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Nº4 - Sep./Dic.2015
Colaboraciones...............................................................92
EDITORIAL
Un año de cuentos
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RESEÑAS RESEÑAS
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RESEÑAS RESEÑAS
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ENSAYOS
Fuente: www.huijskenbickerton.com
Ensayos
Sobre el cuento: orígenes, existen los relámpagos y los rayos, o
por qué aquella montaña es la más alta
concepto y evolución
de la sabana. Y está en la propia na-
por José Carlos Aranda Aguilar
turaleza del ser humano el ser social
porque en ello reside una de las claves
de su supervivencia1.
«Érase una vez…», un comienzo má-
El cuento nace y se hace en la tradi-
gico que abre un universo de posibilida-
ción oral. Apenas llevamos cinco siglos
des en nuestra imaginación y que viene
instalados en la era del racionalismo
repitiéndose a lo largo de milenios has-
empírico. Coincide con el nacimiento de
ta donde alcanza el tiempo en la me-
la imprenta y la difusión de los libros
moria colectiva. Es imposible una civi-
escritos, pero durante la historia de la
lización sin cuentos o, si lo prefieren,
humanidad siempre hubo necesidad de
sin leyendas, sin mitología, sin historias
explicar lo inexplicable para otorgar un
que contar. De hecho está tan íntima-
cierto sentido a cuanto ocurría a nues-
mente ligado a la naturaleza humana
tro alrededor: qué o quién era la luna, la
que no se concibe el hombre social sin
erupción de un volcán, el flujo de la ma-
esa necesidad de transmitir a los demás
rea en el mar, o por qué no entendíamos
qué ocurrió aquel día que alguien tuvo
a los pájaros o a los monos. Y también
que enfrentarse a un problema, por qué
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ENSAYOS ENSAYOS
teníamos necesidad de transmitir unas zable en la comunicación generacional demos decir que es ahí donde el cuen- des conocimientos.
instrucciones básicas de supervivencia: y todas las sociedades han sido cons- to alcanza configuración literaria6. Si El cuento como género diseñado no
la desconfianza hacia los desconocidos, cientes de ello. No solo tiene un valor Washinton Irving se hizo famoso por existe hasta la aparición de la escritura
el riesgo de mentir, la importancia del admonitorio, sino que se integra en la sus Leyendas de la Alhambra, también y la conciencia de autor. Pero incluso
valor, cómo superar el miedo, la nece- conciencia del oyente proporcionán- lo hizo Cecilia Böhl de Faber transcri- ahí queda constancia de su origen en el
sidad de proteger a la tribu, al clan, a dole pautas de conducta ante posibles biendo los cuentos populares de su Se- diálogo a través del narrador que nos
la familia. De esta forma, lo fantástico problemas que pudieran surgir. Esto villa adoptiva, y otros autores románti- cuenta la historia, aunque sea por escri-
y lo real se entrelazaban desempeñando transforma a quien escucha desde el cos inspirándose en la tradición popular to8. Los primeros testimonios escritos
funciones sociales de una importancia momento en que interioriza la historia para componer sus propias leyendas en datan de hace miles de años, en la tra-
crucial para el ser humano como eran adaptándola en función de sus propias prosa, como Gustavo Adolfo Bécquer, dición occidental se deben a Esopo (si-
el fomento de la cohesión de grupo y necesidades psíquicas y a su entorno o en verso, como el Duque de Rivas o glo VI AC)9. Pero estas fábulas, inven-
la transmisión de una información so- social, es decir, reconstruyéndola a su Zorrilla. Hemos de imaginar que com- ciones, debían correr de boca en boca y
bre la naturaleza y sobre el propio ser medida para convertirse en recreador pilación, adaptación y creación han ido formar parte de un patrimonio oral. En
humano que ayudara al colectivo a so- de la trama, de ahí el que se le atri- de la mano a lo largo del tiempo. El la India encontramos el Panchatantra,
brevivir. Lo natural y lo sobrenatural, buya valor terapéutico, curativo, pa- Realismo le otorgó carta de naturaleza una recopilación de cuentos en sanscri-
lo físico y lo mágico, se entremezclan radigmático2. Es tan importante, que propia con marca de autor con Leopoldo to donde un anciano religioso educa a
porque necesitamos dotar de un cierto la trama, los argumentos, se mantie- Alas Clarín. Desde entonces hasta hoy tres príncipes. Esta primera colección
sentido a lo que sucede para transmitir nen actualizándose, adaptándose a los no ha dejado de cultivarse como género podría remontarse al segundo milenio
a las generaciones venideras un manual tiempos y a las circunstancias siguiendo propio o inserto a través de los perso- antes de Jesucristo y nos llegó a occi-
de instrucciones sobre “cómo actuar en un esquema estructural conocido como najes en los relatos (Alberto Vázquez dente a través del Calila e Dimna10. Los
caso de…”. “gramática del cuento”3. De ahí que en Figueroa nos sumerge en la magia de comerciantes fenicios debieron actuar
Historia, mitología, ficción narrativa el devenir del tiempo, leyendas tradi- los relatos del desierto en Los ojos del de transmisores, pero al asentarse el
aparecen entrelazados en el tiempo y cionales acabaran formando parte de tuareg, Luis Sepúlveda nos inunda de cuento, se nacionaliza con personajes y
solo son separados por el empeño ra- la historia, incardinadas en personajes imágenes del amazonas en El viejo que rasgos propios. Así, el famoso juicio de
cionalista del ser humano. La historia reales a quienes se atribuyeron haza- leía novelas de amor, Ruyard Kipling Salomón en el Antiguo Testamento lo
repetida es recreada por cada narrador. ñas fantásticas en el deseo de enalte- nos trajo los cuentos indúes en su ma- encontramos en el Panchatantra indú
Sin la fijación de la escritura, lo recor- cimiento o divinización, o simplemente ravillosa obra de El libro de las tierras con el nombre de Baidaba, y es atri-
dado iría enriqueciéndose, modificándo- generando arquetipos ejemplarizantes4. vírgenes; Hans Ruesch nos atrapa en buido a otros personajes a lo largo de
se, ampliándose, contaminándose des- Pero no perdamos de vista que cons- las creencias esquimales en El país de la Edad Media. A España, la tradición
de cada perspectiva hasta tener poco o tituye una maravillosa herramienta las sombras largas…). Y es que la mito- oriental nos llegó con la ocupación mu-
nada que ver con la realidad donde tuvo para la transmisión de valores cultura- logía fundida con las leyendas son cla- sulmana en el siglo VIII, nos enrique-
su origen. La aparición de la escritura les que la sociedad, cualquiera que esta ves para comprender el alma del pue- cieron con fantásticas historias nacidas
y la filosofía, la necesidad de rigor, fue sea, necesita instalar en la mente de blo que las narra y, a veces, son claves entre los beduinos del desierto, algunas
lo que acabó separando la realidad de la los recién llegados auténticos “modelos incluso para comprender el porqué de recogidas en uno de los grandes hitos
ficción. A Grecia debemos esta separa- mentales”5 para cohesionar el grupo y su historia. La leyenda de Quetzalcátl cuentísticos, Las mil y una noches. La
ción, pero incluso ella recurrió al cuen- garantizar la supervivencia. en la mitología Tlahuica es clave, por escritura en el siglo XIII le dio carta de
to, a la mitología para justificar dicha El siglo XIX, con el Romanticismo, ejemplo, para comprender la conquista naturaleza en el castellano de la época
separación (Clío, la musa de la Histo- prestó especial atención a estas tra- española en México7. Dio pie a que con- gracias a la traducción de la Corte al-
ria, arrojó del recinto de la racionalidad diciones orales y, gracias a ellos, hoy fundieran a Hernán Cortés con este dios fonsí del Calila e Dimna11, obra que a su
a su hermana Melpóneme, musa de la conservamos un buen número en forma cuyo retorno estaba anunciado y que, y vez fue traducida al árabe por un persa
tragedia). de recopilaciones o insertas dentro de esto es lo extraordinario, se describía converso, Mukaffa12, que acabó su vida
El cuento era y es algo irreempla- la línea argumental de la novela. Po- como blanco, rubio, barbado y con gran- en mi Córdoba, despedazado por orden
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al afirmar que «[…] es un precioso géne- ahora con imágenes a todo color y mú- lo largo de su ejecución. Es decir, pre- El ser humano es social por natura-
ro literario que sirve para expresar un sica de fondo. También nos facilita la sentan el mismo modelo operativo pero leza, nacemos programados para in-
tipo de emoción, de signo muy semejan- inversión de papeles o, mejor, el inter- ampliado exponencialmente por la po- sertarnos en nuestra familia, primero,
te a la poética, pero que no siendo apro- cambio entre el receptor y el narrador. tencia y capacidad que nos proporcio- en nuestra clase, ciudad, nación, en el
piada para ser expuesta poéticamente, Siempre fue interesante invertir los na la Red. Incluso se han expresado los mundo23. El niño no solo tiene progra-
encarna en una forma narrativa próxi- papeles y convertir al niño de receptor modelos para la construcción de estruc- mado un lenguaje innato —“mentalés”24
ma a la de la novela, pero diferente a en emisor, de transmisor en creador turas narrativas en estos formatos21. hay quien lo llama—, sino también un
ella en la técnica y en la intención»16. del cuento. A través del acto de la in- Sin embargo, convendría precisar al- código de valores y un sistema de re-
En efecto, nos faltaba la emoción como vención fomentamos la creatividad y, gunas ideas al respecto que pueden ser lación social25. Gracias a su plasticidad
clave del cuento. Un relato que nace de además, podemos observar y apreciar interesantes. neuronal, no solo discrimina desde su
la tradición oral, cuya clave es el con- aquello que preocupa al niño y cómo El niño es un demandante de relatos nacimiento sonidos para el aprendiza-
tacto directo con el auditorio, está con- lo enfrenta, qué opciones de resolución innato porque su mente busca dos ele- je de la lengua materna, también dis-
dicionado —como el teatro— por el tiem- plantea en un hipotético conflicto. Gio- mentos que necesita: categorías y rela- crimina marcas emocionales vocales y
po, a diferencia de otros géneros —la vanni Rodari19 nos transmitió esa ilu- ciones sistémicas22. Un universo dividi- físicas, se nutre del afecto a partir del
novela— diseñados para ser impresos y sión por romper los moldes e invertir do en individualidades, acontecimientos apego y elabora su universo de relacio-
leídos. Y tiene que enganchar emocio- los papeles para fomentar la imagina- sin conexión se convierte en un caos so- nes personales aprendiendo a convivir
nalmente al público para mantener la ción y la elocución, pero hoy contamos bre el que no podríamos intervenir. Para inserto en un grupo social. En otras pa-
tensión del relato hasta el desenlace. con una herramienta mucho más po- desarrollar pautas de conducta necesi- labras, al niño le interesa cómo descu-
Esa y solo esa es la clave de un buen tente: las nuevas tecnologías. tamos discriminar primero y evaluar brir que alguien miente, que es tu amigo,
cuento, de una buena representación, de Durante la década de los 80 se in- después la información y eso requiere le interesa saber cómo se puede superar
una buena puesta en común. Lo era, lo tentaron introducir los cuentos polifóni- la elaboración de un código. Nuestro ce- el miedo, o las claves de resolución de
es y lo seguirá siendo. La emoción es lo cos; se trataba de cuentos editados con rebro necesita operar desde estereoti- un conflicto al que no se ha enfrenta-
que determina nuestro foco de atención un planteamiento interactivo; al final pos formales y funcionales que actúen do pero puede presentársele en algún
para discriminar contenidos17. de cada capítulo se invitaba al lector en un universo causal. Necesita elabo- momento. Las células espejo funcionan
A nadie se le oculta el valor del cuento a tomar una decisión, en función de la rar patrones que permitan a la mente en este sentido de motor de aprendiza-
como herramienta educativa. Lo sabía cual debías continuar por un capítulo anticipar desenlaces a partir de unos je por imitación. El resto, la repetición
Sherezade, como lo sabían los monjes u otro. De esta manera, era el propio elementos constantes. Por eso, desde y las respuestas conductuales acabarán
cuando vertieron las leyendas antiguas lector quien componía su relato y lle- que nacemos no hace sino elaborar es- por definir un modelo de relación y de
en las vidas de santos y novelas hagio- gaba a un final u otro dependiendo de tadísticas de recurrencia, de repeticio- conducta integrada26.
gráficas18. Lo sabían don Juan Manuel y las decisiones adoptadas a lo largo de la nes, que nos ayudan a elaborar pautas Todo esto lo ofrece el cuento conta-
el arcipreste como también lo sabía Isa- obra. Aquellas ediciones no dejaron de de conducta adecuadas a las respuestas do, narrado o leído. Primero, incentiva
bel la Católica a quien acompañó en su ser una mera curiosidad, la limitación que buscamos. Una conducta adecuada el aprendizaje lingüístico fomentando el
Biblioteca El Decamerón de Boccaccio. de las páginas traía aparejada inevita- se refuerza cuando obtienes la respues- desarrollo del pensamiento simbólico27;
Lo sabía Fernando de Rojas y Cervan- blemente una limitación de opciones, ta de refuerzo positivo por parte de la segundo, refuerza el vínculo de apego
tes, lo sabían Iriarte y Samaniego, como por lo que al final resultaba recurrente, persona o personas de apego: si cuando entre el niño y el narrador28, lo que lo
también los maestros y profesores ac- circular y poco atractiva. sonríes te devuelven la sonrisa, tiendes convierte en referente explícito del que
tuales. Hoy, gracias a los ordenadores y los a repetir el gesto, buscas obtener esa absorberá todo tipo de información a
Vivimos hoy una nueva etapa en la programas multimedia asistimos a una misma respuesta. Aprendemos a ha- partir de la observación29; tercero, fo-
que se está produciendo una auténtica auténtica revolución, lo que ya algu- blar cuando sentimos que somos aten- menta el desarrollo emocional y la so-
revolución gracias a las nuevas tecno- nos denominan “cultura electrónica”20 didos y escuchados mucho antes que cialización a partir de la identificación
logías. El relato va dejando poco a poco caracterizada por modelos culturales cuando logramos comprender que esos de marcas formales emocionales —ges-
de ser leído para volver a ser oral, pero alternativos que van interponiéndose a sonidos tienen significados asociados. tuales o lingüísticas—; cuarto, favorece
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ENSAYOS
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ENSAYOS ENSAYOS
(2) Bettelheim, B (1995). Psicoanálisis y Occidente: semejanzas y con- rrollar la atención para alcan- sarrollo cognitivo”, Innovación y
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(9) Rodríguez Adrados, F. (2005). De Buenos Aires: Katz editores.
Esopo al Lazarillo. Emérita, (18) Aranda Aguilar, J.C, (1989). “San-
LXXIII. Huelva, Universidad de ta Casilda, novela hagiográfica”
Huelva, págs. 375-378. en La narrativa andaluza del José Carlos Aranda Aguilar. Profesor de EEMM en Andalucía, doctor en
(10) Petrea Lindenbauer, P. Calila e siglo XIX. Córdoba: Universidad Filología Hispánica desde el año 89, realizó la Tesis doctoral sobre la narrativa (La
Dimna (1252 d.J.C.) reflejo del de Córdoba. narrativa andaluza en el siglo XIX) y está enfrascado nuevamente en esa línea
Panchatantra (200 a. J.C.). Ar- (19) Rodari, G. (1983). Gramática de la de investigación pero enfocada ahora a los niños y a sus posibilidades didácticas.
gumentos para una compara- fantasía. Introducción al arte de Títulos publicados: Cómo se hace un comentario de texto (Berenice, 2009), Manual
ción. Universidad de Viena. En contar historias. Barcelona: Ar- de ortografía y redacción (Berenice, 2010), El libro de la gramática vital (Almuza-
http://homepage.univie.ac.at/ gos-Vergara. ra, 2010), Manual de redacción para profesionales e internautas (Berenice, 2011),
petrea.lindenbauer/Artikel.Ca- (20) Vouillamoz, N. (2000). Literatura Inteligencia natural (Toromítico, 2013), Ortografía fácil (Berenice, 2013), Cómo
lila.e.Dimna.pdf. e hipermedia. La irrupción de la hablar en público (Berenice, 2015). Blog de autor: www.josecarlosaranda.com. Este
(11) Cacho Blecua, J.M. y Lacarra, M.J. literatura interactiva: preceden- año ha recibido el premio "Centinela del lenguaje", otorgado por la Facultad de
(1984). Calila e Dimna. Madrid: tes y crítica. Barcelona: Paidós. Comunicación de la Universidad de Sevilla. Pertenece a la Real Academia de Cór-
Editorial Castalia (21) Ver Berenguer, X. (1998). Escriture doba, en calidad de Académico correspondiente desde 2013.
(12) Lado Ferreras, M. (1997). “Dos programes interactius en www.
culturas y un cuento. A propó- iua.upf.es/formats/formats1/
sito del cuento tradicional”. En a01ct.htm.
El discurso artístico en Oriente (22) Goleman, D. (2014). Focus. Desa-
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ENSAYOS ENSAYOS
en las profundidades de sus ojos, donde los tipos de flor —ranúnculos, marga-
moraba el recuerdo, sólo pensé en ellos, ritas, violetas y asfódelos—, el aroma
y en ella»1. Y a pesar de estas ambiguas que destaca por el paraje es la infan-
palabras, el narrador nos confiesa que til fragancia de la vainilla; a su vez, la
se casó con ella. Una noche, sin moti- breve pero detallada descripción de los
vo aparente, un suspiro toma la voz de árboles «cuyos altos y esbeltos troncos
Eleonora, materializándose por última no eran rectos, mas se inclinaban gra-
vez, y le hace conocedor de que sus sen- ciosamente hacia la luz»2, parece que
timientos por Ermengarda lo han libe- muestre el carácter de la joven pareja
rado de los juramentos a Eleonora. que, a pesar de ser hombres, con todo
A pesar de la sencillez del argumen- lo peyorativo que comporta tal término,
to, salta a la vista la gran carga sim- mantienen su pureza y buscan lo ver-
bólica contenida en el relato. En primer dadero. El sol tropical, espectador in-
lugar, la obra hace patente una clara conmovible de sus días, es un símbolo
oposición; la advertencia con la que se más de la alegría que se respira en el
inicia el relato nos muestra el estado valle. Sin embargo, el elemento prin-
en el que se encuentra el narrador: su cipal es el «Río de Silencio» que rodea
mente merodea, parejo al sugestivo el lugar. Respecto a este, cabe destacar
Fuente: mashable.com movimiento pendular, de un estado de unas líneas:
razón a un estado de locura a medida No brotaba ningún murmullo de su
que nos guía por el relato. Esta contra- lecho y se deslizaba tan suavemente
posición se expresa en la historia a tra- que los aljofarados guijarros que nos
vés de los lugares en los que acaecen los encantaba contemplar en lo hondo de
Análisis simbólico de Eleo- muerte acecha a Eleonora y este debe sucesos: la primera y más feliz época su seno no se movían, en quieto con-
jurarle amor eterno a pesar de la au-
nora de E. A. Poe sencia. Eleonora cierra el pacto jurando
de su vida acontece en un bucólico e in- tentamiento, cada uno en su antigua
por Susana Bellés expugnable lugar, el tan recurrido locus posición, brillando gloriosamente para
visitarle cada día, si no de una forma amoenus utilizado por la literatura clá-
explícita, al menos esparciendo su pre- siempre3.
sica latina; el inicio de la segunda época
sencia por su entorno, a través de la na- en la vida del narrador se inicia con un Este río parece que sea una repre-
Eleonora es la historia de un primer
turaleza. Con su muerte, el Valle de la estado de incipiente locura causada por sentación de lo que poco a poco se iba
amor de juventud. El narrador cuenta
Hierba Irisada se vuelve árido. A pesar la muerte de Eleonora y su expulsión gestando en los espíritus de los jóve-
cómo vivió sus primeros veinte años
de que Eleonora cumplió con su palabra, del lugar ideal a la ciudad, lugar de la nes. Ellos, al igual que esos guijarros,
junto a su tía y su prima Eleonora, de-
una nostalgia infatigable seguía cada perversión por excelencia. se mantenían siempre satisfechos en el
bido a la prematura muerte de su ma-
uno de los pasos del narrador. Inten- Que el lugar donde crece junto a mismo lugar, conservando su relación
dre, en el Valle de la Hierba Irisada.
tando desasirse de esta fue como aban- Eleonora esté aislado por colinas y sea como primos. No obstante, al igual que
Este valle es un idílico lugar alejado por
donó el valle y se trasladó a la ciudad. prácticamente inaccesible es algo que esa agua silenciosa, que a pesar de pa-
completo de la sociedad y preservado
En ella se intoxicó de sus frivolidades y la pureza de los acontecimientos, y de recer siempre la misma se mantiene
por una abundante vegetación y un río
pronto las manifestaciones de Eleonora la misma Eleonora, reclaman. Así lo viva, en sutil movimiento, sus senti-
circundante. Un buen día, frente al Río
se desvanecieron. Mientras trabajaba muestra el paisaje repleto de flores cu- mientos se deslizan del cariño fraternal
de Silencio que tanto les gustaba con-
de sirviente en una corte, apareció una yos colores son la más viva represen- a la más candente pasión. No es casua-
templar a su prima y a él, ambos se
doncella, Ermengarda, cuya belleza tación de la pulcritud, la inocencia y el lidad que sus verdaderos sentimientos
declaran sus sentimientos. La felicidad
pronto doblegó su espíritu. «Y al mirar amor; a pesar de apuntar cada uno de se hagan explícitos viéndose reflejados
del narrador termina el día en que la
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ENSAYOS
plasmar en la forma de la femme fra- puede apreciarse el uso que Poe hacía simbología, sino también a las grandes guras y mitos. Madrid: Taurus, 1980.
gile. En realidad, la cuestión no está tan del relato breve como forma experi- controversias que da lugar respecto a
clara como parece a primera vista. Es mental y, especialmente, su proyección la vida personal del autor. Asimismo, Bibliografía
cierto que la publicación del relato —año de la construcción poética al relato cor- escogemos Eleonora como símbolo de
1842, aproximadamente— coincidió con to. la magnificencia de Poe como escritor, Alewyn, Richard: Problemas y Figuras.
los primeros síntomas de tuberculosis El haber acusado de confuso al Ro- como la carismática constatación de Barcelona: Alfa, 1982.
de su esposa, sin embargo, esta no mo- manticismo no es casual. Cuesta encon- Poe como constructor del pensamiento Baudelaire, Charles: Edgar Allan Poe.
riría hasta cinco años más tarde. Su re- trar teóricos que coincidan con el pe- simbolista europeo desde Norteaméri- Madrid: Visor, 1989.
lación mucho antes del infortunio, poco ríodo histórico que abarca tal categoría, ca. Berlin, Isaiah: Las raíces del Romanti-
tenía que ver con el paraíso relatado. Se período en el que la multiplicación de cismo. Madrid: Taurus, 1999.
especula mucho sobre si el matrimonio discursos y estilos se hace efectiva, por Notas ———: La apoteosis de la voluntad Ro-
con Virginia Clemm no era simplemen- lo que es arduo darle homogeneidad. A mántica: la rebelión contra el mito
(1) Edgar Allan Poe, Cuentos. Vol.1. de un mundo ideal en El fuste torcido
te una cortina de humo que permitía a su vez, suponiendo que haya existido una Madrid: Alianza, 2010. p. 319.
Poe mantener a cierta distancia a otras escuela romántica, las fracturas crono- de la humanidad. Barcelona: Penín-
(2) Ibid., p. 314. sula, 1998.
mujeres con las que se relacionaba, dis- lógicas no facilitan la tarea. Ahora bien, (3) Ibid., p. 313-314.
tancia quizás provocada por una posible en Norteamérica encontramos una se- D’Angelo, Paolo: La estética del Ro-
(4) La bibliografía sobre simbología es manticismo. Madrid: Visor, 1997.
inhibición sexual de carácter psíquico. rie de figuras individuales, las cuales, extensa. Una buena opción es el Dic-
Es una hipótesis que tiene su sentido debido al sentimiento de inferioridad Hinterhauser, Hans: Fin de siglo: figu-
cionario de símbolos de Juan Eduardo ras y mitos. Madrid: Taurus, 1980.
debido a que después de la muerte de que experimentaba el autor americano Cirlot, editorial Siruela, 1969. En él se
Clemm, las relaciones de Poe recobra- frente al británico, acaban creando una Poe, Edgar Allan: Cuentos. Vol.1. Ma-
compendian tradiciones tan diversas drid: Alianza, 2010.
ron su matiz apasionado. No obstante, especie de conciencia de grupo. A pesar como la mística, la filosófica y la psi-
tampoco descartamos del todo la hipó- de todas estas vicisitudes, suele defi- Valéry, Paul: Teoría poética y estética.
coanalítica, entre otras. Madrid: Visor, 1998.
tesis que sostienen muchos comentaris- nirse lo romántico como lo novelesco o (5) Hans Hinterhauser, Fin de siglo: fi-
tas, los cuales afirman que este relato fantástico y las novelas son considera-
es una sublimación que permitió al au- das como una abrumadora colección de
tor purgar su mala conciencia por ha- sentimientos, efemérides y anécdotas.
ber mantenido relaciones a espaldas de Al igual que a todo autor romántico, tal
Clemm. Y precisamente la razón de re- caracterización le viene dada con pos-
coger y contrastar aquí este argumento terioridad y, especialmente en Poe, es
Susana Bellés (Castellón, España, 1991). Graduada en Filosofía por la Uni-
versidad de Valencia. En los últimos años, su interés gira entorno a la filosofía y
es que la enfermedad de Clemm agravó un adjetivo que le hace sentir extraño.
la literatura modernas y de fin de siglo. Actualmente, está especializándose en
su dependencia alcohólica. Sin embargo, este hecho es francamen-
estética y filosofía de las artes por la Universidad Pompeu Fabra.
Conjeturas aparte, aunque la breve- te positivo teniendo en cuenta el pensa-
dad de Eleonora parece insinuar lo con- miento del autor, el cual apreciaba los
trario, en este relato se concentran casi sentimientos de extrañeza y de repulsa
todos los grandes temas de los que be- en su ámbito más inmediato como sím-
berán los escritores de fin de siglo y que bolos distintivos del hombre creador.
colocan al autor en la no poco confu- En conclusión, pese a lo lacónico que
sa corriente romántica: la Naturaleza puede resultar formalmente Eleono-
como expresión simbólica de las emo- ra, en él encontramos una bellísima
ciones o de la belleza humana, la mu- interacción entre el aspecto formal y
jer, el recuerdo, la muerte, la nostalgia su significación; un pletórico universo
del paraíso perdido. En él es donde más de significación no solo en cuanto a su
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ENSAYOS ENSAYOS
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ENSAYOS
apuesta más arriesgada la observamos patria, pero atrasa el inicio de su pro- centro de la fábula. México: Era, 1989, vestigaciones Lingüístico-Literarias,
entonces en El Dinosaurio, texto har- yecto literario. p. 35. 1985, 361 pp.
tamente citado y parodiado en trabajos Nuestro trabajo deja ver además que (6) Rama, Ángel, “Un fabulista para Noguerol, Francisca. La trampa en la
literarios, académicos y periodísticos Monterroso inicia la edificación de la nuestro tiempo”, en Refracción: Au- sonrisa: sátira en la narrativa de Au-
durante la segunda mitad del siglo XX4. parte toral de su proyecto mediante el gusto Monterroso ante la crítica, comp. gusto Monterroso. España: Universi-
Obras completas… también ofrece la acercamiento a un género tradicional- Wilfrido Corral. México: Era-UNAM, dad de Sevilla, 1995, 252 pp.
restauración del cuento satírico. Míster mente considerado menor: el cuento. El 1995, p. 25. Rufinelli, Jorge. Monterroso. Jalapa:
Taylor es el ejemplo más representa- uso de dicho género le permite sentar Centro de investigaciones lingüístico
tivo. En este texto, la ironía y la sáti- las bases para empezar a hacer litera- Bibliografía literarias de la Universidad Veracru-
ra hacen posible la crítica del imperia- tura sobre la misma literatura. Esa in- Corral, Wilfrido. Lector, sociedad y zana, 1976, 95 pp.
lismo norteamericano a partir de una tención se puede apreciar en textos de género en Monterroso. Jalapa. Uni-
historia en la que Percy Taylor percibe Obras completas… como Míster Taylor, versidad Veracruzana: Centro de In-
en la exportación de “cabecitas hispa- donde se percibe la aguda asimilación
noamericanas” un negocio sumamente de Modest proposal de Jonathan Swift6.
redituable. La ironía resulta hiriente
cuando el narrador satiriza la actitud Notas
de los países latinoamericanos hacia
Estados Unidos. Monterroso ha seña-
(1) Monterroso, Augusto. “Mi primer Martín Flores Martínez (Ciudad de México, 1972). Escritor y profesor de
libro”, en Literatura y vida. México: literatura mexicana. Maestro en Estudios Latinoamericanos por la Universidad
lado que le resultó difícil encontrar un Alfaguara, 2004, p. 24. Nacional Autónoma de México (UNAM). Colabora para distintas revistas. Prepara
equilibrio entre la política y la literatu- (2) Oviedo, José Miguel. “La colección la publicación de su primer libro de cuentos.
ra durante la redacción del cuento5. privada de Monterroso”, en La literatu-
Con el tiempo, Míster Taylor ha co- ra de Augusto Monterroso, comp. Mar-
brado un relieve especial, ya que ha co Antonio Campos. México: UAM, col.
quedado como la única muestra donde Cultura Universitaria, Serie Literatura,
Monterroso aborda problemas políticos núm. 48, 1988, p. 121.
y sociales de América Latina. En ade- (3) He aquí dos ejemplos: Una notable
lante, como señala Wilfrido H. Corral y entrevista y El hombre de la sonrisa
Francisca Noguerol, este autor se con- radiante. Para mayor información con-
centrará en hacer literatura sobre la sultar el artículo de Rolando Castella-
misma literatura. nos: “Augusto Monterroso en Revista de
En conclusión, hechos históricos es- Guatemala: 1945-1954”. Revista de la
pecíficos explican por qué Monterroso Universidad de San Carlos. Guatemala,
publica su primer libro al llegar a los 1987, núm. I, pp. 45-48.
cuarenta años, edad en la que miem- (4) Con el paso del tiempo, este cuento
bros de su generación -como Ernesto ha adquirido una fama notable. Incluso
Cardenal y Juan José Arreola- habían existe una edición crítica publicada por
dado a conocer ya parte de su obra. Así, Lauro Zavala. Vid. El dinosaurio anota-
hemos demostrado que el retraso se re- do. Edición crítica a “El dinosaurio” de
laciona con el trabajo político realizado Augusto Monterroso. México: Alfagua-
por el guatemalteco durante los años ra-UAM, 2002, 136 pp.
cincuenta, el cual le permite participar (5) Monterroso, Augusto, en Viaje al
en acontecimientos decisivos para su
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ENSAYOS
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ENSAYOS
Creación
Nuria Ruiz Morillas (Reus, España, 1966). Doctora en Química y Licen-
ciada en Ciencias Químicas y en Comunicación Audiovisual. Profesora titular de
la Universidad Rovira y Virgili (Tarragona) con más de 25 años de experiencia
en docencia, investigación y gestión universitaria. Actualmente está finalizando
el Máster Universitario “Estudios de China y Japón: mundo contemporáneo”. Sus
intereses en los ámbitos de la ciencia, la divulgación, la comunicación y la litera-
tura, confluyen en el continente asiático. Desde hace años escribe microrrelatos y
haikus, algunos de los cuales han sido distinguidos en varios certámenes naciona-
les e internacionales.
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CREACIÓN CREACIÓN
abuela. Como un fantasma, entre noso- nías, tiene prevista su salida para las
tros parecía erguirse su figura menuda, ocho horas diez minutos.…
vestida de oscuro; su rostro pálido, ma- Yo me sabía de memoria las pala-
cilento, los ojos que parecían mirar por bras, la cadencia, como una de esas
debajo de los tuyos, como si no osara canciones que se te meten en la cabe-
levantarlos… y cuando lo hacía, veías en za y te hacen pasarte el día cantando
ellos una extraña súplica, no de ayuda, algo en lo que ni siquiera quieres pensar.
sino de silencio. Una barrera. Un “no Íbamos a visitar a los abuelos. Era una
puedes ayudarme, no lo intentes, haz obligación que hacía que mamá estuvie-
como si nada ocurriera, sonríe y habla ra varios días diferente, sin parecer la
del tiempo…” mamá con la que yo disfrutaba de mi
Yo era un niño, pero los niños com- tiempo libre, la mamá a la que amaba
prenden muchas cosas que a los adul- y que me daba tanto amor. Yo pensaba
tos les parecen galimatías. Y viendo a que bien podríamos dejar de ir, pues na-
mi abuela, humilde y encogida, y a mi die parecía alegrarse mucho al vernos;
abuelo, con los tendones del cuello mar- también los abuelos nos recibían como
cándosele a través de la piel, con los quien cumple con su obligación.
© VenXXa dientes asomando fieramente detrás de Extrañamente, a la ida siempre se
Fuente: Flickr su sonrisa de animal de presa siempre me pasaba por alto el paso por aquella
dispuesto a saltar, yo aceptaba plena- estación de las flores en las ventanas.
mente el hecho de que mi madre nunca Sin embargo, a la vuelta me quedaba,
hubiera querido casarse, nunca hubie- cada vez, prendado de ella. El tren pa-
ra sido capaz de confiar en un hombre, raba muy poquito, acaso medio minu-
La muchacha de la sonri- despertaba con una sacudida y miraba ni como pareja para ella ni como padre to, y nunca bajaba nadie allí. El solda-
al tren que pasaba, me miraba a mí,
sa triste para mí. ¿Casarse? ¿Entregarse? ¿Con do dormitaba a veces, otras se sentaba,
con una expresión en sus ojos que me
por Ana Vega Burgos el ejemplo que tenía en casa? Yo era su muy erguido, con el alma en los ojos,
pareció desesperanzada. hijo y conmigo le bastaba para su ne- pendiente del tren en el que pasábamos
El tren era un ferrobús gris, con cesidad de dar amor. También recibía de largo. Siempre me miraba, siempre
aquel olor característico que a mi ma- de mi parte el cariño suficiente: supo lo miraba yo a él, suponiendo que ten-
La primera vez que pasamos por la
dre le daba siempre náuseas y, a la vez, confiar en mí con total sencillez, y yo dría que coger el tren siguiente al nues-
estación, era yo un niño. Recuerdo que
hambre. A mí me gustaba tirar de los nunca fui un hijo conflictivo. tro, y preguntándome por qué, si era
me impresionó su belleza triste, me-
respaldos de los asientos, ahora mira- Volvimos al pueblo muchas veces. así, madrugaba tanto para luego tener
lancólica, el azul desvaído de una glici-
ban para adelante, ahora para atrás, Los ferrobuses dejaron paso al tren que aguardar.
nia que, enredándose por la techumbre
qué divertido. Nadie me reñía porque tranvía, aquellos tranvías de color azul Pero llegó un día que fue el último. El
verde, dejaba caer una alfombra de pé-
los escasos viajeros que escogían aque- que ya no olían a gasoil y ya no daban último que pasamos, juntos mamá y yo,
talos sobre el acerado. En las ventanas
lla hora tan temprana iban dormitando náuseas ni hambre a mamá. Recuer- por “mi” estación.
se veían tiestos con lirios amarillos y
o leyendo el periódico. Solo mi madre do —recordaré siempre— el “tin-tin-tín” La tarde anterior había sido distin-
rositas minúsculas, de pitiminí, resal-
no hacía nada: me miraba fijamente, que resonaba por toda la estación, pre- ta. Era verano y hacía calor, ese ca-
tando sobre los blanquísimos visillos.
mas yo sabía que no me veía. Sabía que cediendo a la bien modulada voz de la lor amarillo, pegajoso, con zumbido de
En un banco, con la gorra cubriéndole
sus pensamientos estaban muy lejos, en mujer que anunciaba: moscas, de los pueblos del interior a la
los ojos, un soldado dormitaba al paso
aquella cocina de la casa del pueblo, en —Tren tranvía con destino a G…, si- hora de la siesta. Yo estaba solo en el
del tren. Me quedé mirándolo, curioso,
aquella mujer triste y sumisa que era la tuado en vía primera, andén de cerca- cuarto que me daban siempre, tumbado
y, casi en el último momento, vi que se
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en la cama, sudando, mirando vacua- da de dominó en el bar de la carretera. te con nosotros. Tengo sitio de sobra, —¿Quieres un vaso de leche? —me
mente el cabecero de níquel salpicado Lejos el abuelo, todo cambiaba. Bajé al niño le vendría muy bien tener a su ofreció, como si nada estuviera pasan-
de manchitas de herrumbre, cada vez saltando por las escaleras, entré en la abuela cerca, nos haríamos compañía do.
más manchitas, como un indicador de cocina con los ojos casi desencajados por siempre, yo te cuidaré. ¿No crees que —No, mama: no quiere nada —dijo
su decrepitud. Podía oír, en el cuarto la prisa y la curiosidad, y me encontré ya estás mereciéndote un descanso? mamá—. Ni yo tampoco. Si no te vienes,
de al lado, el “raaaaaaaas” del abanico a mi abuela sentada en su mecedora, —Ya descansaré cuando me muera — nosotros nos vamos ahora mismo. Co-
de mamá, abriéndose y cerrándose ner- como en el invierno, junto a la chime- contestó la abuela. geremos el tren de la noche.
viosamente. Los abuelos no gastaban en nea apagada. Y a mi madre preparan- —Mama, vente, por favor. Yo… yo no La abuela se quedó parada, con la
ventiladores “ni lujos de esos” para los do la cena, de espaldas, haciendo más voy a volver aquí ya más. No quiero bolsa de leche en la mano y el chichón
dormitorios. Si querías refrescarte, una ruido del necesario con las cucharas, la volver a verlo. Ya os dije que, si volvía de la frente resaltando como una de-
ducha fría y larga te dejaba helado para sartén, todo cuanto tocaba. a ocurrir delante de mí, me iría, y esta formidad grotesca, gigante. Miraba a
rato, y un cartón o un abanico acababan —¿Qué ha pasado? —pregunté, acos- vez será para siempre. mamá y no sé cómo ella pudo aguantar
de alegrarte la tarde. En el salón había tumbrado a que se me contestara con La abuela, bruscamente, se retiró la sin echarse en sus brazos y llorar, pero
un ventilador con tres aspas amarillen- claridad. mano de la cara y miró a mamá, ir- lo hizo. Se miraron con algo que ahora
tas, pero por la siesta se acomodaba allí —Me he caído —respondió la abuela, guiéndose en la mecedora, como quien comprendo que fue el alma, desgarra-
el abuelo, con la radio puesta, roncando muy deprisa, con una voz que no pare- se reviste de un orgullo que la engran- da escapando por los ojos, y después la
y despatarrado en el sofá, y solo él po- cía suya. dece. abuela volvió a colocar la bolsa de leche
día disfrutar de aquel relativo frescor. —¿Cómo te has apañado? —inquirí. —Mi puesto está aquí —dijo, como sen- en la jarra y mamá echó en un plato
La abuela se sentaba a la sombra del —Tropecé. tenciosa—. El lugar de la mujer está al lo que estaba cocinando y lo puso sobre
naranjo enorme que tenían en el patio, —¿Te has hecho mucho daño? —yo lado de su marido. la mesa. Un delicioso olor a cebolla y
a coser o a hacer crochet, y aseguraba avancé hacia ella, que se tapaba la cara Pensé en lo incoherente que era aquel ajos fritos acarició, incitante, mi olfato,
que el frescor de las hojas verdes ac- como si le molestara el inexistente fue- orgullo que la hacía hasta más alta, aguijoneando mi apetito, pero aquella
tuaba sobre ella mejor que cualquier go de la chimenea, y ella se cubrió más cuando mamá respondió: noche ni mamá ni yo cenaríamos nada.
aparato de aire acondicionado “de estos aún. —¿Al lado de un marido que le pega? Fue una noche de ayuno y adioses sin
modernos”. —Mama, no acostumbro a mentirle a ¿Hasta cuándo, mama? ¿Hasta que la palabras.
Pero aquella tarde cesaron de pronto mi hijo —intervino entonces mamá. La mate? La estación del pueblo era pequeña,
el “raaaaaas” del abanico, y el sonido abuela no dijo nada, mamá tampoco, y Entonces alcancé a ver, en la fren- con un gran reloj, ventanas con cuarte-
amortiguado de la radio, y el mutismo yo me quedé mirándola, expectante. te arrugada de la abuela, un chichón rones pintados de verde —como todas las
de la abuela. Aquella tarde escuché vo- Desde la ventana de la cocina po- colorado y brillante. Pero esta vez no estaciones— y puertas cerradas. Mamá
ces roncas, escuché murmullos apaga- díamos ver la vía del ferrocarril. Un pregunté. No quería oír su mentira, y sabía que ningún tren pasaría hasta la
dos, y golpes, y palmadas, y un gorgoteo mercancías pasaba en aquel momento, tampoco hubiera querido oír la verdad. mañana, y por eso, a pesar del calor del
que, aunque intentaran ahogarlo, era saludando con un pitido largo. Automá- ¿Para qué? Ya la adivinaba: el animal verano, cogió una manta antes de salir
llanto y dolor. ticamente, empecé a contar, como ha- de presa había saltado, golpeado, heri- para siempre de la casa de sus padres.
También escuché portazos, y la voz cía siempre, los vagones que parecían do… y después, libre con su desahogo, se Envuelto en aquella manta pude dor-
de mamá, susurrando, y el silencio que perseguirle. Cuando llegué a treinta, me había ido a jugar al dominó. mir, entre sobresaltos, aquella extraña
le contestaba. Temblando en el cuarto, salió la sonrisa del que ha ganado una Rutina. noche que marcó mi vida para siempre.
sudando pero sintiéndome estremecido infructuosa apuesta consigo mismo. Estúpida, increíblemente absurda Debí dormirme sobre la medianoche,
por los escalofríos, aguardé horas y ho- Mi sonrisa se congeló cuando escuché rutina que se aceptaba con absoluta re- estirado en el banco, con la cabeza apo-
ras, mientras el sol jugaba al escondite a mamá: signación. yada en el regazo de mamá. De vez en
entre las hojas de los árboles del huerto, —Mama —no le decía “mamá”, sino Sin contestar a la pregunta de mi cuando pasaban algunos trenes que me
aguardé hasta que vi salir al abuelo que “máma”, con el acento prosódico car- madre, la abuela se levantó y se dirigió despertaban. Recuerdo especialmen-
se dirigía, como cada tarde, a su parti- gando sobre la segunda sílaba—, ven- al frigorífico. te el expreso, marrón oscuro, dorado,
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los. Sin embargo, alguna vez me suce- menos impresionante. se arrancaba la sonda… igualito que un ras de agosto. Me sentí, de nuevo, niño:
dió levantar los ojos del libro que solía Un pobre hombre. niño chico. me apetecía dar puntapiés a las piedras,
ir leyendo y encontrarme, de pronto, Un mal hombre. —Los hombres se vuelven niños cuan- comer un helado, asomarme al borde
con que el tren estaba pasando por una Tenía curiosidad por ver cómo reac- do les llega esa hora —aseveró alguien. del andén para contemplar las vías, las
estación que me resultaba muy, muy cionaba la abuela. ¿Lloraría? No podía Mientras las vecinas analizaban con mismas viejas y queridas vías de siem-
conocida. ¿Alguna vez? Bueno: muchas sentir verdadera pena, ¿o sí? ¿Y mamá, fruición la enfermedad y muerte del pre, las que perdurarían allí cuando yo
veces. Quizá siempre. Suena a locura, que no había vuelto al pueblo desde abuelo, yo observaba a mi abuela. Te- ya no fuera más que un cerúleo señor
ya lo sé, y sin embargo no lo es, como aquella lejanísima noche en la que par- nía una expresión… rara, huidiza. Mi- inofensivo vestido de domingo y guar-
no lo es tampoco que, cada vez que pa- timos sin mirar atrás? Ni siquiera du- raba a mamá. Mamá estaba en mitad dado en una caja para siempre jamás…
saba por allí, veía sentada en un banco, rante el mes largo que el abuelo estuvo de la escalera, con el trapo del polvo en A la ida, había dormitado un rato,
con su maleta al lado, a una muchacha ingresado en el hospital, mamá había una mano y la otra mano cubriéndole pero a la vuelta iba completamente des-
con el cabello muy largo, rojizo, que mi- dicho una palabra sobre visitarlo. la boca. Y miraba a la abuela. Enton- pierto y alerta. Mi mente daba vueltas a
raba al tren con ansia. Allí estaban, las dos. La abuela, a ra- ces la abuela, como sin darse cuenta, se las muchas ideas que me iban asaltan-
La primera vez, nuestros ojos se cru- tos, se llevaba el pañuelo a los ojos, pero llevó una mano a la frente, me pareció do, a cual más turbadora, y mientras
zaron solo un segundo. Yo me estreme- no lloraba, no hacía dramas. Explicaba que justo al sitio donde, años atrás, ha- pasaban ante mí campos y campos, no
cí. Pensé que no podía ser, imposible; —veinte veces— que se había tomado un bía tenido aquel chichón que había sido me daba cuenta del tiempo que trans-
supe que, sin embargo, era. Parecía un tranquilizante para “aguantar”. Mamá lo último que viéramos de ella en tanto curría, me encontraba en esa especie de
juego, o un sueño, una ilusión que me iba de aquí para allá, se metía en la co- tiempo. limbo del que hablara Bécquer.
hacía esperar el domingo como un niño cina, de pronto la veías con un cubo y El abuelo, borracho, se había caído El tren iba frenando su marcha. Los
espera a los Reyes Magos. ¡Era tan dis- una fregona en la mano yendo para al- por las escaleras… árboles que dejábamos atrás me iban
tinto del resto de mi prosaica vida y gún cuarto, o con un trapo, frotando la Y, si sobrio era capaz de golpear e siendo muy familiares. No me sorpren-
mi aburrido trabajo! Y cada domingo, barandilla de la escalera… como si tra- irse luego tan tranquilo a jugar al do- dí cuando vi las glicinas florecidas col-
nuestros ojos se enlazaban mientras el bajando no se diera cuenta del paso de minó, ¿de qué no sería capaz borracho? gando, moradas, de la techumbre, y las
tren recorría, despacio, la estación en las horas. Tampoco lloraba, aunque se Estaba deseando salir de allí, alejar- macetas en las ventanas, con sus lirios
toda su longitud, sin detenerse nunca la veía muy aturdida. me —para siempre, me dije— de aque- amarillos y sus rositas de pitiminí.
pero avanzando apenas. Y ella me son- —No sabía que estuviera tan enfer- lla atmósfera opresiva del pueblo, de la No me sorprendí cuando vi a mi mu-
reía, y refulgían sus ojos azules como mo —comenté yo en algún momento, y casa con los postigos entornados, de las chacha, la de los ojos melancólicos y la
lirios y su sonrisa era bella, muy bella, era cierto, nada me había comentado voces que hablaban en susurros… —¿para sonrisa triste, sentada en el banco, con
pero cada día más triste. mamá porque nunca hablaba de él con- no despertar a los muertos?—, de aque- un pie apoyado descuidadamente sobre
Y entonces, tuve que volver al pueblo migo. lla mujer, mi abuela, que me parecía la maleta. El corazón me dio un salto
para el entierro de mi abuelo. —Ay, hijo, desde que se cayó por la una desconocida. Pretexté una llamada en el pecho cuando vi el zapatito de ta-
Llegué al atardecer. Lo estaban ve- escalera aquella noche… —respondió en- de negocios para salir disparado desde cón alto y el fino tobillo. Nuestros ojos,
lando en el salón de la casa, el ataúd co- seguida una vecina. el cementerio. ¡A la estación! Mamá se nuevamente, se cruzaron, y su sonrisa
locado sobre las oscuras sillas de severo —Y como iba… así… —añadió otra, en quedaría unos días con la abuela, des- se acentuó, más personal, anhelante,
respaldo que nunca se usaban “para no voz baja pero muy clara. pués no sabían aún lo que esta haría, si aunque siempre tan, tan triste…
desgastar la tapicería”. Vestido con su Todos —yo también— asentimos, com- irse con su hija a la ciudad, si quedarse Esta vez, envalentonado quizá por la
mejor traje, el abuelo yacía con los ojos prensivos. Iba borracho, por supuesto. allí sola con sus recuerdos… cercanía de la muerte, me levanté como
cerrados y las mejillas amarillentas. —Y se rompió una cadera y la otra En la estación me sentía como en impulsado por un resorte y me dirigí al
Parecía hinchado, abotargado. Le miré pierna… pobrecillo, qué final. Encama- casa. Todo estaba igual, tan bien cuida- viajero que se sentaba delante de mí:
sin sentir nada, ni dolor, ni nostalgia, ni do en el hospital, y no le podían ope- do, tan limpio, con la vieja acacia aún —Perdón, por favor, ¿podría decirme
siquiera pena. Me pareció mucho más rar por una infección que le sacaron, y más frondosa ofreciendo su húmeda cómo se llamaba esta estación? No con-
pequeño de lo que recordaba, mucho luego ya no quería comer, le sondaron, sombra para aquellas siestas abrasado- seguí ver el nombre.
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estado por allí. muchacha, en el banco, con las piernas loco, en el andén, salté, agité los brazos, corazones sobre el vaho que empañaba
Las primeras veces lo negaba con cruzadas, balanceando su fino tobillo grité suplicando que se parara, que me el cristal de la ventanilla.
más ímpetu, pero poco a poco fui per- aristocrático. ¡Qué hermosa era! Tiré recogiera, y el tren me respondió, sa- Me miró, a mí, como tantas veces.
diendo seguridad. Sí, era cierto, me que- de la anilla. El tren se detuvo con un ludando con un largo pitido sin retorno. Pero esta vez, su sonrisa ya no era tris-
daba un vago recuerdo de haber pasado grave chirrido. En el último vagón, con el cabello te.
por tal o cual calle, siempre en pos de Abrí la portezuela, salté al andén y suelto, hermoso, del color de las hojas Era una sonrisa victoriosa.
una cabellera color otoño que siempre, corrí. en otoño, iba ella. Con un dedo, dibujaba
al alcanzarla, me hacía sentir ganas de Del tren bajaron algunos hombres.
llorar. Gritaban, preguntaban, se movían de
La veía en la calle, la veía en las pe- un lado a otro. ¡Es un delito detener un
lículas, su reflejo venía a mí desde el tren en marcha sin un motivo muy jus-
agua de los estanques, me buscaba en tificado! Pero yo me escondí entre las Ana Vega Burgos (Villafranca de Córdoba, España). Actualmente llevo la
mis sueños, me llamaba. Me estaba lla- ruedas de unos carros que había allí pa- Biblioteca Municipal de mi pueblo, pero antes he trabajado un poco en todo: lim-
mando porque yo había dejado de acudir rados, a la salida, y esperé. Al cabo de piadora, camarera, vendedora ambulante, técnico en educación infantil y hasta
a aquellas tácitas citas desde el tren. unos minutos, el tren comenzó a andar escritora de novelas de evasión en los años 80, cuando a los que publicábamos no-
Tenía que volver. Lo sabía. Tenía que y se fue alejando. velas en colecciones semanales nos llamaban “escribidores” (yo fui la más joven,
regresar al tren, tenía que pasar por Entonces, con una sacudida, “des- empecé a publicar a los diecisiete…). Premio de Novela Corta Fuente Agria en 2008
aquella estación ¿fantasma? que me perté”. Di unos pasos. ¿Carros? ¿Desde y varios premios de Narrativa Breve como el Berta Piñán, el Sebastián Cuevas,
había salido al paso desde que era un cuándo no hay carros en las estaciones? el Raphael, el de Igualdad de San Fernando, etc., algunos de ellos recogidos en el
niño. Para volver a ver a mi muchacha. ¿Desde cuándo no hay carros, de hecho, libro Esperando a Anáis, publicado en 2014 por Litopress. Hace un par de meses
Pero eso ya no me bastaba. Quería casi en ninguna parte? publiqué en Amazon una novela juvenil sobre la violencia de género a los quince:
estar con ella. Ella me esperaba. Tenía Caminé cautelosamente. La estación No vuelvas a llamarme princesa.
que bajar del tren. estaba en ruinas; el banco, con la pin-
El tren nunca paraba en la estación… tura descascarillada, casi desaparecía
ah, sí, paró una vez: cuando ella bajó, entre margaritas silvestres y cardos.
mucho tiempo atrás. No sabía el nom- Las glicinias seguían colgando del techo
bre de la estación pero no importaba: de la estación, pero habían perdido su
tiraría de la anilla de emergencias. color morado y eran blancas, descolo-
Y así lo hice. Me temblaban las ma- ridas, con apenas un toque de lila que
nos al volver a subir al tren, había de- resultaba fúnebre.
sarrollado una especie de fobia, pero no No había nadie, nadie, en aquella es-
importaba nada. Tardábamos en llegar tación abandonada que no se resignaba
a mi estación: ¿y si no pasábamos por al olvido.
ella esta vez? Qué tontería, siempre ha- Me sentía pillado en una trampa ex-
bíamos pasado, siempre. Siempre. Des- traña, una trampa de la que no había
de cualquier punto de España, yo cogía manera de salir. Durante horas, tal vez
un tren y este pasaba por la estación de minutos, corrí de un lado para otro en-
las glicinias. O ella pasaba ante al tren, tre maleza alta, basura y polvo. ¿Qué
tal vez. hacía allí? ¿Qué podía hacer?
¡Ah, aquí estaba! Reconocía los ár- ¡Un tren! ¡Se acercaba un tren!
boles del camino. De un salto, me co- ¿Cómo detenerlo? No poniéndome de-
loqué junto a la anilla. La estación. La lante… evidentemente, no. Como un
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CREACIÓN
Mi psicóloga me estafa
por José Luis Carranza
siglo que no lo veía. Nos fuimos a tomar hacerlo. encontraba uno nuevo. usado por los estudiantes para mante-
un café y ahí charlando le conté lo que Los siguientes dos meses estuvimos Pero no son solo esas cuestiones las nerse varios días despiertos. Hay que
me andaba pasando, y entonces me su- trabajando sobre ese tema. Utiliza- que me hacen sospechar que me está lograr un equilibrio químico. El tema de
girió que fuera a verla a esta doctora. ba técnicas muy extrañas y a veces a estafando. Ahora yo me pongo a reca- las drogas es muy delicado”.
Yo al principio medio que no le di bola, mí me daba la impresión que estuvie- pitular y la verdad es que desde siem- Por suerte a los remedios no los pa-
pero después me terminó convenciendo. ra improvisando. Por ejemplo me ata- pre ha habido cosas muy sospechosas. gaba tan caros, porque ella me había re-
Me dijo que era una mina muy profe- ba a una silla, me amordazaba y luego Por ejemplo, cuando ya llevábamos comendado una farmacia que era de un
sional, muy seria, que no cobraba muy se sentaba frente a mí y me contaba como ocho meses de terapia, un día de primo suyo, creo, en donde me hacían
caro, que él hacía más de diez años que historias de su vida personal. A la me- repente se le dio por empezar a me- algún descuento. De todos modos, su-
se hacía tratar con ella porque la mina dia hora me desataba, y yo debía re- dicarme. “Pero vos sos psicóloga, ¿po- mando lo que gastaba en las sesiones (a
era excelente, y no sé cuántas otras co- petir con mis propias palabras todo lo dés recetar?”, le pregunté, porque en el esa altura había empezado a ir tres ve-
sas más. El tema es que me conven- que ella me había contado. Otras ve- consultorio lo único que estaba colgado ces por semana) y lo que gastaba en re-
ció. Porque yo al Loco le tengo mucha ces me metía así, atado y amordazado, en la pared era su diploma de psicóloga. medios, se me iba mucha plata. Porque
confianza. Será todo lo loco que ustedes adentro del placar de su consultorio, y “También soy psiquiatra”, me respon- no eran solo esas pastillas. Al mes, me
quieran, pero el tipo es serio, y no te va me dejaba ahí encerrado cerca de una dió, sacando de un bolsillo de su guar- aumentó la dosis del estimulante y me
a estar engrupiendo en un asunto tan hora mientras ella atendía a otro pa- dapolvo blanco un carnet y volviendo a agregó un antidepresivo. Según ella, de
delicado. ciente. La idea era que al sacarme del guardarlo tan rápidamente que prác- ese modo estaba cubierto para no tener
Al día siguiente saqué turno, y a los placar yo intentara reproducir, con la ticamente no alcancé a leer nada. Por problemas de bipolaridad. “Es preven-
cinco días ya estaba teniendo mi prime- mayor fidelidad posible, la charla que otra parte era la primera vez que la tivo, esa enfermedad está muy difun-
ra sesión. ellos sostuvieran. Para evitar que hicie- veía con delantal, pero desde entonces dida últimamente, y nunca se sabe...”,
Las primeras semanas las cosas ra ruidos, me tenía amenazado con que empezó a usarlo en todas las sesiones. me explicó.
funcionaron bastante bien. Me sentaba si me descubrían, tendría que pagar el Lo primero que me recetó fue un No sé, por ahí estoy hablando al vicio
frente a la doctora, le contaba mis pro- doble por esa sesión. El tema es que el ansiolítico para que durmiera mejor. y la mina realmente sabe lo que está
blemas y después, al salir del consul- placar era demasiado chico, muy hú- Mientras me estaba haciendo la receta, haciendo. Porque a veces uno es muy
torio, me sentía muy aliviado. Como si medo y prácticamente no tenía venti- le protesté diciéndole que en realidad yo perseguido, se da manija y termina cre-
me hubiese sacado un peso de encima. lación. Me asustaba muchísimo estando dormía muy bien por las noches, pero yendo que todo el mundo está queriendo
Y eso que la mina solo se limitaba a ahí encerrado. Sentía que me faltaba el ella sin dejar de escribir, me dijo “Bue- cagarlo. Qué sé yo. La próxima sesión le
escucharme, casi ni hablaba. Es más, aire. Incluso la última vez que me ence- no, en ese caso, vamos a agregar esta voy a pedir que empecemos a trabajar
creo que recién le conocí la voz en la rró, tuvo que terminar llamando a uno otra pastilla que es un estimulante muy sobre ese tema.
tercera sesión, que fue cuando me dijo de esos servicios de emergencia porque,
que mi principal problema era el no sa- al abrir el placar, me encontró desma-
ber escuchar a los demás, que era de- yado.
masiado verborrágico y que eso en defi- Los siguientes dos meses estuvimos
nitiva provocaba que yo me aislara del trabajando justamente sobre eso: mi José Luis Carranza (Córdoba, Argentina, 1966). Soltero, sin hijos. Soy ana-
resto de las personas, porque con tanto claustrofobia. Y cuando ya creía haber lista de sistemas informáticos. Si bien de más joven algo había escrito, hace un año
hablar no permitía una verdadera co- superado ese problema e imaginaba que descubrí mi pasión por la escritura, y ahora lo hago a diario.
municación. Me pareció una pelotudez iba a darme el alta, me salió con que mi
y se lo dije, pero ella insistió, y a modo estrés se debía a que era demasiado au-
de ejemplo me contó que a eso mismo toexigente, demasiado perfeccionista y
estaba intentando decírmelo desde la obsesivo con mi trabajo. Otros dos me-
primera sesión, pero que yo con tanto ses más, y así sucesivamente. Cada vez
hablar no le había dado oportunidad de que solucionaba algún problema, ella
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CREACIÓN CREACIÓN
metropolitano, la amistad con el encar- hay que estar hecho para poder hacer
gado y tu cinturón negro de karate sho- una cosa así. O a lo mejor sí que lo lle-
to-kan como única tarjeta de presenta- gas a comprender y hasta entiendes lo
ción. Porque desde luego otros méritos mucho que hay que estudiar, los años de
no tenías. Y así ya te ves, armado, con investigación; y te llenas de tristeza al
defensa y grilletes al cinto, walqui en saber que tú nunca lo lograrás, porque
la trasera y rizado cordón sobre tu pe- a ti lo que te gusta es escribir, pero eso
cho conectado con el pulsador, toda una de estudiar, nada, y sin estudiar, cómo
imagen represiva dispuesta a actuar. A coño vas a escribir algo así.
actuar y a repartir si es preciso en aras Aunque en la vida, vuelves a repe-
de salvaguardar el orden de ese mítico tirte, todo es cosa de aprender, exacta-
recinto que se te acaba de confiar. mente igual que aprendiste a noquear a
Y es que en la vida suelen ocurrir un fulano con solo golpear en el lugar
así las cosas. Tu sueñas con convertir- adecuado, que fue cuando descubriste
te en escritor, lees montones de libros, que lo que habías estado haciendo en
seleccionas tus autores preferidos, te plan deporte y exhibición verdadera-
apuntas a talleres y cursos de creación mente también servía como arma le-
© Stefan Krsanin literaria, emborronas lo que cae en tu tal. Y lo aprendiste del peor modo que
Fuente: Flickr mano, participas en concursos y cuan- lo podías aprender, muerto de miedo y
do ya crees que lo haces medianamente en solitario aquella tarde que te dejaron
bien ¡zas!, de la noche a la mañana, allí, contemplando las literaturas y lle-
así te ves, uniformado de matón y te- gó a la estación aquel convoy que trans-
miendo en todo instante que te llamen portaba humanos como si fueran aren-
Grafiti por imaginación tador de calidades imposibles con aires para actuar. Y te llamarán, vaya si te ques en conserva, y de allí surgieron,
por Mariano Velasco Lizcano de grandeza creacional. ¡Qué eso es lo llamarán, porque si no para que te ha- con sus rapadas cabezas, sus chupas de
que eres! Claro que si unos aprenden a bían de contratar. Así que aquí estás, cuero, sus «botos» militares y cadenas,
hacer diabluras con los jodidos ordena- en esta puñetera estación subterránea, y la fulana aquella detrás, gritando
En la vida todo es cosa de aprender. dores, y otros conducen trenes a galác- con botas militares y en compañía del histérica que le habían robado el bolso,
Y se puede aprender a casi todo. Al me- ticas velocidades, y hacen todo eso con Buque y el Marrón, dos gorilas llenos y allí te encontraste, solo y directamen-
nos eso te dices tratando de convencerte la misma facilidad con que se despa- de bíceps con los que da miedo has- te metido en el marrón, que hasta se te
—si quieres persuadirte de aquello que te chan unas cervezas o se ponen a mear, ta hablar: “Quevedo, nos vamos para doblaban las piernas con el miedo que
interesa, nadie tan elocuente como tú por qué tu no vas a aprender a escribir allá que parece que hay movida” —te tenías: “Venga chicos, hacer el favor de
mismo—, que para eso vas de literato con genio —te dices a ti mismo—. Por- comenta el Buque—. Y tú les dices que darme ese bolso”, y comprendiste que
por la vida aunque no te comas ni una que escribir, lo que se dice escribir, si está bien, que allí les esperas mientras habías cometido el primer error porque
rosca con eso de la publicación. Pero tú, escribes, bonito sabes hilar, desde lue- te paras a observar las vitrinas de la li- según con qué gente no se puede em-
erre que erre, emborronando sin parar go, pero la genialidad te falta, bien lo brería; mucha prensa del corazón, mu- plear un “por favor”, porque eso a ellos
folios usados por su cara posterior, por- sabes, y así no hay modo de trincar en cho coleccionable y un expositor con los les suena como a “Mira esta maricona
que talento lo que se dice talento no es ningún concurso y la falta de pasta te últimos best-seller en formato de bolsi- temblona que a punto va a cobrar”. Y
que tengas mucho, pero manías y gili- está acosando sin cesar. llo: Los pilares de la tierra; joder, eso sí cuando viste aquel bulldozer que se te
polleces, de esas tienes a hartar, y será Sí, no lo dudes, es la falta de pas- que es escribir, piensas mientras hojeas venía encima largaste con el codo direc-
por eso por lo que te da por las letras ta la que te ha llevado a aceptar este por enésima vez sus casi mil páginas to a la mandíbula que como un fardo de
siempre que lees algo excepcional: imi- empleo de segurata en la contrata del sin llegar a comprender de qué pasta patatas se desplomó, y ya los demás es
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lentamente con la única intención de ples madrigueras de animales en vez de buzones de correos. el mueble, como si se tratase de un ani-
evitar las oleadas de aburrimiento que casas para gente normal. La otra orilla de la avenida central, mal muerto, y que jamás lo ha abierto.
plagan las calles. Los ancianos son lo “Es que no son gente normal”. Casi sin embargo, es otro mundo donde solo Es siempre una novela de algún autor
más significativo. Caminan muy despa- me parece poder seguir oyendo a mi parece haber perros escuálidos con sus ruso de los que todo el mundo ha oído
cio, mucho más lento que lo que cabría padre, desde su sofá de orejas grandes lomos imitando a los barrotes estrechos hablar alguna vez, aunque sea de pasa-
esperar de un par de abuelos, de esos que tiene la marca del culo del vaso de de las jaulas para pájaros, y niños con da, y que solo la estructura puntiaguda
que van renqueantes dando pasitos cor- whisky en el apoyabrazos. Viéndolo así, las piernas esculpidas y brillantes y el de su nombre, con sus acentos extra-
tos y mirando al suelo, tanto que casi aquí, arrebujado entre cojines y con el pelo cortado idénticamente al cepillo. ños, ya suena a cultura.
se diría que están a punto de detenerse cuello alzado, nadie diría que se mudó A los padres uno nunca puede ver- Para qué lo desplazas a todas partes
en cualquier momento y quedarse así, a este barrio con veintidós años cum- los aunque se esfuerce mucho; yo digo si nunca has hecho ademán de leerlo,
petrificados como estatuas con las me- plidos, cuando se casó con mi madre, que lo más seguro es que estén todo el le pregunté al verlo vencido sobre el
jillas arrugadas y las manos llenas de que tenía dieciséis, una curva sospecho- día trabajando, aunque mi padre discu- aparador. En la mano de mi madre la
nudos. Nunca se paran del todo, eso es sa por debajo del ombligo y un hambre ta diciendo que ese hatajo de vagos no pregunta se pareció intuir entre sus de-
verdad, pero tanto más daría que efec- impropio de ella a todas horas. ha trabajado en su vida y que si se hu- dos crispados la lejana formación de un
tivamente lo hiciesen, porque a veces la Da igual que fuesen a tener un hijo biesen deslomado de jóvenes, como él puño.
gente de este lado, no sé por qué, parece -yo mismo- o no, porque el caso es que lo hizo, se habrían comprado una casa Supe entonces que también ella era
estar pegada a la calle artificialmente. abandonaron sus hogares dejando un en nuestro lado de la avenida en lugar consciente de su naturaleza ignorante
Nada cambiaría si una mano sobrehu- rastro de malestar tras de sí, y se pro- de levantarse una especie de tienda de y hueca como una muñeca de ojos re-
mana y gigante arrancase la pegatina metieron a toda prisa, y después se ca- indios marranos al otro lado. dondos, pero, naturalmente, detestaba
de sus figuras débiles recortadas con- saron en una iglesia de techos bajos y Mi madre directamente no habla de comprobar que un renacuajo como yo
tra la acera, y la volviese a adherir en vergüenzas ocultas entre los ladrillos. ellos, actúa como si no existiesen, como ya se hubiese dado cuenta de eso. Es lo
otro contexto cualquiera, siempre a este No importa que fuese un martes del que cuando los niños omiten en sus tardes en mismo, nada hubiese cambiado un ápi-
lado, eso sí, pero daría exactamente lo ninguno de los dos recuerda la fecha, el parque el hecho de que algún día sus ce aunque nunca le hubiera formulado
mismo un salón con el fuego encendido porque lo que querían era estar casa- padres envejecerán y terminarán mu- aquella pregunta, porque yo ya sabía
o un café lleno de humo e invadido de dos pronto para que esa curva apenas riendo, aunque lo sepan. Ella vive como que mi madre era tonta pero no quería
ruidos de vasos entrechocándose. perceptible dejase de ser una mancha si su universo finalizase con el salto admitirlo. No podía.
Aquí las mujeres caminan muy er- oscura sobre sus nombres. abrupto de la acera y el resto de las Dice, por ejemplo, que adora la poesía
guidas y parecen estar representando Ahora los miro y recorro suavemen- cosas, más allá de esa línea, no tuvie- por encima de cualquier otra expresión
una obra teatral a todas horas, solo que te la espalda rígida de mi madre y sus se ninguna importancia. A veces pienso del arte, y acude a recitales y transpor-
faltan los entreactos, porque aquí la vida zapatos de puntas afiladas, o escucho que nació para habitar una isla desierta ta libros de poemas arriba y abajo por
nunca se detiene; discurre lenta como a mi padre reprochando cualquier cosa y estoy seguro de que jamás se deten- los paseos, y se aprende de memoria los
una serpiente reptando pero nunca se con su vaso lleno de hielo entre los de- dría a pensar que podría haber algo al nombres y los versos más representa-
acaba. Siempre hay alguien dispuesto a dos, y no puedo aceptar fácilmente que otro lado de las aguas turbulentas. tivos de cada siglo, para luego tratar de
romper el silencio blanco con un ritmo en realidad vinieran del otro lado de la Pero al menos ella no los insulta. A soltarlos de forma natural en cualquier
de tacones alejándose, o alguien más la- avenida. Parece que hubieran pertene- veces pienso que mi madre es el ser hu- conversación, aunque no vengan a cuen-
mentándose porque aquellos pordioseros cido por siempre a este sitio, que deja mano más bobo que he conocido. No lo to.
se nos acercan cada vez más, animales. circular los días idénticos unos a otros, parece, desde luego, nadie que la conoz- Al volver del colegio, una tarde de
En este lado de la avenida los edi- como huevos duros, donde todo, por ca diría algo así viéndola caminar recta invierno con nieve en los marcos de las
ficios se ven más sólidos, regios, como mucho que uno quiera fijarse y dejar de como una candela y firme como un bas- ventanas en que sentía golpear en mi
gigantes imbatibles en comparación sentirlo así, parece una pantomima a tión por los paseos, con un libro entre interior un estremecimiento malévo-
con las construcciones roñosas del otro punto de ver cerrarse el telón por de- las manos. Solo yo sé que al entrar en lo, como un muelle rebotando, le dije
lado, que hasta les hacen parecer sim- lante de las personas y las casas y los casa lo deja caer inmediatamente sobre que mis deberes consistían en escribir
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me aseguré de meter en la mochila una torno a una hoguera, que obviamente gente era un puñado de mendigos sin ce- otro lado de la avenida, para buscar-
linterna que pesaba como un puñado de no estaban trabajando, claro que lo más rebro, y que a ese mundo alguien como lo. Cuando le dijo a mi madre, pása-
libros, dos bocadillos y unos vendajes seguro, pensé yo, es que estuvieran de yo nunca podría pertenecer. Intentaba me al chaval, y esta agachó la cabeza
que encontré registrando los cajones del vacaciones. Y a algunos ancianos más, recordar mis tres días entre sus casas y tendiéndome el aparato con resignada
baño en busca de cualquier cosa útil. eso sí, sentados con las piernas dobla- a la mente solo me venía la imagen de obediencia, no quise contestar. A fin de
Antes de salir de casa envolví tam- das sobre sillas de mimbre con los ex- una merienda de negros. cuentas, qué iba a decirme un anciano
bién un cuchillo en un taco de serville- tremos astillados. Miraban, veían jugar Pocos días después mi abuelo volvió a vestido de vagabundo que vivía al otro
tas: el cuchillo por si acaso, y las servi- a los niños y de vez en cuando sacudían llamar a mi casa, para hablar conmigo lado.
lletas para no pincharme con su agudo el polvo de un periódico y se ponían a y preguntarme si era yo aquel niño que Pues eso.
filo en un descuido durante el viaje y leerlo, alguno de delante atrás y otros había estado recorriendo su barrio, al
lo solté todo en el bolsillo lateral de la a la inversa.
mochila. Fuera, el aire pesaba como De mi abuelo ni rastro en ninguna
una plancha de hierro, y el calor se re- parte, ni entre las casas ni tampoco a
flejaba en el capó de los coches y en sus la orilla de una especie de lago de agua
espejos como si esto fuera un desierto. estancada que emergía en mitad del ba- Juncal Baeza Monedero (Madrid, España, 1982). Licenciada en Ciencias
Crucé la carretera y enterré los pies en rrio, y que no sé de dónde vendría, solo Ambientales por la UAM, actualmente estudia 3o Curso del Grado en Psicología
la grava del otro lado, y desde allí me sé que apestaba como un millar de ani- en la UNED.
giré a ver mi casa, y los huecos de los males en descomposición. Dormí don- Primer premio en los siguientes certámenes: Villa de San Fulgencio, Certamen
árboles y las vallas coloreadas de los de pude, y nadie parecía reparar en mi Literario de Puntallana, Certamen de relato corto literario de Adaner Murcia, XX
parques infantiles. No reconocí abso- presencia. Me dejaban en paz, como si Concurso de cuentos de Ereintza (Guipuzcoa), X Certamen Clara Campoamor, IX
lutamente nada, y me dije a mí mis- no fuera un intruso ni estuviese espián- Certamen Internacional “El Mundo Esférico”, XX Concurso de Relatos de Mujeres,
mo alguna estupidez como que todo es doles. No les extrañaba mi apariencia, II edición del Concurso de Relato Breve Dr. Zarco, Concurso Internacional de Cuen-
cuestión de perspectiva. Seguro que lo la rigidez de mi espalda estirada ni el tos “Todos somos diferentes”, VII Certamen Literario de Relato Corto “Alonso Za-
había leído en alguna parte antes. lento discurrir de mis pasos por su re- mora Vicente”, dos años consecutivos en el Certamen de Relatos de Ingeniería Sin
Pocos minutos después empecé a ver gión, y yo me sentí un poco idiota porque Fronteras, etc. Asimismo, varios segundos premios, Accésits, Menciones de Honor
a todos esos niños que parecían gatos supongo que lo que esperaba era causar y finalista en otros concursos.
abandonados en las esquinas con el pelo algún tipo de impacto.
rapado y las piernas moldeadas, y vi Aguanté tres días de búsqueda, pero
que jugaban sin parar como si no tuvie- como mi abuelo no aparecía, me cansé.
ran cosas que estudiar o ganas de irse a Estaba muerto de calor y de desidia y
merendar algo. Pude observar de cerca me di cuenta de que allí a todo el mun-
la especie de madrigueras donde vivían, do le daba igual que hubiese un extraño
o bueno, los mugrientos tipis, como de- en su zona. Tampoco mi padre se había
cía mi padre, y no me parecieron tan aventurado a venir a buscarme, así que
mal en absoluto. Naturalmente que da- sentí que a él tampoco debía importarle
ban la apariencia de ir a derrumbarse mucho dónde estuviese yo. Volví a casa,
como un castillo de naipes con el pri- con la mochila medio deshecha y el cu-
mer soplido de viento de otoño, pero uno chillo sin desenvolver.
nunca sabe del todo. Antes de entrar en casa de nuevo ya
Es cierto que aquí la gente vivía mu- me estaba sacudiendo el polvo y los ma-
cho más deprisa; encontré a algunos los augurios de encima, y solo acertaba
adultos dispersos como mosquitos en a pensar lo que decía mi padre, que esa
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Evangelina
por Eduardo Krüger
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cigarrillo. Por la calle pasaban, cada estuviera todo lo que importaba de una —No te preocupes por las cuentas. lo ante la vista de su madre:
vez menos frecuentes, las luces de los persona. Las gotas resbalaban sobre Mañana te dejo un cheque. —Mamá, esta citación es de hace cua-
autos. sus pechos blandos, y las aún redondas —Está bien —dijo ella—. Entonces te tro meses. Es el pedido de divorcio de
Volvió a sentarse y apoyó la nuca aristas de sus axilas los sostenían pese espero mañana. papá. Él no volverá hoy ni nunca más.
contra la frescura de los azulejos mien- a las areolas y los pezones agachados, y Colgaron. Axel, como siempre, había Para entonces Evangelina tenía cua-
tras sostenía el vaso sobre sus muslos y el violeta impalpable de las venas. llegado tarde a donde quiera que tuviese renta y tres años, era casi medianoche y
fumaba de nuevo. Quizás su hijo mayor Cerró la puerta y se sentó en el bidé que llegar. Pero al menos había llama- volvió a sentir que algunas de las cosas
podría ayudarla con lo del invernadero, untándose lentamente las piernas con do. La hija mayor estaba observándola que no marchaban del todo bien afuera,
clavando estanterías y barnizándolas. crema suavizante. Detuvo sus manos desde el pie de la escalera. más allá de la casa, estaban por alcan-
“Este fin de semana —pensó—. O el si- antes de llegar a su vagina, perturbada —¿Qué pasa, mamá? zarla colándose a través de la ventana
guiente, o el otro”. por una sensación tibia, a la vez íntima —Nada. Que tu padre tampoco volve- de la cocina.
Cerró los ojos. Las cosas se movían y prohibida. Entonces empezó a llorar rá esta noche. Se arrepintió de no habérselo contado
en el tiempo, podían suceder antes o contra los brazos cruzados sobre los La hija levantó bruscamente los pa- a Axel.
después. Pero ella estaba detenida a muslos. Supo que no lloraba por conmo- peles y separó uno de ellos, sacudiéndo-
medio camino en un extraño túnel que ver a nadie, sino por miedo a algo que
atravesaba sus últimos veintidós años en algún lugar dentro o fuera de ella
de vida, y no podía imaginarse a qué estaba mal.
distancia estaba la claridad final. Ni si- Su hija mayor golpeó la puerta:
quiera cómo sería exponerse a la luz. —Mami, llamó papá por teléfono. Dijo Eduardo Krüger (Argentina, 1950). Primer premio libro de relatos “2010-
Abrió los ojos, mareada. De un gan- que en diez minutos llama de nuevo. 2012”, Municipalidad de Las Flores (Buenos Aires, 2012). Primer premio relato
cho en la pared colgaban papeles, cuen- Axel tampoco volvería esa noche. “Tito y yo”, Club Lectores ciudad de La Plata, 2011. Primer premio relato “Julia”,
tas a pagar y correspondencia, tapados Evangelina se cubrió con un batón y sa- SADE San Isidro (Buenos Aires, 2011). Desde 2011 es creador y coordinador de
por un dibujo que su hijo menor había lió. Al atravesar el pasillo vio a su hija Taller sobre Creatividad en Literatura.
pintarrajeado muchos años atrás, en al- sentada en el borde de la cama, mirán-
gún lugar del túnel. El dibujo abarcaba dola pasar por la puerta entornada.
a los hermanos, papá y mamá. A un Bajó y dispuso sobre la mesa ratona
lado había una casa con techo colorado, del living un cenicero, el paquete de ci-
una ventana con flores y un sol amari- garrillos y otro vaso de vino. Todo esta-
llo. ba a su alcance, incluso el teléfono y los
Evangelina desprendió todo del gan- papeles sacados del gancho de la coci-
cho, repuso el dibujo en su lugar y dejó na. Encendió un incienso y su fragancia
el resto de los papeles junto al teléfono dulzona empezó a mezclarse con el olor
del living. a tabaco. El rumor quedo de la llovizna
Después subió a la planta alta y se a través de la ventana y el mareo del
duchó largamente con los ojos cerrados alcohol la empujaban hacia la tibia cla-
bajo la llovizna caliente, reconociéndose ridad del extremo del túnel.
el cuerpo con las manos. La claraboya Sonó el teléfono. Era Axel. Preguntó
del baño detenía todo lo que pudiera ve- primero cómo estaban los chicos y la
nir de ese espacio exterior ajeno. casa. Ella le contestó que bien.
Desempañó el espejo sin secarse, pre- —¿Y vos? —preguntó él en tono pater-
guntándose el porqué de ese viejo ritual nal.
de mirarse los ojos como si tras ellos —Bien. Un poco preocupada.
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las reacciones de tu cuerpo cuando es- colocando todas las pistas y evidencias camente no volví a hablar más con el escritorio. El día había sido demasiado
tás en su presencia. Pero cada vez que del caso, con un cigarrillo en su mano inspector, de no ser por los saludos de largo, pero quería ver de qué se trataba
la muerte ronda cerca, también lo hace y mirando fijamente la foto del cadáver cortesía necesarios. A los pocos días de aquello. Dentro del paquete, una peque-
esa incómoda sensación en la boca del desconocido. La verdad es que habíamos la discusión el caso se cerró, yo selec- ña bolsa con tres casquillos de bala y al
estómago. llegado a un punto en el que, a mi en- cioné mi destino definitivo en otra co- lado una nota:
En aquella época, mi responsable era tender, no nos quedaba más que cerrar misaría y el inspector Gómez se jubiló.
el inspector Gómez, un hombre ma- el caso como un doble asesinato sin re- «Querido Ángel, en estos casquillos
yor, con la jubilación a la vuelta de la solver. Todos en el equipo del inspector III está el primer paso para encontrar la
esquina, y un problema de sobrepeso, llevábamos bastantes semanas sin tra- Una vez terminamos las prácticas, verdad de lo que les pasó a aquellos
que combinado con su reuma, lo ha- bajar sobre ello y ya no había más pis- Castillo y yo seleccionamos nuestro chicos. La discusión que tuvimos antes
cían bastante torpe de movimientos y tas que seguir ni más gente por interro- destino definitivo en otro barrio de Ma- de que me jubilase me ha hecho pen-
bastante reacio a salir de su despacho. gar, sin embargo, se resistía a cerrarlo. drid, él y yo hacíamos un gran equipo sar tanto durante estos años… Yo soy
No obstante, Gómez era un buen policía Creo que ya era durante el último profesional y además éramos muy bue- demasiado viejo, casi no puedo mover-
y durante los primeros meses aprendí mes de prácticas, el día que el inspector nos amigos. El inspector jefe Rodríguez me y me ha dicho mi cardiólogo que me
mucho de él. me llamó a su despacho. Durante va- era como un padre para nosotros dos y lo tome con calma, porque mi corazón
Identificamos a uno de los chicos rias horas estuvo hablándome de lo que realmente nos apreciaba. no resistiría un segundo infarto. Solo te
asesinados: era un traficante de poca significaba ser policía, recordando casos Ya habían pasado varios años desde pido que tengas cuidado, y que seas muy
monta, el otro no tenía documentación, que había tenido que seguir durante los mi primer caso pero de vez en cuando, cauteloso con investigar esto oficial-
y nadie lo reclamó... No habría pasado más de cuarenta años que había esta- todavía soñaba con aquel chico descono- mente: las balas son nuestras.
nada si tras los primeros interrogato- do de servicio, y aconsejándome sobre cido cuyo asesinato no supimos resol- En aquellos días tuve presiones que
rios hubiéramos cerrado el caso alegan- mi futuro. Aproveché para preguntarle ver. venían desde muy arriba para que ce-
do que se trataba de un ajuste de cuen- por qué seguía trabajando en el caso de Un paquete amarillo sobre mi escri- rrara el caso. El inspector jefe Rodrí-
tas entre traficantes, pero el inspector los dos chicos, pero no me quiso res- torio llamó mi atención nada más en- guez es un buen hombre, pero no puedes
nos tuvo tirando del hilo durante casi ponder. En su lugar, me dijo que, a lo trar a mi despacho una noche después confiar en nadie más. Te doy esta infor-
todo el año. Resultó que uno de los chi- largo de mi vida, habría varios mo- de un día agotador. No tenía remiten- mación para que la trates como tú con-
cos era uno de nuestros confidentes, al- mentos en los que lo mejor sería mirar te ni destinatario. No me dio tiempo a sideres. Entendería si no quieres seguir.
guien conocido de vista entre todos los hacia otro lado y que si desde hacía un pensar demasiado qué podría significar El caso se archivó y yo mismo no tuve
traficantes y toxicómanos de la zona, tiempo no nos había pedido colaboración aquello. El inspector jefe Rodríguez en- el valor para profundizar, pero eres tú
pero que realmente no había sido nunca para continuar con el caso, era porque tró sin llamar para preguntarme qué quien debe decidir.
demasiado problemático, en cuanto al algunas veces las verdades estaban me- estaba haciendo todavía en la comisa- Suerte Ángel.
otro, después de varios meses, seguía- jor ocultas. Aquello me escandalizó, no ría. Al verme con el paquete me dijo que Firmado: Inspector Miguel Gómez»
mos sin poder identificarlo, nadie lo ha- creía que aquellas palabras estuvieran él lo había puesto allí. La noche anterior
bía visto, y nadie había denunciado nin- saliendo de la boca de mi mentor, tu- habían estado en la cena de la jubilación He de reconocer que tardé varias se-
guna desaparición que coincidiera con vimos una discusión muy fuerte y le de un comisario y había coincidido con manas en tomar una decisión en rela-
sus características. amenacé con hablar directamente con el inspector Gómez, que se lo había dado ción a aquello. En definitiva, mirándolo
Muchos días, cuando llegaba a la co- el juez que instruía el caso. Me advirtió para que me lo hiciera llegar. No me lo fríamente, aquellos chicos no eran trigo
misaría a primera hora, me encontraba de que eso sería contraproducente para podía creer, el viejo inspector Gómez… limpio, y si algún compañero mío los
en su despacho al inspector Gómez. El mí y me pidió que pensara bien los pa- Solo quedaban un par de compañe- mató pudo haber sido en legítima defen-
cenicero lleno de colillas, la camisa mal sos que iba a dar. ros en la comisaría y todo estaba en sa. Seguramente fue así, alguien con un
abrochada, un montón de expedientes No hablé con el juez. penumbra. Mi despacho solo estaba buen padrino en el Cuerpo, que come-
sobre sus escritorio y él de pie, enfrente Durante el tiempo que todavía estuve alumbrado por la luz del flexo sobre mi te un error matando a dos indeseables
de la pizarra en la que habíamos ido destinado en aquella comisaría, prácti- y se tapa todo para que no trascienda.
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Estuve tan cerca de tirar aquella nota y llos planes. Era el inspector Gómez:
aquellos casquillos… pero no lo hice. —Ángel, sé que todavía estás inves-
El inspector jefe Rodríguez se mos- tigando el caso de los dos chicos —Su
tró muy reacio a investigar aquello. No respiración era entrecortada y parecía
paraba de repetirme que eso formaba bastante agitado—. No puedo hablarte
parte del pasado, que era mejor para mucho más. Si quieres saber por dón-
todos no meter nuestras narices en ca- de continuar, ve esta noche a la nave
sos cerrados y que en situaciones como industrial que están construyendo en el
estas era mejor dejar las cosas como nuevo polígono de Leganés, la grande, la
estaban, pero yo puedo ser muy insis- que está a la altura del centro comer-
tente y finalmente él mismo se hizo cial, al otro lado de la autopista. Pero
cargo del caso. Aquello tenía que ser por favor ve con mucho cuidado y no
algo muy discreto por lo que solo Casti- dejes que nadie te vea.
llo y yo supimos directamente qué era No me dejó responderle, colgó el telé-
lo que estábamos buscando, al resto de fono y ya no respondió a ninguna de mis
compañeros del operativo no se les dijo llamadas.
toda la verdad y para ellos aquello se Me tenía que haber ido a mi casa…
trataba de un caso de seguimiento a una pero soy así de terco, y habían sido mu-
banda mafiosa. chos años con esos chicos en mi cabeza, © Digital Extremity
Fuente: Flickr
Los resultados fueron muy malos, necesitaba saber qué había pasado, ne-
no conseguíamos mantener abierta una cesitaba la más mínima pista que me
sola línea de investigación durante más permitiera continuar con aquella cru-
de una semana, y Castillo estaba bas- zada. Guardé mi arma en la parte de
tante decepcionado. Ambos llevába- atrás del pantalón, cogí mi chaqueta y nión de que el inspector Gómez, desde algunas sombras humanas.
mos una carrera meteórica, pero es- salí de mi despacho hacia el coche. que se había jubilado, además de haber La oscuridad evitó que nadie nos vie-
tar estancados con aquello no ayudaba Llamé a Castillo, habíamos llevado engordado todavía más y haber perdido ra y pudimos avanzar sigilosamente. El
a nuestros propósitos. De hecho, a los el caso juntos y ya nos habíamos cu- el poco pelo que tenía, también estaba nudo de mi estómago que tantas veces
pocos meses, parecía que estaba traba- bierto las espaldas el uno al otro en perdiendo la cordura, pero aun así me me acompañó en mi carrera como po-
jando solo. El resto de compañeros se más de una ocasión. Me pidió que le es- acompañó. licía empezó a apretarse, y terminó de
estaban dedicando a los casos del día a perase en la salida de la autopista, con- Una vez llegamos a nuestro destino, hacerlo cuando vi lo que estaba pasando
día que nos iban entrando. firmando lo que yo sabía, que no iba a vimos que había un par de coches apar- allí: un montón de fardos esparcidos en
Ya iba a tirar la toalla. Aquella noche dejarme solo. Dejamos los coches aleja- cados al lado de la valla metálica y que el suelo, dos hombres de rodillas, uno
me había quedado trabajando hasta tar- dos de la nave, en aquel polígono indus- en la garita no había ni rastro de los lloraba, el otro estaba completamente
de, pero ya estaba metiendo todas las trial a medio construir y continuamos guardias de seguridad de la obra, así que en silencio, con la mirada perdida, tras
fichas policiales, las fotografías, los ex- a pie. Durante el camino, Castillo trató supusimos que estarían haciendo la ron- ellos dos compañeros de nuestra comi-
pedientes y todas mis notas en una caja de convencerme varias veces de que nos da y pasamos dentro. La nave estaba a saría apuntando a su nuca y otros tres
para despejar mi escritorio, convencido diéramos la vuelta, según él habíamos medio construir, en algunas zonas esta- metiendo los fardos en una furgoneta.
de que el caso no daba para más. Era estado perdiendo el tiempo con aquello ba más avanzada, pero en otras zonas, Intenté desenfundar y darles el alto,
viernes noche, pensaba irme a casa, ver casi un año y en aquel momento estába- solo estaban los agujeros en el suelo en pero no tuve tiempo. Ellos dispararon
un poco la televisión, tomar unas cerve- mos perdiendo una noche de viernes en los que se vierte el hormigón para hacer al unísono, haciendo que los cuerpos de
zas y quedarme dormido en el sofá del ir a una nave industrial donde segura- los cimientos. En la zona más edificada los ejecutados cayeran como sacos de
salón. Mi teléfono móvil rompió aque- mente no habría nada. Él era de la opi- se acertaba a ver un tenue resplandor y tierra.
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CREACIÓN CREACIÓN
—Castillo, tenemos que salir de aquí que cargarme, pero me jode mucho por-
—susurré sin mirarlo. que tú eras de los buenos, ¡joder!
No hubo respuesta. Un estruendo, un golpe seco en mi pe-
Cuando le busqué con la mirada, él cho, sentir que mis piernas ya no pue-
estaba encañonándome. den sostener mi peso, caer al suelo y
—¡Joder, Ángel!… ¡La has jodido, tío! ver como todo se va nublando… Así fue
¡La has jodido! —me gritó furioso—. Tú mi muerte.
no tenías que haber visto esto. No tenía- Mi cuerpo acabó en uno de esos agu-
mos que haber llegado hasta aquí, esto jeros sobre los que después se levanta-
tendría que haber terminado hace mu- ron los cimientos del almacén en el que
cho tiempo. ¿Por qué siempre eres tan desde entonces ando perdido, haciendo
cabezón? rondas nocturnas, intentando que al-
No tuve palabras. Mi estómago se guien me escuche, que alguien me mire,
apretó en un puño. Sentí nauseas, sentí que alguien sepa que estoy aquí, que al-
que mis piernas fallaban, me sentí sin guien por fin descubra la verdad que yo
ninguna salida posible. tuve tan cerca.
—Vas a ser el segundo socio que tengo
© Mark Roy
Fuente: Flickr
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CREACIÓN CREACIÓN
habituais de desprezo, odio, maldade. vez tan habituales de desprecio, odio, na vila labrega. O mundo campestre cia.
Sangue fría, un corpo vivo que se mos- maldad. Sangre fría, un cuerpo vivo que ocupaba os límites do seu propio mun- Antía residió siempre en un pequeño
tra inerte. se muestra inerte. do interior e non podía estar máis con- pueblo campesino. El mundo campestre
Non eramos quen de convivir con nós No éramos capaces de convivir con tenta do desenvolvemento do ambiente ocupaba los límites de su propio mundo
mesmos e pretendiamos convivir con nosotros mismos y pretendíamos con- que xiraba en torno a ela. Os animais interior y no podía estar más contenta
outra especie. Eses seres tan diversos, vivir con otra especie. Esos seres tan eran unha parte sen dúbida vital para del desarrollo del ambiente que giraba
dende os ladridos duns ata os gruñidos diversos, desde los ladridos de unos a súa familia e para a gran parte das en torno a ella. Criaban vacas, ovejas,
doutros, pasando por múltiples moda- hasta los gruñidos de otros, pasando da vila. Criaban vacas, ovellas, cabras, cabras, gallinas, patos y otras tantas
lidades. Máis grandes, máis pequenos, por múltiples modalidades. Más gran- galiñas, patos e outras tantas especies. especies. Su convivencia con ellas se
máis ou menos coloridos, terrestres, des, más pequeños, más o menos colori- A súa convivencia con elas converteuse convirtió en la protagonista ya de sus
acuáticos, en definitiva primaba unha dos, terrestres, acuáticos, en definitiva na protagonista xa dos seus primeiros primeros recuerdos. El amor que sentía
enorme diversidade entre eles. primaba una enorme diversidad entre recordos. O amor que sentía por cada por cada uno de sus animalillos nadie
Soños fráxiles que se descompuxe- ellos. un dos seus bichiños ninguén máis que más que ella sabía hasta donde llegaba.
ran en mil e un anacos de aspiracións Sueños frágiles que se habían descom- ela sabía ata onde chegaba. Las cosas marchaban bien hasta que
erradas, de días truncados e de tebras. puesto en mil y un pedazos de aspira- As cousas marcharon ben ata que co- empezó a ser más consciente y llega-
O vento volvía a soprar con forza pero ciones fallidas, de días frustrados y de mezou a ser máis consciente e chegaron ron las preguntas. Y entonces agitación,
esta vez azoutaba con máis intensida- tinieblas. El viento volvía a soplar con as preguntas. E entón axitación, néboa niebla que lo cubría todo, crispación. A
de do que nunca antes o fixera e as es- fuerza pero en esta ocasión apremiaba que o cubría todo, crispación. As veces a veces la verdad podía llegar a ser tan
peranzas suspendidas no ar voaban ao con más intensidad que nunca y las es- verdade era tan dolorosa que máis valía dolorosa que más valía vivir en la ig-
ritmo daquel tormento enfurecido que peranzas suspendidas en el aire vola- vivir na ignorancia a ter que facer fron- norancia a tener que hacer frente a los
semellaba levaría por diante todo ao ban al ritmo de aquel tormento enfure- te aos problemas da vida. Os seus pro- problemas de la vida. Sus problemas
seu paso, sen importar quen ou que in- cido que parecía que llevaría a su paso blemas comezaron á idade de 8 anos. llegaron a la edad de 8 años. Los ani-
tercedera no seu camiño. todo por delante, sin importar quién o Os animais que os seus pais coidaban males que sus padres cuidaban con tan-
Xa pasaran sete meses. Antía cami- qué intercediese en su camino. con tanta delicadeza e tenrura eran os ta delicadeza y ternura eran los mis-
ñaba pola beirarrúa cunha compañei- Ya habían pasado siete meses. Antía mesmos que logo se servían na mesa mos que luego se servían en la mesa a
ra. Mais era como camiñar soa. Dende caminaba por la acera con una com- á hora da comida. Para ela isto foi un la hora de la comida. Para ella, esto fue
aquel fatídico día unha barreira inter- pañera. Pero era como caminar sola. duro golpe. Como ía ela a coidar e con- un duro golpe. ¿Cómo iba ella a cuidar y
púxose entre ela e o resto daquel mundo Desde aquel fatídico día, una barrera se vivir cun ser vivo dende practicamente convivir con un ser vivo prácticamente
gris e cruel que a rodeaba. Aquel tri- interpuso entre ella y el resto de aquel o seu nacemento e logo ter que desfa- desde su nacimiento y luego tener que
mestre acadara os peores resultados da mundo gris y cruel que la rodeaba. Aquel cerse del daquel xeito tan cruel? deshacerse de él de aquella forma tan
súa traxectoria académica. O recordo trimestre había obtenido los peores re- Foi difícil de levar pero tamén reco- cruel?
do que un día fora o seu compañeiro fiel sultados de su trayectoria académica. ñeceu que de algo tiñan que alimentarse Fue difícil de llevar, pero también re-
acompañábana en todo momento, día e El recuerdo del que un día había sido su e aquela era a súa principal fonte de ali- conoció que de algo tenían que alimen-
noite, calquera día da semana. O senti- compañero fiel la acompañaba en todo mento. Mais ela precisaba dunha com- tarse y aquella era su principal fuente
mento de impotencia, de culpabilidade momento, día y noche, cualquier día de pañía mutua, dun animal que fora algo de alimento. Pero ella necesitaba una
volvérase o seu pan de cada día. Unha la semana. El sentimiento de impoten- máis; o seu amigo, ao que poder educar compañía mutua, un animal que fuese
vida que semellaba carecer de sentido cia, de culpabilidad se había vuelto su e tratar coma un máis da familia. algo más; su amigo, al que poder educar
cando apenas transcorreran 17 anos pan de cada día. Una vida que seme- Pinche era pequeno, de cor escura e y tratar como uno más de la familia.
dende que aquel 3 de marzo unha meni- jaba carecer de sentido cuando apenas manchas por todo o corpo, durmiñón Pinche era pequeño, de color oscuro y
ña invadira a casa de paz coa súa pre- habían transcurrido 17 años desde que pero sobre todo moi alegre. Envolveu a manchas por todo el cuerpo, dormilón
senza. aquel 3 de marzo una chiquitina había casa de Antía de ledicia. Era coma o pero sobre todo muy alegre. Envolvió
Antía residiu sempre nunha peque- invadido la casa de paz con su presen- seu bebé; compaxinaba as horas de es- la casa de Antía de felicidad. Era como
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CREACIÓN CREACIÓN
xinase a Antía sen Pinche nin a Pinche nadie de los que los conocía se imagi-
sen Antía. nase a Antía sin Pinche ni a Pinche sin
Chuvia, auga polas rúas, rostros xé- Antía.
lidos, miradas perdidas e atónitas. Ata Lluvia, agua por las calles, rostros
os 15 anos Antía fora unha rapaza gélidos, miradas perdidas y atónitas.
exemplar, comprometida co seu e cos Hasta los 15 años Antía había sido una
seus, coas aspiracións de calquera ado- chica ejemplar, comprometida con lo
lescente. Mais a partir dese momento suyo y con los suyos, con las aspira-
todo pareceu mudar como muda o ver- ciones de cualquier adolescente. Pero
me que se converte en bolboreta pero a partir de ese momento todo pareció
esta bolboreta esqueceríase do que era mudar como muda el gusano que se
voar. As hormonas comezaron a correr convierte en mariposa pero esta mari-
polo interior do seu corpo, de tal xei- posa se olvidaría de lo que era volar.
to que rematou perdidamente namora- Las hormonas comenzaron a correr por
da dun rapaz. Este era maior que ela e el interior de su cuerpo, de tal forma
residía a uns quilómetros da súa vila. que terminó perdidamente enamorada
Coñecíao dende había bastante tempo de un chico. Era mayor que ella y vivía
© Theresa Benedetto de velo polo instituto e algunha vez que a unos kilómetros de su pueblo. Lo co-
Fuente: Flickr fora cuns amigos pasear e o viran pola nocía desde hacía tiempo de verlo por
rúa. Ata aquel momento non signifi- el instituto y alguna vez que había ido
cara nada para ela pero todo cambiou con unos amigos a pasear y lo habían
repentinamente. O seu pensamento es- visto por la calle. Hasta aquel momento
taba reservado única e exclusivamente no había significado nada para ella pero
cola e as que axudaba aos seus pais no su bebé; compaginaba las horas de es- para el. Tiña que compartir aquela nova todo cambió repentinamente. Su pensa-
campo cos seus coidados e Pinche cre- cuela y las que ayudaba a sus padres situación con alguén e só unha persoa miento estaba reservado única y exclu-
ceu forte e san e converteuse no seu en el campo con sus cuidados y Pinche podía entender como se sentía. sivamente para él. Tenía que compartir
gardián particular. Os primeiros meses creció fuerte y sano y se convirtió en Silvia. A súa fiel compañeira dende aquella nueva situación con alguien y
era moi revoltoso e non prestaba aten- su guardián particular. Los primeros sempre. Ela e Pinche eran os seus bens solo una persona podía entender cómo
ción das indicacións de Antía e esta per- meses era muy revoltoso y no prestaba máis prezados. Nunha das súas reunións se sentía.
día un pouco os nervios mais deseguida atención de las indicaciones de Antía y a tres bandas revelou o seu segredo. Sil- Silvia. Su fiel compañera desde siem-
se daba de conta de que era coma un esta perdía un poco los nervios pero en- via non daba crédito as súas palabras. pre. Ella y Pinche eran sus bienes más
neno pequeno e só pensaba en xogar e seguida se daba cuenta de que era como Ela pese a súa corta idade xa pasa- preciados. En una de sus reuniones a
en divertirse. Co tempo e con pacien- un niño pequeño y solo pensaba en ju- ra por uns cantos rapaces pero nunca tres bandas reveló su secreto. Silvia no
cia adquiriu a disciplina que ela tanto gar y en divertirse. Con el tiempo y con agardaría aquilo de Antía, sempre tan daba crédito a sus palabras. Ella, pese
desexaba e a súa obediencia non tiña paciencia adquirió la disciplina que ella recatada cando tocaba falar de homes. a su corta edad, ya había pasado por
nada que envexar á de calquera rapaz. tanto deseaba y su obediencia no tenía A pesar da insistencia da súa amiga de unos cuantos chicos pero nunca espera-
Cos días, meses e anos volvéronse cada nada que envidiar a la de cualquier niño. que aquilo fora un segredo, Silvia non ría aquello de Antía, siempre tan reca-
vez máis inseparables. Os seus paseos Con los días, meses y años se volvieron puido controlar a súa emoción e o ru- tada cuando tocaba hablar de hombres.
por toda a vila, os seus xogos que acotío cada vez más inseparables. Sus paseos mor comezou a correr pola escola e ía A pesar de la insistencia de su amiga de
eran sinónimo de gargalladas, un sen por todo el pueblo, sus juegos que a me- estendéndose paulatinamente. que aquello fuera un secreto, Silvia no
fin de aventuras xuntos que levaron a nudo eran sinónimo de risas, un sinfín Nervios, tensión, sorrisos idílicos. O pudo controlar su emoción y el rumor
que ninguén dos que os coñecía se ima- de aventuras juntos que llevaron a que amencer dun novo sentimento. Dunha comenzó a correr por la escuela y se iba
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paixón sen límite. As bolboretas corrían extendiendo paulatinamente. tía sentíase coma nun soño feito reali- dad. Las mariposas seguían en su inte-
polo seu ventre, non sabían voar e ela Realidad. Mil y una vueltas a la ca- dade. As bolboretas seguían no seu in- rior pero seguían sin alzar vuelo y esto
tampouco. beza. Pinche allí a su lado y ella sin terior mais seguían sen alzar voo e isto complicaría las cosas. Ya apenas veía a
Realidade. Mil e unha voltas á ca- embargo tan lejos, a cientos de kilóme- complicaría as cousas. Xa apenas vía Silvia y los paseos con Pinche pasaron
beza. Pinche alí ao seu lado e ela sen tros. ¿Cómo se iba a fijar en ella? ¿Qué a Silvia e os paseos con Pinche pasa- de diarios a semanales. Y llegó la pro-
embargo tan lonxe, a centos de quiló- podía encontrar en ella que no le pu- ron de diarios a semanais. E chegou a puesta. Comenzar una relación seria.
metros. Como se ía a fixar nela? Que diese ofrecer otra? Preguntas. Muchas, proposta. Comezar unha relación seria. Miguel le gustaba pero no estaba prepa-
podía atopar el nela que non lle puidese demasiadas. Respuestas. Más bien po- Miguel gustáballe mais non estaba pre- rada y así se lo hizo saber. Su reacción
ofrecer outra? Preguntas. Moitas, de- cas o ninguna. parada e así llo fixo saber. A súa reac- fue desmesurada. Gritos, amenazas y
masiadas. Respostas. Máis ben poucas Como cada día, llegado el anochecer ción foi desmesurada. Berros, ameazas por último un golpe. Llegó a casa llo-
ou ningunha. era su momento especial con su teso- e o por último un golpe. Chegou a casa rando y el único consuelo que encontró
Como cada día, chegada a noitiña era ro, con su amigo. Pinche. Él también chorando e o único consolo que atopou fue el de Pinche, quien no se olvidaba
o seu intre especial co seu tesouro, co estaba al tanto de todo lo que estaba foi o de Pinche, quen non se esquecía de ella tan fácilmente. Quería borrar
seu amigo. Pinche. El tamén estaba ao ocurriendo. Era su confesor preferido y dela tan facilmente. Quería borrar a a Miguel de su vida pero este pareció
tanto de todo o que estaba a ocorrer. aunque no le podía expresar su opinión Miguel da súa vida pero este pareceu arrepentirse y pretendió volver a verla.
Era o seu confesor preferido e aínda que ella sabía que estaba de su parte, siem- arrepentirse e pretendeu volver a vela. Aceptó, hablar siempre era lo mejor.
non lle podía expresar a súa opinión ela pre lo había estado. Cuando estaban a Aceptou, falar sempre era o mellor. Na En la de La Barranca a las cinco.
sabía que estaba da súa parte, sempre o punto de dar media vuelta para regre- da Barranca ás cinco. En esta ocasión Pinche se tomó la li-
estivera. Cando estaban a piques de dar sar, escucharon el motor de una mo- Nesta ocasión Pinche tomouse a li- bertad de seguirla. El encuentro mar-
media volta para regresar, escoitaron o tocicleta que se aproximaba hacia ellos berdade de seguila. O encontro mar- chaba bien pero Miguel perdió de nuevo
motor dunha motocicleta que se apro- pero no le dieron mayor importancia. chaba ben pero Miguel perdeu de novo o el control y ante su tentativa de zaran-
ximaba cara eles mais non lle deron Pero de repente el conductor pronun- control e ante a súa tentativa de mallar dear de nuevo a la chica, Pinche inter-
maior importancia. Pero de súpeto o ció su nombre. Antía. Había soñado con de novo na rapaza, Pinche interveu. La- vino. Ladraba con intensidad pero Mi-
condutor pronunciou o seu nome. Antía. aquella situación cientos de veces pero draba con intensidade pero Miguel non guel no se asustaba fácilmente. Antía
Soñara con aquela situación centos de a la hora de la verdad no era capaz de se asustaba sinxelamente. Antía resul- resultó ilesa, pero a cambio de la vida
veces mais chegada a hora da verdade reaccionar. tou ilesa pero a cambio da vida do seu de su guardián.
non era quen de reaccionar. Miguel. Por supuesto que era Miguel. gardián. Cierto, ya habían pasado 7 meses
Miguel. Abofé que era Miguel. Alto, Alto, de ojos claros, pelo un poco lar- Certo, xa pasaran 7 meses pero aque- pero aquella visión permanecía inde-
de ollos claros, pelo un pouco longo e un go y una sonrisa que enamoraba. ¿Qué la visión permanecía indeleble na súa leble en su mente. Tantos recuerdos,
sorriso que namoraba. Que facer? Que hacer? ¿Dónde esconderse? Sin más: mente. Tantos recordos, tanta felicida- tanta felicidad, tanto amor verdade-
dicir? Onde agocharse? De súpeto cala- escalofríos, vergüenza, la piel ardiendo de, tanto amor verdadeiro arrincados ro arrancados así sin más. Un animal
fríos, vergoña, a pel ardendo e ela alí de y ella allí de pie, rígida, sin poder ar- así sen máis. Un animal cheo de senti- lleno de sentimientos yacía en lo más
pe, ríxida, sen poder articular palabra ticular palabra alguna. Por suerte, él mentos xacía no máis profundo diso que profundo de eso que llamamos Tierra
algunha. Por sorte el demostrou o seu demostró su papel de adulto y llevó la chamamos Terra mentres un humano mientras un humano lleno de ira y ca-
papel de adulto e levou a voz cantante voz cantante en los pocos minutos que cheo de ira e carente do máis mínimo rente del más mínimo arrepentimiento
nos poucos minutos que falaron. Volve- hablaron. Volverían a verse pero esta arrepentimento continuaba cunha vida continuaba con una vida manchada por
rían a verse. Mais desta vez, o encontro vez el encuentro se denominaría cita y manchada pola sangue inocente. la sangre inocente.
denominaríase cita e os protagonistas los protagonistas serían ellos solos. Días de xistra. Tempestade, un vol- Días de aguacero. Tempestad, un vol-
serían eles sos. Miguel parecía tan atento, tan simpá- cán en erupción e a lava que o leva todo cán en erupción y la lava que lo lleva
Miguel semellaba tan atento, tan tico, tan perfecto al fin y al cabo. Que- por diante. Semella que as bolboretas todo por delante. Parece que las mari-
simpático, tan perfecto ao fin e ao cabo. daron en numerosas ocasiones y Antía creceron antes de tempo e deron en em- posas crecieron antes de tiempo y pre-
Quedaron en numerosas ocasións e An- se sentía como en un sueño hecho reali- prender voo cedo de máis. Antía tería tendieron emprender vuelo demasiado
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CREACIÓN CREACIÓN
unha nova oportunidade pero non sería pronto. Antía tendría una nueva opor-
Pinche quen a acompañase desta vez. tunidad pero no sería Pinche quien la
acompañase esta vez.
Notas
(*) Texto recogido como ganador, en la Notas
modalidad de gallego, del I Certamen (**) Traducción al castellano a cargo
de escritura «El miembro no humano del propio autor.
de mi familia», dentro de la Feria de la
adopción de Moaña (Pontevedra, Espa-
ña) de 2015.
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CREACIÓN
Notas
(***) Texto recogido como ganador, en la modalidad de caste-
llano, del I Certamen de escritura «El miembro no humano de
mi familia», dentro de la Feria de la adopción de Moaña (Pon-
Colaboraciones
Rubén Juy Martín (Salamanca, España). Estudiante de tercer año en el gra-
do de Terapia Ocupacional en la Universidad de Salamanca y actual monitor de
tiempo libre de la Diputación de Salamanca. Destaca su colaboración durante dos
La Revista Literaria Visor se centra en diversos aspectos del relato corto. Está
años en el periódico digital “salamancartvaldia.es” con artículos de reflexión. Su
estructurada en tres bloques fundamentales: reseñas literarias, ensayo y creación.
obra Boomerang apareció en la antología Fuego, aire, agua, tierra, editorial Carpa
Toda colaboración será bien recibida en cualquiera de estos campos siempre que
de sueños, 2015, mientras que su obra Tic-tac fue recogida en la antología A la luz
sea original, inédita, escrita en español y relacionada con los distintos aspectos del
de la luna, editorial Letras con arte, 2015.
relato breve. Los textos deben remitirse en fichero adjunto y en formato Word,
junto a una breve reseña bio-bibliográfica de no más de diez líneas, a la siguiente
dirección de correo electrónico:
visorliteraria@gmail.com
Esta revista es una publicación sin ánimo de lucro y no cuenta con ningún tipo
de apoyo público o privado. La Revista Literaria Visor se realiza con el trabajo
de quienes aparecen en el directorio y gracias a la inestimable colaboración de los
autores.
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