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El mercado común (MC)

En las lecturas anteriores hemos abordado el estudio de los procesos y de los primeros modelos de integración regional. En
esta lectura te proponemos que analices algunas cuestiones contempladas en el Tratado Constitutivo de la Comunidad
Económica Europea (CEE), para que a partir de ello podamos trabajar sobre el modelo mercado común. Para que puedas
cumplir con tal objetivo, se hace necesario que hayas comprendido cabalmente el contenido de las lecturas anteriores y de la
bibliografía indicada, ya que, como se ha sostenido, cada una de las etapas de integración presenta ciertos rasgos esenciales
que la distinguen tanto de la etapa inmediatamente anterior como de la posterior.

El Tratado Constitutivo de la Comunidad Económica Europea: hacia un mercado común

Mercado común (MC)

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

El Tratado Constitutivo de la Comunidad Económica Europea: hacia un


mercado común

En el año 1957, a través del Tratado Constitutivo de la Comunidad Económica Europea (CEE), seis países: Bélgica, Alemania, Francia, Italia, Luxemburgo y los
Países Bajos, con el fin de promover la integración y el crecimiento económico a través del comercio, crearon un mercado común basado en las denominadas
cuatro libertades fundamentales. Firmaron, además, un segundo tratado que estableció la Comunidad Europea de la Energía Atómica (Euratom). Ambos tratados
son conocidos como los Tratados de Roma.

El Tratado Constitutivo de la Comunidad Económica Europea (CEE) ha sido modificado en varias oportunidades, por lo que actualmente ha adquirido una nueva
denominación: Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) ("Tratado de Roma [CEE]", s.f.).

Por último, cabe agregar que los objetivos de la CEE y del mercado común eran transformar las condiciones económicas de los intercambios comerciales, de la
producción nacional de los miembros y contribuir al avance hacia una unificación política y económica más profunda de Europa ("Tratado de Roma [CEE]", s.f.).

El tratado:

establece un mercado común en el que los países signatarios acuerdan adaptar gradualmente sus políticas económicas;

establece un espacio económico unificado que instaura la libre competencia entre las empresas. Sienta las bases para una aproximación de las
condiciones del comercio de productos y servicios, excepto los ya cubiertos por los otros tratados [Comunidad Europea del Carbón y del Acero
(CECA) y Euratom];

prohíbe de forma general los acuerdos entre empresas y las subvenciones públicas que puedan afectar al comercio entre los seis países;

incluye los países y territorios de ultramar de los seis miembros a estos acuerdos y la unión aduanera, con el fin de promover su desarrollo
económico y social.

Unión aduanera
El tratado suprimió los derechos de aduana (es decir, los límites a las importaciones) entre los seis signatarios y los contingentes para las
mercancías que intercambian.

Estableció un arancel aduanero exterior común sobre las importaciones de fuera de la CEE [énfasis agregado] que sustituyó a los
aranceles precedentes de los distintos Estados.

La unión aduanera se acompañó de una política comercial común que, aplicada a nivel de la CEE en vez de estatal, diferencia a la unión
aduanera de una simple asociación de libre comercio. ("Tratado de Roma [CEE]", s.f., https://bit.ly/2BLQpd6).

"En julio de 1968, se suprimieron los últimos derechos de aduana intracomunitarios para los productos industriales y se estableció un arancel aduanero común para
las importaciones provenientes del resto del mundo" (Gastaldi y Vassallo, 2013, p. 58).

Políticas comunes

Desde el primer momento, el tratado estableció determinadas políticas como políticas comunes entre los países miembros, a saber:

Política agrícola común (artículos 38 a 47).

Política comercial común (artículos 110 a 116).

Política común de transportes (artículos 74 a 84). ("Tratado de Roma [CEE]", s.f., https://bit.ly/2BLQpd6).

"Concretamente, en 1962 se puso en marcha la Política Agrícola Común (PAC) basada en un fuerte proteccionismo, un sistema de garantías de precios y una
reglamentación del mercado" (Gastaldi y Vassallo, 2013, p. 58).

Además, el tratado estableció lo siguiente:

Previó la creación de otras políticas comunes en función de las necesidades. A partir de 1972, la CEE estableció acciones comunes en los
ámbitos de política medioambiental, regional, social e industrial.

Estas políticas se acompañan de la creación de:

un Fondo Social Europeo, dirigido a mejorar las posibilidades de empleo de los trabajadores y el aumento de su
nivel de vida;

un Banco Europeo de Inversiones (BEI), destinado a facilitar la expansión económica de la CEE a través del
establecimiento de fondos de inversión.
Instituciones

El tratado crea instituciones y mecanismos de toma de decisiones que permiten la expresión tanto de los intereses nacionales como de una visión común.

Las principales instituciones fueron:

el Consejo de Ministros;

la Comisión;

la Asamblea parlamentaria (que más tarde se convertiría en el Parlamento Europeo);

el Tribunal de Justicia.

El Comité Económico y Social interviene en el proceso de toma de decisiones de las tres primeras. ("Tratado de Roma [CEE]", s.f., https://bit.ly/2BLQpd6).

Desde la firma de los Tratados de Roma en 1957 hasta 1968, los países firmantes redujeron progresivamente las barreras arancelarias entre ellos e iniciaron las
tratativas para establecer un arancel externo común frente a terceros países. Estos avances constituyeron un período de transición hacia la unión aduanera que se
completó en julio de 1968. Entre los años 1968 y 1993, la UE atravesó una etapa de transición hasta el establecimiento del mercado común. Durante esos años se
produjeron dos sucesos claves: nació el Sistema Monetario Europeo (SME) en marzo de 1979 y se firmó el Acta Única Europea (AUE) en febrero de 1986. El SME
significó el primer avance hacia la cooperación monetaria y el AUE definió los puntos a cumplir para conformar un mercado único. Esta etapa concluyó en 1993
con la entrada en vigor del Tratado de Maastricht y el establecimiento del mercado común. (Gastaldi y Vassallo, 2013, pp. 63-64).
LECCIÓN 2 de 3

Mercado común (MC)

En este modelo, también denominado mercado interior o mercado único, se suman a las características de los esquemas anteriores, es decir, la
libre circulación de mercancías y la existencia de un arancel externo común, la libre circulación de servicios y de los factores de producción,
consagrándose las cuatro libertades fundamentales, tal como sucedió en el caso supra relacionado entre los años 1968 y 1993 durante la cual se
experimentó la etapa de transición hasta el establecimiento del mercado único cuyos puntos fueron establecidos en el Acta de la Única Europea.
La libre circulación de trabajadores entre los Estados que conforman un mercado común implica la posibilidad de que sus nacionales o
habitantes (residentes) puedan establecerse libremente en cualquiera de los demás países y desarrollar actividades económicas (Basaldúa, 1999,
p. 133).

El mercado común implica, por lo tanto, la eventual gradual creación de un solo mercado dentro de un área determinada, en la cual dejan de
operar todas las barreras aduaneras y comerciales al libre desplazamiento de tales factores: trabajadores, capital, bienes y servicios, y a los
productos resultantes de dicha cooperación. Precisamente, son los pilares del mercado común las llamadas libertades fundamentales de este: la
libre circulación de mercancías, de personas y de capitales, y la libre prestación de servicios. ("La integración regional", 2012,
https://bit.ly/3goDFYs).

Como la idea central de todo tratado de integración económica es la expansión de los intercambios comerciales entre los países participantes,
debe contarse con la "prevalencia de las reglas de libertad", donde la libre circulación de mercaderías, capitales, factores productivos y personas
pasa a ser uno de los presupuestos fundamentales para constituir exitosamente una zona de libre comercio y mucho más un mercado común
(Molina del Pozo, 2011, p. 99).

En este sentido, se advierte cómo en el caso analizado resulta manifiesto que la consagración de los pilares del mercado común era necesaria para transformar las
condiciones económicas de los intercambios comerciales, de la producción nacional de los miembros y contribuir al avance hacia una unificación política y
económica más profunda de Europa. ("Tratado de Roma [CEE]", s.f.).

En las consideraciones efectuadas con anterioridad sobre el Tratado Constitutivo de la Unión Europea, se sostuvo que el instrumento creó instituciones y
mecanismos para la toma de decisiones que permitían la expresión tanto de los intereses nacionales como de una visión común. En este sentido, en un precedente de
la institución creada en el ámbito de la Comunidad Económica Europea, por entonces llamado Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (hoy Tribunal de
Justicia de la Unión Europea) había sostenido que

la noción de mercado común tiende a la eliminación de todos los obstáculos a los intercambios intracomunitarios en vista de la fusión de los
mercados nacionales en un mercado único, realizando las condiciones lo más próximo posible a aquellas de un verdadero mercado interior.
Importa que las ventajas de este mercado sean aseguradas, aparte del comercio profesional, igualmente a los particulares que estén en la
situación de realizar operaciones económicas más allá de las fronteras nacionales. (Freeland López Lecube, 1996, p. 54).

Todo ello supone que los Gobiernos de los distintos Estados —conforme a su interés nacional— acuerdan el establecimiento de esta situación
renunciando a parte de su soberanía a las instituciones específicamente responsables de su ejercicio o mediante una armonización mutua de las
políticas domésticas (Arnaud, 1999). ("La integración regional", 2012, https://bit.ly/3goDFYs).
Adviértase que, en la República Argentina, el artículo 75 inciso 24 de la Constitución nacional

es la cláusula que habilita al Gobierno nacional a delegar el ejercicio de competencias soberanas en cualquier proceso de integración.

A través de este artículo se manifiesta la acción integracionista del Estado argentino, ya que manifiesta la voluntad expresa del Estado de
desprenderse de ciertas competencias. (Tonelli, 2015, p. 55).

De manera sintética, podemos decir que en el mercado común: 1) no hay aduanas internas ni barreras tarifarias entre los Estados partes; 2) se
lleva a cabo una política comercial común; 3) se permite el libre desplazamiento de los factores de la producción; y 4) se adopta un arancel
aduanero exterior unificado frente al exterior. ("La integración regional", 2012, https://bit.ly/3goDFYs).

Adviértase que, en el caso de la CEE,

el tratado suprimió los derechos de aduana […] entre los seis signatarios y los contingentes para las mercancías que intercambian.

estableció un arancel aduanero exterior común sobre las importaciones de fuera de la CEE que sustituyó a los aranceles precedentes de los
distintos Estados. ("Tratado de Roma [CEE]", s.f., https://bit.ly/2BLQpd6).

En el caso de la CEE, se estableció una política común agrícola, comercial, de transporte, social, industrial. ("Tratado de Roma [CEE]", s.f.).

En la CEE, "en julio de 1968, se suprimieron los últimos derechos de aduana intracomunitarios para los productos industriales y se estableció un arancel aduanero
común para las importaciones provenientes del resto del mundo" (Gastaldi y Vassallo, 2013, p. 58).

"Para el desarrollo de este modelo, se requiere el cumplimiento de tres condiciones fundamentales" (Freeland, 1996, como se cita en "La integración regional",
2012, https://bit.ly/3goDFYs):

Armonización de legislaciones de Estados miembros en las áreas pertinentes



Resulta exigible la armonización "para evitar que las normas internas obstaculicen la plena realización de las libertades, asegurando así las condiciones de libre
concurrencia en el ámbito del mercado interior común. En este sentido, las normas no solo deben perseguir la supresión de las barreras que impiden el libre
ejercicio de las cuatro libertades mencionadas (barreras aduaneras, físicas, técnicas, comerciales, restricciones monetarias, etc.), sino también de aquellas que son
consecuencias de prácticas restrictivas de reparto o explotación de los mercados imputables a las empresas (reglas de competencia)". ("La integración regional",
2012, https://bit.ly/3goDFYs).

La coordinación de las políticas macroeconómicas



La interdependencia es el principal factor que justifica la coordinación de políticas, pero existen otros que igualmente juegan un papel importante. Entre ellos
podrían indicarse algunos objetivos macroeconómicos, tales como generar previsibilidad en los agentes económicos por la vía de reducir la capacidad de decisión
individual sobre ciertos instrumentos (manejo de expectativas) u objetivos más estructurales, como modificar la trayectoria de incorporación tecnológica, o
reconversiones conjuntas de la estructura buscando asegurar menores costos sociales y económicos en los procesos de desestructuración-reestructuración
productiva.
[…]
Cabe señalar que, cuando los Estados miembros de un esquema de integración se proponen coordinar sus políticas macroeconómicas […], su intención inicial es, a
causa de su interdependencia, considerar la coherencia de sus acciones individuales y realizar consultas que eventualmente los lleven a reorientar sus políticas.
[…]
Otro prerrequisito necesario es que los Gobiernos compartan una visión común sobre el funcionamiento general de la economía, referida en especial a los modelos
y supuestos manejados en temas como la capacidad de llevar adelante políticas anticíclicas: el trade off entre empleo e inflación, la relación entre déficit fiscal e
inflación y la apreciación sobre el comportamiento e importancia del marco externo. (Valencia Herrera y Londoño, 2003, pp. 136-137).

Implementación de reglas comunes



"El desarrollo de reglas comunes aplicables de manera uniforme no solo a los Estados miembros, sino también a las personas físicas y jurídicas que en ellos
habitan, y que, de ese modo, son fuente de derechos y obligaciones para unos y otros". ("La integración regional", 2012, https://bit.ly/3goDFYs).

De allí que, a diferencia de los modelos de integración previamente descriptos, el mercado común requiera la creación de una estructura
institucional distinta, con poderes autónomos o delegados por los Estados miembros, con capacidad para imponer normas de manera uniforme y
simultánea y personalidad jurídica propia (Freeland, 1996). Por eso Arnaud (1999) sostiene que la realización del mercado común lleva implícita
la idea de supranacionalidad, ya que, a través del proceso económico, con el tiempo se arriba a una unidad nacional, que afecta la entidad
cultural de los Estados. ("La integración regional", 2012, https://bit.ly/3goDFYs).

Al respecto de la idea de supranacionalidad, no existe una única definición y mucho se ha debatido sobre su alcance y sentido, empero, la mayoría de la doctrina
atribuye el término al fenómeno de integración que se inició en Europa con la creación de la Comunidad Europea del Acero y del Carbón (CECA) en 1951.

Podemos señalar como ventajas de la existencia de un mercado común (Arnaud, 1999):

El menor desperdicio de los recursos, en razón de una mayor aplicación del concepto de la división del trabajo y una utilización más económica
de los recursos.

El alto costo de la producción doméstica puede evitarse por la certeza de la obtención de suministros dentro del mercado común.

Debido al rápido crecimiento económico, las industrias eficientes tendrían éxito y ello traería como consecuencia una mayor reubicación de los
recursos para emplear.

Con la combinación de los recursos surgirán ventajas competitivas de la eficiencia de la dirección y de las personas y no meramente de ventajas
naturales.

El mercado común permitirá el empleo de técnicas de producción masiva solo posibles en otras circunstancias bajo condiciones monopólicas.
Se debilitarán las prácticas restrictivas internas frente a la competencia externa y la ausencia de protección. ("La integración regional", 2012,
https://bit.ly/3goDFYs).

Conforme el Tratado de Constitución de la Comunidad Económica Europea (CEE), advertimos que,

como ejemplo de mercado común, se señala a la Unión Europea —denominada Comunidad Económica Europea— en el período que va desde
1957 a 1992. Además, el Mercosur [Mercado Común del Sur], de acuerdo con la finalidad establecida en el Tratado de Asunción de 1991, aspira
a constituirse en un mercado común una vez que cumpla con las condiciones exigidas para ello. También se menciona al mercado común como
objetivo final de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), creada por el Tratado de Asunción de 1980. ("La integración
regional", 2012, https://bit.ly/3goDFYs).

A efectos de repasar algunos de los conceptos analizados, te proponemos lo siguiente:

El mercado común aspira al establecimiento de un solo mercado dentro de un área determinada, con la salvedad de que deben
seguir operando todas las barreras aduaneras y comerciales en relación con el desplazamiento de los factores: trabajadores,
capital, bienes y servicios.

Verdadero: El mercado común, si bien aspira al establecimiento de un mercado único, lo cierto es que, de mantenerse las barreras aduaneras
y comerciales, se impediría la consolidación de las cuatro libertades fundamentales, por lo que se exige la supresión de todas ellas para
permitir el libre desplazamiento de los factores.

Falso: El mercado común necesariamente debe suprimir todas las barreras aduaneras y comerciales en relación con el desplazamiento de los
factores: trabajadores, capital, bienes y servicios, para consolidar los pilares del mercado común, llamados "las libertades fundamentales: la
libre circulación de mercancías, de personas y de capitales, y la libre prestación de servicios".

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El mercado común se caracteriza por el establecimiento de un arancel externo común, no obstante ello, los Estados miembros
conservan la facultad de aplicar aranceles fijados unilateralmente para el intercambio de bienes con terceros países.

Verdadero: El mercado común supone el establecimiento de un arancel externo común y este implica necesariamente un monto (fijo o
variable por producto) para el intercambio de bienes entre los miembros de la Unión y terceros Estados, lo que descarta la veracidad de la
sentencia.
Falso: El arancel externo común precisamente elimina toda posibilidad de aplicar aranceles fijados de manera unilateral por algún Estado
miembro para el intercambio de bienes con terceros países, ya que implica necesariamente un monto establecido para la importación y
exportación entre los miembros de la Unión y terceros Estados.

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El mejor ejemplo de mercado común es el Mercado Común del Sur (Mercosur), creado por el Tratado de Asunción en 1991

entre la Argentina, Brasil, Uruguay y Chile.

Verdadero: El Mercado Común del Sur (Mercosur), si bien, conforme el Tratado de Asunción, establece como objetivo la creación de un
mercado común entre Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil, aún no ha cumplimentado las etapas necesarias para alcanzarlo, por lo que
permanece bajo la estructura de una unión aduanera.

Falso: El Mercado Común del Sur (Mercosur) es una unión aduanera, calificada por la doctrina como Unión Aduanera imperfecta, aunque,
conforme el Tratado de Asunción suscripto por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, figura como objetivo la creación de un mercado
común y para ello se fijan las etapas graduales que deben cumplirse.

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El mercado común lleva congénita la idea de supranacionalidad, lo que exige una cesión de soberanía por parte de los Estados
miembros a una estructura institucional autónoma.

Verdadero: El mercado común requiere la creación de una estructura institucional distinta, con poderes autónomos o delegados por los
Estados miembros, con capacidad para imponer normas de manera uniforme y simultánea y personalidad jurídica propia, distinto a los
procesos intergubernamentales.

Falso. El mercado común implica un proceso comunitario de naturaleza supranacional, que trasciende las fronteras de los Estados
miembros, los cuales ejercen su soberanía distanciándose del criterio de soberanía clásica y nacionalista. Sería incorrecto sostener que se
trata de un proceso de integración intergubernamental en donde los órganos de colaboración sin competencias supranacionales están
limitados al imperio de las autoridades de los países que representan, sin que opere la cesión de competencias o atribuciones.
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LECCIÓN 3 de 3

Referencias

Arnaud, V. G. (1999). Mercosur, Unión Europea, Nafta y los procesos de integración regional (2.a ed.). Buenos Aires: Abeledo Perrot.

Basaldúa, R. X. (1999). Mercosur y derecho de la integración. Buenos Aires: Abeledo Perrot.

Freeland López Lecube, A. (1996). Manual de derecho comunitario (1.ª ed.). Buenos Aires: Ábaco.

Gastaldi, S. y Vassallo, C. (2013). Divulgación científica: La creación de la Unión Europea y sus principales instituciones. Ciencias Económicas, 10(2), 49-72.
Recuperado de https://ideas.repec.org/a/rcf/wpaper/v10y2013i2p49-72.html

La integración regional. (2012). Derecho de integración regional. Recuperado de http://pikitona.blogspot.com/2012/06/derecho-de-integracion-regional-mod-1-


y.html

Molina del Pozo, C. (2011). Evolución histórica y jurídica de los procesos de integración en la Unión Europea y el Mercosur. Buenos Aires: Eudeba.

Tonelli, S. (2015). El efecto directo de las directivas y la supremacía del derecho de la unión. Su implicancia en materia fiscal en la Unión Europea según la
jurisprudencia existente. Revista Electrónica Cátedra Jean Monnet. 1, 49-67.

Tratado de Roma (CEE). (s.f.). Recuperado de http://publications.europa.eu/resource/cellar/ 20ba20c8-6d6e-4901-b167-33bed13d6209.0006.02/DOC_4

Valencia Herrera, S. y Londoño, J. A. (2003). Coordinación de políticas económicas en los procesos de integración. Ecos de Economía, 17, 131-150.

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