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Por supuesto existen sensibilidades de todo tipo y visto desde fuera, aunque
en esencia sea lo mismo, ir a una misa del Opus Dei y una de la Renovación
Carismática, pueden parecernos asistir a galaxias completamente diferentes, y
eso que ambos son caminos reconocidos por la Iglesia.
Pero el tema no es hablar de los diferentes tipos de misa, sino de por qué
hemos hecho del Evangelio algo tan tremendamente aburrido, por
sintomática de esto que sea la manera en que celebramos el acto central de
nuestra fe.
El problema va mucho más allá del tedio que supone ir a iglesias donde se
siguen cantando las mismas canciones que hace cuarenta años
machaconamente todos los domingos, donde la sensación es que la gente que
las canta sigue siendo la misma que lo hacía entonces pero con cuarenta años
más a las espaldas.
El problema es mucho más serio que pensar en si los curas hacen las homilías
más largas o cortas, más o menos aburridas, por mucho que laCongregación
del Clero esté insistiendo en que abreviemos, y la Conferencia Episcopal ya
se haya pronunciado en el mismo sentido.
Déjenme darle la vuelta a la tuerca y formular algo así como lex orandi, lex
vivendi ; la manera en la que oramos es la manera en la que vivimos.
Pero el problema no está ahí, va mucho más allá. Creo que la raíz del mismo
es que hemos hecho del Evangelio algo tremendamente aburrido y predecible.
Sin querer queriendo hemos domesticado el cristianismo, para acomodarlo
a una mentalidad y un modus vivendi que no nos complica demasiado la vida.
Y este es un programa que cualquier joven de los que ven películas de acción y
vibran con la épica del Señor de los Anillos podría comprender…pero no es
lo que vivimos, y obviamente en consecuencia todo el tema de la religión les
parece aburrido y hueco.
Más de uno diría: “yo para esto no me juego la vida y me arriesgo a acabar
despedazado en el foso de los leones”…algo me dice que
suscelebraciones serían más vivas que las nuestras, porque serían el reflejo
de la celebración que su vida cotidiana era, donde no se podían permitir el
lujo de dejar de ser cristianos ni un minuto.
“¡Oh! Pensé que él era un hombre- dijo Susan- ¿es peligroso? Me siento
un poco nerviosa ante la perspectiva de conocer a un león”.”
Y Dios nos perdone por haberlo hecho así, porque muchos verán este
antitestimonio antes que nada, y se harán ciegos a la Verdad del hijo de Dios,
que me amó y dio su vida por mí, y por ti, y por todos y cada uno de los seres
humanos de este planeta.