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Introducción
Es relevante el papel del juego en el desarrollo infantil. Las primeras teorías del juego se
formulan a finales del siglo XIX. Se examinará la evolución del concepto de juego desde una
perspectiva diacrónica.
a) Fuentes literarias:
Zingerle, en su obra El juego infantil en la edad media alemana ( 1972), reunió referencias
acerca del tema del juego en distintas fuentes literarias del siglo XIII al XVI. Recoge un
registro de juegos elaborados en Alsacia en 1380 con una lista de 54 juegos. Elschenbroich,
al analizar las características de estos juegos, señala que en ese momento el juego
presenta las siguientes peculiaridades: el juego está escasamente codificado y tenia reglas
rudimentarias, adultos y niños participaban en las mismas situaciones de juego, no había
barrera entre juego y sexualidad, el tiempo de juego es lento y no hay competición,
generalmente son al aire libre, incluye actividades cotidianas agradables o el empleo
juguetón y múltiple de ciertos objetos cotidianos.
Siglo XVI: diferencias con las situaciones de juego de los adultos, niños juegan en el mismo
espacio que trabajan los adultos, hay impresión de actividad (esfuerzo corporal), no
requieren de instrucciones de los adultos, contenido propio de actividades adultas.
Elschenbroich (1979) identifica a finales del siglo XVIII el primer momento histórico en el
que aparece una pedagogía del juego, estimulada por un grupo de alemanes para los que el
juego infantil comienza a ocupar un espacio cada vez más importante dentro de
socialización del niño, y especialmente del niño de la naciente clase burguesa.
Los niños no pueden quedarse abandonados a sí mismos, han de ser adiestrados. Se
produce una instrumentalización del juego infantil, el educador tiene una actitud directriz en
el juego, se reprimen los juegos sexuales y auto eróticos. Además, no se permiten los
juegos de azar.
Esta pedagogía de juego promovida por pedagogos como Campe o Basedow (1770)
presenta una contradicción, porque se plantea una estimulación del juego infantil, pero se
realizan limitaciones del placer del mismo, se dictan prohibiciones, el jeugo es programado y
organizado, el educador no puede abandonarse a sí mismo en el juego y ha de seguir en su
posición de adulto que trata de enseñar a través del juego.
Los objetivos educativos en estos internados en los que se desarrolló este enfoque
pedagógico, se basaban en la idea de educar e instruir a la juventud para promover el
desarrollo de hijos hábiles, activos, optimistas, sociables, comunicativos y conocedores de
las cosas prácticas, disciplinados, moderados, adaptables y diestros en el trato social.
Como principio pedagógico básico se plantea la utilidad, la iniciativa y el adquirir
conocimientos elementales para convertir al niño en un ciudadano productivo. Esta
concepción de los pedagogos de la Ilustración que activa el juego infantil se basa en
algunas ideas formuladas previamente por Locke, y se apoya en 4 principios básicos:
fomentar el juego de movimiento en el niño, combinar juego e instrucción, el principio de la
intuición (familiarizar al niño con sus objetos de alrededor mediante el uso de sus propios
sentidos) y el principio del diálogo entre educadores y alumnos.
Se toleran los juguetes tradicionales, se valora que los niños fabriquen sus propios juguetes.
Esta práctica educativa recibió fuertes críticas por su falta de esquemas para el abordaje
metodológico, que conlleva a una arbitrariedad en la praxis de la instrucción mediante el
juego y el ajuste a la esfera infantil argumentando que eso conducía a la infantilización del
niño y del educador.
El juego se estimulaba solo en clases sociales altas. En escuelas industriales, que
preparaban al niño para el trabajo asalariado (hijos de campesinos-artesanos), la actividad
lúdica no era estimulada, y hasta era reprimida. Las escuelas industriales surgen también
en el último tercio del siglo XVIII, son escuelas de preparación para el trabajo asalariado, y
en ellas se observa:
❖ una represión del ocio infantil y de los juegos a fin de formar una disciplina de
trabajo que es su meta.
❖ Una filosofía educativa que tiene en su base la idea de que la mejor educación para
el trabajo es el trabajo, incorporando a la enseñanza el trabajo productivo.
❖ No solo impiden el juego en la escuela, sino también tratan de reprimir el juego de
los niños fuera de ella, bajo la filosofía de economizar el tiempo, es decir, hacer
productivo también el tiempo libre.
El fenómeno del jeugo infantil ha sido observado desde la antigüedad. En la obra Las leyes
de Platón (427-347 a.C), reconociendo el valor práctico del juego señala que después de los
tres años conviene que los futuros constructores utilicen útiles auténticos a tamaño
reducido. Aristóteles (384-322 a.C) indicó la necesidad de que los niños jueguen las
actividades que desempeñarán en la vida adulta. Hasta finales del siglo XIX no comienzan a
aparecer las primeras obras que estudian el juego, momento en el que se proponen tres
teorías sobre este fenómeno:
El comienzo del estudio teórico del juego suele asociarse con los nombres de Shiller o
Spencer. En la exposición de sus concepciones filosóficas, psicológicas y principalmente
estéticas, trataron el juego como uno de los fenómenos más extendidos de la vida, ligando
su origen al arte (el arte nace en el juego). Para Shiller el juego sirve para recreación y para
gastar energía.
El juego se produce cuando el organismo se encuentra rebosante de energía. Sin embargo,
el juego para Shiller es un placer relacionado con la manifestación del exceso de energía,
porque en su concepción, el juego es una actividad estética cuya finalidad es el recreo, y el
exceso de energía es solo una condición de la existencia del placer estético que
proporciona el juego. El juego es una actividad en la que no se trata de satisfacer
necesidades puramente naturales, en contraste con el trabajo y con la gravedad práctica de
la vida, y su finalidad es el recreo. Esta noción del placer introducida por Shiller como rasgo
constitutivo, tanto de la actividad estética como del juego, influyó en los posteriores
estudios.
Para Lazarus (1883) el juego es una respuesta a la necesidad relajamiento, sirve para
descansar y constituye un medio para el restablecimiento de energías consumidas en
actividades serias y útiles, es decir, el núcleo su función sería su efecto recuperatorio.
Desde su punto de vista, el juego, al implicar un cambio de actividad, por interesar y
absorber, es más recuperatorio que la mera ociosidad.
Hasta Karl Groos el juego era una actividad carente de significación funcional. Él fue el
primero en ver en el juego un fenómeno del desarrollo del pensamiento y la actividad, el
primero en preguntarse el porqué de las diversas formas de juego y en realizar una
investigación psicológica del mismo. Su mérito fue haber comprendido que un fenómeno tan
general y común a los animales superiores y al hombre no podía explicarse fuera de las
leyes de la maduración psicofisiológica.
Su tesis de la anticipación funcional estuvo muy difundida en el primer cuarto del siglo XX y
su doctrina presenta una teoría del juego como ejercicio y una teoría sobre la función
simbólica.
Groos interpretó el "cómo si" por el preejercicio, es decir, que del preejercicio nace el
símbolo, ya que en su opinión el perro joven que agarra al otro, no hace sino activar su
instinto de lucha, pero el día que sepa morder, en sus batallas simbólicas, impondrá al
instinto cierta limitación, y de ello surge la ficción simbólica. En esta línea de pensamiento,
consideró la imaginación simbólica como la traducción interior de los comportamientos de
ejercicio, que se ponen en juego mediante el afán también innato del hombre de imitar.
Además de su teoría realizó una clasificación de los juegos en función de las tendencias
que obraban en ellos, de sus contenidos. Esta clasificación incluye dos tipos de juego:
1) Juegos de experimentación o de funciones generales: juegos sensoriales, juegos
motores, juegos intelectuales, juegos afectivos y de voluntad
2) Juegos de funciones especiales.
Esta teoría considerada como clásica, pese a que ha tenido enmiendas y adicciones, fue
aceptada casi totalmente por Claparade y Buhler, predominando en el primer cuarto del
siglo XX. Sin embargo, Wallon o el Elkonin, consideran que aceptando la importancia del
trabajo de Groos por contener el planteamiento de la gran trascendencia del juego en el
desarrollo psíquico, se oponen a esta concepción biologicista del mismo, postulando su
origen o naturaleza social. Desde otro marco teórico, Piaget también acepta la teoría
general del juego de Groos, pero crítica su teoría de la ficción simbólica. Si para Groos hay
ficción simbólica porque el contenido de los símbolos lúdicos es aún inaccesible al sujeto,
para Piaget no es el prejuicio el que explica el símbolo, sino la estructura del pensamiento
del niño.
La idea de una naturaleza exclusivamente biológica del juego ha sido superada en la
actualidad por la proliferación de trabajos que muestran la necesidad de interacción social
temprana y positiva para que el juego se desarrolle. Tal vez Groos extrapoló excesivamente
las conclusiones de los juegos de los animales al juego del hombre.
● LA PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA
Freud se plantea cómo puede estar de acuerdo con "el Principio del placer" el hecho de que
el niño repita como juego un suceso penoso para él y analiza las estrechas relaciones entre
la repetición y el placer. En su opinión, la ansiedad del niño en la infancia es muy intensa y
es la presión de estas ansiedades tempranas la que pone en movimiento la compulsión a la
repetición, mecanismo estudiado por él en el dinamismo de la transferencia y en el impulso
a jugar, atribuido a los contenidos inconscientes.
Freud subraya el carácter sustitutivo del juego al señalar que el juego de desaparición y
retorno de los objetos le permite renunciar a una satisfacción instintiva. El juego actuaría
como disfraz de la libido teniendo por ello una función catártica. En 1900 consideró que la
utilidad del juego consistía en realizar mediante estas satisfacciones desviadas una
verdadera catarsis. Sin embargo, en 1920, destaca el carácter de elaboración del juego por
el mecanismo de simbolización y por el de la compulsión a la repetición, siendo ésta la
primera vez que se plantea el valor terapéutico del juego.
Para Freud, junto con las manifestaciones neuróticas y los sueños, los juegos son disfraces
de la libido.
Melanie Klein, a lo largo de un intensivo trabajo con niños de temprana edad extrajo
conclusiones importantes sobre el juego infantil, especialmente referida a su función en el
desarrollo de la personalidad que sentaron las bases de su terapia del juego. De sus
aportaciones a la investigación del juego se pueden resaltar 5 ideas relevantes referidas a
su función.
Con el juego, el yo infantil domina la ansiedad. Cambia el dolor por placer, dando a estas
experiencias un final feliz. El juego es un puente entre fantasía y realidad. Klein consideró
que, gracias a los mecanismos de proyección y escisión, el juego permite descargar, por
medio de la personificación, la ansiedad de los conflictos intrapsíquicos. La proyección de
todos los conflictos y de la angustia que lo acompaña en la realidad externa, le permite una
mayor comprensión de la realidad y un alivio de esta ansiedad interna. El juego, no es sólo
una satisfacción de deseos, sino, triunfo y dominio de la realidad, gracias al proceso de
proyección de los peligros internos en un mundo externo. Complicado proceso en el que se
utilizan todas las fuerzas del YO, por el que el juego transforma la angustia el niño normal
en placer. Desde esta perspectiva, el juego no suprime sino que canaliza las tendencias,
por eso, el niño que juega reprime menos el que tiene dificultades para simbolizar o
dramatizar sus conflictos.
Klein, en la misma dirección que otros investigadores, considera que el juego espontáneo
de representación crea y fomenta las primeras formas de pensamiento "como si". En este
juego el niño evoca por primera vez situaciones pasadas, y esta capacidad para evocar el
pasado en el juego imaginativo parece estar estrechamente relacionado con la posibilidad
de hacer hipótesis de futuro, con la posibilidad de realizar hipótesis constructivas y
desarrollar simbólicamente las consecuencias bajo premisas condicionales. Desde este
punto de vista, el juego imaginativo es significativo no sólo por las intenciones de
adaptación, sino también por el sentido de la realidad, por la actitud científica y por el
desarrollo del razonamiento hipotético que promueve.
En su obra "psicoanálisis de niños", Klein subrayó que el juego es una forma de expresión
natural del niño, un medio a través del cual expresa fantasías, deseos, temores y
experiencias (conscientes e inconscientes) de forma simbólica. Equipara el juego a la
asociación libre del adulto y plantea que es un medio susceptible de ser analizado con el
mismo método que se analizan los sueños. Utilizó el juego como un medio o instrumento
para el diagnóstico de la personalidad infantil, desarrollando una técnica de ludoterapia para
el análisis de niños en edades tempranas. Su enfoque terapéutico propone que analizando
las libres expresiones del juego desarrollado por el niño (con los juguetes puestos a su
disposición, pequeños, variados y simples), del mismo modo que las asociaciones libres del
adulto, se accede a las fantasías inconscientes del niño.
Desde esta perspectiva propone que en el transcurso de la sesión terapéutica se ha de
observar, además de la conducta general del niño, cómo comienza este a jugar, los juegos
que realiza, su actitud hacia los juguetes , analizando las razones por las que el niño asigna
determinados roles al terapeuta o los cambios de un juego por otro.
El juego en una de las líneas del desarrollo: del cuerpo a los juguetes y del juego al
trabajo. A. Freud
Línea evolutiva que va desde el juego del niño al trabajo del adulto. Incluye el juego dentro
de una de las líneas del desarrollo y señala 6 fases en este desarrollo.
De la línea del desarrollo corporal hacia el juguete y desde el juego hacia el trabajo, se
deriva una cantidad de importantes actividades para el desarrollo de la personalidad, tales
como el soñar despierto, las aficiones (hobbies) y ciertos juegos.
Estos hobbies y aficiones aparecen por primera vez al comienzo del periodo de latencia y
sufren modificaciones de contenido pero pueden persistir a lo largo de la vida. El niño por lo
general ingresa en preescolar al comienzo de la fase en la que el material de juego sirve a
las actividades del yo y a las fantasías subyacentes y hacienda gradualmente por la escala
del desarrollo atravesando la secuencia de los juegos y sus materiales hasta que al concluir
el preescolar se encuentra en los comienzos del trabajo que es un requisito previo
necesario para ingresar en la escuela. A. Freud observó la transición de la actitud pasiva a
la activa, la apropiación del papel dominante en los juegos, así como el papel que tiene el
juego en el proceso de socialización del niño, llegando a plantear que es uno de los
elementos de la aptitud para el trabajo en el adulto.
Puso de manifiesto el mecanismo denominado "identificación con el agresor", definiéndolo
como el mecanismo a través del cual el niño que ha sufrido pasivamente una situación,
toma en el juego el papel del agresor y elabora de este modo la ansiedad producida por
esta situación. Además, utilizó el juego como medio de tratamiento de las dificultades
infantiles. El juego, combinado con otros medios, es un terapeuta y tiene un activo papel
educador.
Desde su punto de vista, el juego es una función del YO, un intento de sincronizar los
procesos corporales y sociales con el sí mismo. Pone el énfasis en la necesidad yoica de
dominar las diversas áreas de la vida, en especial aquellas en las que el individuo encuentra
que su sí mismo, su cuerpo y su rol social son incompletos.
Subrayó la importancia del juego en la elaboración de la ansiedad infantil, observando que
el niño juega a hacer algo que en realidad le hicieron le hicieron a él (torna activo lo sufrido
de forma pasiva). A fin de considerar el problema de la ansiedad examina el placentero
juego de construir y destruir una torre, frecuente los niños, que interpreta como la
simbolización de la experiencia no muy distante de súbitas caídas en el momento mismo en
que ponerse de pie sobre sus piernas vacilantes proporciona una perspectiva nueva de la
existencia. En relación este juego observa que el niño obtiene placer al construir y al
destruir, pero además enfatiza el papel de esta actividad como promotora del sentimiento de
ser fuerte en el niño (hay algo más débiles que él).
2. Juego y crecimiento: juego infantil distinto sentido y función que el juego del
adulto.
Para Erikson, la comparación entre el juego del adulto y el juego del niño no tiene sentido
porque “Para el adulto que trabaja, el juego es una recreación, y le permite un alejamiento
periódico de aquellas formas de limitación definidas que construyen su realidad social". Sin
embargo, el juego infantil no constituye su equivalente por que "El adulto que juega pasa a
otra realidad, pero el niño que juega avanza hacia nuevas etapas de dominio". Este
psicoanalistas propone que el juego del niño es la forma infantil de la capacidad humana
para manejar la experiencia mediante la creación de situaciones modelo y para dominar la
realidad mediante el experimento y el planeamiento.
Desde este enfoque, y tomando como referencia distintos ejes, en su trabajo realiza
diversas situaciones de juegoconsiderando: la gravedad, el tiempo, el destino y la
causalidad, la realidad social y los juegos sexuales.
Estas situaciones de juego en una variedad de actividades humanas son para Erikson un
espacio de libertad.
En su investigación sobre las esferas del juego describe 3 esferas del juego infantil:
Erikson considera el juego como un medio que revela la forma en que el niño experimenta y
estructura su mundo y funciona dentro de él, ve en el juego un instrumento de diagnóstico
infantil. Por otro lado, considera el juego como la actividad terapéutica por excelencia de la
infancia, y describiendo casos ofrece buenos ejemplos del modo en que el YO infantil,
inundado por el temor, puede recuperar su poder sintetizador a través de la posibilidad de
entrar y salir de la situación lúdica. En estos episodios ilustra la tendencia autocurativa del
juego espontáneo y conlleva la idea de que mediante el juego se puede ayudar al niño a
ayudarse a sí mismo: "el acting out a través del juego es la medida autocurativa más natural
que ofrece la infancia".
Su investigación ha llamado la atención sobre un elemento de gran relevancia en relación al
papel de la actividad lúdica infantil como temprana fuente para el sentimiento de identidad.
Cuando los niños son más mayores la conversación va reemplazando el juego. Sin
embargo, en ocasiones, unas pocas horas de juego sirven para informarnos sobre
cuestiones que el niño no puede aún verbalizar.
Incluye el juego en la teoría analítica, a través del “objeto transicional”. Concepción del
juego que ve en este la capacidad de crear un espacio intermedio de experiencia (entre el
mundo interno y el mundo externo) denominado espacio simbólico del juego, donde se
realiza la experiencia cultural del hombre. 5 postulados del juego:
Winnicott opina que los fenómenos transicionales inician la existencia de una tercera área
de experiencia (el espacio simbólico), que asegura la transición entre el Yo y el No Yo, entré
el niño unido simbióticamente a la madre y una situación de individuación progresiva, de
reconocimiento de la madre como algo exterior.
El objeto transicional, que empieza a aparecer hacia los cuatro o seis meses, es signo
tangible de este espacio de experiencia, es la primera experiencia de juego y la primera
posesión No Yo. Este objeto llega a adquirir gran importancia vital para el bebé al ser una
defensa contra la ansiedad, sobre todo la de pérdida o separación de la madre. Los padres
reconocen habitualmente la importancia de este objeto y lo aceptan llevándolo consigo
cuando viajan, permitiendo que se ensucie y tenga mal olor.
El objeto transicional del bebé se descarga a medida que se desarrollan los intereses
culturales. No obstante, algunos niños no pueden renunciar a la ilusión de omnipotencia
sobre el objeto ni a la protección regresiva que les aporta, conservándolo más allá de la de
la edad habitual (5-6 años), siendo éste el caso de los niños neuróticos o inmaduros.
También puede llegar a ser un objeto fetiche de la vida sexual si el niño primero y el
adolescente después no pueden renunciar a él.
Winnicott establece una relación entre el objeto transicional y el inicio de la simbolización en
el niño. En su opinión, el empleo de un objeto transicional por parte del bebé es la primera
utilización de un símbolo, símbolo de la unión del bebé y la madre, representa al pecho
materno y se sitúa en un tiempo en el que ambos se hallan en el inicio de su estado de
separación. En este espacio, madre e hijo se separan y unen, y ello permite la progresiva
discriminación Yo - No Yo, porque lo transicional no es el objeto, sino que éste representa la
transición del bebé a un estadio de fusión inicial con la madre, a uno de relación con ella
como algo exterior; el objeto transicional desplaza al primer objeto de relación (la madre) y
precede a la toma de contacto con la realidad.
El niño no tiene la menor posibilidad de pasar del principio del placer (inicial) al principio de
realidad si no existe una madre lo suficientemente buena que se adapte al principio
plenamente a las necesidades del bebé, adaptación que le ofrecerá al bebé la oportunidad
de crear la ilusión de que su pecho es parte de él, es decir, que se encuentra bajo su
dominio mágico y de que existe una realidad exterior que corresponde a su misma
capacidad de crear. Posteriormente, la madre desilusión del bebé gradualmente, pero no lo
logrará si al principio no le ofreció lo suficiente oportunidad ilusión, y en este proceso de
ilusión-desilusión el bebé podrá ir reconociendo progresivamente la realidad.
El juego implica confianza y la utilización del espacio de juego viene determinada por la
experiencias vitales que se dan en las primeras etapas de su existencia. Así, la falta de
confiabilidad en la madre significa para el niño la pérdida de la zona de juego, la del símbolo
significativo. En circunstancias favorables (ilusión-desilusión progresiva) el espacio potencial
se llena de productos de la imaginación creadora del bebé, pero cuando las circunstancias
son desfavorables, falta o es más o menos incierto el uso creador de los objetos, porque la
capacidad de crear depende de la capacidad del individuo para confiar.
Para Winnicott el juego se produce en el niño si éste ha tenido experiencias de confianza
con la madre, destacando de este modo la naturaleza social del juego.
Winnicott establece una relación entre el objeto transicional, el juego y la cultura. Desde su
punto de vista hay un desarrollo que va de los fenómenos transicionales al juego, de éste al
juego compartido y de él a las experiencias culturales. A partir de sus observaciones plantea
que el lugar de ubicación de la experiencia cultural es el espacio potencial que existe entre
el individuo y el ambiente (al principio entre la madre y el bebé), es decir, esa zona
intermedia de experiencia. Este espacio es el mismo espacio que el del juego porque la
experiencia cultural comienza con el vivir creador cuya primera manifestación es el juego.
En cada individuo la utilización de dicho espacio la determinan las experiencias vitales que
surgen en las primeras etapas de su existencia, porque en la base del juego está la
confianza. Si la experiencia es positiva, el niño en este espacio con juegos creadores, y esta
zona se sigue ensanchando en el creador y en toda la vida cultural del hombre.
Comportamientos que se convierten en juego cuando se repiten por asimilación pura, por
simple placer funcional. El placer es obtenido a partir de su dominio de las capacidades
motoras y de experimentar el mundo, placer de actuar sin esfuerzo de adaptación.
Será juego la repetición de una conducta aprendida (ahora sin esfuerzo), solo por el placer
de su poderío. Se excluyen los juegos funcionales (ejercicio reflejo sin asimilación) con el
propio cuerpo de los primeros meses.
La imitación (reacciones circulares) prolonga la acomodación y el juego prolonga la
asimilación. Se da el juego en el momento subsiguiente al aprendizaje de una función. Es
una situación de goce, libertad, liberación y espontaneidad.
Para Piaget, el comienzo del juego se produce cuando surgen las acciones en las que
predomina la asimilación, excluyendo por ello los juegos funcionales con el propio cuerpo de
los primeros meses. Este momento lúdico-asimilador es observado en los distintos estadíos
del periodo sensoriomotor.
Hacer “como si” con conciencia de ficción y por la utilización de símbolos propios. El niño
adquiere la capacidad de codificar sus experiencias en símbolos y puede recordar imágenes
de acontecimientos. Comienza a jugar con los símbolos y las combinaciones de estos.
El juego simbólico es asimilación de la realidad del Yo por medio de la ficción simbólica. El
niño deforma la realidad (por el egocentrismo) en función de sus necesidades. Además,
este juego tiene por función defender el Yo infantil de las acomodaciones obligadas a la
realidad.
Hay dos etapas diferenciadas:
Declinación del juego simbólico (4 a 7 años): juego colectivo, más social y más real. La
simbolización se transforma en representación imitativa de la realidad. El símbolo es menos
egocéntrico y llega a perder el carácter de deformación. Las combinaciones simbólicas son
más coherentes, hay preocupación por la veracidad de la imitación. El símbolo declina a
medida que el niño se adapta a la realidad.
Wallon admite el basamiento fisiológico, pero señala que es el medio el que permite la
función manifestarse cuando ésta alcanza su maduración. Rechaza el dualismo
individuo-sociedad, orgánico-psíquico, herencia-medio, ya que en su en su planeamiento lo
social se amalgama con lo orgánico. Viendo las relaciones hombre-medio como una
interrelación dialéctica, señala que "no existe individuo psíquico con anterioridad a las
relaciones sociales que lo constituyen", y desde esta perspectiva analiza el juego.
Para Wallon, el individuo es un todo que se va desarrollando en íntima relación dialéctica
con el medio físico y humano.
Wallon realizó una clasificación de los juegos según su orden de sucesión cronológica, al
menos de las predominancias, adecuándose a la actividad espontánea del niño. Los
clasifica en 4 grandes grupos.
Chateau estudia las relaciones entre el juego y la naturaleza infantil. Y señala que el juego
es el acto por excelencia de la vida infantil. Distinguió el despertar lúdico verdadero de los
juegos funcionales del bebé durante el primer año, viendo en ambos diferentes fines.
Para Chateau, haciendo sonar el sonajero, en un principio, lo que el niño hace es afirmar
una función, por casualidad logró este resultado y su interés se dirige hacia el objeto, pero
posteriormente el objeto se esfuma detrás de la actividad del sujeto. Más adelante lo que le
da placer al niño no es tanto el resultado en sí mismo, como el hecho de que es él quién lo
ha producido. Es el placer de ser causa que implicará no sólo afirmación de una función,
sino la afirmación de sí mismo.
Los juegos funcionales darán origen a los juegos que contienen imitación e invención, a los
juegos representativos o verdaderos. Con la aparición de la representación, el juego cambió
para convertirse en intencional. Al asumir una finalidad consciente, no proviene sólo de un
impulso de tendencias, sino de un impulso de todo el ser, porque el juego de los niños
mayores no va a tener su principio en ese impulso interno, sino en una energía más amplia
de afirmarse, y de descubrir sus potencialidades.
El fin natural del juego verdadero es el placer de la afirmación de sí mismo, la afirmación del
Yo. El concepto de autoafirmación en Chateau es expresión del afán de perfeccionamiento
y superación de dificultades, del afán de conquista de más y más adelantos; y esa
búsqueda de la afirmación de sí mismo se manifiesta en el juego de dos maneras:
A) La atracción del mayor: el niño no sueña con otra cosa tanto como el ser adulto; toda su
actividad está regida por la sombra del mayor.
B) El gusto por el orden: el gusto por el orden no es sino una de las formas que toma la
búsqueda de afirmación de sí mismo, y en esta necesidad de orden (gusto por los ritmos,
repeticiones, etc.) se halla el origen del gusto por la regla que se evidencia claramente en
los juegos de regla arbitraria (subir escalera de dos en dos, no pisar las rayas de las
baldosas, etc.) que el niño realiza de forma espontánea de los 5 a los 7 años.
Para Chateau, el niño obedeciendo la regla trata de afirmar su Yo, y ve en esta necesidad
de orden la fuente más importante de la regla. Existen dos obstáculos esenciales a la
disciplina de la regla tradicional y el nacimiento de la ciencia infantil para el autor:
A) el egocentrismo del niño, es decir, la incapacidad de ponerse en el lugar de otro, y los
juegos reglados requieren de capacidad de cooperación para lo que se necesita ser capaz
de ponerse en el punto de vista de otro.
B) Su tendencia al arrebato, que toma singular fuerza entre los 7 y los 10 años, sobre todos
los chicos.
Desde este punto de vista, el juego es algo serio y puedes llegar al ascetismo, y eso se
debe a que compromete a todo el ser, a que es una manifestación de toda la personalidad
infantil. Este deseo de hacerse valer indica que es una prueba de la personalidad infantil en
la que el niño busca un público, complaciéndose a sí mismo por sus aciertos. El goce propio
del juego es un goce moral, que en su opinión, se produce por el cumplimiento del plan del
juego y de sus reglas.
Se resalta el carácter de seriedad del juego, pero pese a este carácter, el juego es
básicamente alegría.
Este autor diferencia la seriedad del trabajo del adulto y la seriedad del juego del niño,
porque la primera tiene su origen en sus resultados y la segunda, procede de otra fuente, ya
que, por sus aciertos en el juego, afirma su ser, proclama su poder y autonomía. Estás
herida del juego infantil, además, es distinta al concepto de seriedad del adulto, porque
implica una desvinculación con lo real.
El niño estando en el juego ya no está en el mundo de los adultos, posee en adelante un
mundo para sí, mundo en el cual puede ejercer su soberanía y poder. Para Chateau esta
fuga de lo real le permite al niño evitar la comparación con el adulto siempre desfavorable
para él.
Establece analogía entre el papel del juego del niño y del trabajo del adulto: del mismo
modo en que el adulto se siente fuerte por sus obras, el niño se agranda por sus aciertos
lúdicos.
Ser uno mismo es la meta del juego, y ser uno mismo es casi siempre ser más que uno. Es,
por un lado, prueba, y por el otro, conquista de sí mismo.
Para Chateau, el niño no sólo crece, sino que se desarrolla por el juego: por él hace actuar
las posibilidades que fluyen en su estructura particular, realiza potencias virtuales que
afloran sucesivamente a la superficie de su ser, las asimila, las desarrolla, las une, las
complica, coordina su ser y le da vigor. La infancia tendría como fin el adiestramiento por el
juego de las funciones fisiológicas y psíquicas, y por ellos considera que el juego puede ser
un instrumento para formar al niño.
Este psicólogo opina que el juego no es sólo ejercicio de todas las facultades sino también
una fuente rica de las actividades superiores del hombre como la ciencia, el arte, la religión.
Después de numerosas observaciones, Chateau concluyó que el juego es una actividad con
una gran significación humanizadora.
Chateau propone que el juego puede servir como medio de análisis del carácter infantil
porque el niño se entrega totalmente al juego y ello permite percibir al niño a la vez en su
vida moral, afectiva, motriz y social. Cada niño tiene un estilo de juego y sus deseos de ser
grande, fuerte, hábil, célebres, sus simpatías, sus odios, su crueldad… se reflejan en sus
juegos. Para entender estos signos, lo esencial es llegar a ponerse en el lugar del niño,
tener el sentido del niño y recurrir a ciertos procedimientos de la psicología científicas como:
1) La observación de las modalidades del juego entre pares
2) Ver la elección del juguete en el juego solitario
3) Los juegos de desorden implican una mentalidad inferior si son individuales.
El aspecto afectivo del juego no es el placer, pero igual no debe olvidárselo. Paradoja: juego
y hago lo que quiero, pero actúo según las reglas. La sumisión a las reglas y la renuncia a
actuar según un impulso es la vía hacia el máximo placer. El juego ofrece una nueva forma
de deseo. (Ósea, respetar la regla da placer).
En su opinión no hay una barrera que diferencie los juegos de ficción y los juegos con
reglas, y todo juego con reglas es un juego con la situación ficticia.
Elkonin elaboró una teoría explicativa acerca del origen o naturaleza social del juego del rol.
El objeto de su investigación fue la naturaleza y el contenido del juego de roles, la
psicología de la forma desplegada de la actividad lúdica, su origen, desarrollo y decadencia,
su importancia para la vida y desarrollo del niño, en tanto que forma y configura la
personalidad. Sus aportaciones al estudio del juego pueden sintetizarse en 5 enunciados:
En relación a los motivos inductores del juego, Elkonin no acepta las teorías profundas
(teoría del placer, de la satisfacción, de los impulsos primarios internos, de la
autoafirmación) y considera que el camino del desarrollo del juego, que va de la acción
concreta con los objetos a la acción lúdica sintetizada y de ésta a la acción lúdica
protagonizada, requiere en todas las transiciones enumeradas de la dirección de los
adultos: "La idea de la espontaneidad del desarrollo del juego protagonizado por los niños
es debida a que los adultos no se dan cuenta de la dirección que ejercen realmente de
manera espontánea". Así, el nexo entre el papel y las acciones relacionadas con él debe ser
descubierto al niño.
Elkonin considera que en el juego protagonizado o de rol de los niños preescolares influyen
sobre todas las actividades y relaciones humanas, que su contenido fundamental es el
hombre, condicionando las distintas esferas de la realidad de distinto modo en el
surgimiento de éste. Con la finalidad de esclarecer el problema de las premisas psicológicas
en qué se basa la adopción del papel y el desarrollo del contenido del papel interpretado por
el niño en el juego, subraya:
★ El juego es posible si hay ficción. Se asume un papel.
★ Se reconstituyen las relaciones entre las personas.
★ El sentido del juego cambia con la edad. Para los menores (3-4 años) el sentido está
en las acciones de la persona que representan, para los de mediana edad (4-5 años)
está en las relaciones de estas personas con las otras, y para los mayores (5-6
años) en las relaciones típicas de la persona cuyo papel representa.
★ Cada papel adoptado oculta reglas de acción o conducta social.
★ Para que surja el juego se requiere de la manifestación de relaciones que sean
reales para el niño
Para este psicólogo, son el papel y las acciones dimanantes de él lo que constituye la
unidad fundamental e indivisible de la evolución de la forma del juego. Al estudiar la
evolución del juego y observar que con un mismo argumento los niños de distintas edades
reflejan distintos contenidos, describe 4 niveles en el desarrollo del juego de rol.
CUADRO
Los estudios realizados por los psicólogos rusos han destacado la importancia del juego
para el desarrollo de la independencia, del colectivismo, así como su papel en la asimilación
de las normas morales, y el enriquecimiento de sus nociones sobre el mundo circundante.
Elkonin, en la misma dirección de Vygotski, estimó el importante alcance del juego en el
desarrollo psíquico, postulando los siguientes valores del mismo:
Pasada la primera infancia el niño descubre el mundo de los adultos con su actividad, sus
funciones, relaciones, y en ese momento el adulto comienza a ser un modelo para él.
Considera que la trascendencia del juego en la evolución de la esfera de las motivaciones y
necesidades del niño es importantísima, pero desde su perspectiva, el juego no se presenta
como actividad que tenga una realidad íntima con la esfera de las necesidades del niño,
sino que en él se opera la orientación primaria del impacto emocional en los sentidos de la
actividad humana, y se adquiere conciencia delimitado lugar de uno en el sistema de
relaciones con el adulto, sintiéndose la necesidad de ser adulto. En su opinión, en ninguna
otra actividad se entra con tanta carga emocional en la vida de los adultos, ni se resaltan
tanto la funciones sociales y el sentido de la actividad de las personas como en el juego,
siendo ésta la trascendencia primordial del juego protagonizado en el desarrollo del niño.
Elkonin plantea que en el juego se opera el descentramiento cognitivo del niño: gran
importancia que el juego tiene para el desarrollo intelectual. Cambia de raíz la la posición
del niño frente al mundo circundante y se forma el mecanismo propio del posible cambio de
posiciones y coordinación del criterio de uno con los otros posibles. Este camino ofrece la
posibilidad y abre vías para que el pensamiento pase a un nivel más elevado y constituya
nuevas operaciones intelectuales.
El juego protagonizado se presenta como práctica real no sólo del cambio de postura al
adoptar un papel, cambio constante de la postura del niño (real) y del adulto (papel), sino
también como práctica de relaciones con el compañero de juego. No solo como práctica real
de acciones con los objetos en congruencia con los significados atribuidos, sino también
como práctica de coordinación de puntos de vista sobre los significados de estos objetos sin
manipulaciones directas. Por ello el juego es un proceso de descentramiento congnitivo
permanente.