El Memorial de una nación desprestigiada

Don Francisco Núñez Muley realiza un recorrido histórico a través de su Memorial, señalando la

causa de una antigua rencilla entre clérigos y moriscos, dando opiniones razonables contra los

capítulos y ordenanzas de 1567, y buscando crear empatía entre las costumbres moriscas y

cristianas, aludiendo siempre en su discurso a una mirada antropocentrista renacentista que

pudiera salvarlo de la teocéntrica medieval.

Sus argumentos son sopesados y manifestados con la humildad del servidor a la corona que se

sabe acuciado ante la espada del verdugo. Explica de manera sensata las pérdidas económicas y

culturales que implican quitarles el hábito morisco a hombres y mujeres, siendo éstos tan buenos

y conduciéndolos a comprar un nuevo y caro guardarropa; expone la imposibilidad de enseñar o

aprender árabe en un entorno donde todos hablan castellano, dando a entender su próxima y

natural desaparición sin necesidad de prohibiciones; alude a lo sano que consiste el baño para el

cuerpo y para el cabello de las mujeres, y lamenta que ese derecho natural tengan que alcanzarlos

pagando por un permiso; señala lo tonto que implica tener las puertas de las casas moriscas

abiertas durante el día para vigilarlos, cuando existe la noche que todo lo esconde, y se queja, no

sin un tono doliente, de que se hayan quebrantado las tan beneficiosas capitulaciones que habían

firmado con los reyes católicos.

Las razones del Memorial están expresadas con claridad y conocimiento de causa. Son

pensamientos lógicos y prácticos, vacíos de cualquier pizca de malicia, que propugnan tan sólo

por su libertad de expresión. Pero no llegan a ser eficientes porque la maurofobia que se había
iniciado en 1499, e incluso antes contra los invasores, ha enraizado lo suficiente como para hacer

caso omiso de cualquier raciocinio.