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La fiscal que entiende en el caso del cambio de sexo de Renato es paciente de Carlo.
Renato reclama que sus documentos puedan ser modificados para poder ser el
hombre que siente que define su ser. Él siente que “su verdadero yo no existe” hasta
que sea nombrado por la ley como tal. La existencia de su identidad sexual sólo puede
ser materializada en el reconocimiento social de su condición de hombre. La ley en
tanto marca del Otro social es necesaria para permitir el despliegue de la singularidad
de Renato. Sin embargo, la fiscal que entiende en el caso está convencida de que “los
intereses de la sociedad están por sobre las necesidades de los individuos”. Aludiendo
que el cambio de sexo de Renato supone un peligro para la seguridad social, se niega
a darle curso a su pedido.
Muchas son las formas en que el particularismo se materializa, en este caso, bajo el
principio de la igualdad para todos. La fiscal reclama un castigo a la conducta desviada
de Renato, que “pague el precio de sus decisiones” Esta frase, como veremos hacia el
final del episodio está dirigida a otro hombre que marcó la vida de la fiscal. Los valores
y principios defendidos con tesón y su posición extremadamente rígida ocultaban sus
propias miserias neuróticas. La responsabilidad eludida es la contracara de su
posición intransigente frente al joven Renato. La intervención analítica de Carlo la hará
descubrir un escenario inconsciente en el que se juega el reclamo de justicia por el
abandono de su padre. Ella cree que es injusto que su padre la haya abandonado por
otro hombre y ahora decide vengarse de esa afrenta con Renato. Llegada a este
punto, el análisis le permite hacerse responsable, abandonar su cruzada
discriminatoria hacia los trans y poner en acto un saber nuevo desconocido para
ella. Es cuando escucha su propio alegato en forma invertida cuando puede responder
por su implicación.
-La tercera ola del movimiento feminista, propiciada por las ideas de Butler, supuso
una crítica al esencialismo y una superación de la diferencia sexo –género impuesta
en la segunda ola. Es así como Butler discute el mandato heterosexual imperante en
el movimiento feminista, su intervención es desencializadora del sujeto, de la mujer, de
la naturaleza. En esta última serie podemos incluir los planteos desarrollados en este
episodio. El planteo de los personajes, podríamos afirmar que es anticlasificatorio. No
hay dos sexos, ni dos géneros sino que es imposible establecer una taxonomía del
sexo que queda modulado por el cuerpo sexuado de los sujetos singulares.
Para Lacan, no hay dos sexos. El Otro sexo no existe. Se trata de una no existencia
diferente a la de un caballo alado. Pegaso, el caballo alado, tiene designado pero no
tiene denotado. Por consiguiente, existe como significante pero no en la realidad. La
relación sexual no tiene significante. Es negatividad pura.
Reflexiones finales
Toda clasificación exige un ordenamiento que excluya e incluya, que limite y delimite,
que discrimine y segregue. Y este planteo es solidario con la dialéctica USP en tanto
que todo intento de definir y delimitar la sexualidad en un planteo de A y-A es
particularista.
Hablar de hombres y mujeres, machos y hembras solo puede ser concebido desde
ciertas categorías de pensamiento y lenguaje. El lenguaje funciona como instrumento
definitorio y clasificatorio. Para abolir el pensamiento heterosexual es necesario abolir
las clases que lo integran. Cuando Lacan conceptualiza la no relación sexual piensa el
goce en tanto autoerótico, solitario y ajeno a toda agrupación.