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Acedia y pereza

de Equipo de Hesiquia blog en 3 julio, 2012

ACEDIA: ENVIDIA POR LOS BIENES ESPIRITUALES

Horacio Bojorge S.J.

Transcripción

1.- De la acedia no se suele hablar. No se la enumera


habitualmente en la lista de los pecados capitales. Difícilmente se
encontrará su nombre fuera de los manuales y diccionarios de
moral. Muchos son los fieles, religiosos y catequistas incluidos,
que nunca o rarísima vez oyeron nombrar la acedia y pocos
sabrán ni podrán explicar en qué consista.

2.- Sin embargo la acedia existe y abunda por ahí, aunque pocos


sepan cómo se llama. Se la puede encontrar en todas sus formas:
tentación, pecado actual, hábito extendido como una epidemia, y
hasta en forma de cultura con comportamientos y teorías propias
que se trasmiten por imitación o desde sus cátedras, populares o
académicas. Si bien se mira, puede describirse una verdadera y
propia civilización de la acedia por lo cual parece conveniente
ocuparse de ella..

3.- Para dar una idea de lo que es la acedia expondremos primero


sus definiciones y después daremos una serie de ejemplos
bíblicos.

¿QUÉ ES LA ACEDIA? DEFINICIONES

4.- La acedia es propiamente una especie o una forma particular


de la envidia O sea que es una especie de tristeza

5.- Santo Tomás de Aquino, la define como: “tristeza por el bien


divino del que goza la caridad”. O sea, envidia a Dios; tristeza por
los bienes espirituales.

6.- El Catecismo de la Iglesia Católica (=CIC) la define así: ”La


acedia o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de
Dios y a sentir horror por el bien divino” (CIC 2094).
7.- El Catecismo de la Iglesia Católica (=CIC) ubica la acedia entre
los pecados contra la Caridad: 1º) indiferencia, 2º) ingratitud, 3º)
tibieza, 4º) acedia y 5º) odio a Dios. La acedia se manifiesta en
forma de indiferencia, ingratitud y tibieza. Su culminación es el
odio a Dios.

8.- La acedia es, pues, tristeza por un bien y por lo tanto es una
especie de envidia. ¿Qué la distingue de la envidia en general?
Que mientras la envidia es tristeza por cualquier bien terreno y
genérico de la creatura, la acedia es tristeza por el bien divino, ya
sea en Dios mismo ya en sus creaturas.

9.- En otro lugar, el CIC, tratando de la oración, enumera la acedia


entre las tentaciones del orante: “otra tentación a la que abre la
puerta la presunción, es la acedia. Los Padres espirituales
entienden por ella una forma de aspereza o desabrimiento
debidos a la pereza, al relajamiento de la ascesis, al descuido de
la vigilancia, a la negligencia del corazón. `El espíritu está pronto
pero la carne es débil’ (Mateo 26,41)” (CIC 2733).

10.- La acedia es el pecado que se opone directamente a la


caridad o amor a Dios. Se entristece de las cosas que alegran a
los que aman a Dios, y se entristece de que haya alguien que lo
ame.

11.- El nombre de la acedia es figurado. Acedia viene de Acidez.


Es la acidez que resulta del avinagramiento de lo dulce. La
dulzura misma de la caridad, agriada, da lugar a la acedia. La
acedia se opone al gozo de la caridad como por fermentación, por
descomposición y transformación en lo opuesto. El espíritu de
acedia es avinagrado, agriado, para lo religioso.

12.- La acedia es igualmente enfriamiento o entibiamiento del


fervor de la caridad. Como se dice en el Apocalipsis: “tengo
contra ti que has perdido tu amor de antes” (Apoc. 2,4); “puesto
que no eres frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca” (Apoc.
3,16).

13.- Por ser causa y cabeza de otros pecados, la acedia se cuenta


entre los pecados capitales. La acedia es causa de los siguientes
pecados, que la tradición llama sus hijas:
1) Desesperación de alcanzar el fin último o sea de amar a Dios; y
en consecuencia pereza para la religión. Esta pereza se
manifiesta en una efusión en las creaturas caracterizada por:

2) Vagabundeo de la mente, que va acompañada y se manifiesta


en:

a) Locuacidad, charlatanería vacía: “no dice nada pero ¡qué bien


lo dice!”;

b) Curiosidad, insaciable afán de novedades, bulimia intelectual,


cultura insustancial: reducción de la fe a gnosis;

c) Importunidad, dispersión espiritual, desorden;

d) Inquietud, desasosiego interior, falta de la paz que da la


caridad;

e) Inestabilidad, inconstancia de propósitos, planes y decisiones,


por ejemplo para permanecer en un lugar: domicilio, empleo,
actividad, trabajo.

(De todo esto parecen adolecer los suplementos culturales de


cierta prensa dominical).

3) Torpeza de la mente, embotada indiferencia ante lo


verdaderamente necesario para la salvación, o sea el amor a Dios
y la comunión con Él.

4) Pusilanimidad, ánimo mezquino y pequeño, sobre todo para las


virtudes teologales y las posibilidades místicas: naturalismo;

5) Animadversión contra todo y todos los que le recuerden a Dios


o su destino sobrenatural

6) Odio a Dios

ACEDIA EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS

14.- Las Sagradas Escrituras nos ofrecen una galería de retratos


de la acedia en todas sus formas, desde la indiferencia al odio.
Nos dan también pistas para comprender la naturaleza de la
acedia, que nos ayudan para reconocerla en sus formas
históricas y actuales, y nos permiten comprender mejor su
mecanismo espiritual. En los casos clínicos bíblicos se ve cuáles
son las causas y los síntomas de la acedia.

15.- La acedia de Judas:”Seis días antes de su Pasión, Jesús vino


a Betania, (…) María, tomó una libra de perfume de nardo puro,
muy caro, y ungió los pies de Jesús y los secó con sus
cabellos”. Pero: ”Judas Iscariote, uno de los discípulos de Jesús,
el que lo había de entregar, dijo: “¿Por qué no se ha vendido ese
perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?”
(Juan 12,1-5). El gesto de María manifiesta el gozo de su caridad.
Lo que para María es expresión gozosa de su amor a Jesús, es
para Judas motivo de tristeza, mezclada de fastidio e irritación:
acedia.

16.- En este pasaje bíblico se ve que la acedia implica un menos-


precio de Jesús que se irá manifestando durante la Pasión: en la
venta por treinta monedas, en las burlas de la soldadesca. La
burla nace del menosprecio y siembra más menosprecio. En los
ejemplos siguientes vuelve a manifestarse la acedia como
menosprecio y burlas.

17.- La Acedia de Mikal, Esposa de David: Mikal se irritó viendo a


David bailar delante del Arca de la Alianza en la fiesta de la
Traslación. La danza de David era una manifestación del gozo de
la caridad. La irritación de Mikal por la devoción de David es
acedia. Ver 2 Samuel 6, 14-23

18.- La Acedia de los Hijos de Jeconías: El Arca de la Alianza fue


devuelta por los filisteos a los israelitas, para librarse del azote de
la peste. Se alegraron con el retorno del Arca los habitantes de
Bet-Shémesh. Excepto una familia, que fue por eso duramente
castigada. He aquí otro ejemplo de lo que es acedia:“ausencia de
la debida alegría a causa de la presencia de Dios;
indiferencia”. (Ver 1 Samuel 6,13-21)

19.- El Menosprecio de un Profeta: El profeta Eliseo iba subiendo


por el camino hacia Betel cuando unos niños salieron de la
ciudad y se burlaban de él, diciendo: “¡Sube, calvo! ¡Sube,
calvo!”. Él se volvió, los vio y los maldijo en nombre del Señor.
Salieron entonces dos osos del bosque y destrozaron a cuarenta
y dos de ellos (2 Reyes 2,23-24).

20.- El relato quiere inculcar el respeto a los profetas, a un pueblo


que, por acedia, se inclinaba a rechazarlos y aún a matarlos. En
efecto, la persecución a los profetas, y en general a los justos,
empieza con burlas pero tiende a terminar en sangre. Estos niños
reflejan el menosprecio aprendido de sus mayores. Eliseo ve, en
ese menosprecio, más que una inocentada infantil, ve la
manifestación de un pecado social, nacional. La acedia tiene sus
raíces infantiles, puesto que también desde niños hay en Israel
piedad e impiedad, religión e irreligión, gozo de la caridad o
acedia.

21.- Esaú menosprecia la Primogenitura: Esaú le vendió a su


hermano Jacob la primogenitura por un plato de guiso. Es otro
ejemplo clásico de acedia como menosprecio – y consiguiente
postergación y pérdida – de los bienes espirituales, debido a la
compulsión y a la urgencia de un apetito. Esaú llegó hambriento
del campo y Jacob aprovechó la ocasión: “Véndeme ahora
mismo tu primogenitura”. Esaú respondió: “¿Qué me importa la
primogenitura?”. Jacob lo urgió para que se la vendiera con
juramento: “Y él se lo juró vendiendo su primogenitura a Jacob.
Jacob dio a Esaú pan y el guiso de lentejas, y este comió y bebió,
se levantó y se fue. Así desdeñó Esaú la primogenitura”, concluye
melancólicamente el relato (Génesis 25,29-34).

22.- Jesús, en una ocasión, reprocha la acedia que se manifiesta


en forma de indiferencia, de los que se han rehusado a compartir
sus sentimientos: ”Os hemos tocado la flauta y no habéis
bailado, os hemos entonado endechas, y no habéis
llorado.” (Lucas 7, 31-35)

23.- La actitud de acedia como un “no” a la fiesta, o sea un no a


las alegrías de Dios y a su oferta de comunicarla y participarla, la
ilustran las parábolas de los invitados al Banquete (Mateo 22,1-14;
ver también 8,11-12; Lucas 14,16-24).

24.- El papa San Clemente romano en su Carta a los Corintios,


para explicar el mal que está aquejando a dicha comunidad
eclesial, se remonta a trazar un panorama de la acedia en la
historia de la salvación, comenzando justamente por el pecado de
Caín: “Ya veis, hermanos, cómo los celos y la acedia produjeron
un fratricidio. A causa de la acedia, nuestro padre Jacob tuvo que
huir de la presencia de su hermano Esaú. La acedia hizo que José
fuera perseguido hasta punto de muerte y llegara hasta la
esclavitud. La acedia obligó a Moisés a huir de la presencia de
Faraón, rey de Egipto, al oír a uno de su misma tribu: ‘¿Quién te
ha constituido árbitro y juez entre nosotros? ¿Acaso quieres tú
matarme a mí, como mataste ayer al egipcio?’. Por la acedia,
Aarón y María hubieron de acampar fuera del campamento. La
acedia hizo bajar vivos al Hades a Datán y Abirón, por haberse
rebelado contra el siervo de Dios, Moisés. Por celos no sólo tuvo
David que sufrir envidia de parte de los extranjeros, sino que fue
perseguido por Saúl, rey de Israel” (S. Clem. a los Corintios 4,7-
13)

25.- El Pecado de Caín: Habitualmente se considera el pecado de


Caín (Génesis 4,3-8), como un pecado de envidia hacia su
hermano Abel. Y lo es. Pero no de envidia simplemente. Sino de
aquella especie de envidia que llamamos acedia respecto del bien
de su hermano, cuya ofrenda fue acepta a Dios; pero también
acedia, respecto de la complacencia de Dios sobre la ofrenda de
Abel. Si Caín hubiese estado en actitud de amistad con Dios, se
habría alegrado por la alegría de Dios con la ofrenda de su
hermano.

26.- Son también ejemplos de acedia en la Sagrada Escritura:

* El Pecado Original: “Por acedia del diablo entró la muerte en el


mundo y la experimentan los que le pertenecen” (Sabiduría 2,24).

* El menosprecio de la Tierra Prometida: “Despreciaron una


Tierra envidiable” (Sal 105(106),24)

Números Caps. 13-14 y Deuteronomio 1,19-46. El pueblo no se


alegró con el bien de la Tierra Prometida, que le pintaban Caleb y
Josué, los buenos exploradores, testigos fidedignos de la bondad
de la tierra, fieles a la verdad. El pueblo, en cambio, prefirió creer
al testimonio de los malos exploradores, testigos falsos.
* La Acedia de Pedro ante la Cruz: Pedro se niega a recibir el
testimonio de Jesús acerca del misterio de la cruz. Por eso se
hace acreedor del nombre de Satanás, y en vez de piedra
fundamental se convierte en piedra de escándalo (Mateo 16,18),
no sólo para los más pequeños (Marcos 9,42), sino para Jesús
mismo (Mateo 16,23).

27.- Ya se ve la importancia que tiene el pecado de acedia en toda


la Sagrada Escritura. Si se ignora lo que es la acedia no se puede
entender la Escritura ni el drama de Jesús. La acedia es ceguera
para el bien de Dios y confusión espiritual del mal por bien y del
bien por mal. Es lo que muestran los dos ayes proféticos que
siguen:

28.- Dos Ayes Proféticos sobre la Acedia: 1) Acedia como ceguera


o a-percepción: “¡Maldito el hombre que confía en el hombre, y
hace de la carne su apoyo apartando del Señor su corazón! Es
como el tamarisco en el desierto de Arabá y no verá el
bien cuando venga” (Jeremías 17, 5-6).En cambio: “los rectos lo
ven y se alegran” (Salmo 106,42) “En tu luz vemos la luz” (Salmo
35,10); “Abreme Señor los ojos y contemplaré las maravillas de
tu voluntad” (Salmo 118, 18); “Al que sigue el buen camino le haré
ver la salvación de Dios” (Salmo 49,23)..

2) Acedia como dis-percepción: “¡Ay, los que llaman al mal bien y


al bien mal; los que dan la oscuridad por luz, y la luz por
oscuridad; que dan lo amargo por dulce y lo dulce por
amargo!” (Isaías 5,20-21). Entristecerse por el bien del que goza la
caridad, como hace la acedia, es dar por mal ese bien, dar lo
dulce por agrio o por amargo, dar la luz por tinieblas.

29.- Es propio de Dios el mostrar o hacer ver los bienes


salvíficos: ”hasta el día de hoy no os había dado el Señor
corazón para entender, ojos para ver, ni oídos para
oír” (Deuteronomio 29,3).

PEREZA

30.- La acedia ha sido a menudo entendida como pereza. Es


verdad que, secundaria y derivadamente, la acedia se
presenta, en la práctica, como una perezapara las cosas relativas
a Dios y a la salvación, a la fe y demás virtudes teologales, a las
posibilidades místicas. Por lo cual, acertadamente, el CIC la
propone,a los fines prácticos, como pereza. Sin embargo, la
pereza es una más de las consecuencias de la acedia y puede
considerarse como hija, es decir, como uno de los efectos de la
acedia. En algunas de las hijas de la acedia es posible reconocer
los rasgos que caracterizan a la pereza.

31.- El pecado capital de pereza, al igual que la envidia, es una


especie de la tristeza. Podemos definirla diciendo que la pereza
es una pesadez de la voluntad para obrar el bien debido..

32.- La imagen proverbial del perezoso es la del apático dormilón,


que no quiere hacer nada. Pero esa es la fase terminal de su
dolencia. En su comienzo el perezoso puede ser un hiperactivo,
que hace de todo, menos lo que tiene que hacer, antes de
terminar agotado y deprimido. Es un ansioso que pasa de la
conmoción a la apatía, de la agitación al agotamiento. Por una
combinación de pereza y avaricia, los superejecutivos, son
devorados por la fiebre del trabajo y descuidan hogar, esposa e
hijos, y son consumidos en breve tiempo por el stress.

33.- Es perezoso el niño que se agota jugando en lugar de hacer


los deberes; hasta que cae rendido de fatiga por hacer lo que no
habría debido, y es incapaz ya de hacer lo que hubiera debido. O
como el joven que va y viene pero no tiene a dónde huir para no
estar donde debería. El adulto que descuida su familia, por otras
actividades no necesariamente malas y en ocasiones muy buenas
en apariencia, como las actividades religiosas. El sabio refrán de
nuestras abuelas decía: “Primero la obligación y después la
devoción”.

34.- La pereza, entonces, contra lo que sugiere equivocadamente


la opinión común, no consiste en no hacer nada. Consiste en no
hacer lo debido. El perezoso puede obligarse a mil ocupaciones
no obligatorias con tal de no cumplir con su obligación.

35.- ¿Pero qué pasa cuando el perezoso no quiere cumplir con


sus deberes y obligaciones supremas; cuando se niega al
ejercicio de las virtudes teologales y no quiere poner los actos de
fe, esperanza y caridad?
36.- En la pereza para creer, por ejemplo, la voluntad perezosa no
quiere mover a la inteligencia a creer para conocer el bien
verdadero y la orienta hacia otros bienes. Así se conectan acedia
y pereza; indiferencia o tibieza para amar a Dios; indolencia para
conocer al Dios infinitamente amable. Amar al mundo en vez de a
Dios (1ª Juan 2,15-17).

37.- ¿La consecuencia?: efusión en las cosas. La voluntad


perezosa mueve a la inteligencia hacia los objetos que no debe y
la desvía de aquellos que debería conocer. La pereza, pues,
inicialmente, no inhibe toda actividad, sino que comienza
trocando una actividad debida por otra indebida.

38.- La pereza para las virtudes teologales, es decir la pereza para


creer, amar a Dios y esperar, es consecuencia de la acedia. De
esta pereza teologal derivan todas las demás perezas.

39.- Al rehuir ocuparse de los bienes últimos y supremos que dan


el sentido último a su existencia, es como el caminante que se
desentendiera de la meta a donde debe llegar y se fuera por todos
los desvíos. O como el que se pierde en el desierto y termina
girando en círculos hasta que cae exhausto sin haber llegado a
ninguna parte. Al final de la carrera loca del perezoso tras el amor
de este mundo, lo aguarda la depresión y la cama.

40.- El perezoso huye primero del Sentido que es Dios. Pero esa


huida de lo esencial lo aboca a tener que vivir luego huyendo
del sinsentido. ¿Cómo? ¿hacia dónde? Hacia los sentidos
provisorios; hacia alguna actividad que lo entretenga, que lo
ayude a encontrar siempre nuevas escapatorias al asedio del
aburrimiento, entreteniéndolo con algún minúsculo sentido
inmediato: el baile de una noche, el paseo, el bar, el club, un
deporte, un hobby como juntar sellos, la novela, la tele…y tantas
otras formas de “evasión”, como acertadamente se les dice.

41.- La agitación del perezoso se nutre de sentidos provisorios,


puesto que el perezoso huye de los últimos y definitivos, de los
permanentes y eternos. Y dado que los no-últimos muy pronto lo
dejan, -o él, quiera o no quiera, los tiene que dejar, tarde o
temprano-, fatalmente, vuelve a quedar a merced de la invasión
del sinsentido: del tedio, la náusea, el aburrimiento, en una lucha
desigual y perdida de antemano con ese mar que lo inunda, y en
la que se agita hasta que se agota. Esa es la fase terminal de la
pereza.

42.- Sólo las virtudes teologales (= fe, esperanza y caridad), llenan


de eternidad el tiempo y lo vivifican con vida eterna. La acedia
ciega a su víctima para esos bienes y la pereza le impide mirarlos.
Por eso acedia y pereza clausuran el corazón para el encuentro
con Dios. Hay una circularidad de acedia-pereza-acedia-pereza,
por la que ambos pecados capitales se retroalimentan. Este
hecho nos explica por qué en la tradición algunos han entendido
la acedia como pereza.

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