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DESARROLLAR COMPETENCIAS TRANSVERSALES EN EDUCACIÓN

(Resumen del libro COMPETENCIAS TRANSVERSALES. Contrafuegos para un modelo


educativo instrumentalizado, 2011)

JORGE SERVÍN JIMÉNEZ

docjorse@hotmail.com

INTRODUCCIÓN

Las diferentes reformas y cambios que vivió el sistema educativo nacional en la


última década se han fundamentado en el enfoque por competencias, a tal grado
que en la actualidad se puede evidenciar un exceso de uso sobre este enfoque
que domina el discurso educativo.
Sin embargo se han realizado diversas críticas a este mono modelo de educación.
Por ejemplo Prudenciano Moreno crítica la injerencia de este concepto con nula
tradición y fundamento pedagógico, pues sus bases se encuentran en la
economía. Por tal razón la tendencia sería formar para la productividad, la
competitividad económica, la eficacia y la eficiencia.
Ronald Barnett en su obra Los límites de la competencia. El conocimiento, la
educación superior y la sociedad (2001) ven en este cambio, refiriéndose a la
educación superior, un signo de retroceso en la autonomía y la calidad del trabajo
universitario. La educación superior, sostiene, ha pasado de ser un bien cultural a
un bien económico.
Por su parte Nico Hirtt plantea una pregunta interesante ¿con el modelo de
competencias, buscamos formar trabajadores competentes o ciudadanos críticos?
Este autor argumenta que con el enfoque competencias se participa de un vasto
proceso de instrumentalización de la escuela al servicio de la economía en busca
de la desregularización y la dualización social, aunado a ello, con este enfoque se
da un severo abandono de los saberes dando mayor importancia al saber-hacer,
es decir al proceso instrumental, por tal motivo concluye que el modelo por
competencias es sin duda defendible, pero con las condiciones actuales del
funcionamiento de la escuela y de la sociedad es impracticable.
La constante en estas críticas es que la mentalidad instrumental anima el enfoque
por competencias y se deja de lado lo fundamental que define al proceso
educativo: la formación integral de los individuos para ser ciudadanos más
humanos que saben analizar, decidir, planear, exponer sus ideas y abrirlas a los
otros, pero que procuran por los otros y por la naturaleza, teniendo una
participación activa sobre la sociedad en la cual viven para mejorarla fomentando
una sociedad con rostro humano.
Si continuamos con un enfoque por competencias que sólo potencie la esfera
instrumental en la formación de los individuos no será posible lograr una
educación inclusiva, integral, y pensada para formar una ciudadanía crítica y
solidaria.

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Incluso debemos recordar que cuando hablamos de educación, nos estamos
refiriendo a un bien social y no a un servicio como se le ha visto en los intereses
capitalistas. Por tal motivo es necesario recuperar la misión de una educación
comprometida con el bienestar de los individuos y de la sociedad, es decir, aquella
que busca formar a los individuos desarrollando sus potencialidades como sujetos
sociales, que se comprometan con el bienestar social, y den respuesta a las
agobiantes problemáticas sociales que se viven actualmente como la corrupción,
violencia, consumismo, hedonismo, contaminación, degradación del medio
ambiente, etc. Por tal motivo es necesario ampliar nuestra visión de los objetivos
educativos y recuperar lo que Freire nos legó: educar es humanizar.
Para realizar el legado freiriano podríamos trabajar con las denominadas
competencias transversales, que implicarían un ajuste y mejoramiento a los
métodos y prácticas educativas para darle otra envergadura a los objetivos
educativos en relación a una formación integral en la cual no sólo se desarrollen
valores disciplinarios o académicos, sino también valores espirituales o morales y
se ayude al bien vivir.

PROPUESTA:

Edgar Morin ha planteado que las metas de la educación para el siglo XXI,
pudieran englobarse en la necesidad de:
1. Desarrollar en los alumnos un cerebro bien formado más que un cerebro bien
repleto.
2. Enseñar la condición humana.
3. Enseñar a vivir y a convivir.
4. Formar para la ciudadanía.
A partir de estas metas, Alain Michel ha propuesto que la escuela tendrá cuatro
grandes misiones en los próximos años:
1. La transmisión adaptada de conocimientos y de cultura, con un anclaje en el
pasado, en la historia de las civilizaciones, de los pueblos y de las naciones.
2. El desarrollo de la personalidad de cada niño con una educación para la
ciudadanía activa y en los valores éticos de alcance universal.
3. La preparación para una vida profesional diversificada, móvil e intercultural.
4. La contribución a la igualdad de oportunidades para generar una real equidad
educativa fuente de paz civil.
Considerando los puntos anteriores tenemos que es urgente una concientización
de que antes de desarrollar competencias es necesario desarrollar sensibilidades.
En razón a ello tendremos que pasar de la simple consideración de los alumnos
como hommo sapiens y recuperar sus esferas de hommo ludens y hommo
demens. Es decir, ya es necesario quitarles la primicia en la enseñanza a los
contenidos científicos de las asignaturas y promover los contenidos de la vida
diaria.
Si logramos lo anterior rebasaremos al sujeto cartesiano que parte de la idea del
“pienso, luego existo” y promoveremos a un sujeto que a la vez presenta
sensibilidad por su propio ser, su entorno natural y social. Sería entonces
necesario recuperar la máxima de Milan Kundera “siento luego existo”.

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La superación de esta situación pasa, a decir de Martín-Barbero, entre otras
cuestiones, por la incorporación de una transversalidad que rompa con el prejuicio
que separa a las ciencias de las humanidades y por rescatar aquel tipo de saberes
que, no siendo directamente funcionalizables son, sin embargo, socialmente útiles,
refiriéndonos a los saberes lógicos, simbólicos, históricos y estéticos, que se
convierten en los saberes indispensables.
Por tal sentido consideramos que hoy más que nunca las personas deben recibir
una educación que considere la complejidad de los son, que integre el mundo
actual e incluya conocimientos pero también habilidades de inteligencia emocional,
destrezas, valores, costumbres y nuevas formas de relación, y específicamente
que respondan a las necesidades sociales reales. Esto es, recuperar que se
educa para la vida y no para la escuela o peor aún para obtener buenos
resultados en las pruebas estandarizadas tipo ENLACE o PISA.
Nos pronunciamos por una educación como acción formativa integral que
contemple de manera equilibrada los aspectos intelectuales, estéticos y morales y
que potencie el desarrollo armónico de la personalidad de los alumnos sin obviar
el problemático contexto social en el cual viven.
Atendiendo lo anterior hemos realizado una propuesta de formación para los
futuros ciudadanos relacionada con las competencias trasversales y que consiste
en formar un ser humano integral en sus dimensiones físicas, emocionales,
mentales y espirituales, en armonía consigo mismo, con el prójimo, la naturaleza y
el cosmos.
Se proponen las siguientes dimensiones y campos formativos de competencias
transversales:
1. Dimensión personal. Competencias para ser feliz.
2. Dimensión social o comunitaria: Competencias para la alteridad.
3. Dimensión natural. Competencias para la ecología.
4. Dimensión transcendental. Competencia para el cosmos.
Con base en estas nuevas competencias es necesario abrirnos a nuevas
metodologías pedagógicas, que en la actualidad se desarrollan y que no le hemos
dado la importancia requerida. Sobresalen:
a) Pedagogía de las emociones
b) Pedagogía de la esperanza y utopía
c) Pedagogía Freiriana
d) Pedagogía Moriana
e) Pedagogía multicultural
f) Pedagogía multidisciplinar
g) Pedagogía de lo incierto y el caos
h) Pedagogía de la diferencia
i) Pedagogía de la sabiduría
j) Pedagogía de la tierra o ecológica
k) Pedagogía del e-learning
l) Pedagogía de las inteligencias múltiples
m) Pedagogía de la convivencia

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CONCLUSIONES:

En la escuela tiene que hacerse posible la síntesis entre el desarrollo de las


capacidades intelectuales o cognitivas combinadas con las capacidades afectivas,
sociales, éticas, estéticas y de la naturaleza, es decir, la síntesis entre lo que
podríamos llamar la sabiduría y el humanismo o entre el “aprender a aprender” y el
“aprender a vivir”.
Es en este contexto en el que han de entenderse y justificarse la necesidad de
trabajar las competencias transversales, en la idea de que con ellas formaríamos a
las personas del futuro que potencian los valores y fomentan comportamientos
sociales que respondan a las necesidades culturales. Como dice González Lucini
“Dentro de la transversalidad lo importantes no son los temas o las habilidades, lo
esencial es la formación en los alumnos de una personalidad profundamente
humana”, especialmente porque como diría Karl Rahner “El siglo XXI será
espiritual, contemplativo, místico…o no será nada”. Lo que está en juego es la
supervivencia de la especie humana.

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