Fue esposa de David Alfaro Siqueiros, antes su amante,
eventualmente su modelo y siempre su compañera. Pero fue mucho más que eso: poetisa, mujer comprometida con causas libertarias, una rebelde y, como diría Neruda, “heroína de todos los amores” Recluida por propia decisión en la Isla de Juan Fernández, en el Pacífico Sur allí situó Daniel Defoe su novela Robinson Crusoe, murió en 1985, a los 78 años de edad, lúcida y entera. Vivió en Argentina, Perú, México, Estados Unidos y Chile Apoyó revoluciones y movimientos contestatarios Se casó cinco veces. Escribió varios libros, muchos de ellos son hoy inubicables; tuvo cuatro hijos y cinco nietos. Siqueiros fue su tercer marido Y su más grande pasión, según reconoció siempre, hasta morir Mucho después de la separación definitiva, ella escribió acerca de él:” Tengo el valor de amarte, y el valor de dejarte, y el de volver a amarte y el de no dejarte, y el de amarte, y el de olvidarte.” La primera rebelión Nació en la sierra del Pan de Azúcar, hoy conocida como balneario de Piriápolis, en Uruguay, un 29 de mayo Del año hay dos versiones: 1907 o 1910. Su familia, conservadora, la hizo estudiar en un convento de monjas, Pero eso no evitó que las cartas del poeta peruano Juan Parra del Riego llegaran a sus manos: “¿Crees que me pasaré la vida llorando de impotencia y amor a tu lado como un cobarde? Te robaré del convento La vida es así Una marcha Los que quieren ir con ella tienen que ser fuertes, decididos, locamente aventureros y sentimentales Vámonos, juguémonos con valor el destino ¡Vámonos! ¡No seas cobarde! ¡Acuérdate del campo! Piensa en tu destino Ama tu destino de mujer libre y poetisa” Parra del Riego sembró en tierra fértil: Blanca Luz, con apenas 15 años, decidió emprender su primera rebelión: se fugó con él para casarse en Buenos Aires Once meses más tarde nacía Eduardo Parra del Riego Brum Y seis días después el poeta moría tuberculoso Recién viuda, Blanca Luz vivió una temporada en Lima. Allí conoció a fundadores de Acción Popular Revolucionaria Americana (APRA), el movimiento “tercerista” …”ni con Washington ni con Moscú”, liderado por Víctor Raúl Haya de la Torre y Mariátegui. Perseguidos por motivos políticos, los apristas debían buscar refugio fuera del Perú Así ocurrió a Miró Quesada, quien para poder salir de su país necesitaba casarse Y Blanca Luz, de 18 años, lo ayudó: Dispuesta a enfrentar el rechazo de la “sociedad burguesa uruguaya” a la que ella decía pertenecer, Blanca Luz regresó a Montevideo. Allí, en casa de amigos, conoció a David Alfaro Siqueiros “Nos enamoramos con sólo vernos Fue un encuentro memorable y sensacional en medio de una época mediocre y materialista, sin pasiones”, confesó Blanca Luz en entrevistas con la revista chilena Cosas, en los años setenta. Esa misma noche del encuentro, ambos se bañaron en el mar Atlántico, en lo que ella recordaba como “el bautizo de nuestro amor” Y poco después partieron juntos y con el pequeño Eduardo de cuatro años a tierras mexicanas La vida con Siqueiros “¡Vente conmigo a México, déjalo todo, tus amigos intelectuales, tu Sudamérica, todo!”, pidió él Y ella no pudo resistirse Tenía 20 años; él, que la doblaba en edad, se convirtió en su tercer marido. “Fue realmente mi único matrimonio serio”, repitió ella a lo largo de su vida De Siqueiros, Blanca Luz escribió: “Él tenía cara de moro y de judío; ¡los ojos verdes, blancos y colorados, como la bandera de México, y el pelo negro, macizo, encrespado, terrible! Y del amor que vivieron: “Aquel amor era una lid antigua. Ella lo tenía amarrado al angosto y seco lazo de su brava cintura, Se amaron en los rincones oscuros de los muelles, cuando regresaban los pescadores y las gaviotas heridas de la tarde “Se amaron tendidos en los frescos y suaves prados de Montevideo y en las costas ardientes del Brasil y en la cubierta de los trasatlánticos que venían de Nueva York Los marineros y los pájaros, que todo lo saben, repetían en América: ‘Por aquí han pasado Los llevaba el viento de la revolución, y tenían el amor en las manos’ Un día llegaron a México y fueron perseguidos como dos lebreles rojos” En casa de Diego Rivera y Frida Kahlo vivieron al llegar a México: “Diego Rivera fue un amigo invaluable para ambos”, dice Blanca Luz Brum en sus memorias “Participábamos en todo juntos. A través de ellos conocí la música, las canciones de amor y de revolución, de evocación y de muerte En las fiestas populares, David y Diego se mezclaban con el pueblo, cantaban y bailaban corridos Frida y yo los mirábamos Muchas veces me acompañaron a la iglesia Yo rezaba a los pies de la milagrosa Virgen de Guadalupe Diego, Frida y David me esperaban afuera ‘Entra tú no más, rezandera’, me decían con cariño Después venía la hora del suplicio: yo no tenía gusto por los picantes y sin picantes no hay comida en México ‘¡Civilízate!’, me decían a coro”, recordó Blanca Luz Brum en entrevista con la periodista María Teresa Larraín, publicada por el diario chileno La Tercera Según relata su hija María Eugenia Beéche a Proceso, Blanca Luz recordaba su relación con Frida como algo complicado: “Ella Frida solía referirse a mí como ‘la gringa estúpida’ Lo de gringa, por ser yo blanca y rubia Lo de estúpida nunca me lo expliqué” Cansados de la Ciudad de México, Siqueiros y Blanca Luz se instalaron en Taxco. De esa etapa ella escribió: “Al fin pudimos vivir en armonía Fueron dos años maravillosos, plenos; fue nuestra mejor época” En un convento abandonado fijaron su residencia: “David instaló su taller en la nave central, una enorme bóveda con un tragaluz en el centro del techo Los amplios muros se prestaban para desarrollar una pintura gigantesca con motivaciones vivenciales del hombre mexicano” Ella colaboraba en la obra de Siqueiros: “El me enseñó a preparar las telas, cuya textura él exigía fuera muy rústica, y también las pinturas, en grandes cantidades, para obras de grandes dimensiones” Blanca Luz recordó siempre con entusiasmo la rebeldía de Siqueiros, no sólo en el plano político, sino en todo aquello que se refería a su libertad. Contaba que hubo épocas en que él pintaba retratos de personas que llegaban desde diversos lugares y en especial de Estados Unidos, en busca de una obra que sabían trascendería a su época: “Muchos candidatos a ser retratados ponían en peligro la paciencia de David; ponían condiciones absurdas que él no podía aceptar La dueña de una gran cadena de almacenes de la costa estadunidense del Pacífico pidió a Siqueiros que la retratara Mientras avanzaba la obra, ella insistía en que le achicara la nariz, que a su juicio aparecía demasiado grande en el retrato Esto terminó por sacar de quicio a David, quien le agregó al cuello de la retratada un camafeo en que aparecía un negro linchado” La rival invencible En sus memorias ella recuerda los sobresaltos que sufrió con las constantes irrupciones de agentes de la policía en su casa o en el hotel donde se alojaban, en busca de documentos comprometedores, de pruebas incriminatorias En esos escritos, Blanca Luz lamenta que la actividad político-militante de Siqueiros la “rival invencible” lo alejaba de su creación artística Y lo inútil que resultaban sus reclamos al respecto: “Mis argumentos eran insuficientes; él iba abandonando sus pinturas por la política Y empezaron nuestras primeras discusiones violentas” Y sigue: “Bajo el gobierno de Emilio Portes Gil, David fue encarcelado Entonces yo aproveché para llenarle la celda de telas, pinceles y pinturas, obligándolo a crear nuevamente” Para comunicarse, apelaron a todos los recursos imaginables: ella se vestía como india para pasar inadvertida entre las muchas mujeres que visitaban a sus hombres presos Cuando no podían verse, intercambiaban mensajes de amor en pedazos pequeños de papel que escapaban a la revisión de los guardias, portados por amigos comunes: “Llegamos a escribirnos cartas en los puños de las camisas de los amigos que lo visitaban en la cárcel” Y agrega: “Yo lo sentí más cerca, más amado Él me decía: ‘Mujer mía, todo está en ti'” Los mensajes de amor de esa etapa fueron el cuerpo del libro de poemas Un documento humano, que Blanca Luz publicó años más tarde, ya separados Este es uno de esos poemas: Entre los cataclismos y pasiones mi pecho te buscó para salvarte Mi pecho te buscó para adorarte Y te amaba Te amaba y te buscaba en el tormento de los cautiverios En la cárcel, Siqueiros pintaba día y noche, afirma Blanca Luz Brum Ella rescataba esas telas y las entregaba a galerías de arte europeas y estadunidenses: “Algunos representantes de esas salas consideraban que las obras de David eran demasiado tristes Olvidaban que el autor era un pintor famoso y encarcelado Sus obras tuvieron mucha aceptación y el dinero obtenido por ellas nos sirvió para su excarcelación y para organizar nuestra vida futura, lejos de las amenazas policiales y del asedio del partido” Nostalgias de México De México, Blanca Luz ha escrito: “Me recibió con los brazos abiertos” Y ella correspondió vistiendo atuendos típicos, peinando su pelo previamente oscurecido en largas trenzas “David me quería así y yo me dejé llevar Lo amaba tanto” En su libro Blanca Luz contra la corriente (Editorial Ercilla, Chile, 1936), escribió: “Un día entré a México por las cumbres de Maltrata indios, indios, indios sin plumas, indios con tradición y cultura Los indios que pidieron la tierra con la carabina en la mano y el pecho retacado de balas Y yo quise gritar con toda mi alma: ¡Viva México en el paisaje! ¡Viva México en la luz de cristal de la meseta, en la música, en los sarapes, en los sombreros, en las pistolas, en los corridos, en el pulque, en el maíz, en la gracia de los alfareros, en los pintores y en los mexicanos! Por México amé a América y por primera vez sentí la arquitectura y la plástica y me hice firme en mi pasión por la lucha” De la mano de Siqueiros, Blanca Luz se adentró en la historia mexicana, empapándose de su grandeza precolombina y así, afirmaba, compartió con él su gran amor por ese pueblo, a diferencia de sus pasiones políticas: “Nunca pude compartir su pasión por el Partido Comunista”, reconocía Más tarde, esa diferencia sería determinante para la separación Pese a no mostrarse como una mujer celosa, a su hija María Eugenia hizo esta confidencia: “Entre nuestras amistades de México estaba Angélica Arenal; siempre creí que entre ella y David había algo” Esa sospecha pasó a ser certeza para Blanca Luz cuando, años después, se casaron En “la entraña del monstruo” De Taxco, la pareja viajó a California. Y se casaron en Los Ángeles. Visitaron Hollywood, donde las puertas de las casas de los famosos se abrieron para el gran pintor mexicano. Blanca Luz señala que Marlene Dietrich, Katherine Hepburn, Sergei Eisenstein, Leopoldo Stokowsky y Charles Laughton entre otros adquirieron sus obras. Fue Laughton quien adquirió el retrato de Blanca Luz pintado por Siqueiros, que posteriormente pasó a manos del Museo de Arte Moderno de Nueva York y fue finalmente subastado. Parte del bagaje que Blanca Luz jamás abandonó eran las fotografías de un mural que Siqueiros pintó en Los Ángeles por encargo de la autoridad municipal, agregaba acerca de la historia de México: “Mientras lo pintaba, David advertía ‘este mural no durará más de unas horas’, y así fue Una vez inaugurado, el mismo municipio que lo financió envió unas máquinas para demolerlo El indio mexicano atacado por el águila imperialista fue demasiado Y de esa obra sólo quedaron estas fotos”, explicaba Al escribir de su experiencia en los Estados Unidos, Blanca luz profirió ácidas críticas por el trato que recibían allí los trabajadores mexicanos En su libro Blanca Luz contra la corriente sentenció: “El barrio mexicano está cada día más solo y más trágico Cientos de ellos salen expulsados cada semana rumbo a México () Regresan pobres, viejos, extenuados, cargados de hijos () El capital norteamericano ha vivido de su sangre, los ha succionado en las vías férreas, en las pavimentaciones de las calles, en las fundiciones, en los pozos de petróleo, en las minas, en las fábricas, en los fragantes campos de azahares de la famosa California, del mismo modo que exprimen y combinan todos los días el jugo de sus doradas naranjas” La cuenta regresiva Mientras vivían en Taxco y la relación de ambos declinaba, Siqueiros solía decirle: “Querida, aquí en México sólo hay dos sopas: fideos o jodeos”. Y ella interpretaba aquella frase, medio en broma y medio en serio, como una sentencia. Las peleas llegaron a niveles de violencia que aterrorizaron a Blanca Luz, quien en ocasiones buscó refugio en casa del embajador uruguayo en México, Ángel Falcó. Y la idea de la separación fue ganando terreno “La violencia de que David era capaz se me reveló entera tras la muerte de nuestro hijo, poco después de nacer Lo enterramos y en su tumba, como es costumbre, se puso una cruz David, al verla, enfureció y la echó abajo a balazos, para reemplazarla por la hoz y el martillo Creo que fue entonces que entendí que su violencia terminaría por separarnos irremisiblemente” Con cautela, Blanca Luz planificó el retorno a Sudamérica, primer paso para la separación. Conversó con Siqueiros de la importancia de visitar Uruguay, Chile, Argentina, donde podría exhibir sus obras y dictar conferencias Lo convenció. En 1932 decidieron viajar a Argentina: ella tenía allí buenos amigos y con seguridad encontrarían apoyo, argumentó. En Buenos Aires se instalaron en casa de Natalio Botana, un empresario editorial uruguayo multimillonario, dueño y director del diario Crítica En su casa pintó Siqueiros Ejercicio Plástico, mural “erótico” del cual ella fue la modelo, rescatado por un empresario argentino en 1991. Para entonces la relación entre Blanca Luz y Siqueiros estaba ya dañada. Dice ella: “Los celos y la absorción de David sobre mí alertaron mi psique Yo era su esposa, la modelo de sus cuadros y murales, la compañera que aceptaba sus arrebatos y su violencia El parecía no poder desligarse de su temperamento primitivo El sufría la expulsión del Partido Comunista y más de una vez lo sorprendí reuniéndose con sus antiguos camaradas Comprendí que tarde o temprano esto nos separaría” Terminado el Ejercicio Plástico en casa de Botana, Siqueiros decidió partir a España para unirse a los republicanos que combatían en la Guerra Civil Blanca Luz le deseó suerte… No volvieron a verse nunca. “Desde España me escribió muchas cartas que no respondí”, confesó alguna vez Después de la partida de Siqueiros a España y tras un episodio amoroso con Natalio Botana huyeron juntos de Buenos Aires a bordo de un barco, Blanca Luz regresó a Uruguay donde volvió a escribir y a publicar Su primer libro había sido Las llaves ardientes”, del que renegó más tarde: “Simplemente horrible La poesía de la adolescencia da náuseas” En 1944 regresó a Argentina y colaboró con Juan Domingo Perón, de quien fue su secretaria de prensa cuando él era aún coronel y ministro. Cuentan los que estuvieron cerca que Perón llegó a tener la foto de Blanca Luz bajo el cristal de su escritorio Cuando Eva Duarte ocupó todos los espacios de Perón, Blanca Luz marcó distancia. Con todo, tanto en sus memorias como en entrevistas, siempre expresó una gran admiración por “Evita” y una gran desilusión por el segundo gobierno de Perón, iniciado en 1972, tras 18 años de exilio. Se sentía defraudada: poco antes había escrito el libro Perón regresa en brazos de su pueblo. Chile, el anclaje final A comienzos de los años 50 Blanca Luz Brum se radicó en Chile, donde vivió el resto de su vida. Aquí conoció a Jorge Beéche, empresario y dueño de minas de oro en la región norte De ese matrimonio nació María Eugenia, la única mujer de entre sus cuatro hijos y la única que actualmente sobrevive Ella permanece en la isla Juan Fernández donde murió su madre y prepara la edición de las memorias de Blanca Luz Brum, que dejó redactadas, mecanografiadas y corregidas: muchos párrafos fueron finalmente tachados, “por algo así como un pudor que ella conservó respecto de su vida íntima” Divorciada de Jorge Beéche, Blanca Luz se casó con Charles Brunson, un chileno de ascendencia inglesa, alto ejecutivo de líneas aéreas internacionales Con él tuvo a su hijo Nils quien, igual que su hermano Eduardo, falleció en un accidente automovilístico De Brunson, Blanca Luz dijo: “No tenía nada que ver con mi vida anterior y con ninguno de mis hombres anteriores” También de Brunson se divorció El volvió a casarse Sola otra vez, Blanca Luz Brum tuvo una intensa actividad literaria junto a un grupo de intelectuales chilenos El grupo “Mandrágora” integrado por poetas la nombró su musa. En su casa la visitaban escritores, pintores y políticos, entre estos últimos Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende, quienes serían después presidentes de Chile En 1953 Blanca Luz fue protagonista de un hecho que conmocionó a la sociedad chilena: ayudó a huir de la cárcel, vestido con sus ropas, al dirigente peronista Guillermo Patricio Kelly, quien buscó refugio en Chile tras huir de Argentina. No fue casual. Su amistad con Perón y un romance que tuvo con Kelly la impulsaron, como tantas otras veces en su vida, a “jugársela por la causa” Tal acción le costó ir presa. Blanca Luz, instalada ya en Juan Fernández, supo que su exmarido, Charles Brunson, aquejado de una trombosis cerebral, pasaba duros momentos a causa de una mala relación conyugal Y decidió ir a su rescate Ayudada por la enfermera de Brunson, virtualmente lo secuestró y se lo llevó a la isla. “Tenía que salvarlo”, explicó en su momento Entre las muchas huellas que Siqueiros dejó en Blanca Luz estaba la pintura, que ella practicó principalmente en Juan Fernández. Expuso sus obras en Santiago, en Washington, con muy buena crítica Blanca Luz Brum murió el 29 de mayo de 1985, a los 78 años, lúcida y entera había obtenido la ciudadanía chilena. Su rasgo característico fue una férrea voluntad, su espíritu libertario y su gran lealtad a causas y amores: “La lealtad y la fidelidad son cosas distintas”, aclaraba Su personalidad y su belleza dejaron honda impresión en cuantos la conocieron en sus muchos lugares de residencia y en sus variadas actividades De ella hablaron en su momento Walt Whitman, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro Anclada en Juan Fernández, redactó sus memorias y pintó hasta el final México estuvo siempre presente en sus vivencias: “Me turba el recuerdo de tanta fuerza en la fuerza, tanta belleza en la belleza, tanto valor en el valor, tanta muerte en la muerte Y cuanto más pasa el tiempo y lejos estoy, más cerca de mí lo siento y aunque ya no viera más sus montañas, sus minerales, sus milpas, sus pirámides, sus museos, su vieja arqueología donde domina la diosa de la muerte, sus modernos frescos murales, ni nunca más a sus indios y a sus mexicanos, llevaré siempre dentro de mí al México poderoso y revolucionario levantando barricadas de fuerzas, llenando de vida mi corazón” El 6 de enero de 1974, Blanca Luz Brum se enteró, en la isla y por radio, de la muerte de Siqueiros: “Lloré y comprendí que con él se había apagado la lámpara de la belleza del mundo”, relató. Escribió entonces el poema “Rey David” (Canción de Pena) último y público homenaje de amor, que copió luego en grandes caracteres y en rollos de papel de estraza que desplegó en el frontis de su casa para que todo aquel que estuviera en ese momento en la isla supiera de su insondable tristeza.