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|| Enrique García|Pedro Echárren ||


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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

«—Controlarnos la materia porque


controlamos la mente. La realidad está dentro
del cráneo. Irás aprendiéndolo poco a poco,
Winston. No hay nada que no podamos
conseguir: la invisibilidad, la levitación...
absolutamente todo. Si quisiera, podría flotar
ahora sobre el suelo como una pompa de
jabón. No lo deseo porque el Partido no lo
desea. Debes librarte de esas ideas
decimonónicas sobre las leyes de la
Naturaleza. Somos nosotros quienes dictamos
las leyes de la Naturaleza.»

Orwell - 1984

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

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INTRODUCCIÓN
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La evolución histórica de las ciudades demuestra


que, desde hace tiempo, están en crisis. ¿Se trata en realidad
de un conjunto de desajustes de orden físico, material y
concreto? ¿Se trata de la insuficiencia de elementos, de
instrumentos y de operaciones? ¡NO! No se trata de eso, o al
menos no se trata de eso solamente. Sin embargo, siempre
que se promueve un cambio en el andamiento posibilista de
los espacios geográficos, se hacen intervenir variables que
atañen a la realidad. Nada obstaría para reconocer en esta
actitud una visión materialista conocida como «estructuras
materiales de los objetos» Digamos solamente que la
presentación real de los servicios de gubernamentalidad
argentina, hoy, no es una cuestión solamente material, física,
sensible o concreta, aunque se puedan medir, ser
cuantitativos, previsibles, pronosticables. Los fracasos de
nuestros hábitats no son fracasos reales, son fracasos
conceptuales. Solía decir Heidegger, un pensador del campo
de la filosofía, que el mundo no es el mundo sino una
hermenéutica del mundo, una interpretación de él. Y esto
porque participa el hombre, que construye la realidad, con
una visión conceptual, y tal vez ideológica, apoyada en
premisas y supuestos que componen un modelo irreal,
artificial, formal. ¿Esto quiere decir que lo que falla en
algunos de nuestros sistemas es, precisamente, el concepto,
es decir la hermenéutica, es decir el modelo conocido como
«fenomenología subjetiva» del idealismo racional

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

desenganchado de la estructura objetiva, antes que su mera


configuración material? Así parece ser. El hombre se vale de
«lenguajes», algunas ciencias y algunas técnicas se conocen
por esos vocablos, y además sus definiciones también se
apoyan en cierta lingüística. Pero no es solamente el lenguaje
hablado el que informa nuestros modelos. ¡No!, es la idea que
nos hacemos de ellos, es decir la concepción puramente
mental que luego va a ser punta de lanza que establece y acota
una realidad débil. Débil porque no se trata de una realidad
pura, como creemos, sino de una realidad concebida según
una visión conceptual, y sígnica, es decir compuesta por
signos, y por lo tanto semiótica, semántica, aplicable en
nuestro caso a servicios gubernamentales y, para mayor
complejidad, además, de orden artificial, toda vez que influye
en un todo que también es conceptual, no real, a veces
intangible. Podríamos decir que el estatuto ontológico, es
decir, que el ser, que el objeto, que lo que le da el ser a los
sistemas es irreal, que no tiene entidad física, espesor, que no
es posible exponerlos a los cinco sentidos externos. Que
responde más a la forma, que a la materia, entendiendo por
forma los determinantes conceptuales que informan y
construyen un modelo pensado y realizado sin dicotomías, es
decir con continuidad, que de lo contrario crearía la falsa idea
de que las cosas pensadas no se conectan con las cosas dadas,
presentadas, es decir reales, objetivas. Es el predominio de la
forma, del juego libre de los conceptos el que parece haber
fallado en nuestros sistemas de gestión pública, social y
privada. Querer manejar algo real aplicándole reglas e
instrumentos reales, racionales, subjetivos, no parece tan
infructuoso como hacerlo a la inversa. Un pensamiento no se
mueve con una palanca, ni una palanca puede ser movida por
el pensamiento, aunque se interconectan y uno sirve al

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

enriquecimiento o al conocimiento del otro. Ambas


dimensiones de ser, se combinan.
Siendo así, concibiendo un sistema gubernamental
que opera sobre una realidad total irreal, artificial, pero no
ficticia, podría tenerse no la verdad y la eficacia de un sistema,
sino un sistema compatible con la razón, con el raciocinio, ya
que la razón construye, determina la realidad, y no la realidad
puede ser inteligida per se sin la concurrencia intelectual. Por
lo tanto, nuestros problemas no son los problemas de la
realidad, sino los problemas del concepto que de ellos
tenemos, su frecuencia, su intensidad, su gravedad, su
proyección en el tiempo, su difusión en el espacio. Pero este
modo de pensar requiere algo que también tiene forma, tiene
concepto, que está signado por una realidad distinta, por una
realidad no de la materia, sino del razonamiento: saber,
conocer, educar, entender. Ese es el camino de la ciencia.
Cuando Kant advirtió que por vía de la metafísica podría
probarse la existencia de Dios, o la de seres quiméricos, se dio
cuenta de que había una diferencia entre algo que estaba
dado, presentado a los cinco sentidos externos, por lo general
la materia, y lo que no estaba dado, presentado a los cinco
sentidos externos, sino al sentido interno, cuyo proceso lo
describió, justamente, como contenidos de conciencia que
llamó «representaciones» que son conceptos. Por eso fue que
dijo, parafraseándolo, no es lo mismo cinco taleros en el
bolsillo, que cinco taleros en la imaginación. Sin embargo, se
propuso unir ambas cosas, el concepto y la cosa que el
concepto representaba. Pero también explicó que, para
conocer, el hombre debe tener un concepto previo ante
aquello que se presentaba ante los cinco sentidos. No dejó de
lado las representaciones que llamó «ideas», en las cuales no
puede haber sensación porque las ideas escapan a las

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intuiciones sensibles, y por ende a los conceptos. Ello no


invalida que la ciencia tenga un presupuesto de fe,
dependiendo ello de una cuestión más o menos ética, más o
menos moral, es decir un actuar donde la relación de
causalidad (causa—efecto) no rige, un actuar donde rige la
libertad, y no el determinismo. A lo que escapaba a esas dos
esferas, las representaciones que son intuiciones captadas por
los cinco sentidos, y a los conceptos procesados en el sentido
interno, el psiquismo, le dio el nombre de «contenidos de
conciencia» o «representaciones» que son ideas. Pero ¿para
qué servirían las ideas? Las ideas sirven para trazar el límite
y el alcance de la ciencia, es decir de lo conceptual, de lo
determinista, de la cadena de causalidad. Lo otro, lo que no
tiene concepto, lo que no se basa en lo dado a los sentidos
externos, es ya dominio de la metafísica, y por ende, de Dios,
para mencionar el caso más paradigmático, para mencionar
el caso del «Incondicionado» que causa pero no es causado.
Esta división tan tajante, planteada hacia el siglo XVIII, había
sentado las bases del futuro desarrollo de la ciencia. Había
expuesto el germen y la base de lo que se llamó el «Idealismo
trascendental, gnoseológico y propedéutico» Sin embargo, se
había descubierto algo fundamental, se había descubierto que
lo que rige la metafísica no se aplica a la ciencia, pero a su vez,
que lo que rige la ciencia, no se aplica a la metafísica y es de
un orden heterogéneo.
Lo que venimos a proponer con este documento es
un cambio conceptual, un cambio para conocer, un cambio
para saber, un cambio para entender, un cambio para tratar
lo dado con criterio conceptual, un cambio que escape a la
imprevisión, un cambio que supere la improvisación. Un
cambio para estrechar la brecha entre lo posible de la
duración media de la vida y la esperanza media de ella.

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Un sistema compuesto y complejo de signficatividad


de las áreas mega críticas, entonces, es un sistema conceptual.
Si bien hay ciencias del dominio de lo formal, se trata de
ciencias no aplicadas. Pero todas las ciencias, todas las
tecnologías utilizan conceptos para que rijan en la realidad.
En gubernamentalidad falta eso. De modo tal que escindir el
pensamiento de la acción no solamente es un yerro cargado
de riesgo económico dispendioso, y hasta pueril. Es una
escisión artificial, conceptual. Si hay algo que debe darse por
afirmado es aquella sentencia de un médico argentino, José
Ingenieros, que clamaba: «después de pensar... hacer» Léase
bien, «después de pensar...» Esto quiere decir después de
tener in mente un concepto sobre un algo, recién habría que
obrar, de lo contrario no hacerlo implicaría un ejercicio
impropio e infecundo. Todo conocimiento comienza por la
experiencia, mas todo conocimiento no es experiencia. En
cierto modo, uno sabe de antemano (por el concepto) lo que
conoce (lo dado, lo que se presenta a los cinco sentidos), lo
que ya sabía. Y en cierto otro modo, uno no sabe lo que
conoce, o mejor dicho sabe que no conoce, desde que todo
cuanto de alguna manera está en el mundo, no es sino filtrado
por la lente del psiquismo humano, y no es puro ser en sí y
por sí fuera de la conciencia. Pero la formación de conceptos
se da merced a un proceso un poco complejo, y es, creemos,
la deficiencia en la formación de buenos conceptos y su
posterior aplicación lo que ha hecho naufragar tanta
esperanza, tanta ilusión, tanto esfuerzo. Pero hay más, la
mala formación de conceptos cuesta, y cuesta mucho, cuesta
demasiado. Pongamos por caso un ejemplo hipotético pero
posible. Es posible que la estructura causal de la mortalidad
vaya cambiando prontamente. Lo mismo parece que ocurrirá
con la estructura de las patologías prevalentes. Construir, por

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ejemplo, un hospital basado en información sesgada y


fragmentaria del pasado, llevaría a creer que, como el futuro
se comportará inexorablemente como en el pasado, cualquier
problema es soluble. Grave error, si no introdujésemos en
consideración el concepto apuntado: la estructura de las
enfermedades cambiará. Ahora bien, esta cuestión aparejará,
también, repercusiones insoslayables relacionadas con los
aparatos e instrumentos de la medicina, el personal, el uso de
medicamentos, las franjas de prevención, y los sistemas de
aprendizaje que marchen (o no) al unísono con un concepto,
o mejor dicho con un modelo conceptual, bajo la influencia
conceptual de un modelo. Entonces, ¿el cambio conceptual,
no es, en cierto modo, una imposición pre-anterior a la
concepción de cualquier esquema no ya de servicios de salud
sino de cualquier esfera de la órbita estatal? ¡Sí! Así es. Pero,
¿un cambio de tal envergadura no requiere tiempo, mucho
tiempo? Sí, por eso es preciso aplicar cierto criterio de plan
experimental piloto, que supone cierta gradualidad, supone
un pensar para pensar. Supone escoger un hospital y
adelantar lo que será durante un tiempo un plan total en un
efector, y luego en todos durante otro tiempo menos azaroso.
Si uno dice que el espacio que los físicos como Newton
concibieron en términos físicos, es un componente
conceptual, alguien nos tachará de ignorantes. Pues bien, es
lo que hizo Kant. El espacio, dijo aproximativamente, es un
concepto. Ese espacio que proponemos para llevar adelante
nuestra propuesta, no es un espacio solamente físico, es antes
un espacio conceptual, un lugar donde no se pueda dar, o al
menos se debe evitar, la escisión entre concepto y realidad, o
entre conceptualización y realización. Esto es lo que pasa con
las ciudades inmensamente complejas y también con las
ciudades inmensamente postergadas.

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Es importante crear un espacio conceptual como si


fuera un laboratorio para poder luego extraer los resultados,
mejor dicho, el concepto de la realidad, para establecer las
nuevas realidades, pero conceptualmente concebidas y
universalizarlas. Eso es un plan total, un plan universal, no
general, es decir no para un tiempo, para alguna o algunas
personas, para algún o algunos lugares que prefiguran cierto
grado de inequidad en los derechos, cierta injuria. El Estado
debe o debería suministrar prestaciones universales, para
todo tiempo, para toda persona, para todo lugar. Como
premisa, también debería suministrar prestaciones
necesarias, es decir prestaciones que no pueden ser sino a la
manera del modelo conceptual, prestaciones que no
dependen de la contingencia, porque la contingencia ha sido
el signo de nuestro sistema de prestaciones, contingencias ya
económicas, prestaciones de la dotación material. Y la
cuestión conceptual, ¿por qué quedó relegada?
La estadística da números, pero la hermenéutica de
ella, es decir la interpretación de ella, es la que juega
decisivamente en este sentido. ¿Y no es acaso la hermenéutica
una mayor complejización cualitativa del número que
representa a los hechos, a la materia?
Como sabemos, para estos efectos la administración
gubernamental, la gubernamentalidad, la táctica, la
estrategia, proponen una totalidad sólida para gerenciar
organismos complejos: (a) un orden organizativo, (b) un
orden planificativo, (c) un orden ejecutivo, (d) un orden
educativo formativo, y (e) un orden supervisor, que son
términos de la esfera conceptual. De este esquema vertebral y
de su juego nacerá el cambio conceptual, mejor dicho,
continuará ese orden. De lo contrario, estaremos
sentenciados a repetir las viejas experiencias y recetas, por

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otra parte, un poco agotadas y agotantes ya, que,


paradójicamente, nos han conducido a un estado casi
insoportable de frustración.
Tan crítico aparece el diagnóstico que, seguimos
ensayando, inercialmente, insistentemente, iterativamente,
sobre un cuerpo organizativo intangible, inasible, que no
resiste más, que seguiremos repiqueteando una y otra vez
sobre unas funciones que no representan ya el vitalismo
orgánico sino el mero mecerse espasmódico conducido por la
mera contingencia de los hechos y replicado y repetido por la
fuerza de la inercia histórica. Se impone una síntesis.
Finalmente, para ser precisos y puntuales,
proponemos un cambio que encuentre su razón de ser en la
evolución propia del saber que expresan las ciencias
biológicas, psicosociales y humanísticas. Un cambio
sustentado en la construcción científica, a la manera de un
cambio de paradigma, la entrada en vigencia del estudio de la
historia natural de la ciencia, o, en otro ejemplo, la
participación como posteriormente se estableciera
posteriormente. N o hay una prueba mayor de lo que hemos
venido diciendo en los párrafos que anteceden respecto de la
cuestión conceptual de los problemas. Ahí está y está desde
hace tiempo. Hoy la dilemática es otra. Un cambio en el
terreno de lo conceptual que ponga en línea indisoluble saber
y acción. Un cambio informado por una coherencia duradera
entre lo educativo y lo operativo. Coherencia es un término
que place. Un cambio con un sistema total, es decir absoluto,
bien integrado a la hora de cuidar y restablecer la salud. Un
cambio que exprese la acumulación de saberes
multidisciplinarios: biopsicosociales y hasta éticos. Un
cambio que de vida a la estructura global y sus matices a la
hora de construir, de determinar, de definirla. Un cambio que

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modifique la dicotomía entre lo que se enseña y lo que se hace.


Un cambio que unifique conocimiento y acción para el
destinatario de los servicios. En síntesis de lo que hablamos
es de un cambio en el modelo conceptual de la
gubernamentalidad que produzca una reingeniería en el
diseño de los sistemas de servicios sociales, públicos y
privados, para que se hable como un todo del cuidado, del
restablecimiento y de la cronicidad del proceso de gestión que
comienza por conocer las áreas mega críticas donde todo
sucede. Un cambio integrador que no soslaye a la población
en sus circulaciones, posiciones y situaciones naturales.

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CAPÍTULO I
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La convergencia de las tecnologías de la


información y de la comunicación está produciendo cambios
en la gestión de entornos urbanos y los territorios que son
muy diferentes de cualquier realidad experimentada hasta
ahora. Durante gran parte del siglo XX, la idea de que un
territorio sea inteligente era un asunto de ciencia ficción. Sin
embargo, la perspectiva de que una ciudad o territorio
pudiera llegar a ser inteligente, sensible, se convierte en una
nueva realidad gracias a la expansión de la conectividad, la
computación móvil, los avances en automatización, la
proliferación de todo tipo de gadgets enganchados al Internet
de las cosas, las posibilidades de ejecutar analíticas de
grandes volúmenes de datos heterogéneos, los avances en

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inteligencia artificial, machine learning, y modelos


predictivos. Eneste trabajo no se persigue teorizar acerca de
área mega críticas inteligente, sino a la gestión inteligente de
áreas mega críticas. Crear un territorio inteligente es más
sobre la gente que sobre la tecnología, sin embargo, la
computación, las ciencias de la información y la ingeniería
desempeñan un papel crucial en la creación de las tecnologías
desde el que se puede innovar y evolucionar el concepto de
gestión inteligente. Nuestros planificadores, arquitectos,
ingenieros, economistas, demógrafos, transhumanistas y
administradores tendrán la posibilidad de aprovechar el
poder de la información generada dentro del perímetro de un
territorio. Se trata de leer subjetivamente la realidad
objetiova. Dicho de otro modo, se trata de concebir la
fenomenología subjetivizante de la estructuración objetivista.
Por ejemplo, con datos de ciudades, los planificadores de
transporte podrían comprender mejor la demanda de
servicios y el comportamiento de los pasajeros; del mismo
modo, los proveedores de energía podrán adaptar su oferta a
las necesidades reales de sus clientes. Así con la salud, la
seguridad, la educación y la inmigración interna o
internacional, Los ciudadanos podrán beneficiarse de la
prestación de servicios personalizados y oportunos que
tengan en cuenta su individualidad y su contexto, es decir se
trata de la gestión inteligente de áreas urbanas y territorios
Algunos de los retos contemporáneos en investigación se
centran tanto en el desarrollo y mantenimiento de ciudades
habitables, sustentables, y resilientes; como en la solución de
desafíos en el contexto de los ecosistemas y la biodiversidad.
El nivel de interés en gestión inteligente de ambas
dimensiones está creciendo, y la literatura científica sobre
estos temas caracteriza a un entorno inteligente en función

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del desarrollo económico, el medio ambiente, el capital


humano, la cultura, la participación ciudadana, la apertura y
la transparencia. Las ciudades son los centros de consumo de
los recursos mundiales, y el número y la proporción de la
población urbana crecerá en el futuro y se tornará compleja
por exceso o por defecto. Se estima que las ciudades del
mundo ocupan aproximadamente el dos por ciento de la
tierra del planeta, consumen alrededor del 60 al 80% de
energía y son responsables del 75% de emisiones de carbono,
además, muchas de las decisiones hechas por los habitantes
de la ciudad afectan directamente a la biodiversidad y los
ecosistemas y las circulaciones que describimos en este
documento. Ante esto, la tendencia actual busca crear
Ciudades Gubernamentalizadas de Gestión Inteligente.
Hemos de reconocer que la forma en que las ciudades se
desarrollan influye definitivamente en la conservación de la
biodiversidad natural y cultural y la distribución de sus
beneficios entre los diferentes grupos de la sociedad. La
gestión inteligente de un territorio (Smart Land), en general
abarca tres amplios, y ambiciosos, objetivos: la conservación
de la diversidad biológica, el uso sostenible de sus
componentes, y la creación de propuestas que busquen la
distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de
la utilización de los recursos del territorio. La progresiva
degradación de los ecosistemas es la principal amenaza para
la biodiversidad natural y cultural. Los procesos de
interacción entre los ciudadanos y la bio-diversidad plantean
brechas conceptuales que deben ser cerradas, si queremos
avanzar hacia la creación y consolidación no solo de ciudades
inteligentes sino de territorios y regiones inteligentes. La
complejidad de su gestión requiere enfoques
interdisciplinarios basados en investigación, desarrollo,

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

innovación y políticas públicas. Los avances en proyectos de


Smart Cities y Smart Lands tienen un enorme potencial que
puede ser transferido a la gestión inteligente de territorios
biodivesos y culturodiversos. El reto de gestionar el
patrimonio megadiverso se podría denominar
«megadiversos» a los países con mayor índice de
biodiversidad de la Tierra, nueve de estos se encuentran en
América (México, Guatemala, Costa Rica, Colombia,
Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia y Venezuela), seis en Asia y
cuatro en África. Se estima que en conjunto albergan más del
70% de la biodiversidad del planeta, suponiendo sus
territorios el 10% de la superficie del planeta. El cuidado de
este patrimonio en Latinoamérica y el Caribe es prioritario.
Se han comenzado a gestionar los impactos a través de
iniciativas en las áreas, ciudades y regiones mega críticas.

ÁREAS, REGIONES Y CIUDADES MEGA


CRÍTICAS

Las ciudades pueden entenderse como sistemas


complejos, pero sin embargo no se pueden definir ni conocer,
acabadamente, por sus partes. Vivir en una ciudad supone,
sin lugar a dudas, discurrir dentro de im gran sistema
complejo en el que se respira algún grado de inteligencia.
Grande o pequeña, una ciudad siempre semeja un laberinto
de infinitos pasadizos por sortear.
Las ciudades inteligentes están naciendo y
muriendo cada día. Cada vez más rápidamente. Ellas
representan una hermenéutica del mundo inteligente de gran

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

valor en el diagnóstico, la formulación de políticas, la


planificación, la organización estructural, la gestión
gubernativa, la especialización profesional, el control de
gestión y el replanteo permanente de los hechos, de las
situaciones y de las cosas de las personas que del mundo
sensible. Interpretar una ciudad exige articular sendas
realidades; la realidad inteligible y la realidad sensible que
por definición no siempre acuerdan. Los hechos suelen ser
muy caprichosos para poder subsumirse en categorías
conceptuales. Las palabras nunca son las cosas.
Es necesario comprender la contribución que la
inteligencia le debe a la ciudad concreta. Se trata de un
principio fundante del idealismo presente entre la materia y
la forma de las cosas. En el encuentro de ambos existenciarios
categoriales, juegan un papel decisivo la influencia
metodológica de la epistemología que intenta explicar la
complicación y complicar la explicación del universo, grande
o pequeño, de lo real, de lo simbólico y de lo imaginario.
Gobernar es una manera de buscar un esquema de
encuentros universales casi siempre fallidos. En ese punto de
encuentro nunca se da otra cosa que la mera equivalencia
circunstancia y fugitiva. La certeza hecha pedazos explica
desvíos que prefiguran y configuran áreas tan significativas
como complejas. Un área crítica es aquella que por su tamaño,
su densidad poblacional, su intensa actividad económica y
social, y la circulación de bienes, servicio, personas y cosas,
resulta en un alto grado de complejidad que exige la
intervención de la alta gerencia gubernamental. También son
áreas críticas, aquellos espacios que, por las mismas razones,
representan un alto grado de aislamiento, desinclusión,
emigración, carencia, postergación y atraso comparativo.
Debemos reconocer que las áreas críticas comparten el

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mismo problemático dilema: unas por exceso, por defecto las


otras, siempre se desemboca en un gran dilema de
incertidumbre. El método de las funciones directivas,
entonces, es la herramienta imprescindible.
El proceso de organización, planeamiento,
dirección, capacitación y control eficiente de los sistemas
inherentes en las ciudades, se orientan en el sentido de la
rentabilidad social. Sus efectos programáticos y la secuencia
operativa de orden patrimonial, económico y financiero,
exige un conocimiento acabado de la compleja perspectiva
donde se integra el conocimiento ligado a una actividad
caracterizada por la circulación de artículos de alta
frecuencia, cuyo flujo, rápido, intenso y diverso, reclama una
incesación estrechamente vinculada con una respuesta
exigente y perentoria, un costeo óptimo y una utilidad
significativa.
La ciencia de la administración gubernamental es
un saber del conjunto de leyes, principios, reglas y técnicas
que estudia la manera de coordinar recursos humanos,
físicos, tecnológicos y financieros con un objetivo
previamente determinado. El ejercicio de su arte se conoce
con el nombre de dirección.
La dirección es el arte de la ciencia de la
administración. Se apoya en las dotes de mando, pues la
autoridad sin dotes de mando comporta una abstracción.
Henri Fayol publicó, en 1916, una de las primeras
obras relacionadas con la administración industrial y general,
donde cifra toda su reputación como organizador.
Esa obra distingue cinco funciones directivas: 1»
Planificación; 2» Organización; 3» Dirección o conducción;
4» Formación del capital humano. 5» Control.

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En los últimos años de su vida, Fayol se interesó en


la administración de los servicios públicos y pronuncio
innumerables conferencias, especialmente en la Escuela
Superior de Guerra de Francia. Fayol sostenía que sus ideas
se aplicaban a todas las organizaciones, y no solamente a la
empresa comercial.
Aquellas funciones directivas confluyen y se
resumen en la coordinación, que es la esencia de la dirección
de entidades.
Una función directiva es una destreza teórica
atribuida a los ejecutivos, a los directivos, a los jefes en suma.
En los hechos, quienes no cuenten con ese estatus directivo
no deberían desarrollar funciones directivas. Esta función,
como las otras, articulan componiendo un sistema.

La planificación, también conocida como


planeamiento o planeación, consiste en el ejercicio del
ininterrumpido e ininterumpible proceso de tomar
decisiones, de asumir riesgos, con el máximo conocimiento
posible de las repercusiones futuras de las decisiones de hoy.
En el ejercicio de esta función directiva, se socia una
estructura informativa que permite confrontar las
aspiraciones con los resultados, para corregir desvíos y
replantear acciones en pos de objetivos previamente
señalados. Es una selección de alternativas, de cursos de
acción. Se ocupa del futuro de las decisiones hoy, y no de las
decisiones que se tomarán en el futuro, que ya es pronóstico.
Se inicia con un diagnóstico y culmina con el control (p. ej.
cuando se define la escala, la magnitud de la matrícula escolar
y se la cuantifica, se ha establecido una meta, se ha decidido,
seleccionado, escogido una medida que es una alternativa de

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entre una infinidad de posibilidades). Seleccionar implica


también desechar alternativas consideradas imposibles o
inviables.

La organización consiste en la implantación de


una estructura organizativa integrada por departamentos en
sentido genérico; en la asignación de un jefe de
departamentalización básica en el que se delega cierta cuota
de autoridad específica en paridad con la responsabilidad
emergente; en la definición de misiones y de funciones
compatibles con una sana distribución del trabajo; en la
división del trabajo; en el agrupamiento de tareas
homogéneas en departamentos; en la asignación de una
autoridad especial o funcional; en la descentralización de la
autoridad, mediante transferencia dinámica y en el trabajo en
equipo.
Esa estructura es la columna vertebral de toda
organización. Es invisible, pero cobra entidad a través del
organigrama que la representa. Una suerte de pirámide
donde la complejidad de la interacción se resuelve en la
delegación de una cuota parte de la autoridad resumida en su
cúspide, que se fragmenta y cae, como una cascada, hasta la
base. En la cúspide se decide, se planifica y se controla más
que en la base. En la base se ejecuta más que en la cúspide y
se decide menos (p. ej. establecer, en la estructura un
departamento administrativo organizacional, un
departamento pedagógico didáctico y un departamento
sociocomunitario, que componen una departamentalización
básica).

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

La dirección, management o commandement,


implica el desarrollo de la acción pura. El arte de dirigir, la
coordinación misma en esencia. Consiste en la guía y
supervisión inmediata y directa que se ejerce sobre los
subordinados, sean estos directivos o no. Está en una relación
inmediata y directa con las dotes de mando del que la ejerce.
La autoridad, sin dotes de mando, tiende a la abstracción. (p.
ej. ordenar la confección del estado de expectativas de logro,
propio del departamento pedagógico didáctico, orientado
bajo pautas de dirección, es decir bajo guía previa y
supervisión posterior, siguiendo una dinámica permanente
de continuidad del proceso).

La formación del capital humano, es el único


elemento capaz de vivificar una entidad organizada en tanto
que actividad esencialmente humana. De aquí que conviene
desarrollar programas continuos de formación,
perfeccionamiento y actualización de capacidades técnicas,
administrativas, operativas y gerenciales para la toma de
decisiones estratégicas resultan capitulares (p. ej. los cursos
de capacitación, de perfeccionamiento docente o las jornadas
pedagógicas de reflexión).

El control consiste en la confrontación de planes,


que fungen como representaciones del ejercicio de la
planificación, con los resultados, que fungen como
resultantes de gestión, para establecer el desvío, evaluar las
causas y en corregir sus efectos mediante «feed back»
Controlar no es supervisar, ni evaluar, ni auditar, ni
inspeccionar aunque, todas estas alternativas, nazcan del
mismo tronco común que persigue mantener el equilibrio

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dinámico del todo en funcionamiento (homeóstasis). (p. ej.


examinar el desgranamiento previsto con el desgranamiento
real, establecer sus causas, fundamentarlas y corregirlas, es
decir adaptar los planes a la realidad, y no a la recíproca).

El trabajo directivo «en equipo» es conocido como


«ejecutivo plural» (por caso un directorio o el consejo de
administración) y está reservado a diseños (función
programática, de planificación) donde la participación en
función de intereses impone el voto y el veto. Pero esto es ya
una excepcionalidad casi reservada para las sociedades
comerciales por acciones, a las sociedades cooperativas y a las
sociedades del estado.

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

CAPÍTULO II

FENOMENOLOGÍA SUBJETIVISTA
VS.
ESTRUCTURALISMO OBJETIVISTA
Cuando el 2 de septiembre de 1975, el corresponsal de
la Revista Quel Corps, le preguntó a Foucault si ¿existía un
fantasma corporal de las diferentes instituciones?, Foucault le
respondió que el gran fantasma, es la idea de un cuerpo social
que estaría constituido por la universalidad de las voluntades, y
que no es el consenso el que hace aparecer el cuerpo social, es la
materialidad del poder sobre los cuerpos mismos de
los individuos. Cuando el mismo periodista le preguntó ¿Cuál
era la evolución de la relación corporal entre las masas y el
aparato del Estado?, Foucault le respondió que nada es más
material, más físico, más corporal que el ejercicio del poder. Es
que ¿estaba, aquí, Foucault, más cerca de la fenomenología
subjetivista que del estructuralismo objetivista?

ACERCA DE LA CIRCULACIÓN

Lo que en Kant es para saber, para conocer, en Foucault


es para el poder, para gobernar. Su objeto de análisis, el

«Enrique García»
«25»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

estatuto ontológico. El gobierno, es decir el ejercicio de la


gubernamentalidad, sea por medio de la biopolítica, del
biopoder, o por otro medio, se construye, se determina, se edifica.
El estatuto ontológico de la población es lo artificial: el ser
objetivo de las cosas no es una y la misma cosa que el ser del
pensar formal representativo de las cosas. Sin embargo, pese a
que lo niegue, ésta última formalidad racional se conserva en el
ideario de Foucault, y Foucault nos muestra una épistémè, un
método cuyos signos operan como una recurrencia, como un
morfismo apto para entender cualquier contenido, como un todo
único y compacto cuyas manifestaciones se presentan en sus
partes y es múltiple.
En particular, la circulación, al igual que la población,
significa un concepto no-natural, un dispositivo, una tecnología,
artificial en el sentido de ontología formal. Todas las cuestiones
planteadas por la calle, el grano y el contagio o la ciudad, la escasez
y la epidemia, tienen algo en común: giran alrededor del
problema de la circulación. De la circulación como
desplazamiento, como intercambio, como contacto, como forma,
como dispersión, como aceleración, como lentificación, y
también como distribución9. La circulación, entendida como el
dinamismo en un espacio, en sus distintas manifestaciones, es un
dispositivo que resulta de una acción que se sigue del dinamismo
de la política en la historia, una acción que por ser histórica no-es-
artificial), pero concibió la libertad regulada como forma de la
gubernamentalidad de la población, por la población, y para la
población, parafraseando, con un alto grado de discrecionalidad,

«Enrique García»
«26»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

a Montesquieu, en El espíritu de las leyes, cuando define qué es


democracia.
Pero, ¿qué es lo que se regula, sino la conducta de los
hombres entre sí y con las cosas? ¿qué es lo que se conduce, sino
lo que es conducible? Y ¿qué es lo que se controla, se vigila, sino
la conducta de lo que es conducible? Sin embargo, el poder
político actúa sobre aquello que considera
significativo en cuanto tiene entidad política. No todo es
político, sino que todo lo que es significativo, todo lo que tiene
entidad política, lo es. Entonces, ¿cuál es el signo que identifica a
esa significatividad, sino la medida del impacto económico y el
posibilismo de conducir, como criterio de demarcación, una
población. Al poder se lo puede estudiar a través del gobierno, en
el sentido de conducir conductas, en una relación de uno a todos,
allí donde rige la libertad, y no la dominación y siempre y cuando
no se trate de una forma ética de gobierno de sí mismo. El poder
político, mejor dicho. la gubernamentalidad tiene teleología,
persigue una finalidad. Entonces la gubernamentalidad
constituye un know-how, una tecnología de gestión, una
«fisiología» del poder. Y se ejerce sobre algo que tiene un estatuto
ontológico bien diferente: lo conducible: la población. Se ejerce
diversamente: evitando, mediante un artificio, el riesgo de morir
o, alternativamente, en el curso de la perspectiva evolutiva
histórica que describe Foucault, mediante dispositivos de índole
diversa y de diversa entidad, entre ellos: la circulación.
También hay circulación generativa en y desde el poder pastoral
hacia el poder económico, y en y desde éste hacia el poder político,
y también en las formas internas de circulación que tales poderes

«Enrique García»
«27»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

presentan. Pero no hay poder político sin alguna clase de


resistencia, de un contrapoder que exige estrategia allí
donde también rige el dispositivo de circulación.
Ahora bien, ¿para qué sirve la circulación como
dispositivo históricamente verificado, sino para el ejercicio de «un
arte oculto en lo profundo del alma humana», como quiere Kant
para el esquematismo, azuzado por una regla extraída de la
experiencia a posteriori, que prescribe que las experiencias de
algún tipo, la de los objetos presentados a la sensibilidad, pueden
explicarse mediante preceptos de otra clase que son patrimonio de
la síntesis en el entendimiento visto técnicamente como
experiencia, como un símil sintético a del dualismo. En este
sentido, la lectura de las más importantes producciones filosóficas
de la modernidad, provoca dos sensaciones a la vez
contradictorias y complementarias, la oscilación entre los
términos de un dualismo fundamental: la oscilación entre el
objetivismo y el subjetivismo» Si bien, describiendo los términos
de esas dos actitudes filosóficas puras de la modernidad, hemos
utilizado los términos ‘pensamiento’, ‘experiencia’. ‘ideas’. ‘cosas’,
etc.; evidentemente, ninguno de ellos posee la misma significación
en el subjetivismo y en el objetivismo, uno se siente tentado de
leerlo a Foucault bajo el imperio de sendas perspectivas, desde que
la oscilación entre el subjetivismo y el objetivismo estructura toda
su reflexión retomando la antinomia entre el objetivismo
estructuralista y el subjetivismo hermenéutico»
Conjeturamos que la circulación como dispositivo puede
ser analizada de tal suerte: la circulación es un dispositivo de la
razón política para la gubernamentalidad empírica de la población,

«Enrique García»
«28»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

y, ha sido por lo tanto un principio histórico rector compatible con


una pragmática en la cual la verdad, desprovista de todo
contenido ontológico-objetivo, no es otra cosa que un efecto, un
producto de las estrategias sociales de las relaciones de poder.
Nuestro propósito ha de ir en el sentido de captar primero
la cosa ontológica, la población, como la realidad de lo sensible bajo
la forma de objeto de conocimiento formal, no como actividad
humana sensorial, no como objeto de modo objetivista, sino como
práctica de contemplación también formal, como idea, de modo
subjetivista: la contemplación subjetivista del objeto como distinta
del objeto mismo o, si se quiere, como mostración de la
persistencia del dualismo entre subjetivismo y objetivismo que
redescubre el rol de la subjetividad, después de haberse superado la
instancia existencialista-fenomenológica primero, y la instancia
antisubjetivista después. Según Foucault, «se trata, por el
contrario de hacer interactuar elementos de la realidad» para
instrumentalizar la anulación de los fenómenos sin prohibición y
con los fenómenos mismos: ponerle un límite Pero, ¿cómo? «Se
trata de poner de relieve cierto nivel en que la acción de quienes
gobiernan es necesaria y suficiente» El mismo Foucault sugiere su
épistémè: «ahora vemos aparecer, [no] la idea de un poder que
adopte la forma de una vigilancia exhaustiva de los individuos
para que cada uno de ellos esté en todo momento y en todos sus
actos bajo los ojos del soberano, sino el conjunto de mecanismos
que incorporan a la jurisdicción del gobierno y de quienes
gobiernan unos fenómenos muy específicos que no son
exactamente los fenómenos individuales, aunque los individuos …
figuren en ellos de cierta manera y los procesos de

«Enrique García»
«29»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

individualización sean uno de sus rasgos específicos. Es toda otra


manera de poner en juego la relación colectivo-individuo,
totalidad del cuerpo social-fragmentación elemental, otra
manera que va a actuar en lo que llamamos población. Y el
gobierno de las poblaciones es ..., algo completamente diferente
del ejercicio de una soberanía hasta en el grano más fino de los
comportamientos individuales»

LA CIRCULACIÓN ES UN DISPOSITIVO
GUBERNAMENTAL MULTIFUNCIÓN

Aparece un problema muy distinto que consiste ya no en


«fijar y marcar el territorio, sino [en] dejar fluir las circulaciones,
controlarlas, seleccionarlas buenas y las malas, permitir que la
cosa se mueva siempre, se desplace sin cesar, vaya perpetuamente
de un punto a otro, pero de manera tal que los peligros inherentes
a esa circulación queden anulados»

CAPÍTULO III

En las ciudades todo circula. La circulación, mejor


dicho el «proceso de movimiento, de desplazamiento o de
circulación de la gente y las cosas» es un concepto al que se
recurre asiduamente: es, por lo tanto una tópica. Así, podemos

«Enrique García»
«30»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

definir diversas formas, desde diferentes enfoques, de circulación:


(a) circulación urbana; (b) circulación comercial: (b.1)
circulación de los granos, y (b.2) circulación de la materialidad
fina del intercambio; (c) circulación económica: (c.1) circulación
monetaria estatal, y (c.2) circulación monetaria interestatal; (d)
circulación política; (e) circulación de las verdades; (f) circulación
de los méritos y los deméritos; y (g) circulación o pasaje del
pastorado a la gubernamentalidad.

(a)
CIRCULACIÓN URBANA

Procede «tomar... el caso de las ciudades» que hacia el


siglo XVII aparecían (a.1) con «una especificidad jurídica y
administrativa que las aislaban»; (a.2) «se destacaban por el
encierro, dentro de un espacio amurallado y estrecho»; y (a.3)
«se caracterizaban por una heterogeneidad económica y social
muy pronunciada»
El «encierro», el «enclave» de la ciudad, hacia los siglos
XVII y XVIII, representaba un grave problema que, hacia el siglo
XVIII, exigía un «desenclave espacial, jurídico, administrativo y
económico» que imponía «resituar la ciudad en un espacio de
circulación» Pero, ¿por qué «el problema de la ciudad era
esencial y fundamentalmente un problema de circulación»? Al
respecto, podemos remitirnos al texto escrito de «un tal
Alexandre Le Maître, con el título de La métropolitée» (La
metropolidad, o mejor dicho la capitalidad). Le Maître asimila el
Estado a un edificio que está compuesto por «tres elementos, tres

«Enrique García»
«31»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

órdenes ..., tres estamentos» característicos: los (a)


«campesinos»; los (b) «artesanos»; y el (c) «soberano y los
funcionarios» Obviamente, la comparación de la que se vale Le
Maître, no es, para nada, antojadiza. La toma para explicar que los
(a) «campesinos» ofician como «basamento» de un edificio,
como «los cimientos que están en la tierra, debajo de ella, que no
se ven pero aseguran la solidez del conjunto»; los (b) «artesanos»
ofician como «partes comunes, las partes de servicio del
edificio»; y los (c) «funcionarios del soberano y éste mismo»
ofician como «partes nobles, los sectores de habitación y
recepción» Con esta «metáfora arquitectónica», para Le Maître,
«el territorio también debe abarcar sus cimientos [el campo], sus
partes comunes [las pequeñas ciudades] y sus partes nobles [la
capital]» donde, respectivamente, deben «vivir todos los
campesinos [y sólo ellos] ..., todos los artesanos [y sólo ellos] ..., y
el soberano, sus funcionarios y los artesanos y comerciantes [y
sólo ellos] indispensables para el funcionamiento mismo de la
corte y el entorno del monarca» Pero, a renglón seguido, Le
Maître formula una metáfora de orden geométrico para
determinar la naturaleza de «la relación entre esta capital y el
resto del territorio: ... un buen país tiene, en suma, la forma del
círculo y la capital debe situarse en el centro de este» porque, de
lo contrario, no se «podrían ejercer todas las funciones que le son
propias» Sería preciso, entonces, «que la capital mantenga con el
territorio una relación estética y simbólica ... y también política,
en el sentido de que las leyes y ordenanzas deben tener en el
territorio una especie de implantación tal que ningún rincón del

«Enrique García»
«32»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

reino escape a esa red general constituida por las leyes y


ordenanzas del soberano»
El trabajo de Le Maître es utópico, pero contiene un
aspecto interesante: contiene «una definición de la ciudad, una
reflexión sobre la ciudad planteada esencialmente en términos de
soberanía ..., [cuya] relación ... con el territorio es lo primordial y
sirve de esquema ..., para]una serie de funciones ..., urbanas ...,
económicas ..., morales y administrativas» Le Maître nos
presenta una versión de soberanía que, por sus proyecciones,
también nos resulta atractiva, puesto que se propone «conectar la
eficacia política de la soberanía a una distribución espacial» Lo
que dice Le Maître, es que un «soberano, se trate de un colectivo
o de un individuo, es alguien que está bien situado dentro de un
territorio, y que un territorio bien controlado en el plano de su
obediencia al soberano es un territorio con una buena
disposición espacial» Esto quiere decir que la «idea de la eficacia
política» está ligada «a la idea de una intensidad de las
circulaciones» Y dice «a la intensidad de ... las ideas ..., las
voluntades y órdenes y también ... comercial» Lo que se refiere es
una idea anfibológica: idea «antigua» porque así se edificó la
soberanía en el curso de la historia, del tiempo; e idea, a la vez
«moderna» porque introduce la idea de «circulación» en el
espacio, es decir «por la superposición [intersección] del Estado
soberano, y el Estado territorial y el Estado comercial» que
trátase de entrelazarlos y fortalecerlos recíprocamente. El
problema de Le Maître estriba en «consolidar un Estado bien
capitalizado», es decir bien organizado en torno de una capital,
sede de la soberanía y que es, a la vez, comercial. Le Maître había

«Enrique García»
«33»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

pensado el ordenamiento de la ciudad en la «categoría más


general, más global del territorio» por referencia a algo más
grande que ella, el territorio.
Pero esto no es todo. Hubo otra manera de obrar, otro
modo de proceder, de planificar, por ejemplo, y de construir, ahora
en los hechos, una ciudad allí donde nada había. Los cánones,
hacia fines del siglo XVI y principios del siglo XVII, respondían,
por lo general, a la «famosa forma del campamento romano, que
en esos tiempos acababa de volver a utilizarse dentro de la
institución militar como instrumento fundamental de la
disciplina» El «campamento» supone «arquitecturar un espacio
[considerando que, en sentido lato,] la disciplina es del orden de
la construcción», o «el campamento es el diagrama de un poder
que actúa por efecto de una visibilidad general», y el
ordenamiento de las ciudades no está, aquí, ahora, pensado «a
partir de algo más grande que ellas, el territorio, sino a partir de
algo más pequeño, una figura geométrica que es una suerte de
módulo arquitectónico, a saber, el cuadrado o el rectángulo
dividido a su vez, por medio de cruces, en otros cuadrados o
rectángulos» En ese diseño, la ciudad que se está describiendo, se
sigue de un esquema adecuado para «el tratamiento disciplinario
de las multiplicidades en el espacio, es decir la constitución de un
espacio vacío y cerrado en cuyo interior se construirán
multiplicidades artificiales que se organizan según el triple
principio de la jerarquización, la comunicación exacta de las
relaciones de poder y los efectos funcionales específicos de esa
distribución» Lo que importa ahora, es «arquitecturar el
espacio», y no «capitalizarlo» según el esquema de Le Maître.

«Enrique García»
«34»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

Pero, esto, todavía tampoco es todo. En un solo ejemplo,


proporcionamos una «serie de casos» que atañen a los
«ordenamientos reales de las ciudades que existían
efectivamente en el siglo XVIII» En el ejemplo de «Nantes» se
procuraba «eliminar los amontonamientos, dar cabida a las
nuevas funciones económicas y administrativas, regular las
relaciones con el campo circundante y ... prever el crecimiento»
De la «ciudad como agente perfecto de circulación», el arquitecto
Rousseau derivó una metáfora consistente en que la refección
«tuviera ... forma de corazón», de tal suerte que fuera apta, así
como la sangre lo es para el corazón, «la buena forma debe ser el
soporte del ejercicio exacto de la [su] función» Pero ese diseño
simbólico, no sería, precisamente, el que prosperaría, sino aquel
que revistiera «una serie» de aspectos «precisos y concretos»
como el presentado por «Vigné de Vigny», a saber: (a) «higiene»;
(b) facilitación del comercio; (c) articulación de calles con rutas
externas; y (d) «permitir la vigilancia» Así, «se trataba de
organizar la circulación, suprimir sus aspectos peligrosos,
distinguir entre la buena y la mala circulación, maximizar la
primera y reducir la segunda» En el caso de Vigny no se trataba
«de construir dentro de un espacio vacío o vaciado ... que va a
construirse por entero» porque de tal suerte trabaja la disciplina,
sino que, ahora, la seguridad considerará «una serie de datos
materiales», de modo que no se reconstruya ese dato de manera
que sea «dable esperar un punto de perfección como en una
ciudad disciplinaria» «Se trabaja ... sobre datos naturales ... y
también sobre cantidades ... relativamente reducibles ..., pero
nunca por completo ... y puesto que jamás se las puede anular ...

«Enrique García»
«35»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

entonces trabaja sobre probabilidades que constituyen una


forma de gestión fundada en el estudio de experimentos
aleatorios, azarosos, libres de determinación, aunque no de fijeza.
De tal suerte, «en esos ordenamientos de las ciudades se
intentará organizar elementos que se justifican por su
polifuncionalidad» Se circula bien por las buenas calles donde
también circulan «miasmas», «enfermedades», mercaderías, y
hasta «amotinados» y «ladrones» Ora de carácter positivo, ora
negativo, lo que circula sería objeto de ordenamiento actual con
una proyección de futuro que consiste en «poner en juego todas
esas diferentes funciones de la ciudad» Un buen ordenamiento,
en términos de seguridad, supone la administración matemática y
estadística de esas «series indefinidas», de esas «series abiertas»,
formales, mediante las cuales sus correlatos ontológicos pueden
interpretarse (diagnóstico), preverse (prognosis), dirigirse
(gestión) y controlarse (vigilancia), aproximativamente, mediante
cálculo probabilístico En síntesis mientras «la soberanía
capitaliza un territorio y plantea el gran problema de la sede de
gobierno ..., la seguridad tratará de acondicionar un medio en
función de acontecimientos o de series de acontecimientos ..., la
seguridad remite a una serie de acontecimientos posibles, remite
a lo temporal y lo aleatorio ... que habrá que inscribir en un
espacio dado» El espacio es, así, un medio, EL MEDIO «necesario
para explicar la acción a distancia de un cuerpo sobre otro ...,
soporte y ... elemento de circulación de una acción» Es un espacio
de tipo newtoniano, y por lo tanto físico, antes que kantiano como
condición (pura) de posibilidad de la sensibilidad, sobre el que
Foucault sugiere la «medición», es decir las operaciones directas

«Enrique García»
«36»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

de medición, y las medidas obtenidas indirectamente por medio


de cálculo. Así, «el medio aparece ... como un campo de
intervención donde, en vez de afectarlos como ... cuerpos
susceptibles de prestaciones ... se trata de afectar ... a una
población»
Con la ciudad se hace patente algo fundamental: «la
irrupción de la ‘naturalidad’ de la especie humana dentro de un
medio artificial» de poder. Moheau, el teórico de la biopolítica, del
biopoder, vio «aparecer con toda claridad la noción de un medio
histórico natural como blanco de una intervención de poder ...,
muy diferente de la noción jurídica de la soberanía y el territorio
y también del espacio disciplinario» Ahora, el problema del
soberano «es algo que tiene que ver ... con la interferencia ... de
un medio geográfico, climático y físico con la especie humana, en
cuanto ésta, tiene un cuerpo y un alma, una existencia física y
moral; y el soberano sería quien tenga que ejercer su poder ...
donde la naturaleza en el sentido de los elementos físicos,
interfiere con la naturaleza en el sentido de naturaleza de la
especie humana; en ese punto ... donde el medio se convierte en
determinante de la naturaleza» Esto señala uno de los elementos
de la introducción de los «mecanismos de seguridad»: la
aparición de un «proyecto» que es una «técnica» política dirigida
al medio.
Si tuviésemos que sintetizar el sentido de todo cuanto
hasta aquí se ha dicho, podríamos decir que, «la función
estructuradora del espacio» reposa en el soberano del territorio,
quien, después de «fijar límites y fronteras», después de
delimitarlo, «se había convertido en arquitecto del espacio,

«Enrique García»
«37»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

disciplinado», y también en el regulador del medio que garantiza


la circulación en sus distintas manifestaciones.

(b)
CIRCULACIÓN COMERCIAL

(b.1)
CIRCULACIÓN DE LOS GRANOS
«La circulación de granos» fue una concepción
«teórica» propia de la fisiocracia. Es más, se considera que ellos,
los fisiócratas, la «impusieron al gobierno francés» a través del
«efecto multiplicador» Así, «el principio de la libre circulación de
granos puede leerse como la consecuencia de un campo teórico,
y al mismo tiempo como un episodio en la mutación de las
tecnologías de poder y en el establecimiento de la técnica de los
dispositivos de seguridad que... es característica o es una de las
características de las sociedades modernas»
Para Foucault «la libertad no es otra cosa que el
correlato de la introducción de los dispositivos de seguridad. Un
dispositivo de seguridad ... sólo puede funcionar bien con la
condición de que se dé algo que es justamente la libertad, en el
sentido moderno que [esta palabra] adopta en el siglo XVIII: ...
la posibilidad de movimiento, desplazamiento, proceso de
circulación de la gente y las cosas» Esta es la «facultad» que es
«menester entender y comprender como una de las facetas ..., de
la introducción de los dispositivos de seguridad ... cuando se
habla de libertad»: «la administración de los hombres que tiene

«Enrique García»
«38»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

en cuenta la libertad de los hechos en primer lugar. Eso es una


tecnología de poder»
Todas las cuestiones planteadas por la calle, el grano y el
contagio o la ciudad, la escasez y la epidemia, tienen algo en
común: «giran en definitiva, y en mayor o menor medida,
alrededor del problema de la circulación» Circulación como
«desplazamiento», como «intercambio», como «contacto»,
como «forma», como «dispersión», y también como
«distribución» Si la soberanía consiste en «conquistar nuevos
territorios, o ... conservar el territorio conquistado», la seguridad
del territorio, o bien la seguridad del soberano que reina sobre el
territorio, consiste en «¿cómo marcar el territorio, cómo fijarlo,
cómo protegerlo o ampliarlo?» que es el problema de Maquiavelo
porque «ese era el problema del príncipe en la realidad de su
poder territorial, el problema político de la soberanía» que marca
«el final de una era», «un momento culminante» Pero resulta que
aparece un problema muy distinto que consiste ya no en «fijar y
marcar el territorio, sino [en] dejar fluir las circulaciones,
controlarlas, seleccionar las buenas y las malas, permitir que la
cosa se mueva siempre, se desplace sin cesar, vaya
perpetuamente de un punto a otro, pero de manera tal que los
peligros inherente a esa circulación queden anulados» Esto
implica no ya la seguridad del príncipe y su territorio, sino la de la
población y de quienes la gobiernan. Estos mecanismos no
implican, en absoluto, «una relación de obediencia entre una
voluntad superior, la del soberano, y las voluntades sometidas a
ella. Se trata, por el contrario de hacer interactuar elementos de
la realidad» para instrumentalizar la anulación de los fenómenos

«Enrique García»
«39»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

sin prohibición y con los fenómenos mismos»: ponerle «un


límite» «Los mecanismos de seguridad no eligen para actuar el
eje soberano-súbdito, y tampoco adoptan para ello la forma de
la prohibición» Esos mecanismos «no tienden, como los de la ley
o los de la disciplina, la manera más exhaustiva posible, la
voluntad de uno a los otros. Se trata de poner de relieve cierto
nivel en que la acción de quienes gobiernan es necesaria y
suficiente» (STP, p. 87).

(b.2)
CIRCULACIÓN DE LA MATERIALIDAD FINA
DEL INTERCAMBIO

La ciudad mercado, que ya no es una ciudad


esencialmente territorial, sino funcional, no nace en el siglo XVII.
Pero, en ese momento, se convierte en el «modelo de intervención
estatal en la vida de los hombres» Este acontecimiento, comporta
«una pertinencia efectiva para la intervención del gobierno» Si
la gubernamentalidad del Estado se interesó en la materialidad
fina de la existencia y la coexistencia humana, en la materialidad
fina del intercambio y la circulación y, por primera vez, tomó en
cuenta ese ser y ese mayor bienestar y lo hizo a través de la ciudad
y sus problemas como la salud, las calles, los mercados, los granos,
fue porque en ese momento el comercio se concibió como el
principal instrumento del poder del Estado, y como el objeto
privilegiado de una policía que perseguía el crecimiento de las
fuerzas estatales.

«Enrique García»
«40»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

«Yo creo – dice Foucault- que, mucho más que ese


ingreso de la existencia humana en el mundo abstracto de la
mercancía, en el siglo XVII se manifiesta otra cosa: ... un haz de
relaciones inteligibles, analizables,[finas,] que permiten ligar ...
una serie de elementos fundamentales»: (a) «la formación de un
arte de gobernar», ordenado según el principio de la razón de
Estado; (b) «la búsqueda de una técnica de crecimiento de las
fuerzas estatales por una policía» que organizaría las relaciones
entre la población y la producción de mercaderías; y (c) «el
surgimiento de la ciudad mercado, con todos los problemas de
cohabitación y circulación como cuestiones situadas en la órbita
de la vigilancia de un buen gobierno» (STP, pp. 386 y 387), es
decir todo un movimiento de circulación como desplazamiento,
como intercambio, como contacto, como forma, como dispersión,
como aceleración, como lentificación, y también como
distribución.

(c)
CIRCULACIÓN ECONÓMICA

Cuando el gobierno entra en relación ya no con el medio,


sino con el acontecimiento acaecido en el medio, la circulación
adquiere la forma de circulación comercial, económica o política,
que es un «dispositivo de seguridad», del mismo modo que lo es
la «circulación urbana»
Foucault considera otro ejemplo, el fenómeno de la
«escasez, que no es exactamente hambre ... [, sino] ‘la
insuficiencia actual de la cantidad de granos necesaria para

«Enrique García»
«41»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

permitir la subsistencia de una nación’» Sintéticamente, «la


escasez» es «un estado [actual, presente] de penuria» cuya
evolución deviene prolongada y acentuada y, por lo general,
generatriz de «inflación», de alza persistente y prolongada de los
precios de los bienes y servicios, y de especulación, de
«acaparamiento». De ordinario, los gobiernos consideran a este
tipo de «acontecimiento» como «el tipo de acontecimiento que
debe evitarse» Durante «el gobierno francés de los siglos XVII y
XVIII» también se trataba de un «tipo de acontecimiento que
debe evitarse», al igual que «la revuelta urbana», ámbito donde
el problema de «la escasez» se muestra, por variadas razones, un
poco más intenso que en el ámbito rural. En suma, «la escasez» es
«flagelo» y «crisis» al mismo tiempo. «Flagelo» para la población
y «crisis» para el gobierno. La escasez puede desencadenarse por
(a) la «buena» o la «mala fortuna ... para un pueblo y un
soberano»; o por (b) la «mala índole [su condición después de la
caída] del hombre» si aparece como un castigo, o si aparece como
manifestación del «egoísmo» del hombre expresado a través de la
especulación, del «acaparamiento», de la «retención» de
mercaderías, cuyo efecto «intensifica el ‘flagelo’ y la ‘crisis’» Es
bajo estos «dos marcos generales», dentro de los cuales se
«piensa la escasez» ya como «concepto cosmológico político» o
como «concepto jurídico político» respectivamente.
Siendo así, «¿qué hacer con la escasez?» ¿Qué hizo «el
gobierno francés de los siglos XVII y XVIII?» Pues, «impedirla»
jurídico disciplinariamente por vía de legalidad y de reglamentos.
Impedirla cuando se instala e impedirla antes de que ello ocurra:
«prevenirla» de tal suerte «que no pueda ocurrir en absoluto».

«Enrique García»
«42»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

¿Cómo hacerlo?: conforme lo estipulan las «formas clásicas»: (a)


«limitación de precios» contra la inflación sin caer en el
abaratamiento ni en la deflación que hace caer la actividad
económica; (b) «limitación del derecho de acopio» contra la
retención, sin caer en la sobreabundancia que hacer caer los
precios; y (c) «limitación de la exportación» contra la «fuga» de
bienes del circuito del mercado interno sin caer en el aislamiento,
en la sobreoferta y en la deflación. Es decir: «toda una serie de
restricciones [regulativas] a los precios, el acopio, la exportación
y el cultivo» También un sistema de coacciones destinadas a la
siembra de cantidades mínimas y la prohibición de ciertos
cultivos. Todo esto supone montar un «sistema de vigilancia»,
por supuesto. Toda esta clase de regulaciones contra la escasez es,
sin lugar a dudas, «el gran principio político elaborado y
organizado de manera sistemática durante todo el período que
podemos llamar mercantilista, si entendemos por mercantilista
las técnicas de gobierno y gestión de la economía que
prácticamente dominaron Europa desde comienzos del siglo
XVII hasta comienzos del siglo XVIII»
Foucault se pregunta: «¿cómo van a ser las cosas en el
siglo XVIII, cuando se intenta desmontar este sistema?» Y
responde: «dentro de una nueva concepción de la economía, ...
que es la doctrina fisiocrática, ... la libertad de comercio y
circulación de granos ... el producto agrícola» (STP, pp. 50 y 51).

(c.1)
CIRCULACIÓN MONETARIA ESTATAL

«Enrique García»
«43»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

Las postrimerías del Imperio Romano, en 1648, marcan


el momento en el que se reconoce que el Imperio no es ya la forma
a través de la cual los Estados se fundirían alguna vez. Hacia ese
año, también se verifican dos hechos: (a) «la fractura» de la
Iglesia a raíz de la Reforma; y (b) no se requiere que los Estados
deban agruparse según su pertenencia religiosa. Dice Foucault
que «esas dos grandes formas de universalidad, la Iglesia y el
Imperio, perdieron su vocación y su sentido» Se está en presencia
de un tiempo políticamente abierto y de un espacio estatalmente
múltiple. Ahora se trata de unidades absolutas. Sin subordinación
ni dependencia alguna entre sí. Y esas unidades se afirman en un
espacio que ha pasado a ser «competencia y dominación
comerciales, un espacio de circulación monetaria, un espacio de
conquista colonial, un espacio de control de los mares, todo lo
cual da a la afirmación de cada Estado por sí mismo no sólo la
forma de la autofinalidad ..., sino la nueva forma de la
competencia»
«Policía y comercio, policía y desarrollo urbano,
policía y desarrollo de todas las actividades del mercado en
sentido lato: todo esto constituirá una unidad esencial en el siglo
XVII y hasta comienzos del siglo XVIII ... La policía no puede
desvincularse de una política de competencia comercial, dentro
de Europa» Se pregunta Foucault «¿cuál es el instrumento común
al equilibrio europeo y la organización de la policía?» Y
encuentra que es «la estadística» Mantener el equilibrio en
Europa precisa que cada Estado pueda (a) «conocer sus propias
fuerzas; y (b) «conocer, apreciar las fuerzas de los otros» para lo
cual se Establece una comparación y «se requiere ... un principio

«Enrique García»
«44»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

de desciframiento de las fuerzas constitutivas de un estado»


sobre: (a) cuál es la población; (b) cuál es el ejército; (c) cuáles son
los recursos naturales; (d) cuál es la producción; (e) cuál es el
comercio; y (f) cuál es la circulación monetaria que lo expresa;
todos elementos proporcionados por la estadística que puede
establecerse a través de la policía como depositaria del «arte de
desarrollar las fuerzas» y que comporta «el conocimiento [sobre
sí, y sobre los otros] del Estado sobre el Estado »
(c.2)
CIRCULACIÓN MONETARIA INTERESTATAL

«La razón de Estado», es decir «el conocimiento de los


medios idóneos para fundar, conservar y ampliar la firme
dominación sobre los pueblos» se delinea a través de dos grandes
conjunciones de saber y tecnología: (a) una tecnología política
diplomático-militar, empeñada en consolidar y desarrollar la
fuerza del Estado con un sistema de alianzas y con la organización
de un aparato armado; y (b) otra tecnología política, «la policía»
entendida como la totalidad de «los medios necesarios para
acrecentar, desde adentro, las fuerzas del Estado» Dice Foucault
que «en el punto de unión de esas dos grandes tecnologías, y
como instrumento común, es preciso situar el comercio y la
circulación monetaria interestatal; del enriquecimiento gracias
al comercio se espera la posibilidad de aumentar la población, la
mano de obra, la producción y la exportación, y de dotarse de
ejércitos fuertes y numerosos» Fue durante la época del
mercantilismo y en la época cameralista, que el binomio
población-riqueza fue el objeto privilegiado de la nueva razón

«Enrique García»
«45»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

gubernamental que constituye una de las condiciones de


formación de la economía política, y por ende de la circulación en
la corriente real de bienes y de la circulación monetaria externa
correspondiente que amplifica e intensifica aquella «dominación
sobre los pueblos» y de «enriquecimiento gracias al comercio»
Aquí, la circulación asume una función mejor explicada por el
concepto de «intercambio económico externo»

(d)
CIRCULACIÓN POLÍTICA

El problema político por excelencia, el problema de la


modernidad, el problema de la segunda modernidad –dice
Foucault- «creo que está absolutamente ligado a la población»
Mientras que durante el siglo XVIII el problema pasaba por la
economía política en aquellos temas de las finanzas «de
cuantificar las riquezas, medir su circulación, determinar el
papel moneda, saber si era mejor devaluar o, al contrario,
revaluar una moneda, mientras la cuestión pasó por establecer o
sostener los flujos el comercio exterior, creo que el ‘análisis
económico’ permaneció exactamente en el nivel de lo que
podríamos denominar análisis de las riquezas» Pero, «a partir
del momento en que fue posible incorporar al campo no sólo de
la teoría, sino de la práctica económica, ese nuevo sujeto, nuevo
sujeto-objeto que es la población, y esto en sus diferentes
aspectos, el demográfico entre ellos, pero también como papel
específico de los productores y consumidores, de los propietarios
y de quienes no son propietarios, de quienes crean ganancia y
quienes la extraen, creo que a partir del momento en que, dentro

«Enrique García»
«46»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

del análisis de las riquezas, se pudo incluir el sujeto-objeto que es


la población, entonces los efectos perturbadores que esto pudo
tener en el campo de la reflexión y la práctica económica, se dejó
de hacer el análisis de las riquezas y se abrió un nuevo dominio
del saber que es la ciencia política»
Ya en el campo del ejercicio del poder de policía, es
«objeto de la policía, la circulación como instrumentos
materiales que deben darse: la circulación de las mercancías y
los productos originados en la actividad de los hombres ...
[porque] el espacio de la circulación, es ... un objeto privilegiado
de la policía» Así, «la policía se ocupará de las rutas, de su estado,
de su desarrollo, de la navegabilidad de los ríos, o los canales,»
«el uso de los mares, los ríos y otros cursos de agua, los puentes,
las calles, las plazas públicas, los caminos y otros lugares
públicos» También circula la circulación misma, el cúmulo de
«reglamentos», de «restricciones», de «límites», de gestiones, o
de concesiones, internas o allende las fronteras, de las personas y
las cosas: «todo ese [ancho] campo de la circulación se convertirá
en objeto de la policía» La policía rige, por decirlo así, todas las
formas de coexistencia de los hombres entre sí y en su relación con
las cosas reales. Rige todas las formas significativas en el tramo de
interés económico de lo concerniente a la vida humana misma y
sus manifestaciones en el espacio de intervención, ya se trate de la
policía de seguridad, de la policía sanitaria, de la policía
aeronáutica, de la policía inmigratoria, de la policía aduanera, de
la policía bromatológica, o de la vigilancia epidemiológica, para
alcanzar con «la fuerza del Estado ... la felicidad de los
individuos» inclusive.

«Enrique García»
«47»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

(e)
CIRCULACIÓN DE LAS VERDADES

Durante la parte final de la Clase del 1º de marzo de


1978, Foucault se dispuso a examinar las contraconductas
pastorales. Establece cinco formas, a saber: (a) el ascetismo; (b) las
comunidades; (c) la mística; (d) la Escritura; y (e) la creencia
escatológica. La mística, una de las formas de contraconducta que
la Edad Media desarrolló en cinco formas principales que tienden
a redistribuir, invertir, anular y descalificar parcial o totalmente el
poder pastoral en la economía de la salvación, la economía de la
obediencia, la economía de la verdad, que son del ámbito del poder
pastoral, es el privilegio de una experiencia que escapa por
definición al poder pastoral. «Ese poder pastoral ... había
desarrollado una economía de la verdad que ... iba de la
enseñanza ... de la verdad, al examen del individuo» Tenemos
entonces: (a) «una verdad transmitida como dogma a todos los
fieles»; y (b) «una verdad extraída de cada uno de ellos como
secreto descubierto en lo recóndito de su alma» Con la mística hay
otro juego de visibilidad. «El alma no se deja ver por el otro en un
examen, a través de un sistema de confesiones: en la mística, el
alma se ve a sí misma ... en Dios y ve a Dios en sí misma» Escapa
al examen. Además, «en cuanto revelación inmediata de Dios al
alma, la mística también escapa a la estructura de la enseñanza
y a esa resonancia de la verdad desde quien la sabe y la transmite
hasta el receptor de la enseñanza» «La experiencia mística elude
toda esa jerarquía y esa lenta circulación de las verdades de

«Enrique García»
«48»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

enseñanza» Finalmente, «el camino de la mística» no va desde la


ignorancia al conocimiento: «pasa por un juego de alternancias»
(la sombra/la luz, la noche/el día). «Y en la mística la ignorancia
es un saber y el saber tiene la forma misma de la ignorancia»
Esto es bien distinto de lo que caracterizaba la pastoral: la
comunicación del alma con Dios pasa por el pastor o es controlado
por él, es el canal. En la mística, la comunicación, aún por el
silencio, es inmediata.

(f)
CIRCULACIÓN DE LOS MÉITOS Y LOS
DEMÉRITOS
Foucault entiende que la especificidad del cristianismo
se circunscribe al entramado de las nuevas relaciones de méritos y
deméritos, de obediencia absoluta, y de producción de verdades
ocultas, pero no pivotea sobre la salvación, la ley o la verdad
«La relación con la verdad en el pastorado cristiano no
es ... del mismo tipo que en la Antigüedad grecorromana»
Tampoco es «muy diferente de lo que ... en la temática hebrea»
Lo que más caracteriza al pastorado cristiano es una «forma de
poder» que en el respecto de la salvación desgrana «toda una
técnica de circulación, transferencia, inversión de los méritos»
De esa forma «instaurará un tipo de relación de obediencia
individual, exhaustiva, total y permanente» como «algo muy
distinto a la relación con la ley» No es, pues «la relación con la
salvación, la ley y la verdad» lo que caracteriza al pastorado
cristiano.

«Enrique García»
«49»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

Con respecto a la verdad, aunque «el pastor cristiano, la


enseña, y obliga a los hombres ... a aceptar una verdad
determinada; el pastorado produce una innovación ...,
introducir una ... técnica, a la vez de poder, investigación y
examen de sí y de los otros mediante la cual una verdad ... oculta
del alma, será el elemento a través del cual se ejercerá el poder
del pastor y la obediencia se asegurará la relación de obediencia
integral y pasará ... la economía de los méritos y los deméritos»
La individualización que propone el cristianismo es una
individualización por sujeción: una forma de poder
absolutamente nueva que trasunta modos específicos de
individualización cuya carta de presentación: (a) define un juego
permanente que, a cada instante, delimita «el equilibrio, el juego
y la circulación de los méritos y los deméritos»; (b) soslaya la
marcación de un «lugar jerárquico del individuo»; y (c)
promueve una red de servidumbres que implica la servidumbre de
todo el mundo con todo el mundo, al mismo tiempo que propicia
la exclusión del egoísmo como forma central La individualización
se alcanzará por «la producción de una verdad interior, secreta
y oculta» y no «con una verdad reconocida» Los procedimientos
de individualización puestos en práctica por el pastorado cristiano
y sus instituciones son: identificación analítica, sujeción,
subjetivación Para Foucault «la historia del pastorado implica ...
toda la historia de los procedimientos de individualización
humana en Occidente ... que es la historia del sujeto»

(g)

«Enrique García»
«50»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

PASAJE DEL PASTORADO A LA


GUBERNAMENTALIDAD

El pastorado es una instancia precursora. Constituye el


«preludio» de lo que Foucault ha llamado «gubernamentalidad»
como se prefiguró en el siglo XVI. El «esbozo» del pastorado es un
«preludio» a la «gubernamentalidad» que se da de dos maneras:
(a) el pastorado no pone en juego, ni el principio de la salvación, ni
el principio de la ley, ni el principio de la verdad y, sin embargo,
instaura otros tipos de relaciones bajo cada uno de ellos; y (b) el
pastorado constituye un sujeto cuyos méritos se identifican por vía
analítica, un sujeto atado a redes de continua obediencia, un sujeto
subjetivado por la extracción de verdad: «una verdad extraída de
cada uno de ellos como secreto descubierto en lo recóndito de su
alma» Todo ello: «hace que el pastorado sea ... uno de los
momentos decisivos de la historia del poder en la sociedades
occidentales»

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CAPÍTULO IV
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Las ciudades seguirán creciendo, sobre todo en los


países emergentes y en desarrollo. Actualmente, el 55 % de las
personas en el mundo vive en ciudades. Según uIIIn informe
de la Organización de las Naciones Unidas, se estima que esa
proporción aumentará hasta en un 13 % de cara al 2050, por
lo que el desarrollo sostenible dependerá, cada vez más, de

«Enrique García»
«51»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

que se gestione de una forma apropiada el crecimiento


urbano, especialmente en aquellos países de ingresos «per
capita» medios y bajos que, a la sazón, son los que liderarán
el proceso.
El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales
de Naciones Unidas, ha lanzado un documento que
pronostica que el 68 % de la población vivirá en regiones
urbanas en el mismo año de 2050. Ello se debe a que, parte
de la población mundial, desplazará de su lugar de residencia
a los habitantes de las áreas rurales, que se asentarán en las
ciudades. A esta predicción, se le deben unen las perspectivas
de un marcado crecimiento demográfico, según las cuales.
para aquella fecha, cerca de 2500 millones de personas más
vivirán en ciudades sensibles siempre dispuestas a
proporcionar las apropiadas respuestas que reclama el
movimiento urbanístico. Se prevé que ese aumento se
presentará de un modo forma dispar en términos de
localización geográfica. Además, algunas de las viudades
m+as concentradas urbes que actualmente presentan un
mayor tamaño, podría ver reducido su número de habitantes.
«La urbanización va a continuar y lo va a hacer más
rápidamente en los países de ingresos bajos y medios», señala
Lina Bassarsky, oficial de asuntos de población.
La población urbana ha aumentado de manera
exponencial, de 751 millones en 1950 a 4200 millones en 2018
y continuará con esa tendencia. Según el informe, el
crecimiento previsto estará altamente concentrado: el 90 %
tendrá lugar en los países de África y Asia, y tan solo India,
China y Nigeria representarán el 35 % con 416 millones, 255
millones y 189 millones de habitantes respectivamente.
Las áreas más urbanizadas son:

«Enrique García»
«52»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

Pero Asia, a pesar de su bajo nivel de urbanización


(cerca del 50 %) acoge al 54 % de la población urbana
mundial, seguida de Europa y África con un 13 % cada una.
En África, en contraste, predomina la población rural, con un
43 % de sus habitantes viviendo en las ciudades.
Hay ciudades que, en los últimos años, han
experimentado una disminución en el número de habitantes.
La mayoría de ellas se encuentra en países con bajas tasas de
fertilidad en Asia y Europa, pero la contracción económica, la
inmigración y los desastres naturales también han provocado
pérdidas de población. Esto ha ocurrido en las últimas dos
décadas, por ejemplo, en ciudades del este de Europa, en
países como Rumanía, Ucrania o la Federación Rusa. Sin
embargo, se espera que la tendencia se revierta de hacia
2030.
En cuanto a la población rural, se prevé que el
crecimiento lento que se observa desde 1950, alcance su
máxima expresión en unos pocos años: actualmente, este
segmento alcanza 3400 millones y se espera que, tras una leve
suba, se reduzca a 3100 millones en 2050. En el concierto
mundial, Asia y África acogen cerca del 90 % de la población
rural, junto con 893 millones de India, seguidos de los 578
millones de China.
Las mega ciudades son ciudades que presentan
núcleos de población de más de 10 millones de habitantes.

«Enrique García»
«53»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

Actualmente hay 43 ciudades de esta clase en el mundo. A la


cabeza de ellas, se encuentra Tokio, la urbe más poblada con
37 millones de personas, y, detrás de ella, Nueva Delhi con 29
millones. En este sentido, se observan distintas dinámicas. En
el caso de Tokio, se espera que la población empiece a
disminuir a partir de 2020, mientras que Delhi continuará
creciendo hasta convertirse en la ciudad más poblada en
2028.
No obstante, las mega ciudades no dirigirán el
crecimiento demográfico urbano, sino que serán las urbes con
menos de un millón de habitantes, especialmente en Asia y
África, las que liderarán la tendencia. Mientras que en las
primeras reside una de cada ocho personas, las últimas
acogen a cerca de la mitad de la población urbana mundial.
El informe pone de relieve que comprender cómo se
desarrollará el proceso de urbanización en los años venideros,
resulta fundamental para cumplir los Objetivos de Desarrollo
Sostenible.
La urbanización consiste en un proceso que tiene
que ver con los tres pilares del desarrollo sostenible: el
económico, el social y el ambiental. Entonces, nuestro
informe es una herramienta muy útil para los planificadores
de políticas urbanas de desarrollo en general.
El aumento de la población urbana, sobre todo en
los países de ingresos medios y bajos, que son los que lideran
la tendencia, implica prestar atención a aspectos como el
alojamiento, el transporte, la energía, los servicios educativos
y sanitarios y el empleo, para poder satisfacer las necesidades
de los ciudadanos. En este sentido cabe consignar que es
imposible generalizar en cuanto a los efectos derivados de la
urbanización, pues cada caso constituye un universo en

«Enrique García»
«54»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

distingo. Por ello, los gobiernos deben emprender políticas


que mejoren la calidad de vida tanto de los habitantes de las
zonas urbanas como de las rurales, al mismo tiempo que
deben fortalecer los vínculos entre ellas apartir de una
agestión científicamente asistida por un complejo axiológico
e ideológico concurrente. Se trata de que los frutos de la
urbanización favorezcan el carácter inclusivo propio de la
gestión de la hacienda pública, garantizando que todo el
mundo, independientemente de su lugar de residencia, tenga
acceso al trabajo digno, a los cuidados de la salud, a la
formación y al medio ambiente seguro.
Un evento para el cual este informe puede resultar
de sumo interés, es la implementación de una renovada
agenda urbana, que es justamente sobre que pivotean los
desafíos y las oportunidades que ofrece el crecimiento urbano
en un contexto de desarrollo sostenible. ¿Cómo es que se
clasifican las necesidades y por qué?: La clasificación de las
necesidades puede ser dispuesta en forma de cuadro; y de tal
manera presentada de un modo esquemático más apto para
su comprensión:

1= campo de las necesidades privadas (requieren la


intervención libre del mercado, no del poder público).

«Enrique García»
«55»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

2= campo de las necesidades sociales (requieren la


intervención coactiva del poder público, no del mercado).
3 + 4 = campo de las necesidades preferentes
(requieren la intervención no coactiva del poder público,
nunca del mercado).
2 + 3 + 4 = campo de las necesidades públicas
(requieren la intervención mixta del poder público, nunca del
mercado).

Las necesidades privadas se resuelven por el


intercambio en el mercado y dependen de la existencia de
títulos de propiedad sobre las cosas que han de ser
intercambiadas. Si un consumidor quiere satisfacer su deseo
de algún bien determinado, debe cumplir las condiciones de
cambio establecidas por aquellos que posean este
determinado bien, y viceversa. Es decir, está excluido del
disfrute de un determinado bien o servicio a menos que esté
dispuesto a pagar el precio estipulado. Esto puede ser
denominado el «principio de exclusión».
Son necesidades sociales las que sentidas y
ordenadas por los individuos, deben satisfacerse con bienes o
servicios que han de consumirse en cantidades iguales por
todos los sujetos del grupo político, de tal suerte que no
pueden excluirse de su satisfacción las personas que no
paguen por la percepción de utilidades derivadas.
Por lo tanto, tres son las notas distintivas que
caracterizan a las necesidades sociales, a saber:
1» las necesidades sociales, al igual que las privadas,
forman parte de los esquemas de preferencias individuales
(en el marco social el carácter diferencial reposa en el
comportamiento en un contexto grupal).

«Enrique García»
«56»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

2» la conjunción en la oferta de servicios o bienes


públicos con lo que se satisfacen las necesidades sociales (la
unidad de servicio, o el bien, es puesta a disposición de todos).
3» la generación de economías externas. Como tales
economías no son apropiables mediante la institución del
precio (mercado) no puede aplicarse en consecuencia, en el
disfrute de bienes y servicios, lo que se ha denominado
«principio de exclusión» (aquello que yo consumo y pago, no
lo consume otro).
Las necesidades sociales se resuelven por un medio
diverso al de las necesidades privadas, donde la satisfacción
obtenida por cualquier consumidor individual es
independiente de su propia contribución. Tal, al menos, es el
caso en que el consumidor individual no es sino uno entre
muchos y cualquier contribución que él pudiere hacer cubre
solamente una pequeña parte del costo total. Consideremos,
a título de ejemplo, cuestiones tales como una campaña
sanitaria que eleva el nivel general de la salud en toda una
región. Esta clase de servicios contribuye al bienestar de la
comunidad entera. Los beneficios que resulten de brindarlos
llegarán a todos los que viven en una región determinada
donde los servicios se prestan. Algunos podrá beneficiarse
más que otros, pero todos saben que sus beneficios serán
independientes de su contribución particular. Por tanto, no
puede contarse con una contribución voluntaria. El poder
público debe intervenir, requiriéndose una coacción. Sin
embargo, su satisfacción está sujeta al denominado
«principio de la soberanía del consumidor» La regla básica
consiste en que los recursos deberían asignarse en respuesta
a la demanda efectiva de los consumidores, determinada por
la preferencia individual y por la distribución real de la renta.

«Enrique García»
«57»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

Pero, ¿hay alguna otra clase de necesidades? Sí, las


necesidades que han sido denominadas «necesidades
preferentes». Esta categoría de necesidades crea problemas
distintos a los que hemos examinado precedentemente, pues
no se trata aquí de inducir la revelación de las preferencias
subjetivas, sino de negarlas (algo que está presente en
Dworkin), imponiendo paternalmente lo que se considera
una mejor estructura de gustos. Actualmente este campo no
se ha desarrollado en profundidad y plantea diversos perfiles
diferenciados de los que corresponden a las necesidades
sociales.
Las necesidades preferentes comportan una
subcategoría de las necesidades públicas. Tales necesidades
se atienden por servicios sujetos al «principio de exclusión» y
se satisfacen por el mercado dentro de los límites de la
demanda efectiva. Se convierten en necesidades públicas si se
consideran tan preferentes que se provee a su satisfacción
mediante el presupuesto público, además de lo que se provee
a través del mercado, y se paga por los compradores privados.
Los servicios públicos destinados a satisfacer las necesidades
preferentes incluyen partidas tales como almuerzos escolares
servidos con carácter público y la educación gratuita, entre
otras. Alternativamente, ciertas necesidades pueden ser
consideradas como indeseables, y puede desalentarse su
satisfacción mediante una imposición agravada, como en el
caso de las bebidas alcohólicas o el expendio de tabaco. La
satisfacción de las necesidades preferentes, por su misma
naturaleza, implica una interferencia en las preferencias del
consumidor. Las necesidades preferentes constituyen
«deseos tutelados», ya que ellos son influidos por el poder
público que actúa dirigiendo su satisfacción. Se diferencias de
los «deseos respetados» en que el poder público acepta las

«Enrique García»
«58»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

preferencias de quienes los formulan. El campo de los


«deseos tutelados» no sólo se extiende a todas las
interferencias públicas, como las preferencias de los factores
de producción (fijación de jornada legal de trabajo, y ahorro
forzoso: dos expedientes que en nuestro medio han sido
empleados perversamente y que en consecuencia han
afectado directamente nuestra persecución de la buena vida)
que constituyen actuaciones del poder público con las que se
alteran las elecciones espontáneas de las personas.
Los bienes que satisfacen las necesidades
preferentes se caracterizan:
1» por la dificultad que tienen las personas para
evaluar sus beneficios.
2» por la ayuda que su utilización puede prestar
para mejorar la distribución del bienestar.
3» por la presencia de algunas notas características,
propias de los bienes públicos (oferta conjunta, efectos
externos, bienes y servicios públicos).

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CAPÍTULO V

El mundo moderno no podría concebirse sin


ciudades. Se trata de concebir ciudades, centrales o
periféricas, indispensables para que el modelo
gubernamental encuentre un código de ambientación óptima
y funcional para la actividad económica y social de
poblaciones en permanente movimiento.

«Enrique García»
«59»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

Para ello hay que focalizar un requerimiento de base


propiciatoria. Las ciudades y las regiones urbanas rara vez
desaparecen, pueden transformarse y, sin embargo, siempre
se van construyendo sobre las huellas que sobreviven al paso
del tiempo. Nada es en ellas sin un movimiento de
adaptación. Esa configuración es la que determina y
condiciona a las poblaciones, a los pobladores y a las diversas
manifestaciones que en ella suceden. Por lo tanto, pensar el
ordenamiento físico y metafísico de un Estado, debería dejar
de no contemplar los procesos de desenvolvimiento evolutivo.
Apartarse de la realidad, o postergarla en el tiempo,
supone que las propuestas queden dentro de un marco de
utopía que deriva en un estado de cosas para nada plausible.
¿Cómo se pueden abordar nuevas formas de
pensamiento para gestionar el hábitat de una sociedad ante la
inminencia de las vísperas de un sobreviniente
transhumanismo en ciernes?
¿Esto es tan igual para el universo de los países
centrales cuanto para los emergentes y los subdesarrollados?
Pareciera que esta revelación estableciera la
causación histórica de las crecientes e insuperables
desigualdades.
¿No existen, acaso, singularidades regionales que
marcan y condicionan los diferentes derroteros que aquel
escenario crítico poco promisorio exigía? ¿Qué escenario
esperamos para los próximos 20 años? Mientras algunas
regiones han superado los avatares críticos de un
asentamiento poblacional espontáneo, otras
regiones también los sufren por la emigración, pese a una
modelación recurrente que respondió a una instanciación
improvisada de efectos no logrados.

«Enrique García»
«60»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

Las disparidades saltan a la vista y un criterio


posible de análisis podría asentarse en el estudio y la
propuesta de estrategias para regiones que denotan patrones
similares y realidades diversas, a pesar de sus
singularidades. Hay que trabajar sobre el caso de las regiones
de alta y baja complejidad crítica en el gran Buenos Aires, en
el Gran Córdoba, en el Gran Mendoza, en el Gran Rosario, en
el Gran La Plata y también en los dominios de grandes
acreencias insolutas en las pequeñas poblaciones y en los
asentamientos marginales.
Vamos a proponer un objetivo estratégico qué
consiste en desplegar un plan integral para todo el territorio
nacional y para los próximos 20 años, del cual se siguen
acciones estratégicas singulares y regionales con la
participación de los próximos 5 períodos gubernamentales
como idea fuerza de unidad de la diversidad en la gestión, con
la participación de los estratos nacionales provinciales y
municipales sin perjuicio para la gestión federalista, el
régimen republicano y de la autonomía institucional.
La irrupción de las modernas megalópolis, con su
elenco de particularidades inherentes a lo que podríamos
llamar «circulación y cambio de la complejidad urbanística,
demográfica de las partes y el todo» cómo continente de las
actividades, los recursos, los medios, y los productos, el
trabajo y sus tendencias sobrevivientes tanto en mega
regiones cuanto en las mini regiones infinitésimas que
derivaron en paradigmas de transformación común a gran
parte de las urbes latinoamericanas.
Los estados emplean mecanismos adecuados para la
satisfacción de la necesidad pública, para la redistribución de
la renta y para lograr la estabilidad económica. Para ello se

«Enrique García»
«61»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

vale de instrumentos estratégicos, algunos de los cuales son


paradores de los no deseado y otros facilitadores de lo
promisorio.
El área metropolitana de Buenos Aires pudo haber
sido mejor gestionada si, a su tiempo, se hubiesen establecido
políticas que acompañaran el lugar de asentamiento de los
pobladores o, en su caso, alternativamente, las desalentaran
mediante medidas atractivas en los lugares de destino
migratorio. Las migraciones internas y también las
internacionales, fueron toleradas sin orden ni
encuadramiento a las necesidades políticas del turno..
Cien años no fueron nada porque en ellos no se
operó cambio alguno que permitiera habilitar políticas
estratégicas de estado en las que confluyeran intereses
partidarios diversos, entidades públicas y privadas, ONG’S,
universidades y otros equipos de diversa naturaleza.
Desde hace unos cuantos años, nuestro país está
sumido en la desorganización, en la ausencia de
planeamiento, en la gestión de la improvisación, en la
devaluación del capital humano y el descontrol. Extremos
como el diagnóstico puntual exhaustivo y el replanteo
sistemático, van a encontrar un lugar para la estructuración
de infraestructuras, medios y fines, elementos e
instrumentos, regionalización, presupuestación, y
optimización... es inevitable.

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CAPITULO VI
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«Enrique García»
«62»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

Consideramos que los fenómenos de crecimiento


que diluyen los límites entre regiones, deben entenderse
como una mutación citadina y que la manera de articulación
de estas neo morfologías urbanas y funcionales que no
escapan de la dinámica socio-económica, espacial y
conceptual.
Para pensar ciudades-región del futurible y del
futurable, en condiciones de equidad y de calidad de vida
donde todos los ciudadanos gozan de la plenitud de derechos,
habría que comenzar por diagnosticar, reconocer y explicar
un nuevo paradigma de las mini/mega ciudades y regiones
críticas, para poder elaborar un modelo de gestión adecuado.
En ese sentido, la suma de ciudades que se van
aglomerando de forma espontánea, respondiendo a
necesidades funcionales, no condice con un orden de
integración y de planificación a escala ultra
metropolitana que es parte de una tendencia que marca la
financiarización no solamente monetarista de lo urbano y la
gestión de la crisis de los modelos dinamogenizadores.
¿Qué puede proponerse para encarar el «desorden
urbano» y, así, asegurar el carácter de los «territorios del
transhumanismo transmodélico»? Es difícil pensar en
mágicas recetas iguaalitarias para diferentes regiones, pero sí
podemos ensayar nuevos principios que, haciendo foco en los
casos singulares con proyección económica, política y social,
no pierdan el horizonte de un universo global donde los
límites del crecimiento y las fronteras físicas y virtuales se
vayan volviendo cada vez más difusas aún, a pesar de los
regionalismos que marcan la impronta de lo local en tensión
con lo global.

«Enrique García»
«63»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

Los pasos a seguir, para sostener este plan,


requieren:

¿Cuánto puede crecer una región sistémica?


¿Existen criterios válidos para limitar su crecimiento? ¿Se
absorben o se integran los aglomerados unos con otros, hasta
mutar en una gigantesca estructura funcional y
morfológicamente factible? Estas, y muchas otras cuestiones
surgen cuando al analizar la evolución de las megalópolis,
regionalmente concebidas y articuladas, se observan como
tendencias similares, comunes en todas ellas, conllevan un
fenómeno común: la expansión sin límites.
En la década de los 90, la problemática de la ciudad
difusa o dispersa era discutida en los foros académicos y
autores tales como Oriol Nel lo señalaban críticamente como
una característica duradera.

«Enrique García»
«64»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

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CAPÍTULO VII
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La ciudad sin confines fue, en sus orígenes, una


epifanía donde un paradigma megalomaníaco se patentizó en
gigantescas regiones urbanas cuya complejidad alcanzó
dimensiones inimaginables y condicionó el devenir que se
dijo de muchas maneras. Es, por tanto, una alternativa de
expansión que se instala tanto en las ciudades europeas,
cuanto en las latinoamericanas, produciendo una mutación
profunda en los procesos de urbanización y de
metropolización. Veinte años más tarde, era dable observar
que no sólo los procesos de crecimiento con límites difusos se
habían registrado en la mayoría de las ciudades
metropolitanas, en sus áreas satelitarias y en sus nodos de
influencia, sino que también en ellas mismas se verifican
tendencias de fusión e interconexión interna.
La revisión de los procesos en el contexto
latinoamericano puso en evidencia aquella misma situación
en Sao Paulo-Río de Janeiro, en Santiago de Chile-Valparaíso,
en Buenos Aires-La Plata, y en Rosario, que son algunos
ejemplos del incipiente avance de mega-regiones urbanas de
complejidad mega crítica.
En esos casos y, teniendo en cuenta el origen
colonial de esas ciudades, pueden rastrearse elementos que
comparte y permiten pensar de manera prospectiva, en el
desarrollo singular de los procesos de expansión.
En ese sentido, la ciudad metropolitana de Buenos
Aires sirve como ejemplo característico de lo dicho.

«Enrique García»
«65»
«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

Resulta interesante encontrar, a través de su


evolución, las pistas que conlleva la regionalización de lo
urbano mega crítico. Las investigaciones coinciden en señalar
que, desde los primeros estudios urbanos realizados
alrededor de 1930, y en adelante, se advierten las relaciones
de funcionalidad entre Buenos Aires y algunas localidades
aledañas que luego, en las décadas siguientes, quedaron
consolidadas como un primer cordón metropolitano,
rodeando la ciudad capital como bien lo señala Odilia Suarez,
en el Plan de Estética Edilicia (1925-28) se destaca que las
localidades mencionadas “no pueden quedar ajenas a los
intereses de Buenos Aires”; lo que en estudios posteriores se
remarcará como la necesidad de integración entre la
ciudad primada y su región. Aunque la misma autora sostiene
que sólo se explicitará la intención de
analizar como una unidad la región metropolitana,
recién en el Plan Director de Buenos Aires (1958-65)
elaborado por un organismo «ad hoc» en la municipalidad de
dicha ciudad. Es importante señalar que, si bien en este
estudio, las competencias de las oficinas de los planes
directores de los organismos implicados en el seguimiento de
las grandes conurbaciones, no sobrepasaban los límites
jurisdiccionales de la ciudad central. Así, a principios de la
década del '60, Buenos Aires traspasaba esas fronteras
conformando un compleja sistemática metropolitana.
Así como alrededor de 1930 se marcaba el primer
anticipo de expansión, mostrando la vinculación con las
localidades vecinas; treinta años después una segunda
anticipación del futuro, extendía los límites a un radio de casi
100 km. medidos desde el centro de Buenos Aires. Esta visión
del avance de los límites hacia una región metropolitana, ha
podido comprobarse en los inicios del siglo XX. Con el auge

«Enrique García»
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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

de las ciencias sociales y con el advenimiento de una sociedad


que anuncia la posterioridad capitalista metropolitana de
Buenos Aires, se definen límites englobando s la ciudad con
40 municipios circundantes.
Cabe señalar que en el antiguo plan director se
consignaba la necesidad de vigilar el crecimiento regional
escalar de magnitud. Para ello se propuso un esquema
progresivo de micro descentralizaciones. Evidentemente, la
problemática de la urbanización ilimitada ya estaba presente
en esos estudios, que terminaron de definirse, unos años
después, con el planteo del Esquema Director diseñado
para el año 2000. La traza de canales de comunicación vial,
junto a mejoras realizadas en el sistema de transporte público
de pasajeros, fungieron como factores decisivos para
incorporar nuevos territorios al nodo central de la ciudad.
En 1932 fue creada la Dirección Nacional de
Vialidad cuya actividad permitiría concretar la traza de
rutas interjurisdiccionales que, hacia 1940, prepararían los
efectos de una explosión monumental del Área
Metropolitana.
Con el paso del tiempo, esa expansión sin límites de
la mayor región urbana del país, arrastraría un problema
estructural jamás resuelto: el déficit crónico de las
infraestructuras de servicio y de vivienda. Esto se vislumbró
hacia fines de 1930, cuando el urbanista Carlos Della Paolera
observa que en el desarrolla de la aglomeración del Gran
Buenos Aires se daba un uso indiscriminado del uso del suelo
y una ausencia de control de edificaciones que avanzan
extendiendo barriadas en la que la provisión de los servicios
públicos elementales se dificulta y recarga los presupuestos
de las comunas suburbanas. Indudablemente, estas

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

apreciaciones se adelantarían a la problemática del hábitat de


una región que, a partir de 1940, comenzaría a poblarse con
asentamientos precarios y villas de emergencia que forman
parte de un paisaje suburbano que aun persiste.
La expansión desordenada de la urbanización que
cobra un impulso vertiginoso entre 1940 y 1960, se produce
en un contexto de industrialización regional, enmarcado por
la política nacional de sustitución de importaciones. La
industrialización y por la aceleración del crecimiento
demográfico de las corrientes migratorias provinciales del
interior del país y de los países vecinos que fue forjando el
carácter metropolitano mediante un sistema de transporte
público subsidiado estatalmente.
No debe olvidarse que en ese período se produce el
acceso masivo a la propiedad de la vivienda de los estratos
medio-bajos y medios de la población. En el caso de la
población de modestos recursos, a través de los loteos
populares en los barrios de la periferia, en tanto que las clases
medias eran favorecidas por el sistema crediticio y por la
construcción de edificios de propiedad horizontal. Por último,
los habitantes de los estratos más pobres recurrieron a
procedimientos de facto con el asentamiento en villas
miseria.
Hacia finales de los
'60, Buenos Aires
constituía la región
metropolitana más
poblada de la
Argentina con casi 7
millones de
habitantes, equivalente a un tercio de la población total del

«Enrique García»
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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

país, expandiéndose hacia un segundo cordón municipal, con


límites difusos entre las jurisdicciones urbanas y rurales. Esta
transformación territorial seguirá afianzándose en los
decenios posteriores, mostrando su hipertrofia creciente y
promoviendo el mayor de los desafíos posibles para conseguir
un adecuado ordenamiento espacial. Como se dijo, la
creciente la falta de planificación para evitar la promiscuidad
en el uso del suelo, ha ido reforzando el condicionamiento
crítico en torno de aspectos funcionales y ambientales que se
traducen en la vigencia de mecanismos de alta segregación
social. La estructura física regional quedó, desde un principio,
sellada por un esquema concéntrico y radial, asimétricamente
figurado merced a la impronta de la traza ferroviaria que
cimentó una de circulación con nodos urbanos de expansión
y servicios. A este esquema se le suma el vigor en el mismo
sentido de las líneas de transporte automotor de pasajeros. La
expansión de «tentáculos urbanizados» a lo largo de los
corredores de la comunicación ferrovial se manifestó, en la
década de los '80, como el resultado visible de una crisis
estructural entre la periferia y el centro. Se refuerza la
tendencia de múltiples deterioros en los bordes periurbanos
y en determinados puntos de las áreas centrales. Y es hacia
finales de ese decenio que las ciencias sociales junto al
advenimiento de una sociedad posterior al capitalismo se
produce el surgimiento de fragmentos urbanos, bajo el
formato de urbanizaciones privadas en un radio distante
entre 30 y 100 km. del centro capitalino. El proceso de
suburbanización insular, no sólo acrecienta la segregación
social, insinuada hacia ‘80, sino que incorpora nuevos
municipios integrantes de la región metropolitana.

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

En el presente siglo, la tercera y la cuarta corona


metropolitana
forman parte de esa
unidad funcional.
Por otra parte,
también puede
afirmarse que la
profundización de
la fragmentación territorial y la segregación social están en
línea con la expansión acelerada y sin límites y con las
políticas de ordenamiento que mantienen la centralidad de
Buenos Aires y acrecientan su área de influencia merced a las
tecnologías de comunicación.
En efecto, la región sigue creciendo apoyada en la
conectividad de los centros urbanos y en los sistemas de
transporte que reducen distancias en términos de duración.
De tal suerte, la expansión presenta estas características
notables: a) Incorporación fragmentos urbanos con solución
de continuidad. b) Conforma una estructura reticular que
articula centros urbanos independientes de sus jerarquías. c)
Desdibuja los límites interjurisdiccionales. d) Integra el
mercado como agente planificador. Esta síntesis de la
evolución de una mega región metropolitana ayuda a extraer
algunos elementos que desembocan en la situación actual,
Como se señaló, la unidad funcional entre la ciudad
metropolitana y los municipios de su área de influencia se
evidencia desde los albores del siglo pasado y se va
consolidando con un crecimiento territorial continuo. El
aglomerado metropolitano, además de sumar municipios,
aumenta su población por el flujo migratorio interno e
internacional, configurando el más nítido fenómeno de
hipertrofia urbana del país. Esta situación desequilibrada, si

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

bien fue detectada en los sucesivos planes para la región, no


pudo ser superada camino del ordenamiento territorial. Por
el contrario, puede afirmarse que las propuestas esbozadas
respaldaran esa expansión delimitando ejes de crecimiento
apoyadas en las tendencias de continuidad de la
urbanización. Un ejemplo de ello es la expansión de la ciudad
sin confines, es decir concebida bajo el paradigma de la mega
región urbana, una alternativa ilimitada en dirección
noroeste–sudeste, sustentada por una movilidad regional a lo
largo de tres autopistas y un tren de alta velocidad enlazando
determinados subcentros. La articulación entre la
planificación de los usos del suelo y de los sistemas de
transporte auspiciaba una franja costera de urbanización de
20 km. de ancho, a lo largo del Río de la Plata. La misma unía
la conurbación de la ciudad de La Plata, por el sur, y la ciudad
de Rosario y su aglomerado por el norte. En este último caso,
se traspasaban los límites político-administrativos
provinciales. Cabe destacar que el plan mencionado traduce
el contexto histórico y político en el que fue concebido: el
gobierno de facto de 1966, en donde la doctrina del control de
los territorios se plasmaba en la unificación de una de las
regiones de alto voltaje conflictivo.
En la planificación de una mega región subyacen
características muy similares a este esquema. El Esquema
Director del Año 2000 nunca llegó a implementarse. No
obstante, expuso dos cuestiones que merecen señalarse; en
primer lugar, aparece claramente definido el esquema de
mega región con la incorporación de las conurbaciones del
Gran Rosario y del Gran La Plata y, en segundo lugar, funda
la expansión metropolitana en la combinación de dos
sistemas de transporte interurbanos, los viales y los
ferroviarios, todos en dirección noroeste–sudeste. Puede

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

agregarse, además, que este estudio es el antecedente de otro


plan que tampoco se llegó a concretar: el Sistema
Metropolitano Bonaerense que comenzó con la firma de un
convenio entre el Gobierno Nacional y el Programa de
Naciones Unidas, de 1974, para el Desarrollo. Al igual que su
antecesor englobaba, en este esquema de ordenamiento
metropolitano, a las tres grandes ciudades portuarias:
Rosario, Buenos Aires y La Plata. Este planteo refuerza la idea
rectora de un eje fluvial-industrial y apunta a la
diversificación multipolar, desconcentra áreas saturadas y
ordena la dispersión del centro hacia la periferia,
proponiendo además la creación
de un ente de gobierno
metropolitano encargado de
limitar el crecimiento
desbordado a pesar de constituir
una de las preocupaciones
reveladas en los estudios y planes
desde mediados del siglo pasado
hasta el presente, que nunca
encontró una solución empírica
factible. Por el contrario, la
ciudad estallada esparce sus fragmentos en el territorio
materializando un desarrollo urbano desigual. Este fenómeno
se pone en evidencia con el aumento de áreas altamente
críticas en materia ambiental. El creciente déficit de
infraestructura y el crecimiento irregular del hábitat. Más
cercano en el tiempo, e inserto en el contexto del retorno a la
democracia, tenemos el Plan Trienal 1987-1991 reconoce
la extensión de la región hacia el oeste y propone el
funcionamiento de un anillo de circulación perimetral, para
fortalecer los centros y los subcentros y articular con los

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

corredores radiales. Al igual que en los casos anteriores, lo


que se observa no es una planificación que se anticipe al
problema socio-territorial sino a la inversa, se busca
solucionar el crecimiento cuando éste ya se ha manifestado
en severos conflictos ambientales. Si practicamos un balance
de propuestas confrontados con logros, es dable afirmar que
entre los '60 y los '70,
los esquemas de
ordenamiento estaban
influenciados por las
teorías inherentes a las
megalópolis. Este
enfoque era coherente
en un contexto político
en el que las dictaduras
esgrimían la doctrina de la seguridad nacional, para lo
cual era menester controlar el territorio desde la centralidad.
Sin embargo, pocos fueron los logros en acciones y obras,
salvo las infraestructuras de envergadura, dirigidas a la
construcción de puentes y autopistas. Se remarca que los
criterios para descentralizar y descongestionar las ciudades
de mayor rango jerárquico no alcanzaron su cometido. Por
otra parte, la ausencia de mecanismos de participación
ciudadana, las ciencias sociales y la edificación de una
sociedad posterior al capitalismo, en los planes fue
indudablemente uno de los escollos más relevantes para
impedir su implementación. Las principales debilidades del
sistema mega regional jamás fueron superadas por las
diferentes propuestas de la planificación gubernamental. La
ciudad metropolitana ha mantenido la máxima jerarquía de
centralidad, en tanto que los centros organizados alrededor
de las estaciones ferroviarias, han constituido un factor de

«Enrique García»
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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

peso en la expansión metropolitana mediante su articulación


con el transporte de superficie. Habría que agregar, también,
otro tipo de planeamiento que, siendo ejercido por agentes
privados, tuvo efectos mucho más impactantes, sobre el
territorio, que los planes estatales. Nos estamos refiriendo a
las acciones de planificación del mercado inmobiliario y a sus
consecuencias socio-territoriales. Podemos identificar una
primera oleada de suburbanización, entre 1940 y 1970, en
donde los agentes del mercado inmobiliario ampliaron los
suburbios con un proceso indiscriminado de loteos, sin
contemplar ni infraestructuras ni equipamientos básicos y un
avance de la auto construcción por parte de las clases de
menores recursos. Esta suburbanización «tentacular»
conforma la base territorial, sobre la que a fines de los '80 en
adelante se superpondrá una segunda oleada «insular» de
suburbanización, difusa y fragmentada. En esta segunda
instancia los protagonistas son también los agentes
inmobiliarios. Nuevamente, y con más fuerza, los procesos de
mercado definen el crecimiento y la morfología de una
metrópolis que muestra un patrón de expansión diferente,
basado en la superposición de capas urbanas y en una
estructura territorial híbrida que combina redes y lugares. De
tal suert que, cuando hablamos de la metrópolis sin confines,
estamos aludiendo a una mega región abarcada por un
fenómeno de mutación urbana.
¿Qué tienen en común ambos procesos? En
principio, que ensanchan los límites metropolitanos en forma
no planificada, acrecentando la mancha urbana, sin
desconcentrar las actividades de orden superior. En segundo,
lugar la expansión descontrolada va reproduciendo un
desarrollo geográfico desigual que fragmenta territorios y
crea situaciones de exclusión social. Por último, revela la

«Enrique García»
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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

ineficacia de las acciones estatales para encauzar el


crecimiento y generar condiciones de equidad. Es más, podría
afirmarse que, en esta lógica capitalista de planificar ciudades
y regiones, el Estado ha favorecido el auge de zonas
luminosas y ha dejado librado al azar el destino de las áreas
más postergadas que encarna un nuevo paradigma urbano
con final abierto. La cuestión de las fronteras de lo urbano
parece ser una de las claves para entender cómo se dibuja el
planeta en el siglo XXI, donde neo paradigmas hacen caer los
modelos pretéritos que nos condujeron a formas de
ordenamiento socio-territorial que empiezan a mostrarse
obsoletas o, cuanto menos, inadecuadas e injustas. Los
análisis críticos profundizan en aspectos teóricos sobre los
cuales se asientan las transformaciones metropolitanas,
describiendo conceptos tales como «post-metrópolis»,
«metápolis» , «megalópolis» «cosmópolis» «ciudades sin
confines» o, simplemente, «áreas mega críticas»
Una perspectiva de grandes extensiones
urbanizadas revitaliza el concepto de megalópolis, acuñado
en los '60. Pero, también, se nos intenta convencer acerca de
la desaparición de las distancias geográficas, enfatizando la
importancia de la dimensión temporal. La cartografía
divulgada en los medios de comunicación masiva presenta
mega regiones urbanas que se siguen multiplicando
esparcidas por todo el planeta. El capitalismo ha cerrado un
ciclo impactando en lo urbano con una mutación que
atraviesa dimensiones económicas, sociales, políticas,
ambientales y territoriales cuyo modelo se visibiliza no
solamente en los países centrales, sino también en los
periféricos. Se ha pasado de lo urbano a lo
metropolitano, pero esta última categoría ya evidencia su
tendencia a la aglomeración y a la formación de redes de mega

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

regionales urbanas, que en una nueva estructuración mundial


compiten o se complementan. Tal es el caso de la mega región
Buenos Aires-La Plata-Rosario y, en forma similar, la de Sao
Paulo–Río de Janeiro, o la de Santiago-Valparaíso en Chile.
El caso de la mega región de Buenos Aires, nos ha llevado al
replanteo de cuestiones tanto de orden territorial como de
orden social, porque dentro de este nuevo paradigma subyace
el tema de fondo de las desigualdades urbanas y de la
exclusión social. ¿Cuántos pueden decir que han transitado
todas las rutas, andado todas las calles, explorado todos los
senderos del centenar de trazas que se ensamblan como un
gigantesco rompecabezas, para integrar el mapa de un
Buenos Aires que crece desbordando todos los límites,
englobando en un acelerado proceso de metropolización a
ciudades y pueblos que hasta ayer tenían entidad física
propia, bien enmarcada por una orla de quintas, chacras y
estancias? Nadie puede ya sentirse ciudadano, con lo que ello
significa, en cuanto arraigo, solidaridad e identificación, de
una ciudad cuya magnitud excede la posibilidad de
conocimiento para la gran mayoría de sus habitante. Lo dicho
tiene un doble valor: científico y vivencial, ya que en este
momento la hipertrofia y la anomia de la mega región supera
las posibilidades de auto identificación de los habitantes y su
territorio. Esto agrega un componente más a considerar,
cuando se está intentando planificar una región urbana sobre
la base de condiciones de circulación y transporte, facilitantes
de su expansión ilimitada. La complejidad de una mega
región que tiende a fusionar conurbaciones, demanda una
propuesta que contemple tres aspectos primordiales: el
soporte ambiental, el soporte productivo y el soporte
territorial definido por la expansión y la densificación.
Pero además de ellos, requerirá de un planteo inicial político

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

y social, y no meramente tecnocrático y económico. En este


sentido, si bien los principios del nuevo urbanismo
insisten en pautar la planificación y el diseño urbano que
protege tanto el medio natural como el patrimonio
arquitectónico que permiten configurar ciudades con
contornos definidos y que las mismas tengan una escala
peatonal, no profundizan en la cuestión multi escalar que
atraviesa los niveles de ordenamiento territorial y de gestión
urbana.
Una propuesta acorde, con la realidad actual de las
regiones metropolitanas, debería definir qué es una
sociedad metropolitana y determinar qué actores
intervienen en los procesos de transformación y de gestión.
Por otra parte, al reconocer que estas regiones están
conformadas por conjuntos de centros de distinta categoría y
diferentes grados de desarrollo, habría que determinar
mecanismos para cualificar, potenciar o desarrollar las
condiciones socio económicas, territoriales y ambientales.
Pensar un nuevo paradigma de ordenamiento urbano
territorial demanda el reconocimiento de procesos multi
escalares, multi actorales y multi sectoriales. De tal manera
que, las decisiones urbanas, estructurales y estratégicas,
deberían ser abordadas desde una escala metropolitana pero,
a la vez, sincrónicamente, el desarrollo urbano local debería
ser tratado en las agendas municipales.
Mientras que cuestiones tales como la movilidad y la
accesibilidad urbana, el manejo de las cuencas hídricas, la
disposición de los residuos o la preservación de los recursos
ambientales requieren estudio y propuestas integrales a
escala de la región. La conectividad intra urbana, la
protección y diseño de áreas verdes, la erradicación de
basurales clandestinos, entre otros aspectos, demandan

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«ÁREAS MEGA CRÍTICAS»

estrategias específicas que se inserten en un marco de


planificación regional de múltiple escala. A su vez, el diseño y
manejo de escenarios que han quebrado la tradicional
dimensión ciudad-campo y local-global, plantea otro desafío:
incorporar un universo muy diversificado de actores con
requerimientos específicos contrapuestos.
De ahí que resulte más viable trabajar en
dispositivos para incorporar procedimientos consultivos y
deliberativos que probablemente demanden la relación
directa con los ciudadanos del nivel local, pero que a nivel
metropolitano requieran de formas democráticas
representativas.
Nos preguntamos, entonces, si los organismos
técnicos y políticos competentes, en estas cuestiones, se
encuentran debidamente preparados para enfrentar los
nuevos desafíos con propuestas estratégicas, en lugar de
planificaciones rígidas que jamás llegan a implantarse. No se
trata de una tarea sencilla, por el contrario, sería preciso
deconstruir antiguas modalidades de pensar y de actuar lo
urbano y lo metropolitano que han terminado por sentar un
estatus quo que no ha podido cristalizar, reconvertirse en un
siglo dominado por fuertes crisis políticas, económicas y
sociales.
Esto significa volver a pensar la relación político
urbanística como unívoca e indisoluble, significa también
incorporar la participación activa de los ciudadanos en las
instancias previas, paralelas y posteriores a cualquier
propuesta que involucre su hábitat y, finalmente, trabajar
sobre los dispositivos adecuados para que ello pueda
concretarse realmente y no quede en la mera argumentación,
tal como ha venido sucediendo durante todo este tiempo.

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