Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Las Provincias)
1
La feria de las vanidades y la incoherencia(*)
he participado los últimos cuatro años: primero, en una radio libre; luego, practicando la
quiromancia honradamente y vendiendo sobres sorpresa a 50 pesetas. Si, pese a ser buena
Siempre simpaticé con las utopías esbozadas por esos grupos que tanto hablan de
mugrientos elfos adoran a la madre naturaleza atusándose la maraña de sus verdes cabelleras,
capricho obtenido a costa de agrandar el agujero de ozono y de enrarecer la atmósfera con ponzoñas
químicas de indudable origen industrial. Justo detrás de mí, tiñosos desharrapados abominan entre
huelo que desconocen que en las piñatas un paquete de tres jabones vale 100 pesetas. Digo esto
porque basta pasearse por los tenderetes para ver los exorbitantes precios, y eso sin tener en cuenta
que algunos de los productos el único arte que entrañan es el de la estafa más sofisticada.
Por si estas pinceladas no bastaran para reflejar el caótico cuadro, he aquí el toque final:
una panda de feriantes prepotentes me expulsan del apenas metro cuadrado de césped que ocupaba.
La sinrazón, no ser adepta a ninguna de las sectas alternativas y no tener permiso. Se sabe que el
silencio otorga, pero no para esas gentes, que les escribes y ni te contestan o acudes a sus locales y
te encuentras con una reunión fantasma y con un colectivo tan cambiante cual Caleidoscopio(2) ...
Así pues, ellos y ellas, ¡todos okupas, qué irónico!, plegaron mi pañuelo, quitaron mi cartelito y me
amenazaron con recurrir a la fuerza si volvía (¿y aún hablan de la violencia estatal?) Igual suerte
2
corrió un guitarrista, que acabó cantándoles las cuarenta yendo de un lado a otro agotado por la
carrera; la estrategia era ingeniosa, porque no ocupaba ningún espacio en concreto y a la vez era
omnipresente, pero agotadora. A un pobre acordeonista que pedía la voluntad también lo echaron (y
parte fue a esos cofrades enfundados en pieles que se oponen a la tortura animal y te ponen la
Finalmente, tras jactarse de haber echado a Green Peace, uno de esos feriantes (de muy
pocas luces) nos dijo que lo importante era participar. “Yo he montado toda la instalación eléctrica;
tú vienes aquí y lo tienes todo hecho”, quejóse. Cayó la noche, las farolas brillaron por su ausencia
M. J. Zapater
(*) Esta carta, por la que fui contratada en Las Provincias, la firmé así: María Jesús Zapater Muñoz (licenciada en
(2) Juego de palabras, pues Caleidoscopio es precisamente el nombre del colectivo en cuestión. Salió publicado en
De capa caída(*)
3
Greeenpeace, que el año pasado puso el grito en el cielo al ver el creciente agujero de
lema de su campaña (“No tragues con los inmaduros”), que defienden a capa y espada.
Recordemos la revisión del Protocolo de Montreal, que debía haberse producido a fines del
95 y se retrasó hasta el 96. Allí se olvidaron otra vez de prohibir el terrible fumigante agrícola (el
Los HCFCs son gases de la misma calaña que los famosos CFCs, cuyos fabricantes sin
escrúpulos tan estoicamente han burlado hasta hace bien poco el cumplimiento del acuerdo: las
excepciones brotaron como setas emponzoñadas. Si “la excepción confirma la regla”, en este caso
las reglas eran la excepción. El ozono, pues, no estaba en 1995 para celebrar con fanfarrias el X
aniversario de la firma del Convenio de Viena, que poco tenía de triunfo histórico. Aún ahora anda
de capa caída.
Científicos de todo el mundo han demostrado que el uso del metalbromuro es tan nocivo
para la salud como innecesario para la agricultura, pero como, según se ve, aquí lo que cuenta es la
filosofía del progreso industrial y el chollo interminable de los grandes alquimistas posmodernos
como Elff-Atochem(1), pues seguimos abonados al veneno. Así, en vez de contar con saludables
frutos de la tierra, lo que nos queda es sólo indigesto y pestilente caldo de cultivo para lucros,
desnaturalizaciones y espejismos.
Claro que, no faltan voces de alarma, ecos disidentes que se alzan contra esa pandilla
nefaria de envenenadores internacionales tan brutos cual arado. ¿Acaso alguien piensa que esto es
escandaloso?, en modo alguno; los ecologistas, lógicamente, sólo intentamos concienciar y poner
verdes a los embaucadores (sadomasoquistas inconscientes) que se creen que “todo el campo es
orégano”.
4
Pero este mensaje no va sólo contra las empresas químicas: es lamentable que entre los
propios científicos haya quien, haciendo gala del optimismo más retrógrado, se congratule por el
problema. Uno de estos insensatos es Stolarsky, fuente original de la siguiente majadería: “El
agujero de ozono ofrece un aspecto positivo..., ha espoleado a los investigadores a estudiar más
muchos, consuelo de tontos”, aunque yo lo sustituiría por “Mal de muchos, regocijo de Stolarsky”,
y es que la ocurrencia me huele a la filosofía del enterrador, que más contento está cuando más
trabajo tiene.
medioambientales empeoran, algunos miserables van cosechando fortunas mientras cavan también
¿Cuándo dejarán los peces gordos de hacer de su capa un sayo? ¿Se sentirá ofendido algún
vampiro de la Hermética Cofradía Fariseo Contaminante (o entidades afines)? Si es así, era mi sana
e incisiva intención; además, por algo será: “Quien se pica, ajos come”, dicen.
M. J. Zapater
(*) Este artículo, excluyendo el comentario del principio relativo a los pececitos, lo escribí cuando cursaba quinto de
Periodismo para una revista que debí diseñar en la asignatura de Relaciones Internacionales: la llamé El Eco Lógico.
5
CENSURADO
El Verbo(*)
necesariamente ha de evolucionar, que no degenerar; este sacrílego error es algo que los que se
creen más cultos ni siquiera pueden entender. Neologismos sí, puesto que si no se cuenta con un
vocablo para designar cierto objeto y este vocablo existe en otra lengua, lógico es que lo
¡Clama al cielo ver salpicadas por tales herejías las conversaciones de esos que dicen ser los más
duchos en el manejo de la pluma, así como las inmaculadas páginas de ciertos libros considerados
imprescindibles!
Cuando García Márquez proclamó la caótica igualdad entre la “b” y la “v” y la “g” y la
“j”, se me cayó el alma a los pies; la muerte de la “h” me dejó muda de asombro e indignación.
Aquello fue la guindilla que coronó el pastel, de tal modo me picó la noticia. “¡Infamia! ¡Irreligión!
¡Insoportable ignorancia!”, pensé. Para mí, que siempre ha sido imprescindible poner los puntos
sobre las íes (soy así de puntillosa), aquel horror era imperdonable. “¡Dios mío!, ¿me quedaré sola
decadencia!”, concluí. Y abominando del impío, en romántico arrebato me abismé una vez más en
la deliciosa lectura de Teófilo Gautier; luego me enfrasqué en los impecables sonetos de Baudelaire
Así pues, acérrima defensora de la pureza de cualquier lengua, cosa que debería ser el pan
nuestro de cada día, tampoco podía permanecer al margen de la polémica entre valencianistas y
catalanistas. ¿Por qué unos y otros en lugar de tanto resentimiento político no se basan en meras
6
cuestiones formales y gramaticales al defender una u otra lengua? Los valencianistas malgastan sus
energías hablando mal de los catalanistas (y viceversa), sin pensar que lo primordial es hablar bien
la lengua a la que tanto dicen amar. Y no me refiero a esas personas sencillas que han carecido de
instrucción y que hablan no se sabe qué, sino a toda la vasta pléyade de mal llamados intelectuales
que ejercen orgullosos su profesión liberal y se las pasan ultrajando el lenguaje y dando deplorable
ejemplo al pueblo de cómo se debe hablar. Dentro de esta vergonzante pléyade hallamos registros
ininteligible e inefable; el político, verídico al ciento por ciento cuando se trata de insultar al
lenguas, compararlas, sacar conclusiones y, después, opinar lo que gustaran, pero cuidando la forma
Toda lengua es igualmente digna, respetable y válida. Que todos opinen lo que quieran por
escrito u oralmente en la lengua que quieran, pero que no la destrocen ni la adulteren, por favor: es
dañino para la vista y molestísimo para el oído. “Al pan, pan, y al vino, vino.” Amén.
M. J. Zapater
7
Rojo, amarillo y... rojo(*)
Quien haya sufrido alguna vez la eterna espera de estar parado ante el semáforo en rojo de
mil diablos. Y es que el semaforito tampoco tiene término medio; a veces, en rojo está un minuto,
pero otras puede estarlo hasta más de tres. Eso sí, en verde sólo aguanta de tres a ocho segundos.
crean que sólo los conductores pasan de la indignación escarlata al amarillo hepático para acabar
poniendo verde al condenado semáforo. Todas las personas, conductoras o viandantes, son víctimas
de tan inefable enigma urbano. También quienes no conducen vehículos de motor (sufridos e
inocentes ciclistas) salen perjudicados; claro que, gracias a su naturaleza escurridiza se libran antes
carbono exhaladas por docenas de tubos de escape? Realmente, es para salir corriendo. Pero claro, a
ver quién se anima a una carrerita saludable con tal atmósfera, aunque el parquecito colindante sea
de los pocos decentes y halagüeños de todo el Marítimo. Sin embargo, algún cabinista disidente
dice que está hasta el gorro del parque; uno de los efectos secundarios del eviterno semáforo y sus
Así pues, mientras dura la obligada parada, los resignados conductores optan por cerrar a
cal y canto la ventanilla y ocultar su histeria tras el periódico, o se abisman en la lectura de algún
libro.
Los masoquistas que no tienen bastante con el dióxido de carbono llenan sus pulmones
(pitillo en boca) de nicotina y alquitrán. También se puede echar una siestecita, si es que los
ensordecedores pitidos de los más exaltados (esos que del verde bucólico ya han pasado al negro
dantesco) te lo permiten.
8
Hay otras vías de escape: aparcar el coche en plena calzada y mudar aires yendo a tomar
una tilita al bar de al lado. O hacer un viaje astral. O iniciarte en la meditación trascendental, ya que
No pases de pasar por tan paradisíaco lugar. Y prepárate. Rojo, amarillo y... rojo. Señoras
M. J. Zapater
(*) Este artículo de opinión fue editado en Diario del Marítimo con forma de reportaje y una fotografía para burlar la
posible censura. Llevaba por titular: La mala regulación del semáforo de Av. del Puerto-J. J. Dómine origina largas
9
El Marítimo necesita un repaso(*)
Qué bonito sería tener una varita mágica para poder arreglar en un abrir y cerrar de ojos
todos los desastres que hay en la ciudad. Pero no. Al abrirlos, ¿qué se ve? La desolación de siempre
subsanan anomalías. Son, si se comparan con otros problemas mayores, menudencias, pero son
retirada de las bombonas que había en J. J. Síster, que no dejaban respirar tranquilo al personal (y
con razón), pese a que eran de oxígeno; retirada del tenderete del mendigo que malvivía en un
parque del Cabañal; mayor vigilancia policial en el parque de Sorolla a causa de los drogadictos;
retirada de escombros en ciertos barrios; arreglo de las escaleras mecánicas de bajada de Renfe, en
la estación del Cabañal; comienzo de las amorosas obras en J. J. Síster; apertura del chalé de Blasco
Ibáñez...
No es para celebrarlo con fanfarrias. El Marítimo sigue de pena marinera; hay zonas en las
que no se puede dar un paso sin hallar irregularidades. Y, aparte de carecer de varita esotérica (1)
para hacerlas desaparecer, falta la escoba para volar cuanto antes del lugar.
Veamos lo que aún queda por barrer: todavía no hay urinarios en la playa, con lo cual
sufrido vecindario de las Atarazanas sigue sin poder dormir (3): dicen que cada dos por tres vienen
depravadas y mágicas ninfas (esas que echan un polvo y desaparecen). Añaden que las suele vigilar
un príncipe malvado (ese que deja su caballo y se va). Muchos solares y casas en ruinas siguen
haciendo honor a su triste decadencia. La casa museo de Blasco Ibáñez aún no permite la entrada de
minusválidos(4) debido a su mal diseño. Muchas bocas de riego y alumbrado siguen abiertas,
clamando al cielo (lo peor es que en alguna pone “alumvrado”, ¡qué herejía!)
10
En fin. Todavía quedan asignaturas pendientes.
M. J. Zapater
(3) Todos los comentarios que siguen entre paréntesis fueron censurados.
(4) Desde aquí y hasta el final (a excepción del párrafo último) fue todo suprimido. ¿Falta de espacio? ¿Mala saña?
En cualquier caso, la censura aplicada le quita al artículo gran parte de la gracia; el resultado final tras la mutilación
11
Patidifuso se quedó el personal que se encontraba en la playa de la Malvarrosa el pasado
sábado, 2 de agosto, ante la avalancha de excrementos que invadió la orilla(1). Lo que el viento trajo
dejó a la gente boquiabierta, pero pronto tuvo que cerrarla a fin de no engullir tal nauseabunda
materia orgánica(2). Y es que no hay por qué tragar con la inmundicia (3). Ni con la falta de urinarios
playeros tampoco.
El día anterior, viernes, ondeó la bandera escarlata debido al fuerte oleaje; ya se olía algo.
El fatídico sábado se enarboló en principio la amarilla, pero sobre las cuatro se cambió por la verde.
Verde fue como pusieron los espantados bañistas al mar, y eso que, como afirmaron, éste lo estaba
Por tanto, al fuerte aire se debió lo ocurrido(4). Pero para aire el que se dieron los cacos,
quienes, aprovechando el revuelo causado por las cacas, hicieron su agosto para todo lo que queda
de mes, y aún queda. ¿Quién cree, visto el panorama, que en la playa de la Malvarrosa se está de
cine? Los mangantes de la playa constituyeron la versión nacional de la empalagosa serie yanqui.
Saber dónde estaba en aquellos momentos la Policía está más turbio que el agua. Mártires
de Cruz Roja hubieron de poner orden; algunos turistas, hasta la fecha enamorados de la costa
valenciana, se hacían cruces. A Laurent López, joven parisién, pongo por testigo de que así fue.
“Desde pequeño vengo a Valencia a veranear, y nunca había visto nada igual. Estoy horrorizado.”
de risa al saberla; hasta se ahogaban. Pero, por gracia que tenga, ya está bien de cagarse en la mar
salada: es cacofónico y es cochino. Y no es para reír, es para llorar, y mucho (5). Es de pena marinera
el desinterés del Ayuntamiento por colocar urinarios playeros provisionales vigilados por personal
asalariado. Los restaurantes y hoteles del paseo Marítimo, servicios privados, ya están hasta el
Que se depure el agua. Que se instalen los tan reclamados urinarios (6). María Palau, amable
ciudadana que escribió a Las Provincias al descubrir, para su estupefacción, a un hombre meando
12
en su propio coche, es testigo de que las consecuencias que tal deficiencia acarrea son todo un
espectaculito.
Por favor, basta de candidatos a la cistitis, que bastante faenita tienen diariamente los
socorristas. Y sigamos llorando, que si a la autoridad no le conmueve la cruz que toda la ciudadanía
arrastra, al menos eliminaremos líquido. Otros, los masoquistas, optarán por seguir sudando la gota
M. J. Zapater
(*) El titular fue alargado; así quedó: Lo que el viento trajo dejó a la gente boquiabierta, con lo que para mí pierde la
gracia, pues mi intención era que recordara lo más posible al título de la famosa película Lo que el viento se llevó.
Sobre el tema de la falta de urinarios playeros escribí dos columnas: esta y otra llamada Sonrisas y lágrimas. Esta
última se publicó el 7 de agosto en Diario del Marítimo, pero mutilada de tal forma que cualquier parecido con lo que
fue es pura coincidencia, por lo que no la transcribo. La estrategia del censor fue fallida, pues en Lo que el viento
trajo vertí todos los comentarios ácidos que recogía Sonrisas y lágrimas, encima, multiplicados. Lo que no censuró la
directora lo censuró un jefecillo irresponsable de cuyo nombre no quiero que nadie se acuerde.
(Del 1 al 6) Aquí, para llenar líneas, se puso punto y aparte, sin tener en cuenta que hay gran diferencia entre punto y
punto y aparte. Su distribución quedó de lo más aleatoria. Otra de las manías de L.P.
13
El estruendo de los borregos(*)
segundos y el oído aún se resiente. Entre la densa polvareda levantada y el negro y pestilente
pantalones tan rayados en sus costados como él, gafas de espejo que reflejan el espanto general y
Sobre el terreno queda la huella causada por los caballitos que temerariamente hacía, entre
otras monerías(1). Por allí la hierba no volverá a crecer jamás. Este es uno, sólo uno más, de los
múltiples vándalos que integran los escuadrones de incivilizados que no dejan al pueblo vivir en
paz.
Donde probablemente tampoco vuelva a crecer la hierba es en las zonas terciarias que hay
en el paseo Marítimo, en las que en varias placas se lee: “Césped recién sembrado. ¡No pisar!” (2) Si
de otra hierbecita se tratara, seguro que mucho se cuidarían de dejarla crecer para luego viajar sin
moverse del sitio. Pero como no es así, les importa un comino pisotearlas, así que continúan su ruta
Estos efebos son tan ligeros de cascos que a pocos de ellos se los podrá comparar con la
Hormiga Atómica, cuyo cerebro ya quisieran tener. He aquí una muestra: “¡Iremos por donde nos
dé la gana! ¡Estáis todos colgados!”, berrea Antonio López, quien, para mi regocijo, no pudo
coronar su grosería yéndose en su moto haciendo cabriolas, ya que su colega Abel la estaba aún
reparando. Esperemos que Antonio no reaccione como Caín. Otro adepto a la hermandad suicida,
que prefiere quedar en el anonimato, afirma: “¡Cuantos más muertos haya, mejor!”
palabras necias, oídos sordos”. Y la verdad es que, con la ruidera que arman algunos, más vale estar
sordo(4). Sin embargo, aplicado a ellos, el dicho quedaría así, pues todo es relativo: “A oídos necios,
14
sobran las palabras”, ya que poco se ve que oyen. Si no, no se explica que aguanten tal estruendo
permanente. Y digo “permanente” porque cuando no van en moto están en esas nocturnas salas de
máquinas llamadas “discotecas”(5), aunque los hay esclavos del estéreo que optan por ambos
martirios a la vez(6): es decir, ir en moto y llevar por únicos cascos los del walkman, que
El joven ciclista José Miguel Perales nos expone su cáustica teoría sobre el asunto; quizá
despeje muchas incógnitas: “En caso de exceso de decibelios, el cerebro (al que va, entre otros, el
Así pues, ante la actitud impasible de esos gamberros, resulta misión imposible buscar
M. J. Zapater
(*) Al insertar este artículo agregaron a su titular “¡¡Rrruuuuuumm!!” (expresión que abre el texto) para alargarlo,
no se´por qué. Esto obligó a cortar líneas. El estruendo de los borregos, sin más, lo escogí pensando en la película El
(1) Esta primera frase del párrafo fue suprimida porque sobraban líneas, como en el resto de casos que siguen,
indicados con llamada. En total, a la columna le sobraban unas 18 líneas, no sólo porque había debajo de ella
(2) “(...) en las que en varias placas se lee: Césped recién sembrado. ¡No pisar! fue suprimido y sustituido por “(...)
15
(4) Esta frase fue reducida así: “Y es que con la ruidera que arman, más vale estar sordo.” El “sin embargo” que sigue
(5) La frase fue mutilada y se dejó simplemente “(...) están en salas de máquinas”, dificultando su sentido.
(7) “(...) que machaconamente irradia ruidos pesqueros” fue eliminada, con lo que se omite la alusión que quería
(8) Lo entrecomillado se respetó, pero se omitió el adjetivo “joven” y el nombre del ciclista. El último párrafo del
16
Esplendor en la hierba o atracción fatal(*)
“Eso que brilla, ¿son luciérnagas o algunas de las estrellas que llovieron el otro día?”, se
preguntará alguien al ver los alcorques de la ciudad rebosantes de colillas. Y es que resulta inefable
enigma descubrir qué recóndito placer experimentarán aquellas almas rastreras que son víctimas del
irrefrenable impulso de echar allí los cigarrillos. Así, si ya es patético ver muchos de estos espacios
sin árbol (el Marítimo es triste ejemplo de ello), aún lo es más pensar que, si lo hay, el pobre habrá
el suelo, arrancados de cuajo. Esta canallada, junto con el derribo de señales de tráfico, parece ser la
nueva moda en Valencia, sobre todo en el paseo Marítimo. Así pues, aunque haya que tocar madera
porque la campaña contra incendios promovida por Zaplana esté resultando, no hay que dormirse
en los laureles. Ya está Valencia bastante quemada como para que ahora, encima, pléyades de
jovenzuelos incivilizados se dediquen a echar más leña al fuego segando los pulmones de la ciudad.
drásticamente se puede deber a que ya no queda gran cosa por quemar, hay que pensar en la
condición de los abogados de la caída de la hoja. Las estadísticas están que arden; veamos: según el
Servicio de Prevención de Incendios, el 46% de ellos se debe a inocentes que van al campo a
divertirse (o sea, irresponsables), el 24% a tormentas, el 22% son provocados y el resto ni se sabe.
Pero no nos vayamos por las ramas y centrémonos en ese siniestro 22%, integrado, entre otros, por
Cuando ya no queden árboles, al menos se podrá colgar a los degenerados que sean
conscientes de su crimen del árbol genealógico que guarden en el bolsillo. Sobre tales bastardos de
la especie debería caer todo el peso de la Ley, a golpe de mazo tallado con el último de los árboles
caídos. A fuego lento consumarían el resto de su tórrida existencia, no cavando su tumba (cosa que
ya hicieron), sino plantando cipreses y tejos funerarios. El día en que su exhausto cuerpo no fuera
17
más que un amasijo de huesos podridos (ya que entrañas nunca tuvieron), se mezclaría con las
Una noche, cuando el viento haga ondear las verdes cabelleras, la cicuta agitará su
incensario blanco, y aunque al escuchar el canto del ruiseñor Diana se envuelva en un sudario, nada
impedirá que algunos contemplemos con amarga sonrisa el fosfórico y pálido refulgir de sus huesos
M. J. Zapater
(*) Una clara y brevísima alusión a la especulación del suelo quemado adrede por las empresas, y que olvidé
guardarme para que quedara constancia de ella, fue censurada por Mª Consuelo Reyna, que alegó que, como una ley
lo prohibía, ya no se producía.
18
Cómo ser persona y no morir en el intento
pavisosería de las niñatas con pelo teñido de alheña y cuerpo prefabricado, ni el nepotismo y sus
derivados ni la caridad.
Sea hombre, mujer, hermafrodita, fauno, serafín o marciano, que luche por su puesto. Así
pues, nada de reservar plazas, como en los palcos. Nada de inmerecidos y vejatorios privilegios.
¿Hasta dónde vamos a llegar? La actitud de las personas que postulan esta nueva y patética
doctrina, que no es más que puro sexismo rebozado de falsa consideración, es como la de quien se
deja ganar al ajedrez porque siente lástima de la supuesta inferioridad de su contrincante. Igual.
Para incoherencias, de las que el mundo está lleno, las de las feministas, personas que
merecen ser tan detestadas como los/as machistas. Cuando lo digo algunas féminas se me comen y
me echan en cara estar de parte de ellos, como si esto fuera una guerra. Y la verdad es que esas
mujeres son de armas tomar... Siempre me he preguntado por qué si dicen defender la igualdad no
que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres”. Pues a aplicarse el cuento toca.
Conclusión: tan negativo es el machismo como el feminismo, pero, por favor, llamemos a
El sexismo lo encontramos por doquier. Ahí va un ejemplo muy a tono con uno de los
temas más machacones de este verano (la falta de urinarios públicos). ¿Qué pone en algunas placas
19
de las puertas de los aseos?, pues “Caballeros” y “Señoritas”. ¿Por qué no pone “Señoritas” y
“Señoritos”? Porque en este país tal término tiene connotaciones. Es decir, que evoca la idea de un
Pero vayamos a cosas más serias, como las del campo del humor. ¿Por qué cuando algo o
explicaré y temo morir sin descubrir jamás la incógnita, tan profunda como el sexo de los ángeles.
esto ayudara a estar al nivel viril. ¿A qué nivel?, al de los borregos sometidos, quizás.
Hablando del Ejército, a ver si deja ya de mandarme cartitas para que me aliste. No pienso
ir, y mi negativa no se escuda en la “M” que hay en mi carné de identidad, sino en mi condición y
Volviendo al sexismo y para concluir, ojalá y para siempre algún día podamos decir de él:
punto final.
M. J. Zapater
20
La beca es una tómbola(*)
estatal, pero que aún no la ha cobrado. Al leer en El Cabinista esta queja, recordé el compromiso
que adquirí con el Síndico de Agravios, institución gracias a la cual yo pude cobrar mi beca
compensatoria, beca que, pese a merecer, la Universidad Politécnica de Valencia me denegó. Fue
Este joven ha estado esperando unos dos meses. Yo esperé cinco años: en primero de
Periodismo (1991) solicité la beca, en 1995 el Tribunal Superior de Justicia de Valencia (sala de lo
Las Matemáticas son universales; desde E.G.B. se nos enseña esto: (-) : (+) = (-). El juez,
entendiendo que una renta per cápita de 235.000 pesetas era inferior al resultado de dividir
-1.750.727 pesetas entre tres personas, falló a mi favor (o sea, acertó). El Jurado de Selección de
Becarios de la Politécnica estaba presidido entonces por Marcela Miró (actual consejera de
Bienestar Social y ex consejera de Cultura, Educación y Ciencia). Miró, toda una ingeniera
agrónoma, negó tal evidencia. Una de dos: o el jurado que ella encabezaba no sabía dividir (cosa
escandalosa), o empleó el método del dardo y la diana al conceder becas (cosa, no de juzgado de
Así pues, al tribunal acudí. Mientras duraron los trámites, el jurado no dio la cara ante el
juez porque decía ser mero intermediario entre el Ministerio de Educación y Ciencia y el alumnado.
Esto no es así, porque quien decide es Politécnica, pese a que quien pague sea el Ministerio; por
tanto lo lógico era demandar a la Politécnica. Además, una vez dictada la sentencia, la extravió,
21
Fue preciso que el juez me entregara otro original de la sentencia, fue preciso obligar a las
Para evitar tropelías(2), he aquí los pasos que todo estudiante seguro de cumplir los
requisitos para la concesión de la beca estatal debe seguir en caso de, una vez agotada la vía
procurador. Asegúrate de que en letra pequeña se aclara que quedas libre de las costas procesales.
carta enviada te facilitarán los datos de tu abogado de oficio. Comunícate con él en seguida y
3) Como posiblemente la otra parte no se presente, el Tribunal dictará sentencia sin juicio
Tribunal tres originales del mismo: uno para la parte demandada, otro para ti y otro para enviarlo
directamente a Madrid (al Ministerio de Educación y Ciencia). Será el Tribunal quien lo mande,
pero asegúrate de que en todo momento los trámites se llevan a cabo con originales o bien con
copias compulsadas(3).
22
Lo prometido es deuda. Ahora que tengo la oportunidad de aplaudir públicamente la labor
de esta entidad, he querido hacerlo. Una vez más, gracias. Y, por favor, no se olviden de que hay
muchos estudiantes que vienen detrás y que pueden estar en la misma situación en la que yo
estuve(4).
M. J. Zapater
(*) Lo que voy a contar demuestra las irónicas casualidades del destino. El abogado que me llevó el caso de la beca
denegada para estudiar Periodismo, Francisco Celdrán Martínez, supe, cuando ya llevaba más de un año en L.P., que
años atrás había ocupado mi lugar en el periódico, en Diario del Marítimo, con lo que sabía de qué iba el paño.
Además, Marcela Miró, responsable del Jurado de Selección de Becarios (al que yo había demandado en 1993), fue
años después, en 1998 y ya convertida en consejera de Bienestar Social, la que me entregó el tercer premio sobre
barreras arquitectónicas, que gané por seis trabajos publicados en L.P. ¡Cuántas vueltas da la vida!
(1) “(...) fue preciso amenazar a la Politécnica con presentarles un acta notarial para que cumplieran la Ley” fue
censurado.
23
CENSURADO
Cierto es que las palomas dañan el patrimonio histórico, del cual soy tan defensora como
el que más. Pero también lo daña la lluvia, que erosiona lentamente la piedra y oxida el metal, y
más si la lluvia es ácida. Y con las industrias contaminantes que la causan nadie se mete. A esto
agrego que, además de defensora del arte, soy defensora de la vida, aunque sea la de una paloma y
Se dice que han de ser exterminadas porque, al comer de las basuras, transmiten
infecciones. Pues entonces que se dediquen a perseguir ratas, murciélagos, gatos, perros y
cucarachas, que las hay, y bien gordas, por toda la ciudad. O que se dediquen a cazar camellos, los
cuales pueden encontrarse en abundancia sin necesidad de largarse al desierto. Y, siguiendo con
esta filosofía con claras reminiscencias hitlerianas, aún se me ocurre una crueldad más triste: que
persigan también a los mendigos, ya que habitualmente escarban en los contenedores para poder
comer.
El concejal Vicente Martínez Marco anunció hace tiempo elevadas sanciones para quien
alimentara a las palomas con restos de comida. ¡Y a quien rompe papeleras y bancos, qué! ¡Y a los
motoristas que no dejan dormir al personal, qué! ¡Y a quien trafica con vidas, qué!
¿A quién que viva en este país, tan aficionado a la sangría taurina y otras barbaridades
como las perreras, extraña esto? Ya los nazis se dedicaron a erradicar de la faz de la tierra a todo ser
considerado indeseable o infecto. La drástica medida, por tanto, no sería nueva. Los estorninos ya
fueron ahuyentados con traca porque molestaban todo el día; ya podían haber tirado los petardos a
los jovenzuelos motorizados, que incordian todo el día y toda la noche. De hecho, ya está previsto
que en septiembre los operarios de Sanidad capturen las palomas supuestamente enfermas para
24
Se propaga la idea de que pueden ser nocivas para la salud humana y así se pretende
justificar su exterminio. Esta excusa, esgrimida por los técnicos de la delegación de Sanidad del
Ayuntamiento, se cae por su propio peso, y más cuando, a continuación, añaden estas mismas
fuentes que, aunque redujeran de 35.000 a 15.000 el número de ejemplares para dejar sólo vivas a
aquellas que estuvieran sanas, esta cifra aún sería excesiva. Por favor, honestidad. Pueden
demostrar que están enfermas, pueden demostrar que las iglesias presentan sus fachadas alteradas a
causa de sus excrementos, de acuerdo. Pero lo que no pueden demostrar es que molesten porque
hay muchas. ¡Por todos los santos de la catedral, que tan deteriorada está debido a estas aves!, ¿por
qué no sanarlas en lugar de matarlas, como hace una amiga mía? ¿Por qué no llevarlas a los
Viveros después?
naturaleza ésta ha salido perjudicada, a lo que yo añado que exceptuando cuando se sube a un
¿Qué hay en el fondo de tal empeño por eliminar estas aves? ¿Acaso se pretende ahorrar el
dinero invertido en limpiar los elementos artísticos? ¿Por qué en lugar de matarlas no se las cura?
¿Qué sería de nuestra tradicional plaza de la Virgen sin las bandadas de palomas que siempre la han
frecuentado?
M. J. Zapater
(*) La Reyna me censuró este artículo, que escribí entre fines de agosto y principios de septiembre de 1997, porque
odiaba a las palomas por carroñeras y porque, desde que vio la película Los pájaros, de Hitchcock, detestaba aún más
a las aves.
25
Rebelde con causa
en las Escolapias(2). Yo no quería, pues desde pequeña me han entusiasmado todo tipo de columnas:
desde las dóricas hasta las salomónicas, pasando por las cariátides y las de opinión, como puede
verse. Pero la razón de mi testarudez era, más que la columna, el piano que había detrás, un piano
casi a oscuras, para que escarmentara. Yo salí tan campante (a otras insubordinadas otro gallo les
cantó); siempre me atrajeron el color negro y la soledad. Cuando supo que no sabía las notas
Rememoraba yo estas escenas y otras muchas, harto nítidas pese al tiempo transcurrido,
cuando hablaba con una amiga y compañera de calvario en ese colegio religioso sobre los cambios
en la enseñanza y el daño que pueden hacer algunos psicólogos y parte del profesorado. Ahora hay
Entré con sólo tres años y sin pasar por el aro del psicólogo, señor que se ha equivocado, y
se equivocará, en muchas de sus predicciones sobre la valía de las niñas. A quien tenga la suerte de
no ofenderse fácilmente, como servidora, no le habrá quedado trauma. Pero, ¿cuántas niñas, hoy
mujeres, estarán frustradas por su culpa? Decretó que era anormal (por defecto, claro), que
necesitaba un colegio especial y que otra psicóloga me analizara. Ésta le dijo que era él quien
Al poco tiempo me expulsaron, no por carta, sino por teléfono: había roto un retrete,
rayado todas las mesas, destrozado medio colegio y, lo que era peor, no había encajado en ninguna
de las casillas estereotipadas del psicólogo. No el retrete, sino la pila, fue lo que rompí, pero no con
cuatro años, sino ya en octavo, y porque unas niñas me encerraron en el aseo y quise salir saltando
26
Pero vuelvo a las primeras andanzas. El inspector, estupefacto por la expulsión, amenazó
con denunciar a las monjas. Conscientes las alimañas con hábito(3) de la ilegalidad de sus planes,
cedieron y tuvieron que soportarme. Me rebelaba contra el resto de niñas, jugaba sola, me abismaba
mirando las nubes, tildaba palabras antes de que se me enseñara, narraba de memoria (palabra por
palabra) el cuento de La bella durmiente, poseía una extraña y desbordante fluidez verbal, me las
pasaba pintando soles y una querida osa de felpa que aún conservo, nunca lloraba (pese a las
perrerías que me hicieron), pasaba largos ratos colgada de los columpios (cual murciélago), me
Por contrapartida, tenía dificultades para manejar los números y en gimnasia nunca llegué
al “nivel normal” que ellas establecieron (me ahogaba al correr). Y es que mi infancia también son
recuerdos de un patio de pesadilla. No todo el mundo puede ser atleta. No todas las personas
podemos correr una hora entera sin parar. Hay igualdades e igualdades; ¿cuándo lo entenderán?
M. J. Zapater
(1) Alguien, creyendo corregir lo que suponía un apellido erróneo, cambió “Calasanz” por “Sanz”, con lo que metió
(3) “(...) las alimañas con hábito” fue censurado también; otro ejemplo de la obsesión de L.P. por creerse blanco de
múltiples querellas “como castillos”, según palabras de una de las gacetilleras de allí.
27
Qué bien que cae Caiga quien caiga
Perdida la mirada en lontananza, impenetrable tras las inquietantes gafas de sol, de punta
en negro e impertérritos avanzan en pos del inefable rastro del cochino “jabalín”. Sorteando
magnolias decapitadas y cazando mariposas ebúrneas, allí donde las tiñosas ovejillas retozan,
¡Qué regocijo íntimo saber que ha vuelto CQC! CQC es como la flor de loto, que se
yergue del fango para abrazar el sol. ¡Que nadie lo copie o lo estropeará! Aquí sólo se copian
bazofias de esas que dicen llegar al corazón (aunque yo creo que no llegan ni a la suela del zapato
de David el gnomo).
La ancestral y rutilante sabiduría del Gran Wyoming, su aguda gracia, sus rabietas y su
cara de conde Draco convencen de que, sin CQC, la caja boba sólo sería un amasijo de espacios
lacrimógenos que hacen más llorar por su ínfima calidad que por el desgarrado patetismo de su
contenido. Tanto Wyoming como Draco (el de Barrio Sésamo) tiran al degüello; esperemos que
enciclopedia ambulante que nunca será lo suficientemente alabada... Su curso de ética periodística
debería durar dos horas diarias. Juanjito debe de ser de los que, al compás de un preludio de J. S.
Bach, no pueden dormir abismados en juegos malabares como este: “Subí la vaca lechera en la baca
del coche y me fui. Al rato tuve que parar porque se me cayeron las...”
Injustos son quienes tachan al tierno y malicioso Pablo Carbonell de no tener dónde caerse
muerto. ¡Calumnia! Aunque Pablito no ha dejado de ser el mismo calavera que en los memorables
tiempos en que canturreaba con los Toreros Muertos (benditos sinvergüenzas que sólo por el
nombre ya merecían un aplauso)(2), no por ello ha de ser diana de la infamia. ¡Qué desparpajo y qué
28
gracia tiene el puñetero! Los políticos mucho tendrían que aprender de él; ya saben, esos que por
únicas verdades esgrimen los insultos con que mutuamente se atacan. Estos hablan mucho y no
dicen nada; Pablito dice cuatro cosas cuando en el fondo ha dicho ocho (¡caleidoscópico ingenio!)
Canten y verán(3):
“Estamos alrededor del palacio residencial. Queremos entrar sin pagar, queremos coger a
la Historia y tirárnosla por detrás (...) En el dormitorio, la cama real, por fin recuperada para el
mundo. Traedla para acá, os voy a hacer una demostración de su uso. Traedme a la reina, traedme a
las infantas, esto es una fiesta y el público canta por detrás, por detrás: ¡Bum!, ¡bum! (...)”. El
osado Pablito capaz sería de entonarla para la boda de la infanta; sería la guindilla del pastel.
Hablando de dulces, ahí está el empalagosillo Tonino. Me topé con él este verano en una
óptica generalmente conocida y lo único que hice fue repetir esta letanía: “¡Es Tonino!, ¡es Tonino”
Y yo tontaina por no haber corrido detrás. ¡Oh, Tonino! Cualquier día nos deleitará con sus
M. J. Zapater
(1) “Esperemos” y “Ambos”, por falta de espacio, fueron suprimidos; el sentido de la frase no varía por ello.
(2) “(...) que sólo por el nombre ya merecían un aplauso” fue censurado. La bárbara vena provinciana pro
29
(3) Desde “Canten y verán”, todo el fragmento musical fue censurado. L.P. no aguanta, ni en broma, ataques a la
monarquía. También el principio del párrafo siguiente a éste fue eliminado, en este caso por falta de espacio:
“Hablando de dulces”. El párrafo que alude a Pablo y el que habla de Tonino fueron fusionados; inconvenientes de la
30
CENSURADO
allí reinante se ha desbordado. Las obras se han olvidado de los accesos peatonales (la peña salta
alambradas en las que se hiere), las señales de tráfico parecen distribuidas por la Gallina Ciega y,
encima, el profesorado y el funcionariado, con el rollo del traslado, han perdido actas, inventado
Y es digna de crédito la palabra de los estudiantes, sobre todo porque la que escribe estas
líneas ha sido fugaz estudiante de Bellas Artes en ese caos llamado Politécnico. Doy fe de que
demandas tan serias y legítimas como montar tribunales no son ni siquiera contempladas: o sea, que
La pesadilla de Los chicos del maíz resulta tierna menudencia, insulso cuentecillo de
hadas, si se lo compara con la odisea diaria por la que tienen que pasar los cientos de alumnos que
estudian en la Politécnica.
Se sabe que el elevado índice de suspensos obliga a los estudiantes a dejarse allí la piel
más años de los necesarios (por supuesto, la culpa no la tienen los jóvenes valencianos, sino el
nefasto sistema deseducativo). Al decir “dejarse la piel” me refiero también a la parte escabrosa del
asunto: los más de veinte minutos que se tarda en ir a cualquier punto del campus obligan al
personal a atajar por caminos de cabras sembrados de alambradas herrumbrosas en las que se
hieren. Los conductores tampoco salen de rositas: varios son ya los que se han dejado las ruedas
allí. Tales caminuchos son dignos de la más barriobajera y triste de las películas de Rambo.
A las altas esferas del campus se les debería caer la cara de vergüenza al hablar del alto
nivel impartido, de sus modernas instalaciones y demás horteradas de alto copete. Y es que cuando
está en juego la salud de las personas lo demás es más que secundario. Vistas tales prácticas
31
guerrilleras, aún tendrán los de arriba el cáustico cinismo de regodearse por los ingenieros de
caminos que salen de allí; ingenieros de caminos sí, pero de caminos de cabras, en todo caso.
Si salieran a luz todos los chanchullos que el funcionariado y quienes lo dirigen se llevan
entre manos, a muchos se les habría caído el pelo. A quienes, desgraciadamente, sí se les ha caído,
ha sido a varios estudiantes y conserjes. Uno de ellos, palabra de un futuro ingeniero, exclamó el
otro día: “Politécnico! ¡Bah! ¡Muchas instalaciones y mucha tontería! ¡Pasar entre alambradas a
Sabido es que el alumnado, al actuar habitualmente cual rebaño, aguanta muchas perrerías,
pero esto ya ha llegado al colmo. El lunes 22 y el martes 23 de septiembre pasaron varios jóvenes
por la enfermería de la Politécnica: uno, herido en la cara; otro, en la frente... Testigos hay que han
visto tan fatídicos accidentes, así como la sangre reseca y los cabellos que aún hay en los alambres,
Completan el trayecto turístico gatos muertos, una pestilente acequia, ratas, maleza y otras
lindezas de similar ralea. Hábitat perfecto para una desgarrada película de terror.
M. J. Zapater
32
Cada vez hay más adolescentes estúpidas y feas, y las hay de dos clases: las pavas
machistas y las pavas feministas. En el siglo XIX, al menos algunas, como decía Óscar Wilde,
“eran un sexo meramente decorativo”. Ahora, dejando a un lado la homosexualidad del escritor,
seguro que si levantara la cabeza ni siquiera osaría afirmar que sirven para decorar. Para denigrar
Dentro del saco de las pavas machistas entran esas que pretenden comerse el mundo y sus
liposomas a la chita callando y al compás de la más gárrula(1) de las canciones de Enrique Iglesias.
Suelen estar tísicas e ir uniformadas, ya que su más alta aspiración es ser modelos (de
tontería y de belleza mal entendida). Párense a pensar y concluirán que cada vez son más horribles
las modelos, de verdad. Sus rasgos son exagerados, su rostro carece de armonía y su cuerpo es una
Estas pavas nunca llevan la iniciativa, aman las galanterías más taimadas y se pirran por
las flores, pero sólo si se las regalan a ellas. Con los labios hinchados de nauseabunda silicona y
escondidas.
viscosa no puede estar. Piensa (¿piensa?) su enclenque y diminuto cerebro que con el yogur
desteñido que engullen por la noche junto a la sacarina (“de marca”, claro está) compensan la cosa
y redimen su herejía pija crónica(2). Otras veces se fuman un cigarrillo light o toman un heladito sin
azúcar, que también los hay. ¡Ríanse del absurdo! Por favor, seriedad: o blanco o negro; o un buen
helado de avellana (o de otras delicias) o régimen riguroso, pero que no me vayan con medias tintas
horteras.
Pasemos ahora al saco de las pavas feministas. Adoran a las Spice Girls, forman bandas de
tiarronas que se muelen a tortas y se perforan la oreja cual cedazo. Aún no se han enterado de que
33
Las más bestias se tatúan la espalda y se adornan el clítoris o los pezones con anillas; dicen
que así es más placentero (para las alumnas de la escuela del marqués de Sade, quizás) (3). Lo
insólito es que son esas mismas pavas las que luego van por ahí abominando de la circuncisión
realizada en los países hipócritamente llamados del tercer mundo, así como de la tortura animal y
demás. La única explicación que encuentro a tan estremecedor fenómeno es que son
sadomasoquistas.
M. J. Zapater
(1) Al vocablo “gárrula” (significa “hortera”), algún despabilado corrector le quitó la tilde. Que la ignorancia general
diga “garrula” no disculpa que un filólogo también sea adepto al terrorismo lingüístico, y menos aún que meta baza
(3) En este caso, por la misma razón de arriba, se hizo también punto y aparte.
34
La Politécnica, siguiendo con sus escandalosas incoherencias, ha organizado para el
mártir alumnado sigue saltando las oxidadas alambradas del atajo, en las que, literalmente, se deja
la piel.
El inhóspito atajito es la futura y halagüeña zona verde de la que hablan los folletos del
Galileo Galilei, el colegio mayor más grande de España. Pero, mientras eso llega, muchas personas
son ya las que se han encargado de poner al lugarejo bien, bien verde.
Este es el actual panorama del Politécnico, aunque dada la profusión de inacabables obras
emprendidas desde que abrió sus puertas, podría por ello ser la triste estampa de cualquier otro año.
Pero no, es la del presente, a pesar de que por las características que se van a citar es el vivo reflejo
de la Prehistoria. O de la guerra del Vietnam, para quien no quiera remontarse a tan agrestes
tiempos.
Esto es lo que hay: perros y gatos muertos y en descomposición, una acequia desbordada,
socavones en los que los coches se estampan, señales insólitas y peligrosísimas, maleza de más de
todo esto porque los cerebros que planearon las obras se olvidaron de los accesos peatonales. Así, el
personal va por este infame atajo para no dar un rodeo de 20 minutos. Increíble situación, y más
con la de ingenieros de caminos, arquitectos y entendidos en Obras Públicas que hay en el campus.
El curso, llamado Accesibilidad al Medio Físico, volcado en las personas con minusvalías
físicas, no deja de ser sorprendente. Si varios jóvenes sanos y fuertes han salido heridos, ¿qué será
sitio mejor que la alambrada para dejar seco en el acto a cualquiera. Desgraciadamente, dudoso es
(2)
que los encopetados ponentes se den una vueltecita por ahí . ¿Es que sólo prima velar por una
buena y falsa imagen de puertas para fuera? Visto el panorama, ¿con qué cara se atreven a dar la
conferencia Seguridad en los edificios y a criticar los recintos deportivos en que se desarrollaron los
35
El salvaje atajo es lo más denigrante, incívico y antihigiénico con que un estudiante se
puede topar en un campus. Y la desfachatez mostrada por altos cargos del Politécnico, el vivo
M. J. Zapater
(2) Ídem.
36
¿No quieres caldo?, pues dos pavas(*)
Pero, ¿alguien puede decirme qué carrera tiene esa niña como no sea la que recorrió su media el día
en que se cayó de morros en la pasarela, allá en los repipis tiempos en que quería ser modelo? ¿O
fue cuando yendo en moto con su querido David acabó besando ese preciado sudor de las flores, el
¡Qué mala pata tuvo! Me recordó a mi muñeca Rosaura, que hace años se cayó escaleras
abajo, se partió una pierna y a partir de entonces mis amigas y yo la llamamos Cojaura.
En fin, el caso es que por el morro se salvó. Y ahora, por la cara, a la tele, ¿no? ¡Muy
bonito! Ya está bastante degradado el lenguaje como para que encima, ahora, aguantemos los
barbarismos y demás barbaridades con que esta cría aturdirá los tímpanos de quien se exponga a
ella.
Hablando de rocío, no hay que olvidar las flores. ¿Qué le chillaron un grupo de cachondos
periodistas a Mar Flores cuando fue a no sé dónde a hablar de su lamentable peliculita? “¡Ridícula!,
¡pava! ¡Vete a fregar!...” El resto, imagínese. Mi primo, que lo vio, confiesa que la pobre le dio
El tema de las moniatas y las pavas crispará a más de una. Lo que es yo, estoy encantada,
ya que el presidente Clinton me dio la razón a distancia. Ha sido algo así como telepatía. El caso es
que ha denunciado públicamente a aquellas modelos “anoréxicas y drogadictas, esas que son mal
ejemplo para todas las jóvenes”, como muy bien dijo hace unos días(2). Después de esto algunas se
rasgarán las vestiduras, aunque por las pintas que la mayoría exhiben en las pasarelas, años ha se las
rasgaron muchas. Al grano: no sólo la elegancia y originalidad de los trajecitos deja mucho que
desear, sino que a veces ni siquiera hay trapos que criticar, ya que salen medio desnudas.
Al respecto me comentaba un amigo que ni siquiera así son agradables de ver, ya que el
espantoso maquillaje, las clavículas mortuorias y las pieles macilentas que ostentan bastan para
37
echar a correr, que no para... A otra cosa, que luego dicen las malas lenguas que mis columnas se
basan en el insulto, a lo que respondo que “pava” es lo más suave que se me ocurre para designar a
esos seres. Además, es simplemente un adjetivo propio del registro familiar y sólo muy ligeramente
Como decía, agrega mi amigo que las maquillan como para hacer honor al espanto, y que
Así pues, que siga la campaña antitisis. A quien le pique, que se rasque. ¿No quieres
caldo?, pues dos pavas. A más de una le vendría de perlas el alimento de semejante sopita.
M. J. Zapater
(*) Este artículo lo escribí como réplica a un comentario de una persona que llamó a la lamentable sección de El
Cabinista, dolido por mi columna La decadencia del bello sexo, publicada días antes (el 2 de octubre).
(2) Aquí se me puso un punto y aparte. Se concluye que ambos cambios no obedecen a razones de espacio, ya que no
alteran el número de líneas dispuesto por mí originalmente. Ignoro por qué se hizo.
38
La educación no va sobre ruedas
Hay que ver y escuchar cómo está el tráfico. Son deleznables las groserías machistas, los
arranques prepotentes y las miradas de arriba abajo que a una le lanzan cuando conduce. El
cochecillo de servidora cabe en cualquier sitio, pero esa no es razón para que la trituren con
furibundos ojos, cual mota insignificante y despreciable, cuando intenta respetar las señales viales.
chulos saltándose los semáforos y asustando a los peatones y a cualquier bicho viviente que los
acompañe. Si una da la casualidad de que se cuela por cualquier sitio (permitido, claro) y se pone la
primera en la cola con la intención de no moverse hasta que el semáforo lo permita, pues entonces
una sarta de pitideras estridentes entretejidas con rudos comentarios de la más baja estofa la sumen
No tienen ni idea de quién va dentro del cochecillo y del escasísimo tiempo que llevo
conduciendo. Si lo supieran se estarían calladitos para no ponerme de los nervios. Antes (hace un
mes), optaba por lanzar penetrante mirada cargada de desprecio. Ahora, para evitar problemas, subo
los cristales y me hago la sorda, si es que antes con el claxon no lo han logrado ya.
Esta es la última que me he tenido que oír, y todo por estar parada en un semáforo en rojo:
“¡Tonta!” Que yo sepa, tonta es la descendencia de una que yo me sé, que alardea muy finamente
de haber gozado de cinco maridos y de tener cinco hijos de papá. Claro que, en realidad, no son
machista maleducado!”
No los soporto, de verdad, me sacan de quicio. Lo que espero es que cualquier día no me
saquen del coche para sacarle los ojos al moniato de turno, porque con lo alterada que me ponen...
39
Vayamos a los camioneros del paseo Marítimo, que no sólo se creen en el París-Dakar,
sino que te pitan y te chillan si no te apartas. Puede imaginarse además la velocidad a la que pasan,
con lo cual una se queda temblando sobre el asfalto, cual gelatinosa tartilla de frambuesa. Y para
postre, por si el temblequeo no bastara, la bocanada de negro monóxido con que te envuelven al
instante.
pastilla, ni tampoco de los abuelos que se adormecen en sus cochazos kilométricos y que no miran
no va sobre ruedas.
M. J. Zapater
40
Frente a la decadencia de la moda, la moda decadente
Pasarela en la que se exhiben, dando la nota, algunos de los modelos de Versace: picos,
trapos, nalgas, pechos, ridículos contoneos y pavas. Una venerable vecina, muy anciana, que
durante décadas fue diseñadora en París para casas tan prestigiosas y aún elegantes, por fortuna,
como Yves Saint-Laurent, me llama, indignada: “¡Mari!, ¿has visto qué desvergüenza?”
crea no usa el cuerpo como comodín, sino que lo oculta o lo insinúa. Pero el desnudo medio velado
por un trapo informe no es diseño ni es arte. Es chabacanería y falta de imaginación. Una pasarela
no debe ser una sala erótica; digo mal, una sala X, ya que cada vez son más los desfiles de mujeres
Por tanto, frente a la decadencia de la moda propongo una moda decadente, un estilo que
decadente entraña el buen gusto por los detalles y la exacerbación del Yo como principio y fin al
que debe tender el estilo propio. La moda es muchas veces lo contrario: la aniquilación del ego
frente a un anónimo y colectivo gusto masivo, aunque sea a escala elitista. Digo esto porque en los
figurines que muestran las pasarelas parisinas, aunque hay trajes maravillosos, hay otros horribles.
Así, hasta desde las altas esferas se impone un prêt à porter más o menos accesible (a la
hora de copiarlo) y para andar por casa, aunque a veces, de tan espantoso, ni para andar por casa
sirve. Si lo importante es estar bien con una misma, herético es ir hecha un desastre en soledad.
hilo de la moda. Dejando a un lado que con el buen gusto se nace y que sobre gustos ya he hablado
y escrito bastante a lo largo de mi cuarto de siglo, incido en que sea la personalidad la que mande:
con idea y poco dinero se pueden hacer prodigios. La mitad de lo que llevo me lo he hecho yo,
41
Como Óscar Wilde, abogo por la armonía y la comodidad: vestidos que emulen las túnicas
griegas, tan sencillas e imponentes a la vez. Wilde también se entusiasmaba por la casaca del XVII;
dice en su ensayo Otras ideas radicales sobre la reforma del traje: “En el siglo XVII los faldones
de la casaca estaban a veces levantados por medio de ojetes y cordones, de manera que pudieran
levantarse a voluntad. A veces se dejaba sencillamente abierta por los costados. En uno u otro caso
Con este camafeo cierro la columna y me despido hasta la próxima prendido en el ojal un
pensamiento de Chopin.
M. J. Zapater
42
CENSURADO
¿Qué impresión se puede tener de un país que por un canal emite la evolución de un juicio
contra unos artistas acusados de corromper menores y que por otro difunde las estupideces de los
Hace unos instantes se me ha ocurrido tachar el humor de esos dos hermanos de sexista.
Pero no lo es. Es simplemente chabacano. Los comportamientos irrisorios (que no graciosos) que
“peluqueras”, sino que denigran la dignidad de esos seres como personas que son. Muchas tendrán
sus defectos, pero también, aunque no necesariamente esos mismos, tienen defectos las periodistas,
humoristas llamándolos “maricones”. La cuestión no es que hayan de ser despreciados por ser
homosexuales, lo sea uno de ellos o los dos, cosa que me da igual. Lo que ya no me da igual es que,
como se sospecha, uno de ellos sea pederasta, vicioso habituado a practicar con los infantes toda
clase de vejaciones. Eso es precisamente, si es cierto, lo que se les debe echar en cara. Eso es lo
asqueroso.
Sade, aunque muy ingenioso y curioso de leer, resulta venenoso cuando afirma que el
fuerte tiene todo el derecho del mundo a aprovecharse del débil (o sea, mujeres y criaturas). Este es
precisamente el principio de la mayoría de los pederastas (¡principio digo!, pero si esa gente no
Me subo a la parra cuando encuentro a alguien que, en plan filosófico, empieza a divagar
sobre que cada cual es como es y que contra eso nada se puede hacer. “¡Ah!, es que está loco, no
43
estaba en lo que hacía...”, se dice a veces. ¡Pamplinas! Claro que cada cual es como es, pero de
ningún modo quiere eso decir que se tenga que soportar. No se puede tolerar la intolerancia. Los
nazis, por ejemplo, son nazis, pero no por ello se ha de convivir con ellos. Los enajenados violentos
que son asesinos en potencia está claro que son locos, pero no por ello se ha de hacer la vista gorda
Es la tercera vez que se intenta empezar el segundo juicio contra Rafael Medina Fernández
posibilidad de que este engendro, que ya cumple condena por lo mismo y por traficar con drogas,
pueda ir a la cárcel sólo para dormir. Historias como esta son, en verdad, las que impiden conciliar
el sueño. Y aún hay quien tiene ganas de reírse viendo basuras sin gracia en televisión.
M. J. Zapater
(*) Escrito entre el 27 y el 29 de octubre de 1997. La Reyna lo censuró por “ser querellable”.
44
Y, colorín colorado, el comunismo se ha acabado(*)
Lo siento, pero es así. No es el fin del comunismo que la mayoría de la gente imagina, sino
el del auténtico. Una de las cosas que más me indignan son las incoherencias, así que me explicaré.
necesidad de compartir. Esto es, resumiendo, lo que yo concibo como comunismo o anarquismo: no
llamar a nada ni a nadie “mío”, carecer de toda propiedad y vivir austeramente. La figura de Cristo
(modelo universal de perfección por ser Dios), tal y como se reproduce en la Biblia, es la del
comunista por antonomasia. Conclusión: es difícil ser comunista, es difícil encontrar alguien que lo
sea.
Sin embargo, aunque difícil es hallar comunistas, no es imposible, pues no hace falta poner
a Cristo como modelo. Los misioneros, sin ir más lejos, son por lo general otro admirable ejemplo
de entrega y desinterés material, así como algunos miembros de órdenes tan rígidas como la de los
Pero vayamos a ejemplos aún más cotidianos. Alguien puede creer, como era mi caso
hasta hace apenas medio año, que los okupas son el último paradigma anarcocomunista que ha
sobrevivido a esta era poscapitalista. Pero no. Claro está que habrá excepciones, pero en conjunto
Estos grupos, organizados en comunas, están tan replegados sobre sí mismos que llegan a
abrazar el sectarismo. Y no es ésta sólo una postura de repulsa hacia el resto de la sociedad, sino
que la marginalidad afecta a los propios miembros del colectivo que osen disentir. Enarbolando por
única bandera la de la libertad, imponen ideas generales, actitudes y hasta modos de vestir que, si
son cuestionados, acaban por apartar a la oveja negra. Crítica sí, pero para los demás. No se dan
cuenta de que la autocrítica es, ya desde tiempos de Marx, uno de los pilares de la izquierda.
“Más vale ser oveja negra que borrego caqui”, suelen decir los okupas. Así que todos
encantados de ir contracorriente. Ahora bien, como alguno quiera ser oveja verde o canario flauta,
45
mal lo tiene. Quieren la unificación, aunque sea a costa de la estandarización de gustos y
vestimentas. Pobre de la okupa que no se rasgue las medias de colores o no se enmarañe el pelo con
rastas. Y lo de pobre no va esta vez con segundas, aunque una suela ser la abogada de las
Servidora, que a causa de un percance con la cofradía okupa firmó una vez como
encantada de serlo.
M. J. Zapater
(*) Este artículo motivó un comentario de Reyna, la directora del periódico. Se sorprendía de que hubiera cambiado
de chaqueta, a lo que contesté que me había malinterpretado, pues siempre había pensado así. Mis ideas, aunque
(2) “(...) aunque una suele ser abogada de las ambivalencias” fue eliminado por cuestión de espacio.
46
La eterna sonrisa de las calaveras
Como el cáustico Serafín Rojo me preguntó: “¿Por qué ríen las calaveras?”, y en seguida
pienso en la entrañable e insólita forma en que celebran en Méjico el “día de los muertitos”, fiesta
Mientras que aquí, como ya criticó en su día el sombrío Larra, la población se afana por
correr al cementerio (“¡Al cementerio!, ¡al cementerio!”), allí las criaturas corretean por las calles
con dulces en forma de calavera en los que va inscrito su nombre. Esto se da sobre todo en aquellos
Además, existe allí la creencia azteca de que son los muertos los que visitan a los vivos
En Méjico es la noche del 2 al 3 de noviembre cuando se celebra esta halagüeña fiesta. Los
hogares se engalanan con guirnaldas de flores y con cirios para recibir a las almas; se erigen altares
y en ellos se coloca la que fue comida favorita del muerto, sus objetos personales y algo que aluda a
sus pasatiempos.
Tal tradición sorprende y extraña en un país en el que Todos Santos rezuma profunda
melancolía y solemnidad. Pero en Méjico es distinto porque allí la muerte es algo cotidiano
(hambrunas, enfermedades...), algo natural con lo que se aprende a convivir desde temprana edad(2).
terroríficos(4), intenta sublimar sus problemas cotidianos y afrontar el más allá con optimismo. Las
Otros, los instruidos en esoterismo, aprovechan esa noche para celebrar el cuarto de los
sabats más importantes del año. En él, seriamente(6), refuerzan sus energías psíquicas. El resto de
47
Sin embargo, hasta la faz más negra y tétrica de la muerte tiene su encanto. ¿Quién no ha
Remontándose a los tiempos de los templarios, que eran guerreros y religiosos a la vez,
este escritor intimista explica el odio que nació entre los hidalgos castellanos y los árabes que
conquistaron Soria. Estos ocuparon el monte, que pertenecía los templarios, y allí cazaron cuanto
quisieron. El odio derivó en sangrienta(7) guerra; “aquello no fue una cacería, sino una batalla
espantosa (...) El monte se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo
monte y en cuyo atrio se enterraron juntos a amigos y enemigos, comenzó a arruinarse. Desde
Historia que invita a sumirse en la inconsciencia de las flores blancas(8). Como Teófilo
Gautier, creo firmemente(9) que el mundo invisible es lo cotidiano, pero no creo en la paz de los
M. J. Zapater
(2) Desde el contenido del paréntesis y hasta el final del párrafo fue suprimido.
48
Historias del hombre
Ahí va esta empalagosa columna; es que una está hoy un poco sentimental.
Siempre de punta en negro, pálido y esbelto, Ramoncín se torna más joven y más atractivo
Lo de “otoños” va por los chalecos decimonónicos, típicamente elegantes, como los de los
decadentes, que tanto adoraban la caída de la hoja y los crepúsculos rojos. ¿Qué se le podría decir a
este artista cuando te abruma con su verborrea precisa en el momento oportuno? Algo así como “tus
Yo creo que la belleza progresiva de Ramoncín y su sombría causticidad tienen que ver
con lo que le pasó a Dorian Gray. Digo esto porque no me lo imagino en un quirófano alisándose la
piel y esas horteradas propias de pavas y pavos. Y Ramoncín no lo es; si acaso será el “rey del pollo
Mas, para hombres de bandera, Antonio, aunque también Manuel lo es. Ambos son
actores, ambos morenos, ambos fuertes y con unos ojazos oscuros que embelesan. Cierto es que a
mí Antoñito me ha defraudado con sus caprichos yankis, pero lo sigo admirando. Si no, que se lo
pregunten a mi media naranja, que está hasta el gorro de soportar su foto junto a la cabecera de mi
cama. Pero está simplemente porque le da a la habitación una estética ideal; es como un aromado
ramillete de orquídeas, exuberantes flores de carnosos labelos que parecen llamar a quien los mira.
tontería. En fin, pasemos a un par de futbolistas no menos suculentos: Fernando Couto y Josep
Guardiola.
49
Siempre que me han preguntado qué futbolista me gusta he contestado que ninguno, pero
desde que apareció Guardiola, la cosa cambia. Es todo un príncipe azulgrana, al igual que Couto.
Por cierto, que a éste lo llaman Couto Banderas, ya que recuerda un poco a Antonio.
qué aspecto tendría, pero en las fotos está de muerte, sobre todo en la del cortejo fúnebre, esa que le
hizo Alberto Korda. Esa foto ha recorrido todo el mundo y se ha convertido en icono.
que por qué mi espíritu afín es ángel rubio y de ojos verdes que las bellezas helénicas, esas que
recuerdan a las estampas seráficas y a los perfiles de camafeos antiguos, no resultan menos
M. J. Zapater
50
Recuerdos al borde del abismo
humanidad se encamina al borde del abismo. El abismo, esa eterna dimensión de lo desconocido, el
abismo sin fronteras donde bogan quienes van contracorriente, sin amo y sin patria. Cuando el
mundo por fin se precipite al abismo, me bastará para sonreír el saber que ningún capitalista tiene
nada que explotar allí. En cambio, a nosotros y nosotras, nos quedará el idealismo.”
espacio radiofónico Al borde del abismo, a ritmo de gaitas y guitarras distorsionadas. Información,
ocultismo, poesía, literatura y radionovelas; magazín con sabor a frutas. En aquella radio libre la
audiencia era algo más que mera receptora de mensajes, ya que participaba en los programas y
El primero de los oyentes incondicionales fue Andrés, joven elocuente (1) amante de
Dostoievsky. Sus comentarios eran tan alucinantes, que hasta le dimos papeles, que desempeñó a la
Nuestras discusiones sobre Óscar Wilde y el resto de la cofradía decadente eran de antología. Pero
había algo más decadente aún que el programa o quienes lo dirigíamos: la casa, declarada en ruinas.
Después apareció Jasón, argonauta que se deleitaba con los escritores malditos, con los
posos de té y con la maldición de los dragones. Después de dejarnos varios textos aromados con
pétalos de jazmín, escritos con tinta violeta, ornamentados con bestiarios y arabescos modernistas y
lacrados a mano, tuvo el valor de presenciar el programa en directo. Sus discusiones con Andrés,
con quien siempre discrepaba, daban a los debates un toque vertiginoso de lo más entrañable (¿o
visceral?)
Otro adepto al precipicio fue Tare, adolescente que nos proporcionó valiosa información
sobre las costumbres de los árabes. Este muchacho, aparte de ayudarnos a veces a elaborar el
51
Finalmente descubrimos a José Miguel, tímido universitario que participó en algunos de
los debates difundidos por antena, tanto desde el mismo estudio como por teléfono.
Generalmente siempre llamaban los mismos, pero había ocasiones en que, para nuestra
sorpresa, descubríamos algún nuevo satélite que nos soportaba. Otros nunca perdían la onda, como
Ángel, invidente ya entrado en años, cáustico y despabilado, que rara vez se perdía el programa.
Una de las cosas más desesperantes era esperar que el teléfono sonara y luego descubrir que estaba
cortado. Así que, aprovechando que en una habitación cerrada había otro teléfono, dábamos el
número tras advertir que no lo podíamos coger(4). Si lo dejaban sonar dos veces entendíamos que el
Otras veces venían directamente a hablar con nosotros, para protestar (como los de la
M. J. Zapater
(2) La frase, manipulada, termina diciendo “en las radionovelas que grabamos”; el resto, fuera.
(3) Esta última frase y todo el párrafo que le sigue fueron suprimidos; es obvio que fue por falta de espacio.
52
CENSURADO
que cualquier misa a la religión (o sea, mero símbolo), cuando aconteció el tragicómico episodio
que voy a resumir, y que consolidó mi idea: a misa se va a recibir la hostia, pero también los tiros
naranja) por los aledaños de la plaza de toros, cuando se topó con un grupo de manifestantes
antitaurinos; la Policía imponía orden. Disidente sacó la grabadora que suele acompañarlo (por algo
Insultos, corridas, mamporros, pancartas por los suelos y huevos volando por el aire. Uno
de ellos fue a aterrizar sobre la cintura del agente número 55.693, y como el individuo era tan ciego
como la diosa Fortuna, arremetió contra Disidente creyendo que había sido él el pollo responsable.
Así pues, al pobre Disidente le tocó el gordo: el 55.693 y otros más, ya que los golpes que recibió
dentro de la furgoneta provenían de más de una manaza. Encima, no se le leyeron los derechos.
Menuda papeleta.
sólo habló él; a Disidente, pese a solicitar uno de oficio, no se le asignó ninguno. Se dictó sentencia
y se le impuso a Disidente una pena de 10 días de arresto menor y una multa de 30.000 pesetas;
lavaron las manos. Uno de ellos, Juanito, fue el que lanzó el huevo y escondió la pata, pero
servidora lo sabía y se las ingenió para que se autoinculpara sin llegar a las manos. La colecta que
53
pretendían hacer para ayudar a Disidente sirvió para liar porros, cosa que en mi presencia nunca
consentí. Y se lió.
Disidente estaba tan desanimado, que ni siquiera quería recurrir la sentencia, pero lo
convencí de lo contrario. “¿No tuviste abogado en el juicio?, pues bien, ya lo tienes. Yo soy tu
abogada a partir de ahora”, le dije, sacando la Constitución. “¿Estás loca?, no eres abogada. Ni
siquiera has acabado Periodismo”, me contestó, asustado. Así pues, nos fuimos a juzgados.
“Calla y déjame hablar a mí”, le advertí. Todo salió bien. Nos recibieron, nos escucharon,
creyeron que era su abogada y, encima, el funcionario confesó que era miembro de la asociación
que había convocado la manifestación. ¡Qué irónico! Casi lo invitamos al programita radiofónico.
Recurrimos, volvimos un par de veces más a dar el tostón y, al final, la pena le fue
nosotros, que religiosamente acudíamos a todas, no hemos vuelto a asistir a ninguna y mandamos a
M. J. Zapater
(*) Escrito entre el 6 y el 11 de noviembre de 1997. La Reyna lo censuró por “ser querellable”.
54
El destino en tus manos(*)
Una noche entraron dos personas en mi cuarto atraídas por esa complicada mezcla de arte
Cuando acabé de leerle las manos a la primera, me dijo: “Has acertado en muchas cosas de
mi forma de ser, mi pasado y mi presente. Seguro que un día se cumplirá lo que me has vaticinado
Yo le contesté: “El destino está en tus manos”. Rebosante de fe y confianza, afirmó: “Sí,
es verdad. Los designios inmutables de los astros están aquí escritos”, y salió de la habitación con
ese convencimiento.
Una vez que le hube leído las manos a la segunda, me dijo: “Has acertado en muchas cosas
de mi forma de ser, mi pasado y mi presente. Tal vez alguien te había hablado antes de mí, o quizás
Yo le contesté: “El destino está en tus manos”. Rebosante de razón y confianza, afirmó:
“Sí, es verdad. La voluntad de una persona es la que rige su vida porque está por encima de todo”,
Yo me quedé sola en el cuarto contemplando mis manos y reflexionando sobre mis propias
palabras: pensaba si mi voluntad estaría escrita en las estrellas. Al marcharme, me sentí más rica
En otra ocasión, alguien que perseguía afanosamente la esencia de la vida y que buscaba el
sentido de la suya, entró en mi cuarto al leer el cartel que había en la puerta y que decía: “Artes
adivinatorias”. Me preguntó si tenía algo nuevo que ofrecerle, pues, según aseguraba, conocía las
técnicas de la Cartomancia, la Alquimia, la Quiromancia, las runas, las hojas de té, la Numerología,
la Geomancia... Es decir, todo tipo de artes adivinatorias, hasta las más antiguas y extrañas. Incluso
afirmaba haber hablado con los muertos. A pesar de ser persona tan instruida en lo ignoto, aún no
55
Como había practicado todo lo que yo habitualmente ofrecía a la clientela, le propuse un
sencillo juego, algo que desconocía: dibujar un árbol, él “Árbol de la Vida” (1). Tomó un lápiz y una
Cuando acabó, lo observé detenidamente y apunté las ideas que aquel árbol me evocaba.
Cuando lo leyó, me miró sonriendo y dijo: “Está bien, pero no es lo que yo busco. Persigo la
Decepcionado salió del cuarto sin saber que las raíces del Árbol de la Vida (2) que tanto
M. J. Zapater
(*) Con pequeñas variaciones que dejan casi intacto el estilo de la experiencia narrada relativa a las líneas de las
manos, escribí esta especie de cuento filosófico el 26 de marzo de 1995; llevaba el mismo título. La parte del artículo
que alude al Árbol de la Vida la redacté, con este título, en la misma fecha que el cuento anterior. Ambos relatos
integraban un proyecto literario que pretendía englobar un montón de pensamientos místicos y filosóficos; el nombre
(1) y (2) Como dice el especialista del lenguaje castellano Martínez de Sousa, “Árbol de la Vida” se escribe con
CENSURADO
56
La que firma esta columna advierte que comer mientras se la lee puede herir su
sensibilidad y alterar su nirvana. Pero si, pese a ello, se cree capaz de soportarlo porque le pica el
Comida a base de carne empanada, berenjenas, pan y el litro de agua habitual. Al final me
dispongo a pelar una mandarina, ya que en esta fase una no tiene ganas de entretenerse con los
engorrosos granos de uva... Mis dedos se hunden en la jugosa pulpa y... “¡Ahhhhhhhhh...! ¡Un
gusano!” “¡Qué exagerada eres! ¿Cómo va a haber un gusano en un cítrico?”, me dijo mi madre,
que del grito por mí proferido había pegado un salto más espectacular que el que el gusanito daba
Pero no estaba solo el animalillo: para postre, lo acompañaban cuatro o cinco más, que
bailoteaban ante mis espantados ojos grotescamente. La asquerosa cuadrilla rastrera me quitó las
¿La culpa será del metalbromuro, ese fumigante maldito?”, pensé, espeluznada. ¿No estaban sólo
en Náquera y en Sagunto? La mandarina provenía del huerto del tendero de al lado, ¿cómo es
Una es especialista en hallar la única castaña podrida que haya en un cesto lleno de ellas, y
lo mismo si son ciruelos, manzanas... Pero ver larvas, repugnantemente blancuzcas, en los cítricos
es lo último. Cualquier día abriré un plátano y descubriré, para mi horror postrero, que es la
Hablando de la parca, a veces me atormentan ideas como esta: algunos gusanos, para mí
los bichos más repugnantes, se convierten en mariposas más o menos bonitas que pululan por el
éter. Las personas, por el contrario, más o menos bonitas, al fallecer se convierten en gusanos.
Luego esa podredumbre queda reducida a misérrimo polvo, mientras que las etéreas alas de las
57
mariposas van espolvoreando su oro tamizado en las corolas de los crisantemos... Esta
Hay un dilema que me desbarajusta las neuronas. Yo, que creo que las bellezas del arte
funerario de los cementerios se han de disfrutar en vida, me abismo meditando sobre mi futuro
cadáver. Los serafines del camposanto, con sus fríos ojos marmóreos rematados por verde pupila de
moho sepulcral, me fascinan; pero si, una vez muerta, ni siquiera mi alma los puede ver... No me
M. J. Zapater
58
Doble estupidez(*)
Estando una noche en el cuarto donde cada viernes me dedico a practicar las artes
adivinatorias, entró una joven curiosa y con aire de suficiencia que me preguntó si yo era
profesional.
La pregunta me asombró mucho, pues, ¿cómo podría una persona ser experta en lo
desconocido(1)? Las artes adivinatorias (o Ciencias Parapsicológicas, como dicen los más
ambiciosos) son camino sin fin. No podría ser de otro modo: si la senda de la sabiduría es
En estas disertaciones me encontraba abismada mientras la joven movía los naipes con
impaciencia y cansancio. Es al abismarse cuando una se halla a sí misma, de ahí que sea sinónimo
de “ensimismarse”.
Cuando paró, dispuse siete cartas sobre la mesa y abrí el libro que siempre me acompaña
primera carta cuando, rápidamente y muy nerviosa, se levantó diciendo que yo no sabía echar las
estupidez por rechazar un libro que en parte había completado yo con interpretaciones de personas
entendidas y otras de mi cosecha, o si se debía a su excelsa sabiduría, pues nadie hasta ese día había
osado decirme que no sabía leer las cartas habiendo rechazado antes la oportunidad de
comprobarlo.
El pensar que yo sería diosa o diablesa si fuera profesional me hizo sonreír y compadecerla
59
¿Por qué algunos seres esperan la panacea de alguien que no es más que otra persona? Hay
gente sensata que busca orientarse, pero hay otra, confundida y perdida, que no espera hacer más
Desde niña me intrigó la maraña de líneas que surcan mis manos y que despertaban la
extrañeza general, por su decrepitud; una de tales líneas semeja la marca que una espada hubiera
dejado al herir la palma bajo los dedos. Cuando la supe interpretar, reí con ganas.
“Moverás miles de destinos”, me dijo alguien más tarde, entre otras cosas sobrecogedoras.
Sonreí. En boca de otra persona lo escuché también. Hice una mueca; no entendía ese vaticinio
imperial.
Ahora pienso si se referirá a todas esas personas sin rumbo que acuden a mí buscando un
“sí” o un “no” tajante. Y sonrío levemente porque ese poder, más psicológico que parapsicológico,
M. J. Zapater
60
(*) Con algunas variaciones, este artículo, con idéntico título, lo escribí el 28 de junio de 1995, para mi proyecto
Esencia de Estelas.
(1) Para alargar la frase, alguien puso “(...) en lo que le era perfectamente desconocido (...)”.
61
Coloquio entre mis tres egos(*)
Primero habló la Mente desde el punto de vista de la razón, y dijo: “El Cuerpo acabará
convertido en polvo. Del Alma nada puedo decir, no sé si existe, no la conozco. Yo, si descubro
Hizo una pausa y prosiguió, pero esta vez habló desde el punto de vista del idealismo, y
dijo: “El Cuerpo será reducido a la nada, pero el arte lo puede inmortalizar. El alma la imagino,
En segundo lugar intervino el Cuerpo, quien, desde el punto de vista de los sentidos, dijo:
“El Alma no la siento, no puedo decir nada de ella. La Mente dejará de pensar. Yo dejaré de sentir
y me desintegraré”.
Tras unos instantes de silencio, el Cuerpo continuó hablando, pero esta vez desde el punto
de vista de los sentimientos. Así, dijo el Corazón: “El Alma la presiento, pero no sé dónde irá. En
cuanto a la Mente, aquellas ideas que en su día no fueran transformadas en hechos, se las llevará el
Finalmente habló el Alma, y dijo: “El Cuerpo volverá a su madre, la tierra; así, convertido
en polvo, seguirá existiendo. Aquellas ideas de la Mente que sean geniales y hayan incidido en la
Después de haber escuchado a mis tres egos, medité sobre lo relativo de las cosas,
bendijo con su mano de seda azul tejida por las manos de Brizo), la tristeza invadió mi Alma(1). Me
62
senté en el suelo de la terraza y dejé que mi mirada se perdiera en la vasta oscuridad del cielo; la
Abismada en ese paisaje, a mis ojos se les antojaba que la luna, aquella noche, era el filo
A la noche siguiente se esfumó mi tristeza; era como si hubiera muerto, y la alegría anidó
en mi Alma(2) para ocupar su lugar. Me senté en el mismo sitio; apenas nada había cambiado en
aquel panorama nocturno... Pero al contemplar la luna creciente en medio del cielo, se me antojó
M. J. Zapater
(*) Con el título de Coloquio y apenas variado, este artículo lo escribí el 27 de marzo de 1995 para mi libro Esencia
de Estelas. La parte final, donde se habla de la alegría y la tristeza, data de la misma fecha y la escribí aparte, con el
(1) y (2) En el original figura “Alma”, en mayúscula, porque personifico el término. Sin embargo, el corrector no lo
63
Espejismos(*)
Un poeta enamorado de sus versos y ambicioso de la fama suspiraba día y noche por una
Como era tímido, no se atrevía a hablarle más que con dulces miradas y ligeras sonrisas,
pero los días y los meses transcurrían y ella no parecía corresponder a su interés.
El sudario de la tristeza cubrió la ilusión y el anhelo del poeta, pero no menguó su amor.
Día y noche deseaba tenerla y la llamaba por su nombre, pero a su ruego sólo asistía la
inspiración para devolverle con música el eco de su voz, que él entretejía al hilo de la métrica
Fue así como alumbró los más bellos versos que jamás hubiera creado; a partir de entonces
Una noche comprendió que su amor por la joven había arraigado tan hondo en su interior
La joven poetisa no cabía en sí de júbilo, pues también su timidez hasta ese momento
La alegría ahuyentó a la tristeza y el idilio con el que tanto soñaron en silencio se hizo
realidad.
“Mi inspiración eres tú”, le decía ella colmándolo de besos. Pero él la desdeñaba
reprochándole que su inspiración lo había abandonado celosa de sus caricias y sus besos.
Día y noche la apartaba de su lado y se entregaba a sus viejos libros. “¿Dónde fue mi
inspiración?”, ¿dónde está la Poesía?”, y ella le decía: “Mi inspiración eres tú”. Pero él no entendía
64
Al fin, uno de tantos días en que el poeta la vio llorando, le dijo: “Mi vida se consume
inútilmente en tu fuego. Me abandonó la inspiración, y sin ella nunca obtendré la fama. Vete”.
sueños desvanecidos. Alumbró versos mórbidos como violetas y cultivó pensamientos que
aromaron su ideal. Siguió escribiendo rimas perfectas y nunca bebió de manos de Cupido el agua
del Leteo.
La caprichosa inspiración volvió al lado del riguroso poeta, y con ella, poco después, la
admiración de mucha gente y los laureles de la fama, traídos por las manos de Apolo. Pero él estaba
hueco, y aunque ya no interrogara al viento sobre la causa de su vacío, cada noche una voz le
susurraba en sueños: “¿Dónde está tu felicidad?”, y el ambicioso poeta quedaba mudo en presencia
de la idealizada imagen de su amada, porque era la eterna pregunta que nunca había sabido
contestar.
M. J. Zapater
(*) Este artículo, que para mí es como un cuento, formaba parte de Esencia de Estelas. Lo escribí el 31 de marzo de
1995. Aquí conserva su forma original, sólo que con añadidos que agregué para encajarlo en la columna.
65
La fuerza bruta, la peor de las debilidades(*)
Me comentaba el otro día Eva, amiga íntima, que está harta de aguantar en su propia
empresa las groserías de los hombres, que llenan las paredes de imágenes guarras y machistas que
ella pronto arranca subiéndose donde puede. Es que a Eva la llaman “bajita”, “pequeña”... Pero es
Este es “el último horror” que me contó: un cliente desdeñó los servicios de una mujer
para reparar su puerta, convencido de nuestra inferioridad para tales tareas. Eva no puede levantar
la puerta manual de un taller, pero otra mujer sí podría. Así, le dio telefónicamente al cliente con la
puerta en las narices. “¡Ojalá le explote el teléfono en el tímpano y le caiga incendiado en los
huevos!”, sentenció.
¿Por qué el que una persona no sea Popeye ha de ser negativo? ¿Quién demuestra que el cuerpo
esté por encima del espíritu o de la mente? Hay mujeres de fuerza admirable, pero aquellas que por
Recuerdo lo fuerte que fue otra amiga una noche, hace años: fue en una verbena. Yo,
mareada y exhausta, me eché sobre el capó de un coche. Una cuadrilla de chicos con ganas de
juerga (aunque yo entonces, al ver doble, creía que eran ocho), quisieron molestarme. Esa amiga
agarró un pedrusco, les gritó cuatro cosas, evitó que se acercaran y se me llevó a cuestas. Ella fue
fuerte porque, además de haber podido con cualquiera de esos jóvenes por su constitución,
demostró gran control sobre sus impulsos: pudo haberles tirado el pedrusco, mas(1) supo contenerse.
Servidora, marcada por Ares al tener en su carta astral a este dios de la guerra en Aries, no
es tan fuerte, pese a levantar en brazos a mi media naranja y saber afrontar situaciones difíciles. La
fuerza bruta es debilidad, pues representa al Yo dominado por el instinto (2) . He repartido pocas
obleas, pero han sido de película, y siempre defensivas. La respuesta de los que las han recibido no
66
varía: “¡Porque eres mujer, porque si no...!” ¡Qué considerados!, es la típica respuesta del machista
caballeroso y sutil. O sea, que en caso de ser varón los dos al hospital, ¿no? No es que deseara que
me partieran la cara, pero podían haber dicho “porque somos personas y no es plan de hacer el
bestia”.
Una vez le eché a una que me ofendió un plato de patatas en la cara; ella me lo devolvió en
los ojos, lleno de tierra. La consecuencia, de no veas(3): varios días condenada a las tinieblas y con
úlceras oculares.
Pero me considero pacífica, irritable pero pacífica. Eso de poner la otra mejilla no es de
pacifistas, sino de masoquistas. Quien no se defiende comete el error de no estimarse, debilidad tan
No hay, pues, sexo débil; el sexo y otros instintos son debilidad, que no es igual.
M. J. Zapater
(*) El título, con mi consentimiento, fue modificado por este, más corto: La fuerza bruta, sólo debilidad. Cuestión de
(1) Otra de las meteduras de pata de los correctores. Ese “más” no se tilda porque es sinónimo de “aunque” o “pero”.
Amor propio(*)
67
Una mínima autoestima ayuda a crear y a creer en lo que se hace, así como en lo que se es
Una vez más, desencantada ante un nuevo fraude, me alejé de los hombres y corrí a
mágicas, alquimia sublime y fantástica cantando los transportes del alma y los sentidos, juegos
evocadores de imágenes que enriquecen el intelecto y son un bálsamo único para el corazón, un
En medio de aquel torbellino que tibiamente bullía acariciando a la musa del capricho
imprevisible, surgió el ángel como una flor alada, todo aroma, con color de duda y forma de idea
dulce y tierna.
Exhausta y plena lo miré a los ojos y sonreí satisfecha: allí estaba el hijo de mi fantasía, el
último de mis desvaríos(2). En un suave batir de alas alcancé la gloria al borde del misticismo, entre
dulces oleadas de una delicadeza exquisita, densas y envolventes, como aromas traídos de Oriente o
Cuando abrí los ojos, consciente de la incestuosa fusión, quise abismarme de nuevo en mis
jazmín, esa tierna flor que tanto gusta a los ángeles, y comencé a escribir a la luz de las velas en una
Un arcángel del octavo coro se preguntaba por qué su túnica, y la que cada uno de sus
Según afirmaba una leyenda, eso se debía a que estaba tejida por las manos invisibles y
mágicas de la infinidad, a fin de que la prenda se acoplara bien a la incorpórea figura de los
ángeles.
Pero al arcángel, que era muy curioso y profundo pensador, no le satisfacía tal explicación.
pensamientos, y descubrió el secreto: un finísimo hilo de seda que, casi imperceptible, como el hilo
68
que teje la araña, giraba lenta e interminablemente en torno a él. El animal se arrastraba silencioso
Cuando Dios supo que el arcángel había llegado a tal grado de conocimiento, presa de
cólera súbita lo arrojó desnudo al abismo. Y en el abismo, al comprobar el demonio que aquello
estaba más allá de lo que el Árbol de la Ciencia podía ofrecer, lo arrojó al océano, donde pereció
M. J. Zapater
(*) Las ideas básicas del artículo, con idéntico título, conforman un escrito que data del 14 de julio de 1995, como
parte de Esencia de Estelas. El breve relato llamado aquí Sabiduría precoz lo redacté el 9 de julio de 1995, también
69
CENSURADO
como una flor primaveral, se bañaba todos los días en su piscina de mármol blanquirrosado.
Mientras se bañaba se ruborizaba al escuchar siempre una vez al mes los rumores que corrían por el
Era tal tu estupefacción, que la violenta erubescencia le duraba una semana. A veces esos
rumores se entremezclaban con el zumbido de las abejas, que pululaban a las puertas del castillo
En esos días la princesa recibía especiales cuidados y atenciones por parte de sus pálidas
doncellas. Unas eran más largas que otras, más o menos curvilíneas, más o menos gruesas; algunas
hasta tenían alas (estas eran muy tontas, no servían para nada). Las había delicadas y groseras: las
delicadas eran finas, suaves y veteranas; las groseras, modernas, repipis, falsas, creídas y más
bordes que el perfil de una sierra (tal era la molestia que ocasionaban a la princesa).
La princesa prefería a las doncellas delicadas, pero no siempre las encontraba. Así, a veces
se veía obligada a recurrir a las otras, cosa que le daba mucha rabia, ya que cada vez que
anunciaban sus servicios se jactaban de tener la sangre azul. Al respecto pensaba la princesa:
Lo que ni por asomo se le ocurría era llamar a Don Tampón, pegajoso caballero que allá
donde se hospedaba siempre resultaba engorroso, pues se hinchaba de vino hasta reventar. La
princesa sabía de buena tinta que Don Tampón no era de tan intachable familia como cacareaba.
Temía que fuera mucho peor que las bastas doncellas de sangre azul y nunca permitió su entrada en
70
Según el pregonero real, este sujeto era preferido por ocho de cada diez damas expertas en
los Países Bajos. Estas ocho contaban maravillas de él, pero había que oír a las otras dos, que nunca
aparecían para difundir su opinión contraria porque estaban secuestradas por el relaciones públicas
del rey.
Además de espitoso, Don Tampón era frágil: para recordar por dónde había entrado dejaba
por el camino el hilo de una madeja. Pero se rumoreaba que más de una vez un escuadrón de diez
salteadores de guante blanco había intentado llevarse el hilo, y que éste se había roto. Entonces, la
Al final, irritada la princesa por los bordes de estos servidores de pacotilla, que encima
tenían la desfachatez de creerse aristócratas (o sea, los mejores) por su sangre azul, los desterró de
sus dominios y mandó buscar a sus fieles doncellas, suaves, esbeltas y limpias.
“¡Mucho cuento es lo que tenéis!”, les dijo a los falsos aristócratas. A las puertas del
castillo las abejas seguían zumbando... y ella pensó en adquirir nociones de apicultura.
M. J. Zapater
(*) Escrito entre el 25 y 28 de noviembre de 1997. La Reyna lo censuró diciendo que “era la columna más horrible
71
Mundo animal
Hay gentuza desalmada a la que llamar hija de perra sería lisonja inmerecida, como es el
Este pasado domingo mis padres encontraron a unos vecinos intentando sacar de su coche
a su viejo San Bernardo, cuya agonía hacía pensar que había sido envenenado. El perro se había
apoltronado en mitad de la calzada y no tenía fuerzas para andar. Mientras varias personas lo
movían, un automovilista con prisa que llegó amenazó a gritos con atropellar al animal y a sus
ayudantes...
Los perros no son santos de mi devoción, pero no tolero que se los torture. Antes
religiosamente corría a acariciar y a echar migajas al can que me encontraba en cualquier parte,
fuera vagabundo o no. Pero un incidente me hizo cambiar la imagen que tenía de estos animales.
Una amiga del chalé tenía un perrazo negro dócil y encantador, un perro-lobo civilizado.
El animal tendía la pata (la misma que luego estiró), cuando le prodigaba arrumacos y carantoñas.
Pero una tarde, cuando salí de la piscina, tuve la idea de ir a tocarlo tras envolverme con la toalla;
profundo. Poco después uno vagabundo me mordió en el pie; gracias a la puntera de la zapatilla
deportiva salí ilesa. Desde entonces, salvo excepción, me abstengo de acercarme a los perros.
Una de esas excepciones fue Dominó, adorable perrillo sin amo que vagaba por la
urbanización. La mitad de su cuerpo era blanca; la otra, negra. En uno de sus ojos lucía una mancha
negra, a modo de parche pirata o del 1 de una ficha. Como era pequeño adorno andante, mimoso y
nada refunfuñante, pronto confié en él y le di de comer. Dominó me seguía a todas partes y fue mi
mascota en los campeonatos estivales del juego que lleva su nombre. A mi compañera de partidas
(la del perro-lobo, llamado Boby) y a mí nos traía suerte (1). Era milagroso: una vez lo atropellaron y
salió ensangrentado pero entero; cosa insólita. Otro día desapareció y lo lamenté.
72
Por la época en que todavía no me había atacado ningún perro solía jugar con Momo,
criado por mi prima Rosa. Momo, que ya descansa en paz pese a la guerra que dio, se quedaba
embobado con la tortuguita que solía yo llevar en el bolsillo en mis andanzas campestres. Es que
Honorato, que descansa tan pacíficamente como vivió, bailaba break. Un día Momo por poco
Decían que Momo estaba como una cabra; de hecho, saltaba vallas altísimas. La gente
comentaba que los de las carreras de galgos estarían encantados con él; el perro parece que lo oyó y
la última vez que saltó la valla del chalé no volvió. Desde entonces las naranjas del campo de mi tía
ya no saben como antes, cuando Momo las orinaba... Qué vida tan perra.
M. J. Zapater
(1) El contenido del paréntesis, explicativo del perro a que me refiero, fue modificado, embrollando la
comprensión de la frase. Se publicó así: “A mi compañera de partidas (la del perro llamado Boby) y a mí nos traía
suerte”. Como líneas arriba no nombro a ningún Boby, el contenido del paréntesis es inútil. Ni aun colocando una
coma entre “perro” y “llamado” se daría sentido preciso a la idea. La forma correcta es la del original, obviamente.
73
El retrato oval
Las generalizaciones me enferman, sobre todo las relativas al tema de la especie humana.
En este país se incide en el origen de los delincuentes cuando son árabes o gitanos, por poner dos
ejemplos típicos. Que unos árabes roben no indica que todos ellos lo hagan, esto es todo.
Contaré una anécdota hermosa, romántica y didáctica, no para demostrarlo, ya que las
obviedades por su peso se hacen valer, sino para afirmar que hay excepciones que no sólo no roban,
Un día mi amiga Rosa y yo fuimos al rastro porque ella quería comprar un espejo. Por mil
pesetas encontré una ganga barroca de ornamentado marco dorado y luna entera, algo empañada
por el paso del tiempo. Mi amiga compró el espejo, de unos dos palmos de altura, y yo lo llevé.
Mientras caminábamos por las estrechas aceras de las callejuelas traseras de la catedral (que es
donde antes se montaba), esquivando al gentío y sus codazos, un joven árabe tropezó conmigo.
El espejo se me cayó al suelo, pero no se rompió, pese a que su luna se salió del marco. El
mostrándome el cuadro, dijo: “Te pareces a ella. Eres bonita. ¿Lo quieres?” En ese momento, como
una es malpensada por naturaleza, pensé: “No sé qué me ve. Es un pesado que quiere engatusarme
para que le compre el retrato”; ahora reflexiono sobre lo decadente que fue apreciar mi físico, no
directamente, sino mediante un reflejo. Tras decirme esto nos miramos y, como suele pasarme con
los ojos oscuros y rasgados, me quedé en blanco. Entonces, tímida y suavemente sus dedos rozaron
Era un bonito retrato oval, de poco más de medio metro, sobre un fondo de terciopelo rojo.
Una joven en el filo de la desnudez sonreía “entre dulce y perversa”, como luego apreció alguien
74
“¿A cambio de qué?”, le contesté tras despertar de ese raro lapso y ver la cara atónita de
Rosa. En esta fase pensé: “Si no quiere dinero por el cuadro, quiere acostarse conmigo”. Él me dijo:
“De nada. Es tuyo. Tómalo”. Y me vio marchar, como hipnotizado, con el retrato hasta que junto a
De camino a casa le dije a Rosa, que aún estaba alucinada: “Debe de haber droga oculta en
casa, lo destripé y vi que no era así, ya no tuve dudas. Exclamé: “¡Ha sido un impulso, como en el
anuncio!”
Rosa conserva el espejo y de vez en cuando se mira en él. Pero yo conservo el retrato,
espejo de mí misma que nunca envejece, según el desconocido. En cuanto a él, ahora, pensándolo
M. J. Zapater
75
Políticamente correcto
“enano” “persona que no ha llegado a gigante”, este es el tremendo título del cuento que haría
empalidecer hasta a la mismísima Blanca Nieves(1): La pobre en melanina y los siete que no
llegaron a gigantes. La ridícula y kilométrica ocurrencia sólo está bien para dormir a los infantes
éticamente, sino que resulta absurdo, eufemístico y contrario a la economía de las palabras. La
tontería, queriendo luchar contra el clasismo, el sexismo, los imperialismos y otras bestias negras
Fue en el 93 cuando en Yanquilandia se difundieron sandeces como esta: “Los cuatro zoos
de Nueva York ya no se llaman así, sino parques para la conservación de la vida salvaje”. El
calenturiento cerebro de la susceptible peña que barruntó tal ristra y otras similares no distingue
ser “lugar para conservar especies en extinción” (significado). “Zoo” ni es insulto ni vocablo
inadecuado. Hablando de estos sitios, considero que los animales sufren a veces en las jaulas, pero
si están en libertad caen presas de cazadores furtivos, con lo cual no sé qué es peor.
Otra majadería es que los calvos son “facialmente incompletos”, lo que es ambiguo y
confuso; si a mí alguien me suelta eso pienso que le falta la nariz, o un ojo... Además, en todo caso
sería “cranealmente incompleto”, ya que la barba sale en la faz, pero la cabellera sale en la cabeza.
Hasta aquí llega la ignorancia. Por cierto, ¡imagínese el trauma de la que se llame Blanca Calvo!
También sustituyen “mascota” por “animal de compañía”, “secretaria” por “asistente” (no
entraré en lo malpensado que fue el ser que propuso esto), “pobre” por “económicamente
76
Todas estas palabras no denotan nada vejatorio; sus connotaciones lo son por ser el reflejo
de las mentes retorcidas y malpensadas que las alimentaron. Esto es todo. Creer que la aureola
maligna con que rebozan ciertos términos es más poderosa que estos mismos es consolidar la
distorsión del lenguaje y la intolerancia. No hay que sentirse ofendido por palabras que no entrañan
maldad, sino, en todo caso, por la maldad de quien las pronuncia. Riámonos, pues, de quien
pretende humillarnos y echémosle en cara su desconocimiento del idioma, sea cual sea. El tono y la
forma con que se habla suelen decir más que el contenido de lo dicho. Y llamemos a las cosas por
M. J. Zapater
(1) Un corrector cambió “Blanca Nieves” por “Blancanieves”, alegándome que se escribía así por ser
nombre propio. Sin embargo, mantengo que la forma correcta es la separada. Si no, ¿qué pasaría con todos
los nombres compuestos? No me imagino a un Juan Carlos firmando “Juancarlos”, por ejemplo.
77
La piel de zapa y el hongo egipcio
Una de las cosas que más me gustan del otoño son esas deliciosas flores de la humedad: las
setas. A estas alturas no sólo no desecho la idea de que en los níscalos duerman duendes, sino que
creo en la magia que rezuman ciertas especies de hongos. Uno de ellos, el llamado popularmente
“hongo egipcio” (aunque sólo cuatro gatos lo conocemos), protagonizó uno de los episodios más
raros de mi vida, y digo episodios porque fue una novela la que por azar tuvo que ver con dicha
seta.
Por la época en que mi amiga Eva me regaló el hongo egipcio, el que concede tres deseos,
estaba yo a punto de empezar a leer La piel de zapa, esa mefistofélica obra de Balzac que cuenta la
vida de un suicida que adquiere una piel de onagro en una casa de antigüedades. La piel concedía
deseos, pero encadenaba la existencia; grabado en árabe se leía en ella: “Si me posees, lo poseerás
todo. Pero tu vida me pertenecerá. Dios lo ha querido así. Desea y se realizarán tus deseos, pero
acomoda tus aspiraciones a tu vida; aquí está encerrada. A cada anhelo menguaré como tus días.
El protagonista, tras desear y obtener lujuria y lujo y ver la piel convertida en diminuto
talismán, se recluye en su mansión rodeado de múltiples atenciones, a fin de no desear nada más y
mi hongo egipcio aumentaba. La cría de esta seta (la llamé Filomena) me la entregó mi amiga en un
cuenco con té negro azucarado, aislada de la luz. A lo largo de tres semanas la vi crecer en la
sombra; cada domingo retiraba la cría que Filomena daba a luz en la oscuridad y la regalaba a
Según advertía la carta que acompañaba al hongo, debía mimarlo y hablarle. Así, en esos
días le leí mis sonetos y fragmentos de esa obra de Balzac, pues me intrigaba mucho su desarrollo.
También le puse música de Juan Sebastián Bach (intercalada con las baladas desgarradas de los
78
Toreros Muertos), le canté, lo alimenté con té negro endulzado y le recordé mis tres deseos. Cada
vez que en la penumbra lo regaba con té, una boca invisible engullía el líquido. Yo oía el sugestivo
El último día lo dejé secar sobre un paño de algodón blanco: se contrajo y arrugó, como
una hoja seca, y se quedó como el pergamino circular de una pandereta o como una luna llena. A
veces escudriño en el cofre donde guardo este talismán, para ver si mengua...
M. J. Zapater
79
CENSURADO
Si me preguntan “¿Te gustan los toros?”, contesto: “Sí, pero odio a los toreros, vampiros
La gente aficionada a esta vergüenza nacional (e internacional, ya que hasta por Colombia
pasean su barbarie y su tradicionalismo retrógrado), no es menos detestable. Para ellos son diestros;
para mí, siniestros, y no precisamente de los afines a la cofradía de los Bauhaus, los Sonic Youth,
los Lords of the New Church o los Alien Sex Fiend. La versión española son los Toreros Muertos,
que no son tan lúgubres como el rosario antes citado, pero cuyo humor no es menos negro, al igual
que el de Siniestro Total, Parálisis Permanente o Pabellón Psiquiátrico, lugar, por cierto, donde
deberían encerrar...
Los deseos navideños: uno de ellos(2), más visceral que entrañable, como las tripas, es que
confisquen la plaza de toros para que funcione como anfiteatro, igual que en época grecorromana.
En cuanto a la incorrectamente llamada profesión del toreo, pronto se iba a acabar. Con esta faena
iban a pagar ellos y ellas las que les han hecho a las vacas viudas, algunas de las cuales
enloquecieron.
Sé lo vituperable que es para muchos reírse de los males ajenos, pero cuando estos
lumbreras hablan de salir a hombros por la puerta grande, mi deseo es que sea dentro de... No lo
digo, que si no se cumple. Aludiendo a la luminosidad, el traje figuradamente podrá llamarse “de
luces”, pero lo que es quien lo lleva, de luces tiene bien pocas, pues su materia gris de racional no
tiene ni el color.
La chulería de uno muy feo e ignorante, que se cree guapísimo, es el deplorable prototipo
80
“Es que es una tradición”, “Es que el toro ha nacido para ser toreado”, esgrimen para
justificarse, sin conseguirlo, los adeptos a este paradigma incultural. A esto me molesto en replicar
que si las cosas se tuvieran que mantener por tradición, aún existiría el sacrosanto tribunal de la
Inquisición (sí, con mayúscula, pues hoy se dan otras variantes de intolerancia ideológica).
En cuanto a la sandez de que “el toro ha nacido para ser toreado”, imagínese la cara que
pondrían las cabras si supieran que han nacido para ser cabreadas, aunque en este peregrino caso
bien que se cabrearían, ¡y tanto! Las cabras que estarán bien calentitas, si es que aún viven, son las
que cada año arrojan desde el campanario de una torre en el triste poblacho de San Martín de la
Vega. Pero estos pueblerinos no están como una cabra, aunque lo parezca; al menos, no como la
que martirizan ante el jolgorio y los berridos de quienes los secundan. Si lo estuvieran sabrían lo
doloroso que es pender de una cuerda, despellejarse el pescuezo y caer al vacío desde unos nueve
metros de altura para estamparse, en el mejor de los casos, sobre una manta tiñosa.
M. J. Zapater
(*) Escrito entre el 4 y el 24 de diciembre de 1997. La Reyna lo censuró porque “no se podía meter el
dedo en la llaga de tal forma cuando gran parte de los lectores eran amantes de la tauromaquia”.
(1) A continuación de esto, cuando ya estaba fuera de L.P., inserté lo siguiente para relacionar el artículo
con un tema de actualidad e intentar que la revista Ajoblanco me lo publicara: “No sólo de capote, sino también de
ánimo, es como anda el de Ubrique, quien, sin haber aprendido aún a hablar, ya ha tomado la única decisión lógica de
(2) El cambio que sigue, hecho con la idea de mandar el artículo a la revista antes citada, obedece a que ya
no estábamos en Navidad, sino en la primavera del 99. Así, quité la alusión navideña y puse esto: “Uno de mis
(3) Para Ajoblanco varié la frase y agregué algo más; la dejé así: “La chulería de Jesulín, tan feo e
ignorante (encima, se cree guapísimo), era el deplorable prototipo de estos satélites amantes de la sangría y la
agonía... ajenas. Si no vuelve a la carga, uno menos; lástima que nuevas hornadas de paletos brotados del bestiario
81
español ya blanden el estoque para ocupar su lugar”. El titular del artículo lo cambié por el de Un torero menos, pero
82
No tan curada de espanto
“La persona valiente es aquella que tiene miedo y se lo aguanta”, dijo alguien muy
acertadamente. Hasta Juan Sin Miedo(1) tenía pánico a los pececillos. El miedo, como todo
sentimiento, es subjetivo y, por tanto, relativo. Lo que a muchas personas las espanta, a mí me deja
fría, y viceversa(2). Desde pequeña siempre me han dicho que soy de miedo, pero una no está aún
curada de espanto de historietas inverosímiles(3); aún hay cosas que me dejan estupefacta.
Hay un miedo catártico y abisal que da vértigo y fascina, ese en que nos recreamos de la
mano de la pálida y mítica Pavor. Otro miedo aniquila, es como la bestia negra de lo psicosomático.
Mi pasión por el miedo que sublima emociones afloró a corta edad. Aprovechando que el
juego de espejos de mi casa me permitía ver desde la cama Mis terrores favoritos, me embriagué de
la mirada efervescente de Drácula, amor imposible de mi infancia. Ya de mayor (4) aluciné con La
matanza de Texas, peliculita cuyo comienzo vi en el sillón y de cuyo final disfruté en el suelo,
muerta de risa.
Una mañana, de niña, paseaba de la mano con mi abuela por el cementerio; yo tenía unos
siete años. Introduje el pie en la rejilla del depósito de cadáveres y sentí el vértigo de caer no se
sabe dónde(5) y la tensión del brazo, del que mi abuela me agarraba aterrada.
Años después de este susto de muerte me fui con una amiga a hurtar fruta a un campo al
que acostumbraba yo a ir con unos gamberretes del chalé. Pero ese día nos salió el tiro por la culata
porque apareció el amo del frutal escopeta en mano y farfullando oscura jerga. Mientras que mi
amiga no corría porque estaba petrificada, a mí me dio un ataque de risa nerviosa(6). En otra de
nuestras andanzas montañesas nos alertaron de que un toro del pueblo se había escapado. Nos
precipitamos ladera abajo chillando y aún nos quedaron ganas de reírnos luego de la faena que le
el Tarot. Jugando a las cartas en el cementerio, canturreaban los Parálisis Permanente, pero
83
nosotras de jugar nada, que bien seriamente que lo hacíamos todo. Los que también canturreaban,
más que para espantar su mal para espantar a los perros y a las almas en pena del camposanto, eran
mis primos y compañía, que alquilaron la casa solariega(8) y decrépita que había al lado para
pensar que era un obrero, pero no, era un tipo con pasamontañas. Llamó a la puerta y vi
borrosamente por la mirilla su cara. Me tiré al suelo, llamé a la Policía y, entrecortándome por la
risa histérica, pedí socorro(10). Un helicóptero llegó enseguida; trazando círculos sobre mi cabeza
ficción.
M. J. Zapater
(1) A mi entender, el apodo Sin Miedo ha de escribirse así, con mayúsculas, porque actúa como apellidos.
(3) Acorté la frase para dejarla así: “(...) pero no estoy curada de espanto de historias inverosímiles”.
84
(4) La versión original y la publicada decían “más mayor”, pero hoy que sé que dicha expresión es
(7) Como sobraban líneas, yo misma corte la frase. Quedó así: “Nos precipitamos ladera abajo y luego nos
(10) Para acortar, la frase la dejé al final así: “Me tiré al suelo, llamé a la Policía y, riéndome, pedí
socorro”.
(11) Acorté la frase y la dejé así: “Un helicóptero llegó trazando círculos sobre mi cabeza, como una
escena de Corrupción en Miami”. Suprimí el punto y aparte y así el último párrafo del artículo fue unido a
éste.
85
Nacida inocente
“¡Inocente tú!”, pues menuda eras de pequeña”, suele decir mi madre. Menuda no, dados
los casi cuatro kilos que pesaba cuando di el primer grito, pero lo que es pesadita... Me gustaba
tocarlo todo y dicen que cantaba y bailaba de perlas encima de las mesas de los restaurantes. En
cuanto a lo de inocente, no sé por qué dice que no lo soy, ya que no creo tener más picardía que
(1)
cuando nací, aquel entrañable 28 de diciembre; no es broma . Cada año venían ese día a mi casa
mis primos para celebrar con fanfarrias mi aniversario. Mi padrino comentaba que éramos la mecha
y la pólvora; de hecho, un año hicimos creer a toda la familia que había volado media casa(2). Fue
sencillo. Por la mañana había estado mi padre toqueteando el enchufe del cuarto de baño. Por la
tarde compramos municiones; entre ellas, un canuto que a mí me dio la humeante idea de encender
allí mismo. Pero el artefacto, dando vueltas desquiciadamente junto a la puerta y echando un humo
Mas, para humos, el que pillaron mi madre y mi padrino, que no nos pegaron respectivos
tortazos para que no nos quedáramos sin la tarta. Congestionados por el sofoco, chillaban
“¡mantas!, ¡mantas!”; el resto de la familia tosía alarmada, ya que la gracia estaba preparada
estratégicamente para que, al mismo tiempo, explosionaran(3) los petarditos que habíamos colocado
en los cigarrillos.
Pero no fue esto la guindilla que coronó el pastel de cumpleaños: lo más picante aún estaba
por venir. ¿Qué se podía hacer con un botecito de polvos picapica (4) y con la bonita botella de
colonia que me había regalado mi tía Blanca (que estaba ya negra del jolgorio montado)? Fácil:
aderezar la boca del frasco con los polvitos mágicos y decirle a la abuela “¡huele!, ¡huele la colonia
que me ha regalado la tía, que te va a encantar!” La abuela, con la mosca detrás de la oreja y el
muñeco recortable en la espalda, acercó la naricilla... ¡Oh, tragedia! Olvidamos su alergia crónica y
86
“¡Os voy a ahogar!”, gritaba el padrino, como si no hubiera bastante con los ahogos de su
madre. Eso sí: no podían echarnos en cara que no las gastáramos delante de las narices; nosotros
dábamos la cara, aun a riesgo de que luego nos la partieran. Nunca recurríamos al ocultamiento y a
la alevosía para emprender el plan; quemábamos todos los cartuchos al descubierto, como lo
demuestra también la vez en que le garabateamos las gafas a la abuela con carmín. La ocasión la
pintaban calva, tanto que por poco luego se nos cae el pelo.
Q-3... Los alaridos interpretativos eran tan reales, que hasta subían los vecinos, asustados, para
M. J. Zapater
(2) Ídem.
(3) En el original y en la versión publicada dice “explotaran”. Hoy que sé que el verbo correcto es
(4) En la versión original y en la publicada figura “pica-pica”, pues yo desconocía entonces que fuera
barbarismo (al corrector le pasó inadvertido también). Como es el mismo caso que “frufrú”, lo correcto es escribir
“picapica”.
(5) Tanto en el original como en artículo publicado consta “más mayorcitos”, expresión errónea. Ahora
87
Acción directa
acción directa es neutra, como la electricidad. Un terrorista que en vez de colocar una bomba en un
colegio dispara contra un militar, recurre a la acción directa. Pero también recurre a ella quien
prescinde de burocracias y acude a la cúspide, sea ésta oficial o privada(1). Yo abogo por esta última
vía y no soy terrorista. Quien ataja por un senderillo para no dar un rodeo inútil actúa directamente,
La línea recta es el camino más corto; los arabescos son perfectos para el arte, pero en la
Los problemas radicales que la sociedad entraña necesitan soluciones radicales, nada de
palabras y de manifestaciones pasivas. Dicen que E.T.A. no se sale ni se saldrá con la suya, pero si
partimos de la premisa de que (según dicen) E.T.A. ha perdido el Norte... y de que, por tanto, sólo
E.T.A. dice “mataré”, y mata; el resto de la sociedad repite “¡basta ya!” y con eso se queda
(con eso y con los asesinados). No basta con decir “basta”; hay que actuar y dejarse de vaguedades.
Esto implica encarcelamiento inmediato de terroristas y del resto de variedades de asesinos, sea
cual sea su uniforme y método; juicios resueltos en un par de días, a lo sumo; ilegalización de H.B.
y afines...
Todas estas medidas se aplicarían también a violadores, torturadores, ricos que se largan
con millones, pederastas, sectarios... “Primero las Cruzadas, luego Robespierre y ahora usted”,
escribió un profesor una vez debido a mis ideas tajantes y claras; ¡válgame el abismo ser tan
importante!(2) Mejor iría este país si se dejara de tanta burocracia, de tanta manifestación y de tanto
politiqueo vacío. Por favor, quiero saber qué se va a hacer con el dinero de las fundaciones por las
88
víctimas de E.T.A.: si no pueden resucitar a las víctimas, entonces de poco servirá lo que recauden:
¿lazos azules?, ¿folletos?, ¿conciertos? Y todo eso para qué, si E.T.A. sigue apuntando con su arma
y dando en el blanco.
amor entraña positividad; hacer la puñeta, negatividad. Pero aquí se empeñan en vincular la acción
con la violencia: el ejemplo más claro, llamar eufemísticamente “película de acción” a cualquier
bodrio sangriento cuajado de tiros, chillidos, muertos y violadas. ¿Que no?, pues véase Acción
mutante.
M. J. Zapater
(1) Esta frase y las dos que la anteceden las tuve que cambiar porque fueron censuradas. La Reyna creyó que se
prestaban a confusión, pues hacían pensar en que yo “defendía las bombas si les caían sólo a los militares”. Este fue
el cambio que introduje: “La acción directa es neutra, como el fuego. El fuego alivia el frío y cocina alimentos, pero
también puede emplearse para incendiar bosques, y ahí está lo censurable. Quien prescinde de burocracias y acude a
(2) La expresión “¡Válgame el abismo de ser tan importante!”, en concreto el “de”, lo introduje yo misma por
despiste. De haberme percatado lo hubiera suprimido. Incluso así, aún no tengo claro que sea erróneo. De hecho, los
89
Arquitectura fea e inútil(*)
cuadriculada. Ni siquiera es funcional, que sería lo que la haría menos repugnante. Muchos
edificios de ahora no tienen ni pies ni cabeza: patios hondos que se inundan, escaleras hasta el
ascensor, falta de rampas para minusválidos (caso del museo de Blasco Ibáñez)...
Las construcciones de antes, desde las pirámides hasta la primera década de los XX,
además de tener tantos pies y cabezas como preciosas esculturas solían ostentar adosadas, eran
bellas. Ya lo decía Wilde: “La única disculpa de haber hecho algo inútil es admirarlo intensamente.
Todo arte es completamente inútil”. Teófilo Gautier pensaba igual: “Cuando una cosa se convierte
en útil deja de ser bella”. En el caso de las horrendas viviendas de hoy no se cuenta ni con el
consuelo de la utilidad. Yo abogo por la síntesis entre lo bello y lo funcional, que era lo que
Tanto la arquitectura como el resto de artes están en decadencia desde la primera Guerra
Mundial, y no lo digo con doble sentido, pues ya querrían los artistas de hoy crear maravillas como
Hasta la primera década del siglo XX el lema ha sido crear en nombre de la belleza,
sencilla (Neoclasicismo) o rebuscada (Barroco y Rococó). Pero desde vísperas de la primera Guerra
Mundial la destrucción que ésta incubaba se extendió a todas las artes, acarreando la degeneración
informes; esculturas amorfas, como amasadas por seres inhábiles; fincas feas; ruido en vez de
Hasta el carril-bici, de simple diseño, dificulta más que posibilita circular en este vehículo.
Muchas son las curvas de 90 grados que tiene; por favor, puestos a hacer arabescos, que los hagan
bien, como los de Aubrey Beardsley, cuyo arte tachaban de enfermiza exquisitez. Si Beardsley
90
levantara la cabeza y viera, entre otros ripios, el puente de Calatrava, no dudaría en cercenársela de
dibujo, frontones y columnas, es admirable por su belleza. Es un crimen dejar que las casas de
estilos tan preciosos se arruinen y edificar en su lugar fincas ortopédicas. Salvo estos edificios
antiguos, las centenarias iglesias y los viejos mausoleos, la arquitectura de nuestras calles deprime y
da asco. Como dijo Gautier en su precioso Esmaltes y camafeos, “Todo pasa. Tan sólo el arte fuerte
M. J. Zapater
91
Para morirse
—¡Por favor!, ¡mi compañero está enfermo y necesita seguir el tratamiento urgentemente!
—Lo sentimos, pero estamos en Navidad. Váyanse a casa y que el enfermo vuelva a
ingresar mañana.
Otro funcionario agrega: —Estamos muy ocupados cambiando una expresión maldita que
¿Dónde está el espíritu navideño? ¡Qué bicéfalo error(1)! Regresan a casa porque es
Navidad y porque en fiestas no se tiene derecho a enfermar. Ya que como ciudadano ha pagado sus
impuestos y ha contribuido a la Seguridad Social, tendría que permanecer en cama. ¿A qué santo,
por muy Navidad que sea, se han de desatender las obligaciones de la Sanidad? La situación es para
morirse, literalmente. Hay que adaptar los medios sanitarios a las necesidades de la sociedad, y no
24 horas y volver a casa porque no hay camas. Camas ha de haber casi tantas como ciudadanos. La
Esta falta de consideración no se da en todos los casos, pero existe. Bastaría que se diera
uno entre ocho millones (que se dan muchísimos más) para que el sistema sanitario no funcionara.
La profesión médica se diferencia de las demás en que sus yerros son irremediables. Las
obras de una cocina pueden esperar, aunque la persona que las encargue acabe hasta el gorro y
enferma de los nervios. Pero el paciente aquejado de un mal grave no espera: la vida, impaciente,
pasa rápida. Por algo se establecen turnos en la profesión médica, para que funcionen sus servicios
las 24 horas del día. Cada cual tendrá sus vacaciones, pero cuando le toquen.
A los sanitarios que así se comportan más les valdría aprender de quienes se desviven por
sus enfermos y acuden, no cuando se los llama, sino cuando realmente se los necesita. Hay que
distinguir entre la pesadez hipocondríaca, que afirma morirse a toda hora y convierte el consultorio
92
No hay sensibilidad ni para convertir un hospital en un lugar un poco agradable. He aquí
algunas sugerencias que no supondrían gran gasto. Entendidos en la psicología del color como
Moles, Fabris y Germani, Lüscher o Rainwater, advierten: el violeta favorece a quienes sufren
alteraciones del sistema circulatorio o respiratorio; el azul y el verde claro mitigan los nervios; a los
enfermos del sistema digestivo los favorece el naranja; a las embarazadas, infantes y, en general, a
Es muy deprimente y gélido el embaldosado blanco y azul pálido de los largos pabellones
hospitalarios.
M. J. Zapater
(1) Por despiste, en vez de poner “¡Qué bicéfalo error!”, puse “¡Qué bicéfalo y doble error!”, redundancia inútil.
Queriendo burlar la censura, me concentré en la forma de insinuar lo patético de la destrucción del valenciano
normativo, a cuya cabeza está L.P. En la Sanidad los valencianistas ignorantes y zafios se empeñan en reivindicar
“Servici” frente al correctísimo “Servei” porque afirman que este último vocablo es catalán. ¡Estupideces! Es
valenciano y catalán. “Servici” existe, pero sólo para referirse al retrete, mientras que “Servei” designa una función.
En su ignorancia, estos valencianotes ignoran también que al machacar tanto “Servici Valencia de Salut” (sin tilde,
son así de retrasados), lo que en realidad quieren decir es... ¡Retrete Valenciano de Salud! Con “bicéfalo error” quise,
pues, insinuar dos errores garrafales: descuidar la salud pública y destrozar el valenciano normativo.
¿Cómo publicar?
93
Estoy desolada porque no he ganado el Nadal. Mi mayor ambición es publicar mi novela.
Llevo unas 40 intentonas fallidas por la vía directa (las editoriales) y sólo una por la de los
línea editorial”, dicen todas las cartas. ¿Cómo voy a encajar yo si siempre voy contracorriente,
como J. K. Huysmans(1)? ¡Intento no hacer lo mismo que el resto y me rechazan porque dicen que
Mi novio dice que seré escritora maldita, como Baudelaire, Gautier o Nerval. Cómo me
gustaría vivir en esa época, en el XIX; por lo menos quizá contara con el consuelo de publicar mi
novela en un diario, por capítulos, como hacía Balzac. Pero ahora, con la televisión, adiós
posibilidad. Aunque, quién sabe, quizás Almodóvar me conoce un día y decide llevar mi novela al
cine.
Me importan un pepino los tres millones del Nadal; no es que rechace ese dinero, sino que
sólo busco que se me reconozca, que me lean, aunque sea para ponerme verde (“Lo importante es
que hablen de uno, aunque sea mal”, como dijo Wilde). ¿Se entiende ahora por qué escribo
columnas? Porque vivo para escribir, porque si no escribo reviento. Esta sensación de plenitud,
teniendo en cuenta que escribo para vivir porque es mi profesión, es una bendición.
Me importa otro pepino que no me paguen un duro por publicar mi novela... Pero lo que
no pienso hacer es pagar yo por ello. ¡Faltaría! Y en este país, encima, tienes tú que correr con los
gastos. Es vergonzoso y es ilegal, cosa que no sé que es peor. Mandé a un editor 50 poemas (casi
todos sonetos) y me respondió que me los publicaba si le pagaba 300.000 pesetas y si me encargaba
de vender yo 800 de los 1.000 que establecía publicar el contrato. Como si no tuviera yo ya
bastante con los montones de copias que preparé para cerca de 40 editoriales (algunas de las cuales
ni me contestaron). A ese director le recuerdo y le vuelvo a rogar que me devuelva mis poemas
contra reembolso, que son míos, que no me interesa el contrato. Le recuerdo también que todos mis
94
Una novela o un poema son como los hijos, son parte de tus entrañas. Cuando están lejos
temes por su estado y nunca los confías a cualquiera. Publicarlos es algo así como bautizarlos o
consagrarlos.
Me repiten: “Los concursos literarios están amañados”, “He sido miembro de un jurado y
te aseguro que de 200 obras sólo nos dan a leer unas 10”, “El jurado se lee el principio y el final de
las obras; si gusta, la seleccionan y si no la rechazan”, “Da igual que seas buena. Lo que importa es
Parece que sólo se reafirma la fama de los de siempre o que se corona a quien franquea el
umbral del reconocimiento junto a un hada madrina o a un padrino. ¿Por qué será que las
M. J. Zapater
(1) En el artículo que se publicó figura J. J. Huysmans, en vez de J. K, que son sus auténticas iniciales. Fue
por mi culpa, no por ignorar el nombre de este autor, al que admiro, sino por despiste a la hora de repasar.
95
Programas de críos
A mi primo Víctor y a mí nos gusta Barrio Sésamo, pero la versión Caponata o Espinete
que difundieron hace poco, no la de ahora. Ni mi madre ni mi padrino (que se llama Blas) lo
entienden, pero tiene su explicación. Barrio Sésamo es fósil de inocencia y de lógica aplastante: el
entrañable conde Draco, los despistes de Coco, los tiernos diálogos de Epi y Blas...
Nos gustaba porque rezumaba la perfumada nostalgia de la abeja Maya, los regocijos de
Heidi y la pasión lacrimógena de Marco (cuya sucesora más patética fue Candy, con su apocalíptico
lirismo de lo irremediable por bandera, aunque más valdría decir por pañuelo, vistos sus lloros
torrenciales)...
Ahora los programas infantiles y los dibujos animados que incluyen son descarriados (pues
herejía sería decir conducidos) por pavas minifalderas que parecen Barbies prefabricadas y que
pegan saltitos ante la mirada embobada y confusa de los más pequeños. La violencia y el sexo
rebozado de gazmoñería posmoderna son el único tema de los dibujos y del resto de programas
La última abominable creación ha sido Pokemón, fruto ponzoñoso de vete tú a saber qué
vil y retorcida mente. No es mera casualidad que centenares de niños hayan sufrido convulsiones al
ver semejante aborto ficticio: los canallescos responsables bien que tendrían prevista la masiva
Es repugnante ver en los parques a los niños pegándose y divirtiéndose con armas de
juguete ante la mirada impasible y tolerante de los padres (eso cuando miran). Esos símbolos claros
del asentamiento del espíritu destructivo y del instinto de más baja ralea en seres en plena edad de
deificación de este blanco caído del cielo, capaz de superar en destreza a todos los nativos; cómo
96
De esto y de otras cosas hablan Manuel Alonso y Luis Matilla, estudiosos de la ideología
que entrañan los tebeos, los dibujos animados y los héroes de ficción. “Un alto porcentaje de
historias con baja calidad creativa comportan una ideología reaccionaria (...) La idea del bien casi
Mientras enseñan a los críos a partirse la cara, nosotros, bailando al son de ¡Hey!, ¡hey!,
¡Vicky!, seguiremos recordando las trapisondas de Zipi y Zape, la rebeldía crítica de Mafalda, los
inventos del TBO, los didácticos reportajes de la rana Gustavo y las gracias del anárquico y
refunfuñante Óscar.
M. J. Zapater
97
De película de Almodóvar
Decía en No tan curada de espanto que a veces la realidad supera a la ficción. Lo que voy
a contar no tiene nada de invento, pese a parecer calco de las escenas estrambóticas de Almodóvar.
Era ya de noche. En un coche aparcado no muy lejos de una sucursal bancaria, el marido
de mi prima Inma esperaba a que ésta regresara del cajero. Los tacones lejanos de Inma despertaron
el interés de un individuo que acechaba desde dentro del banco. Ella, al verlo, se olió que iba a
puerta; temiendo lo peor, Inma entró sintiendo su carne cada vez más trémula. Cuando, aún
inquieta, sacó 10.000 pesetas del cajero, pensó cómo aquel desconocido tardaba tanto si había
llegado antes que ella. Entonces, al girarse con la tarjeta en una mano y el dinero en la otra, fue
“¡Lo sabía!, ¡lo sabía!”, pensó. “Venga. Saca todo lo que tengas”, le ordenó el atracador.
Fue en ese preciso momento cuando Inma, al borde de un ataque de nervios pero comportándose
como valiente mujer, tramó esta tragedia improvisada: entre ruegos desesperados le preguntó que
qué había hecho ella para merecer aquello, que su marido era ex recluso toxicómano que la molía a
palos y que la había medio arruinado. A todo esto, ella aún no sabía si el “saca todo lo que tengas”
aludía a lo que llevaba encima o a la pasta del cajero. Imploró de tal forma al agresor que éste,
conmovido, le confesó que también para él la siniestra amapola era la flor de su secreto. Agregó, ya
El atracador, lloroso, se disculpó y le perdonó las 50.000 pesetas (cantidad máxima que
ella podía sacar). Sólo le faltó arrodillarse y pedirle “¡átame!, ¡humíllame!, ¡llévame a comisaría!
¡Soy infame!”
Pero he aquí que los gimoteos del atracador arrepentido también habían hecho mella en la
sensibilidad de Inma, que hasta insistía ya en que le aceptara las 10.000 pesetas que llevaba en la
98
mano. “¡No!, ¡no! ¡Quédatelas tú, que las necesitas más!”, se decían mutuamente, perdidos ya en la
El extraño se negó a aceptar un duro y la dejó marchar. Cuando Inma llegó al coche y le
contó la película a su marido, narrada a borbotones de histeria acongojada, éste alucinó. Para postre
volvió el hijo pródigo, no se sabe si impulsado por la ley del deseo o por algún deseo ilegal. El
decadencia de la mentira, “La vida imita al arte mucho más que el arte imita a la vida”?
M. J. Zapater
99
Los lectores censores(*)
Alguien, tras leer sin entender mi columna Arquitectura fea e inútil, osa soltar que no sé
por dónde voy y que mi cara puede ser fea e inútil, aunque, según comenta, no es quién para
juzgar(1). Wilde me libre de pretender que mi faz sirva para algo; en cuanto a lo de fea, encantada
Otra ¿lectora? tras encontrar lo que no había y pasar por alto lo evidente, insulta a mi
mensaje antinazi. Lo censura porque, según ella, toda la pared es suya. “¡Señores!, ¡la calle es
mía!”, que diría uno; pues igual. Si a ese absurdo vamos, en caso de que la pintada hubiera
aparecido en un banco o en una farola, tampoco se hubiera podido publicar, porque, como todos
somos contribuyentes, atenta contra la imagen pública que somos toda la ciudadanía.
En vista del panorama estamos pensando, como en época de la censura, en incluir en vez
de fotos recuadros en blanco. Así cada cual imaginará lo que guste. Dejaremos de ese modo de ser
el blanco de insultos y desapreciaciones. Eso, o bien publicar la imagen de una olla tachada con un
pie de foto que diga: “¿Se puede?”, como hizo el genial caricaturista de prensa Luis Bagaría en
1924 en un número del diario El Sol; a ver si así abrimos las molleras susceptibles.
Esas mentes retorcidas parece que gustan de poner a caldo hasta la tinta con que nos
expresamos; ¿será que quien se pica ajos come? ¿Será la envidia? Hablando de ollas y caldos, para
quien no quiera, ya van con esta dos tazas con sabor a arquitectura fea e inútil. Esta vez lo relaciono
con las obras públicas en general, para que no repita el consomé. Aunque, bien mirado, por más
que repitiese, seguro que aún sería incomprendido por los de siempre.
Cuando escribí Arquitectura fea e inútil sabía muy bien por dónde iba. Decía y digo que
los patios hondos son inútiles y feos; prueba de ello es el mi casa, patio particular que cuando
llueve, no sólo se moja (como los demás), sino que hasta hay veces en que se inunda. Entonces sí
100
que no sé por dónde voy; pero ni lo sé yo ni lo sabe el resto de la finca, a menos que se bajen una
balsa de casa.
Quienes tampoco saben por dónde ir son los minusválidos, hartos de encontrarse coches
invadiendo las rampas de las aceras; coches que, en vez de estar en el garaje que todo constructor
con cabeza debe diseñar en cualquier finca, están ocupando las zonas peatonales.
situaciones, serán necesarios los aparcamientos públicos. Para quienes aún no hemos aparcado del
todo la bici, no vendría mal, insisto, diseñar su carril con más eficacia.
M. J. Zapater
(*) Este titular fue cambiado por el de Leer sin entender, por considerar la Reyna que los lectores nunca
censuran nada.
(1) Algún despabilado quitó este punto, con lo que destruyó ambas frases y, por tanto, su lógica.
101
Arte profanado
De acuerdo con J. Peladan, si el arte es divinidad y las obras maestras los santos, entonces
estar en la calle son objeto fácil de agresiones) se ensaña más con los sublimes. Es el caso de la
reciente decapitación de la Sirenita del puerto de Copenhague. En sus 34 años esta hija eviterna de
Edvard Eriksen ha sido guillotinada dos veces. Gracias a que a la Sirenita, aunque le hayan
arrancado la testa, aún le quedan los pies, porque en este asunto lo único sin pies ni cabeza es la
Cabe decir lo mismo del perturbado que en 86 destrozó a golpes 18 de los motivos
grutescos que ornamentaban la Lonja de Valencia. Viendo tales filigranas, por fortuna ya
restauradas, ¿a quién más que a un animal de bellota se ha de atribuir la profanación? ¿Qué importa
que esas figurillas evoquen diablejos, dragoncillos, quimeras y símbolos masónicos? ¿Qué importa
que parezcan emanaciones pétreas del mal (esto no va por lo de la masonería, quede claro) si, como
dijo Wilde, “vicio y virtud son para el artista materiales del arte”?
El arte y la belleza son ajenas a la moral, al cielo y al infierno. Por eso, ¿qué más da que
¿Qué hay de censurable en que seres casi vampíricos aderecen las fachadas de la Lonja?
“De Satán o de Dios, ¡qué más da!, ángel, sirena,/ qué importa, si me vuelves (hada de ojos
sedantes)/ ritmo, perfume, luz, ¡oh, tú!, mi reina buena,/ menos odioso el mundo, más leves los
instantes.”
Pero tampoco el emblema de la religión cristiana (las cruces) y otras manifestaciones del
arte se salvan: la cruz que hay en la parte trasera de la iglesia de Santa María de Sagunto sufrió
hace poco la barbarie y acabó derribada. Ya que hablamos de Sagunto, cómo olvidar las salvajadas
102
perpetradas en su teatro romano. Sin ir más lejos, el tridente del precioso Neptuno del estanque del
Parterre ha sido hurtado reiteradamente. Tampoco las Torres de Serranos se libran, ni el busto de
Santángel...
Muchos de los que censuran el fanatismo besuqueador de vírgenes son los que alaban los
destrozos del patrimonio histórico, al que ven cargado de símbolos políticos o religiosos. No ven
el poder de crear. La persona se equipara a los dioses, no cuando crea (pues esto implica producir
M. J. Zapater
103
Historia del chaleco que hará Historia
distracción del colegio. El capricho de invertir un pantalón para hacer un chaleco fue un presagio
Un día, de tanto que cantaba el pantalón, la monja que impartía música lo censuró,
Ya en el instituto, donde había más libertad, opté por transformar mi querido pantalón en
chaleco. Añadí a los remaches que ya había todo tipo de botones, cadenitas, cascabeles, llaves,
chapas y hasta un candado. Enseguida, con tal reclamo, vinieron las aportaciones de los coleguillas
de estudio y más donaciones eclesiásticas de la abuela, reliquias santeras que acababan de dar el
de plata negra labrada... ¿Y aún se preguntaba la monja del colegio que a qué santo iba así? ¡Como
si no fueran suficientes razones de peso los cerca de 1.000 gramos que pesaba la quincalla que yo
llevaba encima!
Llegó un momento en que apenas quedaba espacio ya en la pechera para prender más
cosillas. Así que fui seleccionando en plan sibarita; ya no aceptaba cualquier chatarrilla, llaves
mohosas y bisutería barata, como antes. Así, el chaleco se convirtió en preciosa y caprichosa
reliquia. Junto a las citadas filigranas religiosas, que hacían exclamar a la gente “¡Dios mío!”,
prendí un botón auténtico de ascensor que indicaba “Bajo” (ya se veían ahí mis tendencias
decadentes), una cerradura y monedas de Alfonso XIII; “¡Esto vale una fortuna y hará Historia(1)!”,
afirmaban.
104
Además, me coloqué espejitos, ornamentos de nácar de varios colores que arrojaban
fulgores tornasolados junto a las piedrecillas de cristal de roca, perlas y conchas; “¡Ostras! ¡Es
También lucía gemelos con motivos de dragones, escudos antiguos, anagramas pequeños
de coche, abigarradas pieles de serpiente, florecillas de miga de pan, calaveras, broches de libélulas
Así pues, ni moda del pin ni Paco Clavel; mi chaleco fue el relicario pionero. En cuanto a
por qué ya no me lo pongo... Una menudencia: me gusta tanto cuando hablo mirar a los ojos de mi
interlocutor (y viceversa), que me pone nerviosa que su mirada curiosa se pierda en mi pechera.
M. J. Zapater
(1) El corrector de turno puso “Historia” en minúscula, no sé por qué razón, pues me refiero, no cualquier
historia, sino a la Historia en sí. Además, si no corrigió el titular, ¿por qué corrigió esto? En fin, otra muestra de
(2) Después de “mariposas”, por despiste, repetí la palabra “calaveras”, y así se publicó.
105
Maltratadas
contagio a causa de su divulgación o si siempre se ha dado tal grado de barbarie y sólo ahora ve la
luz con frecuencia. En cualquier caso me asquea ver a mujer de víctima eterna.
A una la pueden agredir una vez, pero, preparada ya para una segunda ocasión y tras
denunciarlo de inmediato, esa mujer, si tiene lo que hay que tener, ya se encargará de no ser vejada
de nuevo. ¿Qué es lo que hay que tener?, pues valor para ir al juzgado y ejercer su derecho a la
legítima defensa. ¿Miedo?, ¿a qué?, ¿a morir?, si para ser apaleada cual bestia más vale estar
muerta. ¿Sumisión? ¿Debilidad? ¡¡Masoquismo y mala educación!! Las reacciones del instinto
afloran en momentos límite como una brutal paliza; una mujer, por poca cosa física que sea, se
rebela, araña, grita, da puntapiés, puñetazos y hasta puede atacar con un arma en nombre de su vida
y de Santa Lorena B.
Mucho servicio castrense y mucha puñeta para la defensa de una estantigua telúrica y
quien ha de saber defenderse es apaleada cual burro de carga indigno. Una de mis propuestas es
crear centros para la enseñanza pública de la autodefensa, tanto para mujeres como para cualquier
hombre interesado; serían voluntarios y gratuitos. No es descabellado: los okupas tienen defectos
pero también cosas dignas de ser emuladas. Cuando existía el Kasal Popular, en la calle Flora de
Valencia, Les dones esmussades acudían para aprender a reaccionar ante supuestas agresiones. Y
salían invictas.
A esta propuesta agrego más. Se ha establecido la rapidez en los juicios, cosa que está muy
bien si va seguida de la retirada inmediata de la custodia de los hijos al animal de bellota que pegó
a su compañera, separación y divorcio resuelto en dos días y encarcelamiento de por vida para tal
salvaje. En cuanto a la protección policial para las víctimas, bien, pero es irrisoria, a menos que al
agente le den potestad para introducirse en la esfera íntima de la habitación matrimonial y se quede
106
¿Que mi plan es una dictadura radical? Radical es ir a la raíz del problema, cosa que muy
posiblemente esté en la ancestral mala educación represora. Así pues, póngase remedio desde el
principio; aquí está lo radical: erradicación del lenguaje sexista en medios de comunicación y en
todo texto oficial (el uso lo hará extensivo al lenguaje del pueblo), retirada de la publicidad violenta
y discriminadora, posibilidad de que el primer apellido sea el de la madre (esto los políticos ya lo
han propuesto, por cierto), multas y sanciones colosales para todo organismo que infrinja esto... Se
pensará que estas cosas son símbolos nimios, inofensivos, pero, ¿acaso los símbolos no son la rueda
del mundo? Piénsese en las banderas y en las cruces, por ejemplo (incluida la esvástica).
M. J. Zapater
107
¡Viva la Candelaria!(*)
Candelaria, según la receta mágica que explican Cécile Donner y Jean-Luc Caradeau en su Manual
práctico de la buena suerte. El año pasado el horno no estaba para bollos (ni para bollos ni para
manzanas asadas, porque no iba...), pero la sartén sí que estaba para las crêpes, esas que bien frititas
cada 2 de febrero yo me guiso y me como religiosamente(2). A la que también, un año más, llevaré
frita esa mi madre, que siempre se queja de que le dejo la cocina perdida.
Para atrapar la suerte para todo el año hay que seguir ciertas instrucciones al hacer crêpes,
teniendo presente que la clave es agarrar bien la sartén por el mango, sosteniendo a la vez y con la
Se colocan en un cuenco 100 gramos de harina, dos huevos batidos, 35 gramos de azúcar,
40 gramos de mantequilla derretida, una pizca de sal, la ralladura de un trozo de limón (a gusto; yo,
como adoro lo ácido, le casco bastante) y un cuatro de litro de leche. Todo esto se ha de mezclar
bien hasta que se forme una pasta espesa sin grumos. Cogeremos entonces una sartencita y
citado, vertemos dos cucharadas soperas colmadas de la pasta recién batida. Cuando la parte
inferior de la crêpe esté bien frita (¡no quemada!), la haremos saltar en el aire al más puro y
saleroso estilo Arguiñano. Si eres tan desgraciado/a que temes estampar la crêpe en el suelo (lo que
te acarrearía problemas financieros para todo el año), es aconsejable llevar encima desde el
momento en que te metes en la cocina una moneda mohosa, agujereada o torcida (yo siempre me
pongo mi chaleco histórico, que es auténtico relicario, como ya dije en una anterior columna)(5).
está también asegurada. Pero lo ideal es que la crêpe funámbula rubrique su volteo malabar en la
108
sartén, cayendo por la cara que aún no está frita. Con las seis crêpes restantes no hace falta ser tan
hábil.
Advertencias:
La gente avispada se frota la cara el día de la Candelaria con una crêpe para que en verano
no le piquen las avispas. Nunca uses aceite para hacerlas, sino mantequilla(6). Si te sobra pasta, qué
suerte tienes, pero no la tires porque entonces el dinero te faltará el resto del año. Si no vas a estar
Buen provecho.
M. J. Zapater
(*) El día de la Candelaria llevé a la redacción pedacitos de crêpe; a la Reyna le llevé una. Días después el Pamesa
ganó y ella pensó que la victoria de ese equipo se debía a que se había comido mi crêpe. ¡Increíble!
(1) Esta columna la escribí con la idea de que fuera publicada la víspera de la Candelaria, pero salió al día siguiente:
el 3 de febrero. Así pues, el corrector cambió el tiempo verbal : “(...) ayer me metí en la cocina (...)”.
(3) La frase, para llenar líneas, fue alargada por el corrector: “Esta que sigue es una receta para hacer las siete crêpes
de la suerte: (...)”.
109
(4) Por la misma razón que “sociopolítico” va junto, escribo junto “culinarioesotérica”. Pero el corrector no lo
entendió así y entre ambas palabras colocó un guión. Además, para llenar espacio, agregó a continuación “que nos
ocupa”.
(5) Para llenar espacio, el corrector cambió “como ya dije” por “como ya dejé anotado”.
(6) “Esa es la tradición”, añadió el corrector tras el punto para llenar líneas. Tras esta breve frase, punto y aparte.
110
El circuito del Majara
No, no es metátesis interna. Digo “Majara” y no “Jarama” porque es lo que quiero decir.
Para participar en él basta darse una vueltecita por cualquier vía de la ciudad, donde suceden cosas
de manicomio.
frenético que parecía emanado de una película sobre el Harlem, le picó la mosca de perseguirme.
Ya intuí sus intenciones suicidas por el espejo retrovisor, cuando vi su pinta de chulo. El muy
temerario se puso pegado al vehículo y mantuvo mi ritmo. Luego me adelantó y se plantó delante
de mí, momento en que frenó en seco. Gracias a que yo me olí su treta y aminoré la velocidad
No contento con la fallida artimaña (el enajenado pretendía que me estampara contra él
para que mi seguro le pagara los desperfectos de su juguetito; ¡seguro!), me esperó unos metros
más adelante. Yo esperaba a que el semáforo se pusiera en verde; él, cómo no, se lo saltó. Mientras
me aguardaba, gritaba; yo, empezando a sentir hervir la sangre, saqué la grabadora y, para ser más
peliculera que él, hice como que avisaba a la Policía. Para dar más verosimilitud a la escena miré a
mi alrededor con el aire entre disimulado, seguro y misterioso de los espías cuando comunican a
sus aliados en qué punto se encuentran. Combiné la parodia con una miradita de superioridad al
monigote rodante. Se puso el semáforo en verde y vi que desistía, quedándose muy serio y
mirándome fijamente.
Pocos días después iba a meter el coche en mi taller; para variar, un automóvil ocupaba la
entrada, pese al vado permanente. Así que decidí aparcar en la acera de enfrente. Iba a hacerlo
cuando un camión impaciente me aturdió con su pitidera ensordecedora. Yo, impulsiva, salí del
coche para encararme con los dos tiñosos. Les expliqué el asunto todo lo amablemente que me
111
Escamada por su cutrería y mala educación (el vehículo rebosaba chatarra y ellos tenían
más porquería encima que el palo de un gallinero), volví al coche y aparqué. Aún me crispó más
ver que no pasaban; avanzaron hasta ponerse junto a mí y oí sus groserías infames. “Ahora vas a
prometiéndome que mi mano no temblaría. Si no llega a ser por la cola que tras ellos se había
formado, que alertó al vecindario con estridente sinfonía de bocinas, no sé cómo habría acabado la
escenita. Sólo sé que a una vecina hace unos días dos bestias la desnudaron en plena calle para
M. J. Zapater
112
El día de los enamorados, las violetas y los morados
El auténtico día de los enamorados es intemporal y mantiene viva la chispa que perpetúa el
encanto, que es lo que diferencia el querer del estar enamorado. Querer junto a las cenizas de Eros
por consideración, rutina inerte o piedad es lo más triste que imaginarse pueda.
En el auténtico día de los enamorados el lema ha de ser que no importa que un amor no
tenga sentido, sino que basta con que sea sentido: racimos de efervescencia vertiginosa estallando
dulcemente al compás de la mano del sueño. Flotar, cerrar los ojos y ver su imagen y el fluir del
Este tipo de amor está magistralmente reflejado en Laura, de la novela Laura a la ciutat
dels sants, de Miquel Llor. Éste y otras variantes del amor son las que se encuentran en esta obra,
como son el amor instintivo (el sexo), el reprimido (colindante con el masoquismo, físico o
Para los masoquistas se hizo el día de los morados. Quienes se flagelan el alma
regodeándose en la melancolía de ver su espíritu hecho jirones tienen puntos de contacto con el
idealista depresivo. El masoquista del alma es el eterno triste, el que siembra su interior de violetas
Quienes torturan su cuerpo no merecen llamarse amantes. Esos buscadores de Sade aplican
de tal modo el “amarás al prójimo como a ti mismo” que su capacidad amatoria es para mí nula.
¿Qué puede brindar o inspirar alguien que empieza por no respetarse a sí mismo como no sea
sentimientos bajos? Y, en el amor, ¿qué sentimiento más bajo hay que el de creerse superior a la
Para los meramente lujuriosos se hizo el día de los que se ponen morados. En estado puro
resulta ínfimo, casi tanto como el de los masoquistas físicos. Supone la hegemonía del instinto, la
anulación de la voluntad.
113
En cuanto al amor sublimado, podemos verlo en las obras maestras que componen el
precioso abanico del más bello arte, tocado, como Venus, por la mano de la eternidad.
M. J. Zapater
114
Esencias y drogas
Las raíces de mi afición por coleccionar esencias, que quemo en un sahumerio o inhalo
directamente del frasco, hay que buscarlas en mi infancia. Ya de niña pasaba deliciosos momentos
En el campo hundía mi rostro entre las flores y las diseccionaba para absorber su néctar.
Incluso me afanaba en macerar pétalos para hacer mi propia fragancia. Dice Thomas de Quincey en
Confesiones de un inglés comedor de opio que la excesiva afición por los aromas merma la energía
física. Un compañero de clase hasta afirmó al respecto que los efectos que producen los inciensos
son equiparables (según el caso), a los de las drogas blandas. Es decir, que también colocan.
blandas es fallida y, por consiguiente, nula. Creo que fue a los 15 cuando me dio por fumar; tal
inclinación no duró ni un mes: no sentía ni placer ni malestar y renuncié; ahora me da náuseas. Con
el alcohol sucedió algo similar. Después de tres cubatas y medio desistí al ver como único efecto
que el atajo estaba más sinuoso que de costumbre. En cuanto a los porros, jamás me he llevado uno
ocasión el humo del cigarro que mi padre se fumaba, encerrado, dos habitaciones más allá de la que
Pero, ¿qué otras cosas las despiertan también sin ser drogas? Además, en mí las fragancias no
desencadenan dependencia.
Los diversos movimientos y transportes que el espíritu nota al ser acariciado por los
aromas (auténticas almas del frasco que ocupan, pues cuando éste está vacío aún perduran), los
reflejé en un breve estudio que no pretende ser tratado profundo, pero sí guía orientativa e
introductoria. En ella plasmo las características de unas 70 esencias, según la planta o animal del
que proceden y el planeta que influye en ellas. Digo animal porque hay una clase de ámbar que se
115
extrae del intestino de las ballenas. Esta esencia, calificada por Baudelaire de “estridente” en su
Estoy hasta las narices de oír establecer paralelismos entre las esencias y las drogas.
Concluiré para negar tal relación que según mi estado anímico me perfumo con una u otra: si estoy
especialmente mística puedo usar mirra para potenciar ese estado, por ejemplo; o sea, que no uso la
mirra para alcanzar el misticismo. O si lo prefiero puedo recurrir al opio, que equilibra el espíritu y
los sentidos.
M. J. Zapater
116
La reencarnación, lógica y natural
este convencimiento las sensaciones que nos embargan cuando un lugar hasta ese momento jamás
visitado nos resulta familiar, o cuando en el transcurso de una conversación reaparecen casi
simultáneamente en nuestra mente los ecos de las frases que aún no se han dicho, pero que se sabe
la memoria desciende los variables peldaños del tiempo y rescata retazos de lenguas extrañas que,
de repente, por arte diríase de magia, es capaz de usar. Muchos testimonios ratifican las
regresiones.
El cerebro se asemeja, visto esto, a una esponja que al final de cada existencia fuera
sumergida en las aguas del Leteo para que el olvido disolviera las impresiones absorbidas y
presentara ante el alma una nueva página en blanco sobre la que trazar el devenir de la vida, que,
tarde o temprano, otra vez ha de comenzar. Pero de igual modo que en la esponja siempre queda
profundis; en este caso lo hizo para explicar sus experiencias con el opio, que altera la concepción
reencarnación: “¿Qué es el cerebro humano sino un palimpsesto natural y poderoso? (...) Sobre tu
cerebro han ido cayendo, con la suavidad de la luz, capas de ideas, imágenes y sentimientos. Cada
generación parece enterrar a todas las anteriores, aunque en realidad ninguna se haya extinguido. Y
si en el palimpsesto de vitela (...) puede haber algo de fantástico que mueva a risa, como a menudo
ocurre debido a los encuentros grotescos de temas consecutivos que, sin ninguna conexión natural
que los vinculase ocuparan sucesivamente y por simple azar el mismo rollo, en cambio en nuestro
117
propio palimpsesto, creado por el cielo, el hondo palimpsesto memorial del cerebro, no existen ni
Si el alma existe, ¿qué ocurre con ella cuando abandona el cuerpo? ¿Dónde están las miles
de almas que desde que gira la rueda del mundo han abandonado su morada? Desechemos la idea
de una infinita densidad de población en el cielo, el infierno o el limbo. El rumbo lógico es tener
más de una oportunidad para perfeccionarse conforme se acumulan experiencias, siguiendo así el
círculo del devenir, símbolo del infinito entre los antiguos, sin principio ni fin, como la energía.
“Algún día, todo lo que ha sucedido volverá a suceder”, dice la antigua filosofía.
M. J. Zapater
118
CENSURADO
Por fin hay una mujer maltratada por su compañero que reacciona como persona: Catalina
J. V. Sí, como persona, porque ella afirma que actuó en defensa propia y no guiada por el instinto
brutal e irracional, que es precisamente el vil sentimiento que guió a su ex marido a agredirla en 27
ocasiones (eso, que se sepa). Quedarse quieta cual gusano hubiera sido lo animal.
del juicio porque considera que el caso puede desatar la alarma social. Alarmante es su postura,
señor magistrado. Alarmante es la inercia impasible del organismo al que sirve, injustamente
llamado Justicia, muchas veces, ya que no fue capaz de solucionar un caso colocado 27 veces en su
balanza.
terrorismo doméstico, como califican estos execrables crímenes montones de colectivos en todo el
¡Alarma social! ¿Qué esperaba su señoría?, ¿que Catalina soportara de brazos cruzados una
paliza por vigésima octava vez?, ¿que la mataran? ¡No señor! ¡Se equivocó usted! Catalina no sólo
no es ningún peligro público, sino que hasta tiene todas las papeletas para ocupar una hornacina,
justo entre el santo Job (que dudo que hubiera aguantado tanto como ella) y Lorena B., a la que ya
Si las 27 denuncias de Catalina no han bastado para encarcelar al bestia que, por fortuna,
ya no respira, si la legítima defensa es derecho constitucional, si una ya está harta del estereotipado
papel de muñeca de feria a la que se revienta a golpes y que calla y aguanta, ¿a qué censurar su
119
Deseable sería que estos sucesos no fueran más que pura fábula terrorífica, pero,
desgraciadamente, están ahí, y aunque los juicios rápidos, una vez consumada la barbarie, estén
muy bien, mejor está prevenir ésta en nombre de la integridad física. El encarcelamiento de
Catalina no va a acallar las conciencias. Hay que impedir que la mujer siga anquilosada por el
reiteradamente es de las mayores y más abominables muestras de intransigencia que darse puedan.
Así pues, mujeres vejadas y tantas veces pisoteadas, renunciad a ser mártires de esta religión de la
mundo; en pie las que no tienen paz. Alcémonos todas las personas en nombre de la dignidad.
M. J. Zapater
(*) Escrito entre el 22 y el 23 de febrero de 1998. Aunque la Reyna lo rechazó sin decirme nada, después
supe que la posible razón fuera su pavor mortal a los jueces y sus sentencias, como unos compañeros de redacción me
dijeron.
120
Drácula, mon amour
Todo empezó aquella mañana fría y pálida de hace casi un cuarto de siglo. Huyendo de las
batas blancas y de la larga aguja que hacia mi bracito apuntaba, me escapé espantada para
ocultarme bajo las escaleras de la entrada del centro de salud de Juan Llorens.
Allí, agazapada, rezaba para que nadie me hallara, por muy buen ojo clínico que tuviera.
Mi pánico por las jeringuillas invita al análisis, al análisis de sangre, que a mí tanto me horripila.
Me encontraron, pero, debido a mis pataletas y ahogos, se abstuvieron de sacarme sangre por
enésima vez. Me extrajeron tanta de niña, que cualquier testigo de Jehová diría que con ella me
absorbieron el alma.
Poco después fermentó mi pasión por las naranjas(1) veteadas de rojo y por Mis terrores
favoritos. La tez de luna de Bela Lugosi, el goticismo lúgubre de su morada solitaria, el crespón
con que Diana se ocultaba de los ojos ciegos de los murciélagos...; todo ello me evadía de la cruz
que me constreñía... ¡Y qué cruz! La severidad de un colegio religioso que me tenía por la rara
avis. Visitaba el cementerio y sus altos columbarios y mausoleos me dejaban anonadada. Su sacro
silencio, pesado como losa, lo guardaba en mi pecho para que me acompañara allá donde fuese.
Siendo ya adolescente afloraron mis progresivas náuseas por los ajos troceados que,
camuflados entre los arroces, encontraba en las comidas. Hablando de arroces, recuerdo también mi
me perdía en los mercadillos para buscar polvos de arroz que dieran a mi rostro la apariencia
espectral de la que hablaban las canciones de los Alien Sex Fiend, los Bauhaus, los Cure y demás
amantes de los entierros prematuros, las almas en pena y las alas de los ángeles caídos.
Creo que aún no era mayor de edad cuando recibí la visita del murciélago, ese que desde
entonces y por espacio de unos dos años acudía cada noche religiosamente a dormir colgado del
techo de mi galería.
121
El colofón llegó cuando noté que la piel se me llenaba de ronchas si me exponía a la
ardiente mirada de Apolo. Así que renuncié a la playa, a la que ya iba poco, dada mi escasa afición
a las masas. Pero tal era mi hipersensibilidad, que bastaba el más fugaz rayo de sol para causar la
reacción cutánea. Este fue el dictamen médico: eritemas; o sea, ¡alergia al sol!(2) Cargando con la
cruz de semejante nueva, regresé a casa, inquieta por saber el veredicto definitivo: el del espejo. El
sobresalto era seguro: si me reflejaba, seguiría viendo mis brazos y piernas tachonados de satélites
rojos; si no me reflejaba... Pero me reflejaba, pues ahí estaba mi aspecto de seis doble del dominó.
Ahora apenas me salen eritemas y, por supuesto, me sigo viendo en el espejo. ¡Con la
ilusión que me hacía verme de pupila de Drácula! Me queda el consuelo de disfrazarme por
Carnaval(3).
M. J. Zapater
(3) Este párrafo fue enlazado con el anterior, cosa absurda, pues los cambios hechos dejan igual número de
122
Cañas y barro o Barroso mete caña(*)
Esta constructiva columna retoma el temita de la arquitectura fea e inútil para hablar de la
falta de accesos para minusválidos del museo de Blasco Ibáñez, que obligó a Miguel Paterna
Barroso a interponer una demanda. Restregar por la cara la ineptitud de quienes se consideran los
lumbreras de la edificación crispa a muchos, pero, una vez más, hay que explicar que estética y
Barroso ha metido mucha caña por el mal diseño del rehabilitado chalé de quien escribió
Cañas y barro, ya que hasta ha acudido al Síndico de Agravios. Pero, ¿cuál ha sido la respuesta de
Patrimonio Histórico? ¡Que al chalé no se le han habilitado rampas para minusválidos porque lo
hubieran afeado! ¡Qué bonito! Esta contestación, de insoportable matiz wildeano que no viene al
caso, demuestra hasta dónde puede llegar la incompetencia(1). Hasta Wilde, flor y nata del
esteticismo (afirmaba que “la única disculpa de haber hecho algo inútil es admirarla
intensamente”), se llevaría el disgusto del siglo si levantara la cabeza. No lo digo sólo porque las
rampas para minusválidos no tengan necesariamente que ser antiestéticas, sino por lo que este genio
hubiera descubierto dentro de uno de los aseos del museo, precisamente el que está destinado a los
discapacitados: cajas, mochos, cubos y una escalera de madera. Esto está muy feo. Estos útiles de
limpieza son horrendos, no porque sirvan para algo, como diría Teófilo Gautier (“Toda cosa que se
convierte en útil deja de ser bella”), sino porque el aseo de minusválidos no es lugar donde
Cierto es que en la puerta de este aseo una placa dice “privado”, pero hay dos evidencias
aplastantes que dan al traste con este privilegio de la casa: primero, puesto que evacuar es necesidad
primaria y el museo sitio público, lo lógico es que este aseo esté sólo(2) a disposición de los
que no sólo se encuentran en la entrada del museo, sino hasta dentro del aseo de minusválidos. Si
123
esto no es ejemplo del recochineo del más denigrante humor basado en la mala sombra y el mal
gusto, entonces es reflejo de desidia y guarrería. O de ambas cosas. La cochinería de guardar las
cosas donde no toca me recuerda al didáctico cuento El duende Sucio, que yo releía de pequeña.
Por favor, ya vale el cuento, que el plantar barreras a los derechos básicos no es cosa de
M. J. Zapater
124
Todo es mental
La imaginación y la mente tienen más importancia de la que muchos piensan. Pero esta
importancia no se demuestra mejor con hechos que alimentando el intelecto, pues “todo es mental”,
Las cosas suceden antes en la pantalla del cerebro; luego, a veces, las refleja la realidad.
Desde el prisma platónico aún podemos ir más lejos y afirmar que, puesto que el mundo material es
el universo de las sombras y de lo falso, nada hay más real que las ideas(1). Óscar Wilde también se
acercaba a este pensamiento cuando decía que “las cosas más importantes ocurren en la mente”. En
efecto, ninguna agencia de viajes es más rápida, alucinante y disparatada que la que regentan las
neuronas, trenzadoras de universos imposibles más allá de su reino (reino que es más poderoso que
la fantasía cuando se alía con las sensaciones oníricas: nunca la más sublime de las experiencias
conscientes supera a las del sueño natural. Ahora bien, esas excelsas experiencias oníricas son la
síntesis perfecta y equilibrada del sentido y de la idea, lo que indica que, por muy loable que sea lo
Así pues, nada más enriquecedor, espeluznante y asombroso que los mosaicos abigarrados,
los móviles dioramas, los rompecabezas abstractos, los sonidos tornasolados, los abanicos de
caricias y las más insólitas sinestesias compuestas por el caballo desbocado de Morfeo.
experiencias de los visionarios y en los presentimientos o corazonadas; ¿qué es el corazón más que
órgano físico? Los presentimientos afloran en estado consciente, lo que significa que también en
este caso la mente demuestra su hegemonía. Al respecto la persuasión extrasensorial tiene mucho
que decir: afirma que la mente actúa en estos casos como cámara fotográfica, que registra imágenes
125
que luego ven la luz. Pensando reiterada y detalladamente en una misma escena, ésta acaba
pegando el salto de la ficción a la realidad (entendida ésta como el mundo de los hechos).
Esto no suele funcionar con el amor ideal. Siempre que alguien se empeña en hallar en el
mundo de los hechos al ser quimérico e irreprochable que alberga en su hornacina mental,
Todo puede imaginarse, mas no todo lo que se imagina está en el mundo de los hechos.
Rechacemos el principio del empirismo, que dice que sólo se puede imaginar lo que ya se conoce
mediante la experiencia. La imaginación no tiene más límites que los que cada cual le atribuye(3).
M. J. Zapater
(3) Ídem.
126
Acracia, mística y aristocracia
Afirma Aristóteles que el ser humano es sociable por naturaleza, pero yo defiendo lo
contrario. Cuanto más compleja y elevada es la personalidad, más tiende a replegarse sobre sí
misma. El mayor misterio es uno mismo y nada atrae más que lo desconocido; puesto que todos
Por opuestas que parezcan las más altas filosofías, todas enarbolan el estandarte del ego;
hasta se confunden: la del ácrata, la del aristócrata del gusto y la del místico.
La naturaleza ácrata empieza abogando por la colectivización, pero al ser la autonomía del
Yo otro de sus pilares, ésta acaba por imponerse al descubrir la alienación que subyace en la
comuna. Así, no es raro que los auténticos y escasos ácratas y anarquistas que quedan estén solos.
Han aprendido que, como dijo Wilde, “la única sociedad posible es la de uno mismo” (1). Por tanto,
aunque por caminos distintos, han llegado a la misma conclusión que los aristócratas del gusto
acomodados se rodean de suntuosidades), los aristócratas del gusto adoptan una postura hierática y
desdeñosa frente al mundo. Hacen del arte que dominan su religión, su principio y su fin y, además,
escritor actuó parecidamente a su personaje al irse a vivir junto a un monasterio; en él se da, por
tanto, doble egocentrismo: la mística y el arte. Ya lo vaticinó Barbey d´Aurevilly cuando dijo que
Huysmans, tras escribir esta biblia del decadentismo, sólo tenía dos salidas: suicidarse o postrarse
ante la cruz.
Esto último no implica necesariamente tomar los hábitos. “Todas las asociaciones tienen
los defectos de todos los conventos”, dijo Vigny. Yo invertiría la frase. Aunque el entorno sea
127
religioso, sin predisposición anímica al aislamiento todo es en vano. Quien se siente solo entre la
mismo nombre, se palpa magistralmente ese sentimiento de superioridad: “Quise arrojarme por un
tiempo a un mundo que nada me decía y no me comprendía. Mi alma, no gastada por pasión
alguna, buscaba un objeto que la atrajese a sí; pero vi que daba más de lo que recibía. No se me
rebajar mi vida para ponerla al nivel de la sociedad. Tratado por todos de espíritu novelesco,
avergonzado del papel que representaba y cada vez más disgustado de los hombres y de las cosas,
M. J. Zapater
128
Cutrenovelas
Viendo las porquerías de series que arrojan en televisión; mejor dicho, cerrando los ojos
ante semejantes abortos, me convenzo del valor de mis cutrenovelas, que difundía por una radio
libre. Son grabaciones suburbanas de crítica causticidad en las que participaban mis coleguillas.
En La vieja maloliente del bosque cualquier cascajo operado hasta las pestañas se siente
identificado con la protagonista. Ésta recibe la visita de tres hadas aleladas. Pero todo es en vano,
porque sabiendo el príncipe azulgrana que cuando el mar muerto estaba enfermo ella vivía ya,
En Los siete cabritos y el bobo, muy didáctico, el pueblo (el bobo), cantando aquella soez
canción de “la cabra, la cabra, la p... de la cabra...”, se impone a los siete poderes que le amargan la
existencia.
Estoico, empeñado en enriquecerse con su autómata Electra Molestator 1X2, que se ha escapado
para destrozar la ciudad, secuestra a Vidrio al confundirla con su máquina. Tal es le parecido, que
el científico celebra haberla hecho mucho mejor de lo que él pensaba. Mientras, la autómata se lía
con Marianico. Al final el científico sabe que su madre es la mujer del padre de Marianico; se
olvida de su autómata y de las quinielas y hereda. Moraleja: en familia se queda todo, pues hasta el
prima.
hija de un obispo. Para ello se une a la conjura revolucionaria que busca hurtar el botafumeiro y
beneficiar a los pobres. La niña se hace amiga de Cerebrín Einsteinto Sexual, hijo del cabecilla
sedicioso; ocultos en el botafumeiro ven a sus familias encapuchadas para hurtarlo y se creen que es
129
Semana Santa. El ministro Coco, obsesionado por las patadas en las puertas y por no poder quitarse
los pantalones ante su mujer, Billeteresa, se pone las botas deteniendo a todos los ovnis que ve. Así,
arma la de Dios en la catedral de Sigüenza, donde pide el D.N.I. a todo cristo. Al final es destituido
En Q-3 la modelo pava Ana Patricia Estropicia, hija de Gustavo Anacleto Picoleto,
descubre que su hermana es Casimira de Reojo, “chusma de barrio” recogida por su padre por
intereses sicalípticos. Juana Tope Bwana Marihuana se lía con Mójame de Ali Oli, hijo de
Inociencia Infusa, para bajarse al moro gratis. Pero el novio de Juana, Supermanguillermo
Los mangantes de la playa... No queráis saber más; que un culebrón con final no es tal.
M. J. Zapater
130
Apasionante feria del libro
La inmensa gozada que supone volver a tener en las manos el mismo rarísimo ejemplar
que descubrimos hace un año, en la misma caseta, en la misma estantería y hasta en el mismo
hueco, es de tal magnitud que sólo lo comprende quien le apasiona coleccionar determinados libros.
Pero más placentero es saber que, esta vez sí, el precioso libro nos pertenecerá, de modo que ya no
tendremos que volver a angustiarnos al vernos obligados a dejarlo a merced de otros ojos
codiciosos.
Un año más he acudido a la Gran Vía con mi lista negra de obras caprichosas, encabezada
por el inalcanzable Esmaltes y camafeos, de Teófilo Gautier (que poseo en parte). Reliquias de
Huysmans, Barbey d´Aurevilly, Villiers o Mallarmé son algunas de las delicias que persigue
Pese a lo difícil de hallar tales gemas, he de celebrar que mi vieja lista se va reduciendo,
tanto porque de tan manoseada que está se cae a trozos, como por los progresivos hallazgos.
¿Magnetismo? ¿Buen ojo? ¿Buena suerte? En verdad creo que la mano benévola de la diosa
Fortuna está implicada; si no, no me explico que ciertas joyas polvorientas hayan podido pasar
inadvertidas en los estantes, cubiertas por el sudario del olvido. Hablando de la Fortuna, fue
precisamente Fortunio, novela de Gautier, de las perlas que pesqué el pasado año; afortunadamente,
la pude comprar.
recorremos detenidamente, uno por uno. Alineados, reposan llamando nuestra atención en el
mágico argot del silencio. En sus lomos de pergamino arrugado, de cuero repujado o satinado, de
cartón pintado o de tela desleída, a veces no hay título grabado, lo que nos impulsa a abrir el
ejemplar, aunque sólo sea para acariciar sus páginas amarillas, cargadas de años y de humedad.
En mis visitas a la feria había algo de masoquista: si no encontraba una obra, debía
resignarme; si la encontraba, su precio solía estar por encima de mis posibilidades. Pero todo tiene
131
sus compensaciones; recuerdo que el pasado año un joven librero, admirado por el empeño que
ponía en rebuscar libros hasta por los suelos, quiso premiar mi pasión por esas lecturas
regalándome uno de los seis ejemplares que adquirí. ¡Ejemplar actitud! El librito contendía dos
novelitas: Silvia y La mano encantada, de Nerval. A quien enarbola el lema de “Quien la sigue la
Para el librero mi actitud era modélica; para mí, su desinterés material me superó. Los
desorganizadores de ferias alternativas, hipócritas que no ven más allá del lucro, podrían aprender
de tan encomiable actitud. Y los libreros que venden por 3.000 pesetas el libro que sólo cuesta 350,
también; que hable de antigüedades no quiere decir que sea una antigüedad.
M. J. Zapater
132
Mucho ruido y pocas luces
Si terrorista es quien infunde terror, terroristas son los motoristas que van a la mascletà
plagando las calles con sus carreras homicidas. Tales atropellos son intolerables. Agrava el caso su
Uno de estos horrores sucedió hace poco más de una semana; lo protagonizó un centenar
de estos rapados: fútbol, botellazos, petardos, berridos y alcohol, a las 4 de la mañana, en la plaza
Olof Palme. Tal ramillete de vulgaridades es insuperable. Resultado de la jugarreta, que obligó al
El lema de estos niñatos, tan ligeros de cascos que ni siquiera llevan, es el de mucho ruido
y pocas luces, sobre todo de noche, cuando, no contentos con el ruido soportado en la mascletà,
nueces”(1). La crispación general es evidente, ya que, a excepción del centro, nadie ve los
cacareados dispositivos de control por ninguna parte. “Hablan mucho y no hacen nada”; esa es la
Policía es que “no se comunica dónde se ubican los dispositivos para no desbaratar el plan de
control”. Pero nadie se lo traga, pues si el caos reinante es control, qué será el Apocalipsis...
Si se les interroga sobre el número de multas y sanciones impuestas, contestan los agentes
que aún no se sabe el resultado de las estadísticas. Así que, mientras ellos siguen haciendo números,
en la vía pública cantan los hechos. ¡Confiscación de motos!; eso tendrían que hacer. Ya que no se
respeta a la población autóctona (un muerto el pasado año, un accidente en la calle Jesús el otro
mediodía...), que se piense en el turismo, que en cuanto vea (y oiga) el panorama echará a correr
para no regresar.
Aparte del fervor por el ruido, lo que mueve a estos ninots motorizados a emular el
ambiente fallero es el siguiente hecho, tan irrisorio como lamentable, como las ironías paridas por
133
el humor negro: la falla ¿humana? que se formó el segundo día de mascletà cuando uno de los
borregos cayó en plena calzada y fue arrollado por una treintena de reses del rebaño motorizado del
que se había descarriado. El espectacular amasijo evoca incendiaria idea; mas no nos rebajemos a
su nivel y recordemos a Wilde: “Todo arte es completamente inútil”. En verdad, pocas veces se ve
tanta inutilidad junta. La monumental montaña de carne y metal, como obra de arte que era, hubiera
Mientras el pueblo le pregunta a la alcaldesa por qué los gamberros le dan tanto por todas
partes, ésta, elevando los ojos al cielo, donde estallan los masclets, parece pensar “Santa Rita, Rita,
lo que se da no se quita”.
M. J. Zapater
134
Sin sentido(*)
Denunciaba una madre en El Cabinista que a su hijo, que iba con su panda de amigotes
motorizados a ver la mascletà, le habían birlado el caballito metálico, comprado con las 1.000
pesetas que semanalmente le daba ella. Añadía que le constaba que tal vergüenza era cosa de una
banda organizada de desaprensivos, esos que detestan los rebaños de adolescentes escapados de
casa de locos.
Eso faltaba, una banda organizada que erradicara el caos creciente que rodea a la mascletà.
Bonita falla que se haría con el material requisado; encima, no se le tendría que echar gasolina para
quemarla luego, pues la llevaría incorporada. Sólo habría que buscar ninots. Esos niñatos van a la
mascletà y a lo que no lo es. Para quien aún no lo sepa, aquí va la última: cada noche, cobarde
guerra contra los Minis y los 600. Así pues, evidentemente que hay banda organizada. Pero no
vehículo, con las ruedas apuntando arriba. La gracia ha servido para que el pobre hombre encuentre
más barreras de las que ya hay para ganarse el pan. Seguro que si tiene hijos no recibirán las 1.000
pesetas semanales que les dan a algunos niñatos mimados para sus caprichitos: primero, por ética;
El coche le quedará nuevo; está ahora bajo el mismo techo que mi 600 (que se ha librado
por estar en el taller). Pero, ¿qué necesidad tenía el inválido de tanto problema? Hay aún más casos:
otro 600 y un Mini, en la misma calle, han sufrido la barbarie de los gamberros motorizados. Los
techos de uno y otro sirvieron por unas horas de tablado folclórico para infame fiesta. Da la
casualidad de que también el dueño de ese 600 lo usa para ir a trabajar. Gran parte de la ciudadanía
135
¿Hay derecho a esto? ¿Hay derecho a no poder circular ni por las avenidas porque están
cortadas y con los semáforos tapados, como tapan los ojos de los caballos para que no se espanten
del fuego? ¿Hay derecho a no poder dormir porque en tu propia finca hay falleros que tiran
petardos de madrugada? ¿Hay derecho a que a ciertas calles de doble sentido les anulen sólo uno,
fomentando así el ir contra sentido? ¿Hay derecho a que los dependientes de la feria del libro
soporten petardazos continuos, con la consiguiente indignación de la clientela? Por más que le doy
vueltas mientras rodeo manzanas y manzanas ocupadas por la tradición, no le veo ningún sentido.
M. J. Zapater
(*) El titular fue cambiado por el de Un rebaño de desaprensivos anda suelto. Encima de que a lo largo
del artículo hubo mutilaciones que la dejaron coja y manca porque la columna medía dos módulos menos que de
costumbre, me colocan un titular más largo que el que había yo puesto, para que hubiera que cortar aún más texto.
¡Incomprensible!
(1) Esta última frase del párrafo y todo lo que sigue fue suprimido.
CENSURADO
136
De la vida contemplativa(*)
Al contemplar las cosas de la vida hay que percibir todos sus posibles prismas; si no se es
capaz de ello, conviene callar, encogerse de hombros, no ofender y dejar a los que se considera
incomprensiblemente diferentes vivir en paz. Todo es cuestión de gustos; todo es relativo. Toda
Lo que a continuación se narra tiene que ver con esto; lo he titulado De la vida
contemplativa.
Teresa y Narcisa, dos jóvenes fervorosas que creían llevar algo divino en su interior,
comenzaban el día cada mañana abismándose para abrazar la plenitud. En un sosegado ambiente de
silencio y penumbra donde el incienso humeaba dulcemente, afloraba la magia del recogimiento y
La artista y la novicia, cada cual a su modo, exhaustas y jadeantes daban las gracias a su
dios; mientras una exclama “¡Oh, de vita beata!”, la otra suspira “Oh, deliciosa masturbación!”
admirarlas (que cada cual atienda a lo que su naturaleza interior le dicte), pero sí a reconocerlas y
respetarlas.
Dos jóvenes hermosas y esbeltas pasaron cogidas de la mano muy enternecidas frente a
dos hombres.
137
Nada más verlas, estos, en tono rudo, desconsiderado y prepotente les reprocharon que
eran un par de bellezas corrompidas echadas a perder. Ellas contestaron a sus obscenidades y a sus
Los hombres, enardecidos, hicieron un gesto de asco, aunque en el fondo hervían de rabia
por no ser ellos los afortunados amantes de aquellas damas tan bellas.
Un tercer hombre que también había presenciado la escena, les dijo sonriendo: “Eso
En efecto, cuestión de gustos. Aquel joven caballero me gustó, como también me gustó la
naturalidad de las chicas, que no contestaron a los improperios y siguieron su camino. Ni ese chico
ni yo recorremos el sendero marcado por Safo y Sócrates, pero sabemos que es tan válido como
cualquier otro.
M. J. Zapater
(*) La primera narración que incluyo aquí, llamada De la vida contemplativa, la extraje de mi Esencia de estelas y la
escribí el 30 de marzo de 1995. La parte final del artículo, donde hablo de la historia de las dos bellas chicas, la titulé
en Esencia de estelas como Cuestión de gustos (data del 15 de julio de 1995). El artículo, que le pasé a la Reyna
entre el 19 y el 29 de marzo del 98, no fue publicado porque para ella se reducía a mera defensa de la
138
Una recomendación en brujería dice “Compra chatarra y vende antigüedades”. Aunque no
la sigo al pie de la letra (eso sería estafar), sí que apruebo su extracto: aprovechar todos los objetos
posibles. Igualmente quien los adquiere puede disfrutarlos. Aunque no se sea hábil, basta con tener
Ha llegado la primavera y pronto se desorganizará un año más la feria alternativa, que, por
más transformaciones que entrañe esta florida estación, seguro que no cambiará. Por la tendencia a
asociar ideas que me embarga cuando me abismo mirando fijamente un objeto, pensaba en ello el
otro día. En este caso fue una gorrita negra que a veces me pongo el objeto de mi distracción. Esa
gorrita me recordó que tuve otras tres (también me recordó a los gorrones): una amarilla, otra
marrón y una tercera beis. Como no me las ponía, las vendí en la pasada feria. Me liberé de lo que
Otras cosillas las metí en sobres sorpresa para, a 50 pesetas cada uno, venderlas también.
Más que lo que contenían (muchos de dichos objetos valían materialmente más de lo que pedía por
ellos), lo que la gente adquiría era la ilusión de saber qué había dentro. Pero la incertidumbre, como
“¿Para qué quiero yo estas medias verdes?”, se preguntaba desencantada la chica que abrió
uno de mis sobres en la feria de hace tres años, en los Viveros. Pues para muchas cosas; basta con
tener idea: para seducir, por ejemplo, por su color venusino, o para trueque.
cambio de dos lecturas de manos, una pareja de vendedores de artilugios de masaje me dieron uno
de ellos; a cambio de un broche, di un colgante que yo hice con una caracola; a cambio de leerle las
manos a un indio, éste me las leyó a mí; a cambio de la lectura de Tarot de un mendigo
cartomántico, yo divulgué por la radio sus reivindicaciones. Sorpresa: las predicciones de éste
dieron en el blanco. Por último(1), en la feria del 97, otro intercambio y otra sorpresa: por un juego
psicológico, un colgante misterioso que me dio un compañero de radio. He aquí el vaticinio de este
colega: “Pon esta piedra en el pañuelo de los sobres sorpresa, no se te vaya a volar del aire; además,
139
te sirve de autodefensa, por si acaso”. Al poco rato de que él se fuera sucedió lo inverosímil: nos
La experiencia hasta ahora me demuestra que en los negocios, como en toda relación
humana, anda implicada la magia. Por algo se habla de los “magos de las finanzas”. A la vez me
hace pensar que, como dijo Óscar Wilde, “Actualmente la gente conoce el precio de todo, pero no
M. J. Zapater
(1) Aquí se suprimió “Por último” y lo que sigue se puso como párrafo aparte.
140
CENSURADO
Faroleando perros(*)
Rocky, el perrito blanco del tendero de la esquina, vivía tranquilo junto a otro negro:
Rambo. Vivía tranquilo, aunque siempre ha sido algo nerviosillo, hasta el día en que desapareció
Tales nombres de película de héroe fachendoso, Rocky y Rambo, vienen que ni pintados al
caso, ya que parece de ficción. En este caso el pretendido héroe ha sido un vendedor del periódico
La Farola, que tuvo la luminosa idea de secuestrar a Rocky para luego obtener recompensa
haciendo creer que se lo había encontrado. Pero se pasó de farolero y de papelón porque se fue de
la lengua y confesó el verdadero plan: ganar arramblando canes lo que no ganaba vendiendo el
periódico.
Digo que es papelón porque, de acuerdo con el diccionario, se creyó más de lo que es,
como el final de esta columna demostrará. El colmo de su picaresca farolera fue agregar, cuando
exigió más que tomó las 5.000 pesetas que le dio el tendero, que volvería por más. “¡Adelante con
los faroles!”, pensó quizás, frase típica de quien persevera en algo, aunque se absurdo.
individuo reincidiera, pero sin ceder a sus pretensiones usureras. En efecto, desde el punto de vista
del raptor, mucha pasta debía de faltar, ya que, encima de cobrar por un delito, se largó
descontento. Si no fuera por la buena pasta con que están hechos el tendero y su familia (son, lo
La que sí que canta que se las pela es la pareja de perritos, que, montando guardia entre las
verjas de la ventana de la tienda, ya no duda en poner el ladrido en el cielo cada vez que pasa
alguien catalogado por su olfato como sospechoso. Lo gracioso es que ahora es Rocky, que siempre
141
ha sido más pacífico que Rambo, el que más se escandaliza ante el más mínimo indicio. El
Dejando a un lado a la gente honrada que vende La Farola, pasemos a analizar la rara
reacción de nuestro héroe para demostrar que es farolero por triple banda. ¿Quién le manda a él
meterse a farolero? ¿No tenía bastante con la publicación que vendía? ¿Qué es un farolero?
Despejemos las incógnitas. La R. A. E. dice que farolera es la persona amiga de llamar la atención
y de hacer lo que no le toca. También es farolera la que cuida las farolas y la que es entremetida.
Ahora, farolera es también quien vende La Farola. El héroe encaja en todas menos en una de las
acepciones (la de cuidar farolas), pero he aquí que esto entraña incompatibilidad: si quien cuida las
farolas o vende dicho periódico decide también hacer lo que no toca y mal, como este héroe de
M. J. Zapater
142
Historias de la histeria
primavera la sangre se altera, pero hay algunas que, a la vista está (y al resentido tímpano, mártir de
sus chillidos, también), están alteradas todo el año. Por ir a un concierto de cuatro niñatos, tanto
revuelo, cuando estoy segura de que, en caso de no ser conocido alguno de ellos, lo verían por la
calle y, todo lo más, arrancaría de sus pechos un suspirillo que el viento se llevaría en cuanto se
(del bolsillo de papá y mamá, claro) cantidades exorbitantes es denigrante y da vergüenza ajena. Yo
también he tenido 15 años y grupos preferidos, pero nunca me he tirado de los pelos (aunque por
esa época los llevaba erizados, al estilo de los Alien Sex Fiend y de los Cure) ni he berreado ante
sus caretos míticos, aureolados por la industria discográfica y sus reglas estereotipadoras.
Todo lo absorbe el Sistema, pues hasta la música más alternativa acaba enlatada en el gran
supermercado del canturreo juvenil. No nos engañemos: ¿qué quedó tras el caos montado por
Johnny Rotten en el 77? La cáscara: perdido lo visceral, sólo quedó la vestimenta, abalorios que se
podían adquirir en los mercaditos. Conclusión, “otro uniforme más”, como afirmaron los Clash.
Por tanto, la clave es decir no a la moda y sí a la personalidad. Desde que era adolescente he sido
selectiva con las canciones de mis grupos favoritos; no porque un tema fuera de los Parálisis
Sin empujones, llantinas y otras groserías gazmoñas me las ingeniaba para estar en primera
fila en los conciertos. Asistí a uno de los citados Alien y se me cayó el alma a los pies al ver el
aspecto real (fantasmal, más bien) del cantante: más que concierto en vivo y en directo aquello fue
la distorsión de una sinfonía patética en muerto y en directo. Daban pena sus hondas ojeras
negruzcas, sus andares encorvados de pájaro tísico, atiborrado de heroína, su correosa boca
pintarrajeada, semejante al tajo de un cuchillo mohoso dado en una calabaza podrida. Cuando el
143
cantante, fijos sus ojos muertos en los míos, me ofreció con su temblona mano el vaso en que bebía,
sentí náuseas y me aparté; un par de histéricas enlutadas que había a mi lado se lo arrebataron, a la
En otra ocasión fui a ver y a escuchar a los Bolshoi. La voz y el aspecto del cantante me
Trevor Turner era el elegante donjuanesco escapado de un lienzo decimonónico, con su levita
brocada. Pero me demostró que era maleducado y me desencantó: arrojó el trípode del micrófono
sobre el público. Porque cayó entre una amiga y yo; si no, descalabradas(1).
M. J. Zapater
(1) Este párrafo y la frase final fueron suprimidos por cuestión de espacio: la cabecera de la sección
144
Fascista, tú
“¡Oye!, ¡que no hagas fotos a la casa!”, me chillaba uno de los okupas de las viviendas
ruinosas que hay en Eugenia Viñes. A esto agregó: “¡No hacemos declaraciones a diarios
fascistas!” La cosa tenía su gracia: ellos, que estaban en una propiedad privada que no era suya, me
Pero si, según su filosofía, yo tenía tanto derecho a okupar esa casa como ellos; ¿de qué
refunfuñan? ¿Por qué regla de tres yo no podía en nombre del derecho a la vivienda y de la libertad
meterme allí con ellos, por ejemplo? Claro que, qué se puede pensar de una panda que, hace justo
casi un año, me echó del cauce del Turia (¡lugar público!) “por vender cosas sin tener licencia”.
Si yo, como estudiante de Bellas Artes, hubiera querido plasmar las decrépitas balaustradas
de coronamiento, los ventanales de hierro forjado, los pétreos copones desportillados y los
amarillentos líquenes adosados a las desvaídas paredes de dicha construcción, ¿tengo derecho?(1). Si
fuera alma caritativa, filantrópica y objetora de conciencia voluntaria que quisiera por mesiánico
amor al prójimo evitar que los okupas acabaran sepultados bajo los cascotes de la desvencijada
Toda persona tiene derecho a la vivienda, pero también está el derecho a la propiedad
porque el okupa podía prohibirme que no lo(2) fotografiara a él, pero no que no fotografiara la casa.
Pero este chico no se apartaba de mi objetivo, con lo cual había algo de afán de protagonismo
Esta manía de hacerse los mártires me recuerda a la que se adopta en las manifestaciones,
esas procesiones que son a la causa defendida lo que cualquier misa a cualquier religión: puro
recibir la oblea(3). A algunos manifestantes parece que les gusta que les peguen y, como algunos del
otro bando son amigos de lo sádico, se juntan, por tanto, el hambre con las ganas de comer. Digo
145
esto porque es frecuente ver a los okupas dar saltitos provocativos con la cara tapada ante el policía
de turno, que enarbola la porra amenazadora. Hay actitudes y actitudes: yo, que he desfilado en
dichas manifestaciones, nunca he recibido mamporro; ¿será porque siempre iba a cara descubierta o
Si el okupa se hubiera quejado por salir en la foto, como un policía sádico le soltó a un
M. J. Zapater
(3) “(...) esas procesiones son a la causa defendida lo que cualquier misa a la religión: puro símbolo. En el caso
de la cristiana y de ciertas manifestaciones alternativas, en ambas se va a recibir la oblea.” Todo esto fue
146
A partir de este verano, cuando una criatura diga: “Mamá, quiero algo nuevo, un juguete y
un chocolate”, la madre lo tendrá más difícil para acertar. Es que la concejalía de Sanidad ha
decidido, por fin, atender este verano la machacona demanda ciudadana de instalar urinarios
Hasta ahora algunos miembros de la Administración y los propios hosteleros del paseo
Marítimo comentaban que, quizás, Sanidad no instalaba urinarios porque, como la gente es muy
guarra, con el mar y los setos ya tienen bastante. Por su parte, la gente se defendía, en general
(algunos reconocían que eran guarros) diciendo: “¡Me cachis en la mar!, es que no hay urinarios”.
En efecto, el asunto es como el círculo vicioso de aquel que no encuentra trabajo porque
carece de experiencia, la cual nunca adquirirá si no le dan ocupación. Ante tal embrollo cabe
Con todos los respetos que las gallinas merecen, la verdad es que su mala fama de
cobardes se la han aplicado hasta la fecha, aunque injustamente, a las altas esferas más o menos
relacionadas con este proyecto: había y hay miedo. ¿A qué? Pues, sencilla y lógicamente, a que
estos habitáculos se conviertan en el refugio perfecto para los drogadictos, ya que no serán
se sabe que esa zona del Marítimo (cercana al dispensario de metadona de Marcos Sopena), está
llena de estos enfermos. Si el contenedor de hierro que Cruz Roja tenía habilitado como almacén de
útiles de salvamento por fin ha sido retirado por ese motivo, entre otros (estaba corroído), fácil es
Pero, lejos de pronosticar situaciones desagradables, hay que celebrar esta buena noticia.
Como el propio concejal de Sanidad manifestó al Diario del Marítimo, “la verdad es que era algo
Así pues, salvo algunos gallinetas temerosos de los gamberros y de los toxicómanos, todo
el globo rebota de alegría por ese par de huevos de hormigón: Sanidad, envalentonada y optimista,
está encantada con el tema, ya que asegura que no se ha tenido que invertir nada; y los bañistas,
147
llorando de alegría están, aunque esta vez ya no lo hacen (como en años anteriores) para eliminar el
Esperemos que en invierno, cuando el personal ahueca las alas y emigra de la playa, nadie
se encuentre con alguna sorpresa desagradable dentro de alguno de esos dos huevos, como en el
anuncio.
¡Ah!, por cierto. Esta columna, como los huevos de la playa, no lleva incorporada ningún
M. J. Zapater
(*) Me gustaban ambos titulares, pero finalmente, creyendo que el segundo era más fácil que pasara la censura, opté
por él. Además, quedaba mejor con las alusiones que en el texto hago a una conocida marca de huevos de chocolate
148
CENSURADO
¡Todos a la cárcel!(*)
Los sordos inconscientes, ignorando que “cuando el río suena, agua lleva”, se encogieron
de hombros y siguieron ocultando y amparando la bomba de relojería que latía en las minas.
Doñana se va al carajo(1); las reiteradas advertencias de los sensatos no fueron escuchadas y ahora
algunos sólo tienen de naturalistas el color de su uniforme y lo que habitualmente les cuelga de la
nariz. Ni los mocosos, entendidos estos como niños, muestran un vacío cerebral de tan
envergadura: la lógica de estas criaturas se sabe que es aplastante; había que haberlas escuchado en
Precisamente es hasta las narices donde están las personas sensatas, las ecologistas. Sí,
porque ser ecologista no es como ser de un partido político ni como llevar una camiseta punky. Es
respetar el entorno en que se vive y del cual se forma parte. Quien no es ecologista reniega de la
Me encienden mucho estos asuntos, pero no tanto como para prender fuego a los salvajes
que han arrasado lo poco que queda de selva amazónica, que ha estado ardiendo durante dos meses,
y no son las tribus aún no exterminadas las culpables del desastre: hay salvajes que en vez de llevar
los anillos en las narices los llevan en los dedos; ellos son los peligrosos y los que deberían estar en
peligro de extinción.
cuyas actitudes podían aprender los abogados del exterminio. Hablo de Coco, la orangután capaz de
comunicarse con los humanos usando unos 2.000 signos lingüísticos. ¿Que es raro? Los monos son
149
homo sapiens; las personas, homo sapiens sapiens. ¿Acaso no les resulta familiar? “Primate”, por
Los pirómanos, al contrario que yo, no estarán encendidos; hay que tener sangre fría para
cavar la tumba colectiva (incluida, por tanto, la propia) por un fajo de billetes. Esas montañas de
verdes que se mueven en torno a miserables especulaciones serán las que, yendo hacia los culpables
(como la famosa montaña a Mahoma, con perdón de este profeta), les recordarán que la salud no se
una revolución para recuperar lo sano de la naturaleza, ésta la hará por ella. Si “el sueño de la razón
produce monstruos”, más los producirá la furia desatada de los elementos, maltratados durante
años. Las personas son inteligentes; la naturaleza sólo es lógica: la violas y revienta.
M. J. Zapater
(1) La Reyna se mostró indignada por el vocablo “carajo”, diciendo que nadie en su periódico usaba
lenguaje tan vulgar. ¡Cosas peores he visto! Además, por lo menos la palabra es formalmente correcta, no
como los centenares de horrores que salen día a día en sus páginas.
150
CENSURADO
Cuentas de rosario(*)
profesora que impartía en el colegio esta asignatura. Me lo decía cada vez que yo suspendía, cosa
que sucedía, matemáticamente, cada vez que me examinaba. Las clases de gimnasia no eran menos
traumáticas; tenía tantos ceros en mi haber, que con ellos me hice un rosario; para que luego dijeran
las monjas que odiaba las Matemáticas y que era atea, no sé por qué regla de tres.
Para rosarios, ninguno mejor que el que se guardaba en el trastero de la clase, hecho con
bolas secas de ciprés. Con él jugábamos solemnemente a exorcizar a las alumnas que se dejaban;
transcurrían estos ritos en las supuestas clases extraescolares de Matemáticas que las más avezadas
nos daban a las más cerradas de mollera. Mi delirio era contar las sílabas de los sonetos que
Queda, por tanto, demostrado que en el fondo también “las torpes” (como nos llamaban),
teníamos afición por los números, sobre todo por el 666, como el padre Carras. Pero, para humor
de mil diablos, el que mostró la religiosa que nos pilló: a mí, de sacerdotisa, haciendo malabarismos
con las bolas del rosario; a la poseída, tumbada sobre un pupitre, muerta de risa.
Como muerta se quedó una compañera muy graciosa y gamberra cuando una vez, en clase,
se desmayó adrede sobre la tarima para no responder a lo que le había preguntado la madre Concha.
Ante los aspavientos de la sor, la muchacha se quedó en la gloria. En cuanto a la monja, no se sabe
si estaba más horrorizada porque la chavala no tenía ni idea de lo que eran el mildíu y otros hongos
o por el hecho de que se hubiera caído redonda. Lo que sí fue redondo y estuvo clarísimo fue el
Me encontré a esta chica el otro día y repasamos, divertidas, nuestras trapisondas, como las
de Zipi y Zape (Zipi y Zapa, más bien). Con mezcla de amargura (por las guarraditas que nos
151
hicieron) y de orgullo, ella desde su cargo de directora de un banco y yo desde el espacio que
diariamente ocupo aquí, recordamos las monótonas y equívocas sentencias del psicólogo: “Esa niña
no llegará a nada”.
En aquellos agridulces años donde sí que llegábamos, aparte de a crispar los nervios de
cualquiera, era al despacho de la directora. Esta compañera no olvida la vez en que la recriminaron
porque se le transparentaban las bragas. Veas tú. Mas, para escándalos, el que te impidieran entrar
en misa con vaqueros; la minifalda era ya herejía total. Fácil es pensar con qué bando
Desgranando recuerdos concluimos que, con tan malos modos, no se gana el gusto del
alumnado por los hongos y las cuentas, y mucho menos por las de los rosarios. ¿Que no llegaríamos
M. J. Zapater
(*) Escrito entre el 21 y el 23 de mayo de 1998. La Reyna lo censuró “porque la religión no es cosa para
bromear”.
152
Proyecto rana
Hola, amigos y amigas. Me estoy comiendo el coco porque la Politécnica cada vez se
parece más a Barrio Sésamo. Lo digo por la de cosas insólitas que allí suceden, semejantes a las
que les acontecen a la familia de abigarrados bichitos raros que viven en la maceta que Epi tiene en
su ventana.
Si hasta ahora campaban en aquel paraje gatos, pulguillas y perros vagabundos (los cuales
hasta han sido vistos en la biblioteca general y en los pasillos de las aulas), la novedad ahora son las
Estos batracios han proliferado en un foso de más de tres metros de hondo, junto a la
Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial. En tal hondonada se supone que hace mucho
tiempo que deberían haber edificado, pero como allí las obras son interminables, la trampa sigue
abierta. Rebosante de verdín, ofrece a los renacuajos el hábitat idóneo para su crecimiento.
Tal es la expectación que el fenómeno genera, que algunos estudiantes hasta han pensado
en traerse la caña de pescar. Esto no extraña, ya que este campus de concentración es la caña (hace
unos meses el alumnado iba saltando alambradas). La expresión es ya célebre entre las altas esferas
de allí: aunque Diario del Marítimo no se vende en la zona de la Politécnica, Gustavo la hace llegar
Entre apunte y apunte, el croar de estos animalitos compone tal sinfonía, que los
universitarios divagan sobre el asunto, sin discernir aún el dilema: ¿agua acumulada de las últimas
y abundantes lluvias o ejemplo de que, una vez más, las chapuceras y eviternas obras han salido
rana?
Esta última hipótesis es verosímil, ya que muchas son las personas (incluyendo a parte del
funcionariado)(1), que opinan que las obras sólo acabarán cuando las ranas críen pelo, como se suele
153
decir. Los más optimistas dicen que, quizás, con el tiempo y una caña algún día puedan tener una
Universidad decente, tan bonita como la que pintan en los folletos publicitarios.
Así, mientras este insondable enigma sigue por resolver, se ha instalado una escalera para
descender al encharcado foso. ¿Será que ahora se van a trasladar los estudiantes de Biología para
sahumerio ribonucleico, pasaremos a algo, en principio, más sencillo: la diferencia entre dentro,
fuera, arriba y abajo. Pero, un momento, mis queridos amigos y amigas... Con tanta valla, tanto
poste y tanto camión, ya no sé dónde empieza y dónde acaba este peculiar campus. Concluyo, por
tanto, que ni yo ni quienes se aventuran a estudiar aquí saben dónde se han metido. Ni cuándo ni
M. J. Zapater
154
El Ayuntamiento, ni flores(*)
muchos jubilados que residen allí. Desde hace más de cinco años, es el mismo vecindario el que
riega, abona, poda y planta variadas flores, arbustos y árboles. ¿Qué hace el Ayuntamiento? No
sólo hace ya años que se desentendió de las pocas palmeras esmirriadas que sobreviven, sino que,
encima, le ha dado un ultimátum al barrio: arrancar todo antes de que acabe el mes. O sea, que de
dejar crecer los pinos y demás vegetación, nada; ¡ni flores! Todo a criar malvas.
Ante esta negra nueva, las falsas pimientas se unen al llanto de los sauces llorones (algunas
vecinas, con la emoción a flor de piel, también lloran), mientras que jazmines, margaritas y lirios se
acuerdan de otra flor tan pálida como ellas y claman: “¡Nomeolvides!” Algunos claveles, rosales y
Amor, tiempo y dinero es lo que estas personas han sembrado. “Hasta mangueras, tijeras
de podar y abono compramos, porque lo que plantó Parques y Jardines se moría. ¿Para qué nos
hemos dejado aquí la piel?, ¿para que así nos lo agradezcan? Yo estoy enferma de la espalda y hago
estas tareas porque me da lástima que se mueran los árboles”, se lamenta una vecina.
En efecto, ¿qué cosechan, aparte del bello consuelo de la amalgama de perfumes y colores
florales? Pues cosechan la desvergüenza de la flor y nata municipal, que se ve que no soporta que la
vegetación de estos vecinos supere con diferencia a la que ellos ¿cuidan? en otras zonas de la
ciudad. Ya quisieran en el centro tener los rodrigones con rosas, los naranjos chinos y las fragantes
Si Rita quiere ver tal rica variedad reunida esmeradamente en un puñado de pequeños
espacios, aparte de en los puestos de flores que hay frente al Ayuntamiento y de en jardines como
lo que piensa seguir plantando, y lo que haga falta: “¡Que venga aquí Rita, que le plantaremos
155
cara!”, advierten, de hecho, los vecinos, convertidos en jardineros casi sin darse cuenta y por amor
arte.
Que vaya, que vaya Barberá; quizás se la obsequie con un bonito ramo (también hay
cactus, por cierto). Para Parques y Jardines, por haber dejado plantado al barrio y a su vegetación
(les prometieron que los dejarían cuidar en paz esos jardincillos), también habrá un detalle: la
Que vayan, que vayan todos los altos cargos; allí estos vecinos pondrán al Consistorio tan
verde como a los carnosos setos que rodean, armónicamente, cada una de las floridas parcelas.
M. J. Zapater
(*) Esta columna picó de tal modo a la Administración que, justo al día siguiente (el 12 de junio), en la misma
sección y a dos columnas, salió publicada una carta estupefaciente e insípida de la mismísima concejala de Parques y
Jardines: María Jesús Puchalt. En ella, sin gracia ninguna y claro resentimiento, intentaba justificar, sin lograrlo, lo
mucho que su concejalía estaba haciendo. Se llamaba tal réplica Al Ayuntamiento, con flores.
156
Relativo tiempo meteorológico
Cuando Einstein afirmaba la relatividad del tiempo, quizás desconocía el doble sentido de
sus palabras. Hablo del tiempo meteorológico, también relativo, pues, ¿por qué razón en la
televisión se empeñan en decir “mañana hará buen tiempo” (cuando en realidad quieren predecir
Aparte de que el clima que es bueno para una cosa es malo para otra, sobre gustos no hay
nada sentenciado (decir que no hay nada escrito sería tirar por tierra todas las teorías estéticas). Por
tanto, ¿por qué muchos meteorólogos califican la lluvia, los truenos y el aire como fenómenos
Para mí, estéticamente, el tiempo ideal es una buena lluvia cayendo sobre las losas
mohosas del cementerio o sobre un campo de naranjos en flor, que aroma el aire con la esencia de
la tierra húmeda endulzada de azahar. Otra bella estampa es ver a la tormenta hendir su espada en el
seno del mar, o la de un fantasma abriéndose paso entre la niebla hecha jirones.
relatividad del tiempo meteorológico. Narra la historia de un padre y dos hijas: una, esposa de un
jardinero; la otra, de un alfarero. La primera le pide al padre que ruegue para que caiga una buena
lluvia que riegue las flores; por el contrario, la segunda le pide que rece para que siga brillando el
sol y así se sequen sus objetos de barro. El padre concluye, alzando los brazos al cielo, “Señor,
hágase tu voluntad”. ¿Qué es, entonces, el buen tiempo y qué el mal tiempo?
La única lluvia detestable es la ácida; el resto purifica e inspira. Por algo el cielo sonríe
mostrando sus dientes de colores cuando el sol osa asomarse mientras dura esta maravilla natural (1).
Menos líricos, pero sí aplastantes, los Kortatu hablan también de esto en su canción Revuelta en el
157
Como dice el refrán, “nunca llueve a gusto de todos”, pero, por favor, que no nos metan a
Febo por los ojos, que este astro-rey, con el agujero creciente de ozono que hay, es cada vez más
insoportable y peligroso. Ahí está el elevado número de casos de cáncer de piel. Alguien habrá que,
como yo, prefiera las rocas de una cala solitaria en el ocaso a un sol de incendio abrasando una
Hace ya tiempo que quería escribir sobre el tiempo; si no hay tiempo bueno ni malo,
quizás sea el tiempo mismo el que entrañe (en este caso) la maldad. Como “cualquier tiempo
pasado fue mejor”, recurro a los antiguos romanos y evoco al despiadado Saturno, que devoró a sus
hijos.
M. J. Zapater
158
Poesía versus prosa troceada
“La métrica en poesía el algo reclamado por la organización misma del ser espiritual”,
como muy bien dijo el impecable poeta Charles Baudelaire. Hoy a cualquier parto fruto de la
imaginación desbocada (cuando no es un ripio de un titiritero mitrado por una musa barata), se lo
llama poesía por el hecho de parecer bello. No. En todo caso, podrá ser poético, pero no es poesía;
En efecto, la poesía, para serlo, ha de guardar unas reglas. La rara minoría que aún
cultivamos la parcela del soneto, por ejemplo, nos aferramos a lo clásico y abogamos por la
métrica, la rima y el ritmo a la vez, aunque no hace falta ser tan estricto. El verso libre es menos
constreñido que un soneto, una octava real o una décima, por ejemplo, pero versolibrismo no quiere
Hablando de lo moderno, hasta los modernistas, que eran tan innovadores, respetaron los
la estructura del soneto (dos cuartetos y dos tercetos endecasílabos) lo que hizo fue proponer como
igualmente válidos para componerlo dos serventesios y dos tercetos, entre otras variaciones.
Muchas personas, sin saber, por ejemplo, que todos los versos endecasílabos de un poema
han de contar con acento rítmico en su sexta sílaba o bien en su cuarta y octava, se lanzan a
abominar de la métrica y a decir que está pasada de moda y que es aburrida. Sin tener referencias
del clasicismo, se trate de la disciplina artística que se trate, no se puede éste cuestionar, ni mucho
menos combatir. Que digan, en todo caso, “yo no sería capaz de hacerlo”. En pintura, Matisse y
otros discípulos de Moreau, divino simbolista, atajaron por el fauvismo (que no es de mi gusto),
Todo el mundo puede aprender a escribir, pero no todo el mundo es poeta. Con esta
condición deífica se nace, pero hay que pulirla cada vez que se la siente a flor de piel, como si de
una gema se tratase. Hay que ser capaz de atrapar las imágenes, de ceñirlas a los ecos y de hacerlas
159
encajar; entonces el milagro que intuíamos a flor de piel se materializa en un tatuaje de palabras
mágicas que, como este grabado epidérmico, embelesa y petrifica porque se impone en nombre de
la moda de lo permanente. Este poema es el que rezuma infinidad. ¿Cómo, entonces, se dice que
está pasado de moda, si está más allá de ella, si es el canto que reafirma la personalidad de quien lo
hizo nacer?
instrucción y cinceladas por su sensibilidad rigurosa, no serían más que diamantes en bruto.
M. J. Zapater
160
CENSURADO
En la penumbra del bar en que mi compañero y yo nos habíamos metido para comprarle
tabaco a su novia (cosa de la que intenté disuadirlo), despertamos la sospecha del regente al ir a
pagar. “Esto... Parece lavado o no es válido”, dijo el del bar, manoseando el billete de 2.000 pesetas
que XY le había dado. Con mis gafas de sol intentaba escrutar las pupilas de XY, ocultas tras
idénticos cristales oscuros, para descubrir si tramaba algo. Se había ruborizado tanto, que parecía
que el rojo que debía tener el billete se le hubiera subido a la cara. Pensaba que si el billete no
estaba lavado es que XY estaba metido en algún asunto sucio. Pero no era posible, con lo buenazo
que es él. Con la pinta de mafiosos de película de Kojak que llevábamos, seguro que nos
XY pagó con uno de los verdes y, ya una vez en la calle, le pedí el billetito y miré al sol a
través de él. Como me olía, no figuraba ni rastro del rostro de José Celestino Mutis, ese señor
naturalista que mira una florecita con lupa y que, naturalmente, a todos nos gustaría tener
multiplicado infinitamente. En este caso no hacía falta recurrir a ninguna lupa para ver que era
falso.
“XY (le dije), te han timado. El papel no tiene relieves, es más pequeño que los demás y
no se ve el careto.” “¡Pero si me lo han dado en el banco!”, contestó. “Pues te lo han dado con
queso”, afirmé yo. Luego, ya al final de la aventura, los colegas avispados se fijaron en que hasta le
Entretanto, el que sí parecía llevar todos los números para quedarse con aquella reliquia
prematura era XY, pues fue decir éste que necesitaba deshacerse del billete inmediatamente cuando
nos topamos con uno de la Secreta colega de él. “¿Qué hace este aquí?”, exclamó XY. A
continuación vimos otros dos policías, en moto; yo bromeaba diciéndole que éramos Bonny y
161
Clyde y que nos esperaba el brazo fuerte de la Ley en todas las esquinas. Estaba tan segura de que
la treta de XY iba a fallar como el apellido del cineasta que parió Torrente, ya que sabía que los
comercios tienen unas máquinas que detectan al momento la validez de los billetes.
apresuradamente. Expectante, vi que el hijo del estanquero salió tras él corriendo. XY se hizo el
Luego vimos más parejas de agentes; XY estaba resignado a quedarse con aquella papeleta
que le había caído en suerte. Asumió que le habían tomado el pelo con la pegadiza estampita y se lo
tomó con filosofía. Se guardó el cromo, no sin antes fardar con los amigos. “¿Sabes quién ha salido
ganando con todo esto?”, me dijo agitando ante mi naricilla la bolsa llena de cigarrillos. Siendo él y
M. J. Zapater
162
La guindilla
De pena marinera
El Marítimo está de pena marinera, la mar de sucio y con tela marinera de solares y de
calles por asfaltar. Si el deporte previene la droga, hay un polideportivo que para nada cumple ese
saludable papel. Cuando llueve se encharca y a la Administración no hay quien le haga la pelota
para mantenerlo. ¿Cuál es? Para más pistas, las del frontenis, allí mismo, en el polideportivo de
Nazaret se lleva la palma en carencias urbanísticas, pero en zonas como Serrería, Ayora o
Baleares-Grao la gente no está menos quemada. La razón, la de vehículos incendiados que invaden
las calles. Las autoridades dicen que todo va sobre ruedas; como no aludan a los infernales
puerto hasta el tramo final de la playa. A problemas radicales, soluciones radicales, pero como esto
no se aplica, pues ha pasado con esas ninfas sicalípticas lo que pasa con los michelines: que, por
mucho que la faja ciña, si no están arriba están abajo. Así, el problema es cada vez más gordo, y no
va solo: de la mano de esas sacerdotisas de Cicinia (a las que llaman magas porque echan polvos y
desaparecen), camina un príncipe. Este sujeto innoble, sobre su camello o su caballo de nieve,
acostumbra a sembrar de miseria la tierra por donde pasa. Por allí, al contrario que ocurría con
Jardines, ilógicamente, ha arrancado las preciosidades que el vecindario plantó hace años (porque el
troncos mutilados por los bárbaros (y no precisamente hablo de los hunos) (1). Incomprensiblemente,
centenares de alcorques sucios esperan la mano que los obsequie con un árbol.
163
Las manos que sí que tienen gran interés en conservar ciertos árboles, concretamente la
palmera del parque de la calle Industria, son las de los amigos del mentado príncipe. La razón, lejos
de ser ecológica, raya en lo cínico y lo traspasa; por algo se llama el lugarejo el Parque de la
Rayita: ante los inocentes infantes, en los agujeros de la palmera ocultan la droga.
¿Que “Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor”? Tras 100 años de anexión
de los poblados marítimos a esta ciudad, maticemos que esto es la tierra de las amapolas, la
M. J. Zapater
164
La guindilla
Cómo se nota que las autoridades no se mojan en el asunto de la salubridad de las playas
(de las de aquí, claro, porque las de la Costa Azul y las del Caribe seguro que varias veces las
habrán disfrutado). Si se mojaran en las del Marítimo, saldrían pitando al sentir el rebote de las
sandías hinchadas, rodando como bolos deformes por la acequia que llega al mar; el aliento
hediondo de la brisa infecta; la caricia de las lechugas en descomposición o la de las plumas de las
muchas avecillas de rapiña que escarban entre la carroña. Sí, carroña: anexo a este balaústre
Tales despojos inspiran los más hediondo. Inspiran también lo más hediondo los pulmones
Además, las autoridades gozarían revolcándose en la nefaria miasma que pasa bajo el
destrozado mirador de la Malvarrosa, donde nadan desde oxidadas piezas de carritos de infantes
hasta preservativos.
Si levantara la cabeza Blasco Ibáñez, cuyo museo enfrenta con el desolado puente (y no
precisamente “desolado” por la falta de solana que allí cae), se inspiraría al inspirar el hedor que
envuelve al lugarejo para escribir la segunda parte de Cañas y barro. Aunque, viendo que cada vez
el paraje se parece más a una verdulería de clase Z, no me extrañaría que escribiera también la
continuación de Entre naranjos (Entre inmundicia, más bien, se llamaría la obrita esta vez).
la unión de una de las acequias de Alboraya con Neptuno. Esas columnitas torneadas llevan tanto
tiempo allí sepultadas, que, cualquier día, de la espesa capa de infecto moho que llevan adherido las
165
Mientras la Administración se anima a reparar el puente, en su día estético y ahora
inservible y peligroso (además de feo), ahí va esta columna como donación, en memoria de sus
Ante semejantes estampas, que aquí reproducimos (ya que ninguna empresa usará las
imágenes como tarjetas postales para atraer el turismo), la más mínima y recóndita posibilidad de
que yo pulule por la playa se esfuma. Si la sola idea de imaginarme tumbada bajo un sol de
Después de esto, la clase política aún tiene la cara de repetir, ufana, que “todas las playas
M. J. Zapater
(1) La página la compuse como un todo monotemático. Así, el Micky del que hablo es una rata muerta que
figura en primer plano en una de las dos fotos que ilustraban la página.
166
La guindilla
Apaga y vámonos
Mientras que en zonas como Cardenal Benlloch el vecindario se pone negro porque a
Alumbrado ha querido marcarse un farol y les ha colocado unas farolas viejas que, según el barrio,
han sido para empeorar. Así pues, la delegación de Juan Vicente Jurado se ha pasado de farolera.
La luminosa incoherencia tiene sus precedentes; es que ya se sabe que la persona (física o
jurídica), por no decir otro término machista, es el único ser que tropieza dos veces con la misma
farola. Ya en Nazaret y en Doctor Lluch pasó algo similar: en Nazaret porque les arrearon unas de
cuarta mano lo menos, según el vecindario; en Doctor Lluch porque quitaron unas que aún estaban
decentes para poner otras de tipo chupa-chup que, aunque bonitas, no hacían (ni hacen)(1) más que
deslumbrar a los primeros pisos de las viviendas. A todas luces el Ayuntamiento no tuvo en cuenta
Aludiendo al refrán de tropezar dos veces con lo mismo, viene que ni pintado aplicar la
frase que dice “¡Adelante con los faroles!”, típica de quien persevera en algo, aunque sea absurdo.
Faroleando por los barrios una concluye que en los poblados marítimos aún no se ha hecho
la luz. La tomadura de pelo de las 700 farolas reventadas del paseo Marítimo es el ejemplo que
pasará a la Historia.
¿A qué satélite iluminado se le ocurre encargar 700 farolas de hierro y hormigón sin
galvanizar sabiendo que se van a instalar en primera línea de playa, donde la corrosión del salitre es
fatal? Pues al Ayuntamiento de Valencia. Encima, teniendo aquí una empresa especializada el
galvanizar en caliente, lo que asegura la resistencia de los objetos férreos durante más de medio
siglo, ¿a quién se le ocurre acudir a la competencia catalana, de la que tanto se abomina en todos
167
los ámbitos, injustamente? Pues al Ayuntamiento de Valencia, también, ¿a quién si no se le iba a
ocurrir?
Así pues, teniendo en cuenta que, como dice la R.A.E., “farolero” es quien gusta de llamar
Administración, que tiene muy, pero que muy pocas luces (aunque los actos que les atañen bien
Si es J. J. Síster, 100 años se ha tardado en ver la luz; ¡alucinante! Aunque, total, para lo
que hay que ver allí, prostitutas dando tumbos grotescos y camiones destrozando las aceras
nuevas...
¿Acaso no es esta la tierra de la luz, como dice el himno? En efecto, visto el panorama y el
creciente agujero de ozono, que hace que el sol sea cada vez más intenso y desagradable, lo mejor
M. J. Zapater
(1) Metedura de pata del corrector, que cambia el contenido del paréntesis por “y hacen”, cargándose la
168
La guindilla
En la calle Macarena, la madre se acercó a ver lo que parecía una extraña y súbita verruga
Tanto esta madre como el resto de vecinos de la calle Macarena, en Nazaret, que es donde
se sufre esta plaga, decidieron que así no podían seguir y exigieron a Sanidad (tras cantarle las 40
principales quejas) que inspeccionara la zona. Pero, aunque la marabunta invade el barrio desde
En Nazaret se ven desde Micifús (que son muy bonicos), ratas y perros hasta burros
saliendo de las casas. También serpientes larguísimas, como la que se encontró el señor Raya en el
solar de enfrente de su taller. Pero que montones de garrapatas tachonen las fachadas de las
Así pues, los afectados de la calle Macarena no le cantarán a Sanidad aquello de “Dale a tu
cuerpo alegría, Macarena”, que dicen Los del Río, sino, más bien, “Dale a tu cuerpo sanitario
garrapatas, a ver qué gracia te hace”. Esta sería la versión de Los de Nazaret, que no tienen un
La invasión se achacó primero a unas cuadras destartaladas que hay en el barrio, que,
dicho sea de paso, está hecho todo él una cuadra. Ahora se dice que la culpa la tienen unos
matorrales frondosos de unos grandes solares. Sin embargo, el asunto es mucho más profundo.
Fíjense en que en los pueblos, donde abundan las cuadras, los matorrales, los animales y demás
169
Para mí, que son la suciedad y la falta de infraestructuras urbanas la causa. Si Nazaret no
fuera el trasero de Valencia y contara, como otros barrios, con los regulares servicios de recogida
de basura, con sus solares convertidos en jardines (o, por lo menos, vallados y limpiados) y con
Pero así, como Nazaret no es ni carne ni pescado porque está a medio civilizar, pues allí
confluye lo malo de la ciudad y lo malo del campo: camiones, polución y otros humos metastásicos
No basta con fumigar, ni con manifestarse, ni con echar polvitos. Hay que limpiar todos
los solares, asfaltar todo el barrio, echar las bases de contenedores y sanearle hasta las entrañas.
Eso, o convertirlo en bosque impenetrable para que críen las malvas. Una de dos.
M. J. Zapater
170
La guindilla
Dicen que una imagen vale más que mil palabras; esta es tan buena, que vale por más de
un comentario. ¿Se trata de un poblacho donde los perros son parte de los escombros y otros
desperdicios que los desaprensivos arrojan en el solar del vecino? ¿Se trata de un nuevo y
abominable deporte de la canallesca ralea de las peleas de gallos o las corridas de toros? ¿Qué
quiere decir eso de “estamos de 4 a 8”?, ¿que en el resto de horas sí que se puede practicar el
lanzamiento de pelusines, como en la feria (sólo que en este caso son de felpa)?
Como algunas personas, que no bestias, ya habrán deducido, se trata de una perrera,
lugarejo nauseabundo, pero no tanto como el alma de quienes, cobarde y bárbaramente, echan a los
animalitos por encima de la tapia. Es de Alcira, pero sirve igual para denunciar estos abusos.
Los lamentables abandonos y maltratos de perros son una de las lacras del estío. ¿Qué fue
de la ilusión con que papaíto regaló a su repelente hijuelo el animalito que ladra en la fotografía
adjunta, entre amenazador y temeroso? ¿O quizás siempre fue éste un pobre perrito marcado por la
bohemia, el zarrapastroso anonimato y la vil patada de la mala sombra del paseante huraño que se
cruzaba en su camino?
En cualquier caso, este animalito y los muchos que han pasado y pasan por allí tienen
suficientes razones para exclamar, si pudieran, “¡Qué vida tan perra!” Seguro que en el lenguaje
Hablando del lenguaje, volvamos al análisis del letrero mural, una vez expuesta la
denuncia del hecho, a todas luces, inmoral. ¿Qué quiere decir ese “gracias” que se lee en la pared?
La extendida manía de entrecomillar palabras para darles dobles sentidos es errónea. Así pues, ¿qué
171
se pretende insinuar? ¿Que dicen “gracias” por no decir “ojalá que te despedace el perro que
intentes encalar, hijo de perra”? Pues que así de claro se hubiera escrito.
Pero no, porque aquí nadie se atreve a llamar a las cosas por su nombre, ya que la perrera
tampoco es trigo limpio. Así, se calla y actúa, pero mal, matando perros. Ya lo dice el refrán:
Estos antros no deberían existir, ni tampoco las personas por cuya causa se habilitan. ¿Qué
es una perrera?, otra de las formas de institucionalización de la tortura animal, como la funesta
fiesta nacional (fiesta de sangre y de muerte) y como las peleterías, representativas del sadismo
Con lo positivas que son las guarderías caninas, donde se puede dejar a los perros por unas
horas (en la Malvarrosa hay una), es duro el contraste con los citados lugares. Y más dura e injusta
M. J. Zapater
172
La guindilla
Mucho hablar de igualdad, pero, en realidad, nada. La única igualdad que hoy prolifera
(por cierto, muy nauseabunda) es la clonación, entre otras especies. Si todas las personas somos
legalmente iguales, ¿por qué los agentes en bicicleta que van por el paseo Marítimo multan por
sistema a quienes van en este medio de transporte por esta misma zona, vayan deprisa o vayan
despacio? Una moto, legal y evidentemente, sí que no es igual que una bici: la moto, vaya deprisa o
“La autoridad es la autoridad”, pero eso no quita el pensar en que puedan también
atropellar a alguien. Es injusto englobar a todos los ciclistas que van por el paseo en el saco de los
infractores, ya que sus razones tienen. Mientras que un motorista tiene su calzada, los ciclistas
Curvas que parecen arabescos a lo Aubrey Beardsley, baches de impresión, zonas borrosas
en las que no se sabe si se está pisoteando la zona enarenada o parte de la zona peatonal, rupturas
bruscas de la continuidad del senderillo (que no es homogéneamente verde, por cierto)... Esto es
muy serio: si ya recién pintado de bucólico verde chillón muchos peatones y motoristas pasan
olímpicamente por encima de él, sólo falta que esté a mitad hacer, para pasar más inadvertido.
Los ciclistas cuidadosos van con tantos ojos como radios tiene su bici y no molestan. Pero
en seguida sale la histérica de turno despotricando contra todo bicho ciclista. Que se multe a los que
Póngase en el lugar del ciclista que osa circular por cualquier carril-bici de la ciudad. ¿Qué
experimentaría? Esto: rabia por ver seres parloteando sin inmutarse por el timbre alertador de la
bici ni por el chillido de quien la monta. Rabia por no poder esquivar las palmas tiesas que nadie
173
poda y que se extienden sobre el carril, formando arcos (cuando no se arrastran). Rabia por las
sorpresas que arroja el azar, como gatos muertos, pedruscos, cacas u otra lindeza. Rabia por
Algunos piden que en invierno no se multe a los ciclistas porque no va gente a la playa,
pero conviene recordar que Las bicicletas son para el verano y también para el resto del año. Que se
preocupen de los de la Festina, que buena fiesta se pensaban dar corriendo a toda pastilla, y que se
deje en paz a quienes buscan gozar de su bici sin agobiar, ahora o en invierno.
M. J. Zapater
174
La guindilla
No siempre se puede quedar por encima, como el aceite. Después del desastre de Moyresa,
que, aunque no se cobró por fortuna ninguna vida, sí que dio un susto de muerte a todo el barrio,
ahora el vecindario sigue estando que arde. Por lo tanto, justo y lógico sería que, de una vez por
todas, las autoridades pertinentes tomaran cartas en el asunto y apagaran los soliviantados ánimos.
Esto ha sido la crónica de un incendio anunciado. Hace escasamente una semana que
Diario del Marítimo alertaba, por enésima vez, de la bomba de relojería que suponía la empresa (1).
Decían algunos que los presidentes vecinales eran exagerados por pedir en nombre de todos una
franja de seguridad que separara la fábrica del barrio (y eso que ahora estaban más resignados,
porque hace unos diez años pedían, directamente, que se desmantelara esa lacra). Ahora, por
El asunto, como la columna de humo que ayer se erigía amenazadora como una sombra
sobre Nazaret, está negro. Por su parte, los allí residentes están más que quemados, más incluso que
los seis bidones de plástico que contenían la grasa vegetal que ardió, según apuntó José Antonio
Está bien tocar madera y no echar más leña al fuego de la crispación, pero lo que es
Desde hace unos 20 años lleva incrustada esta fábrica, cargada de hexano y de soja, en el
corazón de Nazaret. Antiguamente este barrio marinero tenía el encanto de estar impregnado del
típico salobre del mar; sus casas rezumaban el tipismo autóctono de una estampa que pintara un
175
Durante el largo tiempo que la fábrica lleva allí, moviendo al barrio al compás de su latido
siniestro, varios han sido los intentos de lavar su imagen para pasar inadvertida. Arlesa primero,
después Aceprosa y finalmente Moyresa. Pero el vecindario ya los conoce y, con sabia razón,
Con esta guindilla a juego con el tema que trata (ya que en la boca arde tanto como ardió
la grasa vegetal), me despido hasta septiembre. Quien se pica es porque guindillas come(3).
M. J. Zapater
(1) El final de esta frase fue censurado por el redactor jefe B. Bueno, que ya había vuelto de vacaciones.
Así, propuse lo siguiente, más suave, que fue como al final salió publicado: “Hace escasamente una
(2) El final de este párrafo también lo censuró B. B. Sin embargo, lo que se me ocurrió como sustitución
me resultó incluso más original (su significado no varió): “Pero el vecindario ya los conoce y, con sabia
razón, piensa que se trata de los mismos tarros, aunque con diferentes etiquetas”.
(3) El párrafo entero fue tachado igualmente. Pero esquivé lo censurado con una táctica más incisiva:
animalicé a Sanidad. Así quedó el párrafo: “Después del incidente aún es chocante pensar que como única
respuesta clara las autoridades hayan dicho que se repartirá un folleto sobre cómo actuar ante un incendio.
176
Morrissey
Nunca he recopilado canciones de los Smiths. Pero, aunque sólo he tenido un par de temas
de Morrissey, su cantante, siempre me ha parecido que su voz (junto a la de Marc Almond, que fue
Quizás porque en las radios que sintonizaba no solían ponerlos, quizá porque nunca he
tenido ninguna amistad que apostolara por ellos y pudiera dejarme sus creaciones, quizás porque no
podía gastarme lo que valían sus discos, el caso es que hasta hace poco no había pasado de ser la
Ahora que me lo puedo permitir he adquirido algunos discos de los Smiths y de Morrissey,
en solitario, y he vuelto a sentir el vértigo de verme reflejada en sus canciones, mecida por la
modulación que imprime a sus melodías, esas que nadan al compás de la melancolía. Pero la
identificación va más allá de creerme la protagonista de las historias que me inspira su música,
Digo inspira porque hasta ahora no he sabido la traducción de las letras. Si hace años lo
hubiera hecho hubiera sabido parte de los gustos de Morrissey y mi parentesco con él podría haber
El golpe mágico de gracia llegó hace unas semanas, cuando mi novio, sobrecogido por la
cara que yo iba a poner, me mostró una revista en la que se veía a Morrissey rodeado por... ¡obras
de Óscar Wilde!, ¡su autor más venerado! ¡Tantas veces que he cantado, sin saber qué decía, Las
puertas del cementerio (donde habla de este escritor, del que he leído todo)...!
Temblando, indagué facetas sobre Morrissey y cada vez estoy más sobrecogida por las
coincidencias: fobia por los viajes y por la vida social, pasión por las lecturas malditas, fascinación
por quienes tienen sus mismas inquietudes (muchos de los cuales están muertos, lo que deplora),
177
No necesitaba saber más sobre este ateo de la religión de Venus: ¿para qué, si llevamos
dentro un abismo que ya hace difícil el conocimiento propio como para, encima, aplicarlo a los
Pero ardo en deseos de volar a Manchester para buscarlo. Tal vez, si lo encontrara, como
el estribillo de su canción Las chicas bonitas cavan tumbas, él me diría tristemente: “No soy el
hombre que crees que soy, y el hijo natural de la tristeza no se levanta para nadie”. Yo, como si de
sacra imagen se tratara, le respondería, como Baudelaire, que nuestra íntima correspondencia anima
a creer que hay un lugar sin nombre donde nos encontraremos. Nosotros, como Baudelaire, nos
Mientras ese instante llega, si las descargas que yo he sentido han tenido su eco, él, desde
el rincón perdido donde desempolva libros antiguos en su pedestal solitario, quizás vuelva a
M. J. Zapater
178
¿Viveros o Mortuorios?
Si preguntáramos a alguien cuál es la diferencia entre los jardines del Monforte, el jardín
de Ayora y los Viveros y el resto de zonas verdes de la ciudad, posiblemente nos contestara que los
primeros se cierran a ciertas horas. Es precisamente gracias a esto por lo que hasta ahora se han
conservado(1).
Hay a quien le gustaría que los tres jardines antes citados, los más representativos de
Valencia, siempre tuvieran abiertas sus puertas, pero yo discrepo. Si ya en el horario en que el
público los puede visitar hay desaprensivos que lo llenan todo de porquería y que no tienen ningún
miramiento por la vegetación (preciosa para poder respirar), sólo faltaba que no cerraran.
Pues bien. Lamentablemente, los Viveros han dejado de ser el agradable lugar donde ríen
las fuentes musgosas, donde las criaturas, retozando en la hierba, juegan sin riesgo y donde las
románticas parejas, los pacíficos solitarios soñadores y los más mayores gozan de la naturaleza.
Diariamente he comprobado a lo largo de este mes que acaba de expirar que las puertas de los
Viveros han estado abiertas de par en par a la una y media de la madrugada. La entrada de
drogadictos y borrachines está garantizada. Aseguro esto porque también he sido testigo de la
ocultación de jeringuillas (con aguja incluida) en las partes más frondosas y sombreadas de este
gran parque.
Me ha llamado también la atención que cada vez hay más árboles talados, con lo cual
decrecen las hamadríadas que en ellos vivían (especie de ninfas en las que, naturalmente, creo),
mientras que las ninfómanas proliferan (alguna que otra pulula por allí también). Por si esto fuera
poco, gente sin escrúpulos lleva perrazos y perrillos a que se bañen en los estanques. Aunque a
veces no haya cartel que lo prohíba, para algo está el sentido común (ese que tanto escasea que no
sé por qué lo denominan así). Me parece antihigiénico e incívico ver familias en torno a un
estanque para ver chapuzar a sus mascotas, observar cómo luego lo salpican todo (incluidos los
179
Pero, hablando del agua, aunque sea pútrida, la gota que colma el vaso es contemplar
envases de vino flotando en fuentes tan preciosas como la que hay cerca del zoológico (junto a la
zona en obras), rezumando musgo y, ahora por desgracia, también infecto líquido. El hedor a orina
es allí insufrible. Pero, además, hay bichitos que culebrean en sus pastosas aguas, como
interrogantes que se preguntan en vano a qué se debe la creciente avalancha de basurilla con la que
día a día se nutre la maltrecha fuente. Ésta, adheridas a las verdinosas paredes del gran surtidor,
tiene cenicientos costrones que están resecos desde que el mar Muerto estaba enfermo.
¿Dónde está la vigilancia para prevenir las guarrerías que los invisibles servicios de
M. J. Zapater
(1) Por error propio, que pasó inadvertido a los correctores, di a este primer párrafo el sentido contrario al
pretendido. Por razón de espacio hube de acortar el original y, con las prisas, me equivoqué. Así fue como quedó:
“Si preguntáramos a alguien cuál es la diferencia entre los jardines del Monforte, el jardín de Ayora y los Viveros y el
resto de zonas verdes de la ciudad, posiblemente nos contestara que los primeros no se cierran a ciertas horas. Es
precisamente gracias a esto por lo que hasta ahora se han conservado”. Simplemente con quitar el “no” la frase se
entendería.
CENSURADO
180
Lo mejor es acoplarse al estado natural del clima, cosa a la que no parecen acostumbrarse
los adeptos a los aires acondicionados. Estos se empeñan en ver la atmósfera que estos aparatos
generan (muchas veces gélida) como lo natural, cuando no es así. Los ventiladores, por ser como
Tampoco, lamentablemente, el frío o el calor que pueda un día hacer son la consecuencia
lógica de la estación en que se vive, ya que las progresivas agresiones al planeta acarrean sus
consecuencias desde hace décadas. Tal es así, que cualquier día de las cuatro estaciones sólo nos
Pero decir que todo está contaminado y que apenas queda nada natural no es razón para
combatir algo que es producto de los artificios del mal llamado progreso con otra cosa igualmente
artificial: el aire acondicionado. Éste, aparte de ser artificial, es nocivo para el sistema respiratorio;
además, agarrota las cervicales y entumece los músculos. Esto no es que lo diga una pobrecita
habladora como yo, que lo sufre, sino que lo atestiguan médicos y fisioterapeutas.
Se preguntaba hace unos días una amiga mía hablando con un caluroso de su lugar de
trabajo: “¿Por qué me he de poner en agosto una chaqueta cuando la oficina se convierte en una
nevera? ¿Por qué no te quitas tú la ropa, si tanto calor tienes?” Si ninguna ley regula el frío o el
calor, tan escandalosa o justa (según opiniones) sería una opción como otra. Pero siempre se
Volvamos a la idea de que tampoco el llamado estado natural lo es tanto como parece; es
decir, que a veces tampoco es lo mejor prescindir del aire acondicionado, ya que el calor reinante es
el ponzoñoso fruto de atentados contra el entorno. Así, sufrimos, entre otras anomalías, el efecto
invernadero, que trae de cabeza a los científicos. Tanto si hace frío anormal como calor anormal,
181
El creciente aumento del agujero de ozono, que tiene a la altura de Toledo su foco más
peligroso (por poner el ejemplo más cercano), es otra muestra de lo que pasa cuando se altera la
También es chocante la negativa idea de esos fumadores que te echan en cara que su humo
no es más malo que la contaminación acústica o el dióxido de carbono, por lo que envenenar el
organismo con una cosa dañina más, poco importa, según su filosofía suicida (algunos jueces dirían
que es homicida). Si a esto agregan la típica y triste frase que dice “De algo hay que morir”, la
humillación que se siente es peor. Es como si fuese el no fumador quien hubiese de pedir permiso
para estar sin alimentar el cáncer de pulmón o de garganta. Pero esto lo congelo y para otro día.
M. J. Zapater
(*) Escrito entre el 4 y el 9 de septiembre de 1998. Como la Reyna aboga por los malsanos aires
182
Pálida, ¿y qué?
“¡Qué morena estás!” (con tono de congratulación) o “¡Estás muy blanca!” (con tono de
pésame), es la canción que sigue al verano. Con lo patético que es reencontrarte con las amistades y
los colegas para oírte, antes que nada, la frasecita dichosa... Debido a la insensata moda vulgar de
tumbarse al sol cual lagartijas inmunes al metastás, la expresión “¡Qué morena estás!” es aquella
con la que, sin ver aún a la persona, se suele dar en el blanco (en el negro, más bien).
En mi caso no sé a qué viene el tonillo compasivo con el que algunos cuando me ven se
lamentan diciendo “¡Qué blanca estás!”, porque sólo de oírlo me pongo negra. ¿Qué pasa? ¿No
puede una ser la oveja negra y ser feliz con la piel pobre en melanina? ¿No puede una sentirse
orgullosa de tener alergia al sol, como el conde Drácula? ¿No puede una rechazar el cupón gratuito
Con la belleza sobrecogedora que encierran estas palabras...: “¡Qué pálida estáis esta
noche! Parece que os hayáis abierto las venas para colorear vuestro vestido.” ¿Es que sólo unos
Los rayos de Apolo son de las pocas cosas que aún no ha tiranizado el capital, por lo que
cada cual toma de él lo que gusta. Estoy bien siendo blanca; si hay a quien le pirra ponerse como un
tizón, allá él. Quede claro que no rechazo ciertos colores de piel ni, por extensión, ciertas razas. Lo
que vitupero es que alguien no acepte los pigmentos de piel que la naturaleza le ha dado. Así, tanto
asco me da un blanco carbonizado por estar al sol como un céreo maniquí desteñido a lo Michael
Veo idóneos los orientales ambarinos, los indios rojizos y los negros color chocolate
oscuro, también los mulatos, mestizos y demás mezclas (al fin y al cabo, la raza pura es falaz), pero
detesto a quien va contra la naturaleza fomentando las monstruosidades genéticas. Todos somos
fruto de mezclas, incluso voy más lejos: ¿no cambiamos cada cual de color según las
183
Al respecto recuerdo un fragmento de un poema muy adecuado al caso, de un australiano
anónimo; está dedicado a Blanca Fella: “Cuando tú nacer..., ser rosa;/ cuando tú crecer..., ser
blanca;/ cuando tú tomar sol..., ser roja;/ cuando tú pasar frío..., ser azul;/ cuando tú enfermar..., ser
Que se apliquen el cuento los hipócritas niñatos neonazis que van pregonando por ahí una
ilusoria España Blanca para luego tumbarse a pleno sol, tras haber dado una paliza a un árabe.
M. J. Zapater
184
Irrisoria depresión postvacacional
aburrimiento y aquellas ramas más estériles de la ciencia que tienen en los pacientes del tipo del
enfermo imaginario de Molière su caldo de cultivo idóneo para asentarse y, lo que es peor,
¡Depresión postvacacional! ¡Depresión les daba yo! Encima tendrían que dar gracias a
Dios, al diablo o al enchufe de tener trabajo, sin olvidar, además, que si las vacaciones son días en
que se suele disfrutar es precisamente porque son precedidos y seguidos de días laborables. Es
como la filosofía oriental, que afirma que sólo puedes descansar a gusto después de haberte
agotado.
Que vayan, que vayan a la cola que día a día se forma en todas las oficinas INEM ese
hatajo de gazmoños que se las pasan estrujando pañuelitos sólo de pensar que han de volver a la
rutina del trabajo. Verán qué les dicen quienes desde hace años están clamando al cielo por tener
Una cosa es echar de menos las vacaciones y otra hundirse en la más pija desesperación.
Yo, si fuera empresaria o psiquiatra, les daría un año entero de vacaciones sin pagar, a ver si así
En el fondo lo que ocurre es que esa gente no se sabe divertir, ni sabe qué es la auténtica
calidad de vida, ni sabe qué es sufrir ni, al fin y al cabo, sabe lo que tiene. Si lo supiera aprendería a
valorarlo. Pero no, es muy fácil después de haber estado un mes a la bartola llegar y decir a la
empresa: “Oye, es que tengo una congoja de pensar que he de volver aquí a trabajar... Necesito la
baja, estoy fatal”. Así, un medicucho pone el sello para hacer oficial la pantomima y otro mesecito
Hay quien me dirá que no todo el mundo tiene la suerte de trabajar de lo suyo, como es el
caso del psicólogo que está barriendo calles. Pues bien, tampoco es esta razón para frustrarse, ya
185
que si tiene la desgracia de no sentirse realizado en el trabajo, al menos le queda el consuelo del
tiempo libre, época en que, si uno no se lo pasa bien, es porque no quiere o no sabe. La excepción,
claro está, se da cuando acontece una desgracia durante las vacaciones, pero esto nada tiene que ver
Lo bueno del caso es que entre esos lloricas habrá quien está trabajando de lo que ha
estudiado. Esta gente, en vez de gozar trabajando, pone mala cara, se apoltrona, olvida sus
ambiciones de superarse y de aprender (si es que alguna vez las tuvo) y sigue el ritmo del reloj con
parsimonia y de mala gana. Esta gente, inmadura, frívola y mediocre, es peor que el crío que
M. J. Zapater
186
Mitin desde mi celda
alto, reivindicaban que ni Barrionuevo ni Vera han de estar entre barrotes. Tanto predicar que,
como manda la Constitución, todos somos iguales, para, una vez que se pone en práctica la Ley,
La solidaridad, esa palabra hueca que en bocas mal llamadas socialistas es tan habitual,
sólo dejará de ser pura teoría cuando el resto de la cofradía culpable esté también entre rejas.
Porque, eso sí, acompañarlos a la cárcel, pegar cuatro chillidos y enarbolar unos trapitos González
y compañía lo ven muy solidario. Pero, de eso nada; solidario hubiera sido dormir con los dos
presos, bajo el mismo techo. Sin embargo, todo llegará. Entonces sí que podrán chillar todos, rojos
como la grana (que no como la sangre de los auténticos izquierdistas) que están todos en igualdad
de condiciones.
Es patético que el encarcelamiento de estos individuos haya sido aprovechado para montar
folclórico espectáculo. Al igual que Bécquer escribió Cartas desde mi celda, Barrionuevo y Vera
han ofrecido su mitin desde la celda al rebaño(1) que se congregó a las puertas de la prisión;
deplorable estampa.
salir con su mochileta rumbo a la casa grande donde comer y dormir es gratis han sido de antología:
“Tened fe en la Justicia, pero no olvidéis que los problemas políticos se resuelven en las urnas”. O
sea, hablando en plata, ha dado a entender que la Justicia ha sido manipulada porque la sentencia es
fruto de una maniobra del PP, con lo que si en las próximas elecciones la peña vota al PSOE, sus
En cuanto a la irrisoria declaración en plan víctima de “No pido el indulto porque soy
inocente y tengo dignidad”, ¿no será que no la pide porque lo que tiene, por una vez en su vida, es
vergüenza?
187
¡Qué ironías tiene la vida y cuántas vueltas da!, tantas como las que Vera va a dar en el
patio de su nuevo domicilio; a su vera, Barrionuevo. Éste fue durante seis años ministro de Interior;
en la próxima década, en cierto modo, lo puede seguir siendo, ¿no? Al menos va a estar ese tiempo
Ahora está por ver que, en efecto, los diez años que les han caído en gracia sean diez y no
diez menos nueve de permisos, o privilegios semejantes. Advierto esto porque no será que satélites
como Mario Conde no lo han intentado ya. De momento ya podemos decir que “Barrionuevo nos
trae por fin la seguridad”, que hace años cantaba Evaristo, el que afirmaba que era el rey de la
baraja, que vivía entre rejas y que su padre era chapista. Ahora Evaristo quizás se dedique a la
clarividencia.
M. J. Zapater
(1) El vocablo “rebaño” fue censurado por la Reyna; lo sustituí por otro que se le aproximara: “masa”. En
fin de cuentas, casi más despectiva es la cosificación que la animalización. Fue aceptado (lo consideró más suave,
quizás por uno de sus muchos prejuicios lingüísticos) y así salió publicado.
188
El frotar ya se acabó
Airear los trapos sucios siempre pone al sujeto en cuestión en el ojo del huracán de la
opinión pública, para bien o para mal. Para bien, aunque a muchos sorprenda, porque no faltan
quienes afirman que “lo importante es que hablen de uno, aunque sea mal”, como dijo Wilde. Algo
Pues bien, rara vez había presenciado un revuelo semejante al que está causando el trapito
sucio que esta chica ha sacado a relucir, aunque lo que es relucir, reluce poco, ya que ha tenido el
paño sucio guardado en el arca durante meses. Ahí está lo más sucio de la escabrosilla historia.
Todo un país patas arriba y un presidente al borde del desprestigio por unas prácticas
puñado de meses. Que se reflexione también sobre el hecho de que lo que se hace de mutuo
En cuanto a Clinton, está muy feo mentir, pero no porque sea presidente y se lo ponga
como baluarte modélico de lo que debe ser el cabeza de familia, sino, sencillamente, por ser
En España estos escándalos no son tomados con tanto rigor. ¿Qué pasó con Pedro J.? Que,
en general, al personal le pareció muy morboso y cachondo lo del vídeo, así como que reconociera
que la mujer de la imagen en cuestión se le hubiera orinado en la cara. Encima, el lío ha servido
para que este señor venda más periódicos y tenga aún más popularidad(1).
Pero volvamos a Lewinsky, que ha hecho gala de la más rastrera y vendible treta que
idearse pueda: guardar la porquería bajo la alfombra para luego sacarla y caldear el ambiente,
proponer exclusivas y cobrar de las revistas. Cualquier día de estos le dirán de hacer una película X.
¿Qué pasa?, ¿que si el presidente le hubiera propuesto casarse, como ella dice, no le hubiera
189
parecido tan denunciable lo que estaban haciendo?, pues que sepa que la persona que persigue un
fin sin importarle los medios es maquiavélica. Esa gente mucho tiene que ver con quien gusta de
recopilar detalles privados a modo de supuestas pruebas con la intención mártir y aduladora de
dárselo a las esferas poderosas para hacer daño a los demás atacando sus puntos débiles. Esa gente,
En fin, en vista del vestidito manchado y de la ruptura del romance, anunciamos por de
pronto que para Lewinsky el frotar ya se acabó. Clinton, por su parte, se afana por lavar su imagen.
Algo es algo.
M. J. Zapater
(1) A excepción de la primera frase de este párrafo, lo que resta de él fue censurado, no sé si por motivos
190
Incordiando al vecindario
¿Por qué toda una comunidad vecinal (a excepción de la minoría sorda) ha de bailar al son
trepidante de un séptimo de caballería que no deja de hacer ruido ni de día ni de noche? En este
caso en vez de ser del séptimo son del octavo; para más INRI, yo estoy justo debajo. La vecina de
enfrente, cuando no puede descansar en paz por su culpa, opta por poner alto el Réquiem de
Mozart; como servidora también tiene tan halagüeña pieza, pues contribuye a la causa y la pone.
Son las tres de la madrugada; el sueño te acaricia con sus alas y una se deja mecer por él,
Vozarrones seguidos se correr de muebles, chirridos, portazos y demás torturas me despiertan. Una
vocecita quejumbrosa susurra en mi mareada cabeza: “Otra nochecita que te vas a pasar en vela”.
Revolviéndome de indignación en la cama empiezo a carburar una solución. ¿La Policía?; ya llamé
la semana pasada y no vino. ¿Escribir para sublimar mi rabia?; sí, pero en otro momento. Escribo
en el trabajo, escribo cuando llego a casa y escribo en mi tiempo libre; pero escribir de madrugada
ya es demasiado. ¿Armar yo aún más escándalo?; no, despertaría al resto; hay que tener
consideración.
venganza, horas antes barruntada. Suponiendo que los incívicos estarían durmiendo la mona, ¿qué
mejor preludio matinal que las machaconas estridencias de Lingam, la banda de mis primos? Su
disco (Tiempo para dormir) viene de maleducados. Paseándose con tacones y golpeando el suelo
con una piedra, acaba de crispar a los sujetos. Estos, sintiéndose como el relleno de un entrepán por
tenerme a mí incordiando debajo y a mi madre arriba, optan por arrastrarse con cara de fastidio
hasta la terraza.
carga, tengo preparada otra: por ponerme cada noche al borde de un ataque de nervios, yo les
191
pondré a ellos Al borde del abismo, grabaciones del programita de radio que antes yo emitía.
Además, cogeré mi guitarra eléctrica, con distorsionador incorporado, y les daré un concierto para
M. J. Zapater
192
La guindilla
Con lo poco que cuesta habilitar aparcamientos para bicicletas y la de pegas que ponen en
algunos sitios. No es el caso del comercio de pinturas de José Antonio García, que tuvo la loable
Sin embargo, en lugares donde es de cajón que debería haberlos, como es en Nuevo
Centro, lo que consigue el ciclista que a una farolilla deja aparcada su bici es que venga el policía
de turno y le llame la atención. Lo más indignante es que ese agente no le dice nada al dueño del
perro que se orina en esa misma farola. Ahora están recogiendo firmas para que este absurdo acabe,
invertir millonadas en gazmoñerías que no engañan con su imagen parcial más que a unos pocos (el
Hemisférico es una), que se preocupen por cosas tan básicas como facilitar la circulación de
ciclistas y peatones.
Entre los estudiantes una elevada proporción usa la bicicleta; una elevada proporción,
también, va al Politécnico. Pues bien, ¿qué opinará el lector cuando sepa que los ciclistas, hartos de
rondar por ese laberinto universitario, cargan a hombros su bici para poder entrar? Alarmante, sí, y
más si se piensa en la de ingenieros de Caminos que hay allí y que podrían haber tomado cartas en
el asunto. Pero no, allí lo único que se puede tomar es la de Villa Diego, visto el panorama rico en
no se entienda en el sentido de abismarse para reflexionar, ya que con el estruendo de las máquinas
193
Hablando de concentraciones, pocas habrá de ciclistas en el carril-bici del paseo Marítimo
o en el de Blasco Ibáñez. ¿Por qué? Si las ramas que lo invaden, los peatones que no lo respetan y
los desniveles no son suficientes razones, hay una infalible para convencer. Cojan la bici y vayan
por allí.
M. J. Zapater
194
Simbolismo floral
cementerios. La nostalgia y el amor hacia los seres queridos ya muertos son los sentimientos que
mueven a ello. Pero, aunque no lo parezca, hay gran diferencia entre regalar un crisantemo o una
rosa; voy más lejos: hay diferencia entre las mismas rosas, por ejemplo, dependiendo del color que
tengan.
venusino, con el lugar en que son ofrendadas: el reino del ángel Azrael.
Empezaremos por la simbología de las flores más espirituales y más ligadas a la muerte. El
amaranto es la flor de la eterna juventud; representa la inmortalidad y los antiguos creían que,
llevándola siempre encima, no se envejecía. Por ello es también el emblema de la eterna juventud,
gustaba de coleccionar rarezas, como flores naturales que parecieran falsas y flores artificiales que
parecieran auténticas.
llama “de oro” y favorece el recogimiento y la expansión espiritual. Es símbolo del descanso y del
retiro.
El loto, por su rico abanico de conceptos con los que se lo relaciona, también se incluye
entre las flores tradicionales de estas fechas, aunque no en Europa. Representa la resurrección, la
La violeta, como el loto, también funde lo amoroso con lo fúnebre: recibe la influencia de
Venus, pero, a la vez, por su color, es signo de penitencia, de silencio, de recogimiento y de paz, así
195
como de modestia. Volviendo al Retrato de Dorian Gray, recordemos que “rescata recuerdos de
en la corola es el grito de dolor que Jacinto dio cuando el disco que lanzó Apolo (que lo amaba) le
dio accidentalmente en la cabeza, porque el celoso Céfiro (el viento) lo desvió. El color rojizo de
En caso de depositar gardenias sobre una tumba, sépase que es la flor más apropiada para
encarnar un amor secreto. Los lirios del valle, también llamados lágrimas de Salomón o muguete
En cuanto al color, las flores rosas simbolizan el amor fiel; las rojas, el apasionado; las
amarillas, desdén o celos; las blancas, dulzura y fidelidad; las moradas, respeto, y las naranjas,
vitalidad.
M. J. Zapater
196
Índice
La balaustrada
De capa caída
El Verbo
197
El destino en tus manos
Doble estupidez
Espejismos
Amor propio
Mundo animal
El retrato oval
Políticamente correcto
Nacida inocente
Acción directa
Para morirse
¿Cómo publicar?
Programas de críos
De película de Almodóvar
Arte profanado
Maltratadas
¡Viva la Candelaria!
198
El día de los enamorados, las violetas y los morados
Esencias y drogas
Todo es mental
Cutrenovelas
Sin sentido
De la vida contemplativa
Faroleando perros
Historias de la histeria
Fascista, tú
¡Todos a la cárcel!
Cuentas de rosario
Proyecto rana
El Ayuntamiento, ni flores
De pena marinera
199
Apaga y vámonos
Morrissey
¿Viveros o Mortuorios?
Pálida, ¿y qué?
El frotar ya se acabó
Incordiando al vecindario
Simbolismo floral
200