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Cuando se academiza con yo y ésos

Los estudios académicos se basan —o deberían basarse— en una escritura pulida, desenfadada e

impersonal. Los datos científicos exigen una distancia apropiada entre el observador y su objeto

de estudio, y no necesitan de una voz ajena que hable por ellos. Ésta drenaría la objetividad del

texto, enturbiaría su motivación y daría material a la crítica para atacar al autor por sobre los

resultados de su trabajo, como pasó con Said y Lewis.

Los ataques frontales y personalistas carecen de profesionalismo, a la vez que pecan de

honestidad. El universo está compuesto de una paleta casi infinita de colores. No existen

verdades dicromáticas que sean sólo blancas o negras, sobre todo en el ámbito de los estudios

socioculturales. De manera que una aseveración que condene o alabe un punto de vista, desvela

una posición jerárquica, un bagaje cultural y una visión del mundo. Said afirma que Occidente

crea a Oriente y con él a los estudios orientales, una declaración que pone en evidencia a cuantos

lo habían teorizado, como un pintor a su modelo, sin pedirle en ningún momento su opinión. Una

invectiva franca, pero apoyada en su ascendencia palestina.

Las acciones, como es de esperarse, suscitan una reacción, sobre todo si son llanas y

directas. Said critica la visión reducida de los orientalistas, y Lewis criticará a su vez, con

sarcasmo, su reduccionismo de Oriente y la estrechez de sus estudios. Así pues, se aprecia una

reacción en cadena. Said clama contra los orientalistas, y Lewis vocifera aún más fuerte para

sobreponer su voz y ridiculizarlo. La escritura impersonal se ha esfumado junto con la deferencia

profesional, y las motivaciones del autor se han inmiscuido de tal manera con su obra —como en

el caso del Dr. Frankenstein— que propician más la crítica de su persona que de sus ideas. Si

bien esto suscita —igual que con los enfoques— más de un tipo de reacciones.
No hay que olvidar que las aseveraciones de Said y Lewis han atraído adeptos y han

permitido analizar el Orientalismo desde otros puntos de vista. Y es que los ataques personalistas

y las afirmaciones categóricas y viscerales son a veces más propios para mover el molino del

ingenio y despertar las discusiones académicas que los escritos impersonales, porque

contraponen el pensamiento y originan que muchos académicos se afanen en probar la contrario.

Y si bien esto carece de elegancia, no por eso disminuye la corriente de las ideas. Quizá la limite,

pero al menos otorga otro enfoque, enriqueciendo el campo de estudio.

Es cierto que hay un código de conducta y que deberían mostrarse mejores maneras en la

academia, pero si reducimos los debates sobre el Orientalismo a una discusión de clase e

imaginamos tanto a Said como a Lewis como compañeros de clase, no se puede negar que sus

opiniones —frontales y personalistas— favorecen el intercambio de ideas y les dan una voz

propia que pone sus opiniones a consideración del resto.

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