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MI OPINION SOBRE LA ETICA PROFESIONAL.

La vida profesional debe ser una vida entregada hacia el bienestar de la


comunidad. Un profesional tiene que tener presente que sus decisiones están
directamente ligadas a lo que le pase a determinado grupo de personas, por eso
no debe poner el bien personal sobre el bien colectivo. Es ahí donde se evidencia
verdaderamente el valor de la samaritanidad, donde se conoce si verdaderamente
se ejerce una profesión por amor al dinero, o por amor al oficio y lo que conlleva
este. Uno de los principales puntos bueno que tiene la vida profesional es el hecho
de que nuestras acciones contribuyen de gran forma a lo que es el desarrollo de la
comunidad, los profesionales somos capaces de hacer cosas que podrían estar
fuera del alcance de una persona sin nuestro mismo conocimiento. No es
necesario hacer ejemplos, claramente esta todo lo que se ha logrado gracias al
fruto del trabajo de un profesional en cualquier campo, desde educación,
investigaciones, grandes estructuras, gran parte de estos aportes a la humanidad
han sido gracias a la labor profesional.
Pero, solamente aquel que desde siempre se haya planteado la verdadera
razón del porqué escogió su carrera va a mantener ese enfoque progresista, es
decir, va a estar motivado a contribuir y ser parte esencial del desarrollo de la
sociedad, de lo contrario, simplemente será un esclavo más del dinero ya que no
encontrara motivación alguna en lo que hace. Es ahí entonces donde uno mismo
se da cuenta de lo ético de sus acciones. Si verdaderamente amo lo que hago y
busco mejorar la calidad de vida de muchas personas, no voy a ser un mal
profesional. Un mal profesional será aquel ser que se deje llenar de antivalores no
propios para la plena labor de su trabajo, por ejemplo la corrupción o la
negligencia. Ahí es donde el profesionalismo se vuelve un vicio, cuando el
profesional toma su labor solamente como un oficio cuya única importancia es la
finalidad que este le puede dar, ya sea dinero o cosas materiales.
El profesionalismo no sufre una transición de virtud a vicio, desde un inicio el
profesional va a saber cómo lo toma. No es muy lógico que una persona que
desde el principio conozca el enfoque de su vida profesional y tenga sentido de
pertenencia con esta de un momento a otro pierda el rumbo y tenga una mala
manera de actuar. Si mi interés desde el principio ha sido ayudar y ahora como
profesional tengo la oportunidad de ejercer mi profesional como quise no voy a
cambiar de opinión para dejar de lado mis principios y valores. Es por eso que es
de gran importancia conocerse a si mismo, tal vez mucha gente escoge a la ligera
que hacer con su vida y en el transcurso de sus estudios se den cuenta que eso
no es lo suyo, desafortunadamente esta gente no puede ya dejar de lado lo que
hace, debe acabar sí o sí. ¿Qué resultaría de esto? Resultaría un mal profesional,
una persona que verdaderamente no tiene vocación, y si ejerce su profesión no va
tener ese mismo impacto que tendrá un profesional que ama lo que hace, puede
que sea solamente uno más del montón, o a lo mejor si destaque en la sociedad,
pero de una mala manera, envuelto en acciones negativas que no hacen parte de
la ética de un trabajador.
¿Cómo podríamos diferenciar a un ingeniero por vocación a uno por
obligación? Es muy sencillo, un ingeniero por vocación es una persona que debe
tener en cuenta la influencia que tiene en una comunidad, las obras que hace un
ingeniero son obras de alto impacto, obras que cambian la vida de un montón de
personas. Es por eso que debe ser una persona responsable con a la hora de
tomar decisiones. También debe ser una persona honesta, ya que por la misma
magnitud de las obras que hace un ingeniero este debe manejar un presupuesto
muy grande, cifras tal vez inimaginables. Si un ingeniero es deshonesto,
irresponsable, negligente, pues fácilmente comenzara a ser un hombre corrupto.
Si el ingeniero se vuelve un hombre corrupto la comunidad para la que trabaja se
va a ver bastantemente afectada ya que el robo de presupuesto significaría obras
de baja calidad. La comunidad necesita obras que respondan a todas sus
necesidades, si las obras son baratas pues no atendería del todo estas
necesidades y la gente seguiría manteniendo el mismo estilo de vida que esa obra
supuestamente buscaba mejorar. Puede que el conocimiento de un ingeniero sea
el apto para ayudar al desarrollo de una comunidad, pero su ética perversa es una
antítesis de lo que verdaderamente es el objetivo de un ingeniero. De nada sirve
un ingeniero que contribuya al deterioro de una comunidad que confía en el para
mejorar su calidad de vida.

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