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Portoviejo, octubre 2010 • No.

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Ramiro Molina Cedeño • Director general

Revista cultural creada en el mes de marzo del año 2004 por Ramiro Molina Cedeño, con propiedad
intelectual compartida con Alfredo Cedeño Delgado. Cuenta con el auspicio económico del M. I. Municipio
de Portoviejo.

Consejo editorial Colaboran en este número


Ramiro Molina Cedeño Michael T. Hamerly
Alfredo Cedeño Delgado Álvaro Mejía Salazar
Marigloria Cornejo Cousín Guillermo Arosemena Arosemena
Carlos Calderón Chico Javier Gómezjurado Zevallos “La visión de Alfredo es más hu-
Edgar Freire Rubio Pedro Reino Garcés mana, más cercana a nosotros,
Fernando Jurado Noboa Martha Chávez Negrete
más consistente como filosofía
de la Medicina, en fin, más for-
Colaboradores permanentes mativa de la personalidad profe-
María Fernanda Bravo de Dorigo sional del médico”
Tonio Iturralde Cevallos ISBN
Ángel Loor Giler Dr. Jacinto Kon Loor
978-9942-03-081-8
Anita Mendoza Codeña
Alfredo Román Murillo
Manuel Andrade Palma

Corrección PROPIEDAD DE RAMIRO MOLINA CEDEÑO


Estela Guión Palumbo PROHIBIDA LA VENTA DE ESTA REVISTA
DISTRIBUCIÓN GRATUITA
Edición, diagramación e impresión LA UNIVERSIDAD PARTICULAR
La Isla N27-96 y Cuba
SAN GREGORIO DE PORTOVIEJO
(593 2) 256 6036
edicioneslatierra@andinanet.net VISIÓN: La Universidad San Gregorio de Portoviejo será una institución
Quito-Ecuador de Educación Superior con acreditados procesos y desempeño académi-
co, con servicio profesional de calidad, que aporte de forma permanente
Portada: Instrumentos musicales en mazapán al desarrollo sustentable y sostenido de la provincia, la región y el país.
Autor: Eumeni Candelario Álava Párraga
MISIÓN: Formar en la ciencia y humanismo a profesionales emprende-
dores de acuerdo a las demandas del desarrollo social, la investigación
científica y los avances técnicos y tecnológicos.

Portoviejo – Manabí
Formar en la ciencia y humanismo a profesionales emprendedores de
Teléfonos: 052 441-461 y 052 935-002 Ext. 120 acuerdo a las demandas de noticias.
E-Mail: ramiro-molina@hotmail.es
CENTRO CULTURAL “PORTOVIEJO”
Trabajando por la cultura
CONTENIDO

EDITORIAL 3
LA FAMILIA PIN DE JIPIJAPA:
INDIOS PRINCIPALES Y MAESTROS DE CAPILLA
Ezio Garay Arellano 5
ENTENDIENDO AL PASADO:
LA ESTRUCTURA SOCIAL DURANTE LA COLONIA
Álvaro Renato Mejía Salazar 21
¿FUE BOLÍVAR ESTADISTA?
CONFERENCIA PARA PROYECTO BOLÍVAR
Guillermo Arosemena Arosemena 33
LA MATANZA DEL 2 DE AGOSTO DE 1810
Javier Gomezjurado Zevallos 48
DE LOS OFICIOS DEL VERBO Y LA PACIENCIA
Pedro Arturo Reino Garcés 55
EL HOMBRE DE LA LÁMPARA DE PETROMAX
Cuento de Martha Chávez Negrete 56
EDITORIAL

E
n este número, lleno de exce- toviejo, para crear la hemeroteca que
lentes trabajos, consta el del tenemos y nada más.
gran historiador americano y Hamerley, en una de las aposti-
ecuatorianista como se autodenomina llas que refuerzan la cita bibliográfica,
Michael T. Hamerley. menciona a Temístocles Estrada y dice
En ese trabajo formidable, casi
oculto, se refleja el estado real del de- … Los tomos 3-9 constituyen una
sarrollo de las ciencias históricas en cuasi historia rica en detalles de los
Manabí. Si se revisa la bibliografía primeros cien años de la provincia
de Manabí y de sus pueblos, inclu-
empleada por Hamerley, cualquiera
yendo a Jipijapa y sus comarcas;
se puede dar cuenta que ha tenido
que recurrir a archivos y bibliotecas y, luego, agrega haber recibido como
variadas y que se apoya en fuentes obsequio del Dr. Wilfrido Loor unos
de ensayos y libros publicados. Bien, documentos valiosos sobre la lucha
ninguna de las bibliotecas y archivos comunal de Jipijapa.
están en Manabí, y de los libros y en- Estas citas obligan a reflexionar
sayos aparecen de solo cuatro mana- y a preguntarse: ¿cuándo se reedita-
bitas, que, aun así, no han sido publi- rán todos los tomos de Las relaciones
cados por ninguna entidad manabita. históricas y geográficas de Manabí del
Más allá de que se produzca esa bahieño temístocles Estrada? ¿Cuán-
sensación de soledad que acompaña do se reeditarán los libros del calce-
al historiador manabita en sus inves- tense Wilfrido Loor, especialmente
tigaciones, queda claro que, para es- Manabí desde 1822? ¿Qué institución
cribir sobre nuestro pasado, hay que manabita, que tenga que ver con la
buscar ese pasado en otras latitudes. cultura, va a dotar de instrumentos
En nuestra provincia, donde han flo- de lectura de historiadores valiosos
recido otros intereses, pocas veces ha que escribieron con fundamentos
existido el afán de implementar archi- nuestro pasado?
vos, valiéndose de copias certificadas Con ausencia de archivos, de
de documentos o de microfilmes. Se bibliotecas, de libros de historiadores
recuerda la buena gestión del obispo manabitas, hemos ido caminando y
Ruiz Navas al adquirir las copias del llenándonos de olvidos. Y el olvido es
archivo de nuestra Diócesis que repo- una condena que anula o modifica el
saba en Cuenca y el comodato entre el pasado.
Banco Central y el Municipio de Por-

3
LA FAMILIA PIN DE JIPIJAPA:
Indios principales y maestros de capilla
Michael Hamerly

T
oda historia tiene su historia. cambios supuestamente ocurridos en
La historia de este ensayo co- la composición étnica de la población
menzó a fines de 1967 cuando de la antigua provincia de Guayaquil
volví al Ecuador para investigar su a lo largo del período colonial.
emergencia como un país soberano e Poco después de haber regresa-
independiente, el supuesto tema de do a Guayaquil –parada obligatoria,
mi tesis doctoral. Durante el vuelo siendo mi esposa guayaquileña, antes
leía un libro que había sido recién pu- de subir a Quito, donde se supusiera
blicado en aquel entonces, The King- que encontraría yo la mayor parte de
dom of Quito in the seventeenth century, las fuentes indispensables para redac-
por John Leddy Phelan. Tres de las tar una tesis doctoral sobre la inde-
conclusiones de Phelan (1967) eran: pendencia del Ecuador– me metí en
1. que la población indígena de la los archivos locales y regionales, sin
Costa sufrió grandes pérdidas a con- esperanza de encontrar mayor cosa,
secuencia de la conquista española y ya que casi todos los historiadores,
la introducción de enfermedades con- incluyendo ecuatorianos, que había
tagiosas contra las cuales los nativos leído, estaban de acuerdo que poco
tuvieron poco o nada de resistencia; o nada de documentos de los perío-
2. que los indígenas casi desapare- dos de la Colonia y la Independencia
cieron durante la primera mitad del habían sobrevivido en Guayaquil,
período colonial; y 3. que fueron re- debido, entre otras causas, a los mu-
emplazados por negros como jorna- chos incendios que la ciudad puerto
leros y labradores tanto en la ciudad había sufrido. Estaban totalmente
de Guayaquil como en la cuenca del equivocados. Esas entradas iniciales
Guayas, epicentro del cultivo del ca- en los repositorios de Guayaquil me
cao (pp. 46-47). No teniendo por qué revelaron un caudal de fuentes ines-
no creerle a Phelan, un destacado his- peradas sobre el pasado del litoral y
toriador y latinoamericanista, y uno su antigua capital desde principios
de los muy pocos norteamericanos del siglo XVII en adelante. El corto
que había publicado un estudio his- tiempo que había pensado pasar en la
tórico serio sobre el Ecuador; acepté ciudad puerto se convirtió en largos
sus interpretaciones referentes a los meses mientras yo rastreaba varios
archivos, bibliotecas, colecciones par-
* Historiador y ecuatorianista* ticulares y museos, para mi eventual

5
Historia social y económica de la
antigua provincia de Guayaquil,
1763-1842 (1973, 1987), habien-
do yo, mientras tanto, cambia-
do el tema de mi tesis.
Durante los largos años
y varios meses que he pasado
en repositorios de Colombia
(Bogotá), Ecuador (Guayaquil,
Cuenca, Quito, Cotocollao, y
Otavalo), Perú (Lima y Cuzco),
y España (Madrid y Sevilla) Jipijapa 10 de agosto de 1911. Tomado de Manabí a la vista, Ceriola
–inicialmente entre 1967 y 1969, y
dios del litoral sino que algunas de su
subsecuentemente en 1971, entre
poblaciones se recuperaron, al menos
1974 y 1978, y en 1981, 1983, 1987,
en parte, durante la segunda mitad
1995, 1997, 2002, 2004, 2006, y 2008–,
de la Colonia (Hamerly, 1970, 1973,
buscando fuentes sobre aspectos de-
1987), tema refinado y desarrollado
mográficos, económicos y sociales
en las tesis doctorales de María Luisa
del pasado del Ecuador (y también
Laviana Cuetos (1987) y Martin Vo-
del Perú y Bolivia), encontré varios
lland (1997). Empero, la población de
padrones y censos de población que
la cuenca del Guayas sí se oscureció
refutan las afirmaciones de Phelan en
entre la conquista y la Independencia:
cuanto al aniquilamiento de los in-
hacia 1790, 44,5% de la población total
dios y su reemplazo por negros.1 No
de la antigua provincia de Guayaquil,
solamente no desparecieron los in-
incluyendo la tenencia de Portoviejo,
consistió de pardos y 5,8% de escla-
1 Desde luego, Phelan no se equivocó vos negros, la mayoría concentrada
tampoco sobre el decaimiento de la po- en las provincias actuales del Gua-
blación indígena durante la primera mi-
yas, Los Ríos y El Oro (Hamerly, 1970,
tad del período colonial. De acuerdo con
los cálculos y datos de Newson (1995), 1973, 1987).
los chonos, huancavilcas, y punaes, por Una de aquellas poblaciones in-
ejemplo, cayeron de 370.230 a 2.530 entre
cerca de 1530 y 1605. La equivocación de
dígenas fue San Lorenzo de Jipijapa,
Phelan fue no tomar en cuenta la recu- el escenario de la historia de la familia
peración de las poblaciones indígenas de Pin, indios principales y maestros de
lo que hoy en día son las provincias de capilla. Hoy en día, se sabe que Jipi-
Manabí y Santa Elena durante la segun-
da mitad de la Colonia. Tampoco des-
japa fue el pueblo no solamente más
aparecieron por completo los indios en grande de indios en la Costa, llegan-
la cuenca del Guayas, especialmente en do a tener solamente San Lorenzo de
la futura provincia de Los Ríos. Inclusive Jipijapa al menos 4.686 habitantes en
hubo colonias de jipijapenses en Daule
y Santa Lucía (AGL, 1801, 1802, 1803, y
1804-1805 (Hamerly, 1970, 1973, 1987),
1806). 6.733 en 1825 (Hamerly, 1970, 1973,

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No. 25 • Un encuentro con la historia

1987), y 7.379 en 1848 (ACD/G, 1848), gica prevaleciente en aquel entonces,


sino también el pueblo más prospero como por la confusión que reinaba y
de indios en la antigua provincia de sigue reinando sobre lo que es una
Guayaquil durante la mayor parte de “etnia” y lo que es una “raza”. Fran-
la Colonia y las primeras décadas de cisco Talca, Gonzalo Parral (sobrino
la República, gracias a los estudios ya nieto del cacique Manuel Guale), Ma-
mencionados y, también, a la tesis de riano Pin (miembro de la familia Pin),
licenciatura de Maritza Aráuz (1999, y Francisco Suárez no fueron “cholos
2000); y, la tesis doctoral de Carmen o mestizos” sino indios legalmente y
Dueñas de Anhalzer (1997). socio-económicamente por más “ladi-
Otros dos estudios de suma im- nos” que hubiesen parecidos cultural-
portancia son la tesis doctoral de Sil- mente. En otras palabras, no obstante,
via Álvarez sobre la historia de las el semblante de “cholo” o “mestizo”
etnias en la península de Santa Elena, que los indígenas del litoral solían
porque nos ha obligado a repensar las presentar al mundo “blanco”, sobre
categorías de indio y cholo o mestizo, todo cuando andaban fuera de sus
las relaciones entre sí, y la proble- pueblos y comarcas porque les con-
mática del traspaso de indio a cholo venía, seguían siendo y fueron iden-
o mestizo (Álvarez Litben, 2001); e, tificados como indios por sí mismos
igualmente, el sugestivo ensayo de dentro de sus propios terruños y por
Stuart B. Schwartz y Frank Salomon las autoridades que levantaron los
sobre “New peoples and new kinds padrones de población de la época,
of people: adaptation, readjustment, y que coleccionaron los tributos y las
and ethnogenesis in South American primicias.
indigenous societies (colonial era)” No obstante la protesta de 1816,
(Schwartz y Salomon, 1999). la Corona real y después los Estados
Antes de comenzar a reconstruir colombiano (1822-1830) y ecuatoria-
la historia de la familia Pin, me toca no (1830-) seguían cobrando tributo a
corregirme a mí mismo. Tanto en mi los indios de la provincia de Manabí,
tesis doctoral (Hamerly, 1970) como inclusive los de Jipijapa, hasta 1831,
en las revisiones de ella (Hamerly, al menos, si no hasta 1835, cuando el
1973, 1987), caractericé como “cholos presidente Vicente Rocafuerte abolió
o mestizos” a los cuatro “cabecillas” definitivamente el cobro de tributos
(Francisco Talca, Gonzalo Parral, Ma- en todo el litoral. En 1831, se registra-
riano Pin y Francisco Suárez) de la ron 942 indios tributarios en el cantón
protesta de 1816 por parte de algunos de Jipijapa y 366 en el cantón de Mon-
jipijapenses contra el restablecimiento tecristi. En términos relativos, casi
del tributo, que había sido suprimido uno en cada seis indios en el cantón
por la Constitución de Cádiz en 1812. de Jipijapa estaba sujeto a tributo en
Me equivoqué tanto por el estado de aquel año (15,9% de la población in-
la literatura antropológica y socioló- dígena total del cantón), vis-a-vis casi

7
tres en cada diez indios en el cantón puso “don” a su nombre y porque los
de Montecristi (28,2% de la población Pin todavía no habían sido legados
indígena total del cantón) (AHBM/G, el cacicazgo de Aguasa: AN/Q, 1779.
1831). Y los “indígenas” seguían cons- N.B. Todos los “caciques, gobernado-
tituyendo al menos 24% de la pobla- res y principales”, incluyendo Agus-
ción total de la provincia de Manabí tín Pin, que firmaron esta protesta, lo
–la mayoría residente en los cantones hicieron en su propio puño y letra. En
de Jipijapa y Montecristi–, hacia me- otras palabras, estos ocho “nobles”
diados del siglo XIX (EC-IRE-1846).2 jipijapenses (“Juan Martines del Jun-
El primer Pin que surge de la co”, “Joseph de Salvatierra y Castro”,
documentación conocida hasta ahora “Don Joseph Gómez Cornejo”, “Don
es Agustín Pin. Aparece en 1677 como Juan García”, “Don Juan Ligua”,
uno de los ocho “nobles” de Jipijapa “Agustín Pin”, “Don Pedro Ligua”, y
que protestaron el pago de las primi- “Don Joseph Pillasagua”), fueron al-
cias y el “camerico” –uno de los cuan- fabetizados. Con qué grado de facili-
tos servicios o tasas impuestos por dad o dificultad podían escribir y leer,
doctrineros y curas parroquiales– pre- probablemente nunca vamos a saber.
cisamente por ser “caciques, goberna- Parece que Aguasa fue una de
dores y principales” (RAHG, 1677); y, las ocho a diez parcialidades o pue-
como tal, supuestamente exentos de blos pre-hispánicos que fueron re-
tasas y servicios personales. Agustín ducidos al pueblo de Jipijapa a fines
Pin fue uno de los indios principales, del siglo XVI por orden del virrey
no un cacique. Baso esta conclusión Francisco de Toledo. Uno de ocho a
en el hecho de que Agustín Pin fue diez parcialidades o pueblos porque
uno de los tres firmantes que no ante- ni Aguasa ni Payache –al igual que
Aguasa consta en varios documentos
de fines del período colonial– apa-
2 N.B. 1846 es el último año para el cual he
encontrado datos sobre la composición recen en la “Descripción de la Go-
“étnica” de toda la provincia. bernación de Guayaquil” de 1605, y
3 Uno de los aspectos intrigantes de los porque Picalanseme, que sí figura en
pueblos/parcialidades subordinadas a
dicha descripción, no consta en las
Jipijapa es que uno(a) se llamaba “Alta”
y otro(a) “Baja”. “El nombre Jipijapa listas tributarias de Jipijapa de 1801,
tomó de un antiguo cacique. Había dos 1803 y 1806 (las otras siete “parciali-
pueblos de este nombre, dos leguas dades” de comienzos de la Colonia
distantes entre sí; el lugar que ahora se
seguían existiendo a fines de la Colo-
encuentra esta reducción se llamaba Jipi-
japa la baja” (descripción de la Goberna- nia3). Sospecho que fueron pueblos en
ción de Guayaquil, 1605, p. 46). Este es sus orígenes porque según la misma
el único ejemplo de hanan y urin, si es “Descripción” de 1605 (p. 48), “Tenían
que fue realmente equivalente, que se ha
diversas lenguas, cada parcialidad la
encontrado para la Costa del Ecuador.
4 Por desdicha ninguna de las fuentes co- suya: ahora hablan todos una que ha
nocidas identifica el idioma autóctono prevalecido, y más comúnmente ha-
en cuestión. blan la castellana”.4

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No. 25 • Un encuentro con la historia

Los Pin aparecen de nuevo


en el escenario en el último cuarto
del siglo XVIII, específicamente en
un pleito que sostuvo Juan Fran-
cisco Pin con Manuel Soledispa, en
1779, sobre el cacicazgo de Aguasa
(AN/Q, 1779). Este cacicazgo había
sido legado a Juan Francisco por un
tío materno suyo. Empero, la fami-
lia Soledispa, gobernaba a Aguasa y
estaba fuertemente entroncada en el
Puente de Choconchá, Jipijapa, 1910. Tomado de Manabí a la vista, Ceriola.
poder. Al menos tres Soledispa fueron
caciques de Aguasa desde fines del si-
Parcialidad de Aguasa reducida en
glo XVII o comienzos del siglo XVIII
[Jipijapa]” (AN/Q, 1779, f. 1r). Y que
en adelante: 1. Francisco Soledispa; 2.
según el testimonio de Gregorio Ba-
Antonio Soledispa (1709-1772), hijo
que:
de Francisco, de quien heredó el caci-
cazgo en 1741 cuando Francisco mu- yndio deste d[ic]ho pueblo de edad
rió; y 3. Manuel Soledispa (n. 1739), al parecer de setenta años... que
nieto de Francisco e hijo de Antonio, d[ic]hos Villiguas no save porq[u]e
rason, no administraron su casicas-
a quien sucedió al cacicazgo cuando
go, solo si tiene presente q[u]e eran
Antonio murió en 1772. Además de mui pobres, en demasia, y q[u]e tal
ser cacique de la parcialidad de Agua- vez por esto no ynstarian sobre su
sa, Antonio Soledispa fue gobernador cazicasgo, tambien dice q[u]e saue
de indios de todo el pueblo de Jipija- q[u]e por muerte de dn. Eusebio
pa, oficio que quiso renunciar en 1743 Villigua [nieto de Pedro Asencio
(sin que las autoridades le permitie- Villegua] este en testam[en]to publi-
ron), por interferir en su negocio de co, hiso donacion del cazicasgo ala
mercader que le rendía mucho más casa, del d[ic]ho d[o]n Juan fran[cis]
co Pin su sobrino, por no tener [h]
que el cargo de gobernador. Tanto
erederos lexitimos pues vno q[u]e
Antonio como su hijo Manuel fue- tubo, fue demente y murió despues
ron involucrados en el comercio en- (AN/Q, 1779, f. 7r).
tre Manta y Lima, según testimonio
del primer gobernador de Guayaquil Ambas de estas aseveraciones
Juan Antonio Zelaya y Vergara (1763- fueron confirmadas por varios de los
1771) (AN/Q, 1779). otros testigos en el pleito.
Ahora bien, en cuanto a los Pin, Llegó un momento dado en que
lo que consta en el expediente en Juan Francisco Pin decidió no seguir
cuestión es que Juan Francisco Pin fue con el reclamo, probablemente por
“visnieto de Dn. Pedro Acencio Villi- falta de fondos –todos los testigos de
gua [Villegua], y de Da. María Pincay, su parte enfatizaron la pobreza extre-
casiques prinsipales que fueron de la ma en que había caído la familia Pin–

9
les. Aunque Juan Francisco no
parece haber conseguido que
le exima del pago de tributos
en vista de que su hijo Pío Pin
pagó seis pesos de tributo por
año, en al menos cuatro años en
la primera década del siglo XIX
(AGN, 1803, 1804, 1805, y 1807),
sí parece haber sido liberado de
la obligación de servicios per-
sonales por decisión de Real
Acuerdo del 29 de noviembre
Pozo de Choconchá, destinado para lavar ropa, Jipijapa, 1910.
Tomado de Manabí a la vista, Ceriola. de 1779 (AGN, 1779, fol. 50) (un Real
y también, quizá, porque reconoció Acuerdo fue la Audiencia y el Presi-
que no podía ganar. Sin embargo, nos dente actuando en conjunto como un
gustaría saber de dónde sacó el di- solo cuerpo).
nero para los gastos legales que tuvo Uno de los aspectos curiosos de
que enfrentar, que no debían haber este pleito es que los Pin no vivieron
sido insignificantes, en vista de que la en la parcialidad de Aguasa sino en la
disputa llegó a manos de ????? y fue de Pillasagua.5 De acuerdo con el re-
resuelta por las más altas autoridades gistro de tributarios de 1801, por ejem-
de la Presidencia de Quito. De acuer- plo, de los 20 tributarios de Aguasa,
do con el auto de la Real Audiencia, 13 fueron de apellido Soledispa y nin-
expedido el 1 de diciembre de 1779, y guno de apellido Pin. Nueve de los 20
aprobado por el presidente Juan José tributarios de la parcialidad de Pilla-
Villalengua y Marfil ese mismo día, sagua en ese mismo año, en cambio,
Manuel Soledispa fue confirmado fueron Pin (Juan Evangelista, Juan
como cacique de Aguasa (AGN, 1779, Monserrate, Vicente de Agustín, Vi-
ff. 53-54). Quizá saldrán los costos de cente de Mariano, “Pío de Juan Fran-
este juicio algún día. cisco Pin” [i.e., hijo del Juan Francisco
Sospecho que Juan Francisco Pin del reclamo de 1779], Remigio de la
supo desde el principio que no podía Cruz, Manuel de Ylario, Leandro de
ganar. También creyó que Juan Fran- Rosa, y Juan José) (AGN/L, 1803).
cisco Pin estaba intentando manipu- Dos años más tarde, 14 de los 20 tri-
lar el sistema judicial para conseguir butarios de Aguasa seguían siendo
que le declaren “indio principal” y, Soledispa; y, 12 de los 24 tributarios
como tal, exento del pago de tribu- de Pillasagua, Pin (AGN/L, 1805). Y
tos y cualesquiera servicios persona- en 1806, 13 de los 27 tributarios de
Aguasa fueron Soledispa; y, 12 de
los 19 tributarios de Pillasagua, Pin
5 No dicen las fuentes encontradas si los (AGN/L, 1807). Desde luego, casi to-
Pin habían vivido alguna vez en Aguasa.
dos los Soledispa y Pin que constan

10
No. 25 • Un encuentro con la historia

en los registros de 1803 y 1806 fueron entre Juan Francisco Pin y José Pin;
los mismos que aparecen en el regis- sin embargo, parece que José Pin fue
tro de 1801.6 Estos datos demuestran hijo o sobrino de Pío Pin y, como tal,
que lo que se llama ayllu en quichua/ nieto de Juan Francisco Pin.
quechua tenían vigencia tanto en la José Pin tuvo al menos 50 años
Costa como en la Sierra. También es de edad en 1810: el año siguien-
otro indicio de que los naturales de te constó como “reservado, por su
Jipijapa seguían siendo indios. edad”, y como tal ya había pasado a
Los Pin desaparecen del esce- los 50 (BN/L, 1810, f. 8r). Él y sus tres
nario hasta 1810, cuando surgen de hijos habían sido músicos y cantantes
nuevo, con excepción de su
inscripción en los registros de
tributarios de Jipijapa y la par-
ticipación de un “don Manuel
Pin” en el cabildo abierto del 21
de enero de 1810 (Garay Are-
llano, 2010, p. 13).7 Entre 1810
y 1811, un nuevo Pin, llamado
José, sale a la vista, reclaman-
do los puestos de maestro de
coro y coristas (i.e. músicos y
cantantes) en la iglesia parro-
quial de San Lorenzo de Jipija-
pa para él y sus tres hijos (Juan Iglesia de Jipijapa, 1910. Tomado de Manabí a la vista, Ceriola.
de Dios, Mariano, y Francisco Solano)
(BN/L, 1810), reclamo que sería re- de la iglesia parroquial de San Loren-
anudado por Juan de Dios Pin en 1822 zo de Jipijapa por varios años, bajo el
(ACD/G, 1822), y de nuevo, y proba- antiguo maestro de capilla Bartolomé
blemente por última, por Miguel Pin Pilay. Después que Juan José Vivero (a
a fines de los 1860 (ACD/G, 1867). veces escrito Bibero en las fuentes y
Desconozco el grado de parentesco la literatura) asumió el puesto de cura
párroco, trajo a dos músicos mestizos,
6 El registro de indios tributarios corres- Gregorio Arévalo (m. 1808) y Silvestre
pondiente a 1802 no especifica las par- Cantos, de Quito, para que sirviesen
cialidades en que vivían los indios co- de maestro de capilla y corista mayor,
brados (AGN, 1804).
dejándoles a los Pin en puestos me-
7 No sé si se trata del mismo “Manuel de
Ylario Pin” que aparece en los registros nores –desafortunadamente el expe-
de tributos cobrados. diente no especifica cuándo esto suce-
8 Silvestre Cantos fue tan “pana” de Vive- dió (BN/L, 1810, ff. 5r–6v).8 José Pin
ro, que hasta fue nombrado regidor del
también había sido alcalde del pueblo
Cabildo de Jipijapa gracias a las interfe-
rencias del cura en asuntos que no debie- de Jipijapa por tres años consecutivos
ran haberle incumbido (BN/L, 1814). durante la primera década del siglo

11
XIX (el expediente tampoco especifica del 3 de diciembre de 1811 a favor de
cuáles) (BN/L, 1810, ff.10–16r). la separación de Silvestre Campos de
En aquel entonces José Pin gozó la maestría de capilla y el nombra-
del favor del cura párroco Juan José miento de José Pin y sus tres hijos
Vivero, quien intervino en la elección como maestro de capilla, músicos y
de los cabildantes. Subsecuentemente cantantes (BN/L, 1810, ff. 33-35v).9
Tanto José Pin como el pro-
tector de indios de la provincia de
Guayaquil, el Dr. Bernabé Cornejo
y Avilés (n. 1783), argumentaron
que José y sus tres hijos debieron
habérseles dados preferencia por
ser indios y naturales de Jipijapa
y que debiesen estar eximidos “de
tasa [i.e., tributo] y servicios perso-
nales”, por ley y costumbre (BNL,
1810, ff. 7r-8r). No les sirvieron de
nada, sin embargo. Y es significati-
Salón de lectura de la Sociedad Unión y Progreso, Jipijapa 1910.
Tomado de Manabí a la vista, de Ceriola. vo que en este caso se consideraron
a los mestizos Gregorio Arévalo y Sil-
José Pin fue depuesto como alcalde vestre Cantos miembros de la repúbli-
por desentendimiento, si no enemis- ca de españoles en vez de la república
tad, con el teniente gobernador de de indios.
Portoviejo Francisco de Paula Villavi- Aunque José Pin no logró ser
cencio y con el cacique Manuel Parral nombrado maestro de capilla en
y Guale, premiado por Villavicencio 1810-1811, su hijo primogénito Juan
con el nombramiento de gobernador de Dios Pin, organista y cantor, de
de indios (BN/L, 1810, ff. 10-11). Pro- 32 años de edad, en 1810, de acuerdo
bablemente es significativo que Ma- con el liber status animarum de 1848
nuel Parral y Guale parece no haber (ACD/G, 1848), no se dejó vencer.
firmado la petición del Siete años después, el 5 de octubre
de 1817, Juan de Dios Pin y sus tres
cacique Gobernador don Juan San- hermanos menores Mariano, arpista
tos Ligua y Soledispa (n. 1741?), de-
y cantor, Francisco y José Vidal –este
más caciques, principales, Cabildo
Regimiento, y común del pueblo de último evidentemente menor de edad
San Lorenzo de Jipijapa en 1810 y por eso no aparece en el
pleito de 1810-1811– violinistas, con-
siguieron los puestos deseados de
9 No puedo estar del todo seguro de que
Manuel Parral y Guale no firmó esta maestro de capilla y coristas por nom-
petición por estar trunco el expediente. bramiento del obispo de Cuenca José
Obviamente faltan algunos folios al final Ignacio Cortázar y Lavayen, quien se
además de cuatro al principio.

12
No. 25 • Un encuentro con la historia

encontraba de paso en su visita ad li- Le enseñó tocar de memoria porque


mina obligatoria a su Diócesis (ACD/G, no sabe ni leer los tonos que gus-
1867).10 Mientras tanto el padre de tan los indios en sus fandangos el
ellos José Pin había dejado de tocar maestro de capilla Gregorio Arévalo
(BN/L, 1810, f. 12v).
y cantar, y comenzó a ser mantenido
por sus hijos, especialmente Juan de Éste es el mismo Mariano Pin
Dios Pin (ACD/G, 1822). Felizmente que participó en la protesta del 8 de
el nuevo cura de Jipijapa, José Joaquín septiembre 1816 por la reanudación
Ortiz y Ortega no se opuso a sus nom- del cobro de tributos. De acuerdo
bramientos y, evidentemente, retuvie- con los testigos “expresó resolutiva-
ron los puestos de maestro de capilla mente que no quería pagar por nin-
y coristas por algunos años. gún motivo, por haberle dado el Rey
Antes de ser nombrado maestro la libertad (BN/L, 1816, f. 1v.) Tanto
de capilla y coristas, Juan de Dios Pin Mariano Pin como las otras cabeci-
y sus tres hermanos fueron entrena- llas” (Francisco Talca, Gonzalo Parral,
dos en Guayaquil por uno o varios Mariano Pin, y Francisco Suárez), de
músicos y cantantes de la ciudad este mini disturbio, parecen haber
puerto, probablemente empleados de sido politizados durante las revueltas
sus iglesias y conventos, en vista de que hubo en 1814 por la abolición de
que no parece haber habido enseñan- la Constitución de Cádiz (Hamerly,
za formal de música en todo el país 1973, 1987; Hidrovo Quiñónez, 2007).
fuera de la Iglesia (ACD/G, 1867; Ste- Obviamente Mariano Pin no quiso se-
venson, 1963, 1980). Los Pin induda- guir rindiendo tributo, meta que con-
blemente se mantuvieron tocando y siguió en 1817 al ser nombrado uno
cantando en fiestas eclesiásticas, pú- de los coristas de la iglesia parroquial
blicas, y particulares. Las fuentes no de San Lorenzo de Jipijapa, al menos
especifican cuánto tiempo pasaron los mientras seguía en servicio del culto.
cuatro hermanos en la ciudad puerto. Uno de los datos interesantes
Mariano fue un analfabeto. Su que surge del expediente de 1867 es
padre José tuvo que firmar por él la que los maestros de capilla recibieron
petición que los cuatro hermanos pre- todos los años una cabeza de gana-
sentaron al obispo Cortázar y Lava- do de cada cofradía que había en el
yen (ACD/G, 1867). Y el cura párroco pueblo. Menos mal, ya que Juan de
Vivero mantuvo respecto a Mariano Dios Pin y sus hermanos no fueron
que: exonerados de “la cesión que hacen
de las reses que les corresponden por
10 El depuesto Silvestre Cantos no se per-
tres años a beneficio de la Iglesia”
judicó, ya que se trasladó a San Grego- (ACD/G, 1867, f. 2r).
rio de Portoviejo “en donde se mantiene No consta en las fuentes hasta
con el mismo empleo en la Santa Iglesia
de dicha ciudad en unión de su familia”
qué año Juan de Dios Pin y sus tres
(ACD/G, 1822, f. 22). hermanos siguieron de maestro de

13
parroquial de San Lorenzo de Jipi-
japa por algunos años. Empero, el
15 de diciembre de dicho año, el
síndico Evaristo Suárez le quitó la
llave del coro a Miguel Pin, que se
autoidentificó como “indio” para
dársela a Gregorio Muriyo [i.e.,
Murillo], mestizo y natural de
Montecristi (ACD/G, 1867, f. 11).
Desconozco los grados de
parentesco entre Miguel, Atana-
Calle y plaza principal de Jipijapa, 1910. Tomado de Manabí a la vista, Ceriola. sio de la Cruz y José Ángel Pin,
pero no cabe duda alguna que los
capilla y coristas. De repente, en 1828, lazos fueron cercanos –o fueron her-
empero, el puesto de maestro de ca- manos o primos–, y que todos fueron
pilla y organista quedó vacante. ¿Fue descendientes de la misma familia
por la incapacidad o muerte de Juan Pin que había estado sirviendo a la
de Dios? No sabemos. No ha de sor- iglesia parroquial de San Lorenzo de
prender, en cambio, que todavía otro Jipijapa desde fines del siglo XVIII o
Pin, Juan Valentín, fue nombrado al comienzos del XIX. No puede haber
puesto no solamente para servir a la otra interpretación de la declaración
iglesia parroquial de San Lorenzo de de Miguel Pin de diciembre de 1868 o
Jipijapa sino también a la ayuda de pa- enero de 1869, que:
rroquia de Paján (ACD/G, 1867, f. 10).
Otro Pin que figura en los anales desde mis abuelengos hemos servi-
de Jipijapa es un Valerio. Valerio Pin do a esta Santa Iglesia con todo el
pundonor y… nadie nos ha dispu-
consta como uno de los vecinos prin-
tado esta preminencia [sic] de ser
cipales de Jipijapa que firmaron una maestro de capilla…
representación en favor de la candi-
datura a la presidencia del país del (ACD/G, 1867, f. 12). Y si esto no
general Francisco Robles en 1856 (Es- fuera prueba suficiente, Miguel Pin
trada, 1930-1942: V, pp. 78-79). presentó traslados del nombramien-
Faltan todavía cuatro Pin más, to de sus “abuelengos” como maes-
Vidal –cuyas fechas quedan por de- tros de capilla, comenzando con lo de
terminar–, a quien sucedió su hijo Juan de Dios Pin (probablemente su
Miguel Pin como maestro de capilla; bisabuelo), en 1817.11 Y el mismo cura
y, sus hermanos (?) Atanasio de la párroco de Jipijapa, Manuel Salazar,
Cruz Pin, y José Ángel Pin, que en afirmó el 9 de marzo de 1869,
1868 habían estado desempeñando
las funciones de “músicos, cantores 11 Según el diccionario de americanismos de
la Asociación de Academias de la Len-
y organista” junto con Feliciano Cal- gua Española, “abuelengos” quiere decir
derón y Anacleto Sancar de la iglesia “antepasados, en especial los abuelos”.

14
No. 25 • Un encuentro con la historia

que por muerte y fallecimiento


de Vidal Pin, maestro de ca-
pilla propietario de esta Santa
Iglesia llamó a Miguel Pin para
que ejerciera interinariamente
[sic] las funciones de maestro
de capilla, reemplazando la
persona de su finado padre
(ACD/G, 1867, f. 13.)

Lástima que el padre Sala-


zar no nos dice en qué año murió Industria de sombreros de paja toquilla en jipijapa. 1910. Tomado de
Manabí a la Vista de Ceriola
Vidal (solo que fue antes de junio de
1867), ni mucho menos de cuál de los rio Murillo, por ser Miguel “indio” y
Pin, Vidal fue hijo o nieto. Aunque no Gregorio “mestizo”, habiendo habido
consta exactamente dónde figura Vi- tantos cambios en el estado legal de
dal Pin en la línea de la familia Pin en los indígenas en los 1850 y 1860.12 La
las fuentes consultadas, no cabe duda falla que rindió el vicario capitular y
de que él también fue descendiente obispo auxiliar de Guayaquil, monse-
de José Pin y Juan Francisco Pin. ñor doctor Luis de Tola el 29 de marzo
Habiendo comenzado esta his- de 1869 reza así:
toria con un pleito no debe sorpren- Que ni la antigüedad [sic] de los tí-
der que termine con un pleito. Miguel tulos que figuran en este expediente
Pin, descendiente directo de Juan de ni la descendencia de los antiguos
Dios Pin y José Pin, apeló a la Vicaría indígenas no dan derecho a la pro-
Capitular de Guayaquil para que le piedad de esa maestría de capilla,
quitara a Gregorio Murillo la maes- que es un destino del libre remoción
tría de capilla y la devolviese a Mi- (ACD/G, 1867, fols. 13v–14r).
guel Pin. Esta vez no sirvió de nada
el argumento de que Miguel Pin tenía Y parece que Gregorio Murillo
mayor derecho al puesto que Grego- fue confirmado como maestro de ca-
pilla.13
12 Muchos de los cambios en la legislación Aquí termina la historia de la fa-
referentes a ellos y el tratamiento que milia Pin. Reconozco que faltan mu-
tanto el Estado como el mundo “blanco/ chos datos, sobre todo en cuanto a su
mestizo” acordó a los indígenas están
expuestos en las Contribuciones a Clark comienzo y su fin. Quizá aparecerán
y Becker, 2007, una antología excelente algún día en uno que otro archivo del
sobre los indios de la Sierra y el Estado Ecuador, del Perú, de Colombia, o de
en el Ecuador desde 1820 en adelante. España. Documentos de la naturaleza
Desafortunadamente no hay un estudio
parecido para la Costa. analizados aquí se encuentran en el
13 Comunicación personal de Carmen Due- momento menos esperado, casi por
ñas S. de Anhalzer (18.IV.2009). Según azar. Lo que no me sorprendería es
Dueñas, Murillo fue un “mulato”. que se encuentran algunos expedien-

15
tes relevantes en los archivos civiles y y servido como alcalde por tres años
eclesiásticos de Jipijapa y Portoviejo. en la primera década del siglo XIX, y
Empero, muy a mi pesar, esa investi- tampoco Valerio Pin hubiera figurado
gación tendré que dejar a otros. como uno de los vecinos principales
Solo falta comentar sobre el de Jipijapa en 1856.14
significado del esfuerzo por varios Aunque Juan Francisco Pin no
miembros de la familia Pin conseguir logró ser reconocido como cacique
y retener la maestría de capilla de de Aguasa –siguió en manos de la fa-
San Lorenzo de Jipijapa generación milia Soledispa–, uno de sus descen-
tras generación. Aunque los Pin no dientes José Pin y los hijos de José no
parecen haber sido descendientes de se dieron por vencidos. Simplemente
caciques en línea directa, sí lo fueron se cambiaron de estrategia. Se dedica-
en línea indirecta. Sin embargo, como ron a la carrera de músicos y comen-
hemos visto, nunca parecen haber zaron a bombardear a las autoridades
llegado a ser reconocidos como caci- civiles y eclesiásticas con petición tras
ques, y, como tales, exentos de tribu- solicitud, durante la segunda década
to y servicios personales. No por eso del siglo antepasado, hasta conseguir
dejaron de reclamar y reafirmar su es- los puestos de maestro de capilla y co-
tado como indios principales aunque ristas de la iglesia parroquial de San
tampoco parecen haber conseguido Lorenzo de Jipijapa para sí y sus her-
su “liberación” por completo, em- manos e hijos. A pesar de que José Pin
pleando esta estrategia. De no haber no logró los puestos deseados por él y
sido indios principales, Agustín Pin sus hijos, en 1810-1811, su hijo Juan de
no hubiera sido uno de los firmantes Dios Pin sí los consiguió al reanudar
de la protesta de 1677, Juan Francis- la intenta en 1816. Una vez logrados
co Pin no hubiera podido reclamar los puestos aspirados, la familia Pin
el cacicazgo de Aguasa en 1779, José los retuvieron al menos hasta 1869,
Pin no hubiera podido ser nombrado generación tras generación.
Como músicos solidificaron su
estado como indios principales y lo-
14 Otros dos Pin que figuran como indios
principales de Jipijapa son doña Juana graron ser exentos del tributo y ser-
Paulina Pin y Ávila (1766-1816?) y su pa- vicios personales, más no del pago de
dre Victoriano Pin (n. 1741) (Garay Are- primicias y otros recargos de la Igle-
llano, 2010, p. 9). sia.15 También gozaron de ingresos
15 Sobre la importancia de la música en la
cultura indígena durante y después de la más o menos favorables como músi-
era colonial y el estatus de músicos, véa- cos. Espero haber aportado algo a la
se los estudios de Baker (2008), Schechter historia de Jipijapa y a la de los caci-
1992) y Stevenson (1963 y 1980). ques e indios principales de la Costa,
16 Aparte de este modesto ensayo, so-
lamente existen los aportes de Garay un tema casi olvidado en la historio-
Arellano (2010), Lenz-Volland y Volland grafía del Ecuador.16
(1985), y Szászdi (1988).

16
No. 25 • Un encuentro con la historia

Referencias AHBM/G. 1831. Archivo Histórico de la Biblioteca


Municipal de Guayaquil. Tenencias, Juz-
Fuentes primarias17 gados, Censos, 1831.
Este tomo contiene varios empadrona-
ACD/G. 1822. Testimonio de los documentos que mientos de los Cantones de Portoviejo,
comprueban la legitimidad del empleo Jipijapa, y Montecristi. Distinguen entre
de maestro de capilla de la Iglesia de Jipi- “blancos” (incluyendo “mestizos”), “escla-
japa de Juan de Dios Pin.1822. Archivo de vos”, y “indios” en aquel orden y registran
la Curia Diocesana de Guayaquil, Asuntos los indios contribuyentes (i.e., “tributa-
Judiciales, XXI, doc. 5. rios”) por separado.
ACD/G. 1848. Libro de Status Animarum de Jipi- AN/Q. 1779. Autos de proclama de Dn Juan
japa. 1848. Archivo de la Curia Diocesana Fran[cis]co Pin, con Dn Manuel Soledispa,
de Guayaquil, Comunicaciones, XL. yndios sob[r]e el casicasgo de la Parciali-
ACD/G. 1867. Autos de nombramiento de maes- dad de Aguasa en el Pueblo de Gipijapa
tros de capilla de la Iglesia Matriz de Jipi- en Guayaquil y en q[u]e se exime de ser-
japa.1867. Archivo de la Curia Diocesana vicio de mita y otros servicios p[o]r ser
de Guayaquil, Comunicaciones, LVII, cuad. desendiente de casique. 1779. Archivo
2: Comunicaciones Parroquia de Jipijapa, Nacional (Quito), Cacicazgos 43, vol. 95.18
1851-1867. BN/L. 1810. Expediente sobre el nombramiento
AGN/L. 1803. Cobranza del Pueblo de Jipijapa de de José Pin y sus hijos como maestro de
lo devengado en todo el año de 1801, que capilla y coristas de la Iglesia Matriz de Ji-
se practicó en el Siguiente de 802. 1803. pijapa.1810. Biblioteca Nacional de Lima,
Archivo General de la Nación (Lima), Real D.10265.
Hacienda: Guayaquil, 1804(1). BN/L. 1814. Informe sobre desordenes en Jipijapa
AGN/L. 1804. Cobranza del Pueblo Gipijapa del y Portoviejo (8.VI.1814). Biblioteca Na-
año de 1802… 1804. Archivo General de cional de Lima, D. 12416. Publicado en
la Nación (Lima), Real Hacienda: Guaya- Revista del Archivo Histórico del Guayas 3:5
quil, 1804(1). (junio 1974): 95-100.
AGN. 1805. Lista de los tributarios cobrados en BN/L. 1816. Expediente sobre la negativa de los
los dos tercios de San Juan y Navidad de indígenas de Jipijapa a pagar el tributo.
1803, pertenecientes a la Doctrina del (8.IX.1816). Biblioteca Nacional de Lima,
Pueblo de Jipijapa. 1805. Archivo General D. 12416. Publicado en Revista del Archivo
de la Nación (Lima), Real Hacienda: Gua- Histórico del Guayas 3:5 (junio 1974):101-
yaquil, 1805(2). 105.
AGN. 1807. Razon de los Yndios que han pagado BN/L. 1817. Sumario de la pesquisa contra Fran-
el 3.º de San Juan de 806 segun aparezen cisco Talca, Gonzalo Parral, Mariano Pin, y
por los Padrones formados por D. José Jacinto Suárez. 1817. Biblioteca Nacional
Manuel Millan Apoderado Fiscal de la Vi- de Lima, D. 9731.
sita de ellos… 12.I.1807. Archivo General “Descripción de la Gobernación de Gua-
de la Nación (Lima), Real Hacienda: Gua- yaquil”. 1605. En Relaciones histórico-
yaquil, 1807(1). geográficas de la Audiencia de Quito: siglos
XVI-XIX, edición de Pilar Ponce Leiva (Ma-
drid: Consejo Superior de Investigaciones
17 Siendo los archivos sujetos a pérdidas Científicas, Centro de Estudios Históricos,
además de reorganizaciones, no respon- Departamento de Historia de América,
do por el paradero actual o la clave de 1992), v. 2: 10-48.
localización de estas fuentes.
EC-IRE-1846. Fernández Salvador, José. Esposición
18 Este es el mismo documento que Dueñas
que dirije al Congreso del Ecuador en 1846
cita como: Autos de proclama de don
el Ministro de lo Interior y Relaciones Exte-
Manuel de Soledispa con Juan Francisco
Pin. 1779. ANH/Q, Corte Superior de
Justicia, Cacicazgo, 77.
17
riores. Quito: Imprenta de Joaquín Terán, Clark, Kim y Marc Becker, edits.,
[1846?].19 2007 Highland Indians and the state in modern
RAHG. 1677. “El cura de Xipijapa y los caciques so- Ecuador, Pittsburgh, University of Univer-
bre el no pago del camerico” (12.XII.1667), sity of Pittsburgh Press.
Revista del Archivo Histórico del Guayas, Dueñas S. de Anhalzer, Carmen,
2a. época (3-4) (II sem.–I sem. 2008): 155-
156. Transcripción de Susana Loor Java. El 1997 Marqueses, cacaoteros y vecinos de Porto-
original reposa en el fondo de Escribanos viejo: cultura política en la Presidencia de
Públicos del AHG (EP/P.132, f. 27v-28). Quito, Quito, Universidad San Francisco
de Quito / Abya-Yala.
Requena, Francisco. 1774. La descripción de Guaya-
quil, estudio preliminar y edición de María Estrada, Temístocles J.,
Luisa Laviana Cuetos, Sevilla, Escuela de 1930-1942 Relaciones históricas y geográficas de
Estudios Hispano-Americanos, 1984. Manabí, Guayaquil.
Los tomos 3-9 constituyen una cuasi his-
Estudios toria rica en detalles de los primeros cien
Álvarez Litben, Silvia Graciela, años de la provincia de Manabí y de sus
pueblos, incluyendo a Jipijapa y sus co-
s.f. De Huancavilcas a comuneros: relaciones
marcas. En los primeros dos tomos exis-
interétnicas en la Península de Santa Elena,
ten algunos datos de interés en cuanto a
Quito, Abya-Yala / PRODEPINE 2001, 2a. ed.
la colonia y el período de la Independen-
Arauz, Maritza, cia. También se encuentran en el tomo
1995 “El mestizaje en las sociedades rurales en la 3 (pp. 4-7) unos documentos sobre la
costa ecuatoriana: Montecristi y Jipijapa”, confirmación de tierras de comunidad
en Quitumbe, No. 9, pp. 37-54. de los indígenas de Jipijapa, específica-
1999 Pueblos indios en la costa ecuatoriana: Jipi- mente los autos de 1805 y 1806, hechos
japa y Montecristi en la segunda mitad del a pedimento del cacique y gobernador
siglo XVIII, Guayaquil, Archivo Histórico de indios Manuel Inocencio Parrales y
del Guayas, 1a. ed. Guale, y reproducidos de traslados que se
encontraron en el Archivo de la Secretaría
2000 Pueblos indios en la costa ecuatoriana: Jipi- Municipal de Jipijapa en 1866 y 1890, y
japa y Montecristi en la segunda mitad del refrendados en 1898.
siglo XVIII, Quito, Abya-Yala / Embajada de
España / Departamento de Ciencias His- Garay Arellano, Ezio,
tóricas, 2a. ed. 2010 “Apuntes sobre algunos apellidos de los ca-
2004 “El surgimiento de un sector medio indí- ciques de Manabí”, en Spondylus, No. 24,
gena en la costa ecuatoriana en la segun- pp. 5-25.
da mitad del siglo XVIII”, en Colonial Latin Hamerly, Michael T.,
American review, No. 13, pp. 85-101. 1970 “A social and economic history of the city
Baker, Geoffrey, and district of Guayaquil during the late
2008 Imposing harmony: music and society in colonial and independence periods”, tesis
colonial Cuzco, Durham and London / doctoral, University of Florida.
Duke University Press. Hamerly, Michael T.,
1973 Historia social y económica de la antigua
19 Debe haber ejemplares en el Archivo del Provincia de Guayaquil, 1763-1842, Gua-
Ministerio de Gobierno, el Archivo o Bi- yaquil, Publicaciones del Archivo Históri-
blioteca del Ministerio de Relaciones Ex- co del Guayas.
teriores, y en el Archivo y Biblioteca de la 1987 Historia social y económica de la antigua
Función Legislativa. Yo lo consulté en la Provincia de Guayaquil, 1763-1842, Gua-
Biblioteca del Congreso de los EE.UU., o yaquil, Banco Central del Ecuador / Publi-
en el Archivo y Biblioteca de la Función caciones del Archivo Histórico del Guayas,
Legislativa del Ecuador, no me acuerdo 2a. ed.
cual, hace treinta y pico de años.
18
No. 25 • Un encuentro con la historia

Hidrovo Quiñónez, Tatiana, Phelan, John Leddy,


2007 “Los ‘alucinados’ de Puerto Viejo: nocio- 1967 The Kingdom of Quito in the seventeenth
nes de soberanía y ciudadanía en Manabí century: bureaucratic politics in the Spa-
(1812-1822)”, en Procesos: revista ecuato- nish Empire, Madison / University of Wis-
riana de historia, No. 26, pp. 51-71. consin Press.
Laviana Cuetos, María Luisa, También publicado en español como: El
reino de Quito en el siglo XVII: la política
1987 Guayaquil en el siglo XVIII: recursos natura- burocrática en el Imperio español, Quito,
les y desarrollo económico, Sevilla, Escue- Banco Central del Ecuador, 1995.
la de Estudios Hispano-Americanos.
Schwartz, Stuart B., y Frank Salomon,
Lenz-Volland, Birgit y Martin Volland,
1999 “New peoples and new kinds of people:
1985 “Algunas noticias acerca de los caciques adaptation, readjustment, and ethno-
de Daule durante el siglo XVII: estudio genesis in South American indigenous
preliminar”, en Segundo E. Moreno Yánez, societies (colonial era)”, en Cambridge his-
comp., con la colaboración de Sophia tory of the native peoples of the Americas,
Thyssen Memorias del Primer Simposio Eu- vol. III, South America, pt. 2, Cambridge,
ropeo sobre Antropología del Ecuador, Qui- Cambridge University Press, 1999, pp.
to, Instituto de Antroplogía Cultural de la 443-501.
Universidad de Bonn / Abya-Yala.
Schechter, John M.,
Loor, Wilfrido,
1992 The indispensable harp: historical develo-
1969 Manabí desde 1822, Quito, Editorial Ecua- pment, modern roles, configurations, and
toriana. Especialmente el capítulo 21: performance practices in Ecuador and Latin
“Tierras comunales de Jipijapa antes de la America, Kent, Ohio, Kent State University
independencia”.20 Press.
Naranjo Villavicencio, Naranjo, Stevenson, Robert,
2002, Manabí, La cultura popular en el Ecuador, t. 1963 “Music in Quito: Four Centuries”, en Hispa-
9, Cuenca, Centro Interamericano de Ar- nic American Historical Review, No. 43, pp.
tesanías y Artes Populares. 247-266.
Newson, Linda A., También publicado en español como: “La
1995 Life and death in early colonial Ecuador, música en Quito”, en ARNAHIS, No. 11, p.
Norman / University of Oklahoma Press. 17 (10 ago. 1968), pp. 7-28; y, en una se-
gunda edición como una separata: Quito,
Centro de Investigación y Cultura, Banco
Central del Ecuador, 1989 (fuentes y do-
20 Detalla la disputa entre Montecristi y cumentos para la historia de la música en
Jipijapa sobre sus respectivos linderos. el Ecuador; 3).
Jipijapa disputó no solamente con Mon- 1980 “Quito Cathedral: Four Centuries”, en
tecristi sino también con Santa Elena Inter-American music review, No. 3, pp. 19-
sobre tierras, un capítulo de su historia 38.
que queda por escribir [Autos sobre las Szaszdi, Adam,
tierras comunales de Jipijapa], un expe-
1988 D. Diego Tomalá, cacique de la isla de la
diente que abarca casi un siglo (1797-
Puná: un caso de aculturación socioeconó-
1894), copiado de varios traslados que se
mica, Guayaquil, Museo Antropológico,
encontraban en el Archivo de la Secreta-
Banco Central del Ecuador.
ría del Concejo Municipal de Jipijapa, y
que fue verificado por el señor secretario Volland, Martin,
del municipio como copia fiel el 21 de 1994 Indianische Bevölkerungsgeschichte im Co-
septiembre de 1927. Cedido al autor muy rregimiento Guayaquil (1548-1765), Bonn,
gentilmente por el mismo Dr. Loor hace Holos Verlag.
treinta y pico de años.

19
ENTENDIENDO AL PASADO:
la estructura social durante la Colonia
Álvaro Renato Mejía Salazar*

E
n muchas ocasiones, personas número, pero con una determinante
que gustan de la historia, de su importancia social: el clero y los mi-
investigación o lectura, encuen- litares.
tran en legajos de archivos o en libros Los hidalgos eran aquellas per-
de bibliotecas, conceptos o términos sonas que por servicios prestados al
cuya compresión resulta dificultosa, reino, o por una alta posición social
pues en su mayoría no forman parte de origen remoto, poseían una serie
del vocabulario común de nuestros de privilegios legales y sociales. En
días. Para comprender cabalmente un su mayoría, estos privilegios eran co-
libro o documento sobre historia, es munes a todos los miembros de este
necesario conocer el contenido y al- estado,1 pero en ocasiones especiales
cance de tales conceptos, en especial, también existían privilegios extraor-
cuando de entender a una sociedad o dinarios. Entre los privilegios legales
a sus miembros se trata. Por ello, con- se encontraban la exención del pago
sideramos útil explicar varios de los de impuestos, la imposibilidad de ser
términos utilizados por los autores juzgados por jueces ordinarios, el no
especializados, lo cual también nos poder recibir castigos o penas vergon-
permitirá entender la manera en que zantes, el tener derecho para acceder
nuestras sociedades se vieron con- a ciertos cargos administrativos, en-
formadas a través de las centurias. tre otros. Entre los privilegios socia-
Iniciamos esta labor a partir del siglo les estaba el llamado derecho de paso,
XVI, esto es, a partir de la época del
descubrimiento y conquista de Amé-
rica. En esta etapa histórica nos refe-
* Riobamba (1982). Abogado, historiador
riremos tanto a la sociedad española, y catedrático universitario.
de la que se ocupa esta primera parte, 1. Justamente con el término estado se de-
cuanto a la sociedad indígena, que finía a la clase social en aquella época, es
decir, uno podía pertenecer al estado hi-
será materia de una futura entrega.
dalgo o al estado llano –plebeyo, peche-
El modelo de sociedad española del ro, pueblo común–. En este sentido defi-
siglo XVI, diferenciaba a dos grandes ne el Diccionario de la Real Academia de
la Lengua –en adelante DRAE– a la pala-
grupos sociales, a saber: los hidalgos – bra estado: “Cada uno de los estamentos
donde incluimos a la nobleza– y los en que se dividía el cuerpo social; como
pecheros. También existía dos grupos el eclesiástico, el de nobles, el de plebe-
adicionales, reducidos en cuanto a su yos, etc”.

20
No. 25 • Un encuentro con la historia

en virtud del cual un hidalgo podía por José cuando fue hecho prisionero
movilizarse por doquiera fuera su vo- por el asesinato de su esposa. La Real
luntad y los demás viandantes debían Audiencia tuvo que observar el privi-
retirarse de su camino; el derecho de legio de Grijalva, disponiendo la con-
reserva de las mejores localidades en fección de los singulares grillos a costa
iglesias, auditorios, plazas, etc. del hidalgo, eso sí.3
Como hemos anotado, existían Ahora bien, ya que hemos men-
también privilegios extraordinarios cionado a la Ejecutoria –o Carta Ejecu-
que eran concedidos de forma espe- toria–, indicaremos que estos eran do-
cial por el monarca solo a ciertos hi- cumentos a manera de certificaciones,
dalgos. Un ejemplo de estos privile- que constituían a una persona como
gios extraordinarios fue el derecho de hidalgo o que la reconocían como tal.
pernada, en atención al cual a un señor Ya que los derechos o privilegios de
feudal se le permitía arrebatar la virgi- un hidalgo se los hacía valer princi-
nidad a las doncellas antes de llegar al palmente ante los cabildos de las vi-
matrimonio. Este instituto medieval, llas –exención de pago de tributos, ha-
que ha sido recordado al colectivo a bilitación para la obtención de cargos
través de la cinematografía estadouni- administrativos, etc.–, ante tales cor-
dense,2 existió efectivamente en Espa- poraciones edilicias debían empadro-
ña. Don Lope García de Salazar (siglo narse los hidalgos, demostrando su
XV), fue pariente mayor de su Casa y calidad mediante la presentación de
cabeza de su bando; tal fue su poderío sus Cartas Ejecutorias. Si la hidalguía
que incluso gozó del citado derecho de una persona era notoria, por ejem-
de pernada. Otro ejemplo de privile- plo si se trataba de un noble titulado,
gio extraordinario, esta vez mesurado el cabildo no exigía la presentación
y cercano a nuestra realidad, fue el go- de las ejecutorias para registrarlo en
zado por José de Grijalva y Recalde, el padrón de hidalgos. Como vemos,
cuyas ejecutorias dictaminaban que si en la mayoría de los casos la Carta
alguien de su linaje era tomado preso, Ejecutoria era necesaria para que una
solo podía ser encadenado con gri- persona pudiera exigir se observen los
llos de plata. Tal canonjía fue exigida privilegios que le asistían; no obstan-
te, durante los siglos XVI, XVII y XVIII
fue recurrente el hecho de que hidal-
2. En la película Corazón Valiente, dirigida gos venidos a menos desde el punto
y protagonizada por Mel Gibson, toma
un rol protagónico este privilegio ex-
traordinario de un señor feudal, lo cual
exacerbó los ánimos de quienes siempre
critican los tiempos pasados bajo una óp-
tica actual y no bajo la óptica de la época
criticada.
3. Este pasaje de nuestra historia social lo
recordó Cristóbal de Gangotena en su
obra Al margen de la historia.

21
de vista económico o social, no po- siderado como el gran género social
seían sus acreditaciones por extravío de la clase dominante, al ser el primer
o descuido del documento.4 peldaño de la nobleza. De allí que to-
Si esto ocurría e interesaba a la dos los titulados6 sean hidalgos, aun-
persona el ser reconocido como hidal- que no todo hidalgo sea titulado. Al
go, debía acudir a una de las Reales
Chancillerías, los cuales eran altos
tribunales que estaban en capaci-
dad de certificar la hidalguía de
una persona, luego de un proce-
so judicial. En España fueron dos
las Reales Chancillerías existentes
para la época materia de nuestro
análisis, la de Granada y la de Va-
lladolid. En estas cortes de justicia
existía una Sala de Hijos dalgo5 don-
de una persona podía litigar su hi-
dalguía, esto es, demostrar que sus
antepasados fueron hidalgos y los
privilegios de los que gozaron. El
contradictor en el juicio era un fis-
cal, que, a nombre del reino, tenía Ilustración de un Códice Medieval español.7
por tarea el demostrar que el deman- Se representan las clases sociales de la época:
Los hidalgos y militares –caballero–, los pecheros
dante no pertenecía al estado hidalgo. –campesino– y el clero –monje–.
La labor del fiscal se encaminaba a
precautelar que personas sin legítimo formar parte del estado hidalgo, la
derecho, pudieran ser consideradas nobleza titulada se diferencia de los
como parte del estrato social privile- hidalgos comunes por los títulos, po-
giado. derío o riquezas que ostentaban, lo
cual, ciertamente, les dotaba de ma-
Finalmente cabe indicar que en yores privilegios. El reino de España
derecho nobiliario, el hidalgo es con- reconocía y reconoce los siguiente
títulos: Caballero, Señor, Barón, Viz-
4. No era raro en esas épocas que la gente
conde, Conde, Marqués, Duque y
no conservara documentos. No era raro Príncipe. Originalmente los títulos de
tampoco que, de una a otra generación, nobleza eran conferidos por el mo-
la importancia de una familia hubiera narca, como reconocimiento a una
decrecido de tal manera, que los hijos
o nietos de un hidalgo conocido, ya no
persona por grandes servicios presta-
tuvieran la legitimación social y fueran dos. De igual manera, en un inicio, la
tomados por pecheros. concesión del título comportaba la en-
5. Sinónimo exacto de hidalgo. trega del señorío sobre un territorio.
6. Persona que posee un título de nobleza.
7. Archivo A.R. Mejía Salazar, Quito.
Con el paso del tiempo, la corona fue

22
No. 25 • Un encuentro con la historia

sirviéndose de la concesión de títu- guesa, la cual se consolida durante el


los de nobleza con finalidades menos siglo XVIII. Es así que esta clase so-
preclaras. Para el siglo XVIII, el mo- cial se va a diferenciar claramente de
narca español incluso llegó a conferir la plebe, la cual pasará a identificarse
títulos a cambio del pago de elevadas definitivamente como la clase econó-
sumas de dinero, es decir, los títulos micamente deprimida.
se redujeron a una mercancía a la ven- El clero y la clase militar com-
ta –pese a ciertos formulismos que se pletan la estructura social españo-
establecieron para aparentar una con- la de la edad media y moderna.8 La
cesión meritoria, verdaderamente se Iglesia gozó siempre de beneficios
comercializaron, al mejor postor, mer- sociales y económicos. Legitimados
cedes nobiliarias–. por ser representantes de Dios en la
El otro gran segmento social y de tierra, por los conocimientos que es-
hecho el más representativo numéri- taban en capacidad de adquirir, por
camente hablando eran los pecheros, el poder inquisitorial del que se en-
también conocidos como el pueblo, contraban revestidos y por el peso
estado llano o la plebe. El nombre de específico que tenían en una sociedad
pechero proviene de la calidad tribu- teocéntrica, los sacerdotes constituían
taria de las personas que no pertene- una élite social. En general, los altos
cían al estado hidalgo. Pecho era un prelados de la Iglesia española per-
impuesto que se pagaba a la corona, tenecían a familias hidalgas; pero, en
al señor feudal o a la villa. Para tales algunas ocasiones, los pecheros lo-
fines fiscales, los pecheros también graron alcanzar solios importantes en
debían inscribirse en padrones de las la jerarquía clerical. Tal es el caso de
villas. En todo caso, se debe tener en Juan Martínez Guijarro (Villagarcía
claro que el pertenecer al estado lla- de la Torre, 1477-Toledo, 31 de mayo
no no dependía del nivel de riqueza de 1557), también conocido como
que poseyera una persona, de allí que Cardenal Silíceo, quien pertenecien-
pechero podía ser el pobre labriego, do al estado llano, llegó a ser Arzobis-
así como el acaudalado comerciante. po de Toledo y Príncipe de la Iglesia
Solo con los avances sociales del si- católica. Citamos especialmente este
glo XVII, surge visiblemente la clase caso, toda vez que Fernando Jurado
que podríamos considerar como bur- Noboa ha descubierto la existencia de
parientes de este Cardenal en nuestro
país, a través de la familia Troya.9
8. No confundir época moderna con época Los militares tuvieron una gran
contemporánea. Historiográficamente
hablando, la época moderna comienza
importancia en la España medieval y
con el descubrimiento de América en moderna. Durante tales épocas se re-
1492, y se extiende hasta la Revolución conquistó la península de manos mu-
francesa. sulmanas, se conquistó América y se
9. Agradecemos esta información al Dr.
Fernando Jurado Noboa (14-VIII-2010).
defendieron los territorios europeos
extrapeninsulares del reino, como
23
Flandes. Además, no debemos olvidar identidad y autoestima. Lo cierto es
que la remota nobleza se la consiguió que quienes vinieron en los primeros
a través de los hechos de armas, pres- o más bien dicho en el primer viaje
tando servicios al reino en batallas, de Colón, fueron efectivamente de-
principalmente como guerrero, aun lincuentes. Los siguientes ya fueron
cuando quienes auxiliaban con vitua- gente común y corriente de España.
llas y bastimentos a los regimientos, En este punto, invitamos a nuestros
también merecieron la gratitud en- lectores a realizar un breve ejercicio
noblecedora de la corona. En el Ejér- de reflexión: ¿Si habríamos sido los
cito español, para formar parte de la
oficialidad, se requería pertenecer al
estado hidalgo, pero al igual que ocu-
rría en el clero, los pecheros llegaron a
ser grandes líderes militares. Es más,
en la guerra franco-española (1635-
1648), la nobleza castellana mostró un
criticable retraimiento militar, por lo
que prácticamente solo pecheros de-
fendieron el honor del reino.11
De esta forma se encontraba es-
tratificada la sociedad española de
los siglos XV al XVII. No obstante,
en América, la dinamia propia de la
conquista, y posterior consolidación
del coloniaje, llevó a que la estructura
social tuviera ciertas particularidades Juan Martínez Guijarro, cardenal Siliceo.
De humildes orígenes –lo cual es inequívocamente
que diferían de cómo se daban las confirmado por su heráldica–, llegó a ser Arzobispo de
cosas en la metrópoli. Antes de nada Toledo y Príncipe de la Iglesia.10

aclarar ese terrible y completo error


que es considerar que todos los espa- católicos reyes españoles Fernando
ñoles que vinieron eran lacras socia- o Isabel, una vez que confirmado el
les, salidos de las peores cárceles. Esta descubrimiento de tierras nuevas de
afirmación, propia de ignorantes o fa- las cuales podríamos extraer ingentes
náticos reivindicacionistas, ha hecho riquezas, consentiríamos que viajen a
mucho daño a nuestra población, a su tales territorios ladrones o bandidos
que robasen nuestros recursos? La
respuesta es obvia. Además, los do-
10 Imagen obtenida en http://es.wikipedia. cumentos y los fundamentados tra-
org/wiki/Juan_Mart%C3%ADnez_Gui-
jarro (15-VII-2009) bajos de historiadores como Fernan-
11 Ver http://revistas.ucm.es/ghi/02144018/ do Jurado Noboa –historiador social
articulo CHMO0404110111A.PDF (30- por excelencia–, Federico González
VI-2010) Suárez, Ricardo Descalzi del Castillo,

24
No. 25 • Un encuentro con la historia

José Antonio del Busto Duthurburu, –migrar– legalmente a Indias desde


etc., demuestran inequívocamente España, se requería un pasaporte emi-
que los españoles que poblaron nues- tido por la Casa de Contratación. Este
tras tierras no fueron seres execrables, pasaporte se lo obtenía cumpliendo
aun cuando varios de ellos sí come- con requisitos sociales y económicos.
tieron abusos propios del conquista- Desde el punto de vista social, se de-
dor vencedor; mismos abusos que ya bía probar que el aspirante era cris-
antes habían sido cometidos por los tiano viejo, es decir, español sin mez-
incas, pero este será tema de nuestra cla con moro, judío ni ninguna raza
siguiente entrega. afrentosa, así como practicante ances-
Con relación a los grupos so- tral de la religión católica. En la Iberia
ciales a los que pertenecieron los de los siglos XV y XVI, ser cristiano
conquistadores y colonizadores de viejo ya se consideraba en sí mismo,
nuestro territorio, valga señalar que una legitimación social. El mestizaje
en un porcentaje no reducido fueron de los ibero-godos con los pueblos
hidalgos, pero que en España no po- árabes y judíos era indiscutible en
seían medios para su subsistencia.12 regiones como Andalucía, calando
Al respecto, no debemos olvidar la en todo estrato social y provocando
grave crisis económica española rela- dolores de cabeza en los hidalgos
cionada con la reconquista, verdadero que poseían líneas moras o judías.
motivo de la expulsión de los judíos Al respecto podemos citar el caso de
de la península en 1492. No obstante, los Cepeda –Sánchez de Cepeda– de
el grupo social que forma el grueso Toledo, linaje al que perteneció Teresa
de nuestros antepasados son los pe- de Cepeda y Ahumada, quien profesó
cheros, muchísimos de ellos llovidos. como Teresa de Ávila y con tal nom-
Ahora bien, ¿qué era un llovido? Para bre fue elevada a los altares, y Loren-
contestar esta pregunta debemos co- zo de Cepeda y Ahumada, hermano
menzar señalando que para pasar completo de la Santa, quien fue de
los antiguos pobladores y encomen-
12 Es decir, hace quinientos años ellos vi-
deros de Quito, así como uno de los
nieron a estas tierras en busca de una genearcas del Ecuador.13 Los Cepeda
mejor vida; ahora, es nuestra gente la en varias ocasiones fueron pública-
que ha migrado hacia España en pos del mente tenidos por conversos, esto es,
mismo fin.
13 Quienes se interesen sobre el hermano
por judíos convertidos al cristianismo
de Santa Teresa de Ávila, pueden con- para evitar las persecuciones de fina-
sultar las obras que al respecto ha escrito les del siglo XV. Es más, el abuelo pa-
Fernando Jurado Noboa, por ejemplo: terno de Santa Teresa y Lorenzo, Juan
“El Linaje de los Cepedas en el Ecua-
dor”, primera parte, en Revista Museo
Sánchez de Cepeda, rico mercader
Histórico, No. 50; y, de otros autores tales converso de Toledo, fue procesado
como Manuel María Pólit Laso, Diego por la Inquisición en 1485. A raíz de
Gómez-Menor Fuentes, Javier Ortiz de su condena, Juan Sánchez de Cepeda
la Tabla Ducasse, etc.

25
decidió mudar de villa para empren-
der nueva vida. Se trasladó con su fa-
milia a Ávila, donde la familia gozó
de alta posición socioeconómica, pero
el fantasma de la conversión nunca
los abandonó.14
Regresando al tema de las mi-
graciones españolas a América en la
época de conquista y colonia, además
de los requisitos sociales, el aspirante
a obtener un pasaporte también debía
reunir requisitos económicos. Esto es,
debía contar con dinero para costear
su pasaje y demostrar la posesión de
medios para su subsistencia en In-
dias. En general, muchos españoles
Santa Teresa de Ávila (Teresa de Cepeda y Ahumada)15
y españolas pasaron formando parte De linaje converso, es “tía” de un extenso segmento de la
de las comitivas de los capitanes de población ecuatoriana

la conquista y, luego, de los funciona-


siendo jinete de Pedro de Alvarado y
rios públicos que iban a desempeñar
posteriormente regresara a Villafran-
cargos en las distintas circunscripcio-
ca– y de Elvira Rodríguez. Rodrigo
nes territoriales fundadas. Ejemplo
obtuvo pasaporte el 27 de febrero de
de este tipo de migraciones es la de
1597, para pasar a Nueva Granada
Rodrigo Mexía Serrano, natural de
como parte de la comitiva del licen-
Villafranca de los Barros en Extrema-
ciado López. Se radicó luego en San
dura, hijo de Alonso Serrano Mexía –
Juan de Ambato, donde fue próspero
quien también pasó a Indias en 1534,
comerciante y propietario de casas
con tiendas en la plaza principal del
14 Víctor García de la Concha, “Teresa
asentamiento.16
de Jesús en su circunstancia históri- Como vemos, el pasar a Indias
ca”, en El arte literario de Santa Teresa, en forma legal no resultaba fácil para
Barcelona, Ariel, 1978, citado en la pá-
gina: ‹http://www.tesionline.com/- un español. Por ello, muchos ibéricos
PDF/1306/1306p.pdf›. migraron a América de forma irregu-
15 Retrato considerado como único autén- lar, embarcándose primero en peque-
tico de Santa Teresa de Ávila (Teresa de ños navíos o botes hasta llegar a pru-
Cepeda y Ahumada). Imagen obtenida
en: ‹http://michaelguth.com/myblog/ dente distancia de los puertos, donde
pictures/TeresaAvila.jpg› (15-VII-2009). podían abordar las grandes carabelas
16 Archivo Fernando Jurado Noboa, Qui- trasatlánticas. En aquella época se
to. Para profundizar, ver: Álvaro Rena- comparó a los hombres y mujeres que
to Mejía Salazar, “Historia de un linaje
ibérico”, en Detrás de nosotros, Colección se embarcaban ilegalmente, con la
SAG, No. 202, Quito, 2006. lluvia que caía en la cubierta de una

26
No. 25 • Un encuentro con la historia

nave. De allí su denominación de llo- Por ejemplo, en la Quito recién fun-


vidos. Como ya lo sospechará el lector, dada, los vecinos principales fueron
este sistema trajo riqueza a muchos Rodrigo Núñez de Bonilla, Diego de
capitanes de embarcaciones, quienes Sandoval, Rodrigo de Salazar, Her-
consentían llevar a Indias a personas nando de la Parra, Martín de Mon-
que no poseían recursos sociales o dragón, Pedro Martín Montanero,
económicos suficientes para obtener entre otros. Todos los reseñados eran
un pasaporte. hidalgos. Continúa nuestra duda so-
Llegados ya a América, en época bre la condición de Montanero; duda
de la conquista quienes dominaron la –no afirmación– que ya fuera expues-
élite social fueron los capitanes, ade- ta fundamentadamente en nuestro
lantados y demás líderes de las fuer- trabajo Heráldica en la Colonia tempra-
zas militares. En este período no fue na. 17 Como expusimos en tal inves-
determinante el que un conquistador tigación, de los documentos existen-
fuera hidalgo para alcanzar la cúspi- tes se deduce que Montanero no era
de de la estructura social. Para inicios hidalgo sino pechero –aun cuando
del siglo XVI, en nuestros territorios letrado–. Fernando Jurado Noboa en
tuvo principal importancia Francisco su artículo Los encomenderos de Cuen-
Pizarro, hijo natural de un hidalgo en ca, su origen y papel en la sociedad del
una modesta plebeya. Su vida, antes siglo XVI, también consideró a Mon-
del paso a Indias, se caracterizó por la tanero como “un plebeyo del mismo
pobreza y la oscuridad social. Sebas- Guadalcanal”.18 No obstante, hoy en
tián de Benalcázar es otro ejemplo de día se considera al mencionado con-
líder militar de origen humilde, que quistador como hidalgo. Habrá que
llegó a ostentar poderío en Indias. No revisar las pruebas documentales –y
obstante lo anterior, las personas de no simplemente referenciales–, para
origen hidalgo, aun cuando su impor- confirmar el estado al que pertenecía
tancia haya mermado en la península, Montanero.
fueron quienes se hicieron del poder En todo caso, en la colonia tem-
en las nuevas villas desde un inicio. prana se mantuvo la influencia de la
hidalguía, aun cuando sí existió la po-
sibilidad de que los pecheros se des-
taquen socialmente. En esta etapa di-
17 Álvaro Renato Mejía Salazar, “Reflejos
de la conquista: heráldica en la colonia
ferenciamos socialmente con claridad
temprana”, en Historia próxima y remota, a los conquistadores principales y su
Colección SAG-SC, No. 18, Quito, 2010. familia, muchos de ellos hidalgos,
18 Fernando Jurado Noboa, “Los encomen- con experiencia militar o letrados; a
deros de Cuenca, su origen y papel en la
sociedad del siglo XVI”, en Memorias del
los conquistadores medios o bajos,
Noveno Encuentro de Historia y Realidad pecheros que formaban parte de las
Económica y Social del Ecuador y América huestes; al pueblo llano, sobre todo
Latina, Cuenca, Ediciones de la Universi- artesanos o campesinos que empie-
dad de Cuenca, 2002, p. 119.
zan a migrar; a los indios principales,

27
especialmente caciques o familiares mentaban los trabajos y sacrificios
de la familia inca, que hasta el siglo sufridos por sus antepasados, en la
XVIII mantuvieron una importante conquista de estas tierras a favor de
condición social; y, a los indios comu- España.
nes. A muchos de los conquistadores A partir del siglo XVII, migran
principales la Corona premió con tie- muchos españoles que van a formar
rras y repartimientos de indios, sien- parte del pueblo común, pero tam-
do éste su medio de subsistencia. Sin bién algunos que sobre la base del tra-
embargo, algunos conquistadores de bajo y de matrimonios convenientes,
la élite también se dedicaron a otras llegan a colocar a sus familias en los
actividades, no consideradas como más altos sitiales sociales. Un ejemplo
propias de hidalgos, en busca de de aquello, es el caso de Juan Miguel
acrecentar sus fortunas. Por ejemplo, Villavicencio Bohórquez, tronco de
Rodrigo Núñez de Bonilla se dedicó su familia en Riobamba. Este anda-
a la minería y Diego de Sandoval se luz, que al parecer tenía algunas lí-
dedicó al comercio.19 El resto de los neas hidalgas pero que en general lo
estratos sociales vivía de su trabajo o consideramos pechero, llegó a tierras
del trabajo del indio que ciertamente riobambeñas, donde trabajando como
fue explotado desde un comienzo. arriero logró amasar un buen capital,
Con el pasar de las décadas, la socie- lo que le permitió posesionarse en
dad mantuvo una estructura similar cargos de cabildo y casar “bien” a sus
a la anotada, conservándose el poder hijos.20 Otro ejemplo es el de Julián
en los descendientes de los conquis- Mancheno Ayala –tronco indiscutido
tadores principales. Es más, mucha de su familia en el país–, migrado en
legitimación social existía en ser vás- el siglo XVIII. Hizo importante for-
tago de los primeros habitantes de tuna a través del comercio, lo que le
una villa. Esto se desprende de varios permitió casarse con la linajuda viu-
documentos, donde descendientes de da doña Rosa Maldonado-Sotomayor
los conquistadores relevan tal calidad Palomino y Flores, hermana completa
para solicitar privilegios a la Corona. del sabio Pedro Vicente Maldonado y
En general, los descendientes argu- de Ramón Maldonado, marqués de
Lises.21 El casarse con una viuda hi-
dalga o rica, fue una herramienta tí-
19 Para profundizar ver: Álvaro Renato
Mejía Salazar, “Reflejos de la conquista: picamente utilizada por los españoles
heráldica en la colonia temprana”, en que pretendían granjearse un elevado
Historia próxima y remota. puesto social. Ahora bien, en estos
20 Para profundizar ver: Fernando Jurado siglos también vinieron hidalgos im-
Noboa, Los nudos del poder, Colección
SAG, No. 203, Quito, 2006. portantes, quienes buscaron estable-
21 Para profundizar ver: Fernando Jurado cer relaciones con las clases adinera-
Noboa, Los Mancheno en el Ecuador, 270 das y nobles de las villas indianas.
años de historia, Colección SAG, Quito, Podemos citar el caso del general
1992.

28
No. 25 • Un encuentro con la historia

Nicolás de Larraspuru y Aranibar, un


importante noble guipuzcoano –mal-
criado y mimado–, quien cometió una
serie de desmanes en Quito. Tanto
así, que el presidente de la Audiencia,
don Antonio de Morga, tuvo que ha-
cer pedidos al Rey para que ordena-
ra moderación a Nicolás o para que
dispusiera que su padre, el almirante
general don Tomás de Larraspuru y
Churruca –quien estaba emparentado
con San Ignacio de Loyola–, lo llama-
ra a España. Nicolás había casado en
Quito con uno de los mejores partidos
de la Audiencia, doña María de Vera
Mendoza y Bonilla, bisnieta de uno
Almirante general don Tomás de Larraspuru y Churruca.23
de los más importantes, sino el más A través de su hijo don Nicolás, antepasado de un importante núme-
importante, vecino fundador de Qui- ro de familias ecuatorianas.

to, don Rodrigo Núñez de Bonilla.22


na que no posea sangre india en sus
Para el siglo XVIII, la nuestra venas y aun sangre negra, pese a que
ya es una sociedad bien organizada, en la Sierra es escaso este mestizaje,
donde se logra identificar con clari- que sí lo encontramos completamen-
dad cada uno de los estratos sociales. te difundido en todo estrato social en
Se desarrollan las artes, se impulsa la Costa. La clase media se formaba
cierto urbanismo, las casa mejoran, al por comerciantes, ilustrados, profe-
igual que los usos y costumbres –aun sionales, ramas pobres de las familias
cuando los sacerdotes comienzan a principales o pequeños terratenien-
relajarse–. La clase alta sigue nutrién- tes. El pueblo estaba constituido por
dose con migraciones europeas hidal- españoles haraganes, mestizos arte-
gas y no hidalgas. Las viejas familias sanos, indios importantes. También
principales empiezan a ennoblecerse se identificaba una clase plenamente
a través de la entrada de sus miem- servil: los indios, empleados en tareas
bros a Órdenes de Caballería –las urbanas como los aguateros o en ta-
principales fueron la Santiago, Cala- reas del campo como la agricultura,
trava y Alcántara–; o, incluso, a través los obrajes, etc., además de los escla-
de la adquisición de títulos de noble- vos africanos.
za. Simplemente comprados fueron
los marquesados de Miraflores, San
22 Archivo A.R. Mejía Salazar, Quito. Para
José, Villaorellana, entre otros. El profundizar ver: Fernando Jurado No-
mestizaje en la clase alta era negado. boa, La familia Villagómez, Colección
Hoy en día, no hay familia ecuatoria- SAG, No. 179, Quito, 2002.
23 Archivo A.R. Mejía Salazar, Quito.

29
Esta fue pues, la estructura so- • Álvaro R. Mejía Salazar, “Historia de un lina-
cial y algunas de las instituciones que je ibérico”, en Detrás de nosotros, Colección
SAG, No. 202, Quito, 2006.
reglaron la vida ibérica desde los si-
• Álvaro Renato Mejía Salazar, “Reflejos de la
glos XV al XIX. Continuaremos en Conquista: Heráldica en la colonia tempra-
una siguiente entrega con la estructu- na”, en Historia próxima y remota, Colección
ra social de este mismo período, pero SAG-SC, No. 18, Quito, 2010.
desde la realidad india. • Fernando Jurado Noboa, “Los encomende-
ros de Cuenca, su origen y papel en la socie-
San Francisco de Quito, dad del siglo XVI”, en Memorias del Noveno
15 de agosto de 2010 Encuentro de Historia y Realidad Económica
Fuentes y Social del Ecuador y América Latina, Cuen-
ca, Ediciones de la Universidad de Cuenca,
2002.
A nuestros lectores habrá extra-
• Fernando Jurado Noboa, Los nudos del Po-
ñado que el presente artículo no po-
der, Colección SAG, No. 203, Quito, 2006.
sea el riguroso detalle de las fuentes
• Fernando Jurado Noboa, Los Mancheno en
que sustentan nuestras afirmaciones, el Ecuador, 270 años de historia, Colección
lo cual ha sido parte fundamental de SAG, Quito, 1992.
todos nuestros trabajos. Al respecto, • Fernando Jurado Noboa, La familia Villagó-
es necesario aclarar que ello ocurre mez, Colección SAG, No. 179, Quito, 2002.
ya que el presente artículo es un re- • Gonzalo Argote de Molina, Nobleza del An-
sumen basado en los conocimientos dalucía, libros I y II, Jaén, Instituto de Estu-
dios Giennenses, 1957.
adquiridos a lo largo de los años, a
• José Santiago Crespo Pozo, Blasones y Lina-
través de la investigación y estudio jes de Galicia, Santiago de Compostela, En-
de un sinnúmero de libros y docu- ciclopedia Gallega, Editorial de Bibliófilos
mentos. En esta ocasión, no hemos ci- Gallegos, 1964.
tamos literalmente a autor alguno ni • Peter Boyd-Bowman, Índice Geobiográfico
hemos recurrido a la revisión de tra- de 40.000 Pobladores Españoles de América,
Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1964.
bajos preexistentes al momento de la
redacción. Respetando el derecho a la - Fernán Mexía, Nobiliario Vero, Jaén, 1497.
duda de nuestros lectores, citamos a - Rafael Sánchez Saus, Linajes Sevillanos Me-
dievales, Sevilla, Real Maestranza de Caba-
continuación un listado de libros don- llería de Sevilla.
de se podrán verificar los contenidos - Tomás Marqués de Castro, Compendio His-
de nuestro trabajo: tórico Genealógico de los Títulos de Castilla,
España.
• Cristóbal de Gangotena, Al margen de la his- - Francisco Piferrer, Nobiliario de los Reinos y
toria, Quito, FONSAL, 2003. Señoríos de España, Madrid, 1857.
• Fernando Jurado Noboa, por ejemplo: “El - Vicente de Cadenas y Vicent, Repertorio de
Linaje de los Cepedas en el Ecuador”, pri- blasones de la Comunidad Hispánica, Espa-
mera parte, en Revista Museo Histórico, No. ña, Instituto de Salazar y Castro.
50.
- Francisco Piferrer, Armas, timbres y blasones
• Víctor García de la Concha, “Teresa de Jesús de nuestra ilustre nobleza, España, 1863.
en su circunstancia histórica”, en El arte lite-
rario de Santa Teresa, Barcelona, Ariel, 1978. - Julio de Atienza, Nobiliario español, España.
- Modesto Costa y Turell, Tratado completo de
la ciencia del blasón, Madrid, 1858.

30
¿FUE BOLÍVAR ESTADISTA?
Conferencia para Proyecto Bolívar
Guillermo Arosemena Arosemena

R
evisar la historia con objetivi-
dad es saludable para las nue-
vas generaciones, es común en
los países del primer mundo, donde,
en algunos, hay procedimientos para
hacerlo sistemáticamente. En Estados
Unidos, periódicamente, se reúnen
historiadores para escuchar las revi-
siones que colegas proponen, y deci-
dir sobre ellas.
Mi primer análisis de revisión
histórica fue la Revolución juliana,
evento eminentemente económico,
originalmente interpretado por his-
toriadores que desconocían de econo-
mía. Mi interpretación es totalmente Simón Bolívar
diferente a la de ellos, sobre las causas
que motivaron los problemas econó- las y colegios están llenos de mitos,
micos contribuyentes a la citada re- cuyos historiadores han idealizado
volución, y la motivación central de a personajes y sobredimensionando
Luis Napoleón Dillon, su ideólogo. sus logros. Entre ellos se encuentra
Mi propuesta fue plasmada en un ar- el de Simón Bolívar, que lo describe
tículo controversial publicado en la como un superhombre, un héroe de
revista Cultura del Banco Central y proporciones épicas lleno de hazañas
posteriormente en el libro La Revolu- extraordinarias. Seguramente los au-
ción juliana, evento ignominioso en la tores de los mismos conocen el viejo
historia de Guayaquil. refrán que dice que los países deben
La segunda revisión histórica es tener héroes, y si no existen es nece-
la que analizaré en mi intervención y sario crearlos.
cubre el período de la Independencia Todo movimiento de indepen-
de Guayaquil y luego de Ecuador. Los dencia tiene un fin común para mejo-
libros de historia que tuve que estu-
diar hace más de medio siglo y los
que se usan en la actualidad en escue-
31
rar el nivel de vida de los ciudadanos: Quito y Cuenca, en las que fui uno de
terminar con el pasado oprobioso los panelistas. Mi tema trataba sobre
que incluyen malas prácticas políti- la economía ecuatoriana en tiempos
cas y económicas. Éste fue el patrón de la dependencia. Como éste era un
seguido por Estados Unidos, Cana- período que no consideraba mi fuer-
dá y Australia; y, durante los últimos te, dediqué seis meses a buscar fuen-
cincuenta años, los países asiáticos, tes primarias; mi esfuerzo se justificó,
como Singapur, Malasia, India y logré adquirir más de 30 libros escri-
otros. En todos, el camino que traza- tos por actores de la Independencia,
ron los padres de la patria y primeros entre militares que sirvieron en los
gobernantes de esos países fue cómo ejércitos de Bolívar y personas que
llegar a la prosperidad en la forma tuvieron cargos elevados durante la
más rápida. Unos lo consiguieron en Gran Colombia. Por ejemplo, en las
40 años, otros, como India, les tomará memorias del general O´Leary se en-
más tiempo, pero van por el camino cuentra la correspondencia de Bolívar
correcto. Los resultados están a la vis- y demás personajes de la época en
ta. De ser naciones con renta por ha- 32 tomos. Con tan abundante biblio-
bitante muy inferior a la ecuatoriana, grafía que incluye cartas, discursos y
actualmente es hasta diez veces supe- proclamas, no se necesita haber vivi-
rior en algunos casos. do en su tiempo para emitir un juicio
América Latina, que debió ser sobre el Libertador.
el referente para las colonias asiáticas No se puede escribir sobre la
que se independizaron en el siglo XX, Independencia, sin referirse a Simón
sigue sumergida en el desgobierno, Bolívar, por ser él quien inició los mo-
pobreza y frecuentes luchas ideoló- vimientos independentistas en el no-
gicas. El entorno presente de los paí- roeste de la América del Sur. ¿Cómo
ses es resultado de su pasado, por lo era Bolívar? ¿Cuál era su personali-
que quien se interesa en entender el dad, su filosofía sobre la Independen-
comportamiento de la sociedad en la cia? Según él, ¿qué clase de gobierno
actualidad, obligadamente necesita debían tener las nuevas repúblicas,
repasar la historia. Es esa anomalía cuáles las metas y planes para el futu-
histórica la que me llevó, hace dos ro de ellas? En todos los libros consul-
décadas, a buscar los determinantes tados, sus autores describen a Bolívar,
del subdesarrollo de Ecuador, y, en el algunos incluso detallan su físico, for-
transcurso del tiempo, a publicar más ma de vestir y hablar, defectos, abuso
de cuarenta libros describiendo mis de poder, sus gustos y pasiones, in-
conclusiones. cluyendo el baile y controversial vida
A fines del 2009, con motivo del privada. Curiosamente los autores
Bicentenario del 10 de Agosto de 1809, que lo conocieron y escribieron sobre
el Banco Central y la FLACSO organi- él, lo hacen con más objetividad que
zaron mesas redondas en Guayaquil, los posteriores historiadores. A dife-

32
No. 25 • Un encuentro con la historia

rencia de los historiadores modernos fue escribir sobre la importancia de


y contemporáneos que lo idolatran, la institucionalidad y no poner en
la mayoría de los que escribieron en práctica lo que sostenía. Después de
su época, lo critican duramente por la haber tenido correspondencia extensa
forma cómo quería conducir la cons- con Jeremy Bentham, autor de leyes y
trucción de los nuevos Estados. tratados y consultor de gobiernos eu-
Bolívar fue un soñador por exce- ropeos y Estados Unidos; haber reci-
lencia, se convenció de ser el ungido bido sus obras y ser gran admirador
para la salvación de la América es-
pañola, muy controversial, de enor-
me ego, brillante militar, tomador de
grandes riesgos, audaz, ambicioso,
con enorme capacidad de trabajo y
carismático. Pero le faltó lo más im-
portante que debe tener un estadista:
coherencia y visión en sus decisiones.
Quienes lo idolatran, seguramente,
dirán que su legado es haber libera-
do a cinco naciones. Quienes analizan
objetivamente a este singular perso-
naje concluyen que él dejó el caos y
anarquía organizados, como legado.
Para los críticos, se olvidó de diseñar
los planos de la súper estructura –
Gran Colombia– que creó, y dejó con- Monumento a Bolívar, parque El centenario, Guayaquil.

vulsionada a una región que después


de 180 años de independencia sigue del constitucionalista y jurista inglés
estándolo, al extremo de formar parte al extremo de solicitarle que “… me
de la lista de los estados fallidos, pu- adopte como uno de sus discípulos,
blicada anualmente. como consecuencia de haberme ini-
ciado en sus doctrinas…”; ordenó no
Bolívar tuvo grandes contradic-
usar los libros de Bentham en la ense-
ciones, como el haber expresado en el
ñanza universitaria.
discurso de Angostura de 1819, “¨…
nuestros ciudadanos deben temer con Otra contradicción de Bolívar
sobrada justicia que el mismo ma- fue querer hacer cambios para sacar
gistrado que los ha mandado mucho a nuestros países del atraso y pobreza
tiempo los mande perpetuamente”; y, con leyes obsoletas, copiadas de las
luego, haber diseñado y promulgado españolas.
la Constitución de Bolivia, tomada Durante la Gran Colombia se
de la Constitución de Haití donde él mantuvo el sistema económico mo-
se nombró Presidente Vitalicio. Otra nopólico. El estanco de sal que había

33
sido suprimido en Guayaquil, Bolívar dignos de ser conquistados; si fuera
lo volvió a poner en práctica al en- posible en alguna parte del mun-
tregar su explotación a un grupo de do regresar al caos primitivo, sería
particulares que le ofrecieron pagar América en su hora final.
51.000 pesos por año, durante cuatro Muy duras palabras las de Bolí-
años. El 50% de esos ingresos fueron var, quien escribe es un ser frustrado,
usados por Bolívar para cubrir sus deprimido, arrepentido y fracasado
gastos militares. El sueño de Olmedo por haber invertido dinero, tiempo,
de libre comercio estipulado en el Re- tener una Gran Colombia que se cae
glamento Provisorio, la Constitución en pedazos y cuatro pueblos que lo
de Guayaquil Independiente, no se han rechazado. Así terminaba Bolí-
hizo realidad. Bolívar estableció aran- var a los 47 años de edad. Su esfuer-
celes y limitó el número de países con zo inútil no debe interpretarse que se
los que Ecuador podía mantener rela- debió exclusivamente a la forma de
ciones comerciales. ser de los sudamericanos, Bolívar no
Bolívar admite su fracaso, cuan- tuvo tiempo o no le interesó reflexio-
do una parte de su discurso de An- nar sobre las verdaderas causas de
gostura lo dedica a reconocer la im- su derrota, en cómo pudo evitarla.
posibilidad de crear una nación como ¿Cuánto pesó su personalidad y su
Estados Unidos, por ser una quimera falta de experiencia en administrar
la auténtica democracia en nuestros países?
países. Dos décadas más tarde, lo re- La Gran Colombia fue el sueño
afirma al terminar su vida pública. de Bolívar, pero él mismo no contri-
Un mes antes de morir, Bolívar acepta buyó a hacerlo realidad. Fue teórico,
haber hecho un trabajo inútil. En carta sus discursos estaban llenos de prin-
a Juan José Flores del 25 de noviem- cipios democráticos y liberales; sin
bre de 1830, se lamenta: embargo, no pudo convertirlos en
realidades. La meta central de Bolí-
Usted conoce que he gobernado por var, el fin que perseguía, debió ser
veinte años y de ellos he llegado a crear una forma de gobierno capaz de
pocas conclusiones: América es in-
conducir a los países a la prosperidad,
gobernable, para nosotros; aquellos
que sirvieron a la revolución araron por medio de leyes modernas, sólido
en el mar; lo único que se puede estado de derecho, estabilidad social,
hacer en América es emigrar; este política y económica, pero hizo redac-
país caerá inevitablemente en ma- tar la Constitución en Bolivia, nom-
sas desenfrenadas y luego pasará brándose Presidente Vitalicio.
casi imperceptiblemente a manos
Lo hizo por estar convencido de
de pequeños tiranos de todos colo-
res y razas; después de haber sido
que las sociedades de los países que
devorados por todos los crímenes y había liberado, por haber estado mol-
extinguidos con ferocidad total, los deadas durante siglos de un régimen
europeos no nos mirarán como ser colonial, corporativo, esclavista y es-

34
No. 25 • Un encuentro con la historia

tamental, no estaban en condi-


ciones de gobernarse, por no
estar preparados para la de-
mocracia. No supo construir
la gran nación.
Por su forma de ser, per-
sonalidad impredecible y ac-
titudes dictatoriales, no sentó
las bases de la institucionali-
dad ni logró la unión de los
pueblos. Veamos los comen-
tarios de tres personas que lo Monumento a Bolívar, Plaza del Congreso, Perú
conocieron o vivieron durante
su época. William Tudor, cónsul de Esta-
dos Unidos en Perú, en carta del 17 de
José María Samper, en su obra
mayo de 1826 al Secretario de Estado,
Apuntes para la historia publicada en
comenta:
Colombia en 1858, comenta:
La profunda hipocresía del general
… ya no era de esperarse que este Bolívar ha decepcionado al mundo
(Bolívar), embriagado por las adula- y a la mayoría de sus antiguos ami-
ciones de sus cortesanos de cuartel, gos, quienes lo han abandonado al
las victorias i los testimonios de ad- descubrir sus verdaderas intencio-
miración alcanzados en el Ecuador, nes. Con la violenta disolución del
Bolivia i Perú, dejase de lanzar su Congreso se le ha caído su másca-
atrevido genio en la empresa de ani- ra…
quilar la libertad de Colombia, va-
liéndose del apoyo de la fuerza, del Gabriel Lafond de Lurcy, en su
fanatismo que inspiraba su nombre i libro Viajes alrededor del mundo, en
de las ventajas de su posición.
1843, escribe:
De aquí la resolución que tomara
Bolívar de volver al ejercicio del Po-
der Ejecutivo, tan funesta para su El general Bolívar parecía tener
gloria como aciaga para la Repúbli- excesivo orgullo, lo que estaría en
ca. […] el ídolo de los colombianos, contradicción con su hábito de no
el símbolo de las glorias nacionales mirar de frente a la persona con
y el orgullo de los veteranos de la quien hablaba, a menos que ésta no
libertad, había degenerado tan vi- fuese muy inferior a él. Pude con-
siblemente, merced a la obcecación vencerme de su falta de franqueza
de su espíritu, descaminado por la en las conferencias que tuve con él
lisonja y la ambición, que su nombre en Guayaquil, pues no respondía de
parecía la personificación del despo- una manera clara a mis proposicio-
tismo y su poder se hacía cada vez nes, sino en forma siempre evasiva.
más insoportable odioso. El tono que usaba con sus generales
era extremadamente altanero y poco
adecuado para conciliarle afectos.
35
En Repúblicas de Aire, escrita por Los diferentes intereses de los
el mejicano Rafael Rojas y de reciente involucrados en los distintos países
publicación, el autor comenta que no impidió la búsqueda del bien común.
hubo solo una agenda en la Indepen- Cada uno tuvo en mente visiones dis-
dencia de nuestra región: tintas en la construcción de la Gran
Colombia. Se da el caso de la dura
polémica mantenida entre Bolívar y
Rocafuerte, por oponerse este último,
al centralismo que Bolívar quería, en
vez de crear provincias para que cada
una tenga su propia autonomía.
En carta del 27 de septiembre
de 1826, Rocafuerte escribe a Bolívar
para tratar de convencerlo cambiar de
opinión. Le comenta haber oído que
en Colombia hay apoyo para crear la
federación compuesta de Venezuela,
Cundinamarca y Quito. Esta división
sería fatal porque cada sección es lo
suficientemente grande para debilitar
al Gobierno central e incluso aspirar
a la independencia. Le sugiere que
Monumento a Bolívar, Quito
sería mucho mejor dividir la repú-
blica en doce provincias de acuerdo
Las revoluciones de independencia a la geografía y condiciones locales.
en Hispanoamérica fueron, al mis- También le recomienda la necesidad
mo tiempo, un conflicto militar, un
de mejorar las instituciones políticas
proceso de cambio político y una
y hacer la transición del centralismo
rebelión popular. Como toda revo-
lución o toda guerra, quienes se in- al federalismo para poder ponerse a
volucraron en aquella experiencia lo la vanguardia de la civilización. Fi-
hicieron por razones diversas y con- nalmente, le advierte que, como hijo
tradictorias. No pocos se levantaron de la libertad, su responsabilidad es
en armas porque querían alcanzar establecer la libertad en una manera
un autogobierno criollo sobre los apropiada para la ilustración del siglo
reinos y provincias del Imperio bor- en que viven.
bónico. Muchos lo hicieron porque,
más que a Madrid, rechazaban la El sistema de gobierno federal
hegemonía de las ciudades capitales perseguido por Rocafuerte, otros gua-
sobre su región. No faltaron quienes yaquileños y peruanos, en lugar del
se levantaron en armas para prote- centralismo proclamado por Bolívar,
ger un modo de vida tradicional o fue causa de permanente inestabili-
para ascender socialmente a través dad política, como sucedió en 1827,
de la guerra y la política.

36
No. 25 • Un encuentro con la historia

cuando en Lima hubo una subleva- les; un millón de libras esterlinas;


ción que perseguía la creación de un quince o veinte buques de guerra;
gobierno federal, y los guayaquileños municiones, algunos agentes y los
se adhirieron. Este tema lo cubre Bo- voluntarios militares que quieran
seguir las banderas americanas (…).
lívar en una carta del 24 de agosto al
Con estos socorros pone a cubier-
Presidente del Senado de la Gran Co- to el resto de América del Sur y al
lombia: mismo tiempo se puede entregar al
gobierno británico las provincias de
… ha favorecido el voto de algunos Panamá y Nicaragua, para que for-
imprudentes que desde el año pa- me de estos países el centro del co-
sado trabajan en Guayaquil por dar mercio del universo por medio de la
aquella forma a nuestro Gobierno, y apertura, que rompiendo los diques
a los cuales procuraré yo contener de uno y otro mar, acerque distan-
[…] mi decisión por un Gobierno cias más remotas y hagan perma-
central más adecuado a nuestras ne- nente el imperio de Inglaterra sobre
cesidades. el comercio.

Otras cartas de Rocafuerte a Bo- La relación de Bolívar con Roca-


lívar entre 1826 y 1828 tienen fuertes fuerte no fue buena, a pesar de haber
expresiones acusatorias hacia Bolívar. estudiado juntos en Europa. Después
En una de ellas advierte: de más de veinte años de perder con-
tacto entre ellos, el 10 de enero de
… su conducta es alarmante para 1821, desde Bogotá, Bolívar le escribe
la libertad y bienestar de las otras la siguiente carta:
repúblicas de la América españo-
la…Bolívar se ha quitado su disfraz Por fin tengo el gusto de escribir a
de patriota y es capaz de cualquier Vd. ¿Se acordará Vd. que soy un an-
cosa. En su delirio de ambición bien tiguo amigo?
podría ofrecer a Colombia en su Siempre me he acordado, y me acor-
transacción maquiavélica, mientras daré que Vd. lo es mío, y que no
sea reconocido como rey o presi- puede dejar de serlo; pues ¿por qué
dente vitalicio de Colombia”. Este no me ha escrito Vd.? Vd. debía ser
último tema se refiere a ayudar a patriota, honrado y el hombre de la
España para nuevamente tomar naturaleza, como yo lo he llamado.
control de México. Rocafuerte debió ¿Por qué es Vd. ingrato?
conocer sobre una carta que Bolí-
var envió desde Jamaica a Maxwell En esta carta se nota la persona-
Hyslop, poderoso empresario inglés lidad dominante y prepotente de Bo-
proponiéndole financiar su revolu- lívar. Lamentablemente las relaciones
ción y a cambio recibir Panamá y
entre los dos se fueron deteriorando
Nicaragua:
con los años al extremo de que po-
(…) Ventajas tan excesivas pueden cas semanas antes de fallecer, en co-
ser obtenidas por los más débiles municación a Flores, sabiendo que
medios: veinte o treinta mil fusi- Rocafuerte llegaba a Guayaquil, le

37
Bolívar fracasó entre otras cau-
sas por su idealismo, tratar de crear
un gran país con obstáculos muy
grandes casi imposibles de poder sal-
tar, comenzando por la inhóspita geo-
grafía entre países y dentro de ellos.
Para los guayaquileños les era más rá-
pido y seguro ir a Lima que a Quito.
En el primer caso les tomaba entre 4
y 5 días, mientras que en el segundo,
no menos de una semana, arriesgan-
do la vida. Cuando Rocafuerte dejó
Quito al terminar la presidencia, le
tomó un mes llegar a Guayaquil a po-
Monumento a Bolívar, España
sesionarse como gobernador. Una ta-
manifestó que éste último era el más bla de distancias de tiempo a caballo
rabioso federalista del mundo, anti- entre ciudades revela que de Popayán
militarista y capaz de cualquier cosa, a Quito tomaba más de 112 horas. La
y que tenía los medios para lograrlo. geografía atemorizó a los represen-
Termina la carta comentando tantes de Ecuador para asistir a todos
que Rocafuerte se ha convertido en su los congresos, situación que ocasionó
más implacable enemigo. Este mismo perjuicios al país por haberse dictado
había acusado a militares venezola- leyes contrarias a los intereses ecua-
nos y colombianos de ocupar los car- torianos.
gos más importantes en Ecuador y de Además de la geografía hubo
beneficiarse económicamente. otros obstáculos, entre ellos la falta de
A diferencia de Olmedo, Roca- homogeneidad en las sociedades de
fuerte era como Bolívar: arrogante, Gran Colombia. Ésta era contraria a la
fuerte de carácter, personalidad des- concepción del Estado que se preten-
bordante, autoritario con sus ideas, día construir teniendo como referente
y sin problema alguno en enfrentar la Constitución de Estados Unidos. Al
a quien consideraba su oponente. Al- respecto, Rojas comenta en su obra
fredo Luna Tobar en su obra Bolívar y Repúblicas de aire:
Ecuador, después de mostrar cartas de
afecto entre el Libertador y Rocafuer- Buena parte de los diseños cons-
te, admite que: titucionales, codificaciones jurí-
dicas, políticas fiscales, proyectos
Unos años más tarde, sin embargo, educativos, estrategias de escritura
no serían los mismos los sentimien- histórica, panteones heroicos, cere-
tos existentes entre el Libertador moniales cívicos, manuales de ins-
y quien fuere, según palabras del trucción moral y alianzas diplomáti-
propio Bolívar el mejor amigo mío cas, impulsados por aquellas élites,
desde mi juventud. contenían discursos y prácticas de

38
No. 25 • Un encuentro con la historia

homogeneización republicana de
la diversidad. A la heterogeneidad
social se sumó, desde los prime-
ros años poscoloniales, una rápida
diversificación del campo político
y la esfera pública, provocada por
las tensiones legislativas, la rivali-
dad entre caudillos, la formación de
nuevas élites locales, la irradiación
de logias masónicas y sociedades
secretas, y los primeros brotes de
guerra civil.

Bolívar fracasó entre otras cau-


sas por su idealismo, tratar de crear
un gran país con obstáculos casi im-
posibles de poder superar, comen-
zando por la inhóspita geografía
entre países y dentro de ellos. Viajar
de Guayaquil a Quito o de Quito a Falta pie de foto

Bogotá tomaba semanas y el viaje-


ro arriesgaba la vida. Cuando Roca- Buena parte de los diseños cons-
titucionales, codificaciones jurí-
fuerte dejó Quito al terminar la pre-
dicas, políticas fiscales, proyectos
sidencia, le tomó un mes (incluyendo educativos, estrategias de escritura
descansos) llegar a Guayaquil a pose- histórica, panteones heroicos, cere-
sionarse como Gobernador. Una tabla moniales cívicos, manuales de ins-
de distancias de tiempos a caballo trucción moral y alianzas diplomáti-
entre ciudades revela que de Popayán cas, impulsados por aquellas élites,
a Quito tomaba más de112 horas. La contenían discursos y prácticas de
geografía atemorizó a los represen- homogeneización republicana de
tantes de Ecuador para asistir a todos la diversidad. A la heterogeneidad
social se sumó, desde los prime-
los Congresos, situación que ocasionó
ros años poscoloniales, una rápida
perjuicios al país por haberse dictado diversificación del campo político
leyes contrarias a los intereses ecua- y la esfera pública, provocada por
torianos. las tensiones legislativas, la rivali-
A pesar de haberse pasado reco- dad entre caudillos, la formación de
rriendo entre países, Bolívar no se dio nuevas élites locales, la irradiación
de logias masónicas y sociedades
cuenta de que además de la geografía
secretas, y los primeros brotes de
había otros obstáculos para hacer rea- guerra civil.
lidad su sueño, entre ellos la falta de
homogeneidad en las sociedades de Entre las características del buen
Gran Colombia. Al respecto, Rojas co- estadista están: tener eficiente estruc-
menta en su obra Repúblicas de Aire: tura de organización en su gobierno,

39
optimizar y manejar las cuentas pú- introducida recién en la presidencia
blicas correctamente. En el caso de la de Vicente Rocafuerte.
Gran Colombia cuya dimensión era En el tema de Guayaquil, Bolí-
enorme, para triunfar en el proyec- var también mostró muy pocas dotes
to, se requería casi la perfección en la de estadista, le faltó habilidad diplo-
organización del gobierno: fluidez en mática para ganarse la confianza y
las comunicaciones, efectividad en la respeto de todos los guayaquileños.
implementación de decisiones, otor- Él veía en Guayaquil la fuente de ri-
gamiento claro de autoridad a fun- queza para financiar sus guerras en
cionarios, definición de responsabili- el resto del país y Perú, y puerto de
dades, etc. Lamentablemente, en los entrada para sus tropas. A esa fecha,
departamentos de la Gran Colombia, Guayaquil era la ciudad más rica de
la organización del gobierno fue muy Ecuador y la principal generadora de
pobre, prevalecía el caos y las cuen- divisas por tener el dominio de las ex-
tas se manejaban irresponsablemente. portaciones. Bolívar ya había hecho
Bolívar no tuvo políticas económicas contacto con Olmedo, quien era la
claras, actuó de acuerdo a lo dictado máxima autoridad en la provincia de
por su personalidad. En cuanto a la Guayaquil, a raíz de que este último
política fiscal fue más perjudicial que envió emisarios a Bolívar y San Mar-
la española porque además de man- tín para hacerles partícipes del gran
tener los mismos impuestos, exigió triunfo del 9 de Octubre de 1820. Pero
“contribuciones” a los empresarios y la intención de Olmedo no era entre-
profesionales. garle la Provincia a ninguno de los
Estos impuestos disfrazados tu- dos. Las cartas de Bolívar a Olmedo
vieron severa oposición en Quito. Se fueron prepotentes y autoritarias, sin
desconoce cuánto se gastó durante la conocer Guayaquil se sentía dueño de
Independencia de Ecuador y el mon- la ciudad y con autoridad divina para
to de lo aportado a la de Perú, además decidir su futuro, como se aprecia en
de si fueron bien invertidos los dine- la carta del 18 de enero de 1822. En
ros. Lo único que se sabe es la asigna- ella se expresa en duros términos de
ción de la deuda externa inglesa, va- Francisco Roca, uno de los patriotas
lor que posiblemente fuera inferior a guayaquileños, hermano de Vicente
lo gastado con recursos ecuatorianos, Ramón Roca, quien sería presidente
particularmente guayaquileños. de Ecuador:
Bolívar, desde donde se encon-
traba, enviaba comunicaciones para La copia que tengo el honor de in-
que del producto de las recaudaciones cluir á V. E. manifiesta claramente
de la Aduana de Guayaquil se usaran los sentimientos del señor Francisco
Roca miembro de ese gobierno. Ella
los fondos para hacer pagos por com-
no solo hace creer que el Sr. Roca es
pras de barcos u otros recursos béli- un declarado enemigo del Gobier-
cos. La contabilidad del gobierno fue no de Colombia sino que induce a

40
No. 25 • Un encuentro con la historia

conjeturar que lo es de la libertad


de Guayaquil. Complacerse con la
disolución de los cuerpos, con la di-
vergencia de opiniones y en la de-
bilidad de las fuerzas que deben re-
sistir al enemigo de América; llamar
tunantes á los oficiales que propen-
den a la incorporación de Guayaquil
a Colombia, es mostrar o que desco-
noce la verdadera debilidad de su
país o los derechos incontestables
de Colombia o más bien es mostrar
que cree que los esfuerzos de ese Monumento a Bolívar, Ayuntamiento de Cádiz, España
pueblo para recobrar su libertad, se
han hecho para su engrandecimien-
to personal, y para proporcionar un obligado a pedir ayuda a San Martín
teatro á su ambición. Yo creo que y Bolívar, mostrando más cercanía
esta carta debe despertar y llamar con el primero. Esto se observa por el
toda la atención de ese gobierno so- número de cartas suyas a los dos. Con
bre sus verdaderos intereses y sobre Bolívar hubo un intercambio de co-
su verdadera felicidad; ese gobierno municaciones muy limitado. Mientras
sabe que Guayaquil no puede ser un Olmedo estuvo en su cargo destinó
Estado independiente y soberano,
importantes capitales para financiar
ese gobierno sabe que Colombia no
puede ni debe ceder sus legítimos
la traída de los soldados colombia-
derechos y ese gobierno sabe en fin nos que marcharían a Quito, y luego
que en América no hay un poder el costo logístico para mantenerlos en
humano que pueda hacer perder a el país hasta la batalla de Pichincha.
Colombia un palmo de la integri- También financió el envío de tropas a
dad de su territorio. Yo creo Señor San Martín, uniformes y cacao, para
Excmo., que ya es tiempo de obrar que con la venta del producto tuvie-
de un modo justo racional y con- ra dinero para cubrir las necesidades
veniente á los intereses de esa pro-
militares. Todo este gran esfuerzo no
vincia demasiado tiempo expuesta
a vaivenes de la fortuna y a azares
fue reconocido por Bolívar, quien veía
de la guerra, pero oportunamente en Olmedo un serio obstáculo para
auxiliada y protegida por las armas apoderarse de Guayaquil.
de Colombia. El inicio del fin de Bolívar fue
pretender modificar la constitución
Olmedo pretendió liberar al res-
peruana y colombiana adaptándolas
to de las provincias de Ecuador, sin la
a la boliviana, cuando él conocía que,
ayuda de nadie, para lo cual organizó
por ley, durante diez años no se podía
la División Protectora de Quito, ejér-
modificar la colombiana. En nume-
cito que lamentablemente sufrió una
rosas publicaciones de la época hay
derrota en noviembre de 1820. Fue en
fuertes expresiones contra la actitud
ese momento en que Olmedo se vio
dictatorial del Libertador.
41
Incluso las noticias llegaron a decepcionaron de él. Las de Henri Vi-
Henry Clay, secretario de Estado de llaume Ducoudray-Holstein son una
los Estados Unidos, quien lo exhor- muestra. Edecán y confidente del Li-
tó a no dañar la buena imagen que el bertador, escribió dos libros, Memorias
mundo se había formado de él. de Bolívar sobre sus experiencias con
Pretender imponer su voluntad él, y la Sociedad grancolombiana. El pri-
en tema tan delicado, le causó a Bo- mero publicado en 1830 y el segundo
lívar hacerse de enemistades en los en 1855.
cuatro países y resentir a personas Este franco-alemán, veterano de
influyentes como Olmedo, Rocafuer- las guerras napoleónicas, fue conside-
te, Roca y Elizalde en Ecuador, y sus rado detractor en tiempos de Bolívar.
similares en las demás repúblicas. En el segundo libro critica duramente
Hubo ruptura de amistad con más de la personalidad de Bolívar. Entre las
un importante amigo. Los enemigos páginas dedicadas a analizar la ges-
de Bolívar, sin ponerse de acuerdo, en tión de Bolívar, el autor se pregunta:
sus respectivos países decidieron en-
contrar la forma de “acabar con el po- ¿Quién en Colombia es capaz de
der absoluto e indivisible que Bolívar producir buenas leyes? ¿Quién es
quería para sí”. Simultáneamente sus capaz de hacer ver al pueblo la
amigos buscaron la forma de crear la importancia de las buenas leyes y
monarquía constitucional, tomando persuadirlo a que se deben cumplir
a pesar de que ellas puedan ir en
en cuenta que el propio Bolívar ha-
contra de sus intereses? Si Bolívar
bía expresado en más de una ocasión hubiera puesto el ejemplo de cum-
los siguientes comentarios que se en- plirlas, se hubiese logrado grandes
cuentran en el cuarto tomo de la His- resultados. Pero infortunadamente
toria de la Revolución Colombiana, mag- para Colombia y ciertamente para
na obra de José Manuel Restrepo: el resto de las nuevas repúblicas,
Bolívar no tenía virtud, firmeza ni
Colombia y toda la América españo- talento para levantarse sobre su es-
la no tenían otro remedio para libe- fera de mediocridad, pasión, ambi-
rarse de la anarquía que devoraba a ción y vanidad. Él se encuentra muy
sus pueblos, que establecer monar- distante de sentar los cimientos para
quías constitucionales, y que si los buenas leyes, escuelas, instituciones
habitantes de Colombia se decidie- útiles y comercio floreciente. Hubie-
ran por este camino de gobierno y ra consultado a hombres de expe-
llamaran a reinar a un príncipe ex- riencia y virtud y rodeado de gente
tranjero sería el primero que se so- con talento y probidad. Pero, ¿qué
metiera a su autoridad y le apoyaría ha hecho este hombre durante los
con su influjo. últimos cuatro años, es decir, desde
1824, cuando Colombia se libró del
No hay espacio para transcribir último soldado español? En lugar
todas las expresiones de personas cer- de permanecer en su país para esta-
blecer un sólido gobierno, lo vemos
canas a Bolívar que con el tiempo se

42
No. 25 • Un encuentro con la historia

tan temprano como 1822, buscando las de Alejandro Magno y Julio César,
nuevos campos para su ambición, pero habiéndole correspondido ser el
una nueva escena de lo que él con- Comandante Supremo de las Fuerzas
sidera su gloria. Él va al Sur, se apo- Aliadas, por antigüedad, Eisenhower
dera de un país, destruye el Congre-
fue electo, por manejarse con cualida-
so de Perú y se coloca como cabeza
despótica de un gobierno militar y des de estadista; esto posteriormente
allí renueva las villanías dictatoria- lo ayudó a ser Presidente de Estados
les de 1823 y 1814 de Venezuela. Por Unidos.
la fuerza de las armas, él separa una Patton solo pensaba en guerrear,
porción de Perú y la llama república había nacido para ser soldado, era au-
de Bolivia, de la cual él es su presi-
toritario y no tenía ningún tacto para
dente y protector.
tratar a sus subordinados. Las haza-
Ducoudray-Holstein continúa ana ñas militares de este último, como el
lizando todos los desaciertos que en desembarco en Anzio y recuperación
su opinión fueron cometidos por Bo- de Italia o la toma de Bastogne que
lívar. Juan Carlos Vela, en su ensayo, evitó la arremetida de los alemanes,
El Bolívar desconocido, comenta que los han quedado escritas en los libros de
libros le sirvieron a Karl Marx para es- estudios militares. Eisenhower era
cribir la biografía de Bolívar donde lo diplomático, escuchaba y lograba
critica severamente (ver ‹http://www. consensos.
simonbolivar. org/Principal/bolivar/ La personalidad de Bolívar, que
marx_bolivar.html›). incluía fuerte temperamento, relación
También ‹http://www.marxists. de amor y odio con sus amigos y cola-
org/espanol/m-e/1850s/58-boliv. boradores, y gran prepotencia (como
htmhttp://www.marxists.org/es- hacer el siguiente brindis: “Hoy hace
panol/m-e/1850s/58-boliv.htm›). treinta y nueve años que he nacido
tres veces: para el mundo, mi gloria
Las palabras de Ducoudray-
y la República”), además de su falta
Holstein contra Bolívar son muy fuer-
de experiencia política, lo llevó al os-
tes. En ellas el autor no cuestiona la
tracismo. A los quiteños los tachó de
brillantez y capacidad militar, duda
bochincheros, de Sucre, su más cer-
del Libertador como político y jefe
cano colaborador, no tuvo buenas ex-
de Estado. No siempre los grandes
presiones e incluso pretendió quitarle
visionarios o militares tienen cualida-
méritos cuando comparó las victorias
des de estadistas, ni son pragmáticos.
de Bomboná y Pichincha.
Durante la Segunda Guerra Mundial,
Estados Unidos tuvo dos excelentes En una carta enviada a Santan-
generales: George Patton y Dwight der le comenta sobre ese tema:
Eisenhower. El primero fue extraor-
dinario militar, se conocía las estra-
tegias militares de los más grandes
generales de la historia, incluyendo

43
(…) Sucre tenía mayor número de moderna del cesarismo que había
tropas que yo y menos el número de malogrado la república romana. A
enemigos (…). La victoria de Bom- partir de 1826, Bolívar comenzó a
bona es mucho más bella que la de ser visto, también, como un nuevo
Pichincha. César. Benjamin Constant resumiría
La pérdida de ambos ha sido igual ese desencanto hacia la figura del Li-
y el carácter de los enemigos muy bertador en un discurso ante el Par-
desigual. lamento francés: “No, la dictadura
El general Sucre no sacó más ven- nunca es un bien; la dictadura nun-
tajas que yo (…), él se ha cogido la ca es lícita. Nadie está lo suficiente-
copia de nuestras conquistas. mente por encima de su país y de su
tiempo para tener derecho a deshe-
William Tudor, cónsul de Estados redar a sus ciudadanos” Si hace 200
Unidos en Lima, refiriéndose a la re- años, los fundadores de Hispanoa
lación de Bolívar con La Mar, expresa: mérica imaginaron repúblicas sin
democracia, hoy, en América Latina,
parecen construirse democracias sin
En ninguna otra instancia ha sido
república [….]. El ascenso del auto-
su hipocresía [la de Bolívar] más
ritarismo de izquierda en la última
profunda que en el caso de La Mar.
década desplazó el péndulo al otro
He visto cartas de Bolívar a él, ex-
extremo: reelección indefinida, con-
presándole su más profunda admi-
trol de la sociedad civil y los medios
ración y amistad y como persona
de comunicación, capitalismo de
indicada para ejercer la Presidencia
Estado, caudillismo. A 20 años de
del Perú […], mientras que ha usado
la caída del muro de Berlín, todos
toda su influencia para expulsarlo
los países latinoamericanos, menos
del Perú […], y lo ha llamado polí-
Cuba, son democráticos, pero la de-
ticamente cobarde.
mocracia vive amenazada por la cri-
El historiador Rafael Rojas, en su sis de los valores republicanos que
decidieron la ruptura con la monar-
artículo El bicentenario y la tradición,
quía absoluta
publicado en el diario español, El País Atribuir a Bolívar una “concepción
el 22 de enero 2009, comenta: democrática revolucionaria”, “anti-
burguesa” o “anticapitalista”, como
Para aquellos fundadores de la His- hizo el presidente Hugo Chávez en
panoamérica moderna, el arquetipo su discurso de toma de posesión, el
del estadista republicano era George 10 de enero de 2007, es, cuando me-
Washington, quien en 1796, a pun- nos, una burla a dos siglos de estu-
to de cumplir su segundo mandato dios bolivarianos en Iberoamérica.
presidencial, declinó postularse a Ese Bolívar protomarxista no solo
una segunda reelección y se retiró es cuestionable desde las conocidas
a la vida privada en Mount Ver- ideas de Marx sobre Bolívar, sino
non. Desde 1808, esos pensadores desde los propios textos políticos y
comenzaron a contraponer la figura constitucionales del Libertador. Con
de Washington a la de Napoleón, a el Bolívar de Chávez sucede como
quien vieron como una encarnación con el Martí de Fidel Castro: dos es-

44
No. 25 • Un encuentro con la historia

tadistas republicanos del siglo XIX


que terminan siendo desconectados
de su propia tradición e incrustados
en las izquierdas marxistas del siglo
XX.
La desaparición de la Gran Co-
lombia no cambió en nada la forma
de gobernar y hacer política en la
República de Ecuador y otras en la
América Latina. Esta característica
peculiar latinoamericana llevó a Ber-
nardo O’Higgins a comentar: “Las re-
voluciones y los gobiernos se suceden
por nuestros países como el viento”;
y, a San Martín,
“cuando uno piensa que tanta san-
gre y sacrificio no han sido em-
pleados más que para perpetuar el
desorden y la anarquía, se le llena el
alma del más cruel desconsuelo”.

Ecuador ingresó al siglo XXI sin


lograr todavía hacer realidad el sueño
de Bolívar y de los Padres de la Patria,
grandes soñadores, pero muy poco
prácticos.

45
LA MATANZA DEL 2 DE AGOSTO DE 1810
Javier Gomezjurado Zevallos*

L
uego del golpe del 10 de Agos- buscaron una solución intermedia
to de 1809 e instalada la Junta para no dejar la Junta Suprema, la
Suprema, ésta terminó por des- cual consistió en encargar su direc-
baratarse, no solo por la contrarrevo- ción al vetusto Conde, tomando en
lución que el depuesto presidente de cuenta su ofrecimiento de no perse-
la Audiencia Manuel Urriez, conde guir a los revolucionarios. El pueblo,
Ruiz de Castilla, había venido prepa- que no había sido tomado en cuenta,
rando y que a mediano plazo surtió rechazó dicho nombramiento, y una
efecto; sino también por el errado ac- multitud enfurecida invadió violenta-
cionar político de la Junta, cuyos in- mente el palacio y reclamó a gritos su
tegrantes –autores de la revolución– derecho para hacer tal designación. El
terminaron desertando de la misma, nombramiento quedó sin efecto.
surgiendo la idea de algunos de sus Juan de Dios Morales y Manuel
vocales de retituir en el poder al de- Rodríguez de Quiroga, cerebros del
crépito conde Ruiz de Castilla. golpe de agosto, intentando salvar la
En efecto, luego de la renun- revolución, optaron por el menor de
cia del marqués de Selva Alegre a la los males, y propusieron a Juan José
presidencia de la Junta a principios Guerrero y Matheu como reempla-
de octubre de 1809, así como de otros zante de Selva Alegre. El inflexible
miembros –algunos de ellos nobles Mariano Villalobos, patriota que des-
que no apoyaban las ideas radicales confiaba de marqueses y de nobles,
de autonomía e inmediata indepen- rechazó enérgicamente esta designa-
dencia–, los vocales que quedaron ción; ello le costaría su vida en agosto
de 1810. Sin embargo y dejando de
lado los nombres propuestos por los
* Historiador y Doctor en Sociología y líderes populares, tales como el del
Ciencias Políticas. Docente universitario. marqués de Villa Orellana y el de José
Miembro Correspondiente de la Acade-
Javier Ascázubi para conducir la Jun-
mia Nacional de Historia. Subdirector
de la Sección Académica de Historia y ta, se terminó designando a Guerre-
Geografía de la Casa de la Cultura Ecua- ro, quien lejos de ofrecer ventajas a la
toriana Matriz, y Miembro de la Casa de causa revolucionaria, sirvió más bien
la Cultura Núcleo de Esmeraldas. Autor
para precipitar los acontecimientos
de varios libros y artículos monográficos
sobre temas históricos, genealógicos, so- hacia el desenlace fatal.
ciológicos y costumbristas.

46
No. 25 • Un encuentro con la historia

Pues sí, y como nos cuenta el his-


toriador Manuel María Borrero, Gue-
rrero era hombre de acendrado espa-
ñolismo, incapaz de reconocer ningún
derecho al pueblo, a los que llamaba
plebeyos, aferrado a su estatus social
y económico; soberbio, vehemente e
impulsivo; arrojó la máscara y dio el
golpe de gracia a la revolución. Hizo
perder la autonomía de la Junta, y
con golpe artero y falaz desvirtuó por
completo la naturaleza de la misma y Muerte de patriotas quiteños, 2 de Agosto de 1810
anuló la esencia del movimiento re-
volucionario y lo traicionó. confinamiento en Iñaquito y fue reci-
Guerrero se hizo cargo de la bido en triunfo en Quito por el grupo
Presidencia el 12 de octubre y en- español. La primera revolución esta-
seguida entabló negociaciones con ba terminada.
Ruiz de Castilla, mientras que Juan El 24 de noviembre arribaron las
Pío Montúfar salía de la ciudad en tropas de Lima al mando de Manuel
compañía del Dr. Luis Quijano. El 14 Arredondo; Ruiz de Castilla disolvió
de octubre, Ruiz de Castilla escribió las de Quito pues estaba fuerte otra
desde Iñaquito –donde el Conde se vez y comenzó a maquinar su ven-
encontraba en una hacienda– a Juan ganza, a pesar de haber dado su pa-
de Salinas, pidiéndole su colabora- labra de honor de no proceder contra
ción para que las cosas volvieran a su ningún ciudadano que intervino en el
antiguo estado. Salinas, se ignora si movimiento revolucionario. Las fuer-
presionado por las circunstancias o a zas del Batallón Real de Lima, que
motu propio, cometió la debilidad de llegaron casi al mismo tiempo que
aceptar la entrega de las tropas al Con- se reinstalaba el gobierno de Ruiz de
de, para lo cual despachó a Machachi Castilla, estaba conformado de qui-
en son de avanzada o de vanguardia nientos hombres: doscientos vetera-
a los militares de los que más descon- nos y trescientos zambos, maleantes
fiaba, poniéndoles al mando de Juan que habían sido liberados de las cár-
y Antonio Ante, precisamente los más celes de Lima.
opuestos a sus veladas maquinacio-
De nada le sirvió a Salinas el ha-
nes, con lo cual allanó el camino para
ber jurado sumisión a la Junta Central
que el 24 de octubre fuera llamado a
de España –como en efecto lo hizo– y
Iñaquito a conferenciar con el Conde,
haber actuado con cortesía y agasajos
quien después de ello suscribió unas
hechos a Ruiz de Castilla, ya sea es-
capitulaciones con la Junta y volvió
coltándolo desde Iñaquito al palacio,
al mando de la presidencia. Al día
ó a través de gestos de lealtad demos-
siguiente salió Ruiz de Castilla de su

47
trados al Conde; pues éste, una vez
apoyado por las tropas limeñas, dio
órdenes de arresto contra los próce-
res. Esta posición ambivalente adop-
tada por Salinas, luego de las capitu-
laciones, le hizo creer que no estaría
en la mira de una posible revancha
por parte de Ruiz de Castilla. Sin em-
bargo Salinas se equivocó; mas no
podemos tampoco acusar al Conde
de toda la atrocidad que se cometería,
pues era ya un anciano, que además
se había convertido en títere de Arre-
dondo.
El 4 de diciembre de 1809, el
prócer Salinas se hallaba en su casa Dr. Antonio Ante
situada en la Plaza Mayor, contigua al
Ayuntamiento y oyó el rumor de gen- inquietud, desasosiego, y los ciuda-
te alarmada. Se asomó con su familia danos querían escapar donde sea
a la ventana y vio que atravesaban la o esconderse en cualquier lugar. Se
plaza escoltados los doctores Morales cerraron las tiendas, se abandonaron
y Juan Pablo Arenas, en dirección al los talleres, los negocios y las faenas.
Cuartel Real. La misma escolta regre- Todo quedó abandonado, las campa-
só luego y en momentos en que Sali- nas se silenciaron y las calles estaban
nas se sentaba a la mesa del comedor, desiertas. Fue el día del hambre, del
le fue presentada la orden de prisión. sobresalto, de las despedidas y de las
Con aspecto al parecer sereno, salió lágrimas; y entre la gente se hicieron
con los esbirros de Arredondo, ascen- testamentos verbales y se dejaron ins-
dió al pretil de la Catedral para seguir trucciones y disposiciones reserva-
al mismo cuartel y desde allí dirigió das.
el último saludo de despedida a su
Por su parte, el marqués de Sel-
atribulada esposa, que le miraba con
va Alegre escapó con su hermano
ansiedad.
Pedro Montúfar, su hija Rosa y su
Por las calles, la gente veía tran- cuñada Nicolasa Guerrero; se ocul-
sitar a escoltas armados, rompien- tó en sus propiedades de Puñaví y
do cerrojos, allanando habitaciones, Suyu, volvió unos días a Quito, y, en
capturando individuos y llevándolos diciembre de 1809 y desde el obraje
presos a la cárcel, al presidio –fren- de Chillo, Montúfar huyó a sus pro-
te al Carmen Bajo- o al Cuartel Real, piedades que tenía en Angamarca.
ocupado por los pardos. En la po- El gobierno realista lo atacó y fueron
blación había alarma, desconcierto, tomados presos su hermano Pedro y

48
No. 25 • Un encuentro con la historia

su hijo Javier; el primero salió libre y cuanto me fue posible a la tranquili-


el segundo escapó justamente la tarde dad pública”; mientras Morales, lue-
del 2 de agosto por la quebrada del go de demostrar su vasta erudición en
Cuartel. ¿Coincidencias? temas jurídicos, concluyó diciendo:
Entre otros, mandados a dete-
ner, estaban en la lista: Manuel Ro- …Morir para mí no es otra cosa que
dríguez de Quiroga, el cura de Píntag una acción de la vida y quizá la más
José Riofrío, el cura de San Roque José fácil. Tan frágil y miserable existen-
cia no vale la pena de incomodarse,
Correa, el coadjutor Antonio Castelo,
pero, me debo a la República y la
Antonio Ante, Juan Ante, Javier Zam- juzgo interesada en mi vindicación.
brano, Mariano Cevallos, José Vinue-
za, Nicolás Aguilera, Antonio Pineda, El 12 y 13 de diciembre de 1809
Luis Saá, José Corral, Antonio Busta- Salinas rindió su declaración. Mani-
mante, Luis Vargas, Antonio Sierra, festó:
Mariano Villalobos, Joaquín Barrera,
Pacho el organista, Manuel Angulo, …que estando ya desnudo en cama
José Javier Ascázubi, Nicolás Vélez, a más de las diez y más de la noche
y otros más. La misma noche del 4 del 9 [de agosto], antes le llamaron
de diciembre fueron capturados José de parte del pueblo que se había
Correa, Antonio Castelo, Juan Pablo juntado…
Espejo y el cura Riofrío.
Reconoció haber elaborado el
Persecuciones, enjuiciamientos Plan de defensa de Quito y sus pro-
y prisiones también se hicieron en vincias, así como admitió el mando
Tulcán, Ibarra, Otavalo, Ambato, Rio- de armas que el pueblo le confirió
bamba, Guayaquil, Cuenca y Popa- para evitar derramamiento de sangre.
yán. Bastaba una carta recibida, una La confesión de Morales de ser el úni-
opinión vertida, una intriga o chisme, co autor del plan subversivo, permi-
o una sospecha para que se los consi- tió a Salinas negar su participación en
dere responsable. él. A decir del historiador Carlos de la
En diciembre de 1809 se inició Torre, “… Si Salinas hubiere medita-
el proceso judicial en contra de todos do que al escribir su defensa estaba
los involucrados en el golpe del 10 de compareciendo ante el Tribunal de la
agosto, y por orden de Ruiz de Cas- Historia, jamás habría caído en una
tilla no se exceptuó estado, clase ni serie de vacuas justificaciones, que
fuero. Quiroga rindió su declaración lejos de comprobar su inocencia, po-
el día 11, fecha en la que dijo: “No leí, nen en tela de duda su integridad y su
suscribí ni induje a nadie a firmar el hombría de bien. El terror, las amena-
Acta… Queda pues mi culpa reduci- zas que se cernían sobre su existencia,
da a que fui el penúltimo miembro le hicieron vacilar y hasta tácitamente
de la Junta cuyo empleo lo ejercí en arrepentirse de su línea de conducta
alivio de los afligidos, y en contribuir que ante la posteridad le ha rodea-

49
do con los resplandores huidizos de
la gloria. Estas grietas que parten la
unitaria reciedumbre de su personali-
dad, le colocan en un punto equidis-
tante de la traición y el heroísmo, la
humanizan en la plenitud de su des-
asosiego. Eso es lo que fue Salinas: un
hombre que sentía la luminosa llama-
da del heroísmo y que a la vez se sen-
tía enraizado a la tierra movediza en
que el miedo a la muerte hace olvidar
el amor a la gloria. El traidor es infra-
hombre y el héroe un super-hombre.
Salinas fue “nada menos que todo un Manuela Cañizares
hombre”.
A la una y treinta de la tarde del
Las semanas subsiguientes se 2 de agosto de 1810, las campanas de
receptaron las declaraciones del resto la Catedral comenzaron a tocar a re-
de los detenidos. Defensas, alegatos y bato. Unos pocos civiles, desprovistos
recusaciones iban y venían, así como de armas de fuego, asaltaron el presi-
los días transcurrían con los próceres dio frente al Carmen Bajo, tomaron de
presos en las malolientes y húmedas sorpresa a la guardia, se proveyeron
mazmorras del Cuartel Real. Las au- de fusiles, y ante los desconcertados
toridades reales mostraron siempre soldados, liberan a los presos. Libe-
una parcialidad en contra de aquellos rados y asaltantes se dirigen hacia el
detenidos, y la sentencia, ansiosa- Cuartel Real, donde se acantonaron
mente esperada, nunca se dio ya que los zambos limeños. Con la compli-
los acontecimientos se precipitaron, cidad de algún guardia, los patriotas
en los que tuvo culpa el anciano Con- ingresan al cuartel. El capitán Nicolás
de quien tejió el trágico desenlace. Galup les sale al encuentro sable en
Ante los rumores sobre una mano y uno de los asaltantes le atra-
autorización concedida por Ruiz de viesa el corazón con la bayoneta del
Castilla para que saquearan la ciudad fusil y cae muerto.
las tropas realistas, el 7 de julio de Era casi las dos de la tarde y
1810 se produjo una asonada popular comienza la intentona de liberar a
para protestar contra esas probables los presos. Pero, ¿dónde se hallaban
noticias, la cual fue apaciguada. A ellos? Hoy, los visitantes que acuden
consecuencia de ello, Ruiz de Casti- al Museo del Cuartel o Museo de
lla y Arredondo ordenaron al capitán Cera, se preguntan cómo en ese pe-
Fernando Bassantes victimar a los pa- queño sótano pudieron estar cerca de
triotas reducidos en prisión al menor cuarenta personas y ser asesinadas.
indicio de insurrección pública. La Pues la verdad reside en el hecho de
muerte estaba ya decretada.

50
No. 25 • Un encuentro con la historia

que el cuartel en aquel entonces tenía La plaza queda despejada y ya


tres patios, dos calabozos, once cuar- no hay contra quién combatir, pero
tos altos y dos cuartos bajos, los cua- hay todavía a quiénes asesinar. Aden-
les fueron destinados a prisión. En el tro del cuartel se cumple la orden
cuarto bajo del segundo patio estuvo dada por Arredondo de matar a los
el cura Riofrío, y en la única celda del presos. Morales recibió varios balazos
tercer patio estuvo el doctor Arenas, y, en medio de su agonía, le trituraron
considerados como los más peligro- el cráneo con la culata de los fusiles.
sos de todos. En el resto de cuartos, Salinas, moribundo, fue muerto en su
altos y bajos, se ubicaron al resto de cama con cuatro balazos en la cabeza
presos, algunos con grillos y en gru- y varias cortaduras en el pecho. Agui-
pos de dos, de tres y de cinco, a tal lera, durmiendo la siesta y los demás
punto que un mes antes de la tragedia clamando por confesión, fue atroz-
había 38 presos. mente sacrificado. Baleados y despe-
Volviendo a los atacantes, éstos dazados con hachas y sables lo fueron
ingresan al Cuartel Real, y hubiera Juan Pablo Arenas, José Luis Riofrío,
sido realmente un triunfo la libera- Juan Larrea Guerrero, Antonio de la
ción de los próceres, si los mulatos Peña, Manuel Cajías y otros. A Ma-
limeños no reciben el apoyo de los riano Villalobos y a Atanasio Olea les
soldados auxiliares de Santa Fe, que destaparon los sesos a sablazos y ha-
se hallaban acantonados en el cuar- chazos. Vicente Melo cae con un ba-
tel adjunto al Cuartel Real. Ingresa- lazo en la boca. La joven Isabel Bou
da la tropa santafereña, se trabó un fue también herida y empapada en la
desigual combate con los asaltantes, sangre de su marido Juan Larrea, ha-
quienes luchaban por salvar a los pa- biendo éste caído muerto a sus pies.
triotas presos. Antes de la llegada de Una esclava de Quiroga, que estaba
la tropa auxiliar, apenas alcanzaron embarazada y que concurrió al cuar-
a liberar al cura Antonio Castelo y a tel en unión de las hijas de este pró-
Manuel Angulo, quienes escaparon. cer, fue victimada sanguinariamente
Penosamente no pudieron salvar a por los mulatos. Salieron las hijas del
Vicente Melo, preso en un cuarto con- prócer y rogaron al oficial por la vida
tiguo a los anteriores, y menos aún a de su padre; el cadete Jaramillo le dio
los encarcelados en la parte alta. Al- un sablazo en la cabeza a Quiroga,
gunos de los asaltantes son asesina- quien fue ultimado con dos balazos
dos y otros alcanzan a escapar; salen más. Cerca de allí, José Vinueza había
las tropas de los cuarteles y empiezan sido macabramente despedazado, a
a disparar como locos contra cuantas tal punto que al siguiente día su cadá-
personas veían en la Plaza Mayor. ver estuvo entre los no identificados.
Matan a una india, un covachero y a Ninguno de los presos se salvó,
un músico que iba hacia el Carmen. salvo el ambateño Mariano Castillo,
que fingió estar muerto y fue trans-

51
portado entre los cadáveres que de- Fuentes
bían velarse en San Agustín, donde
fue auxiliado por los curas agustinos.
De la Torre, Carlos,
Nicolás Vélez había salido unos días
1990 La revolución de Quito del 10 de Agosto de
antes cuando fingió estar loco y se 1809, Quito, Ediciones, BCE.
salvó. Borrero, Manuel María,
Una vez terminada la matan- 1960 La revolución quiteña: 1809-1812, Quito,
za les robaron todo, incluido sus ro- Editorial Espejo.
pas interiores, dejándolos desnudos. Mena, Claudio,
Consumado el sangriento sacrifico de 1997 El Quito Rebelde: 1809-1812, Quito, Abya-
los próceres, los soldados sedientos Yala.
de venganza, muerte, saqueo y viola- De Guzmán, Manuel,
ción, salieron a las calles y sembraron 2009 Quito Luz de América, Quito, ANH / UNAP.
el terror en la ciudad, bajo la orden del
oficial Bassantes de matar quiteños.
El resultado fue cerca de 300 muertos
y 200 heridos. Ese día fue el epílogo
de la primera gesta de independencia
que había iniciado casi un año antes,
el 10 de Agosto de 1809. Lo que ven-
drá luego, será ya otra historia.

52
DE LOS OFICIOS DEL VERBO Y LA PACIENCIA
Pedro Arturo Reino Garcés*

M
e salisteis al paso a decirme Me salisteis al paso y me sor-
que no estaba bien el “pa- prendisteis con los ojos llenos de
recer” Que debía asumir el tinta, y me obligáis a entender cómo
“ser”, porque había suficientes pala- salen las luciérnagas a repartir la luz
bras en la fuente del parque o de la a las estrellas. Os aseguro que me im-
plaza –metáfora del manantial que pactasteis en pleno vuelo, meditando
tiene la montaña– de las que estaba de qué parte de las palabras es que les
bebiendo la muchedumbre, nuestra nacen alas, y por qué los significados
muchedumbre que a veces es bandada tienen la misma duración que la pa-
que crece bebiendo de su propio vue- ciencia. Yo sé que caminamos juntan-
lo; y otras veces es rumor de viento do muchos labios en espera de miel
que se agita entre las ramas de los últi- y de vinagre. Y si así es la vida, estoy
mos bosques. Si me miráis con buenos decidido a compartirla de modo pú-
ojos, encontraréis que soy un matorral blico, aceptando el hecho de que está
repleto de olores silvestres y un espa- matizada de certeza. Todo irá de la
cio para los nidos más seguros. mano entre el ser y el parecer.
Tengo mis espinas heredadas Un proverbio chino dice que “Si
de todas las generaciones de donde no cambiamos la dirección de nues-
vengo, crecidas espontáneamente en tros pasos, terminaremos llegando
días de sol y en los insomnios que es allí, a donde nos dirigimos”. Tan solo
cuando germina la constancia. Pero caminar no es esforzarse. El parecer
también tengo mis flores para deleite de lo que tengo vivido, frente a la pre-
de colibríes que aprenden a volar con sente designación, se convierte en ser,
la memoria, buscando el néctar sutil porque acabáis de cambiar de direc-
de la palabra, acomodándose a descu- ción a mi destino.
brir pistilos, igual que los poetas des- Y es que resulta peligroso tran-
cubren la vida en la gota de verdad, sitar por el camino del parecer. La
la que nos servimos, saboreando el apariencia es un disfraz de las ofertas.
encanto de un instante. Puedo deciros que conmigo podréis
poner nuevos faroles en la luna, pero
* Discurso de incorporación de Pedro
para ello tendréis que recorrer el ca-
Reino como cronista vitalicio de la ciu- mino de la poesía o del absurdo. Re-
dad de Ambato. Viernes 27 de agosto de capacitemos en que la locura tiene su
2010.

53
parte sublime y que al otro lado de con la que los griegos vieron todo lo
esta medalla está la torpeza con sus que en su gramática fue sustantivo,
vendas negras amarradas a la irre- si no hemos sido capaces de cultivar
flexión y al empecinamiento. un adjetivo de acuerdo a la edad que
Me habéis encontrado con los nos tocó experimentar las mareas de
dedos llenos de tinta y con los ojos la vida, sencillamente no hemos exis-
repletos de lontananzas. Me habéis tido: amor, honradez, tolerancia, soli-
descubierto, convertido en un ente daridad, respeto, vehemencia pueden
que viene y va desde otras muertes; ser cosechas de una siembra ontológi-
y ahora puedo ser el que vuelve y se ca. Lo demás será el ejercicio de una
aferra a otras vidas, incluyendo las mentida agricultura: codicia, abuso,
del futuro. Desde siempre, y más aún precio, esclavitud, violencia, torpeza,
ahora: todas las vidas me pertenecen, enriquecimiento ilícito, esbirrismo,
todas las vidas incluyendo sus res- autoritarismo, vanagloria, vanidad,
pectivas muertes. Eso sí, nada tengo vanavida y vanamuerte. Entendamos
que ver con los cadáveres, porque en que la muerte tan solo es un límite, no
todas partes y en todos tiempos hue- es el resumen de nada ni de nadie.
len mal. El balance es cosa de la memoria
Soy y somos los prójimos de que queda flotando en los demás; y,
todo aquel que siente. El que no sien- hasta ahora, la memoria, que es his-
te no tiene prójimos. Y el que siente toria, tiene la posibilidad de trascen-
tiene dos opciones con las que acepta der como palabra, abstracción de los
su mundo: se alegra, o sufre porque sucesos, constancia inverosímil que
le duele. Siempre he sabido que al fin tiene vida de péndulo entre la acep-
de cuentas, todos nosotros solo somos tación y el rechazo, la identificación o
y seremos palabras. Somos y seremos el repudio; y, otra vez, el ser y el pare-
los verbos que por un tiempo tene- cer, porque así es la atmósfera que go-
mos carne y nervios, algún hueso pa- bierna nuestro imaginario. Es nuestro
sajero y un corazón que procuramos azul o nuestro gris; es nuestra agua
que sea memoria perpetua de nuestra cuando palpitamos como peces; y es
sombra. nuestro aire cuando somos pájaros
viajeros que creemos que volamos a
La ceniza y el barro en el labe-
lo que creemos que puede ser nuestro
rinto de los enigmas se han vuelto
destino.
nervios, como las nervaduras de las
flores que llevan la savia desde la Viviré, desde ahora más que des-
tierra hasta los pétalos o hasta las de ayer, pensando en vuestras cons-
esencias que agradan al olfato. Allá tancias, dando testimonio de la luz y
volveremos a devolver a la tierra de la sombra. Seré como una estatua
nuestras intrascendencias biológicas. que hable cuando deba. Seré de carne
Pero si no somos palabra, si no he- y bronce, genio y figura. Procuraré ser
mos cultivado el verbo y la sustancia más plural hasta sentir que me puedo

54
No. 25 • Un encuentro con la historia

desintegrar en la muchedumbre razo-


nable y sensible.
Me habéis puesto a fabricar mi
propia sombra hecha con las partícu-
las de todo mi colectivo que camina a
distintos ángulos del Sol y de los as-
tros que son y parecen ser los que nos
gobiernan cíclicamente.
Habéis hecho de mi huracán de
sangre, un camino interminable hacia
los pergaminos de los memoriales. Es-
pero que el manantial me sea propicio
hasta cuando las palabras puedan se-
guir fecundando sus alas en mis ojos.

Rondador
Tócame también por este lado,
soy costilla flaca de mis indios.
Tócame debajo de mi carne
y escucharás mi melodía de hambre.
Tócame en el carrizo de mis huesos
y gemirá este graderío de aire
que tengo clavado en mis adentros.

Tócame un yaraví
tengo un vacío en mi costado.
Entóname un danzante de combate
para que suene el ala de mi cóndor
que es el último rondador que va en
el aire.

El viento suda frío por mi labio


y sube al monte, y baja al río,
todo por el camino de mi sangre
que late antigua
como mis libertades impalpables.

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EL HOMBRE DE LA LÁMPARA DE PETROMAX
Cuento de Martha Chávez Negrete

S
iempre llevaba una cajetilla Full El rostro de Leonidas acercán-
Speed pero nunca encendedor. dose con un Full Speed en la boca fue,
Recuerdo haber alargado mi como era de esperarse, lo último que
mano para darle fuego más veces de vi de él. Pero diez años después de
las que yo mismo fumaba. El lo hacía su muerte, me topo con el nombre de
como si el cigarrillo no le significase Leonidas en la portada de un nuevo
cosa alguna. Apenas una excusa para libro con la facilidad de quien agarra
detenerse y escuchar, como cuando ju- el diario. Todos lo escriben y los co-
gaba con su anillo, sacándoselo y po- mités lo estudian y las universidades
niéndoselo o haciéndolo girar suave- asumen que un título post mortem
mente alrededor de su dedo. Algunos celebraría su vida. Sólo te daré mi ra-
sostenían, en cambio, que el jueguito queta en algún partido post mortem,
del anillo evidenciaba lo poco que le le contestó un día Leonidas, frente a
importaba llevarlo puesto; tal expli- la mesa de ping-pong, a cierto inge-
cación me pareció pertinente sólo al nuo que quiso pedírsela prestada.
principio, porque al conocerlo com- Y sonrió infantilmente ante nuestra
prendí que era absurdo buscar deta- acostumbrada derrota, como si se
lles que lo descubran; cualquier cosa dedicase al ping-pong y no hubiese
que él hiciese, cualquiera, revelaba su derrotado a nadie ni nada más, como
desapego a ciertas convenciones. El si no hubiese hecho que un trozo de
gesto del anillo y el Full Speed acom- nuestras vidas fuese extraordinario.
pañaron muchas de nuestras pregun- Los documentos y libros me
tas. Era como si el humo tuviese la llegaron a los pocos días, junto a un
propiedad de difuminar nuestras po- preciso calendario de las activida-
sibles torpezas para encarar verdades des a realizarse durante el home-
que para él eran tan naturales como el naje. Confirmaban mi intervención,
sentido común, tan simples y obvias programada para las diez horas del
como el girar de un anillo. treinta y uno de agosto, calificándola
Se le enviará la documentación ne- de valiosa y enriquecedora para el fin de
cesaria para sustentar su presentación, recordar una figura de la talla de… La fi-
decía el comunicado de los organiza- gura de tal talla era Leonidas, por lo
dores. Lo leí con una sensación que menos ahí estaba su nombre a conti-
no lograba entender, algo cercano al nuación de la frase pero algo seguía
extrañamiento. sin encajar, yo seguía recibiendo las

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No. 25 • Un encuentro con la historia

notificaciones como si no estuviesen nes sobre la vestimenta adecuada,


dirigidas a mi y al hojear los libros me el transporte para los invitados y las
parecían escritos en un idioma ajeno. normas para la entrega de originales
Recuerdo la vez que la cara de con el fin de publicar las memorias.
Leonidas no se iluminó por mi encen- Cómo podría vestirme de traje para
dedor sino por la lámpara de petro- hablar de Leonidas. ¿Diez años de
max que oscilaba desde su brazo. Esa muerto permitían que diez corbatas
noche caminábamos hacia su casa lo empaquetaran en diez minutos?
algo rápido, pensé que por el frío que Miré nuevamente los libros que me
se multiplicaba desde el silencio del habían enviado. …para sustentar su
pueblo, aunque era yo quien iba más presentación, como un apoyo a su invalo-
de prisa, por el deseo de ganarle a las rable experiencia. Qué tinta podría es-
dudas que me acompañaban desde cribir a Leonidas, qué academia, qué
mi salida de la ciudad. Me provocaba homenaje, qué tiempo. ¿Diez minutos
cierto alivio poder distinguir, según el o diez horas? Había desafiado más de
vaivén de la lámpara, la intermitente diez poderes y defendido diez o más
aparición de las facciones de Leo- muertos; tanto, que algunos hubiesen
nidas, la permanencia de ese rostro querido encarcelarlo por lo menos
precisamente cuando habría dado lo diez años.
que sea por hallar razones para creer Faltan diez días para mi inter-
en el mío, entonces tan desdibujado vención.
que fragilizaba cada uno de mis pa- Hace meses leí en el diario la
sos, haciéndome sentir que algo se me noticia del robo, Sustraen custodia
hundía con ellos cada vez que pisaba del museo de las Conceptas, y nadie ha
la tierra húmeda, por eso los apuraba, dado con la banda que se llevó trein-
escapaba de ellos, de aquel frío que ta y tantos kilos de preciosas piedras
no era sólo del pueblo. Leonidas pa- muertas. Incalculable pérdida: 3500
recía no percatarse de cómo yo tenía gemas, un metro de oro y tres siglos.
que correr para no hundirme pero to- Cuando Leonidas propuso la venta
dos los rostros, hasta los más convul- de aquellos siglos inmóviles, lo trata-
sos, cabían en la casa de Leonidas y ron como si hubiese pertenecido hoy
apenas entramos, mis sacudidos vein- a la banda: cómo osaba proponer ese
tisiete años se echaron en la hamaca negocio despiadado, despojar nuestra
mientras el hombre de la lámpara de ciudad de semejante joya de orfebre-
petromax encendía un Full Speed y me ría, tesoro histórico y ante todo, pilar
aseguraba que, si lo necesitaba, tenía- de fe. Por qué el desenfado de preten-
mos hasta las seis de la mañana para der arrancárnosla, si fue hecha con la
hablar. generosidad de nuestras abuelas que
Por restricciones de tiempo, le pe- dejaron de adornar sus cuellos para
dimos que limite su intervención a diez celebrar a su Dios. Leonidas conocía
minutos. También había indicacio- por su nombre a la gente sin abuelas

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a quien la venta de la custodia po- me podrían entregar, qué significa
dría servir, habría transmutado los esa palabra después de diez años de
diamantes en cuerpos, los zafiros en tu ausencia. Tú apoyabas tu raqueta
brazos, los topacios en voces pero le desgastada en el mesón mientras pre-
dijeron que sería un descaro conver- parábamos algo de comer entre parti-
tir sus siglos pétreos en vida, que se das, nunca la dejabas hasta hacernos
contente con que la custodia se exhi- trizas; tu cábala empezaba a conocer-
ba en fechas sacras y no en fríos mu- se, ni siquiera se atrevían ya a pedirte
seos, lejos de nuestra santa ciudad, la raqueta prestada. Mi escritorio se
que mejor se dedique a incitar a que rebela; no permite que le imponga
las gentes la sirvan de rodillas y le orden alguno y las anotaciones para
murmuren cosas del Cielo, que para mi intervención se dispersan. Me en-
escuchar está el Cielo no nosotros; tran ganas de fumarme un Full Speed,
acaso no le parecía que cien libras de aunque sólo sea para ver si, por obra
custodia lo representaban bastante de la gracia en la que eras experto, el
bien; las esmeraldas sí saben prestar humo aparece con algo de tu claridad.
oídos compasivos a los piadosos y los Faltan diez horas para la inaugu-
rubíes logran dignificar las vidas de ración de las jornadas de homenaje.
quienes les oran. Que no se atreva a
Es verdad todo lo que dicen de
denigrar la fe poniéndola en venta. Sí,
ti: una figura de la talla de. Soy testi-
un atrevimiento sin nombre; de nom-
go así que me toca hablarles, es bueno
bre Leonidas.
que escuchen, podría contar la histo-
El lugar de la custodia aún exhi- ria de la custodia, que resume la de tu
be su vacío seco y yo pienso, Leoni- vida, pero no sé por qué sigo pensan-
das, en lo que perdieron ya hace años, do en cuánto nos reíamos al verte cus-
calculo el tiempo real que ese sitio todiar tu vieja raqueta; es que no hay
lleva hueco; los adornos virtuales no idea ni palabra que no me haga volver
son tan nuevos, aunque ahora mismo a lo que no está en los programas ni
me abrume no comprender por qué en los libros acumulados tristemente
me envían correo tras correo para que sobre mi escritorio. Quizás si no me
hable de ti, llenándome de precisio- hubiesen hecho tantos envíos, como
nes para el correcto desenvolvimiento de si me fueras desconocido. Cómo ex-
tan magno evento; tantas, que ya hay plicarte desde un podium si eras un
un cerro de papeles en el tacho de re- cigarrillo, una partida de ping-pong
ciclaje que me pesa un mundo a pesar y la calidez de una lámpara de petro-
de que ni siquiera lo puedo ver. Escu- max. De pronto te extraño demasiado
cho el tono del icono titilante que me como para verte desaparecer detrás
anuncia la llegada de nuevo material de un honoris causa.
de apoyo y enseguida se me convierte
Faltan sólo cinco horas para mi
en el suave golpeteo de una pequeña
intervención y la cancelaré.
bola de ping-pong. Ignoro qué apoyo

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No. 25 • Un encuentro con la historia

Homenaje empañado por ausencia


de… gritaron los diarios. Fui un in-
sensible que traicionó el día de fiesta.
Hasta los que alguna vez habían esta-
do frente a esa mesa de ping-pong me
cuestionaron y empezaron a llegar,
llamada tras llamada, los insultos dis-
cretos, el desconcierto y los reproches,
a través de voces acongojadas que se
autonombraban custodias de la me-
moria de Leonidas.
-El era ante todo un profeta y us-
ted, negándose a hablar, lo traiciona
en lo más hondo, dijeron al otro lado
del auricular.
Colgué. El profeta era enorme.
Pero mi amigo era indecible. Arran-
qué el cable telefónico, me eché sobre
el sillón y, para que el silencio entien-
da, encendí un Full Speed.

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