14 / CRÓNICA / Nº 437
(PRE) PUBLICACIÓN
( ) LAHORADEL
HOMBREIMPASIBLE
La persona más decisiva en la vida de Rajoy
no ha sido Aznar, que hoy no le nombraría su
sucesor, sino su madre, Olga, a la que un día le
prometió ser ministro. Graciano Palomo, el
periodista que retrató certeramente a Aznar
antes de ser presidente, publica la primera
gran biografía del que está llamado a serlo
D
ícese de un arca-
no persona o cosa recóndita, reservada, mis-
teriosa, oculta y difícil de conocer. Es la pri-
mera nota característica de Mariano Rajoy
Brey, el santiagués criado en Pontevedra que
el 27 de marzo cumplirá 56 años y la pituita-
ria común sitúa a unos meses de convertirse
en el sexto presidente de la democracia.
La influencia de su madre, Olga (fallecida
en 1993), fue decisiva en todos los aspectos
de Mariano. Fue su principal consejera polí-
tica hasta su muerte. Una familia gallega de
clase media, cuyo cabeza era juez (León,
Ávila, Pontevedra), donde lo esencial era
asegurarse los garbanzos mediante oposicio-
nes a los cuerpos de élite del Estado.
Es el galleguismo y su ejercicio práctico el
segundo apunte del perfil. Y acto seguido
vendría la nemotécnica: tiene una memoria
prodigiosa; dicho de otro modo, se acuerda
de todas y cada una de las afrentas recibidas
que, al fin y a la postre, suele desdeñar con
un rictus adjuntado a la condición humana.
Lo del puro y la hamaca ha cuajado; al
margen de la realidad o no. Nada tiene de
extraño porque fue su propio cooptador a la
hora de preferirle frente a Rato y Mayor Ore-
ja el que puso el vinagre en la úlcera. Aznar
explicaba en el otoño de 2003 a don Clemen-
te Serna, abad de Silos, por qué prefería a
Mariano: estabilidad, serenidad, coñazo —el
país necesita dirigentes aburridos—, no tie-
ne enemigos en el partido.
—¡Ah! Solo tiene un defecto...
—¿Cuál? —pregunta el enjuto monje.
—¡Es muy vago!
Bon vivant, Rajoy lo fue siempre. Pero a los
23 años ya era registrador de la propiedad
tras sus empolladas en un apartamento que
su padre le compró en San Senxo y que aún
conserva. Se trataba del típico triunfador de
provincias —alto, educado, con sentido del
humor, gran bebedor de copas con los ami-
guetes (camisitas Polo y pijería al por ma-
yor)— al que todas las madres querían tener
como yerno. ¡Se había asegurado en su ju-
ventud el pan de hogaza y garbanzos zamo-
ranos! Mariano no estaba por la labor.
Quedó escrito que pertenece a la clase me-
dia alta. Hermano notario, hermana registra-
dora. Pero no va más allá. Rajoy es un tipo
que mira el dinero, sobre todo los gastos, lec-
ción que aprendió de su madre Olga, quien
durante un tiempo no tenía dinero (cinco hi-
jos) para las cortinas del piso familiar.
Su complejo está ante los idiomas. Espe-
cialmente el inglés, que intenta aprender ace-
leradamente bajo la protección del diplomá-
tico Jorge Moragas. De hecho, cambió a su
secretaria de toda vida Rosa por Katy, de la
factoría Moragas. Sus dos hijos van a un co-
legio británico de los de postín, donde coinci-
den con los hijos de otro gallego que despre-
cia intelectualmente, José Blanco.
UN CHOLLO. ¿Cómo recala el joven registrador
en el «chollo» (su palabra más repetida) de la
política? José Luis Barreiro, el «felón», según
Fraga, el hombre que tuvo el poder en la AP
gallega hasta que dio un golpe de Estado har-
to de las paqueiradas del doctor Fernández
Albor, se asigna esta responsabilidad. De he-
cho, durante una cena en su casa, le ofrece
«todo» a Rajoy cuando dudaba si entrar en
política: «Lo que quieras, Mariano, todo lo que
quieras». Luego acabarían como el rosario de
la aurora y el «traidor» por excelencia en la
derecha gallega acusaría a Rajoy de lo mismo.
Sin embargo, el primer político de fuste que
habló a Mariano de dedicarse a la vida públi-
ca fue el soberbio autor de El Crepúsculo de
las Ideologías, Gonzalo Fernández de la Mo-
ra, uno de los siete magníficos de AP. Era ami-
go de su padre y tenía un esplendoroso pazo
en Pontevedra. Otra referencia ineludible es
Pío Cabanillas Gallas, su gran mentor.
Su carrera se iniciaría muy joven y fue me-
teórica. Fraga le puso la proa en numerosas
ocasiones —«Rajoy, menos copas en el Daniel
Boone (pub del centro de la ciudad, lugar de
reunión con sus amigos) y más trabajo»—, al
tiempo que le conminaba a aprender gallego
y casarse, cosas éstas que sacaban de quicio
al alto funcionario del Estado. Esa fue la cau-
sa esencial de que Cascos le repescara como
vicesecretario nacional electoral cuando Ar-
turo Moreno tuvo que dejar su puesto al esta-
llar el caso Naseiro. Aznar ni le conocía.
Pronto se enamoraría del hombre que «en lu-
gar de crear problemas, los soluciona». No le
contradecía ni discutía sus órdenes.
«Me sentí mandado en aquel PP de Az-
nar», confesaría el propio Rajoy al autor. «No
como en la etapa de Hernández Mancha...
¡Aquello era un carajal!».
El resto de la historia con Aznar fue ruti-
lante y es suficientemente conocida: minis-
tro en todos los gobiernos del aznarato. Só-
lo se creó un enemigo: Miguel Ángel Rodrí-
guez, quien durante las campañas no
...
AZNARLE PRODUCE RESPETO, PERO SOBRE TODO TEMOR. SE
PREGUNTA POR QUÉ LO ELIGIÓ PARA LUEGO DARLE PATADAS
«TENGO CLARO QUE LO QUE HAYA QUE HACER,
SUS PLANES:
LO HAREMOS EN LOS PRIMEROS 12 MESES», HA DICHO
EL MUNDO / DOMINGO / 23 / ENERO / 2011
soportaba que el gallego le ningunease. No
le aguantaba, hasta el extremo de intentar
utilizar contra Mariano un presunto caso
de corrupción que nunca existió. Luego le
apuñalaría con ocasión de las dos derrotas
electorales.
Aznar le produce respeto pero sobre todo
temor. Y le está agradecido, pero… En algu-
na ocasión montó en cólera —al estilo rajo-
niano del término, no se crean— por proce-
deres del ex que ponían en cuestión todo el
discurso oficial que Mariano quería imprimir.
Durante estos años Rajoy ha llegado a pre-
guntarse por qué le eligió si después andaba
dándole patadas en la espinilla. La relación
últimamente ha mejorado pero se pueden ta-
bular situaciones muy difíciles y tensas entre
ambos. Siempre que Rajoy ha buscado ser li-
bre e in-de-pen-dien-te. Lo deja en FAES pe-
ro al fin y a la postre el jefe directo de la Fun-
dación es el presidente del PP. Además, ¿no
está Ana Botella en el Comité Ejecutivo y tie-
ne mando en plaza en Madrid?
Los feos personales y llamativos se cuen-
tan por docenas, especialmente en el Congre-
so de Valencia, tras el abandono de María
San Gil y Ortega Lara. Aznar lo eligió para
que fuera presidente (hecho que se desconta-
ba) en 2004. No para ser el jefe de la oposi-
ción. Hoy no lo hubiera elegido.
La última confrontación sub iudice ha sido
la liquidación de Álvarez Cascos. FAC acudió
en busca de amparo. Pero si alguien sabe lo
que es detentar el poder, esa persona se lla-
ma José María Aznar.
El día que Mariano pueda dormir en Mon-
cloa será en este tema otro Rajoy.
Aznar lo sabe.
DE TODA LA VIDA. Rajoy es liberal pero sin ex-
cesos; democristiano pero sin meapila; social-
demócrata sin peligro de escoramiento. En-
tonces, ¿quién es políticamente Mariano?
Sencillo. Un tipo de derechas de toda la vida.
Un conservador. Punto. Por eso está en el fiel
de la balanza; permanentemente. Su gran ar-
gumento para resistir.
Tras el descalabro del 9-M de 2008 y su
enigmático «adiós» en el balcón de la derro-
ta, arrullado por el sorprendente —por públi-
co— abrazo de Viri, nadie daba un chavo por
sus huesos. Esa misma noche, el sector libe-
ral afilaba los cuchillos. ¡A por él! ¡No sirve!
De hecho, desde la derrota hasta el XVII
Congreso de Valencia muy pocos visitaban
su despacho: Moragas, Carmen Martínez
Castro y González Pons. Al teléfono perma-
nentemente Javier Arenas y, entre bastido-
res, Federico Trillo. Controlar las provincias
era la clave. Rajoy espera impasible en su
despacho, consumiendo habano tras habano.
No calibraron los conspiradores que el PP
es una formidable organización y sus mili-
tantes orgullosos de serlo. No pueden per-
mitir que el PP suceda a UCD en un nuevo
harakiri histórico. Son dos destacados ex az-
naristas los que finalmente salvan el pellejo
del hombre impasible, que muñen una
alianza de intereses con los barones regio-
nales, desde Francisco Camps (que aspira-
ba al puesto pero no en ese momento) has-
ta Alberto Núñez Feijóo (que también aspi-
ra a lo mismo pero más adelante) y el resto
del macizo de la raza: Ramón Luis Valcár-
cel, Juan Vicente Herrera, Pedro Sanz... Es-
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«MENOS COPAS YMÁS TRABAJO», LE DECÍA FRAGA, CON
QUIEN NO CONGENIÓ. VIRI, SU ESPOSA, PERSONAJE DECISIVO
LE ACOMPLEJA NO HABLAR IDIOMAS. ESTUDIA INGLÉS YSUS
HIJOS VAN A UN COLEGIO BRITÁNICO CON LOS DE PEPIÑO
CENAR CON TODAS LAS FAMILIAS ESPAÑOLAS,
«SI PUDIERA
MUCHOS CAMBIARÍAN DE OPINIÓN SOBRE MÍ», PIENSA
peranza Aguirre queda sola y a la intempe-
rie, mientras Trillo repite a todos los que le
quieren oír «no hay otro, no hay otro, hay
que salvar al partido».
Mariano resiste y calla mientras a su al-
rededor se amontonan los cascotes. La co-
lección de epítetos que acumula desde las
propias posiciones ideológicas no se cono-
ce desde aquel histórico «Maura, no». Sor-
prende a sus enemigos internos con un
aguante propio de un marmolillo mientras
dibuja sempiternas volutas de humo. Nadie,
ni Aznar, ni Cascos, ni Aguirre, ni Rato,
pensaron nunca que fuera capaz de sopor-
tar tal cúmulo de golpes, algunos directos
al mentón, definitivos. Aguantó sin pesta-
ñear, impasiblemente.
«Las provincias están conmigo... El que
quiera disputarme el puesto que dé un paso
al frente». Sabía que con el aparato en la ma-
no no sería posible el golpe de salón. Era
cuestión de tiempo. Aplicaría su método pre-
ferido para laminar a sus adversarios: el silen-
cio adobado con el desdén. En los momentos
críticos acude y obtiene el apoyo del presiden-
te-fundador con el que nunca se pudo ver. Pe-
ro Fraga era un hombre de Estado y no iba a
permitir que su criatura saltara por los aires.
Quizá la frase que mejor sintetiza la posi-
ción del ecléctico (entonces) jefe del PP es
aquella que él mismo esculpe en el frontispi-
cio de su despacho oficial:
—Estoy dispuesto a aguantar lo que me
echen.
Y lo aguantó.
Lo anterior no quiere decir que no haya
pensado en utilizar el puente de plata. A co-
mienzos de 2010, en un velatorio, el autor que
suscribe le preguntó:
—Mariano, ¿no estás hasta el gorro de reci-
bir leches? ¿No te pide el cuerpo volver al Re-
gistro, tostarte al sol y fumar puros tranquila-
mente..?
—¡No creas! A veces lo he pensado… ¡Jeje!
Como conocedor de las alcantarillas de la
derecha, Rajoy era consciente de que tenía
que ganar un congreso, cambiar a los hom-
bres clave y tirar en las encuestas. Era
cuestión de tiempo que el «inconsistente»
Zapatero se desmadejara definitivamente.
Lo esencial, además del control interno del
PP, era otear una victoria porque, a la pos-
tre, la sangre del cargo es lo que mueve a
los políticos.
Por de pronto, coloca a María Dolores de
Cospedal, una iconoclasta entre la derecha
como nueva generala secretaria y en la defi-
nitiva portavocía del Congreso a una persona
de su máxima confianza, Soraya Sáenz de
Santamaría. El resto son prescindibles, pero
sitúa en su faja a Alberto Ruiz-Gallardón, uno
de los aspirantes eternos a su silla.
Ganar tiempo. Administrar los tiempos. Él
hace las listas y al final «en este chollo cada
uno está donde debe estar...». Aguirre en su
trinchera madrileña (pero que no se pase);
Gallardón a mis ligas; Mayor Oreja en Bruse-
las y Rato en Caja Madrid (porque le he pues-
to yo). Punto y paqueirada. Y a sus órdenes.
La estrategia arriolística (esperar, ver y no
cometer errores) es cosa que Rajoy compra
con fruición porque viene a coincidir con su
propia estructura psicológica y su manera de
entender el acceso al poder. Un dirigente que
viene de perder dos elecciones generales con-
secutivas sobrelleva necesariamente una
enorme dosis de desconfianza, complejo y
miedo. Por lo tanto, tiene que echarse en ma-
nos del que teóricamente sabe y le garantiza
la victoria: el marido de Celia Villalobos; tam-
poco hay mucho más donde elegir.
HAMLET GALLEGO. ¿Quién influye en el hamtle-
tiano Rajoy? ¿Quién o quiénes son las perso-
nas que influyen en su ánimo? Hay dos cír-
culos interiores a su alrededor. El primero es
el familiar y los amigos de toda la vida de
Pontevedra. Los criterios templados y sere-
nos de don Mariano (su padre); la pituitaria
de su mujer, Elvira (Viri Fernández Balboa);
los avisos de sus amigos de toda la vida, To-
más Iribarren, Francisco Villar, Andrés Mon-
taner, Ana Pastor y su marido José Benito
Suárez, Pilar Rojo, Alfredo Díaz Grande,
Juan Aguilar, el farmacéutico Jorge Varela o
el médico Rafael Santamaría, nunca caen en
el olvido. Atrás quedaron los hermanos Ge-
rardo y José Manuel Pepo de Lorenzo.
La influencia de Viri ha ido en aumento. Ra-
joy suele reverenciarse cada vez más a la in-
tuición de su esposa.
El segundo círculo son sus colaboradores
más cercanos. Jorge Moragas, jefe del gabi-
nete de presidencia, emergente absoluto; la
discreta jefa de prensa, la coruñesa Carmen
Martínez Castro, y el portavoz oficial, Esteban
González Pons. Los dos primeros suelen al-
morzar con asiduidad con el jefe; por lo tan-
to, un respeto.
A Rajoy le gustan las tascas. Una de sus
preferidas es la Tasca Suprema de Madrid,
que siempre tiene una mesa reservada al fon-
do: es barata, sirve comida casera y, hasta
ahora, le dejaban fumar. En Galicia frecuen-
ta la Casa Tío Bonito (Ribadumia), La Casa
de las Tortillas (A Coruña) y el Hotel Congre-
so de Luciano Blanco (Santiago).
Mariano valora también lo que valen las
opiniones de sus viejos compañeros de mili-
tancia o de gobierno: Jesús Posada, Miguel
Arias Cañete o Juan Morano, sin olvidar a
Cristóbal Montoro y Trillo que tienen, ade-
más, responsabilidades concretas en el orga-
nigrama popular. El experimentado galaico
José Manuel Romay Becaria ha ingresado
también en el núcleo duro del marianismo,
lo mismo que el actual presidente de la Xun-
ta. Sus consejos son escuchados con aten-
ción por el aspirante. Pero el que sobresale
por su poder fáctico dentro del aparato no es
otro que Javier Arenas, enfrentado en oca-
siones a la que fuera su subordinada en Tra-
bajo, María Dolores de Cospedal, quien no
ha podido llevar a cabo la revolución inter-
OPOSITOR NATO
Arriba, en su infancia. Desde
pequeño le inculcaron que se
presentara a una oposición.
CAMINO A LA MONCLOA
Lleva 53.000 kilómetros
recorridos por España en esta
legislatura, según su equipo.
na que pretendía por la oposición del gene-
ral en jefe.
Lo que impresiona a Rajoy es la capacidad
técnica (a ser posible que se haya ganado una
oposición a los altos cuerpos del Estado), que
no se creen problemas, la discreción y la ca-
pacidad de sufrimiento. Naturalmente, el tra-
bajo si es estajanovista, mejor. Dedicación.
Luego vienen las conexiones con la socie-
dad civil. Empresarios de alto copete, algunos
ya amigos personales del gallego como Igna-
cio Sánchez Galán (Iberdrola) o César Alier-
ta (Telefónica). Y otros menos conocidos pe-
ro influyentes en el tejido productivo: perio-
distas, científicos, profesores, conforman un
elenco al que el dubitativo dirigente se dirige
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en asuntos en los que quiere información o
profundidad. Luego les hace caso o no…
Mariano Rajoy sabe que las próximas elec-
ciones generales (que en el PP estiman que se
producirán en el otoño del presente año) son
la última bala que tiene en la recámara. No
habrá más oportunidades. O camina hacia el
Olimpo o hacia el averno.
Siempre se ha tenido a sí mismo como per-
sona mucho más capaz que su adversario his-
tórico, el presidente Zapatero. Ha sido humi-
llado (y engañado) en multitud de ocasiones
por él y busca cobrarse —a la chita callan-
do— su venganza. Todo juega a su favor.
Sabe que su imagen pública es manifiesta-
mente mejorable pero confía en sí mismo.
—Si tuviera la posibilidad de cenar con to-
das las familias españolas, muchos cambia-
rían la opinión que tienen sobre mí.
Respecto a lo que piensa hacer si llega a la
presidencia, todo es nebulosa. Antes, dice, tie-
ne que levantar las alfombras… Y no se fía.
No se fía en absoluto.
A este respecto, hace escasos días en Anda-
lucía, un dirigente popular le preguntó:
—Mariano, ¿qué vas hacer cuando seas
presidente?
—¡Ya veremos! Lo único que tengo claro es
que lo que haya que hacer lo haremos en los
primeros 12 meses... ¡Luego vendrán a bus-
carme la izquierda y los sindicatos en la calle!
Hace algunos años, ocupando el sillón de
ministro de Educación y Ciencia, Rajoy con-
fesaba a este autor que su vieja promesa a su
madre Olga de llegar a ministro —la ancestral
ambición de los chicos bien de provincias—
se había cumplido con creces. Su sorpresa
fue cuando Aznar le testó en calidad de todo.
No está dispuesto a desaprovechar el «cho-
llo». Un retrato de Toral en Moncloa es siem-
pre más importante que un cuadro en la gale-
ría de cualquier oscuro ministerio.
El último ejercicio de la oposición definiti-
va ha comenzado. O no…
>GRACIANO PALOMO, periodista y biógrafo de José María Az-
nar, es el autor de «El hombre impasible», que saldrá a la ven-
ta el 25 de enero en La Esfera de los Libros.