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V I S O R revista literaria

Nº4 - Sep./Dic.2015

Reseñas: Ana María Shua / Clara Obligado / Rita Gardellini / Jill


J. Marsh Ensayos: Orígenes y evolución del cuento / Edgar Allan
Poe / Augusto Monterroso / Tamiki Hara Creación: Ana Vega /
José Luis Carranza / Mariano Velasco / Juncal Baeza / Ana Patricia
Moya / Eduardo Krüger / Daniel Martín / Daniel Sobral / Rubén Juy
© Revista Literaria Visor
Contenido
ISSN 2386-5695
Revista Literaria de difusión cuatrimestral
Editorial...........................................................................3
Dirección: Reseñas.............................................................................4
Noel Pérez Brey
www.perezbrey.com Fenómenos de circo. Ana María Shua / La muerte juega a
perezbrey@gmail.com los dados. Clara Obligado.........................................................5
Después de comer perdices. Rita Gardellini...........................6
Consejo Editorial:
Vega Pérez Carmena Apariencias que saludan a un punto de vista. Jill J. Marsh.8
Noel Pérez Brey
Ensayos............................................................................9
Imágenes:
Portada: Beverly LeFevre Sobre el cuento: orígenes, concepto y evolución, por José Car-
www.flickr.com/photos/bal93/ los Aranda Aguilar.................................................................10
Contraportada: Fuente: Framepool Análisis simbólico de Eleonora de E. A. Poe, por Susana Be-
Contenido: Ángel Ruiz Laboy/Fuente: Flickr; Reseñas: llés............................................................................................21
Tiziana Boccia/Fuente: Flickr; Ensayos: Carl Jones/
Fuente: Flickr; Creación: Evan Leavitt/Fuente: Flickr. La gestación de Obras completas (y otros cuentos) de Au-
gusto Monterroso, por Martín Flores Martínez...................27
Diseño:
Noel Pérez Brey Flores de verano: recursos para contar la experiencia de la
bomba atómica, por Nuria Ruiz Morillas.............................33

Esta revista se edita desde Toledo (España) a través de la si- Creación..........................................................................38


guiente dirección: La muchacha de la sonrisa triste, por Ana Vega Burgos...39
www.visorliteraria.com
Mi psicóloga me estafa, por José Luis Carranza.................51
Puede ponerse en contacto con nosotros en la siguiente direc- Grafiti por imaginación, por Mariano Velasco Lizcano.......55
ción de correo electrónico:
visorliteraria@gmail.com Orillados, por Juncal Baeza Monedero.................................60
Inmortalidad y Lo que nos enseñaron los cómics, por Ana
Patricia Moya..........................................................................67
Evangelina, por Eduardo Krüger..........................................69
Todos los textos e imágenes publicados en este número son
propiedad de sus respectivos autores. Queda, por tanto, prohi- El vigilante del turno de noche, por Daniel Martín Hernán-
bida la reproducción total o parcial de los contenidos de esta dez............................................................................................73
publicación en cualquier medio sin el consentimiento expreso
de los mismos. Por otro lado, esta publicación no se respon- Madurez adiantada/Madurez anticipada, por Daniel Sobral
sabiliza de las opiniones o comentarios expresados por los Olivera.....................................................................................80
autores en sus obras. Noche de perros, por Rubén Juy Martín...............................88

Colaboraciones...............................................................92
EDITORIAL

Un año de cuentos

Este septiembre estamos de aniversario: Revista Literaria Visor cumple su primer


año en la red. En este tiempo, hemos publicado cuatro números de la revista, además
de sus pertinentes convocatorias a colaboradores, y hemos comprobado cómo el vo-
lumen de participantes ascendía en cada una de ellas, quintuplicando la cantidad de
trabajos recibidos desde la primera convocatoria hasta la última del pasado mes de
julio. Asimismo, tanto la acogida de la publicación en las redes sociales como la suma
de lecturas y descargas de la revista en las distintas plataformas de difusión han sido
bastante mejores de lo que esperábamos en principio para una publicación de nuevo
cuño. No cabe decir más que muchas gracias a todos por vuestro apoyo.
En este sentido, la buena respuesta obtenida nos lleva a plantearnos nuevos pro-
yectos para el periodo próximo. En primer lugar, si bien contamos con lectores en
puntos muy dispares alrededor del globo, la mayor parte de las colaboraciones pro-
cede, como es natural, del mundo hispánico. A este respecto, y si tenemos en cuenta
cuál es el país de procedencia de la revista, España copa tanto el número de lectores
como de colaboradores. No obstante, la acogida ha sido también excelente en Hispa-
noamérica, donde el volumen de participantes no ha dejado de crecer en países como
Colombia, México o Argentina. Por ello, nos gustaría realizar números especiales que
reúnan cuentos firmados exclusivamente por escritores de los países en cuestión, no
solo como agradecimiento por el apoyo brindado, sino porque la cantidad de trabajos
recogidos de escritores de dichas nacionalidades demuestra la actual efervescencia
literaria de tales latitudes.
Reseñas
Por otro lado, atendiendo al interés que algunos de nuestros lectores y colaborado-
res han demostrado por la revista en soporte físico, estamos estudiando la posibilidad
de ofrecer el servicio de impresión bajo demanda de nuestra publicación para aquellos
partidarios de disfrutar Revista Literaria Visor en papel. En cualquier caso, ya que
la difusión sin cargo de la revista a través de internet fue punto importante de nues-
tra filosofía inicial, tanto la lectura como la descarga de la publicación permanecerá,
como hasta ahora, totalmente gratuita en las plataformas de difusión habituales.
De igual modo, uno de esos nuevos proyectos, ya realizado y del que podéis disfru-
tar en el presente número de la revista, es la colaboración con el recién celebrado I
Certamen Literario de la Feria de Adopción de Moaña, en la provincia española de
Pontevedra (Galicia). En dicho concurso, además de formar parte del jurado, ofreci-
mos nuestra revista como plataforma de publicación de los relatos ganadores. Encon-
traréis los trabajos seleccionados en el número actual.
Como es lógico, algunos de estos proyectos están más avanzados que otros, puede
que unos lleguen a buen término y el resto no, y que la acogida sea, por supuesto,
muy dispar, pero, en este nuevo periodo, el objetivo de Revista Literaria Visor seguirá
siendo el mismo que cuando iniciamos nuestra andadura un año atrás: el fomento del
relato corto en español.

Noel Pérez Brey

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RESEÑAS RESEÑAS

Fenómenos de circo incluso, a veces,


hacia género
enganchados al libro de principio a fin.
Si optamos por leer los textos de forma
los años 70) que han optado por expe-
rimentar. La primera con una forma
Ana María Shua fantástico. Otro aleatoria, seremos aún más conscientes de trabajar el microrrelato, consciente,
y aspecto origi- de que cada uno de los dieciocho cuentos meditada, y partiendo del estudio y la
La muerte juega a los nal es que para tiene una personalidad propia y es una investigación. La segunda, demostrando
dados elaborar este li- entidad independiente. En cada uno ve- que el relato puede ser un pilar básico
Clara Obligado bro, la autora remos personajes, escenarios y tiempos para construir una novela fragmenta-
ha realizado una distintos y disfrutaremos también con da como un rompecabezas. Dos libros
El relato es un género dotado de gran tarea de investi- técnicas narrativas variadas. imprescindibles de dos de las escritoras
elasticidad. Por ello es difícil definirlo o gación más pro- Tenemos, por tanto, a dos autoras con más peso en la literatura breve ac-
establecer fronteras entre los distintos pia del novelista que comparten nacionalidad (argentina) tual en español.
subgéneros, pero gracias a dicho rasgo que escribe géne- Fenómenos de circo pero no lugar de residencia (puesto que
permite construir libros cuya estructu- ro histórico. No Ana María Shua Clara Obligado reside en España desde © Gema Moratalla García
ra se sale de lo convencional, como es es de extrañar, Páginas de Espuma
el caso de los dos que vamos a reseñar. por tanto, que Madrid, 2012
Fenómenos de circo es un libro de el libro se cierre
microrrelatos poco habitual. Para em- con un apartado más, que recoge breves
pezar, se centra en un único ambiente, biografías de personajes reales inclui-
al que hace referencia el título. Esto no dos en el libro, narradas (eso nunca lo
es frecuente en un libro de microficción, pierde Shua) con un carácter literario.
pero la autora nos ofrece nada menos Es un libro variado en cuanto al tono,
que ciento treinta y nueve textos, de- que va desde lo poético a lo humorístico Después de comer per- cias en el que vamos fraguando nues-
tros sentimientos a golpes de emocio-
mostrando con ello que el mundo del pasando por lo reflexivo, y la amplitud
de los temas, aunque pueda parecer lo
dices o por qué las mu- nes encontradas. Somos la imagen que
circo es una fuente inagotable de temas
literarios. Están agrupados en cinco contrario. Son textos que, sin excepción,
jeres son tan bouldas e nos devuelven de nosotros mismos, o de
apartados que causan un impacto en el que lee. insisten en enamorarse aquella que creemos o queremos creer,
hablan del circo Por otro lado, La muerte juega a Rita Gardellini son las emociones las que guían el hilo
como concepto los dados nos ofrece otro tipo de cons- de coherencia que nos confiere la iden-
y metáfora de trucción: relatos que pueden ser leídos Después de leer el libro, tengo la im- tidad. Es complicado, muy complicado
la vida, los dis- individualmente pero que en conjunto presión de que Rita Gardellini, esta es- bucear en esas contradicciones entre
tintos oficios, los forman una trama con inicio, nudo y critora argentina, viene al panorama li- lo que deseamos y lo que nos espera,
freaks, los ani- desenlace. Si desarrollamos esos tres terario para quedarse. Podría decir que lo que nos abofetea ahí afuera. Mucho
males y la his- elementos a lo largo de doscientas vein- es una novela omnisciente donde el diá- más complicado describir el baile que
toria del circo. tiocho páginas, tenemos una novela. Sin logo y monólogo son claves, que el en- se produce entre expectativas y reali-
En la mayoría embargo, la esencia del relato nunca foque es poliédrico -"caleidoscópico" me dad cuando la realidad no son sino otras
de las narracio- se pierde en esta obra. No en vano, la gusta nombrarlo cuando se multiplican expectativas vividas desde otras emo-
nes Shua parte autora indica que el lector puede optar las perspectivas del enfoque narrativo-, ciones. Aún más complejo cuando esas
La muerte juega a los de hechos rea- por una lectura lineal o desorganizada pero esto poco aportaría fuera del mun- vivencias se contraponen en clave de
dados les y en cierto (hay aquí, sin duda, un homenaje a Cor- do del tecnicismo académico, así que sexualidad. Todos ansiamos encontrar-
Clara Obligado punto da ungiro tázar). Si optamos por lo primero, en- prefiero hablar desde las emociones del nos a nosotros mismos, tomar las deci-
Páginas de Espuma que deriva hacia contramos una novela policíaca clásica, lector. siones acertadas que nos conduzcan al
Madrid, 2015 la pura ficción e cuyo nivel de suspense nos mantendrá Vivimos en un mundo de aparien- mundo idílico de los cuentos donde “to-

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RESEÑAS RESEÑAS

dos comieron perdices”, pero ¿cómo?


Después de comer perdices… es un
dos realidades
que conviven en
Apariencias que salu- mientos de sus personajes para reflejar
las debilidades, el patetismo y, en defi-
conjunto de relatos, ¿cuentos? -en el cada uno de no-
dan a un punto de vista nitiva, la diversidad de las miserias hu-
sentido más borgiano de la palabra- sotros, el soña- Jill J. Marsh manas, especialmente la complejidad
donde se exploran las emociones de la dor idealista que de la mente de personas atormentadas.
mujer enfrentadas a un mundo constre- transfigura el El sugerente título de una de las úl- Esta queda reflejada en los clichés de
ñido y a veces absurdo, relatos cortos, mundo desde sus timas obras de Jill J. Marsh no es sino buena parte de los protagonistas, como
vivaces, directos. Una galería de perso- fantasías, para el preludio de lo seductor de su conteni- la Sra. Rice, que se mezclan gracias a
najes se enfrenta a su realidad, y trata quien todo pare- do. Buena parte de la docena de relatos una prosa y lenguajes ingeniosos con
de sobrevivir desde su identidad, desde ce posible, y el que lo componen son de ficción, aunque perfiles blancos como los de tía Luisa o
su traición, desde sus ambiciones, desde pragmático re- también hay situaciones reales, vividas Rodrigo. Esa mezcla es la que crea un
la desesperación o el autoengaño, desde alista apegado a Después de comer per- en primera persona. Desde mi punto de diálogo rico que lleva a que sea el propio
el deseo más humano de ser que nun- los sentidos que dices o por qué las mu- vista, radica en ello uno de los puntos lector quién valore las posturas y ex-
ca llega a realizarse. Lo que una mente se ciñe al guion jeres son tan boludas e fuertes de esta obra y de la propia auto- traiga sus propias conclusiones. No se
siente y sueña pocas veces haya un es- establecido por insisten en enamorarse ra; capaz de recrear y a la vez crear di- tratan de relatos cerrados, sino abier-
pejo limpio en el que mirarse… Quizás lo inmediato. Rita Gardellini ferentes realidades, traspasando la difí- tos a múltiples interpretaciones según
si pudiéramos mirarnos y sentirnos con Estoy convenci- Ed. Librando Mundos cil tarea del escritor que solo se atreve el prisma desde el que se lean. Precisa-
los ojos que nos miran… ¿Y si esos ojos y do de que todos Colección Moonlight a relatar aquello que ha vivido. Mar- mente «Obra de amor», breve y conci-
esas emociones son las del hombre que los personajes 2a edición sh traza con maestría tanto la esencia so, resulta uno de los más inquietantes.
amamos, deseamos, odiamos, tememos de Rita –Ceni- Madrid, 2015 de los personajes anónimos como de Invita a que nos pongamos frente a no-
o repudiamos en la danza de la convi- siente, Simona, los que por to- sotros mismos para recordar nuestras
vencia diaria? La tensión del desengaño Paula, Lidia…- están ahí pugnando en dos son conoci- experiencias vividas e identificarnos,
está servida. la composición del ser y en las decisio- dos, como Unity inexorablemente, con el protagonista.
Una de las grandes virtudes de la au- nes de cada mujer, cada día, en cada Mitford, para En resumen, Apariencias que sa-
tora es ofrecernos esta confusión amar- circunstancia, sin rehuir la dureza de la desgranar de la ludan a un punto de vista resulta una
ga sin acritud, con gotas de ironía y fino decepción, sin caer en la autocompasión complejidad de obra de recomendada lectura en la que
humor, sin retroceder ante el sexo, sin fácil, quizás simplemente respirando. nuestra mente, se mezclan antropología, sociología y
caer en la banalidad del erotismo fácil. Me ha gustado esta danza de emocio- recordándonos psicología con la maestría justa para
Al fin y al cabo, estamos programados nes encontradas buscando el equilibrio, a Oliver Sacks. que perdamos de vista sus líneas en al-
para buscarnos, desearnos, soñar, caer el estilo ágil, la fineza en la penetración A través de esta gunos instantes para recordar nuestros
y levantarnos para seguir adelante re- de personajes y circunstancias. Enhora- docena de sóli- propios miedos, decepciones y esperan-
componiendo las circunstancias y la fi- buena. dos e ingeniosos zas.
Apariencias que salu-
gura. Decían los románticos alemanes relatos, la auto-
dan a un punto de vista
que Quijote y Sancho somos todos, las © José Carlos Aranda ra profundiza en © Carlos González de los Reyes
Jill J. Marsh
lo desmesura-
Prewett Publishing
do de los senti-
Estados Unidos, 2013

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ENSAYOS

Fuente: www.huijskenbickerton.com

Ensayos
Sobre el cuento: orígenes, existen los relámpagos y los rayos, o
por qué aquella montaña es la más alta
concepto y evolución
de la sabana. Y está en la propia na-
por José Carlos Aranda Aguilar
turaleza del ser humano el ser social
porque en ello reside una de las claves
de su supervivencia1.
«Érase una vez…», un comienzo má-
El cuento nace y se hace en la tradi-
gico que abre un universo de posibilida-
ción oral. Apenas llevamos cinco siglos
des en nuestra imaginación y que viene
instalados en la era del racionalismo
repitiéndose a lo largo de milenios has-
empírico. Coincide con el nacimiento de
ta donde alcanza el tiempo en la me-
la imprenta y la difusión de los libros
moria colectiva. Es imposible una civi-
escritos, pero durante la historia de la
lización sin cuentos o, si lo prefieren,
humanidad siempre hubo necesidad de
sin leyendas, sin mitología, sin historias
explicar lo inexplicable para otorgar un
que contar. De hecho está tan íntima-
cierto sentido a cuanto ocurría a nues-
mente ligado a la naturaleza humana
tro alrededor: qué o quién era la luna, la
que no se concibe el hombre social sin
erupción de un volcán, el flujo de la ma-
esa necesidad de transmitir a los demás
rea en el mar, o por qué no entendíamos
qué ocurrió aquel día que alguien tuvo
a los pájaros o a los monos. Y también
que enfrentarse a un problema, por qué

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ENSAYOS ENSAYOS

teníamos necesidad de transmitir unas zable en la comunicación generacional demos decir que es ahí donde el cuen- des conocimientos.
instrucciones básicas de supervivencia: y todas las sociedades han sido cons- to alcanza configuración literaria6. Si El cuento como género diseñado no
la desconfianza hacia los desconocidos, cientes de ello. No solo tiene un valor Washinton Irving se hizo famoso por existe hasta la aparición de la escritura
el riesgo de mentir, la importancia del admonitorio, sino que se integra en la sus Leyendas de la Alhambra, también y la conciencia de autor. Pero incluso
valor, cómo superar el miedo, la nece- conciencia del oyente proporcionán- lo hizo Cecilia Böhl de Faber transcri- ahí queda constancia de su origen en el
sidad de proteger a la tribu, al clan, a dole pautas de conducta ante posibles biendo los cuentos populares de su Se- diálogo a través del narrador que nos
la familia. De esta forma, lo fantástico problemas que pudieran surgir. Esto villa adoptiva, y otros autores románti- cuenta la historia, aunque sea por escri-
y lo real se entrelazaban desempeñando transforma a quien escucha desde el cos inspirándose en la tradición popular to8. Los primeros testimonios escritos
funciones sociales de una importancia momento en que interioriza la historia para componer sus propias leyendas en datan de hace miles de años, en la tra-
crucial para el ser humano como eran adaptándola en función de sus propias prosa, como Gustavo Adolfo Bécquer, dición occidental se deben a Esopo (si-
el fomento de la cohesión de grupo y necesidades psíquicas y a su entorno o en verso, como el Duque de Rivas o glo VI AC)9. Pero estas fábulas, inven-
la transmisión de una información so- social, es decir, reconstruyéndola a su Zorrilla. Hemos de imaginar que com- ciones, debían correr de boca en boca y
bre la naturaleza y sobre el propio ser medida para convertirse en recreador pilación, adaptación y creación han ido formar parte de un patrimonio oral. En
humano que ayudara al colectivo a so- de la trama, de ahí el que se le atri- de la mano a lo largo del tiempo. El la India encontramos el Panchatantra,
brevivir. Lo natural y lo sobrenatural, buya valor terapéutico, curativo, pa- Realismo le otorgó carta de naturaleza una recopilación de cuentos en sanscri-
lo físico y lo mágico, se entremezclan radigmático2. Es tan importante, que propia con marca de autor con Leopoldo to donde un anciano religioso educa a
porque necesitamos dotar de un cierto la trama, los argumentos, se mantie- Alas Clarín. Desde entonces hasta hoy tres príncipes. Esta primera colección
sentido a lo que sucede para transmitir nen actualizándose, adaptándose a los no ha dejado de cultivarse como género podría remontarse al segundo milenio
a las generaciones venideras un manual tiempos y a las circunstancias siguiendo propio o inserto a través de los perso- antes de Jesucristo y nos llegó a occi-
de instrucciones sobre “cómo actuar en un esquema estructural conocido como najes en los relatos (Alberto Vázquez dente a través del Calila e Dimna10. Los
caso de…”. “gramática del cuento”3. De ahí que en Figueroa nos sumerge en la magia de comerciantes fenicios debieron actuar
Historia, mitología, ficción narrativa el devenir del tiempo, leyendas tradi- los relatos del desierto en Los ojos del de transmisores, pero al asentarse el
aparecen entrelazados en el tiempo y cionales acabaran formando parte de tuareg, Luis Sepúlveda nos inunda de cuento, se nacionaliza con personajes y
solo son separados por el empeño ra- la historia, incardinadas en personajes imágenes del amazonas en El viejo que rasgos propios. Así, el famoso juicio de
cionalista del ser humano. La historia reales a quienes se atribuyeron haza- leía novelas de amor, Ruyard Kipling Salomón en el Antiguo Testamento lo
repetida es recreada por cada narrador. ñas fantásticas en el deseo de enalte- nos trajo los cuentos indúes en su ma- encontramos en el Panchatantra indú
Sin la fijación de la escritura, lo recor- cimiento o divinización, o simplemente ravillosa obra de El libro de las tierras con el nombre de Baidaba, y es atri-
dado iría enriqueciéndose, modificándo- generando arquetipos ejemplarizantes4. vírgenes; Hans Ruesch nos atrapa en buido a otros personajes a lo largo de
se, ampliándose, contaminándose des- Pero no perdamos de vista que cons- las creencias esquimales en El país de la Edad Media. A España, la tradición
de cada perspectiva hasta tener poco o tituye una maravillosa herramienta las sombras largas…). Y es que la mito- oriental nos llegó con la ocupación mu-
nada que ver con la realidad donde tuvo para la transmisión de valores cultura- logía fundida con las leyendas son cla- sulmana en el siglo VIII, nos enrique-
su origen. La aparición de la escritura les que la sociedad, cualquiera que esta ves para comprender el alma del pue- cieron con fantásticas historias nacidas
y la filosofía, la necesidad de rigor, fue sea, necesita instalar en la mente de blo que las narra y, a veces, son claves entre los beduinos del desierto, algunas
lo que acabó separando la realidad de la los recién llegados auténticos “modelos incluso para comprender el porqué de recogidas en uno de los grandes hitos
ficción. A Grecia debemos esta separa- mentales”5 para cohesionar el grupo y su historia. La leyenda de Quetzalcátl cuentísticos, Las mil y una noches. La
ción, pero incluso ella recurrió al cuen- garantizar la supervivencia. en la mitología Tlahuica es clave, por escritura en el siglo XIII le dio carta de
to, a la mitología para justificar dicha El siglo XIX, con el Romanticismo, ejemplo, para comprender la conquista naturaleza en el castellano de la época
separación (Clío, la musa de la Histo- prestó especial atención a estas tra- española en México7. Dio pie a que con- gracias a la traducción de la Corte al-
ria, arrojó del recinto de la racionalidad diciones orales y, gracias a ellos, hoy fundieran a Hernán Cortés con este dios fonsí del Calila e Dimna11, obra que a su
a su hermana Melpóneme, musa de la conservamos un buen número en forma cuyo retorno estaba anunciado y que, y vez fue traducida al árabe por un persa
tragedia). de recopilaciones o insertas dentro de esto es lo extraordinario, se describía converso, Mukaffa12, que acabó su vida
El cuento era y es algo irreempla- la línea argumental de la novela. Po- como blanco, rubio, barbado y con gran- en mi Córdoba, despedazado por orden

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ENSAYOS

de abarcar todas tención novelesca de representar el flujo


las posibilidades del del destino humano y el crecimiento y
cuento, desde la tra- la maduración de un personaje, pues su
dición oral milena- concentración estructural no implica el
ria, hasta el cuento análisis minucioso de las vivencias del
como creación de individuo y de sus relaciones con el pró-
autor sin otra fun- jimo. Un breve episodio, un caso huma-
ción que la mera- no interesante, un recuerdo, etc., cons-
mente estética o li- tituyen el contenido del cuento. Arte de
teraria tal y como sugestión, el cuento se aproxima mu-
empezó a aparecer chas veces a la poesía […]». Así definía
en el Romanticis- el cuento Víctor Manuel Aguiar e Silva
mo. Poco o nada tie- en su magnífico manual sobre teoría de
ne que ver Pinocho o la literatura13 y en ella tenemos los ele-
Hansel y Gretel con mentos básicos que integran el cuento:
los cuentos de Ed- brevedad, sencillez, linealidad, concen-
gar Allan Poe, Julio tración, anécdota, sugestión.
Cortázar o de Jorge El hecho de que sea una narración
Luis Borges. implica la presencia de unos «[…] perso-
Ya se habrá nota- najes situados en un contexto determi-
do cómo a lo largo nado, en cierto lugar y en cierta época,
de las líneas ante- que mantienen entre sí relaciones de ar-
riores me he referi- monía, de conflicto, etc. Estos persona-
do indistintamente jes se manifiestan a través de una serie
a los “exemplos”, de acontecimientos […]» que construye
las “fábulas”, los una historia que se puede contar14.
“cuentos”, las “le- Por su parte, el especialista Seymour
yendas”, los “mi- Mentón, añade dos matices relevantes:
tos” o simplemen- «[…] es una narración fingida en todo o
te “relatos”, y que, en parte, creada por un autor […] cuyos
de Almanzor. De ahí, en el siglo XIV, tan elemental como el carácter didácti- además, no he tratado de separar las elementos contribuyen a producir un
algunas obras lo insertaron de lleno en co y pedagógico del cuento y de la obra. creaciones en prosa y verso. Obedece a solo efecto»15. Estos matices le ayudan
nuestra tradición literaria en castella- Pero con la obra escrita comenzó a de- la propia dificultad que supone la defi- a deslindar el cuento, narración fingida,
no: El Conde Lucanor, del infante don sarrollarse la novela y, más tarde, con nición en sí misma del cuento y a mi de otras expresiones narrativas como la
Juan Manuel, en prosa; y el magnífico la aparición de la imprenta en el siglo propia voluntad de superar ese encasi- crónica o los artículos de costumbres,
Libro del Buen Amor del Arcipreste de XV, se fue imponiendo y poco a poco el llamiento. cuya base son los hechos reales, históri-
Hita. Y es curioso cómo uno y otro autor, cuento quedó relegado como un mero No obstante, conviene revisar sus cos, y de las leyendas y tradiciones que
don Juan Manuel como primer prosista entretenimiento infantil. elementos básicos. «El cuento es una forman parte de la “cultura popular”
y estilista del castellano, y el Arcipres- No es fácil definir el cuento. Desde el narración breve, de trama sencilla y li- transmitida de generación en genera-
te, tan dado a la composición abierta y encasillamiento necesario para el des- neal, caracterizado por una fuerte con- ción, de autoría colectiva y anónima.
divulgativa propia de la conciencia de linde de los distintos géneros literarios centración de la acción, del tiempo y del Aún nos falta un elemento más que
autoría colectiva, coincidieran en algo nunca llegamos a un enunciado capaz espacio […] El cuento es ajeno a la in- nos lo aporta Mariano Baquero Goyanes

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ENSAYOS ENSAYOS

al afirmar que «[…] es un precioso géne- ahora con imágenes a todo color y mú- lo largo de su ejecución. Es decir, pre- El ser humano es social por natura-
ro literario que sirve para expresar un sica de fondo. También nos facilita la sentan el mismo modelo operativo pero leza, nacemos programados para in-
tipo de emoción, de signo muy semejan- inversión de papeles o, mejor, el inter- ampliado exponencialmente por la po- sertarnos en nuestra familia, primero,
te a la poética, pero que no siendo apro- cambio entre el receptor y el narrador. tencia y capacidad que nos proporcio- en nuestra clase, ciudad, nación, en el
piada para ser expuesta poéticamente, Siempre fue interesante invertir los na la Red. Incluso se han expresado los mundo23. El niño no solo tiene progra-
encarna en una forma narrativa próxi- papeles y convertir al niño de receptor modelos para la construcción de estruc- mado un lenguaje innato —“mentalés”24
ma a la de la novela, pero diferente a en emisor, de transmisor en creador turas narrativas en estos formatos21. hay quien lo llama—, sino también un
ella en la técnica y en la intención»16. del cuento. A través del acto de la in- Sin embargo, convendría precisar al- código de valores y un sistema de re-
En efecto, nos faltaba la emoción como vención fomentamos la creatividad y, gunas ideas al respecto que pueden ser lación social25. Gracias a su plasticidad
clave del cuento. Un relato que nace de además, podemos observar y apreciar interesantes. neuronal, no solo discrimina desde su
la tradición oral, cuya clave es el con- aquello que preocupa al niño y cómo El niño es un demandante de relatos nacimiento sonidos para el aprendiza-
tacto directo con el auditorio, está con- lo enfrenta, qué opciones de resolución innato porque su mente busca dos ele- je de la lengua materna, también dis-
dicionado —como el teatro— por el tiem- plantea en un hipotético conflicto. Gio- mentos que necesita: categorías y rela- crimina marcas emocionales vocales y
po, a diferencia de otros géneros —la vanni Rodari19 nos transmitió esa ilu- ciones sistémicas22. Un universo dividi- físicas, se nutre del afecto a partir del
novela— diseñados para ser impresos y sión por romper los moldes e invertir do en individualidades, acontecimientos apego y elabora su universo de relacio-
leídos. Y tiene que enganchar emocio- los papeles para fomentar la imagina- sin conexión se convierte en un caos so- nes personales aprendiendo a convivir
nalmente al público para mantener la ción y la elocución, pero hoy contamos bre el que no podríamos intervenir. Para inserto en un grupo social. En otras pa-
tensión del relato hasta el desenlace. con una herramienta mucho más po- desarrollar pautas de conducta necesi- labras, al niño le interesa cómo descu-
Esa y solo esa es la clave de un buen tente: las nuevas tecnologías. tamos discriminar primero y evaluar brir que alguien miente, que es tu amigo,
cuento, de una buena representación, de Durante la década de los 80 se in- después la información y eso requiere le interesa saber cómo se puede superar
una buena puesta en común. Lo era, lo tentaron introducir los cuentos polifóni- la elaboración de un código. Nuestro ce- el miedo, o las claves de resolución de
es y lo seguirá siendo. La emoción es lo cos; se trataba de cuentos editados con rebro necesita operar desde estereoti- un conflicto al que no se ha enfrenta-
que determina nuestro foco de atención un planteamiento interactivo; al final pos formales y funcionales que actúen do pero puede presentársele en algún
para discriminar contenidos17. de cada capítulo se invitaba al lector en un universo causal. Necesita elabo- momento. Las células espejo funcionan
A nadie se le oculta el valor del cuento a tomar una decisión, en función de la rar patrones que permitan a la mente en este sentido de motor de aprendiza-
como herramienta educativa. Lo sabía cual debías continuar por un capítulo anticipar desenlaces a partir de unos je por imitación. El resto, la repetición
Sherezade, como lo sabían los monjes u otro. De esta manera, era el propio elementos constantes. Por eso, desde y las respuestas conductuales acabarán
cuando vertieron las leyendas antiguas lector quien componía su relato y lle- que nacemos no hace sino elaborar es- por definir un modelo de relación y de
en las vidas de santos y novelas hagio- gaba a un final u otro dependiendo de tadísticas de recurrencia, de repeticio- conducta integrada26.
gráficas18. Lo sabían don Juan Manuel y las decisiones adoptadas a lo largo de la nes, que nos ayudan a elaborar pautas Todo esto lo ofrece el cuento conta-
el arcipreste como también lo sabía Isa- obra. Aquellas ediciones no dejaron de de conducta adecuadas a las respuestas do, narrado o leído. Primero, incentiva
bel la Católica a quien acompañó en su ser una mera curiosidad, la limitación que buscamos. Una conducta adecuada el aprendizaje lingüístico fomentando el
Biblioteca El Decamerón de Boccaccio. de las páginas traía aparejada inevita- se refuerza cuando obtienes la respues- desarrollo del pensamiento simbólico27;
Lo sabía Fernando de Rojas y Cervan- blemente una limitación de opciones, ta de refuerzo positivo por parte de la segundo, refuerza el vínculo de apego
tes, lo sabían Iriarte y Samaniego, como por lo que al final resultaba recurrente, persona o personas de apego: si cuando entre el niño y el narrador28, lo que lo
también los maestros y profesores ac- circular y poco atractiva. sonríes te devuelven la sonrisa, tiendes convierte en referente explícito del que
tuales. Hoy, gracias a los ordenadores y los a repetir el gesto, buscas obtener esa absorberá todo tipo de información a
Vivimos hoy una nueva etapa en la programas multimedia asistimos a una misma respuesta. Aprendemos a ha- partir de la observación29; tercero, fo-
que se está produciendo una auténtica auténtica revolución, lo que ya algu- blar cuando sentimos que somos aten- menta el desarrollo emocional y la so-
revolución gracias a las nuevas tecno- nos denominan “cultura electrónica”20 didos y escuchados mucho antes que cialización a partir de la identificación
logías. El relato va dejando poco a poco caracterizada por modelos culturales cuando logramos comprender que esos de marcas formales emocionales —ges-
de ser leído para volver a ser oral, pero alternativos que van interponiéndose a sonidos tienen significados asociados. tuales o lingüísticas—; cuarto, favorece

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ENSAYOS

la empatía por la perspectiva multifo- necesita es su


cal de los personajes que intervienen, y, proceso de in-
quinto, traslada al niño unos valores sis- tegración so-
témicos que le permitirán comprender cial. Es así de
y aprender los esquemas conductuales y sencillo.
morales de la sociedad donde ha nacido El cuento
y donde ha de integrarse30. Esto es lo enfocado des-
que ofrece una buena historia donde una de la creati-
situación inicial se rompe a causa de un vidad vendrá
problema que ha de resolverse, donde más adelante,
hay un protagonista que asume el desa- e irá forjándo-
fío, emprende la aventura y finalmente se a partir del
logra un final feliz o no. Lo importante desarrollo del
es el problema y el modo de resolución universo inte-
enfrentando las dificultades interiores rior, un uni-
—emocionales— y exteriores —circuns- verso al que
tancias— sabiendo discriminar a quienes previamente
son tus amigos y pueden y deben ayu- hemos de do-
darte, de quienes son tus antagonistas tarlo de un sis-
y tratarán de impedir tus objetivos. Y tema operativo
esto se encuentra muy sistematizado en donde aparez-
la gramática del cuento31. Da igual que can las claves
esté escrito en prosa o verso, que los pro- de evolución de
tagonistas sean niños, animales u obje- los personajes
tos, da igual que la extensión sea mayor y las relacio-
o menor, lo importante es la anomalía nes, los contra-
que atrapa la atención del niño y le hace tiempos y las
preguntarse quién, qué, a quién, cuándo, posibles vías
cómo, dónde, por qué y para qué. En de resolución
definitiva, a través del pensamiento na- de conflictos
rrativo desarrolla la lógica del discurso internos o externos. Pero esto no será mejores descripciones ambientales o de to del alumnado para acompañarle en
necesaria tanto para la comunicación hasta la segunda infancia y no adquirirá personajes si no guiamos al niño en ese su proceso de aprendizaje»32, ¿acaso se
como para la selección de las claves de especial relevancia hasta la pubertad. viaje a través del acompañamiento y la puede transmitir de otra forma? No
interpretación de las relaciones huma- Cada edad tiene su clave de desarro- implicación de un buen cuentacuentos, solo aprenden las palabras, sino nues-
nas. Adiestramos al cerebro en la inter- llo y el cuento es una pieza clave en la si no le mostramos que nos emociona tras actitudes y nuestras emociones.
pretación, la anticipación y las posibles gestión emocional y social en la infan- la historia, que nos importa él como ser Por eso el cuento no se narra, se vive y
resoluciones. El pensamiento lógico, ese cia. Sustraer al niño del cuento contado, humano. Unas investigadoras afirma- se transmite desde la emoción.
que solo se mueve en el plano formal, elaborado, fantástico sería cortapisar la ban en sus conclusiones sobre el éxito
que excluye las emociones desde la fun- generación de un universo interior único de un proyecto de aprendizaje desde el Bibliografía y notas
ción referencial de lenguaje, ese para e irrepetible. Pero debemos comprender cuento: «[…] el papel del docente ha ido (1) Damasio, A. (2009). En busca de
el que las emociones son una rémora, que de nada nos sirve la mejor estruc- más allá de la función de instruir y el Spinoza. Barcelona: Crítica (6a
ese no le importa al niño porque no lo tura, ni el mejor diseño actancial, ni las rol se ha centrado en el apadrinamien- reimpresión).

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ENSAYOS ENSAYOS

(2) Bettelheim, B (1995). Psicoanálisis y Occidente: semejanzas y con- rrollar la atención para alcan- sarrollo cognitivo”, Innovación y
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Huelva, págs. 375-378. en La narrativa andaluza del José Carlos Aranda Aguilar. Profesor de EEMM en Andalucía, doctor en
(10) Petrea Lindenbauer, P. Calila e siglo XIX. Córdoba: Universidad Filología Hispánica desde el año 89, realizó la Tesis doctoral sobre la narrativa (La
Dimna (1252 d.J.C.) reflejo del de Córdoba. narrativa andaluza en el siglo XIX) y está enfrascado nuevamente en esa línea
Panchatantra (200 a. J.C.). Ar- (19) Rodari, G. (1983). Gramática de la de investigación pero enfocada ahora a los niños y a sus posibilidades didácticas.
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ción. Universidad de Viena. En contar historias. Barcelona: Ar- de ortografía y redacción (Berenice, 2010), El libro de la gramática vital (Almuza-
http://homepage.univie.ac.at/ gos-Vergara. ra, 2010), Manual de redacción para profesionales e internautas (Berenice, 2011),
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(11) Cacho Blecua, J.M. y Lacarra, M.J. literatura interactiva: preceden- año ha recibido el premio "Centinela del lenguaje", otorgado por la Facultad de
(1984). Calila e Dimna. Madrid: tes y crítica. Barcelona: Paidós. Comunicación de la Universidad de Sevilla. Pertenece a la Real Academia de Cór-
Editorial Castalia (21) Ver Berenguer, X. (1998). Escriture doba, en calidad de Académico correspondiente desde 2013.
(12) Lado Ferreras, M. (1997). “Dos programes interactius en www.
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El discurso artístico en Oriente (22) Goleman, D. (2014). Focus. Desa-

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ENSAYOS ENSAYOS

en las profundidades de sus ojos, donde los tipos de flor —ranúnculos, marga-
moraba el recuerdo, sólo pensé en ellos, ritas, violetas y asfódelos—, el aroma
y en ella»1. Y a pesar de estas ambiguas que destaca por el paraje es la infan-
palabras, el narrador nos confiesa que til fragancia de la vainilla; a su vez, la
se casó con ella. Una noche, sin moti- breve pero detallada descripción de los
vo aparente, un suspiro toma la voz de árboles «cuyos altos y esbeltos troncos
Eleonora, materializándose por última no eran rectos, mas se inclinaban gra-
vez, y le hace conocedor de que sus sen- ciosamente hacia la luz»2, parece que
timientos por Ermengarda lo han libe- muestre el carácter de la joven pareja
rado de los juramentos a Eleonora. que, a pesar de ser hombres, con todo
A pesar de la sencillez del argumen- lo peyorativo que comporta tal término,
to, salta a la vista la gran carga sim- mantienen su pureza y buscan lo ver-
bólica contenida en el relato. En primer dadero. El sol tropical, espectador in-
lugar, la obra hace patente una clara conmovible de sus días, es un símbolo
oposición; la advertencia con la que se más de la alegría que se respira en el
inicia el relato nos muestra el estado valle. Sin embargo, el elemento prin-
en el que se encuentra el narrador: su cipal es el «Río de Silencio» que rodea
mente merodea, parejo al sugestivo el lugar. Respecto a este, cabe destacar
Fuente: mashable.com movimiento pendular, de un estado de unas líneas:
razón a un estado de locura a medida No brotaba ningún murmullo de su
que nos guía por el relato. Esta contra- lecho y se deslizaba tan suavemente
posición se expresa en la historia a tra- que los aljofarados guijarros que nos
vés de los lugares en los que acaecen los encantaba contemplar en lo hondo de
Análisis simbólico de Eleo- muerte acecha a Eleonora y este debe sucesos: la primera y más feliz época su seno no se movían, en quieto con-
jurarle amor eterno a pesar de la au-
nora de E. A. Poe sencia. Eleonora cierra el pacto jurando
de su vida acontece en un bucólico e in- tentamiento, cada uno en su antigua
por Susana Bellés expugnable lugar, el tan recurrido locus posición, brillando gloriosamente para
visitarle cada día, si no de una forma amoenus utilizado por la literatura clá-
explícita, al menos esparciendo su pre- siempre3.
sica latina; el inicio de la segunda época
sencia por su entorno, a través de la na- en la vida del narrador se inicia con un Este río parece que sea una repre-
Eleonora es la historia de un primer
turaleza. Con su muerte, el Valle de la estado de incipiente locura causada por sentación de lo que poco a poco se iba
amor de juventud. El narrador cuenta
Hierba Irisada se vuelve árido. A pesar la muerte de Eleonora y su expulsión gestando en los espíritus de los jóve-
cómo vivió sus primeros veinte años
de que Eleonora cumplió con su palabra, del lugar ideal a la ciudad, lugar de la nes. Ellos, al igual que esos guijarros,
junto a su tía y su prima Eleonora, de-
una nostalgia infatigable seguía cada perversión por excelencia. se mantenían siempre satisfechos en el
bido a la prematura muerte de su ma-
uno de los pasos del narrador. Inten- Que el lugar donde crece junto a mismo lugar, conservando su relación
dre, en el Valle de la Hierba Irisada.
tando desasirse de esta fue como aban- Eleonora esté aislado por colinas y sea como primos. No obstante, al igual que
Este valle es un idílico lugar alejado por
donó el valle y se trasladó a la ciudad. prácticamente inaccesible es algo que esa agua silenciosa, que a pesar de pa-
completo de la sociedad y preservado
En ella se intoxicó de sus frivolidades y la pureza de los acontecimientos, y de recer siempre la misma se mantiene
por una abundante vegetación y un río
pronto las manifestaciones de Eleonora la misma Eleonora, reclaman. Así lo viva, en sutil movimiento, sus senti-
circundante. Un buen día, frente al Río
se desvanecieron. Mientras trabajaba muestra el paisaje repleto de flores cu- mientos se deslizan del cariño fraternal
de Silencio que tanto les gustaba con-
de sirviente en una corte, apareció una yos colores son la más viva represen- a la más candente pasión. No es casua-
templar a su prima y a él, ambos se
doncella, Ermengarda, cuya belleza tación de la pulcritud, la inocencia y el lidad que sus verdaderos sentimientos
declaran sus sentimientos. La felicidad
pronto doblegó su espíritu. «Y al mirar amor; a pesar de apuntar cada uno de se hagan explícitos viéndose reflejados
del narrador termina el día en que la

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ENSAYOS

en el río, pues encontramos en la simbología tradicional el agua


como la representación de las emociones. Es por ello que una
vez surge el romance, el río fluye con estruendo y se ve pla-
gado de peces de oro y plata, símbolo de la prosperidad y de la
abundancia. A su vez, que el río rodee el valle, hace patente el
hecho de que los jóvenes, mediante su unión, viven completa-
mente protegidos del mal exterior.
Junto con el río, el resto de la naturaleza también hace ex-
plícita su unión: allí donde la naturaleza era estéril brotan
nuevas flores y las virginales margaritas dejan paso a los as-
fódelos color carmesí, marcando la génesis de una sexualidad
imberbe. Una nube parece otorgar el consentimiento divino al
posarse sobre el valle como cordial muestra de custodia. Los
animales, flamencos y pájaros de plumaje escarlata, de los
cuales el lector solo tiene noticia una vez los protagonistas se
han sincerado, bien podrían ser la representación de la fertili-
dad y del camino que ambos van a comenzar a recorrer como
pareja de hecho4.
Por otro lado, en el relato aparecen dos mujeres cuyo ca-
rácter no puede ser más distante. A pesar de la poca informa-
ción que recibimos de ellas, la actitud que el narrador muestra
en su proximidad y los diversos sentimientos que estas muje-
res despiertan en nuestro protagonista, son indicios suficientes
para poderlas estudiar, aunque sea mínimamente. El hecho de
que la apacible belleza de Eleonora nos sea dada a conocer a
través de la naturaleza, hace pensar que sea posible proyectar
sobre ella la categoría —categoría nacida en el fin de siglo pero
cuyo valor es totalmente retroactivo—5 de femme fragile. De
ella se destacan, con suma inocencia, los rasgos más dulces
que jamás harían pensar en una naturaleza lasciva, hasta el
punto de compararla en un momento dado, con un serafín: sus
brillantes ojos, sus suaves mejillas y su delicada voz; su belleza
es de una sencillez casi mística. Otro motivo para pensar esto
es el efecto que produce sobre el narrador: Eleonora le enamo-
ra lentamente, con una especie de candorosa santidad; todo lo
contrario a la arrebatadora belleza de Ermengarda que, como
buena femme fatale, lo somete desde la primera mirada a su
exuberante feminidad.
Si uno conoce a Poe solo de oídas, bien podría afirmar que
Eleonora se trata de una narración alegórica semiautobiográ-
fica del trágico, aunque no por ello menos bello, idilio que Poe
mantuvo con su prima Virginia Clemm, cuyo recuerdo quiso

23 | visorliteraria.com © Vania Zouravliov


Fuente: Pinterest
ENSAYOS ENSAYOS

plasmar en la forma de la femme fra- puede apreciarse el uso que Poe hacía simbología, sino también a las grandes guras y mitos. Madrid: Taurus, 1980.
gile. En realidad, la cuestión no está tan del relato breve como forma experi- controversias que da lugar respecto a
clara como parece a primera vista. Es mental y, especialmente, su proyección la vida personal del autor. Asimismo, Bibliografía
cierto que la publicación del relato —año de la construcción poética al relato cor- escogemos Eleonora como símbolo de
1842, aproximadamente— coincidió con to. la magnificencia de Poe como escritor, Alewyn, Richard: Problemas y Figuras.
los primeros síntomas de tuberculosis El haber acusado de confuso al Ro- como la carismática constatación de Barcelona: Alfa, 1982.
de su esposa, sin embargo, esta no mo- manticismo no es casual. Cuesta encon- Poe como constructor del pensamiento Baudelaire, Charles: Edgar Allan Poe.
riría hasta cinco años más tarde. Su re- trar teóricos que coincidan con el pe- simbolista europeo desde Norteaméri- Madrid: Visor, 1989.
lación mucho antes del infortunio, poco ríodo histórico que abarca tal categoría, ca. Berlin, Isaiah: Las raíces del Romanti-
tenía que ver con el paraíso relatado. Se período en el que la multiplicación de cismo. Madrid: Taurus, 1999.
especula mucho sobre si el matrimonio discursos y estilos se hace efectiva, por Notas ———: La apoteosis de la voluntad Ro-
con Virginia Clemm no era simplemen- lo que es arduo darle homogeneidad. A mántica: la rebelión contra el mito
(1) Edgar Allan Poe, Cuentos. Vol.1. de un mundo ideal en El fuste torcido
te una cortina de humo que permitía a su vez, suponiendo que haya existido una Madrid: Alianza, 2010. p. 319.
Poe mantener a cierta distancia a otras escuela romántica, las fracturas crono- de la humanidad. Barcelona: Penín-
(2) Ibid., p. 314. sula, 1998.
mujeres con las que se relacionaba, dis- lógicas no facilitan la tarea. Ahora bien, (3) Ibid., p. 313-314.
tancia quizás provocada por una posible en Norteamérica encontramos una se- D’Angelo, Paolo: La estética del Ro-
(4) La bibliografía sobre simbología es manticismo. Madrid: Visor, 1997.
inhibición sexual de carácter psíquico. rie de figuras individuales, las cuales, extensa. Una buena opción es el Dic-
Es una hipótesis que tiene su sentido debido al sentimiento de inferioridad Hinterhauser, Hans: Fin de siglo: figu-
cionario de símbolos de Juan Eduardo ras y mitos. Madrid: Taurus, 1980.
debido a que después de la muerte de que experimentaba el autor americano Cirlot, editorial Siruela, 1969. En él se
Clemm, las relaciones de Poe recobra- frente al británico, acaban creando una Poe, Edgar Allan: Cuentos. Vol.1. Ma-
compendian tradiciones tan diversas drid: Alianza, 2010.
ron su matiz apasionado. No obstante, especie de conciencia de grupo. A pesar como la mística, la filosófica y la psi-
tampoco descartamos del todo la hipó- de todas estas vicisitudes, suele defi- Valéry, Paul: Teoría poética y estética.
coanalítica, entre otras. Madrid: Visor, 1998.
tesis que sostienen muchos comentaris- nirse lo romántico como lo novelesco o (5) Hans Hinterhauser, Fin de siglo: fi-
tas, los cuales afirman que este relato fantástico y las novelas son considera-
es una sublimación que permitió al au- das como una abrumadora colección de
tor purgar su mala conciencia por ha- sentimientos, efemérides y anécdotas.
ber mantenido relaciones a espaldas de Al igual que a todo autor romántico, tal
Clemm. Y precisamente la razón de re- caracterización le viene dada con pos-
coger y contrastar aquí este argumento terioridad y, especialmente en Poe, es
Susana Bellés (Castellón, España, 1991). Graduada en Filosofía por la Uni-
versidad de Valencia. En los últimos años, su interés gira entorno a la filosofía y
es que la enfermedad de Clemm agravó un adjetivo que le hace sentir extraño.
la literatura modernas y de fin de siglo. Actualmente, está especializándose en
su dependencia alcohólica. Sin embargo, este hecho es francamen-
estética y filosofía de las artes por la Universidad Pompeu Fabra.
Conjeturas aparte, aunque la breve- te positivo teniendo en cuenta el pensa-
dad de Eleonora parece insinuar lo con- miento del autor, el cual apreciaba los
trario, en este relato se concentran casi sentimientos de extrañeza y de repulsa
todos los grandes temas de los que be- en su ámbito más inmediato como sím-
berán los escritores de fin de siglo y que bolos distintivos del hombre creador.
colocan al autor en la no poco confu- En conclusión, pese a lo lacónico que
sa corriente romántica: la Naturaleza puede resultar formalmente Eleono-
como expresión simbólica de las emo- ra, en él encontramos una bellísima
ciones o de la belleza humana, la mu- interacción entre el aspecto formal y
jer, el recuerdo, la muerte, la nostalgia su significación; un pletórico universo
del paraíso perdido. En él es donde más de significación no solo en cuanto a su

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ENSAYOS ENSAYOS

condiciones de trabajo más favorables. En septiembre de 1944, el escritor


Monterroso, en cambio, inicia su tra- arriba a la ciudad de México, ciudad
bajo cultural en ese contexto: participa que in illo tempore albergaba a inte-
en la fundación de la revista literaria lectuales procedentes de España -como
Acento, publica algunos cuentos en El José Gaos y Luis Cernuda-, a escritores
Imparcial y colabora en la Asociación de Centro y Sudamérica -como Ernesto
de Artistas y Escritores Jóvenes de Cardenal y Carlos Martínez Rivas- y a
Guatemala (AAYEJG), organismo que migrantes europeos que escapaban de la
en junio de 1944 da a conocer (en com- Segunda Guerra Mundial.
pañía de otros grupos sociales) el “Ma- Monterroso colabora en la editorial
nifiesto de los 311” para exigir la re- Séneca, una casa de trabajo creada por
nuncia de Ubico Castañeda. Ahora bien, el poeta José Bergamín y el padre José
cuando la petición es rechazada, dichos María Rocafull; al mismo tiempo, em-
grupos promueven la revuelta social. pieza a frecuentar la Facultad de Fi-
El escritor relata el hecho anterior losofía y Letras (FFYL) de la Univer-
así: «el pueblo se levantó contra la tira- sidad Nacional Autónoma de México
nía, y estudiantes, obreros y toda clase (UNAM), donde se integra a un círculo
de trabajadores salimos a manifestar- que influirá de manera decisiva en su
Fuente: unimexicali.com nos a las principales calles de la ca- formación literaria. La figura tutelar
pital»1. En unos cuantos días, las ma- de dicho círculo es Alfonso Reyes, quien
nifestaciones se incrementaron hasta inculca en los jóvenes «el amor por la
lograr la paralización del país. El dic- lengua, el gusto por los clásicos, la finu-
tador, finalmente, dimitió. Pero la si- ra crítica y el saber risueño y cordial»2.
La gestación de Obras ra que acrecienta la pobreza económica tuación política no cambió, pues el nue- En el grupo participa además Rubén
de ese país. La vida cultural y académi-
completas (y otros cuen- ca, por ejemplo, presenta serias limi-
vo presidente, Federico Ponce Valdez, Bonifaz Nuño y Ernesto Mejía Sánchez.
tos) de Augusto Monterro- tantes: en la Universidad de San Carlos
instauró un gobierno más represivo que Durante los años cincuenta, al igual
so el anterior. que Antonio Alatorre y Juan José Arreo-
solo se imparten clases de jurispruden- No obstante, Monterroso continúa la, Monterroso corrige pruebas para el
por Martín Flores Martínez cia, mientras que la obra de Arín Or- con sus actividades: sigue trabajando Fondo de Cultura Económica (FCE),
mazábal constituye la filosofía de van- en la revista Acento y sigue publicando cuyo director es Arnaldo Orfila Reynal.
guardia; así mismo, muy pocos artistas cuentos en El Imparcial; además, aho- En 1952, publica El concierto y El eclip-
conocen las nuevas tendencias estéticas ra participa en El Espectador, un dia- se en Los Epígrafes y, al siguiente año,
Haz lo que amas. Conoce tu propio del siglo XX, es decir, el dadaísmo y el
(hueso, róelo,
rio de corte político que se convierte en Uno de cada tres y El centenario en Los
surrealismo. la conciencia crítica del nuevo régimen. Presentes, colección a cargo de Arreola.
entiérralo, desentiérralo y vuélvelo a Estas circunstancias, tan adversas
(roer.
Al poco tiempo, esta postura propicia En Guatemala, mientras tanto, las
para el trabajo creativo e intelectual, la detención de los miembros del gru- políticas represoras del presidente Val-
Henry David Thoreau aunadas a la represión y al asesinato po. Monterroso es uno de los primeros; dez propician el brote de otro movi-
por cuestiones políticas, propician el sin embargo, logra escapar de la cárcel. miento social: “La Revolución de Oc-
La juventud del escritor centroame- exilio de guatemaltecos como Carlos
ricano Augusto Monterroso (1921-2003) De inmediato, solicita asilo político al tubre”, movimiento que al paso de los
Mérida, Miguel Ángel Asturias y Luis gobierno de México y, como el fallo es días consigue la abdicación del gobierno.
transcurre en Guatemala durante la Cardoza y Aragón, principalmente ha-
dictadura de Ubico Castañeda, dictadu- favorable, abandona Guatemala para Este hecho marca el fin del primer ciclo
cia México y Francia, donde encuentran iniciar un largo camino hacia el exilio. de Monterroso en México, pues el nuevo

27 | visorliteraria.com visorliteraria.com | 28
ENSAYOS

presidente, Arbenz Guzmán, le asigna el consulado de Bolivia.


Sin embargo, el trabajo diplomático de Monterroso solo dura
un año, ya que el escritor renuncia cuando Estados Unidos con-
suma el derrocamiento de Arbenz Guzmán. El fabulista se
exilia ahora en Chile, donde publica una sátira cuyo tema es la
crítica al imperialismo norteamericano: Mr. Taylor.
Gracias al apoyo de Pablo Neruda, Monterroso trabaja des-
pués en la redacción de La Gaceta de Chile y en la Comisión
Económica para América Latina (CEPAL). En 1956, el escritor
decide retirarse de la política y radicar de manera definitiva en
México, donde ejerce de nueva cuenta la corrección de pruebas.
Hasta el momento hemos visto que Monterroso produce sus
primeros cuentos en los años cuarenta; no obstante, ninguna
de sus obras posteriores recoge ese material, ya que, según el
autor, forma parte de un proceso de aprendizaje3. Su carrera
literaria iniciará propiamente con la configuración de un ars
poética. Dicho evento se presenta con el material discursivo
dado a conocer a partir de los años cincuenta en medios de
comunicación masiva de Guatemala, Chile y, principalmente,
México.
A partir de esta década, los trabajos de Monterroso se pu-
blicarán primero en revistas y periódicos. Primera Dama, por
ejemplo, aparece primero en el suplemento La cultura en Mé-
xico; después, configurará uno de los ejes temáticos de la pri-
mera obra monterrosiana: Obras completas (y otros cuentos).
Así, el proyecto literario de Monterroso inicia con la edición
de Obras completas…, libro publicado por la Imprenta Univer-
sitaria en 1959. Los textos reunidos son trece, algunos tan bre-
ves como El dinosaurio, compuesto tan solo por siete palabras,
mientras que otros son tan extensos como Leopoldo (sus tra-
bajos), integrado por veintidós cuartillas. Según el autor, esta
variedad textual se debe a que responden a diferentes épocas
y, por lo mismo, presentan formas y estilos distintos: Vaca es
producto del exilio chileno; Obras completas, de la estancia del
autor en el Colegio de México; El eclipse, del concurso nacional
Saker Ti, celebrado en 1952 en la ciudad de Guatemala.
Tal y como señala la crítica, el libro apunta hacia uno de
los rasgos centrales de Monterroso: la puesta en crisis de los
géneros, en este caso del cuento, pues las reglas de ese género
son transgredidas en textos como El Dinosaurio; sin embargo,
no sucede lo mismo en cuentos como El Centenario o Primera
Dama, ya que estos sí respetan las convenciones genéricas. La

29 | visorliteraria.com © Óscar Valencia


Fuente: www.elmundo.com
ENSAYOS ENSAYOS

apuesta más arriesgada la observamos patria, pero atrasa el inicio de su pro- centro de la fábula. México: Era, 1989, vestigaciones Lingüístico-Literarias,
entonces en El Dinosaurio, texto har- yecto literario. p. 35. 1985, 361 pp.
tamente citado y parodiado en trabajos Nuestro trabajo deja ver además que (6) Rama, Ángel, “Un fabulista para Noguerol, Francisca. La trampa en la
literarios, académicos y periodísticos Monterroso inicia la edificación de la nuestro tiempo”, en Refracción: Au- sonrisa: sátira en la narrativa de Au-
durante la segunda mitad del siglo XX4. parte toral de su proyecto mediante el gusto Monterroso ante la crítica, comp. gusto Monterroso. España: Universi-
Obras completas… también ofrece la acercamiento a un género tradicional- Wilfrido Corral. México: Era-UNAM, dad de Sevilla, 1995, 252 pp.
restauración del cuento satírico. Míster mente considerado menor: el cuento. El 1995, p. 25. Rufinelli, Jorge. Monterroso. Jalapa:
Taylor es el ejemplo más representa- uso de dicho género le permite sentar Centro de investigaciones lingüístico
tivo. En este texto, la ironía y la sáti- las bases para empezar a hacer litera- Bibliografía literarias de la Universidad Veracru-
ra hacen posible la crítica del imperia- tura sobre la misma literatura. Esa in- Corral, Wilfrido. Lector, sociedad y zana, 1976, 95 pp.
lismo norteamericano a partir de una tención se puede apreciar en textos de género en Monterroso. Jalapa. Uni-
historia en la que Percy Taylor percibe Obras completas… como Míster Taylor, versidad Veracruzana: Centro de In-
en la exportación de “cabecitas hispa- donde se percibe la aguda asimilación
noamericanas” un negocio sumamente de Modest proposal de Jonathan Swift6.
redituable. La ironía resulta hiriente
cuando el narrador satiriza la actitud Notas
de los países latinoamericanos hacia
Estados Unidos. Monterroso ha seña-
(1) Monterroso, Augusto. “Mi primer Martín Flores Martínez (Ciudad de México, 1972). Escritor y profesor de
libro”, en Literatura y vida. México: literatura mexicana. Maestro en Estudios Latinoamericanos por la Universidad
lado que le resultó difícil encontrar un Alfaguara, 2004, p. 24. Nacional Autónoma de México (UNAM). Colabora para distintas revistas. Prepara
equilibrio entre la política y la literatu- (2) Oviedo, José Miguel. “La colección la publicación de su primer libro de cuentos.
ra durante la redacción del cuento5. privada de Monterroso”, en La literatu-
Con el tiempo, Míster Taylor ha co- ra de Augusto Monterroso, comp. Mar-
brado un relieve especial, ya que ha co Antonio Campos. México: UAM, col.
quedado como la única muestra donde Cultura Universitaria, Serie Literatura,
Monterroso aborda problemas políticos núm. 48, 1988, p. 121.
y sociales de América Latina. En ade- (3) He aquí dos ejemplos: Una notable
lante, como señala Wilfrido H. Corral y entrevista y El hombre de la sonrisa
Francisca Noguerol, este autor se con- radiante. Para mayor información con-
centrará en hacer literatura sobre la sultar el artículo de Rolando Castella-
misma literatura. nos: “Augusto Monterroso en Revista de
En conclusión, hechos históricos es- Guatemala: 1945-1954”. Revista de la
pecíficos explican por qué Monterroso Universidad de San Carlos. Guatemala,
publica su primer libro al llegar a los 1987, núm. I, pp. 45-48.
cuarenta años, edad en la que miem- (4) Con el paso del tiempo, este cuento
bros de su generación -como Ernesto ha adquirido una fama notable. Incluso
Cardenal y Juan José Arreola- habían existe una edición crítica publicada por
dado a conocer ya parte de su obra. Así, Lauro Zavala. Vid. El dinosaurio anota-
hemos demostrado que el retraso se re- do. Edición crítica a “El dinosaurio” de
laciona con el trabajo político realizado Augusto Monterroso. México: Alfagua-
por el guatemalteco durante los años ra-UAM, 2002, 136 pp.
cincuenta, el cual le permite participar (5) Monterroso, Augusto, en Viaje al
en acontecimientos decisivos para su

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ENSAYOS

Flores de verano: recursos para contar la


experiencia de la bomba atómica
por Nuria Ruiz Morillas

Flores de verano es un relato de Tamiki Hara (1905-1951)


que, en primera persona, describe los momentos de confusión,
miedo, destrucción y horror vividos en Hiroshima durante la
caída de la bomba atómica el día 6 de agosto de 1945. La his-
toria sucede en un breve espacio de tiempo, principalmente en
un solo día, y se cuenta de forma ordenada. El autor pretende
presentar los hechos tal y como se produjeron ante él, sucesi-
vamente, de manera fiel y con el mínimo de interpretaciones
(De Bary, 1980: 155). Para ello, empieza contextualizando la
escena y explica el motivo que lo llevó a encontrarse en el lugar
de los hechos. Indica que «el 15 de agosto sería el hatsu-bon, el
primer Día de Difuntos» y describe las flores que deposita so-
bre la tumba de su mujer, muerta por tuberculosis hacía poco
menos de un año. Destaca el brillo de su color amarillo bajo el
sol y se refiere a ellas como «flores de verano», una metáfora
de la bomba atómica que acabará encabezando el relato1 y cuya
vida y belleza contrasta con la muerte y destrucción que está
por venir.
Dos días más tarde de esta escena, cae la bomba. Él se en-
cuentra en el interior de la casa y no acaba de comprender lo
que está sucediendo. La descripción se inicia con una frase muy
conocida, justamente por su banalidad e ironía: «Le debo la
vida a un retrete» (Treat, 2003: 180).
En ese instante, la sorpresa, la confusión y la desorientación
son absolutas. Tienen que transcurrir unos minutos para que
Hara se percate de que es un superviviente de la tragedia. A
partir de este momento, describe con mucho detalle el entorno
más inmediato, los alrededores de la casa y las personas con
las que se va cruzando. Desde un principio, ya anuncia que lo
que va a contar no resultará agradable: «Lo que vi parecía sa-
lido de la peor de las pesadillas». La situación era excepcional
y totalmente desconocida para él.
Así, a modo de crónica documental, Hara se dedica a con-
tar todo lo que ve, en primera persona, porque su objetivo es
convencer al lector de que aquello que está explicando es real
(Treat, 1988: 40). Aunque en todo el relato predominan el ho-

Fuente: www.caras.cl visorliteraria.com | 34


ENSAYOS

rror, el caos y la desolación, Hara se no planificado


esfuerza en describir las emociones de con precisión
los supervivientes, el miedo generaliza- y destreza»,
do y la preocupación creciente por los donde «todo lo
seres queridos, heridos o desaparecidos. humano había
A su vez, reconoce el alivio que siente sido extermi-
por encontrarse entre los supervivien- nado». De esta
tes de una tragedia anunciada2: forma, amplía
La amenaza que durante tanto tiempo
su reflexión
había pendido sobre nuestras cabezas,
local a una es-
y cuya llegada considerábamos inmi-
cala global y
nente, por fin se había materializado.
apunta a unos
Ya no había nada más que temer. Me
hechos que in-
sentí liberado: había sobrevivido.
dudablemente
formarán par-
También describe los cadáveres cal- te de la histo-
cinados, mutilados o deformes y, en- ria más oscura
tre las crudas descripciones, intercala de la humani-
imágenes de naturaleza arrasada, gri- dad.
tos agónicos y sirenas que resuenan a lo En ese es-
lejos. Todo ello permite que el lector se tado anímico,
haga a la idea, no solo del dolor físico de y dado que la
cada una de las víctimas, sino también realidad su-
de las dimensiones de la catástrofe. pera lo que
Entre las crudas imágenes que se su- Hara puede
ceden a lo largo del relato, se interca- asimilar, de-
lan algunos datos, como la fecha y hora cide recurrir a
de la caída de la bomba y los nombres la poesía para
de algunos lugares afectados. En aquel plasmar, “en
momento de la guerra, Hiroshima se letras mayús-
había convertido en una base naval muy culas”, sus impresiones3: (CENADO EN UN INSTANTE escribió entre 1947 y 1949. El segun-
importante, por lo que las referencias (PARA DEJAR ESTA HUELLA, do se tituló De las ruinas y el tercero,
al río y a los puentes Sakae y Sumi- FRAGMENTOS DESTROZADOS
LAS RUEDAS DE LOS TRANVÍAS Preludio a la aniquilación. Sin embargo,
yoshi son frecuentes. Además, existían (TITILANTES
(DESCARRILADOS, para facilitar al lector la comprensión
grandes centros de reclutamiento y de CENIZAS GRISES, CASI NÍVEAS,
LOS VIENTRES DE LOS CABA- de algunos detalles, en la mayoría de
instrucción, como el Patio de Armas UN VASTO PANORAMA,
(LLOS, TUMEFACTOS, las ediciones, se suele alterar este or-
del Este y el Patio de Armas del Oeste, EL EXTRAÑO COMPÁS DE CA-
EL HEDOR DE LOS CABLES den y se opta presentar los relatos en
ambos también citados en el relato. (DÁVERES HUMANOS ABRASA-
(ELÉCTRICOS, QUE HUMEAN el orden cronológico de los hechos. Así,
Hacia el final, y a modo de conclusión, (DOS AL ROJO.
(SISEANTES. la trilogía se abre con el relato Preludio
Hara se detiene en el puente Sumiyos- ¿ERA REAL TODO AQUELLO?
Flores de verano es el primer relato a la aniquilación, seguido de Flores de
hi, observa la ciudad en ruinas y des- (¿PODÍA SER REAL?
de una trilogía de relatos sobre la caída verano y finaliza con De las ruinas.
cribe la escena como un «nuevo infier- EL MUNDO DE ANTAÑO, CER-
de la bomba atómica que Tamiki Hara

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ENSAYOS

Notas the Bombing of Hiroshima”. The


(1) Inicialmente este relato se titulaba Journal of the Association of Tea-
Bomba atómica. chers of Japanese. Vol. 15, núm. 2,
(2) Hiroshima siempre había sido uno pp. 150-169.
de los objetivos del ejército norteame- Hara, Tamiki. Flores de verano. Trad.
ricano y, aunque la población lo sabía, Yoko Ogihara, Fernando Cordo-
nadie podía imaginar que la reservaban bés. Madrid: Editorial Impedimenta
para comprobar los efectos de un arma (2011), pp. 71-93.
nueva. Treat, John Whittier (1988). “Atomic
(3) Tamiki Hara era poeta y escritor Bomb Literature and the Documen-
profesional de historias cortas antes de tary Fallacy”. Journal of Japanese
la muerte de su esposa y del episodio de Studies. Vol. 14, núm. 1, pp. 27-57.
la bomba atómica. Treat, John Whittier (2003). “Atomic
Fiction and Poetry”. A The Colum-
Bibliografía bia Companion to Modern East Asian
Literature. Editor: Joshua Mostow,
De Bary, Brett (1980). “After the Apo- New York: Columbia University
calypse: Hara Tamiki’s Writings on Press, pp. 179-183.

Creación
Nuria Ruiz Morillas (Reus, España, 1966). Doctora en Química y Licen-
ciada en Ciencias Químicas y en Comunicación Audiovisual. Profesora titular de
la Universidad Rovira y Virgili (Tarragona) con más de 25 años de experiencia
en docencia, investigación y gestión universitaria. Actualmente está finalizando
el Máster Universitario “Estudios de China y Japón: mundo contemporáneo”. Sus
intereses en los ámbitos de la ciencia, la divulgación, la comunicación y la litera-
tura, confluyen en el continente asiático. Desde hace años escribe microrrelatos y
haikus, algunos de los cuales han sido distinguidos en varios certámenes naciona-
les e internacionales.

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CREACIÓN CREACIÓN

abuela. Como un fantasma, entre noso- nías, tiene prevista su salida para las
tros parecía erguirse su figura menuda, ocho horas diez minutos.…
vestida de oscuro; su rostro pálido, ma- Yo me sabía de memoria las pala-
cilento, los ojos que parecían mirar por bras, la cadencia, como una de esas
debajo de los tuyos, como si no osara canciones que se te meten en la cabe-
levantarlos… y cuando lo hacía, veías en za y te hacen pasarte el día cantando
ellos una extraña súplica, no de ayuda, algo en lo que ni siquiera quieres pensar.
sino de silencio. Una barrera. Un “no Íbamos a visitar a los abuelos. Era una
puedes ayudarme, no lo intentes, haz obligación que hacía que mamá estuvie-
como si nada ocurriera, sonríe y habla ra varios días diferente, sin parecer la
del tiempo…” mamá con la que yo disfrutaba de mi
Yo era un niño, pero los niños com- tiempo libre, la mamá a la que amaba
prenden muchas cosas que a los adul- y que me daba tanto amor. Yo pensaba
tos les parecen galimatías. Y viendo a que bien podríamos dejar de ir, pues na-
mi abuela, humilde y encogida, y a mi die parecía alegrarse mucho al vernos;
abuelo, con los tendones del cuello mar- también los abuelos nos recibían como
cándosele a través de la piel, con los quien cumple con su obligación.
© VenXXa dientes asomando fieramente detrás de Extrañamente, a la ida siempre se
Fuente: Flickr su sonrisa de animal de presa siempre me pasaba por alto el paso por aquella
dispuesto a saltar, yo aceptaba plena- estación de las flores en las ventanas.
mente el hecho de que mi madre nunca Sin embargo, a la vuelta me quedaba,
hubiera querido casarse, nunca hubie- cada vez, prendado de ella. El tren pa-
ra sido capaz de confiar en un hombre, raba muy poquito, acaso medio minu-
La muchacha de la sonri- despertaba con una sacudida y miraba ni como pareja para ella ni como padre to, y nunca bajaba nadie allí. El solda-
al tren que pasaba, me miraba a mí,
sa triste para mí. ¿Casarse? ¿Entregarse? ¿Con do dormitaba a veces, otras se sentaba,
con una expresión en sus ojos que me
por Ana Vega Burgos el ejemplo que tenía en casa? Yo era su muy erguido, con el alma en los ojos,
pareció desesperanzada. hijo y conmigo le bastaba para su ne- pendiente del tren en el que pasábamos
El tren era un ferrobús gris, con cesidad de dar amor. También recibía de largo. Siempre me miraba, siempre
aquel olor característico que a mi ma- de mi parte el cariño suficiente: supo lo miraba yo a él, suponiendo que ten-
La primera vez que pasamos por la
dre le daba siempre náuseas y, a la vez, confiar en mí con total sencillez, y yo dría que coger el tren siguiente al nues-
estación, era yo un niño. Recuerdo que
hambre. A mí me gustaba tirar de los nunca fui un hijo conflictivo. tro, y preguntándome por qué, si era
me impresionó su belleza triste, me-
respaldos de los asientos, ahora mira- Volvimos al pueblo muchas veces. así, madrugaba tanto para luego tener
lancólica, el azul desvaído de una glici-
ban para adelante, ahora para atrás, Los ferrobuses dejaron paso al tren que aguardar.
nia que, enredándose por la techumbre
qué divertido. Nadie me reñía porque tranvía, aquellos tranvías de color azul Pero llegó un día que fue el último. El
verde, dejaba caer una alfombra de pé-
los escasos viajeros que escogían aque- que ya no olían a gasoil y ya no daban último que pasamos, juntos mamá y yo,
talos sobre el acerado. En las ventanas
lla hora tan temprana iban dormitando náuseas ni hambre a mamá. Recuer- por “mi” estación.
se veían tiestos con lirios amarillos y
o leyendo el periódico. Solo mi madre do —recordaré siempre— el “tin-tin-tín” La tarde anterior había sido distin-
rositas minúsculas, de pitiminí, resal-
no hacía nada: me miraba fijamente, que resonaba por toda la estación, pre- ta. Era verano y hacía calor, ese ca-
tando sobre los blanquísimos visillos.
mas yo sabía que no me veía. Sabía que cediendo a la bien modulada voz de la lor amarillo, pegajoso, con zumbido de
En un banco, con la gorra cubriéndole
sus pensamientos estaban muy lejos, en mujer que anunciaba: moscas, de los pueblos del interior a la
los ojos, un soldado dormitaba al paso
aquella cocina de la casa del pueblo, en —Tren tranvía con destino a G…, si- hora de la siesta. Yo estaba solo en el
del tren. Me quedé mirándolo, curioso,
aquella mujer triste y sumisa que era la tuado en vía primera, andén de cerca- cuarto que me daban siempre, tumbado
y, casi en el último momento, vi que se

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CREACIÓN CREACIÓN

en la cama, sudando, mirando vacua- da de dominó en el bar de la carretera. te con nosotros. Tengo sitio de sobra, —¿Quieres un vaso de leche? —me
mente el cabecero de níquel salpicado Lejos el abuelo, todo cambiaba. Bajé al niño le vendría muy bien tener a su ofreció, como si nada estuviera pasan-
de manchitas de herrumbre, cada vez saltando por las escaleras, entré en la abuela cerca, nos haríamos compañía do.
más manchitas, como un indicador de cocina con los ojos casi desencajados por siempre, yo te cuidaré. ¿No crees que —No, mama: no quiere nada —dijo
su decrepitud. Podía oír, en el cuarto la prisa y la curiosidad, y me encontré ya estás mereciéndote un descanso? mamá—. Ni yo tampoco. Si no te vienes,
de al lado, el “raaaaaaaas” del abanico a mi abuela sentada en su mecedora, —Ya descansaré cuando me muera — nosotros nos vamos ahora mismo. Co-
de mamá, abriéndose y cerrándose ner- como en el invierno, junto a la chime- contestó la abuela. geremos el tren de la noche.
viosamente. Los abuelos no gastaban en nea apagada. Y a mi madre preparan- —Mama, vente, por favor. Yo… yo no La abuela se quedó parada, con la
ventiladores “ni lujos de esos” para los do la cena, de espaldas, haciendo más voy a volver aquí ya más. No quiero bolsa de leche en la mano y el chichón
dormitorios. Si querías refrescarte, una ruido del necesario con las cucharas, la volver a verlo. Ya os dije que, si volvía de la frente resaltando como una de-
ducha fría y larga te dejaba helado para sartén, todo cuanto tocaba. a ocurrir delante de mí, me iría, y esta formidad grotesca, gigante. Miraba a
rato, y un cartón o un abanico acababan —¿Qué ha pasado? —pregunté, acos- vez será para siempre. mamá y no sé cómo ella pudo aguantar
de alegrarte la tarde. En el salón había tumbrado a que se me contestara con La abuela, bruscamente, se retiró la sin echarse en sus brazos y llorar, pero
un ventilador con tres aspas amarillen- claridad. mano de la cara y miró a mamá, ir- lo hizo. Se miraron con algo que ahora
tas, pero por la siesta se acomodaba allí —Me he caído —respondió la abuela, guiéndose en la mecedora, como quien comprendo que fue el alma, desgarra-
el abuelo, con la radio puesta, roncando muy deprisa, con una voz que no pare- se reviste de un orgullo que la engran- da escapando por los ojos, y después la
y despatarrado en el sofá, y solo él po- cía suya. dece. abuela volvió a colocar la bolsa de leche
día disfrutar de aquel relativo frescor. —¿Cómo te has apañado? —inquirí. —Mi puesto está aquí —dijo, como sen- en la jarra y mamá echó en un plato
La abuela se sentaba a la sombra del —Tropecé. tenciosa—. El lugar de la mujer está al lo que estaba cocinando y lo puso sobre
naranjo enorme que tenían en el patio, —¿Te has hecho mucho daño? —yo lado de su marido. la mesa. Un delicioso olor a cebolla y
a coser o a hacer crochet, y aseguraba avancé hacia ella, que se tapaba la cara Pensé en lo incoherente que era aquel ajos fritos acarició, incitante, mi olfato,
que el frescor de las hojas verdes ac- como si le molestara el inexistente fue- orgullo que la hacía hasta más alta, aguijoneando mi apetito, pero aquella
tuaba sobre ella mejor que cualquier go de la chimenea, y ella se cubrió más cuando mamá respondió: noche ni mamá ni yo cenaríamos nada.
aparato de aire acondicionado “de estos aún. —¿Al lado de un marido que le pega? Fue una noche de ayuno y adioses sin
modernos”. —Mama, no acostumbro a mentirle a ¿Hasta cuándo, mama? ¿Hasta que la palabras.
Pero aquella tarde cesaron de pronto mi hijo —intervino entonces mamá. La mate? La estación del pueblo era pequeña,
el “raaaaaas” del abanico, y el sonido abuela no dijo nada, mamá tampoco, y Entonces alcancé a ver, en la fren- con un gran reloj, ventanas con cuarte-
amortiguado de la radio, y el mutismo yo me quedé mirándola, expectante. te arrugada de la abuela, un chichón rones pintados de verde —como todas las
de la abuela. Aquella tarde escuché vo- Desde la ventana de la cocina po- colorado y brillante. Pero esta vez no estaciones— y puertas cerradas. Mamá
ces roncas, escuché murmullos apaga- díamos ver la vía del ferrocarril. Un pregunté. No quería oír su mentira, y sabía que ningún tren pasaría hasta la
dos, y golpes, y palmadas, y un gorgoteo mercancías pasaba en aquel momento, tampoco hubiera querido oír la verdad. mañana, y por eso, a pesar del calor del
que, aunque intentaran ahogarlo, era saludando con un pitido largo. Automá- ¿Para qué? Ya la adivinaba: el animal verano, cogió una manta antes de salir
llanto y dolor. ticamente, empecé a contar, como ha- de presa había saltado, golpeado, heri- para siempre de la casa de sus padres.
También escuché portazos, y la voz cía siempre, los vagones que parecían do… y después, libre con su desahogo, se Envuelto en aquella manta pude dor-
de mamá, susurrando, y el silencio que perseguirle. Cuando llegué a treinta, me había ido a jugar al dominó. mir, entre sobresaltos, aquella extraña
le contestaba. Temblando en el cuarto, salió la sonrisa del que ha ganado una Rutina. noche que marcó mi vida para siempre.
sudando pero sintiéndome estremecido infructuosa apuesta consigo mismo. Estúpida, increíblemente absurda Debí dormirme sobre la medianoche,
por los escalofríos, aguardé horas y ho- Mi sonrisa se congeló cuando escuché rutina que se aceptaba con absoluta re- estirado en el banco, con la cabeza apo-
ras, mientras el sol jugaba al escondite a mamá: signación. yada en el regazo de mamá. De vez en
entre las hojas de los árboles del huerto, —Mama —no le decía “mamá”, sino Sin contestar a la pregunta de mi cuando pasaban algunos trenes que me
aguardé hasta que vi salir al abuelo que “máma”, con el acento prosódico car- madre, la abuela se levantó y se dirigió despertaban. Recuerdo especialmen-
se dirigía, como cada tarde, a su parti- gando sobre la segunda sílaba—, ven- al frigorífico. te el expreso, marrón oscuro, dorado,

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CREACIÓN

das!... intensamente poder extender la mano y


¡El horror que acariciarlo.
hace grandes los ob- La muchacha avanzó unos pasos por
jetos!... el andén y yo esperé, ansioso, a que vol-
Apuntaba apenas viera la cabeza para mirar al tren que
una línea de sol tras partía, pero no fue así, y de pronto me
las colinas cuando encontré con los ojos llenos de lágrimas
llegamos a la esta- contemplando cómo el sol se convertía
ción. El tren frenó, en una bola anaranjada que trepaba por
con un chirriar que encima de las copas de los árboles. Ya
parecía un lamen- no había estación, ni soldado, ni mu-
to, y yo pegué la chacha de cabellos de otoño.
nariz a la ventani- Y pasó el tiempo. Pasó tanto tiem-
lla, escrutando con po que yo me hice un hombre y empecé
la fascinación que a viajar solo. Durante un tiempo viajé
me era habitual en en autobús y hasta en mi propio coche,
aquel lugar. No era pero lo mío no era la carretera: lo mío
la hora habitual, no era el tren, el traqueteo adormecedor,
obstante… allí esta- las vías que llevan hecho su camino,
ba mi soldado, el de siempre igual pero siempre diferen-
siempre, y pude ver te, las estaciones verdes, el gran reloj,
cómo de pronto se los terraplenes al borde de las vías, los
ponía en pie, de un cruces con otros trenes, ese momento
salto, y avanzaba en el que entras de pronto en el mundo
hacia el tren. ¿Iría de otros viajeros, en el que pareces con-
a subir? Pero an- fundir destinos, solo un instante, pero
tes de que pudiera un instante que a veces puede parecer
ver lo que hacía, un eterno. Una vez me pareció ver —tuvo
nuevo personaje dis- que ser mi imaginación, pero sé que no,
trajo mi atención: del tren en el que yo que lo vi— al soldado de mi infancia.
que a mí me parecía, siempre, un tren tró, medio dormido, hasta dentro de él. Era él, con el rostro más moreno, más
viajaba estaba bajando una joven, y mi-
de lujo, un tren en el que deseaba su- Me senté, me acurruqué en la manta arrugado, y la misma mirada desespe-
rarla a ella me pareció mucho más in-
bir para viajar a lo desconocido. Años e intenté cerrar los ojos, pero aquella ranzada. Y supe que él también me ha-
teresante que seguir mirando al solda-
después, leyendo a Campoamor, me neblina en la que se envolvían las imá- bía reconocido, y sus ojos brillaron de
do. No pude ver su rostro, pero observé
impactó un poema suyo, en tres can- genes al amanecer, me atraía, me es- pronto, como enviándome un mensaje
a placer la hermosa melena ondulada
tos, que comenzaba: “Volvía de París en pabilaba. Ya no conseguí dormir más, a urgente que yo no supe descifrar.
que le caía sobre la espalda. Tenía su
tren expreso…”. pesar de que mamá, por fin, había ce- Todos los fines de semana volvía a mi
cabello el color del oro viejo, no, aún
Aquellas descripciones, que en cierto rrado sus ojos y parecía descansar, aun- ciudad, a visitar a mi madre. El domin-
era más cobrizo… exactamente, el tono
modo pueden hacerte sentir despavo- que un rictus amargo contraía su boca. go por la tarde regresaba a cien kiló-
de las hojas rojizo-doradas de los árbo-
rido, me traerán siempre a la mente ¡Las rocas, que parecen esqueletos!... metros más al sur, donde trabajaba. No
les en otoño. Estuve seguro de que era
el recuerdo de aquel amanecer, cuando ¡Las nubes con entrañas abrasadas!... era el mismo camino que recorriera de
tan suave al tacto como la seda, y deseé
pasó el primer tren y mamá me arras- ¡Luces tristes! ¡Tinieblas alumbra- pequeño para ir al pueblo de los abue-

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CREACIÓN CREACIÓN

los. Sin embargo, alguna vez me suce- menos impresionante. se arrancaba la sonda… igualito que un ras de agosto. Me sentí, de nuevo, niño:
dió levantar los ojos del libro que solía Un pobre hombre. niño chico. me apetecía dar puntapiés a las piedras,
ir leyendo y encontrarme, de pronto, Un mal hombre. —Los hombres se vuelven niños cuan- comer un helado, asomarme al borde
con que el tren estaba pasando por una Tenía curiosidad por ver cómo reac- do les llega esa hora —aseveró alguien. del andén para contemplar las vías, las
estación que me resultaba muy, muy cionaba la abuela. ¿Lloraría? No podía Mientras las vecinas analizaban con mismas viejas y queridas vías de siem-
conocida. ¿Alguna vez? Bueno: muchas sentir verdadera pena, ¿o sí? ¿Y mamá, fruición la enfermedad y muerte del pre, las que perdurarían allí cuando yo
veces. Quizá siempre. Suena a locura, que no había vuelto al pueblo desde abuelo, yo observaba a mi abuela. Te- ya no fuera más que un cerúleo señor
ya lo sé, y sin embargo no lo es, como aquella lejanísima noche en la que par- nía una expresión… rara, huidiza. Mi- inofensivo vestido de domingo y guar-
no lo es tampoco que, cada vez que pa- timos sin mirar atrás? Ni siquiera du- raba a mamá. Mamá estaba en mitad dado en una caja para siempre jamás…
saba por allí, veía sentada en un banco, rante el mes largo que el abuelo estuvo de la escalera, con el trapo del polvo en A la ida, había dormitado un rato,
con su maleta al lado, a una muchacha ingresado en el hospital, mamá había una mano y la otra mano cubriéndole pero a la vuelta iba completamente des-
con el cabello muy largo, rojizo, que mi- dicho una palabra sobre visitarlo. la boca. Y miraba a la abuela. Enton- pierto y alerta. Mi mente daba vueltas a
raba al tren con ansia. Allí estaban, las dos. La abuela, a ra- ces la abuela, como sin darse cuenta, se las muchas ideas que me iban asaltan-
La primera vez, nuestros ojos se cru- tos, se llevaba el pañuelo a los ojos, pero llevó una mano a la frente, me pareció do, a cual más turbadora, y mientras
zaron solo un segundo. Yo me estreme- no lloraba, no hacía dramas. Explicaba que justo al sitio donde, años atrás, ha- pasaban ante mí campos y campos, no
cí. Pensé que no podía ser, imposible; —veinte veces— que se había tomado un bía tenido aquel chichón que había sido me daba cuenta del tiempo que trans-
supe que, sin embargo, era. Parecía un tranquilizante para “aguantar”. Mamá lo último que viéramos de ella en tanto curría, me encontraba en esa especie de
juego, o un sueño, una ilusión que me iba de aquí para allá, se metía en la co- tiempo. limbo del que hablara Bécquer.
hacía esperar el domingo como un niño cina, de pronto la veías con un cubo y El abuelo, borracho, se había caído El tren iba frenando su marcha. Los
espera a los Reyes Magos. ¡Era tan dis- una fregona en la mano yendo para al- por las escaleras… árboles que dejábamos atrás me iban
tinto del resto de mi prosaica vida y gún cuarto, o con un trapo, frotando la Y, si sobrio era capaz de golpear e siendo muy familiares. No me sorpren-
mi aburrido trabajo! Y cada domingo, barandilla de la escalera… como si tra- irse luego tan tranquilo a jugar al do- dí cuando vi las glicinas florecidas col-
nuestros ojos se enlazaban mientras el bajando no se diera cuenta del paso de minó, ¿de qué no sería capaz borracho? gando, moradas, de la techumbre, y las
tren recorría, despacio, la estación en las horas. Tampoco lloraba, aunque se Estaba deseando salir de allí, alejar- macetas en las ventanas, con sus lirios
toda su longitud, sin detenerse nunca la veía muy aturdida. me —para siempre, me dije— de aque- amarillos y sus rositas de pitiminí.
pero avanzando apenas. Y ella me son- —No sabía que estuviera tan enfer- lla atmósfera opresiva del pueblo, de la No me sorprendí cuando vi a mi mu-
reía, y refulgían sus ojos azules como mo —comenté yo en algún momento, y casa con los postigos entornados, de las chacha, la de los ojos melancólicos y la
lirios y su sonrisa era bella, muy bella, era cierto, nada me había comentado voces que hablaban en susurros… —¿para sonrisa triste, sentada en el banco, con
pero cada día más triste. mamá porque nunca hablaba de él con- no despertar a los muertos?—, de aque- un pie apoyado descuidadamente sobre
Y entonces, tuve que volver al pueblo migo. lla mujer, mi abuela, que me parecía la maleta. El corazón me dio un salto
para el entierro de mi abuelo. —Ay, hijo, desde que se cayó por la una desconocida. Pretexté una llamada en el pecho cuando vi el zapatito de ta-
Llegué al atardecer. Lo estaban ve- escalera aquella noche… —respondió en- de negocios para salir disparado desde cón alto y el fino tobillo. Nuestros ojos,
lando en el salón de la casa, el ataúd co- seguida una vecina. el cementerio. ¡A la estación! Mamá se nuevamente, se cruzaron, y su sonrisa
locado sobre las oscuras sillas de severo —Y como iba… así… —añadió otra, en quedaría unos días con la abuela, des- se acentuó, más personal, anhelante,
respaldo que nunca se usaban “para no voz baja pero muy clara. pués no sabían aún lo que esta haría, si aunque siempre tan, tan triste…
desgastar la tapicería”. Vestido con su Todos —yo también— asentimos, com- irse con su hija a la ciudad, si quedarse Esta vez, envalentonado quizá por la
mejor traje, el abuelo yacía con los ojos prensivos. Iba borracho, por supuesto. allí sola con sus recuerdos… cercanía de la muerte, me levanté como
cerrados y las mejillas amarillentas. —Y se rompió una cadera y la otra En la estación me sentía como en impulsado por un resorte y me dirigí al
Parecía hinchado, abotargado. Le miré pierna… pobrecillo, qué final. Encama- casa. Todo estaba igual, tan bien cuida- viajero que se sentaba delante de mí:
sin sentir nada, ni dolor, ni nostalgia, ni do en el hospital, y no le podían ope- do, tan limpio, con la vieja acacia aún —Perdón, por favor, ¿podría decirme
siquiera pena. Me pareció mucho más rar por una infección que le sacaron, y más frondosa ofreciendo su húmeda cómo se llamaba esta estación? No con-
pequeño de lo que recordaba, mucho luego ya no quería comer, le sondaron, sombra para aquellas siestas abrasado- seguí ver el nombre.

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CREACIÓN

El hombre me miró frunciendo el la pantalla, me


ceño. sonreía, solo a
—¿Estación? ¿Qué estación? Hace mí.
cerca de una hora que no hemos pasado ¿Me busca-
por ninguna. ba?
—Pero… esta estación, hace un minu- Por la mis-
to, la de las glicinias… ma época, em-
—Joven, debe haberse adormilado us- pezaron los
ted. No hay ninguna estación aquí, nun- sueños. Nunca
ca la ha habido. Y en cuanto a las glici- eran muy cla-
nias… ¿glicinias, en noviembre? ros, apenas un
Debía saberlo yo, debía haberlo com- recuerdo rá-
prendido, si veía la misma estación hi- pido, igual que
ciera el recorrido que hiciera, si siem- esos paisajes
pre había lirios y rosas en las ventanas que se ven des-
y racimos morados colgando del techo, de la venta-
y siempre estaba mi muchacha son- nilla del tren
riendo para mí… por un segun-
No sé si fue la muerte de mi abuelo, do, que surgen
o la sospecha que crecía como una bur- de la niebla y
buja en mi boca cuando recordaba a mi a ella vuelven.
abuela, o la certeza de que aquella es- Soñaba con la
tación no era más que un fantasma que estación, con
viajaba a lo largo del camino de hierro… la muchacha,
solo sé que un miedo irracional (o muy con el tren que
racional) se instauró dentro de mí, y a me acercaba a
partir de aquel día no fui capaz de vol- ella, con las in-
ver a subirme a un tren. mutables vías
Autobuses, coches… no me gustaban, y el traqueteo
pero me acostumbré. Se acostumbra arrullador. Un
uno a todo, también a no pensar. In- día soñé que bajaba del tren en aquella rril. profunda, porque nunca, nunca, bajo la
cluso tuve un par de amoríos norma- estación. Después ya siempre seguí so- Poco a poco, mi caminar por las ca- cabellera se encontraban aquellos ojos
les, insulsos, que cayeron por su propio ñándolo: bajaba, me acercaba a mi mu- lles se fue volviendo errático. No me lánguidos de lirio ni la triste sonrisa de
peso. No me extrañaba, y tampoco año- chacha… y entonces, despertaba. daba cuenta, pero iba con la cabeza mi amada.
raba el amor de pareja, algo que no ha- Busqué en Internet el significado de un poco levantada, estirando el cuello, Los compañeros del trabajo comen-
bía visto nunca a mi alrededor. No era los sueños. Soñar con trenes podía tener como buscando a alguien por encima zaban a mirarme con desconfianza. A
feliz, tampoco era desgraciado. muchos significados, nada me aclaraba. del mar de gente que avanzaba ante mí. veces me comentaban:
Un día, en el cine, la vi de nuevo. Ya: Soñar que bajabas de un tren significaba Y si por casualidad distinguía a lo lejos —Ayer te vi… por la calle S…, o por la
no puede ser. Pero allí estaban, en mi- que estabas alcanzando tu meta. Era un una cabellera rojiza, entonces, ¡ay!, en- plaza M… Ibas tan abstraído que no te
tad de la película: la estación, las flo- buen augurio. tonces podía seguirla adondequiera que diste cuenta de que te estaba llamando.
res, la chica… la chica de los cabellos Sin embargo, yo no era capaz ni de fuese… solo para, al alcanzarla, sentir ¿Adónde ibas?
color hoja de otoño. Me miraba desde acercarme a una estación de ferroca- cómo me hundía en la decepción más —¿Yo…? No creo… no recuerdo haber

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CREACIÓN CREACIÓN

estado por allí. muchacha, en el banco, con las piernas loco, en el andén, salté, agité los brazos, corazones sobre el vaho que empañaba
Las primeras veces lo negaba con cruzadas, balanceando su fino tobillo grité suplicando que se parara, que me el cristal de la ventanilla.
más ímpetu, pero poco a poco fui per- aristocrático. ¡Qué hermosa era! Tiré recogiera, y el tren me respondió, sa- Me miró, a mí, como tantas veces.
diendo seguridad. Sí, era cierto, me que- de la anilla. El tren se detuvo con un ludando con un largo pitido sin retorno. Pero esta vez, su sonrisa ya no era tris-
daba un vago recuerdo de haber pasado grave chirrido. En el último vagón, con el cabello te.
por tal o cual calle, siempre en pos de Abrí la portezuela, salté al andén y suelto, hermoso, del color de las hojas Era una sonrisa victoriosa.
una cabellera color otoño que siempre, corrí. en otoño, iba ella. Con un dedo, dibujaba
al alcanzarla, me hacía sentir ganas de Del tren bajaron algunos hombres.
llorar. Gritaban, preguntaban, se movían de
La veía en la calle, la veía en las pe- un lado a otro. ¡Es un delito detener un
lículas, su reflejo venía a mí desde el tren en marcha sin un motivo muy jus-
agua de los estanques, me buscaba en tificado! Pero yo me escondí entre las Ana Vega Burgos (Villafranca de Córdoba, España). Actualmente llevo la
mis sueños, me llamaba. Me estaba lla- ruedas de unos carros que había allí pa- Biblioteca Municipal de mi pueblo, pero antes he trabajado un poco en todo: lim-
mando porque yo había dejado de acudir rados, a la salida, y esperé. Al cabo de piadora, camarera, vendedora ambulante, técnico en educación infantil y hasta
a aquellas tácitas citas desde el tren. unos minutos, el tren comenzó a andar escritora de novelas de evasión en los años 80, cuando a los que publicábamos no-
Tenía que volver. Lo sabía. Tenía que y se fue alejando. velas en colecciones semanales nos llamaban “escribidores” (yo fui la más joven,
regresar al tren, tenía que pasar por Entonces, con una sacudida, “des- empecé a publicar a los diecisiete…). Premio de Novela Corta Fuente Agria en 2008
aquella estación ¿fantasma? que me perté”. Di unos pasos. ¿Carros? ¿Desde y varios premios de Narrativa Breve como el Berta Piñán, el Sebastián Cuevas,
había salido al paso desde que era un cuándo no hay carros en las estaciones? el Raphael, el de Igualdad de San Fernando, etc., algunos de ellos recogidos en el
niño. Para volver a ver a mi muchacha. ¿Desde cuándo no hay carros, de hecho, libro Esperando a Anáis, publicado en 2014 por Litopress. Hace un par de meses
Pero eso ya no me bastaba. Quería casi en ninguna parte? publiqué en Amazon una novela juvenil sobre la violencia de género a los quince:
estar con ella. Ella me esperaba. Tenía Caminé cautelosamente. La estación No vuelvas a llamarme princesa.
que bajar del tren. estaba en ruinas; el banco, con la pin-
El tren nunca paraba en la estación… tura descascarillada, casi desaparecía
ah, sí, paró una vez: cuando ella bajó, entre margaritas silvestres y cardos.
mucho tiempo atrás. No sabía el nom- Las glicinias seguían colgando del techo
bre de la estación pero no importaba: de la estación, pero habían perdido su
tiraría de la anilla de emergencias. color morado y eran blancas, descolo-
Y así lo hice. Me temblaban las ma- ridas, con apenas un toque de lila que
nos al volver a subir al tren, había de- resultaba fúnebre.
sarrollado una especie de fobia, pero no No había nadie, nadie, en aquella es-
importaba nada. Tardábamos en llegar tación abandonada que no se resignaba
a mi estación: ¿y si no pasábamos por al olvido.
ella esta vez? Qué tontería, siempre ha- Me sentía pillado en una trampa ex-
bíamos pasado, siempre. Siempre. Des- traña, una trampa de la que no había
de cualquier punto de España, yo cogía manera de salir. Durante horas, tal vez
un tren y este pasaba por la estación de minutos, corrí de un lado para otro en-
las glicinias. O ella pasaba ante al tren, tre maleza alta, basura y polvo. ¿Qué
tal vez. hacía allí? ¿Qué podía hacer?
¡Ah, aquí estaba! Reconocía los ár- ¡Un tren! ¡Se acercaba un tren!
boles del camino. De un salto, me co- ¿Cómo detenerlo? No poniéndome de-
loqué junto a la anilla. La estación. La lante… evidentemente, no. Como un

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CREACIÓN

Mi psicóloga me estafa
por José Luis Carranza

Estoy empezando a sospechar que mi psicóloga me estafa.


Hace ya casi dos años que estoy yendo a verla religiosamente
todas las semanas y he visto muy pocos progresos. Porque lógi-
camente que teniendo sesiones semanales durante tanto tiem-
po, algunos progresos he tenido pero, si me pongo a hacer las
cuentas, creo que he tenido más retrocesos que progresos. O a
lo mejor es un empate, no sé.
Porque para mí que los psicólogos te hacen lo mismo que en
los talleres mecánicos: les llevás el auto porque la luz trasera
no funciona y los tipos te lo arreglan y te cobran barato, pero
a los tres días tenés que volver a llevárselos porque sentís un
ruidito atrás, como de chapa suelta, que no sabés a que atri-
buírselo. Ese otro arreglo ya es un poquito más caro porque “a
ese repuesto únicamente lo fabrican en Francia, y con el tema
de las importaciones...”, te explican, pero ahí no termina la
historia. Cada vez que lo sacás del taller el auto manifiesta un
nuevo síntoma, hasta que llega un día en que el tallerista te ex-
plica que se le ha quemado la junta de la tapa, que la única que
queda es rectificar el motor, y que para eso hay que desarmar
todo. “Por los repuestos no te preocupés porque son baratos”,
te aclara. Y es cierto, la junta sale dos mangos, pero de mano
de obra te cobran un huevo y medio, y encima te dejan sin auto
por una semana. Al final uno se pone a sumar los gastos y llega
a la conclusión que hubiera salido ganando plata si cuando le
dejaron de funcionar las luces traseras se hubiese comprado un
auto nuevo.
En el caso de los psicólogos no sé si es exactamente igual,
pero algo de eso hacen. Porque cuando yo fui por primera vez
a una consulta con mi psicóloga, tenía algunos problemitas y
estaba bastante estresado, pero no era nada tan grave. Ima-
ginaba que con unas cuantas sesiones ya iba a estar bien, y no
fue así.
Y eso que a la mina me la habían recomendado. Porque so-
bre que yo era reticente a ir a hacer terapia, la vez que estaba
decidido no iba a ir a ponerme en manos de cualquiera.
El Loco Martínez me la recomendó. Un día andaba medio al
pedo por el centro y me lo encontré al Loco, que hacía como un

© Andrew Dyakov visorliteraria.com | 52


Fuente: Flickr
CREACIÓN CREACIÓN

siglo que no lo veía. Nos fuimos a tomar hacerlo. encontraba uno nuevo. usado por los estudiantes para mante-
un café y ahí charlando le conté lo que Los siguientes dos meses estuvimos Pero no son solo esas cuestiones las nerse varios días despiertos. Hay que
me andaba pasando, y entonces me su- trabajando sobre ese tema. Utiliza- que me hacen sospechar que me está lograr un equilibrio químico. El tema de
girió que fuera a verla a esta doctora. ba técnicas muy extrañas y a veces a estafando. Ahora yo me pongo a reca- las drogas es muy delicado”.
Yo al principio medio que no le di bola, mí me daba la impresión que estuvie- pitular y la verdad es que desde siem- Por suerte a los remedios no los pa-
pero después me terminó convenciendo. ra improvisando. Por ejemplo me ata- pre ha habido cosas muy sospechosas. gaba tan caros, porque ella me había re-
Me dijo que era una mina muy profe- ba a una silla, me amordazaba y luego Por ejemplo, cuando ya llevábamos comendado una farmacia que era de un
sional, muy seria, que no cobraba muy se sentaba frente a mí y me contaba como ocho meses de terapia, un día de primo suyo, creo, en donde me hacían
caro, que él hacía más de diez años que historias de su vida personal. A la me- repente se le dio por empezar a me- algún descuento. De todos modos, su-
se hacía tratar con ella porque la mina dia hora me desataba, y yo debía re- dicarme. “Pero vos sos psicóloga, ¿po- mando lo que gastaba en las sesiones (a
era excelente, y no sé cuántas otras co- petir con mis propias palabras todo lo dés recetar?”, le pregunté, porque en el esa altura había empezado a ir tres ve-
sas más. El tema es que me conven- que ella me había contado. Otras ve- consultorio lo único que estaba colgado ces por semana) y lo que gastaba en re-
ció. Porque yo al Loco le tengo mucha ces me metía así, atado y amordazado, en la pared era su diploma de psicóloga. medios, se me iba mucha plata. Porque
confianza. Será todo lo loco que ustedes adentro del placar de su consultorio, y “También soy psiquiatra”, me respon- no eran solo esas pastillas. Al mes, me
quieran, pero el tipo es serio, y no te va me dejaba ahí encerrado cerca de una dió, sacando de un bolsillo de su guar- aumentó la dosis del estimulante y me
a estar engrupiendo en un asunto tan hora mientras ella atendía a otro pa- dapolvo blanco un carnet y volviendo a agregó un antidepresivo. Según ella, de
delicado. ciente. La idea era que al sacarme del guardarlo tan rápidamente que prác- ese modo estaba cubierto para no tener
Al día siguiente saqué turno, y a los placar yo intentara reproducir, con la ticamente no alcancé a leer nada. Por problemas de bipolaridad. “Es preven-
cinco días ya estaba teniendo mi prime- mayor fidelidad posible, la charla que otra parte era la primera vez que la tivo, esa enfermedad está muy difun-
ra sesión. ellos sostuvieran. Para evitar que hicie- veía con delantal, pero desde entonces dida últimamente, y nunca se sabe...”,
Las primeras semanas las cosas ra ruidos, me tenía amenazado con que empezó a usarlo en todas las sesiones. me explicó.
funcionaron bastante bien. Me sentaba si me descubrían, tendría que pagar el Lo primero que me recetó fue un No sé, por ahí estoy hablando al vicio
frente a la doctora, le contaba mis pro- doble por esa sesión. El tema es que el ansiolítico para que durmiera mejor. y la mina realmente sabe lo que está
blemas y después, al salir del consul- placar era demasiado chico, muy hú- Mientras me estaba haciendo la receta, haciendo. Porque a veces uno es muy
torio, me sentía muy aliviado. Como si medo y prácticamente no tenía venti- le protesté diciéndole que en realidad yo perseguido, se da manija y termina cre-
me hubiese sacado un peso de encima. lación. Me asustaba muchísimo estando dormía muy bien por las noches, pero yendo que todo el mundo está queriendo
Y eso que la mina solo se limitaba a ahí encerrado. Sentía que me faltaba el ella sin dejar de escribir, me dijo “Bue- cagarlo. Qué sé yo. La próxima sesión le
escucharme, casi ni hablaba. Es más, aire. Incluso la última vez que me ence- no, en ese caso, vamos a agregar esta voy a pedir que empecemos a trabajar
creo que recién le conocí la voz en la rró, tuvo que terminar llamando a uno otra pastilla que es un estimulante muy sobre ese tema.
tercera sesión, que fue cuando me dijo de esos servicios de emergencia porque,
que mi principal problema era el no sa- al abrir el placar, me encontró desma-
ber escuchar a los demás, que era de- yado.
masiado verborrágico y que eso en defi- Los siguientes dos meses estuvimos
nitiva provocaba que yo me aislara del trabajando justamente sobre eso: mi José Luis Carranza (Córdoba, Argentina, 1966). Soltero, sin hijos. Soy ana-
resto de las personas, porque con tanto claustrofobia. Y cuando ya creía haber lista de sistemas informáticos. Si bien de más joven algo había escrito, hace un año
hablar no permitía una verdadera co- superado ese problema e imaginaba que descubrí mi pasión por la escritura, y ahora lo hago a diario.
municación. Me pareció una pelotudez iba a darme el alta, me salió con que mi
y se lo dije, pero ella insistió, y a modo estrés se debía a que era demasiado au-
de ejemplo me contó que a eso mismo toexigente, demasiado perfeccionista y
estaba intentando decírmelo desde la obsesivo con mi trabajo. Otros dos me-
primera sesión, pero que yo con tanto ses más, y así sucesivamente. Cada vez
hablar no le había dado oportunidad de que solucionaba algún problema, ella

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CREACIÓN CREACIÓN

metropolitano, la amistad con el encar- hay que estar hecho para poder hacer
gado y tu cinturón negro de karate sho- una cosa así. O a lo mejor sí que lo lle-
to-kan como única tarjeta de presenta- gas a comprender y hasta entiendes lo
ción. Porque desde luego otros méritos mucho que hay que estudiar, los años de
no tenías. Y así ya te ves, armado, con investigación; y te llenas de tristeza al
defensa y grilletes al cinto, walqui en saber que tú nunca lo lograrás, porque
la trasera y rizado cordón sobre tu pe- a ti lo que te gusta es escribir, pero eso
cho conectado con el pulsador, toda una de estudiar, nada, y sin estudiar, cómo
imagen represiva dispuesta a actuar. A coño vas a escribir algo así.
actuar y a repartir si es preciso en aras Aunque en la vida, vuelves a repe-
de salvaguardar el orden de ese mítico tirte, todo es cosa de aprender, exacta-
recinto que se te acaba de confiar. mente igual que aprendiste a noquear a
Y es que en la vida suelen ocurrir un fulano con solo golpear en el lugar
así las cosas. Tu sueñas con convertir- adecuado, que fue cuando descubriste
te en escritor, lees montones de libros, que lo que habías estado haciendo en
seleccionas tus autores preferidos, te plan deporte y exhibición verdadera-
apuntas a talleres y cursos de creación mente también servía como arma le-
© Stefan Krsanin literaria, emborronas lo que cae en tu tal. Y lo aprendiste del peor modo que
Fuente: Flickr mano, participas en concursos y cuan- lo podías aprender, muerto de miedo y
do ya crees que lo haces medianamente en solitario aquella tarde que te dejaron
bien ¡zas!, de la noche a la mañana, allí, contemplando las literaturas y lle-
así te ves, uniformado de matón y te- gó a la estación aquel convoy que trans-
miendo en todo instante que te llamen portaba humanos como si fueran aren-
Grafiti por imaginación tador de calidades imposibles con aires para actuar. Y te llamarán, vaya si te ques en conserva, y de allí surgieron,
por Mariano Velasco Lizcano de grandeza creacional. ¡Qué eso es lo llamarán, porque si no para que te ha- con sus rapadas cabezas, sus chupas de
que eres! Claro que si unos aprenden a bían de contratar. Así que aquí estás, cuero, sus «botos» militares y cadenas,
hacer diabluras con los jodidos ordena- en esta puñetera estación subterránea, y la fulana aquella detrás, gritando
En la vida todo es cosa de aprender. dores, y otros conducen trenes a galác- con botas militares y en compañía del histérica que le habían robado el bolso,
Y se puede aprender a casi todo. Al me- ticas velocidades, y hacen todo eso con Buque y el Marrón, dos gorilas llenos y allí te encontraste, solo y directamen-
nos eso te dices tratando de convencerte la misma facilidad con que se despa- de bíceps con los que da miedo has- te metido en el marrón, que hasta se te
—si quieres persuadirte de aquello que te chan unas cervezas o se ponen a mear, ta hablar: “Quevedo, nos vamos para doblaban las piernas con el miedo que
interesa, nadie tan elocuente como tú por qué tu no vas a aprender a escribir allá que parece que hay movida” —te tenías: “Venga chicos, hacer el favor de
mismo—, que para eso vas de literato con genio —te dices a ti mismo—. Por- comenta el Buque—. Y tú les dices que darme ese bolso”, y comprendiste que
por la vida aunque no te comas ni una que escribir, lo que se dice escribir, si está bien, que allí les esperas mientras habías cometido el primer error porque
rosca con eso de la publicación. Pero tú, escribes, bonito sabes hilar, desde lue- te paras a observar las vitrinas de la li- según con qué gente no se puede em-
erre que erre, emborronando sin parar go, pero la genialidad te falta, bien lo brería; mucha prensa del corazón, mu- plear un “por favor”, porque eso a ellos
folios usados por su cara posterior, por- sabes, y así no hay modo de trincar en cho coleccionable y un expositor con los les suena como a “Mira esta maricona
que talento lo que se dice talento no es ningún concurso y la falta de pasta te últimos best-seller en formato de bolsi- temblona que a punto va a cobrar”. Y
que tengas mucho, pero manías y gili- está acosando sin cesar. llo: Los pilares de la tierra; joder, eso sí cuando viste aquel bulldozer que se te
polleces, de esas tienes a hartar, y será Sí, no lo dudes, es la falta de pas- que es escribir, piensas mientras hojeas venía encima largaste con el codo direc-
por eso por lo que te da por las letras ta la que te ha llevado a aceptar este por enésima vez sus casi mil páginas to a la mandíbula que como un fardo de
siempre que lees algo excepcional: imi- empleo de segurata en la contrata del sin llegar a comprender de qué pasta patatas se desplomó, y ya los demás es

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CREACIÓN

que ni se movieron, que de que te diste todo un tren. Y


cuenta tenías el bolso en la mano y al así el tema te
Buque y al Marrón dándote palmadas obsesiona; te
en la espalda "¡Muy bueno, joder! ¡Hos- obsesiona como
tias, Quevedo, quien lo iba a decir!". Y este nuevo tex-
tú sin saber de donde había salido aque- to que te has
llo; bueno, sí, sabiendo que aquello era propuesto es-
fruto del pánico y que si volvieras otra cribir y que no
vez echabas a correr y ya no parabas te sale por más
hasta escaparte de allí. vueltas que le
Bueno, y hasta cuando te planteas das. ¡Puñetera
estar así, pavoneándote por entre tú- falta de imagi-
neles y neón, con esa fama de gallo nación! Porque
que te has sabido ganar, que ya hasta eso es lo que
a gusto te encuentras dentro del uni- a ti te falta,
forme y sonríes cuando ves los remo- imaginación,
linos que entre los manteros despierta que cuando
tu sola presencia, habilidosos del tirón luego te vienen
de cuerdas, pelis y casetes al bolsón, y las ideas ya
tú entornas los ojos tratando de imagi- todo es coser
nar tránsitos y epopeyas de pateras y y cantar, bue-
cayucos que pueden ser un buen tema no quiero decir
para narrar. Y te ves escribiendo no- coser y escri-
tas en esa libretita que guardas en el bir. Y te pre-
bolsillo derecho, junto al corazón, caldo guntas que por
de cultivo de futuras literaturas, porque qué no tendrás
eso sí, a ti no se te olvida que lo tuyo imaginación
es escribir, pero escribir donde hay que si de crío tus
escribir, dándole gusto al cuerpo y con mejores juegos
respeto a la propiedad, y no como esos consistían en
condenados grafiteros, jodiendo azulejos imaginar, imaginar mil historias de ha- do con ese pobre infeliz que se ha sal- salen las palabras noqueado como estás
y trenes a la primera oportunidad, que zañas bélicas, porque lo que más te gus- tado el torno por no pagar, que lo has por su belleza, y te atreves a decirle
mira que ya les tenías ganas, sobre todo taba era ser héroe militar, imaginarte mandado derecho al odontólogo a que le que no sabes por qué lo has hecho, y las
a ese que se firma Dani, que hasta te en escenarios imposibles en momentos practiquen un par de implantes porque lágrimas te pugnan por salir. Y ahora
ha caricaturizado en pose de escribir, imposibles, héroe entre villanos, apues- los incisivos se los has dejado allí des- mírate, aquí estás con ella, regalándo-
allí en tus propios dominios, en tu mis- to entre los galanes, valeroso como el pués de que le acariciaras con tu consa- te una noche de amor, feliz entre los
ma estación: Dani, Dani, firma grafite- que más; y luego en tu adolescencia te bida persuasión. Y luego la has visto a mortales hasta que el sueño te vence.
ra que te obsesiona. ¡Valiente cabrón! … veías apreciado, alabado, líder, y mira ella, sus negros y brillantes ojos fijos en Y al despertar sientes su vacío, y reco-
¡Ya te pillaré!... Pero ellos te conocen, que para eso ya había que echarle ima- ti, ojos imposibles, ojos acusadores, y se rres con tus ojos la habitación buscán-
te evitan, saben buscarte las vueltas... ginación. Y ahora, en cambio, que tan- ha acercado para preguntarte que por dola hasta que ves en el espejo ese gra-
¡Follón en la entrada! corres para ta falta te hace, ya no sabes imaginar. qué lo haces, y tú quieres decirle que lo fiti escrito con carmín: “Eres adorable”
allá; y en esos breves minutos te pintan Y por eso te cabreas y lo estás pagan- haces porque quieres escribir, pero no te y la sorpresa te atenaza cuando miras

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CREACIÓN CREACIÓN

la firma final “Dani”... Y te dices que porque al final la inspiración ha llegado


no puede ser ¡Maldita sea! que no pue- por donde menos la esperabas, por un
de ser verdad: “Dani, Dani”, condenada grafiti puñetero, porque tú sabes que a
obsesión... pesar de todo, lo que a ti te pasa, lo que
Es por eso y no por otra cosa ¡so ca- a ti te ocurre es que tienes poca, pero
pullo! que ahora sí te has puesto a es- que muy poca imaginación.
cribir ese cuento que tanto ansiabas;

Mariano Velasco Lizcano (Alcázar de San Juan, Ciudad Real, España,


1956). Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Nacional de
Educación a Distancia (UNED). Ha realizado, así mismo, múltiples Cursos Uni-
versitarios en el área del Medio Ambiente y la Educación Ambiental.
Premio Periodístico Nacional “Salvad Las Tablas” año 2000, ostenta, además,
muy diversos galardones obtenidos en más de 70 certámenes literarios modalidad
de cuento y narrativa breve. Desarrolló su Tesis doctoral bajo el título de “100 años
en el desarrollo de la Cuenca Alta del río Guadiana: 1898-1998”, Tesis que obtuvo © Olivier Benny
Fuente: Flickr
el 1o Premio de Investigación a Tesis Doctorales del Consejo Económico y Social de
Castilla La Mancha, año 2004. Actualmente desarrolla una intensa actividad como
conferenciante e imparte cursos relacionados con esta problemática ecológica y
social.
Orillados colgándose de sus ramas simplemente
por Juncal Baeza Monedero porque no tienen nada mejor que hacer,
o porque no saben hacer otra cosa.
A veces veo a esos niños desde el lado
El otro lado de la calle permanece seguro de la carretera, el mío, desde
desierto como si, tras un terremoto, to- detrás de mis ventanas, mientras estoy
das las casas hubieran quedado desha- caliente y protegido, y veo sus muslos
bitadas. A fin de cuentas, la carretera morenos dentro de pantalones dema-
se ha convertido en una barrera invi- siado pequeños, y sus gemelos redon-
sible, una especie de cercado de espino deados como si los hubieran esculpido
que separa ambos lados de la avenida. sobre una roca perfecta. Son todos igua-
Supongo que yo nací en el lado bue- les, mayores y pequeños, o al menos así
no, el que tiene pequeños parques con me lo parecen a mí; cualquiera diría que
columpios rojos y negros en las inter- alguien sigue un patrón para cortarles a
secciones, el lado donde los árboles son todos el pelo al cepillo, haciéndoles pa-
frondosos, fuertes y sólidos porque no recer un puñado de niños formando un
tienen a un centenar de perros meándo- regimiento, preparados para la inspec-
se por encima de sus raíces y royendo su ción.
corteza, ni un montón de niños delgados En este lado de la avenida se vive

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CREACIÓN CREACIÓN

lentamente con la única intención de ples madrigueras de animales en vez de buzones de correos. el mueble, como si se tratase de un ani-
evitar las oleadas de aburrimiento que casas para gente normal. La otra orilla de la avenida central, mal muerto, y que jamás lo ha abierto.
plagan las calles. Los ancianos son lo “Es que no son gente normal”. Casi sin embargo, es otro mundo donde solo Es siempre una novela de algún autor
más significativo. Caminan muy despa- me parece poder seguir oyendo a mi parece haber perros escuálidos con sus ruso de los que todo el mundo ha oído
cio, mucho más lento que lo que cabría padre, desde su sofá de orejas grandes lomos imitando a los barrotes estrechos hablar alguna vez, aunque sea de pasa-
esperar de un par de abuelos, de esos que tiene la marca del culo del vaso de de las jaulas para pájaros, y niños con da, y que solo la estructura puntiaguda
que van renqueantes dando pasitos cor- whisky en el apoyabrazos. Viéndolo así, las piernas esculpidas y brillantes y el de su nombre, con sus acentos extra-
tos y mirando al suelo, tanto que casi aquí, arrebujado entre cojines y con el pelo cortado idénticamente al cepillo. ños, ya suena a cultura.
se diría que están a punto de detenerse cuello alzado, nadie diría que se mudó A los padres uno nunca puede ver- Para qué lo desplazas a todas partes
en cualquier momento y quedarse así, a este barrio con veintidós años cum- los aunque se esfuerce mucho; yo digo si nunca has hecho ademán de leerlo,
petrificados como estatuas con las me- plidos, cuando se casó con mi madre, que lo más seguro es que estén todo el le pregunté al verlo vencido sobre el
jillas arrugadas y las manos llenas de que tenía dieciséis, una curva sospecho- día trabajando, aunque mi padre discu- aparador. En la mano de mi madre la
nudos. Nunca se paran del todo, eso es sa por debajo del ombligo y un hambre ta diciendo que ese hatajo de vagos no pregunta se pareció intuir entre sus de-
verdad, pero tanto más daría que efec- impropio de ella a todas horas. ha trabajado en su vida y que si se hu- dos crispados la lejana formación de un
tivamente lo hiciesen, porque a veces la Da igual que fuesen a tener un hijo biesen deslomado de jóvenes, como él puño.
gente de este lado, no sé por qué, parece -yo mismo- o no, porque el caso es que lo hizo, se habrían comprado una casa Supe entonces que también ella era
estar pegada a la calle artificialmente. abandonaron sus hogares dejando un en nuestro lado de la avenida en lugar consciente de su naturaleza ignorante
Nada cambiaría si una mano sobrehu- rastro de malestar tras de sí, y se pro- de levantarse una especie de tienda de y hueca como una muñeca de ojos re-
mana y gigante arrancase la pegatina metieron a toda prisa, y después se ca- indios marranos al otro lado. dondos, pero, naturalmente, detestaba
de sus figuras débiles recortadas con- saron en una iglesia de techos bajos y Mi madre directamente no habla de comprobar que un renacuajo como yo
tra la acera, y la volviese a adherir en vergüenzas ocultas entre los ladrillos. ellos, actúa como si no existiesen, como ya se hubiese dado cuenta de eso. Es lo
otro contexto cualquiera, siempre a este No importa que fuese un martes del que cuando los niños omiten en sus tardes en mismo, nada hubiese cambiado un ápi-
lado, eso sí, pero daría exactamente lo ninguno de los dos recuerda la fecha, el parque el hecho de que algún día sus ce aunque nunca le hubiera formulado
mismo un salón con el fuego encendido porque lo que querían era estar casa- padres envejecerán y terminarán mu- aquella pregunta, porque yo ya sabía
o un café lleno de humo e invadido de dos pronto para que esa curva apenas riendo, aunque lo sepan. Ella vive como que mi madre era tonta pero no quería
ruidos de vasos entrechocándose. perceptible dejase de ser una mancha si su universo finalizase con el salto admitirlo. No podía.
Aquí las mujeres caminan muy er- oscura sobre sus nombres. abrupto de la acera y el resto de las Dice, por ejemplo, que adora la poesía
guidas y parecen estar representando Ahora los miro y recorro suavemen- cosas, más allá de esa línea, no tuvie- por encima de cualquier otra expresión
una obra teatral a todas horas, solo que te la espalda rígida de mi madre y sus se ninguna importancia. A veces pienso del arte, y acude a recitales y transpor-
faltan los entreactos, porque aquí la vida zapatos de puntas afiladas, o escucho que nació para habitar una isla desierta ta libros de poemas arriba y abajo por
nunca se detiene; discurre lenta como a mi padre reprochando cualquier cosa y estoy seguro de que jamás se deten- los paseos, y se aprende de memoria los
una serpiente reptando pero nunca se con su vaso lleno de hielo entre los de- dría a pensar que podría haber algo al nombres y los versos más representa-
acaba. Siempre hay alguien dispuesto a dos, y no puedo aceptar fácilmente que otro lado de las aguas turbulentas. tivos de cada siglo, para luego tratar de
romper el silencio blanco con un ritmo en realidad vinieran del otro lado de la Pero al menos ella no los insulta. A soltarlos de forma natural en cualquier
de tacones alejándose, o alguien más la- avenida. Parece que hubieran pertene- veces pienso que mi madre es el ser hu- conversación, aunque no vengan a cuen-
mentándose porque aquellos pordioseros cido por siempre a este sitio, que deja mano más bobo que he conocido. No lo to.
se nos acercan cada vez más, animales. circular los días idénticos unos a otros, parece, desde luego, nadie que la conoz- Al volver del colegio, una tarde de
En este lado de la avenida los edi- como huevos duros, donde todo, por ca diría algo así viéndola caminar recta invierno con nieve en los marcos de las
ficios se ven más sólidos, regios, como mucho que uno quiera fijarse y dejar de como una candela y firme como un bas- ventanas en que sentía golpear en mi
gigantes imbatibles en comparación sentirlo así, parece una pantomima a tión por los paseos, con un libro entre interior un estremecimiento malévo-
con las construcciones roñosas del otro punto de ver cerrarse el telón por de- las manos. Solo yo sé que al entrar en lo, como un muelle rebotando, le dije
lado, que hasta les hacen parecer sim- lante de las personas y las casas y los casa lo deja caer inmediatamente sobre que mis deberes consistían en escribir

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CREACIÓN

un poema, y que yo pensaba inventarme un tetraedro así de


grande, y le señalé la longitud cuadriculada de un folio entero,
mirándola fijamente dentro de las pupilas.
Eso es… maravilloso, me respondió mirándose el borde de
la falda sobre sus rodillas, y cualquier resto de sumisión hacia
ella que pudiese haber sentido, se rompió en un millar de tro-
zos microscópicos que se me fueron a instalar en el hígado. Y de
ahí no he podido sacarlos nunca. Luego vino lo otro, lo del libro,
pero para ese entonces yo ya no conservaba ninguna esperanza
de estar equivocado con respecto a mi percepción de sus aptitu-
des, así que dio verdaderamente igual.
Mi padre es directamente un cretino que no trabaja en un
banco pero tiene toda la pinta de alguien que sí lo hace y re-
sulta deprimente verle bajar los párpados cuando detecta una
presencia al otro lado de la avenida. En esos momentos parece
más blanco y sudoroso que nunca y entonces aprovecho para
preguntarle por qué no se habla con mi abuelo y por qué cuando
este llama y yo me pongo al teléfono, después de que le diga
a mi madre, pásame al chaval, y ella me entregue el aparato
cabizbaja, él se revuelve en el sillón y finge tener mucha prisa
por marcharse a algún lado.
A mi abuelo lo vi un día desde el patio de casa y al principio
pensé que era un vagabundo, o un drogadicto o algo así porque
la camisa se le salía por fuera de los pantalones y tenía la
puntera de los zapatos llena de polvo. Mi padre lo vio unos se-
gundos eternos más tarde, porque se estaba bajando del coche
y solo se giró después de escuchar el bip bip del cierre automá-
tico, y entonces se topó con mi abuelo ahí plantado como una
estaca reseca, y se acercó a él con decisión para decirle, y tú
qué se supone que has venido a hacer aquí, y mi abuelo solo dijo,
quería ver a mi nieto, y mi padre contestó, pegándome un tirón
de la manga del abrigo y metiéndome para dentro, pues ya le
has visto. Cuando le escuché hablar reconocí la voz oscura que
siempre me llegaba a través del auricular, como del interior
de una gruta.
Es el único recuerdo que tengo pero fue suficiente para ha-
cerme querer cruzar esa calle y adentrarme en el otro lado
más que nada en este mundo y eso hice; vaya que si lo hice,
que el día que me decidí bajé mi mochila naranja y negra del
altillo de la habitación y la tumbé sobre la cama como a un
recién nacido. Supongo que entendí que mi aventura comenzaba
al atravesar el marco seguro de la puerta de mi casa, y por eso

© James Lyon visorliteraria.com | 64


Fuente: Flickr
CREACIÓN CREACIÓN

me aseguré de meter en la mochila una torno a una hoguera, que obviamente gente era un puñado de mendigos sin ce- otro lado de la avenida, para buscar-
linterna que pesaba como un puñado de no estaban trabajando, claro que lo más rebro, y que a ese mundo alguien como lo. Cuando le dijo a mi madre, pása-
libros, dos bocadillos y unos vendajes seguro, pensé yo, es que estuvieran de yo nunca podría pertenecer. Intentaba me al chaval, y esta agachó la cabeza
que encontré registrando los cajones del vacaciones. Y a algunos ancianos más, recordar mis tres días entre sus casas y tendiéndome el aparato con resignada
baño en busca de cualquier cosa útil. eso sí, sentados con las piernas dobla- a la mente solo me venía la imagen de obediencia, no quise contestar. A fin de
Antes de salir de casa envolví tam- das sobre sillas de mimbre con los ex- una merienda de negros. cuentas, qué iba a decirme un anciano
bién un cuchillo en un taco de serville- tremos astillados. Miraban, veían jugar Pocos días después mi abuelo volvió a vestido de vagabundo que vivía al otro
tas: el cuchillo por si acaso, y las servi- a los niños y de vez en cuando sacudían llamar a mi casa, para hablar conmigo lado.
lletas para no pincharme con su agudo el polvo de un periódico y se ponían a y preguntarme si era yo aquel niño que Pues eso.
filo en un descuido durante el viaje y leerlo, alguno de delante atrás y otros había estado recorriendo su barrio, al
lo solté todo en el bolsillo lateral de la a la inversa.
mochila. Fuera, el aire pesaba como De mi abuelo ni rastro en ninguna
una plancha de hierro, y el calor se re- parte, ni entre las casas ni tampoco a
flejaba en el capó de los coches y en sus la orilla de una especie de lago de agua
espejos como si esto fuera un desierto. estancada que emergía en mitad del ba- Juncal Baeza Monedero (Madrid, España, 1982). Licenciada en Ciencias
Crucé la carretera y enterré los pies en rrio, y que no sé de dónde vendría, solo Ambientales por la UAM, actualmente estudia 3o Curso del Grado en Psicología
la grava del otro lado, y desde allí me sé que apestaba como un millar de ani- en la UNED.
giré a ver mi casa, y los huecos de los males en descomposición. Dormí don- Primer premio en los siguientes certámenes: Villa de San Fulgencio, Certamen
árboles y las vallas coloreadas de los de pude, y nadie parecía reparar en mi Literario de Puntallana, Certamen de relato corto literario de Adaner Murcia, XX
parques infantiles. No reconocí abso- presencia. Me dejaban en paz, como si Concurso de cuentos de Ereintza (Guipuzcoa), X Certamen Clara Campoamor, IX
lutamente nada, y me dije a mí mis- no fuera un intruso ni estuviese espián- Certamen Internacional “El Mundo Esférico”, XX Concurso de Relatos de Mujeres,
mo alguna estupidez como que todo es doles. No les extrañaba mi apariencia, II edición del Concurso de Relato Breve Dr. Zarco, Concurso Internacional de Cuen-
cuestión de perspectiva. Seguro que lo la rigidez de mi espalda estirada ni el tos “Todos somos diferentes”, VII Certamen Literario de Relato Corto “Alonso Za-
había leído en alguna parte antes. lento discurrir de mis pasos por su re- mora Vicente”, dos años consecutivos en el Certamen de Relatos de Ingeniería Sin
Pocos minutos después empecé a ver gión, y yo me sentí un poco idiota porque Fronteras, etc. Asimismo, varios segundos premios, Accésits, Menciones de Honor
a todos esos niños que parecían gatos supongo que lo que esperaba era causar y finalista en otros concursos.
abandonados en las esquinas con el pelo algún tipo de impacto.
rapado y las piernas moldeadas, y vi Aguanté tres días de búsqueda, pero
que jugaban sin parar como si no tuvie- como mi abuelo no aparecía, me cansé.
ran cosas que estudiar o ganas de irse a Estaba muerto de calor y de desidia y
merendar algo. Pude observar de cerca me di cuenta de que allí a todo el mun-
la especie de madrigueras donde vivían, do le daba igual que hubiese un extraño
o bueno, los mugrientos tipis, como de- en su zona. Tampoco mi padre se había
cía mi padre, y no me parecieron tan aventurado a venir a buscarme, así que
mal en absoluto. Naturalmente que da- sentí que a él tampoco debía importarle
ban la apariencia de ir a derrumbarse mucho dónde estuviese yo. Volví a casa,
como un castillo de naipes con el pri- con la mochila medio deshecha y el cu-
mer soplido de viento de otoño, pero uno chillo sin desenvolver.
nunca sabe del todo. Antes de entrar en casa de nuevo ya
Es cierto que aquí la gente vivía mu- me estaba sacudiendo el polvo y los ma-
cho más deprisa; encontré a algunos los augurios de encima, y solo acertaba
adultos dispersos como mosquitos en a pensar lo que decía mi padre, que esa

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CREACIÓN CREACIÓN

Lo que nos enseñaron los se presenta: “Soy Darkman, y este es


mi bautismo de fuego, seré el azote del
cómics
mal y…”; su voz se quiebra: el otro cho-
por Ana Patricia Moya
rizo le clava una navaja en la espalda;
su compañero consigue incorporarse y
dispara al desdichado salvador. Sirenas
Un callejón oscuro de barrio conflicti-
de coches patrulla anuncian la retirada;
vo: dos delincuentes asaltan a una mu-
los últimos pensamientos del moribun-
jer; uno le arrebata el bolso, el otro in-
do: ¿qué ha podido fallar, si la justicia
tenta forzarla. De repente, una sombra
siempre vence? ¿Qué coño nos enseñan
aterriza, y su puño le parte la mandí-
los cómics? Nada: sólo son ficción para
bula al violador y se desploma; la se-
entretener a antisociales freaks con
ñora se desmaya; el ladrón no reaccio-
acné. Escupe sangre. La leyenda tem-
na a tiempo, y recibe una patada en el
prana expira.
estómago; el agresor, ataviado con ga-
bardina mugrosa, sombrero y máscara

© Yaniv Ben Simon


Fuente: Flickr

Ana Patricia Moya (Córdoba, España, 1982). Poeta y narradora. Licenciada


en Humanidades. Ha trabajado como arqueóloga, joyera, documentalista, biblio-
tecaria, etc. Actualmente, se busca la vida como puede. Directora del proyecto
Inmortalidad frigorífico. Ducharme. Y dormir. Do- cultural sin ánimo de lucro Editorial Groenlandia. Autora de “Bocaditos de reali-
por Ana Patricia Moya mingos. Levantarme tarde. Arreglar dad”, “Material de desecho”, “Píldoras de papel” (poesía) y “Cuentos de la carne”
facturas. Llamar a familiares. Leer un (relatos). Sus poemas aparecen en distintas publicaciones, digitales e impresas, de
libro mientras escucho la radio. Ver un Europa e Hispanoamérica. Alguna que otra mención ha obtenido por sus despropó-
De lunes a sábado. Madrugar. Prepa- ratito la televisión. Acostarme tempra- sitos lírico-narrativos. Ha sido traducida parcialmente a seis idiomas.
rar desayuno. Paciencia para el atasco, no. Mañana se repite el ciclo. Pero ya
rezar para no llegar tarde. Soportar la no estoy deprimido: hoy comienza una
ira del jefe nada más entrar a la ofici- nueva vida. Introduzco el cañón de la
na. Teclear datos como un poseso. Un pistola dentro de mi boca. Me despido
descanso de treinta minutos para va- mentalmente de la rutina de esclavo.
ciar el tupper. Regresar a la pantalla. Cuando apriete el gatillo, se extinguirán
Salida para tomar unas tapas con los el miedo, el aburrimiento, la desazón:
compañeros. El largo regreso a casa, asesinar al tiempo con un balazo. Por
conduciendo con cautela. Llegar al la inmortalidad.
apartamento e ir directo a saquear el

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CREACIÓN

Evangelina
por Eduardo Krüger

A los veintiún años Evangelina decidió que era hora de con-


vertirse en una mujer adulta. Se casó con Axel, quedó encinta
en la luna de miel y empezó a parir un hijo tras otro hasta
llegar al quinto.
Poco después del parto resolvió pasar a la siguiente etapa de
su vida y se ató las trompas con una fugaz sensación de can-
sancio, de que no todo estaba sujeto a su voluntad.
Para cuando el menor entró a la escuela secundaria Evange-
lina tenía cuarenta y tres años y decidió darse un respiro. Em-
pezó sentándose a solas en la cocina. Esa noche decidió volver
a fumar.
La casa estaba en silencio, aunque eran tan solo las diez. Sus
hijos dormían en la planta alta y los televisores estaban apa-
gados. Se sirvió una copa de cabernet y encendió el primer ci-
garrillo exhalando el humo hacia la ventana. El humo flotaba
por sobre el camino de entrada al garaje y el lindero de ligus-
tros, esfumándose hacia la claridad que a lo lejos proyectaba el
centro de la ciudad.
La frontera entre el silencio de la casa y ese espacio abierto
que ella desconocía demasiado era la ventana. Se acercó a ella,
arrojó la colilla y estuvo un rato absorta en el halo blanquecino
que la ciudad irradiaba contra la noche.
Afuera lloviznaba. Se cubrió los hombros con las manos. La
ciudad y todo lo que de ella ignoraba estaban cerca, ahí nomás.
Pero esa sensación de lo desconocido desaparecería al llegar la
mañana. Solo necesitaba dormir hasta que sonara el desperta-
dor y pusiera a sus hijos en marcha.
Alcanzaba a ver el pasto creciendo entre las lajas que iban
al garaje. Ella misma podría cortarlo mañana o pasado si se
lo proponía; Axel, dondequiera que estuviese, volvería tarde
con las excusas de siempre: los clientes, los supervisores, los
retrasos en los vuelos.
Se sacudió de encima la sospecha de que había una o varias
cosas que no estaban bien. No era necesario esperar a su esposo
para cortar el césped, vaciar de cacharros el garaje y montar
allí el pequeño invernadero que siempre había querido tener.
Tomó un tranquilizante con un sorbo de vino y fumó otro

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CREACIÓN CREACIÓN

cigarrillo. Por la calle pasaban, cada estuviera todo lo que importaba de una —No te preocupes por las cuentas. lo ante la vista de su madre:
vez menos frecuentes, las luces de los persona. Las gotas resbalaban sobre Mañana te dejo un cheque. —Mamá, esta citación es de hace cua-
autos. sus pechos blandos, y las aún redondas —Está bien —dijo ella—. Entonces te tro meses. Es el pedido de divorcio de
Volvió a sentarse y apoyó la nuca aristas de sus axilas los sostenían pese espero mañana. papá. Él no volverá hoy ni nunca más.
contra la frescura de los azulejos mien- a las areolas y los pezones agachados, y Colgaron. Axel, como siempre, había Para entonces Evangelina tenía cua-
tras sostenía el vaso sobre sus muslos y el violeta impalpable de las venas. llegado tarde a donde quiera que tuviese renta y tres años, era casi medianoche y
fumaba de nuevo. Quizás su hijo mayor Cerró la puerta y se sentó en el bidé que llegar. Pero al menos había llama- volvió a sentir que algunas de las cosas
podría ayudarla con lo del invernadero, untándose lentamente las piernas con do. La hija mayor estaba observándola que no marchaban del todo bien afuera,
clavando estanterías y barnizándolas. crema suavizante. Detuvo sus manos desde el pie de la escalera. más allá de la casa, estaban por alcan-
“Este fin de semana —pensó—. O el si- antes de llegar a su vagina, perturbada —¿Qué pasa, mamá? zarla colándose a través de la ventana
guiente, o el otro”. por una sensación tibia, a la vez íntima —Nada. Que tu padre tampoco volve- de la cocina.
Cerró los ojos. Las cosas se movían y prohibida. Entonces empezó a llorar rá esta noche. Se arrepintió de no habérselo contado
en el tiempo, podían suceder antes o contra los brazos cruzados sobre los La hija levantó bruscamente los pa- a Axel.
después. Pero ella estaba detenida a muslos. Supo que no lloraba por conmo- peles y separó uno de ellos, sacudiéndo-
medio camino en un extraño túnel que ver a nadie, sino por miedo a algo que
atravesaba sus últimos veintidós años en algún lugar dentro o fuera de ella
de vida, y no podía imaginarse a qué estaba mal.
distancia estaba la claridad final. Ni si- Su hija mayor golpeó la puerta:
quiera cómo sería exponerse a la luz. —Mami, llamó papá por teléfono. Dijo Eduardo Krüger (Argentina, 1950). Primer premio libro de relatos “2010-
Abrió los ojos, mareada. De un gan- que en diez minutos llama de nuevo. 2012”, Municipalidad de Las Flores (Buenos Aires, 2012). Primer premio relato
cho en la pared colgaban papeles, cuen- Axel tampoco volvería esa noche. “Tito y yo”, Club Lectores ciudad de La Plata, 2011. Primer premio relato “Julia”,
tas a pagar y correspondencia, tapados Evangelina se cubrió con un batón y sa- SADE San Isidro (Buenos Aires, 2011). Desde 2011 es creador y coordinador de
por un dibujo que su hijo menor había lió. Al atravesar el pasillo vio a su hija Taller sobre Creatividad en Literatura.
pintarrajeado muchos años atrás, en al- sentada en el borde de la cama, mirán-
gún lugar del túnel. El dibujo abarcaba dola pasar por la puerta entornada.
a los hermanos, papá y mamá. A un Bajó y dispuso sobre la mesa ratona
lado había una casa con techo colorado, del living un cenicero, el paquete de ci-
una ventana con flores y un sol amari- garrillos y otro vaso de vino. Todo esta-
llo. ba a su alcance, incluso el teléfono y los
Evangelina desprendió todo del gan- papeles sacados del gancho de la coci-
cho, repuso el dibujo en su lugar y dejó na. Encendió un incienso y su fragancia
el resto de los papeles junto al teléfono dulzona empezó a mezclarse con el olor
del living. a tabaco. El rumor quedo de la llovizna
Después subió a la planta alta y se a través de la ventana y el mareo del
duchó largamente con los ojos cerrados alcohol la empujaban hacia la tibia cla-
bajo la llovizna caliente, reconociéndose ridad del extremo del túnel.
el cuerpo con las manos. La claraboya Sonó el teléfono. Era Axel. Preguntó
del baño detenía todo lo que pudiera ve- primero cómo estaban los chicos y la
nir de ese espacio exterior ajeno. casa. Ella le contestó que bien.
Desempañó el espejo sin secarse, pre- —¿Y vos? —preguntó él en tono pater-
guntándose el porqué de ese viejo ritual nal.
de mirarse los ojos como si tras ellos —Bien. Un poco preocupada.

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CREACIÓN

de España. Los dos hacía mirar atrás, y sentir que había


elegimos Madrid. algo que debía de concluir, algo que no
En mi caso, porque había resuelto como era debido. Aquello
esta es la ciudad en había sucedido hacía años, cuando estu-
la que me he criado, ve destinado en la comisaría del barrio
y porque siempre he de Usera.
querido tener cerca
a mi familia, y en II
el caso de Castillo, Al poco de habernos licenciado, du-
porque después de rante el año en el que tenemos que ejer-
haber vivido toda su cer como inspectores en prácticas, me
vida en la isla del tocó investigar el asesinato de dos chi-
Hierro, a sus casi cos jóvenes. Habían aparecido tirotea-
treinta años, quería dos en un descampado, al lado de un
expandir sus hori- colector de aguas cerca de un asenta-
zontes. miento chabolista de Madrid.
Nuestros prime- Aquella mañana lluviosa fue la pri-
ros años en el cuer- mera vez que vi el cadáver de una vícti-
po de policía, podría ma de muerte violenta, la escena estaba
decirse que fueron en completo silencio, solo se escuchaba
gloriosos. Partici- el rodar de los neumáticos sobre la au-
pamos en la desar- topista que discurría a pocos metros, y
ticulación de varias el repiqueteo de las gotas de lluvia en
bandas de narco- nuestras gabardinas. El ambiente pare-
traficantes, encon- cía cargado de electricidad, era denso,
tramos laborato- el aire casi se podía masticar.
rios clandestinos Intentaba controlar mi cuerpo. Real-
de anfetaminas y mente no es que fuera una escena gro-
metimos a bastan- tesca, ya que a los chicos les habían ma-
te gente en chirona. tado hacía escasas horas, con un disparo
El vigilante del turno de aburridas rondas que ahora son mi de- Castillo y yo estábamos en el grupo del en el pecho, y casi parecía que estaban
dicación en este cochambroso almacén,
noche inspector jefe Rodríguez, y teníamos un dormidos. Pero sentía un nudo en mi
me echo en cara lo tonto que fui y cómo equipo de muy buenos agentes a nues-
por Daniel Martín Hernández estómago que se iba apretando más y
eché mi carrera a perder por no haber tro cargo. Todos tipos duros, pero con la más hasta que finalmente tuve que ale-
querido entender al inspector jefe Ro- cabeza muy bien amueblada. Habíamos jarme de allí para vomitar lejos de las
dríguez cuando me dijo que dejara las recibido felicitaciones institucionales y,
I miradas de mis compañeros. He tenido
cosas como estaban. al paso que íbamos, en poco tiempo as-
Hace varios años que dejé de tener esa sensación siempre que me ha tocado
Yo era bueno… ¡Joder si era bueno! Ya cenderíamos, y también nosotros sería-
un bonito despacho, un uniforme azul asistir a escenas del crimen. Aunque la
en la academia, mi colega Unai Castillo mos inspectores jefes. Solo era cuestión
con galones, y una pistola colgada de mi gente diga lo contrario, la muerte no es
y yo, aventajábamos por mucho al ter- de seguir haciendo bien nuestro trabajo.
cinturón. algo a lo que uno pueda acostumbrar-
cero de la promoción, y podríamos ha- Sin embargo había una mancha en
Todas las noches, mientras hago las se, lo que haces es aprender a controlar
ber tenido plaza en cualquier comisaría mi conciencia que constantemente me

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CREACIÓN CREACIÓN

las reacciones de tu cuerpo cuando es- colocando todas las pistas y evidencias camente no volví a hablar más con el escritorio. El día había sido demasiado
tás en su presencia. Pero cada vez que del caso, con un cigarrillo en su mano inspector, de no ser por los saludos de largo, pero quería ver de qué se trataba
la muerte ronda cerca, también lo hace y mirando fijamente la foto del cadáver cortesía necesarios. A los pocos días de aquello. Dentro del paquete, una peque-
esa incómoda sensación en la boca del desconocido. La verdad es que habíamos la discusión el caso se cerró, yo selec- ña bolsa con tres casquillos de bala y al
estómago. llegado a un punto en el que, a mi en- cioné mi destino definitivo en otra co- lado una nota:
En aquella época, mi responsable era tender, no nos quedaba más que cerrar misaría y el inspector Gómez se jubiló.
el inspector Gómez, un hombre ma- el caso como un doble asesinato sin re- «Querido Ángel, en estos casquillos
yor, con la jubilación a la vuelta de la solver. Todos en el equipo del inspector III está el primer paso para encontrar la
esquina, y un problema de sobrepeso, llevábamos bastantes semanas sin tra- Una vez terminamos las prácticas, verdad de lo que les pasó a aquellos
que combinado con su reuma, lo ha- bajar sobre ello y ya no había más pis- Castillo y yo seleccionamos nuestro chicos. La discusión que tuvimos antes
cían bastante torpe de movimientos y tas que seguir ni más gente por interro- destino definitivo en otro barrio de Ma- de que me jubilase me ha hecho pen-
bastante reacio a salir de su despacho. gar, sin embargo, se resistía a cerrarlo. drid, él y yo hacíamos un gran equipo sar tanto durante estos años… Yo soy
No obstante, Gómez era un buen policía Creo que ya era durante el último profesional y además éramos muy bue- demasiado viejo, casi no puedo mover-
y durante los primeros meses aprendí mes de prácticas, el día que el inspector nos amigos. El inspector jefe Rodríguez me y me ha dicho mi cardiólogo que me
mucho de él. me llamó a su despacho. Durante va- era como un padre para nosotros dos y lo tome con calma, porque mi corazón
Identificamos a uno de los chicos rias horas estuvo hablándome de lo que realmente nos apreciaba. no resistiría un segundo infarto. Solo te
asesinados: era un traficante de poca significaba ser policía, recordando casos Ya habían pasado varios años desde pido que tengas cuidado, y que seas muy
monta, el otro no tenía documentación, que había tenido que seguir durante los mi primer caso pero de vez en cuando, cauteloso con investigar esto oficial-
y nadie lo reclamó... No habría pasado más de cuarenta años que había esta- todavía soñaba con aquel chico descono- mente: las balas son nuestras.
nada si tras los primeros interrogato- do de servicio, y aconsejándome sobre cido cuyo asesinato no supimos resol- En aquellos días tuve presiones que
rios hubiéramos cerrado el caso alegan- mi futuro. Aproveché para preguntarle ver. venían desde muy arriba para que ce-
do que se trataba de un ajuste de cuen- por qué seguía trabajando en el caso de Un paquete amarillo sobre mi escri- rrara el caso. El inspector jefe Rodrí-
tas entre traficantes, pero el inspector los dos chicos, pero no me quiso res- torio llamó mi atención nada más en- guez es un buen hombre, pero no puedes
nos tuvo tirando del hilo durante casi ponder. En su lugar, me dijo que, a lo trar a mi despacho una noche después confiar en nadie más. Te doy esta infor-
todo el año. Resultó que uno de los chi- largo de mi vida, habría varios mo- de un día agotador. No tenía remiten- mación para que la trates como tú con-
cos era uno de nuestros confidentes, al- mentos en los que lo mejor sería mirar te ni destinatario. No me dio tiempo a sideres. Entendería si no quieres seguir.
guien conocido de vista entre todos los hacia otro lado y que si desde hacía un pensar demasiado qué podría significar El caso se archivó y yo mismo no tuve
traficantes y toxicómanos de la zona, tiempo no nos había pedido colaboración aquello. El inspector jefe Rodríguez en- el valor para profundizar, pero eres tú
pero que realmente no había sido nunca para continuar con el caso, era porque tró sin llamar para preguntarme qué quien debe decidir.
demasiado problemático, en cuanto al algunas veces las verdades estaban me- estaba haciendo todavía en la comisa- Suerte Ángel.
otro, después de varios meses, seguía- jor ocultas. Aquello me escandalizó, no ría. Al verme con el paquete me dijo que Firmado: Inspector Miguel Gómez»
mos sin poder identificarlo, nadie lo ha- creía que aquellas palabras estuvieran él lo había puesto allí. La noche anterior
bía visto, y nadie había denunciado nin- saliendo de la boca de mi mentor, tu- habían estado en la cena de la jubilación He de reconocer que tardé varias se-
guna desaparición que coincidiera con vimos una discusión muy fuerte y le de un comisario y había coincidido con manas en tomar una decisión en rela-
sus características. amenacé con hablar directamente con el inspector Gómez, que se lo había dado ción a aquello. En definitiva, mirándolo
Muchos días, cuando llegaba a la co- el juez que instruía el caso. Me advirtió para que me lo hiciera llegar. No me lo fríamente, aquellos chicos no eran trigo
misaría a primera hora, me encontraba de que eso sería contraproducente para podía creer, el viejo inspector Gómez… limpio, y si algún compañero mío los
en su despacho al inspector Gómez. El mí y me pidió que pensara bien los pa- Solo quedaban un par de compañe- mató pudo haber sido en legítima defen-
cenicero lleno de colillas, la camisa mal sos que iba a dar. ros en la comisaría y todo estaba en sa. Seguramente fue así, alguien con un
abrochada, un montón de expedientes No hablé con el juez. penumbra. Mi despacho solo estaba buen padrino en el Cuerpo, que come-
sobre sus escritorio y él de pie, enfrente Durante el tiempo que todavía estuve alumbrado por la luz del flexo sobre mi te un error matando a dos indeseables
de la pizarra en la que habíamos ido destinado en aquella comisaría, prácti- y se tapa todo para que no trascienda.

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CREACIÓN CREACIÓN

Estuve tan cerca de tirar aquella nota y llos planes. Era el inspector Gómez:
aquellos casquillos… pero no lo hice. —Ángel, sé que todavía estás inves-
El inspector jefe Rodríguez se mos- tigando el caso de los dos chicos —Su
tró muy reacio a investigar aquello. No respiración era entrecortada y parecía
paraba de repetirme que eso formaba bastante agitado—. No puedo hablarte
parte del pasado, que era mejor para mucho más. Si quieres saber por dón-
todos no meter nuestras narices en ca- de continuar, ve esta noche a la nave
sos cerrados y que en situaciones como industrial que están construyendo en el
estas era mejor dejar las cosas como nuevo polígono de Leganés, la grande, la
estaban, pero yo puedo ser muy insis- que está a la altura del centro comer-
tente y finalmente él mismo se hizo cial, al otro lado de la autopista. Pero
cargo del caso. Aquello tenía que ser por favor ve con mucho cuidado y no
algo muy discreto por lo que solo Casti- dejes que nadie te vea.
llo y yo supimos directamente qué era No me dejó responderle, colgó el telé-
lo que estábamos buscando, al resto de fono y ya no respondió a ninguna de mis
compañeros del operativo no se les dijo llamadas.
toda la verdad y para ellos aquello se Me tenía que haber ido a mi casa…
trataba de un caso de seguimiento a una pero soy así de terco, y habían sido mu-
banda mafiosa. chos años con esos chicos en mi cabeza, © Digital Extremity
Fuente: Flickr
Los resultados fueron muy malos, necesitaba saber qué había pasado, ne-
no conseguíamos mantener abierta una cesitaba la más mínima pista que me
sola línea de investigación durante más permitiera continuar con aquella cru-
de una semana, y Castillo estaba bas- zada. Guardé mi arma en la parte de
tante decepcionado. Ambos llevába- atrás del pantalón, cogí mi chaqueta y nión de que el inspector Gómez, desde algunas sombras humanas.
mos una carrera meteórica, pero es- salí de mi despacho hacia el coche. que se había jubilado, además de haber La oscuridad evitó que nadie nos vie-
tar estancados con aquello no ayudaba Llamé a Castillo, habíamos llevado engordado todavía más y haber perdido ra y pudimos avanzar sigilosamente. El
a nuestros propósitos. De hecho, a los el caso juntos y ya nos habíamos cu- el poco pelo que tenía, también estaba nudo de mi estómago que tantas veces
pocos meses, parecía que estaba traba- bierto las espaldas el uno al otro en perdiendo la cordura, pero aun así me me acompañó en mi carrera como po-
jando solo. El resto de compañeros se más de una ocasión. Me pidió que le es- acompañó. licía empezó a apretarse, y terminó de
estaban dedicando a los casos del día a perase en la salida de la autopista, con- Una vez llegamos a nuestro destino, hacerlo cuando vi lo que estaba pasando
día que nos iban entrando. firmando lo que yo sabía, que no iba a vimos que había un par de coches apar- allí: un montón de fardos esparcidos en
Ya iba a tirar la toalla. Aquella noche dejarme solo. Dejamos los coches aleja- cados al lado de la valla metálica y que el suelo, dos hombres de rodillas, uno
me había quedado trabajando hasta tar- dos de la nave, en aquel polígono indus- en la garita no había ni rastro de los lloraba, el otro estaba completamente
de, pero ya estaba metiendo todas las trial a medio construir y continuamos guardias de seguridad de la obra, así que en silencio, con la mirada perdida, tras
fichas policiales, las fotografías, los ex- a pie. Durante el camino, Castillo trató supusimos que estarían haciendo la ron- ellos dos compañeros de nuestra comi-
pedientes y todas mis notas en una caja de convencerme varias veces de que nos da y pasamos dentro. La nave estaba a saría apuntando a su nuca y otros tres
para despejar mi escritorio, convencido diéramos la vuelta, según él habíamos medio construir, en algunas zonas esta- metiendo los fardos en una furgoneta.
de que el caso no daba para más. Era estado perdiendo el tiempo con aquello ba más avanzada, pero en otras zonas, Intenté desenfundar y darles el alto,
viernes noche, pensaba irme a casa, ver casi un año y en aquel momento estába- solo estaban los agujeros en el suelo en pero no tuve tiempo. Ellos dispararon
un poco la televisión, tomar unas cerve- mos perdiendo una noche de viernes en los que se vierte el hormigón para hacer al unísono, haciendo que los cuerpos de
zas y quedarme dormido en el sofá del ir a una nave industrial donde segura- los cimientos. En la zona más edificada los ejecutados cayeran como sacos de
salón. Mi teléfono móvil rompió aque- mente no habría nada. Él era de la opi- se acertaba a ver un tenue resplandor y tierra.

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CREACIÓN CREACIÓN

—Castillo, tenemos que salir de aquí que cargarme, pero me jode mucho por-
—susurré sin mirarlo. que tú eras de los buenos, ¡joder!
No hubo respuesta. Un estruendo, un golpe seco en mi pe-
Cuando le busqué con la mirada, él cho, sentir que mis piernas ya no pue-
estaba encañonándome. den sostener mi peso, caer al suelo y
—¡Joder, Ángel!… ¡La has jodido, tío! ver como todo se va nublando… Así fue
¡La has jodido! —me gritó furioso—. Tú mi muerte.
no tenías que haber visto esto. No tenía- Mi cuerpo acabó en uno de esos agu-
mos que haber llegado hasta aquí, esto jeros sobre los que después se levanta-
tendría que haber terminado hace mu- ron los cimientos del almacén en el que
cho tiempo. ¿Por qué siempre eres tan desde entonces ando perdido, haciendo
cabezón? rondas nocturnas, intentando que al-
No tuve palabras. Mi estómago se guien me escuche, que alguien me mire,
apretó en un puño. Sentí nauseas, sentí que alguien sepa que estoy aquí, que al-
que mis piernas fallaban, me sentí sin guien por fin descubra la verdad que yo
ninguna salida posible. tuve tan cerca.
—Vas a ser el segundo socio que tengo

© Mark Roy
Fuente: Flickr

Daniel Martín Hernández (Madrid, España, 1978). Escritor de relatos afi-


cionado. Tiene estudios en Ingeniería Agrónoma por la Universidad Politécnica de
Madrid y en Política y Gestión Ambiental Internacional por la Van Hall Larenstein Madurez adiantada* Madurez anticipada**
University of Applied Sciences (Holanda). Ha tenido trabajos de muy diversa ín- por Daniel Sobral Olivera por Daniel Sobral Olivera
dole, desde mozo de almacén, cartero, camarero o limpiador, durante su época de
estudiante, hasta coordinador de consultoría en el departamento de sostenibilidad
en una empresa multinacional. Días de brétema. Tormenta, mar Días de niebla. Tormenta, mar bra-
El relato “El vigilante del turno de noche” ganó el segundo premio del VII Certa- bravío, a escuridade que o tinguía todo vío, la oscuridad que lo cubría todo del
men de relato Corto Valle de Esteribar en 2015. da cor da amargura. Calma. Infinita e color de la amargura. Calma. Infinita
impenetrable. Dores que invaden o cor- e impenetrable. Dolores que invaden el
po enteiro e dan pe á loita, á entrega, á cuerpo entero y dan pie a la lucha, a la
mirada decidida, ao derradeiro esforzo. entrega, a la mirada decidida, al último
O esforzo que puxera fin a todos os ma- esfuerzo. El esfuerzo que pusiese fin a
les. A tenue liña entre o esquecemento todos los males. La tenue línea entre el
e a verdadeira felicidade, se que é esta olvido y la verdadera felicidad, si es que
realmente existía ou só era unha desas esta realmente existía o solo era una de
invencións como a igualdade ou o res- esas invenciones como la igualdad o el
pecto mutuo. respeto mutuo.
Sentimentos a flor de pel que se per- Sentimientos a flor de piel que se
den entre bagoas e aqueles sentimen- pierden entre lágrimas y aquellos sen-
tos tan pouco comprensíbeis e á vez tan timientos tan poco comprensibles y a la

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CREACIÓN CREACIÓN

habituais de desprezo, odio, maldade. vez tan habituales de desprecio, odio, na vila labrega. O mundo campestre cia.
Sangue fría, un corpo vivo que se mos- maldad. Sangre fría, un cuerpo vivo que ocupaba os límites do seu propio mun- Antía residió siempre en un pequeño
tra inerte. se muestra inerte. do interior e non podía estar máis con- pueblo campesino. El mundo campestre
Non eramos quen de convivir con nós No éramos capaces de convivir con tenta do desenvolvemento do ambiente ocupaba los límites de su propio mundo
mesmos e pretendiamos convivir con nosotros mismos y pretendíamos con- que xiraba en torno a ela. Os animais interior y no podía estar más contenta
outra especie. Eses seres tan diversos, vivir con otra especie. Esos seres tan eran unha parte sen dúbida vital para del desarrollo del ambiente que giraba
dende os ladridos duns ata os gruñidos diversos, desde los ladridos de unos a súa familia e para a gran parte das en torno a ella. Criaban vacas, ovejas,
doutros, pasando por múltiples moda- hasta los gruñidos de otros, pasando da vila. Criaban vacas, ovellas, cabras, cabras, gallinas, patos y otras tantas
lidades. Máis grandes, máis pequenos, por múltiples modalidades. Más gran- galiñas, patos e outras tantas especies. especies. Su convivencia con ellas se
máis ou menos coloridos, terrestres, des, más pequeños, más o menos colori- A súa convivencia con elas converteuse convirtió en la protagonista ya de sus
acuáticos, en definitiva primaba unha dos, terrestres, acuáticos, en definitiva na protagonista xa dos seus primeiros primeros recuerdos. El amor que sentía
enorme diversidade entre eles. primaba una enorme diversidad entre recordos. O amor que sentía por cada por cada uno de sus animalillos nadie
Soños fráxiles que se descompuxe- ellos. un dos seus bichiños ninguén máis que más que ella sabía hasta donde llegaba.
ran en mil e un anacos de aspiracións Sueños frágiles que se habían descom- ela sabía ata onde chegaba. Las cosas marchaban bien hasta que
erradas, de días truncados e de tebras. puesto en mil y un pedazos de aspira- As cousas marcharon ben ata que co- empezó a ser más consciente y llega-
O vento volvía a soprar con forza pero ciones fallidas, de días frustrados y de mezou a ser máis consciente e chegaron ron las preguntas. Y entonces agitación,
esta vez azoutaba con máis intensida- tinieblas. El viento volvía a soplar con as preguntas. E entón axitación, néboa niebla que lo cubría todo, crispación. A
de do que nunca antes o fixera e as es- fuerza pero en esta ocasión apremiaba que o cubría todo, crispación. As veces a veces la verdad podía llegar a ser tan
peranzas suspendidas no ar voaban ao con más intensidad que nunca y las es- verdade era tan dolorosa que máis valía dolorosa que más valía vivir en la ig-
ritmo daquel tormento enfurecido que peranzas suspendidas en el aire vola- vivir na ignorancia a ter que facer fron- norancia a tener que hacer frente a los
semellaba levaría por diante todo ao ban al ritmo de aquel tormento enfure- te aos problemas da vida. Os seus pro- problemas de la vida. Sus problemas
seu paso, sen importar quen ou que in- cido que parecía que llevaría a su paso blemas comezaron á idade de 8 anos. llegaron a la edad de 8 años. Los ani-
tercedera no seu camiño. todo por delante, sin importar quién o Os animais que os seus pais coidaban males que sus padres cuidaban con tan-
Xa pasaran sete meses. Antía cami- qué intercediese en su camino. con tanta delicadeza e tenrura eran os ta delicadeza y ternura eran los mis-
ñaba pola beirarrúa cunha compañei- Ya habían pasado siete meses. Antía mesmos que logo se servían na mesa mos que luego se servían en la mesa a
ra. Mais era como camiñar soa. Dende caminaba por la acera con una com- á hora da comida. Para ela isto foi un la hora de la comida. Para ella, esto fue
aquel fatídico día unha barreira inter- pañera. Pero era como caminar sola. duro golpe. Como ía ela a coidar e con- un duro golpe. ¿Cómo iba ella a cuidar y
púxose entre ela e o resto daquel mundo Desde aquel fatídico día, una barrera se vivir cun ser vivo dende practicamente convivir con un ser vivo prácticamente
gris e cruel que a rodeaba. Aquel tri- interpuso entre ella y el resto de aquel o seu nacemento e logo ter que desfa- desde su nacimiento y luego tener que
mestre acadara os peores resultados da mundo gris y cruel que la rodeaba. Aquel cerse del daquel xeito tan cruel? deshacerse de él de aquella forma tan
súa traxectoria académica. O recordo trimestre había obtenido los peores re- Foi difícil de levar pero tamén reco- cruel?
do que un día fora o seu compañeiro fiel sultados de su trayectoria académica. ñeceu que de algo tiñan que alimentarse Fue difícil de llevar, pero también re-
acompañábana en todo momento, día e El recuerdo del que un día había sido su e aquela era a súa principal fonte de ali- conoció que de algo tenían que alimen-
noite, calquera día da semana. O senti- compañero fiel la acompañaba en todo mento. Mais ela precisaba dunha com- tarse y aquella era su principal fuente
mento de impotencia, de culpabilidade momento, día y noche, cualquier día de pañía mutua, dun animal que fora algo de alimento. Pero ella necesitaba una
volvérase o seu pan de cada día. Unha la semana. El sentimiento de impoten- máis; o seu amigo, ao que poder educar compañía mutua, un animal que fuese
vida que semellaba carecer de sentido cia, de culpabilidad se había vuelto su e tratar coma un máis da familia. algo más; su amigo, al que poder educar
cando apenas transcorreran 17 anos pan de cada día. Una vida que seme- Pinche era pequeno, de cor escura e y tratar como uno más de la familia.
dende que aquel 3 de marzo unha meni- jaba carecer de sentido cuando apenas manchas por todo o corpo, durmiñón Pinche era pequeño, de color oscuro y
ña invadira a casa de paz coa súa pre- habían transcurrido 17 años desde que pero sobre todo moi alegre. Envolveu a manchas por todo el cuerpo, dormilón
senza. aquel 3 de marzo una chiquitina había casa de Antía de ledicia. Era coma o pero sobre todo muy alegre. Envolvió
Antía residiu sempre nunha peque- invadido la casa de paz con su presen- seu bebé; compaxinaba as horas de es- la casa de Antía de felicidad. Era como

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CREACIÓN CREACIÓN

xinase a Antía sen Pinche nin a Pinche nadie de los que los conocía se imagi-
sen Antía. nase a Antía sin Pinche ni a Pinche sin
Chuvia, auga polas rúas, rostros xé- Antía.
lidos, miradas perdidas e atónitas. Ata Lluvia, agua por las calles, rostros
os 15 anos Antía fora unha rapaza gélidos, miradas perdidas y atónitas.
exemplar, comprometida co seu e cos Hasta los 15 años Antía había sido una
seus, coas aspiracións de calquera ado- chica ejemplar, comprometida con lo
lescente. Mais a partir dese momento suyo y con los suyos, con las aspira-
todo pareceu mudar como muda o ver- ciones de cualquier adolescente. Pero
me que se converte en bolboreta pero a partir de ese momento todo pareció
esta bolboreta esqueceríase do que era mudar como muda el gusano que se
voar. As hormonas comezaron a correr convierte en mariposa pero esta mari-
polo interior do seu corpo, de tal xei- posa se olvidaría de lo que era volar.
to que rematou perdidamente namora- Las hormonas comenzaron a correr por
da dun rapaz. Este era maior que ela e el interior de su cuerpo, de tal forma
residía a uns quilómetros da súa vila. que terminó perdidamente enamorada
Coñecíao dende había bastante tempo de un chico. Era mayor que ella y vivía
© Theresa Benedetto de velo polo instituto e algunha vez que a unos kilómetros de su pueblo. Lo co-
Fuente: Flickr fora cuns amigos pasear e o viran pola nocía desde hacía tiempo de verlo por
rúa. Ata aquel momento non signifi- el instituto y alguna vez que había ido
cara nada para ela pero todo cambiou con unos amigos a pasear y lo habían
repentinamente. O seu pensamento es- visto por la calle. Hasta aquel momento
taba reservado única e exclusivamente no había significado nada para ella pero
cola e as que axudaba aos seus pais no su bebé; compaginaba las horas de es- para el. Tiña que compartir aquela nova todo cambió repentinamente. Su pensa-
campo cos seus coidados e Pinche cre- cuela y las que ayudaba a sus padres situación con alguén e só unha persoa miento estaba reservado única y exclu-
ceu forte e san e converteuse no seu en el campo con sus cuidados y Pinche podía entender como se sentía. sivamente para él. Tenía que compartir
gardián particular. Os primeiros meses creció fuerte y sano y se convirtió en Silvia. A súa fiel compañeira dende aquella nueva situación con alguien y
era moi revoltoso e non prestaba aten- su guardián particular. Los primeros sempre. Ela e Pinche eran os seus bens solo una persona podía entender cómo
ción das indicacións de Antía e esta per- meses era muy revoltoso y no prestaba máis prezados. Nunha das súas reunións se sentía.
día un pouco os nervios mais deseguida atención de las indicaciones de Antía y a tres bandas revelou o seu segredo. Sil- Silvia. Su fiel compañera desde siem-
se daba de conta de que era coma un esta perdía un poco los nervios pero en- via non daba crédito as súas palabras. pre. Ella y Pinche eran sus bienes más
neno pequeno e só pensaba en xogar e seguida se daba cuenta de que era como Ela pese a súa corta idade xa pasa- preciados. En una de sus reuniones a
en divertirse. Co tempo e con pacien- un niño pequeño y solo pensaba en ju- ra por uns cantos rapaces pero nunca tres bandas reveló su secreto. Silvia no
cia adquiriu a disciplina que ela tanto gar y en divertirse. Con el tiempo y con agardaría aquilo de Antía, sempre tan daba crédito a sus palabras. Ella, pese
desexaba e a súa obediencia non tiña paciencia adquirió la disciplina que ella recatada cando tocaba falar de homes. a su corta edad, ya había pasado por
nada que envexar á de calquera rapaz. tanto deseaba y su obediencia no tenía A pesar da insistencia da súa amiga de unos cuantos chicos pero nunca espera-
Cos días, meses e anos volvéronse cada nada que envidiar a la de cualquier niño. que aquilo fora un segredo, Silvia non ría aquello de Antía, siempre tan reca-
vez máis inseparables. Os seus paseos Con los días, meses y años se volvieron puido controlar a súa emoción e o ru- tada cuando tocaba hablar de hombres.
por toda a vila, os seus xogos que acotío cada vez más inseparables. Sus paseos mor comezou a correr pola escola e ía A pesar de la insistencia de su amiga de
eran sinónimo de gargalladas, un sen por todo el pueblo, sus juegos que a me- estendéndose paulatinamente. que aquello fuera un secreto, Silvia no
fin de aventuras xuntos que levaron a nudo eran sinónimo de risas, un sinfín Nervios, tensión, sorrisos idílicos. O pudo controlar su emoción y el rumor
que ninguén dos que os coñecía se ima- de aventuras juntos que llevaron a que amencer dun novo sentimento. Dunha comenzó a correr por la escuela y se iba

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CREACIÓN CREACIÓN

paixón sen límite. As bolboretas corrían extendiendo paulatinamente. tía sentíase coma nun soño feito reali- dad. Las mariposas seguían en su inte-
polo seu ventre, non sabían voar e ela Realidad. Mil y una vueltas a la ca- dade. As bolboretas seguían no seu in- rior pero seguían sin alzar vuelo y esto
tampouco. beza. Pinche allí a su lado y ella sin terior mais seguían sen alzar voo e isto complicaría las cosas. Ya apenas veía a
Realidade. Mil e unha voltas á ca- embargo tan lejos, a cientos de kilóme- complicaría as cousas. Xa apenas vía Silvia y los paseos con Pinche pasaron
beza. Pinche alí ao seu lado e ela sen tros. ¿Cómo se iba a fijar en ella? ¿Qué a Silvia e os paseos con Pinche pasa- de diarios a semanales. Y llegó la pro-
embargo tan lonxe, a centos de quiló- podía encontrar en ella que no le pu- ron de diarios a semanais. E chegou a puesta. Comenzar una relación seria.
metros. Como se ía a fixar nela? Que diese ofrecer otra? Preguntas. Muchas, proposta. Comezar unha relación seria. Miguel le gustaba pero no estaba prepa-
podía atopar el nela que non lle puidese demasiadas. Respuestas. Más bien po- Miguel gustáballe mais non estaba pre- rada y así se lo hizo saber. Su reacción
ofrecer outra? Preguntas. Moitas, de- cas o ninguna. parada e así llo fixo saber. A súa reac- fue desmesurada. Gritos, amenazas y
masiadas. Respostas. Máis ben poucas Como cada día, llegado el anochecer ción foi desmesurada. Berros, ameazas por último un golpe. Llegó a casa llo-
ou ningunha. era su momento especial con su teso- e o por último un golpe. Chegou a casa rando y el único consuelo que encontró
Como cada día, chegada a noitiña era ro, con su amigo. Pinche. Él también chorando e o único consolo que atopou fue el de Pinche, quien no se olvidaba
o seu intre especial co seu tesouro, co estaba al tanto de todo lo que estaba foi o de Pinche, quen non se esquecía de ella tan fácilmente. Quería borrar
seu amigo. Pinche. El tamén estaba ao ocurriendo. Era su confesor preferido y dela tan facilmente. Quería borrar a a Miguel de su vida pero este pareció
tanto de todo o que estaba a ocorrer. aunque no le podía expresar su opinión Miguel da súa vida pero este pareceu arrepentirse y pretendió volver a verla.
Era o seu confesor preferido e aínda que ella sabía que estaba de su parte, siem- arrepentirse e pretendeu volver a vela. Aceptó, hablar siempre era lo mejor.
non lle podía expresar a súa opinión ela pre lo había estado. Cuando estaban a Aceptou, falar sempre era o mellor. Na En la de La Barranca a las cinco.
sabía que estaba da súa parte, sempre o punto de dar media vuelta para regre- da Barranca ás cinco. En esta ocasión Pinche se tomó la li-
estivera. Cando estaban a piques de dar sar, escucharon el motor de una mo- Nesta ocasión Pinche tomouse a li- bertad de seguirla. El encuentro mar-
media volta para regresar, escoitaron o tocicleta que se aproximaba hacia ellos berdade de seguila. O encontro mar- chaba bien pero Miguel perdió de nuevo
motor dunha motocicleta que se apro- pero no le dieron mayor importancia. chaba ben pero Miguel perdeu de novo o el control y ante su tentativa de zaran-
ximaba cara eles mais non lle deron Pero de repente el conductor pronun- control e ante a súa tentativa de mallar dear de nuevo a la chica, Pinche inter-
maior importancia. Pero de súpeto o ció su nombre. Antía. Había soñado con de novo na rapaza, Pinche interveu. La- vino. Ladraba con intensidad pero Mi-
condutor pronunciou o seu nome. Antía. aquella situación cientos de veces pero draba con intensidade pero Miguel non guel no se asustaba fácilmente. Antía
Soñara con aquela situación centos de a la hora de la verdad no era capaz de se asustaba sinxelamente. Antía resul- resultó ilesa, pero a cambio de la vida
veces mais chegada a hora da verdade reaccionar. tou ilesa pero a cambio da vida do seu de su guardián.
non era quen de reaccionar. Miguel. Por supuesto que era Miguel. gardián. Cierto, ya habían pasado 7 meses
Miguel. Abofé que era Miguel. Alto, Alto, de ojos claros, pelo un poco lar- Certo, xa pasaran 7 meses pero aque- pero aquella visión permanecía inde-
de ollos claros, pelo un pouco longo e un go y una sonrisa que enamoraba. ¿Qué la visión permanecía indeleble na súa leble en su mente. Tantos recuerdos,
sorriso que namoraba. Que facer? Que hacer? ¿Dónde esconderse? Sin más: mente. Tantos recordos, tanta felicida- tanta felicidad, tanto amor verdade-
dicir? Onde agocharse? De súpeto cala- escalofríos, vergüenza, la piel ardiendo de, tanto amor verdadeiro arrincados ro arrancados así sin más. Un animal
fríos, vergoña, a pel ardendo e ela alí de y ella allí de pie, rígida, sin poder ar- así sen máis. Un animal cheo de senti- lleno de sentimientos yacía en lo más
pe, ríxida, sen poder articular palabra ticular palabra alguna. Por suerte, él mentos xacía no máis profundo diso que profundo de eso que llamamos Tierra
algunha. Por sorte el demostrou o seu demostró su papel de adulto y llevó la chamamos Terra mentres un humano mientras un humano lleno de ira y ca-
papel de adulto e levou a voz cantante voz cantante en los pocos minutos que cheo de ira e carente do máis mínimo rente del más mínimo arrepentimiento
nos poucos minutos que falaron. Volve- hablaron. Volverían a verse pero esta arrepentimento continuaba cunha vida continuaba con una vida manchada por
rían a verse. Mais desta vez, o encontro vez el encuentro se denominaría cita y manchada pola sangue inocente. la sangre inocente.
denominaríase cita e os protagonistas los protagonistas serían ellos solos. Días de xistra. Tempestade, un vol- Días de aguacero. Tempestad, un vol-
serían eles sos. Miguel parecía tan atento, tan simpá- cán en erupción e a lava que o leva todo cán en erupción y la lava que lo lleva
Miguel semellaba tan atento, tan tico, tan perfecto al fin y al cabo. Que- por diante. Semella que as bolboretas todo por delante. Parece que las mari-
simpático, tan perfecto ao fin e ao cabo. daron en numerosas ocasiones y Antía creceron antes de tempo e deron en em- posas crecieron antes de tiempo y pre-
Quedaron en numerosas ocasións e An- se sentía como en un sueño hecho reali- prender voo cedo de máis. Antía tería tendieron emprender vuelo demasiado

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CREACIÓN CREACIÓN

unha nova oportunidade pero non sería pronto. Antía tendría una nueva opor-
Pinche quen a acompañase desta vez. tunidad pero no sería Pinche quien la
acompañase esta vez.
Notas
(*) Texto recogido como ganador, en la Notas
modalidad de gallego, del I Certamen (**) Traducción al castellano a cargo
de escritura «El miembro no humano del propio autor.
de mi familia», dentro de la Feria de la
adopción de Moaña (Pontevedra, Espa-
ña) de 2015.

Daniel Sobral Olivera (Moaña, Pontevedra, 1996). Actualmente estudio se-


gundo del grado en Ciencias del Lenguaje de la Universidad de Vigo. Aunque amante
desde pequeño de los números, al final caí en el apasionante mundo de las letras.
La obra que me abrió los ojos fue Cien años de soledad, sin duda la mejor obra que
© :n:
he leído hasta el momento. Mi pasión por escribir viene desde tiempo atrás pero Fuente: Flickr
la materialización de mis creaciones es reciente. Comencé de forma ocasional,
participando en algunos concursos convocados por diferentes áreas de mi facultad
y actualmente además de una mayor participación en certámenes más allá de la
universidad; he creado mi propio blog, llamado Días de Tránsito, donde en cuanto
puedo comparto mis historias con el mundo. Noche de perros*** Al final de la calle un perro caminaba
por Rubén Juy Martín sin prisa buscando, con total seguridad,
un refugio donde pasar su noche que, al
igual que la mía, se antojaba cruda.
Salí de la tasca ya pasadas las cua- Era un pastor alemán de raza, algo
tro. El ambiente parecía frío, húmedo e mermado por su situación, pardo y ma-
incluso desapacible. No lo podía saber, rrón, con franjas blanquecinas en los
el alcohol que recorría mi cuerpo me costados. Precioso.
lo impedía, permitiéndome únicamente Le llamé gritando un “¡chucho!” que
caminar y con dificultad. le alertó de mi presencia. Al mirarme
Ya de poco me servía mandarle un me mostró realmente su verdadera fa-
mensaje, o llamarla... Había perdido a ceta. Sus dos ojos eran el reflejo de una
aquella mujer un puñetero jueves y esa vida vacía, sufrida y tremendamente
era la única realidad de momento. cruel. El diestro marrón oscuro, pene-
Caminé unos metros más hasta que trante y revelador. El siniestro de un
conseguí apoyarme en una pared mu- cristal verde tan cierto como el de las
grienta, de poco importaba ya, al fin y botellas que esa noche habían termina-
al cabo, las ratas viven en las alcanta- do por espantar el único ápice de orgullo
rillas. y dignidad que aún conservaba.

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CREACIÓN

Su cuello, marcado por una correa ceñida, se mostraba de-


solador, rojo, macabro.
Al darse cuenta de mi estado, continuó su camino sin mos-
trar ninguna atención a mi persona. Por enésima vez me había
sentido ignorado, olvidado e incluso avergonzado.
A tientas alcancé un gorrón e intenté sin éxito alcanzarle.
Ese puñetero perro pulgoso había conseguido sacarme de mis
casillas. En ese momento una rápida lágrima recorrió rauda
mi mejilla derecha. Se acabó, había tocado fondo. Más bajo era
imposible caer. Comencé a llorar como nunca había hecho, ta-
pando mi cara con unas manos arrugadas y gélidas.
Me hacía viejo sin darme cuenta. Así, de un plumazo cua-
renta y dos primaveras a mis espaldas y ni un ápice de éxito en
mi vida, al contrario, una vez más, mi dardo se perdió en los
extrarradios de la diana.
Me tumbé al suelo en posición fetal, buscando ese amparo de
unos padres que nunca encontraría. En su lugar, ¡cuál fue mi
sorpresa!, se acercó de nuevo el jodido chucho, posiblemente
curioso ante mis lamentos. Con un rápido movimiento de hoci-
co me tumbó de nuevo, tras mi intento fallido de incorporación.
Le observé sin poder dejar de sollozar y pude ver sin pestañear
lo que ocurrió a continuación.
Ese chucho que no era de nadie, totalmente solitario, herido
y callejero hasta decir basta, una vez comprobó mi estado y
tras haberse cerciorado de que era inofensivo para él, se tumbó
a mi lado, colocando su cabeza entre mis manos, y tras hacer-
se él también un ovillo me miró, de nuevo detuvo su mirada en
mí, y fue en ese instante en el que, realmente, conocí a aquel
animal. Ahí pude comprobar los valores que mi nuevo compa-
ñero de batallas tenía: nobleza, lealtad, amor, ternura...
Esa noche los dos dormimos en la calle, a la intemperie,
sucios y malolientes, pero aquello que vivimos no puede ser ex-
plicado ni por el mejor orador. Es magia, fantasía, sensaciones
que solo puedo transmitir ahora, cuando duerme tranquilo en
mi regazo, mientras veo cualquier película, sentado al brasero
de nuestra cálida y segura morada.

Notas
(***) Texto recogido como ganador, en la modalidad de caste-
llano, del I Certamen de escritura «El miembro no humano de
mi familia», dentro de la Feria de la adopción de Moaña (Pon-

© Chris Friel visorliteraria.com | 90


Fuente: Flickr
CREACIÓN COLABORACIONES

tevedra, España) de 2015.

Colaboraciones
Rubén Juy Martín (Salamanca, España). Estudiante de tercer año en el gra-
do de Terapia Ocupacional en la Universidad de Salamanca y actual monitor de
tiempo libre de la Diputación de Salamanca. Destaca su colaboración durante dos
La Revista Literaria Visor se centra en diversos aspectos del relato corto. Está
años en el periódico digital “salamancartvaldia.es” con artículos de reflexión. Su
estructurada en tres bloques fundamentales: reseñas literarias, ensayo y creación.
obra Boomerang apareció en la antología Fuego, aire, agua, tierra, editorial Carpa
Toda colaboración será bien recibida en cualquiera de estos campos siempre que
de sueños, 2015, mientras que su obra Tic-tac fue recogida en la antología A la luz
sea original, inédita, escrita en español y relacionada con los distintos aspectos del
de la luna, editorial Letras con arte, 2015.
relato breve. Los textos deben remitirse en fichero adjunto y en formato Word,
junto a una breve reseña bio-bibliográfica de no más de diez líneas, a la siguiente
dirección de correo electrónico:

visorliteraria@gmail.com

El consejo editorial leerá todas las colaboraciones enviadas, reservándose el de-


recho a su inclusión en la revista. No se informará en ningún caso sobre aspecto
alguno del proceso de selección, y solo se mantendrá correspondencia con aquellos
autores cuyos textos sean elegidos.
Los autores son siempre los titulares de la propiedad intelectual de cada una de
sus obras y solo ceden a la Revista Literaria Visor el derecho a publicar los textos
en el número correspondiente.
Además de responder a los estándares adecuados de calidad artística y de re-
dacción, los requisitos de publicación serán los siguientes: para reseñas literarias,
los textos no sobrepasarán la extensión de una página; para ensayos, no más de
10, y para creación, no se excederán las 12 páginas. En todos los casos, los textos
se redactarán en A4, con letra tamaño 12, doble interlineado y notas al final del
documento.

Esta revista es una publicación sin ánimo de lucro y no cuenta con ningún tipo
de apoyo público o privado. La Revista Literaria Visor se realiza con el trabajo
de quienes aparecen en el directorio y gracias a la inestimable colaboración de los
autores.

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