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Los sentidos éticos, políticos y civilizatorios del debate económico La impronta

delELenin Y Che Guevara


La verdad vive de respeto y la razón se nutre en la controversia
José Martí

Hacia adelante no siempre se puede llegar muy lejos…


El Principito

[…] si se negara el derecho a disentir en los métodos de construcción (lucha ideológica) a los
propios revolucionarios se crearían las condiciones para el dogmatismo más cerril. Debemos
convenir en que los criterios opuestos sobre métodos de construcción son el reflejo de actitudes
mentales que pueden ser muy divergentes en ese punto pero planteándose honestamente el
mismo fin.

Ernesto Che Guevara

Gilberto Valdés Gutiérrez*

Para Cuba revolución por el socialismo con mercado es una realidad a asumir en el
terreno práctico, de manera diáfana y no vergonzante, pero en modo alguno acrítica. El
debate teórico y axiológico, lejos de estar dirimido, recién comienza en este punto. Ello
explica la avidez con que desde los años 90 del pasado siglo las ciencias sociales
cubanas han revisitado, con mirada histórica y crítica contextualizada, los temas
vinculados al tránsito hacia la Nueva Política Económica (NEP) y la controversia
posterior en torno a sus significados. Fue necesario un enorme esfuerzo interpretativo
para captar las razones de Lenin en su momento, a la luz también del itinerario posterior
de la urss hasta el derrumbe de la alternativa socialista europea
Aquella opción asumida como libre elección de las masas en octubre de 1917, dio
inicio a una nueva época de experiencias de ruptura interformacional. Rasgo
consustancial a esos procesos es que, en ocasiones, las medidas socialistas, justificadas
o no, se alzaran históricamente sobre una especie de vacío, así como sobre una
inadecuada preparación de los sujetos-actores sociales que impedía la plena hegemonía
socialista.
La imagen oficial de la “razón suficiente” del derrotero tomado por la socialización de
la producción durante la etapa post-revolucionaria, borró durante décadas el conflicto,
concientizado por Lenin, entre la superación económica de la propiedad privada y las
circunstancias políticas que impusieron la vía jurídico-administrativa de dicha
“superación”, como “castigo” a la burguesía en medio de la agudización de los
1
combates de clase. El proyecto original, que sólo comprendía la instauración del
control de la producción social y de la distribución de los productos por los Soviets,
devino, contrariamente a lo expresado por Lenin, una forma sui géneris de
“implantación” del socialismo.

La guerra civil y el sabotaje convierten la expropiación y la nacionalización en


medidas de autodefensa de la propia Revolución. Se trataba de condiciones
excepcionales que en modo alguno hacían superfluas las conclusiones esbozadas en un
texto como “Las tareas del proletariado en nuestra Revolución”, donde para Lenin el
nuevo poder “no “implanta”, no se propone implantar ni debe implantar ninguna
transformación que no esté ya perfectamente madura en la realidad económica y en la
conciencia de la inmensa mayoría del pueblo”.2
El resultado es la discordancia entre el desarrollo de elementos vitales (producción-
distribución-consumo, administración-control-sociedad civil, y Estado-poder-ejercicio
del poder); y de las relaciones que tienen como elemento central mediador el problema
de la propiedad.
La discusión sobre la disparidad de desarrollo, sus causas y clasificaciones, tiene una
larga historia. De lo que se trata es de determinar si fue posible o no o si quedo trunca la
alternativa socialista al capitalismo, como proceso civilizatorio y formacional nuevo,
con su propia línea político-cultural de desarrollo, o si lo que devino fue una alternativa
a la modernidad occidental, como proceso de actualización civilizatoria, sobre la base
de un tipo de propiedad no capitalista.

1
José Luis Rodríguez apunta: “Lenin dijo, por ejemplo, que había una gran diferencia entre
nacionalizar y socializar la producción. Nacionalizar es un acto jurídico que se ejecuta en un
momento determinado y provoca que cambien las relaciones de propiedad a partir de ahí. Pero
que la gente se sienta dueña y que piensen de manera diferente a como venían del capitalismo –
que en términos generales lleva más de seis siglos de funcionamiento en todo el planeta– no se
produce rápidamente. Es decir, el hecho de que se decrete: “ahora todos son dueños de los
medios de producción y vamos a funcionar en esa dirección”, una parte de la sociedad sí lo
hace, la vanguardia lo hace, pero la gran masa de las personas no cambian así. Y eso lo
comprobó Lenin”. (“El socialismo, si no se asimila conscientemente, se queda en la superficie”,
Entrevista a José Luis Rodríguez (Fernando Luis Rojas y Carolina García Salas),
www.rebelion.org, 19-04-2016
2
V.I. Lenin: “Las tareas del proletariado en nuestra Revolución”, Obras escogidas en tres tomos,
Editorial Progreso, Moscú, t.2, pp. 53-54.
Entender las razones teóricas y políticas de Lenin acerca de la llamada Nueva Política
Económica (NEP), tanto como táctica para afianzar la alianza obrero-campesina ante la
situación de la Rusia soviética devastada por el cerco de las potencias capitalistas, las
intervenciones militares y la ruina del campesinado, no ha sido difícil para los
revolucionarios de épocas posteriores. La dificultad radica hoy en aceptarla o no como
nuevo rumbo estratégico en el que, una vez conquistado el poder estatal por vía
revolucionaria, y dar pasos gigantescos de subversión y ruptura con las relaciones
sociales capitalistas (el régimen de propiedad) y los resortes superestructurales de la
dominación capitalista, se retrocede o reacomoda el proyecto hacia una interfase en las
que aún lo socialista no aparece como opuesto pleno, como superación societal
multifacética del orden económico capitalista, aunque este esté distorsionado por una
nueva dirección hegemónica en formación.3

Para los propósitos de este trabajo, resulta conveniente volver sobre las opiniones de
Che Guevara de estos procesos y las polémicas sobre la transición socialista en los
primeros años de la década del 60, que han seguido estando presentes en el imaginario
revolucionario cubano y las que no siempre se han evaluado en su profundidad e
integralidad y en ocasiones se han descontextualizado en contra de la dialéctica y el
sentido ético y político de la práctica y la reflexión revolucionarias del propio Che.
Comienzo estas referencias destacando que Che --crítico respetuoso de la NEP y sobre
todo de su impronta posterior en la URSS--, a la vez que identificaba al sistema
presupuestario de financiamiento como la vía idónea para el avance del socialismo y el
comunismo en Cuba, reconocía con claridad que “la economía política del período de
transición falta totalmente”.4 Artífice principal de dicho sistema y polemista agudo del
cálculo económico de corte soviético, consideró necesario que “nosotros debemos
mantener todavía, durante un tiempo, los dos sistemas y después entrar ya a discutir
algunas cosas mucho más profundas…”.5 “Prefiero mil veces un tipo que me dice:
“Mire, yo no creo todo lo que usted dice, usted es un animal y aquí está lo que dice el
Manual, lo he pensado y lo he contrastado con lo suyo y usted no tiene razón por esto y
esto, o tengo mis dudas” ---ironizaba en una de las reuniones bimestrales del Ministerio
3
En nuestro medio se ubican posturas diferentes como la que han argumentado en su momento
Víctor Figueroa Albelo y Jorge Luis Rodríguez, para quien “el mercado no se puede desarrollar
libremente en el socialismo, tú no lo puedes estimular y que siga su camino libremente porque
te pasará la cuenta más temprano que tarde”.
4
Ernesto Che Guevara: El Che en la Revolución Cubana, Edición del MINAZ, La Habana,
1970, t. 6, p. 342.
5
Ibídem, p. 327.
de Industrias--. A que la gente diga: “No, yo soy presupuestario, soy de Industrias…y p
lante”. Porque, claro, ese es el ejemplar que no produce nada, que no ayuda en nada al
desarrollo de la revolución, en nada”. 6
En su réplica al artículo de Charles Bettelheim “Formas y métodos de la planificación
socialista y nivel de desarrollo de las fuerzas productivas,” Che cuestiona la aplicación
directa a los procesos revolucionarios de la tesis de Marx sobre el conflicto entre las
relaciones de producción y el desarrollo de la fuerzas productivas como causa esencial
de la revolución social, lo que sirvió de fundamento ahistórico al reformismo de la
Segunda Internacional y a los mencheviques del tipo Sujánov para negar la posibilidad
de la revolución socialista en Rusia, dado que no estaban maduras las fuerzas
productivas capitalista para tal salto. Recordemos que Lenin en “Sobre nuestra
revolución” refutaba esos argumentos al afirmar que “es infinitamente vulgar el
argumento que aprendieron de memoria en los tiempos del desarrollo de la
socialdemocracia de Europa occidental, de que nosotros no hemos madurado para el
socialismo, que no tenemos, como se expresan diversos señores “eruditos” de entre sus
filas, premisas económicas objetivas para el socialismo”. 7 Y acto seguro se preguntaba:
“¿Y no puede un pueblo que se encuentre en una situación revolucionaria tal como la
que se produjo en la Primera Guerra Mundial, influenciado por una situación sin salida,
no puede lanzarse a una lucha tal que le abriese aunque sea una posibilidad de
conquistar para sí condiciones para nada habituales para el ulterior crecimiento de la
civilización”?8
Nadie ha podido, ironizaba Lenin, medir con exactitud el “nivel cultural” que se
requiere para la creación del socialismo. La expulsión de los terratenientes y los
capitalistas era para él esa premisa fundamental para después, sobre la base del poder
obrero y campesino y del sistema soviético, avanzar hacia nuevos estadios
civilizatorios. En el texto mencionado, recuerda la máxima de Napoleón: “Primero es
necesario meterse en una batalla seria, y luego ver qué pasa. Y nosotros –continúa—nos
metimos primero en octubre de 1917 en una seria batalla, y luego ya percibimos tales

6
Ibídem, p. 351.
7
V. I. Lenin: “Sobre nuestra revolución. A propósito de las notas de N. Sujánov”, La última
lucha de Lenin. Discursos y escritos (1922-1923), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
2011, p. 257.
8
Ibídem, pp. 257-258
elementos de desarrollo (desde el punto de vista de la historia mundial estos,
indudablemente, son detalles), como la paz de Brest o la NEP, etcétera”.9
Valorando estas consideraciones de Lenin, Che Guevara escribe: “Tal es,
precisamente, la tesis que permitía a Lenin decir que sí era una revolución socialista la
de Octubre, y en un momento dado plantear, sin embargo, que debía irse al capitalismo
de Estado y preconizar cautela en las relaciones con los campesinos”. 10 Luego de
reseñar los cinco tipos económicos en la Rusia posterior a la revolución, 11 Che admite
que en aquellas condiciones, “cuando el atraso es muy grande, la correcta acción
marxista debe ser atemperar lo más posible el espíritu de la nueva época, tendiente a la
supresión de la explotación del hombre por el hombre, con las situaciones concretas de
ese país; y así lo hizo Lenin en la Rusia recién liberada del zarismo y se aplicó como
norma en la Unión Soviética”.12
El defensor del sistema presupuestario de financiamiento, reconoce que tanto la
argumentación sobre la NEP, como de la variante aplicada posteriormente en la URSS
del llamado cálculo económico,13 es “absolutamente válida y extraordinaria por su
perspicacia en aquel momento, es aplicable a situaciones concretas en determinados
momentos históricos”.14 Pero la época y las condiciones de radicalidad en que surge y
avanza vertiginosamente la Resolución Cubana, está marcada por “el establecimiento de
todo el sistema mundial del socialismo, con cerca de mil millones de habitantes, un
9
Ibídem, p. 259.
10
Ernesto Che Guevara: “La planificación socialista, su significado”, Retos de la transición
socialista en Cuba (1961-1965), Centro de Estudios Che Guevara, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 2012, p. 204. Che se refiere a los argumentos de Lenin en su “Es
preferible menos, pero mejor” (conocido en las traducciones de la época como “Más vale poco
y bueno”) en el que afirma: “Cuál es la táctica que esta situación impone a nuestros país? Sin
lugar a dudas, la siguiente: debemos manifestar extrema prudencia para poder conservar nuestro
poder obrero, para mantener bajo su autoridad y dirección a nuestro campesinado pequeño y
muy pequeño” (V. I-. Lenin: su “Es preferible menos, pero mejor”, El último combate de Lenin,
Ob. Cit., p. 288).
11
Reseña Che: “la forma patriarcal más primitiva de la agricultura, la pequeña producción
mercantil –incluida la mayoría de los campesinos que vendían su trigo--, el capitalismo privado,
el capitalismo de Estado y el socialismo” (“La planificación socialista, su significado”, Ob. cit.,
p. 206.)
12
Ernesto Che Guevara: “La planificación socialista, su significado”, Ob. Cit., p. 206.
13
A mi juicio la identificación de la NEP con la política económica seguida en la URSS, es
válida a los efectos argumentativos de la crítica de Che y sobre todo de su concepción diferente
sobre la transición socialista en las condiciones cubanas, aunque existen sustantivas diferencias
de concepción económica, y sobre todo en materia de estrategia política, en la propuesta
inconclusa de la NEP y las variantes que le sucedieron tanto con Stalin como con los ulteriores
momentos del llamado socialismo real.
14
Ibídem.
tercio de la población del mundo”.15 Che se pregunta: “¿Cómo se puede producir en un
país colonizado por el imperialismo, sin ningún desarrollo de sus industria básicas, en
una situación de monoproductor, dependiente de un solo mercado, el tránsito al
socialismo”?16
Ante esa interrogante, comenta que una primera reacción podría ser una postura
similar a la de los teóricos de la II Internacional, o en caso de aceptar la existencia de
condiciones intrínsecas en las relaciones sociales de producción, tampoco se explicaría
convincentemente por qué Cuba y no otro país de Latinoamérica en el que se dan esas
condiciones con más plenitud. La explicación que considera exacta es que la retaguardia
del mundo socialista, unido a su consideración de la acertada dirección de la vanguardia
de las fuerzas revolucionarias en Cuba y la existencia de “suficientes condiciones
objetivas en cuanto a la socialización del trabajo”, 17 no solo ofrecen una alternativa
viable, sino que permiten sortear aquellas estrategias de emulación con las fórmulas
económicas del capitalismo premonopolista iniciadas con la NEP y, por el contrario,
“quemar etapas” y emprender la construcción del comunismo, que para él, era un
fenómeno básicamente de conciencia y no solo de producción.
Por otra parte, Che colocaba como contrincante de la experiencia socialista de la
época a un capitalismo que había devenido desde hace tiempo en imperialismo, del que
no dudaba en asimilar los avances técnicos desplegados en su seno, los que según su
criterio, serían mejor aprovechados desde un modelo de centralización (“centralizar
tanto como las posibilidades lo permitan”, 18 expresaba para destacar el papel del análisis
técnico-económico en ese proceso). “En ese capitalismo desarrollado ---afirma
categóricamente—están los gérmenes técnicos del socialismo mucho más que en el
viejo sistema del llamado Cálculo Económico que es, a su vez, heredero de un
capitalismo que ya está superado en sí mismo y que, sin embargo, ha sido tomado como
modelo del desarrollo socialista”.19
La conclusión de Che resulta coherente con su concepción integral de la transición
socialista y la particularidad de la Revolución Cubana, en aquellas condiciones en las
que las masas hicieron suyas la subversión del orden burgués dependiente, estando en
condiciones de dar los saltos históricos trascendentes que hacían innecesaria, y peligrosa
15
Ibídem.
16
Ibídem, p. 207.
17
Ibídem.
18
Ernesto Che Guevara: “Algunas reflexiones sobre la transición socialista”, Retos de la
transición socialista en Cuba (1961-1965), Ob. cit., p. 227.
19
Ibídem, p. 226.
para la joven revolución, la implantación de una política similar a la NEP, en medio de
la aguda lucha de clases interna y externa. Che se negó a aceptar como presunta “ley”
tales rumbos y lo dejó plasmado en una memorable carta a Fidel en abril de 1965 en la
que afirmaba que “la Economía Política de todo este período no se ha creado y, por
tanto, estudiado”.20 “Después de muchos años de desarrollo de su economía en una
dirección dada –escribe--, convirtieron una serie de hechos palpables de la realidad
soviética en presuntas leyes que rigen la vida de la sociedad socialista, creo que aquí es
donde está uno de los errores más importantes”.21
En este contexto de radicales transformaciones estructurales y concientización popular
(expropiaciones, nacionalizaciones, leyes en beneficio popular), de aguda lucha de
clases es que debemos entender las propuestas teórico-prácticas de Che Guevara y en
especial el Sistema Presupuestario de Financiamiento como concepción integral
(económica, política y cultural) de construcción socialista. Para Che la posibilidad de
avanzar en la acumulación originaria socialista era un imperativo económico y cultural
que hacía pertinente los esfuerzos del trabajo liberado por la Revolución en aquella
década de rupturas y avances civilizatorios. De ahí su convicción (avalada además por
la idea de la época de que el marxismo podía prever, pronosticar casi en detalles las
líneas de acciones revolucionarias) de “forzar la marcha de los acontecimientos, pero
forzarlos dentro de lo que objetivamente es posible”.22
Algunas interpretaciones de su pensamiento han colocado de manera idealista su
apuesta enfática por los estímulos morales como palanca fundamental de la
construcción socialista, simplificando en este caso la riqueza teórica y práctica de esa
convicción. En una de las reuniones bimestrales en el Ministerio de Industrias, aclara
que “consideramos que debemos luchar con toda nuestra fuerza para que el estímulo
moral supla al estímulo material dentro de lo posible durante el mayor tiempo posible,
es decir, estamos fijando un proceso relativo, no estamos fijando la exclusión del
estímulo material, simplemente estamos fijando que debemos luchar porque el estímulo
moral en el mayor tiempo posible sea el factor determinante en la actuación de los
obreros”.23 Dos años después a esta consideración, al reafirmar la vigencia del sistema,
afirma que “no hay que caer tampoco en el espejismo de considerar que el estímulo

20
Ibídem, p. 220.
21
Ibídem.
22
Ernesto Che Guevara: “La planificación socialista, su significado”, Ob. cit., p. 204.
23
Ernesto Che Guevara: “Reuniones bimestrales, enero 20, 1962”, El Che en la Revolución
Cubana, Edición del MINAZ, La Habana, 1970, t. 6, p. 146. El subrayado es nuestro.
moral es el centro del Sistema Presupuestario. El centro del Sistema Presupuestario es el
conjunto de acciones, dentro del cual lo fundamental es la organización, la capacidad
organizativa para dirigir y al mismo tiempo el desarrollo de la conciencia y el elemento
de desarrollo, sobre todo a niveles de masa, a niveles más generales, es la conjunción
del estímulo material correctamente aplicado y del estímulo moral, dándole un énfasis
cada vez mayor al estímulo moral, a medida que va avanzando las condiciones…” 24 Una
consideración parecida es necesario hacer en relación con la utilización de la ley del
valor en la transición socialista. “No vamos a negar que la ley del valor puede ser
utilizada en el socialismo –expresó--, lo que sí podemos negar absolutamente es que
haya sido utilizada racionalmente en el momento actual”.25
A lo largo de su obra y en especial en El socialismo y el hombre en Cuba, Che
comprende que los caminos de la transición son zigzagueantes. “El camino es largo y
lleno de dificultades ---escribe en su famosa carta a Carlos Quijano ---. A veces, por
extraviar la ruta, hay que retroceder; otras, por caminar demasiado aprisa, nos
separamos de las masas; en ocasiones por hacerlo lentamente, sentimos el aliento
cercano de los que nos pisan los talones. En nuestra ambición de revolucionarios,
tratamos de caminar tan aprisa como sea posible, abriendo caminos, pero sabemos que
tenemos que nutrirnos de la masa y que ésta solo podrá avanzar más rápido si la
alentamos con nuestro ejemplo”.26 Y más adelante: “El cambio no se produce
automáticamente en la conciencia, como no se produce tampoco en la economía. Las
variaciones son lentas y no son rítmicas; hay períodos de aceleración, otros pausados e
incluso, de retroceso”.27
No tiene sentido hoy contraponer de modo libresco las conceptualizaciones y
estrategias de desarrollo que respondieron a problemáticas concretas en cada etapa y
coyunturas del proceso emancipatorio cubano, al proceso en curso de reestructuración
de la economía y la sociedad en las actuales condiciones. Incorporar la médula racional
de cada polémica, de las posiciones divergentes confrontadas en esta historia es una

24
Ernesto Che Guevara: “Reuniones bimestrales, 22 de febrero de 1964”, Ernesto Che Guevara.
Apuntes críticos a la Economía Política, Editado por María del Carmen Ariet García, Editorial
Ocean Sur, La Habana, 2006, p. 302. El subrayado es nuestro.
25
Ernesto Che Guevara: “Reuniones bimestrales, octubre 12, 1963”, El Che en la Revolución
Cubana, Ob.cit., p. 389.
26
Ernesto Che Guevara: “El socialismo y el hombre en Cuba”, Che Guevara. Justicia global,
liberación y socialismo, Editado por María del Carmen Ariet García, Centro de Estudios Che
Guevara, Ocean Press, La Habana, 2002, p. 40.
27
Ibídem, p. 42.
necesidad que problematiza y enriquece el debate de nuestros días. Virtud de Che fue su
pensamiento cuestionador de dogmas, sometiendo sus propias nociones a la crítica
revolucionaria. En otra de las reuniones bimestrales (verdaderos espacios de discusión
revolucionaria plural, de aprendizaje colectivo), al incentivar una lectura histórica de El
Estado y la revolución señalaba que “en cada momento tenemos que tomar medidas que
en el momento siguiente podrán no ser correctas y que en el momento anterior pudieran
no haber sido correctas, y que a lo mejor en este momento no son correctas tampoco, es
verdad, pero hay que analizarla en el sentido dialéctico de que todo está en movimiento,
de país cercado por el imperialismo, con profundos problemas internos de producción,
en proceso de reestructuración de sus instituciones…”28
La reflexión precedente es aun más significativa tratándose de Che Guevara, para
quien, como afirmaba Atilio Borón, “el proyecto socialista era multifacético e integral,
y uno de sus componentes esenciales era la creación del hombre y la mujer nuevos, y la
construcción de una también nueva cultura que contrarrestara los quinientos años de
“des-educación” para el sometimiento y la resignación padecidos por nuestras
sociedades desde el amanecer del capitalismo”. 29 No solo necesitamos más que nunca el
antimperialismo y la visión anticapitalista de Che, sino retomar en las actuales
escenarios de diálogos y disputas la acción multifacética de intelectuales
revolucionarios que no sean “asalariados dóciles al pensamiento oficial ni becarios que
vivan al amparo del presupuesto, ejerciendo una libertad entre comillas”.30
Para pensar la continuidad de la Revolución hay que volver sobre lo que parecía ya
entendido y hasta superado (no para incorporar acríticamente o rechazar por presunta
inviabilidad), sino para resignificar todo lo valioso desde las nuevas condiciones
nacionales e internacionales en que nos desenvolvemos. Che alertaba sobre la
asimilación dialéctica de las obras de los clásicos del pensamiento revolucionario. Mas
no debemos olvidar lo que recordaba Lenin: “Ya Goethe dijo que las viejas verdades las
tenemos que conquistar una y otra vez. Esto es válido tanto a nivel individual como a
nivel de partidos y clases sociales enteras. Nuestro partido debe reconquistar su

28
Ernesto Che Guevara: “Reuniones bimestrales, julio 14, 1962”, El Che en la Revolución
Cubana, Ob. cit., p. 270.

29
Atilio Borón: “Una reflexión del Che sobre los intelectuales”, http://www.cubadebate.cu, 9
de octubre 2013.
30
Ernesto Che Guevara: “El socialismo y el hombre en Cuba”, Ob. cit., p. 45.
programa nacional, en otras palabras, elaborarlo de nuevo y conscientemente ponerlo a
prueba frente a la práctica”.31
La actualización del modelo económico y social cubano asume ese desafío desde una
transformación sustantiva de las “pautas esenciales de organización y configuración de
la vida de la sociedad, de su discurso institucional y de los proyectos personales y
colectivos de vida, establecidas históricamente como fruto de la Revolución y
consolidadas por largos años de historia en otras condiciones de desarrollo”.32 En
consecuencia, se produce “una profunda transformación tanto del Estado como de la
Sociedad Civil y sus relaciones mutuas, su marcha hacia grados de mayor armonía en
su diferenciación y como escenarios de socialización creciente del poder. Tienden a
modificarse de manera profunda todos los términos de este vínculo, incluidas la relación
del Estado con el ciudadano y del individuo con la sociedad”. 33 Y en ese proceso de
redimensionamiento aparece con fuerza el rescate del mercado.
El tema es polémico, si lo evaluamos desde la historia de las revoluciones del siglo
XX. Suponiendo que el socialismo hubiera triunfado en los países capitalistas
desarrollados, no resulta probable que la producción mercantil se eliminara con el acto
de la expropiación de la propiedad privada. Cabría esperar (hipotéticamente) que la
solución a dicha contradicción surgiera espontáneamente en la práctica, como sucedió
con la transformación de la renta al aparecer la propiedad moderna de la tierra, hecho
que tan solo capta Marx, a diferencia de Smith y Ricardo. 34 Si colocamos el orden
posmercantil como concepto límite positivo, el problema reviste mayor complejidad: el
reto es aplicar y descubrir algo que no está aún en la realidad, al menos conocida. La
superación de esta contradicción sería un resultado valioso en el sentido teórico, como
premisa de una nueva contractualidad desconocida.
A nuestro juicio, sin embargo, la complementariedad de mercado y plan, mercado y
socialismo, espontaneidad y autoridad, siendo absolutamente necesaria para toda una
31
V. I. Lenin: “Ideas sobre el partido: la cuestión nacional y la educación de la juventud del
partido”, La última lucha de Lenin. Discursos y escritos (1922-1923), Ob. cit., p. 331.
32
Miguel Limia David: Cuba, la significación de los cambios, Ob. cit., p. 3.
33
Ibídem, p. 2.
34
“Ahora bien --dice Marx--, la forma en que la producción capitalista incipiente se encuentra
con la propiedad territorial no es su forma adecuada. La forma adecuada de propiedad
territorial la crea el propio régimen de producción capitalista al someter la agricultura al imperio
del capital, con lo que la propiedad feudal de la tierra, la propiedad feudal y la pequeña
propiedad campesina combinada con el régimen comunal se convierten también en la forma
adecuada a este sistema de producción, por mucho que sus formas jurídicas puedan diferir” ( El
Capital, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1962, t. III, p. 629).
época interformacional, de límites imposibles de fijar desde el presente, no es el “gran
descubrimiento”: es el gran sucedáneo de nuestra incapacidad intelectual (o de la
inmadurez societal) para descubrir el secreto de la superación histórica de la civilización
del capital, pese a que asumamos conscientemente el reto que nos impone dicha época.
Tal vez la paradoja sea consecuencia de aquella observación de Marx: “No basta con
que el pensamiento acucie hacia su realización; es necesario que la misma realidad
acucie hacia el pensamiento”.35
Admitiendo que el mercado --contenido viejo que actúa en este caso como forma--
puede y tiene que ser utilizado en la nueva “esencia” socialista (aún infomal en tal
sentido), su talón de Aquiles radica en hacer caso omiso de las condiciones
fundamentales donde éste debe actuar. ¿Cuáles serán sus nuevas leyes, papel y lugar en
el sistema socioeconómico? ¿Qué contenido tendrá el mercado que lo haga adecuado al
proyecto social y a la economía social socialista? ¿Cómo “domesticarlo” para que no
imponga a través de su simbolicidad los valores que naturalizan la explotación
transnacional y el dominio imperial sobre nuestros pueblos?
Hay suficientes elementos históricos para consentir que el fin de la producción
capitalista de mercancías no es el fin de las relaciones mercantiles, toda vez que
continúa un proceso de producción y un intercambio de productos supeditados a la
división social del trabajo. Sin embargo, la mera extensión de las leyes del mercado al
socialismo, sin una determinación clara del mecanismo de acción y subordinación de las
mismas, muestra, hasta el momento, la posibilidad de reversión de la alternativa
socialista como alternativa de emancipación humana. Ello es aún más nefasto cuando se
pretenden trasladar o copiar, descontextualizadamente, textos, fórmulas y recetas de
supuesto libre mercado avalados por siglos de práctica capitalista mercantil en Europa o
Estados Unidos, recicladas a las exigencias del capital transnacional global de nuestra
tiempo, a las condiciones de países como los de nuestra región, incluida Cuba. Lo
nefasto no es solo por los sentidos éticos y político

35
Carlos Marx: “Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel”, Los anales franco-
alemanes, Ob.cit., p. 111.

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