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sonidos,
ademanes o elementos gráficos, que tienen significados especiales para una comunidad
determinada y están asociados a reglas del juego socialmente aceptadas o rechazadas
(ejemplo: las
jergas propias de cada oficio)
Vera (2007, p.30, citada en Ospina y Manrique, 2015) establece que la interrelación
escuelacomunidad no se concibe únicamente como un intercambio de conocimientos, sino
como un
espacio en el que “se trabajan afectos, valores, normas, modelos culturales, y donde se
crean lazos
de cohesión social”.
Por su parte, Ospina y Manrique (2015) al referirse a los retos que tiene la escuela en su
relación
con la comunidad, exponen los siguientes:
La escuela de hoy tiene que desaprender la idea convencional de que su función está
enfocada exclusivamente al desarrollo académico de los estudiantes, pues su oficio va más
allá: liderar dentro y fuera de la institución propuestas educativas de autogestión,
participación, para la satisfacción de necesidades o solución de problemas de la misma
comunidad. Esto supone transformar esquemas sociales que limitan a la escuela en su papel
transformador, modelador, moldeador y capacitador de nuevos patrones de conducta en la
sociedad. Para lograrlo, la escuela debe hacerse consciente de sus responsabilidades
sociales con otros actores importantes para la sociedad: los vecinos de los barrios que la
rodean y que esperan de ella mucho más que la buena educación de sus hijos.
Las instituciones educativas deben vincularse a procesos sociales y comunitarios, buscando
que las fuerzas vivas de la comunidad se auto reconozcan como gestores del desarrollo
comunitario. Es decir, que no se debe citar a las personas a la escuela para que reciban
instrucciones, amenazas o amonestaciones, sino para que participen colectivamente en la
construcción de un saber, que les permita transformarse en sujetos de su propia historia.
La escuela debe ejecutar proyectos culturales, deportivos, artísticos, que promuevan la
unión familiar y de vecindad; y el buen uso del tiempo libre. Para esto, se podrían utilizar
escenarios deportivos del barrio y buscar el apoyo de otras instituciones como las
secretarias de salud, deportes y desarrollo social, las universidades, cajas de compensación,
etc.
La escuela debe ejecutar proyectos pedagógicos orientados a estudiantes, padres, madres,
familiares y cuidadores, vecinos de barrio, personal administrativo, y a todas las personas
que hacen parte de las organizaciones de base del entorno de la escuela, para mejorar la
convivencia escolar y social, a través del desarrollo de competencias ciudadanas y prácticas
de autocuidado y cuidado de otro, en los distintos ámbitos de interacción.
Generalmente, en las escuelas existen dos maneras de relacionarse con las familias. La
primera es
el trato informal y tiene dos formas posibles: las fiestas y el contacto que se establece en las
entradas
y las salidas a la institución educativa. La segunda comporta una relación más formal y
tiene dos
formas: reuniones de clase y entrevistas. Además, en los colegios existen los consejos
escolares
(gobiernos escolares) en los que, de manera institucional, se establecen formas de
participación de
las familias en la gestión escolar; y los consejos de padres de familia como forma de
organización
de sus miembros para intervenir en la vida escolar