algunos autores contemporáneos, más que piezas, escriben guiones, pautas que dan
una idea de las situaciones o de los gestos, y dejan el diálogo —si fuere necesario— a
la improvisación de los actores.
En las líneas del párrafo anterior aparecen los ingredientes esenciales del fenómeno
teatral:
Algunas acotaciones del autor nos darán pistas sobre la forma de abordar esta
“materialización” de su idea inicial, pero será el director de escena quien amalgame y
consiga –en palabras de Copeau— “el paso de una vida espiritual y latente –la del
texto-- a una vida concreta y actual, la de la escena”.
Sobre el decorado escribe Gasron Bary en A telón corrido: “Si el decorado no es útil,
hay que abandonarlo. Si no representa más que una utilidad, que no le concedan más
lugar del que merece. (…) Si al decorado le corresponde uno de los primeros papeles,
es indispensable un verdadero escenógrafo de teatro. (…) No hay que repetir ninguna
fórmula ni seguir moda alguna. Así como cada país tiene su tipo de casa, así también
cada obra tiene su decorado. La cualidad esencial de la plástica teatral es esa
maleabilidad que le permite fusionarse exactamente con la obra, no existir
separadamente de sus otros factores, no ser solamente belleza sino acción,
sensibilidad, inteligencia”. (…)
La iluminación, lo mismo que los efectos sonoros (tormenta, tráfico, sirenas… o sólo
música), contribuyen a crear un clima en la escena. Y la luz, además, puede asumir
funciones de decorado, al aislar a un determinado personaje, al resaltar “una vuelta
más” en el recuerdo, al cambiar de época del año o de hora del día, o al pasar de un
ambiente fríamente oficinesco a otro cálidamente hogareño. (…)
La técnica se ha complicado con los avances de los últimos siglos, y al mismo tiempo
se ha depurado, para permitir que sople con todo su brío sobre los escenarios al viento
de la imaginación en libertad.
Liuba Cid y Ramón Nieto, Técnica y representación teatrales, Madrid, Acenso editorial,
1999.
VOCABULARIO
3. TRAVESTISMO: Acción de vestirse una persona con ropa propia del sexo contrario.
6. ENGAÑIFA: Cosa que tiene una apariencia calidad, valor o utilidad y resulta
engañosa.
BIOGRAFIAS
LIUBA CID
La premisa del teatro es que siempre debe haber existir o haber un público porque si no
existiera no habría teatro ya que los actores no sabrían a quien presentarse.
Según el autor el espectador es el acto fundamental del acto teatral ya que hace que esto
exista, cuando el espectador entra en una sala determinada deja de ser eso para volverse
en un lugar alejado en el tiempo y en el espacio. Si el espectador llega a entrar con una
buena disposición para aceptar los sucesos, milagros, aventuras y experimentos que se
ven en la escena significaría que esta aferrado a un escepticismo total y eso ocasionara
que todo esto sea creíble y se puede mantener en pie.
El sentido que tiene el teatro para el espectador es que si no hay público no habría teatro
ya que lo que quiere es mostrarle al público las similitudes de los humanos. Los actores
no se encuentran solo para enardecer al espectador sino para mostrarles como es en
realidad el ser humano. El actor puede ser una representante de los otros hombres y a
veces de los espectadores que se han encargado de dar explicación de las inquietudes y
misterios que descuidan la conciencia individual y colectiva. Compartir la situación
dramática es una forma de encontrarse con nosotros mismos.
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Lo que garantiza que una obra sea creíble no es porque el espectador se crea todo, sino
que también debemos tener presente la escenografía, la iluminación, el vestuario, la
utilería y eso muestre que en el escenario se vea la similitud posible tanto en la
presentación.
7. ¿Cuáles son las razones del autor para afirmar que el teatro es un fenómeno
complejo?
Una de las razones es que el teatro no solo por ser un texto dramático se halla podida
imaginar que pudiera llegar a comprender más elementos ya que son muy importantes
se necesita una buena tensión dramática y la visualización del espacio.