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ANEXOS

1. MI HERENCIA ESPIRITUAL
El primer ejercicio es escribir una breve descripción de tu jornada
espiritual, para aumentar el conocimiento de la presencia ay el trabajo de
Dios en tu vida. Toma unas páginas de papel de tu cuaderno espiritual, y crea
secciones para cada periodo de tu vida. Por ejemplo: de los 1-9 años, 1-18
años, 19-25, y así por el estilo. No importa como organices cada periodo de
tiempo de tu vida, o que no lo dividas en partes iguales. Lo que importa es
destacar los momentos principales que tienen significado en tu viaje
espiritual.
Durante aquel tiempo que todavía vivías con tus padres, anota los
elementos esenciales de su influencia espiritual. Podría ayudarte el recordar
cualquier historia que sepas acerca de lo que ellos te han enseñado sobre la
vida espiritual: ¿cuáles eran sus creencias sobre Dios? ¿Cómo vivían la vida?
¿Qué te decían sobre Dios? ¿Cómo atestiguaban en sus vidas la presencia y
su fe en Dios? ¿Cuáles eran las reglas y normas escritas y no escritas sobre
el ejercicio de la vida de fe en tu casa? Cuando reflexionamos sobre estas
cosas, tenemos que tratar de entender las conexiones de todo esto con
nuestras actitudes, convicciones, disposiciones y luchas actuales de nuestra
propia fe.
Una vez apuntados los momentos más memorables y significativos de tu
historia, puedes preguntarte ¿por qué estás tan interesado ahora en
desarrollar una vida espiritual más intensa? ¿De verdad quieres encontrarte
con Dios? ¿Qué ha desencadenado este deseo de ver a Dios?
2. MI ESTADO ESPIRITUAL
Este próximo paso es crucial y está relacionado al estado actual de tu vida
espiritual. Tómate unos minutos de tu reflexión, e indica dónde te encuentras
en cada una de estas áreas fundamentales de tus hábitos y vida de fe. Cuando
revises y escribas notas sobre estas áreas, TEN CUIDADO DE
CUALQUEIR TENTACIÓN DE CRITICISMO O DE
ESCRUPULOSIDAD EXCESIVA. Recuerda que la vida espiritual es un
viaje largo, que está hecho de miles de pasos. Para las personas de buena
voluntad, en cada punto del proceso que llevan, no importa si nos sentimos
o no unos santos, porque siempre encontraremos áreas potenciales para
mejorar y progresar. De hecho, las personas que van en un punto avanzado
de santidad, no se dan cuenta de ello, porque siguen percibiendo una gran
cantidad de puntos en los que se puede seguir progresando; “el santo jamás
se dará cuenta de que es santo”. La clave es recordar que tenemos que ser
pacientes y tomar el proceso paso a paso.
No caigas en la tentación diabólica de auto-condenarte a ti mismo. No te
preocupes por lo bueno o malo que puedas responder. Lo esencial es
simplemente identificar dónde estás ahora, para que puedas avanzar
efectivamente en tu búsqueda espiritual.
MI RELACIÓN CON CRISTO

¿Cómo describiría mi relación con Cristo? ¿Es una relación personal, o


meramente de funcionalidad? ¿Está Jesús lejos de mí, o me parece que Él
está muy cerca? ¿Percibo su presencia en mi vida ordinaria? O ¿Sólo lo
percibo raras veces? ¿Mi fe en él es un asunto de deber, o es una expresión
de amor y devoción? ¿Sirvo a Jesús y trato de conocerlo y seguirlo como una
obligación que viene de un sentido de gratitud? o ¿sigo viviendo una vida
centrada sólo en y para mí?
Cuando oro, ¿A quién me dirijo? ¿Hago diferente mi oración al Padre, de
aquella que le hago a Jesús y al Espíritu Santo? O ¿Mi oración es
indiferenciada, como si me dirigiera sin distinción de las Personas Divinas
(como quien sólo ora ante “el Señor”)? Puede ser que todavía no tenga una
relación diferenciada para cada una de las personas que son Dios.
¿Normalmente a quien oras (Padre, Hijo, Espíritu Santo, María, tu ángel
custodio, algún santo particular)? ¿Con quién tengo más intimidad? ¿Cuándo
hago oración, en qué consiste la más cotidiana?
¿Cómo es mi relación con Dios Padre? ¿Normalmente en qué consiste mi
oración hacia él (amor, petición, interés, plática confiada, o no oro
dirigiéndome al Padre)? ¿De verdad al Padre de Jesús, lo siento como mi
Padre?
¿Cómo es mi relación con el Espíritu Santo? Si es que tengo una vida
espiritual de relación con él, ¿En qué consiste mi relación? ¿Cuál es la
materia que más trato con él?
MI PARTICIPACIÓN SACRAMENTAL Y DE ORACIÓN

Para la reflexión de este punto, bajo la perspectiva de que se desenvuelve


una vida ordinaria en el seminario, se contempla que hay un cierto horario
que incluye varias actividades comunitarias de vida espiritual, como la
eucaristía diaria. Por esto, se debe analizar no sólo si se participa, porque se
presume que son actividades organizadas, y la mayoría de ellas en un ritmo
diario, sino más bien, en qué calidad de participación vivo estos momentos
de vida espiritual.
Participo de… Diario Semanal Mensual Otro/ No sé/ Notas

Eucaristías
Visitas al
Santísimo
Confesión
Actos de
adoración (pueden
ser en momentos
varios, como en
los descansos,
etc.)
Oración vocal
(rosario, oraciones
personales, etc.)
Oración mental
Examen de
conciencia
Otras actividades
espirituales
¿Qué forma(s) de oración me gusta(n) más? ¿Por qué?
¿Qué forma(s) de oración me cuesta(n) más? ¿Por qué?
En general ¿lucho/tengo dificultad con la oración? ¿De qué manera?
¿Cuáles son mis actos devocionales más íntimos (que disfruto más) y más
frecuentes? ¿Por qué son tan importantes para mí?
MI DESARROLLO INTELECTUAL-ESPIRITUAL

Leo… Diario Semanal Mensual Otro/ No sé/ Notas


Las Sagradas
Escrituras
Libros espirituales
Catecismo de la
iglesia
Teología/Reflexiones
católicas
¿Conozco quien es Dios?
¿Conozco y comprendo qué es el Evangelio? ¿Sé en qué consiste y cómo
se vive el Evangelio?
¿Conozco y comprendo mi fe (no sólo el credo, sino todo lo que significa
ser cristiano)?
3. EL PLAN DE VIDA ESPIRITUAL
Modelo de programa de vida espiritual
 Duración: tiempo durante el cual se va a llevar dicho programa.
 Ideal: Es Cristo el modelo a seguir, pero bajo un aspecto determinado, según la
virtud a conseguir: Cristo paciente, Cristo humilde, Cristo servicial, Cristo puro
de corazón, etc.
 Lema: Es una frase corta tomada de la Escritura o inventada por uno mismo que
tiene que servir como resorte, como porra, o como espuela, que invita a
levantarse y seguir luchando. También es recomendable que esta frase te
acompañe, y sea colocada en lugares donde veas constantemente , para recordar
tus compromisos ascéticos.
 Virtud a conseguir: la virtud que quiero conseguir en contraposición a mi
defecto o pasión dominante con sus respectivas manifestaciones. Ayuda al
autoconocimiento.
 Defecto dominante: es el vicio, pecado o pasión dominante con sus respectivas
manifestaciones que quiero dominar y vencer. Es recomendable escribir sus
efectos, indicios, causas y dirección que toma, para más alentar a estar atento
cuando se presenten indicios de que está presente.
 Medios espirituales: los medios espirituales como los que se cuenta para llevar
a cabo la lucha contra el defecto dominante y crecer en la virtud. Algunos
medios a tu alcance son: la Sagrada Comunión, oración personal , confesión
frecuente y a un tiempo determinado, dirección espiritual, mortificaciones,
visitas al Santísimo, el santo Rosario, lectura espiritual, la liturgia de las horas,
el amor a la Santísima Virgen, examen diario de conciencia, jaculatorias, etc.
 Medios prácticos: son aquellos medios concretos para dominar y vencer el
defecto dominante, es decir, lo que debo realizar o evitar en la vida práctica y
ordinaria de cada día y en determinadas circunstancias. Es bueno elegir las
ascesis con el director espiritual, para evitar excesos, y verificar si efectivamente
tales ascesis son efectivas en al avance espiritual, si no, es recomendable
cambiarlas. En dado caso, puede ser que un defecto dominante no se pueda
erradicar de la raíz, pero conviene, en dado caso, encontrar ascéticas que
disminuyen su influjo en la persona.
 Preguntas de balance diario: dos o tres preguntas concretas que hechas al final
del día nos ayudarán a darnos cuenta si crecimos en la virtud a conseguir. Es un
examen de conciencia personal, enfocado a tu plan espiritual.
4. PEQUEÑA ESCUELA DE ORACIÓN
En este anexo, te presento un pequeño programa de oración, que es
extraído del Youcat de oración. Es en sí, una “escuela” de oración, en la que
puedes ver y organizar tu tiempo de encuentro con el Señor en 10 pasos:
I- Decídete: Dios nos ha querido y creado como personas libres. A lo
largo del día sopesamos muchas veces lo que vamos a hacer,
fijamos prioridades, tomamos decisiones. No se hace nada si decidir
antes. Si quieres, toma la decisión de ser alguien que ora y de
entablar relación con Dios. decide con firmeza: ahora quiero
ponerme a orar. Por la noche toma la decisión de hacer tu oración
de la mañana siguiente, y por la mañana, la de orar por la noche.
II- Sé fiel en lo pequeño. Muchos comienzan a orar haciéndose grandes
propósitos. al poco tiempo, fracasan y creen que no saben orar en
absoluto. comienza eligiendo breves tiempos de oración, y
mantente fiel a ellos. tu deseo de orara y tu oración aumentarán a
medida que estén adaptados a ti, a tu tiempo y a las circunstancias.
«Si queremos orar bien, tenemos que orar, en primer lugar, con regularidad.
Es decir, no sólo cuando tenemos ganas. El alma vive de la oración. Pero toda
vida tiene necesidad de reglas, de una frecuencia, de un ritmo».
ROMANO GUARDINI
III- Tómate tiempo para orar. Orar significa estar despierto, atento al
hecho de que Dios está ahí, y que se dirige a mí. No tienes necesidad
de pedirle una audiencia. Respecto al tiempo de la oración, hay tres
criterios que pueden ayudarte. Elige un tiempo fijo (la costumbre
ayuda), un momento de calma (suele ser a menudo por la mañana
pronto, o por la noche), y un momento que tú aprecies, que te gusta,
pero que también te gusta ofrecer (¡No es tiempo perdido!).
«“Podemos orar en cualquier momento”. Sé bien que podemos, pero
sospecho que los que no rezan a horas fijas, oran pocas veces».
CHARLES HADDON SPURGEON
IV- Prepara bien el lugar. El lugar en que oras influye en tu oración.
por eso búscate un lugar en el que puedas rezar bien. Para algunos,
será al pie de su cama, o en su oficina. Otros preparan un rincón que
les facilite la oración, que se la recuerde, y les invite a ella: puede
haber en él una búsqueda, o un reclinatorio, un tapiz, un ícono o un
cuadro, una lámpara, la Biblia o un misal.
«Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu
Padre, que está en lo secreto».
MATEO 6,6
V- Ritualiza y estructura tu vida de oración. a veces es necesaria
mucha fuerza para decidirse de nuevo a orar. Fija una organización
concreta (un rito) para tu oración. su objetivo no es coartarte, sino
ayudarte a no tener que preguntarte diariamente si quieres orar y
cómo quieres hacerlo. Antes de orar, ponte conscientemente en la
presencia de Dios; después de tu oración, tómate un poco de tiempo
para dar gracias a Dios y recibir su bendición.
«Una oración bien organizada tiene una gran fuerza. Vuelve dulce un corazón
amargo, alegre un corazón triste, sabio uno insensato, atrevido uno
dubitativo, fuerte uno débil, clarividente uno ciego, ardiente un corazón de
hielo. Hace entrar a Dios infinitamente grande en un corazón pequeño. Hace
que el alma hambrienta se eleve hacia Dios, la fuente viva, y reúne a dos
enamorados: Dios y el alma.».
SANTA GERTRUDIS DE HELFTA

VI- Ora con todo tu ser. No se ora sólo con el pensamiento y palabras.
es toda tu persona la que debe unirse a Dios en la oración; tu cuerpo,
todo lo que sientes dentro de ti, o que te viene de fuera, la memoria,
tu voluntad, todo lo que piensas y sientes o el sueño de la última
noche. Las distracciones en la oración te informan también a veces
de lo que te preocupa verdaderamente y de lo que te anima, y de lo
que puedes presentar ante Dios y confiarle. También puedes escribir
los asuntos pendientes, que te vienen al espíritu mientras oras y que
no quieres olvidar, y volver sobre ellos en la oración.
«Si tu corazón anda errante o sufre, vuélvelo a su lugar y ponlo dulcemente
en presencia del Señor. Aunque a lo largo de tu vida no hayas hecho más que
poner tu corazón en su sitio en presencia del Señor, porque cada vez que se
escapa, cuando o vuelves a poner, incluso entonces, has hecho bien».
SAN FRANCISCO DE SALES
VII- Ora de formas diferentes. Descubre y experimenta las múltiples
maneras de orar, que pueden variar según el tiempo o según tu
propio humor, o en razón de una determinada circunstancia: puedes
recurrir a una oración formulada por otro orante que te inspira, o
bien puedes orar personalmente con todo lo que te gusta decir.
Puedes orar también a partir de la palabra de Dios en la escritura
(por ejemplo, las lecturas del día). No olvides tampoco la oración
interior (o la oración de Jesús) en la que basta repetir una alabanza
o simplemente el nombre de Jesús; es la oración interior,
contemplativa, en la que todo el ser se calla y escucha…
VIII- Aprovecha las ocasiones. Puedes aprovechar ciertas situaciones que
se te presentan para improvisar una oración (una alabanza, una
petición, una breve acción de gracias): un tiempo de espera, un
trayecto en autobús, en tren o en coche (¡no poner rápidamente la
música!), una hora de descanso, la capilla o la iglesia que se
encuentra en tu camino diario. Deja que estas ocasiones de orar se
conviertan en invitaciones para acercarte cada vez más a Dios
(incluso las ocasiones difíciles se pueden convertir en momentos de
oración si esto lo llevas al diálogo con Dios).
IX- Deja hablar a Dios. orar significa también escuchar la voz de Dios.
las palabras más claras de Dios son los versículos de la Sagrada
Escritura, que la Iglesia lee cada día habla a través de la tradición
de la Iglesia y del testimonio de los santos. Pero habla también –a
menudo de manera oculta- en el corazón de cada persona, por
ejemplo, a través del juicio de tu conciencia o a través de una alegría
profunda. La palabra de Dios en la Escritura hace audible la palabra
de Dios en el corazón, y le da una voz. Deja que Dios tome la
palabra cuando oras. Familiarízate con ella, estate atento a ella para
ser capaz de distinguir su voz entre las demás voces, y aprende a
reconocer su voluntad.
«Nos lamentamos porque Dios no se manifiesta en los minutos que le
consagramos. Pero ¿qué ocurre con las veintitrés horas y media en que Dios
llama a nuestra puerta y en las que nosotros le respondemos: “lo siento, tengo
mucho que hacer”?».
ANTHONY BLOOM
X- Ora con la Iglesia terrestre y celeste. El que ora –solo o con otros-
entra en al gran comunión de los orantes. Ella va de la tierra hasta
el cielo, y comprende a los que viven todavía en la tierra, así como
a los ángeles, los santos y la muchedumbre inmensa, que no
podemos enumerar, de todos los que viven al lado de Dios. orar
significa también orar nos por los otros. Por eso es bueno también
no orar únicamente solo, sino hacerlo con otros cuando sea posible:
en familia, con los amigos, o con la comunidad parroquial. Y con
los santos. Puedes pedirles que oren por ti. Porque la solidaridad de
oración de los hombres ante Dios no se detiene con la muerte.
«¡Fijen en su vida un espacio para la oración! es bueno rezar solo, pero es
aún mejor y más fecundo rezar juntos, porque el Señor ha dicho que cuando
dos o tres están reunidos en su nombre, allí está el en medio de ellos (Cfr. Mt
18,20)».
BENEDICTO XVI

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