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Diánoia:

Di noia:

La originalidad en el pensamiento en A.L.


P. Cayetano Acuña Vigil
Universidad Nacional de Ingeniería, Universidad Nacional Mayor de San Marcos

percy@urbanoperu.com

La originalidad se define como algo “perteneciente o relativo al origen”. Cuando no se


trata de llamar la atención, sino que tiene que ver con nuestra propia impronta, con nuestro
registro personal, estamos en presencia de algo original. Aunque no sea novedoso, no
importa. Es original porque es propio.
La originalidad es una vuelta a los orígenes. La originalidad no busca el artificio ni la
conveniencia. La originalidad no radica en decir algo nuevo, sino en redescubrirlo y decirlo
todo como si nunca hubiese sido dicho por nadie.

Al respecto se ha señalado que la problemática de la originalidad constituye la primera


indagación cuando se trata acerca de la filosofía en la América Latina.

En el debate sobre este tema se ha sostenido una visión de que la filosofía, en A L. se ha


limitado a copiar el pensamiento de los europeos, sin que exista una escuela propia, o un
concepto original de valor.
En el mismo sentido se afirma que es imposible hablar de filosofía latinoamericana, por el
hecho de que tenemos nosotros, los latinoamericanos, un espíritu de colonizados. "Quien es
colonia por dentro concibe la libertad como cambio de dueño".
En una visión alternativa sería posible la elaboración de un pensamiento latinoamericano
ciento por ciento original, que surja de la meditación sobre la propia realidad y del olvido
de la filosofía europea, que se convirtió en una simple cultura ornamental en la América
Latina, considerándose que hasta ahora la cultura filosófica latinoamericana ha sido
tributaria del pensamiento europeo.
A partir del final de la primera Guerra Mundial, se viene sosteniendo que en L.A. se siente
la inminencia de dar a luz una nueva filosofía, perfectamente original. En este sentido para
A. Salazar Bondy, a pesar de que las condiciones de subdesarrollo hayan impedido hasta el
presente la formulación de una filosofía latinoamericana, será no obstante posible llegar a
ella, en la medida en que sean superadas las causas del atraso. Criticarlas a éstas es ya dar
comienzo a la mencionada filosofía.

En este sentido se considera que es posible hablar de filosofía autóctona toda vez que hay
en Latinoamérica una colectividad humana unificada por sentimientos, intereses e ideales
comunes, que desarrolla, a la luz de éstos, su acción histórica, y que la explicitación

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racional de este conjunto original, con la ayuda de la tradición filosófica occidental,
constituye lo que se puede llamar filosofía propia.

Se considera también que los latinoamericanos no pueden dejar de elaborar una filosofía
propia, que constituya asimilación crítica de los valores y de los conceptos heredados de la
cultura occidental, y que este proceso constructivo debe tener presente la aprehensión
emocional del mundo, que ocurre en la vivencia estética.

J.C. Mariátegui destaca que no existe un pensamiento característicamente latinoamericano


y preciso que si bien todos los pensadores de América Latina se han educado en la escuela
europea, no se siente en su obra el espíritu de la raza. Sin embargo, señala que cabe a los
pensadores latinoamericanos poder asimilar el pensamiento universal, que circula en la
filosofía europea.

La visión que considera que ya todo fue dicho es decretar la radical esterilidad del presente
y del futuro, negar, sin razones válidas, la virtud innovadora que palpita en toda época, y la
otra visión de esperar creaciones ex nihilo acusa ignorancia, porque la historia de la
filosofía da testimonio, en cada uno de sus instantes, de la continuidad y de la articulación
del pensamiento filosófico, que hasta en sus menores detalles cuenta con las adquisiciones
obtenidas y en ellas se apoya para perfeccionarlas y aún para contradecirlas". Lo esencial,
definitivamente, es que en nuestra espiritualidad la vocación filosófica llegó a adquirir
conciencia de sí y busca su expresión.

Se considera que es posible una filosofía latinoamericana en la medida en que, el hombre


iberoamericano descubra su origen. La originalidad, en filosofía, presupone dos cosas
básicamente: por una parte, conocimiento profundo del patrimonio filosófico de la
humanidad y, por otra, explicación de la forma peculiar en que, en el transcurso de la
historia, el hombre latinoamericano ha vivido su experiencia de ser, la cual, se caracteriza
por algunas notas particulares. Estas características expresarían la originalidad de la
filosofía latinoamericana.

Para F. Miró Quesada es indiscutible que se está formulando, hoy en día, una auténtica
filosofía latinoamericana, que recorre dos caminos: el de los que piensan, a partir de la
América Latina, los problemas universales de la filosofía y el de aquéllos que piensan, a la
luz de la filosofía universal, los problemas del hombre latinoamericano. Esta tarea está
siendo realizada por la "tercera generación" de pensadores latinoamericanos de este siglo,
siendo que la primera fue la de los "fundadores" (que hablaron por primera vez de "filosofía
americana", y la segunda fue la de los "consolidadores" (que formularon la problemática de
la autenticidad de esta filosofía

La tercera generación realiza este ideal recorriendo los dos caminos mencionados. Esta
generación, llamada técnica: nace en la segunda década del siglo XX aproximadamente.
Sus miembros asumen y dan continuidad al proyecto de la generación anterior, pero con la
ventaja de que ya la filosofía ha llegado a una primera madurez de disciplina normalizada,
sobre cuyas bases se puede pensar en la creación de una filosofía auténtica.

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El pensador mexicano L. Zea considera que es posible hablar de una "filosofía
latinoamericana como filosofía sin más", o auténtica filosofía. En la realización de esta
empresa se interpreto a los autores europeos, tratando de solucionar, a la luz de sus
pensamientos, la problemática L.A. Zea sostiene que varias generaciones trataron, a la luz
del pensamiento europeo, de solucionar la problemática básica de la libertad. En este
esfuerzo de negación de la servidumbre, surgieron trabajos de lo que se podría llamar una
auténtica filosofía de la historia latinoamericana, que fue la forma predominante adoptada
por la filosofía en nuestro continente. Para Zea en una sociedad en la que la libertad
continúa siendo puesta en riesgo, la preocupación central de tal filosofía debe ser la
conquista de la libertad.

En esta línea se ha postulado una filosofía latinoamericana como filosofía de la liberación,


y esta pasa a identificarse como la praxis liberadora de los oprimidos.

Otros pensadores afirman que en el proceso de asimilación de las ideas ajenas imprimimos
nuestras características, de acuerdo con el viejo principio de que todo lo que se recibe toma
la forma del recipiente, y que en esto consiste nuestra originalidad".

En esta visión la metodología que le permite a la filosofía latinoamericana caracterizar su


originalidad, sin caer en el extremo de una originalidad total parte del hecho de que la
meditación filosófica contemporánea ocurre preferentemente bajo la forma de discusión de
problemas y no como formulación de las grandes perspectivas transcendente y
transcendental, ni como construcción de sistemas.

Se parte para la formulación de un método que permita el análisis de la producción


filosófica latinoamericana como discusión de problemas, superando el vicio de la actitud
apologética, que condena o hipervaloriza autores, de acuerdo con las preferencias
axiológicas del estudioso y venciendo, por otra parte, la moda analítica, que reduce la
filosofía al estudio de los clásicos, sin reconocerles a los pensadores latinoamericanos la
capacidad para meditar sobre su propia realidad.

En esta visión se postula identificar el problema (o los problemas) que preocupan al


pensador, prescindiendo de la búsqueda de filiaciones a corrientes que le sean
contemporáneas en el exterior; abandonando la preocupación de averiguar si el pensador
interpretó adecuadamente las ideas de determinado autor extranjero, renunciando a la
confrontación de interpretaciones y, por lo tanto, al cotejo de la interpretación del pensador
estudiado con otras interpretaciones posibles, para escoger entre una u otra y ocuparse de
preferencia con la identificación de nexos y derivados, que permitan aprehender las líneas
de continuidad real de nuestra meditación.

La filosofía en América Latina en el siglo XX, Problemas y Corrientes: Enrique Dussel

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