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Lamento boliviano

El grupo argentino Alcohol Etílico compuso en 1984 una canción llamada Lamento
boliviano, miembros de la agrupación formarían después Enanitos Verdes y
reversionarían en 1994 el tema que ahora es histórico. Una línea nos resulta
familiar a todos: y yo estoy aquí borracho y loco. Los enanitos se volvieron
gigantes del rock en español.
Reversionemos nosotros la letra: yo estoy aquí, borracho y loco, y mi corazón
idiota se lamenta por los bolivianos y todos los hermanos latinoamericanos. Una
oleada de manifestaciones se vive en la región, olas que chocan con los muros de
la represión de los Estados.
No sabría por dónde iniciar una cronología de los levantamientos que hemos visto
este año en nuestra parte del mundo: México tuvo marchas feministas, marchas
por los 43 de Ayotzinapa y marchas proaborto; en Costa Rica hubo movilización
contra la privatización de la educación; Puerto Rico tuvo un movimiento sui generis
encabezado por reggaetoneros que pedía la destitución del gobernante
puertorriqueño y la anexión completa de ese territorio por parte de los Estados
Unidos; Uruguay resiste en contra de la militarización; Haití es un caso poco
nombrado pero llevan decenas de muertos en medio de disturbios; Ecuador se
levantó contra Lenin Moreno; por último Chile y Bolivia.
Sebastián Piñera trata de controlar Chile a twittazos, -como lo hace su homólogo
estadunidense- después de que los chilenos rechazaran el aumento a la tarifa del
transporte público. El fútbol chileno está parado, la cantante Mon Laferte mostró
en los Grammys un texto pintado sobre su cuerpo: desnuda ella, desnudó al
gobierno chileno. Diversos medios e intelectuales han opinado que es el fracaso
del neoliberalismo lo que se vive en el país sudamericano.
Las opiniones son subjetivas, los hechos no. Decenas de chilenos han quedado
tuertos, las imágenes aterran: cuencas semivacías, ojos que dan la impresión de
haber sido más grandes, menos rojos, menos hinchados, más vivos y menos
vacíos. Medios como el New York Times y otros han denunciado esta estrategia:
Piñera busca dejar tuerto el movimiento en su contra.
Es grave la utilización de estas tácticas que indican un terrorismo de Estado que
sólo imaginamos en dictaduras militares. Es muy peligroso no querer condenar
estas prácticas en gobiernos capitalistas cuando sí se denunciarían en un país
socialista.
Al no poder cerrarles las bocas les han querido cerrar los ojos. El presidente
chileno no comprende su propia ceguera. Es urgente cambiar los modos de
gobernar, es anacrónica la Constitución chilena pinochetista. Los tiempos han
cambiado. En tierra de ciegos, el tuerto es el rey.
Ahora el lamento es boliviano. Evo Morales decidió defraudar a la democracia que
le permitió llegar al poder a un aymara en un país lleno de aymaras donde siempre
había gobernado un blanco. El desliz de Evo fue aprovechado por un grupo
perteneciente a la oleada de evangélicos que han tomado las riendas de diversos
países incluyendo el nuestro.
La bandera boliviana fue separada de la whipala, símbolo del Estado Plurinacional
desde 2009, que la acompañaba, y fue sustituida por una biblia evangélica. Un
empresario que se hace llamar “El Macho”, miembro de la logia masónica racista
“Los Caballeros del Oriente” y dueño de Grupo empresarial de Inversiones
Nacional Vida S.A., lideró la entrada a la sede gobierno boliviano, pero fue la
senadora evangélica Añez quien se ostentó como legítima presidenta de Bolivia,
con Biblia en mano.
Ahora ha comenzado el contrataque en la comunidad aymara de El Alto, -de
donde Evo Morales es originario- que pide su regreso ante el visible racismo del
nuevo gobierno. Cabe aclarar que el 10 de noviembre un líder de otra población
de la misma etnia pidió treinta años de cárcel para Morales argumentando: “nos
has hecho quedar mal con este fraude” en las pasadas elecciones.
Abundan en toda Latinoamérica falsos líderes de estratos totalmente disímiles a
quienes les han prometido una verdadera representación en los gobiernos.
Lamentablemente los grupos que detentan el capital se han alineado en derechas
clasistas y racistas que argumentan el derecho divino de gobernar cual si de Luis
XIV se tratase. Los elementos de la izquierda del espectro político latinoamericano
han decepcionado con creces debido a su férreo apego por el poder.
América Latina -y todo el mundo- necesita verse reflejada en quienes gobiernan,
estamos ante una crisis grave de representatividad que puede y ha derivado en la
búsqueda violenta de la reivindicación de derechos. ¿Cuánta borrachera y cuánta
locura soportará nuestra tierra? El lamento boliviano de 1994 se convirtió en
lamento latinoamericano 25 años después.

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