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Los siete principios del éxito

Lc 13:7,25-35; 14:1-35; 15:1-32: "Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en
esta higuera, y no lo hallo; córtala;¿para qué inutiliza también la tierra? … Después que el padre de
familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo:
Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir:
Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé de
dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes,
cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis
excluidos. Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el
reino de Dios. Y he aquí, hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros. Aquel
mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. Y les
dijo: Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al
tercer día termino mi obra. Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi
camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.¡Jerusalén, Jerusalén, que matas
a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la
gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; y os
digo que no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del
Señor. Aconteció un día de reposo, que habiendo entrado para comer en casa de un gobernante, que
era fariseo, éstos le acechaban. Y he aquí estaba delante de él un hombre hidrópico. Entonces Jesús
habló a los intérpretes de la ley y a los fariseos, diciendo:¿Es lícito sanar en el día de reposo? Mas ellos
callaron. Y él, tomándole, le sanó, y le despidió. Y dirigiéndose a ellos, dijo:¿Quién de vosotros, si su asno
o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo? Y no le podían
replicar a estas cosas. Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió a los
convidados una parábola, diciéndoles: Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el
primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que te convidó
a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. Mas
cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te
diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa.
Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido. Dijo también al
que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas
cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado;
porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.
Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan
en el reino de Dios. Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la
hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a
una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego
que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me
excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a
su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la
ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho
como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y
fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que
fueron convidados, gustará mi cena. Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno
viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también
su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi
discípulo. Porque¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los
gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y
no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó
a edificar, y no pudo acabar.¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y
considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando
el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de
vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Buena es la sal; mas si la sal se
hiciere insípida,¿con qué se sazonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que
tiene oídos para oír, oiga. Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos
y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. Entonces él les
refirió esta parábola, diciendo:¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no
deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la
encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos,
diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así
habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no
necesitan de arrepentimiento.¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende
la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus
amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os
digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente. También dijo: Un
hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me
corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue
lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo
hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a
uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y
deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí,
dijo:¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de
ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún
estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y
el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero
el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en
sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto
era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. Y su hijo mayor estaba en
el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los
criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el
becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto
su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, «no
habiéndote desobedecido» jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.
Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el
becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era
necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había
perdido, y es hallado."

Lc 16:1-31; 17:1-37: "Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y
éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. Entonces le llamó, y le dijo:¿Qué es esto que
oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. Entonces el
mayordomo dijo para sí:¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo;
mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me
reciban en sus casas. Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero:¿Cuánto debes a
mi amo? Él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta.
Después dijo a otro: Y tú,¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. Él le dijo: Toma tu cuenta, y
escribe ochenta. Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de
este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. Y yo os digo: Ganad
amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas
eternas. El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto,
también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles,¿quién os confiará lo
verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles,¿quién os dará lo que es vuestro? Ningún siervo puede
servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al
otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran
avaros, y se burlaban de él. Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos
delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por
sublime, delante de Dios es abominación. La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino
de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él. Pero más fácil es que pasen el cielo y la
tierra, que se frustre una tilde de la ley. Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el
que se casa con la repudiada del marido, adultera. Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de
lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que
estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la
mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue
llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó
sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando
voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo
en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo,
acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado
aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de
manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo:
Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les
testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y
a los profetas tienen; óiganlos. Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de
entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco
se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos. Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que
no vengan tropiezos; mas¡ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una
piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. Mirad por
vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete
veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.
Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano
de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.¿Quién
de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa,
siéntate a la mesa?¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y
bebido; y después de esto, come y bebe tú?¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había
mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado,
decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos. Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba
entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los
cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo:¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!
Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron
limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y
se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo:
¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve,¿dónde están?¿No hubo quien volviese y diese gloria
a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado. Preguntado por los fariseos,
cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia,
ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros. Y dijo a sus
discípulos: Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis. Y os
dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis, ni los sigáis. Porque como el relámpago que al fulgurar
resplandece desde «un extremo del cielo» «hasta el otro,» así también será el Hijo del Hombre en su
día. Pero primero es necesario que padezca mucho, y sea desechado por esta generación. Como fue en
los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban
en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.
Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban;
mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el
día en que el Hijo del Hombre se manifieste. En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa,
no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot.
Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará. Os digo que en aquella
noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán
moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada. Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el
otro dejado. Y respondiendo, le dijeron:¿Dónde, Señor? Él les dijo: Donde estuviere el cuerpo, allí se
juntarán también las águilas."

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