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LA SOLUCIÓN AL ENIGMA DE LAS DECLARACIONES

DE ELENA DE WHITE SOBRE AMALGAMA


Aecio E. Cairus, PhD
Agosto 2014

A lo largo de los 150 años transcurridos desde la publicación de las famosas


declaraciones de E. G. de White sobre amalgama, ha habido una vigorosa discusión sobre
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su sentido. Francis D. Nichol las presentó como sigue:

Los únicos pasajes en las obras de la sra. White que son de interés al respecto se hallan en
Spiritual Gifts, volumen 3, . . . reeditados en Spirit of Prophecy, volumen 1, en 1870. El
primero de ellos, en el capítulo 6, “Delitos antes del diluvio”, dice: “Pero si hubo un pecado
por encima de los demás que hizo necesaria la destrucción de la raza humana por el diluvio,
este fue el vil delito de amalgama de hombre y bestia que desfiguró la imagen de Dios y causó
confusión por doquier. Dios se propuso destruir con un diluvio esa poderosa raza longeva que
había corrompido su camino en presencia de él.” --Spiritual Gifts, vol. 3, p. 64. El capítulo 7
se titula “El diluvio”, y contiene la siguiente declaración: “Toda especie de animal que Dios
había creado fue preservada en el arca. Las especies confusas que Dios no creó, resultado de
la amalgama, fueron destruidas por el diluvio. Desde el diluvio ha habido amalgama de
hombre y bestia, como puede verse en las casi innumerables variedades de especies de
animales, y en ciertas razas humanas”. –Pág. 75. Estas son las únicas declaraciones de la sra.
White sobre el asunto de la amalgama de hombre y bestia. 2

¿Qué quiso decir Elena de White? Un buen tratado sobre las explicaciones sugeridas hasta
el momento a través de los años aparece en la Ellen G. White Encyclopedia. Todas ellas 3

pueden inscribirse dentro de una de las siguientes dos líneas generales de interpretación. La
amalgama, un término que en su sentido propio se aplica a la mezcla de metales, se usaba
mucho en tiempos de E. de White para designar “la mezcla de razas”, que en inglés se
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llamó más tarde “miscegenation.” Por eso Nichol, por ejemplo, defendió la idea de que la
autora estaba hablando de matrimonios mixtos entre los “hijos de Dios” (descendientes de
Seth) y otra raza humana, las “hijas de los hombres” cainitas (Gen 6:2), por un lado, y por
1 Spiritual Gifts, vol. 3 (Battle Creek, MI: Steam Press of the Adventist Publishing Association,
1864), 64, 75.

2 Francis D. Nichol, Ellen G. White and her Critics (Washington DC: Review & Herald, 1951), 306,
adaptado ligeramente en base a http://www.whiteestate.org/issues/amalg.html, al que se accedió el 28 de
agosto de 2014.
3 “Amalgamation,” Denis Fortin, Jerry Moon et al., eds, The Ellen G. White Encyclopedia,
(Hagerstown, MA: Review and Herald, 2013), 590-594.

4 “The Century Dictionary, (New York: The Century Co., 1889), s.v. “Amalgamation”: “2. The
mixing or blending of different things, especially of races.” Largely replaced today by the term
“hybridization,” it was still “[u]sed specifically, in the southern United States, of marriage between white
and black persons,” according to the New Standard Dictionary (Funk and Wagnalls) in 1949, as quoted in
Nichol, ibid.
otro de la hibridación de animales, es decir, de una “amalgama de hombre y [otra de]
bestia”. La “amalgama de hombre” es el “vil delito” mientras que la “amalgama de bestia”
es la que “causó confusión por doquier”. En sentido contrario, otros han afirmado que
White solo hablaba de híbridos humano-animales. En fecha tan reciente como el 22 de
agosto de 2014 un “blog” de la Adventist Review daba cuenta de una presentación en un
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simposio por parte de la Dra Lucinda Hill en la que argumentó que los fósiles Neandertal
son un ejemplo de este último tipo de amalgama, que entendía como híbrido entre humanos
y chimpancés. Ahora bien, como los Neandertal “han contribuido aproximadamente entre
1% y 4% a los genomas de los humanos actuales no africanos”, el argumento de la Dra
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Hill podría conducir a la sorprendente conclusión de que solo las razas africana son
realmente humanas, ya que no contienen mezcla de Neandertal, y que las demás razas son
“confusas” y parcialmente animales.
En realidad, las declaraciones de E. de White sobre la amalgama contienen serias
dificultades para ambas líneas de interpretación, tanto la interracial como la interespecífica.
Si bien la mezcla de razas tiene en favor el uso de “amalgama” en la época, es difícil de
entender cómo podría el matrimonio mixto, aun cuando fuera contrario a la voluntad de
Dios, ser considerado un “vil delito” que exigiera la destrucción de toda la especie humana,
o cómo podría desfigurar la imagen de Dios. El relato de E. de White no parece pretender
tanto. Un entrecruzamiento biológico de cualquier tipo produce normalmente
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características que son intermedias entre las de los linajes entrecruzados. Si los últimos
(llamémoslos linajes A y B) no estaban ya degenerados, o desfigurados en cuanto a la
imagen de Dios, es difícil ver cómo su mezcla (el linaje C) podría producir tal
desfiguramiento. Más bien se esperaría que C fuera mejor que el linaje A o el B, el que
fuera más degenerado de los dos. Por otro lado, si A o B (o ambos) estuvieran ya
degenerados, no sería correcto atribuir a su amalgama la degeneración.
5 http://www.adventistreview.org/affirming-creation/neanderthals-the-result-of-
biological-engineering, al que se accedió el 28 de agosto del 2014.

6 Smithsonian National Museum of Natural History, in “What Does it Mean to be Human”,


http://humanorigins.si.edu/evidence/genetics/ancient-dna-and-neanderthals/
sequencing-neanderthal-dna, accessed on August 28, 2014.

7 El hilo del pensamiento en el relato de Spiritual Gifts/ Spirit of Prophecy parece indicar que los
actos de amalgama fueron una consecuencia de los matrimonios mixtos y una profundización de los
pecados que resultaron de estos, más que el matrimonio mixto en sí mismo. E. de White por cierto
menciona que “los descendientes de Set se habían separado de los malvados descendientes de Caín” y
posteriormente “dejaron a Dios y lo desagradaron al tomar esposas como les pareció de entre la raza
idólatra de Caín”, por lo cual “perdieron, por influencia de sus esposas, su peculiar carácter santo”, y
después “pisotearon los mandamientos [de Dios]”. Pero a continuación continúa describiendo algunos de
esos pecados, y es entonces cuando especifica: “Pero si hubo un pecado por encima de los demás que hizo
necesaria la destrucción de la raza humana por el diluvio, este fue el vil delito …” etc.
Pero la hibridación entre especies también tiene sus serias dificultades. A favor de
ella uno podría mencionar que la imagen de Dios en el ser humano podría borronearse si se
la combinara con características animales. Pero, como ya señalara Nichol, E. de White
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está hablando de un fenómeno ampliamente difundido, tanto antes como después del
diluvio. La autora implica que la amalgama de hombre y bestia era fecunda, ya que produjo
“especies confusas”, y después del diluvio “casi innumerables especies de animales”
además de “ciertas razas humanas”. Si hubiera estado hablando de híbridos de humanos
con animales, uno esperaría encontrar rasgos humanos en “innumerables especies de
animales”, así como rasgos animales en “ciertas razas humanas”, pero no se reconocen tales
cosas.
Además, la interfertilidad entre especies es prácticamente autocontradictoria.
Nichol la llamó “contraria al peso total de la creencia científica actual”. No porque las
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barreras a la reproducción coincidan de algún modo misterioso con la categoría taxonómica


de especie. Más bien es por problemas lógicos y definitorios. Una especie es el grupo
taxonómico más estrecho al que puede asignarse con confianza un individuo. La raza es
todavía un grupo más estrecho, pero no puede siempre determinarse a partir de las
características de un individuo, como resulta obvio por ejemplo al considerar los perros
callejeros. Se los puede llamar sin dudar perros (la especie), pero no siempre se los puede
asignar a una raza en particular. Entonces, si la amalgama de hombre y bestia hubiera
consistido en la mezcla entre una especie animal y la humana, y si tal mezcla no encontrara
barreras a la reproducción, necesariamente muy pronto habrían aparecido individuos que
no podrían asignarse en forma indudable a la especie animal ni la humana, no importa qué
“punto de corte” decidiéramos en el porcentaje relativo de descendencia humana y animal.
De hecho la población humana y la animal en cuestión se habrían fusionado formando una
sola especie, y quedarían reducidas a la categoría de meras razas dentro de esa especie. El
diluvio podría haber eliminado los híbridos humano-animales, pero tal eliminación
selectiva no podría aseverarse para la “amalgama de hombre y bestia” después del diluvio
que menciona E. de White.
Algunos han especulado que los antediluvianos tenían conocimientos de ingeniería
genética. Esto permitiría la existencia de barreras naturales a la hibridación de los linajes A
y B que solo se eliminarían con esa ingeniería, de modo que las poblaciones A, B y C
permanecerían siendo distintas. Pero después del diluvio la amalgama de hombre y bestia
no pudo haber contado con tales conocimientos avanzados, si es que existió alguna vez. Y

8 El bestialismo en sí mismo, aunque no produzca hibridación, es delito de acuerdo a Lev. 20:15, 16.

9 Nichol, 307.
sin embargo el resultado final de la amalgama postdiluvial, de acuerdo con White, es una
“casi innumerable variedad” de animales y “ciertas razas humanas”. Esto implica que los
resultados de tal amalgama son muy evidentes hoy: “puede verse” en muchos animales y
algunos humanos (nótese que la distinción entre hombre y animal se ha preservado).
Claramente esto no parece referirse a una fusión de características humanas y animales,
como ya señalara Nichol, porque si existen características intermedias entre humanos y
animales distan mucho de ser evidentes y ampliamente difundidas. Los resultados evidentes
de la amalgama parecen más bien consistir en la degeneración y caracteres desfavorables,
como los que E. de White reconoció en las plantas: “no se colocó ninguna planta nociva en
el gran huerto de Jehová, sino que después que pecaran Adán y Eva surgieron las hierbas
venenosas… Todas las cizañas han sido plantadas por el maligno. Toda planta nociva es
sembrada por él, y con sus ingeniosos métodos de amalgama ha corrompido la tierra con
cizaña”. 10

Aunque las implicaciones de estas dos líneas de interpretación son muy distintas,
coinciden en un punto esencial: ambas son formas de entrecruzamiento. Y al mirar las
dificultades que ambas confrontan, parece surgir que muchas de ellas se relacionan con el
hecho de que el entrecruzamiento produce características intermedias. Por lo tanto,
idealmente, para resolver el enigma que plantean estas declaraciones, debiéramos buscar un
concepto de “amalgama” que no requiera entrecruzamiento o hibridación, pero que sí
constituya un grave delito, que no interfiera demasiado con la reproducción, que produzca
degeneración, y que afecte por separado a humanos y animales. Además, debiera
corresponder al uso del término “amalgama” en tiempos de E. de White. ¿Hay disponible
un concepto tal?
Por extraño que nos parezca hoy, la amalgama, como mezcla de razas, estaba
estrechamente relacionada en tiempos de White con el incesto y la consanguineidad.
Numerosas obras de la época en que E. de White escribió estas declaraciones tratan de la
relación entre la mezcla de razas y el incesto. Una de esas obras de la época lo expresa en
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forma directa: “La amalgama es incesto”. Puede sonar extraño porque, en principio, la
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consanguineidad y el entrecruzamiento son completamente opuestos. Pero esta asociación


de ideas se hace comprensible en el ambiente esclavista de los Estados Unidos en su época.
Como la prole de las esclavas negras era también esclava, las hijas engendradas por los
10 White, Selected Messages vol. 2 (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2006) p. 288. Ver el
comentario en Ellen G. White Encyclopedia, 590.

11 Ver “Incest and Miscegenation,” cap. 10 en Werner Sollors, Neither Black nor White yet Both:
Thematic Explorations of Interracial Literature, Nueva York: Oxford University Press, 1997, pp. 285-335.

12 Ibid., 298.
amos blancos normalmente permanecían en la misma casa, y eran embarazadas en
sucesivas generaciones por varones blancos que también eran sus parientes cercanos por
sangre. La sociedad norteamericana de la época condenaba la mezcla de razas, pero ese
mismo hecho favorecía la consanguineidad, ya que las uniones entre amos y esclavas eran
vergonzantes y se mantenían más o menos ocultas. Por lo tanto la paternidad del fruto de
tales uniones no era reconocida, lo que hacía más difícil a la siguiente generación evitar las
uniones incestuosas.
La consanguineidad es una causa bien conocida de degeneración física, porque
permite que se expresen caracteres recesivos, los que a menudo son desfavorables, ya que
mientras no se expresen en el curso de la transmisión recesiva oculta por muchas
generaciones, no pueden ser suprimidos por la selección, natural o consciente. Cuando la
consanguineidad da a los caracteres recesivos desfavorables una oportunidad de expresión,
estos se hacen manifiestos en las vidas de sus portadores como degeneración. En los
animales la consanguineidad produce los mismos efectos desfavorables que entre los
humanos. Pero aparte de su efecto genético sobre la descendencia humana, el incesto
deliberado es ciertamente inmoral, un “vil delito”, una traición a la confianza de la víctima,
y un destructor de la trama misma de las relaciones familiares.
¿Es posible que Elena de White esté aludiendo indirectamente al incesto y la
consanguineidad en sus declaraciones sobre amalgama? Si comparamos relatos paralelos en
sus obras parece que sí. El relato del origen del mundo, y especialmente de las conductas
delictivas que hicieron necesaria la destrucción de la humanidad en el diluvio,
originalmente redactado en Spiritual Gifts y Spirit of Prophecy, la autora lo amplió en
Patriarcas y Profetas. En esta última forma la autora no usa el término “amalgama”,
aunque sí habla del delito antediluviano, tras citar Gen 6:5, 11 y mencionar las razones por
las cuales Dios destruyó el mundo con un diluvio como sigue (el énfasis no está en el
original):

Dios había dado a los hombres sus mandamientos como norma de vida, pero su ley fue
quebrantada y como resultado cometieron todos los pecados concebibles… los hombres
prefirieron seguir sus deseos pecaminosos; y como resultado, aumentaron rápidamente los
delitos y la desgracia. No se respetaba el vínculo matrimonial ni el derecho de propiedad.
Cualquiera que codiciaba las mujeres o los bienes de su prójimo los tomaba por la fuerza, y los
hombres se regocijaban en sus hechos de violencia”. 13

Si bien no se habla aquí de “incesto”, el concepto está claramente incluido en


“todos los pecados concebibles”. No se menciona matrimonio interracial. En su lugar,
White se refiere a violaciones habituales, adulterio rampante, y un desprecio generalizado
13 White, Historia de los patriarcas y profetas (Mountain View, CA: Pacific Press, 1955), 5 p. 80.
hacia el matrimonio, todo lo cual produciría naturalmente incesto, ya sea
inconscientemente (cuando los participantes no conocían el adulterio de sus antepasados) o
en forma deliberada. La consanguineidad es una técnica que emplean hoy rutinariamente
los criadores de animales como forma de selección artificial para conseguir nuevas
variedades o estirpes, junto con el entrecruzamiento y el raleo de los ejemplares con
características indeseables. Se usa la consanguineidad para reducir la diversidad dentro de
la nueva variedad que se está construyendo, a fin de estabilizarla para que “den crías
parejas”. Los impíos antediluvianos podrían haber utilizado procedimientos igualmente
ingeniosos y de baja exigencia tecnológica para obtener nuevas formas de vida de acuerdo
a sus gustos pervertidos. Después del diluvio, cuando las poblaciones animales (y humanas)
estaban sumamente reducidas y dispersas por todo el planeta, la consanguineidad se hizo
inevitable. En este punto del tiempo los respectivos genomas habrían acumulado ya
suficientes mutaciones como para dar comienzo a numerosas variedades nuevas por causa
de la consanguineidad y la “deriva genética” concomitante (la pérdida de alelos o variantes
de los genes al azar), las que se observan en las poblaciones aisladas. Sin embargo, para
esta “amalgama” renovada, pero menos deliberada, E. de White no indica que implicara un
“vil delito”, como lo fue en la era antediluviana.
La expresión de E. de White, “ciertas razas humanas”, nos resulta hoy sumamente
ofensiva y ya lo era en su propio tiempo. No es solo que la expresión implica cierta
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degeneración (ella deja en claro que todas las razas humanas han sido afectadas así), sino 15

que además puede dar la impresión de referirse a algunas razas como especialmente
degeneradas. Sin embargo, no hay razón para pensar que estuviera hablado de la raza
africana, a pesar del uso que se daba entonces al término “amalgama”, ni de ninguna otra
16

en particular. Nótese que lo que la autora limita a “ciertas razas” no es la amalgama misma,
sino nuestra percepción: dice “como se puede ver”. Las características desfavorables de
otras razas son llamativas para la gente que no las posee, aunque en algunos casos (como la
estatura muy baja) las reconocen incluso los mismos afectados. Por tanto “ciertas razas
humanas” podrían demostrar claras consecuencias de la “amalgama”, si bien diferentes
razas podrían señalar ejemplos distintos de degeneración, generalmente entre otras
poblaciones ajenas a las propias.
Todo lo anterior sugiere que E. de White incluía el incesto y la consanguineidad en
su concepto de “amalgama”. Sin embargo esto no excluye una referencia simultánea al
entrecruzamiento, también en armonía con el uso del término en su época. Su mención de
14 Encyclopedia, 591.
15 Ver ej. “Physical Decline of the Race” en Fundamentals of Christian Education (Hagerstown, MA:
Review and Herald, 1977), 22-26.
16 Encyclopedia, 593.
“confusión por doquier” y “especies confusas” parece, en efecto, apuntar en la dirección de
características ambiguas que se asemejan al mismo tiempo a más de una raza o variedad,
por entrecruzamiento de las mismas. Pero el incesto y la consanguineidad son conceptos
más potentes para explicar otros aspectos de sus declaraciones, tales como el
desfiguramiento de la imagen de Dios y el horror en los actos de amalgama antes del
diluvio, así como el surgimiento de numerosas variedades nuevas después de este último.
En resumen, el enigma de las declaraciones de E. de White sobre “amalgama de
hombre y bestia” puede resolverse al reconocer que, si bien “amalgama” significa
etimológicamente mezcla o fusión, la autora incluía en este concepto también la
consanguineidad. Esta combinación de ideas era común en su ambiente, y puede explicar
con más propiedad el horror del “vil delito” presente en la amalgama antediluviana en
forma de incesto, su bajo impacto sobre la fertilidad de humanos y animales, y la resultante
degeneración, especialmente el desfiguramiento de la imagen divina en el hombre. Por otro
lado, si bien la consanguineidad no requiere entrecruzamiento, tampoco lo excluye. Ambos
procedimientos pudieron haberse usado antes del diluvio, como todavía se hace hoy. La
“amalgama” habría afectado por separado a humanos y animales. Antes del diluvio, habría
afectado a los humanos mediante el incesto deliberado y delictuoso, o por una
consanguineidad menos consciente, como resultado de una desvalorización general del
vínculo matrimonial en la sociedad. Habría afectado a los animales antes del diluvio
mediante una crianza deliberadamente consanguínea. Después del cataclismo, se habrían
producido efectos similares como resultado de una consanguineidad poco consciente entre
los humanos, así como la inevitable consanguineidad de los animales que resultaba de las
poblaciones escasas y dispersas en la primera época del mundo postdiluvial.
Faltaría explicar cabalmente por qué E. de White no aclaró el sentido que daba a
“amalgama” después que se lo cuestionara en sus propios días. Tal vez, al rehacer su relato
de los orígenes del mundo después de la guerra civil norteamericana, no haya querido traer
a la memoria los males, que tanto sufrimiento causaron, de la esclavización de una raza por
parte de otra. Lo cierto es que la investigación del uso real de los términos en el ambiente
de la autora, más allá de su etimología literal, puede iluminar poderosamente su
significado. Esta es una lección que, a más de siglo y medio de la redacción de las obras de
E. de White, no podemos darnos el lujo de pasar por alto. Sirva el presente estudio de
homenaje a su memoria cuando ya ha transcurrido un siglo de su deceso.

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