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TEOLOGÍA BAUTISTA PACTUAL:

Un resumen de la trama de las Sagradas Escrituras

TEOLOGÍA BAUTISTA PACTUAL


Cuando estudiamos la teología bíblica, buscamos entender la
trama general de la Sagrada Escritura y cómo cada parte se
conecta con el todo. Frente a las diversas vertientes existentes,
comenzaremos a abordar la posición del Bautista Pactual
(Credobautista Pactual). La posición es compatible con la
Confesión de Fe Bautista de Londres de 1689 y ha sido
defendida por gigantes del pasado como Charles Haddon
Spurgeon, Benjamin Keach, Nehemiah Coxe, A. W. Pink.1 E
incluso hombres como John Bunyan y John Gill 2 tenían
posiciones similares. Además, incluso el príncipe de los
puritanos, John Owen, tenía una interpretación muy similar a la
que presentaremos.3 Por ser una posición robusta,
profundamente bíblica, histórica y confesional, debe ser
considerada con gran atención y con la Biblia en la mano porque
nuestro objetivo no debería ser sólo defender las corrientes
teológicas como fanáticos de los equipos de fútbol, sino, de
hecho, conocer la verdad bíblica. En este artículo, pretendo
iniciar el tema haciendo un vuelo panorámico en las Sagradas
Escrituras para que luego podamos tratar los temas con más
detalle.

1
A.W. Pink tiene un excelente libro sobre los Pactos de Dios (Pactos Divinos).
2
Muchos aspectos de su teología concuerdan con el Federalismo Bautista de
1689, aunque no es idéntico.
3
El libro: Un Mejor Pacto escrito por Pascal Denault presenta la similitud de la
posición de John Owen con el Federalismo Bautista de 1689.
UN RESUMEN DE LA TRAMA DE
LAS SAGRADAS ESCRITURAS
Dios creó todas las cosas (Gn. 1:1). Hizo al hombre a su imagen
y semejanza (Gn. 1:26). El Señor hizo un pacto condicional con
Adán en Edén en el que si obedecía podía comer del árbol de la
vida y vivir eternamente, pero si desobedecía moriría (Gn. 3:22;
3:3) con todas las implicaciones de esa muerte (física, espiritual
y eterna). Adán y Eva, seducidos por la serpiente (el diablo Ap.
12.9), pecaron contra Dios y rompieron el pacto, sufriendo las
consecuencias de la caída (Gn. 3:17; Os. 6:7). Siendo Adán la
cabeza federal (un individuo que representa a un grupo) de la
humanidad, todos sus descendientes fueron afectados por su
pecado (Rom. 5:12).

Sin embargo, el Señor promete que un descendiente de la


mujer aplastaría la cabeza de la serpiente y ésta le golpearía el
talón (Gn. 3:15). Esta es la primera promesa del evangelio en las
Escrituras (protoevangelio) apuntando al sacrificio de Cristo, el
que vendría a deshacer las obras del diablo (1 Jn. 3:8). Murió para
pagar el precio por los pecados de su pueblo (Mt. 1:21), fue
enterrado, pero al tercer día resucitó, según las Escrituras (1 Cor.
15:3-4), despojando a todos los principados y potestades (Col.
2:15), aplacando la ira de Dios. Todo esto viene de Dios, que nos
reconcilió consigo mismo por medio de Cristo (2 Cor. 5:18).

A lo largo del Antiguo Testamento la promesa de la


descendencia de la mujer se desarrolla a través de sombras,
señales y tipos que apuntan a Cristo (Lc. 24:27; Col. 2:16-17; 2
Tim. 3:14-15). Después de la caída, toda la creación se vio
afectada (Rom. 8:18), pronto nos damos cuenta de que Caín mata
a Abel, Lamec también se convierte en un asesino y la
inmoralidad se multiplica enormemente en la tierra (Gn. 6).

Frente a la perversidad del corazón humano, el Señor envía


un diluvio, pero conserva un remanente, Noé y su familia. Con
Noé, establece un pacto de preservación, en el que el Señor ya
no destruiría la tierra por un diluvio. Esta garantía aporta
estabilidad física al desarrollo de la promesa y la señal de ello
fue el arco en el cielo (Gn. 9:12).

Es importante señalar que incluso después del Diluvio la


corrupción humana permanece. Notamos, en lo que sigue, que
los hombres en rebelión directa contra Dios en lugar de
honrarlo y obedecerlo buscan unirse para magnificarse {ellos
mismos}, lo que culmina en su dispersión en la tierra después de
que el Señor confundiera el lenguaje que hablaban, hasta el
punto de no entenderse (Gn. 11:4-9).

Más adelante en la historia, el Señor llamó a Abram (Gn. 12),


a quien le hizo promesas que tenían aspectos físicos y
espirituales, aspectos terrenales y celestiales, aspectos
condicionales y aspectos incondicionales (Gn. 12 y Gn. 17). Los
aspectos físicos del Pacto Abrahámico se cumplirían en la
nación de Israel, la señal de este pacto fue la circuncisión física,
la tierra prometida era Canaán; y el desarrollo de este pacto
ocurrió con sus descendientes físicos en la nación de Israel bajo
el Antiguo Pacto (Lea Gál. 4:24-31).

Sin embargo, los aspectos espirituales del Pacto Abrahámico


se referían a Cristo, el descendiente de Abraham (Lea Gál. 3:16)
y se cumplirían en el Nuevo Pacto. La circuncisión en el Nuevo
Pacto está en el corazón (regeneración), los herederos de estas
promesas son los que creen en Cristo, son los que tienen la fe de
Abraham (Gál. 3:29).

El Señor, recordando el pacto que hizo con Abraham, rescató


al pueblo de Egipto a través de Moisés, con quien también hizo
un pacto en el Sinaí (Ex. 20). El Antiguo Pacto (el Pacto del Sinaí)
tenía aspectos condicionales como el pacto hecho con Adán en
el Edén (obedecer y vivir, desobedecer y morir). Se trata de un
pacto nacional, condicional, temporal y sustancialmente
distinto del Nuevo Pacto (Heb. 8).
La nación de Israel está constituida por las leyes
ceremoniales, civiles y morales del Pacto Sinaítico. Sirve para
preservar el linaje del Mesías, lo señala a través de sus sombras,
sacrificios y ceremonias. Muestra la necesidad de una perfecta
obediencia a la ley, la expiación de los pecados, la necesidad de
un mediador; y sirve como un ayo para llevar a Cristo (Gál. 3:24-
25).

Más tarde, el Señor hizo un pacto con David y le prometió


que un descendiente suyo heredaría el trono para siempre. Esta
promesa también se refería a Jesucristo (Hch. 2:25-35). Además,
los profetas hablaron de un pacto superior que estaba por venir
(Jer. 31:31-34) y anunciaron la venida del Mesías (Is. 53).

Observamos que todo el Antiguo Testamento sirve como una


promesa, una sombra, una señal que apunta a Cristo (Jn. 5:39).
Aunque todos los creyentes en el Antiguo Testamento fueron
salvados por la fe (Heb. 11:1-2) en la promesa de Dios acerca de
un Mesías aún por venir, el precio por sus pecados fue
consumado sólo en la cruz, ya que el sacrificio de Cristo también
tuvo un efecto retroactivo que alcanzó incluso a los creyentes en
el Antiguo Testamento. (Rom. 3:25-26). Por lo tanto, nadie se
salva por sus propias obras, sino sólo a través del Hijo y ningún
otro.

El sacrificio de Cristo ocurre en cumplimiento del decreto


divino, el acuerdo eterno que se hizo antes de que existiera un
mundo (Jn. 17; Ef. 1; Rom. 9), donde el Padre planeó la redención
de su pueblo, el Hijo realizó la obra de expiación y el Espíritu
Santo es quien la aplica a los corazones de los creyentes. Cristo
es el cordero que fue sacrificado desde la fundación del mundo
(Ap. 13:8).

Por lo tanto, en la plenitud de los tiempos, Cristo Jesús vino,


nacido bajo la Ley (Gál. 4:4), de la línea de Abraham y David, el
Hijo de Dios, el Verbo que se hizo carne (Jn. 1:14), en
cumplimiento de todas las profecías para redimir a su iglesia,
para pagar el precio de todos los pecados de su pueblo (Mt 1.21),
de todos los que creen en Él (Jn 3:16). Cristo Jesús es la sustancia
a la que apuntaban todas las sombras, Él es la revelación superior
(Heb. 1:1-2).

La señal de Jonás apuntaba a su resurrección (Mt. 12:39-40);


la serpiente en el desierto, a su sacrificio (Jn. 3:15); el maná, al
pan de vida (Jn. 6); Melquisedec, a su sacerdocio real (Heb. 7),
etc. Él es el sumo sacerdote, el Rey más alto, el Profeta más alto
(Heb. 1:1-4). Él es el descendiente de la mujer, el segundo Adán
(Rom. 5:19). Como lo fue en los días de Noé, así será en su
segunda venida. Él es el descendiente de Abraham por el cual
todas las naciones serán bendecidas (Gál. 3:16). Él es el Cordero
de Dios que quita el pecado del mundo (Jn. 1:29). Él es el
descendiente de David que se sienta en el trono (Hch. 2:25-36).
El Nuevo Pacto en Cristo Jesús es superior al Antiguo. La ley fue
dada por Moisés; la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo
(Jn. 1:17).

El Nuevo Pacto es incondicional, todos los que forman parte


de él conocen al Señor y tienen sus pecados perdonados, es
decir, este es un pacto de gracia y se hace con los salvos (Heb. 8;
Gál. 4; Lc. 22.20). El Pacto Abrahámico prometía un pacto de
gracia, el Pacto Sinaítico mostraba las condiciones del pacto de
gracia, pero sólo el Nuevo Pacto cumple con el Pacto de Gracia.
La sangre de cabras y ovejas no tenía poder para pagar por los
pecados (Heb. 9:12), sólo la preciosa sangre de Cristo Jesús nos
redime de todo pecado (1 Pe. 1:18-19). El Nuevo Pacto es con
todos los que han sido regenerados, todos los que están en
Cristo, porque en Él no hay ni judío ni griego; Él es todo en
todos (Gál. 3:28).

Los gentiles convertidos están injertados en el olivo (Rom. 11),


son parte del pacto, porque de ambos pueblos hizo uno,
derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su
carne la enemistad, la ley de los mandamientos expresados en
ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo
hombre, estableciendo así la paz, y para reconciliar con Dios a
los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado
muerte en ella a la enemistad (Ef. 2:14-16). Por lo tanto, el Nuevo
Pacto es con los que creen, los elegidos, tanto judíos como
griegos, que se rinden a Cristo. La iglesia de Dios está compuesta
por judíos y gentiles convertidos a Cristo.

Entendemos que el reino de Dios ya está entre nosotros (Lc.


17:21; Mt. 3:2), toda la autoridad ha sido dada a Cristo (Mt. 28:18),
Él se ha sentado a la derecha de la Majestad en las alturas (Heb.
1:3), pero todavía no en su plenitud, que será dada en la segunda
venida de Cristo y la consumación de todas las cosas (Ap. 21:1).
En este período actual le llamamos la teología del “ya pero
todavía no”. El período de la proclamación del Evangelio en
todo el mundo (Mt. 28:18-19), en el que llamamos a los rebeldes
a rendirse, mientras aún hay tiempo, ante el gran Rey que está
por venir. Pues, el Señor mismo descenderá del cielo con voz de
mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los
muertos en Cristo se levantarán primero. Entonces nosotros, los
que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el
aire, y así estaremos con el Señor siempre (1 Tes. 4:16-17). Y
entonces vendrá el fin, cuando El entregue el reino al Dios y
Padre, después que haya abolido todo dominio y toda autoridad
y poder (1 Cor. 15:24).

En la consumación de todas las cosas, Satanás y sus demonios


serán arrojados al lago de fuego junto con todos los malvados
para sufrir eternamente en justa condenación (Ap. 20:10) y los
justos vivirán eternamente con Dios y serán su pueblo y
morarán en los nuevos cielos y en la nueva tierra donde habita
la justicia (Ap. 21:1). Finalmente, el Dios trino reinará de manera
absoluta en majestad y gloria.
Por lo tanto, observamos aquí la trama bíblica bien resumida
que sigue la línea: Creación, Caída, Redención y Consumación.
Al final: o bien alguien está en Adán, tratando de salvarse a sí
mismo por sus propias obras; o está en Cristo siendo salvado a
través de él, Cristo, que es la cabeza federal de la iglesia. Al final,
el Señor reinará plenamente con su pueblo, al que ha redimido
con su maravillosa gracia.

Ante todo esto podemos decir, junto con Pablo: ¡Oh,


profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento
de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus
caminos! Pues, ¿quién ha conocido la mente del Señor?, ¿o quién
llego a ser su consejero?, ¿o quién le ha dado a Él primero para
que se le tenga que recompensar? Porque de Él, por Él y para Él
son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén. (Rom.
11:33-36).

Soli Deo Gloria.

SOBRE EL AUTOR
Fernando Angelim

El pastor Fernando Angelim está casado con


Alana, es pastor de la Iglesia Bautista
Reformada de Belém. Licenciado en
Comunicación Social - Publicidad y
Propaganda (UNAMA), graduado en
Teología (Escuela Teológica Charles Spurgeon), Post-Grado en
Predicación Expositiva (FATEBE), Master en Estudios
Histórico-Teológicos (CPAJ). Autor de los libros: “Consejos
Importantes para los Nuevos Cristianos”, “El Camino de la
Vida”, y “Teología Bíblica Bautista Reformada”.
Artículo original:
Teologia Bíblica Batista Pactual:
Um Resumo do Enredo das Sagradas Escrituras

https://oestandartedecristo.com/2019/06/24/teologia-biblica-
batista-pactual-um-resumo-do-enredo-das-sagradas-
escrituras-fernando-angelim/

Traducción y Revisión:
Luis J. Torrealba

Para más información:


https://federalismo1689esp.wordpress.com/

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