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El

Alfayete

Por

Eugenio E. Tórrez Díaz




¨No sé de hilo,
Maria es la que zurce¨

El día que mataron a Roger Benito Parajón Cortés por la espalda, el tren
todavía se detenía frente al matadero, en donde trabajaba mi tía Maruca, el tío
Chepe León y el esposo octogenario de la mi tía Pina, Armando Miranda.
Parajón vivía por aquel entonces en León, a orillas del rio Chiquito, en una
casa colonial que había heredado de sus padres, en donde se decía que
asustaban por la noche y también por el día, su padre Agustín había sido un
señor sastrero muy reconocido de ojos azules y su esposa Gregoriana era una
hermosa india que por un tiempo había sido sirvienta en la casa de las pelonas
en tiempos del masón Roger Benito Parajón Escorcia, abuelo de Roger Benito
Parajón Cortés, el hijo mayor de don Agustín Benito Parajón Juárez y doña
Gregoriana Asunción Cortes Escorcia.
Doña Gregoriana Cortés cuando llegó a conocer a su esposo, León era
todavía un municipio de Nicaragua conocido como Santiago de los Caballeros,
era una humilde niña de apenas ocho años que cuidaba de Agustín con esmero,
quien era otro niño un poco menor que ella. Con la trágica muerte de los
padres de Benito, una niña blanca como una paloma cuidó de él como si fuera
su madre, y Orfilia, Esmeralda y Orlando hermanos menores de Benito
hicieron que éste se casara a escondidas con la humilde y huérfana muchacha,
quien siempre cuidó de él como si fuera su propio hijo, casi de la misma forma
como la Gregoriana había hecho con su padre Agustín, ella cuidó de Benito a
pesar de la mala vida que este le dio siempre con sus enfermizas infidelidades.
Los parajones o pelonas como le solían decir a los hijos de don Agustín,
por sufrir de calvicie y también por ser mezquinos y soberbios con los vecinos
del lugar tenían además la mala fama de ser una familia insoportable, con
decirte que hasta se creían dueños del río Chiquito que pasaba a la orilla del
caserío regado por todo el litoral , y Orlando quien era teniente de la guardia
de Somoza patrullaba las orillas del mismo atemorizando a los que se
encontraban bañando o lavando ropa en sus cristalinas aguas sin su
autorización, Orlando llegó al punto de cobrar una determinada suma de
dinero a quienes quisieran hacer uso del rio chiquito de los Parajónes o
pelonas y quienes no pudieran pagar este tributo les ordenaba realizar trabajos
forzados en su casa, como sacar agua del pozo , limpiar el enorme patio, lavar
la ropa de la familia, acarrear leña o vender las tortillas que Orfilia Parajón y
Esmeralda preparaban en el fogón en donde ardía un enorme comal de barro, o
simplemente obligaba a las mujeres más jóvenes a acostarse con él. Orlando
Parajón era un hombre cruel como sus otros hermanos, y era el más odiado en
la localidad por todas sus arbitrariedades, crímenes y violaciones que cometía
con aquella pequeña comunidad. Mientras Benito quien había aprendido el
oficio de su padre se dedicaba por entero a diseñar trajes.
El mismo día que sus padres mueren atrozmente en un terrible
descarrilamiento de tren ocurrido cerca de la pocita los Martínez , ubicada por
donde quedaba la vuelta de la guitarra tres kilómetros al este, en la propias
orillas del lago Xolotlán, ese trágico día don Agustín y la Gregoriana habían
dejado a su hijo Benito al frente del próspero negocio, el accidente ferroviario
según se investigó fue producto de un descarrilamiento provocado por unos
jóvenes que andaban cazando iguanas y que intencionalmente desviaron las
vías del tren hacia una ruta de tierra cerca del poblado los Brasiles, aquella
noticia apareció en el periódico oficial del dictador ¨Novedades¨ y el régimen
lo atribuyó a un grupo de armados que querían atentar contra unos
guardaespaldas del tirano que iban ese día transportando para la penitenciaria
de Tipitapa, aunque a los pocos meses el caudillo fue víctima de un atentado
en la casa del obrero en León , en un baile que ofrecía el Partido Liberal a su
patriarca, ese mismo día había asistido precisamente mi tía Maruca con su
novio Enrique al baile, y cuando iban apagar las luces para matar al hombre,
dicen que ella intervino para que no lo mataran; porque los nervios la
traicionaron, fue por eso que Rigoberto en pleno salón se le dejó ir al
presidente número veintiuno del país, con arma en mano disparándole las
letales balas envenenadas que pusieron fin a su existencia, Rigoberto terminó
hecho un colador en mitad del salón y el hijo del cafetalero a la semana expiró
en Panamá. En el parque central mi tía fue detenida por una patrulla de la
guardia por sospechosa, hasta que mi abuelo Pastrán la llegó a sacar con la
ayuda del diputado Mayorga, el mismo que le daría trabajo a mi abuela y una
beca a su hijo Julito para irse a estudiar a Honduras ingeniería agrónoma,
luego que mi abuelo Pastrán fuera víctima de la fatalidad en su propia fábrica
de colchones en donde murió víctima de un accidente al pasar cerca de una
máquina a la que se le desprendió una correa que como un latigazo lo golpeo
en la testa a mi querido y altruista abuelo Armando Benjamín Díaz Pastrán.
Esa histórica noche del asesinato de Somoza Garcia en el baile de la casa del
obrero en León quedaría grabado con tinta indeleble en la memoria y
corazones de todo un pueblo.
Benito pues cuando su padre Agustín y su madre la Gregoriana
desaparecieron quedó al frente de la sastrería de su difunto padre, se había
convertido en uno de los mejores sastreros de León y sus elegantes diseños
eran solicitados por prestigiosas casas de trajes como los famosos ¨Trajes
Gómez¨ que tenían sus instalaciones en la vieja Managua de antes del
terremoto del setenta y dos. El modisto diseñaba solo trajes para damas y
también bellos vestidos para niñas, y tenía la virtud o el toque mágico con las
féminas, porque con solo mirarlas podía saber que diseño era el más adecuado
para cada una de ellas. En realidad no había una dama en todo León que no
estuviera satisfecha con lo que el modisto les confeccionaba, la mayoría de sus
clientes eran señoras de la clase media y la burguesía, y muchos de sus
maridos se mostraban celosos por la insistencia que algunas de ellas solían
tener por ir donde el alfayete Benito Parajón para que les diseñara por
ejemplo, un traje de noche para la velada del sábado o un vestido para el teatro
en donde se presentarían los valses del divino leproso José de la Cruz Mena,
en fin, siempre las señoras de la época tenían un motivo para dar hacer sus
caprichosos trajes donde don Benito, sin sospechar que este prestigioso y serio
costurero sacaría ventaja de sus inocentes clientes, y para suerte del perturbado
alfayete las asediadas señoras se quedaban calladas de lo que este les hacía a
hurtadillas, mientras por ejemplo doña Josefa Toledo era manoseada por el
modisto mientras se probaba su traje de noche en el cuarto de los espejos o la
hija del embajador de Honduras era seducida por el alfayete al momento de
tomarle las medidas.
Su esposa la misma niña blanca como una paloma que lo había criado, se
quedaba muda de espanto al ver a su perturbado esposo abusar de aquellas
señoras de alcurnia. Lupita conocía mejor que nadie la debilidad de su marido
desde que lo cuidaba, porque cuando ella lo bañaba y mudaba siempre el niño
trataba de encaramársele como los perritos en celo restregándose en la pierna
de la atónita niña, además ella sabía que el joven Benito cuando jugaba con las
otras niñas se las llevaba por aparte hasta el fondo del último cuarto para
besarla a como solía hacerlo con ella cuando ambos se ponían a jugar a la
gallinita ciega o a las escondidas, Lupita sabía que Benito siempre prefería
esconderse en la profundidad de aquella habitación, en donde a veces miraban
a una hermosa monja desnuda sentada en una poltrona de cuero crudo que los
miraba sonriendo, mientras él se encontraba descubriéndola en la penumbra de
aquella fantasmal biblioteca en donde se quedó Lupita a vivir hasta sus
últimos días, o hasta la dramática muerte de su enfermizo marido, el único
hombre al que le sería fiel a pesar del abuso al que fue sometida por parte de
su perverso hermano y de todo el maltrato e infidelidad que ella tuvo que
soportarle siempre a su enajenado esposo, porque el alfayete en varias
ocasiones cuando se obsesionaba profundamente por una joven se olvidaba de
su existencia y hasta dejaba de tener relaciones con ella, a como le ocurrió el
día que conoció a una joven berlinesa, quien marcaria su vida profundamente,
porque cuando la germánica apareció, Benito se perdió por meses en el ¨Billar
Los Parajones¨ que él mismo había comprado al marimbero de la familia de
Chepito Áreas, el mismo que llegaría a tocar los timbales con el grupo
Santana. Los billares se encontraban en una esquina, cerca de la estación de
trenes en donde él tuvo el agrado de conocer a mi padre y también a Rigoberto
el mismo que le disparó a Somoza Garcia, quienes limaban sus asperezas
todos los fines de semana en medio de una recua de botellas por el amor de mi
madre Reymunda Díaz Escorcia.
Frente a los ¨Billares los Parajones¨ se encontraba la ferretería del cojito en
donde llegaba a veces Clodomiro el ñajo a comprar, y un poco más al norte
como a media cuadra vivía una familia de extranjeros, quienes tenían a una
hermosa hija de cabello bermejo, de quien se obsesionó Benito hondamente
por un largo, largo tiempo. Contiguo a esos billares estaba la casa de mi abuela
o mami a como le solíamos decir con cariño. En esa casa fui feliz corriendo
por sus pasillos, jugando en sus habitaciones, durmiéndome en el suelo, me
sentía bien visitándola en ese hogar lleno de antigüedades y de personajes
ficticios; porque a mis tres años yo podía platicar con el padre Echeverría que
aparecía y desaparecía en las cascadas paredes de la sala, entre los cuadros
pintados al óleo por el papá de la mami, Benjamín Patters y también en unos
cuadros de árboles huecos pintados por mi tío Orlando Escorcia.
A veces al clérigo lo encontraba rezando en el sillón o llegaba a verme
tocar el viejo órgano, otras veces lo veía bañarse en el baño que estaba como a
cien metros de la casa o acostado en la cama del tío José, quien a pesar de su
atractiva imagen parecía que no le gustaba interactuar con otras mujeres que
no fueran sus hermanas. Él tío José era considerado un hombre muy pulcro, se
vestía bien, se entalcaba todo el cuerpo y usaba perfumenes caros, calcetines
de seda, zapatos de vestir muy finos al igual que sus camisas y pantalones, sin
embargo él trabajaba muy duro con la tía maruca en el matadero y con el
esposo de mi tía Pina, Armando Miranda. La tía Maruca y José madrugaban,
porque viajaban diario a Managua en el tren o el bus para ir al trabajo;
mientras que el tío Sergio era todavía un estudiante de psicología en la
universidad Nacional Autónoma, y a veces cuando llegábamos los fines de
semana a visitarlos, chepe León a como le decían sus amistades de puro cariño
discutía con su hermano Sergio o Ernesto, porque se le ponían la ropa, o
porque se le habían acabado el perfume o por los calcetines que estaban rotos
o qué sé yo, pero lo cierto es que luego estaban hablándose como si nada
hubiera pasado, el tío Sergio, chepe León , la tía maruca y el tío Ernesto por
aquel entonces veía yo que eran unos hermanos muy unidos a pesar de sus
diferencias. Y como yo creía que todo lo que yo veía e imaginaba todos en
casa también lo sabían, nunca decía nada, hasta que un día mi abuela, o sea
mi mami, me miró platicando en pañales con un señor que estaba en la entrada
de la casa y me preguntó que con quien hablaba, yo de inmediato le respondí
que con el padre, con el padre, cual padre hijo, Echeverría , ¡padre Echeverría!
dijo asombrada, pero si el padre Echeverría tiene años de haber muerto hijo
me respondió ese día frunciendo el ceño y tomándome de la mano me hizo
entrar a la casa para darme de comer.
El tren pasaba a unos pocos metros de la casa y cada vez que pasaba movía
todo el piso de la casa y eso a mí me resultaba divertido, y cada vez que eso
pasaba salía corriendo abrir la puerta para decirle adiós a los pasajeros y al
tren, mi madre y la mami se preocupaban mucho con la idea fija de que yo
podía algún día lanzármele al tren en marcha, cosa que jamás se vislumbró en
mi infantil imaginación. Otras veces miraba llegar a la casa montado en una
berlina jalado por dos hermosos corceles negros a un señor elegante y de
grandes bigotes como los mostachos de Salvador Dalí con una chistera en la
cabeza, un bastón con empuñadura dorada y con forma de cabeza de león,
vestido de frac negro, que llegaba al caer la tarde, cuando todos nos
encontrábamos sentados en la acera, pasaba en medio de todos y me saludaba
reverentemente y se iba directamente al órgano en donde parecía escribir la
letra de alguna melodía, después se ponía a teclear y hasta ahora lo entiendo,
el tema que sonaba era A Elisa de Beethoven, otras veces cuando andaba de la
mano de mamá en las calles de León, siempre se me aparecían dos hombres
vestidos de smoking en el parque central que me saludaban y platicaban
conmigo amistosamente, parecían extranjeros y hoy creo que pueden ser
ángeles del reino unido.
Por la noche me gustaba ir en medio de la oscuridad a orinar, el retrete de
la casa que se encontraba como a cien metros de distancia y por tal motivo la
mami tenía unas bacinillas en donde uno podía hacer sus necesidades y por la
mañana ir a vaciarla al retrete, pero yo prefería ir en la oscuridad de aquel
largo corredor en donde podía contemplar las estrellas y mirar una enorme
luminosidad que a veces se posaba sobre la casa, con el tiempo mi madre me
contó que un día cuando ella era una niña pasó por la cuadra una pelota de
fuego de ida y de vuelta y por último se elevó con gran velocidad a los cielos
hasta perderse de vista. Yo, precisamente no veía una bola de fuego, sino más
bien como un globo brillante que se mecía para todos lados y muy despacio se
alejaba hacia las pléyades de estrellas que a esa hora adornaban el azul oscuro
del firmamento.

II

La primera vez que Annamarie esposa de Alfredo Quijano y madre de la


joven Annabella llegaron a solicitar sus servicios para la hechura de un traje
de noche para su hija, Benito no pudo evitar esconder su nerviosismo al
tomarle las medidas, y llamando a gritos a Lupita le ordenó le trajera de
mentira las pastillas para la presión que había olvidado tomar por la mañana,
Lupita conociendo el tipo de marido que tenía le siguió la corriente, y al
regresar de la habitación le llevó unas aspirinas para la calentura las que se
tomó sin agua. El roce de aquel vestido celeste en aquella celestial cintura lo
llenaron de estupor, y sudando frio logró al fin terminar de tomarle las
medidas a la agraciada princesa, Benito se esmeró día y noche en
confeccionarle a su beldad el traje perfecto, el vestido ideal, único y propio
de una princesa, hecho a la medida y el gusto de su hidalguía, y con la plena
seguridad que la familia quedaría satisfecha de su trabajo , a como realmente
ocurrió; porque el día que Annamarie y su hija Annabella llegaron a traer el
encargo, en el preciso instante que ella y su madre se internaron en el cuarto
de los espejos para medirse el traje de terciopelo azul , Benito corrió a la
habitación continua en donde tenía escondido un agujero en la pared, cubierto
al otro lado en un óleo de un tronco de árbol pintado por mi bisabuelo
Benjamín Patter , al que le había disimulado un agujero y desde donde logró
ver la ebúrnea piel de la primaveral berlinesa, Benito se quedó anonadado por
la visión y cuando ellas salieron de la habitación, en un fugaz momento,
cuando la madre se adelantó a caminar, el sastrero aprovechó este breve
instante y logró depositar atrevidamente su diestra en los enhiestos glúteos de
Annabella, quien de inmediato lo volteó a ver sorprendida, mientras él sin
inmutarse le sonrió irónicamente cerrándole un ojo, y en el momento que su
madre se despedía de su esposa Lupita en el fondo de la casa, él la continuó
manoseando, mientras Annabella se quedaba asustada y glacial guardando
silencio ante aquel avorazado pulpo, aunque al poco rato despidiéndose del
abusivo abuelito se marchó tomada de la mano de su madre, como si nada
hubiera ocurrido. Y desde ese fortuito encuentro, Annabella carcomía el
corazón de Benito quien de rodillas todos los sábados y domingos en los
billares le pedía a la imagen de San Benito de Palermo que tenía en una
esquina con unas velas negras, para que lo apartara de aquella terrible
obsesión que sentía por aquella tierna tentación. Llegó hasta padecer
insomnios y pesadillas por la creatura, y no podía pasar un día en paz, cada
vez que iba a la catedral le pedía también a la virgen del Socorro que lo librara
de aquella inocente y poderosa debilidad, y ni siguiera sus terribles
confesiones con el padre Echeverría, lograban librarlo de aquella delirante
obsesión.
La vigilaba desde que salía para la universidad, hasta caer la noche, la
controlaba metódicamente sin que nadie se diera cuenta, muchas veces dejaba
a cargo a su joven esposa en la sastrería; hasta que un viernes la joven
Annabella al salir temprano de la facultad de medicina se quedó parada un rato
en el parque central esperando el coche de su padre que se encontraba
retrasado , y Benito quien llevaba meses observándola furtivamente se le
acercó disimuladamente tirando migajas de pan a las palomitas que se
encontraban en todo el lugar, para decirle casi en susurro que cuando pudiera
llegara a verlo solita, para enseñarle unos trajes bien bonitos que él había
hecho especialmente para ella, y a la vez le suplicó con vehemencia que no le
dijera nada a nadie y mucho menos a sus padres, porque era un secreto entre
ellos dos nada más ¨como cuando te toqué a escondidas, te acordás amor¨. Le
dijo sarcásticamente, Annabella le sonrió inocentemente diciéndole, ¨Ajá, si
me acuerdo, y lo prometo, le prometo abuelito que este será nuestro secreto,
pero hasta el viernes podré llegar a verlo para que me muestre los vestidos…¨
y sin decir más, salió corriendo en dirección a la catedral para hablar con unas
amigas de la universidad rodeada del sonido de alas alborotadas de las tórtolas
en vuelo.
Roger Benito, el alfayete más cotizado de León y sus alrededores, esperó
el viernes con unas ansias enormes, tenía una emoción reprimida en su pecho,
el corazón parecía que se le salía de su lugar y hasta respiraba con dificultad y
las manos le sudaban. Ese día hizo salir a su mujer al mercado con el pretexto
de que le fuera a comprar un chancho con yuca, la Lupita obedeciendo
ciegamente salió mascullando ¨chancho con yuca, chancho con yuca, el
chancho con yuca sos vos jodido degenerado¨. Benito solo la quedó mirando
amenazadoramente y ella conociendo de lo que era capaz, no tuvo más
remedio que apurar el paso hacia el centro de la ciudad. Benito espero horas y
horas y cuando llegó la Lupita con el chancho con yuca, le dijo decepcionado
¨comételo vos que eso ya está todo frio¨, Lupita sin embargo lo recalentó y se
lo dio a comer en la cena profiriéndole ¨alegrón de burro te llevastes, vos crees
que una joven de esas le va hacer caso a un viejo chancho con yuca como
vos¨. Aquella fresca mañana de abril, Annabella no llegó a como lo había
asegurado, y Benito se inquietó mucho, porque sospechó que había faltado a
su palabra , Orlando su hermano militar a quien todo le contaba, le prometió
protegerlo con su vida ante cualquier situación inesperada y le aconsejó buscar
mujeres de su edad ¨porque acordate que el que se acuesta con jovencitas
amanece cagado¨, pero aquella semana transcurrió sin novedad, y un miércoles
de ceniza mientras él se encontraba vistiéndose para asistir a la iglesia de San
Francisco, apareció ella luciendo el mismo vestido de terciopelo azul que él
mismo le había diseñado y manejando unos patines, ¨buenas¨, le dijo parada de
puntas como una bailarina de valet en el propio umbral de la puerta de entrada,
y él al verla como una aparición tan solo le logró responder también ,¨buenas¨,
ambos se quedaron mudos, y ella al verlo tan desconcertado le dijo, ¨puedo
pasar don Benito¨, ¨pasa hija, pasa¨, le respondió él sobreponiéndose a su
repentino estupor.
Aquel día Benito en el cuarto de los espejos mudó a su fetiche más de
cinco veces, hasta satisfacer sus fantasías más recónditas en su perturbada
libido, rindió culto y propiciación a su ídolo. Y desde ese libídine y desatinado
día Benito se sintió más vivo que nunca, Annabella por su parte sintió llenar
su vacío al encontrar el cariño y amor que tanto necesitaba por su falta de
figura paternal, porque ella le confesó ese mismo día que Alfredo Quijano no
era su verdadero padre; sino un novio que su mamá había encontrado en
Norteamérica, ya que su ¨vater¨ o padre había sido un doctor y un beodo que
terminó sus últimos días en un basurero berlinés, su nombre era Frederick
Müller. Al pronunciar su nombre, Annabella lloraba echándose en los brazos
del alfayete, y este tomándola muy tiernamente en sus brazos la consolaba
como a un mädchen o bebé, contándole historias de aparecidos y cuentos
libidinosos que a ella mucho le llegarían a gustar con el tiempo, porque cada
vez que él la consolaba, ella se quedaba dormida escuchando el Geschichte o
cuento que él improvisaba, y Benito aprovechaba aquel momento para jugar
con ella al doctor y a la enferma en patines.
La joven universitaria desde que había iniciado sus furtivas visitas al
sastre, logró con el paso del tiempo convencer a su madre para que la
acompañara donde el modeschöpfer o modisto, para que le confeccionara la
ropa que el abuelito le sugería; ¨porque ese viejito mamacita tiene buen gusto
con la ropa que hace y a mí me gusta mucho como me deja mis vestidos¨.
Annamarie por alguna razón insospechable en ese momento se notaba como
ausente y triste, y en una ocasión la mujer se miró obligada a dejar a su única
hija bajo el cuidado del inofensivo viejito, para poder ir detrás de Quijano, ya
que ella tenía la angustiante sospecha que éste la engañaba con una india
chinandegana de Villanueva que decían trabajaba en la misma compañía Dole
Banana en donde él era el propietario. Annamarie aquel caluroso verano
terminó de convencerse de su sospecha y al llegar a casa del modeschöpfer
lloró desconsoladamente en sus brazos, y este le ofreció su afecto y fidelidad a
sus intimidades personales, y ella sin tener a nadie más a quien contarle sus
penas y desdichas tomó a Benito como su pañuelo de lágrimas, como su
psicólogo de cabecera o como su más íntimo confidente en donde se
desahogaba, después de venir de confesarse los domingos con el padre
Echeverría ,quien conocía las perturbaciones del afamado alfayete.
De esta manera el modeschöpfer logró darse cuenta de los orígenes judíos
de los padres de Annamarie, ya que su querido padre había muerto en el
mayor campo de concentración de la segunda guerra mundial, Auschwitz,
mientras su madre había quedado embaraza de ella, y huyendo en barco de
Berlín a España logró llegar a Norteamérica, en donde murió víctima de una
enfermedad incurable, no sin antes darle a luz, su tía Eloísa quien vivía en
Brooklyn cuidó de ella hasta que cumplió su mayoría de edad y fue en New
York , donde ella conoció al doctor Müller , el verdadero padre de Annabella,
quien era un beodo muy simpático a pesar de todo y que murió como dicen en
su ley, tirado en un basurero londinense; ¨porque no es lo mismo decirle a tu
hija que había muerto en un muladar londinense que en un estercolero
berlinés; aunque los dos son basura blanca en realidad¨ , aclaraba ella al
alfayete, mientras tomaban el té de la tarde y agregaba, que una hermosa
primavera cuando era una joven madre y paseaba con su hija por Central Park
conoció a Quijano, un joven español aventurero que se encontraba leyendo un
fin de semana el New York Time en una banca de concreto, quien desde un
principio la trató como a una verdadera princesa, él era ayudante del
administrador del muelle cincuenta y cuatro de Manhattan, el mismo del rio
Hudson, y fue con Quijano que logró superar la pérdida del padre de su hija
Annabella, le dijo ahora con el rostro radiante, agregando , que con el auge
del banano en Nicaragua él logró convencerlas para venirse a vivir con él a
León, en donde instaló entre León y Chinandega una empresa bananera de
nombre Dole Banana. En donde mi tío Julio el becado por el diputado
Mayorga e hijo de mi abuela María Elsa llegó a ser gerente. Annamarie
terminaba siempre sus confesiones llorando en los hombros del modeschöpfer
que no dejaba nunca de despegarle la vista a Annabella, a la que le gustaba
mucho examinar el cuarto de los espejos y la rutilante máquina de coser
industrial Singer.
Annamarie un veintidós de diciembre de finales de la década de los años
cincuenta del siglo veinte, su esposo la dejó abandonada para irse a vivir con
una india bonita de Villanueva, que decían le hacía macumba o brujería a los
extranjeros, y por eso Benito aprovechando está desdicha se fue nuevamente a
vivir por una temporada a los billares de la estación del tren, desde donde
podía controlar a la madre e hija, y poder de esa manera visitarla a cualquier
hora del día, fue esa la época que Parajón dejó de diseñar trajes a su abigarrada
y exigente clientela que muchas veces tenían que esperar por un largo tiempo
los trabajos que le eran encomendados al alfayete más cotizado de León, hasta
que Lupita cansada de verlo tan irresponsable y lunático con sus clientes de
toda una vida, le dijo una lluviosa mañana que ella podía hacerse cargo de su
clientela, y que él solo tenía que venir para comprobar la calidad de sus
trabajos, ¨para que de una vez por todas, des rienda suelta a tu vida de perro
embramado¨, le decía ella , Benito dudo un poco antes de dejar el negocio en
manos de Lupita; pero al final no tuvo más remedio que aceptar la propuesta
de su hermosa y anhelosa esposa, por temor a perder a sus ¨clientes de toda
una vida¨, y desde que él como decía su sensual esposa se había ¨Emperrado
con la joven¨, Lupita lo esperaba todas las noches a la orilla del pozo semi
desnuda en donde sus lamentos y deseos quedaban sumergidos bajo el
murmullo de las corrientes del rio chiquito.
Por su parte Orfilia y Esmeralda las hermanas del sastrero todas las
mañanas desde muy temprano encendían el fogón y comenzaban a preparar las
tortillas que ellas vendían a los pobladores del lugar, la tortillería se
encontraba en las orillas del río chiquito en donde tenían un rotulo que decía
¨Ay Tortiya¨ , ahí Orfilia Parajón le pegaba gritos a la gente que no pagaba el
tributo por el uso del rio, diciendo por ejemplo a grito partido , ¨Idiay
hijueputa y quien les dijo que pueden venir a bañarse a este río sin permiso¨,
¨Orlando, Orlando veni ve a estos indios jodidos como se están las lavando sus
porquerías en el río¨, terminaba gritando la mujer a la vez que corría a la
casona en busca de su hermano, quien al poco rato salía de la misma
uniformado y con un Garand tirando disparos al aire y amenazando a los
invasores, quienes al ver al fornido guardia no dudaban en salir corriendo de
las diáfanas aguas gritándole improperios como, ¨malditas pelonas ese río será
algún día su perdición y los llevará a correr la misma suerte que tacho Somoza
viejo¨. Lupita a pesar de sus humildes orígenes cuando era apenas una niña,
siempre había aprovechado a don Agustín en sus ratos libres para aprender a
leer y escribir y todas las mañanas se sumergía en la enorme biblioteca de la
casa propiedad de su tutor y futuro suegro, quien le reveló un día que era
rosacruz, y hasta le había dejado unos tomos de la logia de su padre, que
mantenía en total sigilo, y solamente su esposo Benito, Orlando y ella se
interesaban en leer en mancomunado secreto.

III

Un día Orfilia y Esmeralda se encontraban discutiendo con unas mujeres


por lo del río y la Lupita las interpeló con profunda mansedumbre diciéndoles
¨dice don Agustín y doña Gregoriana que dejen de peliar por lo que no es de
ustedes, y que además el rótulo de la tortillería está mal escrito, y que por eso
solo pasan ustedes dos dando ayes a la gente, porque no se escribe Ay Tortiya
sino Hay con ¨H¨ que es una letra muda, pero no pendeja ni loca como ustedes
dos y tortilla con doble ele que son dos palitos flacos como sus deplorables
cuerpos¨. Y Orfilia acercándosele amenazadoramente le gritó ¨India blanca
estúpida, bruja, dejá de decir estupideces, porque los muertos, muertos están y
además yo puedo escribir como quiera , porque para eso no se necesita ir a la
universidad, sería mejor que estés callada, porque por puta mi hermano ni se
quiere acostar con vos¨, Lupita sin mayor miramiento se le acercó
decididamente y dándole una fulminante bofetada le terminó diciendo con
aplomo, ¨la próxima vez te arranco la lengua maldita víbora, porque muy india
blanca puedo ser, pero nunca puta ni ignorante como vos, y eso lo sabe muy
bien don Agustín cuando me bañaba con él por las noches en el rio¨ , y dando
media vuelta se retiró al fondo de la casa a platicar con la monja desnuda que
siempre la estaba aconsejando desde la poltrona de cuero crudo diciéndole que
todo lo que ella vivía eran cosas espirituales, mientras Esmeralda ayudaba a
levantarse del suelo a su aturdida y atolondrada hermana.
Una noche llegó Orlando embriagado de sangre y alcohol, había
masacrado y torturado a unos jóvenes estudiantes de medicina en una protesta
en la Universidad Nacional Autónoma de León contra el régimen y tomándola
con revolver en mano se hizo de ella dejándola embarazada, su hermano a
quien nunca le escondió nada se dio cuenta de lo que había hecho con su
esposa y sin mayor miramientos acepto al pequeño como si fuera realmente
suyo, ¨además que más da es la misma sangre mujer¨ - le dijo él sin un ápice
de vergüenza o rencor- , aquellos dos hermanos eran realmente un par de
demonios que no les importaba nada de lo que hicieran, siempre y cuando
entre ellos nunca se ocultaran sus atrocidades; y además argüían diciéndose
que ¨entre masones nunca deben de existir secretos ni traiciones, porque entre
masones y hermanos todo se perdona, exactamente todo, hasta setenta veces
siete la vida misma pues¨. Muchos decían que Lupita cuando estaba enojada
como cuando le dio el aturdidor golpe a Orfilia o excesivamente alegre como
cuando parió a su segundo hijo, se le salía una luz blanca del pecho, y Orlando
decía que esa misma luz tenía su papá cuando se enojaba o estaba embriagado,
¨porque mi papá era un santo y por eso mi mamá cuando lo conoció supo que
ese hombre era el amor de su vida y por eso lo llamaba San Terra, o sea santo
de la tierra, porque eso sí, mi papá Agustín era un hombre que se pasaba de
bueno, por eso yo a veces creo que mi mamá Gregoriana lo engañaba siempre,
porque ninguno de nosotros ha salido ni blanco ni mucho menos con ojos
azules como los de mi papaíto Agustín¨.
La Lupita una febril noche de verano buscó la manera de toparse con
Annabella para decirle que si seguía mirándose con su esposo le contaría todo
a su madre, hasta que una mañana cuando la miró salir del cuarto de los
espejos le dijo muy enojada, ¨Si continúas con este jueguito, soy capaz de
sacarme este bebé y dártelo a comer pedazo por pedazo chela de mierda¨,-le
terminó diciendo tomándole las manos para ponérsela en su barriga -,
Annabella al sentir como se movía el bebé dentro de Lupita se puso nerviosa
prometiéndole que jamás volvería a ver a su esposo, pero que por favor no le
dijera nada a su mamá, porque eso sería darle mayor dolor, porque su
padrastro se había enamorado de una india chinandegana y ya tenía como
cinco meses de haberlas dejado solas.
Cuando Lupita dio a luz a su primogénito, su perturbado esposo a la
semana llegó a verla, en el propio día de la celebración de la virgen del
Socorro en León y acercándose a la niña le dijo secamente ¨se parece a mí y
un poco a mi hermano Orlando, sabés qué Lupita, ponele Socorro oistes, para
que nunca le falte alguien que la salve de cualquier mal¨, le terminó diciendo a
la vez que se retiraba extenuado a dormir, mientras se oían a lo lejos las
detonaciones de cohete y el tañer de las campañas por el lado de la catedral de
San Felipe . Al siguiente día apareció Annamarie con su hija para felicitar a la
feliz pareja, y mientras la señora se quedaba conversando con Lupita, Benito y
la princesa de glaucos ojos se probaba un vestido de seda, ¨a ver jovencita
quítese esa ropita para poder probarle este trajecito que su abuelito le ha
confeccionado con mucho amor para una ocasión especial¨, y ella lo obedecía
ciegamente mirándolo como si fuera su verdadero padre, y además disfrutaba
mucho todo lo que aquel viejito elocuente y teatral le hacía, y le encantaba ver
el contraste de su ebúrnea piel en manos del ¨abuelito negrito como San
Benito de Palermo¨, que la hacía feliz y a veces hasta lo comparaba con
Otelo; porque Annabella a pesar de estar en cuarto año de medicina, casi
siempre andaba con ella algún libro de Shakespeare a quien consideraba un
semi dios de la literatura, y cuando anduvo leyendo las desventuras del joven
Werther y Fausto, ella consideró que lo que pasaba entre el modeschöpfer y
ella no era nada comparado con las tormentas y tragedias de otros personajes
en el mundo de Goethe, además que nada de lo que aquel señor había hecho
con ella era algo desagradable para los dioses Homéricos de la Ilíada o la
Odisea, a decir verdad y muy por el contrario ella seguía considerando que
más bien le servía de mucha ayuda en su vacío o falta de figura paternal, o en
su carencia de afecto y hasta en su desarrollo personal . Si bien es cierto,
pensaba ella en otras ocasiones, este señor podría ser un Quijote y yo su
Dulcinea, pero por eso no tendría yo que sacarme los ojos como lo hizo Edipo
rey, porque a pesar de los años que él me lleva de ventaja, yo siento como si
fuera un niño grande conmigo, y eso me hace sentir bien, me siento segura en
sus brazos, no siento miedo, él además me hace sonreír y sentir bien conmigo
misma, terminaba ella pensando.
Una tarde cuando el quijote le media un vestidito rosa cerca de la noria del
abanico eléctrico, este le dijo cariñosamente que la amaba y ella se quedó
desorbitada, sin saber que responderle, ambos se quedaron mudos , mirando
dar vueltas al aspas del ventilador en medio de la penumbra de la habitación, y
ella abrazándolo lo terminó consolando ¨no se preocupe don Quijote que
nunca diré nada a nadie, este secreto me lo llevaré a la tumba¨ y él
sonriéndole, inexplicablemente, en ese preciso momento, dejó de sentir el
ardiente deseo que había sentido siempre por su tierna Dulcinea , y en su lugar
sintió un hondo amor de padre por ella.
Para Annabella el repentino cambio del viejito de la alegre figura no fue de
su mejor agrado, muy por el contrario ella se comenzó a enojar con él por la
manera como la trataba ahora; porque si bien es cierto ella necesitaba una
figura paternal , eso no significaba tampoco , que él tenía que verla de esa
manera, como si fuera su verdadero padre pues, pensaba ella, y él para
contentarla la tomaba entre sus brazos y la abrazaba sin ninguna malicia
diciéndole ¨mi dulcinea ,venga donde su abuelito, no te me pongas así mamita
no ves que me haces sentir como un quijote manchado cuando te pones así mi
dulcineíta¨. Lupita al ver aquel inusual comportamiento comprendió que su
enajenado marido había cumplido con un ciclo espiritual de su existencia,
según lo había leído en el libro titulado ¨corazón púrpura¨ de los rosacruces,
entendió que la mocosa había dejado de ser una obsesión en su vida.
Benito pasó un largo tiempo repitiéndole a la jovencita que él era muy
ancianito para ella, que mejor se buscara a un joven de su edad, que mejor se
concentrara en terminar de estudiar para que cuando apareciera el adalid de su
vida se casara y tuviera su propia familia lejos de él, pero ella le respondía
muy exasperada que por esa misma razón debería de valorarla, porque
relaciones como la de ellos dos solo se daban una vez en la vida, y que además
ella estaba dispuesta a obedecer en todo lo que él le pedía cuando le media
algún traje, pero eso sí, siempre y cuando él estuviera cerca de ella hasta el día
de su casamiento, o hasta el último día de su vida; porque de lo contrario
tendría que contarle a todos los manoseos que él le había hecho desde el
primer día que llegó a esa casa de locos acompañada de su desventurada
madre. Esto último lo hacía a él trastabillar en su resolución y entraba en un
terrible pánico, se volvía paranoico, y por las noches soñaba que le cortaban
la cabeza, y en otras ocasiones le parecía que en la calle lo iban a golpear o
matar a tiros y otras veces angustiado le decía a la Lupita que había pasado
toda la noche ¨tomando sopa de techo ¨, porque no podía dormir y lo primero
que se imaginaba era el enorme escándalo que se haría en todo León, y eso
para él sería técnicamente el final de su oficio y de su vida personal, Lupita
solamente se limitaba a decirle que ¨un día de tantos te va a cagar y manchar
tanto esa puta que el tufo va a llegar tan lejos que nada ni nadie te va a poder
limpiar, ni Sancho Panza ni mucho menos tacho Somoza te va a salvar jodido
degenerado¨. Benito pasó un largo tiempo recluido en su casa sin ver a su
mayor fetiche, a su patología y obsesión, y Annabella por su parte se encerró
en su casa por meses estudiando para hacer sufrir más al desconsiderado
sastrero de la triste figura, pero cuando terminaba su cuarto año de medicina,
en el propio día de su cumpleaños su madre invitó al alfayete y a Lupita a
celebrar el cumpleaños número veintidós de su hija única, ese mismo día,
luego que sus amigas se marcharon dejando una estela de risas y murmullos en
el camino, y cuando Lupita y Annamarie al poco rato salieron con las sillas
abuelitas a la acera para ver caer la tarde, a como tenían por costumbre la
mayoría de la población leonesa, Annabella le mostraba el nuevo baño al
abuelito para que fuera a orinar, y cuando iban pasando por la habitación de
ella, Annabella lo tomó fuerte de la mano y lo metió en la habitación y
desnudándose con urgencia le dijo, ¨quiero que me hagas mujer de verdad ¨,
Benito al ver los enervantes anhelos de su dulcineíta , no tuvo más remedio
que acceder a la urgente necesidad de aquella mancha pecaminosa que se
entregaba a él como una ardiente noria en cuerpo y alma y cuando la calentura
pasó Annabella quedó satisfecha y sorprendida a la vez, por la forma como el
abuelito o großvater había resuelto su mayor anhelo, y desde aquel inesperado
encuentro ambos no podrían vivir ya el uno sin el otro.
Por otro lado la relación de Lupita con Annamarie llegó a estrecharse tanto
que entre ambas se podía percibir una profunda complicidad y confianza , y
cada vez que Annamarie llegaba a la casa de las pelonas, ambas se retiraban al
cuarto de la biblioteca en donde sostenían largas conversaciones referidas a los
hombres y mujeres de la localidad, y también a temas referidos al panteísmo,
ocultismo, sexo o religión, Annamarie en realidad desde que Quijano la había
abandonado casi todos los días llegaba a la casa de las pelonas con su adorable
hija para desahogar sus penas con Lupita quien era ahora su nuevo pañuelo de
lágrimas, hasta que una tarde, al caer el sol en el río, Orlando la logró ver bien
de pies a cabeza al llegar a casa en su viejo jeep Nissan repleto de guardias,
¨Buenas¨ le dijo secamente al presentarse, y ella sonriéndole también le
respondió ¨buenas¨, él quedó prendado de la atractiva y elegante señora
alemana, y ella a su vez no dejó de sentir cierta curiosidad por el tosco y
fornido militar. Aquella tibia tarde de noviembre Annamarie y Orlando se
quedaron platicando bajo la luz de la luna a orillas del río chiquito hasta muy
entrada la noche, y ella desde ese día logró sacar a la irascible y cruel bestia un
atisbo de humanidad y amor por la vida vivida, y un agradecimiento por su
bella y divina presencia en aquella casa de réprobos.
Por su parte Lupita una gélida noche de navidad se miró obligada a tomar
por la fuerza lo que por derecho le pertenecía desde niña, quedando así
embarazada de su segundo hijo, a quien le puso por nombre Roger Benito,
como su padre, Orfilia y Esmeralda por órdenes explicitas de su hermano
habían dejado de molestar a la gente por lo del rio, porque ahora por órdenes
indiscutibles de Orlando Parajón ¨los ribereños podían llegar a bañarse y hasta
podían llegar a lavar sus ropas si querían en las piedras del litoral , sin poner
en peligro sus vidas, y además , terminaba rezando una volante que Orlando
hizo correr entre la población, el tributo por el uso del rio quedaba abolido de
por vida por pura palabra de honor del teniente primero Orlando Parajón¨,
Annamarie sin darse cuenta había hecho un verdadero prodigio; ya que
Orlando siempre se mostró terco a no ceder ante sus demandas con los
pobladores del río chiquito, porque siempre les repitió hasta el cansancio que
¨mientras el Excelentisimo Presidente de la República de Nicaragua General
de División don Anastasio Somoza Debayle estuviera en el poder, nadie se
escaparía de sus garras¨, Annamarie y él se sentían muy a gusto viviendo
juntos , y con la venida de unos amigos italianos de Annamarie, Orfilia y
Esmeralda se fueron a vivir enamoradas a Corinto a la misma isla Cardun en
donde el vate modernista Félix Rubén Darío García Sarmiento se había ido a
descansar por una temporada cuando vino a morir a León, en donde ellas se
casaron con los napolitanos.
Lupita y Annamarie por su parte estrecharon aún más sus lazos de amistad
con la lectura y discusión de los libros de los rosacruces, y en ocasiones tenían
largas sesiones desnudas en la habitación grande del fondo en donde la
monjita se les aparecía diciéndoles que las amaba, Annamarie y Lupita cuando
se encontraban solas en la casa se encerraban por horas y días en la habitación
consultado al erótico oráculo, mientras Socorrito y el niño Roger Benito
quedaban al cuidado de una anciana india curandera de Subtiava, hasta que
una sorpresiva mañana del mes de marzo Annamarie y Orlando anunciaron a
todos sus nupcias en la misma catedral en donde se encuentran bajo un León
de cemento los restos del príncipe de las letras castellanas Rubén Darío. La
celebración se llevó a efecto en la casona y la francachela se extendió por tres
largos días de música, baile, licor y amor, por su parte Annamarie y el abuelito
de la jovial figura, pasaron esos tres días montados en sus rocinantes anhelos,
encerrados en la casa abandonada de Annamarie, la que se encontraba cerca de
los ¨Billares los Parajónes¨, dejando al final de los desenfrenados encuentros
el interior de esta propiedad toda revuelta y hecha un chiquero de tanto
inventar juegos y de tanto dramatizar con los enseres todos los geschichte que
el ¨abuelito rabo verde de la lujuriosa figura¨ le iba relatando.
Al año de casada, Annamarie dio a luz a una bella niña que se parecía a la
virgen de Fátima, y por semejante parecido decidieron darle el nombre de
Fátima, Annamarie al chinear a la creatura, siempre recordaba la visita que
ella logró hacer un día con su tía Eloísa a Portugal para ir a visitar el monte en
donde se decía había aparecido la virgen a los tres pastorcitos, y por eso a sus
otros hijos les puso Francisco, Lucia y Jacinta. Pero como la vida es víctima
de la fatalidad o el destino, cuando la virgencita cumplió tres años de edad,
una noche de invierno se levantó calladita al patio de la casa a jugar en las
orillas del río hasta que una vertiginosa corriente la arrastró en medio de la
oscuridad de aquella trágica y traumática noche del mes de mayo, Annamarie
y Orlando la buscaron hasta el último rincón del rio de dolor, Orlando se
lamentaba a gritos diciendo que era un castigo del cielo por creerse dueño de
aquel maldito río que le había arrebatado a su bella hija, Annamarie por su
parte se encerró deprimida por meses en la habitación del fondo en donde se
compenetró junto con la Lupita en la literatura de la sociedad secreta, y
solamente hablaba con ella y le decía que ese rio chiquito era el mismísimo
¨Aqueronte de Dante Alighieri ¨, mientras Annabella se quedó al cuido del
sastrero y su rocinante deseo, quien lucía siempre joven a pesar de los años
que llevaba a tuto, pero cuando Annamarie dio a luz a los trillizos, su vida
recobró de nuevo el brío perdido y hasta se olvidó por completo de Annabella
, quien ahora no perdía la oportunidad para encontrarse en cualquier rincón de
la casa con su papacito Benito, jugando a la gallinita ciega o al doctor y la
enfermera en patines.
Una tibia tarde de verano Lupita miró al fin como un viento frio arrastró
una hojarasca a la casa y el vetusto espejo rosacruz que se encontraba colgado
en la sala de la casa se hizo añicos al caer, en ese momento ella comprendió
que era la señal que había estado esperando para abandonar la querida casona,
la misma que le dio abrigo, protección y hasta un esposo loco y descarado a su
desventurada vida de niña huérfana. Ese mismo día Lupita salió al patio con
sus maletas y sus dos hijos Socorrito la hija de su cuñado Orlando y Roger
Benito el unigénito de su esposo, cabizbaja y meditabunda y sin decir adiós,
pasó a la hora del almuerzo por la cocina cuando todos se encontraban
comiendo, y se fue a vivir a la capital por un largo tiempo, largo tiempo, y
solamente regresaría el día que el padre de su hijo Roger muriera trágicamente
cerca de la estación del tren que se detenía frente a la entrada principal del
matadero más grande Managua, IFAGAN, a las cuatro y cuarenta y cinco en
punto de la mañana haciendo sonar su agudo silbato que se escuchaba en toda
la colonia y sus alrededores en donde vivía yo ahora con mis padres cuando
nos venimos de León.
Desde su partida el zorro cola pelada y la insaciable Annabella sin
importarles la suerte que correría Lupita con sus dos hijos, se terminaron de
convertir en antropófagos, rumiantes y monos, con sus lúdicas y demenciales
fantasías eróticas, jugando por toda la casa al enfermo y la enfermera en
pañales, a la gallinita ciega servida en el comedor, a la doctora y el enfermo, al
caballito en celo, a la cebollita pelada y con patines y también al papá y la
mamá celosa. Annabella a sus veinticuatros años una calurosa noche de verano
se levantó corriendo para ir al retrete a vomitar ¨será que te hizo daño el
maduro con queso que te dio tu papito cuando andabas de doctora culeca
amor¨, - le dijo él orinando su orina rancia de dinosaurio en el patio, ¨yo creo
que sí, yo creo que ese maduro estaba muy celeque y ese queso muy rancio¨,
le respondió ella, mientras salía ahora corriendo a tomar la bacinilla bañada en
oro que se encontraba debajo de la imperial cama en donde se terminó de ir en
una desagradable basca seca y amarillenta.
Al siguiente día con la llegada del anciano doctor Sergio Paredes, las
sospechas se terminaron de hacer realidad, Annamarie se encontraba
embarazada de Marcel, cuyo nombre se lo había inspirado las frecuentes
lecturas de Marcel Proust y los Caminos de Swan y cinco años más tarde parió
a Stefan, este último en recuerdo de un tío judío que había sido asesinado en
Berlín, y no por ser el nombre de uno de sus escritores favoritos. Su madre
Annamarie quien vivía totalmente entregada a sus trillizos no se dio ni cuenta
de los dos embarazos de su hija, ni mucho menos cuando dio a luz a sus
nietos, y una tarde mientras Annabella se encontraba sentada en el litoral del
rio cargando en brazos a Stefan, ella al verla le preguntó que quién era ella, y
desde ese momento le quedó claro que su madre padecía de alzheimer, lo que
la hizo sentir aliviada de su angustiante sentimiento de culpabilidad.
Con la venida de Marcel y Stefan al mundo, los lugareños comenzaron a
murmurar improperios contra Benito, y este al darse cuenta de lo que decían
de él, los mandó a cerrar la boca con la clara advertencia que si se daba cuenta
de quienes eran los que le decían, ¨roba cuna¨, los mandaría a buscar con la
guardia ¨para que sean juzgados por conspiración contra el gobierno Liberal
de Somoza¨. ¿Vos sabés lo que era eso en esa época?, Benito con el
nacimiento de Marcel y Stefan, continuó diseñando los ostentosos trajes para
las diferentes casas de moda que sin dudarlo hacían sus pedidos al afamado
modeschöpfer quien tenía ahora como ayudante a su joven esposa, quien era la
encargada de tomar las medidas a las jóvenes universitarias que llegaban con
sus padres a encargar sus uniformes para la escuela o sus trajes de noche
¨porque la única muñeca de tu vida soy yo papacito¨ le solía decir ella cuando
él insistía en tomar las medidas.

IV

Un dos de diciembre sin decir palabras alguna apareció Esmeralda


cargando el ataúd de Orfilia, que había fallecido, según ella, víctima de su mal
carácter, porque su enojo le había provocado un infarto fulminante, mientras
discutía por teléfono con su esposo Fabrizio el amigo italiano de Annamarie,
quien la había abandonado por fastidiosa, fue velada en la sala con las luces
apagadas y solamente dos cirios amarillos y encendidos a la orilla del féretro
con una rosa y una cruz de bronce se quedaron hasta muy entrada la noche , al
amanecer Orlando llegó en una camioneta de la guardia nacional a sacar el
cuerpo de su hermana y alguno vecinos decidieron acompañar el lánguido
cortijo más que todo por razones religiosas que por otra cosa, ¨porque esa
perra rabiosa no se merecía siguiera pisar por la tierra que Dios le permitió
caminar ¨ , decían las más conocidas del lugar, algunos iban a pie tapándose la
nariz con sus pañuelos por la fetidez del cuerpo y otros se montaron en unos
autos que el mismo gobierno le había asignado al deleznable militar para
sepultar a su estéril hermana. No le hicieron misa a como se esperaba, ya que
sus restos se encontraban a punto de descomponerse por completo y solamente
alcanzaron hacerle un responso en el atrio de la catedral, ya que su cuerpo no
había sido sometido a ningún tipo de tratamiento de conservación, porque
según sus taciturnos hermanos ¨los espíritus que esperan con paciencia su
alma necesitan entrar limpiamente en su carne descompuesta para poder salvar
su espíritu en el momento de la trasmigración de las almas a la luz y de esa
manera poder cruzar el Seol¨, terminaban ellos explicando a la gente que les
preguntaba, y en el momento que la estaban sepultando en la misma cripta en
donde se encontraban las cenizas de don Agustín Parajón y doña Gregoriana
Cortés, le pusieron dos monedas de plata en cada ojo, las que tenían por un
lado la imagen del conquistador español Francisco Hernández de Córdoba y
en su dorso una pirámide con el ojo de Horus con una inscripción que decía ¨
En Dios Confiamos.¨
Con la muerte de Orfilia, Esmeralda a quien también Fortunato el otro
amigo italiano de Annamarie la había abandonado, porque ella nunca se quiso
acostar con él , ¨es que jamás imaginé que con tanta dinamita napolitana que
se le notaba encima tuviera la mecha tan corta, y ese nunca fue mi sueño de
niña, para que te lo juro que ese nunca fue mi fantasía de niña¨ ,le dijo ella un
día a Annabella, Esmeralda se quedó al cuido de los trillizos desde que llegó,
y en breve logró darse cuenta del mal estado de salud de su cuñada cuando
esta le dijo sonriendo ¨es verdad que vos sos la mujer de ojos azules de
Modigliani¨, Orlando prometió pagarle y le aseguró que siempre estaría
pendiente de ella en cualquier necesidad que se presentará ,¨en mejores manos
no pueden estar mejor mis hijos y mi mujer hermana¨, le terminó diciendo él
abrazándola. Esmeralda inició atendiendo a los trillizos en todo, y cuando se
disponía a bañar a Francisco, ella siempre se asombraba al ver el gran moco
caído del muchacho, quien a medida que lo enjabonada se le iba poniendo
puntiagudo y largo como su dedo anular, Esmeralda a medida que el niño
crecía no tuvo más remedio que circuncidarlo, porque aquel inquieto moco un
día cuando lo estaba fregando el chavalo pegó unos gritos horribles de dolor
diciéndole ¨me duele la culebrita tía, me duele mucho mi culebrita¨, y el
propio día de la pequeña cirugía, Annabella y ella lo tuvieron que agarrar
fuerte para limpiarlo bien, Francisco forcejaba y lloraba pegando gritos, y
Esmeralda de un solo tajo le pelo toda la cabecita al muchacho que pegó unos
gritos de dolor tan fuertes que toda la gente del lugar tuvo que ver, los
ribereños se asomaron a ver de qué se trataba, porque aquellos gritos de dolor
se oyeron hasta el último rincón del triste caserío y muchos asumieron que
Orlando estaba torturando algún sandinista, mientras ella le sacaba toda la
pústula acumulada de su nariz de chompipe, le echaba alcohol cuarenta y le
ponía una venda con pomada para la infección.
A las pocas semanas, Francisco cuando se encontraba jugando con otras
niñas se sacó al fin su cabeza de lagartija y se la peló toda, mientras se la
enseñaba a la virginal y madura Esmeralda diciendo alegre ¨se sanó panchito,
se sanó mi panchito tía mirá¨, y cuando panchito cumplió sus catorce años
Esmeralda dejó de bañarlo porque ya a él le daba pena que su tía lo mirara
desnudo, aunque una mañana ella se sorprendió al verlo salir del rio con el
moco caído mostrándoselo con las dos manos a la asombrada tía y diciéndole
¨mirá como está de grande panchito tía, míralo¨, desde ese revelador día, ella a
medianoche persignándose se llegaba a meter a la habitación del muchacho en
medio de la oscuridad , cuando panchito estaba aletargado en su lecho y en la
oscuridad brillaban los ojos de un búho disecado en la espalda de la cama,
Esmeralda no podía frenar su perturbada libido, hasta que una fría noche de
invierno a la hora de un torrencial aguacero fue sorprendida por el abrupto
animal, cuando este escupió en las fauces de la diabla vieja en celo, y él
tomándola de las greñas le dijo con imperio ¨ahora móntate no me dejes así¨ ,
y ella que casi siempre llegaba desnuda a insolentar a la sierpe, cubierta
solamente de una sábana celeste que llevaba puesta ese día, fueron esos los
únicos testigo de su malvo y feliz amanecer; porque al fin sus sueños y
anhelos de niña se habían hecho realidad, Esmeralda luego de sanar el
aguacero de su corazón, decidió no meterse por un buen tiempo con panchito,
y para olvidarse por completo de él, se dedicó con esmero a la educación de
sus otros sobrinos y a los quehaceres de la casona, y en ocasiones muy
esporádicas atendía los exabruptos del villano pancho.
Desde muy temprano hacía que las jovencitas se bañaran para recibir a la
joven profesora Connor, una negra costeña de Bluefields, quien venía desde
Chinandega a darles clases a las sobrinas que siempre la recibían regalándole
frutas y flores, mientras que Marcel y Stefan se mostraban muy reservados en
su trato con la voluptuosa docente, en un principio se acomodaron en el
amplio patio de la casa, muy cerca del pozo instalaron un pizarrón en donde
ella impartía sus clases, luego tuvieron que irse a una de las habitaciones,
porque los niños de otros lugares se aglomeraban para ver a los rubicundos
niños desviando la atención de los mismos, la profesora en una ocasión le dijo
a Esmeralda y Annamarie que un día de tantos los niños le estarían dando
clase a ella, porque siempre tenían conocimientos previos de las unidades de
estudios que les enseñaba, hasta que un caluroso mediodía Francisco al
regresar de la universidad se detuvo por primera vez a observar detenidamente
a la voluptuosa teacher, y desde ese día, todos los días que llegaba la
observaba furtivamente, hasta que un viernes sucumbió al ébano de su piel
cuando la joven pantera se encontraba a solas a la hora de la siesta en la
biblioteca de la casa, la tomó de la mano y le dijo temblando de pasión que la
deseaba ¨como nunca puta había deseado a nadie amor¨, y sin preámbulos la
besó, y ella al sentir un duro bulto en su vientre no pudo evitar dirigir su
diáfana mirada para cerciorarse que lo que sentía era auténtico, pero él sin
darle tiempo para pensar nada, la tomó de nuevo con fuerza diciéndole como
un poseso ¨te quiero para mi Olguita, te quiero tener toditita chiquita rica, mi
reina Saba¨ y acercándola firmemente a su robusto cuerpo la beso con frenesí
y lujuria, hasta dejarla pegada entre la espada y la pared en donde ella se
postró como una efigie negra, Olga Connor se derritió lentamente ante el
portentoso y encabritado panchito que en un santiamén la despojó de sus
prendas y se abrió pasó decididamente entre las enhiestas columnas de Saba .
Y ella con el corazón en la garganta solamente alcanzo a decir cerrando los
ojos ¡damn!, ¨ La Sangre de Cristo me favorezca, madre del divino tesoro,
perdona mis pecados…¨
Desde ese día Francisco le trancó la puerta a la anhelosa Esmeralda, que no
tuvo más remedio que auto flagelarse, sacando en las gélidas noches de
invierno una hermosa fruta de exportación de la caja de Dole Banana que
Alfredo Quijano le enviaba de regalo con mi tío Julio a Annamarie todos los
meses, ¨esto me pasa por pendeja, quien me mandó a traer a esa negra a la
casa¨, terminaba pensando, mientras cerraba los ojos acostada y se ponía a
pelar la fruta entre sollozos.
Desde ese día no era nada raro entonces ver a La profesora Connor y
Francisco teniendo furtivamente encuentros en la casa abandonada de su
madre, en donde la profesora Connor con el tiempo empezó a darle
mantenimiento a la solariega casa de adobe, la limpio toda, acomodó los
patines colgados, sacó las mesas del baño, acomodó los trastes tirados en el
patio, enrolló las cuerdas, botó las ropas desgarradas y levantó las sillas caídas
en las habitaciones hasta darle la forma de una casa decente, ¨porque parecía
una casa de locos esta, a veces me parecía como que había pasado un hato de
cerdo por toda la casa o como que hubiera ocurrido un pleito de perros y gatos
¨ le contaba ella un domingo a su cuñada Annabella, quien disimulaba no
haberla escuchado mientras miraba en el solar el adusto cielo de verano, por su
parte Francisco pasó todos los documentos de la propiedad a su nombre con la
asesoría de su desconsolada tía Esmeralda, quien era además abogada civil a
pesar de no ejercer su profesión, y con todos los documentos en regla ambos
se fueron a vivir ahí, en dónde decían algunos vecinos del lugar, ¨ panchito-
Salomón perdió por completo la cabeza por la sensual morena¨, Esmeralda por
su parte no tuvo más remedio que aceptar su destino y aprobar la relación de
su dotado sobrino con la negra Connor, la profesora que en muchos sectores
sociales era mal vista por el color de su piel, por su bemba colorada y también
por sus firmes colinas y su apetecible trasero de mula, Francisco sin embargo
nunca hizo caso a los que muchos amigos y pobladores decían de las negras
costeñas, muy por el contrario él siempre terminaba respondiendo cuando le
decían que la negra lo tenía ¨amarrado con las burundangas de comida que le
hacía¨ que ¨todo tipo de discriminación era una señal de ignorancia¨.
Una semana santa Lucia y Jacinta mientras se encontraban ayunando un
jueves santo decidieron volverse monjas de claustro cuando lograron ver en la
biblioteca a la monjita desnuda con un pitón enrollado en todo el cuerpo y
¨con la vulva popeándole como hoya caliente de nacatamal mondonguero¨, le
explicaban a su hermana Annabella las temerosas jóvenes, por su parte Benito
y Annabella siguieron llevando sus vidas con sus hijos Marcel y Stefan
quienes al cumplir diez y once años respectivamente se marcharon a estudiar a
Frankfort, gracias a una beca que Annabella les había conseguido con su tío
Irlandés Maikel Fun Kessel con quien mantenía una comunicación fluida a
través de cartas y esporádicas llamadas telefónicas.
Annamarie seguía bajo el cuidado total de Esmeralda, y Orlando había sido
ascendido a Coronel de la guardia de Somoza y tenía ahora un cementerio en
León gracias a sus múltiples crímenes cometidos por toda la población leonesa
, era el militar más temido por los revolucionarios y dirigentes políticos de
otros partidos y una de las manos derechas del tirano, Orlando un miércoles
de ceniza para no seguir estorbando a su enloquecido hermano se llevó a vivir
a Annamarie a la casa del centro de la ciudad, en donde se encontraba su hijo
Francisco viviendo con la negra Connor, y de paso se llevó también a su
hermana Esmeralda para que siguiera al cuidado de su perturbada esposa,
Benito y Annabella al fin se habían quedado en la casona solitos y una vez al
mes Jacinta y Lucia los venían a visitar cuando salían de permiso del convento
de la Mercedes en León.
Annabella había envejecido prematuramente y sus amigas le decían que su
esposo tenía vaso blanco, ¨porque por ese don Benito no pasan los años, si se
mira igualito que cuando yo venía con mi mama a medirme ropa para la
escuela¨, le decía una febril mañana del mes de octubre Isabel, una de sus
mejores amigas de la universidad, Annamarie en realidad no era que se mirará
vieja, sino que más bien su apariencia era la de una mujer más adulta y madura
de lo que realmente era, ella sentía que Benito le había robado juventud desde
que lo conoció, porque cuando se acostaba con él, ella sentía que una parte de
ella salía de su cuerpo, sin embargo lo adoraba más que nunca, y ella era ahora
la encargada de diseñar los trajes a las damas y niñas de la ciudad, bajo el
cuidado y la supervisión de su rejuvenecido abuelito, y no permitía que él se
acercara a interrumpirla cuando estaba atendiendo por ejemplo el encargo de
la sobrinita de doña Hope Portocarrero o el trajecito de encajes de la nieta del
Ministerio de Hacienda o la faldita de la jovencita italiana que recién había
llegado a vivir a León. Annabella era excesivamente celosa y desde que Isabel
le había hecho el comentario de su esposo no dejaba de despegarle la mirada
cuando esta llegaba a visitarla, hasta que su sospecha se hizo realidad una
mañana que se ausentó un par de horas para ir a ver unos encargos de tela,
botones, forros y hebillas a la tienda ¨Las Delicias¨, porque cuando regresó
con la oreja fría como dicen, y se sentó fatigada en el enorme sofá que se
encontraba en solo la entrada de la sala, escuchó unas voces y risas en su
habitación, la sangre se le terminó de subir a la cabeza al reconocer el timbre
de voz de una mujer , al poco rato miró salir alegre del cuarto a su mejor
amiga de la universidad en dirección al rio chiquito, en donde Annabella la
tomó por los cabellos y la arrastró golpeándola y gritándole enfurecida ¨con mi
hombre no te volves a meter cabrona, mala amiga, desgraciada arribista, puta
barata y traidora…¨ y en el litoral del rio la dejó tendida con la nariz rota.
La gente de los alrededores no podían dar crédito a lo que veían y ella
digiriéndose a todos los curiosos terminó diciéndoles a grandes voces, ¨para
que aprendan indias de mierda lo que les va a pasar a la zorra que intente
meterse con mi viejo¨, y una humilde señora vende cajeta desde una casita de
infinitos agujeros de metal y cartón le gritó a todo pulmón en forma de pregón
¨ni que tuviera turca de oro el viejo ese no jodás chavala pendeja….¨ y ella sin
decir más entró a la casa acalorada y excitada , y desnudándose delante del
joven anciano lo obligó a cogerla como caballito de mar, y también como
cerdito diciéndole entre sollozos, ¨quién te lo va hacer así papito, decime quien
hijueputa te lo va a dar así viejo pendejo…¨, y desde ese día Annamarie
decidió buscarse a una anciana para que hiciera las cosas de la casa y estuviera
pendiente de su alevoso sastrero, mientras el propio día de la infidelidad de su
joven anciano , su hermano Francisco y la teacher se encontraban casándose
furtivamente en las arenas de las playas de Poneloya en León, en donde
terminaron viviendo hasta el final de sus días sin hijos , porque la teacher
resultó ser estéril de nacimiento y en Managua se había producido el ensayo
del juicio final con un Richter 7 cuya escala telúrica había destruido
totalmente el centro de Managua. A pesar de todo Benito y Annabella vivían
como si los acontecimientos de la vida cotidiana no existieran, y cuando se
reconciliaron por completo, siguieron viviendo sus vidas al margen del mundo
exterior y por tal razón no tenían ni televisor ni radio en la casa y mucho
menos compraban el periódico, y desde que Marcel y Stefan se habían
marchado a Europa habían hasta dejado desconectado el teléfono de la casa,
¨talves cuando inventen el ojo que puede ver todo y oír todo lo que pasa en el
mundo, nos vamos interesar por saber de la segunda venida del hombre, ya
que dicen que todo ojo lo verá, mientras tanto nosotros vamos a seguir
haciendo nuestras peliculitas ¨ ,le decía él a su agraciada dulcineíta que se
encontraba en pañales en la cama.

Una medianoche de plenilunio él la indujo a leer los libros de los


rosacruces, al comienzo aquella lectura le resultó infructífera, hasta que una
oscura medianoche mientras leía un pasaje de ¨Jezabel y Salomón en el
Líbano¨ y se tomaba un fuerte café negro, logró ver a la monja de la que tanto
se hablaba, se encontraba desnudita y su apariencia era realmente fascinante,
su belleza y hermosura la atrajeron inexplicablemente a la lectura de cien
voluminosos tomos titulados ¨Lillith en el huerto del Edén¨, en donde
aparecía la imagen de una mujer con un pitón enrollado en todo su voluptuoso
cuerpo, era una imagen igualita a la de la monja desnuda de la habitación de la
biblioteca, la misma que se sentaba en la poltrona de cuero crudo a verla
desde los tiempos de don Agustín y doña Gregoriana , pero sin el pitón,
Annabella recordó el tiempo que su madre y la Lupita permanecieron
encerradas en aquella habitación y la semana santa cuando sus hermanitas
Lucia y Jacinta en ayunas lograron ver a la monja desnuda, y pudo
comprender las imperiosas razones que tuvieron todas ellas en su momento
para tomar las decisiones que habían tomado, aquella mujer que de monja no
tenía nada, tenía un embrujo que le embriagaba los sentido a cualquier mujer
que se considerara lo suficientemente ecuánime, moral o segura de sí misma;
porque desde que la miró la primera vez la comenzó a desear, la perseguía por
toda la casa y la hacía olvidarse de su viejito, quien desde que la miró
ensimismada le dijo a la señora que lo cuidaba que no siguiera viniendo y a
sus cuñaditas Jacinta y Lucia les ordenó no seguir viniendo a la casa hasta que
él se los ordenara ,¨vengan solamente cuando alguno de nosotros se muera¨
,les terminó ordenando con ímpetu.
En la cama Annabella dejó de buscarlo y él aprovechó aquel trance para
ayudarla con el negocio, principalmente en el momento que se debían de hacer
las medidas en el cuarto de los espejos, Annabella anduvo idiotizada por un
largo, largo tiempo, poseída por completo por la Eva-monja en cueros, tiempo
suficiente para que Benito se fijara en una hermosa españolita, y desde el
primer día que llegó la sedujo regalándole ¨caramelitos para la jovencita más
linda de estos laderos¨, mientras la ibérica acompañada de su abuelita le
sonreía entristecida ; porque según la anciana su mamá había fallecido al
momento del parto de su nieta , cuyo padre era un completo desconocido,
Benito para colmo de la suerte sentía que el destino le había puesto a la
persona idónea para satisfacer sus delirantes y patológicos deseos por los
frescos racimos de sus ensueños, y desde el primer día tomó a la jovencita en
el cuarto de los espejos y la mudo más de una docena de veces, mientras su
abuelita se tomaba un té de naranja agria a la orilla del río y Annabella se
encontraba platicando con Lillith, Roger trataba a Francisca Sánchez Lesbos y
a su inocente abuelita Eurídice con gran cortesía y amabilidad, lo que hacía
que la anciana lo tuviera en grande estima y por eso ella no se cansaba de
decirle a cada momento que él era todo un caballero y un señor muy fino, ¨un
día lo haré ir a Granada de donde somos originarias¨.
A la semana él llamaba a su nieta ¨Francisquita Lesbos¨ a la que trataba
ahora como si fuera su propia hija, mientras la abuelita Eurídice fue seducida
con el paso de los meses por la interesante dualidad de inocencia y madurez de
Annabella, cosa que llamó profundamente la atención de Benito, quien no
dudo en presentársela envuelta en una sábana, Francisquita Lesbos por su
parte también fue atraída por la desnudes de Annabella, y en varias ocasiones
el abuelito llevaba a su adoptada nieta Lesbos a la biblioteca en donde
continuaba Annabella leyendo los misteriosos y voluminosos tomos de ¨Lillith
en el Huerto del Adén¨, Annabella apenas se percataba de la presencia de su
adorado viejito rabo verde, tenía la vista perdida como en algo enigmático e
inefable, Benito se había vuelto completamente invisible para ella, y
Annabella mirando de pies a cabeza a la españolita la tomaba en brazos como
si fuera su hermana.
Con el correr de los años Francisca Sánchez Lesbos la adolescente más
precoz del colegio San Ramón de León, comenzó a llegar a la casona en
compañía de sus amigas, y Benito a todas las que iban llegando les iba
tomando las medidas hasta más no poder y además las bautizaba en el río
diciéndoles que todas eran ¨la propia reencarnación de las mujeres mitológicas
de la isla de Lesbos¨, la casa de repente se llenó del olor a camarones y
pescado fresco y también se llenó con la estridente música de Elvis Presley,
Rolling Stone, Jim Morrison, Led Zeppelín y también la de los Clark de León
y Soul Power en el viejo tocadiscos que Francisco había dejado olvidado en su
habitación, y todas voluntariamente se dejaban tomar las medidas a su gusto y
antojo por el abuelito a gogó más joven, perspicaz y atrevido de la localidad,
que les había confeccionado hasta unos uniformes a gogó atigrado de dos
piezas a ¨las hermanitas a gogó de la congregación de Lesbos¨ , todas llegaban
atraídas también por la enigmática y sicodélica alemana y miembro de la
nueva ola a gogó Sturm und Drang de León, que se encontraba desnuda
leyendo en la biblioteca con su fascinante ángel a gogó Lillith, que las seducía
a todas cuando las veía, haciéndolas desnudarse delante de ella para que le
hicieran ¨una adoración a gogó o de la última ola¨ a la sierpe que se les
enrollaba a todas haciéndolas sentir divinas.
La gente no daba crédito a lo que veían, pero inexplicablemente nadie se
atrevía a denunciar aquel desenfreno e interminable culto a la pareja más a
gogó, depravada, excéntrica y esquizoide de la época, ya que los que habían
intentado hacerlo terminaban con los ojos hormigosos a la orilla del río
chiquito, en donde ¨las universitarias a gogó y de la nueva ola¨ se bañaban en
cueros y comían bajo los almendros las sombrillitas que nacían de las bostas
que dejaba el ganado vacuno cuando pasaba por la ribera abrevando. Algunas
de ellas por culpa de la trufa, se quedaban toda la noche como nereidas
mirando el estrellado cielo y repitiendo, ¨Mirá que bonitas brillas las estrellitas
parecen florecitas sonriéndole a la mar… Mira que bonitas brillas las
estrellitas sonriéndole a la mar….¨ y otras veces cuando andaban hartas de los
champiñones les daba por repetir hasta el infinito las letras del viejo rótulo de
la caseta ¨Ay Tortiyas, Ay Tortiyas Ay Tortiyas…¨ en donde antaño Orfilia y
Esmeralda preparaban las tortillas que se vendían en todo el caserío, y todas al
repetir hasta el cansancio Ay Tortiyitas…. se ponían a reír enajenadas gritando
¨vengan muchachas hagamos tortiyitas, vengan todas saquemos tortiyitas¨, y
restregando sus cuerpos unas con otras empezaban a decir dando saltos ¨ Unas
tortiyitas ricas para papá, otras tortiyitas ricas para mamá, unas tortiyitas ricas
para la virgencita chiquita del rio chiquito de papá y mamá¨. Todo esto lo
hacían ante la vista y asombro de todos los pobladores aledaños a la ¨casona
del sol poniente¨ o ¨la casona embrujada¨ o ¨la casa de lo réprobos del río
chiquito¨ a como ya muchos pobladores le llamaban a la casa de las pelonas.
Hasta que luego de cinco largos años, dos semanas y tres días Un domingo
de ramos ,Annamarie al terminar de leer el último tomo de ¨Lillith en el
Huerto del Edén¨, salió de su trance y comprendió el porqué de todo lo que
estaba sucediendo y dando un gritó de ¨Jesús, Maria y José ¨ se reconoció así
misma, se miró tal y como era en realidad, tomó conciencia cierta y verdadera
de su absurda condición, se levantó lentamente de su lugar sacudiéndose la
modorra, se bañó despacio escuchando en el tocadiscos el estridente sonido
del tema, Simphathy for the devil, en el viejo tocadiscos, se cortó y pintó las
uñas de sus manos y de los pies escuchando el relajo de las mujeres en toda la
casa, cuando tuvo las uñas secas se encremó suavemente todo el cuerpo
escuchando el disco rayado, se peinó lentamente pensando en su olvidado
viejo , se vistió despacio con su más elegantes traje rojo, se perfumó pensando
en su familia y con cuidado se terminó de colocar los tacones altos en sus
frágiles pies, y tomando con aplomo la coyunda de cuero de toro que se
encontraba colgada detrás de la puerta de entrada de la biblioteca desde los
tiempos de don Agustín Benito Parajón Juárez y doña Gregoriana Asunción
Cortes Escorcia, comenzó a sacar de los cuartos a las ninfas alucinadas y
hermanitas de Lesbos a riendazo limpio profiriéndoles ¨mi casa es casa de
fornicación de mi viejo y yo, no un burdel de diablas hippies y lesbianas¨.
Aquella mañana Annabella sacó de trance también a todas las desorbitadas
nereidas que se encontraban desnudas en el río, que corrieron asustadas a
vestirse, mientras Annabella las cargaba a coyundazo puro y certero por toda
la casa, y tomando a Francisca Sánchez Lesbos por su enmarañado pelo la
arrastró hasta el río chiquito en donde la tiró desnuda a la vertiginosa corriente
gritándole ¨cuando llegues a Granada le preguntas a Lorca y al súcubo de tu
abuela quien es el que manda aquí puta de mierda¨, mientras el anciano joven
permanecía impávido, llorando por aquel despertar inesperado de su mujer, y
ella al verlo ensombrecido y sollozando lo llegó a consolar, besándolo y
abrazándolo le pidió perdón, porque su alma se había ausentado de él ¨ …pero
no te preocupes más ya mi viejo quijote- zorro cola pelada y rabo verde;
porque para eso vine del más allá a salvarte de tanta puta mierda salida del
infierno¨, terminó ella diciéndole a la vez que lo besaba, mientras el sonido
monótono y crepitante del disco llegaba a su final con un terrible chisporroteo.

VI

Meses antes que la revolución de julio triunfará, por recomendaciones de


su hermano y ahora coronel Orlando Parajón, Benito y Annabella se
prepararon para abandonar León, llevando consigo la fortuna que su madre
Annamarie y Orlando habían acumulado para ella en un baúl de la habitación
que se encontraba enterrado debajo de la bacinilla bañada en oro, y que
Annabella solo había usado cuando tuvo los achaques de su primer embarazo.
En esos días todo el país se encontraba en guerra y León era una de las
primeras ciudades liberadas, los leoneses se encontraban preparándose para la
insurrección final hacia Managua, los rebeldes y gran parte del pueblo y su
dirigencia se encontraba enardecida por el triunfo de León, y dispuestos a
vencer o morir ante la tiranía somocista, León como decían los laureados
mancebos entre humo y fulgor había sido abatido, pero nunca vencido ¡Viva
León Jodido! terminaban gritando los rebeldes dando disparos al aire . Y
precisamente la noche que se disponían a huir de las masas enardecidas, un
grupo de jóvenes guerrilleros los detuvieron subiendo por el empedrado
camino del callejón de la casona y ambos de inmediato fueron conducidos al
paredón, y cuando estaban a punto de ser fusilados, el grito de una guerrillera
detuvo el ajusticiamiento ¨Alto ahí compañeros¨, ¨alto, detengan el
ajusticiamiento¨ ¨Soy la comandante cero una de las responsables del frente
sur, no se dan cuenta compas que están a punto de cometer una equivocación,
este hombre y su mujer son inocentes y no tienen nada que ver con los
crímenes del coronel Orlando Parajón; porque él y su mujer, les dijo
señalándolos en la penumbra , han servido de correos del Frente mediante el
oficio de sastre que sus padres Agustín Parajón y Gregoriana Cortés
colaboradores históricos del Frente, le heredaron a su hijo menor, y ellos han
tenido que continuar para contribuir con la causa sandinista, y de esa manera
nuestro frente interno compas ha obtenido información útil y necesarias que la
misma burguesía les brindaba a ellos ¨ , terminó diciendo la mujer a grito
partido, y acercándose a las antorchas de ramas de ocote de los insurgentes,
acompañada del comandante Pastora todos se quedaron mudos al ver a la
imponente figura de mujer que muchos terminaron asociándola con la
desparecida Tania la guerrillera, la mujer del mismísimo Che Guevara . La
voluptuosa mujer vestida de verde olivo, boina negra y cargando una M16 al
hombro impresionó profundamente al grupo de armados los que de inmediato
bajaron sus armas, mientras Benito y Annabella se quedaban asombrados y
mudos al ver en persona a la olvidada Guadalupe Asunción Parajón Díaz con
el pecho iluminado como una paloma blanca, hecha ahora una heroica
comandante de la revolución.
Con el triunfo de la revolución popular sandinista Lupita regresó a la
casona con su hijo mayor Roger Benito el hijo de Benito y hermano de
Orlando Parajón, el guardia genocida más buscado en todo León y sus
alrededores, quien el propio 19 de julio de 1979 huyó a bordo de un avión
privado rumbo a Miami, acompañado solamente de su deslumbrante hija
María del Socorro, de su trastornada esposa Annamarie y de su vetusta
hermana Esmeralda la que cargaba un perrito pequinés, mientras su hijo
Francisco se había quedado con su ¨melao de caña¨ , como le decía él ahora a
la teacher, en las costas de Poneloya como asesor del gobierno de
Reconstrucción Nacional. Por su parte Lucia y Jacinta las novicias de la
familia se quedaron enclaustradas en un convento de Portugal hasta los
últimos días de su gloriosa vocación, pues ambas se habían convertido en
hermanas consagradas a la virgen del Fátima y entregadas a la oración.
Lupita desde que regresó a la casona, hizo de la misma un enorme hotel de
lujo que administraba su hijo Roger Benito, y en la vieja biblioteca del cuarto
del fondo hizo construir un segundo piso donde vivió ella hasta sus últimos
días acompañada del espectro de Lillith, quien era en realidad una de las hijas
abortadas por doña Gregoriana Cortés que furtivamente dicen había enterrado
en una enorme botella de vidrio con formalina en la propia habitación de la
biblioteca para que su infiel esposo Agustín nunca la dejara por otra.
Cuentan que una mujer poetisa, esotérica y mujer de uno de los guerrilleros
al frente de la revolución por aquellos tiempos, llegaba todos los jueves a
visitarla para conectarse con Lillith la primera mujer de Adán, y poder
preguntarle por Sandino, los dirigentes de la revolución y por el futuro de su
infiel comandante. El Hotel ¨Las Pelonas¨ hoy en día se encuentra
desaparecido y en su lugar se encuentra la misma casona en ruinas en donde el
vate metafísico y pos-modernista Alfonso Cortés un día perdió la razón, la
execrable casa está totalmente deteriorada y cubierta de maleza, con las verjas
de entrada oxidadas y que al ser abiertas crujen sobre sus goznes como gatas
en celo, y en cuyo interior existe una desjarretada y enhiesta puerta de entrada
abierta de par en par, una apolillada berlina de 1789 en la sala y llena de
murciélagos, una vetusta y polvorienta máquina de coser Singer en una
esquina, una oxidada panoplia española caída en una mesa, unos muebles
rotos estilo Luis XIV en un cuarto, una renca y rota poltrona de cuero crudo
podrido, unos libros petrificados, una cama vieja con un búho disecado al
fondo y un rancio traje de niña de terciopelo azul con unos patines colgados en
una percha. En el patio de la casa se encuentra todavía el pozo atiborrado de
tierra y vidrios y un viejo rotulo caído que dice ahora ¨Ayy Tiya¨. El río
chiquito es un pestilente cauce en donde la gente continúa echando los
desperdicios, y las aves de rapiña y los perros callejeros e indigentes se
alimentan y pasean por sus riberas.

VII

Benito y su envejecida mujer el propio día de la huida de Somoza conocido


como ¨día de la alegría¨ o el 17 de julio de 1979, se encontraban en el
matadero en donde trabajó mi tío José, la tía Maruca y el esposo octogenario
de mi tía Pina, a punto de tomar el tren de las cuatro y cuarenta y cinco de la
mañana que venía de León y que hacía sonar su agudo silbato al llegar a la
estación que se escuchaba en toda la colonia y sus alrededores, en donde vivía
yo con mis padres cuando nos venimos de León, y que además me hacía
recordar el tema ¨Tren del Cementerio¨ de los Creedence Clear Water que mi
fanático vecino Manuel Estrada hacía sonar en su guitarra todos los fines de
semana. Ahí, en ese lugar, los tórtolos se dirigían esa gélida madrugada al
¨Aeropuerto Internacional Las Mercedes¨ para salir del país, mientras yo en
ese momento me encontraba emboscado con un grupo de manifestantes en la
carretera por un foco de resistencia de la guardia que se encontraba tendida en
el Centro Comercial Linda Vista, los mismo que dominaron la cuesta del
plomo por un largo tiempo en donde llevaban a asesinar a los jóvenes
dejándolo tirados como perros en los montes, envueltos en la fetidez, los
zopilotes y el olor penetrante de químicos de la desaparecida fabrica Penwalt,
todo eso se entremezclaba haciendo imposible poder respirar bien en esa zona.
La estación del ferrocarril a esa hora estaba llena de gente que venían
transportando de los pueblos, mayormente de vivanderas quienes llevaban sus
canastos repleto de la más variada mercadería saqueada en los centros
comerciales, transportaban desde vegetales, verduras, frutas, carnes y ropa,
hasta cajas de cervezas, vinos, medicamentos y licores y utensilios domésticos
de todas las marcas que los llevaban para sus casas y otros para ir a venderla al
Mercado Oriental de Managua y Tipitapa, también venían jóvenes armados y
campesinos de la zona de occidente. En el preciso instante que el rutilante
alfayete Roger Benito Parajón Cortés vestido de traje azul marino, corbata
blanca, chistera en mano, bastón con empuñadura de oro y unos forsheim
azules y la radiante señora Annabella Müller vestida con un largo y elegante
traje azul oscuro, un lazó en su áureo cabello, tacones altos y con maleta en
mano , en el preciso momento que el dandi se disponía abordar el pesado y
viejo tren, una detonación salida de una quejumbrosa penumbra cerca de la
cantina ¨Bonanza¨, acabó con la longeva existencia del alfayete, quien solo
alcanzó a decir ¨me pegaron, me pegaron amor…¨, Annamarie al verlo caer de
bruces se bajó del vagón angustiada gritando como una energúmena ¨mataron
a mi viejo, mataron a mi esposo, auxilio, auxilio , por favor que alguien me
ayude…¨, mientras la trifulca de vendedores, campesinos y armados que
pasaban a su lado parecían no darse cuenta de lo ocurrido a su amado quijote.
Annabella gritó hasta al cansancio sin ser aparentemente escuchada por nadie,
y al arrancar el tren haciendo sonar su agudo silbato que se escuchaba en toda
la colonia y sus alrededores en donde vivía yo con mis padres y hermanos
desde la fundación de la Colonia, Lucy Annabella Rebeca Müller Kessel se
quedó sola y sumergida en un silencio sepulcral, gimiendo de dolor por la
pérdida de su hombre, solita a la orilla de los rieles, sollozando hasta el alba
malva y sosteniendo entre sus brazos como una piadosa madre el lacerado y
ensangrentado cuerpo del alfayete más cotizado y controversial de todo León
y sus alrededores, transformado ahora en una momia ennegrecida, mientras
ella recobraba con el bermejo amanecer, el brío y la juventud perdida al lado
del único hombre-anciano-joven-momificado que conoció en todo el resto de
su conservadora vida de encierro, penitencia y oración, la que terminó
felizmente en León, al lado de sus hijos Marcel y Stefan, los hijos olvidados
que habían regresado de Frankfurt a vivir con sus esposas al lado de su bella y
hermosa madre berlinés, a la que siempre recordaron rezando tres veces al día
el santo rosario.

ENDE/FIN

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