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Centros de osificación primarios: La pelvis se forma a partir de tres centros: isquion, pubis e ilion.

Estos centros se reúnen en el cartílago trirradiado, donde se fusionan aproximadamente entre los
16 a 18 años. El isquion y el pubis se unen en la rama pubiana inferior y se fusionan
aproximadamente entre los 7 y 8 años (Figura I)17.

Centros de osificación secundarios: 1) La cresta ilíaca aparece entre los 13 a 15 años y se fusiona
entre los 15 a 17 años. 2) Las tuberosidades isquiáticas aparecen entre los 15 a 17 años y se
fusionan entre los 17 a 19 años, aunque se pueda demorar hasta los 25 años.

Su estabilidad depende de la integridad del complejo sacroilial posterior. Los fuertes ligamentos
sacroilíacos posteriores mantienen la normal posición del sacro en el anillo y todo el complejo
aparece como un puente suspendido.

Sin embargo, al ser una clasificación basada solo en la radiografía simple


de pelvis, presenta debilidades. En marzo de 2012, Leonard et al., del
Boston Children's Hospital, de la Universidad de Harvard, propusieron
una nueva clasificación basada en la tomografía axial computarizada, en
la que subdividen las tipo III en: A) si es una fractura simple no
desplazada del anillo pélvico anterior, y B) si son fracturas simples y
estables de ambos anillos de la pelvis. Además, proponen que las
fracturas tipo IV sean consideradas como inestables 

fracturas por avulsión de la pelvis

Estas lesiones se asocian a la práctica deportiva en los adolescentes


(5., 6., 7.). Aparecen en relación a la pubertad y afectan a la unión
osteocartilaginosa de los núcleos de osificación secundarios de la pelvis y
del extremo proximal del fémur que aún persisten abiertos a esa edad.

En los casos de arrancamiento agudo, la manifestación clínica


característica es la aparición de un dolor agudo, seguido de impotencia
funcional al realizar un gesto deportivo que someta a tracción la
musculatura que se inserta en la pelvis. La radiografía suele ser
diagnóstica (Figura 2). En casos de arrancamientos del ala ilíaca puede
ser necesario el estudio con resonancia magnética (Figura 3). El
tratamiento suele ser conservador, sin necesidad de recurrir a la cirugía.

la tuberosidad isquiática (tracción de los músculos isquiotibiales), seguida por la espina ilíaca
anterosuperior (tracción del músculo sartorio), luego la espina ilíaca anteroinferior (tracción del
músculo recto anterior), siendo menos frecuentes las avulsiones del trocánter menor y de la cresta
ilíaca

En ocasiones el arrancamiento apofisiario de la pelvis ocurre en forma sub


aguda a lo largo de semanas de evolución en las que el niño sigue
haciendo deporte a pesar de molestias dolorosas que no suelen ser tan
intensas
Arrancamiento subagudo del isquión. Compárese con isquión contrala-teral, nótese
irregularidad de la apófisis isquiática y pequeña lámina ósea desprendida.

La clásica forma de tratamiento se basa en el gran potencial de curación y remodelación de este


grupo de pacientes con esqueleto inmaduro, así como en las propiedades estructurales (periostio
grueso, ligamentos fuertes), que aumentan la estabilidad de las fracturas. Otra razón para manejar
de forma conservadora a estos pacientes es el riesgo de lesionar el cartílago trirradiado durante el
procedimiento quirúrgico, que traería como consecuencia una discrepancia de longitud y asimetría
pélvica.

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