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Fernando Alfón
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pensamiento e/e los confines
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El ensayo COIllO tierra prometida
Enun pasaje de Un género culpable, Grüner def nió al ensayo como una desviación
ingularde la interpretación, una pasión, una voluntad de confrontación, un compro-
misocon el estilo, una reivindicación de la mezcla, de la impureza, etc. etc. Después
agregó:"Nunca he podido escribir un ensayo así, desde ya [...], pero hablo de mi
deseo, no de mi comodidad"," La diferencia de esta definición de Grüner no es tanto
lascualidades que adosa al ensayo -también son apologéticas-, sino que revela el
carácterdesiderativo del género. Convertir el ensayo en un género es un anhelo. El
ensayose disputa y se discute en su esfera arquetípica. Existe la voluntad -como la de
Grüner- de que el ensayo tienda a ser de una determinada manera; existe la voluntad,
noel caso concreto.
Cuando se esgrime una apología sobre el ensayo, se hace sobre la base de la suma
representativade todas las cualidades que se asocian a él; deviene, así, en un texto
ideal. "Nada mejor que decirle ensayo a esta permanente apología de la escritura
azarosacomo un 'no hallarse' o 'un hallarse' solo por un golpe súbito del acaso".5 La
vastísimatradición de textos sobre el ensayo casi nunca alude a ensayos concretos;
tiendea disertar sobre el arquetipo. Llamamos ensayo, ahora, a aquello que no está en
ningúnotro lado más que en el discurso sobre el ensayo, Por eso rechaza constituirse
comoobjeto de estudio e impide especificar su incumbencia: es más una posibilidad
queun hecho. Es una vacante que, al poder tramar sobre ella un horizonte de esperan-
zas,allana el camino a la apología.
El ensayo es una definición de ensayo: es esa abstracción hacia la cual la enorme,
difusae inasible masa de seres llamados ensayistas dirigen sus anhelos y diseñan su
tierrade promisión. Todo lo que la filosofía no alude, la sociología no comprende o la
literaturano expresa, se dispara hacia el ensayo como si fuera una gigantesca Fontana
deTreviabierta a recibir monedas de todas las naciones y de todos los valores. Que
elensayo aún no tenga una universidad consagrada a su estudio, o una carrera, no
esmás que otra suerte que redunda en su propio beneficio; persiste por esa carencia.
Desdeel momento que deje de generar apólogos y comience a producir descripciones
específicas,no cabe más que esperar la disolución de su promesa. Cuando se deslinde
muybien sus fronteras, quizá el ensayo resigne su función utópica. Hará falta, para
entonces,imaginar otra escritura capaz de expresar lo inexpresable. Cualquier nom-
breo forma que esa sustitución adquiera, será un nuevo avatar del ensayo.
Notas
Mattoni 2001.56.
Merriam 1943, Pt5: «What the essay is has never been precisely deterrnined».
Chesterton 1932. XI.
Grüner 1996,94.
González 2002.14.
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