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APRENDER A ESTUDIAR MEJOR

Juana Escabías

Para estudiar no hay que valer. Concentración, esfuerzo, dedicación y afán de superación
son los valores necesarios para conseguir buenos resultados. De nada sirve la inteligencia sin ellos
y sin unas condiciones y técnicas que nos permitan aprender de una forma más sencilla y con
mejores resultados. En este artículo te descubrimos los mejores métodos y estrategias para sacar el
máximo provecho al estudio.

Para empezar con buen pie


La sabiduría popular dice que el éxito
en la vida depende de dos ingredientes:
inteligencia y afán de triunfar, pero que el
primero fracasa sin el segundo: lo importante
es la voluntad.
Los expertos en educación han
trasladado esa misma escala de valores
tradicional al estudio, y aseguran que para aprender es mucho más importante la voluntad que
nuestra capacidad mental.
Cualquier ser humano que sepa leer es capaz de aprender. Es cierto que algunas personas parecen
haber nacido dotadas para el estudio, ya que asimilan y retienen los datos más rápidamente que
otras, pero en general aprender es, simplemente, una cuestión de disciplina y de tesón. Incluso los
superdotados físicos no conseguirían ni un triunfo deportivo sin muchas horas diarias de
entrenamientos y esfuerzo.
Aprender es sencillo, sólo hay que proponérselo. Y para empezar, nada mejor que establecer
cuáles son tus prioridades.

¿Qué es lo primero que necesitas?


ESTAR EN BUENAS CONDICIONES FÍSICAS
"Mens sana in corpore sano". Cerebro y cuerpo forman el mismo conjunto, y cuando
estamos enfermos o débiles perdemos capacidad para pensar. Las dietas que nos desequilibran o les
excesivos trasnoches que nos agotan impiden estudiar. Hay que seguir una alimentación suficiente y
racional, y practicar un ejercicio físico moderado, como mínimo pasear. Es imprescindible dormir

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una media de ocho horas, porque durante el sueño el cerebro procesa la información y se fortalece.
La cena debe hacerse temprano, con alimentos fáciles de digerir y sin abusar de excitantes desde la
tarde.
TENER LAS IDEAS CLARAS
El primer paso al disponerte a estudiar es motivarte, poner toda tu energía en el empeño de
aprender. Conviene que te fijes unos objetivos, dividir el empeño general -aprender- en etapas más
pequeñas. Ten un buen nivel de autoestima: incluso cuando alguna asignatura se te atraviese, debes
confiar en ti. Robustece tu sentido de la superación: cuando te gane el desánimo lo mejor es pensar
en las ventajas y el progreso social que conseguiremos con nuestro esfuerzo. Cada día, al ponerte a
estudiar, repasa lo aprendido el día anterior, comprobarás lo que realmente has avanzado.
Concéntrate poniendo los cinco sentidos en el estudio. Domina las emociones: tensión, angustia y
ansiedad van unidas al estudio, pero te restan energía y concentración. Supéralas destensando tu
cuerpo.
DISPONER DE UN LUGAR ADECUADO
Es importante estudiar siempre en el mismo sitio porque la familiaridad con el entorno
ayuda. Crea tu propio espacio cerca de una ventana, instala una mesa grande para distribuir apuntes,
libros... Es importante el orden en tu mesa para que no pierdas el tiempo. El frío nos impide
concentrarnos y el calor nos agota, lo ideal es conseguir unos 18º o 20º grados.

Cómo estar más cómodo...


Si tu mesa es más pequeña de lo que necesitas completa
tu espacio con una pequeña mesa auxiliar o una banqueta donde
colocar cosas.
Si tienes que estudiar con luz artificial usa bombillas que no den
reflejos.
Coloca las lámparas a tu izquierda si eres diestro y a la derecha si eres zurdo, para que no
tapes el foco de luz.
Usa una silla cómoda y atriles para no tener que agachar el cuello. Una mala postura
disminuye las horas de rendimiento.

Una forma de aprender para cada caso


SI TIENES HIJOS EN EL COLEGIO
El hombre es una animal de costumbres. Hay que acostumbrar al niño a que, diariamente,
dedique un tiempo al estudio. Lo mejor es que meriende recién llegado de la escuela y descanse un

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rato para, transcurrida una hora, ponerse a la faena. Los castigos y amenazas para que se aplique no
son aconsejables, cada padre debe crear un sistema de incentivos a la medida de su hijo para que se
esfuerce; y un método de enseñanza divertido, para que identifique el estudio con una situación
agradable. Según los psicólogos los padres han heredado la idea del estudio como castigo y
actividad penosa, e inconscientemente la transmiten a sus hijos. Después de los deberes, deja que el
niño tenga otro rato para jugar.

SI ERES ESTUDIANTE
Cuando sólo se estudia, normalmente se dispone de media jornada libre para estudiar. Las
prisas de última hora y el intentar preparar un examen en una semana te llevarán al fracaso.
Organízate para estudiar todos los días y a la misma hora: con la inercia se rinde mejor. Sé curioso
y completa tus asignaturas con lecturas complementarias. No enfoques tu aprendizaje sólo para
aprobar un examen, sino para enriquecerte como ser humano: aprender no es un suplicio, la cultura
te hará mejor persona y amigo, e incluso, un ligue más atractivo a ojos de los demás.

SI PREPARAS UNA OPOSICIÓN


No es obligatorio que acudas a diario a una academia, pero sí que alguien nos oriente: cómo
enfocar los temas, la forma de exponerlos... Al margen de las academias, todos los colegios
profesionales conocen preparadores de su especialidad.
Es imprescindible que domines todas las lecciones y no dejarle bazas a la suerte. Piensa que el
futuro depende de nuestro esfuerzo, que todos los opositores irán preparadísimos, y que nosotros no
podemos ser menos. En el aprendizaje, cada cinco o seis lecciones vuelve atrás y repite lo que se
supone ya sabido. Una vez aprendida la materia, realiza los ejercicios necesarios para convencerte a
ti mismo de que lo dominas, y sobre todo, de que sabes exponerlo bien, oralmente y por escrito.

SI ESTUDIAS Y TRABAJAS
En tu situación el problema fundamental será la falta de tiempo. Utiliza los fines de semana
y fiestas para memorizar lecciones y resumirlas en fichas que durante la semana puedes llevar
siempre contigo. También puedes aprovechar los ratos libres entre comidas o clases para repasarlas.
No te agobies ni te desanimes: todos los métodos pedagógicos dicen que en periodos cortos pero
constantes se rinde más.

Lo que nunca debes hacer


* Dejarlo todo para el último momento e intentar preparar un examen en cinco o seis días, a

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base de café y noches sin dormir.
* Estudiar sin realizar pequeños descansos cada dos horas que te permitan relajar tu mente.
* Dejarte distraer por las visitas que lleguen a tu casa.
* Contestar al teléfono mientas estudias. Pide a tu familia que te coja los recados y, cuando
termines, devuelve las llamadas.
* Imponte un día o unas horas a la semana para expansionarte (haz lo que más te guste: ve al
cine...) y concentra en él tus citas. No rompas tu disciplina diaria de estudio dejándote convencer
por los amigos.

Los métodos más efectivos


Unos buenos apuntes, un calendario organizado y unas lecciones bien estructuradas son
fundamentales para conseguir buenos resultados.
Los clásicos consideran el aprendizaje una función meramente intelectual, en la que el fruto
es proporcional al esfuerzo y horas empleadas, y el aprendizaje se basa en la siguiente ecuación:
análisis-síntesis-deducción. Los métodos modernos contemplan el aprendizaje desde diversos
ángulos intentando aumentar la potencialidad humana con varios procedimientos: de lo simple a lo
complicado, de lo cercano a lo remoto, etc... La Pedagogía es una ciencia compleja y extensa, pero
los investigadores aconsejan que, en la práctica, lo mejor es que cada uno cree su propio método,
aunque existen unas reglas generales de las que todos podemos servirnos ya que, a la hora de
aprender, también todos atravesamos obligatoriamente por las mismas fases.

¿Cuál es la mejor forma de tomar


apuntes?
El primer paso para todo estudiante es tomar
apuntes. Susana Gozalo, autora del libro "Estudiar
rindiendo", da los siguientes consejos:
* Cada profesor tiene su punto de vista. Está bien
tenerlo en cuenta para afrontar su examen,
pero prepara tus asignaturas completándolas
con libros.
* No tomes nota mecánicamente de todo lo que el profesor dice: escucha, piensa y escribe un
resumen de sus ideas.
* Debes estar atento a sus cambios de expresión, para ver en qué hace hincapié, y a cuando diga
"por tanto" o "en definitiva": estará resumiendo la lección.

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* Utiliza un sistema de abreviaturas que te hagan veloz escribiendo.
* Pasa siempre a limpio tus apuntes; puedes aprovechar para completarlos y, de paso, empezarás
a familiarizarte con ese tema.
* Usa carpetas de anillas para poder incluir más hojas sin desordenar tus apuntes.
* En asignaturas complicadas graba la clase con un casete.

Diseña tu propio calendario


Divide tus días y horas libres entre asignaturas y lecciones, y cumple con la planificación,
para no quedarte con lecciones de las que no sepas absolutamente nada.
Lee atentamente lo que tienes que aprender, notando las dudas o lo que no entiendas para
preguntarlo. Si no comprendes lo que estudias, es imposible aprenderlo.
Estructura tus lecciones en bloques y por un orden lógico. Aunque cada lección te la
hayan dictado por separado, junta aquellas que tengan relación o faciliten la comprensión de otra.
Memoriza las lecciones partiendo de las ideas básicas, luego las podrás desarrollar con
toda la literatura que quieras.
Resume cada lección en un esquema o ficha que, además de obligarte a estructurar
mentalmente la enseñanza, te facilitará repasarla. El
resumen es además un buen ejercicio de emulación de un
examen.
Repasa la lección por lo menos una vez, antes
de pasar a la siguiente.
Autoexamínate periódicamente en casa, solos o
con ayuda de amigos o compañeros, te ayudará a
adquirir rapidez en la exposición y a superar el
nerviosismo que desatará el examen.

Trucos para recordar mejor...


Subraya cada dato con distintos lápices de colores. La memoria visual ayuda a estudiar.
Utiliza los mismos signos para diferenciar las cosas a lo largo de todas las lecciones:
corchetes, paréntesis o barras para citas históricas, fórmulas matemáticas...
Haz tus resúmenes en fichas de las que usan los bibliotecarios. Te permitirá llevarlas
cómodamente en un bolso o carpeta.
Para tus esquemas usa el formato visual que prefiera: llaves o divisiones consecutivas, pero
numera cada división. La correlación te ayudará a recordar mejor.

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Cómo ganar velocidad leyendo
Ser rápido al leer nos permite ganar tiempo para estudiar. Un lector sin práctica asimila cada
minuto unas 100 palabras, mientras uno avanzado logra en el mismo tiempo 900 palabras. Existen
varias técnicas para aumentar nuestra velocidad de lectura.
Acostúmbrate a leer todos los días, empezando por textos sencillos hasta dominarlos, y
busca luego textos cada vez más complicados.
Aunque no conozcamos el significado de cada palabra, hay que concentrarse en el sentido
general del texto. El vocablo desconocido debes apuntarlo y consultarlo más tarde en un
diccionario, para comprobar si has deducido su significado por el contexto.
Intenta ampliar el campo de acción del ojo, moviéndolo lo menos posible mientras lees para
incluir mayor número de palabras en cada desplazamiento.
En una página cualquiera (un diario, un libro...) cuenta lo más rápido posible cuántas veces
aparece la preposición "de", el artículo "un" o cualquier palabra elegida.
No vuelvas nunca sobre lo ya leído antes de terminar un párrafo completo. Tampoco
vocalices las palabras mientras las lees, ni sigas las frases con el dedo o con un lápiz.

Ejercicios sencillos para aumentar la concentración


Coge un periódico viejo y tacha cada vez que aparezca la letra "a". Luego la "a" y la "t". Ve
añadiendo poco a poco nuevas letras para tachar.
Cuenta decrecientemente desde 100, primero de uno a uno, luego de dos en dos, de tres en
tres, etc...
Haz una lista de las tareas que haces a lo largo de tu
jornada -levantarte, ducharte, desayunar, etc.-, hasta llegar a la
hora de acostarte. Memorízala, e intenta repetirla
desordenadamente, pero compleja, del final del principio, del
número 3 hacia atrás, del número 7 hacia atrás, etc.

Sus enemigos
El estrés. Además de otros efectos dañinos sobre nuestra
salud ya conocidos, aumenta el cortisol, una hormona suprarenal
que disminuye el aporte de glucosa al cerebro.
Las dietas restrictivas que prometen perder cinco kilos
en una semana.

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El tabaco y el alcohol en exceso, y drogas en cualquier cantidad.
La falta de sueño. La mente necesita reposar para almacenar la información que ha recibido
durante el día.
El ejercicio excesivo. Cualquier forma de agotamiento irracional y sin control repercute en
el cerebro.
Calculadoras, y cualquier máquina que realice por nosotros el proceso de discurrir. Suma,
multiplica y divide a mano para que tu mente no pierda la agilidad que necesita.

Así funciona la memoria


Las neuronas, células responsables del pensamiento, se comunican por ramificaciones
llamadas dentritas, y por unas sustancias químicas denominadas neurotransmisores. Con el
crecimiento y la llegada de datos, las neuronas forman redes que almacenan la información según
sus necesidades. Cuando una neurona muere o una red resulta alterada, el cerebro puede recuperar
la información a partir de otro circuito neuronal y conservar el recuerdo. Eso se conoce como
plasticidad cerebral. La memoria funciona como un músculo que se expande, entrénala, crearás
nuevas ramificaciones y evitarás el envejecimiento y la muerte de tus neuronas.

Sus amigos
El cerebro se alimenta de glucosa, vitaminas -fundamentalmente la A, B, C y E- y de
minerales -magnesio, selenio, zinc, cobre, fósforo, yodo y hierro-. Hay muchos preparados de
farmacia específicos para la memoria, pero es más recomendable usar componentes naturales o
tomar alimentos ricos en estas sustancias, para que la memoria se acostumbre a trabajar y
absorberlos, y a que no se vuelva vaga.
En cualquier herbolario se puede comprar lecitina de soja, que potencia
extraordinariamente la memoria, o comer chocolate y frutos secos. Además de una alimentación
rica en nutrientes que la favorezcan, lo mejor es utilizarla constantemente para que su capacidad
no se atrofie.

Cómo prepararse para el examen


La proximidad de un examen es una de las situaciones más estresantes a las que se puede
enfrentar intelectualmente una persona. Llevar preparado el ánimo es tan importante como saberse
la lección.
Queda claro que hay que estudiar durante todo el año, pero los expertos calculan una media
de dos meses para preparar un examen. De ese tiempo, 30 días se dedicarán a la lectura analítica de

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las lecciones, elaboración de fichas y resúmenes y memorización. Durante ese periodo, también hay
que informarse sobre el profesor y aclarar las dudas que tengamos sobre las lecciones. Los 15 ó 20
días siguientes se dedicarán a la revisión de fichas y memorización. Diez días antes del examen, con
las lecciones aprendidas y las dudas aclaradas, empieza lo que los profesionales de las técnicas de
estudio, como Mª Teresa Serafini, conocen como "la cuenta atrás".

La cuenta atrás
Comienza una semana antes del examen, ya que conviene dejar dos o tres días de descanso
una vez aprendidas las lecciones, pues agotarse en el último momento reduce el rendimiento. Con
los temas ya dominados, la semana previa debe destinarse a repasar. Es recomendable realizar este
repaso con algún compañero, ya que tan importante es dominar una lección como saber contarla,
que es lo que haremos en el examen.
Calendario recomendable para esta semana de evaluación:
Séptimo y sexto día: Repaso general, y por orden, de las lecciones
Quinto y cuarto día: Insistir en lo que se tenga más flojo.
Tercer y segundo día: Repaso arbitrario y desordenado de las lecciones.
Día anterior al examen: Dar un repaso general a todo por la mañana; a media tarde salir al
cine, de paseo o a cualquier otra actividad relajante. Llegar a casa pronto, acostarse a la hora
habitual y descansar. Si se trabaja, pedir la tarde libre o salir antes. Dar un rápido repaso a
nuestras fichas y después, un paseo breve, una cena suave y a dormir. En caso de nervios, un
baño caliente. Conviene dejar preparado todo lo que necesitemos al día siguiente, incluso la
ropa.

Cuando llega la hora y el día de la verdad


Es bueno salir de casa con tiempo, por si hubiera algún fallo de transportes, pero no entrar
en el aula excesivamente pronto, ya que eso puede fomentar los nervios o contagiarnos de los
compañeros. Es mejor pasear por los alrededores y entrar diez minutos antes.
Una vez que tengamos la hoja con las preguntas (entregada por el profesor o dictada) hay
que leerlas todas atentamente, asegurándose de haberlo comprendido todo.
Si el examen es tipo test, ve contestando las preguntas a medida que las comprendas. Si es
de larga exposición, calcula qué tiempo se necesita para cada pregunta. Distribuye el tiempo
racionalmente, reservándose diez minutos finales para repasar todo.
Comienza por las preguntas que mejor domines, dejando las de mayor dificultad para el
final. Hay que reflexionar tranquilamente.

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Cada pregunta se debe iniciar por un esquema que lo resuma todo, para que se vea que la
dominamos, y posteriormente desarrollarla en forma de redacción. Más vale contestar a todo el
examen en esquema, para que se vea que dominamos la asignatura, que realizar un "tratado" de la
mitad de las preguntas.
Usa un lenguaje claro y conciso, con frases
directas y sencillas.
Si el tiempo destinado a una pregunta se agota,
pasar a la siguiente , y vuelve a ésa en el repaso.
Si los nervios te traicionan y te quedas en
blanco, cierra los ojos, respira profundamente y
practica un ejercicio ideal para esa circunstancia: tensa
todos los músculos del cuerpo y desténsalos varias veces.
Si acabas el examen antes de la hora, aunque veas
que otros se levantan, permanece en el asiento y repasa el ejercicio, vigilando si se te olvidó algún
dato o contiene alguna falta de ortografía.

La prueba oral
La preparación es idéntica a la de una prueba escrita, pero al "autoexaminarte", grábate en
un cassette para comprobar errores y corregirlos.
Si para el examen escrito conviene hacer fichas de las lecciones, para el oral es
imprescindible.
A la hora del examen, cuando los profesores te hagan la pregunta, haz un breve esquema de
la lección para guiarte al desarrollarla en voz alta y no perder el hilo ni olvidar ningún punto.

La suerte está echada


Al entregar el examen y salir de clase termina la tensión que hemos vivido en toda su
preparación y realización. Los pasos a seguir son los siguientes:
No repasar los libros ni hablar con otros compañeros de qué has contestado tú o qué han
contestado ellos. Sólo puede confundirte y crearte una ansiedad innecesaria.
Realizar actividades alternativas. Si es posible, evita ir directamente a casa: ve a dar una
vuelta o a tomar algo y despejar la mente.
En espera de la calificación, domina la angustia pensando que "la suerte está echada" y que
ningún resultado es irreparable.

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Para evitar la decepción del suspenso
Si la preparación psicológica es importante en la preparación y realización de un examen,
también es fundamental para sobrellevar un suspenso. Valentín Martínez-Otero, doctor en
Psicología y Pedagogía y autor de numerosos trabajos sobre técnicas de estudio, da las siguientes
recomendaciones:
Los suspensos provocan frustración,, agresividad, sensación de inutilidad, desánimo,
infravaloración, merma de la autoestima y decaimiento. Toma una actitud mental positiva para
vencer esos sentimientos, buscando apoyo de familiares y amigos.
Debemos preguntarnos fríamente si "realmente venía
preparado". Si la respuesta es que no, disciplinarnos para la
próxima ocasión y no culpabilizarnos por nuestra pereza.
Cuando uno, pese a haber estudiado realmente, suspende, hay
que eliminar la sensación de mala suerte y de confabulación de los
elementos que nos invade. Hay que sentirse dueño de la situación
y de uno mismo, pensando que muchos genios y grandes hombres
sacaron notas malísimas, y que todo el mundo pasa una mala racha.
Ante exámenes de mucha trascendencia, como oposiciones,
selectividad o últimas convocatorias de carreras, las personas muy
responsables pueden caer en una depresión. Hay que minimizar la situación con pensamientos
del tipo de: "La vida no termina aquí" o "el camino del éxito está lleno de obstáculos".
A pesar de aprobar un examen, algunas personas sufren lo que se llama "depresión por
sobreexigencia", al pasar del sobreesfuerzo del estudio a la inactividad de los días desocupados.
Planifica tu tiempo con actividades gratificantes y no dejes días en blanco.

"Lo que hace triunfar más en la vida es la voluntad"


Que los padres reconozcan su responsabilidad en la educación de sus hijos, y que éstos
adquieran voluntad de aprender son, a juicio de este especialista en educación, dos de los factores
fundamentales para conseguir una buena educación de los más jóvenes.

¿Cómo se aprende a estudiar?


La clave está en preparar a las personas desde niños, para que sean capaces de aprender por
sí solos. Normalmente, se les llena la cabeza con muchos datos, pero hay que hacer que su cabeza
esté bien estructurada, preparada para asimilar. En vez de a transmitir datos que el niño puede
conseguir por sí solo, hay que dedicar el tiempo a promover en ellos el gusto por el estudio,

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alentarles a que tengan hambre de saber.

¿Qué función deben tener los padres en ese aprendizaje?


Los padres tienen que educar a sus hijos, no pueden delegar esa responsabilidad en otras
personas o instituciones, y ayudarles a formar su personalidad, su inteligencia y su voluntad para
aprender. El problema es que la naturaleza nos dicta cómo tener hijos, pero nadie nos enseña cómo
educarlos. Y ahí no sólo entra la instrucción, sino formarlo como buenos seres humanos.

¿Cuál es la clave para esa educación?


Ni pasarse en rigor ni en permisividad; tan malo es ser excesivamente proteccionista como
darle castigos. Hay que apelar al grado de madurez del niño para que haga aquello que sea capaz de
hacer, porque el horizonte de la educación es hacer personas autónomas y libres. Y cómo van a
serlo si no emplean la capacidad que van adquiriendo. No hay que tener miedo de que el niño lo
haga mal o se equivoque. En algunas ocasiones, lo importante es que lo haga. En pedagogía, la
receta fundamental es poner mucho cariño, el corazón nos va dictando qué hacer.
¿Vivimos en un modelo de educación fracasado?
La tendencia moderna es "dejarles hacer todo lo que quieran", y eso no es bueno. Hay que
ponerles unas normas para conducirles exigirles, con coherencia pero con firmeza. La edad de la
exigencia es de los 6 a los 12 años. Es cuando el niño es capaz de darlo todo de sí mismo y está
formando su personalidad. No hay niño vago, les hacemos vagos nosotros. Otro punto fundamental
es evitar el capricho. Son los padres los que hacen niños caprichosos dándoles todo lo que quieren
para que les dejen en paz y no les molesten. Si entre los 6 y los 12 años no se les exige, no
desarrollan hábitos de esfuerzo ni capacidad para madurar.

¿Dónde pueden aprender los padres


y maestros a educar?
En las escuelas de padres y con
métodos de pedagogía.
¿Qué recetas hay para que todos
aprendamos?
Todo éxito en la vida depende de dos
ingredientes: inteligencia y afán de triunfar;
pero el primero fracasa si no existe el segundo. Lo que hace triunfar más en la vida es la voluntad.
Los pasos fundamentales para aprender, basados en el método cartesiano, son cinco: intención de

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aprender, atención, comprensión, asimilación y expresión, es decir, saber explicar lo que se ha
aprendido.

Si tienes interés en aprender más...


Libros:
Aprender rindiendo. Susana Gozalo. Ed. LIBSA.
Cómo se estudia. María Teresa Serafini. Ed. Paidós.
Saber educar. Bernabé Tierno y Antonio Escaja. Ed. Temas de hoy.
Los adolescentes ante el estudio. Valentín Martínez-Otero. Ed. Fundamentos.
Cómo utilizar su memoria. Tony Buzan. Ed. Deusto.
Nueva gimnasia cerebral. Monique Le Poncin. Ed. Temas de hoy.
Cómo preparar oposiciones. A.L. Fernández Magdalena. Ed. Pirámide.
Cómo estudiar mejor. Miguel Salas Parrilla. Ed. Alianza.
Técnicas de estudio y examen. Edwin Clongh. Ed. Pirámide.
Aprender a estudiar. Derek Rowntree. Ed. Herder.
Cómo tomar apuntes. Ron Fry. Ed. Everest.
Cómo ayudar a sus hijos en el colegio. Reynold Bean. Ed. Debate.

Fundación Radio ECCA: Escuela a distancia en distintos niveles educativos (analfabetos, jóvenes,
adultos...) Tiene sedes en ocho comunidades autónomas. Sede central: 928/275 454. Madrid: 91/593
09 90 y 593 11 65.
Escuelas de padres: Organizadas en multitud de centros educativos para orientar a los adultos en la
educación de sus hijos. Información: 91/ 3 66 84 05.

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