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30.

La Verdad que nos da Esperanza


«Escucha, ponlo en tu corazón hijo mío el menor, que no es nada lo que te espantó,
lo que te afligió, que no se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas esta enfermedad,
ni ninguna otra enfermedad, ni cosa punzante, aflictiva»1.
Cuando pasamos por esta pandemia y por todas las otras dificultades que nos aquejan como nación,
necesitamos saber que nuestro principal enemigo no es tanto el coronavirus, o la economía, o la
política, etc., sino el temor que crea en nosotros la impresión de que estamos en una situación
completamente perdida. San Juan de la Cruz dice que: La imaginación es el campo de lucha del
demonio; allí prepara sus ardides pues es esta la puerta del alma2. De esta manera el demonio
quisiera crear en nosotros una visión catastrófica, una visión de que tenemos una situación sin
salida, de que no hay ninguna esperanza, etc. Esto es lo que él quisiera hacer.

Dios es Amor3, Él es puro amor, y lo que sucede, sucede porque Dios lo permite, Él permite que
tengamos problemas. Si veo esta situación desde este punto de vista, llego a la siguiente conclusión,
que si Dios controla todo, y si ni un solo cabello puede caer de mi cabeza si no es la voluntad de
Dios4, entonces lo que debo hacer es abandonarme en Él confiando en su misericordia, en su amor,
aun sin comprender la razón por la que Él permite que tenga problemas; pero trato al mismo tiempo
de unir este acto de fe, de abandono con lo que Dios me muestra por mi inteligencia. San Juan de la
Cruz lo expresa así: No se deje enredar la inteligencia con las visiones imaginarias5; mucho menos si
estas son catastróficas.

La fe tiene que apoyarse en nuestra inteligencia. Y ¿qué me muestra mi inteligencia, por ejemplo,
en el caso de la pandemia? Me muestra que, de acuerdo con las investigaciones científicas ya hay
algunos medicamentos que permiten tratar esta enfermedad con buenos resultados; que
fortaleciendo el sistema inmunológico se reduce el riesgo del contagio, o si hay contagio el riesgo
de gravedad se reduce al mínimo. Además, si se respetan las reglas sanitarias, también se reduce
bastante el riesgo del contagio. Todo esto que mi razón me dice es porque Dios, que permite la
pandemia, limita la fuerza de esta. Hay otras noticias positivas que se tienen que interpretar a la luz
de la fe cristiana, pues Dios que controla todo, que se ocupa por nosotros, nos ofrece este tipo de
apoyos humanos. Esto significa que la fe cristiana exige también apoyarme en mi inteligencia, y la
luz con la que esta me ilumina me muestra que Dios reduce esta pandemia y sus consecuencias. Lo
mismo sucede con la economía, la política etc.

Si me dejo dominar por los pensamientos pesimistas y por las tentaciones, tendré una actitud en
relación con Dios que no es verdadera, porque aún en esta situación hay muchas cosas que me
muestran que Dios se ocupa de nosotros, cosas que nuestra inteligencia puede ver. Uno puede pecar
en forma muy grave por la ingratitud, por el desánimo. En el Libro de Job a pesar de que Dios expone
a su siervo Job a diferentes pruebas6, Dios siempre está con Job y le protege, está presente en todo
lo que le sucede en su vida. No podemos decir de ninguna manera que tenemos pruebas tan graves

1 Nican Mopohua, n. 118.


2 Cf. San Juan de la Cruz. Subida del Monte Carmelo, Libro II, capítulo 16, párrafo 4.
3
1ª Juan 4, 8
4 Cf. Lucas 21, 18.
5 San Juan de la Cruz. Op. cit., párrafo 6.
6 Cf. Job 1, 12 y ss.

1
como las tuvo nuestro querido Job, la nuestras no son pruebas de este tipo. Pero si uno se deja
dominar por pensamientos pesimistas puede incluso ofender a Dios al exagerar sus pruebas, porque
por el desánimo y la falta de confianza uno puede indirectamente acusar a Dios por lo que sucede.

Por lo tanto, nosotros debemos tener esperanza y confiar en que Dios se ocupa por nosotros, Dios
no nos ha dejado solos, Dios está presente en nuestras vidas. El Papa Benedicto XVI dijo en una
homilía: San Pablo, en su carta a los Efesios, les recuerda (a los cristianos) que, antes de abrazar la
fe en Cristo, estaban «sin esperanza y sin Dios en este mundo» (Ef 2, 12.). … En realidad, si falta Dios,
falla la esperanza. Todo pierde sentido… El ser humano puede apagar en sí mismo la esperanza
eliminando a Dios de su vida… Pero Dios conoce el corazón del hombre. Sabe que quien lo rechaza
no ha conocido su verdadero rostro; por eso no cesa de llamar a nuestra puerta, como humilde
peregrino en busca de acogida7.

¿Cómo llama Dios a nuestra puerta? Lo hace cuando teniendo una situación como la de nuestro
país, finalmente descubrimos que Él quiere sacar el bien de todo esto. Lo podemos descubrir cuando
uno busca lo positivo y ve que lo positivo muestra que Dios se ocupa por nosotros, que Dios está
con nosotros y que siempre derrama sus gracias. En esta época hay personas que dan un magnífico
testimonio de fe y esperanza cristiana porque ofrecen sus sufrimientos a Jesús por toda la Iglesia. Si
se escoge el camino de la fe cristiana y si se toma en serio la Comunión con María, la Comunión con
Jesús por María y al final la Comunión con Dios nuestro Papá del Cielo, el Espíritu Santo nos hace
capaces de unirnos con Cristo hasta la muerte, hasta la Cruz. Esta es nuestra esperanza. Cada uno
de nosotros conocemos ejemplos de personas que escogieron este camino.

En la misma homilía, el Papa Benedicto XVI dice: Está en juego la relación entre la existencia aquí y
ahora y lo que llamamos el «más allá». El más allá no es un lugar donde acabaremos después de la
muerte, sino la realidad de Dios, la plenitud de vida a la que todo ser humano, por decirlo así, tiende.
A esta espera del hombre Dios ha respondido en Cristo con el don de la esperanza. 8

Dios quiere sacar el bien de todo y saca el bien cuando el hombre agradece por lo que hay en el
plano humano y también agradece por lo que hay en el plano espiritual, en el plano sobrenatural.
Escoger esta interpretación de la realidad nos hace vivir en la verdad. Tenemos que defender la
verdad, Jesús dijo la verdad os hará libres9. Tenemos que movernos dentro de la verdad, sólo la
verdad objetiva nos hará libres ante nuestras dificultades.

¿Ante todo esto, acaso las palabras de Mamá de Guadalupe en el Tepeyac no son actuales ahora?
¿Cómo se podría decir que Mamá no está con nosotros? Si uno se deja dominar por una visión
pesimista, visión sin esperanza, porque en el mundo se distribuyen noticias pesimistas y una visión
fatal de todo, se podría poner en duda que María está con uno, que María se ocupa por uno. Esta
sería una grave tentación. Asimismo, no se puede cuestionar que Dios es Amor, y si Él es el Amor
uno tiene que interpretar lo que pasa a la luz de esta verdad, y ver que Él se ocupa por nosotros
incluso en todos los aspectos prácticos de nuestra vida10.

¡Con María!

7 Benedicto XVI, Homilía del Domingo 1 de diciembre de 2007 en la Basílica de San Pedro.
8 Ibid.
9 Juan 8, 32
10 Cf. Oración del Abandono del P. Dolindo Ruotolo.

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