Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Mateo 9.36
INTRODUCCIÓN
Jesús amaba a los perdidos y le gustaba pasar tiempo con ellos. Es evidente que
disfrutaba mucho más estar con los que le buscaban que con los líderes religiosos. Asistía
a sus fiestas y lo llamaban “amigo de los pecadores” (Lc. 7.34). ¿Cuánta gente lo llamaría
a usted de esa manera?
La gente podía sentir que a Jesús le encantaba estar con ellos. Inclusive los niños
pequeños querían estar cerca de Él, lo cual dice muchísimo de qué clase de persona era.
Los niños parecen inclinarse instintivamente hacia las personas amorosas y que los
aceptan.
Amar a los incrédulos como lo hizo Jesús es la llave para el crecimiento de las
células que más pasamos por alto, después de la oración. Si no tenemos una pasión por
los perdidos, no podremos hacer los sacrificios necesarios para alcanzarlos.
El mandato de amar es el que más se repite en el Nuevo Testamento, aparece por
lo menos cincuenta veces. Si no amamos a la gente, nada más importa (1 Jn. 4.8).
Muchos pueden pensar que lo que va a atraer a las personas a Dios nuestras enseñanzas
dinámicas, nuestro hermoso templo, nuestro calendario de actividades o nuestros cantos
contagiosos. Pero lo que atrae a las personas a Dios es el espíritu de amor sincero hacia
ellos que encuentren en la célula. Mucho antes de que el líder dé la enseñanza, las visitas
ya están diciendo si volverán o no. Se están preguntando: “¿Me siento bienvenido en este
lugar?”
Es bueno que nos amemos entre los hermanos, los que ya somos cristianos, sin
embargo no debemos canalizar el amor solamente hacia adentro, sino hacia fuera. De lo
contrario moriremos como célula.
Alguien podría decir: “En mi célula somos amigables y amorosos”. Pero lo que
realmente quiere decir es: “Somos amigables y amorosos con los que ya se encuentran
aquí”. Amamos a las personas con las cuales nos sentimos cómodos, pero esa cálida
comunión no se traduce automáticamente en amor por los incrédulos o los que visitan las
células.
El amor atrae a la gente como un poderoso imán. La falta de amor empuja a la
gente hacia fuera.
CONCLUSIÓN