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Francisco Yus1 inicia este artículo con la premisa de que el aspecto de literalidad en la
comunicación humana es, más bien, poco común, ya que suele ser mayor la información que se
deja implícita. Esta tarea de interpretación requiere de un esfuerzo mental importante que a
menudo pasamos de largo.
Uno de los aspectos más significativos de la lingüística en los últimos años (2001), es el
entendimiento del contexto como un elemento dinámico. Esto a partir del presupuesto
pragmático de que toda comunicación debe ser analizada en el contexto que ésta surge. La
información enciclopédica o el cúmulo de supuestos inferenciales, como lo denomina Yus, es el
referente que comparten ambos hablantes y que les permite tener éxito en el acto comunicativo
Cuál(es) de los múltiples supuestos generados por estas fuentes informativas será(n)
utilizado(s) finalmente por el oyente es, en principio, imposible de prever con total
seguridad, si bien los hablantes suelen albergar expectativas más o menos fiables de qué
información utilizará (i.e., deberá utilizar) su interlocutor para poder comprenderle
correctamente. (Yus, 2001: 1)
Yus ilustra esta problemática con el siguiente ejemplo: El anunciado en [1b] que, en la situación
[1a], posee la interpretación [1c]
Este ejemplo sirve para mostrar que, aunque para Pedro es imposible tener la certeza de que la
interpretación [1c] será precisamente la elegida, sí tendrá la esperanza, más que fundada, de que
María comparte con él la información [1a] y que está será usada en su interpretación del
enunciado [1b].
Cuando se traslada el asunto sobre prever este tipo de inferencias pragmáticas al entorno virtual
es que comenzamos a habitar el terreno de la ciberpragmática. Si bien para Yus es evidente que
se han producido avances significativos 2 en conseguir que el las computadoras realicen procesos
interpretativos del lenguaje que le permitan dialogar con los seres humanos de una forma
creativa, aún no se ha conseguido que las computadoras sean lo suficientemente pragmáticas, es
1
Francisco Yus es profesor titular de la Universidad de Alicante. Se ha especializado en la aplicación de la
pragmática cognitiva a los discursos de masas y a diferentes aspectos de la comunicación verbal.
2
En general, el entorno en el que los seres humanos y los ordenadores se comunican (la denominada interfaz) ha
mejorado muchísimo en los últimos años y, en concreto, se ha avanzado bastante en la transcripción informática de
las palabras dictadas a un micrófono (programas de reconocimiento de voz), competencia fonológica y sintáctica
(Yus, 2001:1)
decir, que tengan “una capacidad real para extraer información de múltiples fuentes contextuales
y combinarla con el enunciado emitido para acceder a interpretaciones que, a menudo, divergen
sobremanera de la información literal que dicho enunciado aporta.” (Yus, 2001:2). En este punto
me parece interesante mencionar el ejemplo más reciente de este tipo de avances: el desarrollo de
la inteligencia artificial GPT3, presentada este año (2020), la cual pareciera ser muy hábil
justamente en esta capacidad pragmática3 ¿Podríamos estar ante el surgimiento del primer
“ordenador” pragmático? (Ver GPT3).
Yus centra su atención en el cuarto aspecto, aclarando que con este ya no se está hablando de
avances en la comunicación del ser humano con el ordenador, sino de la comunicación que el ser
humano establece con otras personas mediante el ordenador. Para el autor, la naturaleza de toda
actividad comunicativa humana es la búsqueda de información; que esta actividad ocurra
mediada por el ordenador no implica un cambio en dicha naturaleza.
Con base en este cuarto aspecto es que se desenvuelve el planteamiento central del texto. Yus
advierte que cuando hablamos de entornos virtuales, las operaciones inferenciales (lógicas) que
se realizan en situaciones comunicativas de co-presencia física (cara a cara) no varían
notablemente. Sin embargo, en donde sí ocurre una variación significativa con respecto a la
comunicación cara a cara, es en la accesibilidad a la información contextual. Esto es ilustrado
haciendo un contraste entre dos conversaciones que se dan en entornos distinto:
3
“No olvidemos que las condiciones y la temática de la conversación están controlados por el investigador y en
ningún caso se observa en dichas conversaciones una capacidad real de, por ejemplo, ser irónico, bromear, aportar
metáforas novedosas, usar hipérboles, etc.” GPT3, no necesita un control de la temática de conversación, al ser una
inteligencia artificial, esta se decanta más por el campo del machine learning que de la programación.
Entorno co-presencial: situación [2a], en la que tiene lugar el enunciado [2b]
Entorno virtual: comparemos [2b] con el mismo enunciado, pero ahora tecleado en un chat, y
con la misma intención irónica dentro del diálogo [3]:
Este contraste le permite a Yus ilustrar muy bien el problema de la ausencia de contexto en los
entornos virtuales. Como es posible notar, el oyente de [2b] tiene en su mano, una serie de
fuentes informativas (basadas en el contexto que ofrece [2a]), 4 que le permiten sin mayor
complicación a invalidar la posibilidad de que el hablante quiera comunicar el significado literal
del enunciado [2b] y reconocer que está siendo irónico. Mientras que en [3], la accesibilidad a
una información contextual que pueda combinarse de manera efectiva con el enunciado para
producir una interpretación implícita adecuada es mínima.
Con este plantemiento del problema, Yus permite evidenciar de manera más detallada cual es el
asunto de interés de la ciberpragmática:
4
“(1) el hecho de que el enunciado sea una famosa cita que se opone a la forma cotidiana de comunicación; (2) el
conocimiento enciclopédico del oyente respecto al clima de Londres; (3) la información proveniente del entorno
físico (lluvia, frío...); (4) la sonrisa y el tono irónico de voz del hablante; y (5) posiblemente el conocimiento
biográfico del oyente sobre el hablante y su opinión de Londres.” (Yus, 2001:3)
Yus expone dos rasgos que atribuye a este fenómeno comunicativo extraídos de los estudios
realizados en el campo de la ciberpragmática y acompañados por una encuesta que realiza
estudiantes de secundaria y universidad.5
El primero es la necesaria compensación que se lleva en los entornos virtuales para suplir la
ausencia de determinado tipo de información contextual que facilita la correcta interpretación de
los mensajes con respecto a las conversaciones co-presenciales. Y el segundo es el desconcierto
ante el interés que genera esta variedad de comunicación virtual, a pesar de que en esta existen
claras limitaciones para la contextualización.
Respecto a la compensación, el autor menciona tres aspectos contextuales que los internautas
deben compensar: (1) El cuerpo, (2) la comunicación no verbal vocal y (3) la comunicación no
verbal visual.
El cuerpo
Yus advierte que del cuerpo del interlocutor se emana todo tipo de información no verbal que
hace referencia a las fuentes más claras de identidad (rasgos macro-sociales); 6 señalando que
respecto al cuerpo en entornos comunicativos virtuales se desprenden dos presunciones.
La primera es la de quienes defienden los entornos comunicativos virtuales, según la cual los
internautas, al estar liberados de la presencia corpórea, tienden a participar de una comunicación
más liberada de prejuicios, además de que la personalidad real del usuario no sería enmascarada
por los estereotipos sociales que emanan del cuerpo. La segunda es la de quienes rechazan este
tipo de entornos, según la cual, la forma más natural de comunicación es en la que la conducta no
verbal que produce el cuerpo ayude a conseguir una correcta interpretación de un enunciado; este
argumento naturalista de rechazo es también aplicado al concepto de comunidad virtual.7
Independientemente de estas presunciones. Yus concluye que resulta evidente el hecho de que es
necesaria una compensación textual de toda la información que se puede extraer en una situación
cara a cara; mencionándonos ejemplos como las acotaciones icónicas 8 y las descripciones
detalladas en los MUDs.9
5
“Ambos epígrafes estarán acompañados de los resultados de una encuesta que se repartió en mayo de 2001 a
alumnos de Educación Secundaria Obligatoria (que a partir de ahora abreviaremos como “los de ESO”) y de 3º y 4º
de Filología (que a partir de ahora abreviaremos como “los de UNI”)” (Yus, 2001: 3)
6
Yus menciona como rasgos macrosociales sexo, la raza, la complexión, la ropa (2001:4).
7
En palabras de Weinreich (1997): “¿Hasta qué punto pueden los contactos mediatizados constituir una comunidad?
Creo que no pueden. Uno puede conocer a otras personas mediante la comunicación por ordenador. La Red
proporcionará los medios para mantener contactos e interconexiones entre personas y organizaciones. Pero no
formarán comunidades porque la comunicación por ordenador no puede sustituir la experiencia sensorial de
conocerse unos a otros cara a cara. La confianza, la cooperación, la amistad y la comunidad se basan en contactos en
el mundo sensorial. Uno se comunica mediante redes, pero no vive en ellas”. (Yus, 2001:4)
8
ACOTACIÓN ICONICA:
9
MUDs:
La comunicación no verbal vocal
Del segundo aspecto contextual el autor advierte que rasgos vocales como la entonación, el tono,
etc. son una fuente de información contextual que también está ausente en los entornos virtuales
(aunque en la última década se han popularizado los audios).
Por ello los usuarios de chats, correo electrónico, etc. recurren a la deformación
tipográfica del texto (repetición fonemática, dialecto visual, uso connotado de los signos
de puntuación...) para dar a entender determinados rasgos vocales que acompañan al texto
en la conversación oral y que no puede captar el interlocutor virtual. (Yus, 2001:4)10
Por ejemplo: “Estoy muuuuy cansado”; “ME ESTÁS MOLESTANDO”; “Que hiciste
qué?!!!!!!”.
Respecto al último aspecto contextual que se debe compensar en los entornos virtuales, Yus
señala que también hay una merma informativa respecto la información que proviene de la
conducta no verbal, como: gestos, posición, distancia personal, comunicación táctil etc. El mayor
problema en este aspecto es que la comunicación no verbal a menudo se solapa con la
comunicación verbal provocando la intensificación o incoherencia respecto al mensaje emitido.
Por ejemplo, una de las formas más típicas de compensación textual de la conducta no
verbal es el uso de emoticonos, composiciones tipográficas cuya unión (y una vez que el
lector haya girado la vista 90 grados hacia la izquierda) parece formar diferentes
expresiones de la cara y otros signos icónicos más sofisticados (sonrisa = :-) enfado
= :-( etc. Estos signos sólo pueden reflejar en sucesividad aquellos ejemplos de
conducta no verbal que se superponen al enunciado verbal. (Yus, 2001:5).
Así, en el entorno virtual el usuario teclea intencionalmente los signos que quiere trasmitir. En la
comunicación cara a cara esta información no verbal visual que emana sin intencionalidad no
puede ser transmitida.
Yus sugiere el ejemplo [4], en el que de todas las posibilidades interpretativas que se listan en
[4a-f], el usuario de Internet sólo podría comunicar de forma eficaz [4a] y [4c] debido a que la
intencionalidad siempre queda implícita en la emisión de enunciados textuales por Internet:
10
Los estudiantes encuestados también señalan que la ausencia de cualidades vocales no verbales en el chat es una
merma comunicativa respecto a la riqueza informativa de la conversación oral. Así opina un 41% de los ESO y un
40,9% de los UNI. Sin embargo, se puede afirmar que una razón por la que no se han logrado mayores avances en la
comunicación virtual (a pesar de que tecnologías como, por ejemplo, el uso del teléfono por Internet, ya están
disponibles y son muy baratas) es, precisamente, que los usuarios se sienten cohibidos si escuchan directamente la
voz del interlocutor a través del altavoz del ordenador.
En definitiva, el autor permite evidenciar que en los medios virtuales la información contextual
que se puede extraer es mucho más limitada que en las situaciones conversacionales cara a cara.
Lo que ha llevado a los usuarios a suplir algo de esta información con diferentes formas de
contextualización virtual. Concluyendo así que “los usuarios de Internet escriben los enunciados
que les gustaría estar diciendo y leen los enunciados que les gustaría estar oyendo” (Yus,
2001:5).
Con base en este fenómeno de la comunicación virtual es que surge el segundo rasgo que expone
Yus: el desconcierto. Este surge porque el autor presupone que “una consecuencia de este
fenómeno debería ser la superficialidad en la temática conversacional y, en última instancia, la
reducción o interrupción de la iniciativa comunicativa” (2001:5).
(uncertainty reduction theory, cf. Parks y Adelman,1983): la incapacidad para reducir la incertidumbre que se genera
en la comunicación humana por la ausencia de pistas contextuales desemboca en una supresión (o al menos un
retardo) en el desarrollo de relaciones personales.
12
(reduced social context cues theory, cf. Sproull y Kiessler, 1986): se centra en la afirmación de que una
disminución de la información del contexto social, los aspectos del entorno físico (incluidas las pistas visuales,
auditivas, etc.), y las pistas sobre el nivel social del interlocutor conducirán a una mayor sensación de anonimia, de
impersonalidad y a una pérdida de empatía con el interlocutor.
13
(social presence theory, cf. Byrne, 1984): la capacidad de un determinado medio para transmitir información
sobre la expresión facial, mirada, posturas etc., altera la presencia social de los interlocutores. En principio, a medida
que decrece esta información, el individuo tiende a prestar menos atención a la presencia de otras personas y, al
mismo tiempo, los mensajes tienden a hacerse menos personales. Según esta hipótesis, la conversación virtual
debería tender a una total despersonalización en la interacción, y a una ausencia total de intersubjetividad ante la
falta de pistas contextuales apropiadas
embargo, es desconcertante para el autor que “en contra de las conclusiones de estas teorías, los
usuarios de Internet parecen estar más que satisfechos con el uso que hacen de sus posibilidades
interactivas y, en muchos casos, incluso prefieren la comunicación por ordenador a la
comunicación real cara a cara” (Yus, 2001:5)
El autor atribuye esta preferencia a la evolución actual de las sociedades, inscritas en el modelo
“disperso” de la ciudad americana.
[…] ciudades en las que el centro ha sido reemplazado por el centro comercial (mall), en
las que el deseo de vivir en el corazón de la ciudad ha sido sustituido por los suburbios
deshumanizados y, finalmente, donde la comunicación cara a cara entre vecinos se ha
sustituido por intercambios seguros a través de Internet (Yus, 2001: 5).
Yus señala que una matización de las teorías anteriormente señaladas podría sugerir dos puntos
de vista ante el desconcierto que genera el fenómeno comunicativo virtual. El primero es la
posibilidad de compensación alternativa a la falta de información contextual. Y el segundo es la
hipotesis corroborada en Hancock y Dunham (2001), según la cual hay aspectos de la
comunicación por entornos virtuales que tienden a ser más valorados que el decrecimiento de
algunos aspectos contextuales.
Otra teoría, que trata de explicar este desconcierto, señala Yus, es el modelo hiperpersonal
(hyperpersonal model, cf. Walther, 1996), el cual sugiere que “los internautas tenderán a crear
imágenes arquetípicas de sus interlocutores y a exagerar las mínimas pistas contextuales a su
alcance” (2001:6) prediciendo que lo usuarios aprenderán con rapidez a aprovechar las fuentes
contextuales de las que disponen para generar una auto-presentación virtual adecuada. Esto
provoca que muchas de las fuentes contextuales que tienen poca importancia en conversaciones
cara a cara adquieren una importancia vital en entornos virtuales.
Para Yus, aunque las limitaciones contextuales de la interacción virtual son notables, tras un
cierto periodo de tiempo estas interacciones muestran una mayor intensidad de la prevista en las
teorías mencionadas anteriormente.
Finalmente, para culminar el artículo, Yus dedica un último apartado al problema del uso del
idioma español en perspectiva con los entornos virtuales, en donde se acostumbra a usar un alto
porcentaje de abreviaturas, acrónimos, anglicismos y calcos del inglés. El autor resalta que, este
uso alterno del idioma ha generado una cierta alarma entre los lingüistas y especialistas en
Internet, que, con base en ello prevén una paulatina relajación en el uso del español por parte de
los usuarios de internet.
La parte que se sugiere entre corchetes podría ser, en un contexto dado, la información que
permitiría al oyente una conversión de las descontextualizadas formas lógicas (FL) en
proposiciones ya contextualizadas (PC)
Sobre lo anterior, Yus concluye finalmente, que el futuro de la configuración léxica del
vocabulario de uso en Internet por buena parte de usuarios es realmente imprevisible, destacando
que hay ámbitos de uso común que pueden todavía ser objeto de debate sobre su posible
implantación o erradicación; opinando que, en estos casos, la influencia de las compañías que
fabrican los programas informáticos (en su mayoría anglosajonas) juega un papel importante a la
hora de ofrecer al usuario una versión en español de sus programas.
Bibliografía