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VULNERABLES

El cuidado como horizonte


político

219 José Laguna


VULNERABLES
EL CUIDADO COMO HORIZONTE POLÍTICO

José Laguna

Introducción  .........................................................................................................  3
1  Adán y Eva (cuerpos ocultados)  ................................................................  8
2  El Hombre de Vitruvio (cuerpo prescindible)  ......................................  14
3  Benjamina (cuerpo vulnerable)  .................................................................  18
Notas  .........................................................................................................................  29
Preguntas para la reflexión  .....................................................................  31
Todos nacemos desnudos y pobres; todos estamos sujetos
a enfermedades y sufrimientos de todo tipo y, por último,
todos estamos condenados a morir. Por tanto, la visión
de todos estos sufrimientos comunes puede llevar a la
humanidad a nuestros corazones, si vivimos en una sociedad
que nos alienta a imaginar la vida del otro1.
Martha Nussbaum

José Laguna. Teólogo y músico. Miembro del área teológica de Cristianisme i Justícia.
Ha publicado en esta colección: ¿Y si Dios no fuera perfecto? Hacia una espiritualidad
simpática (Cuaderno 102); ¿De la liberación a la inclusión? (Cuaderno 127); Hacerse
cargo, cargar y encargarse de la realidad (Cuaderno 172); ¡Ay de vosotros…! Distopías
evangélicas (Cuaderno 181), Pisar la luna. Escatología y política (Cuaderno 195) y Aco-
gerse a sagrado (Cuaderno 210).

Edita: Cristianisme i Justícia Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona


Tel.: 93 317 23 38 - E-mail: info@fespinal.com - www.cristianismoyjusticia.net
Imprime: Ediciones Rondas S.L. - Depósito Legal: B 13176-2020
ISBN: 978-84-9730-465-8 - ISSN: 0214-6509 - ISSN (virtual): 2014-6574

Impreso en papel y cartulina ecológicos - Dibujo de la portada: Ignasi Flores


Edición: Santi Torres Rocaginé - Corrección del texto: Cristina Illamola
Maquetación: Pilar Rubio Tugas - Septiembre 2020

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INTRODUCCIÓN

Este cuaderno se escribió hace un año. Antes de que la COVID-19


nos enfrentara bruscamente con la evidencia de nuestra condición vul-
nerable. Antes de que, como sociedad, tomáramos conciencia de la
centralidad de las tareas de cuidados.
Cada vez somos más las personas que abogamos por un cambio
de paradigma civilizatorio en el que la vulnerabilidad y los cuidados
sean pilares fundamentales. Hace un año, pensar en una sociedad
cuidadora era una utopía; hoy, en tiempos de coronavirus, se ha con-
vertido en una urgencia y en una necesidad.

Occidente se ha construido sobre la enfermedad serán considerados mo-


ficción de la autosuficiencia. El ideal mentos deficitarios a superar y com-
de hombre2 occidental es el de un indi- batir por cuanto suponen situaciones
viduo soberano absoluto sobre su vida vitales de especial vulnerabilidad y
y sus bienes. Un ser autosuficiente que dependencia de otros; mientras que,
acuerda con otros sujetos tan indepen- paradójicamente, los escasos instan-
dientes como él un pacto preventivo de tes biográficos en los que fantaseamos
no agresión, fundando así el mito del con no necesitar de nada ni de nadie se
contrato social que justifica las institu- propondrán como modelo ideal de una
ciones educativas, jurídicas y políticas vida autorrealizada.
de nuestras democracias liberales. La versión moral de la autosuficien-
En el paradigma de la autosuficien- cia, la autonomía, participa del mismo
cia, crecer o madurar serán sinónimos sesgo individualista. En su formula-
de ir ampliando ámbitos y momentos ción kantiana, la autonomía determina
de independencia. Infancia, vejez o que cada individuo posee en sí mismo
3
las fuentes de la moralidad; esto es, de la Declaración Universal de los De-
que más allá y por encima de nuestras rechos Humanos, por utilizar un ejem-
relaciones sociales, la conciencia per- plo paradigmático, alude a la vulnera-
sonal dicta a cada individuo particular bilidad, la fragilidad, la dependencia
los imperativos morales que deben re- o el cuidado; solo el artículo 25 hace
gir su comportamiento. referencia tangencial a la necesidad de
cuidado en las etapas de la maternidad
y de la infancia.
Occidente se ha construido
sobre la ficción de la
El agotamiento del paradigma
autosuficiencia. de la autosuficiencia

Si hasta hace unas décadas el relato de


A nada que el relato de la autosu- la autosuficiencia ha servido para res-
ficiencia se confronte con la realidad ponder satisfactoriamente a las deman-
aparecen las grietas de su inconsisten- das de reconocimiento y protección de
cia. Para empezar, los seres humanos individuos autónomos vinculados con
nunca hemos sido autosuficientes, sus semejantes mediante pactos de no
existimos y nos desarrollamos gracias agresión libremente aceptados, no ocu-
a la ayuda de nuestros semejantes, so- rre lo mismo en el tránsito epocal que
mos una especie animal especialmen- marca el cambio del milenio actual. La
te frágil, condenada a la inexistencia emergencia de «nuevos sujetos» vul-
sin la intermediación de los cuidados nerables no encuentra discurso jurídico
ajenos. Y por lo que hace a nuestra ni político en el que articular sus exi-
pretendida capacidad de conducirnos gencias. Sujetos colectivos, amorales
autónomamente por fines racionales y afásicos como las mayorías empo-
y/o morales, abundan los ejemplos de brecidas excluidas de la comunidad de
personas que carecen de la libertad de diálogo donde se pactan los criterios
juicio o de acción que según la nor- compartidos de justicia y bien común,
ma occidental nos define como seres los animales no racionales incapaces
humanos. ¿Cómo un fundamento tan de argumentar ningún fin moral más
frágil y discutible ha llegado a con- allá de sus repuestas instintivas, o el
vertirse en el relato hegemónico de «sujeto planetario» que sufre la explo-
eso que hemos dado en llamar cultura tación de sus recursos y la extinción de
occidental?, o preguntado desde una su biodiversidad sin voz propia con la
óptica inversa: ¿por qué la evidencia y que poder reclamar imperativamente
universalidad de nuestra común vulne- un auxilio vinculante; por no hablar
rabilidad, interdependencia y necesi- de las identidades ocultadas por el dis-
dad de cuidados no forma parte de los curso heteropatriarcal imperante que
relatos fundacionales de nuestras ins- niega reconocimiento y derechos a
tituciones sociales? El cuidado nunca quienes no se ajustan al patrón de gé-
ha formado parte del discurso político nero normativo hegemónico. Sujetos
occidental, ninguno de los 30 artículos que se mueven en la semántica de una
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vulnerabilidad que reclama cuidados que busca situar en la agenda política
pero que, al no formar parte consciente pública dimensiones que el paradigma
y libre de ninguna comunidad moral y anterior relegaba al ámbito de la pri-
política, no pueden –según el discurso vacidad, las motivaciones personales o
canónico de la dignidad– exigir ningún las acciones virtuosas. En el relato de
derecho. la autosuficiencia, los cuidados operan
La «dignidad androcéntrica» basada en el contexto de los llamados «deberes
en el poder de la especie humana que ha imperfectos» como la compasión, la li-
servido de fundamento para los Dere- mosna, la solidaridad, la beneficencia
chos de «hombres y ciudadanos libres» o la hospitalidad, acciones voluntarias
muestra sus límites ante las deman- que animan a ayudar a los demás pero
das silenciosas de sujetos vulnerables que no pueden invocarse como dere-
que aspiran al reconocimiento de una chos reivindicables por vía jurídica ni
«dignidad cosmocéntrica» basada en el política. En un mundo de seres auto-
principio ético de la responsabilidad y suficientes ninguna institución puede
el imperativo político del cuidado. obligarme a cuidar del otro, y ningún
Los gritos de un Planeta al borde «otro» puede exigir mi cuidado.
del colapso, unidos al de millones de Si queremos que el cuidado incida
migrantes que deambulan por el mun- en la esfera política como principio es-
do en busca de países de acogida nos tructurador de las instituciones socia-
han despertado del sueño narcisista de les, hay que sacarlo de la opcionalidad
un individualismo insensato. La Madre de la benevolencia y hacerlo operar en
Tierra nos confronta con una respon- el ámbito de los derechos exigibles.
sabilidad vinculante radical: sin su su- Una traslación que no vendrá de la
pervivencia nosotros no existimos. Por mano de la ampliación del listado de
otra parte, los migrantes, refugiados y Derechos Humanos, sino de un cam-
desplazados internos visibilizan la fra- bio de cosmovisión: necesitamos pasar
gilidad de un «contrato social inmuno- imperativamente del paradigma de la
lógico»3 incapaz de generar derechos autonomía-derecho al de la vulnerabi-
de ciudadanía universalizables y efec- lidad-cuidado.
tivos. Ambas realidades, entre muchas Creemos que, como afirma Boa-
otras, diagnostican el estado terminal ventura de Sousa, el discurso de los
del paradigma de la autonomía que tie- Derechos Humanos ha entrado en una
nen en la DUDH de 1948 su epítome etapa inflacionista en la que, a base de
más reconocible. incrementar derechos (de primera, se-
gunda, tercera, cuarta generación…),
ha acabado degenerando en democra-
¿Derechos políticos vs cuidados cias de baja intensidad:
privados?
El comentario cauteloso expresado con
Vulnerabilidad, interdependencia, res- frecuencia contra la sobrecarga de la
ponsabilidad y cuidado nutren el cam- política de los derechos humanos con
po semántico de un nuevo paradigma derechos nuevos y más avanzados o
emergente. Una nueva cosmovisión con concepciones diferentes y más am-

5
plias de los derechos humanos, es una ni muere, toda persona sin excepción
manifestación tardía de la reducción de experimenta la fragilidad y el límite
los reclamos emancipadores de la mo- insoslayable de su cuerpo.
dernidad occidental al nivel más bajo
de emancipación hecho posible o tole-
rado por el capitalismo mundial. Los El paradigma de la
derechos humanos de baja intensidad, vulnerabilidad se presenta
como la otra cara de la democracia de
baja intensidad4. como una impugnación al
modelo esencialista de la
modernidad.
De los derechos de un ser
universal a los cuidados de un
ser corporal
La teoría crítica feminista ha sabido
La ausencia de la semántica de la vul- ver y denunciar las consecuencias polí-
nerabilidad en nuestra cultura jurídica ticas del olvido del cuerpo por parte de
y política no es casual, responde al la filosofía patriarcal sustancialista que
destilado final de un discurso hegemó- determina el discurso de la irresponsa-
nico que en su elaboración histórica ha bilidad ecosocial. Como afirma Seyla
menospreciado sistemáticamente los Benhabib, sin «cuerpo» no existen ni
relatos de la fragilidad humana. Rela- cuidado ni justicia:
tos que siempre han estado presentes
en la cultura pero que han sido cons- La filosofía moral universalista, y en
tantemente ignorados en favor de un concreto las teorías universalistas de
discurso esencialista que ha acabado la justicia, han acentuado nuestro va-
desembocando en la afirmación de un lor como personas morales a costa del
sujeto universal etéreo sin responsabi- olvido y la represión de nuestra vul-
lidades vinculantes. nerabilidad y dependencia como seres
El paradigma de la vulnerabilidad corporales. Tales redes de dependencia
que se está empezando a construir des- y el tejido de los asuntos humanos en
de saberes críticos y epistemologías los que nos hallamos inmersas no son
subalternas se presenta como una im- sólo vestidos que se nos van quedando
pugnación al modelo esencialista de la pequeños o como zapatos que vamos
modernidad. Afirmar la universalidad desechando, sino que son como lazos
de nuestra vulnerabilidad e interdepen- que nos vinculan, lazos que modelan
dencia constitutivas es reconocernos nuestras necesidades morales, nuestras
primariamente como seres corpora- identidades y nuestras concepciones
les, porque es en nuestro cuerpo físico de lo que es la vida buena. El yo au-
donde reside la base de nuestra identi- tónomo no es un yo desencarnado, y
dad, de nuestra fragilidad y de nuestra la filosofía moral universalista debiera
necesidad de cuidados. A diferencia reconocer esa honda experiencia de la
de un «sujeto universal abstracto» que formación del ser humano a la que se
ni sufre, ni siente hambre, ni se fatiga, corresponden el cuidado y la justicia5.

6
La «sustancialización» del sujeto no rado la cosmovisión occidental de la
solo afecta a la definición filosófica del autosuficiencia y el olvido del cuerpo.
mismo, tiene también consecuencias Partiendo de un momento deconstruc-
éticas, jurídicas y políticas de enorme tivo previo nos esforzamos en crear
calado, porque un ser incorpóreo se retóricas «somatopolíticas» que, desde
convierte automáticamente en un in- la semántica universal de la vulnerabi-
dividuo irresponsable. La filosofía tie- lidad, pongan en el centro de la praxis
ne aún pendiente el reto de pensar la social, la exigencia ética de la respon-
universalidad desde la vulnerabilidad, sabilidad y la reivindicación política
el cuidado y la responsabilidad. «Este del cuidado.
punto –dirá Reyes Mate– es importan- Para ir tejiendo el relato político del
te porque la universalidad es como una cuidado propongo detenernos en dos
piedra de toque de cualquier raciona- relatos clave en la configuración de
lidad que se precie. La filosofía no ha los mitos fundacionales de Occidente:
conseguido pensarla sea porque tira «Adán y Eva» y el «Hombre de Vitru-
por elevación y lo que construye es una vio». Mitos que nos permitirán enten-
universalidad abstracta (como hacen der el proceso de descorporeización-
los conceptos), sea porque la concibe irresponsabilidad que cristaliza en el
como la expansión de una particula- modelo de hombre occidental. El aná-
ridad (como hacen los imperios), sea lisis deconstructivo de dichos relatos
como suma en la que solo cuentan los nos situará en el umbral de un nuevo
elementos presentes (lo que excluye a paradigma en el que el icono de «Ben-
los ausentes)»6. La política del cuidado jamina», nombre dado al «cráneo 14»
asume el reto de pensar la universali- encontrado en la Sima de los Huesos
dad desde las singularidades vulnera- del yacimiento de Atapuerca (Burgos),
bles y vulneradas. nos aportará claves para la elaboración
Nuestra contribución a la elabora- de un nuevo mito sobre el origen social
ción del nuevo paradigma de la vulne- en el que vulnerabilidad y cuidado nos
rabilidad se sitúa dentro de los análisis definen y determinan como especie hu-
críticos de los relatos que han configu- mana.

7
1  ADÁN Y EVA (CUERPOS OCULTADOS)

El mito del Génesis que, junto a otros relatos filosóficos, científicos y


literarios, conforman el ADN de nuestra cultura occidental fabula el
momento en el que Adán y Eva tras comer del fruto prohibido caen en
la cuenta de su desnudez, sienten vergüenza y cubren sus cuerpos
con hojas de higuera (cf. Gn 3,7). Las interpretaciones de este pasaje
son infinitas, la mayoría de ellas reflexionan en torno a los motivos de
la trasgresión, la culpa, el deseo sexual o el pudor; para nuestro pro-
pósito basta con retener el elemento de la ocultación. Desde el minuto
uno de la creación el cuerpo humano abandona la escena, nuestros
primeros padres ocultan sus cuerpos de la mirada del otro, incluida la
mirada de Dios: «Oí tu ruido [de Dios] en el jardín, me dio miedo, por-
que estaba desnudo, y me escondí» (Gn 3,10).

Aunque en el pasaje aludido la ocul- minoso fuente de pasiones y arma de


tación del cuerpo de Adán y Eva es seducción. La ocultación del cuerpo de
idéntica, el desarrollo cultural de la Adán vendrá de la mano de su espiri-
valoración del cuerpo masculino y fe- tualización/divinización, mientras que
menino recorrerá caminos divergentes: el de Eva se ocultará bajo el peso del
el hombre se irá liberando progresiva- desprecio.
mente de un cuerpo que, en la estela Adán y Eva sienten la misma ver-
del platonismo, condiciona y limita güenza y se cubren con las mismas
capacidades humanas como la razón, hojas de higuera, pero es ella, según la
la libertad o la voluntad. Mientras que errónea e interesada lectura patriarcal
la mujer quedará «atada a la natura- del texto bíblico, la que con su cuerpo
leza», prisionera de un cuerpo peca- seduce y engaña a un ingenuo Adán.
8
No está de más advertir que, por más que liberan el alma de los hombres de
que la historia del arte y la tradición la condena de la materia para que ellos
teológica se hayan empeñado en pre- puedan dedicarse al noble arte del go-
sentar una Eva voluptuosa que con bierno de la polis. Lo que nos interesa
«sus encantos femeninos» nubla el en- reseñar aquí es el origen mítico de la
tendimiento de Adán, en ningún ver- dinámica que recluirá a la mujer en la
sículo del Génesis aparece el cuerpo semántica de la vulnerabilidad (cuer-
femenino como motivo de seducción po, fragilidad, sufrimiento, muerte, pe-
o engaño. Como la teología feminista cado, voluptuosidad, seducción, vicio,
subraya con notable acierto, la pro- maternidad, etc.) y lanzará al hombre
puesta transgresora de Eva no es de hacia un relato esencialista en el que
orden sexual sino intelectual-moral, un varón incorpóreo e irresponsable se
ella invita al hombre a entrar en el ám- convertirá en prototipo de humanidad.
bito del conocimiento moral del que es
precursora. Eva es la que posibilita al
primer hombre salir de una moral hete- La propuesta
rónoma infantil y adentrarse en los ca- transgresora de Eva no
minos adultos de las elecciones libres
y responsables. Ella es el primer ser es de orden sexual sino
humano que se atreve a pensar, cono- intelectual-moral.
cer y decidir por sí misma, inauguran-
do el camino que Kant alabará como
culmen de la autonomía humana. Un A su pesar, la mujer se convertirá
relato de preeminencia femenina que en depositaria de una tradición de cui-
será inmediatamente ensombrecido dado que transmitirá de generación en
cuando, en la expulsión del paraíso, generación. Tradición que el feminis-
Eva quede confinada al recinto domés- mo actual proyecta al ámbito público
tico de la maternidad, presa de un cuer- del que nunca debió salir. Desnatu-
po desbridado dominado por el deseo y ralizando la atribución cultural que
sometido al control del varón («Mucho vincula cuidado y mujer, el feminis-
te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos mo crítico busca hoy resignificar po-
con dolor, tendrás ansia de tu marido, líticamente las prácticas de cuidado
y él te dominará» Gn  3,16); mientras estableciéndolas como competencias
que Adán, por su parte, quede «conde- transversales a toda institución social
nado» a ocuparse del ámbito público y a toda condición sexual.
del trabajo («El Señor Dios lo expul-
só del jardín de Edén, para que labrase
el suelo de donde había sido tomado» 1.1  Ruptura de vínculos
Gn 3,23). En el espacio de un cuader- esenciales
no no podemos consignar la génesis de
los relatos heteropatriarcales que con- El mito del Génesis no solo inaugura
finan a las mujeres al espacio repro- la pendiente «descorporeizadora» que
ductivo de sus cuerpos –y, por asimila- culmina en una Metafísica occidental
ción, al ámbito doméstico–, al tiempo construida de espaldas a la vulnerabili-
9
dad, abre también la puerta a la ruptura lados (en última instancia, todo y todos
de dos relaciones humanas fundamen- estamos hechos del mismo barro y mo-
tales: el vínculo con la naturaleza y el delados por el mismo Alfarero), pero
vínculo con el otro. al salir expulsados por la puerta del pa-
Como es conocido, el libro del raíso ese vínculo esencial se rompe de
Génesis recoge dos relatos de crea- manera dramática, la tierra maldecida
ción, uno que proviene de la tradición solo ofrecerá su alimento si se comba-
yahvista en el que Dios-Yahvé crea a te contra ella («maldito el suelo por tu
Adán a partir del barro de la tierra, y culpa: comerás de él con fatiga mien-
a Eva de la costilla de aquel ser terro- tras vivas; brotará para ti cardos y espi-
so; y otra narración más primitiva, la nas, y comerás hierba del campo. Co-
elohista, en la que Dios-Elohim crea merás el pan con el sudor de tu frente,
simultáneamente al hombre y la mujer hasta que vuelvas a la tierra» Gn 3,17-
a su imagen y semejanza (Gn  1,27). 19) y la enemistad establecida con la
Salvando las distancias entre los tex- serpiente seductora marcará el origen
tos, los dos mitos se hacen eco del mis- de la hostilidad entre el ser humano y
mo mandato divino de responsabilidad el resto de los animales (Gn 3,14-15).
sobre la creación. El relato elohista lo
expresará bajo imperativos de domi-
nio y sometimiento: «Sed fecundos y 1.2  La ruptura de la fraternidad
multiplicaos, llenad la tierra y some-
tedla; dominad los peces del mar, las Siguiendo el relato del Génesis, la rup-
aves del cielo y todos los animales que tura de los vínculos con la naturaleza
se mueven sobre la tierra» (Gn 1,28), llega hasta la disolución de los víncu-
mientras que el yahvista lo hará en los sociales. La inquietante respuesta
términos de labranza: «El Señor Dios de Caín al interés divino por la suerte
tomó al hombre y lo colocó en el jar- de su hermano Abel: «¿soy yo acaso
dín de Edén, para que lo guardara y lo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9)
cultivara» (Gn  2,15). Asumiendo la marca a fuego el interrogante que atra-
lectura benévola de los relatos de crea- viesa toda la historia de la humanidad.
ción que el Papa Francisco propone En la trama de la narración, la pre-
en su encíclica ecológica Laudato si´, gunta divina por la suerte de Abel es
agruparemos las narraciones que nos una cuestión retórica, y la respuesta de
ocupan bajo el mismo paraguas de la Caín una excusa dilatoria; tanto Dios
invitación divina a «labrar y cuidar» el como los lectores somos conocedores
jardín del mundo. del fratricidio que se ha cometido pre-
Siguiendo la hermenéutica papal, viamente. El mito no busca resolver el
en los primeros capítulos del Génesis enigma de la muerte de Abel sino esta-
encontramos las semánticas del cuida- blecer de modo definitivo la cuestión
do y la responsabilidad bajo el manda- transcultural que late en el corazón
to divino de proteger, custodiar, pre- de toda sociedad: ¿por qué hemos de
servar, guardar y vigilar la creación7. preocuparnos por la suerte de nuestros
Somos responsables de una creación hermanos? ¿Será verdad que, como
con la que estamos íntimamente vincu- afirmaba provocativamente Zygmunt
10
Bauman, no hay ninguna «buena ra- propuesta de simbiosis con la natura-
zón» para que debamos ser guardianes leza no responde satisfactoriamente a
de nuestros hermanos, para que tenga- la radicalidad de la pregunta que lanza
mos que preocuparnos, para que tenga- la orfandad; a nuestro juicio, el aisla-
mos que ser morales? Expulsados del miento de la orfandad pide resolverse
paraíso, los seres humanos vagamos en el vínculo de la filiación y no en el
por la historia escondiéndonos de la de la fusión oceánica. Pero más allá de
mirada divina que nos recuerda una debates terminológicos hay una coin-
y otra vez la responsabilidad ecoso- cidencia en afirmar que la nueva políti-
cial de nuestros vínculos primigenios: ca de un mundo huérfano requiere del
antes que individuos autosuficientes, concurso de relatos vinculantes.
somo cuidadores y hermanos.

Antes que individuos


1.3 ¿Huérfanos? autosuficientes, somo
Acierta el ecologista Jorge Reichmann cuidadores y hermanos.
al designar la «orfandad» como sínto- ¿Cómo afirmar obligaciones
ma existencial de nuestra época. El hu- fraternas en una situación
manismo antropocéntrico nos ha situa- de orfandad?
do fuera y por encima de la naturaleza
rompiendo así el vínculo esencial con
la naturaleza que el relato y la praxis
ecológica busca suturar: Necesitamos narraciones que, como
escribe Adela Cortina, nos recuerden
Uno de los principios fundamentales que los otros son para nosotros «carne
del humanismo por antonomasia, el de nuestra carne y sangre de nuestra
humanismo del Renacimiento europeo, sangre» y que por eso precisamente
era precisamente «un redescubrimien- estamos mutuamente ob-ligados9. En
to de la continuidad (unity) de los se- la raíz de la nueva semántica sociopo-
res humanos con la naturaleza»; pero lítica de la vulnerabilidad y el cuidado
en muchas ocasiones se ha afirmado el lo que está en juego precisamente es la
humanismo precisamente separando al capacidad de reconstruir las filiaciones
ser humano de la naturaleza. El huma- vitales que el discurso de la moderni-
nismo descentrado, el humanismo de dad occidental ha roto, ignorado y/o di-
orfandad, el humanismo no antropo- luido. ¿Cómo afirmar obligaciones fra-
céntrico que precisamos no es el de los ternas en una situación de orfandad?,
seres humanos que se sienten fuera de ¿por qué habríamos de comportarnos
la naturaleza y por encima de ella, sino como hermanos si no reconocemos la
muy dentro de ella, y construyendo descendencia de un Padre-Madre co-
simbiosis con ella8. mún (más allá de la expresión religiosa
de este vínculo esencial)?
Coincidimos en el diagnóstico de Pudiera ocurrir que el superhombre
Reichmann, aunque nos parece que su nietzscheano que proclamaba la muer-
11
te del Padre en su reivindicación ma- su expresión griega más radical10. Y
dura de libertad, acabe viviendo bajo la por lo que respecta al modelo de pa-
estirpe de Caín, en una sociedad irres- ternidad con el que Jesús presenta al
ponsable en la que un conglomerado Yahvé de la Alianza y Señor de los
informe de superhombres huérfanos ejércitos, llama poderosamente la aten-
no se necesitan, ni tampoco se cuidan. ción la masculinidad alternativa con
No creo exagerar si afirmo que nues- respecto al discurso patriarcal de su
tras sociedades neoliberales no andan época con el que muestra a un papaíto
muy lejos de este escenario cainita. (Abba) solícito a alimentar a sus hijitos
Una de las mayores aportaciones («danos hoy nuestro pan de cada día»
que las religiones pueden ofrecer a la Lc 11,1-4) y preocupado de forma ob-
configuración de un nuevo relato eco- sesivamente senil por la suerte de un
social es mantener vivas sus narracio- hijo pródigo (Lc 15,11-32).
nes y sus tradiciones de fraternidad, El himno de la carta de Pablo a las
cuidado y vulnerabilidad. De la Mo- Filipenses insiste en el «enraizamiento
dernidad hemos aprendido que, en au- corporal» de las cristologías primitivas
sencia de relatos de cuidado, el único cuando afirma que Jesús se despoja de
mito social que se puede construir es su categoría de Dios para asumir la
el del «contrato»; y huelga decir que condición de esclavo (Flp 2,5-7). An-
«contrato» y «cuidado» fundan víncu- tes que cristologías esencialistas que
los sociales y prácticas políticas diver- determinan la dogmática universal de
gentes. un Dios Padre, Hombre y Omnipotente
(todos en mayúscula), las teologías del
Nuevo Testamento sugieren «relatos
1.4  Cristianismo: cuerpo y corporales» en minúscula de un Dios
fraternidad papaíto, esclavo y vulnerable
Si, como venimos sosteniendo,
Como tendremos oportunidad de de- cuerpo y fraternidad son dos de las
sarrollar más adelante, el cristianismo condiciones de posibilidad para la
es una de las tradiciones religiosas que construcción del discurso político del
puede contribuir de forma determinante cuidado, el cristianismo se postula
a la elaboración del nuevo relato soma- como un aliado privilegiado si, insis-
topolítico del cuidado; siempre y cuan- timos, es capaz de recuperar el enrai-
do, eso sí, sea capaz de liberarse de las zamiento corpóreo-histórico que la
lecturas esencialistas impuestas por el reflexión teológica ha transformado en
discurso teológico de la modernidad. dogmática universalista. El Dios hecho
El cristianismo establece dos afir- «pobre hombre», aquel que andaba por
maciones básicas sobre la divinidad: los caminos polvorientos de Palestina,
Dios se encarna y Dios es Padre. El el que tenía sed, curaba endemoniados
evangelio de Juan llena de «corpora- y tocaba a los leprosos acabará convir-
lidad histórica» la encarnación divina tiéndose por vía de la reflexión teoló-
cuando afirma expresamente que el gica en el referente universal de una
Logos se hace sarx (Jn 1,14), esto es: «naturaleza humana divinizada»; y
la Palabra se hace «vulnerabilidad» en aquella fraternidad construida en torno
12
a la precariedad de un hijo pródigo que dor de una salvación universal válida
dilapidó su herencia viviendo como un para todo tiempo y lugar, y para seres
perdido se asimilará acríticamente a ahistóricos inexistentes. La cristología
un igualitarismo moderno que lleva a metafísica acabará presentando a Jesús
gala no hacer distinción entre judío y como un hombre ilustrado más preo-
griego, libre y esclavo, hombre y mu- cupado por defender el principio mo-
jer (Gál 3,28). Jesucristo, presentando derno de la igualdad que por el anun-
bajo el discurso exclusivo de un Dios cio de un Reino de Dios políticamente
encarnado, quedará convertido así en incorrecto donde los últimos serán los
un referente Metafísico heroico porta- primeros, y los primeros últimos.

13
2  EL HOMBRE DE VITRUVIO (CUERPO
PRESCINDIBLE)

El Hombre de Vitruvio dibujado por Leonardo da Vinci hacia 1490


es una de las expresiones gráficas más significativas del proceso de
esencialización del hombre que estamos caracterizando en estas pá-
ginas. Basándose en los textos de Vitruvio, arquitecto de la antigua
Roma, da Vinci propone un modelo armónico de ser humano perfec-
tamente proporcionado; un modelo de humanidad que, conviene no
olvidar, excluye a las mujeres.

La imagen icónica de un hombre ins- La segunda lectura se fija sobre


crito en los contornos de un cuadrado y todo en el juego de proporciones que
de una circunferencia sugiere dos lec- establecen el modelo de hombre ideal,
turas espontáneas. La primera acentúa un equilibrio geométrico que se pre-
el hecho del aislamiento que suponen senta con vocación de universalidad.
los límites de las figuras geométricas El modelo de hombre propuesto sir-
que lo enmarcan. El dibujo remite así a ve para todo tiempo y lugar. Este es
la visión renacentista del hombre cen- el gran riesgo de la universalidad: a
trado y centro del mundo, perspectiva medida que se elaboran abstracciones
que, a juicio de Gregorio Peces-Barba, generales con capacidad de englobar
está en el origen del tránsito hacia la a toda la humanidad, acaba por no de-
Modernidad que construye los relatos finir a ningún ser humano concreto y
de la dignidad y los Derechos Huma- real. Las filosofías idealistas que fun-
nos11. El hombre renacentista solo y damentan nuestros mitos sociales tras-
aislado actúa como un microcosmos pasan el límite razonable de la genera-
autosuficiente que guarda en su inte- lización para terminar cayendo en un
rior todos los elementos que constitu- universalismo incorpóreo que define a
yen el Universo. un ser tan perfecto como inexistente.
14
Los padres del pensamiento moder- cotidiana. Cuando un sistema social
no elaboraran teorías sobre un hombre se construye desde la generalidad del
universal que, en sus expresiones ex- «Todo» se hace inmune al sufrimien-
tremas, siguen siendo válidas aún en to y, en última instancia, a la muerte.
la hipótesis de que no existiera ningún «La filosofía –dirá Reyes Mate– no ha
ser humano sobre la faz de la tierra. Es tenido el valor de mirar de frente a la
el caso de la epistemología cartesiana muerte porque sólo se ha interesado
y la moral kantiana. Para Descartes, el por lo abstracto, por lo esencial, es de-
a priori que sustenta su duda metodo- cir, por el Todo y “el Todo no muere”.
lógica «funciona» incluso en ausencia Quien muere es el individuo, pero eso
del cuerpo: «Examiné después atenta- no le ha interesado a la filosofía»15. El
mente lo que yo era, y viendo que po- pensamiento occidental se ha construi-
día fingir que no tenía cuerpo alguno y do de espaldas al sufrimiento, al dolor,
que no había mundo ni lugar alguno en a la finitud y a la muerte, de espaldas,
el que yo me encontrase, pero no po- en definitiva, a la vulnerabilidad. Tan-
día fingir por ello que no fuese, sino to las metafísicas (Kant, Hegel) como
al contrario»12. Tampoco para Kant la las éticas formales (Habermas, Rawls)
singularidad de la corporalidad histó- extirpan de la historia a los individuos
rica es relevante para la conformación concretos para subsumirlos en un su-
de su sistema moral; es más, según él jeto universal que se plantea su con-
todo lo que sea empírico amenaza con sistencia última y sus deberes éticos
contaminar una razón universal que desde la atalaya de principios univer-
antecede a los sujetos como legisla- sales o desde las reglas de un juego de
dora categórica13. Como denuncia cer- neutralidades que no se dejan afectar
teramente Joan-Carles Mèlich, para por el sufrimiento. Frente a esta abs-
Kant, «la contingencia, las emociones, tracción idealista, la semántica soma-
el cuerpo, la finitud, todo esto resulta topolítica del cuidado sitúa la realidad
nocivo para la ética. Aunque no exis- de la vulnerabilidad en el quicio de la
tiera ningún ser humano en el mundo, definición del ser humano. La herida
aunque nadie fuera moral, la ética se- de la vulnerabilidad cierra la puerta a
guiría siendo apodíctica, universal- todo escapismo filosófico. Lo que sea
mente válida y nunca dependería de en última instancia el ser humano ha
factores empíricos»14. de responderse mirando de frente a la
muerte (expresión límite de la vulne-
rabilidad):
2.1  Sin cuerpo no hay
sufrimiento Y es preciso que, una vez en su vida el
hombre salga. Debe un día tomar en su
Como advertíamos más arriba, el pro- mano, lleno de recogimiento, la precio-
blema de la descorporeización del sa redoma. Ha de haberse sentido una
hombre en favor de postulados univer- vez en su temible pobreza, soledad y
salistas impacta de forma determinante desapego del mundo entero, y ha de ha-
sobre los sistemas éticos, jurídicos y ber sostenido toda una noche la mirada
políticos que estructuran nuestra vida de la nada. Mas la Tierra lo reclama

15
de nuevo. No debe apurar en esa no- «vitruvios» que afirman no necesitarse.
che el oscuro zumo. Le está destinada Círculos identitarios impermeables a la
otra salida del paso estrecho de la nada, alteridad sufriente, que es la que, en úl-
que no es precipitarse en las fauces del tima instancia, reclama cuidados.
abismo. El hombre no debe arrojar de
sí la angustia de lo terrenal: en el miedo
a la muerte debe permanecer. Urge recuperar y construir
[…] Si la filosofía no quisiera ta- relatos de vulnerabilidad
parse los oídos ante el grito de la hu-
manidad angustiada, tendría que partir para neutralizar el discurso
–y que partir con conciencia– de que neoliberal monocultural.
la nada de la muerte es algo, de que
cada nueva nada de muerte es un algo
nuevo, siempre nuevamente vaporoso, Admitamos por un instante la ve-
que no cabe apartar ni con la palabra racidad de la ficción biopolítica que
ni con el silencio. Y en vez de la nada asegura que todos los seres humanos
una y universal que mete la cabeza en nacemos libres e iguales en dignidad
la arena ante el grito de angustia de la y derechos, y que estamos dotados de
muerte, y que es lo único que quiere la razón y conciencia como afirma so-
filosofía que preceda al conocimiento lemnemente el artículo primero de la
uno y universal, tendía que tener el va- Declaración Universal de Derechos
lor de escuchar aquel grito y no cerrar Humanos de 1948, la cuestión relevan-
los ojos ante la atroz realidad16. te viene a continuación con solo con-
vertir en interrogante lo que el segundo
término del enunciado presenta como
2.2  Vitruvio, ¿un hombre sin imperativo, a saber: ¿por qué el su-
hermanos? puesto de nacer libres conlleva el deber
de comportarnos fraternalmente unos
La autosuficiencia del Hombre de Vi- con otros?, ¿por qué el creernos igua-
truvio lleva a preguntarnos por las les habría de abocarnos necesariamen-
razones que podrían sacarle de su en- te a comportarnos de forma solidaria?
simismamiento para iniciar el camino Sobre esta falacia naturalista (la que
hacia el cuidado del otro; porque, como conecta el «ser» con el «deber») se ha
microcosmos autosuficiente, Vitruvio construido gran parte del pensamiento
posee en su interior las fuentes de su ético, jurídico y político occidental. Un
moralidad y sociabilidad, sabe qué discurso frágil que empieza a mostrar
debe hacer aunque nadie se lo deman- signos de agotamiento. Las grietas que
de. En esa autonomía solipsista reside hoy amenazan el contrato social sobre
el enorme problema de la debilidad el que se asienta el edificio de nuestros
ético-política de nuestros sistemas so- Estados de bienestar son los efectos
ciales actuales. Hemos construido ins- visibles de una cimentación origina-
tituciones morales, jurídicas y políticas riamente deficiente. Aunque la triada
que definen y protegen marcos cerrados revolucionaria «libertad», «igualdad»
de deberes y derechos individuales de y «fraternidad» se presente como un
16
sistema sólido vinculado y vinculante, los derechos individuales son una bue-
los evidentes desarrollos de los valores na muestra de ello; pero no debemos
de la «libertad» y la «igualdad» no se ignorar la inversión ideológica que se
han traducido en unas mayores dosis está produciendo en nuestro tiempo
de «fraternidad», por la sencilla razón en el relato de los Derechos Humanos,
de que el fundamento de esta última no una alteración perversa que proclama
se nutre de aquellas. derechos universales de seres humanos
Por más que Occidente se empeñe abstractos como coartada para violar
en hacer derivar deberes de una natu- los derechos reales de individuos con-
raleza humana aparentemente objeti- cretos. ¿Es necesario recordar a los
va, conviene advertir que la ética surge miles de cadáveres de personas «libres
allí donde el sufrimiento del otro exige e iguales en dignidad y derechos» que
mi respuesta; allí donde se rompen la yacen en el fondo de un Mediterráneo
circunferencia y el cuadrado que es- convertido en fosa común?
tablecen las fronteras de la moralidad El mercado neoliberal también en-
previsible. La construcción de la polí- cuentra en el relato de la universalidad
tica del cuidado surge como respuesta una justificación para sus prácticas fi-
a la pregunta de Dios por la suerte de nancieras que teóricamente benefician
Abel: ¿dónde está tu hermano? Un in- a un sujeto planetario global, ignoran-
terrogante que un «Vitruvio» educado do a los individuos concretos que su-
como hijo único no puede llegar a es- fren en carne propia los efectos de una
cuchar. economía depredadora.
Urge recuperar y construir relatos
de vulnerabilidad para neutralizar el
2.3  El colapso de la universalidad discurso neoliberal monocultural que
apelando a los principios solidarios de
No negamos los logros jurídicos y po- un igualitarismo universalista ignora
líticos conseguidos por el discurso de de facto el sufrimiento histórico con-
la universalidad, la generalización de creto de individuos, pueblos y Planeta.

17
3  BENJAMINA (CUERPO VULNERABLE)

En el año 2001 un grupo de paleontropólogos encontraron la bóveda


de un cráneo muy fracturado en la Sima de los Huesos de los yaci-
mientos de Atapuerca, el «cráneo 14». Al año siguiente localizaron
más fragmentos que permitieron una reconstrucción casi completa de
aquella cabeza curiosamente anómala. El cráneo 14 presentaba una
deformidad que los expertos identificaron como craneosinostosis, una
enfermedad rara relacionada con la fusión prematura de los huesos
de la cabeza y que, en la actualidad, afecta a menos de seis personas
por 200.000 habitantes. Benjamina, así la bautizaron al determinar que
aquel cráneo asimétrico era de una preadolescente, padecía una en-
fermedad incompatible con la vida hace medio millón de años; pero,
sorprendentemente, aquel cráneo pertenecía a una homínida de unos
diez años.

La pregunta que el equipo de Ana Gra- una infección dental que le impediría
cia y Juan Luis Arsuaga se plantearon comer a no ser que alguien masticara
inmediatamente es si un individuo así por él, o Elvis un individuo con una
podría haber sobrevivido por sus pro- patología degenerativa de cadera que
pios medios en un grupo nómada de le impediría cazar, andar largas dis-
cazadores recolectores. La respuesta, tancias o incluso mantenerse de pie, y
obviamente, era no; si Benjamina so- que, sorprendentemente, murió ancia-
brevivió hasta la preadolescencia es no hacia los 45 años.
porque el grupo cuidó de ella: la ali- Benjamina, Miguelón y Elvis son
mentaron, la trasladaron de un lugar a la evidencia palpable del vínculo com-
otro, le ofrecieron cobijo y abrigo, etc. pasivo de nuestra naturaleza humana;
El caso de Benjamina no es único en una muestra de que la interdependencia
Atapuerca, Miguelón un homínido que y el cuidado nos definen como especie.
murió alrededor de los 35 años padecía Nuestra humanidad se edifica sobre
18
la vulnerabilidad, el primer «contrato tica, es fundamental que el relato de la
social» es un «pacto de cuidados». Si vulnerabilidad se adentre como un ca-
esto es así, volvemos a preguntarnos: ballo de Troya en la noosfera en la que
¿por qué la vulnerabilidad, la interde- se tejen nuestras creencias sociales.
pendencia, la compasión y el cuida-
do no forman parte de nuestros mitos
fundantes?, ¿por qué hemos decidido ¿Por qué elegimos seguir
definirnos como seres autónomos an- construyendo nuestras
tes que como vulnerables?, ¿por qué la
ficción de la autonomía opaca la ver- ficciones sociopolíticas
dad universal de la vulnerabilidad? sobre necropolíticas
No soy ingenuo, no pretendo di- defensivas y no sobre
bujar un paraíso idílico de homínidos biopolíticas de cuidado?
compasivos regidos exclusivamente
por el principio del cuidado, no bus-
co reeditar el mito del «buen salvaje»,
la paleoantropología también aporta La vulnerabilidad, el cuidado o la in-
ejemplos de agresiones, canibalismo y terdependencia no son matices, lla-
violentas alianzas defensivas; pero es madas de atención o sensibilidades a
lícito preguntarse –y sorprenderse– por añadir a una práctica política social-
el sesgo en la selección de los relatos mente aceptada. El cuidado no viene
que fundan nuestros mitos sociales: a adjetivar sustantivos ya establecidos
¿por qué elegimos seguir construyen- (derechos, justicia, democracia, igual-
do nuestras ficciones sociopolíticas dad…), quiere ocupar el lugar central
sobre necropolíticas defensivas y no de aquellos, resignificar la cultura so-
sobre biopolíticas de cuidado? cial y transformar la política. El cuida-
do quiere meterse en el corazón mismo
de la democracia para transformarla
3.1  Construyendo la política del desde dentro. Coincidimos con Joan C.
cuidado: relatos y prácticas Tronto en que ha llegado el momento
en el que el cuidado entre en la confi-
Toda praxis política se sustenta sobre guración de la ciudadanía democrática:
un relato de sentido: previos filosó- «[…] la inclusión de los cuidados en
ficos, epistemológicos, éticos, cultu- las actividades, los intereses y la vida
rales, etc., que conforman un conglo- de los ciudadanos democráticos re-
merado de evidencias incuestionables presenta verdaderamente la próxima
sobre las que construimos nuestras frontera (y puede ser la última) a atra-
instituciones sociales, jurídicas y po- vesar por la teoría de la democracia»18.
líticas. Es lo que Edgar Morin llama Proponemos sustituir el «paradigma de
noosfera17, la atmósfera de creencias Vitruvio» por el «paradigma de Ben-
que nos envuelve y que dota de sentido jamina», romper el relato hegemónico
al mundo. Pues bien, si queremos que de la autosuficiencia y recuperar los
el cuidado forme parte de los elemen- relatos periféricos de la interdepen-
tos configuradores de la práctica polí- dencia. Planteamos definirnos y arti-
19
cularnos social y políticamente desde nerabilidad. Lo que nos une a los seres
el cuerpo vulnerable y dependiente de humanos, más allá de nuestras eviden-
Benjamina y no desde el espíritu puro tes diferencias es la vulnerabilidad19.
e irresponsable de Vitruvio.
En un relato aún en gestación es La vulnerabilidad, dirá Judith But-
importante alimentar el campo semán- ler, es una condición que no puede ser
tico que lo dota de contenido. Con el ignorada, superada ni revertida, «[…]
deseo de contribuir al rearme de sig- desde el principio, incluso con anterio-
nificado de la política del cuidado ridad a la individuación misma y por
propongo transitar por algunos de los virtud de nuestra experiencia corpo-
significantes políticos que se esconden ral, somos entregados a otros: esto nos
tras el concepto de vulnerabilidad. hace vulnerables a la violencia pero
también a otra serie de contactos, con-
tactos que van desde la erradicación de
3.2  Somos vulnerables nuestro ser en un extremo, hasta el sos-
tén físico de nuestras vidas en el otro
La vulnerabilidad no es un accidente, extremo.
algo que le ocurre de vez en cuando a No podemos “rectificar” esta si-
un ser autosuficiente e inmune. Aunque tuación. Y no podemos recuperar la
en determinadas circunstancias vitales fuente de esta vulnerabilidad puesto
tomemos especial conciencia de nues- que precede a la formación del “yo”.
tra fragilidad, lo cierto es que siempre No podemos contender de una forma
y en todos los momentos de nuestra precisa con esta condición de estar al
vida estamos atravesados por una red descubierto desde el principio, depen-
oculta de relaciones de interdependen- dientes de aquellos a los que no cono-
cia y cuidado que nos recuerdan una y cemos. Venimos al mundo ignorantes
otra vez nuestra vulnerabilidad consti- y dependientes y, hasta cierto punto,
tutiva. Podemos discutir sobre si todos permanecemos así»20.
nacemos libres e iguales, si poseemos
una naturaleza común como especie
humana, o sobre el significado real de Edificar cualquier
una dignidad universalmente compar- institución social de
tida, pero de lo que no cabe duda es
que todos los seres vivientes somos espaldas a nuestra frágil
vulnerables: condición humana, es
condenarse a cimentarlas
Puede discutirse, y de hecho se discute sobre arenas movedizas.
filosóficamente, si el ser humano goza
de una dignidad especial en el conjunto
de la naturaleza. Se discute si su lugar
preeminente en el conjunto del cosmos Una sociedad fundada sobre la fic-
es verídico o una simple reivindicación ción de que somos autores de nosotros
gremial, pero lo que no entra en el te- mismos y propietarios absolutos de
rreno de la discusión es su radical vul- nuestras ideas, obras y vidas, se resis-
20
tirá a aceptar la vulnerabilidad como humano como responsabilidad. Levi-
clave de bóveda sobre la que construir nas es el autor que con más fuerza ex-
políticas que se considerarán débiles. presa la condición responsiva de toda
Pero ante esta prevención conviene persona; no nacemos libres e iguales,
advertir que edificar cualquier institu- nacemos responsables, urgidos por la
ción social de espaldas a nuestra frá- llamada del Otro sufriente. La pregun-
gil condición humana, es condenarse ta divina por la suerte de todo hermano
a cimentarlas sobre arenas movedizas; anida como llamada interpelante en el
de hecho, la «sociedad líquida» actual interior de toda persona:
bracea entre los lodos de antiguos ba-
rros autosuficientes. La vulnerabilidad es la obsesión por
el otro o la aproximación del otro. Es
para el otro desde detrás del otro del
3.3  Vulnerabilidad e excitante. Aproximación que no se re-
interdependencia ecosocial duce ni a la representación del otro, ni
a la conciencia de la proximidad. Sufrir
Decir vulnerabilidad es decir interde- por el otro, es tenerlo al cuidado, so-
pendencia y, por tanto, relación. De- portarlo, estar en su lugar, consumirse
finir al ser humano como vulnerable por él. Todo amor o todo odio del pró-
es reconocerlo como dialógico frente jimo como actitud, refleja, supone esta
al monologismo del individualismo vulnerabilidad previa: misericordia
autosuficiente. Si el paradigma de la «conmoción de las entrañas». Desde la
autonomía «funcionaba» incluso en sensibilidad, el sujeto es para el otro:
ausencia de seres humanos, el de la sustitución, responsabilidad, expia-
vulnerabilidad solo tiene sentido des- ción. Pero responsabilidad que no he
de la afirmación radical de la socia- asumido en ningún momento, en nin-
bilidad. Aludiendo al pensamiento de gún presente. Nada es más pasivo que
Judith Butler sobre la vulnerabilidad, este enjuiciamiento anterior a mi liber-
Joan-Carles Mèlich insistirá en el ca- tad, que este enjuiciamiento pre-origi-
rácter social de nuestra corporalidad: nal, que esta franqueza. Pasividad de lo
«El cuerpo es mortalidad, vulnerabili- vulnerable, condición (o incondición)
dad, fragilidad, heteronomía, ambigüe- por la cual el ser se muestra creatura22.
dad. La piel, la carne, los sentidos, la
memoria, el deseo, todo ello nos expo- Somos seres vulnerables llamados a
ne nos saca de nosotros mismos y nos responder a la demanda de cuidado de
pone frente al otro. Por eso el cuerpo la vulnerabilidad de otros; un «Otro»
no es del todo nuestro, no es algo pri- que hoy es planetario. Con toda inten-
vado sino público. Mi vida no es com- cionalidad, líneas arriba afirmé que
pletamente mía. Venimos al mundo todos los seres vivientes somos vulne-
necesitados de una hospitalidad y esta rables, rompiendo conscientemente la
condición vulnerable no puede eludir- frontera de lo humano para situarme en
se, no puede ser superada»21. un paradigma holístico en el que ani-
La sociabilidad inherente a nues- males y ecosistemas también reclaman
tra condición vulnerable se declina en reconocimiento y cuidados. La vulne-
21
rabilidad nos acomuna con todos los emboca en la acción política del cuida-
vivientes (humanos y no humanos) en do. Y no por una acción benevolente
el horizonte de «comunidades multies- asimétrica que se compadece de la de-
pecie» que nos obligan a deconstruir ficiencia de otro, sino por una decisión
nuestro concepto de ser-en-el-mundo. igualitaria que se reconoce en la vul-
La semántica de la vulnerabilidad re- nerabilidad compartida. Es cierto que
mite a un paradigma holocéntrico que hay vidas sometidas a un nivel de vul-
antepone el nosotros-vinculado al yo- nerabilidad extremo y, en este sentido,
autónomo de la modernidad. necesitadas de un cuidado mayor (Isa-
bell Lorey distingue entre precarious-
Avanzar hacia una civilización de Ho- ness como vulnerabilidad compartida,
los no es sólo una opción, es un impera- y precarity como distribución política
tivo de supervivencia. Por fortuna no es desigual de la vulnerabilidad24), pero
imposible, ni tampoco inaudito. El tipo sin negar la atención diferencial a es-
de cambio que implica forma parte de tas situaciones de especial precarie-
la evolución de las sociedades humanas, dad, lo que la somatopolítica afirma es
una evolución que empezó con las civi- que todo cuerpo tiene cicatrices, que
lizaciones míticas de la Edad de Piedra, no existe el cuerpo idealizado de Vi-
continuó con las civilizaciones teocráti- truvio; que aunque nuestra naturaleza
cas y los imperios arcaicos y pasó a las utópica proyecte continuamente mo-
civilizaciones humanas basadas en la delos ideales de vida, no deberíamos
razón iniciadas por los antiguos griegos. construir nuestra convivencia sobre los
Ahora el reinado del Logos está llegan- relatos de héroes inmortales.
do a su término: la racionalidad a corto Nunca hemos sido héroes, porque
plazo que subyace a la forma de civili- los héroes no habitan la polis. Para
zación actualmente dominante produce ser ciudadano/a hay que renunciar a
más calor que luz, más consecuencias la autosuficiencia, reconocernos en la
negativas sociales, económicas y ecoló- singularidad de nuestro cuerpo y asu-
gicas que resultados positivos y huma- mir nuestra condición mortal. Esa es
namente deseables. la decisión a la que, a juicio de Javier
Ha llegado la hora de un cambio Gomá, se enfrentan los héroes clásicos.
más: pasar de una civilización de Lo- Aquiles, el hijo de la diosa Tetis, tuvo
gos a una de Holos23. que elegir entre formar parte de la polis
humana abrazando la vulnerabilidad, o
mantener su inmortalidad viviendo en
3.4  Vulnerabilidad: cuerpos el gineceo donde lo escondió su madre.
heridos y singulares
Ser ciudadano de la polis es ser mortal,
La política del cuidado es somatopo- porque para entrar en la ciudad debe-
lítica, se construye sobre los cuerpos mos renunciar a la propia autodiviniza-
singulares y, más específicamente, so- ción. Pero, paradójicamente, cuando lo
bre cuerpos siempre vulnerables. Es el hacemos, hallamos en el mundo finito
cuerpo «herido» de Benjamina el que nuestra auténtica individualidad. Así
desencadena la dinámica ética que des- lo muestra el mito por cuanto Aquiles

22
debió primero –él, el descendiente de mos precisamente porque somos vul-
Zeus, hijo de la diosa Tetis– aprender nerables; y nuestro horizonte, nuestro
a morir, no desear morir pero sí nacer objetivo, es la búsqueda de esa auto-
a la mortalidad social, como requisi- nomía. La vulnerabilidad antropológi-
to previo imprescindible para llegar a ca, intrínseca, es entonces no solo una
ser el héroe que es. Y el héroe deja un afirmación de nuestra impotencia o
ejemplo tras su muerte que la ciudad debilidad, sino –antes bien– una cons-
bendice25. tatación de la vida como quehacer,
como algo por construir, desde nuestra
A diferencia del aura autosuficiente radical finitud»27. Llegar a ser aquello
de los héroes, «la peculiar belleza de que deseamos desde lo que somos es el
la condición humana reside justamente itinerario vital de toda vida humana, y
en su fragilidad y en su vulnerabilidad. «el desde lo que somos» se llama tam-
Somos los hijos del tiempo. Nacemos bién vulnerabilidad.
y morimos en la provisionalidad, en la
insuficiencia y en la insatisfacción»26.
Si esta es nuestra condición, ¿por qué A diferencia del aura
no empezar a construir una polis a la autosuficiente de los héroes,
medida de ciudadanos frágiles y vul-
nerables? la peculiar belleza de la
condición humana reside
justamente en su fragilidad
3.5  Vulnerabilidad y autonomía y en su vulnerabilidad.
Definirnos como seres vulnerables no
implica renunciar a la autonomía. A
diferencia de los animales –y sin ne- La autonomía, la independencia
gar la singularidad de cada uno de los o la autosuficiencia no son puntos de
miembros de las distintas especie–, los partida sino horizontes de llegada. Es
seres humanos no estamos determi- en esta dualidad de seres vulnerables
nados a reproducir rutinas instintivas que aspiran a ser autónomos, en la que
o reacciones defensivas de supervi- se establece la necesaria relación en-
vencia, nuestro campo de decisión es tre ambos términos. En su propuesta
infinitamente más amplio. Hay tantos de ciudadanía cordial, Adela Cortina
horizontes vitales como individuos. La reconoce que el telos humano de una
plasticidad de poder «construirnos» vida orientada por fines morales uni-
nos configura como seres autónomos versalizables constituye una meta final
con capacidad de proyectar nuestros que parte del dato incuestionable de la
propios fines vitales. Una proyección vulnerabilidad:
hacia la autonomía que se hará siempre
desde nuestra vulnerabilidad constitu- No existe la independencia, que ha sido
tiva. «La autonomía –dirá Lydia Fei- el santo y seña de las teorías atomistas,
to– es una tarea, es algo que hay que sino la interdependencia de los iguales.
ganar. Debemos llegar a ser autóno- Las personas, vulnerables de hecho y

23
autónomas en proyecto, se necesitan 3.6  La «somatopolítica» del
mutuamente en el seno de la ciudad Reino de Dios
para conquistar su señorío28.
Lo anticipábamos al inicio de este
La vulnerabilidad tiene una preemi- cuaderno, el cristianismo puede ser un
nencia estructural sobre la autonomía. aliado privilegiado en la construcción
La autonomía no viene a remediar o su- de un nuevo paradigma político del
perar la carencia de una vulnerabilidad cuidado si es capaz de poner en valor
inicial; no se trata de que llegando a ser sus relatos de vulnerabilidad. Propon-
autónomos (si esto fuera posible) deje- go algunas pistas intuitivas que apun-
mos de ser vulnerables. La vulnerabili- tan hacia desarrollos futuros.
dad está presente y acompaña todos y Prostitutas, endemoniados, lepro-
cada uno de los momentos madurativos sos, cojos, ciegos, hambrientos…, los
de una autonomía siempre en proceso, evangelios presentan un mosaico infi-
nunca dejamos de ser vulnerables. nito de cuerpos vulnerados y vulnera-
bles. En íntima relación con esos cuer-
pos, también encontramos en el Nuevo
La vulnerabilidad tiene una Testamento una nutrida colección de
preeminencia estructural prácticas de cuidado, relatos de filia-
ción y experiencias de fraternidad. Re-
sobre la autonomía. latos y prácticas que articulan el pro-
totipo de una política del cuidado tan
novedosa como desconcertante. Desde
La vulnerabilidad pone a la autono- la perspectiva de este cuaderno no re-
mía en su sitio: la desplaza del ámbito sulta descabellado referirse al Reino de
de la naturaleza que pretende dictar Dios como una concreción real de lo
lo que somos, llevándola el horizonte que venimos llamando somatopolítca
de la ética que expresa utópicamente del cuidado. La comunidad carismáti-
lo que deberíamos ser. Una traslación co-política reunida en torno a Jesús fue
que según Paul Ricoeur sitúa a ambas una amalgama de cuerpos disidentes
en el terreno de la paradoja: declarados impuros por el discurso he-
gemónico oficial, cuerpos vinculados
Es el mismo ser humano el que es lo por la filiación común en un Abba cui-
uno y lo otro [autónomo y vulnerable] dador y generadora de prácticas frater-
bajo dos puntos de vista diferentes. Y nas igualitarias basadas en el servicio.
es más, no contentos con oponerse, los Una comunidad en la que Benjamina
dos términos se componen entre sí: la no solo habría sobrevivido, sino que,
autonomía es la de un ser frágil, vulne- en atención a su especial precariedad,
rable. Y la fragilidad no sería más que habría ocupado los puestos de honor.
una patología, sino fuera la fragilidad A pesar de su potencial político-
de un ser llamado a llegar a ser autóno- teológico, los relatos y praxis de cui-
mo, porque lo es desde siempre de una dado evangélico fueron muy pronto
cierta manera. He aquí la dificultad con arrinconados en favor de interpreta-
la que hemos de confrontarnos29. ciones salvífico-terapéuticas. Efectiva-
24
mente, la transmisión teológica de los Buena Noticia la existencia de una so-
contenidos de aquella comunidad so- roridad construida en torno a Jesús en
matopolítica primitiva no aguantó por la que un grupo de mujeres desafiaban
mucho tiempo la mirada del sufrimien- orgullosas la impureza social impues-
to y convirtió los cuerpos vulnerables ta?, ¿el reto somatopolítico de cuerpos
en mera ocasión para el «lucimiento» impuros vinculados en igualdad de
del poder divino. Se privó a los cuer- condiciones con discípulos varones no
pos impuros de su potencial político es tanto o más disruptivo que el poder
vinculante para inscribirlos en el rela- divino de expulsar malos espíritus?
to uniformador de un poder salvífico-
resolutivo. Lo que había que transmitir
a las siguientes generaciones de cris- La relectura somatopolítica
tianos eran relatos de ex-prostitutas, de los evangelios es
ex-leprosos, ex-impuros, personas que
habían sido liberadas de su condición especialmente necesaria
de vulnerabilidad por un Jesús pode- cuando nos acercamos a los
roso dibujado bajo las hechuras de los relatos protagonizados por
héroes clásicos inmortales. Para que el mujeres.
relato cristiano de la vulnerabilidad, la
filiación y la fraternidad pueda contri-
buir al paradigma emergente del cuida-
do necesita deconstruir la teología de Otra muestra de recuperación de
los principios universales y recuperar los cuerpos femeninos en el relato teo-
los relatos de los cuerpos silenciados. lógico lo ofrece la matemática y filó-
La construcción de la política del cui- sofa Esther M. Pericás. Apoyándose
dado ha de rescatar los relatos soma- en reconocidos estudios exegéticos,
topolíticos que el discurso teológico defiende una interpretación inquie-
heroico y heteropatriarcal ha ocultado; tante del episodio en el que una peca-
afortunadamente, algunas teologías fe- dora pública lava los pies a Jesús con
ministas críticas andan en ello. sus cabellos ante la mirada atónita del
La relectura somatopolítica de fariseo Simón (Lc  7,36-50). Según
los evangelios es especialmente ne- ella, el evangelista Lucas, incómodo
cesaria cuando nos acercamos a los con la tradición recibida que refiere
relatos protagonizados por mujeres. el encuentro escandaloso entre una
No pocas interpretaciones teológicas prostituta que agasaja eróticamente a
sesgadas consienten la inclusión de Jesús, y un Jesús que se deja agasajar
ellas en la dinámica del Reino a costa sin ningún atisbo de crítica, transfor-
de despojarlas de sus cuerpos: a Jesús ma el acontecimiento en un relato de
le seguía un grupo de mujeres que, arrepentimiento añadiendo «lágrimas»
«afortunadamente», habían sido cura- donde no las había en el original (ver-
das de malos espíritus y enfermedades sículos 38 y 44)30. Sin los motivos
(cfr.  Lc  8,1-3). ¿Por qué ese empeño del llanto, del arrepentimiento y del
en resaltar la purificación de los cuer- perdón ese relato primitivo resultaba
pos femeninos?, ¿no sería igual de excesivamente carnal y políticamente
25
incorrecto para el evangelista. ¿Pero tación no acaba justificando el sistema
no será precisamente ahí, en la inco- religioso-político excluyente?
rrección política de un encuentro in-
condicional y desprejuiciado entre el
Mesías de los judíos y una prostituta La somatopolítica
agradecida, donde reside el germen de desconcierta afirmando
la alternativa somatopolítica del Reino
de Dios? La somatopolítica descon- que los publicanos y las
cierta afirmando que los publicanos prostitutas van por delante
y las prostitutas van por delante en en el Reino de Dios.
el reino de Dios (Mt 21,31), la políti-
ca imperial domestica la provocación
traduciéndola a su favor: «los “publi-
canos convertidos” y las “prostitutas En la interpretación somatopolíti-
arrepentidas” nos llevan la delantera ca, el testimonio de la ofrenda que el
en el Reino», pero esa lectura apocada exleproso pone ante el sacerdote no
lleva a otra política y, mucho me temo, funciona como llave que abre la puer-
que a otro reino. No se trata aquí de ta para la reintegración del expulsado,
negar la fuerza de transformación que sino como constancia de que, en otro
en sus vidas supuso el encuentro con lugar y con otras prácticas, su cuerpo
Jesús, sino dejar claro que su conver- queda reconocido e integrado en una
sión no era una condición para seguir a comunidad no excluyente. Su ofrenda
Jesús sino más bien una consecuencia. testimonia la existencia de una alterna-
La relectura somatopolítica de los tiva política no regida por el discurso
evangelios rompe con las interpreta- y las prácticas del Templo. ¿Por qué
ciones inclusivas y las determinacio- desearía volver al redil normativo del
nes normativas. Desde la perspectiva relato hegemónico puro-impuro al-
de la política del cuidado, los relatos guien que ha disfrutado de la narración
evangélicos no apuntalan el status liberadora de una praxis de cuidado
quo político imperante, antes bien, incluyente y simétrica (no olvidemos
se presentan como grietas que inau- que Jesús «toca» a leprosos participan-
guran nuevas hermenéuticas, nuevas do así de su impureza)? ¿Por qué no
prácticas y nuevos espacios políticos imaginar una comunidad de cuerpos
habitables. La lectura terapéutico- vulnerables con capacidad para gene-
normativa del pasaje de aquel leproso rar relatos y conocimientos subalternos
al que Jesús curó, y al que mandó ir a a la epistemología imperial existente?
presentarse al sacerdote y entregar la Vitruvio puso toda clase de excusas
ofrenda prescrita por Moisés para que para no acudir al banquete. El anfitrión
quedara constancia (Mt 8,1-3), pondrá indignado mandó traer entonces a todos
en valor el poder sanador de Jesús y la las Benjaminas pobres, lisiadas, ciegas
deriva inclusiva de un exleproso que, y cojas que hambreaban cuidados en
una vez sanado, puede reincorporarse plazas y calles (cfr.  Lc  14,16-24). En
al sistema normativo que previamente ningún sitio pone que aquellas Benja-
le había excluido. ¿Pero esta interpre- minas invitadas tuviesen que dejar a la
26
puerta del comedor su pobreza, su in- Las concentraciones silenciosas, inclu-
validez, su ceguera o su cojera. Hasta sive las vigilias o los funerales, a menu-
ahora se nos ha explicado el texto alu- do significan más que el simple relato
diendo a la cerrazón de los ricos, a la escrito u oral de los motivos por los que
magnanimidad del anfitrión, a la dispo- se convocaron31.
nibilidad de los invitados, o al carácter
alegórico que ve en los invitados a gen-
tiles y paganos no judíos. Todas estas 3.7  Los tiempos lentos del
lecturas tienen su razón y fundamento; cuidado
pero ¿no es tiempo ya de inaugurar una
lectura somatopolítica que ponga en Terminamos nuestra breve aproxima-
valor la herejía alternativa que generan ción somatopolítica a los evangelios
cuerpos vulnerables compartiendo co- aludiendo a los tiempos pausados del
mida, relatos y sueños sentados alrede- cuidado frente a la urgencia resoluti-
dor de la mesa del Reino? va de la teología clásica. No tenemos
nada que objetar a la tarea teológico-
política que propone «bajar de la cruz
La política del cuidado a los pueblos crucificados», la preca-
reivindica el valor salvífico- riedad no es un estado que sacralizar o
naturalizar, sino una situación injusta
revolucionario de las que combatir cuanto antes; pero, dicho
mediaciones lentas del esto, la política del cuidado reivindica
cuidado. el valor salvífico-revolucionario de las
mediaciones lentas del cuidado. Tan
eficaz es –en un horizonte teológico y
político– la decisión resolutiva de José
Cuerpos disidentes sentados como de Arimatea bajando el cadáver de
comensales de pleno derecho en la Jesús de la cruz (Mt 27,57-60), como
mesa del Reino expresan y anticipan el acompañamiento silencioso de su
performativamente una realidad salví- agonía permaneciendo junto a él a los
fica ya operativa. Como afirma Judith pies de la cruz, como hicieron algunas
Butler: mujeres (Jn  19,25). También el acto
«inútil» de cuidar un cadáver embal-
Ante todo vemos que tiene importancia samándolo con aromas forma parte
que los cuerpos se reúnan, y que estos del relato sorpresivo de la resurrección
ponen en juego significantes políticos (Lc 24,1).
más allá del discurso, tanto del oral Las prácticas políticas de cuidado
como del escrito. En toda su extensión, se acompasan al ritmo del acompaña-
las acciones corporeizadas tienen signi- miento. El héroe salvífico curaría de
ficados distintos que, en sentido estric- forma mágica las lesiones del hombre
to, no son discursivos ni prediscursivos. apaleado al borde del camino, el sama-
En otras palabras, estas formas de reu- ritano utiliza las mediaciones pausadas
nión ya son significantes antes (y apar- del cuidado: vendar heridas, echarles
te) de las reclamaciones que planteen. aceite y vino, montarlo en la propia
27
cabalgadura, llevarlo a una posada, pa- 3.8  Vulnerables del mundo,
gar dos denarios para que lo sigan cui- ¡uníos!
dando (Lc 10,34-35). El héroe tiene el
poder de combatir el hambre de forma El papa Francisco denuncia que en la so-
instantánea, pero la somatopolítica del ciedad del descarte los excluidos no son
cuidado vence la tentación de convertir explotados sino desechos, sobrantes32.
las piedras en pan (Mt 4,3), y pide que Hay vidas tan precarias que no «sirven»
cada uno comparta lo que posee, aun- ni para ser explotadas. Cuerpos invisi-
que solo sean cinco panes y dos peces bles e inservibles que deambulan por
(Mt  14,17); el ritmo de compartir es los márgenes del reconocimiento social
también cadencia de cuidado. y que no aspiran a convertirse en suje-
tos políticos de ninguna sublevación.
Son el lumpen, los pobres de solemni-
Sólo intentamos rescatar dad despreciados hasta por el marxismo
del olvido las prácticas clásico (no conviene olvidar que hasta
los proletarios contaban con su poder
revolucionarias de cuidado de clase –justo ese poder era el que los
que el discurso eficacista ha configuraba como sujetos políticos re-
venido despreciando como volucionarios–). ¿Qué revolución po-
irrelevantes. drán anunciar sujetos que solo cuentan
con el aval político de sus cuerpos im-
potentes?
¿La vulnerabilidad es solo el lugar
Los sillones de escay de los hospi- precario del grito que implora el auxi-
tales son testigos mudos de las miles lio del héroe?, o ¿el tejido somatopo-
de noches sin dormir y los millones de lítico donde se empieza a gestar una
horas de cuidados que muchas perso- esperanza nueva? ¿Solo el poder del
nas, sobre todo mujeres, dedican a sus individualismo autosuficiente es capaz
seres queridos más vulnerables. Horas de construir la política?, ¿no es posible
que no computan en la caja registrado- pensar y edificar la polis desde la «im-
ra del mercado neoliberal, pero que en potencia» de los cuerpos vulnerables?
la somatopolítica del cuidado se rei- Paul B. Preciado, disidente de género
vindican como plusvalía revoluciona- que ha hecho de su cuerpo bandera po-
ria a tener muy en cuenta. lítica, llama a una Internacional soma-
No se trata de contraponer eficacia topolítica que trence cuerpos vulnera-
y cuidado. No estamos proponiendo un bles capaces de descolonizar el mundo
repliegue asistencialista que reniega y transformar la «Terrapolítica». Pue-
de las ineludibles luchas estructurales de que hoy su propuesta no sea más
contra vulnerabilidades inaceptables. que un alegato provocador, pero en las
Sólo intentamos rescatar del olvido las profundidades de su convocatoria se
prácticas revolucionarias de cuidado percibe el eco de una nueva política de
que el discurso eficacista de Vitruvio la vulnerabilidad y el cuidado que ya
ha venido despreciando como irrele- se está gestando en los márgenes de la
vantes. política imperial33.
28
NOTAS

1. Nussbaum, Martha C. (2013). Los límites del drid: Alianza Editorial, pp.  70-71. «[…] aquí
patriotismo. Identidad, pertenencia y «ciuda- sólo quiero limitarme a preguntar si la natura-
danía mundial», Barcelona: Paidós, p. 168. leza de la ciencia no exige separar siempre y
2. Salvo indicación contraria, hablaré de hombre cuidadosamente la parte empírica de la racio-
en su acepción más restrictiva de varón, blan- nal y anteponer a la física propiamente dicha
co, adinerado, adulto y heterosexual. (la empírica) una metafísica de la naturaleza,
3. Cfr. Esposito, Roberto (2005). Immunitas. Pro- haciendo ir también por delante de la antropo-
tección y negación de la vida, Buenos Aires: logía práctica una metafísica de las costum-
Amorrortu, p. 9. bres, teniendo que depurar esas metafísicas de
4. Santos, Boaventura de Sousa (2002). «Hacia cualquier elemento empírico. […] Cualquiera
una concepción multicultural de los derechos ha de reconocer que una ley, cuando debe valer
humanos», El otro derecho, n.º 28, Bogotá: moralmente, o sea como fundamento de una
ILSA, pp. 68-69. obligación, tendría que conllevar una necesi-
5. Benhabib, Seyla (1992). «Una revisión del dad absoluta; cualquiera habrá de reconocer
debate sobre las mujeres y la teoría moral», en que un mandato como “no debes mentir”, o
Isegoría, n.º 6 (1992), pp. 49-50. las restantes leyes genuinamente morales, no
6. Mate, Reyes (2018). El tiempo, tribunal de la es algo que valga tan sólo para los hombres y
historia, Madrid: Trotta, p. 146. no haya de ser tenido en cuenta por otros se-
7. Papa Francisco, Encíclica Laudato si´, n.º 67. res racionales; tendría que reconocer, por lo
8. Riechmann, Jorge (2018). «Ecohumanismo tanto, que el fundamento de la obligación no
en el siglo de la gran prueba», en AA. VV., habría de ser buscado aquí en la naturaleza del
¡Despertemos! Propuestas para un humanis- hombre o en las circunstancias del mundo, sino
mo descentrado, Barcelona: Cristianisme i exclusivamente a priori en los conceptos de la
Justícia, Cuadernos n.º 209, p. 11. razón pura, y que a cualquier otra prescripción
9. Cortina, Adela (2005). Alianza y Contra- que se funde sobre principios de la mera ex-
to. Política, ética y religión, Madrid: Trotta, periencia, incluida una prescripción que fuera
p. 171. universal desde cierto punto de vista, en tanto
10. Las versiones androcéntricas que traducen que se sostenga lo más mínimo sobre funda-
sarx por ‘hombre’: «el Verbo se hizo hombre», mentos empíricos con arreglo a uno solo de sus
se acercarían más al sentido original si dijeran motivos, ciertamente se la puede calificar de
«el verbo se hizo pobre hombre». El himno “regla práctica”, más nunca de “ley moral”».
encarnatorio de la carta a los Filipenses apunta 14. Mèlich, Joan-Carles (2010). Ética de la com-
en el mismo sentido cuando afirma que: Cristo pasión, Barcelona: Herder, p. 143.
Jesús se despoja de su condición divina to- 15. Mates, Reyes (2013), La piedra desechada,
mando la condición de esclavo. (cf. Flp 2,6-7) Madrid: Trotta, p. 29.
11. Peces-Barba, Gregorio (2003). La dignidad 16. Rosenzweig, Franz (1997). La estrella de la
de la persona desde la Filosofía del Derecho, redención, Salamanca: Sígueme, pp. 44-45.
Madrid: Dykinson, p. 21. 17. Cfr. Morin, Edgar (1998). El Método IV. Las
12. Descartes, René (1980). Discurso del méto- ideas, Madrid: Cátedra, p. 117: «Recordemos
do, Madrid: Espasa Calpe, p. 62. que vivimos en un universo de signos, símbo-
13. Kant, Immanuel (2012). Fundamentación los, mensajes, figuraciones, imágenes, ideas,
para una metafísica de las costumbres, Ma- que nos designan cosas, estados de hecho,

29
fenómenos, problemas, pero que, por ello mis- Brevis, Barcelona: Càtedra Ramon Llull Blan-
mo, son los mediadores en las relaciones de querna, p. 324.
los hombres entre sí, con la sociedad, con el 22. Levinas, Emmanuel (2006). Humanismo del
mundo. En este sentido, la noosfera está pre- otro hombre, México: Siglo XXI, pp. 124-125.
sente en toda visión, concepción, transacción 23. Lasloz, Hervin (2013), El cambio cuántico.
entre cada sujeto humano con el mundo ex- Cómo el nuevo paradigma científico puede
terno, con los demás sujetos humanos y, en transformar la sociedad, Barcelona: Kairós
fin, consigo mismo. Es cierto que la noosfera p. 105.
tiene una entrada subjetiva, una función inter- 24. Cfr. Lorey, Isabell (2016). Estado de inseguri-
subjetiva, una misión transubjetiva, pero es un dad, Madrid: Traficantes de sueños.
constituyente objetivo de la realidad. 25. Gomá Lanzón, Javier (2007). Aquiles en el
Esta esfera es como un medio, en el sen- Gineceo o Aprender a ser mortal, Madrid:
tido mediador del término, que se interpone Taurus, p. 66.
entre nosotros y el mundo exterior para hacer 26. Mèlich, Joan-Carles (2012). Filosofía de la
que nos comuniquemos con éste. Es el medio finitud, Barcelona: Herder, p. 24.
conductor del conocimiento humano. Además, 27. Feito, Lydia (2017). «Construyendo la com-
nos envuelve como una atmósfera propiamen- pasión», en Gracia, Diego (coord.), Ética y
te antroposocial. De igual modo que las plan- ciudadanía. II. Deliberando sobre valores,
tas han producido el oxígeno de la atmósfera, Madrid: Fundación Xavier Zubiri, PPC, Fun-
indispensable a partir de ese momento para dación SM, p. 71.
la vida terrestre, igualmente las culturas hu- 28. Cortina, Adela (2010). Justicia cordial, Ma-
manas han producido símbolos, ideas, mitos drid: Trotta, p. 63 (las cursivas son mías).
que se han vuelto indispensables para nuestras 29. Ricoeur, Paul (2008). Lo justo II. Estudios,
vidas sociales. Los símbolos, ideas mitos han lecturas y ejercicios de ética aplicada, Ma-
creado un universo en el que habitan nuestros drid: Trotta.
espíritus». 30. Miquel Pericás, Esther (2007). «Jesús y
18. Citado en Martín-Palomo, María Teresa las prostitutas», en Miquel Pericás, Esther
(2010). «Autonomía, dependencia y vulnera- (coord.), Ellas os guiarán al reino de Dios,
bilidad en la construcción de la ciudadanía», Reseña Bíblica, nº. 54, Estella: Verbo Divino,
Zerbitzuan, n.º 48, Abendua, p. 63. pp. 35-43.
19. Torralba, Francesc (2002). Ética del cuidar. 31. Butler, Judith (2017). Cuerpos aliados y lu-
Fundamentos, contextos y problemas. Madrid: cha política: hacia una teoría performativa de
Institut Borja de de Bioética – Fundación Ma- la asamblea, Barcelona: Paidós, p. 15.
pfre Medicina, p. 247. 32. Papa Francisco, Evangelii Gaudium, n.º 53.
20. Butler, Judith (2006). Deshacer el género, 33. Preciado, Paul B. (2019). Un apartamento en
Barcelona: Paidós, pp. 43-44. Urano. Crónicas del cruce, Madrid: Anagra-
21. Mèlich, Joan-Carles (2014), «La condición ma, p. 42-43.
vulnerable (Una lectura de Emmanuel Levi-
nas, Judith Butler y Adriana Cavarero)», Ars

30
PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN

1. ¿Consideras que el paradigma de la autosuficiencia está agotado? ¿Como lo


argumentarías?

2. Dice el autor: «Una de las mayores aportaciones que las religiones pueden
ofrecer a la configuración de un nuevo relato ecosocial es mantener vivas sus
narraciones y sus tradiciones de fraternidad, cuidado y vulnerabilidad». ¿En
qué narraciones y tradiciones religiosas podemos encontrar hoy este nuevo
relato? ¿Qué aspectos del cristianismo pueden ayudar a ello?

3. ¿De qué forma la “descorporeización” (prescindir del cuerpo) y la “universa-


lidad” han configurado nuestras sociedades y nuestra forma de vivir?

4. Dice el autor: «Siempre y en todos los momentos de nuestra vida estamos


atravesados por una red oculta de relaciones de interdependencia y cuidado
que nos recuerdan una y otra vez nuestra vulnerabilidad constitutiva». ¿En
qué momentos de tu vida has tenido especial conciencia de ello? ¿Qué senti-
mientos despierta en ti ésta conciencia de vulnerabilidad?

5. Según lo que el autor comenta en el cuaderno, ¿la vulnerabilidad nos obliga


a renunciar a la autonomía? ¿En qué sentido el sentimiento de vulnerabilidad
puede purificar nuestro deseo de autonomía?

6. ¿De qué manera una lectura somatopolítica de los evangelios puede ayudar-
nos a revalorizar una vida más centrada en los cuidados?

7. ¿Qué aspectos del cuaderno te han ayudado a entender mejor la situación


que estamos viviendo a raíz de la pandemia del coronavirus?

31
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Cristianisme i Justícia (Fundació Lluís Espinal) es un centro de estu-
dios creado en Barcelona el año 1981. Agrupa un equipo de voluntariado
intelectual que tiene por objetivo promover la reflexión social y teológica
para contribuir a la transformación de las estructuras sociales y eclesia-
les. Forma parte de la red de centros Fe-Cultura-Justicia de España y de
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seminarios del equipo del centro y trabajos de sus miembros y colabora-
dores. Pueden descargarlos en: www.cristianismeijusticia.net/es/cuadernos
Últimos títulos:
213. CRISTIANISME I JUSTÍCIA , Abrazos de vida; 214. J. CARRERA , Vivir con
menos para vivir mejor; 215. SEMINARIO TEOLÓGICO DE CJ, Dios en tiem-
pos líquidos; 216. G. CASASNOVAS (ED.), Mercancías ficticias; 217. G. B IL-
BAO, I. SÁEZ, Por una (contra)cultura de la reconciliación; 218. V. CODINA,
¿Ser cristiano en Europa?; 219. J. LAGUNA, Vulnerables

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juntos; 17. J. VITORIA, En las víctimas está Dios reconciliando el mundo;
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