Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Echarle la culpa al señor Andrés Manuel López obrador de lo que actualmente sucede es
injusto y limitado. Debo reconocer que Andrés es consecuencia no causa.
No voté por Andrés Manuel López Obrador, pero debo reconocer que he sido parte de una
sociedad que no ha hecho lo suficiente para tener un mejor futuro y un mejor gobierno. Eso
me hace corresponsable.
Tratar de evaluar por qué hemos llegado a este punto, obliga a analizar la idiosincrasia del
mexicano.
Son muy pocos los mexicanos que basan su éxito en desarrollar la capacidad individual y
liderar un grupo, en construir y producir, en descubrir e inventar, en crecer y utilizar el
conocimiento; en hacer la diferencia quitándose las ataduras del miedo o de los riesgos.
Se mueven por la envidia no por la superación, ansían el éxito del otro sin asumir el
esfuerzo propio.
Muchos mexicanos no están preparados para el éxito, hasta cierto punto le temen, navegan
en el conformismo y la inercia de su habilidad.
Con una mayoría social así resulta fácil que venga un falso profeta, redentor, líder
demagogo o mesiánico a gobernar un país.
El escenario es perfecto, solo basta apuntar a la primera corteza cerebral de los electores.
A menudo se nos olvida que gran parte de la sociedad mexicana, esa que algunos llaman
pueblo, elige, decide y actúa con base a sentimientos y emociones.
En tanto no hagamos un acto de conciencia como sociedad, será muy difícil conseguir el
bienestar duradero, fundado en el crecimiento de los individuos.
Donde con libertad cada uno emplee sus capacidades y en estas se finque el éxito propio,
innovando, descubriendo, no copiando.
En el modelo democrático que nos rige, el voto del ignorante, del flojo o del subvencionado
vale lo mismo que del empresario o intelectual más exitoso del país.
Así como vamos nos acercamos más a lo primitivo y nos alejamos de lo más civilizado y
racional.
Dos siglos de mínimo esfuerzo, enquistados en el sistema paternalista más ominoso que
nos han dejado los gobernantes y del que yo he sido parte.
Es momento de hacer un alto personal, cultivar la cultura del éxito en mis hijos, mi familia y
mis amigos.
A muchos mexicanos les deseo una reflexión sobre el verdadero éxito y luego el éxito.