Apuntes Norbet Elias “La civilización de los padres” – Tema: Sociogenesis de las relaciones
entre padres e hijos.
Capítulo I: Descubrir a los niños significa, en última instancia, darse cuenta de su propia autonomía. Se puede descubrir que los niños no son simplemente adultos pequeños. La reflexión más profunda acerca de las necesidades características de los niños es, en el fondo, el reconocimiento de su derecho de ser comprendidos y apreciados en su carácter propio. A los niños se les reconoce, no obstante su dependencia, una alta dosis de legalidad propia como grupo de miembros de esta sociedad. Esta relación exige de los padres consideración y reserva, de civilización. Relación padre hijos una alta proporción de compromiso emocional y reconocimiento de la autonomía. Nos encontramos en un período de transición en el cual unas relaciones de padres e hijos más viejas, estrictamente autoritarias, y otras más recientes, más igualitarias, se encuentran simultáneamente, y ambas formas suelen mezclarse incluso en las familias. Lo decisivo es qué función tienen los niños para los padres y viceversa. El hecho de que los niños tienen fuertes necesidades instintivas, formas prematuras de sexualidad ha llegado de nuevo a la conciencia de los padres tan sólo en el siglo XX y a través de los descubrimientos científicos de Freud. Particularmente en los siglos XVIII y XIX, entre las personas adultas la sexualidad estuvo relegada tras las bambalinas de la vida social. El que los adultos divulgaran que los niños eran libres del pecado de la sexualidad, correspondía al pudor al pudor inexpresable de los adultos frente a su propia sexualidad. Los padres tenían que preguntarse permanentemente por qué sus hijos representaban rasgos que no correspondían a la carácter angelical atribuido como norma a los niños. La discrepancia entre ideal y realidad conllevaba a castigos y medidas conducentes a disciplinar resultaran especialmente severas. Primero hubo una fase en cuyo curso los adultos trataban de esconder el carácter apasionado y fuertemente animal de la naturaleza infantil en relación con el creciente control de sus propias pulsiones animales; luego siguió una fase en cuyo curso fueron redescubiertas ala peculiaridad de los niños y, como una de sus facetas, sus impulsos por lo pronto poco domados con la ayuda de disquisiciones científicas. Los padres greco-romanos y medievales no se preguntaban, como en la actualidad ocurre con creciente frecuencia: ¿No estaré cometiendo errores en mi comportamiento en la relación con los niños? ¿No les estaré causando daño, haciendo esto o aquello?. Padres de hoy en día tienen al menos un conocimiento básico acerca de la peculiaridad de los niños, es decir, sobre las diferencias entre la estructura de la personalidad infantil y adulta. La relación entre padres e hijos es una relación de dominio, una relación de dominio con un balance de poder extremadamente desigual. Las oportunidades de poder de los padres son muy grandes, comparadas con la de los niños, en especial frente a los párvulos. En sociedades como las nuestras, difícilmente habrá otro tipo de relación en la que los diferenciales de poder entre hombres interdependientes sean tan grandes como en la relación padres-hijos. También se presenta una reciprocidad de las oportunidades de poder. los hijos incluso los recién nacidos, también ejercen un poder sobre los padres. el nacimiento de los hijos obliga a que los padres reorganicen sus vidas. Los niños cumplen una función para sus padres representan el cumplimiento de determinados deseos y necesidades. En las sociedades anteriores los padres solían “producir” hijos ciegamente sin ningún deseo concebían hijos que para ellos no tenían ninguna función. por lo tanto, estos niños contaban con oportunidades muy reducidas en relación con sus padres; todo el poder estaba en manos de éstos. En el presente se ha vuelto común una leyenda que hace aparecer las cosas como si el amor y el afecto de los padres para sus hijos fuese algo dado por naturaleza, y además se presenta como sentimientos uniformes y permanentes que perduran toda la vida. Se asume un deber ser social como algo real y naturalmente dado. El abandono y asesinato de párvulos en tiempos pasados no fueron en el fondo otra cosa que una forma cruel de control de la natalidad. Los adultos se imponían menos restricciones frente a los niños que en la actualidad, en lo concerniente a sus propias pulsiones. Historiadores contemporáneos en este contexto hablan del “abuso” de los niños en tiempos pasados. Pero ésta también es una proyección de criterios actuales sobre sociedades que no registraron las mismas condiciones de vida. Por mucho tiempo, además, las autoridades estatales carecían de leyes y órganos ejecutivos que pudieran haber sido empleados en la protección de los niños. En tiempos pasados el poder de dominio de los padres, era mucho menos limitado que hoy. Necesidad de una teoría de la civilización como marco de referencia, para soportar la relación padres-hijos historiográficamente. En la sociedad medieval, al igual que en otras sociedades anteriores, los niños pertenecían al mundo de los adultos, sus padres y maestros no guardaban secreto alguno ante ellos. sólo los absolutamente ricos podían permitirse dar una cama propia a sus hijos. No se consideraba tampoco la posibilidad de separa a los niños de los adultos reservándoles un cuarto propio de la vivienda. Los cambios en los hábitos de habitación simbolizan de manera extraordinariamente plástica los cambios en las relaciones humanas, en este caso en las relaciones de padres e hijos. En la época moderna, el niño paulatinamente resulta apartado del mundo de los adultos y es remitido por muchos años de su vida a una especie de isla juvenil de la sociedad. Se reconoce que el niño no está preparado para afrontar la vida, que es preciso someterlo a un régimen especial, a una cuarentena, antes de dejarle ir a vivir con los adultos. La familia deja de ser únicamente una institución de derecho privado para la transmisión de los bienes y el apellido, y asume una función moral y espiritual; séra la encargada de formar los cuerpos y almas. visión de Aries En las ciudades medievales había niños en abundancia, al igual que pobres dispuestos a trabajar. Tesis de Aries: Mientras el niño de la sociedad tradicional era feliz porque tenía la libertad de tratar con muchas clases y edades, a comienzos de la época moderna se ha “inventado” un estado especial, a saber, la infancia; esto condujo a una idea tiránica de la familia que tuvo como efecto la destrucción de la amistad y la sociabilidad y que a los niños no sólo se les quito la libertad, sino que por primera vez les hizo conocer el fuete y el calabozo. De Mause piensa de manera totalmente contraria a Aries, no hay romantización del pasado ni se piensa que era mejor. En una primera fase, el sentir sociógeno en este ámbito se limitó a los sentimientos de pudor y de vergüenza que experimentan los hombres al permanecer durante esas acciones al alcance visual, auditivo y olfativo de otras personas que no pertenecían a la propia familia. Los baños dejaron de estar en los patios y pasaron estar dentro de la casa. A los niños pequeños hay que enseñarles que debe sentir pena si no limita sus necesidades naturales exclusivamente al lugar del apartamento que aísla al individuo y que está especializado en esta función. Este proceso de civilización de todo niño, la educación para alcanzar una medida bastante alta de autorregulación, por lo común dura varios años. Contrario a la sociedad campesina simple donde no se necesita un complicado sistema de canalización para quitar los desechos humanos de la vista y del olfato de los hombres. Se puede ver bastante claramente el hecho de que muchos problemas de la relación padres-hijos del presente son problemas de civilización. Se puede seguir con detalle cómo aumentó paulatinamente entre los seres humanos el pudor frente a los contactos físicos demasiado estrechos. El crecimiento de la riqueza social posibilitó al mismo tiempo la creación de condiciones de vivienda que se correspondían con este sentimiento. Este suceso deja ver de modo relativamente sencillo el impulso amplio y nada simple de individualización de la época moderna. Los niños tempranamente aislados y la fuerte restricción del contacto físico con los padres pueden cumplir una función como preparación para el alto grado de individualización que hoy se espera de los adultos en las sociedades industriales. Cuanto más compleja y diferenciada se va haciendo la sociedad de los adultos, más prolongado y más complejo se va haciendo también el proceso de transformación civilizatorio. Puede discutirse si los modelos actuales de la educación escolar y universitaria son apropiados como preparación de los jóvenes para la vida concreta que les espera como adultos en nuestras sociedades. Pero difícilmente se puede dudar del requerimiento de un horizonte de conocimiento muy amplio y de una capacidad diferenciada de autocontrol, de regulación afectiva, para poder sostenerse como adulto en sociedades de este tipo y para poder cumplir funciones para sí mismo así como para otros. Aprender estas habilidades requiere una ocupación parcial en el marco de alguna institución fuera de la familia, por lo común la escuela. Estamos ante un síntoma de una desfuncionalización parcial de los padres. La interacción de las acciones planeadas de muchos hombres resulta en un desarrollo de las unidades sociales por ellos conformadas, que no ha sido planeado por ninguno de los implicados. Los movimientos de ascenso de las capas sociales -y en ocasiones también de pueblos enteros- van con frecuencia de la mano de tendencias de autocontrol y autocoacción, es decir “puritanas” compartidas colectivamente. El ascenso del canon moral secular -como correlato del ascenso social de algunas capas burguesas- estuvo acompañado por angustias de estatus que actuaron como motor de la represión que ahora cubría todo el ámbito de la sexualidad. Esta epidemia de moralidad no fue planeada: ella estuvo relacionada con cambios sociales más amplios que aquí sólo se pueden indicar brevemente, señalando el movimiento de ascenso y las angustias de estatus de las capas burguesas. Puede decirse que en los Estados industriales más desarrollados en la actualidad, muchos grupos pequeños o también parejas individuales e individuos ensayan un distanciamiento de los tabús convencionales y buscan descubrir cómo se pueden manejar los problemas que en ese camino surgen y cuáles podrían ser los rasgos convenientes de un nuevo canon. El decaimiento paulatino de las posturas ostentosas y de los símbolos de respeto en el trato de los niños con sus padres resulta sintomático de una disminución de la desigualdad en la relación entre padres e hijos. Éste es el resultado no planeado de cambios ampliamente ramificados en el conjunto de las sociedades estatales más desarrolladas. La renuncia cada vez más extendida al empleo de la violencia física como forma de represión de los niños por parte de sus padres, se debe en parte es forzada mediante la legislación estatal. Un relajamiento de las barreras de respeto en el trato entre padres e hijos, o sea una informalización, va de la mano con un fortalecimiento de la prohibición contra el uso de la violencia física en las relaciones interfamiliares. Es educación libre de violencia genera consecuencias de amplio alcance para la estructura de la personalidad de los seres humanos en proceso de crecimiento. Las relaciones familiares frecuentemente son presentadas como base de todas las relaciones sociales de los hombres. La estructura de la familia, la forma socialmente dada de la relación entre marido, mujer e hijos, se modifica en relación y en correspondencia con los cambios que experimenta la sociedad amplia de la cual forma parte. Cuanto más bajo es el promedio social de hijos por familia tanto más valiosos se van haciendo los niños, no solo para los padres sino también para la respectiva sociedad en general. deA lo largo de los siglos, esta última ha asumido un número cada vez mayor de funciones que antes recaía sobre el grupo familiar. La familia de nuestros días ha cedido a otras instituciones, ante todo al Estado, muchas de las funciones que antes definían en parte su carácter. resaltando las funciones afectivas y emocionales reciprocas. Democratización del poder entre hombres y mujeres, es más simétrica. La perspectiva anacrónica en la representación idealizada de la relación padres-hijos, así como de las relaciones familiares en general, es uno de los mayores obstáculos que se opone a un manejo más adecuado de los problemas familiares contemporáneos.