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(UASD)
MAESTRANTE:
30 DE MARZO 202
Ciudad Universitaria, Distrito Nacional
República Dominicana
Introducción
Esta breve composición aborda los fundamentos de una nueva rama de la ética, la ética de la
tierra vista desde una perspectiva ecológica y sistémica que nos conecta a los hombres con los
demás seres vivientes, en un sentido de comunidad global. Se trata de un análisis del capítulo tres
3 del libro Los Caminos de la Ética Ambiental, titulado Un alegato ecológico, en el que Teresa
Kwiatkowska disecciona el ensayo La ética de la tierra escrito por Aldo Leopold y publicado
por primera vez en el libro "The Sand County Almanac", del año 1966.
Teresa Kwiatkowska
“Las tierras que se dejan abandonadas a la naturaleza (…) reciben el nombre de yermas, y los
son en realidad, porque el beneficio que se obtienen de las mismas es poco más que el de un
desierto estéril.ˮ John Locke (1632 – 1704), Tratado sobre el gobierno civil
Estas palabras indican que la tierra solo tenía valor instrumental, se apreciaba cuando beneficiaba
al ser humano. El significado que Locke le imprimó al uso de la tierra cambio con la explotación
intensiva de la misma.
Aldo Leopold (1887 – 1948), después de trabajar realizar trabajo de campo por varios años en el
manejo de los recursos forestales, concluyó que los reglamentos y las políticas conservacionistas,
no bastan para alcanzar una convivencia armónica del ser humano con el medio. Es necesaria
una “ética de la tierraʺ que compartan todos los ciudadanos y sobre todo los que trabajan la
tierra.
La “ética de la tierraʺ incluiría a los ecosistemas en la preocupación moral humana. “Una ética de
la tierra cambia el papel del Homo sapiens de conquistador de la Tierra por el de mero miembro
y ciudadano de ella. Ello implica respeto para sus semejantes y también para la comunidad como
talʺ
A diferencia de las tendencias religiosas o místicas que frecuentan los debates morales acerca de
las relaciones del hombre con la naturaleza, Leopold fundamenta su reflexión ética en la ciencia
de la ecología. Su tema ecológico y axiomático gira en torno del concepto de “comunidadʺ.
“Que la tierra sea una comunidad constituye el concepto básico de la ecología, pero el que se
deba amar y respetar a la tierra es una extensión de la ética.ʺ
Leopold parte del concepto de “comunidad bióticaʺ, considerando al ser humano como parte
intrínseca de la naturaleza.
Define la ética como un conjunto de reglas inventadas para enfrentar circunstancias tan nuevas e
intrincadas, o bien que abarquen reacciones en un futuro tan lejano, que una persona común no
puede predecir las consecuencias últimas de dichas circunstancias.
Considera a la ética como un proceso que forma parte de la evolución ecológica y una limitación
de la libertad de acción en la lucha por la existencia.
La ética de la tierra ensancha las fronteras de la comunidad para incluir suelo, agua, plantas y
animales.
Dentro de su reflexión ética, el ser humano deja de ser dueño de su medio y también un intruso
que perturba los ritmos de la naturaleza, para convertirse en miembro de la comunidad biótica.
Esto implica una responsabilidad moral no contemplada en la ética tradicional.
Leopold no cuestiona la ética tradicional, sino que propone su extensión a las relaciones de la
humanidad con la tierra y, por lo tanto, un cambio de contenido en la normativa tradicional. Así,
propugna un desplazamiento del centro del interés moral desde lo momentáneo e individual
hacia lo temporalmente más duradero y también hacia un círculo más amplio de bienestar.
Cada ampliación del círculo ético significa la entrada de un nuevo miembro a la comunidad
moral, un miembro que, considerado de una manera no instrumental, digno de respeto.
Según Leopold, la ética evoluciona desde las relaciones entre los individuos y la sociedad, hasta
la integración de la tierra.
De la filosofía moral de David Hume y Adan Smith, toma prestado el concepto de altruismo
como fundamento de los valores y juicios morales dentro de una comunidad social. Pero, más
que nada, los valores de la conservación de los recursos naturales y de la ética se desprenden de
la relación del ser humano con la tierra.
“La ética que complementa y guía la relación económica con la tierra presupone una imagen
mental de la tierra como un mecanismo biótico.ʺ
Quizás por esta razón, Aldo Leopold sostuvo que la ética presupone la existencia de una “imagen
mentalʺ de la naturaleza, porque uno no ama ni considera aquello que no conoce, no siente o no
comprende.
Propone una vuelta a una idea no normativa de la ética que evoca las enseñanzas de
Aristóteles. Una ética cuya tarea no consiste en moralizar, sino en iluminar a los seres
humanos acerca de quiénes son y qué hacen de hecho; una ética que es un espejo y no un
modelo.
Así debemos de entender el sentido de su famosa frase: “Una cosa es correcta cuando
tiende a conservar la integridad, la estabilidad y la belleza de la comunidad biótica; y es
incorrecta cuando tiende a lo contrarioʺ.
Debe ser un sistema ético moldeado por la ecología el que guíe nuestras acciones y las
políticas de administración y conservación de los recursos naturales.
La pirámide de la Tierra
Una ética para complementar y guiar la relación económica con la tierra presupone la existencia
de alguna imagen mental de la tierra como un mecanismo biótico. Podemos ser éticos solo en
relación con algo que podamos ver, sentir, entender, amar o en lo que podamos tener fe.
La imagen que se emplea sobre la conservación de los recursos naturales es “el equilibrio de la
naturalezaʺ. En tal sentido la imagen más próxima a la realidad es la pirámide biótica.
Una capa de plantas depende del suelo; una capa de insectos, de las plantas; una capa de pájaros
y roedores, de los insectos; y así a través de varios grupos de animales hasta la última capa,
formada por los carnívoros de mayor tamaño.
Cada capa consecutiva depende de las capas inferiores para comer, y para otros servicios, y a su
vez cada capa proporciona alimento y servicios a las de arriba. Ascendiendo en la pirámide, cada
capa consecutiva disminuye en abundancia numérica.
Las cadenas alimenticias son los canales vivientes que conducen la energía hacia arriba; la
muerte y la putrefacción la regresan a la tierra. Lo que hace a la estructura de la tierra y su
funcionalidad una unidad de energía.
La intervención del hombre con el uso de herramientas y maquinaria provoco una serie de
cambios alarmantes y violentos a una escala irreversible sobre los ecosistemas y el ambiente. Lo
que llevo a la recomposición de la flora y la fauna.
Los suelos que han sufrido deterioro en su almacenamiento o en la materia orgánica que los fija
se deslavan más rápido de lo que se forman. Esto es lo que conocemos como erosión de los
suelos.
Estas ideas en término global, plantean dos interrogantes: ¿puede la tierra ajustarse a sí misma al
nuevo orden?; ¿se pueden lograr los cambios deseados con menos violencia?
La tierra se recupera, pero hasta un reducido nivel de complejidad y con una reducida capacidad
de conducción para la gente, las plantas y los animales.
Esta deducción se opone a la corriente filosófica que asume que, como un aumento pequeño en
densidad enriqueció la vida humana, un aumento indefinido la enriquecerá indefinidamente.
Una ética de la tierra refleja la existencia de una conciencia ecológica, y refleja una convección
de responsabilidad individual por la saluda de la tierra.
Un grupo (A) considera a la tierra como suelo y su función como la producción de mercancías.
Otro grupo (B) considera la tierra como una biota y su función como algo más amplio.
Casos típicos.
En la silvicultura.
El grupo A está contento cultivando árboles, con la celulosa como el producto el producto
forestal básico. No siente inhibición frente a la agresión a la tierra; su ideología es
agronómica.
El grupo B lo ve como algo diferente de la agronomía porque emplea especies naturales y
maneja un ambiente natural. Prefiere una reproducción natural. Se preocupa por los aspectos
bióticos y económicos del terreno, como la perdida de especies, y funciones forestales
secundarias (la fauna silvestre, la recreación, las cuencas, las áreas vírgenes)
En la fauna silvestre.
Para el grupo A, las mercancías básicas son el deporte y la carne: las medidas de la productividad
las cifras de caza y pesca. Para ellos la propagación artificial es aceptable como un recurso si
el costo por unidad lo permite.
El grupo B se preocupa por una serie de cuestiones bióticas colaterales. Y surgen cuestiones
como:
La crisis ecológica se impone día a día. Su manifestación más evidente es el cambio climático:
elaumento de calor en la atmósfera, que ha sido de 0.74% desde el inicio de la Revolución
Industrial hasta nuestros días, y es consecuencia de la acumulación atmosférica
Todo se debe al uso excesivo que hacemos de los recursos de la Tierra. Nos creemos sus dueños
y los seres más importantes, con derecho a devastarla para satisfacer nuestras necesidades.
Hemos ignorado por completo las necesidades de los otros seres vivos. Como bien dijo el
historiador Lynn White (1967), la causa de la crisis ecológica está en nuestra cultura
antropocentrista abusiva: nos hemos considerado el centro único y supremo, la especie más
importante, con derecho ilimitado a reproducirnos y disponer de todos los recursos terrestres.
Es urgente contar con una ética ecológica, con una valoración radical del conjunto de los seres
vivos, como la que estuvo presente durante todo el Neolítico y ha perdurado en sabidurías
tradicionales como el Tao, el budismo, en San Francisco de Asís, en varias tendencias filosóficas
del Renacimiento (Villoro, 1992) y en el pensamiento de Albert Schweitzer (1935). O sea, hay
que recuperar las visiones holistas de la vida, pues estamos insertos en el gran todo de lo vivo.
Por tanto, el humano no sobrevive sin el resto de los seres vivos. Los humanos no somos
autosuficientes por nuestra razón, como ha creído la tradición filosófica e incluso la religiosa,
sino que somos seres relativos, insuficientes y necesitados, estamos en íntima relación con la
totalidad de elementos que hacen posible la vida: el clima, la tierra, los ecosistemas, etc. En
pocas palabras, los recursos naturales nos conforman y permiten o entorpecen nuestros
proyectos.
Conclusión
Hasta la primera mitad del siglo 20, la ética se pensaba como una disciplina filosófica que solo
concernía el comportamiento humano, sin embargo, con la divulgación de este ensayo, La ética
de la tierra, se inicia un debate sobre los nexos de la ética con los seres vivos y los ecosistemas
bióticos.
Como escribe el mismo autor, "la ética de la tierra, sencillamente, extiende las fronteras de la
comunidad para incluir los suelos, las aguas, las plantas y los animales; dicho de otro modo, la
tierra".
Los argumentos de Aldo Leopoldo abogan por la defensa de la tierra y los deberes que tenemos
los seres humanos con la preservación de la flora y la fauna.
Según sus planteamientos, todos los seres vivos no humanos, serían sujeto de derechos.
La cuestión de la ética ambiental nos aporta una nueva valoración sobre las perspectivas que los
seres humanos hemos concebido sobre la naturaleza y los elementos múltiples que la conforman,
más allá de los aspectos económicos que se desprenden de la explotación de los recursos
naturales.
Referencia
Issa, J., & Kwiatkowska, T. (1998). Los Caminos de la Ética Ambiental. Una Antología
de textos contemporáneos. Ciudad de México: Plaza y Valdés