La igualdad de género es un concepto que cada vez encontramos más en nuestro
día a día: en las noticias, en nuestros puestos de trabajo, en las redes sociales… Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué significa exactamente? ¿Por qué se sigue reivindicando la igualdad de género si todas las leyes reconocen los mismos derechos a hombres y mujeres? ¿Qué diferencia hay entre igualdad y equidad? Hoy queremos que cuando acabes de leer este artículo, tengas bien claras todas las respuestas.
Según Naciones Unidas, la igualdad de género se refiere a “la igualdad de
derechos, responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres, y las niñas y los niños”. Por tanto, el sexo con el que hayamos nacido nunca va a determinar los derechos, oportunidades y responsabilidades que podamos tener a lo largo de nuestra vida. La igualdad de género es por tanto un principio jurídico universal, mientras que la equidad de género introduce además un componente ético para asegurar una igualdad real que de alguna forma compense la desigualdad histórica que el género femenino arrastra en cuanto a representación política o mercado laboral, entre otras. La equidad debe aplicarse en el género tal como se aplica en otros ámbitos, como por ejemplo en el sistema tributario, donde cada persona paga más o menos en función de lo que tiene
Como nos afecta la igualdad
A pesar de saber que la igualdad entre mujeres y hombres es un derecho humano
que nuestra sociedad aún no ha conquistado y cuyas consecuencias negativas afectan visiblemente a las vidas de las mujeres. Basta con mirar alrededor o con consultar los datos: la escasa presencia de las mujeres en los ámbitos de decisión, la desigualdad laboral, los usos desiguales de los tiempos, la mayor dedicación de las mujeres a las tareas domésticas y de cuidado de personas o la violencia ejercida contra las mujeres por el hecho de serlo son algunos ejemplos de la sangría que la desigualdad supone para las mujeres
Cambios que ha hecho desde la época
A pesar de que actualmente aún sigue la desigualdad de género, más que todo sobre las mujeres, aunque se han visto algunos cambios en cuanto a:
La participación en la política. No solo en cuanto a ocupar cargos políticos,
sino también en cuanto al derecho al voto o a la participación en los procesos de toma de decisiones importantes. En este sentido, según datos de la ONU Women, aunque el 39% de los países de todo el mundo ha utilizado algún tipo de sistema de cuotas para aumentar la representación de las mujeres en la política, la paridad dista de ser una realidad: en 2017, solo el 23,4% de los miembros de parlamentos nacionales eran mujeres. La educación. Es una forma de empoderar a las mujeres y lograr que puedan adquirir conocimientos que les ayuden a hacer elecciones en su vida personal y profesional. En relación con la educación, cabe destacar que en base a los datos de la UNESCO 16 millones de niñas nunca entrarán en un aula. La participación en la fuerza de trabajo. Aporta la posibilidad de tener la vida que se desea y tener mayor autonomía personal. En este sentido, los datos de ONU Women reflejan que las mujeres ocupan menos de una tercera parte de los puestos de dirección de nivel medio y alto.
Cabe resaltar que el cambio social para la igualdad de género es fundamental, y la
educación de las generaciones futuras es la base. Por eso, desde la infancia es necesario aprender en igualdad y fomentar la asunción de responsabilidades sin tener en cuenta el género.
Como se aplica en la actualidad
La igualdad propone, en primer lugar, una nueva manera de organizar nuestro
mundo, una nueva organización que no afecta únicamente al desarrollo individual de las personas, sino que apuesta por el avance de toda la sociedad en su conjunto. La igualdad permite que, tanto mujeres como hombres puedan desarrollar todas sus capacidades y tomar sus decisiones sin las limitaciones impuestas por los roles y estereotipos de género; la igualdad contribuye al desarrollo de la autonomía de todas las personas en el ámbito personal y en el social; promueve la corresponsabilidad en los cuidados: que cada persona se responsabilice de autocuidarse y de cuidar de las otras personas de su entorno, pero también que las instituciones y las empresas se impliquen en proveer y posibilitar el cuidado; potencia valores solidarios y no jerárquicos, establece relaciones basadas en la cooperación, el respeto mutuo y la autoridad personal; favorece el desarrollo de relaciones afectivas de igual a igual y desde el respeto a la diversidad; contribuye a avanzar en la democracia y a construir una sociedad más justa, cohesionada y desarrollada social y económicamente. La igualdad propone cambiar el epicentro de nuestro mundo, poniendo la vida de las personas en el centro.